Elementos Para Una PragmáTica Integral (Intranet 2014)

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IMPLICATURAS, IMPLICACIONES Y PRESUPOSICIONES

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ELEMENTOS PARA UNA

PRAGMTICA INTEGRALApuntes de clases para alumnos de

Psicologa de la Comunicacin II (UDP)

y Lenguaje y Comunicacin (U. Central)

2 Semestre 2008Eduardo Llanos Melussa

INTRODUCCINEl presente escrito tiene un origen bastante circunstancial. En 2001 decid preparar un apunte introductorio que hiciera accesibles a estudiantes de psicologa ciertas nociones provenientes de la lingstica (presuposiciones semnticas y pragmticas) y otras tomadas de la lgica y/o de la epistemologa (abduccin, implicacin), a fin de mostrar cmo tales nociones nos entregan claves valiosas para comprender y aprovechar los aportes de algunas disciplinas por las cuales los psiclogos no parecen interesarse mayormente.

En principio, mi intencin era ofrecer un material didctico, sin tecnicismos y muy breve. En la prctica, el escrito fue engrosndose hasta alcanzar ahora la extensin de un opsculo.

Con todo, se trata slo de apuntes sobre un par de unidades de la asignatura, que en su versin anual consta de diecisis unidades. As, pues, este documento no cubre ms que una nfima parte del contenido programtico.

Su posible importancia radica ms bien en su orientacin psicolgica: tanto las explicaciones como las aplicaciones apuntan a mostrar la pertinencia profesional de ciertas ideas y desarrollos tericos surgidos en contextos ni profesionalizantes ni psicolgicos.

Si el nuestro fuera un curso de pragmtica del lenguaje impartido para estudiantes de lingstica, nos hubiera bastado con remitir a la lectura de ciertos textos didcticos y/o especializados, como los que de hecho se han incluido en la bibliografa obligatoria del curso y en el listado mucho ms amplio que se consigna aqu mismo (pp. 74 ss). En cambio, he puesto el acento en mostrar la relevancia transversal de la dimensin pragmtica, comn a cualesquiera personas (estudiantes o profesionales) que en algn sentido enfrenten las peculiaridades de la comunicacin humana.

En caso de seguir creciendo, este apunte debera abordar cuatro nuevos tpicos de la pragmalingstica actual: la argumentacin, la relevancia, la cortesa y los conflictos en la interaccin. Aunque los tres primeros de esos temas estn expuestos respectivamente en los captulos VI, VII y VIII de Escandell (1993, 1999), requieren un abordaje que integre conocimientos ajenos a la lingstica y que incluya una perspectiva psicolgica. As, una futura ampliacin del escrito tambin debera abordar el acto de escucha (complemento indispensable de la nocin de acto de habla), as como algunos captulos sobre la polifona del habla, las conexiones entre pragmtica y retrica y, finalmente, la articulacin entre infortunios, conversaciones disfuncionales y patologas de la comunicacin.

Como se ve, hay mucha tarea por delante. La buena noticia es que estos temas nos conciernen directamente como personas, de modo que har motivacin para abordarlos.

Por otra parte, he anexado algunos apndices que proponen al alumno ciertas aplicaciones y autoevaluaciones. Adems de facilitar la ejercitacin, esos apndices pretenden mostrar que es perfectamente posible y deseable que las pruebas objetivas evalen la comprensin y la capacidad de aplicar los conocimientos tericos a situaciones comunes, propias de la vida real.

Algunos ex alumnos y ayudantes han visto crecer este escrito y/o han respondido los tems incluidos en las dos pruebas de autoevaluacin, sugiriendo en algunos casos modificaciones o detectando errores de tipeo. Gracias, pues, a Claudia Barriga, Cristina Barticevic, Paulina Chvez, Andrea Jara, Geraldine Kerneur y Francisca Atria, Francisco Mahaluf y Paulina Bentjerodt, todos psiclogos egresados de la Universidad Diego Portales y en su momento ayudantes de las asignaturas de Psicologa de la Comunicacin I y II; gracias tambin a Eugenia Jacir, Tatiana Palma, Patricio Cabello, Fulvia Simpson, lvaro Pallamares y Tamara Muoz, todos ayudantes o ex ayudantes y hoy psiclogos titulados de la Universidad Central.

E. Ll. M.

NDICE

INTRODUCCIN

1.- HACIA UNA PRAGMTICA INTEGRAL

1.1.- Tres enfoques de pragmtica: [4]1.1.1.- Pragmtica de la comunicacin: [4]

1.1.2.- Pragmtica del lenguaje: [6]

1.1.3.- Pragmtica trascendental: [6]

1.2.- Necesidad de una articulacin: [7]2.- QU SON LAS PRESUPOSICIONES?

2.1.- Presuposiciones semnticas: [9]2.1.1.- Hacia una definicin: [9]

2.1.2.- Activadores presuposicionales: [9]

2.1.3.- Conclusin provisional: [12]

2.2.- Presuposiciones pragmticas: [13]2.2.1.- Presuposiciones pragmticas generales: [13]

2.2.1.1.- Presuposicin de Respeto a las Reglas (PRR): [13]

2.2.1.2.- Principio de Cooperacin (PC): [14]

2.2.1.3.- Principio de Relevancia [14]

2.2.1.4.- Principio de cortesa [15]

3.- TEORA DE LOS ACTOS DE HABLA Y PRESUPOSICIONES PRAGMTICAS ESPECFICAS

3.1.- Qu son los enunciados performativos? [16]

3.2.- Verbos Performativos [17]

3.3.- Tricotoma del acto de habla [18]

3.3.1.- Acto locutivo (o locucin) [18]

3.3.2.- Acto ilocutivo (o ilocucin) [19]

3.3.3.- Acto perlocutivo (o perlocucin) [19]

3.3.4.- Para una sntesis comparativa [19]

3.4.- Condiciones de felicidad y presuposiciones pragmticas especficas [20]

3.4.1.- Condiciones relativas al contenido proposicional [20]

3.4.2.- Condiciones preparatorias [20]

3.4.3.- Condiciones de sinceridad [21]

3.4.4.- Condiciones esenciales[21]

4.- ALGUNOS EJEMPLOS INTEGRATIVOS

4.1.- Saber, creer, opinar [22]

4.2.- Quejarse, alegar, reclamar [23]

4.3.- Dar excusas, pedirlas y reparar [23]

4.4.- Convencer, persuadir, seducir [23]

5.- LAS INFERENCIAS

5.1.- Las inferencias en un contexto multidisciplinar [24]5.2.- La abduccin segn Peirce [25]

6.- IMPLICACIONES, IMPLICATURAS Y SOBREENTENDIDOS

6.1.- Implicaciones pragmticas [29]6.2.- Implicaturas e implicitaciones [30]6.2.1.- Qu son las implicaturas? [30]

6.2.2.- Implicaturas convencionales [30]

6.2.3.- Implicaturas no convencionales [30]

6.2.4.- Implicaturas conversacionales [31]

6.3.- Sobreentendidos, subentendidos y malos entendidos [32]7.- HACIA UNA POSIBLE INTEGRACIN

7.1.- Imposibilidades semejantes [35]

7.2.- Jerarquas similares [35]

7.3.- Las seis co de la confiabilidad [35]73.1.- Congruencia y consistencia [36]

7.3.2.- Cooperacin y cortesa [36]

7.3.3.- Cohesin y coherencia [36]

7.3.4.- Notas finales [37]

BIBLIOGRAFAAPNDICE I: DISTINCIONES SUGERIDASAPNDICE II: EVALUACIN N 1

APNDICE III: EVALUACIN N 2

1.- HACIA UNA PRAGMTICA INTEGRAL

Como ya se sabe, la pragmtica constituye, junto a la sintaxis y la semntica, una de las tres grandes dimensiones de la significacin (o semiosis). El estudio de esa dimensin pragmtica recibe el mismo nombre, y en principio fue definida por Morris como la ciencia o disciplina encargada de investigar la relacin de los signos con sus intrpretes.

Por cierto, lo anterior no implica en absoluto que las tres provincias de la semitica deban o siquiera puedan operar prescindiendo unas de otras, como si estudiaran objetos diferentes. En realidad, y sobre todo en el caso de la pragmtica, su objeto es en buena medida casi el mismo proceso de significacin que abordan tanto la sintaxis como la semntica, slo que en este caso el abordaje debe atender en primer lugar a los usuarios de los signos y al contexto en que la significacin ocurre.

Por otra parte, es de notar que, bajo el mismo nombre de pragmtica, se han elaborado corrientes de pensamiento muy diferenciadas, surgidas de disciplinas distintas y distantes. A ttulo de repaso, recordaremos los desarrollos principales.

1.1.- Pragmtica de la comunicacin

Esta primera corriente pragmatista tiene su ncleo en lo que pronto se llam Escuela de Palo Alto. Se puede considerar iniciada con los primeros intentos de Bateson (1904-1980) por mostrar la relevancia de la comunicacin en la gnesis de los problemas humanos y psicopatolgicos (baste recordar textos tales como Comunicacin, matriz social de la psiquiatra libro publicado en 1951, en coautora con Ruesch o el artculo Hacia una teora de la esquizofrenia, que en 1956 y en coautora con Jackson, Haley y Weakland enunci la clebre teora del doble vnculo). En torno a Bateson fue configurndose una universidad invisible, integrada por diversos autores que coincidan a veces sin siquiera conocerse en ponderar el carcter interaccional y no lineal de la comunicacin. As, la Escuela de Palo Alto pas a llamarse Enfoque Interaccional. Ya en la nueva generacin de esa corriente, Watzlawick junto a Beavin y Jackson public Pragmatics of human communication (1967), que se tradujo al castellano como Teora de la comunicacin humana. Pese a que Watzlawick se haba doctorado en filosofa del lenguaje, esta primera pragmtica presta comparativamente poca atencin a los aportes de esa disciplina y de la lingstica, pero en cambio examina con gran lucidez varios aspectos relevantes de la comunicacin humana. Slo a ttulo de recordatorio, mencionar tres aportes tericos: los cinco axiomas exploratorios de la comunicacin interpersonal, las claves de la comunicacin patgena (incluyendo paradojas interaccionales) y las condiciones para el cambio efectivo (distinciones como estabilidad y ultraestabilidad, aprendizaje y metaaprendizaje, comunicacin y metacomunicacin, cambio 1 y cambio 2, entre otras).

1.1.1.- La Escuela de Palo Alto enunci por primera vez los axiomas de la comunicacin humana. Dado que se trata de ideas ms bien tentativas, quizs sera ms apropiado rebautizarlas como postulados de la comunicacin. En cualquier caso, he aqu un resumen escueto y no literal:

Imposibilidad de no comunicar. Como toda conducta tiene un valor de mensaje para un otro eventual, resulta imposible no comunicar. En otras palabras, los interaccionalistas asumen que existe comunicacin en la misma medida en que se produce influencia interpersonal, sin que importe demasiado cun intencional y/o consciente sea dicha influencia.

