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57 INTRODUCCION S omos ingentes entusiastas y defensores de la tierra y aledaños geográficos que se riegan por el Río Segura –territorio ínti- mamente ligado a la Vega de Murcia–, pro- ducto del sentimiento inspirado por el cari- ño y ternura que nos ofrece el sufrimiento padecido por nuestros antecesores, hom- bres y mujeres sacrificados que han dedi- cado su vida a la huerta; personajes respe- tados y queridos de la más pura estirpe trabajadora, representando por herencia generacional la evolución y progreso del mayor orgullo que hoy disfrutamos, dignos custodios de nuestras tradiciones, costum- bres y artes populares, desde aquél primer momento del asentamiento de sus prime- ros pobladores, significativa simbología de las culturas mediterráneas que nos han impregnado de una inmensa sabiduría y ciencia para vencer riadas destructivas y trágicas sequías en la influencia de esta cuenca hidrográfica de un caudal imprede- cible, solamente domesticado, en los últi- mos años, tras el programa de obras hidráulicas ejecutadas por la Confedera- ción Hidrográfica del Segura, con el inge- nio y capacidad del hombre moderno. Pero, territorio que, también ha sido hogar y morada de sus sucesivos ocupantes, lecho de felices aposentos llenos de intensa vida, alegría y felicidad, ofrecida por esta cualidad y calidad inmejorable de sus inna- tas condiciones de Edén ibérico, donde desde la antigüedad más remota, se viene cosechando una insuperable producción de materia prima vegetal bajo este marco incomparable de envidiables jardines babi- lónicos, regados por su agua ribereña que fecunda la fértil tierra al amparo de una cli- matología excepcional. Geografía natural, la Huerta, que, enca- jona a la corriente fluvial, vena principal que alimenta las arterias que nutre con sus células, a la tierra que produjo el producto posibilitando el desarrollo de los pueblos asentados en sus márgenes, río arriba, río abajo, y, que a lo largo de los siglos, desde la lejana antigüedad, ha concebido un fuer- te estrechamiento de lazos y vínculos en el acercamiento y contacto físico de sus gen- tes, gracias a su hilo conductor el río nave- gable entre su desembocadura de Guarda- mar y Murcia, y, de apoyo introductor para el caminante, fenicio, griego o romano, con destino al interior que, se aleja del mar para dirigirse al descubrimiento y conoci- miento de la Sierra de su nacimiento en su respectivo y constante trasiego comercial, fundacional o imperialista. Como ya se estableció en las Jornadas de Arqueología sobre Alcantarilla, en Mayo de 1992, La Huerta de Murcia, es extensión de un espacio húmedo y virgen utilizado en su primer asentamiento por el pueblo ibéri- co, de una sola propiedad, sin límites, sin términos, sin barreras, asunto a una sola empresa, una sola raza, una sola civiliza- ción, en cada periodo ocupacional. Trayec- toria imborrable en la memoria del histo- riador, del estudioso e investigador, que nos proporciona los datos precisos sobre la forma de vida a lo largo de siglos que atien- den a la probable hipótesis de su desarrollo y evolución, demostrando la lucidez e inteli- gencia de unos hombres y mujeres que vie- ron en este lugar la tierra prometida. Del capítulo comprendido a la ocupación de este territorio en época romana, queda esta- EL MEDIO Y LA ALQUIBLA DE LA HUERTA DE MURCIA Ángel Luis Riquelme Manzanera Jornadas de arqueología.

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INTRODUCCION

Somos ingentes entusiastas y defensoresde la tierra y aledaños geográficos que

se riegan por el Río Segura –territorio ínti-mamente ligado a la Vega de Murcia–, pro-ducto del sentimiento inspirado por el cari-ño y ternura que nos ofrece el sufrimientopadecido por nuestros antecesores, hom-bres y mujeres sacrificados que han dedi-cado su vida a la huerta; personajes respe-tados y queridos de la más pura estirpetrabajadora, representando por herenciageneracional la evolución y progreso delmayor orgullo que hoy disfrutamos, dignoscustodios de nuestras tradiciones, costum-bres y artes populares, desde aquél primermomento del asentamiento de sus prime-ros pobladores, significativa simbología delas culturas mediterráneas que nos hanimpregnado de una inmensa sabiduría yciencia para vencer riadas destructivas ytrágicas sequías en la influencia de estacuenca hidrográfica de un caudal imprede-cible, solamente domesticado, en los últi-mos años, tras el programa de obrashidráulicas ejecutadas por la Confedera-ción Hidrográfica del Segura, con el inge-nio y capacidad del hombre moderno.Pero, territorio que, también ha sido hogary morada de sus sucesivos ocupantes,lecho de felices aposentos llenos de intensavida, alegría y felicidad, ofrecida por estacualidad y calidad inmejorable de sus inna-tas condiciones de Edén ibérico, dondedesde la antigüedad más remota, se vienecosechando una insuperable producción demateria prima vegetal bajo este marcoincomparable de envidiables jardines babi-lónicos, regados por su agua ribereña quefecunda la fértil tierra al amparo de una cli-matología excepcional.

Geografía natural, la Huerta, que, enca-jona a la corriente fluvial, vena principalque alimenta las arterias que nutre con suscélulas, a la tierra que produjo el productoposibilitando el desarrollo de los pueblosasentados en sus márgenes, río arriba, río

abajo, y, que a lo largo de los siglos, desdela lejana antigüedad, ha concebido un fuer-te estrechamiento de lazos y vínculos en elacercamiento y contacto físico de sus gen-tes, gracias a su hilo conductor el río nave-gable entre su desembocadura de Guarda-mar y Murcia, y, de apoyo introductor parael caminante, fenicio, griego o romano, condestino al interior que, se aleja del marpara dirigirse al descubrimiento y conoci-miento de la Sierra de su nacimiento en surespectivo y constante trasiego comercial,fundacional o imperialista.

Como ya se estableció en las Jornadasde Arqueología sobre Alcantarilla, en Mayode 1992, La Huerta de Murcia, es extensiónde un espacio húmedo y virgen utilizado ensu primer asentamiento por el pueblo ibéri-co, de una sola propiedad, sin límites, sintérminos, sin barreras, asunto a una solaempresa, una sola raza, una sola civiliza-ción, en cada periodo ocupacional. Trayec-toria imborrable en la memoria del histo-riador, del estudioso e investigador, que nosproporciona los datos precisos sobre laforma de vida a lo largo de siglos que atien-den a la probable hipótesis de su desarrolloy evolución, demostrando la lucidez e inteli-gencia de unos hombres y mujeres que vie-ron en este lugar la tierra prometida. Delcapítulo comprendido a la ocupación deeste territorio en época romana, queda esta-

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Ángel Luis Riquelme Manzanera

Jornadas de arqueología.

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blecido con cierta claridad en el libro: “Lahuerta antigua del Segura” (0). Espacio quedesde Lucentum y Carthagonova del MareNostrum, hasta los confines del Imperioromano en Contestania y Batestania, decidecon probada similitud hasta la fecha actual,exceptuando su navegabilidad, en su hidro-logía; pluviometría; agrobiodiversidad; agri-cultura y herencia de sus costumbres, tradi-ciones y artes populares. La aparición denuevos hallazgos arqueológicos duranteeste año del 2006, en la urbanización JovenFutura ubicada en las inmediaciones de laSenda de Granada (paralela a la acequia deChurra La Vieja), junto a la Pedanía deEspinardo, relacionados con regadíos anti-guos y villas romanas en la Senda de Gra-nada, junto a la Pedanía de Espinardo, res-tos vigilados, seguidos y reivindicados por eleminente profesor, Javier R. García delToro, vienen a confirmar la intensa activi-dad agrícola del mundo romano para abas-tecer a las citadas, dos viejas ciudades púni-cas de nuestra costa levantina.

