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112 partida de lo que, al final de la década de los años sesenta del pasado siglo, en fun- ción de los estudios de prospección de los fondos oceánicos, complexionaría el ensamblaje de la importante tesis de la “tectónica de placas”. Actualmente, la apli- cación de las modernas tecnologías y el desarrollo de sofisticados procesos infor- máticos están abriendo grandes perspecti- vas a la investigación geológica. Y como de lo que se trata es de infor- mar y dejar constancia de cómo y cuando se produce el principio coincidente del uso de la piedra por parte del ser humano, es por lo que, retrocediendo en el tiempo; en virtud de lo expuesto en el capítulo ante- rior; ampliando la óptica proyectiva ínti- mamente ligada con el proceso evolutivo del hombre; abarcando un minúsculo e impreciso periodo de tiempo respecto al Big-Bang (supuesto instante aceptado como origen del universo y creación de este planeta azul hace veinte mil millones de años, dato enciclopédico enmendado actualmente por la nueva teoría de una formación distinta a la clásica asumida, concibiéndose hace cuatro mil quinientos millones de años, según fundamenta el científico, Jeff Hester, Jefe del Grupo de Astrónomos e Investigadores ASU (Arizo- na State University), he considerado de vital importancia -con nuestro mayor homenaje de reconocimiento a la ciencia por el valor y mérito de los estudios reali- zados con todo éxito en los últimos años-, introducir como elemento vital, el más importante y extraordinario acontecimien- to conocido durante el S. XX, posterior- mente descrito, referente al comentario expresado por sus descubridores en rela- ción con el primer uso de la piedra por el hombre. Instante del análisis orgánico de fósiles pertenecientes al vértice superior piramidal de los primeros seres anteceso- res de nuestro género biológico y que dio “Si supiese lo que estoy averiguando, y, para lo que sirve, no le llamarian inves- tigación” ALBERT EINSTEIN LA INVESTIGACION AL SERVICIO DE LA CIENCIA N o puedo excluir e inhibirme, en esta nueva ocasión documental dedicada al ámbito minero de nuestra Región, del ínti- mo vínculo existente entre el plano geoló- gico terrestre y el proceso evolutivo del ser humano. Ciencia, la geología, frenada por la influencia de la Iglesia hasta el siglo XIX, aportada previamente en el XVIII, con los estudios de cristalografía de Romé de l´Isle y René-Just Haüy, fundiéndolos estrechamente a las investigaciones sobre paleontología del biólogo, George L. Leclerc, que, acompañados por el inicio de la cartografía geológica, enunciaron las primeras teorías sobre el origen, composi- ción, estructura e historia de la Tierra. Sin embargo, a principio del S. XX, habrá que comparar las “neptunistas” del físico Wer- ner Kart (considerando a los fósiles como revelación de que las rocas se constituyen en el mar), y, las mantenidas “plutonistas” del químico James Hutton (quién basándo- se en rocas como el granito y el basalto, decidía por una génesis de tipo magmáti- co). De cualquier forma, fue el mineralo- gista Friedrich Mohs, el creador del for- mateo de la escala de dureza, constituyen- do el más completo vademécum de los sis- temas clasificatorios de minerales y rocas. Finalmente, el geo- físico y meteorólo- go Alfred Wegener, en su libro: “El clima del pasado geológico (1924)”, formulaba la con- trovertida hipótesis de la deriva conti- nental, punto de LEYENDA DE LA EVOLUCIÓN DEL HOMBRE MINERO (II) Ángel Luis Riquelme Manzanera Friedrich Mohs.

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partida de lo que, al final de la década delos años sesenta del pasado siglo, en fun-ción de los estudios de prospección de losfondos oceánicos, complexionaría elensamblaje de la importante tesis de la“tectónica de placas”. Actualmente, la apli-cación de las modernas tecnologías y eldesarrollo de sofisticados procesos infor-máticos están abriendo grandes perspecti-vas a la investigación geológica.

Y como de lo que se trata es de infor-mar y dejar constancia de cómo y cuandose produce el principio coincidente del usode la piedra por parte del ser humano, espor lo que, retrocediendo en el tiempo; envirtud de lo expuesto en el capítulo ante-rior; ampliando la óptica proyectiva ínti-mamente ligada con el proceso evolutivodel hombre; abarcando un minúsculo eimpreciso periodo de tiempo respecto alBig-Bang (supuesto instante aceptadocomo origen del universo y creación deeste planeta azul hace veinte mil millonesde años, dato enciclopédico enmendadoactualmente por la nueva teoría de unaformación distinta a la clásica asumida,concibiéndose hace cuatro mil quinientosmillones de años, según fundamenta elcientífico, Jeff Hester, Jefe del Grupo deAstrónomos e Investigadores ASU (Arizo-na State University), he considerado devital importancia -con nuestro mayorhomenaje de reconocimiento a la cienciapor el valor y mérito de los estudios reali-zados con todo éxito en los últimos años-,introducir como elemento vital, el másimportante y extraordinario acontecimien-to conocido durante el S. XX, posterior-mente descrito, referente al comentarioexpresado por sus descubridores en rela-ción con el primer uso de la piedra por elhombre. Instante del análisis orgánico defósiles pertenecientes al vértice superiorpiramidal de los primeros seres anteceso-res de nuestro género biológico y que dio

“Si supiese lo que estoy averiguando,y, para lo que sirve, no le llamarian inves-tigación” ALBERT EINSTEIN

LA INVESTIGACION AL SERVICIO DE LA CIENCIA

No puedo excluir e inhibirme, en estanueva ocasión documental dedicada al

ámbito minero de nuestra Región, del ínti-mo vínculo existente entre el plano geoló-gico terrestre y el proceso evolutivo del serhumano. Ciencia, la geología, frenada porla influencia de la Iglesia hasta el sigloXIX, aportada previamente en el XVIII,con los estudios de cristalografía de Roméde l´Isle y René-Just Haüy, fundiéndolosestrechamente a las investigaciones sobrepaleontología del biólogo, George L.Leclerc, que, acompañados por el inicio dela cartografía geológica, enunciaron lasprimeras teorías sobre el origen, composi-ción, estructura e historia de la Tierra. Sinembargo, a principio del S. XX, habrá quecomparar las “neptunistas” del físico Wer-ner Kart (considerando a los fósiles comorevelación de que las rocas se constituyenen el mar), y, las mantenidas “plutonistas”del químico James Hutton (quién basándo-se en rocas como el granito y el basalto,decidía por una génesis de tipo magmáti-co). De cualquier forma, fue el mineralo-gista Friedrich Mohs, el creador del for-mateo de la escala de dureza, constituyen-do el más completo vademécum de los sis-temas clasificatorios de minerales y rocas.

Finalmente, el geo-físico y meteorólo-go Alfred Wegener,en su libro: “Elclima del pasadogeológico (1924)”,formulaba la con-trovertida hipótesisde la deriva conti-nental, punto de

LEYENDA DE LA EVOLUCIÓN DEL HOMBRE MINERO (II)

Ángel Luis Riquelme Manzanera

Friedrich Mohs.

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origen al conceptofísico material yenvoltorio del orga-nismo de inteligen-cia del que goza-mos hoy, herenciade la génesis delhombre; simbiosisobligada en su con-tacto con la geolo-gía mineralógica de

la corteza terrestre, de la que ha necesita-do para transformarse en progresiónascendente de supervivencia. Transcursode tiempo, representado por dos tenden-cias opuestas, la de Spencer, y, la deEngels, cuyas perspectivas asumieron laevolución del ser humano, respectivamen-te, desde lo biológico e individual, en con-trapunto de lo económico y social, concep-tos que recogieron en ambos sentidos,influidos por el propio fundamento temáti-co publicado por Darwin, acreditando antela Linnean Society de Londres, a Wallace,como su codescubridor, mensaje que, reci-bía el vinculo existencial del mundo natu-ral y el mundo animal en único proceso dedesarrollo, tal cual avanzaron todos lospensadores, desde los clásicos, hasta losconcernientes al bien entrado s. XVIII,representados por Lamarck.

SÍNTESIS DEL ORIGEN EVOLUTIVOUno de los reportajes de animación e

imagen de mayor espectacularidad creadohasta la fecha sobre la evolución de laespecie humana, se acaba de realizar acargo de National Geographic; bajo ladirección de los más afamados y prestigio-sos científicos del momento (más de 70especialistas de investigación en las distin-tas materias y modalidades relacionadascon los fundamentos del origen de loshominidos del orden de los primates), y,con los auspicios de la prestigiosa cadenainglesa de televisión BBC.

En tanto en cuanto, no es intención deesta breve introducción posterior de apro-ximación al hombre -íntimamente vincula-

do con la tierra, con la piedra, con la roca,con la materia física que descuartiza parasus intereses y uso personal en aras desobrevivir, sin duda, más por intuición,que, por imaginación-, extenderme en unatemática de infinita ciencia y elucubración,de la que será imposible determinar concerteza, más allá de, lo descubierto sobre elorigen de la vida; instante que nos refrescala memoria, al conferirlo basado en la lógi-ca deducción contemplando aquél procesomilagroso, cuando la nebulosa que formóel sistema solar se enfrió y creó nuestromundo terráqueo. Recordemos que, laaceptación de la ciencia lo explica en virtudde un concepto genérico simple, ocurrido,consecuentemente, con la solidificación dela corteza terráquea, causa de aquella pri-mera y ligera atmósfera arrastrada porvientos de procedencia solar, y, donde sunúcleo de intensa actividad volcánica, pro-dujo una inmensa emisión de vapor con-vertido en agua que se condensó formandolos mares, a su vez, constituyó el ciclo deevaporación-precipitación, envolviendo laesfera de una capa gaseosa (aire, compues-to por nitrógeno, oxigeno, hidrógeno, ele-mentos monoatómicos, dióxido de carbonoy vapor de agua), protectora de energíasnegativas de procedencia externa. Des-pués, se tiene constancia probada delintrincado proceso gestor de existenciamolecular. La primitiva, paradoja del desti-no ausencia de oxígeno y ozono (elementosimprescindibles de vida), permitió unagran radiación ultravioleta solar, por la queaparecieron en el agua moléculas sencillas,que evolucionaron, mutando en complejasespecies de grupos celulares fundiendo susfuerzas al amparo de la creación de sumembrana. Seres anaerobios que apren-dieron a utilizar la energía solar mediantela fotosíntesis, lo que, a partir de ahorageneraría el factor principal de la antino-mia existencial de los seres. O sea, de lacontradicción medio ambiental de las leyesde vida, surge la fluidez productiva de oxí-geno y ozono, imprescindible y necesario;

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Alfred Russel Wallace.

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PRIMER USO DE LA PIEDRA COMO UTENSILIO

Se desconoce por los científicos los fac-tores que favorecieron la evolución de este“Homo”, hacía un cerebro más grande ycomplejo, rasgo físico y definidor del hom-bre moderno, alcanzando el grado de“Habilis”, denominado “Zinjanthropus”(“Hombre de África Oriental”), por el pri-matólogo británico John Napier y el espe-cialista en fósiles Philip Tobias, cuyos res-tos descubiertos a principio de 1960, en lagarganta de Olduvai (Tanzania), por losinvestigadores, Mary Douglas, y, su espo-so el paleo-antropólogo de origen keniata,Louis Leakey, comunicaron al mundo (elmás grande acontecimiento –al que nosreferíamos al principio de este texto–, aldescifrar la inteligencia del homínido porsu manual actividad lítica), el trascenden-tal descubrimiento de proyección arqueo-lógica, con el siguiente argumento textual:“...procede reconocer que, supone esegran momento del que podemos entendercomo el principio generador con que seinicia la capacidad y habilidad humanapara fabricar y usar utensilios, en espe-cial útiles de piedra”. O sea, valiéndose desu primitiva propiedad inteligente, adqui-rió la destreza suficiente para inventar yproducir objetos en serie, transformandola materia prima de la piedra, en elemen-tos industrializados de primera necesidad.

donde respectiva-mente, el oxigeno,ocuparía el volu-men ambiental delespacio comprendi-do entre la cortezaterrestre y la

atmósfera, y, el ozono, inundaría el techoatmosférico para proteger a la Tierra de laradiación ultravioleta del Sol. Circunstan-cia casual que, hizo posible la generaciónespontánea de colonización molecular ensuperficie de zonas donde con anterioridadnunca pudo existir la esencia del ente, cita-do ya en su tiempo por Aristóteles, confor-me a lo que entendemos como tal ser conpoder de crecimiento y movimiento.

Por ello conviene recordar que, ate-niéndonos a lo que la investigación cien-tífica nos informa (relatándose a conti-nuación la “evolución” de la manera mássimplificada y simple posible), sobre lateoría de que fueron los hominidos enÁfrica durante el mioceno, allá, entre 23y 15 millones de años antes de nuestrosdías –periodo reciente con respecto a lacreación de nuestro planeta hace miles demillones de años–, concretados en laespecie más conocida y correspondientea un grupo de primates denominado conel nombre genérico de “Proconsul”, quie-nes desarrollaron su capacidad intuitiva,presentando características de sugerenterelación con ese otro antepasado comúnde simios y hombres con ausencia decola. Este, a su vez, sufriría diferentes einfluyentes radiaciones, durante el perio-do de segregación genética, que supues-tamente se transformaría, 7 millones deaños después, en el “Afropithecus”,diversificándose en varias especies debipedación catalogadas; y así, sucesiva-mente, hasta ese momento en que dotadode previo raciocinio, como se aportaba enel artículo anterior, nos encontramos conel género “Homo”, del que tenemos cons-tancia de su aparición hacia la progresivamutación humana, hace 2´5 millones deaños.