Coexistencia de dos niveles de comunicacin. En la comunicacin humana ocurren intercambios tanto en el plano del contenido (lase referencial o de reporte) como en el plano relacional (lase conativo, implicativo o de comando). En el plano del contenido intercambiamos informacin, mientras que el plano relacional nos influimos o nos afectamos mutuamente mediante seales que van situando el vnculo en algn punto en los continuos aceptacin vs. rechazo, estima vs. desprecio, afecto vs. hostilidad, intimidad vs. distancia, confianza vs. desconfianza, dominancia vs. sumisin, colaboracin vs. competencia. En trminos pragmticos, la presunta objetividad del contenido tiene menos relevancia que la intersubjetividad del vnculo, de modo que sta ltima no slo subordina a aqulla, sino que adems le sirve de marco metacomunicacional. De paso, se puede decir que este axioma complementa el primero e implcitamente lo contextualiza: si de veras no se deja nunca de comunicar, ello se debe a que en el plano relacional ocurre un flujo continuo, mientras que el plano del contenido s tiende a ser discontinuo (y de hecho puede interrumpirse sin que por ello cese la interaccin). Adems, as como resulta imposible no comunicar, tampoco parece posible prescindir simblicamente del otro, que siempre tenemos en cuenta hasta en nuestros dilogos internos y en nuestros pensamientos ms ntimos. En general, proponemos una suerte de autodefinicin ante el otro y esperamos que ste, confirmando nuestra autopresentacin, acepte tambin la clase de vnculo que implcitamente le estamos proponiendo.

Disponibilidad de dos cdigos. Los humanos intercambiamos mensajes codificados de modo tanto analgico como digital. En general, se pueden considerar buenos ejemplos de codificacin analgica tanto las diversas modalidades de comunicacin corporal (gestos, posturas, movimientos) como la prosodia y el paralenguaje (tono, ritmo y velocidad del habla, silencios, calidad de la pronunciacin, etc); en cambio, el lenguaje propiamente tal (y en especial en su forma escrita) se puede considerar un ejemplo paradigmtico de codificacin digital. Por cierto, la comunicacin digital nos distingue de los dems mamferos, pero la comunicacin analgica es onto y filogenticamente ms antigua y, por lo mismo, ejerce una influencia ms automtica, menos consciente y ms emocional. Esta dualidad humana se presta a diversas confusiones, distorsiones y paradojas.

Puntuacin de secuencia de hechos. Nuestros intercambios estn determinados en gran medida por el modo a menudo no consciente en que seleccionamos y ordenamos los hechos percibidos, especialmente en el plano de la causalidad. Y, desde luego, estas puntuaciones subjetivas de las secuencias de hechos presentan amplias diferencias interindividuales (e incluso intraindividuales, pues las personas experimentan cambios considerables). Lo complejo de estas diferencias radica en que tendemos a asumir las propias como mejores que las de otros, de modo que actuamos como si las puntuaciones de los otros slo pudieran deberse a que ellos son bobos, malos o locos. As, la naturaleza del vnculo resulta muy determinada por los grados de compatibilidad de las puntuaciones; sin embargo, rara vez nos esforzamos en serio por metacomunicarnos con los otros acerca de dichas puntuaciones.

Dos grandes polaridades de la interaccin. Las interacciones y los vnculos interpersonales tienden a acercarse en diverso grado o bien hacia el polo de la simetra o bien hacia el polo de la complementariedad (lase asimetra). Por cierto, para diagnosticar con precisin en qu punto del continuo simetra-complementariedad se sita una interaccin, uno debe atender sobre todo al plano relacional y, en lo posible, trascender los intercambios meramente episdicos. Los patrones simtricos y asimtricos suelen instalarse a partir de seales muy sutiles y, en todo caso, se asientan mediante recurrencias en el mediano o incluso en el largo plazo, que pueden pasar inadvertidas para los interactores.

Creo posible enunciar todava un sexto axioma (o ms bien principio), perfectamente derivable del conjunto del saber interaccional, a saber: dada la complejidad comunicacional, es altamente probable el surgimiento de incongruencias y no pocas veces de paradojas.

1.1.2.- Segn el enfoque interaccional, estos postulados constituyen una suerte de gramtica comunicacional; por lo tanto, nuestras interacciones y nuestras actitudes pueden ser vistas como ms o menos coherentes con esas reglas implcitas. Del mismo modo en que un hablante puede hacer enunciados correctos e identificar los incorrectos incluso careciendo de conocimientos gramaticales explcitos, de ese mismo modo los comunicadores competentes presentan la habilidad de enviar mensajes y mantener actitudes interpersonales que contribuyen a la salud relacional; a la inversa, las interacciones patgenas dan la impresin de prescindir de las reglas elementales de la interaccin. Por cierto, cuando los patrones interaccionales de carcter patgeno dominan una relacin significativa, los interactores vern afectada directamente su salud mental. En el fondo, la salud mental es indisociable de la calidad de las interacciones.

1.1.3.- Aparte de ese planteamiento general, Bateson y sus colaboradores descubrieron un patrn patgeno ms especfico, pero muy frecuente y relevante. Observando a ciertos pacientes esquizofrnicos, notaron que sus comportamientos parecan sintomticos de lo que se dejaba traslucir como un trastorno familiar. Pronto descubrieron que, efectivamente, estos pacientes haban recibido un trato desconcertante de parte de sus madres y/o del sistema familiar en su conjunto, trato que presentaba caractersticas paradojales. As naci la teora del doble vnculo y de los efectos de la comunicacin paradjica, otro de los aportes ms influyentes de la Escuela de palo Alto.

Segn los hallazgos de los interaccionalistas, los estilos comunicacionales pueden ser paradjicos por muy diversas razones y en muy distintos niveles. En ciertos casos, surgen incongruencias entre lo que dicen nuestras palabras y lo que expresan nuestras seales no verbales, y/o entre el nivel del contenido y el nivel relacional; en otros casos, la paradoja nace de una autocontradiccin ms compleja o menos evidente, que toma mucho tiempo notar y neutralizar. Como fuere, las paradojas interaccionales estn a la orden del da, y hasta se puede decir que el propio sistema sociocultural enva mensajes contradictorios a las personas, de modo que opera como una suerte de matriz paradjica, e incluso doble vinculante sin ms. Por nuestra parte, agregaramos que una fuente considerable de autocontradicciones es la tendencia al autoengao, al autosabotaje y al autoentrampamiento, tendencia que a menudo proviene de nuestra confusin entre lo que deseamos y lo que necesitamos.

1.1.4.- Interacciones patgenas

Para ilustrar de modo ms ntido la aplicacin de los planteamientos interaccionalistas, examinemos una ancdota napolenica.

Napolen se haba enemistado con el capitn Dupont por causas que no vienen a cuento.

Un da coincidieron en una recepcin, pero Napolen, al reconocer al capitn, le volvi la espalda. Dndose cuenta de ello, Dupont se le acerc con decisin:

Os agradezco, seor, que me contis entre vuestros amigos le dijo.

Y qu os hace pensar eso, capitn? pregunt Napolen extraado.

El mundo entero sabe que vos nunca dais la espalda al enemigo!

Fue suficiente para que, desde entonces, hubiese entre ellos una sincera amistad.

En primer lugar, es obvio que el contexto interaccional en que acta Napolen hace vano su intento de no comunicar. Adems, si su deseo era dar a entender a Dupont que estaba molesto con l, su actitud de indiferencia resultaba paradjica, pues entraaba un mensaje que, traducido, sera ms o menos ste: Notad que no os noto. As, no es raro que el intento de Napolen fracase, ya que apenas logra connotar un rechazo, pero no una desconfirmacin. Adems, se puede conjeturar que tal fracaso resultaba tanto ms bochornoso cuanto que quizs pudieron presenciarlo diversos asistentes a la recepcin.

Por otra parte, todo sugiere que Napolen haba subestimado a Dupont. ste, interpelando directamente a Napolen, disminuye la distancia relacional que l intentaba establecer dndole la espalda, y reduce as el verticalismo. Poco importa que la audaz maniobra del capitn haya sido intuitiva o deliberada por lo dems, no habra cmo saberlo; lo relevante es que resulta muy eficaz. De hecho, Napolen cae en el juego del capitn y le responde. Cierto es que lo hace con cierta altanera (Y qu os hace pensar eso, capitn?); sin embargo, si bien podra haberlo humillarlo espetndole en pblico y explcitamente que no lo considera entre sus amigos, en buenas cuentas se limita a insinuar que la suposicin de Dupont es errnea.

Pero hay ms: respondindole mediante una pregunta, Napolen induce a Dupont a continuar el dilogo, que l mismo supuestamente haba intentado evitar. As, el hielo de la presunta indiferencia va fundindose al calor del intercambio de ironas, que gradualmente tomarn forma de conversacin.

Validado parcialmente como interlocutor, Dupont aprovecha entonces la ocasin para contrarrestar la asimetra con que su superior pretenda rebajarlo; incluso se puede afirmar que es ms bien el subordinado quien logra como dira Haley poner por debajo a la autoridad, en la medida en que se muestra menos tosco y ms hbil.

Segn se ve aqu, la ancdota admite una lectura comunicacional rica y variada, pues ilustra las sutilezas y paradojas de la interaccin humana, especialmente frecuentes cuando est de por medio el ejercicio del poder. Por ejemplo, se podra argumentar que, al condescender, Napolen recupera su poder simblico, pues slo alguien muy seguro de su propio valer y de su status validara a un subordinado que se permiti propinarle una leccin. Por cierto, alguien podra tambin contraargumentar que se trata de una maniobra clsica del poderoso: si no puedes derrotar a quien desafa tu autoridad o tu poder, neutralzalo validndolo como tu aliado, y as quedars de todos modos por encima de l.

En cualquier caso, la maniobra de Dupont se parece mucho a la connotacin positiva, tcnica clave en psicoterapia familiar y estratgica, en sistmica y en hipnoterapia. Consiste en que el psicoterapeuta familiar evala positivamente una conducta o actitud que en condiciones normales se considerara patolgica o al menos patgena. De ese modo se evita la confrontacin, se atena la resistencia y se favorece el reencuadre.

1.2.- Pragmtica del lenguajeCasi por los mismos aos, y tambin en el mbito angloparlante, surga una modalidad de pragmtica muy diferente. Su mbito de nacimiento no era ni la antropologa ni menos la psiquiatra, y su quehacer no estaba orientado a explicar cmo se pierde la salud mental ni a ensear cmo recuperarla o promoverla; adems, sus fundadores jams apelaron al rtulo de pragmtica para presentar sus propuestas. Austin (1911-1960), Searle (1932) y Grice (1913-1988) provienen de la filosofa del lenguaje, y en general publican ms bien poco y sin prisa. De hecho, la obra capital de Austin Cmo hacer cosas con palabras es pstuma; asimismo, los escritos de Grice circularon por aos en fotocopias y se compilaron en un volumen recin en 1989, un ao despus de su muerte.

Austin y luego Searle dieron forma a la teora de los actos de habla; paralelamente, Grice enunci el principio de cooperacin, el concepto de significacin nn (o significado no natural) y su teora de las implicaturas conversacionales. En conjunto, estos autores subrayan la importancia del habla como una conducta ritualizada y sujeta a reglas (Austin, Searle), pero tambin susceptible de desviaciones intencionales muy significativas (tal es el caso de las implicaturas conversacionales particularizadas de Grice). Sus propuestas fueron tempranamente adoptadas y afinadas por los lingistas (sobre todo en el mbito de la semntica) y los especialistas en el anlisis del discurso.

