El Santo Sudario de Oviedo - uam.es · puntos de costura. ... puesto a la veneración de los...

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G. MERAS MORENO; J.D. VILLALAIN BLANCO; J. A. SÁNCHEZ; J.M. RODRÍGUEZ ALMENAR El Santo Sudario de Oviedo "EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO" En la Catedral de Oviedo (capital del Principado de Asturias) se venera, desde la época medieval un paño de tela que, según la tradición, fue colocado so- bre el rostro de Jesucristo al ser descendido de la cruz y hasta su definitivo entierro. Se le denomina tradicionalmente "Santo Sudario" o "Santo Rostro". Este lienzo llegó a Oviedo dentro de un arcón (el "Arca Santa") junto con otras reliquias. Para albergar tal tesoro, Alfonso II el Casto mandó construir la llamada "Cámara Santa", que inicialmente sería la capilla de su palacio, y que hoy se halla incorporada a la Catedral gótica que se edificó posteriormente. La Cámara Santa contiene en la actualidad otras reliquias y objetos de gran valor histórico y artístico como la "Cruz de la Victoria" y la "Cruz de los Ange- les" -símbolos de Asturias y Oviedo respectivamente- pero la propia Arca Santa y el Santo Sudario siguen ocupando un lugar destacado. El Santo Sudario tiene forma rectangular, aunque con alguna irregularidad, y mide 83 por 53 cms. apro- ximadamente. En uno de sus lados mayores se observa un pequeño desgarro de 5'5 cms., reparado con unos puntos de costura. Desde octubre de 1987 se encuentra cosido sobre una base de tela blanca tensada y montada sobre un bastidor. El conjunto se remata con un marco de plata que, al apoyarse sobre la base de tela, no toca la reliquia. No tiene cristal ni protección alguna. Entendemos -según se deduce de lo estudiado hasta la fecha- que la posición correcta para observar el lienzo es aquella en que las dimensiones menores del rectángulo están en vertical, y la costura mencio- nada en el lado superior. Una serie de manchas aparece en el lado actual- mente visible (Anverso) (Fotografía n°l); se corres- ponden con las que aparecen en la parte opuesta de la tela una vez descosida ésta de su bastidor, dado que la tela es de escaso grosor y se han filtrado sin dificul- tad. Se puede apreciar que el lado actualmente oculto (reverso) tiene un grado de contaminación mucho mayor, y las arrugas de esta parte ofrecen sus pliegues claramente más sucios. Cabe deducir por ello que el actual reverso ha sido el lado tradicionalmente ex- puesto a la veneración de los fieles. I. BREVE HISTORIA DEL SANTO SUDARIO DE OVIEDO. ANTECEDENTES. EL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN DEL CENTRO ESPAÑOL DE SINDONOLOGÍA BREVE RESEÑA HISTÓRICA: A pesar de que será necesario realizar un estudio más completo sobre la trayectoria histórica del "Santo Sudario " desde su origen hasta la situación actual, mantendremos, mientras no se establezca otra cosa, el itinerario señalado tradicionalmente. 337

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G. MERAS MORENO; J.D. VILLALAIN BLANCO; J. A. SÁNCHEZ; J.M. RODRÍGUEZ ALMENAR

El Santo Sudario de Oviedo

"EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO" En la Catedral de Oviedo (capital del Principado

de Asturias) se venera, desde la época medieval un paño de tela que, según la tradición, fue colocado so-bre el rostro de Jesucristo al ser descendido de la cruz y hasta su definitivo entierro. Se le denomina tradicionalmente "Santo Sudario" o "Santo Rostro".

Este lienzo llegó a Oviedo dentro de un arcón (el "Arca Santa") junto con otras reliquias. Para albergar tal tesoro, Alfonso II el Casto mandó construir la llamada "Cámara Santa", que inicialmente sería la capilla de su palacio, y que hoy se halla incorporada a la Catedral gótica que se edificó posteriormente.

La Cámara Santa contiene en la actualidad otras reliquias y objetos de gran valor histórico y artístico como la "Cruz de la Victoria" y la "Cruz de los Ange-les" -símbolos de Asturias y Oviedo respectivamente- pero la propia Arca Santa y el Santo Sudario siguen ocupando un lugar destacado.

El Santo Sudario tiene forma rectangular, aunque con alguna irregularidad, y mide 83 por 53 cms. apro-ximadamente. En uno de sus lados mayores se observa un pequeño desgarro de 5'5 cms., reparado con unos puntos de costura. Desde octubre de 1987 se encuentra cosido sobre una base de tela blanca tensada y montada sobre un bastidor. El conjunto se remata con un marco de plata que, al apoyarse sobre la base de tela, no toca la reliquia. No tiene cristal ni protección alguna.

Entendemos -según se deduce de lo estudiado hasta la fecha- que la posición correcta para observar el lienzo es aquella en que las dimensiones menores del rectángulo están en vertical, y la costura mencio-nada en el lado superior.

Una serie de manchas aparece en el lado actual-mente visible (Anverso) (Fotografía n°l); se corres-ponden con las que aparecen en la parte opuesta de la tela una vez descosida ésta de su bastidor, dado que la tela es de escaso grosor y se han filtrado sin dificul-tad. Se puede apreciar que el lado actualmente oculto (reverso) tiene un grado de contaminación mucho mayor, y las arrugas de esta parte ofrecen sus pliegues claramente más sucios. Cabe deducir por ello que el actual reverso ha sido el lado tradicionalmente ex-puesto a la veneración de los fieles.

I. BREVE HISTORIA DEL SANTO SUDARIO DE OVIEDO. ANTECEDENTES. EL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN DEL CENTRO ESPAÑOL DE SINDONOLOGÍA

BREVE RESEÑA HISTÓRICA: A pesar de que será necesario realizar un estudio

más completo sobre la trayectoria histórica del "Santo Sudario " desde su origen hasta la situación actual, mantendremos, mientras no se establezca otra cosa, el itinerario señalado tradicionalmente.

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G. HERAS MORENO; J.D. VILLALAÍN BLACO; .A. SÁNCHEZ; J.M. RODRÍGUEZ ALMENAR

SU PRESENCIA EN OVIEDO En 1075 se produjo un hecho importante que acredita

la presencia del Sudario en la Asturias medieval. Con ocasión de la visita del Rey Alfonso VI se procedió a la apertura del "Arca Santa" que contenía, según la tradi-ción, "algunas" importantes reliquias venidas a este lugar huyendo de la invasión musulmana. Con tal motivo se realizó un inventario de los distintos objetos guardados en el arce, y el monarca ordenó que se la recubriera de plata como homenaje a su precioso contenido.

El recubrimiento del Arca Santa está fechado en 1113 y recoge en su tapa una relación del contenido de la misma en aquel año. En ella se menciona expre-samente "el Santo Sudario de N.S.J.C.".

Desde aquí son constantes las referencias documen-tales al Sudario, puesto que se hicieron diversos inven-tarios. Señalaremos como más destacados el ordenado por el Obispo D. Diego Alponte de Quiñones (finales del S. XVI) y la relación de Morales al Rey de España de 1765. En los tiempos recientes se añaden, a las numerosas referencias escritas, algunas fotográficas. No hay circunstancia alguna que permita dudar de la permanencia ininterrumpida de la reliquia en Asturias.

de llevar a Alejandría el arca de las reliquias. El empuje de los persas en África dio lugar a nuevos traslados, y, a través de ellos, terminó llegando a España.

El obispo de Ecija, S. Fulgencio, acogió a los hui-dos, que llegaron a la península por Cartagena, y puso en manos de S. Leandro, obispo de Sevilla -su supe-rior y hermano- el Arca Santa.

Es bien conocido que S. Isidoro sucedió en la sede hispalense a Leandro y fue maestro de S. Ildefonso. Cuando este último fue nombrado obispo de Toledo llevó consigo a la capital del reino Hispano-Visigodo el arca de las reliquias. El Diccionario Eclesiástico de España señala la presencia de la misma en los prime-ros años del s. VIL

En el año 718, una nueva arca -de roble- sale de Toledo en dirección al norte, esta vez huyendo de la invasión musulmana. La llegada a Asturias se produjo -según diversos autores- entre el 812 y el 842. Ya se ha mencionado la veneración constante que desde entonces ha recibido el arca y su contenido, a pesar de las diversas vicisitudes históricas.

La trayectoria histórica que hemos resumido parece corroborada por los estudios palinológicos realizados por Max Frei, y que mencionamos más adelante.

PROCEDENCIA DEL SUDARIO

Según la tradición, en los primeros años del cristia-nismo, se veneraron en Jerusalén una serie de reliquias de Jesús y de Sta. María, que los apóstoles habrían guar-dado en un arca de cedro. Ante la invasión de los Persas, mandados por Cosroes II, en el 614, se hizo necesario ponerlas a salvo. El presbítero Filipo fue el encargado

VENERACIÓN TRADICIONAL Aunque en la actualidad no es excesivo el conoci-

miento que se tiene de esta reliquia entre la población española, esta situación es radicalmente distinta a la de tiempos pasados.

Su fama llegó a ser tal durante la Edad Media que, a pesar de la dificultad que suponía atravesar el maci-zo montañoso que separa Asturias de Castilla, muchos peregrinos se desviaban del Camino francés a Compostela para acercarse a San Salvador de Oviedo (la catedral) y venerar el arca de las reliquias, y los "concheiros" de la Ruta Jacobea cantaron el dicho:

Quien va a Santiago y no a Salvador honra al siervo y deja al Señor.

Actualmente se da la bendición a los fieles con el Santo Sudario en algunos días señalados (el Viernes Santo, y en la octava del jubileo de la Santa Cruz). Solo en estas ocasiones se puede ver la reliquia, por-que en la Cámara Santa únicamente se ve un facsímil que cubre el armario donde está guardada. Fotografía 1.