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Busto de Aristóteles.

Mary y Louis Leakey con el fósil Zinjanthoropues boi-sei, que Mary encontró en 1959.

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Sin duda, es a partir de esta fecha, implí-cita al “Habilis”, cuando la piedra se haceimprescindible para la evolución de laespecie humana.

Continuando evolucionando, mástarde, en su proceso de dispersión migra-toria en el pleistoceno (a una velocidad dedesplazamiento, depredando entre elmedio ambiente natural, de un 1´5 Km.,cada veinte a cien años), consta como hacecasi un millón de años, pertrechado deutensilios de piedra -algunos convertidosen armas de defensa y de caza-, presumeirrumpir en Europa, por sendas orienta-ciones de Norte y Sur, el primer homínidode “Homo Erectus” que la poblaría, con lahipotética finalidad de proseguir en laaventura del conocimiento del medio geo-lógico en que se desenvolvía. Además,optando por la imprescindible búsquedainstintiva para encontrar la despensa denutriente primaria de carne y agua, quedebía ir acompañado del lugar o zona derefugio apropiado, bien fuese grieta, fisu-ra, cueva o caverna en sierras y montañas.Abrigos con los que se familiarizó desde elprimer momento, aprendiendo a aprove-char sus cualidades, no sólo de protección,sino de la tesis deducible sobre su averi-guación de fragmentación de la piedra demayor dureza para fines domésticos,defensivos y económicos, en lo que podrí-amos considerar la primera labor de pre-minería. En consecuencia, el asentamien-to, quedaba supeditado al esquilmado yextinción del territorio utilizado para lasubsistencia, agravado por el siempreconstante cambio climático, que le obliga-ba (al no haber desarrollado útiles eficacespara caza mayor, muy lejos todavía de sudestreza para cosechar y producir agricul-tura), a continuar su viaje en su peregrinodeambular itinerante, llevando consigoaquellos elementos líticos (en algunoscasos heredados por el líder del grupo), deindispensable uso para sus necesidadesbásicas.

No obstante, los científicos tendrán que

proseguir en el estudio comparativo entrelos grandes yacimientos encontrados yaquellos nuevos que se descubran (relacio-nados con fósiles humanos, animales, y,útiles de piedra, algunas de estas proce-dentes de distancias de ininteligible expli-cación), para determinar con mayor preci-sión y exactitud los factores que impulsa-ron y permitieron al ser humano aventu-rarse, por primera vez al exilio, fuera delterritorio africano, proceso denominado:“Hipótesis de la Emigración de África o deSustitución”, comparándose con su homó-nima la “Hipótesis Multirregional o deContinuidad”, por haber surgido del análi-sis biológico de la mezcla de pequeñaspoblaciones hominidas geográficamenteaisladas en intercambio de “flujo genéti-co”. Sin embargo, los genetistas, basándo-se en la molécula del ADN, contrastandosendas teorías, les hace concluir con elresultado de inclinarse porque ambaspoblaciones emigrantes compartieron unaherencia de células mitocondrias comuneso líneas genéticas procedentes de lamisma especie de primate.

Atendiendo lo anterior, pese a las tesis

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José Gibert.

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nes influyo posteriormente para establecerel encuadre de todos aquellos grupos deeconomía basados en la caza y la recolec-ción del pasado o del presente.

Pero es Javier Mangado Llach, quienen el Primer Simposio sobre la Minería y laMetalurgia Prehistórica y Antigua en el SW(suroeste) Europeo, tras un concienzudoanálisis dedicado al hombre en su inicialcontacto con el concepto de la cueva-caverna como lugar de aprendizaje a lamineralogía, quien despliega la teoría con-cebida como el proceso de: “Aprovisiona-miento de recursos minerales durante elpaleolítico y el neolítico de Europa”; ofre-ciendo explicación introductiva sobre elinterés demostrado por los grupos prehis-tóricos en la explotación de las materiasprimas, comparándolo al proceso que aná-logamente hemos seguido estudiando laantigüedad con investigación conforme ala propia disciplina arqueológica. Un mag-nífico trabajo de referencia sobre lo quepodríamos entender como el primermodelo de minería que nos acerca a losmecanismos de aprovechamiento y provi-sión; sistemas de factoría de recursosabióticos; finalidades de la extracción líti-ca; el uso del material por parte de gruposcazadores-recolectores del paleolítico; lainvestigación cercana en este sentido apuntos estratégicos dentro y fuera delentorno del Levante ibérico; la íntima rela-ción con la historiografía de la arqueologíaminera, y, en especial, un texto dedicadocomo final de su estudio a las técnicas deexplotación minera neolítica, que por sen-cillo y sucinto, merece su trascripción, taly como reza:

“La explotación sistemática del sílex,con una finalidad de producción de mate-ria prima que podríamos definir como casi“industrial”, sólo podía asumirse median-te el hurgado y descascarille de las for-maciones geológicas, en las que estematerial se encuentra en posición prima-ria. En función de las características delafloramiento se pudo desarrollar desde la

de los hallazgos, respecto al Hombre deOrce (Granada) («con supuestas eviden-cias de más antigüedad que Atapuerca,pese a que en el yacimiento burgalés,recientemente se han hallado más restosde hominidos, y, un “premolar” humano enla Cueva de la Sima del Elefante de hacemás de un millón doscientos mil años»),que fue encontrado por el paleo-antropólo-go, José Gibert, al que se catalogó comoprimer homínido de Europa procedente deÁfrica, se convierta en contradicción con elúltimo descubrimiento, a principio de2006, de las porciones de esqueleto de losyacimientos de fósiles localizados en China(complicando la teoría que determinaba,que el “Homo Sapiens”, nace en el conti-nente africano). Sin ánimo de polémica -puesto que este foro no es el lugar-, debe-mos continuar constatando (hasta tantolos estudios no sean definitivos), la teoríadesarrollada durante este periodo de laespecie, sobre el recorrido itinerante del“Homo Erectus”, abordando y cruzando elEstrecho de Gibraltar para introducirse enla península ibérica, paralelamente, con elconocimiento evidente de que los gruposmigratorios análogos, cuya huella se loca-liza en Eurasia, se extendieron hacia elSur de Europa, para finalmente, tras unlargo periodo de milenios volver a coinci-dir (supuestamente con costumbres y evo-luciones distintas), en diversos lugares denuestra península, e, incluso de estaregión.

MINERIA PALEOLÍTICA Y NEOLÍTICAEl etnólogo inglés John Lubbok, en

1875, acuñó los términos “paleolítico”(paleo=antiguo y lítico=piedra), y, “neolíti-co” (neo=nuevo y lítico=piedra), refiriéndo-se a las primeras comunidades en el pleis-toceno de la Edad de Piedra, etapa que secaracterizó por el laboreo de este materialmediante la técnica de talla o piedra puli-mentada. Periodo revisado y desarrolladopor el antropólogo americano Lewis Mor-gan, cuyo estudio con estas denominacio-

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explotación más sencilla a cielo abierto (através de trincheras y fosos), hasta la sub-terránea más compleja disponible por lageología natural o la construcción en par-ticular (pozos, galerías, cámaras y estruc-turas compuestas).

El primer paso para establecer unaexplotación minera debió ser la individua-lización del surgir o brotar del materialdeseado, hecho que supondría un procesode tanteos sucesivos, por parte de losmineros prehistóricos, hasta alcanzar unconocimiento que podríamos definir comoempírico, a partir de la aprehensión de lascaracterísticas geomorfológicas de losafloramientos de una determinada áreageográfica (Di Lemia y Galiberti. 1993).Dicha individualización pasaría ante todopor el examen del grado de integridad delmaterial a explotar en relación con suencajadura o acoplamiento previsto. Laintegridad del sílex debió constituir el pri-mer parámetro discriminante para laexplotación del recurso. La selección delsistema de explotación pudo contar conotras variables de conocimiento excluyen-te, entre las que cabría esperar la consis-tencia del estrato ajustado, de cuya esta-bilidad depende la solidez continuada dela estructura minera. De este modo losniveles blandos horizontales perfectamen-te consolidados y homogéneos podríanpermitir la excavación de grandes espa-cios a lo largo del estrato silíceo (cáma-ras). Por el contrario, los fuertes comple-jos tectónicos, apenas permitirían laexplotación mediante estructuras vertica-les (pozos), u, horizontales estrechas yalargadas (galerías).”

Javier Mangado, al igual que trata eltema de la explotación neolítica, comentalas formas de extracción minera, precisan-do el uso de instrumentos ligeros como elasta del cérvido, huesos y colmillos paradilatar las fisuras existentes en la acometi-da, y, donde la dureza es más resistente, elempleo de picos o mazas de sílex. No olvi-da lo concerniente a la cultura del material

auxiliar asociado a las minas, que debióser muy amplio, donde la materia vegetaly la animal perecedera es variable para laconfección de cestos, mangos, escaleras,puntales, cuerdas, o, bien, atendiendo laconveniencia o necesidad, el uso de mate-rial de cualquier procedencia, tal como loindica el hecho de utilizar escápulas comopalas y recogedores. Termina haciendouna alusión deductiva e inteligente sobreel origen de la minería subterránea neolí-tica, y, la imprimación del carácter emi-nentemente social y económico por el quese rige, conforme al entorno simbólicorecuperado de elementos iconográficos,restos inhumados, ajuares o restos defauna de uso ritual documentados, que nosconfirma el alto grado de sofisticación dela actividad minera durante la Edad dePiedra.

Otro trabajo de Xavier Terradas, com-plementa el de Mangado, al intitularle:“Los contextos de producción lítica y lasactividades extractivas de materias pri-mas minerales en sociedades cazadoras-recolectoras prehistóricas”. Abarca desdeel apartado de la gestión de los recursosminerales; los contextos de producción;recolección, extracción, y, concluye con elproceso de transformación inicial de lamateria prima, supeditado a la configura-ción en morfologías óptimas para la finali-dad social requerida.

La profesora, María Josefa Villalba,del Departamento de Prehistoria de la Uni-versidad de Barcelona, igualmente en aná-logo aspecto contributivo a los anterioresexpuestos, emite un profundo y estimableinforme en relación con la: “Minería neolí-tica en Europa Occidental: El sílex y lacalaíta”. Previa introducción en ambienteneolítico, nos aproxima a la formación ycomposición del sílex, como materia primapor excelencia; a las estructuras de extrac-ción mediante galerías de planta simple oirregular; la ubicación de los grandes com-plejos mineros de sílex; y, en otro orden,no pierde la oportunidad de tratar las

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del recipiente cerámico de Can Tintorer,denominada “La Venus de Gavá”, confir-man el aura de un ser que adquiere lacategoría y derecho de pertenencia a laraza humana, en virtud de la muestra devalores naturales, cualidades místicas ydesarrollo ascendente de su destreza inte-lectual, sensitiva y artística.

Siguiendo con la evolución de la espe-cie, indiscutiblemente, el precedente másconcreto, para tener una idea aproximadade este proceso evolutivo, habrá que cen-trarlo especialmente en el origen de nues-tra propia especie, el “Homo SapiensSapiens”, como punto de partida temáticomás controvertido y debatido de la paleo-antropología; pues se mantiene la incerti-dumbre, si el hombre moderno, provienedel “Erectus”, o, “Neandertal”, este último,descubierto en la Cueva Feldhofer en elValle (Valle, en alemán = “thal”) de Nean-der (Alemania), perteneciendo a un perio-do máximo de hace sólo 200.000 años, conun alto nivel de sofisticación cultural, des-tacando por el simbolismo de costumbresy rituales funerarios con el enterramientode sus muertos y la primicia de fabricaciónde complejos utensilios de piedra del tipoconocido como “musteriense”. Sin duda,en ambos casos, podríamos identificar elconjunto de características y rasgos físicoscomo muestra de un lógico precedente denuestros semejantes antepasados.

De ahí que la Comunidad Científica,una vez aportadas estas pinceladas y por loextenso del tema -aunque las hipótesis enlitigio son complejas y controvertidas-, sin-tetizaremos expresando que, sus más des-tacados especialistas, han llegado al acuer-do general de la aceptación investigadorasobre la “Teoría o postura del Compromi-so”, en cuestión, atendiendo a que: “... laexplicación en relación con los elementosde coincidencia evolutiva, expuesta en lasdiversas hipótesis, hacen razonable y com-patible los orígenes del hombre”.

Posteriormente en su camino de creci-miento inteligente, creó su estado de con-

mineralizaciones de aluminofosfatos, consu protagonista la “calaíta” (turquesa), quedebido a la dificultad de obtenerla y visto-sidad física, se convertiría en material pre-ciado y deseado con propio valor intrínse-co, suponiendo un nivel de prestigio socialpara aquellos que la poseían; advirtiendode la escasez de este tipo de yacimientos,y, la complejidad de su explotación, refle-jada en otra investigación vinculante: “Ori-gen y distribución de minerales verdes”,de las minas neolíticas de “Can Tintorer”en Gavá (Barcelona), realizada por la cita-da M J. Villalba; y, compañeros, AnnaBlasco y Manuel Edo. Pero el interés deeste documento se aprecia al hacernosparticipes de los aperos de utillaje y talle-res; el hábitat común, y, en especial, elprincipal sentimiento del minero prehistó-rico, motivo de este texto articulado testigode una extensa recopilación de datos téc-nicos, pero con un claro deseo y marcadofondo romántico, confiriendo al hombre, elalbedrío de adjudicarse el animado espíri-tu soñador, sensible e impregnado de fan-tasía elucubradora, que se precipita haciala atracción del mito.

