El Último Lector

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Reseña del libro de Ricardo Piglia

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El ltimo lector

El ltimo lector

Estrategias de sentido para la experiencia enigmticaReseado por Pablo Mancini

Acabamos de leer El ltimo lector, de Ricardo Piglia (Anagrama, mayo de 2005), una especie de cancin que dura todo un fin de semana el tiempo que lleva leer este libro en forma pausada, un libro sobre la lectura, sobre los actos de lectura, su composicin escnica y su construccin simblica, pero tambin sobre la experiencia transformadora de leer y la construccin de sentido de las experiencias a travs de lecturas posteriores.

Dice Piglia en el eplogo que este libro no pretende ser exhaustivo, que se trata de un recorrido arbitrario y privado de sus lecturas. El ltimo lector, dice Piglia, est para l secretamente unido a The Last Reader, la cancin de Charles Ivens basada en el poema de Oliver Wendell Holmes.

Ya en el primer capitulo del libro, Qu es un lector?, Piglia deja en claro que, tal como lo haca James Joyce, el arte de la lectura consiste en gran medida en ver mundos mltiples en un mapa mnimo del lenguaje. Es el arte de descifrar, de (re)construir sentido. La lectura es el arte de la microscopa, de la perspectiva y del espacio; un asunto de ptica, de luz, de dimensin fsica. Esas ideas abren precisamente el libro al dominio de una idea mucho ms abarcadora de la lectura, de los actos de lectura que constantemente encaramos y que ponen en evidencia las tensiones de nuestra subjetividad.

Claro que Piglia toma algunos conceptos que lo preocupan personalmente y no se detiene en aquella dimensin de la lectura que nos interesa ms. Sin embargo. la letra de Piglia no tiene desperdicio. Retoma a Borges y su posible mayor enseanza: la ficcin como teora de la lectura. Esa certeza borgeana que postula que la ficcin no depende slo de quien la construye sino tambin de quien la lee. La ficcin como posicin del intrprete. La posibilidad de elegir cualquier cosa para leerla como ficcin.

Tambin rescata de Borges la articulacin que hace de lo imaginario y lo real del acto de leer. La instancia que contiene, entre lo imaginario y lo real justamente, al acto de lectura, rompiendo as la clsica oposicin binaria entre ilusin y realidad.

Piglia avanza, ejemplifica, argumenta y encuentra relaciones sorprendentes. Se detiene en el caso de Scharlach, el gngster de La muerte y la brjula; en Hamlet con un libro en su mano. Ensaya ideas sobre la construccin de la subjetividad del lector en la literatura, acerca de la proyeccin de la idea del sujeto lector. Por supuesto, rpidamente se encuentra con Kafka y despliega un arsenal de citas de su Diario y de sus obras ms conocidas.

En Kafka el cruce de Primera Guerra Mundial le sirve a Kafka para describir su relacin con la literatura y, en consecuencia, el sentido que le otorga. Piglia no soslaya las condiciones de produccin para analizar a Kafka, quiz porque para el propio Kafka eran indispensables: la escritura existe si se han creado condiciones materiales que la hagan posible. La idea de experiencia aqu toma una fuerza descomunal. Entonces la escritura condensa la experiencia al mismo tiempo que la hace posible.

Tal como apunta Piglia, por eso Kafka escribe un diario, para leer las conexiones que no ha visto al vivir, o para ver desplazado el sentido en otro lugar. Para leer el sentido nuevo que la narracin ha producido en lo que ya se ha vivido. No se narra para recordar, sino para hacer ver, sostiene Piglia. Y agrega: la experiencia es enigmtica. El relato establece un sentido incierto. La lectura define y da forma a la experiencia.

Tensin lectura-accin

En el cuarto captulo Ricardo Piglia persigue los rastros de lectura del Che Guevara para dar cuenta de la tensin natural entre lectura y accin poltica.

La imagen del lector, de quien lee, es la imagen construida del intelectual en el sentido moderno. Quien lee descifra, interpreta y resignifica. Las distintas posibilidades de sentido y el abanico de interpretaciones posibles donde descansa la incertidumbre de ese intelectual moderno. Es decir, esa duda no es un no s sino indecisin interpretativa. En cambio, la accin poltica est vinculada a la decisin, incluso ante la incertidumbre. Entonces, entre el titubeo intelectual y la accin poltica, encontramos la tensin a la que Piglia se refiere.

Otros aspectos definen, adems, esa tensin. Por ejemplo, lo social de la vida poltica y la vida personal. En este caso tambin Piglia nos abruma con decenas de ejemplos sobre cmo parte de la construccin del mito del Che puede ser explicada desde esta tensin. Conocidas son las ancdotas de Guevara leyendo en Sierra Maestra mientras sus compaeros descansaban. Hay incluso varias fotos en las que se lo ve leyendo en los descansos del combate.

Bien, parte de la historia de Guevara, comenta Piglia, est construida con esos dos ritmos: metamorfosis y cambios bruscos, y persistencia y continuidad. A pesar de las mutaciones y las experiencias transformadoras, la continuidad de la lectura atraviesa al Che en toda su historia. De hecho, es algo que ha quedado claro en la recientemente estrenada Diarios de motocicleta. Un Ernesto que se transforma en Che: ese pasaje es vivido y descifrado a partir de la escritura y la lectura. El nombre lo dice. La experiencia es Diarios de motociclet; la lectura, Ernesto, que se transforma o que comienza a transformarse en el Che.

Sobre el final de El ltimo lector, Piglia recata a Bors Eikhenbaun y Vctor Sklovski. Y luego, para continuar, a Joyce. Pero los lectores rusos le interesan particularmente porque definen la relacin con un texto en funcin de cmo ha sido construido. Es decir, plantean los problemas de produccin de textos y no los de la interpretacin, que son evidentemente dos modos diferentes de hablar de literatura.

Dice Piglia: leer desde donde se escribi no define al lector ideal como el que mejor lee sino como el que lee desde una posicin cercana a la composicin misma. Cita a Nabokov: el buen lector, el admirable, no se identifica con los personajes del libro, sino con el escritor que compuso el libro.

Esa nocin, para Piglia, est vinculada a la de work in progress joyceana. Sera la nocin de obra como dispositivo abierto. Un uso prctico de la literatura, que consiste en una lectura de deconstruccin de su composicin.

Eso es importante para la perspectiva que adopta Piglia, porque los elementos formales de la construccin forman parte del mecanismo de lectura para la interpretacin. Esa nocin tambin la expone cuando analiza el Diario de Kafka y lo lee a la luz de la experiencia del escritor, una experiencia relacionada con las gramticas de produccin.

Este libro de Piglia nos atrap, nos enmudeci, nos dej pensando y lo mejor de todo: nos puso a escribir. Para reordenar ideas y elegir caminos de interpretacin. Es un libro ntimo, dice Piglia. Y de alguna forma todos lo son. Pero el hecho de que este lo sea nos propone una metalectura de la experiencia y de la (de)construccin de sentido.