El Judaismo

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EL JUDAISMO Preparado por: Pastor: Jairo Antonio Marín Leiva (Secretario General) 1. INTRODUCCIÓN En el estudio de las Escrituras es importante entender que la revelación escritural se divide en períodos bien definidos. Estos están claramente separados, y reconocer estas divisiones y sus propósitos divinos constituye uno de los factores más importantes en la verdadera interpretación de las Escrituras. Estas divisiones se conocen como “dispensaciones” y en periodos de tiempo sucesivos se pueden observar diferentes dispensaciones. Una dispensación puede definirse como una etapa en la revelación progresiva de Dios y constituye una administración o regla de vida distinta. Aunque el concepto de una dispensación Y de una época en la Biblia no es precisamente la misma, es obvio que cada periodo tiene su dispensación. Las épocas se mencionan a menudo en la Biblia (Ef. 2:7; 3:5, 9; He. 1:2). La Biblia también hace distinción de épocas (Jn. 1:17; cf. Mt. 5:21-22: 2 Co. 3:11; He 7:11-12). Es probable que el reconocimiento de las dispensaciones arroje más luz sobre el mensaje total de las Escrituras que ningún otro aspecto del estudio bíblico. Muy a menudo sucede que el hecho de tener un claro entendimiento de las Dispensaciones y de los propósitos que Dios ha revelado

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EL JUDAISMO

Preparado por:

Pastor: Jairo Antonio  Marín Leiva (Secretario General)

1. INTRODUCCIÓN

En el estudio de las Escrituras es importante entender que la revelación

escritural se divide en períodos bien definidos. Estos están claramente

separados, y reconocer estas divisiones y sus propósitos divinos constituye uno

de los factores más importantes en la verdadera interpretación de las

Escrituras. Estas divisiones se conocen como “dispensaciones” y en periodos

de tiempo sucesivos se pueden observar diferentes dispensaciones.

Una dispensación puede definirse como una etapa en la revelación progresiva

de Dios y constituye una administración o regla de vida distinta. Aunque el

concepto de una dispensación Y de una época en la Biblia no es precisamente

la misma, es obvio que cada periodo tiene su dispensación. Las épocas se

mencionan a menudo en la Biblia (Ef. 2:7; 3:5, 9; He. 1:2). La Biblia también

hace distinción de épocas (Jn. 1:17; cf. Mt. 5:21-22: 2 Co. 3:11; He 7:11-12).

Es probable que el reconocimiento de las dispensaciones arroje más luz sobre

el mensaje total de las Escrituras que ningún otro aspecto del estudio bíblico.

Muy a menudo sucede que el hecho de tener un claro entendimiento de las

Dispensaciones y de los propósitos que Dios ha revelado ellas ha llegado a ser

el principio de un valioso conocimiento de las Escrituras y de un interés

personal en la Biblia misma. La relación del hombre con su Creador no es la

misma en todas las edades. Ha sido necesario someter al hombre caído a

ciertas pruebas.

Esto es en parte el propósito de Dios a través de las edades, y el resultado de

las pruebas afrontadas por el hombre ha sido en cada caso una incuestionable

demostración tanto de la pecaminosidad como del absoluto fracaso espiritual y

moral del género humano. Y en el día final toda boca se cerrará, porque a

través de muchos siglos de experiencia se habr6 comprobado la maldad o

insensatez de todos los pensamientos del corazón del hombre.

Cada dispensación comienza, por lo tanto, con el hombre divinamente

establecido en una nueva posición de privilegio y responsabilidad, y termina con

el fracaso humano que trae como consecuencia la manifestación del justo juicio

de Dios. Si bien es cierto que existen algunos hechos, tales como el carácter

santo de Dios, que permanecen invariables para siempre y que de consiguiente

son los mismos en cada edad hay a la vez diferentes instrucciones y

responsabilidades que se limitan en cuanto a su aplicación a determinado

período.

En relación con todo esto el estudiante de la Biblia debe reconocer la diferencia

entre aplicación primaria y aplicación secundaria de la Palabra de Dios.

Solamente aquellas

porciones de las Escrituras que Con destinadas directamente para el hijo de

Dios en este tiempo de gracia deben objeto de una aplicación primaria o

personal al cristiano. Se demanda que dichas instrucciones reciban detallado

cumplimiento. Cuando se trata de aplicación secundaria debe observarse que,

mientras es cierto que pueden extraerse lecciones espirituales de cada porción

bíblica, esto no significa que el cristiano esté en la obligación ante Dios de

cumplir aquellos principios que fueron la expresión de la voluntad divina para la

gente de otras dispensaciones. El hijo de Dios en El actual período de gracia no

esta en la misma situación de Adán o de Abraham, o de los israelitas en el

tiempo de la Ley; ni es llamado tampoco a seguir aquella manera peculiar de

que según las Escrituras se demandaría de los hombres cuando el Rey haya

regresado a establecer su reino terrenal.

Siendo que el hijo de Dios depende completamente de la instrucción contenida

en las páginas de la Biblia para dirigir sus pasos en la vida diaria, y siendo que

los principios revelados en las diferentes dispensaciones son tan diversos y a

veces tan contradictorios, es de gran importancia para él reconocer las

porciones bíblicas que se aplican directamente a su propio caso, si es que va a

vivir de acuerdo a la voluntad divina y para la gloria de Dios.

En la consideración del testimonio total de la Biblia, es casi tan importante para

el creyente que desea hacer la voluntad divina conocer lo que no le concierne

directamente como aquello que tiene directa referencia a él. El obvio que parte

de conocimiento de la verdad dispensacional, el creyente no podrá adaptarse

inteligentemente al presente propósito de Dios en el mundo. Sólo ese

conocimiento le salvara de caer en aquella sujeción a la ley que caracterizó a la

dispensación pasada o de querer Llevar a cabo en la actualidad el programa de

transformación mundial perteneciente a la dispensación por venir.

Debido a la imperfección de las traducciones, algunas verdades importantes se

hallan ocultas para el que lee solamente el texto corriente de la Biblia. Por

ejemplo, la palabra

Griega aion, que significa una «edad, o dispensación, se traduce «mundo» en

unas cuarenta ocasiones. Por ejemplo, cuando se dice en Mateo 28:20 “hasta el

fin del mundo”, la referencia no es al fin del mundo material, lo que a su debido

tiempo tomara Lugar (2 P. 3:7; Ap. 20:11; Is. 66:22), sino más bien al fin de esta

edad.

El fin del mundo no ce acerca, sino el fin de la presente edad. Según las

Escrituras hay en todo  siete grandes dispensaciones, y es evidente que

nosotros estamos viviendo cerca del fin de la sexta de ellas. La edad del reino

milenial (Ap. 20:4, 6) está todavía por venir.

Una dispensación se caracteriza más o menos por las nuevas

responsabilidades que Dios le señala al hombre al principio de ella y por los

juicios divinos con que la misma termina. Las siete dispensaciones son las

siguientes: 1) Inocencia, 2) conciencia, 3) gobierno, 4) promesa, 5) ley, 6)

gracia, 7) reino milenial.

Al estudiar las dispensaciones hay ciertos principios esenciales para entender

esta enseñanza. El dispensacionalismo se deriva de una interpretación normal

o literal de la Biblia.

Es imposible interpretar la Biblia en su sentido normal y literal sin darse cuenta

de que hay diferentes eras y diferentes dispensaciones. Un segundo principio

es el de la revelación progresiva, esto es, el hecho reconocido por

prácticamente todos los estudiantes de la Escritura de que la revelación es

dada en etapas. Tercero, todos los expositores de la Biblia necesitarán

reconocer que una revelación posterior en cierto grado sustituye a una

revelación primaria con un  cambio resultante en reglas de vida en las cuales

pueden cambiarse o modificarse y añadirse nuevos requisitos.

Por ejemplo, mientras que Dios mandó a Moisés a matar un hombre por cortar

leña en un sábado (Nm. 15:32-36), ninguno aplicaría este mandamiento hoy

porque vivimos en una dispensación diferente.

Aunque se distinguen frecuentemente siete dispensaciones en la Escritura, tres

son más importantes que las otras; ellas son: la dispensación de la ley,

gobernando a Israel en el Antiguo Testamento desde el tiempo de Moisés; la

dispensación de la gracia, la era presente: y la futura dispensación del reino

milenial.

 

2. LA LEY Y LA GRACIA

1 Gálatas 3:19) La respuesta a esta pregunta tiene seis partes: (1) La ley fue

añadida a causa de las transgresiones, e.d. para darle al pecado el carácter de

transgresión. (a) Los hombres habían pecado antes de Moisés, pero en

ausencia de la ley sus pecados no les fueron imputados (Ro. 5:13); la ley le dio

al pecado el carácter de transgresión, e.d. culpa individual. (1,) Además, en

vista de que los hombres no sólo continuaron pecando después que se dio la

ley, sino que fueron inducidos a la transgresión por la misma ley que prohibía la

transgresión (Ro. 7:8), de manera concluyente la ley demostró la arraigada

pecaminosidad de la naturaleza del hombre

(Ro. 7:11-13). (2) Por lo tanto, la ley “lo encerró lodo [e.d. todo el mundo] bajo

pecado” (Gá. 3:22; comp. Ro. 3:19-20,23). (3) La ley fue una manera temporal

en que Dios trató con el hombre hasta que viniese la simiente” (y. 19). (4) La ley

encerró al hombre pecador para que la promesa que es por la fe fuera la única

vía de escape (y, 23). (5) La ley era para los  judíos lo que el ayo o encargado

de la disciplina de los nidos (gr. paidagógos) era en una familia griega: el

custodio de los hijos mientras éstos eran menores.

La ley tuvo dicho carácter hasta la venida de Cristo vv. 23-25, nota; 4:1-2). (ó)

Cristo vino, y el creyente ya no está bajo la autoridad del ayo <> pedagogo (e.d.

la ley, y. 25) sino que se ha convertido en discípulo (e.d, alguien que aprende>

de Cristo mismo (Mt. 11:29; Lc, 10:39; Jn. 17: 6-8; Tit. 2:11-13).

2  Gálatas (3:24) I. La ley de Moisés Resumen: (1) El Pacto Mosaico le fue dado

a Israel en tres partes: (a) los mandamientos, que expresan la voluntad justa de

Dios (Ex. 20:1-26); (b) los juicios, que regían la vida social de Israel (Ex. 21:1-

24:11); y (c) las ordenanzas, que regían la vida religiosa de Israel (Ex. 24:12;

31:18). (2) Los mandamientos y las ordenanzas eran un todo completo e

inseparable.

Si cuando un israelita pecaba ofrecía el sacrificio requerido, era considerado

“irreprensible” (1.c. 1:6; Fil. 3:6>. (3) La ley, como método en que Dios trata con

el hombre caracterizó a la dispensación que va desde que se dio la ley hasta la

muerte de Jesucristo (Gá. 3:13-1423-24). (4) El intento de los maestros

legalistas (p. ej. Hch. 15:1-31; Gá. 2:1-5) de mezclarla ley y la gracia como

método divino para la presente dispensación de la Iglesia, hizo resaltar la

verdadera relación que existe entre la ley y el cristiano.

II.     la doctrina cristiana de la ley: (1) La ley está en contraste con la gracia.

Bajo esta última Dios otorga la justicia que ti mismo demandé bajo la ley (Ex.

19:5; Jn. 1:17; Ro. 3:21, nota; 10:3-10; 1 Co. 1:30). (2) En si misma la ley es

santa, justa, buena y espiritual (Ro. 7:12-14). (3) Ante la ley todo el mundo es

culpable, y por lo tanto la ley es, necesariamente, un ministerio de condenación,

muerte y maldición divina (Ro. 3:19; 2 Co. 3:7-O; Gá. 3:10).

(4)Cristo llevó la maldición de la ley y redimió al creyente de la maldición y del

dominio de la ley (Gá. 3:13; 4:5-7). (5) La ley no justifica al pecador ni santifica

al creyente (Gá. 2:16; 3:2-3,11-12). (6) El creyente está muerto a la ley y

redimido de ella, de manera que no está ‘bajo la ley, sino bajo la gracia” (Ro.

6:14; 7:4; Gá. 2:19; 4:4-7; 1 Ti. 1:8-9). (7) bajo el nuevo pacto de la gracia está

entretejido el principio de obediencia a la voluntad divina (He. 10:16). La vida

del creyente está tan alejada de la anarquía de la voluntad propia, que él está

“bajo la ley de Cristo” (1 Co, 9:21), y a nueva ley de Cristo (Gá. 6:2; 2 Jn. 5) es

su delicia; entre tanto la justicia de la ley se cumple en él por medio del Espíritu

que habita en él (Ro. 8:2-4; Gá. 5:16-18). En las Escrituras distintivamente

cristianas los mandamientos se utilizan para instrucción en justicia (2 Ti. 3:16-

17; comp. Ro. 13:8-lO; 7 Co. 9:8-9; Ef. 6:1-3).