Pero dándose el caso de haberse ofre-cido, para consulta de lo referido, la tesisde estudio sobre la ocupación romana dela huerta –sin necesidad de extenderseaquí en este sentido–, en el texto citado delpárrafo anterior, entraremos hacia elperiodo de mayor pujanza y extensión dela huerta de Todmir y Mursiya. El dato, deque en el pasado islámico, este territorioera un solo pueblo, lo demuestra el pasajede Nafh Al Tib de Al-Maqqarí: “Entre lasprovincias orientales del Andalus esta lade Tudmir, llamada Myrs por la muchasemejanza con aquella parte de Egipto,pues tiene una tierra por la que se desbor-da un río en una época determinada delaño (esta apreciación: “en una épocadeterminada del año”, asumida por geó-grafos de todas las épocas para nuestrorío, correspondía al Nilo en Egipto, nuncaal Segura, como después aclararemos); y,cuando las aguas se retiran, es sembradacomo se siembran los campos de Egipto.Después de Tudmir, la capital pasó a serMursiya, llamada Al Bustan, (que se tradu-ce como “La Huerta), por sus numerosos

huertos cercados. Tiene un río que fluyepor su parte meridional... (hace referenciaal Guadalentín)”.

Por ello, es indisoluble la semejanzagenética y química, de quienes habitandesde Murcia a Guardamar, territorio impo-sible de limitar por fronteras impuestas pornuestra reciente historia, cuyas líneas ima-ginarias marcadas con las señales de sushitas, separando los términos locales de lasentidades autonómicas que las sustentanhistóricamente, sólo son producto de unasnecesidades que políticamente fueron con-venientes, pero improcedentes, cuanto, sinembargo, menos sensibles, de una perspec-tiva humana, donde la comunicación fluvialdel río, como es el caso que nos ocupa, hasido el nexo de unión que desde la antigüe-dad de los tiempos, ha mantenido la rela-ción cultural, económica y social de susgentes. Las gentes, de las Vegas, de Murcia,y, la mal llamada Baja (por el simple des-censo del agua), que debería denominarsedel Este, son de ascendencia consanguínea,y, su sangre herencia de culturas que le die-ron este nombre en fenicio, griego y roma-no, a su paso por estos lares, indicando, a lavez, en sus rutas, la supuesta navegacióndel cauce, como curso consubstancial paraadentrarse, desde el mar de Guardamar, alas tierras del interior y viceversa, tal cualse refleja arqueológicamente a lo largo desu trayecto, donde se han descubiertoimportantes indicios de asentamientos, queson factibles de entender, ante el interésdespertado por sus investigadres, sobre unsuelo, que convenció por su cálida climato-logía y extraordinaria tierra para la agricul-tura, abundante y felizmente fertilizada conel agua de su Río.

La primera razón que me mueve a estetrabajo, es, sin duda, el aportar mi granode arena, mediante la recopilación históri-ca de datos sobre una acequia, la Alquibla,de riegos tradicionales de la Huerta deMurcia, pero a su vez, el hecho de la exis-tencia de aquella otra Alquibla del Reinode Todmir (Orihuela), y, otras tantas ace-quias denominadas “alquibla” (al sur), a lolargo y ancho de los territorios ocupados

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con regadíos antiguos por nuestro antepa-sado el árabe.

EL RÍO SEGURAHablar de la Alquibla de Murcia, sin

citar al Río que la abastece, seria una mar-ginalidad que no le corresponde. Ademásde asignarle y atribuirle otras denomina-ciones a lo largo de la historia, los griegosle llamaron Staber; Alebo los cartagineses;Thader los romanos, los sirios le bautiza-ron Wad-al-abyad o Río Blanco, por elcolor de las aguas de sus avenidas (consuspensiones de limos y marga -blancogrisáceos-, que son magníficos abonos dearcilla y carbonatos de cal para las tierrasregadas con su agua). Más tarde, quedaríacon el nombre de la Sierra que le vionacer: Segura.

En sus primeras tres cuartas partes derecorrido, el Río es ampliamente receptoro ganador, nutriendo de forma insaciable,el cauce, del fundamental elemento. Naceen la Provincia de Jaén, entre calizas cre-tácicas, a 1412 metros sobre el nivel delmar; pasa por el ángulo S.O. de la de Alba-cete, donde recibe los afluentes, Zumeta,Tus, Taibilla y Mundo; penetrando en Mur-cia por el N.O., término de Calandrara, enlas cercanías de la presa del pantano delCenajo; a continuación recoge las aguas delos ríos Moratalla o Benamor, Argos y Qui-par; una vez pasado el desfiladero deAlmadenes afluyen las ramblas del Judío yAgua Amarga; completando la aportación,desde Abarán hasta Molína de Segura, elRío Mula, y las Ramblas, Salada, del Moroy del Carrizalejo, tan nefastas en la histo-ria de las inundaciones de Murcia yOrihuela.

Después atraviesa la orografía de Mur-cia, en un primer recorrido hasta la Con-traparada o Azud (AÇÇUD), hasta llegar ala Villa de Alcantarilla, en dirección N.O.,para en este lugar, quebrar bruscamente,en un codo con ángulo recto, variando su

curso al Este, por imperativo físico de lasmontañas que lo conducen (como despuésse expondrá en el apartado de la Huerta deMurcia), con destino a Orihuela y resto delocalidades alicantinas a las que suministróabastecimiento de agua, como al resto denúcleos ribereños. Siendo en este tramo,donde concuerdan una serie de factores ycircunstancias geológicas que permitensospechar de la existencia en el pasado, deun embalse epigénico (en superficie), quepudiera estar relacionado con la desapare-cida gran laguna «de la que escribe el geó-grafo romano Estrabón (1): “Entre el Sucro–el Río Segura– y Cartagena había trespequeñas ciudades de massaliotas, situa-das no muy lejos de ese río. La más cono-cida de ellas es Hemeroskopeión (ciudadperdida en las proximidades del cauce,con idéntico nombre que la situada enDenia, y traducido como “Atalaya del día”,conduciendo a distintos historiadores einvestigadores a la supuesta y vaga hipó-tesis, de hacerla coincidir con el descubri-miento en 1987 del Cerro Ibérico del Cabe-zo del Agua Salada en Alcantarilla), y,encima del monte había un Dianión-Arte-misión muy venerado. En las cercaníasexistían minas de hierro y tierra adentrouna “Laguna”, con una extensión de unos4.000 estadios1. La atalaya recuerda las

Contraparada o Azud (aççud).

1. «El “estadio”, es la antigua medida Ática (Grecia), heredada por Roma para sus estimaciones aritméticas ymatemáticas, que con frecuencia fue usada para citar distancias o superficies. Equivalente a unos 600 píes de lon-gitud, o también análogo a 177 metros de una calle de metro aproximado de anchura, nos sugiere reflexionar sobrela hipótesis, de que la laguna aludida de referencia (177 m2. por 4.000 estadios) dispondría de unos 600.000 m2.;

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fortificaciones levantadas por los massalio-tas en Iberia, y el Dianión dedicado alfamoso culto de la Artemis Efesia adoradaen Massalia, transmitido por aquellos nosolamente a sus colonias, sino también alos iberos”, la cual, presumiblementepudiera encontrarse en las inmediacionesde la Contraparada, en lugar que podemosdenominar: “Concavidad de la desemboca-dura de las Ramblas Zorreras y Potrox”,con puente en el punto más estrecho, refe-rido a la existencia del potente Acueductode la acequia Alquibla (datado en el Siglo X

según informe arqueológico de M. Campu-zano, para la C. H. del Segura, a falta deprobar su mayor antigüedad mediantenuevas catas arqueológicas de difícil ejecu-ción), y, amplia superficie bajo cota, quepudo alcanzar hasta 4 metros de profundi-dad respecto al fondo del río, que segúncálculos se extendería con dimensionespróximas al kilómetro de longitud y 600metros de anchura, cuyo relleno terreroparcial, se produjo a mediados del sigloXIX, como consecuencia de la construccióndel talud (obra de menor costo que unpuente en aquellas fechas), del paso deferrocarril Madrid-Cartagena (todavía visi-ble por su imponente trazado). Esta ram-bla, aunque sin movimiento en las estacio-nes secas, vertería su torrente por lluvias ala supuesta laguna, y llena esta, el sobran-te, al río Segura; que a su vez y viceversa,este inundaría, por vaso comunicante enfechas de gran volumen de caudal, cuandola laguna estuviera mermada de agua;coincidiendo, al propio tiempo, en estazona, con el paralelismo del río y la laguna,ejerciendo de medianera, la acequia Alqui-bla, que a partir del s. XVIII, también reci-biría el nombre de Mayor o Barreras, y de