Actualmente, los herederos y prosecutores de Austin, Searle y Grice s reivindican el ttulo de pragmtica del lenguaje o pragmalingstica para nombrar sus desarrollos, hoy ya consolidados como disciplina. Esta madurez actual se expresa en la diversidad con que dichas ideas comienzan a ser aplicadas. Algunas de estas aplicaciones van desde el anlisis de discurso (van Dijk, Blum-Kulka), al anlisis de la ideologa (Reboul, [1980] 1986), la educacin (Caballero, 1992; Lomas, 1999), la administracin (Flores, 1989; Echeverra, 1994), la negociacin (Mulholland, [1991] 2003), los estudios literarios (Fisch, 1987; Mayoral, 1987; Mey, 2001), el psicoanlisis (Forrester, [1990] 1995), el derecho (Pardo, 1992, 2001) y la exgesis bblica (Mora, Grilli y Dillmann, 1999), pasando por los dilogos electrnicos (Yus, 2001), la lengua espaola en general (Calvo Prez, 1994), la gramtica (Briz, 1998, 2001), la redaccin y aun la puntuacin (Figueras, 2001), las ciencias cognitivas (vase la ltima seccin de Horn y Ward, 2007) e incluso la neurologa clnica (Gallardo Pals, 2005).

1.3.- Pragmtica trascendental

En Alemania, procediendo desde la filosofa y la hermenutica, entran tambin a la escena pragmtica otros autores, ambos herederos de la Escuela de Frncfort (o Frankfurt). Karl Otto Apel (1922) y Jrgen Habermas (1929) desarrollan de modo casi paralelo, si bien con conocimiento y reconocimiento mutuos una tercera teora, la llamada pragmtica trascendental. Esta tendencia se beneficia de los aportes de la pragmalingstica, pero los integra de modo crtico en una reflexin mucho ms amplia, la cual especialmente en el caso de Habermas incluye una teora de la accin social y de la sociedad, una teora de la racionalidad, una teora de la comunicacin y una tica del discurso (y, por tanto, una deontologa de la argumentacin y de la conversacin). En realidad, Apel y Habermas difieren en diversos puntos, pero presentan suficientes coincidencias como para justificar un tratamiento conjunto. En sntesis, ambos procuran fundamentar la universalidad de las normas morales a partir de la accin comunicativa, que debe distinguirse de la accin estratgica. En trminos idealizados, se puede asumir que, al conversar o debatir, las personas buscan en ltimo trmino llegar a un acuerdo (lo contrario sera un engao mutuo o una manipulacin). Ahora bien, tal acuerdo slo puede lograrse asumiendo la autonoma inalienable del otro y reconociendo tanto su derecho como su capacidad para aducir contraargumentos razonables. El dilogo honesto cobra entonces el mximo relieve, pues comunicarse no es primariamente imponerse o lograr ventajas personales, sino entender/se con alguien sobre algo.

1.4.- PragmADIALCticaCon posterioridad a los enfoques recin apuntados, en Holanda surgi una propuesta interdisciplinar que procura articular la retrica y la lgica (en especial la teora de la argumentacin razonada y los diversos tipos de falacias) con una versin aplicada de la pragmtica. Surgi as la pragmadialctica. Van Eemeren y Grootendorst postulan un modelo que es al mismo tiempo descriptivo y normativo. Integrando elementos pragmticos y dialcticos, formulan diez reglas que en principio presidiran cualquier discusin idealizada, es decir, un intercambio de argumentos en que las partes se esfuerzan por ofrecer sus mejores argumentos y responder lealmente a los contraargumentos, evitando en todo momento incurrir en falacias. Asumen as que los argumentos son tipos de actos de habla y que, como tales, estn atenidos a ciertas reglas, pero al mismo tiempo ven a los interactores como comprometidos en el respeto a reglas adicionales relativas a la interaccin. He aqu las diez reglas de la discusin crtica segn el enfoque pragmadialctico de van Eemeren y Grootendorst ([Londres, 1992] 2002, pp. 223-224):Regla 1: Las partes no deben impedirse unas a otras el presentar puntos de vista o el ponerlos en duda.Regla 2: Una parte que presenta un punto de vista est obligada a defenderlo si la otra parte le solicita hacerlo.Regla 3: El ataque de una parte en contra de un punto de vista debe referirse al punto de vista que realmente ha sido presentado por la otra parte.Regla 4: Una parte slo puede defender su punto de vista presentando una argumentacin que est relacionada con ese punto de vista.Regla 5: Una parte no puede presentar algo falsamente como si fuera una premisa dejada implcita por la otra parte, ni puede negar una premisa que l mismo ha dejado implcita.Regla 6: Una parte no puede presentar falsamente una premisa como si fuera un punto de partida aceptado, ni puede negar una premisa que representa un punto de partida aceptado.Regla 7: Una parte no puede considerar que un punto de vista ha sido defendido concluyentemente, si la defensa no se ha llevado a cabo por medio de un esquema argumentativo apropiado que se haya aplicado correctamente.

Regla 8: En su argumentacin, las partes slo pueden usar argumentos que sean lgicamente vlidos o que sean susceptibles de ser validados explicitando una o ms premisas implcitas.

Regla 9: Una defensa fallida de un punto de vista debe tener como resultado el que parte que lo present se retracte de sus dudas acerca del punto de vista.

Regla 10: Las partes no deben usar formulaciones que resulten insuficientemente claras o confusamente ambiguas y deben interpretar las formulaciones de la parte contraria tan cuidadosa y tan exactamente como les sea posible.

1.5.- NECESIDAD DE UNA ARTICULACIN

Estas corrientes pragmticas recin indicadas (interaccional escuela de Palo Alto, del lenguaje, trascendental y dialctica) cuentan con bibliografa abundante y altamente especializada. Por lo mismo, sus respectivos rumbos son ya demasiado autnomos como para confluir armoniosamente y decantar en una suerte de pragmtica integral y articulada. Pero es un hecho que tal integracin va resultando ya indispensable, y no slo para la psicologa o la comunicologa, sino tambin para el conjunto de las ciencias humanas, la semiologa e incluso la hermenutica.

Quizs resulte comprensible que, en un contexto de dispora terica, la psicologa se haya ausentado de estas discusiones acadmicas. En cualquier caso, lo cierto es que le conciernen directamente, ya que el lenguaje es asimismo un tema relevante para la psicologa como disciplina (bsica y aplicada, cognitiva y social, clnica o comunitaria) y, por cierto, constituye una herramienta indispensable en cualquier ejercicio de la profesin. Lamentablemente, la psicologa parece interesarse a lo sumo por la primera vertiente de la pragmtica (el Enfoque Intraccional o escuela de Palo Alto), ignorando las otras dos.

Con todo, en el mbito ms especfico pero tambin ms vago de la psicologa comunicacional, la indiferencia ante el desafo interdisciplinar ha sido menos frecuente de lo que se podra pensar. De hecho, este campo epistmico no constituye an una disciplina en s, sino ms bien un rea de confluencia e integracin; de ese modo, su propia naturaleza ya la ha inclinado ms de una vez a una bsqueda multidisciplinar. As, dado que se ha sabido aprovechar distinciones de la antigua retrica junto a novsimos desarrollos de la ciberntica o de las neurociencias, por qu no asimilar ahora conocimientos que surgen de disciplinas comparativamente ms prximas a la psicologa y la comunicologa? Por cierto, no hay garantas de que el intento resulte exitoso; sin embargo, cuando la provincia de origen no nos ofrece lo que buscamos, por qu confinarse en ella para esperar eventuales cambios? O es que la globalizacin es slo un fenmeno econmico y tecnolgico? No es acaso la transversalidad una aspiracin legtima y necesaria?

Claro que semejante desafo implica una tarea colectiva y de largo plazo. En esta ocasin preliminar, nuestra tentativa ser ms bien modesta. En primera instancia, nos contentaremos con arribar a una cierta claridad respecto de algunos temas preliminares:

[Cap. 2] las presuposiciones (semnticas, y pragmticas generales);

[3] la teora de los actos de habla y las presuposiciones pragmticas ms especficas;

[4] las inferencias (deduccin, induccin y abduccin);

[5] los sobreentendidos;

[6] los malos entendidos y las sospechas.

Operando sobre esa plataforma elemental, intentaremos abordar otros temas y fenmenos pragmticos de considerable importancia en la vida cotidiana, como la argumentacin y la cortesa.

La idea es ir orientando la mirada hacia una eventual integracin interdisciplinar y, de ser posible, transdisciplinar.

Y puesto que estos pocos temas nos han tomado unas cuantas pginas, deberemos dejar para un nuevo escrito la exposicin de otros planteamientos, que por ahora slo enumeraremos sumariamente:

La emisin consciente o inconsciente de mensajes implcitos suele resultar patgena; sin embargo, la capacidad para emitir y captar tales mensajes forma parte central de la habilidad y la creatividad comunicacionales (es decir, de la competencia pragmtica). De hecho, es en esta suerte de ambivalencia de lo implcito donde radica el desafo y al mismo tiempo la fascinacin de los fenmenos comunicacionales.

Potenciar las habilidades comunicacionales resulta ms fcil cuando la persona desarrolla al menos conciencia metacognitiva respecto de cmo surgen los malos entendidos, los subentendidos y los sobreentendidos.

La madurez comunicacional es indisociable de la madurez socioemocional y tica, de modo que su desarrollo requiere un abordaje sistmico y sistemtico.

De lo anterior cabe derivar cierto optimismo y al mismo tiempo cierto pesimismo: el cambio es posible, pero casi nunca estamos de veras dispuestos a transformar nuestros hbitos interaccionales. Tendemos a ver en ellos el ncleo de nuestra identidad, y en principio cualquiera se resiste a mudar su identidad. Y por si ello no fuera bastante, muchas veces los sistemas a los que pertenecemos (familia, grupo de amigos o de trabajo, etc.) tampoco colaboran al proceso de transformacin, pues nuestro cambio puede constituir para los otros una suerte de deslealtad antes que una autntica evolucin.

Sin embargo, quermoslo o no, lo cierto es que el aprendizaje ms profundo siempre comporta una transformacin del que aprende. Por lo mismo, el cambio puede no resultar tan arduo. Al fin y al cabo, lo ms difcil no es tanto cambiar, como querer cambiar.

En este sentido, cabe esperar cierta convergencia de las subdisciplinas pragmticas hasta aqu reseadas. En efecto, la pragmtica interaccional de Palo Alto (o sistmica) puso desde el inicio un acento especial sobre la salud mental; por su parte, la pragmalingstica de Austin, Searle y Grice puede entenderse tambin como una suerte de profilaxis verbal, pues nos hace tomar conciencia de los infortunios que acechan en la conversacin cotidiana; la pragmtica trascendental de Apel y Habermas se orienta desde el comienzo hacia una tica del discurso de alcance tanto individual como social y poltico; la pragmadialctica de los holandeses tiene una orientacin muy similar; finalmente, el anlisis crtico del discurso tambin contribuye a una desalienacin contraideolgica y liberadora, puesto que no somos simples vctimas de los discursos del poder, sino a menudo sus reproductores no conscientes.