3 Gálatas (3:25) “Ayo” es la traducción del gr. paidagógos que significa el que

disciplina a/os niños o líder de niños. En el mundo griego y en el romano el

pedagogo era el custodio o guardián en la educación y la vida de los niños

menores. El argumento no estriba en el alcance o la naturaleza de la autoridad

del pedagogo, sino en el hecho de que ésta cesa por completo cuando el “niño”

(4:1) se convierte en hijo (4:1-6), cuando el menor se convierte en adulto. El

“hijo” adulto hace de manera voluntaria lo que anteriormente hacia por temor al

pedagogo. Pero aun sino lo hace, ya no es una cuestión entre el hijo y el

pedagogo (la ley) sino entre el hijo y Dios, su Padre. Comp. H.e 12:5 - 10; 1 Jn.

2:1-2.

La epístola a los gálatas está dirigida a un grupo de iglesias en Galacia, que

estaba ubicada en el centro de lo que hoy se conoce corno Asia Menor. Los

habitantes originales eran frigios, y su religión rendía culto a la naturaleza.

En estas ciudades vivían muchos judíos. Los gálatas eran famosos por su

impetuosidad, inconstancia y su amor por las cosas nuevas y raras. Pablo visitó

Galacia tanto en su primer viaje misionero (Hch. 13:51; 14:8,20, lconio, Listra y

Derbe estaban situadas en la parte surde Galacia) como en el tercero (Hch.

18:23), aunque no hay documentos que registren su labor fundando estas

iglesias. El Espíritu Santo le prohibió al apóstol predicar allí durante el segundo

viaje misionero (Hch. 16:6).

Cuando Pablo escribió, las iglesias de Galacia estaban enfrentando una doble

amenaza que tenía que ver con pureza de doctrina y pureza de conducta.

Ciertos individuos habían entrado en un terreno donde iban a’pervertirel

evangelio de Cristo’ (1:7; 5:10). Insistían en que, si bien la salvación venía de

Cristo, las obras también eran necesarias para la salvación.

Los gálatas estaban empezando a ceder a esta actitud judaizante, e.d. el error

legalista (1:6; 3:1), y estaban regresando a una esclavitud de observancia de

días, meses, años, tiempos, etc. (4:10). De manera abrumadora Pablo destroza

todos los argumentos en favor de mezclar la ley con la fe, señalando que

Abraham fue justificado sólo por la fe 430 años antes que se diera la ley de

Moisés. El apóstol responde al segundo error, el error complementario -que un

creyente se vuelve maduro espiritualmente al guardar la ley-, presentando la

verdad del poder santificador del Espíritu Santo y las riquezas espirituales que

el cristiano puede obtener cuando permite que el Espíritu Santo que vive en él

gobierne su vida.

La Epístola se puede dividir de la siguiente manera: Introducción, 1:1-5. I.

Motivo de la Epístola: Los gálatas se habían alejado del verdadero evangelio,

1:6-9. II. Pablo defiende su ministerio apostólico, 1:10-2:2. III. La justificación es

totalmente por la fe, sin la ley, 3:1-24. lV. La norma de vida del creyente es

según la gracia, no según la ley, 3:25-5:1 - V. Características en la vida de un

cristiano justificado sólo por la fe, 5:2 - 26. VI. La manifestación externa de la

nueva vida en Cristo Jesús, 6:1-16. Conclusión, 6:17-

18.                                                  

¿CUAL ES LA RELACION DE LA LEY MOSAICA CON LA GRACIA?

La ley fue dada por Moisés un miembro de la raza caída de el pecado. Pero la

gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

En la escritura siempre encontrarnos el contraste entre la grada y la ley, y entre

el Señor y Moisés: “Porque de tanto mayor gloria es estimado digno éste,

cuanto tiene mayor honra que la  casa el que la hizo”. ”Y Moisés a la verdad fue

fiel en toda la casa de Dios, como siervo…, pero Cristo como hijo Sobre su

casa, la cual somos nosotros… (He.3 3, 5,6). Por tanto la gracia se expone

constantemente en contraste con la ley, bajo la ley de Dios demanda justicia de

parte del hombre, mientras que bajo la gracia El otorga como una dadiva su

justicia al pecador (Ro 3.2 1,22: 8.4; Fil.3.9)

La ley se relaciona con Moisés las obras, la gracia con Cristo y /a fe, (Jn 1: 17;

Ro, 4: 10), La ley bendice al que es bueno, la gracia lava al malo (Ex. 19.5; E

2.1-9). La ley demanda que el hombre obtenga la bendición corno una

recompensa, la gracia es una dádiva que Dios extiende gratuitamente al

pecador (Dt. 28: 1 - 6; Ef. 2.s; Re 4:4,5).

¿Había gracia bajo la ley?

Hay seis maneras para demostrar- que a gracia ha estado presente siempre, y

también durante la ley:

1. En la elección de Israel. Este fue un acto de favor inmerecido, que trajo

consigo ciertas promesas que pusieron a la disposición del israelita una multitud

de bendiciones (Lv.26s8: Dt.7, 14-16).

2. En las restauraciones de su pueblo pecador. La ley no había alcanzado al

pueblo todavía, y ya había sido rota y pisoteada por la nación, que había

demostrado ser indigna en todas las formas (Jet. 31 20; Os.2.19).

3.  El anuncio del nuevo pacto durante el periodo de la ley, fue también un

despliegue de gracia. La promesa de una nueva era fue cada durante el tiempo

cuando la ley estaba rota y pisoteada bajo los pies de la gente (Jer. 31.32).

4.  En la capacitación de su pueblo. Es cierto que hay un agudo contraste entre

la capacitación bajo la ley y la obra del Espíritu Santo he (Jn 14.1 7), pero no es

correcto decir que no hubo capacitación bajo la ley. El Espíritu moró sobre

muchos (Dn. 4:8; 1 P.1: 11), y vino sobre otros para una obra especial (Jue.3.

10; S.10:9,10; Ex 28: 3), pero no había garantía de que moraría en pueblo de

Das de manera universal y permanente como lo hace hoy.

5.  Al revelarse así misrno en la experiencia de su pueblo corno Jehová El

nombre se asocia con muchos actos específicos de la gracia de Dios hacia su

pueblo (Sal. 143:11; Jer. 14:21).

6.  En el gran pacto con David, fue una prueba de grande gracia de parte de

Dios

La bondad amorosa de Dios (chesed) es ligada con:

El pacto Abrahámico. (Mi. 7.2o)

El pacto Mosaico (Ex.34.6,7)

El nuevo pacto (Jer. 3: 1,3)

El pacto Davídico (Is.55:3)

 

3. SIMILITUDES

La siguiente breve comparación demostrará el hecho de que los valores

morales de la Ley están reincorporados en las enseñanzas de la gracia.

1.” No tendrás dioses

delante de mi”

1. “Nosotros…os anunciamos que de

estas vanidades os convirtáis al Dios

vivo” (Hch. 14:15)

2. “No te harás imagen ni

ninguna semejanza… No

te inclinarás a ellas, ni las

honrarás”          

“Hijitos, guardados de los ídolos” (1

Jn. 5:21)                                                   

3. “No tomarás el nombre

de Jehová tu Dios en

vano” 

3. “Pero sobre todo hermanos míos, no

juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni por

ningún otro juramento” (Stg. 5:12)   

4. “Acuérdate del día de

reposo para

santificarlo”                        

4. Tal mandamiento no se halla en las

enseñanzas de la gracia

5. “Honra a tu padre y a tu

madre”

5. “Hijos, obedeced al Señor a vuestros

padres, porque sólo esto es justo” (Ef.

6:1)

6.”No matarás”

6. “Todo aquel que aborrece a su Hno.

Es homicida; y sabéis que ningún

homicida tiene

vida eterna permanente en él” (1Jn.

3:15)

7. “No cometerás

adulterio”

7. “No erréis; ni los fornicarios, ni los

idólatras, ni los adúlteros, heredarán el

reino de Dios” (1Co. 6:9 – 10)

8. “No hurtarás” 8. “No hurte más” (Ef. 4:28)

9. “No hablarás contra tu

prójimo falso testimonio”

9. “No mintáis los unos a los otros” (Col.

3:9)

10. “No codiciarás”10. “Pero… avaricia ni aún se nombre

entre vosotros” (Ef. 5:3)

Es cierto que algunos de los principios de la Ley de Moisés están incluidos bajo

la gracia, pero aquellos aspectos de la ley que so extraños a la gracia son

omitidos. El mandamiento sobre guardar séptimo día está totalmente omitido.

Esta omisión y la razón de ella se consideran extensamente en el capítulo V.

Así también se omite la única promesa del Decálogo. Esta promesa se

encuentra en conexión con el precepto sobre la obediencia de los hijos. Éxodo

20:12 se lee “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en 1

tierra que Jehová tu Dios te da.”

Continuación LA LEY Y LA GRACIA:

El hecho de que la ley presentaban una promesa a los hijos obedientes se

menciona en el Nuevo Testamento (Ef. 6:2)4 sin ninguna inferencia de que la

promesa est en pie ahora, sino sólo como un recordativo de aquello que existí

bajo la ley. Sería cosa difícil para un individuo, o un hijo, miembro de la Iglesia

reclamar su derecho a una tierra que Dios ha dado,’ demostrar que alguna ley

garantiza ahora una vida larga a aquellos que hoy son obedientes a sus padres.

Veamos una vez más a Israel su relación al país como está escrito: “Confía en

Jehová, y haz bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad”: “Los

justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella”; “Porque los rectos

habitarán la tierra” (SaI. 37:3, 29; Pr. 2:21). Al creyente no se le ha dado

ninguna tierra.

El es un “extranjero y peregrino” aquí, es un “embajador”, un ciudadano del

cielo. Si conoce las Escrituras, el no está esperando una vida larga aquí; más

bien está esperando el advenimiento de su Señor. No trata de adherirse a está

vida aquí: porque “partir, y estar con Cristo... es mucho mejor.” La seriedad con

que algunas personas aplican a sí mismas una promesa del Antiguo

Testamento, que es una imposibilidad bajo la gracia, es una revelación de la

escasa atención con que muy frecuentemente se leen y se aplican las

Escrituras.

Puesto que todo precepto de la ley que es adaptable ha sido instaurado en la

gracia, no es necesario violar las Escrituras aplicando forzosamente la ley en la

esfera de la gracia. El Decálogo, en sus principios morales, no sólo ha sido

instaurado en la gracia, sino que sus principios han sido amplificados

grandemente. Esto se ilustra una vez más por el mismo precepto sobre la

obediencia de los hijos.

En las enseñanzas de la gracia, se considera en forma completa todo el asunto

de la obediencia, y se le añade a ello las instrucciones propias para los padres.

Bajo las enseñanzas de la gracia, el mensaje del primer mandamiento se repite

no menos de cincuenta veces, el segundo doce veces, el tercero cuatro veces,

el cuarto (que trata del día sábado) no se menciona ni una vez, el quinto seis

veces, el sexto seis veces, el séptimo doce veces, el octavo seis veces, el

noveno cuatro veces, y el décimo nueve veces.

 Y aun más: se debe notar lo que es de suma importancia, a saber, que las

enseñanzas de la gracia no sólo son benignas en su carácter, con una

naturaleza del mismo cielo, sino que se extienden al grado de cubrir todo lo que

pertenece a los asuntos nuevos de la vida y servicio del creyente. Los diez

mandamientos no dan el requisito de una vida de oración, no enseban nada

sobre el servicio cristiano, no contienen nada sobre evangelismo. no presentan

la obra misionera, no tienen un evangelio que predicar, no tratan de la vida y del

andar en el Espíritu, no revelan que Dios es Padre, no enseñan nada de la

unión con Cristo, ni sobre la comunión de los santos, nada sobre la esperanza

de una salvación, ni la esperanza de un cielo. Si se afirma que tenemos todo

esto porque hoy tenemos ambos, la ley y la gracia, a tal afirmación se responde

que la ley no tiene nada que añadir a la gracia sino confusión y contradicción, y

tenemos en las Escrituras la más firme amonestación contra la mezcla de la ley

y la gracia. Unas pocas veces los escritores de las Epístolas hacen referencia a

las enseñanzas de la ley en vía de una ilustración.

Cuando presentan la obligación bajo la gracia, citan el hecho de que ese mismo

principio existía bajo la ley. No hay, sin embargo, ninguna base para mezclar

estos dos sistemas de gobierno. La ley de Moisés presenta un pacto de obras

que se alcanza mediante las energías de la carne; las enseñanzas de la gracia

presentan un pacto de fe que se obtiene mediante la energía del Espíritu.

En Lucas 16:16 está escrito: “La Ley y los profetas eran hasta Juan; desde

entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él”.

El mensaje de Juan el Bautista era una cosa nueva. En ningún sentido era la

enseñanza de “la ley y los profetas” como una aplicación directa del sistema

mosaico. Sin embargo, sus predicaciones eran de carácter puramente legal. En

este concepto se haya una excepción  importante en el evangelio según San

Juan. En ese Evangelio, de las palabras que caracterizan a todos los dichos de

Juan Bautista se seleccionaron las siguientes, “He aquí el Cordero de Dios, que

quita el pecado del mundo” (1:29).