La existencia de una mitología aplicadaa las prácticas mineras es un hecho cons-tatado a lo largo de la historia, y, pruebade ello, se deja ver en el neolítico con ves-tigios de tipo mágico-religioso, medianterepresentaciones esquemáticas gravadas oesculpidas en las paredes de galerías dedi-cadas a la explotación lítica, o, en su caso,avalado por el hallazgo de esculpidos,esculturas y pinturas rupestres en lasparedes de cuevas y cavernas, utilizadascomo autoabastecimiento mineral. Fabu-lación histórica perteneciente al conscien-te y subconsciente del minero ancestral,mantenidas en continuo proceso de inspi-ración artística a lo largo de milenios.Ciervos gravados en fragmentos de sílex omotivos de estrías cruzadas en el mango;divinidades anónimas y misteriosas; o laspropias representaciones antropomórfi-cas, emblematizada en la figura femenina

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ducta cultural, asentamiento, vida social,cuidado paternalista, emparejamiento, ymodelo de subsistencia (subsistencia:cuando el espacio dispone del conjunto denutrientes imprescindibles para el susten-to de la vida humana; lo contrario desupervivencia, que supone sobrevivir enun lugar esquilmado y hostil, desprendidodel nutriente que tenía, ahora inexisten-te), pero donde mayor y fundamentalmen-te sobresalió su potencial deductivo, fue enla proeza de inventar la utilidad de unaroca con dureza, para construir herra-mientas de piedra sólida, desarrollandouna técnica a la que se le ha denominado“quebrantamiento lítico”, consistente engolpear una piedra contra otra, hastaobtener el formato deseado. Por lo curiosodel procedimiento, diremos que, esta pri-mera forma de fabricación de utensilios depiedra (comprobada su existencia en elyacimiento de Oldowan, antes citado),pasaba por el uso de una piedra redondadel tamaño de la mano (piedra martillo),percutiéndola sobre una lasca angulosa oesquirla de sílex (lisis de moldeo), extraídapor lo habitual -percatados de la mayordureza- de una cueva o subterráneo, paraconcebir bordes afilados cortantes. Fabri-cación dedicada a herramienta para ras-car, sajar, o, partir carcasas de animales;romper huesos para sacar la médula; lim-piar pieles (faena inteligente del desmem-bramiento de la presa para trasladar alcobijo o refugio en evitación de que otrospredadores les arrebatase la pieza), y, enotro orden de usos el afilar palos destina-dos a desenterrar raíces y tubérculoscomestibles, o, puntas, unidas a varascomo armas de caza y defensa. Igualmen-te, se tiene probado el hecho del uso de“piedras yunque” (dos piedras, una debase, y, la otra a golpe de mano), paraabrir frutos de cáscara dura (nux -nuez-;amygdala -almendra-; corylus -avellana-;etc.); sorprendentemente, al igual que hoydía hacen los chimpancés. Este comporta-miento contrasta con la estrategia de ali-

mentación que, seobserva, han man-tenido sobre lamarcha otros gru-pos de primates.En la búsqueda demejores piedraspara hacer estosutensilios quetransportaban a loslugares de hábitat ode transformaciónde alimentos, nosdejan, y se haceobvia, su estanciade pasaje, con la

muestra de fragmentos y restos personalesen oquedades o concavidades de montes ysimas. La depurada técnica “Achelense”, y,después, el cada vez más simétrico y per-fecto método “Levallois” (término bautiza-do por Henrí Breuil en el S. XIX, y, especi-ficado como sustantivo, en lugar del adje-tivo “levalloisiense”, por François Bordes,entendiendo que el método es una formade producir lascas, nunca una culturaespecífica), fabricaron puntas para lanzas,cuchillos, y, otro tipo de herramientas conmateria lítica de gran efectividad, median-te un complejo procedimiento de lascadoconsistente en una preparación especialde la cara superior del núcleo con opcio-nes de periferia y plataforma de percusión,para conseguir preconcebir o predetermi-

nar, total o parcial-mente, la forma y eltamaño de la lasca,antes de haber sidoextraída con desti-no a la talla líticafinal.Entre tanto, surgi-ría otro elementode vital importan-cia en la evoluciónde la minería: ElFuego. Diferencia-das opiniones ilus-tradas, han predis-

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Hachas de mano achelen-ses encontradas en Kens.

Gran lasca Levalloisachelense.

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por esta vieja actividad, Egea Bruno; RosAmorós; García Ruiz; Díaz Martínez; Gui-llén Riquelme, etc.), destaca la noticia–ampliada en el artículo anterior–, sobre eldescubrimiento de las Cuevas de Morata yRamonete (Mazarrón), y, sus yacimientosconteniendo sílex, herramientas de piedra yútiles de hueso y vegetal, con altísima cro-nología de ocupación y hallazgos de cráne-os humanos, anillos, pendientes, brazaletesde plata y oro, además de objetos de cobrey bronce, hallazgo exclusivo y privativo dela sutileza investigadora del ingeniero yarqueólogo belga, Luis Seret, cuando diri-gía las explotaciones mineras de las sierrascosteras de Murcia y Almería, relato quedaría para llenar páginas infinitas, pero sinduda, es la prueba de mayor evidencia delhombre prehistórico en nuestra geografía.

Pero a mayor abudamiento nombres deprestigio de Cayetano de Mergelina; Eméri-to Cuadrado o M. Jorge Aragoneses dieron

puesto sus conjeturas sobre la forma dellegada del “descubrimiento del fuego” alhombre, hace aproximadamente quinien-tos mil años. Si todas o una de ellas, es lalínea de mayor verisimilitud primitiva deluso de este fenómeno químico cómo:¿prendimiento de una astilla por la erup-ción de un volcán?; ¿incendio fortuito deun pajonal?; ¿restos de fuego en la caídade un rayo?, es lo que menos nos preocu-pa, pero lo ciertamente demostrado esque, el primer método aplicado sería elinvento por el que, frotando una punta depalo seco, introducida y rotada en unpunto de madera, conseguiría una levellama en la rama de menor dureza, quejunto a otro proceso consistente en friccio-nar una liana en una ranura efectuada enla madera, se transformaría la pequeñagraja o rescoldo, que prendería facilmenteen otro elemento combustible. A partir deeste instante conllevaría el gran cambio enla forma de pensar y entender la calidadde vida del hombre primitivo. Cuando esteelemento fue dominado, el avance civiliza-dor comenzó a posibilitar nuevas expecta-tivas de futuro. No sólo se admitiría paracalentarse, cocinar alimentos o cocer elbarro, sino que, comprobarían que la fuer-za del calor generado, producía alteracio-nes químicas hasta en los propios materia-les que extraían de las vetas metalíferasencontradas en algunos lugares líticos. Portanto, el siguiente paso, consistiría en pro-veerse de fraguas y hornos para derretirmetales y la construcción de moldes y arti-lugios de cantería con los que fabricar laspiezas que iban a proporcionar la revolu-ción de la primera industria minera.

EL PALEOLÍTICO Y NEOLÍTICO MINERO DEL SURESTE

De lo mucho escrito sobre minería ennuestra Región por distintos autores(Monastério y Correa; Botella y de Hornos;Cañabate Navarro, Pato Quintana; Ferrán-diz Araujo, y actualmente otra nueva gene-ración de interesados entusiastas atraídos

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D. Pedro A. Lillo Carpio. In memorian.

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páginas de gloria a la historia arqueológicade la Región de Murcia.

En la Revista Cangilón número 23, en miartículo: “Fuentes, manantiales y ramblas enla historia del Parque Regional El Valle”, sedaba cuenta de las Cuevas del Muleto, y, delPeinado, de origen prehistórico, con hallaz-gos de cerámica y sílex, zona estudiada conel esmero característico de un gran arqueó-logo que, recientemente, nos ha dejado,nuestro gran y respetado profesor y amigo,D. Pedro A. Lillo Carpio, a quien, sus com-pañeros J. M. García Cano, E. Conde Guerriy V. Page del Pozo, le han tributado un mere-cido y reconocido homenaje con la recopila-ción de casi toda su obra de investigaciónsobre la cultura ibérica, con los títulos: “I.Materiales arqueológicos” y “El Santuario dela Luz (Verdolay, Murcia)”, tomos ambos,cuya brillantez, riqueza, metodología y rigorcientífico de sus contenidos deben ser ejem-plo del buen hacer que inspira la sabiduría,así como documento y herramienta obligadapara el investigador interesado por elmundo ibérico, y, el estudioso que aspire aformarse en sus materias descritas.

No obstante, la huella de este paleolíticoen nuestra tierra, ha sido magistralmenteestudiada mediante informe entregado en1992, y, revisado en 1999 para las Memo-rias de Arqueología Regional, por un riguro-so equipo de trabajo constituido por misadmirados y estimados amigos, los arqueó-logos, D. Manuel López Campuzano; D.Tomás Rodríguez Estrella y D. Ricardo Mon-tes Bernárdez, referida a una zona próximaa la confluencia de los Ríos Segura y Mula,denominado yacimiento de “Las Toscas”(Molina de Segura, cuenca de Mula-Fortu-na), donde actuaron desde una perspectivametodológica de la paleografía, y, edafologíadel registro y su implicación en las estrate-gias tecnológicas y movilidad humana enmedios semiáridos, durante el pleistocenosuperior.

También nos adentra en los primerossistemas de refugio humano, el artículoincluido en el número 23 de esta Revista

Cangilón, de nuestro querido compañero ycolaborador, Ricardo Montes Bernárdez,titulado: “De la Cueva a la casa”.

Y de mayor abundancia, los grandesestudios que constan en el tomo 14 de lasMemorias de Arqueología de la Región deMurcia, apareciendo entre otras investiga-ciones de esta temática, la geológica y pale-ontológica de restos humanos y edades de“Cueva Victoria”, situada al Suroeste delCerro de los eremitas de San Ginés de laJara, junto a la pedanía de El Estrecho, delmunicipio de La Unión, realizadas por:Gibert Clols; Lluis Gibert; Ferrández Can-yadel; Francesc Robot; Alfredo Iglesias yPatxo Gibert. Igualmente, la referida a la“Sima de las Palomas” del Cabezo Gordo enDolores de Torre Pacheco, yacimiento conrestos humanos de tipo “Neanderthal”; contrabajos a cargo de Michael J. Walker;Gibert Clols; Mariano López Martínez yAntonio López Jiménez. No menos impor-tante el yacimiento de “La Cueva Negra”,del Estrecho del Quípar en la Encarnaciónde Caravaca de la Cruz, conservando restoshumanos del tipo “Neanderthal”, pormedio de los mismos especialistas expresa-dos antes del Área de Antropología Física, yFacultad de Biología de la Universidad deMurcia, Walker; López Martínez y LópezJiménez. Y continuando en esta línea, el“Abrigo de La Articuela-La Cierva”, por elque ya se define como gran arqueólogoregional, López Campuzano. Los estudiosde arte rupestre prehistórico en Caravacade la Cruz y Motatalla, de Anna AlonsoTejada y Alexandre Grimal. La intervenciónarqueológica en el yacimiento “Los Molinosde Papel” de Caravaca de la Cruz, pormedio de Dña. Ana Pujante Martínez; y,otra muestra más del asentamiento de estosprimeros hombres, a los que hemos segui-do la pista hasta nuestra Región, la tenemosen el esmerado y detallado trabajo de mibuen y querido amigo, y, compañero, D.Joaquín Salmerón, Director del Museo Siya-sa, referido a la “Cueva Sima de la Serreta”,con excavaciones delatando época prehistó-

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ampliando el conocimiento experimentan-do y consiguiendo la domesticación animaly cultivo agrícola (alimentos básicos de ladieta humana). Superado el concepto deagrupación, siguió el proceso de civiliza-ción, con la cosecha y el rebaño, que, con-dujo al almacenamiento de alimentosvegetales y disposición permanente desuministro de leche y carne. Sin embargo,esta vida sedentaria tuvo efectos negati-vos. Se hizo vulnerable a enfermedades,causadas por la falta de determinadosnutrientes, y, la afectación propia genera-da por la insalubridad de sus desechos.

Con la aparición de las civilizaciones(la primera, aceptada entre el X y VII mile-nio a. C., sucedida por Sumeria -actual-mente Irak-), nació el proceso de construc-ción de fortalezas, edificios y monumen-tos, cuya piedra hubo que extraer a granescala, tanto de la superficie como del inte-rior de lomas, cerros y cabezos estratégi-cos que reunieran calidad y cualidad paralos propósitos emprendidos. Ello les hizoaprender a fundir el adobe de arcilla; la calhidráulica para mampostería; cinceladode bloques, para muros, pilares y dinteles;y, el ladrillo, más eficaz y flexible paramuros, arcos y bóvedas; incluso de formacorrelativa, llegando a la máxima sofistica-ción del dominio de la piedra con el proce-so de la selección de canteras de roca ymármol para el esculpido de labrado amano de obras y esculturas que han per-durado durante milenios.