Supuesta leguna del río que fue anegada por el taluddel ferrocarril en el s. XIX. zona Las Zorreras-Protex.

que, es semejante, a la superficie, que se ha acotado, respecto a la señalada concavidad natural de una anchuramáxima de 600 metros, seccionada por el eje de su ovalada superficie, con el talud del ferrocarril en toda su longi-tud de 1 km.; cuyos terrenos de medida aproximada a la expuesta, están ocupados desde tiempo inmemorial, pordistintas actividades agrícolas, y, hoy día, invadido por un polígono de naves industriales; y, cuyo perímetro limitaceñido entre las hitas de la Pedanía de Javalí Nuevo y Alcantarilla por el Norte; al Este la Alquibla y el Río Segura;al Oeste, Bocana de la Rambla de Las Zorreras y “Los Raigueros Altos” o Cabezo Verde, y, al Sur, Bocana Rambladel Potrox y Cuevas del Camino Real a Archena, procedente del Camino de Los Romanos. La superficie central deesta laguna, cultivada en gran parte, tras desecarse en la hegemónica época del ferrocarril, fue motivo de movi-miento de tierras en las laderas de la rambla, encontrándose por los huertanos, algún ánfora y restos de loza y vaji-lla, de época bajo imperial, pudiéndose por esta razón sospecharse, la existencia de este estanque, que incluso seutilizaría para pescar en la antigüedad, con el dato constatado, de que a principio del siglo XX, todavía se pescaba,en la parte restante inundada, comprendida, entre el talud del ferrocarril y la Alquibla, conforme nos confirmónuestro desaparecido, querido amigo y compañero, Felipe Sáez Zapata, que, acompañado de otros dos viejos huer-tanos del lugar, nos relataría: “...recuerdo con nostalgia aquellos días que íbamos a pescar con mi abuelo, que élnos decía que lo hizo con el suyo que vio construir el ferrocarril en Los Raigueros Bajos, justo en este hondón de lasZorreras y El Potrox (con cota inferior a la solera del río), que se inundaba por la Rambla de Las Zorreras en losfuertes días de lluvia, y, que el Segura, buena parte del año, mantenía lleno en toda su dimensión (evidentemente,este llenado se producía por vaso comunicante a través del cauce de la Rambla de Las Zorreras, al estar la sole-ra del río más alta que el fondo de la citada laguna, donde al discurrir la vía fluvial con suficiente caudal, llena-ría esta fácilmente)”. En definitiva, el talud construido para el ferrocarril a mediados del S. XIX, cercenó gran partede aquél pequeño lagunazo, que recibía, para colmatar su gálibo, por una parte y en menor estima, el agua pluvialde ambas ramblas, y, por otra principal, cuando crecía el caudal del río debido a fuertes precipitaciones pluviomé-tricas, o en los meses de primavera con la llegada del deshielo y nieves en su cabecera, se introducía, como hemosexplicado, mediante vaso comunicante, a través de los ojos del puente del acueducto de la Acequia Mayor, lugarconocido popularmente por el de “Los Arcos del Camino del Javalí Nuevo”»).

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una cavidad hipogénica (interior de la tie-rra), donde a través de capas permeables,forma un cuantioso manto acuífero de pro-porciones desconocidas en el subsuelo dela Huerta de Murcia. Para comprender laimportancia sobre la Alcantarilla romana,Daniel Serrano Várez y Jesús FernándezPalmeiro, en sendos estudios de investiga-ción publicados en 1997, tras las incesan-tes prospecciones arqueológicas realiza-das, tratan con rigor y serio fundamentolos descubrimientos localizados, desapare-cidos, posiblemente por las tortuosas inun-daciones posteriores, desde que fuerancitadas en su obra por Lozano Santa: “...desde Alcantarilla o Cantariella hasta elPuente de las Ovejas sobre el Segura (puen-te, ubicado en el plano de 1739 de la C.H.del Segura, 100 metros por debajo de lapresa de la Contraparada), que hace suNorte, y del que dista un quarto de legua,todo ello es población romana...”.

Aguas abajo y en su descenso, despuésde atravesar Murcia, a la altura de Benia-ján, se le incorpora el Reguerón (obrahidráulica construida para desviar la sumafluvial simultánea del Guadalentín y elSegura, en época de fuertes lluvias, a supaso por la capital, pero que no solucionó lasituación aguas abajo en Beniel y Orihuela),que a su vez es el entronque receptor delRío Sangonera, que recibe al Guadalentínvarios kilómetros atrás. Desde este punto,también conocido por el puente de la barca,desaparecen los afluentes de importancia,aunque pequeñas ramblas de menor orden,entregan a su paso, la poca pluviosidadanual que se recoge en la llanura por dondediscurre el Río pasado Orihuela, hastadesembocar junto a la población de Guar-damar, después de haber hecho un trayectode 348 kilómetros.

Ahora bien, siendo justo con la reali-dad y salvando las inmensas distancias delongitud y volumen, entre ambos, es con-veniente diferenciar a los Ríos Segura yNilo, con respecto a la leyenda de similituden sus aspectos de inundación. Un estudiode profunda y rica investigación, realizadopor D. Francisco Franco Sánchez, editado

en el número 6, de la Revista Alquibla(Orihuela), dedicado a las “Avenidas flu-viales e inundaciones...”, en sus páginas157 y 167, inserta lo descrito por el geó-grafo al-Udri: “El territorio de Tudmir esfamoso por la fecundidad de sus tierras yla exquisitez de sus frutos. Se estableció enél, el ejército de Egipto. Su tierra está irri-gada por un río de iguales propiedadesque el Nilo de Egipto, incluso desborda-mientos incontrolados y perniciosos. Lasaguas de este río fluyen hacia el Este...”;cita donde se compara, al Nilo con nuestroRío Segura, atendiendo códices y textos,según describe el autor, atribuidos a “losantiguos”; lo que demuestra que los pri-meros pobladores, ya conocieron los rie-gos, por inundaciones con buenos y ricoslimos procedentes de los arrastres decabecera, y, sus nefastas y desgraciadasconsecuencias para sus usurarios ante susbravas e incontroladas avenidas conarrastres de impetuoso daño y destrozo.

En este concepto, hoy día podemosmatizar, que la diferencia entre sendos ríosestriba, en que, El Segura, inundaba abo-

Mediodía. Barreras. Alquibla. Acequia Mayor del Sur.