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EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO

¿SE USO UN SUDARIO EN EL ENTIERRO DE CRISTO?

La pregunta que nos debemos hacer en primer lugar ante un lienzo como el de la catedral asturiana es esta: ¿en el entierro de Jesús de Nazaret pudo ha-berse utilizado un paño semejante al que allí se vene-ra? y habría que cimentarla en qué nos dicen las fuen-tes históricas sobre el amortajamiento según las costu-mbres judías de la época de Jesús, que debieron seguirse.

Un estudio completo de esta materia sería excesivo para estas líneas, que solo pretenden ser una simple introducción de nuestro trabajo. No obstante conside-ramos pertinente en este punto apuntar algunas ideas para aclarar la confusión terminológica que se produ-ce habitualmente entre los diversos autores cuando hablan de lienzos sepulcrales de Cristo.

Inicialmente un sudario era un paño (equivalente, aunque algo mayor a uno de nuestros pañuelos actua-les); usado más bien como una pequeña toalla, servía para quitarse el sudor de la cabeza o limpiarse la cara en caso de necesidad. Por otra parte, la Enciclopedia Universal Judía recoge la prescripción según la cual cuando un cadáver tenía desfigurado o mutilado el rostro era imprescindible que este fuera cubierto con un velo para ocultarlo a los ojos de la gente. No es ex-traño por tanto que se empleara para este menester el pañolón -sudario- que se tenía a mano (en ocasiones enrollado en la muñeca) y que se colocara sobre el di-fundo aun antes del entierro.

Uno de los "lienzos funerarios" empleados en ente-rramientos antiguos es el sudario, y cubre exclusiva-mente el rostro. Posteriormente y por extensión se ha llamado sudario a la mortaja que cubre todo el cuerpo de un cadáver. Solo impropiamente se puede llamar sudario a la sábana utilizada para envolver el cuerpo de entero en un enterramiento hebreo.

San Juan en su evangelio menciona al menos en dos ocasiones un sudario sobre la cabeza de un ca-dáver. En el relato de la resurrección de Lázaro (Jn 11, 44) dice que salió el muerto "atado de pies y

manos y envuelta la cara en un sudario" pero el texto evangélico más importante del Apóstol en este punto es el Cap. XX. En sus versículos 6 y 7 distingue cla-ramente entre los lienzos en los que fue envuelto el cadáver (entre ellos, lógicamente, la Sábana que men-cionan los evangelios sinópticos) y "el sudario que había estado sobre su cabeza".

ESTUDIOS ANTERIORES A Mons. Giulio Ricci (miembro de la curia vaticana

y Presidente del "Centro Romano di Sindonología"1) se debe el conocimiento en Italia del Sudario asturiano. En la 2a edición de su libro "L'Uomo de la Síndome é Gesú" (1969) le dedica las páginas 161 a 166 y nos da la primera referencia conocida de que el lienzo oveten-se se haya estudiado científicamente. Afirma que "su atento examen" ha sido hecho "recientemente", y en nota al pie de la página 163 amplia la referencia al aña-dir: "el Custodio del S. Sudario de Oviedo me aseguró que de un examen químico cuidadoso ha resultado la presencia de áloe y mirra en el tejido"2.

El interés que el tema suscitó en Mons. Ricci le llevó en los años siguientes a iniciar una investigación propia con la colaboración de otros especialistas ex-tranjeros. Ricci realiza, en efecto, una visita a la Ca-tedral de Oviedo el 31 de agosto de 1977, acompaña-do de la arqueóloga responsable de la casa de S aboya, María Elisabeth Patricci, y un fotógrafo del Vaticano. En esta ocasión fotografiaron el lienzo con luz visible y luz U.V., y examinaron el anverso y el reverso de la tela (entonces sujeta solamente a un bastidor de madera con clavos plateados). Extrajeron hilos y cor-taron un par de fragmentos (de 4 y 5 cms.) para pro-curar una datación según el método del Carbono 14\

Por su parte -y a instancia de Ricci- el eminente palinólogo suizo Prof. Max Frei4 realizará un informe pericial tras su visita a Oviedo los días 15 y 17 de mayo de 1979 y el estudio de las muestras que tomó, mediante tiras adhesivas de diferentes puntos del Sudario.

1 Sindonología significa "Tratado de la Síndone". Síndone es como se denomina internacionalmente a la Sábana Santa de Turín. 2 En el original en italiano: "II custode del S. Sudario di Oviedo mi assicurava che da un esame chimico accurato é risultata la presenza di aloce e mira nella stoffa".

3 No consta que se haya realizado esta prueba, pues se desconoce el paradero de los fragmentos. 4 Director que fue del gabinete de investigación científica de la policía de Zurich, experto de la Interpol, y muy conocido por el estudio que estaba realizando sobre el polen hallado en la Síndone.

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En una entrevista a Mons. Ricci, el 22 de julio de 1983, este expone por primera vez en público sus conclusiones5 dando un verdadero Giro Copernicano a la interpretación del Sudario.

Sus aportaciones se pueden resumir en las siguien-tes notas:

- Compatibilidad evangélica entre la Síndone y el Santo Sudario. S. Juan habla, en el Cap. 20 de su Evangelio, de "lienzos" por una parte y de "sudario" por otra. Hasta la intervención de Mons. Ricci, algu-nos autores pensaron que tal "sudario" podía ser un paño que, a modo de mentonera, pasara por debajo de la barbilla del crucificado y estuviera anudado en la parte superior de la cabeza; lo estudiado por él en el Sudario de Oviedo, plantea una posibilidad nueva: que tal lienzo se pudiera usado para cubrir el rostro de Jesús desde el Gólgota al sepulcro y, una vez allí fuera colocado en algún lugar -tal como dice el evangelio- doblado.

- Estudio geométrico de las manchas que aparecen en el Santo Sudario: Descubre que existen en ambas caras del lienzo (por haberse filtrado) dos de tamaño grande, prácticamente simétricas, y aparentemente producidas al aplicar el lienzo, doblado por su eje de simetría, sobre un rostro ensangrentado.

- Compatibilidad entre las manchas del Sudario y el Rostro impreso en la Síndone: tras la inspección del lienzo con luz ultravioleta y blanca entiende que estas manchas son probablemente de sangre y realiza una superposición de una zona de la reliquia sobre el Rostro de la Síndone. Comprueba que se produce una compatibilidad muy buena y numerosos detalles coinciden.

- Informe de Max Freí sobre el polen hallado en el Sudario: Se encontró polen de seis especies de plantas coincidentes con las halladas sobre la Síndone -dos de ellas características de Palestina-. Otros restos pa- linológicos se identificaron como procedentes de plantas del norte de África (que no existen en la Síndone) y observó la ausencia de especies de la zona de Turquía y resto de Europa (muy abundantes en el lienzo de Turín). Este estudio parece verificar la dife- rente trayectoria histórica de ambos lienzos.

En la mencionada entrevista de 1983 Ricci aconseja realizar un estudio hematológico del Sudario. Con-sultada por el Cabildo la Cátedra del Instituto de Me-dicina Legal (Escuela de Medicina Legal) de la Uni-versidad Complutense de Madrid, ésta accede, el 24 de marzo de 1984, al estudio "in situ" del Sudario para hacer un análisis previo, macroscópico y foto-gráfico. Desgraciadamente este estudio no se concre-tó, y tampoco llegó a cuajar la oferta, desde Califor-nia, del Dr. Fernández Conde, Catedrático de Historia Medieval.

Una vez más tendría que ser un extranjero quien interviniera, en este caso el Dr. Baima Bollone6, el 24 de mayo de 1985. Se realizó un estudio fotográfico (180 fotografías con luz normal y 144 con película infrarroja), se tomaron nuevas muestras con cintas adhesivas -especialmente de zonas manchadas- y se sacaron 7 cabos de hilo pequeños del interior de las manchas y 12 de los salientes de la tela para realizar un análisis hematológico.

En el IV Congreso Nacional de Sindonología de Siracusa (1987) se hicieron públicos parte de los resultados obtenidos por el Dr. Bollone en sus análisis de 1985. En su opinión, las manchas eran, muy proba-blemente, de sangre humana, y se muestra conforme con que éstas coinciden con las medidas del rostro de Turín.

Igualmente en el Congreso de Siracusa se dio a conocer el estudio de Franca Pastore Trosello7 que comparaba la estructura textil de Síndone y Sudario. Afirma que los hilos de ambas reliquias tienen igual composición (idéntico grosor de fibras, hilado a mano y torcedura en 'Z'), pero han sido tejidos de diferente manera: sarga en espina de pescado para la Síndone y trama ortogonal para el Sudario.

NACE EL E.D.I.C.E.S. Estando las cosas en este punto se constituye en

Valencia el Centro Español de Sindonología (C.E.S.)8, fundado por la escritora Manuela Corsini de Ordeig, quien se había interesado por el tema de la síndone desde los años 60.

5 Las ratifica en la 3a edición (1985) de su libro ya mencionado. 6 Catedrático de Medicina legal de la Universidad de Turín y Director del Centro Internacional de Sindonología. 7 Experta textil. 8 Inaugurado el 18 de Diciembre de 1987.

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EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO

Muy pronto surgió en el seno de esta organización el interés por el Sudario de Oviedo. Un interés plena-mente justificado, tanto por tratarse de un lienzo localizado en España y por lo que la misma reliquia mostraba en sí, como por la vinculación que con la Síndone se había establecido desde el principio.

La idea concreta de la realización de un estudio interdisciplinar serio sobre la reliquia asturiana partió de D. Guillermo Heras, quien, poco tiempo después fue nombrado Jefe de la sección de investigación científica del Centro Español de Sindonología, con lo que este Centro asumía plenamente el proyecto. Comienza entonces a materializarse la idea de consti-tuir el EDICES (Equipo de Investigación del C.E.S.).