Pero además, se dieron cuenta queentre la piedra aparecían vetas de color yconsistencia distinta a la extraída, cuyaspropiedades físicas estaban compuestaspor lo que mucho más tarde determinaríala geofísica (s. XIX) de Fox; Mallet y Thaleny la geoquímica (s. XIX) de Dobereiner; Bis-chof; Clarke y Niggli: solidez a temperaturanormal; opacidad excepto en capas finas;apreciación térmica; excepcional brillo conbelleza de pulido; y, estructura de efectoscristalinos. En este aspecto habrá que haceralusión a la Edad del Bronce, (a la que se

rica y pinturas rupestres del post-paleolíti-co, ubicada en el borde superior con granapertura a la pared externa del río Segura,en el tramo de la margen izquierda delCañón de Almadenes, encontrándose situa-da en el municipio de Cieza. Tampocopuedo dejar de citar el extraordinarioesfuerzo que se realiza por el Servicio dePatrimonio Histórico, al poner en marcha elPlan de Estructuración de la Región, con lafinalidad de proceder a la protección, valo-ración y conservación del mismo, cuyo pro-yecto ha sido emitido por D. GregorioRomero Sánchez y D. Ángel Iniesta San-martín, proponiendo la carta paleontológi-ca de toda nuestra geografía, como herra-mienta de protección y conocimiento parala catalogación.

Finalmente, conviene reflejar un térmi-no final de aquél primer homínido quepartió del Este central de África, en éxodode improvisación itinerante para concluirpor parte del geólogo Louis Lartet, amediados del S. XIX, con el que será here-dero del “Neandertal”, al descubrir laCueva de Cro-Magnon, lugar del que obtie-ne su nombre. Hombre (unos cincuentamil años a. C.), del que se puede manifes-tar, inequívocamente, como el legítimoantepasado del contemporáneo, cuyo per-fil así lo demuestra, al disponer de frenteabovedada; doble arco superciliar apenasesbozado, y un mentón bien acusado; y,que llegaría a la Península Ibérica haceunos veinticinco mil años -eliminando alprimitivo e inculto Neandertal-, acompa-ñado con un verdadero y sofisticado pro-ceso de fabricación lítica de gran destrezay que anticiparía gran parte de los utensi-lios manuales en piedra que, todavía ennuestros días, se conservan en uso.

Desarrollada la corteza cerebral, indu-jo al ejercicio de pensar y reflexionar, loque motivó el fenómeno fisiológico de lafonética del lenguaje, y, posteriormente,tras concebir la meditación y sensibilidad,creció con la facultad inspiradora del artey el culto funerario; para continuar

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puede recurrir para vincular el principio deminería socializada, o, explotación organi-zada de material incombustible), periodoque se ponen en valor los metales, que yacomenzaban a moldear y flexibilizar, gra-cias y atendiendo el avance de la técnicametalúrgica con fundición. Sin perjuicio deeste invento de progreso, en el que alearonel cobre y el estaño para la consecución delbronce, previamente, ya se habían centradocon interés en la consecución de piedras ymetales preciosos de excepcional aparición.

No nos corresponde tratar aquí losestudios sobre características técnico-estructurales y enumeración de la extensatabla de “metales”, ni tampoco de aquellosque se integran en los “no metales” peroque disponen de elementos químicos conpropiedades físicas. Pero si diremos, con-forme extraemos de los textos de científi-cos del XIX, antes indicados -y en eso con-siste aquél interés del hombre primitivo-,que: “... los metales suelen ser duros alrayado y resistentes a la fatiga, con capa-cidad de soportar una fuerza o presióncontinuada, acompañados por su mejorvirtud: su ductilidad o posibilidad dedeformación sin sufrir rotura.

LA MINERIA DEL COBRE Y BRONCE EN EL SUDESTE

Si antes lo fue el paleolítico en minería,en estos periodos, tras ser dominado conla aplicación de fuego, irrumpe, innovandoy sustituyendo a la piedra y madera, lafuerza del metal moldeable.

Paso intermedio entre la Edad Moder-na de la Piedra(neolítico) y la Edaddel Bronce, lo cons-tituye, el calcolíticoo Edad del Cobre,periodo reservadopara algunas cultu-ras que presentanrasgos claramentediferenciados entreel 2800 y el 1800 a.C., cuyo denomina-

dor común se encuentra en el hallazgo,cuyo principal protagonista, nuestro yacitado y elogiado, ingeniero de minas, LuisSiret -considerado “Padre” de la arqueolo-gía en el sudeste español-, descubrió, conel apoyo y colaboración de su hermano,Enrique, el yacimiento del poblado de los“Los Millares” en Santa Fe de Mondújar(Almería), topónimo que ha dado nombrea esta cultura.

Y es aquí, cuando llegamos a losmomentos históricos de una época (2300a. C.), donde la Historia de la Humanidad,contribuye definitivamente a superar lastrabas de la naturaleza, por medio deexperimentos en la extracción de los nue-vos metales que consiguen obtener enminería. Y en su caso, definen una perfec-ta producción de objetos de bronce, cuyaetapa quedará científicamente denomina-da con el nombre del revolucionario metal.Queda atrás la invención de la cerámica,que supuso la transformación del espacioocupado como objeto útil, y, aparece elinequívoco rigor de una tendencia tecnoló-gica que hace avanzar y desarrollar losprincipios de calidad y cualidad residen-cial. Alcanzan habilidades que superan lasdotes del hombre común, que inventa lametalurgia, como arte independienteregistrado, que representa el poder de los

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Retrato de Luis Siret porJuan Cuadrado.

Moldes de fundición de la Edad de Bronce hallados enla provincia de Zaragoza. (Museo Arqueológico deMadrid).

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nuar la actividad en las sierras de nuestrascostas que por facilidad de carga en suspecios, eran los puntos de mejor puesta envalor para su explotación. Y aunque seconoce que la metalurgia y la minería nosurgieron en un único centro, sino que sonfrutos de experiencias muy distintas, sinembargo, es correcta la coincidencia bási-ca de la aplicación del conocimiento pararealizar el fundido de los metales median-te procesos primitivos, pero correctamen-te productivos.

Si recogemos los signos externos quese aportan por los primeros observadoresen la materia durante el S. XIX, explican-do las apreciaciones del manejo de marti-llos para realizar las excavaciones depozos y galerías subterráneas, y, la exis-tencia de indicios de instalaciones de hor-nos y escorias, nos entrega, una sugestivaimagen virtual, modelo de aprovecha-miento de recursos metálicos en nuestrastierras.

Pero habrá que remitirse a los colonosde “Los Millares” (joya de esplendorosopasado y considerado a nivel internacionalcomo el más importante de los yacimien-tos europeos de la Edad del Cobre), estu-diados profunda y extensamente por Siret,quienes nos proporcionan la informaciónprecisa sobre el proceso, uso y evoluciónde la metalurgia del cobre en occidente,así como la asimilación de oro y plata,metales preciosos, que consideraron degran valor suntuario. Pero lo más sorpren-dente de este poblado, es que se ha podidodemostrar la existencia de una mineríaavanzada y organizada, abasteciendo a laactividad metalúrgica del cobre con unalto nivel de desarrollo. Un complejo siste-ma prehistórico, pero sencillo procedi-miento a nuestro entendimiento, mediantehornos construidos a base de hoyos -reali-zados en el suelo de algunas viviendas-,circundados por un “puro” (chimenea) depiedras y barro; acompañado por lo apa-recido en excavaciones sucesivas: crisoles(recipientes, en forma de vaso plano, fabri-

pueblos que lo producen. Quizá tenganrazón las anotaciones del prehistoriador,cuando señala la primera actividad meta-lúrgica, allá por entre el VII y el V milenioa. C., pero realmente no tiene trascenden-cia hasta el perfeccionamiento conseguidoen la Edad del Bronce, puesto que según seexpone en este breve esquema cronológi-co, puede inferirse a un proceso de larguí-sima duración que obligó a la realizaciónde múltiples ensayos. Un ejemplo lo tene-mos en el estudio de los objetos prehistóri-cos, donde el fundido de bronce con esta-ño en su última etapa, supera la elaboradapreviamente con bronce y arsénico (encuya fusión, tras siglos de uso, se detectóla emanación de gases que enfermaba albroncista), delatando una calidad que leconfiere el definitivo invento de la meta-lurgia en tierras de Mesopotamia, IV mile-nio a. C.

El extraordinario documento de JoséLuis Maya González (S.E.R.P. de la Univer-sidad de Barcelona), titulado: “La mineríadel Cobre durante el calcolítico y Broncefinal en la Península Ibérica”, o sea, unosdos milenios a. de C., establece la inciertasíntesis descriptiva sobre las minas de quedisponían los primeros fabricantes demetal por estos pagos de la Región de Mur-cia y resto de España, pese a los muy meri-torios trabajos realizados por Domergue,para encontrar mayores nexos de infor-mación. De igual forma puede decirse enla actualidad, el dato sobre el infructuosoinventario obtenido de los recursos mine-ros potenciales de la época.

Entendiendo que, se atribuye al Próxi-mo Oriente, Mesopotamia y Egipto, laadquisición del saber de los sistemas y for-mulación para la extracción de los meta-les, como los de la zona meridional deIsrael, en el Valle de Timna, donde se hanvenido realizando investigaciones calcolí-ticas y otras más tardías, abarcando delBronce final a la Primera Edad del Hierro,es evidente que, el comercio fenicio incor-poró los procesos necesarios para conti-

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pedanía de Coy (Lorca), asentándose en el“Cerro de Las Viñas”, o, dentro de la peda-nía de Beniaján (Murcia), en punto deno-minado el “Puntarron Chico” (Cerro,investigado entre 1962 y 1993 por GarcíaSandoval; Lull; Ayala Juan y NicolasVera), dándose el caso de que, en amboslugares, se trabajó la minería y metalurgiadel bronce, que se comunicó por otros cur-sos fluviales, al Noroeste y Nordeste, afin-cándose, además de, en Almería y Murcia,hacia provincias limítrofes, como Alicante,Jaén y Granada.

La pregunta, que sigue siendo la granincógnita de esta aculturación, sobre elporqué, de la elección del lugar en que seencuentran ubicados todos estos asenta-mientos argáricos estudiados, pudieracontestarse, según algunos especialistasen la materia, y, con algunas desavenen-cias de matiz, en la búsqueda por parte dela escisión del hombre del calcolítico final,de filones de aquellos minerales apropia-dos y adecuados para conseguir el bronce.

LA BASTIDA Y UN RECUERDO A SU DESCUBRIDOR

Pero existe, dentro de nuestra geogra-fía regional, ese punto mágico de una granmagnitud argárica, todavía en ciernes demayor estudio y seguimiento, cual colinavisitada por los rumores del pasado, que

ha sido la gran olvi-dada de la arqueo-logía e historiogra-fía. Nos referimosal Cerro de “LaBastida”, junto a laRambla del Ebor,que recoge ademásde la pluviosidad odeshielos de lasvertientes de lascumbres occidenta-les de Espuña, lasdescendientes delmacizo de la Sierrade Tiata, en el tér-mino municipal de

cados con arcilla refractaria y grafito, quese instalaba en la parte inferior de unhorno de fundición, para recoger y acu-mular el metal fundido); o, igualmente lasescorias sobrantes de la elaboración meta-lífera; punzones, leznas, y otros objetosmetálicos, que, demuestran que aunque elcalcolítico no desplazó definitivamente alneolítico, en la fabricación de los objetospropios de empleo para sus necesidadesperentorias, produjo un hito de importan-cia considerable para el siguiente contactocon el bronce, cuyo periodo iría anulandoprogresivamente la funcionalidad de lapiedra.

Dejando atrás el calcolítico coincidenteen su fase final con el “Campaniforme”, sinentrar en la etapa del Bronce Antiguo, cau-sante de confusión en la línea del tiempocon la metalurgia del cobre, y, omitiendo loindicado por Schubart, respecto a las divi-siones de este periodo, expresadas porBlance; me acojo a Isabel Prieto González,en lo expuesto en su extraordinario traba-jo de estudio sobre el Bronce Medio en laPenínsula Ibérica, donde además de suinteresante aportación, digna de tener encuenta cuando se trate esta materia, dejaconstancia nuevamente del inmenso tra-bajo de los Hermanos Siret, quienes reali-zaron la excavación del poblado de “ElArgar” en el Municipio de Antas -al igualque el de “Los Millares-, en Almería (yaci-miento antes referido), y, pese a que, seríaen sus últimos siglos de pervivencia,momento del pleno apogeo de la aplica-ción de las primeras aleaciones de bronce,a partir de este asentamiento humano, eldistintivo “argárico”, se identifica intrínsi-camente con la Edad del Bronce. Periodo ylugar, del que el profesor Vicente Lull,manifiesta: “...modelo y ejemplo para elestudio de las formaciones prehistóricas”.

Pueblo de ideología aristocrática y gue-rrera, la cultura argárica del bronce, en sudeseo de poder y conquista, se extienderápidamente a través de las cuencas de losríos, llegando, a las del Guadalentín, en la

LEYENDA DE LA EVOLUCIÓN DEL HOMBRE MINERO

El descubridor del yaci-miento Inchaurrandieta.