El evangelio según San Juan tiene por distinción el mensaje de salvación y la

gracia por medio de la fe, y la selección de este mensaje de Juan Bautista

ilustra  con perfección la mente y el propósito del Espíritu en el escogimiento del

material para la construcción de ese evangelio de la gracia divina. Esta palabra

excepcional de Juan Bautista, ajustada al  mensaje de la gracia en el Evangelio

según San Juan, no deberá confundirse con sus predicaciones legalistas como

se registran en los la evangelios sinópticos, donde su verdadero ministerio

como precursor es presentado.

Lo que el predicó está claramente escrito en Lucas 3:8-14: “Haced, pues, frutos

dignos de arrepentimiento. . . Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces,

¿qué haremos? Y respondiendo les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no

tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos

publícanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? El les

dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos

soldados diciendo: Y nosotros ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a

nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario.”

En este mensaje es evidente el énfasis intenso que se hace sobre el pacto de

las obras meritorias; sin embargo Juan no predicó lo que predicó Moisés o los

profetas. La ley y los profetas llegaron hasta Juan. Se llega entonces a la

conclusión de que la predicación de Juan Bautista era totalmente nueva, y era

según la misión de un heraldo del Rey; pero ese mensaje es legalista y no de la

gracia. Es un pacto de obras y no uno de fe. También Lucas 16:16 arroja más

luz sobre el hecho de que la predicación de Juan tenía que ver con el reino.

La regla divina en la tierra que Mateo llama “el reino de los cielos” mateo lo

llama “el reino de Dios.” Esto es justificable porque el reino de Dios incluye el

reino de los cielos, es decir, el reinado terrenal del Rey. Porque es tan evidente

que Mateo y Lucas se refieren a la misma regla divina en la tierra, y con

frecuencia comunican el mismo mensaje cuando usan estas dos frases, se llega

a la conclusión de que cuando Lucas usa el término, “el reino de Dios”, aquí y

en otras partes, se refiere a la limitada regla divina en la tierra. De los hombres

que entran en ese reino, se dice: “se esfuerzan por entrar en él”. El significado

literal es procurar entrar con todo vigor.

 La palabra sugiere un intenso esfuerzo humano, e implica la necesidad de

mérito que es un requisito para lograr la entrada al reino. Hay, cuando menos,

tres principales distinciones que aparecen cuando se hace un contraste entre

las enseñanzas de la gracia y las del reino.

Primero, en el mensaje del reino, la esperanza está principalmente centralizada

en el reino de los cielos, y en Marcos y en Lucas, en ese aspecto del reino de

Dios que corresponde con el reino de los cielos. Se debe recordar que esto no

es el cielo. En esta conexión, es el gobierno del Mesías-Rey en la tierra. Sin

embargo, el gobierno más amplio del reino de Dios se menciona una vez

(Mateo 6:33), y en un punto cuando todos los intereses divinos están bajo

consideración. Tres veces el mensaje del reino sostiene la anticipación del cielo

mismo ante sus hijos (Mateo 5:12; 6:20; 7:23). En las enseñanzas de la gracia

es el mismo cielo que se contempla, y nunca se hace referencia al reino de los

ciclos, sino sólo en el sentido de que los santos reinarán con el Rey. Los

creyentes por otra parte, con frecuencia se relaciona a la esfera más grande del

reino de Dios (véase Juan 3:3).

Segundo, estas dos líneas de enseñanzas pueden identificarse también por las

grandes palabras que emplean. Según el Antiguo Testamento como también el

Nuevo, las grandes palabras del reino son justicia y paz. El sermón del monte

es la expansión del significado completo de la justicia personal que se requiere

en el reino, Las grandes palabras en esta edad son creer y gracia.. Ni una sola

vez aparecen estas palabras en conexión con las enseñanzas del reino de.

Mateo 5-7. La misericordia se despliega en la gracia y no en la justicia.

Tercero, las enseñanzas del reino, como también la ley de Moisés, están

basadas sobre un pacto de obras. Las enseñanzas de la gracia, por otro lado,

están basadas en un pacto de fe. En un caso, se demanda la justicia; en la otra

se provee esa justicia, se atribuye y se imparte por operación  interna. Una es

de una bendición que se recibe por una vida perfecta, la otra es de una vida que

se vive porque se ha recibido ya una bendición perfecta.

Muchas veces se ha hecho la suposición de que durante el reinado del Mesías

no habrá pecado en la tierra, así como en los cielos nuevos y la tierra nueva

que vendrán después. Todo pasaje bíblico que tiene que ver con el reino da

énfasis a las condiciones morales que existirán en el reino.

Cuanto Satanás será atado, y habrá juicio inmediato sobre el pecado, las

elevadas exigencias morales del reino serán posibles de cumplir; pero habrá

iniquidad que juzgar, el enemigo perseguirá, y muchos que habrán profesado

fracasarán porque ellos no habrán hecho realmente la voluntad del Rey. Tan

grande será el avance moral en las condiciones del mundo durante el reino

sobre esta presente edad, que la justicia “reinará” entonces, mientras que en el

presente la justicia “sufre” (2 Ti. 3:12).

4. REINO DE DIOS Y REINO DE LOS CIELOS

Lo que sigue es una presentación en orden de los diferentes tópicos que se

presentan en el Sermón del Monte.

 (1)Las  Bienaventuranzas. Este mensaje del reino comienza con  una lista de

las nueve bendiciones que son prometidas y provistas para el hijo fiel del reino

(Mateo 5.1-121). Estas bendiciones se alcanzan por medio de méritos. Esto

está en un vivo contraste a las bendiciones de la posición sublime del creyente

que él alcanza en un instante por medio de Cristo en el momento que él cree.

(a) “Bienaventurados los pobres (humildes) en espíritu: porque de ellos es el

reino de los cielos.” Así como Cristo declaró del niñito,  “de los tales es el reino

de los cielos.” En la visión en el Antiguo Testamento de la manifestación

venidera del Rey, se declara. “YO habito en la altura y la santidad, y con el

quebrantado y humilde del espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y

para vivificar el corazón de los quebrantados” (Is. 57:15). Del creyente se dice:

“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable

misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Co.

3:1 2) El creyente no se pone estas virtudes para ganar el cielo, mucho menos

el reino de los cielos. Los creyentes se visten de ellas porque estos son

elementos del carácter de uno que ya ha sido “elegido de Dios, santo y amado.”

Cristo es el modelo (Fi1.2:~), y “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los

humildes” (Stg. 4:6). En las enseñanzas de la gracia, “vestíos” no significa

pretender, o apropiarse; sino que es la manifestación de la vida regenerada

mediante el poder del Espíritu (véanse Ef. 4:24; 6:11; Col. 3:12).

(b) “Bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación.” El llanto

no pertenece a la Esposa de Cristo. Un mensaje diferente se ha dado a ella:

“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” “El llanto es la

porción de Israel hasta que venga su Rey, y cuando El venga, será para

“proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del

Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados, a ordenar que a los afligidos de

Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de

alegría en lugar del espíritu angustiado” (Is. 61:2-3; comp. Is. 51:3; 66:13; 35:10;

51:11; Zac. 1:17).

(c) “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.”

Bajo la gracia la mansedumbre en el creyente es una obra del Espíritu, y no es

recompensada nunca; pero el Rey en sus juicios “juzgará con justicia a los

pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra” (ls. 1.1:4; comp. Is.

29:19; Sof. 2:3; Sal. 45:4; 76:9). La tierra será heredada en la era del reino. La

gloria del Rey estará aquí en la tierra. No cabe ni en la suposición que el manso

esté ahora heredando la tierra, o que ésta fuera una promesa hecha a la Iglesia,

a quien no se hace ninguna promesa terrenal. Aquellos que son guardados por

el poder de Dios mediante la fe para una salvación que está preparada para ser

manifestada en el tiempo postrero, tienen una herencia incorruptible,

incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos.

(d) “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos

serán saciados”. El creyente bien puede desear un andar más cerca de Dios,

pero ya es “hecho justicia de Dios en el.” A distinción de esto, la justicia es una

cualidad que se debe alcanzar en el reino (Mt. 5:20). “Por amor de Sion no

callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como

resplandor su justicia y su salvación se encienda  como  una antorcha.

Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria” (ls. 62:1-2;

comp. Sal. 72:1-4; 85:10-11, 13: Is. 11:4-5).

(e) “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”

La condición exacta que se revela en esta promesa debe ser considerada

detenidamente; porque en este pasaje, la misericordia que se obtiene de Dios

depende del todo del ejercicio de la misericordia de Dios. Esta es la ley en su

pureza. Bajo la gracia se le implora al creyente que sea misericordioso, como

aquel que ya obtuvo misericordia (Ef. 2:4, 5; Tito 3:5). Dios manifestará su

gracia en misericordia hacia la nación de Israel cuando El los reúna en su

propia tierra (Ez.39:25) pero al mismo tiempo El tratará con ellos como

individuos según la ley: “Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y

hasta la eternidad sobre los que le temen. Y su justicia sobre los hijos de los

hijos; sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus

mandamientos para ponerlos por obra” (Sal. 103:17,18)  “por lo cual me ha

recompensado Jehová conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis

manos delante de su vista. Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, y

recto para con el hombre integro Limpio  te mostraras para con el limpio, y

severo serás para con el perverso” (Sal. 18:24-26). Bajo la gracia El es rico en

misericordia, aun cuando “estábamos muertos en pecados”.

(f) “Bienaventurados los de limpio corazón  porque ellos verán a Dios”. Opuesto

a esto, bajo la gracia, está escrito: “Pero vemos a Jesús” y”Porque Dios que

mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en

nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la

faz de Jesucristo” (He.2:9; 2 Co.4:6). En Cristo Dios es revelado ahora al

creyente, mientras que la promesa del reino a los de limpio corazón es que ellos

verán a Dios. Las promesas del reino continúan: “El que camina en justicia y

habla lo recto. . . Tus ojos verán al Rey en su hermosura” (ls.33: 15-17).

“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El

limpio de manos y puro de corazón” (Sal.24:3, 4).

(g) “Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de

Dios.” Paz es una de las dos grandes palabras del reino. El Rey, quien es “el

Príncipe de Paz,” reinará de tal manera que la justicia y la paz cubrirán la tierra

como las aguas cubren la faz del abismo (comp. Sal.72:3,7). En este reino se

dará distinción especial al que promueva la paz. “Serán llamados hijos de Dios”.

Bajo la gracia, ninguno es constituido hijo de Dios por obra alguna. “Pues todos

sois hijos de Dios por fe en Cristo Jesús” (Gá.3:36).

(h)“Bienaventurados los que padecen persecución  por causa de la justicia,

porque de ellos es el reino de los cielos.” Una vez más, el  asunto importante es

la justicia. Por el contrario, el creyente sufre con Cristo y por Su causa, y su

recompensa esta en los cielos. “mas  todo esto os harán por causa de mi

nombre” (Jn. 15:21). “Y también todos los que quieran vivir piadosamente en

Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Ti.3: 12).

(i) “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y

digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque

vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas

que fueron antes de vosotros.” El creyente es llamado a sufrir por la causa de

Cristo: “Porque a vosotros es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis

en él, sino también que padezcáis por él (Fil. 1:29); “Si sufrimos, también

reinaremos con él” (2 Ti 2: 12). Deberá notarse que cuando los hijos del reino

son comparados a cualquier clase de hombres que sufren, son llevados a los

profetas que vivieron antes de ellos, y no a los santos que componen el cuerpo

de Cristo.

Al concluir estas observaciones acerca de las nueve bienaventuranzas, no debe

perderse de vista el hecho de que en contraste a las nueve bendiciones del

reino alcanzadas por un esfuerzo propio, el creyente bajo la gracia tiene la

experiencia de nueve bendiciones que se producen en el por el poder directo

del Espíritu que mora en él. Una cuidadosa comparación deberá hacerse de las

nueve promesas que se hacen bajo el reino, con las nueve bendiciones que

están preparadas bajo la gracia. Se verá que todo lo que se demanda bajo la

ley del reino como una condición para la bendición, bajo la gracia, es provista

por Dios mismo.

Los dos aspectos de la vida que se representan por estos dos grupos de

palabras descriptoras son muy significativos. El total de todas las bendiciones

en el reino no es de compararse con el superabundante “fruto del Espíritu” -

“amor, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”

- control de sí mismo, (Gá. 5:22-23). El mismo tiempo del verbo que se usa es

importante. Bajo la gracia, el fruto del Espíritu es, que indica la presente

posesión de la bendición mediante la pura gracia; en cambio bajo el reino, la

bendición será para aquellos que así lo merezcan por sus obras.