La clebre terapeuta Virginia Satir enunci alguna vez cinco derechos, que a menudo se conculcan tanto en la familia como en los grupos y en las instituciones, incluyendo aquellas que se dicen democrticas o libres, como los centros de enseanza. Helos aqu:

El derecho de ver y escuchar lo que hay aqu, en vez de lo que debera haber, hubo o habr;

El derecho de decir lo que uno siente y piensa, en vez de lo que uno debera decir;

El derecho de sentir lo que uno siente, en vez de lo que debera sentir;

El derecho de pedir lo que se desea, en vez de aguardar a que le den permiso;

El derecho de correr riesgos por cuenta propia, en vez de querer slo lo que es seguro.

Pues bien, una pragmtica integral puede mostrarnos cun a menudo nos desentendemos de los metamensajes que con conciencia o sin ella estamos enviando y recibiendo. As, pues, este escrito pretende echar las bases para comprender fenmenos como el subentendido, el sobreentendido, el malentendido y el desentendido. Dependiendo del contexto en que se produzcan, pueden ser patgenos o sanos, divertidos o bochornosos, conscientes o inconscientes. Pero los contextos suelen ser en gran medida una creacin nuestra, de modo que podemos hacernos cargo tambin de su transformacin.2.- QU SON LAS PRESUPOSICIONES?

La presuposicin fue descubierta hacia 1892 por Gottlob Frege (1848-1925), un matemtico, lgico y filsofo alemn que puede considerarse sin duda como el fundador de los dominios que hoy llamamos filosofa analtica, filosofa (moderna) del lenguaje, semntica lgica o semntica filosfica. Desde esos mismos mbitos epistmicos, la presuposicin fue revisitada en 1905 por Bertrand Russell y, a partir de 1950, por P. F. Strawson. Sin embargo, es en la semntica donde este hallazgo ha suscitado mayor investigacin sistemtica, y en este caso nos ocuparemos de esas elaboraciones.

2.1.- Presuposiciones semnticas

2.1.1.- Hacia una definicin2.1.1.1.- De entrada, digamos que los propios especialistas no estn de acuerdo en una definicin unvoca del concepto, y no faltan quienes lo han considerado como indistinguible de la implicacin. Como nuestro inters reside en la psicologa comunicacional, nos eximiremos de considerar cada uno de esos refinamientos conceptuales y nos atendremos slo a las ideas que pueden considerarse ya establecidas. En principio, la presuposicin puede entenderse como un supuesto subyacente a una oracin y que necesariamente debe ser verdadero, si es que la oracin es semnticamente correcta (es decir, si tiene sentido). Por ejemplo, la oracin Ofrcele jugo a mi ta obliga a dar por sentado [a] que existe una ta, [b] que quien habla es su sobrino o sobrina y [c] que existe jugo. Ntese que el supuesto est implcito, pero es lgicamente deducible y no meramente conjeturable. De ah que, al explicitar el pre-supuesto, la presuposicin se exprese en forma de afirmacin y no en trminos conjeturales o potenciales (existira una ta, quien habla sera su sobrino/a, existira jugo).

2.1.1.2.- Frege hizo notar tambin que, si la oracin se transforma en negativa, las presuposiciones se mantienen constantes. As, al igual que la oracin anterior, No le ofrezcas jugo a mi ta presupone igualmente que: [a] existe una ta, [b] quien habla es su sobrino o sobrina y [c] existe jugo. Por tanto, una oracin O contiene presuposiciones O1, O2 y On si y slo si O1, O2 y On estn necesaria e igualmente implicadas tanto en O como en no O (abrviese -O). Es por eso que debera resultar absurda una nueva oracin que conectara O y -O. En concreto, semnticamente son absurdas las siguientes secuencias:

[1a] Ofrcele jugo a mi ta, aunque no hay jugo.[2a] Ofrcele jugo a mi ta, aunque mi ta no existe.

[3a] Ofrcele jugo a mi ta, aunque no soy su sobrino. Se objetar que no es tan difcil imaginar contextos en que estas secuencias oracionales, recin tildadas de absurdas, pudieran resultar plausibles. Sin embargo, si logramos imaginar contextos en que emitir estas oraciones pudiera resultar plausible, ello se debe en primer lugar a que en tales situaciones de emisin los ejemplos ya dejaran de ser simples oraciones para convertirse en enunciados (es decir, oraciones pronunciadas en situaciones concretas). Y, como es sabido, a menudo ocurre que alguien dice algo carente de sentido lgico o semntico, y que no obstante todos comprendemos perfectamente bien (en un plano pragmtico) lo que ha querido dar a entender. As, pues, la virtual adecuacin pragmtica de una secuencia verbal no constituye una garanta de su validez semntica ni de su consistencia lgica (del mismo modo que, a la inversa, una oracin bien construida y hasta profunda puede ser impertinente o inadecuada en ciertas situaciones concretas).

Yendo ms all de Frege, ciertos lingistas afirman que las presuposiciones se conservan no ya tan slo si la oracin se niega, sino incluso si se convierte en interrogativa. Le ofreces jugo a mi ta? contiene las mismas presuposiciones que las oraciones afirmativa y negativa ya examinadas: [a] existe una ta; [b] quien habla es su sobrino o sobrina; [c] existe jugo.

2.1.1.3.- El habla siempre supone un componente dicho y otro no dicho (o una parte expresa y otra no emitida), pero las presuposiciones no son lo nico que no est explcito. Existen tambin implicaciones y connotaciones que nada tienen que ver con el fenmeno presuposicional. Por ejemplo, el posesivo mi podra connotar cierta afectividad (como si el hablante se considerara dueo de la ta y/o su nico sobrino). Tambin se podra especular respecto de una virtual connotacin de descortesa para con el interlocutor, ya que se le ordena en vez de sugerrsele que ofrezca jugo a la ta. Pero tales consideraciones tienen un valor de contingencia y, por tanto, resultan inciertas. Dicho de otro modo: se trata de suposiciones, no de presuposiciones; son conjeturas que apuntan a una verdad posible, relativamente probable si se quiere, pero no necesaria. En cambio, las presuposiciones semnticas se deducen de modo indiscutible a partir del significado literal; por lo mismo, son siempre necesariamente verdaderas y por ello se las explicita en forma asertrica.

2.1.1.4.- Por su parte, la pragmtica nos invita a estudiar y explicitar las condiciones de felicidad que hacen que una determinada oracin o locucin, en caso de ser emitida por un hablante concreto, constituya un enunciado plausible o un acto de habla adecuado. En nuestro caso, si la oracin que nos ha servido de ejemplo fuera efectivamente pronunciada en un contexto interpersonal, estaramos en presencia de una locucin cuya fuerza ilocucionaria (orden o mandato) resultara pragmticamente aceptable slo si se cumplieran, por ejemplo, las tres clases de reglas explicitadas por Austin (), las cuatro clases de condiciones distinguidas por Searle y las mximas de Grice. Distinguiendo el enunciado y su enunciacin, podramos entonces decir que todas esas condiciones de felicidad (es decir, de adecuacin pragmtica) constituyen postulados conversacionales (Gordon y Lakoff) o, simplemente, presuposiciones pragmticas (Rcanati y varios otros). Sobre la presuposicin pragmtica volveremos ms adelante, porque antes deben entenderse otros aspectos de la presuposicin semntica.

2.1.2.- Activadores presuposicionales

Habiendo ya descrito las principales caractersticas de las presuposiciones semnticas, podemos ahora preguntarnos cmo surgen o qu las activa.

2.1.2.1.- En primer lugar, digamos que una mencin bien formada genera por s misma presuposiciones, aun si la mencin carece de referente emprico. Por ejemplo, si digo Esta mermelada de sauce es para la ta Chancleta, semnticamente se presupone que existe la mermelada de sauce nada importa que en la realidad tal manjar sea inhallable y aun inconcebible y que existe asimismo una ta de nombre Chancleta. En otras palabras, surgen presuposiciones en toda oracin que contenga descripciones definidas. De este modo, Prosperina bebi el jarabe calipso presupone que: a) Prosperina existe; b) Prosperina es un ser humano o animal (pues es capaz de beber y no meramente absorber), y c) existe un jarabe calipso. Una vez ms, resulta impertinente invocar aqu la inexistencia tanto del nombre propio Prosperina como de un jarabe de tan extrao color, pues tales consideraciones no son semnticas, sino empricas y pragmticas.

2.1.2.2.- Pero, si las presuposiciones semnticas constituyen una implicitacin, qu otros elementos explcitos las generan? Dicho de otro modo: aparte de las presuposiciones existenciales recin ejemplificadas, qu otras presuposiciones se dan en el plano semntico? En trminos generales, se puede asumir que las palabras tienden por naturaleza a presuponer otras palabras. Limpiar presupone la idea de suciedad; salir y entrar presuponen no slo espacio: tambin conllevan las nociones de interioridad y exterioridad, desplazamiento y direccionalidad. Muchos activadores presuposicionales provienen de la naturaleza del lxico. Veamos algunos ejemplos.

2.1.2.2.1.- Los verbos suelen generar presuposiciones si tienen carcter factivo, es decir, si aluden a la ocurrencia de hechos. Jorge lo celebr presupone necesariamente que ocurri algo (lo). Otro tanto vale para Jorge lo lament, Jorge lo not, Jorge lo impidi, etc.

2.1.2.2.2.- Tambin los verbos implicativos entraan presuposiciones. Pa logr ver presupone que Pa intent ver y, adems, que no le era fcil ver; en cambio, Pa intent ver no presupone que lo lograra (y, en cualquier caso, presupone menos dificultad que ese logr ver de la oracin anterior).

2.1.2.2.3.- Hay ciertos verbos que apuntan a cambios de estado y/o de actitud. Pedro se disuadi presupone que Pedro tena un determinado propsito y que lo abandon; Vctor depuso su revanchismo presupone que Vctor mantena una actitud de revanchismo; Ins arregl la aspiradora presupone que sta presentaba algn desperfecto.

2.1.2.2.4.- Algunos verbos entraan juicios. As, Pamela acus a Jorge de estar leyendo presupone que leer es una falta, al menos segn Pamela y/o en ese contexto. Lo mismo vale para criticar, reprender, perdonar, castigar.2.1.2.2.5.- Por otra parte, los verbos que denotan procesos pueden generar presuposiciones variables, dependiendo del entorno lingstico (o cotexto) que los rodea. Por ejemplo, Juan ley el aviso nos hace entender que lo ley completo, y lo mismo ocurre con Juan ley el cuento o Juan ley la novela; de lo contrario se dira Juan hoje el artculo (o el cuento o la novela). Sin embargo, Juan ley el diario no presupone obligatoriamente que ley todo el diario, palabra por palabra. El fsforo se quem nos hace pensar que se carboniz ntegramente, lo que no ocurre en oraciones como Se quem el edificio o Ivn se quem.2.1.2.3.- Tambin entraan presupuestos las expresiones iterativas, sean verbos (reiterar, repetir, reasumir, reaprender, volver, regresar) o adverbios (nuevamente, de nuevo, otra vez). As, Mirta reasumi la presidencia presupone que Mirta ya haba asumido antes la presidencia. No obstante, en la prctica estas exigencias semnticas pasan inadvertidas para muchos hablantes. Por ejemplo, si en una conversacin comn (es decir, no entre especialistas en lenguaje) alguien dijera: Paula reiter una vez ms su respaldo a Juana, pensara usted que Paula ha mostrado cuatro veces su respaldo a Juana? Porque, en rigor, como iterar ya es repetir (o sea, hacer algo por segunda vez), reiterar un respaldo implicara expresarlo por tercera vez, y si adems se agrega que Paula hizo esto una vez ms, entonces cabra deducir que esta fue al menos la cuarta ocasin en que Paula expres su respaldo. Pero, cuntos hablantes y/u oyentes proferiran o interpretaran los enunciados en congruencia con esas consideraciones lgicas y semnticas? Es justamente por fenmenos de ese tipo que la competencia comunicacional incluye tambin habilidades para aplicar o suspender las presuposiciones semnticas, dependiendo de la situacin, de las habilidades de los interlocutores y de sus actitudes durante la comunicacin.

