EL PACTO Y EL PAN -...

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@ROY CAMPOS EL PACTO Y EL PAN ARTÍCULO DE ROY CAMPOS PUBLICADO EN EL ECONOMISTA EL 20 DE MAYO DE 2013 Sobre el Pacto, he escrito y leído mucho en más de cinco meses: su contenido, el logro de la política o los pleitos que genera... Al grado de que hoy es ya un genérico, como se conocen algunos bienes de consumo. El Pacto es ya visto como el principal progra- ma del gobierno federal, pero no sólo eso: también es visto como el lugar de las propuestas del PAN y del PRD que, sin coincidir en todo, están dispuestos a negociar para “una reingeniería” del país. Y es absurdo pensar que los cambios radicales no generen protestas radicales. No sabemos hoy si esos cambios funcionen, pero se aplauden las ganas de cambiar este país. Nótese que no menciono al PRI, partido que pierde relevancia al ser sustituido en el imaginario colectivo por el gobierno dentro del Pacto. Este Pacto ha pasado por momentos que han servido para demostrar su fuerza. A la justa solicitud del PAN y del PRD de blindar las elecciones de los programas sociales, se generaron nuevos compromisos; esa situación les sirvió tanto a Zambrano como a Madero para fortalecerse, ¿que hubiera tenido para presionar al gobierno de no ser el Pacto? Nada. La sola amenaza de salirse de él les permitió imponer una agenda opositora. En menos de seis meses, el Pacto ya logró cuatro reformas: educativa, de amparo, telecomunicaciones y financiera. Lleva un ritmo como hace tiempo no se percibía y advierten que vendrán pronto reformas política, energética, hacendaria y un código penal único. Pero, en medio de tantas reformas y tanto pacto, las contiendas políticas siguen: por un lado, tenemos la arena electoral en 14 estados, y por otro, en forma muy evidente, en el PAN. Este partido acostumbraba tener problemas pero no los ventilaba y le dejaba al PRD la imagen de problemático. Hoy parece distinto; desde hace meses vemos a los panistas enfrentados. Podríamos hacer una resumida cronología: inicia desde la contienda por la Presidencia del partido, que gana Gustavo Madero a Roberto Gil; sigue en la campaña, instancia en la cual la candidata y el partido se sienten abandonados por el gobierno; continúa en la etapa de transición, en la que Madero pospone la convención para que Calderón ya no esté en funciones, después depura el padrón para eliminar a los que llama “chambistas” y enfrenta las posturas radicales del grupo que se opone a él y le critica su trabajo en el Pacto, grupo que se identifica como cercano al expresidente Calderón. La liga se rompe cuando el coordinador de la bancada del PAN en el senado, Ernesto Cordero, junto con el del PRD, dan a conocer una propuesta de reforma política (nada del otro mundo) con puntos que estarán contenidos en la propuesta del Pacto, pero buscando algo de reflectores. Hasta ahí, no hay nada extraño: cada reforma tiene muchos antecedentes y propuestas que se han quedado en eso. El problema fue que no es un hecho aislado. Madero percibe el hecho como una rebelión en el Senado, ya que no se lo comunican previamente; entiende que le quieren disminuir peso político y ve que algunas de las posturas no son las que están trabajando desde su partido. A eso se le llama “fuego amigo”. Su reacción es la lógica: utiliza su facultad y remueve al coordinador de la bancada blanquiazul, (él mismo fue impuesto por el entonces Presidente Calderón para deshacerse de Santia- go Creel, que no era de su grupo); la reacción del grupo opositor a Cordero fue una campaña en redes sociales en la cual apoyan a Cordero y muestran que son mayoría (como si eso importara). A Santiago Creel lo removieron cuando también contaba con sus senadores en favor y aplaudido al dejar el cargo. Pero las cosas han cambiado. Hay dos grandes diferencias: (a) el PAN ya no tiene la Presidencia y (b) el expresidente es distinto: Fox palomeó a los diputados en el 2006 pero no se formó un grupo foxista; en cambio, Calderón, que palomeó a los actuales senadores del PAN, sí logró formar su bancada. Estas situaciones no son nuevas en el PAN. El partido ha tenido cismas grandes: un excandidato presidencial salió hace décadas de su partido para incluso volver a ser candidato por otro partido y Manuel Espino, que lo dirigió en el 2006 al ganar la Presiden- cia, está formando uno nuevo. Lo que sí es nuevo es que sea tan público el pleito y a eso han contribuido las redes sociales. Ahí, los defensores de Cordero lo alaban criticando a Madero y, por si fuera poco, el expresidente Calderón en su cuenta de Twitter recuerda que en el PAN los asuntos se resuelven internamente, lo que hoy no pasa, lo que es por un lado una fuerte crítica a Madero y por otra, una contradicción en sí misma: si los pleitos del partido no deben ser ventilados, deberían prohibirse los tuits que generen esa impresión. Como sea, este pleito apenas empieza, la coordinación de la bancada panista en el Senado no es el objetivo, es sólo una batalla: la guerra es por la Presidencia del PAN que viviremos todo el 2013 y el pronóstico es reservado.