Paralelamente, y con el único apoyo gráfico de las fotografías publicadas por Ricci, el Dr. Alan D. Whanger presenta en el III Congreso Internacional de Sindonología de Bolonia (Italia), (mayo de 1989) un estudio comparativo entre las huellas de la Síndone y algunos iconos. En este trabajo incluye un apartado relativo al Sudario español y afirma que ha encontra-do más de cien puntos de coincidencia entre manchas de ambas reliquias.

El permiso oficial, a favor del Centro Español de Sindonología, para la realización de diversas pruebas científicas sobre el Santo Sudario se otorga en sesión del Cabildo de 9 de noviembre de 1989 tras la visita que el Dr. D. Celestino Cano, D. Juan Bautista Ibarra (Presidente y Secretario del C.E.S. respectivamente) D. Guillermo Heras y su esposa, Dña. Soledad Carre-tero López-Tello, realizaron a la capital del Principa-do en septiembre de 1989.

Miembros de nuestro Equipo de Investigación se desplazaron hasta la Capital del Principado los días 9 a 11 de noviembre de 1989 y 16 a 18 de febrero de 1990 con el propósito de recoger los primeros datos. Estos primeros trabajos constituyeron la base de la ponencia presentada en las III Jornadas Nacionales sobre la Sábana Santa celebradas en Valencia el 25 de marzo de 1990. Y las primeras conclusiones fueron presentadas ante un foro internacional en el Congreso de Sindonología celebrado en Cagliari (Cerdeña. Ita-lia) el 30 de abril del mismo año.

ESTUDIOS PARALELOS En los últimos tiempos, posteriormente a este con-

greso de Cagliari, se han presentado en otros foros

algunos estudios realizados fuera de España por per-sonas desvinculadas de nuestro equipo y desconoce-doras de nuestro trabajo.

Cabe señalar la ponencia presentada por el Dr. Alan D. Whanger en el Congreso de Sindonología de St. Louis (Missouri. USA) el 23 de junio de 1991. En esta ocasión se realiza una comparación morfológica (por el método de superposición de imágenes) entre las manchas sanguíneas de la Síndone y el Sudario. Afirma localizar más de un centenar de puntos de coincidencia entre ambas telas.

La ponencia del Dr. Cario Goldoni al II Simposium Científico Internacional sobre el Lienzo de Turín -Ro-ma, 12 de junio de 1993 corrobora que el grupo san-guíneo más probable del Hombre del Sudario es el AB.

EL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN DEL CENTRO ESPAÑOL DE SINDONOLOGÍA

A partir del momento en que el Centro Español de Sindonología decidió estudiar el Lienzo denominado Sudario de Oviedo, se empezó a pensar en estructurar un proyecto de investigación en el que quedara defini-do el alcance del trabajo a desarrollar de forma glo-bal, concretando simultáneamente qué cuestiones deberían ser abordadas por cada núcleo específico de estudio y búsqueda.

Por ello, a falta de las posibles modificaciones pos-teriores, para adaptarse en cada momento a los resul-tados que se vayan obteniendo, el Proyecto de Inves-tigación sobre el Sudario de Oviedo queda organizado por bloques de estudio de la siguiente forma:

1. Antecedentes. 2. El Sudario de Oviedo. 3. El Sudario de Jesús de Nazaret. 4. Estudio conjunto del Sudario de Oviedo y del

Sudario de Jesús de Nazaret. 5. La Síndone de Turín y el Sudario de Oviedo.

Estudio conjunto de ambos lienzos. 6. Conclusiones. 7. Exposición del trabajo realizado en la Catedral

de Oviedo. En el apartado 2, que hemos titulado "El Sudario

de Oviedo", se pretende abordar el estudio del Lienzo como tal, prescindiendo de comparaciones con otros lienzos y dejando al margen cualquier vía de estudio

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que no responda, en la medida de lo posible, al méto-do científico tradicional que se emplea en el estudio de las ciencias positivas, es decir:

1. Estudio de la información que se obtiene del Lienzo.

2. Confrontación con la realidad (física, biológica, histórica... etc.).

3. Establecimiento de hipótesis y teorías. 4. Comprobación de las hipótesis y teorías formula

das mediante experimentos o documentos. 5. Establecimiento de la teoría final, basada en los

apartados anteriores. Pues bien; La ponencia que presentamos a este II

Congreso Nacional de Paleopatología trata de algunos aspectos concretos de este segundo apartado, en los que se intenta exponer con especial interés los traba-jos hematológicos, antropológicos y medio-legales que hasta el momento se han desarrollado, aunque con la necesaria concisión que debe presidir este tipo de escritos.

II. ESTUDIO HEMATOLOGICO Y MECANISMO DE FORMACIÓN DE LAS MANCHAS Desde el punto de vista hematológico se presentan

numerosos problemas a resolver, vinculados todos ellos con la Criminalística; unos de carácter estético, identificativos, en relación a la naturaleza y caracte-rísticas de las manchas que presenta la reliquia; otros de tipo dinámico, encaminados a determinar cómo, dónde y cuándo se produjeron estas manchas.

La sistemática es la misma que para el análisis de manchas de sangre en una investigación criminal. Al fin y al cabo se trata de una tela con manchas, al pare-cer de sangre, y achacado por la tradición a una muerte muy traumática, como fue la de Cristo, que habrá que comparar con los relatos e indicios que de ella tenemos.

En el caso que investigamos, las dificultades au-mentan, ya que el paño que debemos estudiar, tiene una antigüedad enorme, para la que no valen las referencias cronológicas habituales.

PROCESO ANALÍTICO Y RESULTADOS Como consecuencia de este proceso analítico, se han

planteado e investigado los siguientes epígrafes, sobre algunos de los cuales se ha informado ya previamente:

1. Naturaleza sanguínea de la mancha y caracterís- ticas de ella.

2. Cara del Lienzo que estuvo en contacto con el origen de la mancha.

3. Concentración-dilución de la mancha. 4. Número de manchas superpuestas. 5. Tiempo transcurrido entre la formación de unas

y otras manchas. 6. Mecanismo de formación de éstas. 7. Otros problemas. Muchos de los conceptos han sido expuestos en

otras ocasiones por el equipo (1, 2, 3, 4 y 5), de ahí que nos limitaremos a su mención. Los más recientes, aún no publicados, serán desarrollados con más detalle.

1. Naturaleza sanguínea de la mancha Es esta la primera cuestión a determinar ya que, si

la mancha en cuestión no es sanguínea, huelga cual-quier otra investigación, al menos en la línea de la legitimidad histórica que se plantea.

Pero la respuesta es totalmente afirmativa. Previa-mente el equipo dirigido por el Prof. Baima Bollone de Turín lo había determinado, lo comprobamos noso-tros y en la última reunión de Roma, Goldini ha reite-rado los resultados.

Resumiendo, la mancha es positiva a las reacciones de Adler y Meyer. La visualización de hematíes es también claramente positiva, tanto por transilumina-ción como por epiiluminación y microscopía electró-nica de barrido, microcristalizaciones positivas de Teichman en la variante de Bertrán, Stryzowsky, Sar-da, Takayama, Lecha-Marzo y Guarino, según la téc-nica propuesta por nosotros, aplicando el procedi-miento de Lecha-Marzo y Piga9.

La fluorescencia propia de las porfirinas, a la que tanta importancia da Pérez Argües, se presentó neta-mente: rojo-anaranjado en la preparación sobre la que

9 VILLALAIN, J.D. Policía Científica. T. II. pag. 175. Madrid., 1981.

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EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO

actuó el ácido sulfúrico y rojo carmín posteriormente, en fase alcalina.

Para el estudio espectral se utilizó un microespectroscopio ocular de comparación Zeiss; en las preparaciones se hicieron patentes los espectros de absorción de la hematina acida y alcalina y de la hematoporfirina acida y alcalina.

En consecuencia, puede afirmarse rotundamente y sin lugar a dudas, que la mancha contiene sangre.

Una pequeña porción de tejido se sometió a una valoración electroforética, por la Dra. Isabel López Abadía, en el laboratorio de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense, obteniéndose un espectro estable, demostrativo de la gran antigüe-dad de las manchas.

Se confirmó el diagnóstico realizado, también por la Escuela italiana de que la mancha era de sangre humana y se procedió a la determinación grupoespecífica. La naturaleza de las manchas obligó a un largo y complejo proceso, derivado de la enorme estabilidad de los restos orgánicos. Los resultados obtenidos por el Dr. Ruiz de la Cuesta en el laboratorio de la Escuela de Medicina Legal y por nosotros mismos en los de la Cátedra de Medicina Legal de Valencia mostraron positividad al grupo AB.

Este resultado concuerda con los obtenidos por Baima Bolone y por las valoraciones posteriores de Goldoni. No obstante, ante la posible ambigüedad, de la que siempre es sospechosa un grupo AB, se realiza-ron sobre testigos no manchados y se comprobó la existencia de una débil posibilidad B en el sustrato, que se sumaba a la reacción de la mancha, pero que no era capaz de ocultarla.

Por lo tanto, puede concluirse que las manchas existentes en el citado paño son de sangre humana, del grupo AB.

2. Superficie del lienzo que estuvo en contacto con el foco sangrante: La siguiente cuestión es la de determinar qué cara

de la tela estuvo sobre la superficie que la manchó; es fundamental para poder concluir las características de la superficie y el mecanismo por el que se produjo la mancha.

Un primer examen nos hacer ver que el lienzo presenta una serie de manchas simétricas respecto a un eje medio vertical. Junto a estas manchas apare-cen otras únicas, no simétricas. También interesa de-terminar su colocación, con el fin de dilucidar pos-teriormente los mecanismos de origen que las dife-rencien.