2.1.2.4.- Las dislocaciones de la sintaxis natural (o ms habitual) tambin generan presuposiciones. Fue Lucas quien incendi el supermercado indica que la informacin nueva es la identidad del autor del incendio, mientras se presupone como informacin no nueva el que alguien haba producido el incendio. Asimismo, cambiar la posicin del adjetivo tambin puede modificar las presuposiciones, dando un matiz favorable o desfavorable. Juan es un poltico pobre es una oracin casi elogiosa, mientras que Juan es un pobre poltico es ms bien despectiva. Tampoco resultan completamente intercambiables Gloria estudia pura ciencia y Gloria estudia ciencia pura.

2.1.2.5.- Las proposiciones subordinadas temporales son otra fuente de presuposiciones. Despus que Juan se fue a la playa no volvimos a comprar helados presupone no slo que no se volvi a comprar helados, sino que adems Juan efectivamente se fue a la playa. De paso, notemos que el verbo empleado es adems polismico, pues cabe entender [a] que los aludidos no regresaron a comprar helados (no volvimos), o bien [b] que no compraron nuevamente helados.

2.1.2.6.- Los condicionales contrafcticos transportan sus propias presuposiciones. De haber rechazado la oferta, se habra librado de este lo, presupone tanto que el aludido recibi una oferta como que termin envuelto en un lo.

2.1.2.7.- Como, en rigor, nunca hay sinonimia cabal entre dos expresiones, los matices lxicos generan presuposiciones diversas. Por ejemplo, muchos hablantes creen que tener y poseer o dar y otorgar son sinnimos plenos, y que en ambas duplas la segunda palabra correspondera a un habla ms culta. Sin embargo, hay diferencias notorias: podemos decir que Irma tiene hambre y fro, pero sera ridculo afirmar que Irma posee hambre y fro; asimismo, resultara forzado declarar que Irma posee un pan o una manzana en la mano. A la vez, dar no equivale del todo a otorgar, pues este ltimo verbo presupone una peticin previa; por lo mismo, un buen antnimo de dar sera quitar, mientras que un buen antnimo de otorgar sera denegar.

A mayor abundamiento, al decir X fue agresivo, se da a entender que X es al menos un animal (aunque tambin hay plantas carnvoras); en cambio, X fue violento tiene una aplicabilidad mucho ms vasta: por ejemplo, un torrente, un huracn o un terremoto pueden ser violentos, pero nunca agresivos. Por esa razn, sera un sofisma invocar la violencia de la naturaleza para legitimar o naturalizar su equivalente entre los humanos. As, aplicando la distincin de niveles (tan recomendada por los sistmicos(, concluiramos que ese presunto argumento implica una confusin de tipos lgicos (es decir, una mezcolanza irracional de niveles realmente discontinuos).

2.1.3.- Conclusin provisional

Con los apartados anteriores (2.1.1 y 2.1.2) se pretenda preparar la comprensin de los aspectos propiamente pragmticos (es decir, no slo semnticos o literales) de las conversaciones en que nos involucramos cotidianamente. Como se habr notado, ser competente en un plano no implica en absoluto serlo en el otro. Ms incluso: la eficacia verbal de una persona no garantiza su honestidad como interlocutor, y la destreza en el manejo de la palabra puede estar al servicio de intereses poco nobles. Sea como fuere, podemos asumir que, en un sentido tico, a todos nos hace bien examinar crticamente nuestros hbitos verbales y comunicacionales. El malentendido y la manipulacin estn a la orden del da, y en ocasiones no tienen siquiera un carcter deliberado. Hasta se puede asumir que muchas personas de veras querran comunicarse con mayor honestidad (y no slo hablar mejor); a veces podemos incluso arrepentirnos de un acto de habla inapropiado, pero incurrimos de nuevo en otros similares.

Pues bien, nuestro curso parte de la siguiente premisa, por lo dems empricamente demostrable: para comprender la dimensin pragmtica del lenguaje y de la comunicacin, resulta iluminador entender primero que la lgica formal (propia del razonamiento puro) y la lgica informal (propia de la comunicacin cotidiana) estn tan imbricadas que no se las puede disociar. La lgica formal suele requerir una atencin voluntaria y una considerable abstraccin, mientras que la lgica conversacional suele ser captada por simple intuicin o adquirida de modo imperceptible a lo largo de la vida. Si una persona tuvo la suerte de convivir desde nio entre comunicadores competentes y sinceros, es probable que se extrae de los estilos comunicacionales de otros, y que lo mismo ocurra a la inversa. As, mientras una persona aprendi que los interlocutores merecen confianza, otra aprendi a desconfiar, y para ambas sus actitudes son naturales: la primera considerar excesivamente desconfiada a la segunda, pero sta tildar de ingenua a la otra.

El desafo no consiste meramente en desarrollar una suerte de multilingismo pragmtico que nos capacite para dialogar en medio de una comunidad bablica, donde cada individuo habla una especie de dialecto o incluso un idiolecto individual. Sin duda, comprender y tolerar la diversidad de los estilos conversatorios es un objetivo fundamental y prioritario. Pero es fundamental porque nos servir de fundamento para algo ms que eso, y es prioritario precisamente porque constituye el primer paso hacia otra direccin. Despus de comprender cmo y por qu nos embrollamos tan a menudo en discusiones aparentemente intiles (aunque a veces inevitables), despus de captar las diversas motivaciones (algunas inconscientes) que suelen estar a la base de los malos entendidos y de las distorsiones comunicacionales, despus de contemplar con tristeza o consternacin las consecuencias desastrosas de ciertas palabras o ciertos gestos, qu ms hacer?

Si desarrollarse como persona quiere decir algo, eso parece apuntar en la lnea de una suerte de reeducacin o reparacin de los defectos adquiridos a lo largo de la vida. Y dado que el comportamiento verbal es en gran medida voluntario, podemos reeducarnos a nosotros mismos para hacernos interlocutores ms maduros y honestos, y no slo ms eficaces, ms estratgicos, ms astutos o ms seductores.

El captulo que sigue apunta precisamente a sentar las bases para tornar comprensibles las presuposiciones y las implicaciones pragmticas de nuestros actos de habla. Lamentablemente, tendr todava un aire pedaggico y racionalista; sin embargo, confiamos en que los ejemplos, ejercicios y dinmicas del curso hayan permitido experimentar y no slo entender los alcances ms concretos de estas nociones. Por lo dems, se debe recordar que estos apuntes son slo complementos o recordatorios de las clases, y que es sometiendo las ideas tericas a la prueba de la experiencia real como conseguiremos una aproximacin ms vvida y directa de la teora comunicacional.

2.2.- Presuposiciones pragmticas

De entrada, aclaremos que esta nocin no suscita unanimidad entre los pragmatistas. Un manual tan panormico como el de Escandell omite por completo las presuposiciones pragmticas, y lo mismo cabe decir de los textos de Leech, Reyes y otros. Sin embargo, si aqu se insiste en ella es porque se la considera no ya slo til, sino indispensable para mostrar la relevancia de la pragmtica como estudio sistemtico de las convenciones conversatorias.

En trminos generales, se puede decir que la nocin de presuposicin pragmtica surge a raz de cierta evolucin en el tratamiento de las presuposiciones lgicas y semnticas. En efecto, entre los activadores presuposicionales mencionados en el acpite anterior, hay muchos que constituyen dispositivos sistemticos de la lengua antes que fenmenos episdicos del habla. Adems, y sin perjuicio de lo anterior, es notorio que las presuposiciones estn fuertemente determinadas por el contexto discursivo en que surgen, e incluso Ducrot ha mostrado cmo la presuposicin suele constituir una suerte de estrategia ilocucionaria que restringe las posibilidades interpretativas del interlocutor y hasta sus eventuales aportes al intercambio. En una revisin autocrtica de sus propias ideas, Ducrot (1986) lleg a trazar una sugerente analoga entre el sobrentendido y la presuposicin discursiva.

As, pues, el fenmeno presuposicional requiere un estudio de su funcin, ya que opera como una suerte de dispositivo preparatorio para los enunciados ulteriores. Desde una perspectiva psicolingstica, Caron plantea: La presuposicin pone de manifiesto el hecho de que todo enunciado est orientado. Todo acto de enunciacin se inscribe en cierta situacin e intenta transformarla: la oposicin presupuesto / expuesto indica la direccin de tal transformacin (Caron, 1989 [Pars, 1983], p. 102).

Desde la perspectiva del anlisis de discurso y de la pragmalingstica (sobre todo por los desarrollos de la teora de los actos de habla), el estudio del fenmeno presuposicional fue rebasando el marco semanticista y termin por abarcar los conocimientos, expectativas y valores compartidos por los interlocutores. En efecto, si esos conocimientos, expectativas y valores posibilitan la comunicacin, entonces se los puede asumir como presuposiciones pragmticas. Por supuesto, este saber compartido puede ser muy elstico, y en ciertos casos la comunicacin fluida exige incluso que cada interlocutor se las arregle para intuir la cosmovisin del otro, su ideologa y hasta algunas peculiaridades que eventualmente pudieran influir en la comprensin de los mensajes intercambiados. Es decir, en su extremo, el saber compartido por los interlocutores podra incluir elementos tan especficos que ni aun la psicologa comunicacional podra preverlos.

2.2.1.- Presuposiciones pragmticas generales

No obstante la elasticidad ya sealada, las teoras de Austin, Searle y Grice permiten delimitar de modo bastante preciso las principales parcelas de la informacin pragmtica compartida por los hablantes normales. Vayamos por partes.

2.2.1.1.- Presuposicin de Respeto a las Reglas (PRR)

Ms all de las diferencias, Austin y Searle coinciden por lo menos en las siguientes convicciones: a) el uso del lenguaje est sujeto a reglas; b) los humanos hemos interiorizado esas reglas y tendemos a respetarlas; c) tendemos adems a asumir que los dems tambin las respetan. A esto se lo ha llamado Presuposicin de respeto a las reglas (Rcanati, cap. 9) y constituye la primera de las tres presuposiciones pragmticas generales que es posible dar por seguras.