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por la propia decisión de encontrar unalógica conclusión del apunte incurso alperiodo humano de su descubrimiento;donde exclusivamente el embrujo y miste-rio procedente de aquél poblamiento argá-rico, que envuelve la memoria y el recuer-do en el relato del autor, puede justificar elcariño y afecto dispensado, a una zona que,su principal modus operandi y vivendi,sobresale, junto a su dedicación a la princi-pal fuente de alimentación basado en laagricultura, esa actividad, centrada y arti-culada gracias a su asentamiento, próximoa la Sierra de la Manilla, cantera saturadade vetas de malaquita y azurita, de cuyadescomposición mineral se obtiene el bron-ce, deduciéndose su permanente explota-ción durante siglos, y, de la que obtendríanla producción necesaria de este preciadometal requerido para sus propósitos.

Posteriores excava-ciones e investiga-ciones arqueológi-cas de la zona handemostrado laimportancia de estehallazgo de nuestroinsigne ingenierode caminos, Sr.Inchaurrandieta.Yacimiento pro-puesto en la actua-lidad para ser elcentro de mayor

relevancia de la cultura argárica en laRegión de Murcia, donde diferentes sopor-tes informáticos digitalizados, como “ElParque Arqueológico Argárico de La Basti-da”, a cargo del Ayuntamiento de Totana,;y, el, referente a “La Cultura del Argar. LaBastida de Totana”, bajo la responsabili-dad de la Comunidad Autónoma de Mur-cia; Ayuntamiento de Totana; Fondo Euro-peo de Desarrollo Regional de la UniónEuropea y el Organismo, Crecemos conEuropa de la Región de Murcia; secuencia-do, con información histórica, reconstruc-ción del poblado, forma de vida, agricultu-ra, metalurgia, visitas virtuales, y, todo

Totana. Un hombre, ingeniero, esta vez decaminos, amante y estudioso de la geolo-gía y la arqueología, a quien la historia noha pagado su enorme aportación en lainvestigación de los estudios prehistóricosdel Periodo de la Edad del Bronce en laRegión de Murcia, y, al que, algún día,habrá de agradecérsele, infinitamente, sutesón y perseverancia en dicho menester,y, siendo el más honorable embajador ymerecido mentor de la puesta en valor delyacimiento, queda para la posteridadcomo el descubridor de tan extraordinariohallazgo. Me refiero a D. Rogelio Inchau-rrandieta Páez, personaje con el que laRegión de Murcia y la ciencia tiene el com-promiso de reconocerle un solemne desa-gravio conmemorativo, a su tenacidad ycontinuidad investigadora, ante la negati-va, en su día, de aceptársele, su trabajo,por parte del Congreso de Antropología,celebrado en la capital danesa de Copen-hague.

Nos deja el más bello y analítico legadode su trabajo, fundiendo sentimientos,entre lo humano, profesional, periodístico yrestos en urnas cinerarias –que, con laemotividad y sensibilidad primera mequedo–, en un texto original digno de sertrascrito a este artículo, y que, lástima delinsuficiente espacio en el que me veo obli-gado a moverme, sólo tengo palabras pararecomendar y sugerir su lectura. Suficientecon entrar en la página wep: La Bastida –Región de Murcia Digital, puede acceder adicho texto que encierra un cúmulo de noti-cias, impresiones y sensaciones, motivado

LEYENDA DE LA EVOLUCIÓN DEL HOMBRE MINERO

La casa de metalurgia en La Bastida.

Cantería.

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cuanto puede interesar a su destinatario.Dada la proyección que ha de alcanzar anivel nacional e internacional, “La Basti-da”, considero vital, al igual que comentael profesor, Jorge Juan Eiroa, que este pro-yecto, sólo tiene sentido de realización,atendiendo justas y rigurosas aspiracionesde rehabilitación y una mentalidad muyambiciosa, en la que participe un nutridogrupo de especialistas en la materia cons-tituido en comisión, multidisciplinar einterdisciplinar, bajo responsabilidad de laConsejería de Cultura, y, con el asesora-miento y colaboración de la Universidadde Murcia, y, cuantos colectivos sea conve-niente incorporar.

MINERIA Y METALURGIA ANTIGUA EN ESTA TIERRA

A partir de aquí, conviene soslayartoda la sistemática que ha existido en lahistoria del campo de la minería. Pero no,por el contrario, sin dejar constancia, bre-vemente, del esquema en que se ha dividi-do a lo largo y tendido del tiempo el desa-rrollo de esta actividad, en la Región deMurcia, que, en paralelo, evolucionandodesde el Bronce, ha utilizado, la metalur-gia, como arte y técnica de beneficiaraquellos minerales, razón de extracción delos metales contenidos, para ponerlos endisposición de ser elaborados en hornos ofundiciones, donde una vez licuados,pasan a llenar, moldes, hormas, cuños ytroqueles, en función de la geometría dese-ada, marcada en el relieve de estos. Yasabemos que, el oro, cobre, hierro, plomoy mercurio, eran conocidos en la prehisto-ria, pero fue en las antiguas, Grecia yRoma, cuando inician a gran escala, elproceso metalúrgico de estos metales,sometiéndolos al moldeo a la cera; la sol-dadura; y, el tratamiento térmico paratemplar el metal; que sin duda, sería elmismo sistema que emplearon anterior-mente, Tartesos, de los que, junto a Feni-cios, tenemos pruebas de su enorme cono-cimiento en minería y metalurgia, transfe-

rido a nuestros pueblos íberos, puesto queno debemos olvidar que, los primeros des-tacan por su enigmática leyenda de pose-sión de enormes riquezas en metales y pie-dras preciosas, y, los segundos, comoadiestrados y eficaces comerciantes en eltrueque, canje e intercambio –las menosveces adquisición–, entre otras mercancí-as, de oro, plata y bronce de nuestras cos-tas, ocupadas por pueblos mediterráneosa los que se formó y enseñó la función ytarea mineralógica. No obstante, es justoresaltar que, es en la Alta Edad Media, elmomento del mayor esplendor de este sec-tor, con el perfeccionamiento, instauracióny creación de altos hornos, forjas y fundi-ciones; y, a finales del S. XIX, con la rápi-

da inserción de larevolución indus-trial, muchas meta-lurgias de La Unióny Mazarrón, some-ten su proceso (-además de seguirusando los siste-mas tradicionales-),al convertidor Bes-semer (Henry Bes-semer, inventor,

industrial y metalúrgico británico), obte-niendo, con este método, el abaratamientoy mayor economía en la producción delacero, y, por consiguiente, proceso quesustituyó a corto plazo el material de hie-rro, innovación revulsiva que directamen-te, se apoderó del mercado industrial delas fábricas de armas bélicas y de compa-ñías de ferrocarril.

Sin embargo, regresando a la antigüe-dad, hay que reconocer que poco ha cam-biado a lo largo del tiempo, los sistemas deextracción del metal del cuerpo del mine-ral, entendiéndolo como el resultado deconseguir por medios físicos o químicos laseparación de los distintos componentesde que consta la materia a recoger condestino a un empleo o uso concreto. Diga-mos que, la metalurgia se inicia por laspropias necesidades humanas de evolucio-

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Henry Bessemer.

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Minas en época Romana. Su evolución”,dedicando una extraordinaria intuición enla reconstrucción del sistema de organiza-ción y funcionamiento desarrollado poraquella antigua sociedad hedonista delImperio, aplicando unas férreas y rígidasnormas en este territorio conquistado,cuya capital, Qart-Hadasch, fundada (229a. C.) por Asdrúbal, yerno de Amílcar y tíode Aníbal, que los vencedores bautizanCarthagonova, a partir del día que arrojana sus resistentes residentes de esta ciudadde las cinco colinas míticas. Esas reglascentraron la atención especial de los nue-vos moradores, alertados y expectantes dela gran riqueza que contenían las sierrasde la costa, desde Lucéntum hasta los con-fines de Abdera (Adra); continuando laexplotación minera, que tanto provechoextrajeran en metales preciosos sus ante-cesores los Bárquidas (como expresa Dió-doro de Sículo), para mantener dispuestaholgadamente la soldada económica, que,remuneraba a ese invencible ejército mili-tar de íberos, celtas y galos; donde, a pocose lo hubiese propuesto, evitando dividirfuerzas o enviarlas contra Roma -estrate-gia estadista que habría cambiado elrumbo de la historia-, de seguro, podríahaber consumado su victoria sobre su fus-tigado y agotado, principal enemigo, (no

nar, pero las operaciones, pese a la incor-poración de sofisticados mecanismos yartilugios para crear una producciónextensiva, crecen en virtud de mantenerlas propias reglas inventadas desde que suprimera aplicación es una consecución oéxito real. Extracción mineral; seguida deltriturado del material; posterior concen-tración mediante el lavado o flotación;continuando con la tostación o calcinacióna modo de intervención previa; y, ensegundo procedimiento y final, todo elloabarcando, el sometimiento de la disgre-gación y desmenuzamiento último, al con-tacto de la acción térmica mediante fuertesfuentes de calor o fuego, sin obviar situa-ciones de diverso tipo, próximas a la víahúmeda para que remate en forma decompuesto soluble. Es una táctica cuyametodología, sólo modificada o rectificadaen función de mejorar el comportamientodel manejo de su razón, ha permanecidoinvariable en su aspecto de transforma-ción tendente a trabajar primero el mine-ral y más tarde el metal bruto, que, con-cluyendo su conversión en producto parauso industrializado, permitirá su definitivaadaptación a la línea de fabricación pro-yectada, o bien, para uso de aleaciones,laminados, trefilados u otros tratamientosmás específicos, de complejo y exquisitorefinado.

Vuelvo, al igual que en el artículo ante-rior, a recoger testimonios de personasrelacionadas en las últimas décadas con laminería, que por su elocuencia y aclara-ción metodológica me obliga a incluir unbreve relato de introducción que, nos pro-porcione una óptica de mayor perspectivahumana, en aras de conocer aún mejor losdiversos procesos seguidos en esta dilata-da y espaciosa actividad prehistórica.

MINAS A CIELO ABIERTO EN LA REGION

No puedo dejar de citar a J. Mª. Bláz-quez Martínez (U.C.M.), en su trabajo des-criptivo sobre: “La Administración de las

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Ciudad de Qart-Hadasch o Carthago Nova. S. III a.C.

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hay que olvidar que Aníbal, tras sus cam-pañas en suelo itálico, subvencionadas conel valor de los minerales preciosos de lasminas del sudeste, ganó todas las batallascontra romanos, llegando, hasta las mis-mas puertas de la ciudad de los Césares,que pendiente del apoyo del campesinadono decidiría nunca su asalto final).

Mientras tanto las principales fuerzasromanas desplazadas en África a cargo deEscipión, junto a los númidas tenían pre-visto atacar a la debilitada Carthagonova,instante de crucial paradoja, puesto que,tras retirarse Aníbal en ayuda de su capi-tal hispana contra el General, y, enfrentar-se a Lelio y Masinisa, bajo la iniciativa ydirección del romano, sería derrotado enZama el año 202 a. C. (aunque según TitoLibio la batalla se produjo próximo al suro-este de Carthago, perdiéndola tras emple-ar la argucia del uso de atronadoras trom-petas que instigaron al desconcierto yhuida del potente cuerpo militar de elefan-tes de Aníbal), a partir de esta fecha caeríala hegemonía púnica y Roma le arrebata-ría el dominio militar del Mediterráneo,con la conquista y ocupación de todas lasgrandes ciudades construidas durante elperiodo bajo la Autoridad Bárquida, tantoen la Contestania espartaria heredada porAsdrúbal, como la Tramontana de Hamil-car Barca. Ciudades, a las que describenPolibio y Estrabón como: “...ningunas máshermosas y suntuosas en edificios y mura-llas, que las construidas por cartaginesesen hispania...”, y cuya epopeya del proce-so evolutivo de la portuaria nueva capitali-na, es narrada con detalle y exquisitogusto literario en su “Discurso Histórico deCartagena”, por nuestro ínclito el Licencia-do Cascales.

Publio Cornelio Escipión, ordenó deinmediato, : “... continuar la explotaciónde todas las canteras y minas cartaginesasque proporcionen principalmente metalesde plata y plomo con destino a las necesi-dades previstas, cuyos metales seránpuestos a disposición del Imperio, el pri-

mero para cubrir los gastos de las siguien-tes campañas bélicas, y, el segundo, parasurtir a las fundiciones férricas y plomífe-ras de elaboración de tubería que se insta-la en todas las grandes calles de la ciudadde Roma”. Dato, este último, referido atoda la extensa cantidad de tubería deplomo descubierta recientemente bajo elsuelo de Roma, ofrecido por el estudio delprofesor Roger D. Hanse (descrito en ellibro: “La Huerta Antigua del Segura”, de,Flores Arroyuelo; Obón de Castro; RiveraNúñez; y, Riquelme Manzanera. Nausícaä.2003), lo que supone que una parte consi-derable de todo el plomo subterráneo de laciudad eterna, fue extraído de nuestrassierras, y, en lingotes, transportado por víamarítima hasta su lugar de fundido. Unabarra de plomo argentífero en bruto,hallado en el puerto de Cartagena, hoyextrañamente perdido -atendiendo a Bláz-quez Martínez-, procedente posiblementede la colonia Augusta Firma Astigi, lleva lainscripción “COLON AUG. FIRM/FERM”.Lo que deduce por entender que, el centroneurálgico de partida de plomo haciaRoma, era Carthagonova, evidentementepor su mayor entidad en la recolecciónmetalífera, y que, existió algún arrendata-rio, al que se refiere la sigla “FERM”, quetuvo a su cargo el poder de realizar laexplotación correspondiente, pero obliga-do a su depósito en nuestra ciudad portua-ria (motivo por el que se produce el hallaz-go de lingotes en el fondeadero de Carta-gena o Mar de Mandarache), para los con-troles oportunos y su posterior trasladopor mar al destino itálico. Además de laexplotación de los metales explicitados porEscipión, la extracción se amplió a la piri-ta y galena, abundante en los acantiladospizarrosos del Atalayón, en torno a CalaReona.