 (2) Las Semejanzas de los Justos en el  Reino. En esta porción de las

Escrituras (Mateo 5:13-16) los hijos del reino se comparan a la sal de la tierra, y

a la luz del mundo. “Sal”, como una figura, no se usa de esta manera en las

enseñanzas de Moisés ni en las enseñanzas de la gracia. Sin embargo, el

creyente es llamado a ser “luz en el Señor”, y se le exhorta a “andar” como hijo

de luz (Ef.5:8). Luego leemos: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos

del día” (1 Ts. 5:5). Pero, de Israel acerca de su bendición en el reino que

vendrá se dice:            

“Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y

te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones”:

“también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo

postrero de la tierra”; “Entonces nacerá tu luz como el alba”; “Y andarán las

naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento”; “Jehová te será

por luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados” (Is.42:8; 60:3,20). Aun

aparece otro contraste en esta conexión: El creyente es llamado a manifestar a

Cristo (1 1’. 2:9), pero los hijos del reino son llamados a manifestar sus buenas

obras (Mt.5: 16).

 

                                     

5. LA LEY Y EL JUDAISMO DESCARTADOS

Primero, los mandamientos del sistema mosaico y sus demandas, y los

mandamientos y las demandas de las leyes del reino son de un carácter

totalmente legalista, y juntos contienen la declaración escrita de la ley, la cual

ley, como se verá, ha sido abrogada durante el presente reinado de la gracia.

Segundo, toda obra humana, aunque sea lo imposible, como las instancias

divinas de la gracia, que se hace con la idea de obtener aceptación con Dios,

tiene la naturaleza de un pacto legal de obras y por tanto sólo puede pertenecer

a la ley. Mediante la obra consumada de Cristo, se asegura perfecta aceptación

con Dios; pero esa aceptación solo se experimenta por la fe que no depende de

mérito alguno, y descansa en Cristo como el suficiente Salvador. En forma

semejante se verá que toda la proposición de una aceptación legal y meritoria

con Dios no está en vigor durante el reinado de la gracia.

Tercero, cualquier forma de vida o servicio que se practica con dependencia de

la carne, en vez de una dependencia del Espíritu, tiene un carácter legalista y

por tanto, ha pasado durante el período presente del reinado de la gracia. Está

escrito: “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley” (Gá. 5:18). La

ley recurrió sólo a la carne, y, por tanto, el depender de la carne es volverse a la

esfera de la ley.

Aunque la ley ha sido reemplazada por la gracia, puede ser impuesta ahora por

uno mismo. Esto puede hacerse tomando como una regla de vida el código

escrito de Moisés o del reino. También puede hacerse tomándose a las obras

propias como la base de aceptación con Dios. O, puede hacerse, dependiendo

de la energía de la carne para el poder que se necesita para vivir

agradablemente delante de Dios. Una ley que se impone sobre uno mismo.

Cualquiera que sea esa ley, no es aceptable a Dios; pero como todo pecado

humano, tal imposición puede escogerse por el libre albedrío del hombre, y

puede ejercerse en oposición a la voluntad revelada de ¡Dios. En vista de las

declaraciones positivas de la Biblia de que la ley ha dejado de estar en vigor,

cabe preguntar sobre el significado de ciertos pasajes:

Gálatas 3:23. “Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados ¡bajo la ley)’

En ningún sentido puede esta experiencia ser de los hombres, antes de aceptar

a Cristo. El apóstol está hablando aquí ¡como un judío, y de aquellas

circunstancias que podían existir sólo para cl judío de la iglesia primitiva quien

vivió bajo ambas dispensaciones, la dE Moisés y la de la gracia.

Sin embargo, en el significado más amplio de la ley, ya descrito anteriormente,

toda la humanidad fue libertada por la muerte de Cristo de la obligación de las

obras meritorias, y de la necesidad de depender de la carne. “Porque todos los

que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está:

Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro

de la ley para hacerlas”; “Cristo nos redimió de la maldición de la ley”; Dios

enviando a su Hijo condenó al pecado en la carne: para que la justicia de la ley

se cumpliese en nosotros “ (Gá. 3:10, 13; Ro. 8:3, 4).

1 Corintios 9:20. El apóstol dijo: “Me he hecho . . . a los que están sujetos a la

ley como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley.” Esto es

claramente uná presentación de todos aquellos quienes se han impuesto sobre

sí la ley en cualquier de sus aspectos (véase Gá. 4:21).

Romanos 4:14. “Porque si los que son de la ley son los herederos, yana resulta

la fe, y anulada la promesa.” Esto es igualmente cierto para toda la humanidad

cuando se consideran los aspectos más grandes de la ley; pero también se

debe notar que la antigua designación de los judíos como los que están “bajo la

ley”, en contraste a los gentiles a quienes ninguna ley fue dada jamás, los

Judíos todavía la tenían en la Iglesia primitiva (comp. Ro. 2:23; 416)

Romanos 2:13. “Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino

los hacedores de la ley serán justificados.” Esto es una declaración de un

principio intrínseco de la ley. Era un pacto de obras en sentido absoluto. Ahora

nadie es justificado por la ley (comp. Ro. 3:20; Gá. 3:11). Nótese también:

“Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres

transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión” (Ro. 2:25). Esto

también es un principio que perteneció a la ley. Guardar la ley era ¡un

descrédito para Dios, y un insulto a su justicia (comp. Is. 5 2:5). ¡Ese mismo

principio es una amonestación a todos los que intentan guardar la ley, o aun

contemplan tal idea (véase también Stg. 2:10).

Romanos 3:3 1. “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino

que confirmamos la ley.” La ley nunca ha sido cumplida por aquellos que han

procurado cumplirla. Sin embargo, es cumplida por aquellos que humildemente

reconocen su incapacidad para hacer cosa alguna que agrade a Dios, y quienes

se dirigen a Cristo y encuentran amparo en él, quien ha cumplido toda demanda

dc la ley por ellos. Ellos, y sólo ellos han vindicado la santa ley de Dios.

Romanos 7:16. “Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la le y es buena.”

El uso que se le da a la palabra ley en todo este contexto (7:15-8:13) es

claramente de la esfera más amplia de toda la voluntad de Dios, en vez de los

mandamientos limitados de Moisés. Ni una sola vez se menciona a Moisés; sin

embargo “la ley de Dios”se~ menciona tres veces (7:22, 25; 8:7).

La completa cesación del reinado de la ley de Moisés, aun para Israel. Mediante

la muerte de Cristo, es el testimonio amplio de las Escrituras. Unos pocos

pasajes importantes que declaran este hecho de la cesación de la ley se dan a

continuación:

Juan 1:16-17. “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre (añadida

a) gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad

vinieron por medio de Jesucristo.” Según este pasaje, todo el sistema mosaico

fue cumplido, suspendido, y terminado en el primer advenimiento de Cristo.

Gálatas 3:19-25. “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las

transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa. . .

para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.

Pero antes que viniese la fe, (nosotros judíos) estábamos confinados bajo la

ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha

sido nuestro ayo (que disciplina niños), para llevarnos a Cristo, a fin de que

fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo” (la

ley). Ningún comentario es necesario sobre esta declaración incondicional

relativo al aspecto transitorio del sistema mosaico.

Romanos 6:14. “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no

estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” Aunque el mensaje directo de este pasaje

es sobre la incapacidad que ha sido provista para la vida bajo la gracia, la cual

jamás se proveyó bajo la ley, se hace la declaración positiva, “no estáis bajo la

ley.”

Romanos 7:2-6. “Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido

mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del

marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada

adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se

uniere a otro marido, no será adúltera Así también vosotros, hermanos míos,

habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del

que resucité de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque

mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley

obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte.

Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que

estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y

no bajo el régimen viejo de la letra.” Se dan varias revelaciones importantes en

este pasaje. La relación de uno que había estado bajo la ley (que era una

realidad en el caso del apóstol Pablo) a las enseñanzas de la gracia era como

la de una esposa a su segundo esposo. La ley, o la obligación, de la esposa a

su esposo termina con la muerte de él. Si ella se casa con un segundo esposo,

ella entonces queda bajo una obligación enteramente nueva. La muerte

expiatoria de Cristo fue el fin del reinado de la ley, ley que se compara al primer

esposo. “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante

el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucité de los muertos, a

fin de que llevemos fruto para Dios” Nada puede ser más claro que esto. El

creyente está ahora bajo una obligación a Cristo; unido por una ley a Cristo.

Sólo necesita cumplir “la ley de Cristo”.

Sería muy irracional pensar proponer que una mujer tratase de ser obligada a

dos maridos a la vez; sin embargo, esta es la ilustración divina del error de

entremezclar las enseñanzas de la ley y las enseñanzas de la gracia. Tener

más de un esposo en sentido espiritual es ofensivo a Dios. En la nueva unión

formada con Cristo, como consecuencia ha de producirse fruto para con Dios.

Se refiere aquí al hecho de que la vida del cristiano y su servicio son posibles

por el poder de Dios y por tanto son sobrehumanos. Del creyente se dice

claramente, no sólo que “está muerto a la ley,” sino que es “libre de la ley,” y de

todo aspecto de la ley, para que sirva en el régimen del Espíritu”; porque las

enseñanzas de la gracia tienen el carácter especial de ser cumplidas por el

poder que da el Espíritu.

El creyente no debe vivir y servir “bajo el régimen viejo “de la letra,” que es la

ley. Es por la unión vital en el cuerpo de Cristo como un miembro vivo que el

creyente es absuelto de toda otra relación y queda centralizado sólo en lo que

pertenece a la Cabeza viviente. Es así como se indica positivamente que los

principios de la ley y la gracia (que son completamente opuestos) no puede

coexistir como reglas de conducta.

2 Corintios 3:7-13. “Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras

fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro

de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no

será más bien con gloria cl ministerio del Espíritu? Porque si el ministerio de

condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de

justificación.

Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en

comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria,

mucho más glorioso será lo que permanece. Así que, teniendo tal esperanza,

usamos de mucha franqueza; y no como Moisés, que ponía un velo sobre su

rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que

había de ser abolido.”

 

 

6. CONTRASTES

Es la ley que está cristalizada en los Diez Mandamientos que se contempla;

porque esa ley, y ninguna otra, es la que “fue escrita y esculpida en piedras.” En

medio de los contrastes más marcados entre el reino de las enseñanzas de la

ley y el de las enseñanzas de la gracia queda declarado que estos

mandamientos “habían de perecer y “ser abolidos”. Deberá reconocerse que lo

viejo fue abolido para hacer lugar para lo nuevo, que excede mucho más en

gloria. Que la ley haya perecido, no es, por tanto, una pérdida; más bien es una

ganancia incalculable. Los contrastes incontrovertibles que se presentan en

todo este contexto se arreglan aquí en paralelos:

Las Enseñanzas de la Ley Las Enseñanzas de la Gracia   

1. Escritas con tinta.       1. Escritas con el Espíritu del Dios viviente.

2. En tablas de piedra. 2. En tablas de carne del corazón.

3. La letra mata. 3. El Espíritu da vida.

4. El ministerio de muerte. 4. El ministerio del Espíritu

5 .Fue gloriosa. 5. Con la gloria más eminente.

6. Pereció. 6. Permanece.

7. Abolida. 7. Tenemos tal esperanza.

Gálatas 5:18. “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.” No

queda ningún lugar para la ley, y por tanto tampoco hay ocasión para su

reconocimiento. El ser guiado por el Espíritu es experimentar una forma de vida

que no sólo sobrepuja sino cumple con todos los ideales de la ley.

Efesios 2:15. “Aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los

mandamientos expresados en ordenanzas.”

Colosenses 2:14. “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros,

que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.”

Juan 15:25. “Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su

ley.” Esta referencia, que es la única en el discurso en el Aposento Alto que se

hace a la Ley de Moisés es muy significativa. Como ya se indicó, Cristo en este

discurso ha guiado a sus seguidores más allá de la cruz y desenvuelve ante

ellos los mismos fundamentos de las nuevas enseñanzas de la gracia.

Estos hombres eran judíos; pero Cristo, en esta enseñanza no les habla como

si estuviesen ellos obligados a la ley de Moisés. El dice “en su ley”, no dice, en

vuestra lev’, en esta forma él indica que estos judíos quienes habían venido a

estar bajo la gracia ya no estaban bajo el régimen de la ley de Moisés. Por esta

misma Escritura no sólo se afirma claramente que todo el sistema de la ley ha

sido quitado durante la dispensación de la gracia, sino que es notable que la

ley, como ley, nunca es aplicada al creyente como un principio gubernativo de

su vida bajo la gracia. Esta no es una omisión accidental; es la expresión de la

mente y voluntad de Dios.

Se llega, pues, a la conclusión de que la ley de Moisés no fue dada para regir la

vida del creyente bajo la gracia. Sin embargo, por otro lado, los principios

permanentes de la ley que se adaptan a la gracia son traídos y restablecidos en

las enseñanzas de la gracia, no como una ley, sino reformados al modelo de fa

gracia infinita. Esta gran realidad se ilustra hábilmente en la experiencia de un

ciudadano de Estados Unidos que estuvo en Alemania en el comienzo de la

primera guerra mundial. Huyendo a través de Holanda, llegó a Inglaterra con las

bolsas llenas de mono das de oro de Alemania. Esta moneda, con el cuño

alemán, era sin valor como moneda en Inglaterra; pero al fundirse y acuñarse

en la casa de moneda de Inglaterra, llevaba entonces todo el valor en ese

dominio. Así también el valor intrínseco del oro de la ley es preservado y

reaparece con el acuño de las nuevas enseñanzas de la gracia.