2.2.1.2.- Principio de Cooperacin (PC)

Paralelamente (1967), Grice plante el principio de cooperacin. En sntesis, este principio postula que, al conversar, las personas se rigen por una cierta racionalidad que los lleva a dirigir sus enunciados con vistas a los fines y/o segn la direccin y naturaleza de cada conversacin en que se involucran. Esta tendencia est ya tan arraigada que a cada hablante le resulta natural seguirla y, adems, contar con que los otros tambin lo hacen. En este sentido, cabe precisar que Grice no enunci su principio con el fin de promover o prescribir actitudes ms cooperativas, sino simplemente para describir una tendencia que es el resultado de la socializacin y de la racionalidad teleolgica (puesto que, en ltima instancia, en toda conversacin los hablantes se orientan hacia fines, al margen de que tengan conciencia de ello o no la tengan).

Aunque buscara describir y no prescribir, lo cierto es que el principio de cooperacin fue formulado como un imperativo. Cabe suponer que Grice quiso as graficar una suerte de orden interna que cada hablante se da al conversar: Haga usted su contribucin a la conversacin tal y como lo exige, en el momento en que tenga lugar, el propsito o la direccin del intercambio que usted sostenga (Grice, 1967). Como esta indicacin resulta demasiado general, el propio Grice especific que la cooperacin se expresa ms concretamente respetando cuatro mximas (calidad, cantidad, pertinencia y manera), que en algunos casos tienen tambin submximas. As, pues, el respeto a cada una de las mximas y submximas equivaldra a una suerte de operacionalizacin del principio cooperativo: la cooperacin sera una variable y el respeto a las mxima sera un indicador. Eso permite evaluar hasta qu punto est ocurriendo efectivamente esa cooperacin ms amplia que supuestamente puede darse por sentada.

Claro que haber enunciado el principio de cooperacin y las mximas no es lo verdaderamente relevante de la propuesta griceana. En el fondo, y precisamente porque la observancia de tales reglas se asume como casi automtica, lo ms significativo surge cuando esas reglas son violadas por un hablante. Tales transgresiones ocurren a veces de modo tan obvio que no cabe dudar de su carcter intencional y comunicativo. Es decir, el hablante est violando alguna de estas reglas precisamente para que el interlocutor capte un metamensaje adicional, implcito pero relevante. En otros casos las desviaciones respecto de tales reglas tienen una apariencia engaosa o ambigua, y no es posible sobreentender con precisin qu tan intencional y/o significativo resulta el comportamiento conversatoriamente anmalo o desviado. Este es precisamente el punto que deberemos desarrollar ms adelante, distinguiendo hiptesis plausibles, conjeturas, especulaciones, sospechas, interpretaciones errneas, fuera de lugar o simplemente delirantes. Estas ltimas parecen ms frecuentes de lo que se podra creer, incluso en los mbitos de la alta cultura.

2.2.1.3.- Principio de Relevancia

No quedando conformes con la abundancia de mximas y submximas del planteamiento griceano, Sperber y Wilson concluyeron que, de las cuatro categoras, la ms significativa y nica indispensable era la pertinencia (o relevancia, segn la traduccin). Vase la siguiente cita:

Sostenemos que los procesos cognitivos humanos forman un engranaje destinado a conseguir el mximo efecto con el mnimo esfuerzo de procesamiento. Para conseguir esto, el individuo debe dirigir su atencin a la que considere la informacin disponible ms relevante. Comunicar consiste en atraer la atencin de un individuo: de aqu que comunicar signifique dar por supuesto que la informacin que se comunica es relevante (Sperber y Wilson, 1986, p. 9).

Por ese status primordial, la relevancia dej de ser objeto de una simple mxima y se transform en principio. Segn estos autores, todos tendemos a atribuir relevancia a los estmulos que otros nos dirigen (con mayor razn si son verbales, pues stos tienen un origen voluntario). Ahora bien, puesto que esta expectativa es compartida y natural, ello implica que cada enunciado lleva implcita una garanta de relevancia; es como si, junto a cada enunciado, un metaenunciado nos interpelara dicindonos: puedes asumirme como relevante.

Huelga aclarar que esa garanta de relevancia es relativa, y que no es infrecuente escuchar o leer enunciados irrelevantes o de dudosa pertinencia. Sin embargo, incluso en esos casos podemos constatar que, aunque estuvieran equivocados, quienes hicieron esas emisiones s las crean relevantes o pertinentes. En otras palabras, aspiramos a la relevancia tanto en lo que decimos como en lo que omos.

2.2.1.4.- Principio de Cortesa

Robin Lakoff considera que las mximas de Grice son bsicamente reglas de claridad, pero que existen otras dos reglas previas de competencia pragmtica: hgase entender y sea corts. Por mi parte, creo que la megamxima hgase entender es prcticamente una variante del principio de cooperacin. En cambio, la megamxima sea corts abre la pragmtica a una dimensin nueva, no prevista por la teora de los actos de habla Austin y Searle, aunque s vislumbrada por Grice. En efecto, en su conferencia sobre lgica y conversacin, Grice (1967) menciona la cortesa como fuente de implicaturas no conversacionales, pero dej el tema sin desarrollar, pues a l le interesaban sobre todo las implicaturas conversacionales.

Cinco aos despus del aporte de Robin Lakoff, Leech (1983) elev la cortesa a la categora de principio, principio que descompuso en seis mximas: generosidad, aprobacin, modestia, tacto, acuerdo y simpata.

Penlope Brown y S. Levinson propusieron luego (1987) un modelo bastante integrativo de la cortesa, intentando explicar a qu se debe sta y cmo funciona.

El tema ameritara un captulo aparte, captulo que este apunte deber omitir.

2.3.- SIMPLES SUPOSICIONES

Una larga experiencia docente me indica que a menudo se confunden no slo las presuposiciones semnticas con las pragmticas, sino tambin stas con simples suposiciones, fenmeno este ltimo que carece de convencionalidad y que, por lo tanto, puede variar mucho de individuo en individuo. Por ejemplo, teniendo en cuenta el siguiente enunciado de Pedro a Irma:

El to de Ana regresar maana a Buenos Aires,

qu asertos son presuposiciones semnticas (PS), cules son presuposiciones pragmticas (PP) y cules son slo suposiciones (SS)?

a) Existe un to de Ana.b) Existe o existi Ana.c) Ana es sobrina del personaje aludido.d) El to de Ana no est ahora en Buenos Aires.

e) El to de Ana haba estado antes en Buenos Aires.

f) Pedro asume que Irma no sabe o no recuerda que el to de Ana regresar maana a Buenos Aires.g) Pedro asume que para Irma podra ser relevante saber o recordar que el to de Ana regresar maana a Buenos Aires.h) Pedro tiene alguna buena razn para creer que el to de Ana regresar maana a Buenos Aires.

i) Pedro sabe que su enunciado cuenta como un intento de informar a Irma o de recordarle que el to de Ana regresar maana a Buenos Aires.

j) El to de Ana reside en Buenos Aires.

k) El to de Ana anda de viaje fuera del pas.l) Pedro cree que Ana se alegrar del regreso de su to.

Quien haya comprendido las distinciones antes introducidas, captar de inmediato que las afirmaciones a, b, c, d y e. corresponden a presuposiciones semnticas. En efecto, su valor de verdad deriva de la simple lgica del lenguaje: si alguien tiene un to, es imposible que l o ella no sea su sobrino o sobrina; si alguien regresa a un lugar, necesariamente tiene que haber estado all antes (de lo contrario se tratara de una primera vez y no de un regreso); si alguien an no regresa a cierto lugar, es imposible que est ya en ese lugar.Las presuposiciones pragmticas de nuestro ejemplo podran quizs parecer menos ntidas, pero es muy razonable asumir que f, g, h e i son condiciones que deben cumplirse si es que el acto de habla de Pedro es pragmticamente adecuado, es decir, si no es un infortunio. En efecto, carece de sentido que Pedro afirme lo que afirma y que al mismo tiempo l no tenga alguna razn para creer lo que afirma y/o que no asuma que su enunciado es en algn sentido relevante para Irma. Se objetar que a veces hablamos por hablar, es decir, sin la pretensin de estar aportando informacin relevante para nuestro interlocutor y/o sin creer verdadero lo que decimos; sin embargo, tales casos son excepcionales y no actos de habla directos y normales. Si tiene alguna duda sobre todo esto, la podr aclarar repasando las condiciones de cada tipo de ilocucin (preliminares, de sinceridad y esencial). Descubrir que, en condiciones normales, es natural asumir que cada hablante est respetando las reglas constitutivas de cada tipo de ilocucin, y que, por lo tanto, se trata de reglas convencionales.

En cambio, las afirmaciones j, k y l no apuntan a condiciones que consideramos de antemano como cumplidas o ciertas. En efecto, es convencional asumir que el to de Ana reside en Buenos Aires? Acaso no podra residir en otra ciudad (por ejemplo, Lima o Santiago) y estar simplemente disponindose a revisitar Buenos Aires para luego volver a la ciudad en que realmente reside (Lima o Santiago)? Del mismo modo, nada nos autoriza a dar por muy probable que el to de Ana est fuera del pas, pues bien podra regresar a Buenos Aires estando en Rosario o Bariloche, por ejemplo. Y es tambin infundado creer que Ana se alegrar del regreso de su to, pues simplemente no hay ninguna condicin convencional de la cual derivar racionalmente tal creencia. As, j, k y l son simples suposiciones, pues no se derivan de ningn principio lgico ni de ninguna convencin semntica o siquiera pragmtica.Como se ve, las presuposiciones semnticas son afirmaciones lgicamente necesarias (si bien implcitas), pues se las puede deducir con toda certeza del mero significado literal o lgico de la oracin; en otras palabras, la oracin proferida en la locucin responde a convenciones semnticas. Por su parte, las presuposiciones pragmticas son hechos o condiciones que se asumen como altamente probables, ya que es natural subentender que las personas respetan las reglas constitutivas de cada ilocucin que emiten; en otras palabras, asumimos que el enunciado proferido como ilocucin responde a convenciones pragmticas). En cambio, las suposiciones no son convencionales y, por tanto, no se pueden dar por seguras o siquiera por probables; de hecho los oyentes suponen muy diversas cosas a partir de un acto de habla.

Si desea afianzar la comprensin de estas distinciones, explicite las presuposiciones semnticas (PS), las presuposiciones pragmticas (PP) y las simples suposiciones (SS) de los siguientes dilogos:[Jorge a Mara]: Mi abuelo se divorci ayer.[Mara a Jorge]: Pero, no estaba muerto?

