El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre es un texto excelente que nos permite...
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ACCION CONSCIENTE O DESTRUCCION DE LA NATURALEZA
El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre es un texto excelente que
nos permite reflexionar acerca de varios temas que solemos olvidar en vista de las
costumbres, la cultura y la forma de vida en que nos correspondió vivir dentro de la
presente época.
Uno de esos temas de gran interés que nos recuerda el texto de Federico Engels se refiere
al origen real de los seres humanos, que como bien lo expone, tiene directa relación con
las condiciones ambientales a las que tuvieron que enfrentarse cierto tipo de hominidos y,
en especial, al papel del trabajo y al uso de la mano como medios para adaptarse
satisfactoriamente a las cambiantes circunstancias que imponía la evolución del orden
natural.
Muchas veces pensamos que el origen del ser humano se debe a cierto tipo de intervención
divina o incluso, nos olvidamos de este tema y nos dedicamos a gozar de nuestra
condición humana sin preguntarnos siquiera por el origen o las causas de tan inmenso
regalo, es por ello que Engels nos recuerda (y las pruebas científicas así lo ratifican) que al
principio los humanos fuimos sumamente parecidos a los simios y que debido a una cierta
sobrepoblación que se llegó a presentar, un buen número de manadas se vieron obligadas a
desplazarse hacia zonas limítrofes entre el bosque y la pradera, y fue en éstas áreas en
donde los hominidos tuvieron que adaptarse a tratar de correr rápido para alcanzar el
alimento disponible en la pradera, transportarlo lejos de otros predadores y refugiarse en
un sitio seguro para poder alimentarse, este sitio seguro no era otro que los árboles, que
los primeros hombres tuvieron que escalar para ponerse a salvo de sus enemigos naturales.
Fue así como los primeros representantes de la especie humana fueron forzados por las
condiciones ambientales ha desarrollar la mano de manera que le permitiera tomar el
alimento y trepar los árboles, a la vez que debían intentar desplazarse a buena velocidad
sobre sus dos extremidades posteriores, es decir, a caminar erguidos. Estas dos
adaptaciones, unidas a la necesidad de ingerir alimentos no solo vegetales sino también
animales generaron una serie de transformaciones químicas y fisiológicas principalmente
en el cerebro que fueron diferenciando cada vez más a la especie humana de las demás
especies animales.
La evolución de su cerebro permitió al ser humano hacerse mucho más sociable y empezar
a realizar ciertas tareas en grupo que fueron generando la necesidad del lenguaje, que a su
vez estimulo los músculos de la laringe. Con un cerebro en crecimiento, un lenguaje
primitivo y una mano en constante perfeccionamiento, las posibilidades de la especie
humana se fueron multiplicando rápidamente hasta el punto en que se convirtió en la única
de las especies que logró ganar consciencia plena de sus actos y por ello manipular de
manera planificada las circunstancias del medio natural.
Con estas inmensas capacidades los seres humanos muy pronto se difundieron por todo el
mundo, ya que su inteligencia, sus habilidades y su sociabilidad les permitían adaptarse
exitosamente a cualquier clima o circunstancia, aunque lastimosamente hoy en día los
humanos nos hemos convertido en una especie de plaga para las demás especies que
comparten con nosotros este hermoso regalo llamado Tierra.
Más allá de la maravillosa explicación evolucionista que nos otorga Federico Engels, su
texto encierra un gran llamado a la ecología y a la conservación de la naturaleza, a la vez
que un autocuestionamiento de las irracionales acciones humanas. Engels nos plantea que
a pesar de que nuestra especie es la única con la capacidad de transformar
conscientemente y a gran escala las condiciones naturales para ponerlas a su servicio (cosa
de la cual nos vanagloriamos a diario), parece que dicha capacidad se nos ha salido de las
manos o al menos no hemos tenido la sabiduría para aplicarla correctamente.
Esta situación se presenta con más claridad en la presente época en la que impera el modo
de producción capitalista, ya que la actividad humana en el campo de la economía esta
orientada exclusivamente a obtener ganancias pero no se es consciente de las
consecuencias que puede acarrear tanto la producción como el consumo de ciertas
mercancías.
Engels pone varios ejemplos al respecto, pero creo que en estos últimos tiempos, en que la
ciencia ha tenido un desarrollo notable y en que la globalización de los medios de
comunicación nos permiten conocer muchos más datos y circunstancias que ocurren en el
planeta, los ejemplos de la irracionalidad humana son mucho más evidentes y
preocupantes.
La ciencia nos ha demostrado los peligros del efecto invernadero, de la contaminación del
aire y de la destrucción de la capa de ozono, pero aún así, cada día se produce una mayor
cantidad de vehículos y máquinas que utilizan combustibles fósiles y que poco a poco
acercan a la humanidad (y a muchas otras especies) a un punto de no retorno en que el
equilibrio natural se rompa irremediablemente y nos veamos abocados a grandes
catástrofes o a la autodestrucción definitiva.
Muchos campesinos en el mundo se ven obligados a destruir los bosques o a contaminar
las aguas para poder sobrevivir en condiciones miserables, de ello son conscientes los
países, grupos económicos y personas más poderosos del planeta, pero aún así, sabiendo
que se está creando una lenta e irreversible crisis de recursos naturales, no son capaces de
actuar y ofrecerles posibilidades económicas y tecnológicas a estas personas necesitadas.
Parece que (como dijera Engels) lo único que les interesa es el lucro inmediato y no miran
más allá de sus narices, no ven hacia el futuro, no se dan cuenta que si el planeta llega a
una crisis irreversible los perjudicados no van a ser solo los pobres sino que todos vamos a
pagar las consecuencias de tanta mezquindad y falta de humanismo.
En este texto, Engels nos muestra todo el problema de las acciones irracionales,
mezquinas, egoístas y avaras que ejercemos actualmente la mayoría de los seres humanos,
pero la solución que plantea pasa por una revolución completa y definitiva del sistema
económico y político predominante; sin embargo, como dicha revolución parece muy
difícil e improbable, valdría la pena tratar de buscar otro tipo de alternativas que aunque
parezcan improbables, posiblemente puedan aplicarse algún día.
Por ejemplo, sería muy utópico pensar que un buen día los ricos y poderosos de todo el
mundo se les conmueva el corazón y decidan dejar de lado su ansiedad de ganar para
invertir parte de sus fortunas en la restauración del equilibrio natural y social; pero, si
logramos introducir en sus mentes la idea de que dicha inversión se hace absolutamente
necesaria para poder garantizar hacia el futuro los recursos y los medios que les permitan
seguir gozando de todos sus privilegios, es posible que en algún momento y sólo por esta
razón decidan desandar algunos de sus pasos y poner fin a tanta destrucción, a tanta
injusticia y a tanta predación del hombre hacia la naturaleza y hacia el mismo hombre.
Las personas que nos interesamos por el futuro de la especie y del planeta en general,
debemos trabajar bastante por transformar la mentalidad de quienes actualmente tienen el
poder económico y político, ya que ellos son los que tienen mayor responsabilidad en la
crisis que estamos atravesando; sin embargo la labor debe empezar por nosotros mismos y
por todos aquellos que nos rodean en la cotidianidad, ya que muchas veces conocemos el
problema, pero aún así, actuamos equivocadamente movidos por el interés personal, por la
avaricia o a veces por la pereza, conductas éstas que deberán eliminarse si es que en
realidad nos interesa tratar de utilizar de manera adecuada ese maravilloso regalo que nos
ha dado la evolución natural llamado consciencia y que nos permite transformar el medio
circundante de acuerdo a nuestros gustos y necesidades.