EL NAUFRAGIO DE JORDÁN DE SAJONIA Y LOS RELATOS QUE...

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EL NAUFRAGIO DE JORDÁN DE SAJONIA Y LOS RELATOS QUE PUEDEN OFRECERSE EN ESTE AÑO 1237 FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

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EL NAUFRAGIO DE JORDÁN DE SAJONIA

Y LOS RELATOS QUE PUEDEN OFRECERSE

EN ESTE AÑO 1237

FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

~ 1 ~

Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer

la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho

valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-

formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-

vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de

algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-

juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este

libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse

ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se

reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,

etc.

~ 2 ~

~ 3 ~

A MODO DE PRÓLOGO

DE JORDÁN DE SAJONIA,

MAESTO GENERAL DE LA ORDEN DE PREDICADORES,

A LOS DOMINICOS

(Fray Ramón Hernández Martín, O. P.)

Es la democracia dominicana: ¡Que los superiores rindan cuentas a los inferiores!

Fuiste elegido: mereciste la confianza y te entregaron la autoridad. Si las cuentas van,

quizás te elijan de nuevo; si no van, no debes volver a gobernar.

El beato Jordán de Sajonia gobernó la Orden de Predicadores durante quince años.

Anualmente se reunía el Capítulo General y ante él debía presentar el estado de la Or-

den. No se conservan las actas de esos capítulos; tampoco la rendición de cuentas del

Maestro.

De 1233 conservamos una carta suya a la provincia de Lombardía, carta que puede ser

considerada una relación de la situación de la Orden, y que ciertamente vale para el uni-

verso entero dominicano de aquellos años. Interesante e importante su contenido. Su es-

tilo intimista y persuasivo penetra con facilidad a lo más sensible de la humanidad do-

minicana.

Hacía sólo doce años de la muerte de Santo Domingo, y el beato Jordán relata con

dolorosa angustia defectos múltiples y notables en superiores y súbditos, particular-

mente en los estudios y en la predicación, pilares ambos insoslayables de nuestra voca-

ción. Superiores nada interesados por los estudios, que dedican a oficios extraños a los

estudiosos por naturaleza y por preparación. Predicadores que rehúyen predicar, siendo

ése el ministerio que define a la Orden. Indisciplinados, giróvagos, aseglarados, poco

responsables de las mínimas exigencias de la disciplina y de la observancia conventual.

También hay, incluso abundan, los frailes ejemplares, que saben seguir los ejemplos de

nuestros mayores. Frailes dedicados con entusiasmo al estudio y a la enseñanza. Otros a

quienes vemos colmados de ardiente celo por la salvación de las almas. Frailes obser-

vantes, entregados a la contemplación en el silencio conventual, alimentando su inteli-

gencia y caldeando su espíritu para un apostolado lleno de frutos.

Veamos la carta en sus textos más vivos, llenos de unción, vibrantes ante los misterios

de Cristo y el ejemplo de Nuestro Padre Santo Domingo.

I.- Consignas Imprescindibles

1.- Necesitamos de exhortaciones para que un hermano sea ayudado por su herma-

no e inflame con la solicitud de la caridad sobrenatural el fervor de espíritu, que se

amortigua con la tibieza diaria de la propia negligencia.

Jordán de Sajonia, maestro de espiritualidad y fiel transmisor de la mente y el corazón

de nuestro Padre Santo Domingo, anima a los frailes a que nos prediquemos y exhor-

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temos unos a otros. Ningún modo mejor que por la homilía del que preside la misa con-

ventual. Cuando se nos dice que el Maestro Domingo sólo hablaba con Dios o de Dios,

se añade que animaba a los frailes a hacer eso mismo.

2.- No os olvidéis de vuestra profesión y de vuestro compromiso, sino recordad las

sendas antiguas, por las que nuestro antepasados corrieron.

Debemos venerar y amar a nuestros mayores, de modo especial a nuestros santos. No

olvidemos su vida, el ejemplo de sus virtudes. Los santos de nuestro calendario litúrgico

deben representar un estímulo especial. Celebremos su liturgia con entusiasmo particu-

lar, recordando en la homilía sus vivencias espirituales, su vibración ante los misterios

de Cristo. Aprovechemos esas fiestas para acrecentar nuestra vocación y arraigarla más

en nuestra alma.

3.-Tiene la primacía entre ellos el venerable y Padre Nuestro Domingo: él fue

constante en la oración, el primero en la compasión, férvido hasta las lágrimas por

causa de sus hijos, es decir, por el celo que lo devoraba en procurar el bien de las al-

mas.

Cristo, dice Pablo en Col 1, 18, es el primero en todo. De santo Domingo –dice aquí

Jordán– fue el primero en la compasión. La compasión –repiten muchas veces Jordán y

los testigos del proceso de la santidad de Nuestro Padre– invadía fácilmente el ser ente-

ro de Domingo; la llevaba a flor de piel y de lágrimas. Estaba siempre alegre –reiteran

los que con él convivieron– menos cuando algún sufrimiento del prójimo le movía a la

compasión. Celo ardiente por las almas y constancia en la oración, añaden. Lo sabemos

bien sabido; ojalá lo imitemos bien imitado.

II.- ¿Y en la actualidad?: Status Ordinis

1.- No sucede así con los que se glorían a sí mismos; con los que están ansiosos de

que los alaben los demás; con los que, cuantas más gracias recibieron, para ponerlas

al servicio del prójimo, con tanta mayor altivez se estiman a sí mismos.

Los dones que Dios nos da no son nuestros; son de Él. Nosotros somos los adminis-

tradores. Ahora el deber de los administradores es administrarlos bien. No son esos do-

nes motivo para presumir, para el orgullo, para la altivez. Son para ponerlos al servicio

del prójimo.

2.- No sucede así con los que buscan lo cómodo para sí; profesan pobreza, pero no se

ajustan a ella; se preocupan obsesivamente de lo que no tiene importancia; no soportan

que les falte nada de su desordenada voluntad.

El confort, la distracción y el dinero han entrado de modo obsesivo en la mente y en el

corazón de muchos frailes. La relajación de las observancias y de los deberes religiosos

~ 5 ~

ha desviado el alma del camino tan bien diseñado por el fundador. Los frutos de su mi-

nisterio son nulos y el escándalo aparta a los fieles de su compañía.

3.- Tampoco observan el mandato que nos dio nuestro Padre de tener caridad; es-

conden debajo del celemín la gracia recibida de Dios para predicar o aconsejar; en-

vuelven en un pañuelo el talento que el Señor les confió; esconden el trigo al pueblo y

no le dan la ración que le corresponde.

Tener la caridad es la parte más importante del testamento de nuestro Padre Santo Do-

mingo. Jordán lo llama mandato. Pedro Ferrando, contemporáneo y buen conocedor de

Santo Domingo nos habla con suficiente extensión de un verdadero testamento espiri-

tual. En los últimos momentos de su vida y rodeado de un buen grupo de frailes, el San-

to hizo testamento diciendo: hermanos míos, como hijos míos sois herederos directos de

todo lo que poseo. Tened la Caridad, conservad la Humildad, poseed la Pobreza.

Jordán de Sajonia evoca varias veces estas expresiones y las considera, como aquí,

legadas por Santo Domingo a sus frailes. El beato Jordán se queja en este pasaje de que

hay muchos que no cumplen el mandado del santo, de tener la Caridad.

Esconden la gracia bajo el celemín y no la emplean para lo que Dios se la ha dado:

para predicar y aconsejar. Así esconden en el pañuelo el talento recibido, sin poder pro-

ducir al menos algún interés, depositándolo en el banco. El beato Jordán lo expresa grá-

ficamente: esconden el trigo al pueblo y no le dan la ración a sus horas. El Evangelio ya

dice lo que espera a estos nuestros hermanos que así se comportan.

4.- Otra gran negligencia: es la del gran número de nuestros superiores, que, sin

preocuparse del estudio, apartan con tanta fuerza del mismo a frailes dotados y con ap-

titudes, o los colocan en cualquier oficio, de modo que les es imposible estudiar.

¡Cómo apreció y apreciaba Santo Domingo el estudio, particularmente de la Sagrada

Escritura y de la Teología! Sabemos por Jordán de Sajonia y por los testigos del proceso

de su canonización cómo hizo sus estudios de Teología en Palencia. En Toulouse él lle-

vaba a sus frailes a un Maestro en Teología, y asistía a las clases con ellos. El venerable

Humberto, en la exposición de la Regla, ¡con qué fuerza insiste sobre el estudio! La ri-

quísima testificación de fray Juan de España (o de Navarra) en el mencionado proceso

asegura que estudiaba mucho en estos libros (de San Mateo y de San Pablo) y que

exhortaba a sus frailes a que estudiaran constantemente en el Nuevo y Antiguo Testa-

mento.

Aquí se enfrenta el beato Jordán con un gran número de superiores, que no siguen en

esto el ejemplo del fundador, cuidando poco o nada de la severa obligación del estudio.

Es más, apartan del estudio a golpes de autoridad a los más dotados para ello y los em-

plean en oficios, que les impiden por completo dedicarse a la sagrada tarea del estudio.

5.- También los profesores tienen su gran culpa, pues en algunas partes los mismos

lectores desempeñan el oficio de las clases con tan poca asiduidad y diligencia de ma-

nera que los oyentes se muestran indiferentes.

~ 6 ~

Acusa el beato Jordán en los profesores la falta de diligencia y de constancia en el

estudio y la poca asiduidad en la asistencia y preparación de las clases. No tiene que ha-

ber descuido en materia tan importante en la Orden. La falta de responsabilidad en esto

denota la debilidad de la vocación y la poca integración en el carisma fundacional de la

Orden. Ministerio delicado y difícil, el de la enseñanza, que exige mucho entusiasmo y

dedicación. Sólo así los lectores merecerán el crédito, la atención y el aprecio de los

alumnos.

6.- ¿Y los frailes estudiantes? Muchos se muestran muy descuidados en el tema del

estudio; están raramente en la celda; son perezosos para las repeticiones de repaso y

no ponen el alma en los ejercicios escolásticos.

Algunos obran así para dedicarse más libremente a sus aficiones, faltas de discre-

ción. Otros hacen esto por la perniciosa pasión de la ociosidad.

¡Qué distinto esto del entusiasmo que despertaba Santo Domingo por la Sagrada

Escritura y por la Teología! ¡Qué distintos estos frailes estudiantes del estudiante Do-

mingo de Guzmán en Palencia, que deja los demás estudios, para consagrarse en pleno

al estudio de la Teología! Era el objetivo de la fundación de la Orden: explicar y pre-

dicar los misterios de Cristo de forma correcta y sabia a los hombres, evitando que ca-

yeran los fieles sin formación catequética en las herejías, enseñadas y predicadas por los

desconocedores de la ciencia teológica.

El celo por la salvación de las almas debía estar siempre en el fondo de toda predica-

ción dominicana. La pasión por la ociosidad; la alergia al recogimiento de la celda para

el estudio; la escasa dedicación a los ejercicios escolásticos; la ausencia de las clases

doctrinales. No cabía mayor disipación en una observancia esencial en la vocación de

los Frailes Predicadores, fundados por Santo Domingo.

7.- Conclusión del status negativo en torno al estudio: por eso hay entre nosotros

tantos flojos, y duermen muchos, superiores y doctores.

Muchos en nuestros días tienen sus pensamientos en las cosas más vanas, sin acriso-

lar plenamente los afectos del corazón, caminando así con demasiada lentitud hacia la

perfección.

La flojera y la somnolencia de los superiores y de los doctores son la ruina de los es-

tudios, desorientando a los estudiantes, que se vuelven insumisos e irresponsables en

cuanto a su formación intelectual. Si tenemos el corazón de continuo fuera ¿cómo po-

dremos adentrarnos en la reflexión teológica de los misterios de la salvación, que tene-

mos que enseñar y predicar? Así no se camina a la perfección dominicana ni a ninguna

otra perfección religiosa.

8.- Aspectos positivos. No es negativo todo el status Ordinis que presenta el beato

Jordán de Sajonia. Hay algunos que por la misericordia de Dios se muestran solícitos

del decoro del santuario, se cuidan de su conciencia, buscan con diligencia la perfec-

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ción, trabajan en el ministerio de la predicación, se dan con ardor al estudio, se infla-

man en la oración y meditación. De estos tales me alegro y doy gracias a Dios.

El beato Jordán reconoce los valores de la Orden en el campo de los estudios, de la

predicación, de la oración, de las observancias conventuales y del celo por la salvación

de las almas. Aquí, sin embargo, se contenta con decir que esto lo practican algunos. En

escritos de carácter reformista y de examen de conciencia, para corregir más eficaz-

mente los defectos, suele exagerarse la parte negativa, para que la exhortación al bien y

a la virtud sea más eficaz. No obstante no podemos rechazar un pesado lastre de disipa-

ción, que el beato Jordán de Sajonia se ve obligado a denunciar con fuerza para impedir

su progreso.

Texto íntegro de la carta a los frailes de la provincia de Lombardía

(hacia el 25 de mayo de 1233)1

A los muy queridos en Cristo, los frailes todos de la Provincia de Lombardía, Fray Jordán su siervo inútil, salud y fervor apostólico. Invita la caridad y aconseja la utilidad que, ya que no puedo estar como quisiera presente entre vosotros, por lo menos os visite de algún modo por medio de mis es-critos, cuando se ofrece una oportunidad. Puesto que, mientras peregrinamos, es perverso el corazón del hombre, inclinado al vicio, desidioso y flojo para la vir-tud, necesitamos de exhortaciones para que un hermano sea ayudado por su her-mano, e inflame con la solicitud de la caridad sobrenatural el fervor de espíritu, que se amortigua con la tibieza diaria de la propia negligencia. Ésta es la razón, muy queridos hijos, por la que os ruego y amonesto con todas mis fuerzas, advirtiéndoos de parte del que os redimió con su venerable sangre y os devolvió a la vida con su santa muerte, para que no os olvidéis de vuestra pro-fesión y de vuestro compromiso, sino que recordéis las sendas antiguas, por las que nuestros antepasados corrieron con presteza hacia el descanso, como llevados por un viento impetuoso, y reinan ya con el Señor consolados eternamente en la feliz bienaventuranza, alegres ahora por los días en que los afligió el Señor, por los años en que sufrieron desdichas. Mientras vivieron en este mundo procuraron aspirar a los dones sobrenaturales, se despreciaron a sí mismos, menospreciaron el mundo, desearon ardientemente el reino; fueron fuertes en la paciencia, voluntariosos para la pobreza, fervientes en la caridad.

1 El texto de la carta se toma de Santo Domingo de Guzmán. Fuentes para su conocimiento. Edición

dirigida por Lorenzo Galmés y Vito T. Gómez con la colaboración de Adolfo Robles y José Martorell.

Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), La Editorial Católica, S. A., Madrid 1987, pp. 128-131.

N. B.: En el texto de la carta ponemos con negritas y cursivas las frases que se comentan.

~ 8 ~

Creemos que entre todos ellos tuvo la primacía el venerable y Padre nuestro Domingo, de santa memoria, el cual mientras vivió con nosotros en la carne, cami-naba en el espíritu, no sólo negando las apetencias de la carne, sino extinguién-dolas; comportándose como verdaderamente pobre en el alimento, vestido y en to-do su proceder. Fue constante en la oración, el primero en la compasión, férvido hasta las lágrimas por causa de sus hijos, es decir, por el celo que le devoraba en procurar el bien de las almas; no se amedrentó ante las dificultades; fue paciente en la adversidad. Cuán eminente fue entre nosotros mientras vivió en este mundo, lo proclamaban sus obras, y lo testimoniaban las virtudes y milagros. Cuán digno sea ahora ante Dios, ha quedado manifiesto en estos últimos días, en que se ha veri-ficado el traslado de su sagrado cuerpo desde el lugar de la primitiva sepultura a un lugar digno de veneración. Esta manifestación se ha hecho por medio de Prodi-gios, y ha sido confirmada por milagros, como se os hará saber más por extenso en otra carta, tal como espero. Por todo ello sea alabado nuestro Redentor, el Hijo de Dios Jesucristo, que se ha dignado elegir para sí a un tal siervo, y dárnoslo a nosotros como Padre para ins-truirnos en la vida religiosa, e inflamarnos con el ejemplo de su resplandeciente santidad. ¡Oh, cuánto estima el que pesa las almas la verdadera humildad de cora-zón, unida a la pobreza voluntaria! ¡Cuán hermosa es ante Dios la carencia de hijos acompañada de virtud! Tales virtudes poseía en alto grado el siervo de Dios Do-mingo. Se estimaba en poco; era austero para consigo mismo; tenía celos de los demás, los celos de Cristo; fue virgen e íntegro desde el seno materno. No sucede así con los que se glorifican a sí mismos, con los que están ansiosos de que los alaban los demás con los que, cuantas más gracias recibieron para ponerlas al servicio del prójimo, con tanta mayor altivez se estiman a sí mismos. No sucede así con los que buscan lo cómodo para sí, profesando pobreza, pero sin ajustar a ella su obrar; los que debiendo despreciar todas las cosas, se preocupan obsesiva-mente de lo que no tiene importancia ni merece la pena, y no soportan que les falte nada de su desordenada voluntad. Pero tampoco observan el mandato que nos dio nuestro Padre de tener caridad, los que, profesando nuestra vida, esconden debajo del celemín la gracia recibida de Dios para predicar o aconsejar, y así envuelven en el pañuelo el talento que les confió el Señor. Ciertamente merecen ser denunciados, y quiera Dios que no se hagan dignos de maldición los que esconden el trigo al pueblo y no le dan a su tiempo la ración que le corresponde a la familia de Jesucristo. A esto se aproxima ya la negligencia que se observa en muchos, consistente en que gran número de superiores, sin preocuparse del estudio, apartan con tanta fuerza del mismo a frailes dotados y con aptitudes, o los colocan en cualquier oficio, de modo que les es imposible estudiar. Y también los mismos lectores en al-

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gunas partes, desempeñan el oficio de las clases con tan poca asiduidad y diligen-cia, que no es de admirar que al que enseña con descuido le oigan con indiferencia. Pero, si quizás hay lectores que desempeñan con esmero el oficio de las clases, resta todavía un tercer peligro por parte de los frailes, a saber, que los estu-diantes se muestren muy descuidados en el tema del estudio, estén raramente en la celda, sean perezosos para las repeticiones de repaso y no pongan el alma en los ejercicios escolásticos. Algunos obran de este modo para dedicarse más libremente a sus aficiones, fal-tas de discreción. Otros hacen también esto por la perniciosa y miserable pasión de la ociosidad, de modo que no sólo se descuidan de sí mismos e inducen al cansancio a los lectores, sino que roban la oportunidad de salvarse a muchas almas, a las que podían edificar para la vida eterna, si no estudiaran con negligencia, sino como es debido. Por esto hay entre nosotros tantos flojos, y duermen muchos, superiores y doc-tores; hay también muchos que perecen por la propia negligencia. En medio de todo será feliz aquel que guarde la debida proporción y no abandone el justo medio; el que se aparta del huracán y de la tormenta, para que, edificando a muchos, no se descuide la utilísima consideración de sí mismo ni se aleje del juicio vigilante y ponderado; el que no es impulsado por viento de amor humano, sino que obra urgido por la caridad en todo lo que hace y es movido por el Espíritu de Dios; el que no orienta sus palabras u obras hacia la tierra y no corre a la ventura, sino que busca en todo pura y simplemente la gloria de Dios, la edificación del prójimo y la propia salvación. Ésta es, hermanos, la palabra que no todos entienden. ¡Cuántas veces el conjunto de nuestros afectos y de nuestros pensamientos andan descarriados, y no se orientan a la verdad, ni contemplan el fin último! Hablamos mucho y hacemos tam-bién muchas cosas, soportamos múltiples sufrimientos, por los cuales, si en nues-tros corazones sobreabundara la caridad, dirigiendo y ordenando todo al verdadero fin, que es Dios, nos haríamos ciertamente mucho más ricos en méritos, y mu-chísimo más en virtud. Ahora, sin embargo, pensando con frecuencia en las vani-dades, y deseando todavía cosas más vanas, sin que acrisolemos plenamente los afectos de nuestro corazón, no es de admirar que tardemos en perfeccionarnos, que caminemos con demasiada lentitud hacia la perfección. Sin embargo, no digo que no haya entre nosotros algunos, que, por la misericordia de Dios, se muestran solícitos del decoro del santuario, se cuidan de su conciencia, buscan con diligencia la perfección, trabajan en el ministerio de la predicación, se dan con ardor al estudio, se inflaman en la oración y meditación, teniendo siempre ante sí al Señor como remunerador y juez de sus almas; de estos tales me alegro y doy gracias a Dios.