[Julio a Olga]: Te llevo en auto?[Olga a Julio]: Y qu dir tu novia?[Celia a Pepe]: Preferira no ir al cine ahora, sino cuando haya escampado.[Pepe a Celia]: Y si compramos paraguas? 3.- TEORA DE LOS ACTOS DE HABLA Y PRESUPOSICIONES PRAGMTICAS ESPECFICAS

En la dcada del cincuenta, el filsofo britnico John Austin comenz a concebir lo que hoy se conoce bajo el nombre de teora de los actos de habla. Interesado como estaba en el lenguaje ordinario es decir, el lenguaje comn y cotidiano, no el lenguaje soez, haba notado ya la relevancia de algunos fenmenos aparentemente triviales (vase, por ejemplo, su artculo En defensa de las excusas, publicado en 1957). Un ao despus (1958) da a conocer Performativo y constatativo, una ponencia presentada en un congreso en Francia. Con este escrito Austin inicia un convincente cuestionamiento al representacionalismo entonces prevaleciente en la filosofa del lenguaje. En sntesis, la ponencia contrapona dos grandes modalidades de enunciados: los susceptibles de recibir en propiedad el calificativo de verdaderos o falsos, que l llam constatativos (o constativos), y aquellos otros a los cuales no resulta pertinente aplicar esa calificacin y que l llam performativos. Veamos ms de cerca esta contraposicin.

3.1.- los enunciados performativosSegn queda dicho, los enunciados performativos no pueden ser evaluados en trminos veritativos, porque no constituyen descripciones susceptibles de ser consideradas verdaderas o falsas. Pero esta imposibilidad no se debe a que tales enunciados sean semnticamente ambiguos, indecidibles o meramente opinables, como podran ser los casos de enunciados polismicos, paradjicos o inverificables. As, Buenos Aires es la ciudad ms apasionante del mundo o Shakespeare es el escritor ms grande de todos los tiempos constituyen ejemplos de juicios inverificables, pero no porque sean performativos, sino porque no habra cmo evaluar objetivamente, con parmetros vlidos, en qu grado Buenos Aires es la ms apasionante de las ciudades ni en qu medida Shakespeare supera a todos sus dems colegas de todo el mundo.Si en verdad los performativos no resultan evaluables como verdaderos o falsos, ello se debe simplemente a que constituyen acciones verbales antes que meras afirmaciones. Y como se sabe, una accin puede resultar atinada o desatinada, prudente o imprudente, oportuna o inoportuna, eficaz o ineficaz, sincera o insincera, pero no verdadera o falsa.Del distingo austiniano, la idea clave era sin duda la del performativo, pues los constatativos no representaban novedad alguna ni para sus colegas filsofos ni para los lgicos: desde siempre ellos han reconocido que el lenguaje permite representar la realidad.

Despus de Austin, resulta mucho ms fcil admitir que, si bien el lenguaje permite formular enunciados para hacer constar (bien o mal( un hecho de la realidad (de ah el nombre de constatativos), sa no es ni con mucho la nica funcin del lenguaje. De hecho, afirmaba Austin, hay muchos casos en que el lenguaje es usado no primariamente para expresar una proposicin o un contenido verificable, sino ms bien para actuar. Obsrvense, por ejemplo, los siguientes enunciados:(i) Est lloviendo.

(ii) Chile es hoy un pas democrtico

(iii)Acabas de batir el rcord nacional

(iv)Te sugiero llevar paraguas

(v)Aconsejo a los chilenos fortalecer la democracia

(vi)Te felicito por haber batido ese rcord.

Como queda de manifiesto, los primeros tres enunciados tienen un carcter constatativo, pues hacen constar un hecho (real o ficticio, indudable o dudoso, poco importa eso para estos efectos). Quizs podramos discutir el contenido proposicional de los enunciados i, ii e iii y preguntarnos si debemos llamar lluvia o ms bien llovizna al hecho aludido (i), qu tan democrtico es Chile hoy (ii) y si efectivamente la nueva marca supera o no el rcord vigente (iii). Tambin podramos cuestionarnos, por ejemplo, si esos enunciados son constatativos qumicamente puros, cmo y cundo un enunciado contiene una proposicin verdadera o, incluso ms, a qu se puede llamar verdad.

Pese a toda su pertinencia gnoseolgica y su calado epistemolgico, esas inquietudes estn por ahora fuera de nuestro foco. En cambio, s nos interesa llamar la atencin sobre un hecho ms modesto, pero al cual la perspicacia de Austin transform en clave inaugural de esta nueva disciplina que hoy llamamos pragmalingstica, pragmtica del lenguaje o pragmtica a secas.

Si se comparan los tres primeros enunciados (i-iii) con los tres restantes (iv-vi), se notar que los ltimos presentan una propiedad especial: al proferirlos, el hablante realiza la accin que est refiriendo. En efecto, la sugerencia de llevar paraguas (enunciado iv) es efectuada por y durante la pronunciacin de esas palabras precisas: Te sugiero llevar paraguas. El consejo de fortalecer la democracia (enunciado v) tambin tiene lugar debido a que el hablante profiere esas palabras, no otras cualesquiera: Aconsejo a los chilenos fortalecer la democracia. La felicitacin por el nuevo rcord (enunciado vi) ocurre mientras el emisor interpela con ese enunciado (y no con otros( a su interlocutor: Te felicito por haber batido ese rcord.As, pues, la distincin entre constatativos y performativos pareca justificarse plenamente y obligaba a preguntarse cmo es que con ciertos enunciados nos referimos al mundo mientras que con otros actuamos sobre l. Por cierto, es perfectamente imaginable una situacin en que el hablante, limitndose a proferir el enunciado i, en la prctica est implicitando una sugerencia equivalente a la explicitada en el enunciado iv (por ejemplo, si habla mirando alternativamente al oyente y al paraguas que es visible para ambos). Del mismo modo, no es difcil imaginar casos anlogos en que, pronunciando el enunciado ii o el iii, el hablante haga sentir de modo tcito que aconseja fortalecer la democracia (enunciado v) o que considera digno de felicitacin el rcord establecido por su interlocutor (enunciado vi). En otras palabras, si bien los enunciados performativos constituyen acciones ejecutadas mediante palabras explcitas y directas (sugiero, aconsejo, felicito, etc), nada impide que dichas acciones tambin se puedan ejecutar de modos menos directos, pero tambin eficaces.

Sin embargo, tales objeciones que por lo dems el propio Austin fue el primero en concebir resultaban irrelevantes al lado del nuevo campo que la nocin de performativo pona por delante. Resulta notable que fuera la propia filosofa la que terminara reparando en la dimensin performativa del lenguaje. Al fin y al cabo, por su proximidad a la lgica y la teora del conocimiento, los filsofos del lenguaje presentaban una proclividad natural a ver en las palabras un instrumento del pensar o un vehculo para las ideas. Por su parte, la lingstica operaba en un plano de abstraccin bastante similar: desde Saussure en adelante, el lenguaje era concebido como un sistema de signos convencionales, en los cuales el plano del significante mantiene una relacin arbitraria con el plano del significado; por tanto, una vez ms se impona una frontera entre expresin y contenido, palabra y concepto.

Diversas disciplinas estn directa o indirectamente abocadas al estudio del lenguaje: antropologa, semiologa, teora literaria, retrica, estilstica, hermenutica, psicologa, lingstica, lgica, etc. De todas ellas, quizs la psicologa era la llamada en primer lugar a notar la doble dimensin de la palabra. En efecto, si bien algunas de sus ramas la psicologa individual, la psicologa general, la psicologa cognitiva abordan el lenguaje como una facultad intelectual, centrndose por tanto en su dimensin ideativa y/o referencial, la psicologa social ve en el lenguaje un mediador de la interaccin, un posibilitador de la coordinacin intersubjetiva y un vehculo de comunicacin e influencia entre las personas. Por esa razn, podra haber descubierto antes que otras disciplinas la dimensin performativa del lenguaje; no obstante, la psicologa lleg tarde a cumplir esa tarea, y hoy est llegando tarde incluso al aprovechamiento profesional de ese y otros aportes de la filosofa del lenguaje y de la lingstica.

3.2.- LOS VERBOS PERFORMATIVOS

En trminos psicolgicos, se podra decir que la distincin entre constatativos y performativos equivala a confrontar dos grandes funciones del lenguaje: describir versus hacer, idear versus actuar, pensar versus interactuar. Pero, qu dispositivos de la lengua posibilitan al hablante actuar mediante el lenguaje y/o dar a entender que lo est haciendo? En trminos simples, lo primero que podemos notar en los enunciados iv-vi es la presencia de ciertas formas verbales conjugadas en primera persona del presente (sugiero, aconsejo, felicito), que aportan seas claras de las intenciones comunicacionales del hablante.

Estos verbos performativos son muy numerosos (Austin los cont por miles). As, por ejemplo, al decir: Afirmo X, recomiendo Y, protesto por Z, uno metacomunica que sus enunciados cuentan respectivamente como una afirmacin, una recomendacin y una protesta. Lo propio se puede decir de muchsimos otros verbos que, conjugados en presente y en primera persona, permiten no slo expresar que se tiene la intencin de hacer algo, sino adems hacer directamente y en virtud de esos mismos enunciados los actos mencionados en cada expresin: por ejemplo, una solicitud, una exigencia, un reclamo, una declaracin, una desafo, una promesa, proclamacin, etc.Se podra discutir quizs que ciertos verbos performativos parecen menos inequvocos que los recin mencionados. Por ejemplo, al decir: Creo P, Confieso Q, Conjeturo R, un sujeto comunica efectivamente una creencia, una confesin y una conjetura, pero no queda tan claro si tales expresiones constituyen sin ms actos de habla plenos.

En cualquier caso, hablando en trminos generales, los verbos performativos constituyen verdaderos testimonios de un largo proceso de coordinacin interhumana y transgeneracional, y no puede entenderse como mera casualidad el que ahora sean parte del lxico corriente de casi todos los idiomas. Si tantas lenguas del mundo ofrecen a sus hablantes estos dispositivos para coordinarse entre s y explicitar sus intenciones comunicacionales (prometo, sugiero, advierto, opino, exijo, admito, protesto, etc), quiere decir que ya forman parte central de lo que ms y mejor nos distingue como especie: el lenguaje. A la vez, uno de los rasgos que mejor define al lenguaje es justamente su reflexividad, su capacidad para referirse a s mismo y, por esa va, autocorregirse y autoperfeccionarse. En este sentido, nuestro inters por la dimensin performativa del lenguaje radica precisamente en su capacidad para gobernar la propia conciencia, expresar la subjetividad y, al mismo tiempo, alcanzar esa intersubjetividad en que terminamos de humanizarnos.Para comprender mejor ese desafo, lo primero ser comprender el sentido profundo de las ideas ms operativas respecto del lenguaje. Y entre ellas, la dimensin performativa tiene una relevancia indiscutible.

3.3.- TRICOTOMA DEL ACTO DE HABLA

La distincin entre constatativos y performativos tropieza con varias dificultades, casi todas advertidas por el propio Austin. Veamos las principales. (Conjugando un verbo performativo en la primera persona del presente, un hablante podra emitir un enunciado constatativo. Por ejemplo, al decir Aconsejo beber agua mineral, pero casi nadie me hace caso, el hablante no est emitiendo un performativo, sino haciendo constar algo que l hace y que resulta infructuoso. Prometo slo lo que puedo cumplir tampoco constituye una promesa, sino ms bien la descripcin (constatativa) de un cierto hbito del hablante.(Por otra parte, incluso los enunciados ms prototpicamente constatativos presuponen una especie de verbo performativo implcito. Si alguien dice: Hoy es lunes o bien Tengo veinte aos, lo que en el fondo est diciendo es algo as como Informo que hoy es lunes o bien Afirmo que tengo veinte aos. Es decir, no hay una diferencia esencial entre performativos y constatativos, pues estos ltimos seran siempre implcitamente performativos.(Adems, no todos los actos de habla imaginables cuentan con verbos performativos que faciliten su ejecucin. As, por ejemplo, el acto de habla de amenazar no se cumple automticamente porque alguien diga Te amenazo..., como tampoco se ejecuta propiamente un insulto diciendo a alguien Te insulto, sino dirigindole expresiones realmente insultantes.