Al aplicar las enseñanzas de la gracia es lícito hacer notar que cierto principio

semejante existía bajo la ley de Moisés, y así se demuestra que el precepto en

cuestión representa el carácter inmutable de Dios; pero aplicar las enseñanzas

del sistema mosaico a los que están bajo la gracia no sólo no es bíblico sino

desrazonable. Por cuanto las dos enseñanzas, tanto la ley de Moisés como las

enseñanzas de la gracia son completas en si mismas, ninguna requiere la

adición de la otra, y combinarlas es sacrificar todo lo que es vital en cada una.

Por tanto, una gran importancia se deberá dar al positivo e invariable mensaje

al creyente que se declara en las palabras, No estáis bajo la ley, sino balo la

gracia.

 

7. LA CIRCUNCICIÓN

Génesis 17: 11Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por

señal del pacto entre mí y vosotros.

CIRCUNCIDARÉIS. La circuncisión debía ser una señal y un sello del pacto de

Dios con Abraham y su descendencia. (1) Era una señal o marca de que ellos

habían aceptado el pacto de Dios y a Dios mismo como su Señor. (2) Era un

sello de la justicia que tenían por la fe (15:6: Ro 4:11). (3) Era para recordarle al

pueblo las promesas de Dios para ellos y sus propias obligaciones personales

del pacto (cf. v. 14).

Josué 5:2 En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y

vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel.

VUELVE A CIRCUNCIDAR. Bajo el antiguo pacto la circuncisión marcaba a

cada varón como hijo de Abraham y siervo del Señor Dios. La circuncisión los

habilitaba para participar de las bendiciones del pacto (véase Gn 17:11, nota).

Era, sin embargo, una señal de su obediencia al pacto. Aun cuando el pueblo

de Dios había invadido la tierra prometida, se necesitaba la preparación

espiritual de la circuncisión y de la Pascua antes que pudieran comenzar la

verdadera conquista.

Colosenses 2:11 En él también fuisteis circuncidados  con circuncisión no

hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la

circuncisión de Cristo.

EN LA CIRCUNCISIÓN DE CRISTO. En el AT la circuncisión era la señal de

que el israelita mantenía una relación de pacto con Dios (véase Gn 17:11,

nota). Simbolizaba la separación del pecado y de todo lo que era profano en el

mundo. El creyente bajo el pacto del NT ha tenido una circuncisión espiritual al

despojarse de la naturaleza pecaminosa. Ese es un acto espiritual por el cual

Cristo quita la antigua naturaleza no regenerada de rebelión contra Dios e

imparte la vida espiritual o la de resurrección de Cristo (vv. 12-13); es una

circuncisión del corazón (Dt 1016; 30:6; Jer 4:4; 9:26 Ro 2:29).

Romanos 2:29…  sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión

es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los

hombres, sino de Dios.

CIRCUNCISION... DEL CORAZÓN. EN ESPÍRITU. Esta es la obra de gracia de

Dios en el Corazón de los creyentes mediante la cual participan de la naturaleza

divina y llegan a poder vivir una vida pura separada del pecado para la gloria de

Dios (cf. Dt 10:16; .Jer 4:4; 2P 1:4). De ese modo, la vida santa se convierte en

la señal externa de que están bajo el nuevo pacto.

Filipenses 3:2 Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros,

guardaos de los mutiladores del cuerpo.

PERROS - MALOS OBREROS - -. MUTILADORES. La prueba más grande de

Pablo fue el pesar que, Sintió por causa de los que tergiversaban el evangelio

de Cristo. Su amor por Cristo, la iglesia y verdad redentora era tan fuerte que lo

estimulaba a oponerse fervientemente a los que pervertían la  sana doctrina,

tratándolos de “perros’ y “malos obreros (véanse 1:37, nota: Gá 1:9, nota; cf. Mt

23). Mutiladores del cuerpo” es la expresión de Pablo para la ceremonia de la

circuncisión tal como enseñaban los judaizantes, quienes afirmaban que la

señal de la circuncisión del AT era necesaria para la salvación. Pablo declara

que la verdadera circuncisión es la obra del Espíritu en el corazón de una

persona  cuando son borrados el pecado y la maldad (V. 3; Ro 2:25-29; Col 2:1

1).

CIRCUNCISIÓN: - un corte

 

A. El rito físico:

Instituido por Dios                        Gn. 17: 10 – 14

Un sello de justicia                        Ro. 2: 25 – 29

Se realizará en el octavo día          Lc. 1:59

Se nombraba a la criatura cuando 

se realizaba                                     Lc. 1:59

Permitía el derecho a la Pascua       Éx. 12:48

Descuido de, castigado                   Éx. 4:24

Descuidado durante el desierto       Jos. 5:7

Una señal de la relación del pacto    Ro. 4:11

 

B. Necesidad de:

Se asevera en la vieja

dispensación                                    Gn. 17: 10 – 14

Abolido por el evangelio                  Gá. 5: 1 – 4

                                                       Ef. 2: 11, 15

No sirve para nada                          Gá. 5:6

                                                       Col. 3:11

Promovida por falsos maestros         Hch. 15:1

Descrita como un yugo                     Hch. 15:10

Abrogada por los apóstoles              Hch. 15: 5 – 29

                                                        1 Co. 7:18,19

 

C. Significado espiritual de:

Regeneración                                    Dt. 10:16

                                                         Dt. 30:6

                                                         Jer. 4:4

El verdadero judío (cristiano)             Ro. 2:29

El cristiano                                        Fil. 3:3

                                                         Col. 2:11

 

8. DÍA DE REPOSO

Mateo (12:1) “Día de reposo”, Sábado, del heb. Shabbath (gr. sabbaton),

significa cesación del traba/o, descanso. (1) El sábado (llamado “día de

reposo” en Reina –Valera), aparece en la Escritura como el día en que Dios

descansó al termino la obra de la creación (Gn. 2:2—3>. Durante el largo

periodo del Edén al Sinaí, no se lo menciona. Luego se hace i revelación del

Sábado a Israel (Ex. 16:23; Neh. 9:13—14), se convierte en parte de la ley (Ex.

20:8—11), y se lo reviste con el carácter de “señal’ entre Jehová e Israel, un

recordatorio perpetuo de su separación para con Dios (Ex. 11:13—17). La

observancia del Sábado incluía descanso completo (Ex. 35:2—3); y por orden

expresa de Jehová se debía dar muerte al hombre que juntara leña en día de

reposo (Nm. 15:32—36).

Al margen del holocausto continuo (Nm. 28:9) y su conexión con las fiestas

anuales (Ex. 12:16; Lv 23:3,8; Nm. 28:25), el séptimo día nunca fue un día de

sacrificio, culto ni ninguna otra forma de servicio religioso. Era simplemente un

día de descanso total para el hombre pies animales, una provisión benévola

para las necesidades del hombre. Usando las palabras de Cristo, “el día de re-

poso fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de

reposo” (Mr. 2:27>. (2) Nuestro Señor vio que la forma en que se observaba el

día estaba cubierta de evasivas y restricciones rabínicas <Mt. 12:2), algo ajeno

a la ley, hasta el punto que las autoridades religiosas del momento lo acusaron

de no guardar el Sábado.

Durante el período de la tribulación (Mt. 24: 20 – 21) y la Era del Reino (ls.

66:23), nuevamente habrá que guardarse el Sábado (3) En dispensación de la

Iglesia, el descanso cristiano del primer día perpetúa el principio de que una

séptima parte del tiempo es sagrada, pero en todos los otros aspectos esta en

contraste con el Sábado. Uno es el séptimo día; el otro, el primero.

El sábado conmemora el descanso de la creación; el primer día, la resurrección

de Cristo. En el séptimo día Dios descansé; en el primer día Cristo estuvo

incesantemente activo. El sábado conmemora una creación que fue

completada; el primer día, una redención que ha sido completada.

El sábado era un día de obligación legal; el primer día, de culto y servicio

voluntario. El sábado se menciona en Hechos sólo en conexión con los judíos, y

en el resto del NT. Sólo dos veces (Col. 2:16; He. 4:4). En estos pasajes se

explica que el Sábado, el séptimo día, no es un día cuya observancia deban

cumplir los cristianos, sino que es un tipo del descanso presente en que entrará

el creyente cuando él “también ha reposado de sus obras” (He. 4:10) al confiar

en Cristo.

 

El sábado y el día del Señor

A. EL SABADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Comenzando con su propia obra en la creación, Dios decidió santificar, o

separar, un séptimo de todo el tiempo. Para Israel estableció el séptimo día

como día de reposo; el séptimo año, o año sabático, era el año en que la tierra

debía descansar (Ex. 23:10-11; Lv. 25:2-7); el año cincuenta fue establecido

como año de jubileo en reconocimiento de las siete veces siete años. En

diversos detalles, el año sabático y el de jubileo eran tipos proféticos de la edad

del reino, que es la séptima y última dispensación y que se caracteriza porque

toda la creación disfruta del reposo sabático. Aunque en la era actual el día que

ha de celebrarse se ha cambiado divinamente del séptimo al primer día de la

semana, debido al comienzo de la nueva creación, se ha perpetuado la misma

proporción en la división del tiempo: un día de cada siete.

La palabra sabbath significa cesación, o reposo perfecto, de la actividad. Aparte

del holocausto continúo y de las fiestas, en ningún modo era día de adoración o

servicio.

En vista de la difundida confusión que existe acerca del sábado, y

especialmente en vista del esfuerzo que algunos hacen por demostrar que está

en vigor durante esta era, es imperativo que consideremos cuidadosamente las

enseñanzas de las Escrituras acerca del sábado. Obtenemos un mayor grado

de claridad consideramos el reposo en relación con diversos períodos de la

historia.

En el periodo que se extiende desde Adán hasta Moisés, está escrito que Dios

reposó al final de los seis días de la creación (Gn. 2:2-3; Ex. 20:10-11; He. 4:4).

Pero en la Palabra de Dios no hay una orden en el sentido de que el

hombre           esté obligado a observar, o que haya observado, un reposo antes

de la salida de Israel de Egipto.    

El libro de Job revela la vida y la experiencia religiosa de los patriarcas, y

aunque se discuten las diversas responsabilidades hacia Dios, mi hay

referencias a la obligación de

observar el sábado. Por otra parte, se afirma claramente que la institución del

reposo, por medio de Moisés, al pueblo de Israel fue el comienzo de la

observancia del sábado entre los hombres (Ex. 16:29; Neh. 9:14; Ez. 20:12).    

De igual modo, por lo que está escrito acerca de la primera imposición del

reposo (Ex. 16;1-35), es evidente que el     día anterior al primer día de la

semana en que se celebró el primer reposo los hijos de Israel hicieron un viaje

de muchos kilómetros que quebrantaba el reposo, al ir desde Elim hasta el

desierto de Sin. Allí murmuraron contra Jehová, y desde aquel día comenzó la

provisión de pan del cielo, el         que debía recolectarse seis días a la semana,

pero no el séptimo día. Es evidente, pues, que el día del viaje, que debió ser de

reposo, no fue observado como tal.        

En el periodo que se extendió desde Moisés hasta Cristo, el sábado estuvo en

vigor por ley. Estaba incluido en la ley       (Ex. 20:10-11), y la cura divina para

su no observancia fue

proporcionada asimismo en la ley de las ofrendas. Es importante observar, en

esta conexión, que el sábado jamás fue impuesto sobre los gentiles, pero fue

peculiarmente una señal entre Jehová e Israel (Ex. 31:12-17). Entre los

pecados de Israel se destaca especialmente la falta de observancia del reposo

y el no haber dado sus reposos a la tierra.

En medio de este período de la ley, Óseas predijo que, como parte de los

juicios que iban a caer sobre Israel, iban  a cesar sus sábados (Os. 2:11). Esta

profecía debe cumplirse en algún tiempo, porque la boca de Jehová lo ha

hablado.

La era anterior continuó hasta la muerte de Cristo, así que su vida terrenal y su

ministerio fueron bajo la ley. Por esta razón lo vemos guardando la ley,

haciendo una exposición de la ley y aplicando la ley. Encontrando que la ley del

sábado estaba oscurecida por- las tradiciones y enseñanzas de hombres,

señaló que el reposo había sido dado como un beneficio para el hombre, y que

el hombre no tenía que hacer del reposo un sacrificio (Mr. 2:27>. Cristo fue fiel a

todo el sistema mosaico, que incluía el reposo, porque ese sistema estaba en

vigencia durante su vida terrenal; pero ese hecho obvio no es base para

pretender que un cristiano que está bajo la gracia y vive en otra dispensación

está obligado a seguir a Cristo en la observancia del séptimo día.