Ahora bien, si deseamos conocer enprofundidad la minería que se desarrollóen época romana, debemos recurrir a sen-dos y magníficos sintetizados trabajos deinvestigación documental y gráfica, con-

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dores, extendieron su extracción a tierrasdel interior, según demuestran los trabajosde investigación referentes a la arquitectu-ra romana y uso del concrecionado carbo-nato cálcico, respectivamente, de AndrésMartínez Rodríguez: “Capiteles romanos ytardoantiguos de la Región de Murcia”, y,el: “El travertino rojo de Mula (Murcia).Definición de un mármol local”, de BegoñaSoler Huertas. Buena parte de la piedra decalidad y mármol utilizado para las nece-sidades propias y del Imperio, era recursode zonas que todavía hoy se explotan en laRegión de Murcia y puntos próximos cono-cidos de Almería y Granada.

Considerando este aspecto, me heacercado personalmente a lugares dondese practica el movimiento a cielo abiertode producción pedregosa para extraer elcaudal lítico deseado (evitaré nombres yubicación), donde hoy día los colectivosecologistas han creado una concienciaciónsocial que perturba -según me indica cadauno de los trabajadores encuestados-, losintereses del empresario, que, a su vez,produciéndose contrariedad en su afánextorsionador del medio ambiente, lorepercutirá negativamente en el obrero, y,donde pude descubrir la enorme similitudque, debió existir -salvando milenios-,entre este monstruo gigantesco de máqui-nas y vehículos por doquier, aglutinandomaterial para la industria y la construc-ción, con respecto aquél análogo ejercien-te de novato minero primitivo, que, pre-viamente, con un simple y sencillo equiporudimentario, y, en época clásica pormedio de mayores medios, realizó funcio-nes al aire libre, para la extracción demineral y piedra, en idéntica condición ypremeditación, pero en exiguo y minúscu-lo sentido destructor, en relación con elque se produce en la actualidad. Por tantodiremos que, la actividad de cantería, noes sino, la herencia de una labor manualdel hombre primigenio en su contacto geo-lógico. Antes, fueron, personas a pleno ycruento sol de la intemporalidad mítica en

feccionados por Juan Antonio AntolinosMarín, el primero titulado: “La minería yla metalurgia romana en la Sierra de Car-tagena a través de los ingenieros de minasde los SS. XIX y XX”, y el segundo: “Pros-pección minero-metalúrgica antigua en laSierra de Cartagena y su territorio adya-cente”, en el que expresa una breve rese-ña historiográfica; los resultados de lasexploraciones arqueológicas con detalle deubicación toponímica de las minas y can-teras que cronológicamente se identificande origen íbero, romano, árabe o de losúltimos siglos, y, su funcionalidad, conclu-yendo con la propuesta de continuar elestudio de: “... cobertura total que permitacuantificar y valorar conjuntamente elpatrimonio que atesora la sierra mine-ra...”, sin perjuicio de la destrucción, desa-parición o sepultado de otras muchasexplotaciones de esta actividad minera,que nos ha llegado de forma simbólica conel testigo de la anotación bibliográfica o lainformación recibida por tradición oral.

Con el tiempo, al igual que el resto delos distritos mineros romanos, las normasestablecidas en Carthagonova, conferían elmonopolio de la explotación, al único yexclusivo poder del Estado. Tal grado demeticulosidad controladora se alcanza que,en tiempos del Emperador Trajano, ya nosólo es importante el metal, sino a su seme-janza, también lo es la piedra de cantera.Las minas quedaron equiparadas, desde elpunto de vista administrativo, a las cante-ras de mármol, granito o piedra, como sededuce de la inscripción hallada en Itálica,que menciona un “statio serrariorumaugustorum”, o sea: “grupo de canterosimperiales”, o, lo que es lo mismo, funcio-narios privilegiados protegidos con dere-chos concedidos directamente por el Sena-do, titulo exclusivo que acredita la magni-tud y calidad del oficio ejercido.

Carthagonova, establecido el gobiernoromano, estudió la necesidad de unamejor cantería de mármol, y, encontrán-dose extenuados los montes de sus alrede-

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tareas analíticas, observantes de preten-cioso estudio de conjetura servil del mate-rial, y, ahora, mercenarios sacrificados ala hipertermia e hipotermia caduca deldía, sufriendo inclementes condiciones devoluntaria aceptación del medio, en pres-tación y dedicación contractual, benefi-ciando a una entidad económica que ren-tabiliza la explotación, y, perdóneseme laexpresión por su dureza: masacrando elpaisaje y la naturaleza, que, hasta hacebien poco tiempo, exento de responsabili-dad, no aportaba el imprescindible estudiode corrección de su impacto medioambiental en la flora y fauna dependiente.

Hoy día las mismas minas a cieloabierto de antaño, o, canteras, se dedicanexclusivamente a dar servicio a la cons-trucción civil e inmobiliaria, y, en laRegión de Murcia, se calcula un númeroaproximado de 30 factorías de extraccióny explotación, dedicadas al aserradero demármol, piedra caliza y transformación deroca o piedra dimensionada, destacandolas cinco canteras de las sierras de Cara-vaca de la Cruz, y las 4 de Cehegín.

MINAS DE PLACER EN EL MUNICIPIODE SANTOMERA

Aunque prácticamente extinguida estavieja presteza, conviene resaltar que sudenominación procede del contexto en elque se encuentra y desarrolla el trabajo. Osea, corresponde a la criba o recogida delmaterial requerido, sujeto a un laboreodirecto sobre la masa de arena, grava omateriales detríticos sedimentados, quepor meteorización de la roca a consecuen-cia aluvial, han quedado en deposito de loslechos de corrientes de agua o en sus pro-ximidades, ya sean graveras actuales ograveras fósiles desaparecidas, sin descar-tar este tipo de acometida en playas o fon-dos marinos y glaciares. Desde muy anti-guo, se observó la aparición del mineraldeseado en altas concentraciones, liberadoa consecuencia de su fricción y desgaste,en parte o totalmente de la lítica inservible,

supeditada a una constante erosión ante elimparable arrastre practicado por el liqui-do elemento. En este caso, la evidentelabor relativamente sencilla del proceso, enmanos de la naturaleza, ha permitido quela riqueza mineralógica o metalífera, en suconjunto descrita como placeres, haya sidouno de los primeros puntos donde los sereshumanos, centraron su atención primaria.Como referencia anecdótica, F. Javier Sán-chez Palencia (C.S.I.C.), en su artículo: “Laexplotación del oro en la Hispania roma-na”, encuentra diversas fuentes literariasclásicas, haciendo referencia en primerlugar a Plinio, que distingue dos formasdistintas de obtener el oro: “...inventionaturalis” (según se presenta en la natura-leza), o por: “... inventio coacta”, procedi-miento artificial, vinculado al intentoinventivo del excéntrico Calígula, tratandode obtener oro del oropimente (sulfuro dearsénico, utilizado previamente por lamonarquía macedónica, que lo asoció amenas de mispíquel o arsenopirita, sinvalor industrial), descartando entonces,esta segunda acción ante la fácil existenciade lechos de corriente de agua con buenariqueza mineral. Ahora bien, asumiendotres tipos de “inventiones naturales” (tripleextracción atestiguada por Aristóteles),clasificados en: placeres móviles fluviales;yacimientos de aluviones y los de “ruinamontim” o primarios sobre roca.

Así es como Estrabón, recogiendo opi-nión unánime de Posidonio, (según Schul-ten y Lasserre), hace mención citando la

descripción dezonas de explota-ción aurífera hispá-nica (donde sinduda sobresalenAsturias, Las Médu-las y Río Tinto), conindicios en Murcia,concretamente (afalta de mayor con-sistencia contrasta-ble) en el Thader(Río Segura), en el

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Estrabón según un graba-do del siglo XVI.

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consecuentemente conductivas a intrinca-das formulaciones del razonamientodeductivo y comprensivo, proporcionadaspor la infinita y fructífera actividad mile-naria en esta geografía cartaginesa, recor-tada a lo largo de los siglos, por constantesremodelaciones conforme a los intereses ynecesidades de los poderes territoriales encada época.

No obstante, tres sierras principales ysu influencia adyacente, de un profundocarácter mineralógico y explotadas en lar-gos periodos de la historia, conforman lacadena montañosa de la costa entre Cabode Palos y Lomo de Bas, que por su enor-me representatividad son dignas de men-cionar y establecer una extractada reseñade su actividad minera. Acercándonos aun trato definitorio de antigüedad, se res-peta la nominación actual de la sierra,pero queda asimilada a su lugar de empla-zamiento expresado en época de Roma,por entender que con ello se tributa elmerecido homenaje a unas zonas cuyosorígenes fueron motivo de un tratamientode específica actividad minera colectiva,dependiente sucesoriamente de constan-tes culturas y civilizaciones. Las sierrasquedan denominadas y adscritas a lanomenclatura actual, en tres grupos decontexto geográfico distante pero en elparalelo del tramo de costa anteriormentereferido, y, las señalamos como: Sierra deLas Moreras (que por extensión debemosincluirle la de Almenara, de lo Alto y elLomachón); Sierra de la Fausilla y Sierrade la Muela.

SIERRA DE LAS MORERASLa existencia constitutiva por legado,

acotando la demarcación de las lindes delos municipios de España, se vio afectadasen algunos casos por la Ley de DivisiónProvincial de 1833, dejando siluetas desuperficies geométricas, que cambiaron laparcelación y fisonomía de muchos de losterritorios de las Provincias de España,afectando al Reino de Murcia, actualmente

tramo comprendido entre los hoy munici-pios de Murcia y Santomera, y, en dondeSánchez Palencia, expresa textualmente:

“El río Theodorus, (Avien 456) se iden-tifica con el Tader de Plinio y Ptolomeo, esdecir es el río Segura, y según Aristótelesarrastraba mucho oro y lo depositaba ensu desembocadura (De Mir. Ausc. 46). Enefecto, conforme al mapa metalogenéticoprevisor de indicios de Au del IGME, exis-te una mineralización aurífera en lasinmediaciones de Santomera, localidadmuy cercana a Murcia capital. El oro sehalla en las areniscas del Trías (triásico),asociado a menas cupríferas carbonatadasy piríticas. Si el oro a que se refiere Aris-tóteles proviene de la erosión de este yaci-miento, es lógico que señale en especial ladesembocadura del río, puesto que sólopodría encontrarse en los últimos tramosdel curso fluvial”.

MINERIA SUBTERRÁNEA EN LAS SIERRAS DE LA REGION

Podría extenderme al computo generalde sierras que han sido motivo de extrac-ción de mineral en la Región, con expre-sión de clave; género; especie; sistema;serie; y municipio de extracción, ya que,en este aspecto, sólo me tengo que remitira la documentación obrante en mi poder,enviada, previa petición, por cortesía deDoña Isabel Rábano, Directora del MuseoGeominero del Instituto Geológico y Mine-ro de España (Ríos Rosas, 23. 28.003.Madrid). Sobre esta información docu-mental técnica y museística de la geologíasobre la Región de Murcia, cabe realizaruna magnífica tesis, que nos ofrecería elcomputo de toda la riqueza mineral que alo largo del tiempo deparó las entrañas dela formación montañosa de esta geografía.Sin embargo, el embarque de este trabajo,es mucho menos ambicioso de lo que apa-renta, pues manifiesta límites de espacioeditorial y evita entrar en la pura discipli-na del estudio de estructura, fundamento yuso de las expresiones del conocimiento,

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Comunidad Autónoma y Región, y, porextensión a diferentes municipios propios.No obstante, el vinculo de una aldea, lugaro paraje, siempre quedará inserto en ellenguaje popular de sus gentes residentes,como es el caso que nos ocupa.

Aquí queda, la denominada declara-ción paisajística protegida al Sur-oeste deMazarrón, naturaleza y población, separa-dos por la Rambla de las Moreras, de laSierra del mismo nombre de la torrentera,una de las zonas de mayor trascendenciaidentificable con el plomo, teniendo encuenta que en sus estribaciones aparecedesde el eneolítico el Cabezo del Plomo, y,desde época romana las minas de plomode los hoy denominados Cabezo del Moroy de San Cristóbal, montes invadidos deescoriales, donde se ha desarrollado laprincipal explotación de minería de estemunicipio costero.

No existe nadie mejor para describir elespacio geográfico comentado, ascendentedel territorio mineralógico de sus proximi-dades, que su más preciado y virtuosoguardián. Vigía y brújula, testimonio y cró-nica, sentimiento y vocación. Me refiero a,mi conocido y respetado amigo, ademásde pariente -aunque sea en el patronímicogenealógico de la lejanía -, Mariano C.Guillén Riquelme.