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nando y nutriendo sus tierras de cultivopor irregularidades producidas por lluviastorrenciales de forma imprevista, a lo largodel año, y en el peor de los casos, a tenorde lo que alude D. Gregorio Canales Martí-nez Pág. 196, según libro de Actas Capitu-lares del Archivo Municipal de Orihuela,sesión de 2 de Mayo de 1889. Op. cit., p. 96r., por: “la confluencia del Sangonera (Gua-dalentín) y Segura; por el volumen queaporta y por la forma violenta en que severifica dicha unión, la responsable de losproblemas de inundación, aguas abajo.”; yen el caso del Nilo (6.671 Km. de longitud),sus inundaciones son estables y previstas,estando relacionadas con las recepcionesfluviales regulares procedentes del monzón-término derivado de la palabra árabe“mausín”-, durante el verano que, provocaabundantes lluvias torrenciales en suszonas centrales del Sur; o, de las cabecerasnevadas y heladas de sus más importantesafluentes, el Luvironza (Burundi) y Kagera(Tanzania), que discurren por encima demontañas de más de 1.500 metros de alti-tud, hasta desembocar en el Lago Victoriaa 1.100 m. sobre nivel del mar, y porsupuesto las aguas que recogen las eleva-das montañas que rodean los inmensos,Lagos Victoria y Alberto, además de queposteriormente, al Nilo Blanco, se le une elNilo Azul, que debe su caudal al Lago Tanaen las tierras altas de Etiopía, y, finalmen-te el Atabarah (Atbara) río de altas crestas(cuyos sedimentos, se ha descubierto, sonlos que, realmente, quedan depositados enlos extensos y amplios espacios territoria-les del delta en la desembocadura, propor-cionándole el favorable y exitoso abonofertilizante para la agricultura que lecaracteriza), dependiendo de la acelera-ción de los deshielos coincidentes exclusi-vamente en época de primavera y hastacomienzo del estío, lo que producía el fenó-meno de las inundaciones; eso sí, hasta lafecha de la construcción de la presa deAsuán o Lago Naser (480 Km. de largo y 16Km. de ancho), aunque en su perjuicio,sacrificó, dejando bajo sus aguas, unaparte de la historia de Egipto.

No obstante, en honor de la verdad, escierto, aunque nunca se especificó por losgeógrafos que glosaron sobre su semejan-za física, esta diferencia descrita anterior-mente, ambos ríos, han destacado y coin-cidido desde muy antiguo, por haber sidolos causantes de grandes efectos catastró-ficos, al inundar y arrasar asentamientoshumanos, que se estuvieron beneficiandode sus prerrogativas de vida, en los vallesrespectivos, a orillas de sus cauces.

LA HUERTA DE MURCIASe encuentra por proseguir, el estudio

de investigación, comenzado hace años,pendiente de una valoración científica, pre-vio análisis de los restos arqueológicos, quese han ido descubriendo en las inmediacio-nes del Museo Etnológico de la Huerta deMurcia, para determinar la existencia deuna primera huerta romana, toda vez quese deduce una huerta aculturada por púni-cos y griegos, al aparecer en esta zona elCerro Ibérico, de cuyo hallazgo se escribiráposteriormente una breve reseña.

Esta probado, que fueron tribus semi-tas o arias, de las que se han encontradoídolos en Monteagudo (2), quienes retoma-ron y ampliaron los regadíos con aguas delRío Segura, en el Valle que hoy se llama deMurcia. Es curioso, el hecho de que todaslas civilizaciones, incluso la clásica, queviajaron, o se asentaron por este Valle, ledenominaran de Mysr, al igual que así se lellamaba, al del Nilo en Egipto, lo que sig-nifica, que antes conocieron, de este últi-mo, el esplendor y bondades productivasde sus huertas en los límites del desierto, ypor supuesto de sus crecidas incontrola-bles que tanto daño ocasionaron. Razónsuficiente, para llegar a este lugar y obser-var que se repetían algunas circunstan-cias, para darle el mismo nombre que aldel Valle africano.

No obstante, es evidente la constancia,que sería en época árabe, fundada Murciapor el omeya Abd al-Ramán II el año 825,Hégida del 210, para sede del gobernadory de las tropas emirales destacadas en laKura de Tudmir, cuando se desarrolla pau-

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latina y progresivamente la agricultura denuestra Vega de Murcia, hasta convertirseen ejemplo de organización y distribuciónde riegos entre los reinos islámicos.

Conquistada la ciudad de este nombre(3), en 1243, y adquirida definitivamentepara la Corona de Castilla en 1266, siguióla huerta durante muchos años, regidacasi exclusivamente por los antiguos usosy costumbres de los huertanos moros.Para dar fijeza a tradiciones que, confia-das a la memoria de muchos y no muydoctos, se alteraban y corrompían, se obli-gó a formar en 1332, adelantándose ochosiglos a su tiempo, un texto, que en los últi-mos años ha sido motivo de trabajo y con-fección por especialistas en la materia: ELLIBRO DEL AGUA, documento que se con-servaría con total vigencia hasta principiodel S. XVIII, en el que se escribió los datosreferentes al orden y situación de las ace-quias, dotación de cada una de ellas, dis-posición de las tomas, así como tambiénlos arbitrios para su conservación y repa-raciones de las obras de regadío, frecuen-temente destruidas por las inundaciones

del Guadalentín y del Segura, que se junta-ban, como antes se dijo, a la cabeza delValle de la Huerta de Murcia.

El Concejo, desde el inicio, corregía losabusos o atendía nuevas necesidades de lahuerta, por medio de ordenanzas aisladas,que vinieron a constituir un derecho espe-cial, suplido por la costumbre de uso, queculminó con la aplicación del “FueroJuzgo”, que había sido concedido a Mur-cia, ante la excepcionalidad de las condi-ciones, pretendiendo mejorar un buencontrol y funcionamiento.

Durante tres siglos, estas ordenanzasfueron en aumento, y lo crecido de sunúmero, la dificultad de consultarlas, con-cluiría con la compilación de la totalidadde las normas generadas, en un libro, quese comenzó el 10 de Julio de 1579, por elescribano principal del Ayuntamiento deMurcia, D. Juan de Medina, y que conti-nuaron sus sucesores en el cargo, inclu-yéndose, además de las de la huerta y elcampo, las primeras y más importantes dela industria: tejedores, bodegoneros, y laprincipal, por la que viajeros y comercian-tes llegaban de muchas regiones y lejanospaíses, la dedicada a la floreciente enton-ces producción de la seda. Este primerlibro de derecho municipal murciano, setituló: “Ordenanzas de lo concerniente, ala Huerta, Acequias, Caminos, Sendas,Azarves, Río, Riacho, Azud, Valle de laluvia, y Campos desta ciudad de Murcia”.

En 1695, se segregó lo concerniente agremios laborales, con respecto a Orde-nanzas de Huerta y Campo, que aprobaríasu Majestad Carlos II, y que perduraría, ensu brevedad, hasta 1702, con nueva revi-sión, corrección y arreglo, a solicitud delRegidor Perpetuo y Procurador General D.Luis Salas y Sandoval.

En 1790, D. Andrés Pinto de Lara, delConsejo de Su Majestad, Alcalde de Casa, yCorte, y Corregidor y Justicia Mayor de laciudad, produjo la tercera compilacióngeneral de las Ordenanzas de la Huerta.

En 1849, se publica el segundo libroimpreso de derecho local murciano, quecontiene solamente el de la Huerta, con-

La Alquibla a su paso por el Museo de la Huerta.

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formado como código rural del regadío,aunque mal ordenado y deficiente.

En 1879, el Ayuntamiento encarga a D.Pedro Díaz Cassou, Abogado Consultor delAyuntamiento de Murcia sobre la Huerta(el personaje más emblemático durante laMurcia del S. XIX, en relación con el estu-dio de los riegos y huerta de la Vega), laredacción de un proyecto de reforma delas Ordenanzas de 1849, pero terminadoel trabajo, el Ministerio de Fomento, dis-puso ajustarse a modelos de generalidad, yel Ayuntamiento y Comisión de Hacenda-dos, consideraron preferible continuar elrégimen establecido del segundo librodedicado a la Huerta.

Durante finales del S. XIX y a lo largodel XX, se introducen las aportaciones deDíaz Cassou, se numeran, corrigen y adap-tan las ordenanzas, y se adicionan, detiempo en tiempo, aquellos preceptos queson motivo de mejorar el carácter jurídico,para el que el texto ha tenido fundamento,también la constitución de disposiciones,dirigidas a resolver con justicia e impar-cialidad, las cuestiones conducentes algobierno y distribución del regadío; normaque ha llegado hasta nuestros días, y quesigue en vigor a través del Órgano faculta-do para hacerla cumplir, la: Junta deHacendados de la Huerta de Murcia.