Las investigaciones realizadas, permiten afirmar ya, con absoluta seguridad, cual fue la cara empapada por la sustancia. En síntesis este criterio se ha funda-mentado en el propio estudio organoléptico, a través de la imagen por infrarrojos; por el estudio a través del programa de tratamiento de imágenes, que concre-ta las zonas que contienen una mayor densidad de materia orgánica; y por el propio estudio macroscópico que se realizó directamente sobre el lienzo mediante una potente lupa estereoscópica de la casa Nikon, que permitió detectar pequeñas costras de aspecto he-mático en la trama del tejido que estuvo en contacto con el foco emisor.

Ciertamente discrepa del planteamiento inicial de Ricci, pero ello no tiene nada de particular toda vez que este autor partió de la imagen macroscópica sim-ple que mejor se apreciaba, y esta era la que secular-mente había estado oculta, y por lo tanto protegida, originada por un líquido filtrado por el mismo lienzo y desprovisto de impurezas. A partir de esa cara, hoy oculta, se produce el manchado de las demás, por impregnación. En la misma superficie se produce el origen de las manchas asimétricas; en consecuencia, el lienzo estuvo doblado parcialmente sobre una misma superficie manchada.

3. Concentración-Dilución de la mancha Desde el principio llama la atención que las man-

chas, netamente remarcadas, tienen una coloración marronácea, que ha hecho decir de ellas a autores que las describieron hace muchos año como MORALES'", que parecen "Deslavadas". Este aspecto no puede achacarse al paso del tiempo, pese a que las manchas de sangre tienden a aclararse, transformando el color rojo de la sangre, en marrón; el tono de la mancha hace suponer que, siendo sangre, ésta se encuentra diluida en mayor o menor medida. De Dominicis, Israel Castellanos y tantos otros han comprobado este

10 Ver: MORALES, A de. Viaje de... por orden del rey D. Phelipe II a los reinos de León, Castilla y Principado de Asturias. Ed. M. Florez. Madrid. 1765.

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fenómeno y elaborado escalas cromáticas con el fin de determinar la vejez de una mancha.

En efecto, el segundo grupo de manchas que, mor-fológicamente rodean a las centrales, que son más oscuras, tienen este aspecto hemático diluido.

El paso siguiente consistió en determinar este grado de dilución y, si fuera posible, su naturaleza.

Con este fin se procedió a realizar manchas experi-mentales sobre paños blancos de lino, de consistencia semejante al estudiado, con muestras de sangre com-pleta, hematíes lavados y en suspensión en suero salino fisiológico, hematíes hemolizados, suero, albúmina y sangre a distintas diluciones (1/2, 1/4, 1/8. 1/16, 1/32), depositando sobre el paño estirado y horizontal, en la cantidad de 5 c.c. de cada producto. Una vez secadas, a temperatura ambiente, se compararon con las excelen-tes reproducciones fotográficas de que disponíamos.

A pesar de que este procedimiento supone un do-ble error comparativo, el propio de la subjetividad del experimentador y el cromatismo de la reproducción fotográfica, pudo comprobarse que la dilución estaba comprendida entre 1/4 y 1/8. Nuevas series compara-tivas permitieron establecer mediante el mismo sis-tema, que la dilución sanguínea que proporcionaba manchas de cromatismo con una densidad óptica se-mejante al buscado, se encontraba en torno al 1/6, ci-fra suficiente a nuestros efectos y para plantear suce-sivos experimentos.

Con la misma serie experimental pudo comprobar-se que la sangre apenas se encontraba hemolizada y que el sustrato en que se diluyó presentaba caracteres microscópicos, tanto a la luz completa como a las I.R. y U.V., de suero sanguíneo. Llama la atención en este estudio, el tono amarillo-rojizo que muestran estas manchas que las diferencian de las producidas por sangre o productos hemáticos, coloración que debe ser investigada en nuevas series, pero que en principio debe ser achacada a la gran cantidad de porfirinas que tienen las manchas, originadas de la hemoglobina por acción del tiempo.

De todo lo expuesto puede deducirse, desde un punto de vista racional, que las manchas del Sudario de Oviedo están producidas por suero y sangre diluida en la proporción de 1/6, aproximadamente.

Muy distinto es el caso de las manchas triangulares centrales digitadas, que aparecen a ambos lados de la línea medial, ópticamente más densas y de bordes marcados.

Para tratar de concretar sus características, se pro-cedió con nuevas series de manchas de sangre entera, fraccionada y diluida, a la que se añadieron en canti-dades variables, partículas inertes, en forma de car-bón, y partículas vivas de levadura, realizándose series sistemáticas de desarrollos, sobre tela de lino, parecida a la de la reliquia. Se comprobó que la mor-fología de estas manchas se producía por la sangre diluida a la misma concentración, sobre la que existí-an diversos cúmulos celulares, que brotaron en olea-das sucesivas, conformando las digitaciones, al tratar de ser contenidas por los dedos, como ha demostrado el equipo de ingenieros. De la misma naturaleza eran las manchas restantes, excepción de las de carácter puntiforme existentes en uno solo de los lados del lienzo, cuya morfología en forma de halos concén-tricos alrededor de un núcleo más denso plantean curiosos interrogantes.

4. Número de manchas y superposiciones Existen pues y se distinguen, un número de man-

chas muy grande, muchas de las cuales se superponen entre sí.

En primer lugar, la doble concentración de man-chas centrales simétricas permite diferenciar dos tipos diferentes: uno más homogéneo y tenue, "de fondo", y otro configurado por otra mancha, por dentro y sobre la anterior, estructurada "por capas" en una su-cesión claramente manifiesta.

En efecto, la primera es una mancha que aparente-mente forma la base del conglomerado que dibuja un anillo en la parte inferior, que se expande por encima en el tejido y que se prolonga hacia arriba longitu-dinalmente, para abrirse formando una porra irregular hacia la derecha.

La segunda forma un conglomerado poligonal que se quiebra en la parte superior en forma de un tres; otra inmediatamente por encima, cuyo límite se mani-fiesta en la parte superior y algo por debajo del citado tres; y, por último, otra más pequeña y central, con-figurando el centro geométrico del conjunto. Estas últimas están menos definidas y son enormemente complejas por las ondulaciones de carácter digitifor-me que las constituyen, más acentuadas en su parte inferior. Atendiendo a su morfología y delimitación, estimamos que se han producido entre cuatro y siete impregnaciones, que se superponen (en la zona que estudiamos) en oleadas sucesivas.

344

EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO

Entre ambas manchas, abarcando a lo ancho toda la tela, se observa una franja manchada de bordes su-periores bien delimitados que tiene una tonalidad di-ferente.

A la izquierda una serie de manchas puntiformes, redondeadas, diferentes a cualquier otra, que podría-mos denominar: grupo cuarto; debajo otra quinta man-cha, en forma de diábolo o alas de mariposa, impar y con morfología parecida a las primeras simétricas y otras semejante en el extremo de la tela en el borde roto, también impar. Por último se individualizan algunas manchas impares y pequeñas, que deben ser analizadas también. En total siete grupos de manchas diferentes. Fotografía 2.

5. Tiempo transcurrido entre la formación de

las manchas: Se plantea a continuación datar, si es posible, el

tiempo transcurrido entre la formación de las manchas -cuando estas se encuentran superpuestas- y, aten-diendo a sus características morfológicas, determinar un orden en su formación.

No hay duda de que para periodos cortos de tiem-po, dos manchas superpuestas determinarían límites más concretos o más difusos en función de la hume-dad que exista en la mancha primera. En el caso que estudiamos, el hecho de que las manchas se diferen-cien netamente entre sí supone que ha transcurrido un cierto tiempo entre unas y otras, suficiente para que se produzca el secado, total o parcial, de la mancha origi-nada anteriormente.

Para concretar este extremo, se procedió a realizar una serie de manchas experimentales sucesivas con concentraciones distintas y en tiempos variables tam-bién. Para ello se realizaron seis series de manchas sanguíneas, en número de 30 cada una, formando rec-tángulos de 5 por 6 manchas de lado, depositando O'5 c.c. de líquido diluido al 1, 1/2, 1/4, 1/8, 1/16 y 1/32. Sobre cada una de ellas, se depositaron manchas de estas mismas concentraciones, a los O, 15, 30, 60 y 120 minutos.

En efecto, se volvió a comprobar que la dilución sanguínea de las manchas del Sudario se encontraba entre 1/4 y 1/8 y que el tiempo transcurrido entre la formación de la mancha primera base y las centrales se situaba entre 45 y 60 minutos, a temperatura de laboratorio, humedad y altura sobre el nivel del mar propia de Madrid. La experiencia se repitió, con resul-

tados semejantes en el laboratorio de Valencia (Foto-grafía n° 2).

Las distintas manchas que se superponen en el cen-tro del conglomerado, no se separan con esa precisión, sus contornos están menos definidos. Suponen una di-námica compleja, reiterada en oleadas diferentes, emi-tidas de arriba abajo, que se realizaron en una misma serie y que el foco emisor de la sangre correspondiente se encontraba en la parte superior

El resto de las manchas descritas se independizan perfectamente. Hay que deducir de ello que se hicieron sucesivamente, en momentos distintos. Cabe, por ello plantear la existencia de varios periodos, correspondientes a cada tipo de mancha descrito.

6. Mecanismo de formación de estas manchas La estructura de todas estas manchas habla de los

mecanismos distintos en cuanto a su formación. La mancha mayor y el complejo de manchas cen-

tral, se encuentran topográficamente en íntima rela-ción, sobre todo porque definen estructuras anatómi-cas comunes que luego serán definidas.

La primera mancha, se produce por un mecanismo de suave y progresiva impregnación. En la formación del segundo complejo de manchas, que se superpone, interviene una cierta presión y obstáculos múltiples, como se deduce de nuestra estructura, en escarapela.

