Espacio Tiempo Arquitectura

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ESPACIO, TIEMPO, ARQUITECTURA Brasil-Venezuela 1948-1958 Niemeyer-Villanueva Arq. Paulina Villanueva

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Brasil Venezuela 1948 1958 Niemeyer Villanueva

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ESPACIO, TIEMPO, ARQUITECTURA

Brasil-Venezuela 1948-1958 Niemeyer-Villanueva

Arq. Paulina Villanueva

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ESPACIO

Brasil y Venezuela son dos países hermanos que comparten una frontera común, la madre tierra es la misma,

la paternidad española y portuguesa las separa en el idioma y en su herencia cultural. Entre ambos definen buena

parte de la costa noreste de la América del Sur dando cara al Continente frente al Océano Atlántico y el Mar Caribe.

Su privilegiada posición geográfica ha sido, sin duda alguna, un factor determinante en el desarrollo de su manera de

ser, de su arquitectura y de la ocupación de su espacio territorial. Varios son los aspectos que interesa resaltar de esa

condición geográfica en relación al tema que nos proponemos tratar, que no es otro que el del milagro arquitectónico

que tuvo lugar en esas tierras entre 1948 y 1958, personificado en la obra de dos arquitectos, Oscar Niemeyer (1907)

y Carlos Raúl Villanueva (1900-1975).

Esos aspectos se pueden resumir en cinco palabras: nuevo, joven, grande, exuberante y luminoso.

En 1492 América salta al territorio de la historia, “la presencia del Nuevo Mundo se anuncia en los aires, en las aguas,

en las nubes. Del 7 al 11 de octubre, la tierra no se ve, y ya se siente: se presiente” (1). Frente a la Vieja Europa que

la “descubre”, se erige como el Nuevo Continente, ese territorio fértil que en el siglo XX muestra su lozanía de pocos

siglos a la Arquitectura Moderna que echa raíces y evidencia sus contradicciones en una Europa convulsionada por dos

guerras y con un peso histórico a sus espaldas que actúa a veces como un lastre difícil de sobrellevar.

El Mundo Nuevo es todo porvenir, el futuro se extiende como una promesa sin ataduras, y si algo tiene un peso es-

pecífico para el espíritu imperante entre las vanguardias artísticas de comienzos del siglo XX es precisamente el futuro

promisorio que se vislumbra en todos los campos de la actividad humana; futuro ya prefigurado y anunciado desde

finales del siglo precedente gracias a las grandes transformaciones operadas por la Revolución Industrial.

Cesar Daly ya había representado a la Arquitectura a mediados del siglo XIX, como una Diosa que conduciendo una lo-

comotora a vapor llamada “Progreso”, se dirige hacia un sol maravilloso y promisor, rodando sobre lo Bello, lo Verdade-

ro y lo Útil, y repitiendo en el eco de su marcha: “Respeto por el Pasado, Libertad en el Presente, Fe en el Porvenir” (2).

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El Proyecto Moderno encuentra entonces en América y en muchos de sus intelectuales más prestigiosos, muchos de

ellos formados en Europa, esa tierra firme y joven, bañada por ese sol resplandeciente, donde arraigarse y crecer. Pero

los caminos para ese arraigo se diferencian desde el mismo comienzo.

En Brasil vale la pena recordar a Lucio Costa, quien en 1948 escribe una réplica al periodista Geraldo Ferraz a raíz de

una polémica suscitada por la publicación del libro Arquitectura Contemporánea en Brasil; Lucio Costa habla acerca

de la “auténtica simiente plantada en buena hora por Le Corbusier” durante su permanencia de tres meses en Brasil

y hace alusión al “espíritu predispuesto y receptivo” de sus colegas para dar una respuesta instantánea a esa “centella

inicial” de Corbusier y poner en práctica sus teorías.

Corbusier va a tener sin duda un peso especifico importantísimo en el panorama de la arquitectura brasileña del siglo

XX y el Edificio para el Ministerio de Educación y Salud en Río de Janeiro siempre ha sido considerado como un punto

de partida fundamental para esa arquitectura de vanguardia y es frecuente que se haga alusión en las publicaciones de

la época, a nivel internacional, a algunos arquitectos brasileños, Niemeyer entre ellos, como “discípulos” de Corbusier.