La Huerta de Murcia (4) esta situadaentre las coordenadas 37º, 55´a 38º, 04´delatitud Norte y 2º 42’ de longitud Este,referido al Valle formado por el Río Segu-ra, que sufre su variación e Alcantarilla,hacia el Este, canalizado por la orografíade las montañas que lo circundan en unafranja rectangular comprendida entre loscampos de Sangonera y la Vereda delReino, mojones que separan de Orihuela(cuyo deslinde, se cita en el Libro de ActasCapitulares del Ayuntamiento de Murcia,de 1756, V. 7, Págs. 285 y siguientes.). Sulongitud es de más de 25 km., por unaanchura de 8 km. de media en su recorri-do. Limita por el Norte con una serie decolinas y montes, separados al azar; y porel Sur, por los montes de Carrascoy, Puer-to de la Cadena, Cresta del Gallo, Miravete

y Sierra de Cristo, enunciados de Oeste aEste. Estos terrenos que abarca, pertene-cen a los Municipios de Alcantarilla, Mur-cia y Beniel, incorporándose Santomera, alsegregarse de Murcia, en los años 80 delpasado siglo.

LA CONTRAPARADA O AZUDMucho podríamos elucubrar sobre la

datación de esta construcción, que tantoha sido comentario del origen de ambasmárgenes de la Huerta, punto de partidade su ordenamiento, y distribución equili-brada de las aguas de riego, pese a lascontroversias suscitadas por investigado-res y científicos, sobre la posibilidad delaprovechamiento de la inflexión del río(7´5 metros de altura en cascada), por losprimeros pobladores, para realizar desví-os de agua a zonas que precisasen cultivo;recordando en este sentido, que el CerroIbérico, está abrazado por el Sur median-te la acequia de la Alquibla, y por el Nortecon la acequia de la Dava, y en sus proxi-midades se han encontrado restos de uncementerio de cerámica romana, y cenizasde suelo correspondiente a asentamientoromano. Siendo más difícil la justificaciónprobatoria del hecho de inexistencia, quela de existencia, debido a la destrucciónconsecutiva de la presa, con ocasión decada riada, o como cita mi admirado Pro-fesor y amigo, D. Pedro A. Lillo Carpio, ensu conferencia “La Vega del Segura, lugarde asentamiento de los primeros poblado-res” (Murcia, ayer y hoy. 2.000. Museo dela Ciudad. Ayuntamiento de Murcia. Pági-nas 21 y 22), dice: “....su época de cons-trucción, tipo de materiales y área de ubi-cación, no se ha podido prestar a un aná-lisis material en origen. Su estructura anti-gua ha ido metamorfoseándose con lascontinuas y sucesivas reformas, reparacio-nes y reestructuraciones y los textos lacitan continuamente como si de un entevivo se tratara”.

Podría defenderse, que ciertos datosponen en tela de juicio la filiación islámicade la Contraparada, aludiendo textos queposibilitan una cronología amplia de la

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obra. Por ejemplo el de Al-Himyarí tradu-cido por Vallvé, que recoge y comenta D.Juan Torres Fontes (5), refiriéndose a suantigüedad, y que reza:

“Del río de Murcia, sale un canal o ace-quia cerca de Quanterat Iskabuh (AzudMayor o Contraparada de Alcantarilla) yantiguamente los hombres excavaron en lamontaña rocosa el canal a lo largo de unamilla (distancia entre la Contraparada y elsupuesto estanque o laguna) y es el queriega el Sur de Murcia (Sur = Al-quibla)”.

O este otro texto, del mismo autor, refe-rente a Kitab Ar Rawad al-Mitar, traducidopor Levi ProvenÇal, sobre su edad preislá-mica, con lo siguiente: “... les Anciens ontagalement creusé á traver la montagne”,cotejando esta traducción con la de PilarMoesa, que escribe: “...por los antiguos”,donde Torres Fontes invita a reflexionarsobre el término “antiguos”, como tópicoque denota solera, si bien tiene la inten-cionalidad precisa de equiparar “antiguo”,con la fase cultural anterior y remota,paleocristiana, o de los cristianos deOrihuela, de los que habla la “CrónicaAnónima de Abd-al-Ramán III”.

Pero siendo fieles y respetando la des-cripción del Ministerio de Medio Ambien-te, con motivo del 75 Aniversario de laConfederación Hidrográfica del Segura, ysiempre pendiente de una mayor contras-tación de huellas que clarifiquen estasituación cronológica, transcribimos eltexto elaborado, como fundamento del

conocimiento real de un monumentoarquitectónico hidráulico, que dio lugar alas acequias, y en consecuencia a la Huer-ta de Murcia, y reza como sigue:

“Los orígenes de la Presa de la Contra-parada, pueden acotarse entre dos fechas.No debería de existir, antes del S. IX, en elque se fundó Murcia, y sí, a fines del S. X,en el que las Historia habla de apertura deunos cauces de riego que presuponen laexistencia de una estructura de este tipo.

La presa inicial de rudimentaria cons-trucción en sus orígenes, debió arruinarsey reconstruirse en múltiples ocasionescomo consecuencia de las frecuentes ave-nidas del propio Río Segura. En 1230,según unos capítulos de Cortes burgalesas,el dique estaba roto y Alfonso XI instaba aque se reconstruyera. En 1373, Enrique IIde Trastámara, agradecía a Murcia losmuchos gastos que hizo en la labor de la“Azuda”. Existe también constancia de lacostosa reparación que se realizó en 1494.El historiador Cáscales, en la primera edi-ción de sus “Discursos Históricos”, publi-cados en 1621, describe la Contraparadacomo: “una grande pieza de piedra y cal,la mayor, y más costosa que hay en Espa-ña”. La célebre riada de San Calixto, en1651, dio al traste con la presa descritapor Cáscales.

D. Melchor de Luzón, enviado por FelipeIV a estudiar la causa y posibles solucionespara remediar las frecuentes roturas de lapresa, por las avenidas, proyecto y recons-truyó el Azud del que hoy se conserva unaparte que se conoce como Azud Viejo.

Años después, se hicieron correccionescon el proyecto de Toríbio Martínez de laVega, quien diseñó una planta para la obrade la presa que corregía el perfil ideado porLuzón, y obtuvo el beneplácito frente al tra-bajo que había presentado D. AntonioElgueta Vigil. El proyecto estaba en condi-ciones de ejecutarse en 1727, pero antes deque comenzaran las obras, hubo nuevasavenidas, que ocasionaron graves daños ala Contraparada, como la ocurrida en 1736.

El plano que se levantó en 1739, corres-ponde a la obra de Melchor Luzón poco

Plano de la contraparada. S. XVIII. C.H.S.

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antes de que se iniciaran las proyectadaspor Martínez de la Vega que se terminaronen 1748, una vez resueltas ciertas diferen-cias que habían surgido con algún Munici-pio situado aguas debajo de Murcia.

La Presa, ha sufrido con posterioridadembates de otras importantes avenidas,por lo que ha habido que repararla y mejo-rarla en algunos aspectos. Tan emblemáti-ca obra hidráulica de la Cuenca del Segu-ra se conserva hoy muy parecida a comoquedó después de la reparación efectuadacon motivo de la avenida de 1856.”

Este pantano artificial, se encuentra aunos 7 Km. aguas arriba de la ciudad deMurcia capital, configurado como un grandique, construido transversalmente al ríoen su punto de inflexión de un cañón roco-so2 sobre un diferencial del horizonte rotodel cauce de 7´5 metros de altura, dondelos datos más notables de su historia cono-cida, descripción y planos pueden contem-plarse en el libro “La Huerta de Murcia”(6), y que probablemente fue construida,con la entidad conocida, por los árabes enel S. X, sin descartar, la contrastación dedatos que puedan surgir, presumiendo latesis de una ligera tenencia con anteceden-tes de origen romano, ante el entramadohidráulico y yacimientos arqueológicos,diseminados en el tramo de la Alquibla

–margen derecho de su curso–, de los quese hablará posteriormente.