La heterogeneidad y complejidad de manchas nos dejó perplejos a la hora de plantear un posible meca-nismo. Para elaborar una hipótesis sobre la formación de estas series de manchas, debemos partir de tres hi-

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G. HERAS MORENO; J.D. VILLALAÍN BLACO; .A. SÁNCHEZ; J.M. RODRÍGUEZ ALMENAR

pótesis posibles y complementarias, que fueron defi-niéndose a partir del trabajo geométrico y por trata-miento de imágenes.

1. El estudio antropogeométrico de las manchas que aparecen en esta Reliquia las hacen compatibles con manchas originadas sobre la cara de un cadáver.

2. Admitiéndolo como punto de partida debemos tener en cuenta lo que opina la tradición; según esta, de un crucificado.

3. Partiendo de estas hipótesis, es lógico partir de los estudios realizados al respecto. Ello ofrece dos po- sibilidades: que el paño se hubiera puesto sobre la ca- beza del crucificado, aún en la cruz, o una vez des- cendido de ella. En el primer caso -como ha demos- trado Ricci- que al producirse la relajación mortal, la cabeza del crucificado debió quedar péndula, fuerte mente flexionada sobre la barbilla e inclinada a la de recha, posición que la precoz rigidez que produce este tipo de muerte fijó de este modo, con los brazos a- biertos. En el segundo caso, el cadáver debería encon- trarse en decúbito, con los brazos, en otra posición.

Para ensayar demostrativamente esas hipótesis, procedimos sobre la cabeza de un maniquí, al que se adaptó pelo, barba y bigote y un sistema de goteo na-sal, inclinándolo en todos los sentidos posibles.

Después de numerosos intentos, sólo encontramos una posible explicación para la formación de esta mancha: un mecanismo doble en que, estando colga-do el cuerpo, se produce la parte inferior de la man-cha para, después, de modo continuado, formarse la parte media y superior al descender el cadáver y que-dar en decúbito prono.

Patogénicamente, la explicación podría ser la si-guiente: nos encontramos ante un cadáver con el tórax en inspiración y con un abundante edema pulmonar, colgado, con la cabeza flexionada, hacia abajo y hacia la derecha.

Al producirse la relajación postmortem y, secunda-riamente, al instaurarse progresiva y precozmente la rigidez, el edema pulmonar comienza a fluir suave-mente por boca y nariz: pómulo y punta de la nariz quedan al mismo nivel, el edema mancha el bigote, la barba y, debido a la inclinación de la cabeza, la meji-lla derecha y el pómulo, hasta la zona de contacto de la cara con el hombro, que dibuja una suave limitante en "s" itálica.

No era reproducible, no obstante, la mancha co-rrespondiente al dorso de la nariz, entrecejo y hemi-

frente derecha que es antigravitatoria, según este me-canismo, hasta que, simplemente se nos ocurrió bas-cular hacia adelante el citado busto, automáticamente, el goteo nasal resbaló sobre el dorso de la nariz y flu-yó "hacia arriba", reproduciendo caballete de la nariz y frente. Sin embargo, no resultaba concluyente, por-que en la imagen, la formación frontal es opuesta a la del pómulo derecho. Después de varios intentos, com-probamos que para que se produzcan simultánea-mente, la cabeza no solo debe estar flexionada, sino también flexionada e inclinada a la derecha; sólo así, al bascular el sistema hacia adelante hay un momento en que pómulo derecho y hemifrente izquierda que-dan al mismo nivel y el flujo nasal se reparte entre ambos.

En una primera hipótesis dimos por hecha la apli-cación de los brazos al tórax, al producirse el descen-dimiento. Según este esquema, ello no es posible por-que en ese caso, el flujo del edema pulmonar se hace violento y a borbotones y esa es la característica de las manchas superpuestas, pero no de la que estamos estudiando, por lo tanto, en la hipótesis expuesta, el cadáver colgado debió descolgarse, pero manteniendo la postura original, esto es, sin movilización adicional de los brazos. Posteriormente, según la cronología expuesta, ulteriores movilizaciones produjeron las manchas digitiformes que hemos mencionado. Es ésta una experiencia muy común en la fase postmortem de las personas que mueren con un "encharcamiento pul-monar" ya que, unas veces de modo espontáneo y otras al vestir o manipular el cadáver, sale líquido pul-monar por los orificios naturales.

El fenómeno, tan agudamente expuesto por los analizadores de imagen, de que las manchas sean progresivamente más extensas según las caras donde aparecen, crecientes respecto a la original en las capas sucesivas, no puede producirse si no se suma la fuerza de la gravedad a las fuerzas de difusión del líquido que va penetrando el tejido lentamente; si los lienzos estuviesen en posición antigravitatoria, la imagen se produciría al revés, esto es, las manchas mancharían la tela en áreas de contacto progresivamente decre-ciente y si estuviesen colocados lateralmente, se origi-narían escurrimientos laterales, incompatibles con la morfología actual.

Por lo tanto, para que la mancha reprodujera su morfología actual, debía realizarse en dos tiempos: manchando previamente barba y bigote, aplicando el paño sobre el macizo facial y produciendo seguida-

346

EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO

mente la mancha de nariz y frente, colocando la cabe-za en la posición señalada (Fotografía n° 3).

En la hipótesis inicial experimentada, pensábamos que el Sudario debió colocarse sobre la cabeza desfi-gurada del crucificado ya muerto; al desprender las manos de la cruz y aplicar los brazos sobre el tórax, fluye entonces edema pulmonar que moja barba y bigotes; el cadáver es colocado sobre su costado dere-cho; continúa manando por la nariz suavemente, líqui-do pulmonar, que forma la mancha propia del macizo facial, del dorso de la nariz y de la frente, que se suma a las anteriores, configurando la mancha general más extensa, suave y progresivamente. Así se explica la descompensación y aparente contradicción existente entre el derrame propio de barba y bigote izquierdos, más extenso que el derecho y el de la frente que abarca la mitad derecha y no la izquierda. En esta nueva revisión del tema parece deducirse que el cadáver quedó colgado un cierto tiempo y después se descol-

gó, solidariamente con el madero horizontal, sin des-prender las manos hasta un momento posterior.

Experimentalmente, hemos visto que para que se forme esta mancha se precisan estos dos tiempos sin solución de continuidad; la cantidad de líquido preciso para esta mancha, unos 20 ce. y el tiempo preciso para formarse, alrededor de 15 minutos.

Esta mancha se seca, y en fase ulterior se forman las otras manchas centrales; son manchas que se origi-nan con una cierta presión y que se tratan de contener utilizando de diversa forma los dedos de quien trans-porta o manipula el cadáver; son manchas, por lo tanto, que se originan como consecuencia del traslado y durante la manipulación del cadáver para su amortajamiento y enterramiento.

La cuarta mancha, de bordes ojivales: tras probar con telas semejantes de lino, pudo comprobarse que se trataba de una mancha de impregnación, originada a partir de las manchas descritas más arriba, al doblarse

Fotografía 3.

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G. MERAS MORENO: J.D. VILLALAIN BLACO; .A. SÁNCHEZ; J.M. RODRÍGUEZ ALMENAR

sobre sí mismo el lienzo a modo de tubo y aplastarse seguidamente, cuando aún no se había secado el paño. En efecto, la parte superior de la misma ofrece una serie de ondulaciones que muestran la existencia de un plegamiento de la tela que se manchó, al superponerse a la mancha primaria. Se observa también que el límite superior está nítidamente marcado y que no ocurre lo mismo con el inferior.

Una nueva serie experimental nos permitió concre-tar que ello ocurre cuando se aplica sobre la tela ple-gada presiones heterogéneas, limitándose mejor donde se produce mayor presión y difundiendo tenuemente en las zonas donde esta presión es menor.

En consecuencia la mancha que describimos se ori-ginó de modo secundario a la mancha principal pero, a partir de esa, por plegamiento de la tela exterior, es-tando ésta sometida a una presión mayor por parte su-perior y casi nula por la inferior.

En una impresión superficial, parece que la mancha difusa que une las manchas centrales y la serie de manchas puntiformes en el tercio inferior izquierdo. Sin embargo, un examen fino permite diferenciarla ne-tamente de la que describimos antes, ya que carece de pliegues verticales, y horizontalmente -sobre todo en la parte inferior- muestra una serie de oscurecimientos lineales que semejan en cierto modo, rasgos a modo de letras que cubre estas zonas.

Se hicieron numerosos intentos de reproducción del fenómeno mediante contacto, según el esquema pro-pio de las manchas del lado complementario, con resultados negativos. Se procedió entonces a producir-las a partir de contactos con diversas sustancias man-chadas, ajenas al paño y observamos con sorpresa que esta morfología se reproducía cuando se colocaba so-bre el paño una torunda de algodón, de modo más exacto con gasa y mejor aún con una trama originada por una bayeta de redecilla. La similitud fue mayor aún cuando se intentó con un conglomerado de pelo y resultó más exacto cuando a ese pelo se añadió una solución de sangre disuelta en suero.

Esta larga y compleja serie experimental nos permi-te concretar que, muy probablemente, esta mancha difusa intermedia fue originada por pelo, manchado y conglutinado con sangre, sobre el que lentamente manaba una solución sanguínea semejante a la que formó la primera de las manchas descritas.

Este tercer tipo de manchas, según este estudio debe desglosarse en dos fases, atendiendo al mecanis-

mo de formación: una por impregnación sobre la tela manchada y plegada sobre sí misma, y otra como con-secuencia del apoyo de una cabellera impregnada en sangre que es renovada mediante nuevas aposiciones de sangre diluida.

La serie de manchas que describimos como cuarto grupo, muestran también diferencias entre sí. En la parte superior aparece una serie de líneas, curvilínea de machas densas, oscuras que, morfológicamente for-man halos concéntricos y otra inferior, en forma de ala de mariposa, de tonalidad más clara y netamente em-parentada con las descritas con anterioridad.

La investigación de las manchas puntiformes y re-dondeadas, ofreció grandes dificultades, dada su apa-rentemente extraña morfología.