En Venezuela el camino es otro, Carlos Raúl Villanueva ya tiene veinte años de ejercicio profesional en el país para

1948. En 1928 había traído consigo desde París la simiente de ese Espíritu Nuevo que acompañaba las ideas de Cor-

busier; no hay que olvidar que Villanueva vive y se forma en Francia, en Paris estudia primero en el Liceo Condorcet

y luego en la Escuela de Bellas Artes. Formado en la Academia y en la efervescencia de las vanguardias europeas, en

1950 Villanueva publica en Paris el libro La Caracas de Ayer y de Hoy, Su Arquitectura Colonial, la Reurbanización de El

Silencio; abriendo el camino a una arquitectura de síntesis, que bien podría acompañarse con el eco de la locomotora

de Daly. Años más tarde en la edición revisada y ampliada publicada con motivo de la celebración de Cuatricentenario

de Caracas bajo el titulo de Caracas en Tres Tiempos, Villanueva insiste en afirmar “en el momento en que se fraguan

las bases de la arquitectura contemporánea venezolana, es oportuno volver un poco la vista al pasado” (3) y ese

pasado es el nuestro y no otro.

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Brasil y Venezuela evidencian además un rasgo compartido en la América del Sur, son jóvenes de cuerpo y espíritu. Su

gente, bien sea por edad o por forma de ser, es así, joven por naturaleza, y la juventud implica fuerza y audacia, valor

y coraje para asumir los riesgos que el presente y el futuro prometen, y ese valor de juventud será crucial para llevar

adelante los ideales y las formas de una nueva arquitectura. Quizás ese rasgo se deba en parte a que ambos estuvieran

poblados al momento del descubrimiento por tribus indígenas dispersas y porque en ambos la mezcla de razas se diera

con “naturalidad”.

Ese Hombre Nuevo, es por una parte el Brasileño del cual nos habla Blaise Cendrars en Le Brésil, Des hommes sont ve-

nus texto publicado en 1952, acompañado de fotografías de Jean Manzon; hombre en el que todas las sangres se mez-

clan y expresan en la coloración variada de la piel, hombre en plena evolución mental, inmerso en la transformación de

su hábitat. Cendrars cita a Euclides da Cunha quien en 1902 escribía: “Condenados a la civilización, debemos progresar

o perecer…..nuestra elección no tiene duda, ya que estamos predestinados a ser una raza histórica en el futuro”. (4)

Venezuela por su parte es el Caribe, tierra ardiente y huracanada, poblada de descendientes de “gente de amor al arte

y a la aventura, con cierto genio alocado, a veces ricos, a veces pobres, pero para quienes no hay ventana abierta a la

curiosidad por donde no saquen la cabeza” (5).

Es el trópico, ese donde no existían ni ciudades populosas, ni grandes templos, ni palacios; así que fueron su geografía,

su fauna y su flora las que hicieron creer a los europeos que allí se encontraba el Paraíso Terrenal y que por ello pasó a

ser “una exaltada comedia de exageraciones” en la que los “jóvenes del viejo mundo enloquecieron. De las islas tenían

que partir los caminos que llevaran a El Dorado. Las playas se creían sembradas de huevos de oro; el fondo de los gol-

fos, de perlas. Los bosques, aromados de canela” (6).

Ese paraíso se hizo posible porque en América todo enciende la imaginación, todo es grande y fantástico, inmenso

muchas veces, milagroso otras tantas. Brasil, el gigante del sur, con sus 8.511.965 km2 de superficie avasalla a sus

vecinos, reduciendo a casi nada los 912.050 km2 de Venezuela, que aun siendo mucho más pequeña, es a su vez más

grande que cualquiera de los países europeos. Esa geografía inmensa y exuberante, con sus selvas, sus grandes ríos, sus

montañas, sus llanuras, dan forma a ese Paraíso Terrestre que se abre a los ojos de Europa y cuya luz, por sobre todas

las cosas, hace afirmar a Corbusier:“bajo semejante luz la arquitectura nacerá¨, tal y como ciertamente ocurrió. Y es a

mediados del siglo XX cuando América es descubierta de nuevo pero ahora “a través de su arquitectura”.