LA ALQUIBLAComo antes se ha indicado, dos son las

acequias mayores que parten de la Contra-parada o Azud, Alquibla y Aljufía, peroeste trabajo se ha centrado exclusivamen-te en la primera, tratando el medioambiente en el que se desarrolló y lasinfraestructuras arquitectónicas e hidráu-licas más importantes que todavía sonobjeto de estudio e investigación, comoaportación informativa, con carácter dehermanamiento, de la correspondiente ala Huerta de Orihuela, cuyo nombre hasido extraído para nominar, la que consi-dero, una de las mejores revistas sobreantropología del panorama español.

Existiría quizá, la Alquibla, como caucemás pequeño que el suyo propio, por elmismo itinerario actual, y nunca con elambicioso propósito de regar la extensiónpara la que fue realmente creada, peropudo evidentemente dar servicio a algúnnúcleo de población asentada en las proxi-midades de la Contraparada, por encimade las aguas del río.

Es también, Díaz Cassou, quien mani-fiesta, en el Capítulo Sexto de su libro (3)avalado por los documentos que pudo

2. En este punto de la presa, coinciden los factores esenciales que han posibilitado la formación del cañón: elrío es muy poderoso durante sus avenidas; las rocas son resistentes; las paredes de la garganta son escarpadas,y fluye en el paso, con una planimetría de 7´5 metros de altura en una distancia de 50 metros; siendo capaz dehoradar la zanja o surco profundo originado, convertido inteligentemente en un cerramiento cruzado de obra tra-pezoidal por su cara vista, que consigue elevar, conduciendo el agua, hacia las entradas de las dos grandes ace-quias Mayores, con un rebosamiento, de forma tranquila (en épocas de normalidad), siguiendo el curso fluvial,conforme se aprecia in situ.

Es objeto de la presa, toda vez que el agua se remansa, al nivel del gálibo de su obra, derivar los aportes deagua suficiente para llenar las aberturas realizadas en ambos extremos, sobre dicha roca, con la misma cota defondo (Solera), e igual dimensión de la boca de entrada (Toma o Marco), que dieron inicio a las conducciones deagua, creadas para el primitivo complejo sistema de riegos de la Huerta de Murcia. Responden a los nombres deAlquibla (Mediodía) y Aljufía (Norte), que a su vez se dividen en unas cuarenta acequias menores, y estas, subdi-vidiéndose en hijuelas, que se ramifican en brazales y regaderas, llevando las aguas vivas a fecundar toda la huer-ta, y las sobrantes o muertas, se recogen por medio de unos pequeños canales, llamados escorredores, que reu-nidos forman azarbetas, para después por la unión de varias, dar vida a los azarbes, que concluyen con la mismamisión encomendada al principio del cometido de las primeras, seguir irrigando por gravedad las tierras en des-censo, hasta la última gota de agua. Admirable función de control y economía, inteligente y estratégicamente con-cebido, que permite establecer a lo largo de la historia, las tandas horarias de sus usuarios, con absoluta preci-sión de consumo. Díaz Cassou, llegó a escribir, que “...es un sistema de sincronía tan perfecto, solo comparable,con el del organismo humano, en el que un correcto tramado de arterias lleva la sangre, a todas las partes delcuerpo, recogida y devuelta, una y otra vez, al torrente circulatorio, de los infinitos pequeños cauces de nuestrosistema venoso”.

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tener a su disposición, que el regadíomurciano, no existió como se conocía enese momento, “....pues se hallaría redu-cido a pequeñas sangrías hechas al Segu-ra, para beneficio de algún rodal de tie-rra, a la vez que para dar surtido de aguapotable de alguna pequeña poblaciónromana en la cabeza del Valle”. No seequivocaba, un siglo más tarde, se handescubierto los restos de asentamientosromanos de Alcantarilla (7), cuya mayorabundancia de vestigios, data de lossiglos II y I a. de C. y, III y IV d. C. LaVilla, está situada próxima a la Presa dela Contraparada, y la población, suminis-trada de agua, como mínimo, desde lafundación de los riegos, con la Alquibla,y esta anteriormente, pudo tener elcometido, con un menor caudal, denutrir la supuesta laguna aludida ante-riormente, en época de sequía, en cuyaorilla y tierra batida por los arados de losagricultores, denominada el Potrofo oPotrox, proporcionaría los fragmentoscerámicos de terra sigillata aretina, sud-gálica, hispánica y clara A, pertenecien-tes a páteras, ollas, cuencos, jarras, ánfo-ras, cálatos, etc., y un ánfora romanacompleta; al margen, de que a poca dis-tancia, otros núcleos han delatado unadilatada cronología, que se pierde entiempos ibéricos3, romanos, visigodos,

para aparecer fuertemente con los pri-meros pobladores africanos.

La Alquibla, no obstante, puede atri-buirse en su forma actual, a pobladoresegipcios disciplinados en la practica de lasirrigaciones, para uso de determinadatribu, o del conjunto de varias; pero sería enlos reinados de Abd-er-Rahman III y Al-Hakem II, en cuyo tiempo, dice algún histo-riador árabe, traducido por Conde, seabrieron definitivamente las grandes ace-quias del Valle de la Huerta de Murcia; cir-cunscribiéndose a un tramo de huerta queestaría ubicada en los territorios aguasabajo de la Puebla y la Ñora, que abaste-ciendo los cigarrales donde se construyó lamuralla de Murcia, se extendería hasta loslímites de los castillos de Monteagudo yLarache por el Este, y en el otro costado, aloripié del monte, dando servicio por el Sur,a la altura que se sitúa la fortaleza del Valle,a las huertas de la Alberca; sin descartar,que la zona de El Palmar, estuviera cultiva-da, para defender los intereses del castillode la Asomada en el Puerto de la Cadena.

La ampliación de riegos de la Alquibla,alcanza su esplendor y máximo rendi-miento, con las tribus que llegan tarde,estableciéndose donde encontraron tierralibre para colonizar, o más adelante, conlos cristianos tras sus constantes operacio-nes técnicas de sangrías y prolongaciones.

3. En la campaña de 1981, realizada por los Arqueólogos D. José Miguel García Cano y D. Angel Iniesta San-martín, del Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, a petición del Pro-fesor D. Daniel Serrano Várez, descubrieron el Cerro Ibérico de la Rueda (junto a una fuente de aguas salinas) enAlcantarilla. Este Cabezo, es la última terraza del Río Segura hasta su desembocadura, en Guardamar, donde sehan estudiado dos poblados cercanos -uno situado en las inmediaciones del río, y el otro una factoría comercial ubi-cada bajo las dunas-, que son similares por los fragmentos pétreos encontrados, labrados por la misma escuela decanteros. Lo que hace inteligible, ya en ese momento, una clara navegación fluvial. El Cerro está ubicado entre elrío, y, la Alquibla (imagen que sorprende), al abrazarle en semicírculo por la longitud de la mitad de su perímetro,y, siendo la acequia de la Daba (que toma de la primera desde el Acueducto sobre la Rambla de las Zorreras), la queenvuelve el resto del montículo. Años después, una segunda intervención por parte del Arqueólogo, D. ManuelLópez Campuzano, deja constancia de la importancia de la necrópolis, enterrada por una inmensidad de limos,arrojados durante centurias, con la finalidad agrícola de mantener este Cabezo en proceso productivo. Las distin-tas fases de asentamiento humano, se refieren a la: Protoibérica, Ibérica Plena, Ibérica Tardía, Romana y Medieval.No obstante, como su denominación indica, la ocupación de mayor trascendencia es la relativa al periodo ibérico,entre los Siglos VII y III a. de C. El estudio realizado por dichos arqueólogos, disponible en el Archivo de Docu-mentación del Museo Etnológico de la Huerta de Murcia, demuestra la conveniencia de proceder al tramite, quepermita, primero la desafección del terreno como agrícola particular, a público, y, a continuación, la exhumacióngeneral de todo el Cerro, como paso previo para la investigación que confirme la tesis de una primera huerta deregadío de época ibérica, base, de las que después se han desarrollado en esta zona; primero, la que presupone-mos sería romana, y más tarde, de inolvidable huella dejada por el árabe, que introduciría al cristiano en sabiasformulas y ordenamientos hídricos, que han conciliado respeto y conservación hasta nuestros días”.