Para determinar el mecanismo de formación y su naturaleza, procedimos a realizar, sobre un soporte vi-trificado, pequeñas manchas de sangre goticular, sobre las que depositábamos tiras de lino, de naturaleza pa-recida a las de la reliquia ya que el mecanismo de di-fusión e impregnación de las telas difiere, según com-probamos en las largas series anteriores, según la na-turaleza de la fibra y la trama.

Independientemente de la cantidad, soporte y tiem-po de aplicación, las manchas formaban sobre la tela otras redondeadas y homogéneas, totalmente distintas a las estudiadas.

Comprendimos entonces que este hecho podía deberse a la misma naturaleza de la sangre utilizada, procedente de cadáver o del banco de sangre del Hospital Clínico de Valencia, por lo tanto, sangre incoagulable.

Fotografía 4.

348

EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO

Procedimos entonces a experimentar con sangre total, procedente directamente del propio experimen-tador, sin aditivos. Pudimos comprobar así, como el proceso de coagulación formaba los citados halos con-céntricos y que estos variaban en función del tiempo transcurrido entre el derrame sanguíneo y el momento de la impregnación, de tal modo que, a la vista de la serie experimental, puede afirmarse que estas manchas están originadas por sangre vital, derramada a partir de numerosos focos sangrantes puntiformes y que la tela se aplicó sobre ella, a los 60 minutos, aproxima-damente de ser derramada. (Fotografía n° 4).

Por el contrario, la mancha existente por debajo, es de impregnación y la simetría de su forma en doble ala, hace suponer que se originó al aplicarse el lienzo, alrededor de una estructura manchada. De las expe-riencias realizadas antes, esta estructura debería ser pelo y así consiguió reproducirse, aplicando, mediante unas pinzas, tela de lino, sobre unas hilachas de algo-dón. La propia mancha y las arrugas cicunvecinas per-miten sospechar la existencia del pelo recogido en forma de "cola de caballo", manchado de sangre dilui-da. Las imágenes I.R. parecen confirmar la naturaleza de esta dilución, frente a la densidad óptica que tienen las manchas puntiformes superiores.

7. Otras Manchas Como dijimos, existen en el lienzo otra serie de

pequeñas manchas que precisan ulterior análisis, unas procedentes del cadáver, sobre la cara interna de la tela; otras en el exterior, con origen diferente, que serán motivo de otras comunicaciones.

8. Otros problemas periciales Otro problema ha surgido como consecuencia del

estudio hematológico, la interpretación de una incontinuidad, oblicua, existente en la zona inferior de las manchas y que rompe éstas a la altura de la mancha semicircular inferior, teóricamente correspondiente a la mancha originada por la barba manchada.

A simple vista pasa desapercibida, sin embargo, y realzada por el procedimiento fotográfico y el trata-miento de imagen, resulta altamente significativa por-que corresponde exactamente a la arruga oblicua que presenta la Sábana Santa de Turín, si bien estructurada especularmente respecto a ella: hay que superponer las reproduciones del Lienzo de Oviedo y del Lienzo de Turín, invertidas, y se produce una notable y sorpren-dente coincidencia.

Una coincidencia de esa magnitud, cuantitativa y cualitativa, no puede originarse al azar; corresponde, necesariamente, a mecanismos idénticos y a tiempos iguales.

Sin embargo, tampoco se pudo formar al tiempo que las manchas, dado que las imágenes sanguíneas y la imagen sindónica se estructuran especularmente. El tema es sorprendente y ha sido objeto de multitud de opiniones, todas las cuales fueron desechadas, unas por incongruentes y otras por imposibles.

Por exclusión no cabe sino la de que, una vez for-madas las manchas de sangre y una vez amortajado el cadáver, el lienzo volviera a depositarse sobre el cadá-ver y se adaptara al mismo, superponiéndose la arruga sindoniana con la del Sudario: de este modo, necesa-riamente serían coincidentes y superponibles.

Corroboraría esta hipótesis, la existencia de múlti-ples arrugas en el lienzo oblicuas en la parte superior derecha e irregulares en la parte inferior derecha, y con inclinación diferente en el lado izquierdo, que renueva la hipótesis de la existencia de un lienzo ple-gado sobre sí mismo y atado a modo de mentonera sobre los lienzos fúnebres. Los experimentos realiza-dos hasta la fecha parecen confirmar esta posibilidad; no obstante queda como una de las cuestiones aún no resueltas. Es una hipótesis que debe ser discutida y reflexionada en común, pero que es trascendente en cuanto relaciona de modo evidente los dos lienzos y aporta explicación racional al texto joánico del Evangelio.

Como resumen de todo lo anteriormente expuesto, podemos reiterar las siguientes conclusiones.

1. El sudario de Oviedo muestra una serie de man- chas originadas por sangre humana, del grupo AB.

2. Parece ser un lienzo mortuorio que, con toda pro- babilidad, estuvo colocado sobre la cara del cadá- ver de un sujeto que falleció con un gran edema o encharcamiento pulmonar.

3. Sobre el lienzo que estuvo en contacto con la cara del cadáver, aparecen numerosas manchas, probablemente originadas por líquido de edema pulmonar y sangre en la proporción 6: 1 produci- das en momentos distintos y consecutivos.

4. La mancha más grande se produjo probablemente estando el cadáver colgado, en el momento del descendimiento y depósito del cadáver en el suelo.

5. Pasado un periodo de alrededor de una hora se formaron las demás, como consecuencia de los

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G. HERAS MORENO; J.D. VILLALAÍN BLACO; .A. SÁNCHEZ; J.M. RODRÍGUEZ ALMENAR

movimientos sufridos por el cadáver en el trasla-do, amortajamiento y embalsamiento.

6. Existe otro gran grupo de manchas, correspon- diendo a la zona occipital y nunca del cadáver originadas por sangre vital a partir de heridas puntiformes abiertas alrededor de una hora antes de que se aplicara el sudario y otras impregna- ción formada, muy probablemente a partir del pelo recogido hacia atrás.

7. Otra serie de manchas fueron originadas por el proceso de doblado del lienzo sobre sí mismo, en forma de plegado sobre la cara del sujeto, y otra producida por el pelo manchado de sangre y apo- yado sobre la tela.

8. Se remarca la importancia que tiene una arruga que interrumpe la formación de las manchas de la parte inferior, que supone la existencia de un mecanismo semejante al que actuó sobre la Sábana Santa de Turín. Esta conclusión es provi- sional, dada su trascendencia, a la espera de una crítica más profunda y colectiva.

III. ESTUDIO ANTROPOLÓGICO. DESCRIPCIÓN DE LOS ELEMENTOS ANATÓMICOS FUNDAMENTALES. EL HOMBRE DEL SUDARIO DE OVIEDO

Para el estudio antropológico de las manchas que aparecen en este lienzo se procedió a establecer los puntos que, en Antropología, se consideran de referen-cia para determinar la métrica de una cara o de un crá-neo en relación con la identidad de un individuo, utili-zando para ello una fotografía de tamaño 1: 1 de dicho Sudario en la que establecimos los siguientes puntos de referencia:

1. Nasion. 2. Punta de la nariz. 3. Espinal. 4. Labio superior. 5. Punto mentoniano. 6 y 7. Aletas nasales. El establecimiento de dichos puntos no podemos

considerarlo de forma absoluta ya que la referencia nos viene dada, en este caso, por los espacios que han quedado libres de manchas (ambas órbitas, zona de la barbilla), densidad de las manchas (más densas cuanto más cerca de la nariz y de la boca se sitúan) y rugosi-

Fotografía 5.

dades del lienzo (cuando se trata de adaptar a las irre-gularidades naturales de la cara).

Sobre estos puntos se realizaron las siguientes medidas.

1. Altura de la nariz. 2. Anchura de la nariz. 3. Altura total de la cara. 4. Proyección de la nariz. En la anchura de la nariz se consideraron una an-

chura máxima y una mínima, dado que el contorno de las aletas no se aprecia con nitidez. Los resultados son los que se reflejan en la primera columna de la Tabla 1.

Por tratar de establecer si se corresponderían estas medidas con las de un rostro humano, comparamos las longitudes obtenidas con la media de las mismas medidas que conservamos en el archivo del laborato-rio de Antropología Forense sobre casos estudiados de población española y que aparece en la Tabla bajo el

350

EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO

epígrafe L.A.F. (Laboratorio de Antropología Forense) y con las medidas que KROGMAN (1986)" tiene tam-bién para la población de raza blanca. Sudario L.A.F. Krogman

Altura de la nariz 60 51,18 (4,14) 54 (4,7)

Anchura de la nariz 25-30 32 (1,06) 35 (3,7)

Altura total de la cara 139 126,55 (5,39) 130 (9,7)

Proyección de la nariz 21 - 15-18

Todas las medidas en milímetros. Las medidas L.A.F. y Krogman representan media

y, entre paréntesis, desviación típica. Índice nasal= 41.66 - 50 (Lepto o Mesorrino). Como podemos observar, todas las medidas se co-

rrelacionan de una forma aceptable, aunque hay que señelar que la mayor altura de la cara media sobre el paño se debe, con casi total seguridad, a dos factores:

1. que estamos midiendo también el pliegue del paño sobre la nariz;

2. que no sabemos si la boca se encontraba en oclu- sión cuando el paño fue colocado o se encontra- ba entreabierta.

Por tanto podemos concluir que la métrica que se deriva del estudio de las manchas que existen en el Su-dario de Oviedo se corresponde con la de un rostro hu-mano, de un individuo, probablemente blanco, con un índice nasal entre 41.66 y 50, que corresponde al tipo leptorrino o mesorrino (nariz alargada o media) que es propia de la población de la cuenca mediterránea.

IV. POSICIONES DEL LIENZO SOBRE LA CARA DEL HOMBRE DEL SUDARIO DE OVIEDO

Vamos ahora a describir un uso determinado que según pensamos pudo hacerse de este Lienzo.