A lo largo de los últimos años, periodoal que me he incorporado y encaramadonuevamente, en relación con esta temática

minera, he podido patentizar la trayecto-ria historiográfica producida por el autorde la semblanza, el hito y la investigaciónde mayor volumen y abundancia quejamás se haya escrito y tenido sobre laVilla de Mazarrón. Guillén Riquelme, espí-ritu romántico y soñador, con alma de sen-sibilidad probada, investido de sobradacapacidad intelectual ávida de aplicar porsu esclarecida formación de ingeniero deminas, se le divide el corazón al enfrentar-se el tecnicismo académico, con sus pasio-nes artísticas, históricas y documentalis-tas; o sea, el conocimiento científico indus-trial, contra el genio e inspiración del pin-tor, historiador e investigador, que todaslas desarrolla extraordinaria y magistral-mente. Ya cité algunos títulos de su cuño,pero me debo al justo tributo de reflejarsus méritos, y, nunca mejor homenaje queenunciar algunas de sus obras íntimamen-te relacionadas con la minería de estecarismático lugar mazarronero. En el año1997, escribe su “Mazarrón 1900”. En1998, publica: “Las monedas de plomo deSusaña (Mazarrón)”. En 2001, redacta:“Un siglo en la historia de Mazarrón”1462-1572. De la fundación de las Casasde los Alumbres a la concesión del privile-gio de villazgo”. Durante el 2004, edita:“Los orígenes del siglo minero en Murcia”;y, el último en 2006, titulado: “CrónicaIlustrada de Mazarrón”, con los que cierraesta ingente producción literaria, pero deseguro animado a continuar con esta voca-ción que le domina y posesiona su másrecóndito rincón espiritual de paciente yriguroso indagador.

Poco, por tanto, debo incidir en rela-ción con esta tierra, puesto que todo loimportante, lo remoto y actual sobre laminería, está escrito por Guillén Riquelme-y lo utilizaremos bibliográficamente-,pero me llegan últimas noticias descifra-das que, por anecdóticas, posteriormentea mi contacto humano con el protagonistaminero, bien vale aportarlas.

Llevaba desde bastante tiempo atrás,

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Minas de Mazarrón.

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se encauza, cual música de las temiblessirenas Caribdis y Escila en la Odisea,hacia esos picos y laderas cubiertos defuertes tonos de colores cambiantes con laluz del día, que atienden, lamentablemen-te, a estériles y detritus abandonados a susuerte.

¡Buenos días!, dije en la óptica, pre-guntando a continuación por Mariano, y,muy cortés, diligente, y creo que informa-da de mi visita -quien después sería pre-sentada como su esposa-, me indicaba queestaba a punto de llegar.

No me hizo esperar. En breve, se per-sonó. Un estrechón de manos y como sinos conociéramos de toda la vida. Un res-pectivo café y té en su bar preferido, unoscuantos saludos y unos breves comenta-rios sobre la nobleza y generosidad de lasgentes del barrio, concitó la perfecta sim-biosis asociativa que marcaría la mutuacompañía durante el resto de la mañana.

Dos temas tenía que abordar con subenevolente gestión. La entrevista a unviejo minero del lugar; y, la visita a las vie-jas minas abandonadas, con el deseo deconocer en situ, la de tan trágico y luctuo-so suceso, acontecimiento que recorrió losnoticiarios de Europa, acaecido el día 16de Febrero de 1893, en el Pozo MariaElena de la Mina “Impensada”, nombradacon horror como: “Pozo de los Muertos”, alperder la vida un total de 28 personas; y,de la que mi querido amigo Guillén Riquel-

pergeñando entrevistarme con quien,como antes sinceramente manifiesto, es enla actualidad el más digno exponente ypotencial sobre sabiduría minera de Maza-rrón, Guillén Riquelme. Eran fechas demantener la obligada conversación paraconocer de su propia voz y opinión, asun-tos relacionados con este trabajo. Peroademás, estimaba consecuente, la impres-cindible ayuda que, me dirigiera alencuentro de algún minero de este viejocoto, y nadie mejor que él, para acceder ami pretensión.

Evidentemente tuve que recurrir a lapersona nombrada. El procedimiento, unasimple llamada de teléfono. Pensado yhecho, el interlocutor lo tenía al otro ladodel auricular. Identifiqué mi persona, leinformé de mis propósitos y le pedí cola-boración. La respuesta fue firme y concisa:“... estos días estoy montando mi exposi-ción de pintura, pero cuando termine metienes a tu disposición...”. Fijamos unafecha y hora para reunirnos en mi progra-mada visita a Mazarrón, pero luego unaserie de inconvenientes mutuos, hizo pos-tergar el encuentro. Días más tarde sí,definitivamente, una mañana de primave-ra, con los suaves azules del amaneceracompañando mi ruta y previo acuerdo devernos en su comercio (es Ingeniero deMinas pero la vida le ha llevado a titularseen Optometría, cuya especialidad ejerceprofesionalmente en Mazarrón), discurríapor la pradera semidesértica de la vega delRío Guadalentín, cuando a lo lejos pudeempezar a vislumbrar la silueta de aque-llos montes mineros dibujados bajo lapenumbra de sus ancestros y al cobijo desu progenitora la Sierra de Las Moreras.Conforme me acercaba, venían a mimemoria recuerdos en forma de fulguran-te filmación escénica, sobre otros tiemposarcanos, y, en especial, acerca del impactorecibido, causado por mi presencia casuala las minas a cielo abierto de La Unión. Hede reconocer que cada vez que transito porlas inmediaciones de Mazarrón, la mirada

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Iglesia y Ayuntamiento de Mazarrón.

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me, ha escrito ríos de tinta, desmenuzan-do cada detalle, dato o reseña escudriña-da. Seis años después sería la catástrofe dela Mina “Talia”, con la muerte de otrastrece personas; y, así, desde la remotaantigüedad y sucesivamente hasta el cierrede las instalaciones, una dilatada relaciónde incidencias y desgracias, que podría serindefinida.

Sentados cómodamente en tertulia dis-tendida, en su despacho del sótano de laóptica, apareció quien sería el notable ydistinguido personaje de mi entrevista, D.Diego Tomás Sánchez..

Tras la preceptiva presentación, que,amablemente se encargó de conciliar, nosvolvimos a sentar -esta vez los tres-, paraentrar en los entes aleatorios humanistasdel individuo, con la finalidad de aplicaresa antigua línea platónica, donde eldemiurgo separe la luz de las tinieblas, que,otros filósofos como Parménides lo designacomo el intermediario del mundo de lasideas y la materia, y, Plotino, más profun-damente, lo identifica con la tercera hipós-tasis, o sea, el universo del alma tras el Unoy el Nus, esperando que de la confusa com-plejidad del asunto a tratar, los esfuerzoscombinados de los concurrentes, puedanrestablecer el orden que reconduce al ple-rema plano del contenido a recuperar.

Pasaban unostreinta minutos delas diez de la maña-na. Diego, minero,y, nieto e hijo dehombres de igualprofesión, con sus77 años (8-01-1930) cumplidostiene un aspectojovial, que transmi-te vitalidad, energíay confianza. Perso-na de mundo, deexperiencias vivi-

das al límite de la penuria y estrechez eco-nómica, demuestra rasgos de un rostrocurtido y castigado por las agresiones de la

impureza atmosférica de la mina y del afi-lado sol cortante que, al aire libre de losotros trabajos necesarios para sobrevivir,le ha fustigado sin clemencia. Un metrosetenta aproximado de altura, delgado,muy aseado, de porte gentil y afable,midiendo distancias y hablando lo real-mente interesante, cuanto es concernientea su agitada y zarandeada vida en el ámbi-to del permanente trabajo al que se hadedicado siempre en las minas, tanto enMazarrón como en Bélgica. Demostró uncultivado trato con generosa cordialidad ymanifestó un sentido de la responsabilidady pundonor profesional de manera ejem-plar, pero enviando un constante mensajede justa queja reivindicativa, que definía laprocedencia al sector sindical que habíadefendido durante toda su vida. Ha sidomilitante del Partido Comunista y expresacon orgullo su pertenencia a ComisionesObreras, siendo en la primera legislaturaelectoral de las municipales de 1,979, Con-cejal en el Ayuntamiento de Mazarrón.

Su padre, Diego Tomás Cayuela, natu-ral de Totana, y, su madre, Remedios Sán-chez Bellver, nacida en Mazarrón, tuvieronsiete hijos, de los cuales, él fue el primero.Se le advierte ese grácil entusiasmo expre-sivo al compartir complacientemente lahistoria de su vida, cuando detalla aque-llos años de dura y penosa infancia, perollenos de dichosa, gozosa e íntima algara-bía familiar, conviviendo en una pequeñacasa de dos habitaciones, construida porla compañía minera, para albergar a sustrabajadores. La emoción le inunda, y,para enfriar ese momento de nostalgia,doy paso a preguntarle:

P. ¿A que edad comenzó en las minas?.R. En esos años, la miseria y precarie-

dad eran absolutas. Las familias apenaspodían subsistir con el sueldo del cabezade familia, por lo que todos los niños de miedad, y, muchas madres, estaban predesti-nados a trabajar en la mina. Por este moti-vo, y, pese a la prohibición de trabajar enel interior de los pozos sin tener cumplidos

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D. Diego Tomá Sánchez.Minero, hijo, nieto y des-cendiente de una sagainterminable.

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techo. La salida, de este turno de maña-nas, era las 17 horas. Con el mismo proce-dimiento, el otro turno, comenzaba a las16 horas y terminaba a las 24, o, doce dela noche.

P. ¿Su trabajo, en que consistía?.R. Mi labor, se ceñía, exclusivamente,

al traslado del mineral desde el punto derecolección con pica y mazo, hasta lastorvas de vagonetas sobre carriles metáli-cos sujetos a traviesas, que, sus “vagone-ros”, empujaban a la plataforma de lajaula del ascensor para ser elevadas asuperficie. Lo realmente denigrante, erael sufrimiento infringido a nuestros cuer-pos infantiles. Los capazos eran de espar-to y me lo llenaban de mineral deplomo..., en ocasiones de estériles. Elmodo de acarreo, se puede usted imagi-nar, el capazo en la espalda desnuda, puesla empresa no nos daba ropa, y, no podía-mos ponernos la nuestra ya que se rom-pía, y, el jornal no daba para reponerla. Alos pocos días, sangraba toda la zona deapoyo del capazo sobre el espinazo. A lospocos meses, todos los niños que ejercía-mos este oficio de gavia, contábamos en eldorso con una inmensa callosidad (hiper-trofia de la capa córnea, a consecuencia,evidentemente, de la fricción, presión eirritación del capazo de esparto sobre laespalda). En otras ocasiones, recogíamosel material de los barreneros, que despuéscribábamos para no perder un gramo. Eldolor y daño no se puede describir. Toda-vía cuando me acuerdo de aquellos añosde infancia, la angustia y desconsuelo seapodera de mi, hasta límites de profundadepresión moral y anímica.

P. ¿Qué utensilios e instrumentos tuvoa su cargo?

R. Bueno, sin la responsabilidad propiadel minero, más tarde o temprano, eso nolo puedo precisar, toque todo tipo de herra-mientas. La maza, para machacar y golpe-ar el material desprendido más grueso, a laque llamábamos familiarmente “armaína”;el rastro, o, rastrillo con mango largo,

los 16 años, fue lo que obligó a mi padre,el agenciarse del carnet de identidad(práctica habitual para trabajar los meno-res) de un primo carnal, llamado “DiegoMendez Tomas”, que con esa edad marchóa Barcelona, y, de esta manera que se meconcediera contrato verbal, cuya fecha decomienzo en 1940, a la edad de 10 años,se clasificó como gavia y con un jornal de3´50 pesetas diarias.

P. ¿En cual mina se inició?.R. Fueron muchas. Creo recordar que

la primera pudo ser la del “Triunfo”, peroenseguida, me trasladaron a la de “Santa-na”, después a la de “San Antonio”, y, asísucesivamente a otras como la “Aguja”(interviene Guillén Riquelme para aclararque esta de “Aguja”, realmente es la deno-minada “Usurpada”). En fin todo el traba-jo se mantenía centrado en el entorno delemporio minero y lo importante era podertrabajar. La suerte era que pudieran darteun buen turno, pues a veces las condicio-nes de las minas en algunas tandas con-cretas, ofrecían mayor inminencia de ries-go o peligro que otras.

P. ¿A que hora y como se iniciaba elturno?

R. Mi padre me despertaba sobre las7´30 horas de la mañana, durante casitodos los días el año. El tiempo de despla-zamiento, desde mi casa a la mina, unosdiez minutos. La entrada eran las 8 horas,pero había que estar un rato antes paraque te bajaran en uno de los dos ascenso-res existentes, cuya capacidad máxima:seis personas. A continuación, subíamos ala jaula para que nos descendieran a 400metros. Al llegar me quedaba en zaragüe-lles y descalzo, pendiente de que me dije-ran: “Diego te toca el tajo de...(tal sitio)”.Normalmente la distancia a recorrer desdeel lugar donde nos dejaban junto a la vago-neta, y, el filón minero de recogida dematerial, alcanzaba los 200 metros, que sehacía andando, descalzo y con mucho cui-dado de no dar con el cuerpo en algunossalientes rocosos, tanto en laterales como

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separaba la piedrecilla y la tierra de la pie-dra correcta; el pico para poner blando elescombro; el capazo para el uso explicadoantes, y, así un sinnúmero de elementosauxiliares que sería largo de comentar. Enmás de una ocasión, me pusieron detrásdel colono o encargado de la galería, quienllevaba la barrena con la finalidad de ayu-darse en momentos de inseguridad. Ries-gos que, entonces los hubo y viví de cerca,aunque bien es cierto que, sin detectar pormi ingenuidad infantil al extenso peligroque estuve entregado.