 

A.    EL SÁBADO EN LA ERA ACTUAL DE LA IGLESIA

Después de la resurrección de Cristo no hay evidencias en el Nuevo

Testamento en el sentido de que el sábado haya sido observado por los

creyentes, ni aun en forma errada. Sin duda, la multitud de cristianos

judaizantes observaban el reposo; pero no aparece en la Palabra de-Dios nada

de ello por escrito. Del mismo modo, después de la resurrección de Cristo no

aparece ninguna orden a judío, gentil o cristiano en el sentido de que deban

guardar el sábado, ni se menciona el quebrantamiento del día del reposo en la

numerosa lista de pecados posibles. Por el contrario, hay advertencias contra la

observancia del reposé por parte de quienes son hijos de Dios bajo la gracia.

Gálatas 4:9-10 condena la observancia de <días, meses, tiempos y años».,

Normalmente estas observancias tenían el objeto de merecer el favor de Dios

por parte de personas que a veces mostraban temor de Dios y otras veces lo

olvidaban.

Hebreos 4:1-13 contempla el sábado como un tipo del reposo (de sus obras) en

que el creyente entra cuando recibe la salvación.

Colosenses 2:16-17 instruye al hijo de Dios a fin de que no sea juzgado

respecto de días de reposo, e infiere que tal actitud hacia el• sábado es

razonable en vista de todo lo qué Cristo ha llegado a ser para’la persona que

ahora pertenece a la nueva creación (Col. 2:9-17). En este pasaje se hace

referencia en forma muy evidente a los reposos semanales,   otras más que a

los reposos extraordinarios o especiales que eran parte de la ley

ceremonial. Romanos 14:5 declara que cuando el creyente está «convencido en

su propia mente» estima todos los días iguales leyes Esto no implica el

descuido de la adoración fiel, sino más Todas bien sugiere que para tal persona

todos los días están llenos de la u de devoción a Dios.

Debido al hecho de que en el Nuevo Testamento el sábado jamás se incluye

como parte de la vida y el servicio del cristiano, la expresión  “reposo cristiano”

es errada. En conexión con esto, se puede notar  que en lugar del reposo de la

ley ahora se ha proporcionado el día del Señor de la nueva creación, que

excede en gloria, privilegios y bendiciones al reposo.

 

C. EL SABADO EN LA ERA

VENIDERA                                                                                                              

                                  

En plena armonía con la doctrina del Nuevo Testamento de que el nuevo día

del Señor está relacionado solamente con la iglesia, se profetiza que el día del

reposo será reinstituido, sucediendo al día del Señor, inmediatamente después

de completado el llamamiento de la iglesia y después de haber sido retirada

ésta del mundo. En el breve período de tribulación entre el fin de esta

dispensación y el comienzo del reino se observará nuevamente el reposo (Mt.

24:20):pero la profecía anuncia en forma especial que el sábado es una

característica vital de la edad del reino venidero (Is. 66:23; Ez. 46:1).

 

D.   LA RESURRECCION DE CRISTO Y EL PRIMER DIA DE LA SEMANA

El primer día de la semana ha sido celebrado por la iglesia desde la

resurrección de Cristo hasta el presente. Este hecho lo prueban los escritos del

Nuevo Testamento, los escritos de los primeros padres y la historia de la iglesia.

En casi cada siglo ha habido quienes, no comprendiendo el propósito presente

de Dios en la nueva creación, han luchado fervientemente por la observancia

del reposo en el séptimo día. En la actualidad, los que se especializan en la

exigencia de la observancia del séptimo día combinan su llamado con otras

doctrinas antibiblicas. Puesto que el creyente, por designación divina, tiene que

observar el primer día de la semana bajo la nueva relación de la. gracia, se

produce cierta confusión cuando este día se ve investido del carácter de las

leyes del reposo del séptimo día y se gobierna por ellas. Todas esas

enseñanzas ignoran la doctrina neotestamentaria de la nueva creación.

E. LA NUEVA CREACION

El Nuevo Testamento revela que el propósito de Dios en la actual dispensación

no prevista es el llamamiento de la iglesia (Hch. 15:13-18), y esta multitud

redimida es la nueva creación, un pueblo celestial. Aunque se indica que las

maravillosas perfecciones y glorias serán completadas para esta compañía

como un todo (Ef. 5:25-27), también se revela que ellos individualmente son los

objetos de las mayores empresas y transformaciones divinas. De igual modo,

como este cuerpo está orgánicamente relacionado con Cristo (1 Co. 12: 12), así

el creyente individual está vitalmente unido al Señor (1 Co. 6:17; Ro. 6:5; 1 Co.

12:13).

Acerca del creyente individual, la Biblia enseña que: 1) en cuanto al pecado,

cada uno de los de esta compañía ha sido limpiado, perdonado y justificado; 2)

en cuanto a sus posesiones, a cada uno se le ha dado el Espíritu que mora en

ellos, el don de Dios que es vida eterna, ha llegado a ser heredero legal de Dios

y coheredero con Cristo; 3) en cuanto a posición, cada uno ha sido hecho

justicia de Dios, por la cual es aceptado en el Amado para siempre (2 Co. 5:21;

Ef. 1:6), miembro del cuerpo místico de Cristo, parte de su gloriosa esposa,

partícipe vivo de la nueva creación de la que Cristo es cabeza federal. Leemos:

«Si alguno está en Cristo, nueva criatura [creación]~ es; las cosas viejas [en

cuanto a posición, no experiencia] pasaron; he aquí todas son hechas nuevas,

Y todo esto [cosas posiciónales] proviene de Dios» (2 Co. 5:17-18: cf. con Gá.

6:15; Ef. 2:10; 4:24).

Pedro, escribiendo acerca de esta compañía de creyentes, afirma: «vosotros

sois linaje escogido» (1 P. 2:9), lo que significa que son una raza de nacimiento

celestial, de una nacionalidad distinta, simiente o calidad que ha sido directa-

mente creada por el poder de Dios. Así como el primer Adán engendró una raza

que participó de sti propia vida humana y ‘de sus imperfecciones, así Cristo,’ el

segundo Adán, ‘ahora está engendrando por el Espíritu una nueva raza que

participa de su vida y perfección eternas. «Fue hecho ‘el primer hombre Adán

alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante [que da vida]» (1 Co. 15:45).

Habiendo participado de la vida resucitada de Cristo, y estando en Cristo, se

dice que el creyente ya ha sido resucitado (Ro. 6:4; Col. 2:12, 13; 3:1-4). Sin

embargo, en cuanto al cuerpo, el creyente aún está por recibir un cuerpo

glorioso como el cuerpo resucitado de Cristo (Fil. 3:20-21). Confirmando esto,

también leemos que cuando Cristo apareció en los cielos inmediatamente

después de su resurrección, él era como las’ primicias, implicando que toda la

compañía de los que le sigan será semejante a El (1 Jn. 3:2), aun en lo que se

refiere a sus cuerpos glorificados.

La nueva creación, que comenzó con la resurrección de Cristo y consiste de

una compañía de naciones de nuevo, celestiales que están en Cristo, se

presenta en todas partes de la Palabra de Dios en contraste con la antigua

creación, y se dice que de esa antigua y arruinada creación fue salvado y

libertado el creyente.

En cuanto al sábado, o día del reposo, fue instituido para celebrar la antigua

creación (Ex. 20:10-11; 31:12-17; He. 4:4), así que el día del Señor conmemora

la nueva ‘creación. Del mismo modo, en su aplicación el reposo estaba limitado

a Israel, el pueblo terrenal de Dios; así, el día del Señor está limitado en su

aplicación a la iglesia como pueblo celestial de Dios.

 

9.    LAS DISPENSACIONES

A. LA Dispensación DE LA LEY

La dispensación de la ley comienza en.

Éxodo 19:3 Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo:

Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel.

Y se extiende a través de todo el periodo hasta el día de Pentecostés en

Hechos 2, aunque la ley finalizó en un sentido en la cruz. Ciertas porciones

como el evangelio de Juan y algunos pasajes selectos en los otros evangelios

anticiparon sin embargo, la era presente de la gracia.

La ley mosaica fue dirigida solamente a Israel, y los gentiles no eran juzgados

por sus normas. La ley contenía un detallado sistema de obras, incluidas tres

principales divisiones: los mandamientos (la voluntad expresada de Dios.

Éxodo 20:1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: 2 Yo soy Jehová tu

Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 3 No tendrás

dioses ajenos delante de mí. 4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo

que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la

tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios,

fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera

y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago misericordia a millares,

a los que me aman y guardan mis mandamientos. 7 No tomarás el nombre de

Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su

nombre en vano. 8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo. 9 Seis días

trabajarás, y harás toda tu obra; 10 mas el séptimo día es reposo para Jehová

tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu

criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque

en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en

ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo

y lo santificó.12 Honra a tu padre y a tu madre,  para que tus días se alarguen

en la tierra que Jehová tu Dios te da. 13 No matarás. 14 No cometerás

adulterio. 15 No hurtarás. 16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.17

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su

siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

18 Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la

bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron

de lejos. 19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero

no hable Dios con nosotros, para que no muramos.20 Y Moisés respondió al

pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté

delante de vosotros, para que no pequéis. 21 Entonces el pueblo estuvo a lo

lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios. 22 Y Jehová

dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he

hablado desde el cielo con vosotros. 23 No hagáis conmigo dioses de plata, ni

dioses de oro os haréis. 24 Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él

tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar

donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.

25 Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares

herramienta sobre él, lo profanarás. 26 No subirás por gradas a mi altar, para

que tu desnudez no se descubra junto a él.

Los juicios (la vida social y civil de Israel, Éxodo. 21:1 Estas son las leyes que

les propondrás. Ex 24:11 Más no extendió su mano sobre los príncipes de los

hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron.  y las ordenanzas (la vida

religiosa de Israel, Ex. 24: 12 Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al

monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que

he escrito para enseñarles.  Ex 31: 18 Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar

con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas

con el dedo de Dios. El sistema de sacrificios y del sacerdocio que fue incluido

era tanto legal como de gracia. El gobierno en esta dispensación era una

teocracia, un gobierno por medio de Dios a través de sus profetas y sacerdotes.

El pacto mosaico fue también de carácter temporal, en vigencia sólo hasta que

Cristo viniese Gl. 3: 23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo

la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24 De manera que la

ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos

justificados por la fe. 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues

todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27 porque todos los que

habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

La naturaleza de la dispensación era condicional, esto es, la bendición estaba

condicionada a la obediencia.

Por primera vez en la historia la Escritura reveló un completo y detallado

sistema religioso bajo la ley, proveyó el terreno para la limpieza y el perdón, la

adoración, y oración, y ofreció una esperanza futura. Bajo la Ley hubo

constante fracaso. Esto es evidente especialmente en el periodo de los jueces

pero siguió hasta después de la muerte de Salomón y la división del reino de

Israel en dos reinos. Hubo períodos cuando la ley fue completamente olvidada e

ignorada y la idolatría reinaba en forma suprema. El Nuevo Testamento

continúa el registro de fracasos, que culmina en el rechazo y crucifixión de

Cristo, quien en su vida guardó la ley en forma perfecta.

Fueron infringidos muchos Juicios durante la dispensación de la ley como se

describe en Deuteronomio 28:  1 Acontecerá que si oyeres atentamente la voz

de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que

yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las

naciones de la tierra. 30: 20 amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y

siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de

que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y

Jacob, que les había de dar los mayores juicios fueron el cautiverio bajo Asiría y

Babilonia, de los cuales retornaron en el tiempo debido. Los juicios de Israel

también vinieron después del término de la dispensación e incluyeron la

destrucción de Jerusalén en el ano 70 d.C. y la dispersión mundial de Israel. La

gran tribulación, otro tiempo de angustia para Jacob, está todavía por delante.

 Jeremías. 30: 1 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Así habló

Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te

he hablado. 3 Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver

a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la

tierra que di a sus padres, y la disfrutarán. 4 Estas, pues, son las palabras que

habló Jehová acerca de Israel y de Judá. 5 Porque así ha dicho Jehová: Hemos

oído voz de temblor; de espanto, y no de paz. 6 Inquirid ahora, y mirad si el

varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus

lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros.

7 !!Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo

de angustia para Jacob; pero de ella será librado. 8 En aquel día, dice Jehová

de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y

extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, 9 sino que servirán a

Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré. 10 Tú, pues, siervo

mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que

yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad;

y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante. 11

Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las

naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te

castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.

El tiempo del fin

Daniel 12: 1 En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de

parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde

que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo,

todos los que se hallen escritos en el libro.

Mt. 24: 22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por

causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

Bajo la ley, sin embargo, también era administrada la gracia divina en aquel

sistema de sacrificios que fue provisto como una vía de restauración para el

pecaminoso Israel, y el Dios paciente se manifiesta en la provisión de profetas,

jueces y reyes y en la preservación de la nación. En repetidas ocasiones el

arrepentimiento de Israel fue aceptado por Dios, y a través de este período fue

escrito el Antiguo Testamento. La bendición coronadora fue la venida de Cristo

como el Mesías de Israel, a quien la nación entera rechazó.