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Por ello, la toponimia de los canales de laacequia Alquibla, se ha mantenido conincreíble fidelidad, salvo excepciones (laacequia menor Al Ferraira; por Herrera; elpartidor del Turbedal, Dardalla por Arda-lla; o el escorredor árabe de Barraumalpor Barriomar, sin que se sepa razón algu-na que justifique este cambio, si no es porlos errores de quienes reconstruyeron lahistoria), si nos circunscribimos al primertramo o núcleo de huerta descrito, quelleva, como se puede observar, nombresgenéricos, por ejemplo, la titular, Alquibla(mediodía), Alfox (pago de viñas), Alcatel(palmera), Albalate (carretera), Albadel(pueblo), Alguazas (rodeo), Alfande (terre-no hondo), Daba (que corre despacio porproceder de un estanque o laguna), Alhari-lla (arrabal). Mientras que sus prolonga-ciones, operantes en tierras ocupadas pos-teriormente, reciben nombres propios ypatronímicos de los nuevos vecinos, queampliaron aquellos cauces, ya que “Beni”,se traduce por Tribu, que seguido de otronombre, un Jefe de Familia o un nombregeográfico de donde procedía, se aplicaríaa la conducción del canal de las tierraspobladas, como, Benialel (Tribu de Alel),Beniaján (Tribu de Hassan), Benjalaco(Tribu de Jalaco), Benabía (Tribu deNabiah), Benicotot (Tribu de Kotota), Beni-comay (Tribu de Komaya), y Beniel (Tribude Afiel).

Mejor guía que los nombres, paraconocer su cronología, son las circunstan-cias de las acequias, al formularles ciertosaxiomas de investigación, que se apuntanbajo los siguientes aspectos:

Las acequias de toma abierta y sintanda pertenecen, por regla general, a lahuerta primitiva, organizada en tiempodel califato.

Las acequias de toma cerrada, debencasi todas su origen a concesiones posterio-res, hechas en tiempo de árabes y cristianos.

En las acequias cuya primera parte otrozo no esta sujeto a tanda y las posterio-res sí, puede asegurarse que estas últimasson prolongaciones más o menos modernasde la primera que fue el cauce primitivo.

Todavía quedó mucha huerta, para elrepartimiento cristiano (8) -donde se cita ala Alquibla como constante lindero de terre-nos-, y no ya desde la conquista de Murcia,en 31 de Mayo de 1243, ni desde su recon-quista y adquisición definitiva en 13 deFebrero de 1266, sino a partir de la toma deGranada en 1492, que son los nobles y losfrailes quienes completan el sistema de cau-ces de riego, sangrando los antiguos e incor-porando el proceso de saneamiento, limpie-za y mondas, así como el uso de aguasmuertas poco más abajo de la ciudad, hastallegar al término de Orihuela, que no fueacometido por los árabes o abandonado enlas revueltas de los Siglos XIII, XIV y XV,cuando se abandona lo peor, puesto que lomejor apenas puede atenderse.

De la acequia Mayor de la Alquibla,parten las siguientes prolongaciones y ace-quias menores que toman agua de la dere-cha e izquierda:

Prolongaciones, son Alfande, Benicotot,Benicomay, y, Azarbe Mayor de Mediodía ode Beniel, esta recibe el nombre en SanJuan el Viejo, y lo pierde al entrar en la juris-dicción de Orihuela, donde se le llamó Azar-be Mayor de Hurchillo o de Benibrahim.

Las acequias menores que toman por laderecha, son: Turbedal (aguas turbias),Alcantarilla (Acueducto de la Rueda),Benialel, Beniaján, Alquiblas, Aljoraiba,Alguazas, Junco, Alharilla, Acequia nuevade Zeneta, Acequieta y Acequia de Carca-nox; estas tres últimas penetrando en terri-torio de Orihuela4, mediante los caucesprincipales de las aguas de drenaje, que entoda la vega inferior, aumentan progresiva-mente su volumen, desembocando en lan-dronas, azarbes y meránchos.

4. Dándose el caso, de establecerse un pleito contencioso, en el momento de estas prolongaciones, para cobrardiezmo a los pobladores de las tierras de Orihuela, que tomaban aguas de la Vega de Murcia. Comprobamos nuncapudo ejecutarse, ante la lógica argumentación de ser vasallos pertenecientes a otra jurisdicción. En cualquier caso,esta agua sobrante por drenaje, podría haberse enviado al río, pero se supone que los altos costes de las obras,disuadirían el proyecto, en beneficio de los afectados por el fracasado embate recaudatorio.

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Las acequias menores que toman porla izquierda, son: Daba (relativo a estan-que o laguna, del árabe al-Dahwa. Poc-klington, 1990:216-17), Santaren, Benja-laco, Benabía, Alfox, Albalate, Almohajar,Hila Tobar, Hila España, Hila Honda, Alba-del, Alcatel, Guadaldon, Herrera, VillaNueva y Acequia de la Parra.

Estos cauces menores, se llaman Rega-dores o Avenadores, según el uso principalde los mismos, sea dar riego a las tierras odescargarlas de humedad excesiva.

Son cauces Regadores, las acequiasque dan nombre a un Heredamiento, sien-do: mayores, de conducción; menores, dederivación; los Brazales, cuando por sumedio, las aguas de una acequia mayor omenor se distribuyen entre regantes delmismo; y Regaderas, al utilizarse por unsolo regante o por varios, tomando el aguade los Brazales.

Son cauces Avenadores, los Escurridoreso Escorredores, cuando reciben las filtracio-nes de uno o dos avenantes; Azarbetas, sireciben las aguas de más de dos, atravesan-do sucesivamente sus tierras; Azarbes, Lan-dronas o meránchos, al conjunto de reunir-se las aguas de dos o más Azarbetas.

Y no se puede olvidar, la terminologíatácita utilizada a lo largo de siglos, portodo el entramado irrigatorio explicitadode la Alquibla, definiendo conceptos ycaracterísticas de uso, para producir unentendimiento inteligible por parte de losmoradores de las tierras, que a la vez, sonel compendio de palabras, contenidas enlas Ordenanzas de la Huerta, para velarpor su cumplimiento, todavía vigentes.

Son los Quijeros5, los laterales o ladosdel cauce.

La Solera, corresponde a la mencióndel fondo o suelo del cauce.

Es la Toma, la abertura hecha en uncauce, para que perciba o tome otro, y sonparte de las aguas que discurren por el pri-mero, y al propio tiempo el Marco, es la

medida de la toma.Cola, es la referenciadel extremo de uncauce, por dondevierte el sobrante delos riegos; que encontraposición: Sellama Cabeza, a laparte opuesta a laCola, que es pordonde toma su dota-ción.Y Cola de Agua, es la

que queda en el cauce al concluirse cadariego.

El Partidor, es la obra o sitio, en quecomo su nombre indica, se reparte pro-porcionalmente las aguas de un cauce.

En cuanto al Tablacho, es una com-puerta de madera con que se cierra elcauce para cortar su corriente, y las Bren-cas, los estribos en que se sujeta y por losque sube y baja el Tablacho.

Finalmente, uno de los más complejosapartados de administrar por los usuarios,es el relativo al Tajamar del Partidor, quees la obra avanzada, curva o angular, quecorta y reparte el agua.

El potencial hidráu-lico de la Alquibla, esde tal magnitud, quese puede contemplar,en dos portentosas eimpresionantes obrashidráulicas, que hanestado en proceso deestudio, y por suenvergadura, estánpendientes de mayorinvestigación y análi-sis; (A) el Acueductode la Alquibla sobrela Rambla de lasZorreras (Rambla quesería el vaso comuni-cante, entre el

Escorredor de la Alqui-bla en Javalí Nuevo.