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Carísimos, los que así sois alegraos y esforzaos por progresar más. Los que por el contrario todavía no lo sois, poned manos a la obra, trabajad con habilidad para que crezcáis en orden a la salvación de Aquel que se dignó llamaros, para que os per-feccionéis, no para que os vayáis entibiando. Él se ha dignado llamaros por medio de la gracia, en la que os mantenéis firmes; es nuestro Salvador bueno y piadoso, el Hijo de Dios, Jesucristo, a quien sea dado el honor y el imperio ahora y por los si-glos de los siglos eternos. Amén.

Jordán de Sajonia, O. P.

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AÑO 1237

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LEÓN (REINO DE CASTILLA)

LEÓN EN LO CIVIL Y EN LO ECLESIÁSTICO

El rey Fernando III, en este año 1237, nombró a su primogénito Alfonso, joven aún

(16 años de edad) pero ya muy habilidoso, gobernador de León, plaza difícil, porque los

leoneses no se han hecho todavía a la idea o no han asumido aún del todo que ya no

tienen la capitalidad del reino, como antes ocurría, sino que son parte del reino de Cas-

tilla, encarnado en el monarca Fernando. Ahora León ha de conformarse con tener un

gobernador, ciertamente habiendo perdido un rey. No es algo grato a los leoneses.2

De otra parte, tras renunciar a la sede leonesa el obispo Arnaldo (1234-1235), vino a

ser elegido en este año 1237 Juan de Osma (o de Soria) canciller de Castilla, contando

con la aprobación del Papa Gregorio IX, pero el nombramiento queda sin efecto y sin

toma de posesión, porque se opone a ello el rey Fernando III.

2 Muchos historiadores de todas las épocas y lugares coinciden en un punto cuando tratan del reino de

León: éste desaparece sin dejar rastro en 1230, año en el que, por una serie de casualidades, las Coronas

de León y Castilla recaen en Fernando III. Esta súbita desaparición (asimilación de León por parte de

Castilla) sigue resultando a no pocos sospechosa de ser verdad manipulada o difícil de encajar del todo,

resultando además que Castilla no era nada cuando León lo era todo.

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REINO DE CASTILLA

BODA REAL DE FERNANDO III CON JUANA DE PONTHIEU

E INSTITUCIÓN DEL CONSEJO DE LOS DOCE SABIOS

En este año 1237 entró en la historia del reino de Castilla Doña Juana de Dammartin o

de Ponthieu, condesa de 17 años de edad,3 al casarse con ella en segundas nupcias el rey

Fernando III, viudo de Doña Beatriz de Suabia, como podemos recordar del año 1235.

Doña Juana es hija de Simón de Dammartin, conde de Aumale, y de María de Pon-

thieu, condesa de Ponthieu y Montreuil, que es nieta del rey Luis VII de Francia (muer-

to en 1180) y de su esposa Constanza de Castilla (muerta en 1160).

A Juana la eligió para ser esposa de Fernando III la reina madre Berenguela de Cas-

tilla, mediando en el asunto la reina consorte de Francia Blanca de Castilla, hermana de

Berenguela, como bien sabemos. Los monarcas franceses acordaron con los Dammartin

que no casarían a ninguno de sus hijos sin el consentimiento real. La reina Blanca se en-

teró del interés de Enrique III de Inglaterra por casarse con Juana de Dammartin, e hizo

la propuesta a su hermana, pues no quería una alianza entre los Dammartin y sus ene-

migos ingleses. Así, el 31 de agosto de 1237 obtuvieron Berenguela y Blanca la corres-

pondiente dispensa pontificia para el matrimonio del rey Fernando con Juana, emparen-

tados ambos por descender del rey Alfonso VII de León (1126-1157).4 Pronto se ce-

lebró la boda, en Burgos, estando los novios muy enamorados, siendo Juana hermosa,

inteligente y de muy buenas maneras, admirada por todos.5

3 Si nació, como parece, en 1220. Fue condesa de Ponthieu (desde este año hasta la fecha de su muerte en

1279) y de Montreuil, en el norte de Francia.

4 La misma dispensa permitía también la boda de Alfonso, primogénito y heredero de Fernando III, con

Felipa de Ponthieu, hermana de Juana, la consorte que vendría a ser su madrastra, pero tal boda no llegó a

efectuarse.

5 Según el contrato de matrimonio, el condado de Ponthieu, que Juana al final heredó en 1256, permane-

cería en Francia. En 1247, o a comienzos de 1248, su esposo el rey Fernando le concederá el señorío

de Carmona (Sevilla) a título personal, y en mayo de 1248 la reina hará una donación de tierras y casas en

Carmona a la Orden de Calatrava, siendo dicha donación recuperada por la Corona de Castilla a la muerte

del rey en 1253. Juana de Ponthieu fue también señora de Marchena (Sevilla).

Del matrimonio de Fernando III y Juana nacerán: Fernando (nacido en 1238), Leonor (nacida en 1241,

que llegará a ser reina consorte de Inglaterra al casarse con el rey Eduardo I en 1254), Luis (tal vez nacido

en 1243, será señor de la localidad sevillana de Marchena y la cordobesa de Zuheros), Simón (nacido

hacia 1244 y muerto joven) y Juan (muerto recién nacido, en 1246, recibiendo sepultura en la mezquita-

catedral de Córdoba).

~ 14 ~

En lo político o para el arte de gobernar, el rey Fernando III instituyó en este año 1237

su Noble Consejo de los Doce Sabios, un grupo consultivo de una docena de hombres

doctos y excelentes, minoría selecta o de probada virtud, para que le asesoren y ayuden

a gobernar bien.6

Rey Fernando III el Santo

6 El tratado fundacional de su creación contiene un epílogo para su hijo Alfonso X. Ir a Epílogo I.

~ 15 ~

BORGO SAN PIETRO Y TODI (ITALIA)

MURIERON FILIPPA MARERI Y ROGERIO DE TODI

La doble noticia que se relata ahora brevemente tiene que ver con dos lugares italia-

nos y con ocasión de dos personas que respectivamente murieron allí. Dichos lugares

son Borgo San Pietro7 y Todi,

8 siendo las personas que murieron Filippa Mareri, monja

clarisa, y Rogerio de Todi, presbítero fraile franciscano, respectivamente.9 Lo conta-

mos resumidamente a continuación.

Filippa Mareri tenía a su muerte casi 47 años de edad. Era de nobiliaria e imperial fa-

milia. Creció de manera piadosa, educada, reflexiva, inteligente. Tuvo la dicha de ver y

escuchar varias veces a San Francisco de Asís, cada vez que el Santo aparecía por el

valle de Rieti y hasta se hospedaba con gratitud en la casa familiar. Filippa se sintió

atraída por el modo evangelizador y la espiritualidad de Francisco, de modo que decidió

seguir sus pasos y propuestas, siendo así una de las primeras clarisas. Contrarió a sus

padres y hermanos con tal decisión, pues la familia quería casarla de manera concorde a

su nobiliaria condición social. Ella dijo reiteradamente que no quería más esposo que a

Jesucristo. Su hermano Tomás fue quien peor reaccionó contra ella, incluso de manera

furibunda. Pero Filippa no cejó en su empeño y acabó siendo clarisa.

Conmovido Tomás por la firmeza y testimonio de su hermana acabó ayudándola, pro-

porcionándole el monasterio del Borgo San Pietro que él mismo restauró para las cla-

risas que en él se establecieron.

Por un tiempo, el mismo San Francisco de Asís dirigió a la pequeña comunidad que

allí se congregó, pero luego encomendó a las hermanas al cuidado de su muy querido

discípulo y sacerdote Rogerio de Todi.

No tardaron en acudir muchas jóvenes consagrándose a Dios y siendo esposas de Je-

sucristo, poniéndose bajo la sabia y amable dirección de la muy animosa y espiritual

7 Borgo San Pietro es una aldea o parte de la localidad italiana de Petrella Salto, en la provincia de Rieti.

El lugar originario se encontraba en un valle que actualmente está sumergido dentro del embalse creado

por el Lago de Salto, habiéndose construido en 1940 una enorme presa artificial que ocasionó el aumento

del agua sumergiendo poblaciones.

8 Todi es una localidad italiana de la provincia de Perugia, alzándose sobre una colina que se halla hacia

el valle medio del Tíber.

9 Ambos son Beatos, conmemorándose en el santoral, respectivamente, el 16 de febrero (Felippa Mareri)

y el 5 de enero (Rogerio de Todi).

~ 16 ~

Felippa Mareri. Siguiendo los ejemplos de Francisco de Asís y de Rogerio de Todi, pro-

gresaban en aquella casa siendo orantes, pobres, penitentes, confiadas a la divina pro-

videncia.

De Rogerio de Todi podemos contar que, habiendo sido de los primeros discípulos de

San Francisco de Asís, tuvo mucho que ver con la expansión de la Orden Franciscana

en España. Murió poco después que Filippa.

Filippa Mareri y Rogerio de Todi

~ 17 ~

SEÑORÍO DE ALBARRACÍN

ÓBITO DE GIL GARCÉS DE AZAGRA

En este año 123710

murió Gil Garcés de Azagra,11

señor de Albarracín12

y del castillo

de Mira,13

heredando y sucediéndole en sus dominios su hijo homónimo Gil Garcés II

de Azagra, teniendo en cuenta que hay una doble y cuantiosa deuda contraída respecto

al arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada (los dominios castellanos y navarros)

y al rey Jaime I (los dominios aragoneses).14

Gil Garcés de Azagra15

fue hijo de García Ruiz de Azagra y Teresa de Hinojosa (o

Hinestrillas). Era nieto por vía materna de Miguel Muñoz de Hinojosa y Sancha de Hi-

nestrillas, por tanto primo del arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada y emparentado

como éste con San Martín de Finojosa o Hinojosa (muerto en 1213).16

Gil Garcés tuvo

como esposa a Toda Ladrón.17

Desde julio de 1202 hasta diciembre de 1204 confirmó diplomas del rey Alfonso VIII

de Castilla (1158-1214) y en 1214 juró fidelidad y lealtad al rey, aún niño, Jaime I de

10

Probablemente.

11

Conocido también como Egidio García de Azagra. Hay dudas sobre el lugar donde pudo ser enterrado,

según un testamento de 1201, prometió varias donaciones y enterrarse en el monasterio cisterciense y so-

riano de Santa María de Huerta, hecho que ratifica Antonio Ponz en el siglo XVIII, viendo allí un tablero

que decía: “Aquí yacen sepultados los nobles caballeros Gil Garcés, Don Diego Muñoz y Don García

Muñoz, que fueron nietos de generoso caballero Nuño Sánchez el noble”. Sin embargo, como se sabe de

1228, Gil se hizo freire o caballero de Santiago, Orden que regularmente ligaba las donaciones a enterra-

mientos en sus iglesias. De esta manera pudo ser enterrado en la iglesia santiaguista de San Marcos de

Teruel.

12

Provincia de Teruel.

13

Provincia de Cuenca, señorío que será de realengo, en alguna fecha históricamente por determinar.

14

Gil Garcés de Azagra representa bien a aquellos señores de frontera que durante la reconquista estable-

cieron vínculos entre los diversos reinos, sobre todo entre Castilla y Aragón, siguiendo los intereses y

alianzas que por entonces eran tan cambiantes y modificables.

15

De quien no sabemos su edad, pues se desconoce el año de su nacimiento.

16

Conmemorándose en el santoral el 17 de septiembre.

17

Toda era de la familia de Teresa Gil de Vidaurre, que fue una de las mujeres de los amoríos del rey Jai-

me I. En el testamento de Toda (posterior a 1237) se evidencia que Garcés gobernó Mora, actual Mora de

Rubielos (Teruel), antiguo dominio de su suegro Pedro Ladrón, alférez que fue del rey Pedro II de Ara-

gón.

~ 18 ~

Aragón. En 1221 obtuvo de su primo Don Rodrigo Jiménez de Rada los feudos de los

castillos de Mira, Sierra18

y Serreílla.19

A Gil Garcés de Azagra le sucede su hijo Gil Garcés II de Azagra, nacido de Toda

Ladrón. Ya iremos viendo su desenvolverse.

18

Santa Cruz de Moya (Cuenca).

19

Provincia de Cuenca.

~ 19 ~

CÓRDOBA (REINO DE CASTILLA)

FERNANDO III DONÓ CASTILLOS

El rey Fernando III de Castilla, entre la primavera y el verano de este año 1237, donó

a Córdoba, agrandando su alfoz, varios castillos y entornos: El Vacar o Espiel,20

Cuz-

na,21

Névalo,22

Alcolea y Cañete de las Torres.

20

Una fortaleza construida en tiempos del califa Alhakén II (961-976).

21

El Castillo del Cuzna, ya casi desaparecido, se sitúa en el municipio cordobés de Villanueva del Du-

que, junto al río Cuzna (afluente del Guadalmellato, que es afluente del Guadalquivir), en el paraje cono-

cido como Morras del Cuzna. Su construcción se debió a bereberes en el siglo VIII y tuvo su importancia

con una distinguida familia califal en tiempos de Alhakén II.

22

Castillo situado en la Sierra de Casas Rubias, provincia de Córdoba, desde donde pueden contemplarse

tierras de las provincias de Badajoz, Ciudad Real, Granada y Sevilla. Pero del castillo no quedan actual-

mente sino ruinas: algunos restos de muros, torres derruidas y un aljibe. Formaba, indudablemente, un sis-

tema defensivo junto con las otras fortalezas del entorno; Fuente Ovejuna (o Fuente Obejuna), Belmez,

Obejo, El Vacar, Almodóvar del Río, etc. Incluso frente al cerro donde se encuentra enclavado existe otro

promontorio que recibe el nombre de Plaza de Armas, posiblemente aludiendo a la existencia de otra

fortificación antigua.

El castillo era de reducidas dimensiones y su planta es casi geométrica. Entre los restos podemos desta-

car aparte de los lienzos de muralla, que muestran el contorno primitivo, dos torres. Una separada del

muro y enclavada en la cara norte del edificio. La otra, interior, de un metro de altura es lo que queda de

la torre del homenaje. Sobre ella se ha construido una atalaya, propiedad de la Agencia de Medio Am-

biente, como observatorio de prevención de incendios. Desde la misma se contempla una magnífica vista

de la sierra, pero no se divisa ninguna población a pesar de la vasta superficie observable. Al pie de la to-

rre un monolito de hormigón y una placa ovalada delatan que el lugar es un punto geodésico con una al-

tura de 812 metros.

~ 20 ~

REINO DE ARAGÓN

HECHOS VARIOS NOTICIABLES

Y CON PROYECCIÓN DE RECONQUISTA

Vinieron a sucederse durante este año 1237 hechos varios noticiables en el reino de

Aragón, tal como ahora destacamos:

Ponç o Ponce de Vilamur, obispo de Urgel,23

excomulgó al conde Roger Bernat II de

Foix, con el que está enfrentado por la disputada posesión de Andorra.24

Guillem de Mediona actúa de feudatario del castillo de ese nombre25

por parte del viz-

conde de Cabrera.

En fecha 7 de marzo, a petición del Papa Gregorio IX, el abad cisterciense, movido

por carestía de agua, ordenó que parte de las monjas de Santa María de la Bovera26

se

23

Provincia de Lérida.

24

Ponç de Vilamur fue obispo de Urgel entre los años 1230-1257. Su padre fue el vizconde Pedro IV de

Vilamur y eran tíos suyos Bernat de Vilamur, obispo de Urgel, y Berenguer de Erill, obispo de Lérida.

Vilamur es una pequeña localidad de la provincia de Lérida.

Por influencia de sus tíos, tuvo sus cargos y prebendas favorables, hasta llegar al obispado de Urgel.

Fue destacado combatiente de los cátaros, importante mecenas y hombre de cultura. Durante su pontifi-

cado tuvo enfrentamientos con la Casa de Foix. También contó con enemigos en el ámbito eclesiástico,

los cuales llegaron a acusarle de vicios y delitos incluso de índole criminal. En 1248 llegaron serias acu-

saciones a la Santa Sede, desde donde encomendaron al dominico San Raimundo de Peñafort que se en-

cargara del caso. Parece ser que San Raimundo llegó a clarificar el asunto y Ponç acabó depuesto.

En cuanto a Andorra, sabemos que aquellos valles pertenecían al condado de Urgel durante la Edad

Media, desde el año 839, cuando fueron cedidos por Carlos II el Calvo, rey de la Francia Occidental (la

actual Francia), entre los años 840-877, al conde Sunifredo I (839-848). Con la expansión del condado de

Urgel hacia el sur, donde se encuentran terrenos más fértiles, las zonas montañosas dejaron de tener in-

terés para el conde, de modo que, en 1095, a cambio de protección militar, cedió el obispado sus derechos

políticos, militares y jurisdiccionales a la familia Caboet, aunque conservó la soberanía sobre Andorra,

transformando el dominio territorial en un señorío episcopal. Pasó, en 1185, que Arnalda de Caboet con-

trajo matrimonio con Arnaldo I de Castellbó. El matrimonio de Roger II de Foix y Ermesinda de Cas-

tellbó, en 1208, supuso el dominio feudal de Andorra por parte de los condes de Foix, quienes irían au-

mentando su poder y dominio en Bearne, en el reino de Navarra y también, siglos más tarde, en el reino

de Francia.

25

En la provincia de Barcelona.

26

Cenobio cisterciense femenino ubicado en la localidad leridana de Guimerá. Fue fundado en 1176 por

Pere de Tàrrega, siendo la primera abadesa una hija de éste, Elisenda, y siendo el monasterio filial de

Vallbona de las Monjas (Lérida).

~ 21 ~

trasladaran al nuevo y cercano monasterio de la Vallsanta. En resumen, que hay movi-

miento de monjas en la zona.

De otra parte, Guillem de Montgrí, arzobispo electo de Tarragona desde 1234, re-

nunció a su cargo y sede con tal de mantenerse en su señorío de Ibiza y Formentera.

Pere d’Albalat (Pedro de Albalat o Albalate), que era obispo de Lérida desde 1236, pasó

a ser el nuevo arzobispo de Tarragona.27

También fue continuando sus actuaciones de reconquista muy destacadamente, entre

otros, el muy noble y caballero Blasco de Alagón, del que tanta mención hacemos en

estos años al lado del rey Jaime I o en lealtad al mismo. También el rey Jaime está en

ello.

Con el apoyo y motivación de una bula de cruzada que Jaime I consigue del Papa

Gregorio IX (en fecha 2 de febrero), el soberano aragonés reemprende la campaña hacia

la conquista de Valencia, partiendo organizadamente desde Teruel. El 10 de abril28

ocu-

pó pacíficamente la alquería de Paterna,29

entregándola a Artal de Luna, y se le rindie-

ron también las alquerías de Bétera y Bofilla,30

a cambio de que el aragonés respetara la

religión y los bienes de sus habitantes; vino luego (25 de junio) la conquista de la for-

taleza del Puig de Sebolla o Cebolla (en árabe Jubal-la o Yuballa).31

El rey Jaime dejó

aquí una importante guarnición militar poniendo orden e implantando autoridad en las

tierras valencianas según se conquistan y se vislumbran conquistar.