(En ciertos casos, el verbo performativo nombra realmente un acto del hablante, pero tambin alude a un resultado o un efecto de ese acto. Por ejemplo, ensear es el nombre de un acto ejecutado directamente por el hablante, pero tambin puede designar el resultado de otros enunciados performativos (por ejemplo, explicar).

(Por ltimo, a veces el contenido literal de un enunciado no coincide con el significado interpersonal o social del mismo. As, uno puede preguntar para pedir (me lleva?) o para ofrecer (le ayudo?); tambin se puede afirmar para preguntar (quiero saber qu hora es), etc.Por estas y otras consideraciones, Austin termin por descartar la dicotoma constatativo / performativo y la reemplaz por la tricotoma locutivo / ilocutivo / perlocutivo.

3.3.1.- Acto locutivo (o locucin)

El acto locutivo (o locucin) es el acto de hablar y se compone de tres subactos: el fnico (emisin de sonidos), el ftico (emisin de palabras hilvanadas con arreglo a una sintaxis) y el rtico (referencia o denotacin que da un sentido semnticamente reconocible al enunciado). Por supuesto que, si se trata de un acto de escritura, el componente fnico debera llamarse acto grfico.

3.3.2.- Acto ilocutivo (o ilocucin)

El acto ilocutivo acontece al decir (o escribir) algo y constituye una accin relativamente ritualizada. Por ejemplo, entre muchsimas otras, he aqu algunas ilocuciones frecuentes: preguntas, peticiones, promesas, amenazas, advertencias, quejas, reclamos, ofrecimientos, felicitaciones, juicios, consejos, recomendaciones, prohibiciones, permisos, descalificaciones, retractaciones, elogios, insultos, declaraciones, opiniones, veredictos, argumentos, piropos, arengas, exhortaciones, etc.

Como ya se adelant, estas acciones verbales pueden formularse de modo directo o indirecto. Por ejemplo, si alguien desea la ayuda de otro, puede decirle directamente: Te pido que me ayudes. Si considera demasiado ruda o descorts esa frmula, es muy probable que opte por variantes como: Me gustara que me ayudes o Necesito tu ayuda (afirmaciones), y Podras ayudarme? o Seras tan amable de ayudarme? (preguntas).Por cierto, la emisin y la recepcin de mensajes indirectos ofrecen muchos aspectos relevantes para la psicologa de la comunicacin.

3.3.3.- Acto perlocutivo (o perlocucin)El acto perlocutivo ocurre por haber dicho algo [by saying something] y consiste en los efectos provocados por la palabra, ya sea en el oyente o en el propio hablante. Por ejemplo, el hecho de insultar (ilocucin) suele provocar una ofensa, pero tambin podra producir arrepentimiento en el hablante. En un caso tal, deberamos considerar perlocuciones tanto el sentimiento de ofensa del oyente como el arrepentimiento ulterior del hablante. A mayor abundamiento, la confidencia (ilocucin) puede provocar empata, lstima, desagrado o diversas otras reacciones en el oyente, todas las cuales se deberan categorizar como perlocuciones; al mismo tiempo, si tras su confidencia y en virtud de ella el propio hablante experimentara alivio, vergenza u otros sentimientos, tales reacciones constituiran tambin perlocuciones.3.3.4. Para una sntesis comparativa3.3.4.1.- En resumen, la locucin es el acto de hablar [of saying something], la ilocucin es el acto efectuado al hablar [in saying something] y la perlocucin es el acto provocado por hablar [by saying something].

3.3.4.2.- La locucin coincide casi punto por punto con el objeto de estudio de la gramtica; la ilocucin constituye un tema central de la pragmalingstica; la perlocucin, en cambio, podra ser objeto tanto de la psicologa (incluyendo la psicolingstica y el psicoanlisis), como de la retrica y la estilstica, entre otras disciplinas.

3.3.4.3.- Desde otra perspectiva, cabe hacer notar que entre ellos hay una gradiente de mayor a menor convencionalidad. La locucin est gobernada por reglas sumamente claras y en muchos casos explcitas, pues incluyen criterios para la pronunciacin correcta, la concordancia sintctica y la aceptabilidad semntica. En cambio, la ilocucin se rige por reglas ms bien implcitas, aunque de clara gravitacin (basta hacer mal una peticin o una promesa para notar cun regladas estn estas ilocuciones). Por ltimo, la perlocucin casi no est convencionalizada: en general, los individuos varan bastante en sus reacciones ante la palabra (algunos son oyentes ms serios y objetivos, otros ms proclives al autoengao, a la distorsin o a la autorreferencia), e incluso un mismo individuo vara segn el estado de nimo, la etapa de vida, el gnero y una serie de variables.3.3.4.4.- Al comparar la locucin con la ilocucin, hay que decir que ambas son intencionales, de modo que el hablante tiene un alto control sobre ellas. Por lo mismo, uno no puede desentenderse fcilmente de sus ilocuciones, mucho menos si han sido directas.

De all que a veces las personas opten por la ambigedad ilocucionaria. Por ejemplo, declaran intenciones o deseos en lugar de comprometerse de modo explcito con una promesa, una peticin, una oferta o una invitacin. Si el interlocutor no est muy atento y/o es proclive al autoengao, su acto de escucha completar el acto de habla con arreglo a su subjetividad, y de seguro sobrevendr un malentendido.3.3.4.5.- Al comparar la ilocucin con la perlocucin, salta a la vista la gran diferencia: la primera es voluntaria y controlable por el hablante, mientras la segunda, en principo, no lo es; al mismo tiempo, la ilocucin es simultnea a la locucin, en tanto que la perlocucin puede producirse en un tiempo muy elstico: en el momento mismo en que el enunciado est siendo proferido, o bien poco despus o incluso aos ms tarde. 3.3.4.5.1.- Con todo, estas diferencias entre ilocucin y perlocucin presentan varios matices. En efecto, entre personas normales, el hablante controla al menos una parte de los efectos sobre sus oyentes. De hecho, el lenguaje est organizado (tanto en el plano de la lengua como en el plano del habla) con una clara racionalidad interpersonal: los emisores buscan suscitar en los receptores ciertas reacciones antes que otras. As, al hacer una pregunta, el hablante prev que dejar al oyente en situacin de tener que responder y/u obligado a mostrar una buena razn para no hacerlo; al formular un desafo, la persona sabe que est emplazando al destinatario y normalmente logra que ste responda aceptando el reto o declinndolo. Etctera.

3.3.4.5.2.- En este sentido, los actos de habla indirectos se pueden explicar como estrategias ilocutivas para suscitar ciertas perlocuciones, y otro tanto se puede decir de la cortesa e incluso de la irona. En todos estos casos, consciente o inconscientemente, el hablante impulsa al receptor a desautomatizar la decodificacin, con lo cual aumenta las probabilidades de obtener una reaccin ms favorable a sus intenciones.3.4.- CONDICIONES DE FELICIDAD Y PRESUPOSICIONES PRAGMTICAS ESPE-CFICAS

En principio, cada enunciado tiene una fuerza ilocutiva, sea cual fuere su forma locutiva. Si un enunciado funciona como ilocucin y no slo como una simple proferencia (una oracin proferida en no importa cul contexto), es precisamente porque se deja reconocer como tal en funcin de su concordancia con diversas reglas que tcitamente lo rigen. Estas reglas fueron enunciadas en general por Austin (condiciones A, B, ) y luego pormenorizadas por Searle, quien analiz las principales ilocuciones (promesa, peticin, pregunta, afirmacin, etc.) segn qu requisitos las constituyen en sus diferentes planos. En esa misma lnea, las especificaciones con que Grice presenta sus mximas (que a su vez son tambin especificaciones del principio ms general de cooperacin conversatoria) operan igualmente como reglas implcitas. En la prctica, todas estas reglas equivalen a presuposiciones pragmticas especficas, pues tendemos a presuponerlas cumplidas.

Searle retom las formulaciones de Austin y luego las sistematiz. Considerando cada ilocucin en una versin idealizada, abstrajo cuatro grandes clases de condiciones para cada una de ellas y explicit distinciones precisas. En Actos de habla (1969), Searle expres: He dicho que la hiptesis de este libro es que hablar un lenguaje es realizar actos de acuerdo con reglas. La forma que tomar esta hiptesis es que la estructura semntica de un lenguaje es una realizacin convencional de conjuntos de reglas constitutivas subyacentes, y que los actos de habla son actos realizados caractersticamente de acuerdo con esos conjuntos de reglas constitutivas (Searle, 1969, p 46). En efecto, analizando un puado de ilocuciones (prometer, pedir, aseverar, preguntar, dar las gracias, aconsejar, felicitar, saludar, avisar), Searle mostr que las reglas que las rigen son ms constitutivas que regulativas, y que, por tanto, distan mucho de ser preceptos o recomendaciones de etiqueta. Siendo estas reglas constitutivas, cada hablante tiende a interiorizarlas, y subentiende tambin como segura su observancia por parte de los otros. Y es precisamente esa expectativa generalizada de apego a las reglas lo que nos autoriza a asumirlas como presuposiciones.

3.4.1.- Condiciones relativas al contenido proposicionalLas reglas del contenido proposicional presuponen que, por ejemplo, un aviso se refiere a un evento futuro (no necesariamente un acto); que una promesa y una amenaza anuncian actos futuros del hablante que favorecern o perjudicarn (respectivamente) al destinatario; que la felicitacin alude a un rasgo o una actuacin meritoria del destinatario, etc. Aplicando por nuestra cuenta estas reglas de contenido proposicional, podramos prolongar la caracterizacin de Searle diciendo que, por ejemplo, un argumento aduce una idea que apoya otra idea o la hace ms aceptable; que un contraargumento explicita una razn que debilita un argumento previo y no al emisor o a los defensores de dicho argumento, como ocurre en la falacia ad hominem; que una arenga contiene enunciados solemnes e interpelaciones o exhortaciones emotivas; que el perdn requiere explicitar a otro que se lo libera de una culpa o una falta (mas no de un delito, porque eso corresponde a la justicia formal, ni tampoco de un pecado, pues ello correspondera a una autoridad religiosa), etc.

3.4.2.- Condiciones preparatoriasLas reglas preparatorias (o preliminares) determinan que, por ejemplo, un aviso slo procede si el hablante tiene razones para creer que ocurrir un determinado hecho sin que, al mismo tiempo, haya indicios de que el destinatario lo sepa o lo tenga ya en cuenta (pues sera absurdo avisar a alguien sabiendo que ya tiene conciencia del evento que es materia de aviso). Del mismo modo, una peticin es procedente si el destinatario puede realizar lo pedido, y si adems no es obvio para el hablante que su oyente vaya a ejecutar de todos modos lo pedido sin mediar la peticin. La amenaza