El Sistema Vestibular y La Hiperactividad y Propioceptivo

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EL SISTEMA VESTIBULAR Y LA HIPERACTIVIDAD

El sistema vestibular es el que nos enseña a mantener constantemente el equilibrio y a regular nuestra postura. Todas las sensaciones que tenemos pasan a través del mecanismo vestibular, por lo que todos los demás sentidos: lo que oímos, lo que vemos, lo que sentimos... se percibirán de una forma cómoda y tendrán significado solamente si el sistema vestibular funciona como es debido.

Cuando esto no es así surgen problemas en el rendimiento escolar y el comportamiento de los niños.

Los estímulos vestibulares pueden resultar tranquilizantes o alarmantes. Un movimiento suave, un balanceo o un mecimiento, pueden provocar el sueño. Un estímulo más vigoroso como el de una montaña rusa puede tener un efecto de excitación. Los niños con problemas para integrar la información sensorial pueden tener respuestas hiper o hipo a los estímulos vestibulares diarios. Esto puede hacer que se muestren como exageradamente miedosos o afectados por el movimiento o, todo lo contrario, que esta estimulación no les llegue con la suficiente claridad por lo que necesitan más de lo que sus actividades diarias les ofrecen. Estos son los niños que no paran quietos, que saltan, corren y escalan o se revuelcan y giran por el suelo a todas horas.

El estado más maduro del sistema nervioso en cuanto al movimiento es la capacidad de mantenerse totalmente quieto y el equilibrio perfecto es el no movimiento. Los niños que tienen dificultad para estar quietos, a menudo tienen un control inmaduro sobre el equilibrio. Estos niños con frecuencia se concentrarán mejor en clase, si se les permite levantarse durante unos minutos. El movimiento es como un alimento para su cerebro que necesitan y buscan constantemente.

Se ha comprobado que si se les permite a los niños hiperactivos dar vueltas durante 30 segundos en ambas direcciones (para evitar mareos, debe cambiarse de dirección al cabo de pocas vueltas), éstos muestran un aumento en su atención de hasta 30 minutos después del ejercicio (Sally Goddard en "Reflejos, aprendizaje y comportamiento"). Esto sugiere una vez más que estos niños hiperactivos necesitan la estimulación vestibular para poner su cerebro "en marcha". Es una actividad sencilla y a la vez

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divertida que puede merecer la pena llevar a cabo. Es muy importante que se den unas poquitas vueltas en cada dirección cada vez, y la misma cantidad en un sentido que en el otro, para evitar el mareo y que la estimulación de ambos hemisferios cerebrales sea la misma.

El sistema propioceptivo es aquél que nos proporciona información sobre el funcionamiento armónico de músculos, tendones y articulaciones: participa regulando la dirección y rango de movimiento; permite reacciones y respuestas automáticas, importantes para la supervivencia; interviene en el desarrollo del esquema corporal y en la relación de éste, con el espacio, sustentando la acción motora planificada.

La disfunción de este sistema se expresa en torpeza motriz: dificultad para mantener cabeza y cuerpo erguidos, realizar actividades coordinadas con las dos manos y manejar herramientas. También se observa falta de concentración, por inquietud postural, rigidez de tronco y ausencia de noción de peligro.

Otras funciones en las que actúa con más autonomía son: el control del equilibrio, la coordinación de ambos lados del cuerpo, el mantenimiento del nivel de alerta del sistema nervioso central y la influencia en el desarrollo emocional y del comportamiento.

El sistema vestibular responde a los movimientos del cuerpo a través del espacio y los cambios de posición de la cabeza. En conjunto con el sistema propioceptivo, mantiene el tono muscular, coordina automáticamente el movimiento de los ojos, cabeza y cuerpo, manteniendo un campo visual estable y es fundamental en la percepción del espacio y en orientación del cuerpo en relación a éste.

a disfunción de este sistema se expresa en: tono muscular disminuido, deficiencias en el equilibrio, en la actividad motriz y en los movimientos automáticos. Aparecen también dificultades en el registro de la información visual, en el seguimiento visual de objetos en movimiento, en el cruce de línea media, en la convergencia, en la transcripción de la pizarra al cuaderno y en la percepción visoespacial. Además se observa pobre integración

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bilateral, organización lateroespacial, coordinación derecha-izquierda y especialización hemisférica. También se observa hiperactividad y distractibilidad por falta de modulación e inestabilidad emocional.