Los hechos vinieron sucediéndose así, a partir del verano: aprovechando que Jaime I

había retrocedido regresando a Aragón para reclutar nuevos refuerzos a fin de ir sobre

Valencia, y teniendo en cuenta que la nobleza y caballería catalana sigue digiriendo

entonces la conquista y consolidación del reparto en las Baleares, casi no participando

en la preparada campaña sobre Valencia, Zayyan ibn Mardanish atacó Puig de Sebolla

con 600 caballeros y 11.000 infantes, pero la guarnición catalana de 50 caballeros,

teniendo al frente a Guillem d’Aguiló, Bernat Guillem de Montpellier, también llamado

Bernat Guillem d’Entença, con no pocos templarios y hospitalarios entre ellos, y un

millar de peones al mando de Berenguer d’Entença, apoyado por la tripulación de tres

galeras y el disfraz de mulas y mulos como caballos de batalla, destrozó militarmente a

27

Será notable e influyente arzobispo tarraconense hasta 1251, fecha de su muerte.

28

Según el valenciano Libro del Repartimiento, en el que los escribas del rey Jaime I anotaban las pro-

mesas de donación de propiedades para cuando se completara la conquista de Valencia. Después marca-

ban los escribas los nombres de quienes realmente tomaban posesión.

29

Provincia de Valencia.

30

Igualmente en la provincia de Valencia.

31

Actual Puig de Santa María. El castillo, habiéndolo destruido los musulmanes en su huida, hubo de re-

construirlo posteriormente el rey Jaime I. Con esta conquista se abrieron las puertas para la conquista de

Valencia, como veremos, en 1238.

Según cuenta una leyenda, a finales de agosto de 1237, encontró aquí San Pedro Nolasco una imagen de

la Virgen María.

~ 22 ~

los combatidos moros, siendo el 15 de agosto. Y esta fue la batalla del Puig (de Santa

María).32

Luego Zayyan ibn Mardanish reconoció como señor a Muhammad ibn Hud en un va-

no intento de lograr de éste la ayuda militar que necesitaba frente a los ataques de Jaime

I, pero a finales de este año la autoridad de Ibn Hud, que se fue limitando a pequeñas

expediciones militares intrascendentes, o pequeñas escaramuzas sin importancia, se ha-

llaba bajo mínimos, mostrándose el mundo musulmán hispano y levantino en deca-

dencia total. Los nombrados Zayyan ibn Mardanish y Muhammad ibn Hud, sultanes de

Valencia y Murcia respectivamente, nos resultan ya muy familiares o conocidos, consi-

derándolos ya de poder muy disminuido, con poca fuerza para una recuperación islá-

mica en España.

A primeros de agosto había donado el rey Jaime I al señor de Albarracín,33

Pedro Fer-

nández de Azagra, algunos castillos y alquerías que se fueron conquistando.34

Tropas musulmanas y cristianas conjuntamente, al mando de Zayd Abu Zayd con-

quistaron el castillo musulmán de la Viñaza (conocido también como de Arenós), pero

más bien resultó que Zayd cedió el castillo, que era suyo, a Jaime I.35

32

Uno de los muertos aquí fue el erudito y poeta andalusí (almohade valenciano) Abu-l-Rabi ibn Salim

al-Kilai, discípulo del murciano Safwan ibn Idris (1165-1202) y maestro del valenciano Ibn al-Abbar,

cuya muerte será en Túnez, en 1260, tras haber desempeñado una gran labor diplomática y siendo desta-

cado erudito e historiador. Haremos en su momento –de ser posible– las debidas consideraciones.

33

Provincia de Teruel.

34

III señor de Albarracín (1196-1246). Recordemos que, en 1220, Albarracín fue uno de los escenarios

de la primera gran revuelta nobiliaria contra Jaime I de Aragón, revuelta protagonizada por Rodrigo de

Lizana con el apoyo de Pedro Fernández de Azagra. Jaime I decidió entonces sitiar Albarracín, siendo

todavía menor de edad. Sin embargo, levantó el asedio, pues no contaba con el debido apoyo de la no-

bleza y no tuvo más remedio ante las incursiones que realizan los asediados en Albarracín. No fue hasta la

colaboración de Pedro Fernández de Azagra en la conquista de Valencia, ayudando a Jaime I, cuando el

linaje se redime del todo con el rey de Aragón.

Durante la conquista de Valencia (año 1238) será cuando ya se tenga documentada la donación por

parte del rey Jaime I a favor de Pedro Fernández de Azagra de los castillos y villas de Altura (Castellón),

con su arrabal, y Chelva (Valencia), así como las alquerías valencianas de Cárcer y Gátova. La jurisdic-

ción del señorío de Albarracín llegaba también a la localidad valenciana de Liria, con ventajoso pacto en

torno a la ganadería, principal motor económico en la zona de Albarracín.

35

El castillo de la Viñaza o de Arenós, de origen musulmán, se encuentra en el término municipal de

Puebla de Arenoso (Castellón), elevado sobre un promontorio. Perteneció a Zayd Abu Zayd y lo cedió al

rey aragonés. Abu Zayd, ya cristiano, cedió este castillo como dote matrimonial de su hija Alda con Blas-

co Ximénez de Arenós.

Este castillo se encuentra actualmente en estado de bastante deterioro. Se pueden observar dos recintos,

ambos con restos islámicos y cristianos. El recinto superior se encuentra en el centro del cerro, sobre una

plataforma de rocas saliente que se han adaptado con albañilería para darle forma rectangular. En este

espacio se levanta una torre semicircular, con saeteras. Al otro extremo, hay una segunda torre, cuadrada,

desmochada parcialmente y hecha con material y sillares angulares. Ambas torres están unidas por cor-

tinas, lienzos de murallas que así se denominan en arquitectura militar clásica, para que las torres o mu-

rallas de un castillo reciban apoyo y flanqueo.

~ 23 ~

Batalla del Puig, obra atribuida a Marzal de Sas o Sax, de hacía 1410-1420.

Coronado y con gualdrapas en su montura, aparece representado el rey Jaime I

En un segundo plano está San Jorge, de cabello rubio, llevando su cruz.

Esta obra es parte del retablo del Centenar de la Ploma,36

dedicado a San Jorge,

se conserva en el Victoria and Albert Museum de Londres

36

El Centenar de la Ploma fue una compañía de cien ballesteros encargada de escoltar y proteger

la señera (bandera) y el reino de Valencia. La compañía fue instituida por el rey Pedro IV de Aragón en

1365, recibiendo el nombre de Centenar del Gloriós Sant Jordi, ya que estuvo desde su origen bajo la

advocación de este Santo, pero pronto se conoció popularmente como Centenar de la Ploma (pluma), por

la característica pluma que llevaban los ballesteros en el birrete, y con este nombre ha pasado a la historia,

habiendo desaparecido en 1707.

~ 24 ~

GWYNEDD (PAÍS DE GALES)

ÓBITO DE JUANA DE GALES

Juana de Gales, como ahora notificamos, murió en Gwynedd (País de Gales), el 2 de

febrero, teniendo 46 años de edad. Recibió sepultura en la iglesia parroquial de

Beaumaris, un pueblo de pasado vikingo en Anglesey.37

Sabemos de ella haber sido

esposa de Llywelyn, poderoso príncipe de Gales y Gwynedd.38

Era hija ilegítima del rey

Juan I de Inglaterra,39

siendo su madre una tal Clemencia.40

El soberano inglés, en

1203,41

propició que Juana se casara con Llywelin, pero nunca gozó de derechos reales.

Nunca tuvo tampoco el título de princesa de Gales, aunque sí el de señora de Gales.

Fue noticia en su momento (Pascua de 1230) el adulterio de Juana de Gales con Wi-

lliam de Braose, que entonces era prisionero de Llywelin. Como William fue sorpren-

dido retozando con Juana en su aposento matrimonial, acabó ahorcado, el 2 de mayo de

ese año 1230.

Juana quedó arrestada, recluida y vigilada en casa durante un año, pasado el cual Lly-

welin la perdonó y siguió amándola.42

Era una mujer piadosa, habiendo contribuido a la

37

El sepulcro o sarcófago de piedra de Juana, sin que contenga su cadáver ni nada, puede verse actual-

mente en dicha parroquia. Hay sobre él una placa que dice: “Este sencillo sepulcro (en tiempos dignifi-

cado con los restos de Juana, hija del rey Juan y consorte de Llewelyn ap Iowerth, príncipe de Gales del

Norte, que murió en el año 1237), traído del monasterio de Llanfaes y que, ay, se usó durante muchos

años como abrevadero de caballos, fue rescatado de semejante indignidad y colocado aquí para su pre-

servación, y también para invitar a la meditación sobre la naturaleza transitoria de todas las distinciones

terrestres. Por Thomas James Warren, vizconde de Bulkeley, octubre de 1808”.

38

Apodado el Grande. Su muerte será en 1240.

39

Sin que debamos confundirla con su hermanastra Juana, hija legítima de Juan I, casada con el rey Ale-

jandro II de Escocia.

40

Parece ser que plebeya.

41

O tal vez en 1204. Tuvieron hijos.

42

Así lo cuentan las crónicas. Hay registros relatando cuánto sufrió y lloró Llywelin la muerte de su es-

posa. Parece ser que Juana tuvo una hija, resultante de su adulterio.

~ 25 ~

fundación de un convento franciscano en Llanfaes, muy cerca del palacio, en la misma

costa atlántica.43

43

Los franciscanos estuvieron allí entre los años 1240-1537, yéndose cuando la disolución monástica que

decretó el rey Enrique VIII (1509-1547).

Juana ha inspirado algunas obras en la literatura, por ejemplo la novela The Green Branch (La rama

verde), de Edith Pargeter (año 2000).

~ 26 ~

POR LAS COSTAS DE SIRIA

NAUFRAGIO: PERECIENDO, ENTRE OTROS, JORDÁN DE SAJONIA,

MAESTRO GENERAL DE LA ORDEN DE PREDICADORES

Hubo naufragio por las costas de Siria. Se registra este lamentable suceso el 13 de fe-

brero en este año 1237. Pereció, entre otros, Jordán (o Jordano) de Sajonia, Maestro Ge-

neral de la Orden de Predicadores, sucesor de Santo Domingo de Guzmán.44

Ofrecemos

ahora el relato de su vida y de este trágico desenlace, con cuanto se proyecta en la Or-

den de Predicadores en lo por venir.

Jordán de Sajonia tenía 47 años de edad. Había nacido en el castillo alemán de Borg-

berge, próximo a Dassel, un pueblo de la Baja Sajonia, en la región de Westfalia, del

Sacro Imperio Romano Germánico. Era hijo de los condes de Ebersteins u Oberstein,

quienes le enviaron a estudiar a París, formándose muy bien en las ramas del saber:

matemáticas, literatura, filosofía, Sagrada Escritura (muy fundamentalmente), derecho

canónico, teología…

En 1219 conoció en París a su fundador y predecesor Santo Domingo de Guzmán,

gustando de oírle predicar y entrevistándose con él detenidamente al menos en dos oca-

siones. Escuchando también la predicación de otros dominicos, particularmente a Rei-

naldo de Orleans, se decidió a entrar en la Orden de Predicadores.

En 1220 participó en el primer Capítulo General de la Orden, celebrado en Bolonia

(Italia), encomendándosele allí que enseñara la Sagrada Escritura a los frailes dominicos

de París. Destacó sobremanera como profundo y certero conocedor del Evangelio según

San Lucas, así como del legado más florido y antiguo de la literatura mística alemana.

Se le confió después el gobierno de la provincia dominicana de Lombardía, resultando

luego, a la muerte de Santo Domingo de Guzmán, que fue elegido su sucesor como

Maestro General de la Orden de Predicadores, siendo el año 1222, cuando Jordán tenía

32 años de edad. Así, estuvo al frente de los dominicos desde entonces, durante 15 años.

Participó en el Capítulo General de 1226, y en no pocas ocasiones le tuvo el Papa Gre-

gorio IX como consejero para varios asuntos. Se debe a él también la primera vida o

biografía de Santo Domingo de Guzmán.

Su predicación y testimonio acerca de Jesucristo, Dios y Señor nuestro, fue muy con-

firmante o evangelizadora en el pueblo de Dios; y atrajo a muchos a la Orden de

44

Es venerado como Santo, si bien es oficialmente Beato, conmemorándose el 13 de febrero. Fue beatifi-

cado por el Papa León XII (1823-1829), el 10 de mayo de 1826.

~ 27 ~

Predicadores, sencillos y eruditos, muy particularmente de centros como París, Bolonia

o Vercelli.45

Fue infatigable itinerante y solícito en todos los asuntos de la Orden de Predicadores

al servicio de la evangelización y de la Iglesia, llegando a extenuarse. Visitó varias

provincias de la Orden y tuvo gran dedicación a sus frailes en Tierra Santa. Precisa-

mente en estos menesteres se encontraba previamente al naufragio que le costó la vida,

en compañía de otros hermanos dominicos que se ahogaron víctimas de una desatada

tempestad marítima cuando estaban embarcados por las costas palestinas y sirias con la

intención de arribar a Nápoles. Era el 13 de febrero de este año 1237, como ya diji-

mos.46

45

Es legendario que fundó 240 (o más) comunidades de frailes dominicos, abriendo conventos en Orien-

te y Tierra Santa. Recibió en la Orden a un millar de novicios, entre ellos a algunos tan insignes como San

Alberto Magno, Humberto de Romans o Hugo de San Caro, a quienes tendremos ocasión de ir conocien-

do o considerando.

46

Ver más en Epílogo II, donde también se notifica que a Jordán le sucederá en el cargo Raimundo de

Peñafort, en 1238, cuando se celebre en París Capítulo General de la Orden. El Santo Raimundo de Pe-

ñafort muere en 1275, cargado de años, en Barcelona. Ya nos pondremos a considerarlo.

~ 28 ~

IMPERIO LATINO DE CONSTANTINOPLA

MURIÓ EN MARZO JUAN DE BRIENNE

Juan de Brienne, rey de Jerusalén entre los años 1210-1225 y luego emperador latino

de Constantinopla desde 1229, murió en marzo47

de este año 1237, en Constantinopla.48

Fue el hijo menor del conde Érard II de Brienne y de Inés de Montfaucon (o Mont-

béliard). Pasó la mayor parte de su vida como un noble de la menor importancia hasta

hacer amistad con el rey Felipe II Augusto de Francia, quien en 1210 amañó por nece-

sidad convenible casarlo con María de Montferrato, reina de Jerusalén. Juan llegó a San

Juan de Acre el 13 de septiembre de 1210 y la boda fue el día siguiente, siendo luego

coronado Juan en Tiro el 3 de octubre. María murió en 1212, a poco de dar a luz, y Juan

fue nombrado regente de la recién nacida, Yolanda de Brienne o de Jerusalén, conocida

también como Isabella o Isabel II. Juan se casó en segundas nupcias con la princesa

Estefanía de Armenia, hija del rey León II de Armenia (muerto en 1219).

Como regente de Jerusalén, negoció Juan, en julio de 1212, una tregua de paz durante

un lustro con el sultán de Egipto y Siria Al-Adil I (1198-1218). Durante esa tregua y en

contacto con el Papa Inocencio III, se puso en marcha la quinta cruzada. Así, en 1218,

siendo ya sultán Malik al-Kamil, como podemos recordar, Juan de Brienne se unió a la

cruzada, ocurriendo todo cuanto sabemos del sitio de Damieta.

Cuando murió Estefanía, Juan contrajo matrimonio de nuevo, esta vez con Berenguela

de León, habiéndose celebrado la boda en Burgos, en mayo de 1224.49

Pasó luego, en

47

Entre los días 19 y 23, sin que se sepa precisar con exactitud. Tampoco sabemos su edad, calculando

que su nacimiento pudo haber sido entre los años 1169-1174.

48

Siendo el único emperador latino que murió en Constantinopla. Según algunas fuentes históricas, pue-

de que Juan muriese siendo franciscano (o lo mismo terciario), pero no se sabe esto con certeza. Su ente-

rramiento puede que fuera en la gran iglesia de Santa Sofía o bien en un apropiado recinto franciscano.

49

Como podemos recordar, Juan de Brienne peregrinó a Santiago de Compostela en primavera de 1224.

Según la Crónica latina de los reyes de Castilla (de entre los siglos XIII y XV), Juan acudió al reino de

León para desposar a una de las hijas de Alfonso IX (Sancha o Dulce), pudiendo así obtener el reino de

León según promesa de Alfonso IX. Este matrimonio hubiese podido desbaratar el acceso al trono del

medio hermano de las hermanas Sancha y Dulce, Fernando III. Para evitarlo, la madre de Fernan-

do, Berenguela de Castilla (madrastra de Sancha y Dulce), decidió dar a Juan la mano de su hija Beren-

guela de León. Aunque no todos los historiadores modernos aceptan los hechos tal como los narra la cró-

nica y en especial el compromiso de Juan con Dulce o Sancha, concuerdan en que la reina de Francia,

Blanca de Castilla, hermana de la reina Berenguela de Castilla y tía de Fernando III, desempeñó un papel

destacado en convencer a Juan para que desposase a su sobrina Berenguela de León.

~ 29 ~

1225, que Juan de Brienne dio a su hija Isabel en matrimonio al emperador Federico II,

mientras tratada de acordar con él la salvaguarda de sus derechos sobre Jerusalén.

Accedió a ello el emperador, pero luego lo contravino.

En 1228 Juan fue invitado a Constantinopla para ser regente y coemperador con el

joven Balduino II (Courtenay) y organizó casar a éste con su pequeña María, hija que

tuvo de él Berenguela de León. Coronado en el Imperio Latino en 1231, Juan ayudó a

repeler los ataques del zar búlgaro Iván Asen II y del emperador (bizantino) de Nicea

Juan III Ducas Vatatzés, pero se vio en necesidad de solicitar ayuda a Occidente.

~ 30 ~

ROMA

MURIÓ EL CARDENAL JUAN ALEGRIN

Murió en Roma, el 28 de septiembre, el cardenal Juan Alegrin (Jean Alegrin de Abbe-

ville).50

Tenía 57 años de edad.51

Fue monje benedictino en la abadía francesa de Cluny

y estudio filosofía y teología en París, donde ejerció la docencia en muy buen desen-

vuelto magisterio, siguiendo las teorías de Petrus Cantor52

y Stephen Langton.53

Juan Alegrin fue prior del monasterio benedictino de Saint-Pierre de Abbeville, canó-

nigo de la iglesia de Saint-Vulfran de Abbeville y canónigo capitular en la catedral de

Amiens entre los años 1218-1225, siendo entonces arzobispo electo de Besançon y pro-

movido para haber sido patriarca latino de Constantinopla en 1226, sin que él aceptara

este cargo o dignidad.

Le hizo cardenal el Papa Gregorio IX, en el consistorio del 18 de septiembre de 1227,

siendo enviado a los reinos hispanos de la Península Ibérica en 1228, en calidad de le-

gado pontificio para predicar y sostener la reconquista como cruzada contra los musul-

manes, así como también para instar a la puesta en práctica de las disposiciones dima-

nantes del IV Concilio de Letrán que se había tenido en Roma en 1215 con sus conclu-

siones en 1216. Juntamente con el dominico Raimundo de Peñafort estuvo en concilios

de importancia celebrados en suelo hispano, destacando los de Valladolid (1228) y Ta-

rragona (1229).