5. Quixero, que en Murcia y Aragón se decía tabien Caxero, que puede venir del latín capsa (caja); o bien delárabe, quixara, que significa corteza, y por consiguiente lo que envuelve o contiene alguna cosa. La importanciade este apartado por parte de los linderos o colindantes, dio lugar a un pareado popular sobre el Quijero, que acla-raba el derecho al mismo: “Las cañas al frontero, y, el paso al heredero”.

Solera del acueducto,antes de superponer eltubo de cemento queconduce el agua de laAlquibla, sobre la Ram-bla de las Zorreras. (FotoFlores Arroyuelo).

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supuesto estanque o laguna y el Río); y (B) elAcueducto del Huerto de las Canales o de laRueda (Noria de Alcantarilla).

(A) La extraordinaria obra, o Acueductode la Alquibla sobre la Rambla de las Zorre-ras, pese a que su cronología, ha sido cues-tión de controvertido debate entre los histo-riadores (incluso atendiendo su inicial cons-trucción a un supuesto puente romano, elque se posaría sobre la Alquibla), está docu-mentado en su parte vista y solera, por elArqueólogo D. Manuel López Campuzano, apetición de la Confederación Hidrográficadel Segura, para instalación de tubos de 2´5metros de diámetro, sobre la rasante delpuente de arcos de la acequia, como conse-cuencia de la “Modernización de los RiegosTradicionales de la Huerta de Murcia”. Elcomplejo conjunto constructivo, esta forma-do por tres alineaciones adosadas, de pilasy bóvedas pertenecientes a diferentes esta-dios históricos. El primero, presume,correspondería al S. X, según se advierte delos estudios arqueológicos y deduccionesliterarias de diversos autores; las siguientessuperposiciones, más importantes, se handatado en distintas épocas de los últimossiete siglos de vida. Dispone de un desarro-llo de unos 30 metros de longitud, por 8´50de altura, y una achura mediante la sumade dos cajales, paralelamente adosados de5 y 2 metros, respectivamente, entre laAlquibla y la Daba. Por su hueco, se haposado el entubamiento de la acequia, unavez efectuada la prueba de resistencia ycomprobada su capacidad técnica. En cual-

quier caso, precisa de una mayor atenciónarqueológica en sus cimientos, que posibili-te la muestra concluyente de los análisisextraídos en sus resultados expuestos, enfunción de los escasos datos rescatados dela cimentación y núcleo, ante los signosdesaparecidos (destruida la solera de pie-dra de la entrada y salida del puente por lamaquinaria pesada), de sus aspectosestructurales arquitectónicos más eviden-tes, ejecutados por necesidades de urgen-cia, y, lamentados por la falta de coordina-ción, según Informe de 7 de Diciembre de1994, de la Dirección Regional de Arqueo-logía. Esta sujeta a la resolución de la Con-sejería de Cultura, dictaminando su limpie-za general, restauración, y acondiciona-miento medio ambiental.

(B) En relación con el Acueducto de laRueda, cuya agua se eleva de la Alquibla

mediante la Noria,estudiado igualmentepor el Sr. López Cam-puzano, ofrece untestimonio del apro-vechamiento de losrecursos hidrológi-cos, para inundar losllanos sobre los quese asienta actualmen-te la huerta del Sur.Esta especial orogra-fía de altibajos, es elresultado de las dis-tintas crecidas fluvia-les (9), que han for-

Acueductos de la Alquibla y la Daba, sobre la “Ram-bla de las Zorreras”. (Foto Flores Arroyuelo). Daba, sobre la Rambla de Las Zorreras.

Vista de las extraordi-narias proporciones yaltura del Acueducto deLa Rueda. (Foto ÁngelL. Riquelme).

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mado unos tipos de terrazas medias, a lasque como en este caso, se les suministra elriego (huerta de Alcantarilla y Voz Negra), através de esta arcada constructiva. Estaconstituido por 22 arcos semienterrados porlos limos de las inundaciones, en el sectorsobre la rambla de la “Cañá”, de unos 180metros de longitud, 0´80 m. de ancho, y unaaltura media de 8 metros que variará segúnlas alteraciones del lecho, procedentes de laRueda en dirección al Sur; y de un cuerpo dearcos extinguidos (unos cuatro fueron guillo-tinados a principio de los años de 1960, paraatravesar la carretera nacional 340, del Des-vío a Alcantarilla), más un número de tresarcos, enhiestos todavía, que mediante sifo-nes en sus extremos, ejerciendo de vasoscomunicantes, reciben el agua de la Rueda,para regar las huertas del Norte establecidasen el Cerro Ibérico. En su día, se realizaroncuatro catas arqueológicas, que ha demos-trado su amplia cronología, desde la apari-ción de pequeños bronces con el busto delEmperador Constantino (325-337 d.C.),pasando por restos de cerámica romana, enlas proximidades del fondo de sus pilares,

hasta fragmentos ibéricos de los arrastresprovenientes del Cerro Ibérico; con unascapas freaticas superiores que relataron unpasado más reciente árabe y cristiano. Estosdescubrimientos, faltos de mayor estudio einvestigación, siempre sometidos al elevadocosto económico de su elaboración, indicanuna amplísima cronología que podría teneruna relación de origen romano S. IV (Infor-me de la Dirección General de Cultura del 12de Noviembre de 1991), hasta alcanzar laetapa Bajo Medieval S. XV, relacionándolocon la implantación de la Noria actual, en elaño 1451, cuando el Deán de la Iglesia deCartagena, Fernán Alonso de Oña, manifes-taba ante el Concejo de Murcia: “... de cómoen término y territorio del lugar de Alcanta-rilla..., el se disponía a poner en la acequiaMayor de Alquibla una añora que sacaseagua...”; y más tarde, en el S. XVIII, con elReformísmo Borbónico, la reconstrucción yacondicionamiento de los cauces de riego,con lo que el Estado, se convirtió, más queen promotor, en principal protagonistafinanciero de la explotación de la huerta. Elcanónigo Lozano, escribe: “La Alcantarilla,quasi unida a la Buznegra, nos ha rendidoiguales testimonios, es lugar nuevo, según elnombre, como también Buznegra, pero aun-que ambas sus denominaciones sean arábi-gas, los vestigios del suelo deciden por loromano”. Este Acueducto, la Rueda y elMuseo Etnológico de la Huerta de Murcia,fueron declarados Monumento HistóricoArtístico Nacional, por Real Decreto de1757/1982, de 18 de Junio.

CONCLUSIONMucho nos queda por averiguar en

torno al origen de la Alquibla de la Huertade Murcia, cuyo tramo entre la Contrapa-rada y el acueducto de la Rambla de laZorreras, de una milla de distancia, tantainformación puede ofrecer; pero en conse-cuencia, el incipiente interés despertadocon los últimos descubrimientos arqueoló-gicos, alguno de ellos anteriormenteexpuestos, provocará el estímulo de unamayor atención y dedicación, que permitacontrastar tal aspecto, además de por su

Acueducto de la Rueda, semienterrado por los limosde inundaciones durante siglos.

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EL MEDIO Y LA ALQUIBLA DE LA HUERTA DE MURCIA

importancia histórica y patrimonial, porpura curiosidad de lo ocurrido en el pasa-do, que avalado por un progresivo y rigu-roso trabajo de investigación en la ampliazona del triángulo, entre la Contraparada,el estanque o laguna, y, el Cerro Ibérico,unidos por el brazo de la citada acequia,nos proporcionará las claves que todosdeseamos conocer, para resolver lasdudas, que han suscitado distintos puntosde vista, por cuantos han estado pendien-tes o interviniendo en este fascinante yespectacular tema: La existencia de unaprimera huerta romana, que antes lo fueibérica, donde podemos asentir con plenaseguridad, sobre la ocupación ibero-roma-na de la franja superficial expuesta, moti-vo de este trabajo.

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Acueducto semienterrado.