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EL PACTO Y EL PAN

ARTÍCULO DE ROY CAMPOS PUBLICADO EN EL ECONOMISTA EL 20 DE MAYO DE 2013Sobre el Pacto, he escrito y leído mucho en más de cinco meses: su contenido, el logro de la política o los pleitos que genera... Al grado de que hoy es ya un genérico, como se conocen algunos bienes de consumo. El Pacto es ya visto como el principal progra-ma del gobierno federal, pero no sólo eso: también es visto como el lugar de las propuestas del PAN y del PRD que, sin coincidir en todo, están dispuestos a negociar para “una reingeniería” del país. Y es absurdo pensar que los cambios radicales no generen protestas radicales. No sabemos hoy si esos cambios funcionen, pero se aplauden las ganas de cambiar este país. Nótese que no menciono al PRI, partido que pierde relevancia al ser sustituido en el imaginario colectivo por el gobierno dentro del Pacto.Este Pacto ha pasado por momentos que han servido para demostrar su fuerza. A la justa solicitud del PAN y del PRD de blindar las elecciones de los programas sociales, se generaron nuevos compromisos; esa situación les sirvió tanto a Zambrano como a Madero para fortalecerse, ¿que hubiera tenido para presionar al gobierno de no ser el Pacto? Nada. La sola amenaza de salirse de él les permitió imponer una agenda opositora.

En menos de seis meses, el Pacto ya logró cuatro reformas: educativa, de amparo, telecomunicaciones y �nanciera. Lleva un ritmo como hace tiempo no se percibía y advierten que vendrán pronto reformas política, energética, hacendaria y un código penal único.

Pero, en medio de tantas reformas y tanto pacto, las contiendas políticas siguen: por un lado, tenemos la arena electoral en 14 estados, y por otro, en forma muy evidente, en el PAN. Este partido acostumbraba tener problemas pero no los ventilaba y le dejaba al PRD la imagen de problemático. Hoy parece distinto; desde hace meses vemos a los panistas enfrentados. Podríamos hacer una resumida cronología: inicia desde la contienda por la Presidencia del partido, que gana Gustavo Madero a Roberto Gil; sigue en la campaña, instancia en la cual la candidata y el partido se sienten abandonados por el gobierno; continúa en la etapa de transición, en la que Madero pospone la convención para que Calderón ya no esté en funciones, después depura el padrón para eliminar a los que llama “chambistas” y enfrenta las posturas radicales del grupo que se opone a él y le critica su trabajo en el Pacto, grupo que se identi�ca como cercano al expresidente Calderón.

La liga se rompe cuando el coordinador de la bancada del PAN en el senado, Ernesto Cordero, junto con el del PRD, dan a conocer una propuesta de reforma política (nada del otro mundo) con puntos que estarán contenidos en la propuesta del Pacto, pero buscando algo de re�ectores. Hasta ahí, no hay nada extraño: cada reforma tiene muchos antecedentes y propuestas que se han quedado en eso. El problema fue que no es un hecho aislado. Madero percibe el hecho como una rebelión en el Senado, ya que no se lo comunican previamente; entiende que le quieren disminuir peso político y ve que algunas de las posturas no son las que están trabajando desde su partido. A eso se le llama “fuego amigo”. Su reacción es la lógica: utiliza su facultad y remueve al coordinador de la bancada blanquiazul, (él mismo fue impuesto por el entonces Presidente Calderón para deshacerse de Santia-go Creel, que no era de su grupo); la reacción del grupo opositor a Cordero fue una campaña en redes sociales en la cual apoyan a Cordero y muestran que son mayoría (como si eso importara). A Santiago Creel lo removieron cuando también contaba con sus senadores en favor y aplaudido al dejar el cargo. Pero las cosas han cambiado.Hay dos grandes diferencias: (a) el PAN ya no tiene la Presidencia y (b) el expresidente es distinto: Fox palomeó a los diputados en el 2006 pero no se formó un grupo foxista; en cambio, Calderón, que palomeó a los actuales senadores del PAN, sí logró formar su bancada.

Estas situaciones no son nuevas en el PAN. El partido ha tenido cismas grandes: un excandidato presidencial salió hace décadas de su partido para incluso volver a ser candidato por otro partido y Manuel Espino, que lo dirigió en el 2006 al ganar la Presiden-cia, está formando uno nuevo. Lo que sí es nuevo es que sea tan público el pleito y a eso han contribuido las redes sociales. Ahí, los defensores de Cordero lo alaban criticando a Madero y, por si fuera poco, el expresidente Calderón en su cuenta de Twitter recuerda que en el PAN los asuntos se resuelven internamente, lo que hoy no pasa, lo que es por un lado una fuerte crítica a Madero y por otra, una contradicción en sí misma: si los pleitos del partido no deben ser ventilados, deberían prohibirse los tuits que generen esa impresión.

Como sea, este pleito apenas empieza, la coordinación de la bancada panista en el Senado no es el objetivo, es sólo una batalla: la guerra es por la Presidencia del PAN que viviremos todo el 2013 y el pronóstico es reservado.