También cumplió bien los cometidos de dos legaciones prosiguiendo la paz y el mejor

entendimiento ente la Santa Sede y el emperador germano Federico II, siendo la primera

de esas delegaciones en 1230, acompañado por Tomasso de Capua, y la segunda en

1234, con Pietro Caputo.

Son obras escritas de Juan Alegrin sus cuatro libros de sermones y un destacado tra-

tado que lleva por título y tema Expositio in Cantica Canticorum.

50

Abbeville es una localidad francesa situada a una distancia al sur del río Somme en la proximidad de la

bahía que conforma la desembocadura en el Canal de la Mancha, por la Picardía marítima.

51

Si nació, como parece ser, en 1180.

52

Petrus Cantor (Pierre la Chantre), muerto en 1197, fue un teólogo escolástico que destacó también co-

mo cantor en la catedral parisina de Notre Dame, siendo muy versado en Sagrada Escritura, así como en

Moral y Sacramentos. Trató certeramente acerca del purgatorio.

53

Célebre cardenal, arzobispo de Canterbury, muerto en 1228, muy influyente en la vida inglesa y a quien

recordamos como el introductor de la división bíblica en capítulos y versículos.

~ 31 ~

ENTRE EL RÍO CHELIFF Y LA CIUDAD DE MILIANA

(NORTE DE ÁFRICA O IFRIQIYA)

MURIÓ COMBATIENDO EN ÁFRICA YAHYA IBN GANIYA

El mallorquín Yahya ibn Ganiya, último príncipe o gobernante almorávide que tuvo

algo de poder en Baleares, murió en este año, combatiendo en el norte de África, cerca

del rio Cheliff54

y de Miliana.55

De las tres hijas huérfanas de Yahya son acogidas y

alojadas con magnánima compasión por su enemigo el emir de los háfsidas (aliados y

sucesores de los almohades), siendo este emir Abu Zakariya Yahya I ibn Abd al-Wa-

hid.56

54

El río Cheliff tiene su importancia en el norte de África hacia su desembocadura en el mar Mediterrá-

neo. Tiene una longitud de aproximadamente 730 kilómetros, transcurriendo por Argelia. Nace en la

cordillera del Atlas sahariano.

55

Ciudad costera de Argelia.

56

Zakariya Abu Yahya ibn Abd al-Wahid (1203-1249) fue el primer sultán del independiente reino de

Ifriqiya bajo el poder de la dinastía háfsida o hafsí que se perpetuó durante tres siglos. Siendo gobernador

de Gabès (Túnez), resultó que en 1228 derrocó a su hermano Abu Muhammad Abd Allah, gobernador

almohade de Ifriqiya, establecido en Túnez, y logró el gobierno independiente de esta región.

Zakariya fue de fiel observancia respecto a la doctrina Mahdi establecida por Ibn Tumart, puro en

cuanto a espiritualidad almohade. Cuando el califa almohade de Marrakech Abd al-Mumin (muerto en

1163) derrocó y mató a dos de sus hermanos y rechazó dicha doctrina a favor de la sunita, y además,

instruyó a los imanes para insultar a Ibn Tumart en las mezquitas, y canceló la llamada a la oración en

bereber, Abu Zakariya se rebeló contra la autoridad central y declaró su independencia de Marrakech. En

noviembre o diciembre de 1229 dejó de hacer la khutba u oración del viernes en nombre del califa al-

mohade, al que no consideraba seguidor estricto de las doctrinas almohades. En 1230 se apoderó de las

norteafricanas Constantina y Bujía, siendo en 1234 cuando expulsó de por allí a los últimos focos de los

mallorquines Banu Ganiya, los mismos que quedaron ya totalmente eliminados en este año 1237. Fue

también un buen y eficaz diplomático, siendo acogedor, benevolente, tolerante. Los judíos jugaron un

papel muy importante en la política económica y en el comercio exterior desarrollado por Abu Zakariya.

~ 32 ~

SULTANATO DE RÜM

MUERE EL SULTÁN KAIKUBAD I Y LE SUCEDE KAIKOSRU II

Murió Kaikubad I, sultán selyúcida de Rüm57

durante 17 años, desde 1220. Expandió

las fronteras del sultanato a expensas de sus vecinos, particularmente emires de Men-

gücek y ayubíes, estableciendo a los selyúcidas en buena situación y de cara al Medite-

rráneo, constituyéndose en una corte espléndida. En efecto, el reinado de Kaikubad I re-

presenta apogeo de poder y presencia influyente de la dinastía selyúcida.58

El difunto sultán Kaikubad I era el segundo hijo del sultán Kaikosru I, muerto comba-

tiendo en 1211. Kaikubad y su hermano mayor Kaikaus lucharon disputándose el trono

del sultanato. En un principio Kaikubad obtuvo cierto apoyo entre los vecinos del sulta-

nato, principalmente del rey León I de Armenia y de Tughrilshah, su tío y gobernante

independiente en Erzurum. La mayoría de los emires, junto a la poderosa aristocracia te-

rrateniente del sultanato, apoyaron a Kaikaus, de modo que Kaikubad se vio obligado a

huir hasta refugiarse en la fortaleza de Ankara, desde donde buscó la ayuda de las tribus

turcomanas de Kastamonu. Pronto fue capturado y encarcelado por su hermano en un

castillo del oeste Anatolia. Y así estaban las cosas para Kaikubad cuando sucedió ines-

peradamente la muerte de Kaikaus en 1219.59

Entonces Kaikubad fue liberado de su

cautiverio y sucedió a su hermano.

En política exterior, Kaikubad redujo al vasallaje al reino armenio de Cilicia, y asentó

a los turcomanos a lo largo de la frontera que suponen los montes Tauro.60

También

avanzó por el este de Anatolia, en los años 1227-1228, donde la llegada de Jalal ad-Din

Mingburnu (muerto en 1231), que huía entonces de la destrucción de su Imperio Jo-

rezmita o Corasmio por la acción invasora de los mongoles, había creado una situación

política inestable. El sultán Kaikubad I derrotó a ortóquidas y ayubíes, absorbiendo para

sí el emirato o reino Mengücek, tomando durante su campaña militar las fortalezas

57

Recordemos que el sultanato selyúcida de Rüm, en Anatolia, se mantuvo entre los años 1077-1307,

siendo los selyúcidas una dinastía turca llegada de Asia Central en el siglo X, con presencia en varias y

amplias zonas geográficas.

58

Consciente la creciente presencia y poder de los mongoles en las fronteras del sultanato, Kaikubad I

reforzó las defensas y castillos de sus provincias orientales, muriendo aún joven y siendo el último de su

linaje que murió siendo independiente, ya que el sultanato será en adelante vasallo de los mongoles.

59

O tal vez 1220.

60

Al sur de Turquía.

~ 33 ~

de Hins Mabsur,61

Kâhta y Çemişgezek. Sofocó también una revuelta auspiciada por

el Imperio de Trebisonda,62

y aunque en su contraataque no llegó a tomar su capital, sí

obligó a la dinastía de los Comneno a renovar hacia Rüm sus compromisos de vasallaje.

Inicialmente, Kaikubad había buscado una alianza con su pariente turco Jalal ad-Din

Mingburnu contra la amenaza mongola, pero no sólo no la consiguió sino que Jalal ad-

Din le arrebató el importante castillo de Ahlat. El sultán le derrotó finalmente en la ba-

talla de Yassıçemen, en 1230, entre Sivas y Erzincan. Después de esta victoria fue cuan-

do avanzó más hacia el este, estableciendo el poder selyúcida sobre Erzurum, Ahlat y la

región del lago de Van (anteriormente controlada por los ayubíes), consiguiendo además

que los ortóquidas de Diyarbakr y los ayubíes de Siria reconocieran su soberanía. Tomó

una serie de fortalezas en Georgia, cuya reina pidió la paz y dio a su hija Tamara en

matrimonio al hijo de Kaikubad llamado Kaikosru y ahora su sucesor.

Kaikubad tuvo tres hijos: Izz al-Din (hijo de su esposa ayubí), Rukn al-Din (de la

misma mujer) y Kaikosru (primogénito, hijo de Kir Fard, esposa armenia), ahora suce-

sor como Kaikosru II. Originariamente, el sultán ahora difunto obligaba a sus súbditos a

jurar lealtad a su hijo Izz al-Din, pero los emires o nobles solían hacerlo más bien ante

el más poderoso y de mayores garantías políticas, es decir, ante Kaikosru. Todo hace

prever guerra civil.63

Mérito a resaltar también del difunto Kaikubad I es su legado arquitectónico.64

Aparte

de la reconstrucción de ciudades y fortalezas, edificó muchas mezquitas, madrasas, ca-

ravasares, puentes y hospitales. Concluyó la magnífica construcción del Palacio Selyú-

cida en Konya (Iconio), además del Palacio de Kubadabad a orillas del lago Beyşehir y

del Palacio de Keykubadiye, cerca de Kayseri.

61

Actual Adiyaman (Turquía).

62

Que sabemos siendo una parte del descompuesto Imperio Bizantino, localizándose hacia la costa sur-

este del mar Negro.

63

Así fue. Sin un sucesor claro, a la muerte de Kaikubad estalló una tensa guerra civil entre varias fac-

ciones del sultanato, triunfando finalmente Kaikosru.

64

Aún pude visitarse y contemplarse con valoración excelente.

~ 34 ~

MANCOMUNIDAD ISLANDESA

MUERTE DE UN OBISPO VENERABLE

Se notifica ahora la muerte de un influyente obispo de la Mancomunidad Islandesa:

Guðmundur Arason, apodado o reconocido como el Bueno, recordado por haberse en-

frentado a los jefes de los clanes locales en cuanto abusivos o preponderantes respecto a

la autoridad y a la pastoral de la Iglesia. Fue el quinto obispo de Hólar, en el norte de Is-

lancia.65

Tenía 76 años de edad. Guðmundur Arason ha sido realmente bueno, caritati-

vo, misericordioso, compasivo, guía social y de gran relevancia política, como hombre

de mucho encanto. Es el recuerdo que le queda a la gente y con el que pasa a la histo-

ria,66

con una cierta semejanza respecto al Santo arzobispo de Canterbury Tomás Bec-

ket, mártir en 1170.67

Guðmundur nació ilegítimo, fuera de matrimonio, en 1161. Su ordenación sacerdo-

tal68

fue de joven, en 1185, teniendo 24 años de edad. En una década se convirtió en cé-

lebre e influyente clérigo, lo que culminó en su ordenación episcopal, siendo obispo de

Hólar, al norte de Islandia.

Durante algún tiempo sirvió como sacerdote doméstico o capellán a Kolbeinn Tuma-

son, hombre de gran poder en Islandia, un godi y escaldo o poeta, muerto de manera trá-

gica en 1208. En estos años, Guðmundur no mostró interés en fortalecer a la Iglesia co-

mo institución evangelizadora y católica, aunque no pretendió enriquecerse y ganar

prestigio social. Sin embargo fue considerado cada vez más como hombre piadoso y de-

voto, aspectos que realmente testimoniaba con sencillez y hondura.

Con su nombramiento como obispo, recibió la misión de continuar la obra y objetivo

pastoral de sus predecesores: mantener e incrementar el poder de la Iglesia con su eficaz

autoridad para evangelizar. Sin embargo, Guðmundur, según los enemigos que fue te-

niendo– se convirtió más que nadie en un visionario al que algunos tenían por hereje,

pues elogiaba como fundamental la virtud de la pobreza y aseguraba que la Iglesia se

desviaba de ella al adquirir riquezas. Guðmundur fue generoso con los fondos y bienes

de la Iglesia, y no tardó mucho tiempo en que muchos pobres se establecieran en las in-

mediaciones de Hólar, sostenidos por la caridad. Su generosidad ocasionó la ira de los

65

La otra diócesis islandesa, la del sur, como sabemos, fue Skálholt.

66

Tras su muerte fue enseguida venerado por el pueblo islandés como Santo, aunque oficialmente nunca

se pronunció la Santa Sede al respecto y no está canonizado.

67

El 29 de diciembre, que es cuando se conmemora en el santoral.

68

Con dispensa pontificia, por su condición de ilegítimo o bastardo y por joven.

~ 35 ~

jefes locales y las tensiones comenzaron a escalar, ocasionando disputas con respecto a

los poderes judiciales de la diócesis.

Kolbeinn Tumason, godi de los Ásbirningar, muy tradicional y poderoso clan, había

desempeñado un importante papel en la elección episcopal de Guðmundur, pero en

1205 surgió una más que tensa disputa entre ambos. La causa de dicha disputa fue un

cobro hecho por Kolbeinn a un sacerdote que le debía dinero. Debido a la política ecle-

siástica, la Iglesia tenía poderes judiciales exclusivos (canónicos) en tales aspectos. En

el otoño de 1208 (otro caso), Kolbeinn viajó a Hólar con un grupo de hombres para eje-

cutar una sentencia en contra de un sacerdote que había dejado embarazada a una mujer.

Los hombres de Kolbeinn chocaron con los seguidores del obispo, siendo el choque el

conocido como batalla de Víðines. Kolbeinn y varios de sus hombres murieron en la ba-

talla,69

en la que salió victorioso el obispo con los clérigos o eclesiásticos. En 1209, sin

embargo, con tensos enemigos a su alrededor, la posición de Guðmundur era insos-

tenible y altamente insegura, viéndose obligado a huir de Hólar.

Guðmundur vivió entre 1214 y 1218 en Noruega en Noruega, bajo las órdenes y pro-

tección del arzobispo de Nidaros. Cuando regresó a Islandia, se comportó del modo más

prudente que pudo. Sin embargo, no tardó en que muy numerosos pobres acudieran a él,

viviendo de nuevo muy auxiliados por la caridad de la Iglesia. Entonces, Arnór Tu-

mason, el nuevo jefe o godi de los Ásbirningar, viajó a Hólar y dispersó a los seguidores

pobres del obispo. Guðmundur permaneció como prisionero de Arnór durante todo un

año. Una vez libre realizó un viaje por Islandia con sus seguidores. A la muerte de Ar-

nór, se alzó con el poder como godi Tumi Sighvatsson, en Skagafjörður, y reclamó Hó-

lar como propiedad suya. Entonces (año 1222) los seguidores del obispo asesinaron a

Tumi y Guðmundur huyó a Grímsey,70

donde fue interceptado y hecho prisionero nue-

vamente. El arzobispo de Nidaros lo llamó nuevamente a Noruega, para que rindiera

cuentas de sus actuaciones. Guðmundur así lo hizo y luego regresó a Islandia, ya real-

mente anciano y fatigado. Ya no desempeñó ninguna función hasta su muerte, muy sen-

tida y venerada por la concurrencia y encomio de los pobres.71

69

Kolbeinn con la cabeza aplastada por una gran piedra.

70

En el Círculo Polar Ártico.

71

En 1238 le sucederá Bótólfur, sexto obispo de Hólar, hasta 1243, siendo la fecha de su muerte la de

1247. No hay registros sobre su origen familiar, apellidos, ni fecha de nacimiento. El contexto del nuevo

nombramiento episcopal ocurrirá en una tensa guerra civil islandesa entre clanes del país, tras la histórica

batalla de Örlygsstaðir (21 de agosto de 1938), siendo entonces cuando el rey Haakon IV de Norue-

ga (1217-1263) decida fortalecer su influencia en Islandia. En ese momento (o hasta entonces), los obis-

pos islandeses eran escogidos muy democráticamente entre los miembros locales de la Iglesia en Islandia,

pero la corona noruega no querrá sino que estén bajo influencia del arzobispo de Nidaros, el cual fue pre-

sionado por el monarca para que Bótólfur, probablemente monje agustino de Nidaros, fuera destinado

como obispo a Hólar. Parece ser que Bótólfur era un buen hombre, sencillo y bonachón, pero con poca

talla de clérigo. De hecho no supo gestionar bien su diócesis, ciertamente una diócesis peculiar. En 1243

regresará a Noruega, donde muere en 1247.

~ 36 ~

Guðmundur Arason

~ 37 ~

EPÍLOGO I

LIBRO DE LOS DOCE SABIOS O TRATADO DE LA NOBLEZA Y LEALTAD

Encargado por el rey Fernando III el Santo hacia el año 1237,

con epílogo al comenzar el reinado de Alfonso X el Sabio hacia 125572

Comienza el libro de la nobleza y lealtad

Al muy alto y muy noble, poderoso y bienaventurado señor rey don Fernando de

Castilla y de León. Los doce sabios que la vuestra merced mandó que viniésemos de los

vuestros reinos y de los reinos de los reyes vuestros amados hermanos para vos dar con-

sejo en lo espiritual y temporal: en lo espiritual para salud y descargo de la vuestra áni-

ma, y de la vuestra esclarecida y justa conciencia, en lo temporal para vos decir y de-

clarar lo que nos parece en todas las cosas que nos dijistes y mandastes que viésemos. Y

señor, todo esto os hemos declarado largamente según que a vuestro servicio cumple. Y

señor, a lo que ahora mandades que vos demos por escrito todas las cosas que todo

príncipe y regidor de reino debe haber en sí, y de cómo debe obrar en aquello que a él

mismo pertenece. Y otrosí de cómo debe regir, y castigar, y mandar, y conocer a los del

su reino, para que vos y los nobles señores infantes vuestros hijos tengáis esta nuestra

escritura para estudiarla y mirar en ella como en espejo. Y señor, por cumplir vuestro

servicio y mandado hízose esta escritura breve que vos ahora dejamos. Y aunque sea en

sí breve, grandes juicios y buenos trae ella consigo para en lo que vos mandastes. Y

señor, plega a la vuestra alteza de mandar dar a cada uno de los altos señores infantes

vuestros fijos el traslado della, porque así ahora a lo presente como en lo de adelante por

venir ella es tal escritura que bien se aprovechará el que la leyere y tomare algo della, a

pro de las ánimas y de los cuerpos. Y señor, Él que es Rey de los Reyes, Nuestro Señor

Jesucristo, que guió a los tres reyes magos, guíe y ensalce la vuestra alteza y de los

vuestros reinos, y a todo lo que más amades y bien queredes.

72

El Libro de los doce sabios –rótulo que acuñó José Amador de los Ríos en 1863 para referirse al fer-

nandino Tratado de la nobleza y lealtad, compuesto por doce sabios...– es uno de los primeros textos, es-

critos en español o castellano con indiscutible interés filosófico. El libro de los doce sabios inicia, ade-

más, esa fecunda tradición española de tratados destinados a definir y procurar alcanzar la perfección del

rey, del príncipe o del regidor público. Y, aunque no en el título, sí que aparece ya en el texto la imagen

del espejo aplicada a la propia obra [espejo de príncipes que, andando el tiempo, dejará paso al reloj de

príncipes]:“para que vos y los nobles señores infantes vuestros hijos tengáis esta nuestra escritura para

estudiarla y mirar en ella como en espejo”.

El Libro fue encargado hacia 1237 por Fernando III, transcurriendo así el escrito: “y comenzaron sus

dichos estos sabios, de los cuales eran algunos dellos grandes filósofos y otros dellos de santa vida”; y se

le añadió un epílogo, como veremos, hacia 1255, en los primeros años del reinado de su hijo, Alfonso

X el Sabio.

~ 38 ~

Y señor, pónese luego primeramente en esta escritura de la lealtad que deben haber los

omnes [hombres] en sí. Y luego después de la lealtad se pone la codicia que es cosa in-

fernal, la cual es enemiga y mucho contraria de la lealtad. Y después vienen las vir-

tudes que todo rey o regidor de reino debe haber en sí, y que tal debe de ser, y que a

todo regidor de reino cumple de él ser de la sangre y señorío real, y que sea fuerte y po-

deroso y esforzado, y sabio y enviso [sagaz], y casto, y temprado [moderado] y sañudo

[furioso], largo y escaso, amigo y enemigo, piadoso y cruel, amador de justicia y de

poca codicia, y de buena audiencia a las gentes. Y adelante está como se entiende cada

una destas condiciones y por qué manera debe usar de cada una dellas.