Cuanto se expone a continuación, se basa en con-clusiones extraídas de los estudios ya expuestos en los apartados anteriores y en otros igualmente desarrolla-dos dentro de este proyecto de investigación, que, al no ser objeto de este trabajo, no se hará aquí sino mencionar, a fin de ceñirse lo más posible a las cues-tiones que se han querido presentar en este Congreso.

Resumiendo: - El Sudario de Oviedo es un lienzo de lino en el

que hay manchas de sangre humana del grupo AB; las de mayor tamaño, aproximadamente simétricas -situadas hacia la parte central- son de sangre "post mortem" y se ha podido determinar qué parte del Lienzo contiene mayor cantidad de sustancia hemáti- ca, y en qué orden se fueron produciendo las cuatros impresiones existentes en el anverso y en el reverso del mismo.

- Estas manchas aportan una información esencial para poder entender cómo y para qué fue empleado este Lienzo, lo que ha podido deducirse, tanto de su composición y naturaleza, como del lugar que ocupan. Se ha podido establecer que las manchas puntiformes

Fotografía 6.

11 KROGMAN, W.M.; ISCAN, M.Y.; The Human Skeleton in Forensic Medicine. Charles C. Thomas. Springfield, Illinosis, 1986.

351

G. HERAS MORENO: J.D. VILLALAÍN BLACO; .A. SÁNCHEZ; J.M. RODRÍGUEZ ALMENAR

de sangre que se representan a la izquierda del obser-vador del anverso, son de sangre "vital" y no "post mortem" como las anteriormente descritas, lo cual es detalle de singular importancia.

-Se establece también que en la cara en la que exis-te más sustancia hemática, se han hallado, formas ana-tómicas que pueden corresponder a una nariz, boca, mentón y pómulos, todas ellas en una posición com-patible con la que dichas formas ocupan en un rostro humano. Se han hallado así mismo otras formas (arcos superciliares, ojos, frente barba, pelo, contusiones, etc.) que, por su importancia, están siendo estudiadas analíticamente y con mayor detalle.

- Efectuadas las correspondientes experiencias con un busto de yeso, al que se le colocó un sistema para poder evacuar un líquido de similares características al determinado como productor de las manchas del Lienzo de Oviedo, se pudo comprobar que si este líquido mana suavemente por la nariz y por la boca, teniendo el rostro en las posiciones definidas en los apartados anteriores, se producen manchas en todo similares a las estudiadas, lo cual permite presentar, ya como hipótesis contrastada, que el mecanismo de for- mación ha podido ser precisamente el ensayado, sin que se haya encontrado ningún otro que reúna todos los aspectos considerados.

- Como consecuencia de todo lo anterior, creemos que el Lienzo de Oviedo ha podido estar sobre la cabeza del cadáver de un hombre; y para obtener una colocación que cumpla todas las circunstancias ante- riormente determinadas, nos fue necesario proceder de la siguiente manera:

Utilizamos una reproducción del Lienzo a escala natural, comenzando por doblarlo por las líneas que han quedado marcadas en el Lienzo como sus primiti-vos ejes de doblado. Realizada esta operación se pue-de colocar el Lienzo sobre el rostro, de forma que coincida el punto determinado como la punta de la na-riz en las cuatro caras con el extremo de la nariz del rostro. A continuación situamos el tabique nasal de forma que su extremo coincidiera con el labio superior (fotografía n°5). Esta longitud se ve en prolongación del extremo de la nariz en el Lienzo, como consecuen-cia de observar éste extendido sobre un plano. Con la boca entreabierta, se ajusta el labio inferior y las co-misuras, encajando perfectamente con las formas de los mismos que se observan en el Sudario de Oviedo. Así, se puede apreciar en la fotografía, la posición de

Fotografía 7.

la nariz, la boca y la forma de la barbilla. Es importan-te destacar que el Lienzo se dobló sobre sí mismo al llegar al ángulo mandibular derecho, donde coincide con el pelo y empieza la barba. Por alguna razón, al colocar el Lienzo sobre el Rostro del cadáver, se llegó sólo hasta aquí.

La presencia en este doblez y en otras zonas del Lienzo de abundantes perforaciones, similares a las producidas por pequeñas agujas o cualquier otro ele-mento punzante, sugiere inmediatamente que el Sudario de Oviedo se sujetó a la barba y al pelo del cadáver haciendo uso de instrumentos de este tipo, lo cual no debe extrañarnos puesto que son artilugio corriente desde la más remota antigüedad. En conse-cuencia, decidimos hacer lo propio con la reproduc-ción que estamos usando como ejemplo, y así se pro-cede a sujetar con alfileres (fotografía n°6) el lienzo por su doblez al pelo y a la barba del rostro.

352

EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO

Fotografía 8.

Conviene señalar aún la presencia en el Lienzo de dos manchas simétricas respecto a un eje inclinado, que coincide con el doblez que forma en el mentón al apoyarse sobre el pecho. Estas manchas son el reguero de sangre que sale por la comisura derecha y su impronta homologa. Dada la posición de ambas, nos permite asegurar que la cabeza quedó inclinada hacia la derecha del cadáver y prácticamente apoyada en el pecho, como ya se ha dicho.

Una vez así, el Sudario de Oviedo rodearía la cabeza hacia la izquierda, bien ceñido al rostro y al pelo para garantizar su inmovilidad. Siguiendo el camino de la parte posterior de la cabeza, marcado por las abundantes perforaciones de la zona occipital y posterior del cuello, llegamos a la posición que se muestra en la (fotografía n°7), sujetando el Lienzo al pelo con alfileres o elementos similares, desde las pequeñas manchas puntiformes hasta la mancha en forma aproximada de

mariposa que se forma al impregnarse el lienzo dobla-do dos veces y sujeto al pelo manchado de sangre mezclada con otras sustancias (aún pendientes de determinar).

Es preciso recordar que las manchas puntiformes corresponden a sangre vital -en la hipótesis de que este Lienzo haya sido así colocado sobre la cabeza de Jesús de Nazaret, estas manchas puntiformes, produci-das una hora antes de manchar el Lienzo, pueden tener su origen en la sangre procedente de las heridas pro-ducidas por la corona de espinas que narran los Evan-gelistas- y que efectivamente pudo derramarse una hora antes de manchar el Lienzo, como se ha determi-nado en laboratorio para las manchas del Sudario de Oviedo.

Por otro lado conviene precisar, para quien dude de ello, que si bien presenta una cierta dificultad sujetar el Lienzo a un pelo limpio, no ocurre así con pelo manchado de sangre más o menos seca, como última-mente hemos podido comprobar.

Siguiendo el mecanismo expuesto de formación de las manchas, la cabeza del cadáver tiene que estar inclinada hacia delante y hacia la derecha. Así se pudo formar la mancha que define el reguero de sangre que sale por la comisura derecha de la boca, y la mancha de impregnación de barba y bigote, de la nariz para abajo. Evidentemente, para que esto sea posible el cadáver del Hombre del Sudario tiene que estar en posición vertical, y, para que no se doble por la cintu-ra, debe estar colgando de algo, o bien de los brazos que a su vez deben estar atados o sujetos a algo, o bien de los hombros. Como ésta segunda posición es menos probable (porque supone a su vez sujetar los brazos para impedir que éstos se abran y se desplome el cadáver) admitimos como postura más probable que el cadáver esté colgado de los brazos o con los brazos atados o sujetos a algo, en el momento de la muerte y en el momento en que comienza a salir ese líquido de composición 6: 1, agua: sangre, procedente del pul-món y generado como consecuencia del edema propio de una persona que muere asfixiada.

Por ello, una explicación razonable de que el Su-dario no rodee completamente la cabeza, sino que da la vuelta y se dobla al llegar al ángulo mandibular, es que la cabeza esté prácticamente apoyada en su lado dere-cho en la cara anterior del hombro (Fotografía n°8), lo cual dificulta que se pueda introducir el lienzo por la parte derecha de la cara. Por otro lado, las manchas en forma de fuelle (manchas repetidas con ejes verticales

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de simetría, situadas a la derecha del observador) que se observan en el lienzo coinciden con la zona izquier-da sobre la que se ha depositado sujeto el lienzo sobre una zona que está manchada de sangre todavía fresca y por eso mancha. Al apoyar la cabeza en cualquier ele-mento, se forma esa mancha en forma de fuelle que coincide con la postura que se presenta.

La razón no se explica de momento. Pero ahí están las manchas que se forman así. En esta postura, con el lienzo así colocado, se ven las distintas posiciones de una mano izquierda abrazando la nariz y la boca para impedir que salga la sangre.

Todo sugiere que este cadáver ha sido trasladado a un lugar cercano por varias razones:

1. Se aprecian las mismas formaciones de manchas en distintas posturas homologas, lo cual significa que el lienzo ha resbalado sobre el rostro.

2. Al levantar el cadáver del suelo emana brusca mente por la nariz y la boca la sangre que ha quedado

retenida en el pulmón; sale, al estar los pies más altos que la cabeza, por simple presión hidrostática y por efecto de los movimientos de traslación. Así se pueden observar hasta seis posiciones distintas de los dedos de una mano izquierda que, haciendo centro en el extremo de la nariz, han girado en torno al mismo presionando la nariz para impedir que saliera sangre por la misma (Fotografías n° 9 y 10). La razón de que sea una iz-quierda la que haya dejado en el Lienzo sus huellas nos es desconocida, pero, atendiendo a la postura expuesta anteriormente (brazo derecho del cadáver levantado) es normal que si el traslado de este cadáver se hace man-teniendo dicha posición, es mucho más cómodo inten-tar taponar la nariz con la mano izquierda en lugar de utilizar la mano derecha, ya que ésta encontraría el obstáculo del brazo derecho del cadáver que le impediría poder comprimir la nariz con eficacia.