P. ¿Explíqueme el dificultoso itinerarioque andaba?.

R. Hágase a la idea de que circulábamosdebajo de tierra con muchas lagunas deoscuridad. Con una mínima, y, apenasvisión de la galería o túnel que recorríamos,se puede figurar nuestro proceso de aca-rreo. Muchas veces, nos guiábamos máspor el proceso de adaptación interno quepor las señales o referencias a las que tení-as que acostumbrarte. En cualquier caso,los chupones de aire de ventilación, orien-taban fácilmente de tu situación, al margende darte, que era lo más esperado en cadatrayecto, un baño de oxigeno para recupe-rar el aliento. Un punto de inflexión, con

fuertes y constantes golpes en los dedos delos pies, comprendía la escalinata de pie-dra, terminal del estacionamiento de vago-netas para descargar el material minero.

P. ¿Cuántas comidas y que alimenta-ción llevaba?.

R. Que cosas me pregunta. Al levantar-nos, me parece que comíamos sólo untrozo de pan del día anterior, con algúnhigo, posiblemente recogido, el Domingo,de alguna higuera del campo, donde aveces trabajaba mi padre, para despuéssecarlos al sol. A media mañana, duranteel descanso de menos de una hora, en elfondo de la mina, un tanto por el estilo, 5o 6 higos secos, con un poco de pan decebada, y, no siempre. La comida o lacena, que, a veces, una de estas dos inges-tiones tampoco acompañaba, se basaba enhervidos de legumbres: lenteja, habichue-la, garbanzo, guisante, etc., o, en el mejorde los casos, en días festivos un arroz,pocas veces con carne. La patata era lareina de la mesa y conjugaba con todo elresto de comestibles. Mi plato favorito, deexcepcional consecución, estribaba en unhuevo frito con patatas fritas; pero, queri-do amigo, aquello eran palabras mayores.La frutas y otros alimentos, eran práctica-mente prohibitivos.

P. ¿A que edad y cual es su siguienteescalafón minero?.

R. Comencé en funciones de peón, alos 14 años. No obstante, seguí acarrean-do y realizando las mismas cosas quecuando era gavia. Ahora, con mejor pre-paración física, y, mayor experiencia,conocía todos los procedimientos internosde la mina, a la vez que se me confiabannuevos asuntos de cierta complejidad, queformaban y educaban mi superior vetera-nía. Así me mantuve hasta los 19 años, enlas minas propiedad del Alcalde de Maza-rrón, D. Luis Corbalán Álvarez, hombrequerido por todos, ante su noble y gene-rosa financiación de algunas minas, queincluso ya no eran rentables, con la finali-dad de dar trabajo a los obreros del pue-

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Cartilla de contratación de minero Gavia del entrevis-tado, Sr. Tomás Sánchez, a la edad de 10 años.

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misma operación que si la hicieran losmotores.

El siguiente trabajo, consistía en eltraslado del mineral cribado y limpio, condestino a hacerle rotar en otra máquina,una balsa de agua de unos dos metros dediámetro, a la que nombrábamos por el“Rumbo”. Aparato que, su misión de darvueltas al material, con un molinillo gira-torio integrado en una tangente del inte-rior de dicha balsa, eliminaba el detritus alexterior por una ranura de su gálibo, y, elplomo a modo de polvo de talco, por sumayor peso, caía al fondo de la balsa, dedonde se recogía en cubetas apropiadaspara llevarlo en carros o camiones, a lasfundiciones de Cartagena.

P. ¿Cómo finaliza su trayectoria deminero?.

R. Era joven, y, me consideraba capazde ofrecer mi experiencia en otros puntosmineros de Europa. Conocí de las minaspróximas a Lieja y Amberes en Bélgica, yhacía allí me dirigí, donde me contrataronde inmediato, al observar de mi intrépidaentrega, miedo superado y conocimientodel medio, valores imprescindibles paraun minero. En 1956, comenzaba estanueva andadura minera, que concluiría en1972, con una grave afección de fibrosispulmonar o miocardiopatía dilatada confibrilación auricular.

P. ¿Finalmente, como se cuida actual-mente?.

R. Con mucha medicación, revisionesperiódicas, y, una vida metódica y tranqui-la dedicada a mis familiares, amigos y misgentes, con especial detenimiento en misaficiones. Como ejemplo le diré, que midieta principal consta de 3 galletas, unpoco de café con leche y unos dos litros deagua al día. La alterno, con fruta, verdura,legumbres, un poco de pescado, y, casiapenas carne. Con ello puede usted sacarsus conclusiones.

Entendía que habíamos terminado laentrevista, preguntando sobre lo que mehabía llevado a Mazarrón, y, observé que,

blo. A partir de 1949, me mudan a la“Empresa de Minerales no férricos”,donde trabajé hasta 1956. En este tiempo,continúe transportando capazos de mate-rial inservible hacia otras galerías inutili-zadas, como así mismo, llevando el mine-ral servible a las vagonetas del ascensor.Debido a que ya dominaba todos los pues-tos del oficio, en más de una ocasión mehacían ocupar uno de los del lavadero,consistente en limpiar y purificar el mine-ral a “lo romano”.

P. Ese proceso debió ser muy intere-sante, cómo se llevaba a cabo?.

R. Efectivamente, cuando a la sazónmaduro, he conocido la antigüedad de esteoficio, me ha hecho pensar sobre cada unode los pasos que nosotros aplicábamos enla explotación. Sin ninguna duda, elempleo del procedimiento de trabajar enuna mina, era tan viejo como la propiaactividad. Bien, denominábamos lavado “alo romano”, cuando seguíamos unas pau-tas tradicionales, enseñadas de padres ahijos, o de profesional a profesional, en lasinstalaciones de esta índole que se cons-truía junto a la bocamina, para acometerla preparación de los minerales.

Primeramente, el material que llegabade las vagonetas, se introducía en lamachacadora, una máquina de molineríacon dos rulos cónicos, cuyo peso superiora los mil kilos, cuarteaba el mineral hastasus últimas consecuencias.

A continuación, toda vez que el mineralse quedaba en piedra fina, era cambiado aunos cajones de criba con medidas aproxi-madas a unos ciento treinta por ochentacentímetros de superficie, y, otro tantoparecido de altura.

Los cajones conteniendo el mineral,eran puestos sobre el “Palanquín”, un apa-rejo al que había de hacerse vibrar paraproducir cribado, y, que al propio tiemporecibía un chorro de agua. Sabíamos, quecuando no funcionaba el vibrador mecáni-co, había que hacerlo poniéndolos cajonessobre nuestros hombros, y, realizar la

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tras más de dos horas de conversación,estaba cansado con intención de levantar-se. No le hice hincapié en otros muchostemas que dejamos en el tintero, porque,en realidad, profundizar en esta materia,tan ampliamente explorada e indagadapor multitud de autores de los que en grancantidad se ha hecho mención, es entraren tarea de más intensa y expectante elu-cubración prosaica y literaria.

Nos despedimos con toda cordialidad yrespeto, haciéndole saber que me tenía asu disposición si algún día necesitaba demi persona, como asimismo, que publica-da la revista con este contenido queextracta el esbozo de su periplo minero, sela haría llegar de inmediato.

Minutos más tarde, Guillén Riquelme,me conducía gustosamente hacia las coli-nas mineras, de las que tanto y extenso élha escrito. A riesgo de romper su coche,subimos hasta el mismo píe de los montesmineros. Desde allí nos desplazamosandando por los lugares que yo deseabaconocer. El silencio, cómplice de aquélparaje, testigo de la estruendosa voráginepasada, ensombrecía cortando los perpen-diculares rayos solares del medio día.Mariano, perfecto conocedor del lugar, semovía con la propia agilidad de quiendomina cada rincón, de quien esta glorio-

samente facultado para gobernar un reino.Un Reino inserto hoy en el anarquismopaisajístico, que puede ser declaradoEspacio Protegido de las Minas de Maza-rrón y Turístico Natural, con efectos yderecho de visita, y, cuya dirección, sólocabe bajo una responsabilidad. La de estegran hombre, con ese porte de románticopoeta, corazón y sentimiento minero y fun-diendo su alma pregonera con el eternooficio de cronista, que en esos momentosde glosar el terreno a propios y extraños,guía y ofrece altruistamente, sus nobles yadmirables conocimientos en sabia y hon-rosa legitimidad.

Me llevó a la trágica Mina “Impensa-da”, me señalo donde se encontraba lacontumaz accidentada “Talia”, y, me situóorientándome sobre todos los lugaresmotivo de estudio por la arqueología pen-dientes de mayor investigación. Al finalacordamos encontrarnos ambos compro-metidos, pasado el verano, a realizar unrecorrido por todas las colinas mineras, alos efectos de esclarecer algunos aspectosque todavía mantengo confusos.

Acompañándome, camino a mi vehícu-lo, le agradecí sinceramente la colabora-ción prestada en toda aquella mañanadedicado a mis pretensiones informativasmineras. Irrogado de toda sencillez ynobleza, me despidió con el afecto queproporciona la amistad, con la que recí-procamente me identifiqué, quedando envernos más adelante. Un estrechón demanos, selló una amistad sincera que,entiendo perdurará, a pesar de la distan-cia entre nuestras residencias, y, el efíme-ro tiempo que transcurrirá en el presentey futuro, puesto que el pasado fue el ayer,escrito en estas breves líneas de narra-ción, siempre insuficientes e imperfectaspara plasmar, real y exactamente, estereseñable capitulo personal.

Y como lo prometido es deuda, estosapuntes inéditos dedicados a la mineríaregistrable en las estribaciones de la Sie-rra de las Moreras, es mi deseo que sean

A la izquierda el entrevistado, D. Diego Tomás Sán-chez. A la derecha D. Mariano C. Guillén Riquelme,cronista, investigador y escritor de Mazarrón, a quienle agradezco su deferente e inestimable colaboración.

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una humilde aportación al amplio y dilata-do compendio de noticias que han de reco-gerse en la crónica mazarronera.

Por una parte, colonizada Mazarrón,por los republicanos romanos, debido a suconocida e intensa riqueza minera, queantes explotarían íberos para comerciarcon fenicios, y después púnicos, BlázquezMartínez, nos indica el reciente hallazgoescrito de coincidentes autores, sobre elejercicio comercial de varias “Societates”que trabajaban en Hispania a finales de laRepública, cuyo ejemplo lo atestigua la“Societas argetariarum fodinarum MontisIlucronensis”, o sea, “Montis Ilucronen-sis”, sería aproximadamente lo que hoyentendemos por territorio minero deMazarrón, cuyo “negotiator”, se llamaba P.Turulius Arco, y, es el único hispano queaparece con tal cargo en estas explotacio-nes mineras, tratándose probablementede una “societas” privada, que exportaban

a Roma sus productos y cuyos lingotes sehan hallado en Coto Fortuna, al igual quelas formadas por la “societa”, M. C. Ponti-lienorum M. F., de finales del S. II, o, decomienzos del S. I a. C., integradas por doshermanos, o con más certeza, por unpadre y su hijo.

Contenido notorio es el documento deAntolinos Marín, paseando por la infor-mación que nos han transmitido los inge-nieros de minas del S. XIX, expresando elpronunciado por Villasante, sobre suhallazgo de varios hornos encontrados enCoto Fortuna (Mazarrón), similares al des-crito por Monasterio -que fue el primero-,de filiación romana.

De la extensa y prolífica Memoria deSamuel Edward Cook, viajero inglés por laEspaña de 1830, investigada y traducidaen 2002, por Maria Antonia López Burgosdel Barrio, para los Cuadernos Geográficosde la Universidad de Granada, en su densocontenido expone: “De Norte a Sur y deEste a Oeste, yo no conozco ninguna minaactiva de oro en España, puesto que lasminas de la antigüedad se han perdido.Pero, cerca de Almazarrón hay una cade-na montañosa que se menciona en el resu-men geológico, que yo no tengo ningunaduda que era donde se encontraban lasauríferas minas perdidas de Cartagena, delas cuales no están demasiado lejos... (Pág.238). En Hellín de Murcia hay azufre, y, enTorrevieja y Almazarrón, también de Mur-cia, cantidades ingentes de sal... (Pág.240)”. De lo que se deduce que, según losinformes y datos manejados, le hacenintuir que hubo minas de oro en Mazarrón,como así mismo que, en esas fechas, nofunciona ninguna mina en las Sierras deMazarrón y Cartagena-La Unión.

Con estas pinceladas de cierta melan-colía ilustrada dejamos constancia de laimpresionante entidad que supuso la acti-vidad minera en la Sierra de las Moreras.

(Continuará: Parte III. “LAS SIERRAS MINERASDE LA REGION Y SERES MITICOS EN CARTHAGONO-VA-MONTIS ILUCRONENSIS”).

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Mina impensada. Uno de los pozos de infinita tragediaaccidental de las minas de Mazarrón, extensamente tra-tado por infinidad de periodistas y autores; y, del mayorrigor investigador por el propio Guillén Riquelme.