I.- De las cosas que los sabios dicen y declaran en lo de la lealtad

Y comenzaron sus dichos estos sabios, de los cuales eran algunos dellos grandes fi-

lósofos y otros dellos de santa vida. Y dijo el primero sabio dellos: “Lealtad es muro

firme y ensalzamiento de ganancia”. El segundo sabio dijo: “Lealtad es morada por

siempre y hermosa nombradía”. El tercero sabio dijo: “Lealtad es ramo fuerte y que las

ramas dan en el cielo y las raíces a los abismos”. El cuarto sabio dijo: “Lealtad es

prado hermoso y verdura sin sequedad”. El quinto sabio dijo: “Lealtad es espacio de

corazón y nobleza de voluntad”. El sexto sabio dijo: “Lealtad es vida segura y muerte

honrada”. El seteno sabio dijo: “Lealtad es vergel de los sabios y sepultura de los ma-

los”. El octavo sabio dijo: “Lealtad es madre de las virtudes, y fortaleza no corrompi-

da”. El noveno sabio dijo: “Lealtad es hermosa armadura y alegría de corazón y con-

solación de pobreza”. El décimo sabio dijo: “Lealtad es señora de las conquistas y ma-

dre de los secretos y confirmación de buenos juicios”. El onceno sabio dijo: “Lealtad es

camino de paraíso y vía de los nobles, espejo de la hidalguía”. El doceno sabio dijo:

“Lealtad es movimiento espiritual, loor mundanal, arca de durable tesoro, apuramiento

de nobleza, raíz de bondad, destruimiento de maldad, profesión de seso, juicio hermoso,

secreto limpio, vergel de muchas flores, libro de todas ciencias, cámara de caballería”.

II.- De lo que los sabios dicen en lo de la codicia

Desque hubieron hablado en lo de la lealtad, dijeron de codicia. Y dijo el primer sa-

bio: “Codicia es cosa infernal, morada de avaricia, cimiento de soberbia, árbol de lu-

juria, movimiento de envidia”. El segundo sabio dijo: “Codicia es sepultura de virtu-

des, pensamiento de vanidad”. El tercero sabio dijo: “Codicia es camino de dolor y si-

miente de arenal”. El cuarto sabio dijo: “Codicia es apartamiento de placer, y vasca de

corazón”. El quinto sabio dijo: “Codicia es camino de dolor, y es árbol sin fruto, y casa

sin cimiento”. El sexto sabio dijo: “Codicia es dolencia sin medicina”. El seteno sabio

dijo: “Codicia es voluntad no saciable, pozo de abismo”. El octavo sabio dijo: “Codi-

cia es fallecimiento de seso, juicio corrompido, rama seca”. El noveno sabio dijo: “Co-

dicia es fuente sin agua, y río sin vado”. El décimo sabio dijo: “Codicia es compañía

del diablo, y raíz de todas maldades”. El onceno sabio dijo: “Codicia es camino de

desesperación, acercana de la muerte”. El doceno sabio dijo: “Codicia es señoría fla-

ca, placer con pesar, vida con muerte, amor sin esperanza, espejo sin lumbre, fuego de

~ 39 ~

pajas, cama de tristeza, rebatamiento de voluntad, deseo prolongado, aborrecimiento

de los sabios”.

III.- Que el rey o regidor de reino debe ser de la sangre real

Primeramente dijeron estos sabios que fuese de la sangre real, por cuanto no sería cosa

cumplidera ni razonable que el menor rigiese al mayor, ni el siervo al señor. Y más ra-

zón es que el grado dependa de la persona que la persona del grado. Y cualquiera que ha

de regir reino, requiere a su señoría que sea de mayor linaje y de más estado que los que

han de ser por él regidos, porque a cada uno no sea grave de recibir pena o galardón por

el bien o mal que hiciere, y no hayan a menguar los súbditos a su regimiento de ser re-

gidos y castigados por él, ni de ir so su bandera cuando cumpliere.

IV.- Que debe ser el rey fuerte y poderoso

Dijeron que cumplía que fuese fuerte y poderoso y esforzado y enviso [sagaz]. Y ra-

zonable es que el que no ha poderío no ha lugar de cumplir justicia, ni de regir ni hacer

ninguna cosa de las que a regimiento de reino pertenecen, que puesto que sea de sangre

real, si poderío no ha, no podrá regir los poderosos ni los flacos tan solamente. Que el

oficio la persona lo hace ser grande o menguado según la cantidad o calidad del que lo

oficia, como ya hayamos visto muchos de sangre real y aún reyes y príncipes. Y porque

no son poderosos, son en gran caimiento y perdimiento, y en gran pobreza, y abiltados

[afrentados] y sojuzgados de otros de menos linaje que ellos. Y si han estas dos y no es

esforzado y fuerte, no le aprovecharía, que sin esfuerzo no puede ser hecha ni acabada

ninguna cosa buena ni mala, como la cobardía sea la cosa más vil y menos temida que

todas las del mundo. Y por esfuerzo y fortaleza vimos acabados muchos grandes hechos

y obras maravillosas. Y la fortuna de sí misma ayuda a los osados. Y el que ha de regir

reino si esfuerzo y fortaleza no hubiese, no podría venir en perfección de su regimiento

ni dar fin a ningún buen hecho. Y los que con el reino tuviesen guerra, cobrarían osadía

viéndolo más flaco y de poco esfuerzo y fortaleza, y muy de ligero podría el reino pe-

recer cuando no tuviese cabecera buena, como muchas veces hayamos visto muchos rei-

nos ser perdidos por haber rey o príncipe o regidor cobarde y flaco y de poco esfuerzo, y

por contrario con esfuerzo y fortaleza llevar lo poco a lo mucho y lo menos a lo más, y

ser defendidas muchas tierras por ello. Y el fuerte y esforzado témenlo y no se atreven a

él los suyos ni los extraños, y más vence su nombre que el golpe de su espada. Mas no

cumple que sea fuerte ni esforzado a las cosas flacas y de poco valor, que la fortaleza y

esfuerzo se debe usar en sus tiempos y lugares debidos y convenientes que a gran ha-

zaña o regimiento pertenezcan. Y que no haya temor de regir así al fuerte como al flaco.

Donde dijo el filósofo: “Fortaleza es de sí misma queja de atender la virtud del su

nombre”.

~ 40 ~

V.- Que habla de esfuerzo y fortaleza y de las virtudes que han

El primero sabio dellos dijo: “Esfuerzo y fortaleza son señores de las batallas”. El se-

gundo sabio dijo: “Esfuerzo y fortaleza son aparcioneros [asociados] de la fortuna”. El

tercero sabio dijo: “Esfuerzo y fortaleza son camino de buena andanza”. El cuarto sa-

bio dijo: “Esfuerzo y fortaleza son durable remembranza”. El quinto sabio dijo: “El es-

fuerzo cometió y la fortaleza sostuvo las bienandanzas mundanales, y son así como ga-

nar y defender, y por ende en el noble son singulares virtudes”. Y dijo el sexto sabio:

“Más demandado es el esfuerzo y fortaleza en los grandes que no en los pequeños, co-

mo todos hayan de guardar al capitán, y capitán sin esfuerzo es batalla vencida aunque

hayan compañas fuertes y esforzadas”. El seteno sabio dijo: “Esfuerzo y fortaleza son

honra de los grandes y sobimiento de los pequeños”. El octavo sabio dijo: “Esfuerzo y

fortaleza son estado de los pobres y refrenamiento de los poderosos”. El noveno sabio

dijo: “Esfuerzo y fortaleza son gloria de voluntad, y grandeza de corazón”. El deceno

sabio dijo: “Esfuerzo y fortaleza son quebrantamiento de soberbia, y desfacimiento de

codicia, y vencimiento de locura”. El onceno sabio dijo: “Esfuerzo y fortaleza son cá-

mara de caballería y ensalzamiento de señoría, temor a los cayentes, fama honrosa,

mundano ensalzamiento”. Y por ende en los magníficos son gracias incomparables y

muy cumplideras, como hallamos que todavía el esfuerzo y fortaleza fueron vencedores

y no vencidos, mas cumple que sean templados con seso.

VI.- Que habla otra vez de cómo el rey debe ser sabio y enviso

Dijeron que fuese sabio y enviso, por cuanto muchos son sabedores y no vienen tan

avisados a los hechos, que el avisamiento discierne e iguala en sus tiempos las obras

que la sabiduría determina. Y son así en igualanza como voluntad y obra. Y la sabiduría

ponemos que sea la voluntad y el avisamiento la obra. Y puesto que omne [alguno]

tenga voluntad, si no la obra no es hecho acabado. Y por ende el avisamiento es dis-

creción que iguala y obra en sus tiempos las cosas de sabiduría, y de necesario son y

deben ser aparcioneros sabiduría y avisamiento. Es virtud incomparable y maravillosa y

muy cumplidera en el rey o príncipe o regidor, porque por ella pueda bien regir el reino

y regimiento que le es encomendado, y dar pena a los malos y galardón a los buenos, y

igualar y templar los hechos, y conocer los hechos y los tiempos, que muchas veces es

necesario y cumplidero al príncipe o regidor matar al que lo no merece y soltar al que lo

merece. Y puesto que poderío y esfuerzo y fortaleza sean tan altas y tan maravillosas

cosas como habemos dicho, si sabiduría y avisamiento no ha el que las tiene, éstas ni

otras no le podrían aprovechar, que muchas veces vimos muchas compañías poderosas y

fuertes y esforzadas ser vencidas y conquistadas de muy pocas gentes por la poca sabi-

duría y avisamiento suyo y por el saber y avisamiento de los otros. Y la sabiduría y

avisamiento dan a entender al que las tiene por dónde y cómo debe usar. Y el que es

sabio y enviso no puede ser corrompido en sus hechos.

Donde dijo el primero sabio: “Sabiduría es muro no corrompido y claridad sin oscu-

reza”. El segundo sabio dijo: “Sabiduría es cosa infinita y depende del infinito Dios”.

El tercero sabio dijo: “Sabiduría es espejo de los sabios, que mientras más se miran

~ 41 ~

más hallan que mirar”. El cuarto sabio dijo: “Sabiduría es destruimiento de maldad y

perfección de bondad”. El quinto sabio dijo: “Sabiduría es tristeza a los malos y placer

a los buenos”. El sexto sabio dijo: “Sabiduría es ensalzamiento del sol que calienta y

beneficia el mundo”. El seteno sabio dijo: “Sabiduría es árbol de todas flores y cámara

de todas ciencias”. El octavo sabio dijo: “Sabiduría es amor de todos amores, y agua

de todas fuentes, y memoria de todas las gentes”. El noveno sabio dijo: “Sabiduría es

apartamiento de virtudes y carrera derecha del paraíso”. El décimo sabio dijo: “Sabi-

duría es alcanzar hermosa consolación de pobreza, vergel de los sabios”. El onceno

sabio dijo: “Sabiduría es señora no conocida, candela del alma, destruimiento de los

diablos”. El doceno sabio dijo: “Sabiduría es cosa visible y perfección invisible, y se-

pultura de los malos, deseo de los buenos, juego de pella [pelota], viva centella, amor

con esperanza, ley de todos reyes, cobertura de todas menguas, manjar no negado, se-

ñoría infinita, piedra preciosa, arca de maravilloso tesoro, estatuidad firme, vida del

mundo, más alta que lo alto, y más fonda que lo fondo, cerco redondo de que todos pue-

den trabar, no es escondida ni amenguada a los que la buscan, y es amiga de sus ami-

gos y enemiga de sus enemigos”. Y por ende quien sus fechas obra bien sabiamente y

con buena ordenanza y avisamiento, de necesario acabará cuanto quisiere, y no le será

cosa negada ni fuerte de hacer.

VII.- Que habla de la castidad y de las sus virtudes

Dijeron que fuese casto por cuanto castidad en el príncipe es una maravillosa virtud. Y

no tan solamente aprovecha a los que la tienen mas a todos sus súbditos, por cuanto

necesaria cosa es que los que han de complacer a alguna persona que sigan su voluntad

y ordenanza, y hagan manera de obrar aquellas cosas que saben que son cercanas a su

voluntad, por tal de haber la su gracia y merced, especialmente de los magníficos prín-

cipes y reyes. Y como en espejo se catan las gentes en el príncipe o regidor casto, y

ámanselo y lóanlo y codícianle todo bien, y ruegan a Dios por su vida, y no han duda

que les tomará las mujeres ni las fijas ni les hará por ende deshonra ni mal. Y es muy

cercano salvamento del alma, y maravilloso loor al mundo, y es extraña señoría y gracia

de Dios en las batallas, como muchas veces hayamos visto los príncipes castos ser ven-

cedores y nunca vencidos. Y tomemos ejemplo en el Duque Gudufré [Godofredo IV de

Bullón] y en otros muchos príncipes cuantos y cuan grandes fechos y maravillosas cosas

hicieron y acabaron por la castidad, lo cual las historias maravillosamente notifican. Y

por la lujuria vimos perdidos muchos príncipes y reyes, y desheredados sus reinos, y

muchas muertes y deshonras y perdimientos así de cuerpos como de almas de que da-

mos ejemplo en el rey David y el destruimiento que Dios hizo por su pecado, y en el rey

Salamón que adoró los ídolos, y en Aristótiles y Virgilios, y en el rey Rodrigo que per-

dió la tierra de mar a mar, y en otros reyes y príncipes y sabedores que sería luengo de

contar de que las historias dan testimonio.

Y por ende hablando de castidad dijo el primero sabio: “Castidad es vencimiento de

maldad, espejo de alma, y corona del paraíso, señora de las batallas, precio de los re-

yes, especial gracia de Dios”. El segundo sabio dijo: “Castidad es vida sin muerte y

placer sin pesar”. El tercero sabio dijo: “Castidad es vencimiento de voluntad y glo-

~ 42 ~

riosa naturaleza”. El cuarto sabio dijo: “Castidad es nobleza de corazón y lealtad de

voluntad”. El quinto sabio dijo: “Castidad es durable remembranza y perfecta biena-

venturanza”. El sexto sabio dijo: “Castidad es amiga de sus amigos y enemiga de sus

enemigos, cimiento de nobleza, y tejado de virtudes”. El seteno sabio dijo: “Castidad es

acatamiento de los nobles y deseo de los ángeles”, y dijo “Castidad es magnífica elec-

ción y muy acabada discreción”. El octavo sabio dijo: “Castidad es memoria en el

mundo, y juicio no corrompido”. El noveno sabio dijo: “Castidad es verdura sin seque-

dad, y fuente de paraíso”. El décimo sabio dijo: “Castidad es animal amor y obra sin

error”. El onceno sabio dijo: “Castidad es apuramiento de nobleza, elección de fe,

templamiento de voluntad, morada limpia, y hermosa rosa oliente, puro diamante, amor

de pueblo, consolación de los religiosos, gemido de los lujuriosos”. Y por ende a todo

príncipe o regidor es necesaria la castidad, y es cosa cumplidera para el pueblo. Y si es

en omne mancebo y hermoso no puede ser más maravillosa su virtud.

VIII.- Que habla de la templanza y de cómo es medianera entre todas las cosas

Dijeron que fuese templado, por cuanto templanza es maravillosa virtud, y es media-

nera entre bien y mal, y es medio entre todas las cosas. Que si el señor o príncipe o re-

gidor no remediase su saña con templamiento, muy de ligero podría hacer cosa en daño

grande del pueblo, y de que se arrepintiese y por ventura no pudiese remediar. Y tem-

plando su saña y todos sus hechos, no hará cosa que sea de servicio de Dios y daño del

pueblo, ante sus hechos serán siempre temidos y loados, y no le pueden ser reputados a

mal.

Donde dijo el primer sabio: “Templanza es camino del bien, y adversaria del mal”. El

segundo sabio dijo: “Templanza es conocer ome a Dios y a sí mismo”, y dijo “Tem-

planza es espejo de virtudes y deshacimiento de maldades”. El tercero sabio dijo:

“Templanza es lección de seso y perfecta sabiduría”. El cuarto sabio dijo: “Templanza

es escudo acerado de confundimiento y destruimiento de soberbia”. El quinto sabio di-

jo: “Templanza es caimiento de codicia y apartamiento de ira”. El sexto sabio dijo:

“Templanza es compañera de vivir y enemiga de la muerte”. El seteno sabio dijo:

“Templanza es olvidamiento de lujuria y lazo en que caen los diablos”. El octavo sabio

dijo: “Templanza es ciencia divinal y cercano salvamiento del alma”. El noveno sabio

dijo: “Templanza es morada segura y torre firme, loor de los sabios”. El décimo sabio

dijo: “Templanza es natural razón, y perfección con memoración, destruimiento de los

pecados, vía de bien obrar, puerta de paraíso”. El onceno sabio dijo: “Templanza es

juicio verdadero, amigo de Dios y del mundo, familiar de los sesudos, enfrenamiento de

los locos, remedio de malaventuranza, causa de bienaventuranza, secreto de los nobles,

reinamiento de los reyes, durable establecimiento, perfección de fe, avisamiento de los

errados”. Por ende a todo príncipe es necesaria la templanza. El que no es templado en

sus fechos y da lugar a su saña no ha juicio de omne y entre los sabios es llamado bestia

salvaje.

~ 43 ~

IX.- Que el rey debe ser sañudo [furioso] a los malos

Sañudo debe ser el rey o príncipe o regidor de reino contra los malos y contra aquellos

que no guardan servicio de Dios, ni pro común de la tierra, y roban a los que poco pue-

den, y les toman lo suyo contra su voluntad o cometen o hacen traiciones o maldades, o

yerran contra su persona no lo temiendo, y atreviéndose a él. Que el príncipe o rey o

regidor que no es sañudo a los malos ni muestra los yerros a los que lo merecen, y no da

por el mal pena y por el bien galardón no es digno de regimiento, que regidor de reino

tanto quiere decir como pastor de las ovejas, que ha de dar vía por donde usen y vayan,

destruidor de los malos, enmendador de los malos usos y costumbres, rehacedor de los

bienes, igualador de las discordias, veces con saña, veces con buena palabra, enseñador

de las virtudes, destruidor de los pecados, y pena de la maldad y gloria de la bondad, de-

fendimiento de pueblo, poblador de tierra, pértiga de justicia. Y por ende le es cumpli-

dera la saña contra los malos y crueles y desordenados en sus hechos, que el príncipe o

señor en quien no hay saña o crueldad cuando cumple no puede bien regir reino, que

cada uno se atreve a mal obrar en esfuerzo de no ser castigado. Y más temor pone la

saña del rey o del regidor que es conocido por justicia que la justicia que hace o manda

hacer, y más la debe mostrar a los grandes que a los pequeños, que ganado lo más, lo

menos es cosa vencida. Y muy gran castigo es al pueblo ver quebrantada la soberbia de

los grandes que ser sometidos a justicia. Razón clara y muy conocida es de que las obras

pasadas dan testimonio.

X.- De cómo el rey o príncipe o regidor debe aseñorearse de su pueblo

Otrosí cosa cumplidera y muy necesaria es al príncipe o rey o regidor del reino ase-

ñorearse del pueblo, y que en sus tiempos y lugares convenientes sea tenido por señor, y

conocido por los extraños que ante él vinieren en las señales de obediencia que vieren

que le hacen los sus súbditos, y que sea temida su razón, y temido su nombre, y ninguno

no hable de él a igualanza ni sin reverencia y humildad. Y más temido debe ser de los

grandes que de los pequeños, y con mayor autoridad se debe aseñorear dellos, y que

todos teman su saña y hayan pavor de errar y enojar con sus maldades y yerros, que no

cumple que sea igual a la viga que dio Júpiter a las ranas, que del golpe se asombraron y

después subían encima della.73

Y que muy fuerte cosa es de mudar la costumbre, y muy

73

Se trata de una de las fábulas de Esopo, en varias versiones, siendo la siguiente una de ellas: Cansadas

las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían chapoteando, mandaron una delegación al dios

Zeus para que les enviara un rey.

Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.

Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin,

viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba,

empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima,

burlándose sin descanso.

Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidién-

dole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.

Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin

compasión.

~ 44 ~

más ligera cosa es de ponerla que de enmendarla, que si una vez pierden el miedo al rey

o regidor del reino, atrévense a él y no lo temen después. Y lo que en el comienzo re-

mediaría con sola palabra, no lo remediaría después matando y haciendo crueldades. Y

por ende la doctrina priva a las veces a la mala naturaleza. Y todo rey o príncipe debe

ordenar su señoría y regir su tierra en justicia, y aseñorearse della por manera que haya

excusada la enmienda y arrepentimiento, pero no se tenga en tanto que deje de honrar

los buenos y a los que lo merecen, a cada uno en su grado, veces con buena palabra,

veces haciendo mercedes, que muchas veces las buenas obras hacen de los enemigos

amigos. Más no espere amistad del enemigo que es sin causa y por desordenada vo-

luntad, ni tarde la venganza do viere crecer el daño, que muchas veces queda la mancilla

y no el lugar.

XI.- Que el rey o príncipe o regidor de reino debe ser compañero a sus compañas

Compañero debe ser el rey o regidor del reino con las sus compañas en les hacer

muchas honras y gasajados y haber placer con ellos cuando cumpliere, y en las guerras

y batallas comer y beber de compañía, y burlar con los suyos, y entremeter con ellos

algunas maneras de solaz, y loarlos y honrarlos en plaza el bien que hicieren, y hacerles

merced por ello, y darles buena palabra, y recibirlos bien cuando vinieren a él, y mos-

trarles gesto alegre y pagado, que del señor que se aparta huyen dél, y aborrécenlo los

suyos y los extraños, que todo señor cumple que se muestre al pueblo, y sea alegre y

palanciano [cortés]. Y cuando se viere en priesa no debe mostrar temor a su gente, que

gran desmano es de gente conocer miedo en el príncipe o caudillo. Y no es cosa cum-

plidera, que muchas veces vence buen esfuerzo mala ventura. El miedo no es yerro mas

naturaleza derecha: publicarlo es gran mengua, encubrirlo es nobleza de corazón. Antes

hablando con las sus compañas y esforzándolos como compañero, debe ser el primero

que tomare la lanza, y decir decires de osadía. Y como ya habemos dicho, y el esfuerzo

tuvo las glorias mundanales y es hermano de la fortuna. Pero no sea tanto compañero

que se atrevan a él y con palabra grida y sañuda deseche a los que se atrevieren a él

fuera de razón, que de todas las cosas el medio y templanza es la mejor, según antes

dijimos en el tratado de templanza.

XII.- Que el rey debe ser largo [generoso] a los nobles e hidalgos y de buen linaje,

y a los otros que bien obran

Largo [generoso] debe de ser el rey o príncipe o regidor de reino a los nobles e hi-

dalgos y de buen linaje y a los otros que bien obraren y alguna hazaña y nobleza de ca-

ballería hicieren o en otras cosas bien y lealmente lo sirvieren, así por las noblezas que

hicieren cuando pudieron los que no pueden, como por las que hacen los que pueden. Y

de los que en su servicio morieren, debe ser largo en hacer merced a sus hijos y a los de

su linaje porque todos hayan voluntad de bien hacer y de le servir lealmente y con vo-

Moraleja: A la hora de elegir gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, realmente bueno,

en vez de a uno muy emprendedor, de revoltosas iniciativas, pero malvado, corrupto y realmente dañino.

~ 45 ~

luntad. Que una de las principales gracias que cumple haber en los señores, especial-

mente en los conquistadores, ser largo de corazón y de obra, pero que no se debe mover

ligeramente a hacer merced hasta ser cierto del bien que cada uno hizo. Y en esto debe

ser el rey o príncipe o regidor pesquiridor, porque muchas veces acaécele ser hechas

relaciones infintosas, y hacer bien a quien no lo merece y no al que lo merece. Y por

ende ya dijimos como avisamiento es virtud cercana de sabiduría. Y no tan solamente

debe el príncipe o regidor pesquerir y saber esto, mas en todo el reino o regimiento debe

saber qué personas buenas hay en cada ciudad o villa o lugar, y cómo usan, y cuáles son

para guerra o cuáles son para oficios, o cuáles codiciosos desordenados, o cuáles tem-

plados, porque a cada uno dé y ordene lo que entendiere que le cumple, y así no hará

cosa desordenada ni sin razón, que largueza es muy ennoblecida virtud.

Donde dijo el primero sabio: “Largueza es magnificencia de los grandes, y esfuerzo

de corazón en los pequeños”. El segundo sabio dijo: “Largueza es contentamiento de

voluntad y gracioso deseo”. El tercero sabio dijo: “Largueza es menospreciamiento de

codicia y vencimiento de malicia”. El cuarto sabio dijo: “Largueza es morada de noble-

za, cimiento de hidalguía”. El quinto sabio dijo: “Largueza es placer de corazón, cono-

cimiento de razón”. El sexto sabio dijo: “Largueza es cámara de los reyes, ensalza-

miento de su estado”. El seteno sabio dijo: “Largueza es elección de virtudes, nobleza

de voluntad”. El octavo sabio dijo: “Largueza es corona de los príncipes, refrigerio de

los mendigantes”. El noveno sabio dijo: “Largueza es señora de las conquistas”. El dé-

cimo sabio dijo: “Largueza hace los enemigos amigos y los amigos siervos”. El onceno

sabio dijo: “Largueza es refrenamiento de mala fama, encubrimiento de todas las mal-

dades, silla de todos los poderes, allegamiento de voluntades, fe de los vasallos, ensal-

zamiento de los señores, amor de todas las gentes”. El doceno sabio dijo: “Largueza

destruye a los malos y ensalza a los buenos”.

XIII.- Que el rey o príncipe debe ser escaso en aquellas personas y lugares de que

no se espera alguna virtud

Escaso debe ser el rey o príncipe en aquellas personas y lugares de que no se espera

alguna virtud ni bien, y a los malos que obran mal, y a los que no precian, y le buscan

daño y deshonra, y a los lisonjeros que a la verdad niegan sus derechos; y a los truhanes

y juglares y albardanes [bufones] en sus tiempos y lugares convenientes hacer alguna

gracia y merced, porque debido es al príncipe de entremeter a sus cordiales pensa-

mientos algún entremetimiento de placer. Donde dijo Catón: “Interpone tuis interdum

gaudia curis”.74

XIV.- Que el rey debe ser amigo de los buenos y leales y verdaderos que andan y

siguen carrera derecha

Amigo debe ser el rey o príncipe o regidor del reino de los buenos y leales y verdade-

ros que andan y siguen carrera derecha, y lo aman de dentro y de fuera, detrás y delante,

74

Intercala alegrías en medio de tus preocupaciones.

~ 46 ~

acerca y alejos, por su pro y por su daño, que el amigo que es por sólo su provecho no

usa amistad mas mercaduría, y es cosa aborrecible. Y otrosí debe ser amigo de sus bue-

nos servidores y de aquellos que ve que le sirven y aman a todo su poder, y amarlos y

preciarlos y loarlos y hacerles bien por ello, que el amor le dará a conocer a los que le

hablan verdad o arte. Y mire bien el gesto o escritura o obra del obrador o decidor o

escribidor. Y de cada uno la obra o decir o escritura dará testimonio, y será mal cono-

cedor el que lo viere. Que muchos hablan al señor a su voluntad por le complacer y

lisonjear, negándole la verdad, lo cual es manifiesto yerro, que a su señor debe omne de-

cir la verdad claramente, y abiertamente le mostrar los hechos, aunque sean contra sí

mismo, que nunca le traerá gran daño. Que si el señor fuese discreto y sabio, por ende

será más su amigo y creerlo ha desde adelante, y no esperará dél traición ni mal. Y el

que a su señor encubre la verdad no dudará de le ser traidor o malo cuando le viniese al

caso. Y este tal no debe ser dicho amigo mas propio enemigo, que sobre la verdad es

asentado Nuestro Señor Dios. Y a todo rey o príncipe debe amar los verdaderos, y ser su

amigo y les hacer muchas mercedes.

XV.- Que el rey o príncipe o regidor debe ser enemigo de los que quieren el mal y

la traición y la siguen y usan della

Enemigo debe ser el rey o príncipe o regidor de los que quieren el mal y la traición y

la siguen y usan della, y desaman el bien, y sus obras son siempre malas. Y a estos tales

debe ser enemigo para los destruir y echar del mundo o de la tierra y los apartar de sí. Y

otrosí a los que traen y ordenan fuegos o muertes o desordenanzas del reino y de la

gente, y usan maneras y sofismas engañosos y malos, y la voz destos tales hallará pu-

blicada en los pequeños y simples y en los pueblos, a quien por Dios son revelados los

hechos escondidos destos tales y son dados por pregoneros de sus maldades. Y donde

mucho se encendiere la voz del pueblo es la maldad conocida, y quien quisiere parar

mientes así lo verá claramente.

XVI.- Que el rey o príncipe o regidor debe ser piadoso a los buenos y humildes y a

los pobres y lacerados que no han esfuerzo

Piadoso debe ser el rey o príncipe o regidor de reino a los buenos y humildes a que

ocasión y no voluntad de obra trajo a errar, y a los pobres y lacerados que no han es-

fuerzo ni ayuda, y a los huérfanos y tristes y lacerados y enfermos y viudas y a me-

nesterosos, y a los que cayeron de su estado. Por cuanto la piedad es espejo del alma y

cosa que place mucho a Dios, y por ella vino al mundo a nos salvar, por duelo y piedad

que tuvo del su pueblo, que no pereciese. Y es muy santa virtud, y llave del salva-

miento.

Donde dijo el primero sabio: “Piedad es espíritu de Dios que vino de su propia silla”.

El segundo sabio dijo: “Piedad es fuente de paraíso”. El tercero sabio dijo: “Piedad es

gloria de las ánimas”. El cuarto sabio dijo: “Piedad es ordenada contrición que sale de

las entrañas”. El quinto sabio dijo: “Piedad es espada de vencimiento de los pecados”.

El sexto sabio dijo: “Piedad es amor divinal”. El seteno sabio dijo: “Piedad es morada

~ 47 ~

gloriosa”. El octavo sabio dijo: “Piedad es camino de paraíso”. El noveno sabio dijo:

“Piedad es flor sin sequedad y verdura por siempre”. El décimo sabio dijo: “Piedad es

conocimiento de razón, esclarecimiento de voluntad, obra de santidad, elección de fe,

apuramiento de saber, loor de pueblo, fuente que siempre corre, agua de dulzor”.

XVII.- Que el rey o príncipe o regidor debe ser cruel contra los crueles y malos,

y traidores del mal

Cruel debe ser el rey o príncipe o regidor de reino contra los crueles y malos y trai-

dores y tratadores de todo mal, y contra aquellos que no conocen a Dios ni al mundo, y

siempre perseveran en malas obras, y contra aquellos que sabe que le andan en traición

o mentira o arte, y no temen a él ni a la su persona, ni lo aman, y hacen sus hechos con

desordenanza, y contra los que envían cartas o mandaderías a sus enemigos y les escri-

ben de su hacienda. A estos tales debe ser cruel y no esperar dellos tiempo de venganza,

salvo cuando pudiere cumplir su obra.

XVIII.- Que el rey o príncipe o regidor de tierra debe amar la justicia como sea

ella cabeza de su señoría

Mucho debe amar la justicia el rey o príncipe o regidor de tierra, como sola ella es la

cabeza de su señoría y poderío. Que el príncipe que no es justiciero y no obra justicia no

es digno de su oficio ni seguro de sí mismo. Y el miedo que los otros han de haber dél,

ha él dellos. Y por ende todo príncipe la debe haber y usar y obrar y guardar y mantener,

así a lo poco como a lo mucho, así a lo fuerte como a lo flaco, así a lo mayor como a lo

menor. Y debe ser en la justicia peso y medida, y balanza derecha que no tuerza más a

un cabo que a otro. Y el que usa de la justicia verdaderamente como debe es amado de

Dios, y halo por medianero a sus hechos, y ámanlo los pueblos y los buenos y aun los

malos, desque van andando, que la poca justicia hace ser muchos malos que lo no serían

si la hubiese. Y es causa de todo mal y de toda desordenanza, y perdimiento de tierra. Y

a todo regidor cumple de ser más justiciero y fuerte y cruel, que al rey témenlo natural-

mente y al regidor por la justicia y ser justiciero y cruel, usando de la justicia sabia-

mente.

Donde dijo el primero sabio: “Justicia es medida derecha y ganancia igual”. Y el se-

gundo sabio dijo: “Justicia es corona de los reyes”. Y el tercero sabio dijo: “Justicia es

hermosa virtud en el príncipe”. El cuarto sabio dijo: “Justicia es castigamiento y pér-

tiga de los malos”. El quinto sabio dijo: “Justicia es gloria de los buenos”. El sexto

sabio dijo: “Justicia es poblamiento de la tierra”. El seteno sabio dijo: “Justicia es se-

guranza de pueblo”. El octavo sabio dijo: “Justicia es silla de Dios”. El noveno sabio

dijo: “Justicia es enemiga de los diablos”. El décimo sabio dijo: “Justicia es señora de

las virtudes”. El onceno sabio dijo: “Justicia es árbol hermoso y acatamiento de los

sabios, pedimiento de pueblo, consolación de los pobres, aborrecimiento de los locos,

refrenamiento de soberbia, vencimiento de saña, apuramiento de razón, vida segura”.

Y por ende a todo príncipe conviene de la obrar y mantener y defender si quiere que sus

hechos vayan adelante. Que dijo un sabio a un su amigo, dándole consejo: “Huye de la

~ 48 ~

tierra donde no vieres rey justiciero, y río corriente, y físico sabedor, que ésta aína

[presto] perecerá”.

XIX.- De cómo debe haber en el rey o príncipe o regidor de reino poca codicia

Codicia debe haber poca en el rey o príncipe o regidor de reino, y debe huir della,

como sea la más vil cosa, y en menos tenida de toda las del mundo. Y es raíz de todos

males, y destruimiento de todas virtudes, y enflaquecimiento de corazón, y ensucia-

miento de voluntad, corrompimiento de seso, familiar de los pecados, perdimiento del

alma, denuesto al mundo, aborrecimiento de Dios y de las gentes de buena voluntad. Y

tantas desordenanzas y yerros acaecen della que sería luengo de contar. Cerca de sus

propiedades los sabios dicen sus dichos ante desto en el tratado de codicia. Pero no deje

de ser codicioso de hacer buenos hechos y grandes hazañas y conquistas, y de los bienes

y de las virtudes que viere en otros haber, codicia de las haber, y de hacer otras cosas se-

mejantes. Que ésta es la buena codicia, y turable, y gloriosa ante Dios y famosa al

mundo.

XX.- De cómo debe ser el rey o príncipe o regidor de reino de buena audiencia

a todos los que ante él vinieren

De buena audiencia debe ser el rey o príncipe o regidor a todos los que ante él vi-

nieren, y remediarlos a todos justamente con justicia igual. Y debe en la semana dos o

tres veces dar audiencia al su pueblo, y ver las peticiones por sí mismo, porque por ahí

podrá saber cuáles son forzadores, y robadores, y obran de malas maneras. Y pueda re-

mediar a cada uno con derecho, que cuando el hecho queda en manos de doctores, lazra

[padece] el que poco puede por la traidora codicia, que les roba las conciencias y la

voluntad del bien hacer, y les hace juzgar el contrario de la verdad. Y cuando el señor es

presente y ve las cosas, el temor les hace sufrir su mala codicia y usar justamente,

cuánto más si es conocido por justiciero.

XXI.- Que habla de los alcaldes y justicias y oficiales y corregidores

que sean buenos

Pon en las ciudades y villas y lugares de tu reino tales alcaldes y justicias y oficiales y

corregidores que sean buenos e idóneos y suficientes y fuertes y esforzados, que amen y

teman a Dios y tengan la justicia igual, así al mayor como al menor, y que no haya pa-

vor de castigar y hacer justicia, así en el fuerte como en el flaco, así en el grande como

en el pequeño, y que a todos sea balanza y peso y medida igual y derecha. Que debéis

saber que todo el temor del rey o príncipe o regidor de reino es la justicia, y ésta es co-

rona de su señoría. Y donde no hay justicia no es ninguna siguranza buena, ni hay amor

ni temor. Y si vieres que algunas partes no se igualan las justicias al que ha de usar de

su oficio, por ser naturales de la tierra o por otra ocasión, pon en los tales lugares co-

rregidores extraños a que no duela castigar los malos ni los embargue amor ni natu-

raleza. Y a estas justicias, dales su mantenimiento razonable. El que no usare bien de su

~ 49 ~

oficio piérdalo con su cabeza, o con prisión perpetua, porque el temor proceda a todos

para bien obrar, que debes creer que la tierra igualada a justicia las otras cosas igualadas

las tienes.

XXII.- Cómo el rey debe ser gracioso y palanciano [cortés]

y de buena palabra a los que a él vinieren

Señor, cumple que seas gracioso y palanciano, y con buena palabra y gesto alegre re-

cibas a los que ante ti vinieren, y haz gasajados y honras a los buenos y a los comuna-

les. Que mucho trae la voluntad de las gentes el buen recibimiento y la buena razón del

señor, y a las veces más que muchos dineros y haberes.

XXIII.- Que habla de los codiciosos mozos y viejos que perseveraren

en otras malas doctrinas

Los que vieres que fueron codiciosos de mozos y viejos, y perseveraron en otras ma-

las doctrinas, no los esperes enmendar, y huye dellos y de su conversación, y no tomes

su consejo y no fíes dellos por ricos que sean, que más aína [presto] cometerán yerro o

traición con la desordenanza de la codicia que otros que no tengan nada.

XXIV.- Que habla de los leales y templados y sin codicia

Ama a los leales y templados en su codicia, y que son de buena voluntad, y sobre

estos tales arma como quien arma sobre cimiento bueno. Y toda la fianza puedes en

ellos hacer: aunque no hayan muchedumbre de tesoro, hallarás en ellos muchedumbre

de buenas obras y de virtudes que te tendrán más provecho, que no se puede comprar la

virtud del omne bueno y leal. Que el codicioso desordenado hoy te dejará por otro que

más le dé, aunque le hayas hecho todos los bienes del mundo, que donde hay mucha co-

dicia no puede haber amor, ni fe, ni lealtad, mas todo movimiento de voluntad y obra.

XXV.- De cómo el rey no desespere a los buenos que le demanden merced

No desesperes a los buenos que te demandaren merced aunque no se la puedas hacer

de presente, que cuando no cuidares te vendrá a caso que los puedas ayudar. Y si luego

les dijeses de no, tanta necesidad podrían tener que se irían a perder con desesperanza o

a tomar otra ley o secta de que pudiese seguir daño, y aunque otro no hubiese sino per-

der sus almas, era asaz mal. Que un omne bueno no puede ser comprado, y por él se

puede perder una gran parte de tierra o acabar un gran hecho.