Por último, intentamos ver cómo se abrió el lienzo y cómo se colocó rodeado toda la cabeza. Esta afirma-ción puede hacerse, en base al estudio de las manchas que no están en las cuatro caras, y, por tanto, no se han podido producir con el lienzo doblado sobre sí mismo. De acuerdo con lo anteriormente dicho, el cadáver se debió trasladar boca arriba (mano izquierda sobre el rostro), durante un recorrido que debió durar unos minutos (30 ó 40 m.), ya que, dada la nitidez de las huellas de los dedos que se observan en la cara más interior, el Lienzo debió abrirse muy poco tiempo des-pués de producirse éstas.

Llegados al punto de destino, debió desaparecer el obstáculo que impedía colocar el Lienzo sobre el lado derecho del rostro, (brazo derecho extendido) y enton-ces ya se pudo abrir el lienzo y extenderse rodeando completamente la cabeza.

Un nuevo movimiento del cadáver debió producir una nueva efusión de sangre por la nariz que formó la mancha central de mayor tamaño de las estudiadas, con forma de trapecio rectángulo de base curvilínea en la cara que estuvo en contacto con el rostro, y de base recta en la cara a la que caló la sangre. Esta mancha tuvo necesariamente que ser la última, puesto que al no estar en las otras dos caras pone de manifiesto que el Lienzo ya no volvió a doblarse y por tanto no pudo ser la pri-mera. A esta mancha se ajusta perfectamente un puño izquierdo (fotografías n° 11 y 12). Se ven las formas rectas de los contactos de los dedos y de los nudillos, así como la parte recta de la palma de la mano, mien-tras que por el lado de contacto con el rostro, se observa Fotografía 9.

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Fotografía 10.

que esta parte recta sigue la forma de una curva que debe ser inscrita en la superficie de la mejilla.

Finalmente, de acuerdo con el estudio de las arru-gas del Lienzo que se está desarrollando en este mo-mento, se ha procedido a colocar éste sobre una cabeza en la posición en la que encajan prácticamente todos los elementos fundamentales del mismo, como son las manchas de sangre, las formas anatómicas, las pequeñas perforaciones y las arrugas.

Queremos destacar en particular la mancha en for-ma de fuelle o acordeón situada a la izquierda del ob-servador del anverso, ya explicada, y su probable gé-nesis, descrita en laboratorio para una mancha similar en composición y en forma geométrica.

Por último resta señalar que la descripción realizada no pretende ser exhaustiva. Quedan importantes de-talles por aclarar e hipótesis por contrastar que serán objeto de posteriores trabajos, a los que se añadiría la

información que se vaya obteniendo en otras áreas del Proyecto de Investigación del Sudario de Oviedo, que está desarrollando el Centro Español de Sindonología.

V. CONCLUSIONES 1. El Sudario de Oviedo es un lienzo de lino, de

forma aproximadamente rectangular, de dimensiones 83x53 cm. en valores medios. En la observación mi-croscópica del tejido, se comprobó que tiene un liga-mento o textura tipo tafetán, torsión en Z, con la si-guiente composición media:

Urdimbre Trama Diámetro de hilo

19 hilos/cm. 43 pasadas/cm. 0,15-0,30 mm.

El Lienzo está dispuesto de tal forma que la urdim-

bre coincide con su longitud mayor. 2. Completamente extendido sobre una superficie

plana, presenta los siguientes elementos: 2.1. Manchas de sangre. Se trata de sangre hu-

mana del grupo AB. Sangre "post mortem" y san- gre vital identificada hasta ahora, se han hallado las manchas puntiformes situadas en la zona dere- cha y casi en el borde inferior derecho. La composición de las manchas que se han identi-

ficado como sangre "post mortem", es la de una parte de sangre y seis de suero, aproximadamente.

El origen de esta sangre puede ser de un edema de pulmón agudo, propio de una persona que ha muerto asfixiada, tras estar respirando con gran dificultad co-mo consecuencia de la postura en la que se encuentra.

2.2. Pequeñas perforaciones en ciertas zonas de lienzo, propias de elementos punzantes de peque ño diámetro, es decir, parecidas a las que se pue- den hacer con alfileres.

2.3. Otras manchas. Existen otras manchas en el lienzo que han sido inidentificadas como de carmín de pintura de labios y de purpurina, correspon- diente ésta última a la figura de un rectángulo que se observa en el lienzo, dando la impresión de ha berse formado al haber colocado el recipiente de la purpurina sobre el Lienzo momentáneamente.

2.4. Arrugas. Ejes de simetría. Formas de dobla do. Existen en el Lienzo gran cantidad de arrugas, que corresponden a distintos momentos desde que fue utilizado por primera vez hasta ahora.

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Se han determinado los ejes de doblado más im-portantes, que a su vez son ejes de simetría de manchas que se tuvieron que producir en un primer momento.

3. En la cara en la que se aprecia más sustancia he- mática, se identifican las formas anatómicas siguientes:

3.1. Nariz, fosas nasales, labio superior, labio inferior, barba, bigote, mentón, ojos, (arcos supra- ciliares), frente (parte derecha), etc. Se aprecia un pequeño chorro de sangre que ha salido por la comisura derecha de la boca y ha dejado su huella en las cuatro caras.

3.2. Manchas digitiformes en distintas posicio- nes en torno a la boca y nariz del cadáver. Hasta el momento se han identificado seis posiciones dis- tintas de varios dedos de una mano izquierda que ha manchado las cuatro caras, y que por tanto debió producirse estando el Lienzo doblado. Estas manchas deben corresponder al momento en que este cadáver fue movido probablemente para tras- ladarlo a algún lugar cercano.

3.3. Gran mancha en forma de trapecio. Es la última mancha que se formó. Sólo está en la cara que estuvo en contacto con el Rostro y en su opuesta, que es a la que caló \a sangre. Es preciso observar cómo en la mancha que está en la cara que estuvo en contacto con el Rostro este triángu- lo tiene su base curva, mientras que en la misma mancha pero vista en la cara opuesta, la curva se ha sustituido por una parte recta. Esto se debe a que dicha curva debe ser inscriptible en la superficie de la mejilla, por su lado, y por el opuesto en la superficie prácticamente plana que define el puño cerrado, en la que también son visibles las zonas rectas interdigitales.

4. Formaciones de las manchas: Teniendo en cuenta todo lo anterior y de acuerdo

con los experimentos hechos con el maniquí en la Facultad de Medicina de Madrid, se puede establecer la siguiente hipótesis contrastada:

El hombre del Sudario de Oviedo murió torturado, tras desarrollar un importante edema de pulmón agudo, como consecuencia de estar colgado (en posi-ción vertical, cabeza inclinada hacia adelante), sujeto con los brazos de tal manera que la sujeción permitía el juego de la articulación del codo, y los pies coloca-dos de forma que le resultaba muy difícil apoyarse en ellos para respirar, pero sin embargo podía hacerlo. Es decir, no tenía los pies colgando, (hubiera muerto rápi-

damente y no le hubiera dado tiempo a generar tanto líquido como consecuencia de los esfuerzos para res-pirar) pero tampoco podía apoyarse en ellos cómoda-mente porque entonces no le hubiera costado tanto esfuerzo respirar.

El cuerpo pudo quedar colgando de los brazos, con la cabeza inclinada hacia el pecho y hacia la derecha, de manera que el mentón lo toca y la cabeza con su plano medio, paralelo al pecho y espalda, casi hori-zontal. En esta postura la mejilla derecha queda casi tangente al hombro derecho.

Muy poco tiempo después de morir se le colocó el Lienzo de Oviedo rodeando la cabeza de la siguiente manera:

Por la parte posterior de la cabeza, donde se obser-van unas heridas puntiformes con sangre que debió ma-nar una hora antes, aproximadamente, de manchar el

Fotografía 11.

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EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO

Fotografía 12.

Lienzo, cuando todavía estaba vivo el Hombre del Su-dario, se comenzó a colocar el lienzo enjugando la san-gre existente, y se sujetó al pelo largo siguiendo una especie de coleta, manchándose el Lienzo con sangre y recogiéndose con unos elementos punzantes parecidos a los actuales alfileres, pero de mayor diámetro.

A continuación, se colocó el Lienzo envolviendo todo el lado derecho. Dada la posición de las manchas que define la posición de la cabeza, al llegar a entroncar con la mejilla derecha se dobló el Lienzo sobre sí mis-mo y se unió con los elementos punzantes antes men-cionados a la barba, hasta llegar casi al ojo derecho.

El lienzo así vuelto pasa doble por delante de la cara y se recoge la parte que sobra doblado en tres sobre la parte izquierda de la barba, completándose de sujetar con los alfileres o similares cerrándose final-

mente sobre la cabeza hacia atrás. Esta postura necesita para ser estable que el brazo derecho esté elevado de manera que casi se pueda apoyar la mejilla derecha en la cara anterior del hombro, ya que si no es así quedaría el Lienzo en una posición inestable y absurda, dado que si no hay brazo que lo impida, la propia postura demanda que el Lienzo hubiera rodeado la cabeza completamente y no sólo la parte izquierda. En esta postura, ya muerto, debió permanecer una media hora.

Posteriormente el cadáver fue colocado boca abajo durante unos cuarenta y cinco minutos, y a continua-ción levantado boca arriba. Al moverlo y elevar los pies por encima del plano de la nariz y boca, se produjo una efusión de sangre que se intentó detener por alguna persona presente, presionando con fuerza ambos orificios con su mano izquierda por encima del Lienzo. El cadáver fue transportado a algún lugar cer-cano, (el trayecto duró minutos), y allí el Lienzo per-maneció rodeando la cabeza del cadáver.

Por último, éste fue vuelto a mover una vez más y cuando finalizó esta última operación, el que llama-mos "Sudario de Oviedo" le fue retirado del Rostro. Después -muy importante- volvería a ser depositado sobre la cabeza amortajada.

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