En un sentido la dispensación de la ley terminó en la cruz Ro. 10: 4 porque el fin

de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. 2 Co. 3:11 Porque si lo

que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. 12 Así que,

teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; 13 y no como Moisés,

que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista

en el fin de aquello que había de ser abolido. 14 Pero el entendimiento de ellos

se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda

el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado.

Pero en otro sentido no concluyo hasta el día de Pentecostés, cuando comenzó

la dispensación de la gracia. Aunque la ley finalizó como una regla especifica de

vida, continúa siendo una revelación de la justicia de Dios y puede ser

estudiada con provecho por los cristianos para determinar el carácter santo de

Dios. Los principios morales que resaltan la ley continúan, puesto que Dios no

cambia; pero los creyentes hoy día no están obligados a guardar los detalles de

la ley, dado que la dispensación ha cambiado y la regla de vida dada a Israel no

es la regla de vida para la iglesia. A pesar de ello, pueden hacerse varias

aplicaciones de la ley, aunque una interpretación estricta sólo relaciona a la ley

mosaica con Israel.

El propósito de la ley era proveer una regla justa de vida y traer el pecado a

condenación. La experiencia de Israel bajo la ley demostró que la ley moral,

cívica y religiosa no puede salvar o santificar. La ley nunca fue propuesta para

proveer la salvación para el hombre, ya sea mientras estaba en vigencia o

después, Y por medio de su naturaleza era débil, por cuanto no podía justificar

Romanos 3: 20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será

justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del

pecado.

 No podía santificar o perfeccionar Hebreos 7:18 Queda, pues, abrogado el

mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia 19 (pues nada

perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos

acercamos a Dios.

Estaba limitada en su vigencia y duración (Ge. 3:19 Con el sudor de tu rostro

comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues

polvo eres, y al polvo volverás.  

No podía regenerar, y sólo podía hacer manifiesto el pecado (Ro. 7: 5 Porque

mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley

obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. 6 Pero ahora

estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos

sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el

régimen viejo de la letra. 7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En

ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco

conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. 8 Mas el pecado, tomando

ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el

pecado está muerto. 9 Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el

mandamiento, el pecado revivió y yo morí.

Romanos 8: 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por

la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa

del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se

cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al

Espíritu.

1 Co. 15: 56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado,

la ley. La ley hizo posible que Dios demostrara que todos eran culpables y que

toda boca calló (Ro. 3:19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los

que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo

el juicio de Dios; 20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será

justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del

pecado. e hizo evidente la necesidad de Cristo (Ro. 7: 7 ¿Qué diremos, pues?

¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por

la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.8

Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda

codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 9 Y yo sin la ley vivía en un

tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. 10 Y hallé que

el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; 11

porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él

me mató. 12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento

santo, justo y bueno. 13 ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí?

En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí

la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el

pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. 14 Porque sabemos que la ley

es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15 Porque lo que hago, no

lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.  16 Y

si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.  17 De manera que

ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé

que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está

en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que

no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el

pecado que mora en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley:

que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley

de Dios;  23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de

mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

24 !!Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias

doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo

a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Gá. 3: 21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna

manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente

por la ley. 22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa

que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. 23 Pero antes que

viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que

iba a ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos

a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.  25 Pero venida la fe, ya

no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;

27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis

revestidos.

B. DISPENSACION DE LA GRACIA

La dispensación de la gracia comienza justamente en Hechos 2 y continúa a

través del Nuevo Testamento, culminando con el arrebatamiento de la iglesia.

Algunas enseñanzas concernientes a la dispensación de la gracia fueron

introducidas antes, como en Juan 13-17. Las Escrituras que se relacionan con

esta dispensación ce extienden desde Hechos 1 hasta Apocalipsis 3.

La dispensación de la gracia fue dirigida solamente a la iglesia, puesto que el

mundo como un todo continúa bajo la conciencia y el gobierno humanos. En

ella, la salvación se revela que es por la fe únicamente, lo cual fue siempre

verdad, pero ahora se hace más evidente (Ro. 1:16: 3:22-28:4:16; 5:15-19). Las

altas normas de gracia elevan a esta dispensación por sobre todas las reglas de

vida previas (Jn. 13:34-35; Ro. 12:1-2; Fil. 2:5; Col. 1:10-14; 3:1: 1 Ts. 5:23).

Sin embargo, bajo la gracia el fracaso fue también evidente, puesto que la

gracia no produjo ni la aceptación universal de Cristo ni una iglesia triunfante.

De hecho, la Escritura predijo que habría apostasía dentro de la iglesia

profesante (1 Ti. 4:1-3; 2 Ti. 3:1-13; 2 P. 2-3; Jud.). Aunque Dios esta

cumpliendo sus propósitos en llamar a gentes para su nombre de entre los

judíos y gentiles, la porción profesante pero no salva de la iglesia dejada atrás

en el arrebatamiento será juzgada en el período entre el arrebatamiento y la

venida de Cristo para establecer su reino (Mt. 24:1-26; Ap. 6-19). La iglesia

verdadera será juzgada en el cielo en el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10-11). En

esta edad presente la gracia divina es especialmente evidente en la venida de

Cristo (Jn. 1:17), en la salvación del creyente y en nuestra posición ante Dios

(Ro. 3:24; 5:1-2. 15-21;  Gl. 1:1-2:21; Ef. 2:410), y en la naturaleza de la gracia

como una regla de vida (Gl. 3:1-5:26).

La dispensación de la gracia termina con el arrebatamiento de la iglesia, el cual

será seguido por el juicio de la iglesia profesante (Ap. 17:16). La era de la

gracia es una dispensación diferente en lo que concierne a abarcar a creyentes

judíos y gentiles. Por contraste, la ley de Israel era solamente para Israel, el

gobierno humano era para el mundo entero, y la conciencia se extiende a toda

la gente.

En la presente dispensación la ley mosaica está completamente cancelada en

cuanto a su aplicación inmediata, pero continúa para testificar de la santidad de

Dios y provee muchas lecciones espirituales para ser aplicadas. Aunque todas

las dispensaciones contienen un elemento de gracia, la dispensación de la

gracia es la suprema manifestación de ambas cosas, la totalidad de la salvación

recibida y en cuanto a una regla de vida.

 

 

C. DISPENSACION DEL REINO

La dispensación del reino comienza con la segunda venida de Cristo (Mt. 24;

Ap. 19) y es precedida por un periodo de tiempo en el cual se incluye la

tribulación, el cual hasta cierto grado es un periodo transitorio. Las Escrituras

que se aplican a ello son todos los pasajes del reino futuro, ya sea en el Antiguo

o Nuevo Testamento (siendo las principales Sal. 72; Is. 2:1-5; 9:6-7, 11; Jer.

33:14-17; Dn. 2:44-45; 7:9-14, 18, 27; Os. 3:4-5~ Zac. 14:9; Lc. 1:31-33; Ap. 19-

20). En el reino, la responsabilidad humana será obedecer al rey, quien regirá

con vara de hierro (ls. 11:3-5; Ap. 19:15). El reino será teocrático, esto es, una

reglamentación de parte de Dios, y habrá un sistema renovado de sacrificios y

sacerdocio (Is. 66:21-23; Ez. 40-48).

Un rasgo excepcional de este periodo es que Satanás será atado y los

demonios permanecerán inactivos (Ap. 20:1-3, 7). El reino, sin embargo,

también será un periodo de fracaso (Is. 65:20; Zac. 14:16-19), y habrá rebelión

al final del mismo (Ap. 20:7-9). El juicio divino que sigue incluye la destrucción

de los rebeldes por medio del fuego (Ap. 20:9) y la destrucción de la antigua

tierra y cielo por fuego (2 P. 3:7, 10-12). En el reino milenial la gracia di’dna

también se revela en el cumplimiento del nuevo pacto (Jer. 31:31-34), en cuanto

a salvación (Is. 12), en prosperidad física y temporal (Is. 35), en abundancia de

revelación (Ser. 31:33-34), en perdón de pecado (Jer. 31:34) y en la recolección

de Israel (Is. 11:11-12; Jer. 30:1-11; Ez 39:25-29). El reino milenial termina con

Ja destrucción de la tierra y cielo por fuego y es seguida por el estado eterno

(Ap. 21-.22).

La dispensación del reino difiere de todas las dispensaciones anteriores en que

es la forma final de la prueba moral. Las ventajas de la dispensación incluyen

un gobierno perfecto, la presencia inmediata y gloriosa de Cristo, el cono-

cimiento universal de Dios y el término de los tiempos de salvación, y Satanás

que permanece inactivo. En muchos puntos la dispensación del reino es

suprema y trae a su consumación los tratos de Dios con el hombre. En las

dispensaciones Dios ha demostrado cada significado posible de los tratos con

el hombre. En cada dispensación el hombre fracasa y la gracia de Dios es

suficiente.

En las dispensaciones se cumple el propósito de Dios de manifestar su gloria,

en el mundo natural y en la historia humana. A través de la eternidad nadie

podrá levantar la pregunta de si Dios podría haber dado al hombre otra opor-

tunidad para alcanzar la salvación o la santidad por medio de su propia

habilidad. Un conocimiento de las dispensaciones es, de acuerdo a ello, la clave

para el entendimiento del propósito de Dios en la historia y el despliegue de la

Escritura, la cual registra los tratos de Dios con el hombre y su revelación divina

concerniente a si mismos.

 

10. JUDAISMO

[Israel],’ Iapw•XLttjç ¡israelitaj, Iou&áo~ [judío!,

~lou6aLa Lludeah Iou&~K6ç [judío], iouB~km [vivir como judío], Lou&L46ç

[judaísmo 1~ E~p~io~ Ihebreoh E~p&LK6ç [hebreo], E~p~tç [(idioma) hebreo],

Ej3pcác-t[ [en hebreo]

A. Israel, Judá y los hebreos en el AT.

1. Israel y Judá.  Israel es el nombre de la liga tribal sagrada de Josué 24.

Denota la totalidad de los elegidos de Dios y abarca sus creencias centrales.

Con la monarquía sigue cubriendo a la entidad entera bajo Saúl, pero bajo

David llega a denotar a las tribus del norte por contraposición a Judá. David y

Salomón mantienen unida la liga a pesar de las tensiones, pero con Roboam

Israel se aparta, y quedan los dos reinos de Israel y Judá. Judá es simplemente

un nombre político para la tribu y luego para el reino del sur, y no tiene ninguna

significación religiosa.

Con el colapso del reino del norte, Israel llega a ser nuevamente el nombre para

el pueblo entero en sentido espiritual (como lo había sido para los profetas; Cf.

Ls. 8:14>, y este llega a ser el uso normativo. Desde luego, en la práctica Judá

es ahora Israel, pero el concepto de un Israel más grande que abarque todas

las tribus no se pierde jamás. Josías intenta una verdadera restauración del

reino davídico completo, y la reconstitución de las doce tribus llega a ser una

forma de expectativa escatológica.

2. Los hebreos. El nombre «hebreos» parece ser al principio un término legal

más que étnico <conectado tal vez con Habiru) (Cf. Ex. 21:2ss; Jer. 34:8ss; 1 S.

14:21). Pero el término se convierte luego en uno más general, que es asado

por los extranjeros pata denotar a Israel (a menudo de manera crítica; cf. Go.

39:14, etc.), o por los israelitas para distinguirse así mismos de los extranjeros

(Un. 40:15; Ex. 1:19, etc.). Tiene entonces un sentido casi nacional en, p. Ej.,

Génesis 14:13 y Jonás 1:9.

ÍG. von Rad, III, 356-359j

B. 1opwt~X, ‘Iou~&toc, ‘E~paioç en la literatura judía después del AT.

1. Iop~i5X/Iou6aioç.

a. La base. En los tiempos postexílicos se ponen en uso dos términos para

referirse al pueblo: el término religioso «Israel/ israelita» y el término político

«judío». Ambos denotan al pueblo en términos de su confesión religiosa así

como de su unidad nacional, Israel es la comunidad de aquellos que adoran al

verdadero Dios y que han sido elegidos por él para ese propósito.

