Ensayo Critico Etica1
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ENSAYO CRÍTICO
LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACION DEL FUTURO
DAZAEV FRIAS MACIAS (20122074047)
ETICA Y SOCIEDAD-GRUPO 281
La educación debe concebirse como un instrumento de liberación humana y
social. Según Edgar Morín, debe existir un conocimiento crítico, es decir, un
conocimiento de reflexión y reestructuración de todo aquello que ya conocemos.
Para ello es necesario darles a los estudiantes las herramientas necesarias para
lograrlo; darles buen nivel cognitivo, creativo, analítico y razonante. Esto con el fin
de evitar, según Morín, “la enajenación de la mente por las ideas y la enajenación
de las ideas por la mente” lo que conlleva a la “ilusión” de poseer un conocimiento
verdadero y único, convirtiéndose esto en un gran error.
La educación que cure la ceguera conceptual solo será posible en la medida
maestros, estudiantes y jefes de estado den énfasis al escepticismo de este,
identificando y corrigiendo errores patentes y latentes a través de convivencia
intelectual. Morín hace hincapié en una educación que garantice un conocimiento
pertinente, a través del discernimiento de los saberes importantes. Esta
pertinencia se determina, identificando los problemas claves para la humanidad,
según el contexto, según las múltiples dimensiones del problema y la interacción
compleja que se da entre ellas.
Por esta razón, Morín expone la necesidad de una “inteligencia general”,
visualizante de enfoques multivariables y complejidades de interacción de
elementos inteligentes. Para Morín el conocimiento pertinente es permanente y
simultáneamente particular y general, haciendo una importante distinción entre la
racionalización como un mundo general, y la racionalidad que simultáneamente
atiende lo amplio y lo particular.
Además este filósofo francés destaca en su libro los “siete saberes para la
educación del futuro,” la necesidad de una educación que enseñe la condición
humana a través de la cual se pueda entender al hombre situándolo en el universo
y al mismo tiempo fuera de él, es decir, debe reconocerse la cultura particular de
un individuo, región o país, así como la cultura universal ya que ésta última no
puede existir sin la primera. Edgar Morín explica el ser y el desarrollo del hombre,
contextualizándolo al preguntarnos quienes somos, de dónde venimos y a dónde
vamos. Para este autor las respuestas a estas preguntas se consiguen en una
triada de bucles, el primero “cerebro- mente -cultura”, el segundo “razón – efecto –
impulso” y el tercero “individuo - sociedad – espacie”.
Partiendo de esto, el mencionado autor plantea una educación que enseñe la
identidad terrenal, se refiere a un auténtico sentimiento de pertenencia a nuestra
tierra, la cual considera Morín como “la última y la primera patria”, concepción que
es indispensable para el desarrollo y fortalecimiento de una conciencia
antropológica, ecológica, cívica y espiritual. A pesar de la dispersión del hombre
por los confines de la tierra hacia el inicio de la humanidad, es posible lograr este
nivel de conciencia a través de la interacción por los distintos medios de
comunicación y adelantos tecnológicos que unen de nuevo a la humanidad.
Además según este autor es indispensable que la educación enseñe a enfrentar la
incertidumbre, enseñándole al hombre que el futuro es inexacto. Según Morín, el
mejor ejemplo de esto las diferentes potencias mundiales que han surgido en la
historia y que, en algún momento, se debilitaron y cayeron. Explica Morín que la
educación debe apropiarse de la incertidumbre y no enseñar que las cosas
siempre son o serán de la misma forma. Al parecer lo único seguro es la
incertidumbre para este autor, pero lógicamente, sin verdades absolutas no podría
útil la discusión ideas racionales de las mismas para la adjudicación de
ampliaciones en nuevos saberes necesarios y no solo a nivel educativo.
Es importante destacar que en la educación se debe enseñar la comprensión de
dos formas: una de manera interpersonal e intergrupal y la otra a escala
planetaria. El autor muestra que la comprensión siempre está amenazada por los
diferentes códigos éticos de los demás como sus costumbres, religiones,
tendencias políticas, etc., y en vista de esto propone la posibilidad de mejorar la
comprensión a través de “la apertura empática hacia los demás” y “la tolerancia
hacia las ideas y formas diferentes, en la medida en que no atente a la dignidad
humana”. Para enseñar y aprender este concepto es necesario combatir el
egoísmo, el etnocentrismo y el sociocentrismo.
Refiriéndonos a palabras citadas por el autor: “Enseñar la comprensión significa
enseñar a no reducir al ser humano a una o varias de sus cualidades que son
múltiples y complejas”. Esta comprensión dará pie a la reestructuración –porque
las sociedades ya están establecidas, solo pueden cambiar- de sociedades cada
vez más democráticas porque solo en ellas se logra una comprensión a escala
planetaria, interpersonal e intergrupal.
Retomando lo de los códigos éticos, encontramos que la clave para la enseñanza
de esta nueva ética universal se encuentra en el bucle individuo – sociedad –
especie del cual emerge la democracia. Esta no se logra por dictaduras u
opresiones por partes poderes o poderosos, sino por medio de cooperación,
interacción y compromisos mundiales. Citando a Morín: “…la democracia es, más
que un régimen político, la regeneración continua de un bucle complejo y
retroactivo: los ciudadanos producen la democracia que produce los ciudadanos”.
Y con toda razón, porque el hombre se ha encargado de burocratizar la
democracia –aunque sea increíble-. Sin embargo, pero análogo a esto último, no
es difícil comprender la razón por la que Morín muestra esto, ya que nuestro
contexto educativo a nivel nacional hace parte del común denominador mundial de
‘‘normas éticas y de enseñanza’’, que, en análisis de muchos estudiosos, encajan
en la idea expresada por el autor que todavía no vivimos.
Para finalizar podemos señalar que Morín insiste en la no fragmentación del
conocimiento, la gran necesidad de reflexionar sobre lo que estamos enseñando,
la comprensión del ser humano dentro y fuera del universo, y la necesidad de
asumir un nuevo paradigma en el que se estudie la relación entre las partes y el
todo, lo simple y lo complejo.
En general, el desenlace del hecho lógico es que la situación ante los saberes
expresados por Edgar Morín no se cumple actualmente y aunque podría sentar las
bases de una educación mejor, no es evidente que la verdad exacta este
demostrada en el escrito. Puede que en ciertas ares de conocimiento educativo se
dé pie para incertidumbre como mejor camino hacia amplios saberes conceptuales
de comprensión humana y del mundo, pero la veracidad de casos específicos de
enseñanza y aprendizaje en áreas de estudio complejas y reglamentadas, no se
puede lograr con imprecisiones inciertas, ya que no se llegaría a lógicas
conclusiones, sino a un simple ciclo irrompible que jamás terminaría.