XXVI.- De cómo el rey debe primeramente conquistar y ordenar lo suyo

y aseñorearse dello

E señor conquistador que quieres ganar otras tierras y comarcas y las conquistar, y tu

deseo es amuchiguar [aumentar] la ley de Dios y le servir, y hacer placer, y dejar al

~ 50 ~

mundo alguna buena memoria y nombradía, primeramente conquista y sojuzga y ordena

lo tuyo y aseñoreate dello y sojuzga los altos y poderosos, y la tu voz empavorezca el tu

pueblo, y sea el tu nombre temido. Y con esto empavorecerán los tus enemigos, y la

mitad de tu conquista tienes hecha, y tu intención aína se acabará. Que si tú bien no co-

rriges y sojuzgas lo tuyo ¿cómo sojuzgarás aquello en que no as poder? Y no te tendría

por lo que conquistases, y muy de ligero perecería eso y lo ál. Que hallarás que de los

que conquistaron mucho, así Alexandre como todos los otros, más conquistó su voz y su

temor que los golpes de sus espadas.

XXVII.- Que habla de cómo el rey debe catar primero los fines de sus guerras

y ordenar bien sus fechos

Otrosí tú conquistador que deseas hacer todo bien y traer muchas tierras y provincias a

la fe de Dios, los comienzos ligeros los tienes, mas cumple de catar los fines y ordenar

bien tus hechos en manera que seas honrado y tu hecho y señorío vaya adelante y pre-

valezca, y no te sea necesaria la necesidad en tus hechos, ni queden en medio de la ca-

rrera como quedan de muchos que bien no ordenan sus haciendas y perecen por mala

ordenanza, de que habemos ejemplo en muchas cosas pasadas. Y desi, para tu bien gue-

rrear, cúmplete primeramente ser amado y temido de los tus vasallos, y de los tuyos, y

debes pensar que es la conquista que tomas y las más maneras y provechos que tienes

para ello, y las gentes y el tiempo y las cosas que te pueden embargar.

Y si no vieres la tuya, espera tiempo y sazón, y ordénate de guisa que tus hechos va-

yan adelante, que buena es la tardanza que hace la carrera segura. Y para el tiempo que

conocieres ser bueno y cumplidero sigue esta ordenanza y virtud más aína a tu perfec-

ción de tu intención, que nos bien vemos el tu santo deseo y querríamos que tuvieses

buen fin. Y por ende primeramente antes de todas las cosas pon tus hechos en Dios y en

su gloriosa Madre, y encomiéndate a Él, que a Él se debe la paz de la tierra, y todos los

malos sojuzga, y Él es el Señor de las batallas, y siempre crecerá tu nombre, y tu estado

irá adelante todos tiempos. Lo segundo, ordena toda la tierra y señoría a toda buena or-

denanza y justicia, y haz sujetos los fuertes y los flacos a la razón, y de cómo todos de-

ben usar según antes desto te dijimos. Lo tercero, tu intención sea más de crecer en la

ley de Dios que no por haber las glorias mundanales, y por aquí habrás más aína per-

fección de todo.

XXVIII.- Del abastamiento que el rey debe tener para las sus guerras

Antes de la guerra busca y ten aparejado bastimiento de pan, y de vino, y de carne, y

de las otras cosas que te hacen mester, y hazlo tener presto en los lugares cercanos de la

tu conquista, y manda comprar el tal bastimento a omnes de buen recado y entendi-

miento y de buena intención y de poca codicia, y mándales dar su mantenimiento abun-

dadamente y aun más de lo que hubieren mester, porque para su provisión no te hayan

de hacer arte en las compras. Que hallará la tu merced que muchos con mala codicia y

por no se hartar entremeten en las compras trigo podrido y cebada podrida por bueno

por ganar la mitad. Y cuando lo han de dar a la gente aun demás de ser podrido, entre-

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meten tierra y otras vilezas de manera que el que lo recibe no puede comerlo. Y si lo

comen por más no poder, adolecen y mueren o perecen con ello. Y otrosí las bestias con

la cebada. Y cuando el señor piensa que tiene gente para bien hacer, es toda doliente y

flaca y perdida por el mal mantenimiento. Y la gente doliente y flaca excusado ha de

bien hacer. Y por ende cumple a la tu merced que la fianza de los tales hechos que sea

de buenos omnes y de poca codicia. Y al primero que errare en lo tal, que la tu merced

lo mande penar de tal guisa porque sea escarmiento para los que lo oyeren y vieren. Que

señor, si la tu merced no remedia en los tales hechos, y no tienes los dineros y basti-

mento que les es mester prestos y buscados y mercados en sus tiempos debidos, mejor

sería no comenzar la conquista para la haber de dejar por mengua o fallecimiento de lo

que hubiere mester. Y las compras destas cosas deben ser hechas a los tiempos de las

cosechas porque valen menos y son más de barato.

XXIX.- De las gentes que el rey no debe llevar a las sus guerras

Otrosí no cumple llevar a la guerra en la tu merced gentes y compañías ricas ni co-

diciosas, y que no son para tomar armas ni usar dellas, y que su intención es más de

mercaduría que de alcanzar honra y prez. Que estos tales siempre te hurtarán el sueldo y

te contarán por diez veinte, y estorbarte han los buenos hechos y cometimientos, por tal

de se no poner en peligro. Que ellos por lo que lo han es por llevar tus dineros mala-

mente y por henchir arcas de tesoros. Y por ende cumple a la tu merced de llevar con-

tigo los que entendieres que son tuyos y deséante bien y ámante, y aman tu honra. Y de

los otros mancebos y valientes omnes que desean alcanzar honra y que presumen de si

de la ganar por sus manos, y su codicia y deseo es hacer hazañas y buenas obras, y des-

tos tales tienes tantos y sábelos buscar, que no dudo que con cinco mil dellos no dieses

batalla a todo el mundo en un día. Y sin duda vencerías siendo pagado de ti, y tenién-

dolos a tu voluntad. Que Julio Cesar, y Alexandre, y Pompeo, y Aníbal, y los otros con-

quistadores con esto hicieron tan grandes hechos por tener gentes que curaban de las

honras y de las hazañas, y aborrecían los tesoros y vencían con cinco mil hasta veinte

mil.

Y el que tiene su voluntad en la codicia del gran tesoro que tiene, y vende la honra por

dineros, no esperes dél golpe de lanza ni de espada, ni palabra osada, ni ningún buen

hecho. Y pues comenzado as guerra, bien creo que habrás visto algunas destas cosas y

serás en conocimiento dellas. Y ya sabes que Alixandre hizo quemar los tesoros porque

vido a sus gentes flacas con muchedumbre dellos, y desí ganó muchos más e hizo muy

maravillosos hechos, tanto que trajo todo el mundo a su jurisdicción, y no te sería ma-

ravilla tú viendo las gentes pagadas, y destos tales que habemos visto conquistar y aca-

bar tanto y más que cada uno dellos. Ca eres mancebo y fuerte y casto y de buena in-

tención, y cometes hecho, y obra de Dios y a su voluntad. Y por ende no te embargará

fortuna, antes será tu amiga, y cercana de ti y toda tuya en todos tus hechos. Y siendo tú

fuerte y osado y los tuyos, y haciendo obra de Dios, ¿cuál cosa te podrá embargar, y

cuál tan poderoso ni esforzado embargará la tu carrera, y no huirá ante ti? No creas que

ninguno. Todas las tierras serán a tu jurisdicción, y Dios será contigo, y las gentes con

amor loarán tu nombre, y todos desearán ser tuyos por la tu bondad.

~ 52 ~

XXX.- En que el rey no debe tardar a los que viere a supiere que lo hacen bien

Otrosí señor no dudes ni tardes la merced a los que vieres o supieres que lo hacen bien

y son buenos y leales y de voluntad te sirven, que dice el ejemplo: “Qui cito dat, bis

dat; nescit dare qui munera tardat” [“Quien da presto da dos veces; no sabe dar quien

tarda en regalar”]. Y gran deseo han los buenos de bien hacer cuando ven que son te-

nidos sus hechos, y honrados por ellos, y no ha cosa ni hecho que no cometan, y todavía

cobran más corazón; aunque hacen mucho, piensan que no hacen nada y todavía desean

hacer mejor por crecer en su honra. Y sin duda aquél es dicho señor, y temido y ven-

cedor que honra a los buenos y los ama y los precia y hace mercedes, y desprecia a los

viles y a los cobardes.

XXXI.- De la ordenanza y regimiento que el rey debe haber con sus enemigos

Toda ordenanza y regimiento sea en las tus batallas que ovieres con los tus enemigos.

Y conoce los tiempos y los lugares, y siempre busca ventaja mientras pudieres, y gana

el sol o el aire, y se rey primero cometedor, que gran ventaja es ver omne como hiere, y

no le embargar el sol, ni polvo. Y su enemigo estar ciego, y no ver lo que hace es tener

vencido la mitad del campo. Y comoquier que Dios sea el vencedor de las batallas, a las

veces todo lo más deja a la buena industria de los omnes.

XXXII.- Que cuando el rey hubiere de hacer entrada a otro reino, o a conquistar

alguna tierra, que vaya poderosamente

Cuando hubieres de hacer entrada a otro reino o conquistar alguna tierra y fueres por

tu persona, cumple que vayas poderosamente y con tal gente como habemos dicho. Y

no entres por parte donde no hubiere agua, que todavía el mantenimiento es necesario.

Y entra en tiempo que halles hierba verde o seca o algún mantenimiento para tu gente, y

no te pares sobre lugar hasta que primeramente tales o destruyas toda la tierra, y traigas

y tomes todos los ganados y panes y viandas que hallares. Y después, tu cometimiento

sea a lo más recio y a lugar, que ganándolo te sea gran honra, y no poderlo ganar poca

mengua, que lo más vencido lo menos vencido lo tienes. Que en todas las cosas la bue-

na discreción ensalza a los omnes y les da crecimiento de honra. Entrando en tiempo y

con tiempo tienes dos ventajas, y no puedes escapar sino honrado. Lo primero porque

do fueres, hallarás que comer tú y tus compañías. Lo segundo porque aunque algo te fa-

llesca, te lo pueden llevar de lo tuyo, y puedes estar, y seguir tu demanda cuando qui-

sieres.

XXXIII.- En que el rey no debe llevar a la su conquista compañías concegiles

si no fueren escogidos

No lleves a la tu conquista compañías concegiles sino si fueren escogidos por omnes

de quien la tu merced fíe, y que les sea bien pagado su sueldo, que no debes hacer cuen-

~ 53 ~

ta de la gente que va sin dineros, y no sabe qué es tomar lanza para herir. Que cuando

pensares que tienes algo, no tienes nada. Que de las gentes que van a pelear, los flacos

embargan a los fuertes, y los cobardes hacen huir a los buenos. Y por ende siempre pon

en la delantera a los más fuertes y esforzados.

XXXIV.- En que el rey no consienta en el tiempo de las sus guerras comprar

viandas a regatonería

No consientas, y defiende que en la tu tierra, especialmente en el tiempo de la guerra,

ningunas personas compren pan ni vino, ni pescado, ni carne, ni otra cosa de manteni-

miento para revender, salvo lo hubieren mester para su mantenimiento propio. Y pon

pena así de los cuerpos como de los algos en las tales personas que lo compraren. Que

debe saber la tu merced que cuanta carestía, y mal, y daño viene a la tierra es por los

que compran para revender, que el labrador forzado ha de vender.

XXXV.- En que el rey ordene porque el sueldo sea bien pagado a sus compañas

Otrosí, ordena tu hacienda de guisa que el sueldo sea bien pagado a las tus compañas,

y antes lleva diez bien pagados que veinte mal pagados, que más harás con ellos. Y de-

fiende y manda que no sean osados de tomar ninguna cosa en los lugares por do pasaren

sin grado de sus dueños, dándosela por sus dineros. Y cualquier que la tomare, que haya

pena corporal y pecunial. Y en el primero sea puesto escarmiento tal, porque otros no se

atrevan. Y con esto la tierra no encarecerá y todo andará llano y bien a servicio de Dios

y tuyo. Y de otra guisa todo se robaría y la tierra perecería, que la buena ordenanza trae

durabledad en los hechos.

XXXVI.- En que el rey no desprecie el consejo de los simples

No desprecies el consejo de los simples, y sobre gran cosa, o a que se requiera juicio,

ayunta a los grandes y a los pequeños, y tendrás en que escoger. Que muchas veces

envía Dios su gracia en personas que no se podría pensar, y los consejos son gracia de

Dios, y no leyes escritas. Aunque el fundamento de cada cosa sea buena razón, tan aína

y más es dotada a los simples como a los letrados, a los chicos como a los grandes po-

derosos. Y recibe todos los dichos de los que vinieren a ti, que mientras más echan en el

saco, más aína se finche.

XXXVII.- Que el rey haga mucha honra a los buenos

Haz mucha honra a los buenos que primeramente probares. Que muchas veces suena

en el pueblo el contrario de la verdad. Y mientras pudieres no olvides a los tuyos en los

ayudar, y hacer bien, y les dar de tus oficios. Y en esto harás dos tesoros: uno de gente,

otro de dineros.

~ 54 ~

XXXVIII.- En que el rey honre a los extraños que le vinieren a servir

Honra a los extraños que te vinieren a servir, y dales de tus dineros, y habrás nombra-

día por ello. Ca es largueza hermosa, y acarreamiento de gentes. Y huye de las codicias,

y cura del prez, y en los comenzamientos de las conquistas y aparta de tu corazón las

ganancias y hayan parte dellas los grandes y los pequeños, porque todos hayan voluntad

de bien hacer. Que en los comienzos ganan los omnes las nombradías malas o buenas, y

después son malas de perder. O ganan los corazones de los omnes, o los pierden.

XXXIX.- En que el rey no se mueva a las lágrimas y decires de las imples personas

No se muevan tus orejas a las lágrimas y decires de las simples personas, ni te sea no-

torio el juicio de los grandes, hasta que primeramente veas o sepas la verdad de los he-

chos. Que costumbre es a los lacerados dar lágrimas enfintosas, o a los grandes conde-

nar o absolver por voluntad.

XL.- En que el rey no crea las blandas palabras de los que le trajeren enemistad

con los pueblos

No creas las blandas palabras de los que te trajeren enemistad con los pueblos, aunque

con las cosas más firmes sea provechosa la merced. Que el pueblo no perece ligera-

mente, y quien lo pierde no le queda ál que perder dél, aunque sea rico y poderoso.

XLI.- En que el rey no mande hacer justicia en el tiempo de la su saña

No mandes hacer justicia en el tiempo de tu saña, y más templado que arrebatoso sea

tu juicio. Que en las cosas hechas queda arrepentimiento y no logar.

XLII.- En que el rey no se arrebate a hacer ningún hecho hasta que lo piense

No te arrebates a hacer ningún hecho hasta que primeramente lo pienses, salvo cuando

vieres a tus enemigos delante ti. Que aquí no hay que pensar, salvo herir reciamente y

pasar adelante.

XLIII.- En que el rey más sea temida la su voz por pena que por sangre

Más por pena que por sangre sea temida la tu voz y el tu nombre, que la muerte deses-

pera y pone gran miedo en los corazones, y es cruel enemistad. Comoquier que a las

veces la sangre trae seguranza de pueblo y es corregimiento de los malos, que mejor es

cortar el mal árbol que dejarlo crecer en ramas. Que dijo el filósofo Cesario [¿Séneca? o

¿San Cesáreo?]: “Del mal árbol ni rama ni hoja”.

~ 55 ~

XLIV.- En que el pueblo no entienda en el rey cobardía ni temor alguno

No entienda el tu pueblo en ti cobardía ni temor. Y la tu voz sea fortaleza y esfuerzo a

los tuyos. Y al que vieres bien hacer muchas veces, no le dejes comenzar locura ni obra

que, por bien que haga, no saque fruto. Como muchas veces vimos morir muchos bue-

nos por desordenanza, y por cometer hechos vanos.

XLV.- En que el rey no deje de hacer bien mientras pudiere

No dejes de hacer bien mientras pudieres, que del mundo no te quedará ál sino el

nombre de las bienaventuranzas y de las conquistas, y las buenas obras que te salvarán

el alma. Y lo ál, como sueño pasará ante ti.

XLVI.- El que el rey si piensa y conoce quien es, y ha de ser,

no puede hacer mal hecho

Si piensas y conoces quien eres y has de ser, no puedes hacer mal hecho. Y conocerás

a Dios y a ti mismo, y juzgarás sabiamente, y no serán reprehendidos tus hechos, y tu

alma irá a manos de Aquél que la hizo, y la crió.

XLVII.- En que el rey se duela de los tristes que viere ser ante sí

Duélase tu corazón de los tristes que vieres ser ante ti. El bien hecho de los tales es

corona del alma, y desfacimiento de los pecados, y gloria y carrera derecha del paraíso.

XLVIII.- En que el rey debe dar a Dios loor de las glorias de los vencimientos

Da a Dios loor de los fechos y la gloria de los vencimientos y la señoría de las bata-

llas, y plégate de todas las cosas que hiciere, aunque sea contra ti. Y no te embargará

ninguna fortuna, y serás bienaventurado, y siempre vencedor.

XLIX.- En que el rey no tema la muerte, sino encomendarse a buenas obras

No temas la muerte, sino encomiéndate a buenas obras. Que el temor ni la osadía no

antepara la tu fin. Y más vimos muertos por temor que vencidos ni muertos por osadía.

L.- En que el rey no dé lugar a los acarreadores de malicia

No des lugar a los duros de cerviz, acarreadores de malicia, engañadores de las almas

y de los cuerpos. Ni hayan en tu tiempo rentas ni oficios, ni beneficios, ni honra alguna,

ni les oigas sus dichos, ni cabalguen en mulas, ni valgan por testigos, ni hayan otro

beneficio. Y si dieren a logro a Cristiano, que lo pierdan. Y si esto haces, y abajas a és-

tos, y destruyes la secta que has comenzado, Dios será contigo, y te ayudará y amará

~ 56 ~

verdaderamente, y será por ti dicho: “Este es el bienaventurado, el que escogió la

verdad y fue destruidor de la mentira”.

LI.- En que el rey tema y ame a Dios sobre todas las cosas

Teme y ama y obedece y sirve a Dios sobre todas las cosas, y junta con Él tu voluntad

y obra, y habrán buen fin todos tus hechos, y tu regimiento, y acabarás toda tu inten-

ción, y tus conquistas serán todas a tu voluntad, y verás reinas y reyes de tu linaje, y

serás bienaventurado, y será amunchiguada la ley de Dios, si sigues y guardas el con-

sejo de los sabios.

LII.- En que el rey no crea a los hechiceros ni agoreros ni adivinos

No creas en hechiceros, ni en agoreros, ni cures de adivinos, ni de estornudos, ni en

otras burlas, ni dudes de andar en miércoles, ni en martes, ni en otro día ninguno, ni de-

jes de hacer lo que quisieres. Que debes creer que Dios no hizo cosa mala, ni día malo

ni hora. Y pon toda tu fe en Dios, y tus hechos irán adelante.

LIII.- En que el rey parta lo que diere la su tierra por los meses del año

Si hubieres de pedir a la tierra alguna cosa para ayuda a tu conquista, repártelo que te

lo paguen por los meses del año eso que hubieren de pagar, y no lo sentirá la gente, que

un omne pagará en un año poco a poco doscientos maravedís y no lo sentirá. Y si

ayuntados los hubiere de pagar, perderá cuanto tuviere.

LIV.- En que el rey el su sí sea sí, y el su no sea no

El tu sí sea sí, y el tu no sea no, que gran virtud es a príncipe ser verdadero, y gran se-

guranza de sus vasallos.

LV.- En que el rey no tarde los hechos sobre lo que hubiere habido determinado

consejo

No tardes los hechos sobre que hubieres habido determinación, y fueren determinados

con consejo, que muchas veces queda caído el consejo bueno por fallecimiento del tiem-

po.