Todo judío se halla en relación con Dios, y los de fuera pueden ingresar en esta

relación sólo si se hacen miembros de este pueblo. De las dos designaciones,

«Israel» es preferida por el pueblo y enfatiza el aspecto religioso, mientras que

«judío» es el uso no israelita (adoptado libremente por los judíos de la

dispersión) y comporta a veces (aunque no frecuentemente) un matiz

despectivo.

b. El uso del judaísmo palestinense. (i) En 1 Macabeos, «Israel» es el término

propio del autor; pero se usa ‘Iou&áot (a) cuando los que hablan no son judíos;

(b) en las cartas diplomáticas, tratados, etc.; (c) por los judíos mismos en las

comunicaciones diplomáticas;> (d) también por los judíos en comunicaciones

internas oficiales (cf 1 Mac. 13:42; tb. las monedas asmoneas). (ii) Obras

religiosas como el Sirácida o Judit usan naturalmente «Israel» con su

orientación religiosa. Lo mismo se aplica a las obras rabínicas. (iii) Cuando los

rabinos usan ‘Iou~&ioç, es principalmente en labios de no judíos, o adoptando

el uso de los no judíos o de los judíos de la dispersión. Lo  inusual del término

se puede ver en el intento de hacer un juego con la palabra «monoteísta» al

describir a Mardoqueo como judío

en Ester 2:5.

c. El uso del judaísmo helenístico. (i) En 2 Macabeos, «Israel» figura sólo cinco

veces y siempre en con-textos fuertemente religiosos, p. Ej. 1:25-26. ¡ ‘Iou~aioç

se usa libremente, inclusive en la autodesignación. También encontramos

‘Iou5üíq~& para designar la religión judía (cf 8:1). 3 Macabeos sigue un patrón

parecido (cf «Israel» en 2:6, etc.; Iouóaioç en otros lugares). (ii) El testimonio de

las inscripciones apunta a lo mismo. Incluso los judíos se llaman así mismos

Iou6aiot. Cf también los documentos arameos de los colonos de la Elefantina.

(iii) En este contexto también se puede citar

4 Macabeos, aunque aquí los contenidos religiosos dan mayor cabida para

“Israel”.

2. Eppóioç.

a. Como término para el idioma y la escritura. (i) E~paioç es menos común que

Iopwjk y que ‘Iouéaioc, y en los rabinos denota el idioma (en tanto diferente del

arameo o del griego) y la escritura (en tanto diferente de la escritura asiria o de

la griega). Sólo rara vez se ponen el hebreo y el arameo en una misma

categoría. (ii) los Deuterocanónicos y los pseudoepigrafos también usan el

término para el hebreo; pero ocasionalmente, y más comúnmente en Josefo y el

NT, va incluido el arameo. Josefo extiende también el término para abarcar

monedas, medidas, los nombres de los meses y diversas características

nacionales,

b. Como nombre arcaico y expresión elevada para. el pueblo de Israel. (i) El AT

usa esta palabra para el período más antiguo, y esto conduce a que se use en

referencias al pasado más remoto o en obras que cultivan un estilo arcaico. (ii)

Como término arcaico, E~paioç adquiere dignidad y llega a usarse  así como

término elevado o elegante que evitará los matices negativos de louñaloç, p. ej.

En los relatos de martirios en 4 Macabeos (5:2,4 etc.) o en Judit. (iii)

Posiblemente este sea el punto en algunas inscripciones, aunque, en vista del

uso aceptado de ‘Iou~aioc, aquí la referencia bien podría ser a características

nacionales, principalmente al aferrarse al uso del arameo.

C. ouMioç, ‘Iop~úX y EPp&ioc en la literatura griega helenística.

1. ouMioç, ‘Iop~úX

a. En los escritores paganos. (i) Los escritos griegos postclásicos contienen

muchas referencias, y en su mayor parte tienen ‘IouMioç para referirse al

pueblo (menos comúnmente E~pdtot). Los historiadores toman nota del pueblo

y muestran interés por su historia y su política (p. ej. Hecateo de Abdera, o

Agatárquides). (ii) El término ‘lou&ttoc tiene también una connotación religiosa

decisiva, p. ej. en Megástenes, Plutarco, etc. Plutarco describe los ritos y

festividades de los judíos. (iii) Un punto significativo es que Iouáaioç puede

denotar la adhesión religiosa sin que importe la nacionalidad (cf Plutarco).

b. Entre los judíos y escritores judíos. (i) Los judíos de la dispersión adoptan la

costumbre gentil y pronto llegan a llamarse así mismos Iou6diot. (u) Filón sigue

este uso, con énfasis en la unidad religiosa así como en la nacional (aunque no

llega tan lejos como para hablar de judíos que no pertenecen a la nación>. (iii)

Josefo rara vez usa ‘Iouóaiot para el Israel antiguo, pero en cambio usa

solamente esa palabra cuando llega al periodo postexílico y contemporáneo.

Entreteje los aspectos nacional y religioso y a veces puede llamar a los

prosélitos Iou6aiot.

2. Iopai5k.

a. En los escritores paganos. Puesto que «Israel» es un término

específicamente judío, no es de extrañar que los escritores paganos nunca lo

usen ni para el Israel antiguo ni para el presente. Figura en los papiros

solamente cuando hay una influencia judía o cristiana directa.

b. En Filón y Josefo. (i) Filón. Con referencia al período antiguo, Filón sigue al

AT al usar «Israel>’, frecuentemente en citas. (ii) Josefo. También Josefo usa

«Israel» solamente con referencia al pasado. A diferencia de Filón, quien le da

al término una significación figurativa, Josefo parece no adjuntar a él ningún

significado religioso particular. Prefiere ‘Iaptúlirat para el pueblo entero, y

muestra familiaridad con el uso palestinense de este término para referirse a la

gente corriente a diferencia de los sacerdotes y levitas.

3. E~paioç.

a. En los escritores paganos. (i) Rara en la literatura griega, esta palabra tiene

habitualmente un sentido nacional, geográfico o lingüístico. (u) A veces sela

selecciona como un término mas antiguo. (iii) En un caso es bien claro que

denota el idioma. (iv) Para Pausanias, el término significa «habitante de

Palestina».

b. Entre los judíos: Filón y Josefo. (i) Filón. Filón usa la palabra para designar a

los judíos de tiempos antiguos, y también para aquello que, aunque judío, no es

común a todos los judíos, p. ej. el idioma. (ii)Josefo. Tenemos aquí un uso

similar para el antiguo Israel y para cosas tales corno e1 idioma, la. escritura, las

monedas, etc., que son peculiares de los judíos como nación. (iii) En

inscripciones, el término designa a los judíos palestinenses de habla aramea.

D. Iou6aioç, Iopa,5X y E~paiioç en el NT

1. Iou6aioç, IouéaLa, Iou~aLKoc, loo tQ.o, Iou~aLa[toç.

a. ‘Iouédioç en los autores de los Sinópticos IouMioç es poco común en estos

autores. Figura para designar al pueblo sólo en plural, y sólo en labios de

extranjeros (cf Mt. 2:2). Tiene un sentido nacional y geográfico, pero

especialmente religioso. En el relato de la pasión, como en e1 de los Magos, a

Jesús se lo llama «rey de los judíos», pero es obvio que Pilato no toma en serio

el lado religioso, y la crucifixión es un claro golpe contra toda pretensión política

(cf Mt. 27:11, 29, 37). Encontraste, los jefes del pueblo se burlan de Jesús como

el «rey de Israel» (Mt. 27:42). En Mateo 28:15 no hay artículo, y la referencia es

a los judíos que rehúsan confiar en Jesús. En Marcos 7:3 la nota explicativa es

para los no judíos, y la palabra tiene connotación religiosa. En Lucas 7:3 y

23:51 el autor bien puede estar adoptando su propio uso. El uso sinóptico

corresponde al de 1 Macabeos: ‘Iüti~w.ot Se usa para el pueblo, ya sea por

parte de no judíos, o por judíos en su trato con ellos, mientras que ‘Lopai5k es

el término judío propio.

b. Juan. (i) Entre los muchos osos en Juan, observamos primero una

semejanza con el de los Sinópticos en el relato de la pasión (18:33, 39; 19:3),

donde «rey de los judíos» figura en labios no judíos (cf tb. 18:35). También es

una mujer samaritana la que habla en 4:5, y en 4:22 se hace distinción respecto

a los samaritanos. (íi)Joan usa también ‘Iou&aioc para los habitantes de

Palestina, especialmente en explicaciones de las costumbres o circunstancias

judías. El propósito es, obviamente, aclararles las cosas a los extranjeros (cf.

2:6, 13; 5:1; 7:2). En esos contextos el uso es objetivo y no enfático. Lo mismo

se aplica a 1:19; 3:1, etc. Algunos de estos judíos bien pueden ser creyentes en

Jesús (8:31; 11:45; 12:11). Este uso corresponde al de Josefo, y no tiene

porqué implicar una distancia del autor en cuanto a tiempo o nacionalidad. (iii)

En algunos pasajes, los judíos en Juan son los opositores de Jesús, aunque la

oposición brota del contexto y no está implícita en el término. Así, ciertos judíos

critican a Jesús como tal porque él parece rechazar el templo en 2: l8ss, ose

llama a si mismo el pan de vida en 6:4lss, o reclama la unidad con el Padre en

10:31 (cf tb. 5: l6ss; 8:48; 13:33). Algunos «judíos» asumen una actitud

ambigua por temor a los «judíos» (7:13; 9:22). El punto en todo esto no es que

los judíos en su totalidad rechacen a Jesús, ni que un grupo específico de

zelotes lo haga así, sino que la oposición surge por razones de la religión judía

(cf. 9:29). Se insinúa entonces un abismo entre la comprensión cristiana del AT

y la comprensión judía que se le opone. Para Juan los judíos con frecuencia

son aquellos que adoptan esa comprensión judía en rechazo de Jesús. Al

mismo tiempo, la base nacional se mantiene. No todos los judíos rechazan a

Jesús, y los que lo hacen son primeramente judíos por nacionalidad, y sólo

entonces son judíos en oposición a Jesús.

c. Hechos. El oso en los Hechos es parecido al de Juan. Difiere, sin embargo,

por cuanto ahora se incluyen los judíos de la dispersión (pero no los prosélitos,

excepto tal vez en 2:5). ‘Iouódtoc es el término normal en boca de no judíos

(18:14; 22:30) o de judíos en su trato con ellos (21:39; 23:20; 24:5). A veces hay

una connotación religiosa (cf 10:22 y tal vez 16:20). No hay ninguna insinuación

desfavorable en pasajes como 13:6; 18:4; 19:10,17 En 10:28, el compromiso

con la ley caracteriza a los judíos. Esto puede generar un uso (como en Juan)

para designar a los que se oponen a Cristo y a su comunidad (cf 16:3; 9:23;

12:11; 13:50; 17:5, 13). Sin embargo, este aspecto no va indisolublemente

ligado al término, ya que hay judíos que si creen (14:2) y estos judíos están en

malos términos con los Iou&tiot que son opositores.

d. Pablo. Pablo usa más comúnmente ‘Iou&aioç, en singular, y con frecuencia

sin articulo. Esto sugiere que tiene en mente el tipo religioso. Incluso en 1

Tesalonicenses 2:14, que se refiere a los judíos palestinenses, los que están en

la mira son aquellos que rechazan tanto a Cristo como a los profetas. Pero el

tipo incluye al verdadero judío, que guarda la ley, a diferencia del judío

meramente exterior (cf. Ro. 2:l7ss). La devoción a la ley es lo que caracteriza al

judío (cf 1 Co. 9:20). Así, el judío de Gálatas 2:13 es el adherente de la ley. Esto

contrasta con el  «judío de nacimiento» del v. 15. El judío tiene la ley, y eso es lo

que lo diferencia de los helenos y los gentiles (Ro. 3:1-2; 9:4-5). Por la voluntad

de Dios el judío tiene una ventaja inherente, y el evangelio se le predica primero

al judío. Pero puesto que el  judío no guarda la ley (Ro. 2:l7ss), y Dios es

también el Dios de los gentiles y bendecirá a todos los pueblos en Abraham

(Gá. 3:8), la distinción radical de judío y heleno no se aplica ya a los que son

justificados por la fe en Cristo (Gá. 3:28; Col. 3:11; Ro. 9:24), si bien se

mantienen las distinciones históricas (1 Co. 7:l7ss).

e. El Apocalipsis. En los dos casos en Apocalipsis (2:9; 3:9), de los que son

judíos sólo por pretensión y por nombre se dice que son la sinagoga de

Satanás. Están en contraste implícito con los judíos verdaderos que están

comprometidos con Dios y con su voluntad (cf Ro. 2: l8ss). Sin embargo, de ahí

no se desprende necesariamente que estos últimos sean cristianos.

f. 1ou~[~, ‘louó&LKÓç. ‘Iou6aLa es el nombre del país y es principalmente

adjetivo (Mr. 1:5>. Mas estrechamente denota a Judea (cf. Mt. 3:5; 19:1>, pero

también se puede usar para Palestina entera (cf. Ro. 15:31; 2 C0. 1:16). Es un

término geográfico y no tiene significación teológica. ‘Iou&iLKóç, que figura

solamente en Tito 1:14, tiene el sentido de «relacionado con», pero el punto no

es que los 1JXIOOL sean judíos por naturaleza, sino que circulan entre los

judíos.

g. Lou~aLQLV, ‘louó&Éo[tóç. Fuera del NT tou~aWttv significa ya sea la

conversión al judaísmo ola adopción parcial de las costumbres judías. En el

único pasaje del NT en Gálatas 2:14, la palabra tiene ese segundo sentido.

‘lou6dioítóc figura sólo en Gálatas 1:14. En 2 Macabeos