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TIEMPO

1948-1958 Esta es una década de oro para la arquitectura latinoamericana y serán precisamente Brasil y Venezue-

la los países que marcaran pauta en América del Sur durante ese período. Sin embargo, debemos ir atrás para destacar

algunos hechos importantes. El más significativo es el desarrollo desigual de la arquitectura en ambos países. Basta

comparar simplemente las fotografías de las distintas ciudades brasileñas de comienzos del siglo XX para entender el

contraste con las ciudades venezolanas, poco desarrolladas, tanto desde el punto de vista urbano como en términos

de su arquitectura. La ciudad colonial venezolana casi que se prolonga hasta el siglo XX, conviviendo con la arquitectura

afrancesada realizada, exclusivamente en la ciudad de Caracas, durante los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco entre

1870-1888 (7). Caracas contaba para ese tiempo con menos de cincuenta mil habitantes y Venezuela era un país que

literalmente se había saltado el siglo XIX.

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En Brasil, ya para mediados del siglo, en 1956, el libro publicado por Henrique Mindlin bajo el titulo de Modern Ar-

chitecture in Brazil, con ediciones en inglés, francés y alemán, nos da una idea de la amplitud del fenómeno de la

arquitectura moderna en ese país; el volumen de la obra reseñada, realizada entre 1937 y 1955, en distintas ciudades,

fundamentalmente en Río de Janeiro y Sao Paulo, además del número de arquitectos cuya obra se presenta, es impor-

tante y si consideramos además el debate que sobre la arquitectura tuvo lugar durante esos años a través de prensa,

revistas y publicaciones a nivel nacional, nos encontramos frente a un panorama diametralmente opuesto a lo ocurrido

en Venezuela.

Es en 1964 cuando Sibyl Moholy-Nagy publica el libro Carlos Raúl Villanueva y la Arquitectura de Venezuela, con edi-

ciones en inglés y alemán, y cinco años más tarde Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani publican Caracas a través

de su Arquitectura. Gasparini desarrolla la primera parte correspondiente a la evolución de la ciudad y su arquitectura

desde su fundación hasta finales del siglo XIX; Posani pasa revista a lo ocurrido en ese ámbito en el siglo XX. Este

panorama, restringido a Caracas y a doce años de distancia de la publicación de Mindlin, nos permite comprender esta

marcada diferenciación. En Brasil existió un inmenso rompecabezas que se fue armando pacientemente, pieza por

pieza, aunque a veces se pensara lo contrario; en Venezuela se trató más bien de un trabajo en solitario que reposó en

los hombros de Villanueva.

En 1925, Gregorio Warchavchik publica en el Correio da Maha un artículo: Acerca de la Arquitectura Moderna; tres

años más tarde, en 1928, cuando Villanueva llega a Venezuela, el General Juan Vicente Gómez (8) no tenía mucha idea

de lo que era un arquitecto, la explicación que le diera su hijo para recomendar la contratación de Villanueva para tra-

bajar en el Ministerio de Obras Públicas fue las siguiente: los arquitectos hacen las cosas buenas como los ingenieros

pero también bonitas, a lo que Gómez respondió: pues si es bueno y bonito se le puede contratar. Es en esa Venezuela

atrasada y rural donde Villanueva inicia su labor profesional.

Para 1928 Warchavchik construye la casa de la Rua Itápolis en Sao Paulo, uno de los primeros ejemplos de la nueva ar-

quitectura racional. Pese a la situación diversa de Venezuela, en 1934 Villanueva acorta distancias y construye su prim-

era casa particular, igualmente inspirada en las pautas delineadas para la nueva arquitectura. Ambos ejemplos tienen

poco que ver con el medio donde se inscriben, en lugar de Sao Paulo o Caracas podrían ser vecinas de la casa ficticia

que Jacques Tati nos presenta años más tarde en la película Mon Oncle, pero ambas, pese a cualquier apreciación, se

presentan como verdaderos “manifiestos” de lo que deberá ser un nuevo camino para la arquitectura.

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Pasaran casi diez años para que en 1937 se produzcan dos hechos significativos: la construcción del Ministerio de Edu-

cación y Salud en Río de Janeiro por un lado y la participación de Villanueva en la Exposición Internacional de las Artes

y de las Técnicas en la vida Moderna realizada ese año en Paris.