LVI.- Título en que el rey no crea a los lobos que andan con vestidura de ovejas

No creas a los lobos que andan en vestiduras de ovejas, cuando les vieres seguir la

corte como los bullicios mundanales a que se remuevan, y el obrar della no sea salva-

mento de sus almas. Que a cada uno es dotado su oficio, y al religioso su ermita, y al

caballero las armas. Y así por consecuente a todos los otros.

~ 57 ~

LVII.- En que el rey no espere de hacer amigo al que hace su enemigo sin causa

No esperes hacer amigo del que hace tu enemigo sin causa y por desordenada volun-

tad, ni esperes enmienda del que te yerra muchas veces.

LVIII.- En que el rey debe apartar de sí los necios omnes sin discreción

Huye de los necios y de los omnes sin discreción, que peor es el necio que el traidor, y

más tardinero hay en él enmienda.

LIX.- En que el rey no consienta en el su tiempo ser forzadores los poderosos

No des lugar a los malos, ni consientas en el tu tiempo ser forzadores los poderosos, y

abaja los soberbios a todo tu poder.

LX.- Que el rey cuando viere crecer el daño, no espere el tiempo de la venganza

Cuando vieres crecer el daño, no esperes el tiempo de la venganza, que muchas veces

queda la mancilla y no el lugar.

LXI.- En que el rey no crea de ligero, y que por el yerro no olvide el servicio

No creas de ligero, ni por el primero yerro olvides el servicio, que a las veces la ver-

güenza del yerro hace mejor servidor.

LXII.- En que el rey no apodere a los poderosos en las fortalezas

No apoderes en las fortalezas a los poderosos, y sojuzgarlos has cuando quisieres, que

muchas veces la causa desordena la voluntad.

LXIII.- En que el rey cuando se viere en mayor poderío,

que entonces sea en mayor humildad

Cuando te vieres en mayor poderío, entonces sea en ti mayor humildad, como Dios

ensalce a los humildes y abaje los soberbios.

LXIV.- En que el rey no sea perezoso cuando tuviere cercana la fortuna

No seas perezoso mientras tuvieres cercana la fortuna. Si no la remembranza de lo que

pudieres hacer, si la dejaste, te será cruel pena, y lo que así se pierde tarde o nunca se

cobra.

~ 58 ~

LXV.- En que el rey en los grandes hechos y peligrosos no fíe su consejo

sino en los suyos verdaderamente

Comoquier que tú demandes a todos consejo, por escoger y tomar lo mejor, lo que tu

voluntad determinare en los grandes hechos y peligrosos sea tesoro escondido, que no lo

fíes salvo de aquellos que son tuyos verdaderamente, que muchos hay que juegan al es-

coger.

LXVI.- Cómo después que el rey Don Fernando finó, reinó el infante don Alfonso

su hijo, y de cómo envió por los sabios, y del consejo que le dieron ellos

Después que finó este santo y bienaventurado rey don Fernando, que ganó a Sevilla y

a Córdoba y a toda la frontera de los moros, reinó el infante don Alfonso, su hijo pri-

mero, heredero de estos reinos de Castilla y de León. Y porque a poco tiempo después

que este rey don Alfón reinó acaeció grandes discordias por algunos de los infantes sus

hermanos y de los sus ricos omnes de Castilla y de León, haciéndose ellos todos contra

este rey don Alonso unos, por ende envió el rey por los doce grandes sabios y filósofos

que enviara el rey don Fernando su padre para haber su consejo con ellos, así en lo es-

piritual como en lo temporal, según que lo hiciera este rey santo su padre. Y porque el

rey supo que eran finados dos sabios destos doce, envió llamar otros dos grandes sabios,

cuales él nombró, para que viniesen en lugar destos dos que finaron. Y luego que ellos

todos doce vinieron a este rey don Alfonso, demandóles el rey consejo en todas las co-

sas espirituales y temporales según que lo hiciera el rey su padre. Y ellos diéronle sus

consejos buenos y verdaderos, de que el rey se tuvo por muy pagado y bien aconsejado

de sus consejos dellos.

Y esto así acabado, dijeron al rey estos grandes sabios: “Señor, a nos otros parece

que en sepultura de tan alto y de tan noble rey como fue el rey don Fernando vuestro

padre, que tanto servicio hizo a Dios, y que tanto ennobleció y enriqueció a los sus rei-

nos en el ganar y conquerir como él ganó y conquirió de los enemigos de la fe, que la

su sepultura de este bienaventurado rey don Fernando vuestro padre debe ser titulada

de los dichos de cada uno de nos otros, porque la su santa y buena memoria finque dél

en el mundo para siempre”. Y el rey don Alfón les gradeció mucho este su decir por

ellos se mover a tan honrada obra como ésta era. Y rogóles que le diesen por escrito los

sus dichos porque los hiciese poner después en la su sepultura de letras de oro, muy ri-

camente obradas, según que a él pertenecía. Y estos sabios diéronselo por escrito de esta

manera:

Dijo el primero sabio dellos: “Mejor es tu fin que tu comienzo”. El segundo sabio di-

jo: “En la muerte fallecen los saberes, y en la deste rey creció la sabiduría”. Y el ter-

cero sabio dijo: “Fuiste simple en la vida con mucha bondad y eres sabio en la muer-

te”. El cuarto sabio dijo: “Más será tu remembranza que el tiempo de tu vida”. El quin-

to sabio dijo: “Mayor hecho es el tuyo que de los que conquistaron el mundo”. El sexto

sabio dijo: “Preciaste las cosas enfinidas, y hasta el fin será el tu nombre”. El seteno

sabio dijo: “No te queda ál de la tu señoría sino del mandamiento que dejaste a los sa-

~ 59 ~

bios y el bien que hiciste”. El octavo sabio dijo: “Prestaste el saber y siempre te loarán

los sabios”. El noveno sabio dijo: “Hiciste hermosa casa con pocos dineros”. El de-

ceno sabio dijo: “En la vida tuviste la hermosura del cuerpo, y en la muerte mostraste

hermosura del alma”. El onceno sabio dijo: “Más conocido serás muerto que vivo”. El

doceno sabio dijo: “Hasta aquí te loaban los que te conocían, y ahora loarte han los

que no te conocen”.

~ 60 ~

EPÍLOGO II

BEATO JORDÁN DE SAJONIA, O. P.

(Por Lamberto de Echeverría)75

París, 1219. La ciudad iba a confirmar, una vez más, el hermoso papel que ha jugado

y continúa jugando en la historia de la Iglesia. Porque en París iban a coincidir dos

hombres. Uno de ellos venía de España, se llamaba Domingo de Guzmán, y con su pa-

labra de fuego conmovía a las muchedumbres. Le traía a París el deseo de ayudar a la

naciente comunidad dominicana, que tantas dificultades venía experimentando para

desenvolverse. El otro es un joven alemán, descendiente de los condes de Eberstein, que

llevaba ya unos nueve años estudiando en la Universidad. Había recibido el subdiaco-

nado y era ya bachiller en teología. Pero estaba dudando acerca de cuáles serían para él

los planes de Dios Nuestro Señor. No acababa de encontrar su camino. La muche-

dumbre de estudiantes que acude a oír a Santo Domingo de Guzmán le arrastra también

a él. Hay después una entrevista a solas. Santo Domingo le anima, le decide a recibir el

diaconado y a proseguir su vida de estudio y oración. Sin embargo, Jordán, que así se

llamaba aquél joven, no entra todavía en la Orden dominicana.

Pero no es cuestión más que de unos meses. La vida y el ejemplo de Santo Domingo

le han impresionado profundamente. Cuando al poco tiempo viene a París el Beato Re-

ginaldo de Orleans, otra de las grandes figuras de la Orden naciente, Jordán hace voto

decidido de entrar en ella. Pero antes de cumplirlo conquista a dos amigos suyos, fray

Enrique de Colonia y fray León. El miércoles de ceniza del año 1220 entran los tres en

el convento parisino de Santiago, célebre en la historia de la Iglesia universal.

Y allí se inicia la carrera fulgurante del Beato Jordán. Recibido el hábito, el Capítulo

General que aquel mismo año se celebra en Bolonia le encarga de comentar el Evan-

gelio de San Lucas a los frailes de París. Al año siguiente es elegido provincial de Lom-

bardía, la provincia más importante y difícil de administrar entre las recientemente esta-

blecidas. Y, al año siguiente, el 22 de mayo de 1222 es elegido unánimemente, por el

Capítulo General, Maestro General de la Orden, como sucesor de Santo Domingo de

Guzmán, cargo que desempeñó hasta su muerte el 13 de febrero de 1237. Pocos casos

habrá en que un novicio recién ingresado se transforme, en tres años, en Superior Ge-

neral de la Orden y sucesor de su propio fundador.

¿Cuál habría de ser su papel? “Si a Santo Domingo –según escrito del P. Mortier–

pertenece el título incomunicable de fundador de la Orden, a Jordán pertenece el más

modesto, pero no menos glorioso, de propagador”. Y es así, en efecto. Por medio de

una actividad asombrosa, que aún hoy, en tiempos de fáciles comunicaciones, nos pas-

maría, el Beato Jordán consigue dar un formidable impulso a la Orden de Predicadores.

Baste indicar que durante su vida se fundaron 249 conventos dominicanos, de hombres

75

Presbítero y profesor de derecho (1918-1987).

~ 61 ~

y de mujeres, y se establecieron cuatro nuevas provincias. Es más, los mismos con-

ventos que ya existían recibían, al contacto con él, nueva vida. Así nos lo dice, con

emocionadas palabras, Gerardo de Frachet, en su libro Vidas de los hermanos: “Los

conventos donde él moraba parecían, por los muchos que entraban y por los que de allí

salían destinados a otras provincias, colmenas de abeja, Por eso, al llegar a los con-

ventos, mandaba hacer muchas túnicas, teniendo confianza en Dios de que recibiría

más frailes”.

Y no se piense que se trataba de vocaciones vulgares, de un reclutamiento en medios

fáciles, entre gentes humildes, piadosas y sin cultura. Nada de eso. El gran empeño y la

gran preocupación del Beato Jordán fueron precisamente las Universidades. Tan pronto

predicaba la Cuaresma en París como en Bolonia. Y puede decirse que no hubo centro

intelectual de aquel entonces al que no llegara con su palabra y su ejemplo. Pasó a In-

glaterra, para visitar la Universidad de Oxford, y predicó también a los estudiantes en

las Universidades de Alemania. De la magnitud de sus conquistas da idea el hecho de

que fuera él quien conquistó a Alberto de Falkemberg o Pedro de Tarantasia, más tarde

Papa Inocencio V; a Humberto de Romans; a Hugo de San Caro; a Juan de San Gil, etc.,

etc. Es cierto que otras veces parecía ser excesivamente poco exigente en su manera de

reclutar. Sin embargo, los hechos vinieron a darle la razón, y aquellos jóvenes a quienes

él invitaba a la vida religiosa fueron la savia providencial enviada por Dios para ro-

bustecer y dilatar el árbol dominicano.

Ni cabe tampoco pensar que todo se redujo a esta labor de reclutador. Es cierto que

Santo Domingo había dejado expuesto con toda nitidez cuál era el ideal de la nueva

Orden. Quedaban, sin embargo, no pocos aspectos del gobierno de la misma por detallar

y completar. A esta tarea se dedicó también el Maestro General, dejando impresa una

profunda huella en la legislación dominicana.

Tan formidable labor la pudo realizar gracias a unas cualidades que excedían en mu-

cho de lo común: austeridad de vida, angelical integridad de costumbres, olvido heroi-

co de sí mismo, palabra penetrante, afable acogida, maneras dulces.

Resulta encantador ver, por ejemplo, la riqueza de aspectos y la hondura sobrenatural

de su amistad con fray Enrique de Colonia. “La convivencia les estrechó en una suave y

entrañable unión de corazones”. Cuando murió, nadie lloró tanto como fray Jordán,

pero “lágrimas por el que nació para Cristo, no por el que murió en la carne”, como el

mismo fray Jordán nos diría. “Él partió feliz –comenta–, mas a mí, miserable, me dejó

en este mundo”. E idéntica sensibilidad, idéntica adaptación a una amistad auténtica-

mente sobrenatural, limpia y pura, muestra el Beato Jordán en relación con la Beata

Diana de Andaló,76

que en tantos aspectos recuerda la que existió entre San Francisco y

Santa Clara.

Comprensivo, lleno de caridad, ardía siempre en deseos de amoldarse a todos. Él mis-

mo nos confiesa: “Siempre he procurado estudiar el modo de conformarme con la vo-

luntad de los demás, para no situarme en oposición con la mía; esto es, amoldándome

ya a un soldado, ya a un religioso, bien a un clérigo o al que está tentado”.

76

Muerta en 1236, se conmemora el 10 de junio en el santoral.

~ 62 ~

Las Vidas de los hermanos nos han conservado una graciosa anécdota que bien mere-

ce la pena transcribirse: “Acaeció que llevando consigo el maestro muchos novicios que

había admitido a la Orden, en cierto lugar donde no había convento, mientras rezaba

las completas con ellos y con sus socios en una posada, uno de ellos soltó la risa y al

verlo los demás comenzaron a reír a mandíbula batiente. Alguno de los socios del

maestro comenzó a hacerles señas de que reprimiesen la risa, al paso que ellos reían

más y más. Dejando entonces el rezo de las completas, y dicho el Benedicite, comenzó

el maestro a reprender a aquel socio. Y, volviéndose a los novicios, les habló así: „Reíd,

carísimos; reíd fuertemente y no dejéis de hacerlo por este fraile; yo os doy licencia

para ello, pues verdaderamente tenéis motivo suficiente para alegraros y reíros, porque

habéis salido de la cárcel del diablo y roto las fuertes cadenas con las que durante mu-

chos años os tuvo atados. Reíd, pues, carísimos; reíd‟”.

Se corre, sin embargo, el peligro, al ponderar la caridad y la comprensión de los san-

tos, de olvidar que ellos supieron siempre unirlas a la firmeza. Así, durante las luchas

entre el Pontificado y el Imperio, los dominicos supieron resistir a Federico II, y el

mismo Jordán, tan inclinado siempre a la condescendencia, no temió acudir a Federico

en persona para reprocharle su conducta y conjurarle a poner término a aquel escándalo

que estaba dando a la cristiandad. Otras veces la firmeza en no condescender sabía

teñirse de un delicado humor. Así, al procurador de un convento que le pedía con insis-

tencia ser relevado del cargo, le contestó: “Hijo mío, este cargo lleva consigo cuatro

cosas: la negligencia, la impaciencia, el trabajo y el mérito; yo te descargo de las dos

primeras... pero te dejo las otras dos”.

Su característica más singular fue, sin embargo, la fuerza de persuasión que le hacía

irresistible tanto en el púlpito cuanto en la conversación privada. “El Señor le había

otorgado tal prerrogativa y gracia singular, no sólo para predicar, sino también para

conversar, que en cualquier parte y con cualquiera que estuviese le fluían siempre pa-

labras encendidas y alumbraba la conversación con oportunos y eficaces ejemplos, de

tal modo, que a cada uno hablaba, aconsejaba y persuadía según la condición de su ca-

rácter. Por lo cual, todos estaban sedientos de oír sus palabras”. Baste, como muestra,

recordar una hermosa y significativa anécdota que nos han conservado las tantas veces

citadas Vidas de los hermanos: “Cierto día de fiesta, al terminar de predicar, admitió a

la Orden a un estudiante, y como estuviesen presentes otros muchos, les dirigió la pa-

labra diciendo: „Si alguno de vosotros fuese a una gran fiesta y a un opulento banquete,

¿acaso todos sus compañeros serían tan descuidados que ninguno quisiera ir en su

compañía? Pues he aquí que, sin embargo, veis a éste, que ha sido invitado por Dios a

un gran festín, y ¿le vais a dejar ir solo?‟ Y fue tal la eficacia de su palabra, que al mo-

mento cierto estudiante dijo: „Maestro, convencido por vuestra palabra, me asocio a

éste, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo‟”.

Dios le otorgó, antes de morir, dos inmensas alegrías: la de proceder al traslado del

cuerpo de Santo Domingo y la de ver el día de su solemne canonización. En efecto, por

orden de Gregorio IX, los restos de Santo Domingo fueron solemnemente trasladados el

12 de marzo de 1233. Y poco tiempo después, el 3 de julio de 1234, después de una

información canónica en Bolonia y Tolosa de Francia, el mismo Gregorio IX presentaba

a toda la Iglesia universal, como modelo de santidad, a aquél Domingo de Guzmán con

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quien Jordán de Sajonia había hablado por vez primera, cuando tenía treinta años, en

París, y cuyo sucesor había sido. La noticia le cogió en Estrasburgo, llegándole con una

carta de San Raimundo de Peñafort, entonces en funciones de penitenciario del Papa.

Podía decirse que su misión en este mundo estaba cumplida. Así pareció apreciarlo la

Providencia. En 1236, dos años después, Jordán se embarca para visitar los conventos

de la Orden establecidos en Tierra Santa y venerar los Santos Lugares. Todos los her-

manos tenían pena al verle partir porque su salud estaba quebrantada. Sin embargo, el

viaje se realizó con toda felicidad. No así el de retorno. La nave, asaltada por una fu-

riosa tempestad, fue lanzada a las costas de Siria frente a Tolemaida. La mayor parte de

los pasajeros perecieron ahogados. Entre ellos estaba Jordán, con dos de sus compa-

ñeros. Era el 13 de febrero de 1237. Sus religiosos lograron rescatar el cadáver y en-

terrarlo en la iglesia de los dominicos de Tolemaida.

Pronto los milagros vinieron a confirmar la fama de santidad de que siempre había

estado rodeado, aun en vida. Sin embargo, el reconocimiento canónico de esta santidad

tardó mucho. Durante cinco siglos se le venía dando tradicionalmente el título de Beato,

e inscribiéndole así en no pocos martirologios. Pero sólo en 1826 el Papa León XII

aprobó el culto inmemorial que se le venía dando en su Orden.

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ÍNDICE

A modo de prólogo

De Jordán de Sajonia,

Maestro General de la Orden de Predicadores, a los dominicos …………. pág. 3

León (reino de Castilla)

León en lo civil y en lo eclesiástico ……………………………………… pág. 12

Reino de Castilla

Boda real de Fernando III con Juana de Ponthieu e institución del Consejo

de los Doce Sabios ……………………………………………………….. pág. 13

Borgo San Pietro y Todi (Italia)

Murieron Filippa Mareri y Rogerio de Todi ……………………………... pág. 15

Señorío de Albarracín

Óbito de Gil Garcés de Azagra ………………………………………….. pág. 17

Córdoba (reino de Castilla)

Fernando III donó castillos ………………………………………………. pág. 19

Reino de Aragón

Hechos varios noticiables y con proyección de reconquista ……………. pág. 20

Gwyneed (País de Gales)

Óbito de Juana de Gales …………………………………………………. pág. 24

Por las costas de Siria

Naufragio: Pereciendo, entre otros, Jordán de Sajonia, Maestro General

de la Orden de Predicadores …………………………………………….. pág. 26

Imperio Latino de Constantinopla

Murió en marzo Juan de Brienne ……………………………………….. pág. 28

Roma

Murió el cardenal Juan Alegrin ………………………………………… pág. 30

Entre el río Cheliff y la ciudad de Miliana (norte de África o Ifriqiya)

Murió combatiendo en África Yahya ibn Ganiya ……………………… pág. 31

Sltanato de Rüm

Muere el sultán Kaikubad I y le sucede Kaikosru II …………………… pág. 32

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Mancomunidad Islandesa

Muerte de un obispo venerable ………………………………………… pág. 34

Epílogo I

Libro de los Doce Sabios o Tratado de la Nobleza y Lealtad …………. pág. 37

Epílogo II

Beato Jordán de Sajonia, O. P. ………………………………………… pág. 60

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