El publico en El Teatro

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En el Renacimiento europeo la burguesía se apropió de la escena El público es el motivo principal del teatro La suma de la acción estatal y la creatividad de los artistas puede atraer más espectadores El público es el destinatario final y motivo principal de la representación teatral. Para su entretenimiento, se le convoca en un escenario determinado, conjugando el trabajo actoral sobre un texto que pretende conmover y/o divertir el alma y los corazones de los espectadores. Sin embargo, encontramos pocas reflexiones o estudios dedicados a este importante factor, del cual depende, en buena medida, el vigor del fenómeno escénico, así como su incidencia en los vaivenes de la sociedad. Las grandes épocas de la historia del teatro, aquellas que nos dejaron obras impercederas a pesar del desarrollo social, el cambio en las costumbres y la manera de entender la vida, se caracterizaron porque asistir a una función era una actividad casi cotidiana y habitual o, cuando menos, bastante familiar para la mayoría de los ciudadanos. Así fue en la antigua Grecia, el período isabelino y el Siglo de Oro Español, momentos cumbres de la escena, cuando acudían a las representaciones espectadores de toda índole, sin importar su condición económica o cultural. Es en en la Europa del Renacimiento (siglo XVI), con la aparición de la burguesía como clase económica dominante, que la fiesta teatral se convierte en una ceremonia privatizada, sujeta, en su espacio y formalidades de realización, a los simbolismos del pensamiento hegemónico. Nos referimos al teatro como evento inclusivo al cual podía asistir todo el que quisiese y no al que contrataban los nobles para el divertimento particular en los salones palaciegos. El simplismo del corral de comedias español, el teatro octogonal isabelino o el tablado improvisado en la plaza pública se transforma en una sofisticada obra arquitectónica de patio, balcones y asientos jerarquizados, modelo a semejanza de la estratificación social. La fiesta colectiva de las máscaras se convirtió en una vitrina para que los poderosos ejercitaran su “buenos modales” mientras lucían su vestimenta. Seguirá existiendo en las calles, campos y recintos populares un teatro plebeyo, pero se impondrá como “oficial” o de “buen gusto” y reforzada por la academia, una manera escénica que despreciaba a las mayorías. Residuos de esos tiempos nos quedan en edificaciones teatrales por todo el planeta, como los teatros Nacional y Principal en Caracas, o

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El publico en el teatro

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En el Renacimiento europeo la burguesa se apropi de la escenaEl pblico es el motivo principal del teatroLa suma de la accin estatal y la creatividad de los artistas puede atraer ms espectadoresEl pblico es el destinatario final y motivo principal de la representacin teatral. Para su entretenimiento, se le convoca en un escenario determinado, conjugando el trabajo actoral sobre un texto que pretende conmover y/o divertir el alma y los corazones de los espectadores. Sin embargo, encontramos pocas reflexiones o estudios dedicados a este importante factor, del cual depende, en buena medida, el vigor del fenmeno escnico, as como su incidencia en los vaivenes de la sociedad.

Las grandes pocas de la historia del teatro, aquellas que nos dejaron obras impercederas a pesar del desarrollo social, el cambio en las costumbres y la manera de entender la vida, se caracterizaron porque asistir a una funcin era una actividad casi cotidiana y habitual o, cuando menos, bastante familiar para la mayora de los ciudadanos. As fue en la antigua Grecia, el perodo isabelino y el Siglo de Oro Espaol, momentos cumbres de la escena, cuando acudan a las representaciones espectadores de toda ndole, sin importar su condicin econmica o cultural. Es en en la Europa del Renacimiento (siglo XVI), con la aparicin de la burguesa como clase econmica dominante, que la fiesta teatral se convierte en una ceremonia privatizada, sujeta, en su espacio y formalidades de realizacin, a los simbolismos del pensamiento hegemnico. Nos referimos al teatro como evento inclusivo al cual poda asistir todo el que quisiese y no al que contrataban los nobles para el divertimento particular en los salones palaciegos. El simplismo del corral de comedias espaol, el teatro octogonal isabelino o el tablado improvisado en la plaza pblica se transforma en una sofisticada obra arquitectnica de patio, balcones y asientos jerarquizados, modelo a semejanza de la estratificacin social. La fiesta colectiva de las mscaras se convirti en una vitrina para que los poderosos ejercitaran su buenos modales mientras lucan su vestimenta. Seguir existiendo en las calles, campos y recintos populares un teatro plebeyo, pero se impondr como oficial o de buen gusto y reforzada por la academia, una manera escnica que despreciaba a las mayoras. Residuos de esos tiempos nos quedan en edificaciones teatrales por todo el planeta, como los teatros Nacional y Principal en Caracas, o el Cajigal en Barcelona, entre otros construidos hace ms de un siglo en el pas. An podemos observar los palcos, cercanos y a ambos lados del escenarios, que se reservaban, previo un oneroso abono, a las familias pudientes o funcionarios notables de la ciudad.

Los sustanciales cambios polticos que trajo el advenimiento de la modernidad, as como el surgimiento de las vanguardias artsticas en el siglo XX, restituyeron parcialmente el sentido original del teatro en lo referido a la asistencia del pblico a los grandes recintos concebidos para su escenificacin, limitando las jerarquas al simple pago de la entrada. La escena, en no pocos casos, se ha convertido en una mercanca concebida para obtener dividendos. Tal es el caso del llamado teatro comercial que se hace sin mayores pretenciones estticas, abundante en chabacaneras y erotismo degradado y que, a pesar, constituye un negocio lucrativo que llena algunas salas capitalinas. A lo anterior hay que decir, como Cervantes, ... no est la falta en el vulgo, que pide disparates, sino en aquellos que no saben representar otra cosa.

En 1917, cuando acaece la Revolucin Bolchevique, haban en el territorio ruso 150 teatros profesionales y 157 aficionados; veinte aos despus las cifras ascendieron a 619 teatros profesionales, 1120 casas de la cultura en las ciudades y 7922 en el campo, todas con su seccin teatral, lugares en los cuales ms del 70 por ciento de los espectadores provenan de la clase obrera. Es un ejemplo contrario a la mercantilizacin de los escenarios y que bien ilustra como, desde el Estado, se puede contribuir a la democracia cultural. El resto para ganar ms espectadores, que no es inversin financiera gubernamental, sino talento, creatividad y contenidos de provecho para la sensibilidad y el espritu humano, queda librado al trabajo de los artistas. Oscar Acosta