En Brasil es el tiempo del “Estado Novo”, está en el gobierno Getulio Vargas (1934-46), que se muestra favorable a la

nueva arquitectura en un país donde en opinión de Lucio Costa “todo está prácticamente por hacer y hay tanta cosa

por deshacer”. El esfuerzo realizado para convencer a las autoridades para traer a Le Corbusier y la “actitud aparente-

mente insubordinada” de Oscar de Almeida Soares, quien para ese momento trabaja en la oficina de Lucio Costa y

exige su inclusión en el equipo de trabajo que adelantaría el proyecto del Ministerio, en igualdad de condiciones a los

profesionales de mayor experiencia, dieron fruto al edificio que en opinión del mismo Villanueva paso a ser una de las

obras de arquitectura más importantes del siglo XX.

Para ese mismo momento Venezuela es un país en transición entre la prologada dictadura del general Juan Vicente

Gómez y la Presidencia del general Eleazar López Contreras con la que se inicia una etapa de apertura política y de

modernización del país.

Villanueva proyecta junto con Luis Malaussena el pabellón de Venezuela para la exposición de Paris, pero lo verdad-

eramente significativo para Villanueva va a ser sumergirse de nuevo en un medio estimulante, junto a arquitectos de

la estatura de Perret, Corbusier, Aalto, Mallet Stevens o Sert, con algunos de los que mantendrá amistad en el futuro,

y artistas como Leger, Laurens, Calder, Miró, o Delaunay, algunos de los cuales trabajaran años más tarde con él en el

proyecto de Síntesis de las Artes de la Ciudad Universitaria de Caracas. También es bueno resaltar la participación de

Villanueva en el V CIAM que versa sobre el tema de la “Vivienda y el Ocio”, por la importante labor que realizará más

tarde en el Banco Obrero en el campo de la vivienda pública y el hecho de que cursara estudios de Urbanismo en la

Universidad de Paris, pues la ciudad siempre formará parte de su arquitectura.

1937 contiene así la semilla de aquello que florecerá y dará frutos al llegar el momento propicio entre 1948 y 1958.

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ARQUITECTURA

OSCAR NIEMEYER Y CARLOS RAÚL VILLANUEVA tomaron caminos diametralmente opuestos en

su arquitectura y esas diferencias son fáciles de observar a través de sus respectivas obras. Arquitecto y arquitectura

van a cristalizar en cada caso a través de prismas que van a templarse desde la condición humana y vital de cada uno

de ellos.

Villanueva nace con el siglo XX en Londres y pasa los primeros veintiocho años de su vida en Europa (9). Quizás esa

distancia le permitió luego una relación distinta, más diáfana, con la cultura, el medio ambiente y la arquitectura local

de Venezuela, que para él resultó como país algo verdaderamente nuevo, aún cuando el peso específico de su familia

paterna hiciera que lo tuviera siempre “a la vuelta de la esquina” aún estando en Francia (10).

Niemeyer nace a finales de 1907 en Río de Janeiro; Brasil ha sido siempre su contexto de vida, se ha formado tenién-

dola delante de sus ojos, es allí donde tiene sus raíces, donde recibe su titulo como ingeniero-arquitecto en 1934. De

Europa recibe los ecos de la nueva arquitectura que viaja a Brasil en la figura de Le Corbusier.

Villanueva va a afianzarse definitivamente en Venezuela a partir de 1928, sin perder nunca sus lazos con Francia ni

con sus compañeros de estudio y amigos europeos. Es en Venezuela donde va a llevar adelante su extenso trabajo

profesional, siendo precisamente la década comprendida entre 1948 y 1958 el período en el cual va a realizar lo más

significativo de su obra. A partir de 1958, con el inicio del período democrático, restringe su trabajo a la Ciudad Uni-

versitaria, pero a un ritmo muy distinto al de años anteriores y aparte de esto realizará solo tres obras importantes: el

nuevo edificio para el Museo de Bellas Artes en Caracas de 1966, el Pabellón de Montreal de 1967 y el Museo Soto en

Ciudad Bolívar de 1970.

En ese mismo período 48-58 y después de su participación en el proyecto del Ministerio, Niemeyer realiza algunas

obras, la más significativa de todas es el proyecto de Brasilia que se construye entre 1957 y 1960. En 1966 sale al exilio y

se radica en Francia abriendo una oficina particular en los Campos Elíseos y será a partir de ese momento y, más tarde,

después de su regreso a Brasil en los años ochenta, cuando va a realizar la mayor parte de su obra, permaneciendo

activo hasta hoy gracias a una salud envidiable.

La vida los lleva por caminos distintos, en medios y momentos diferentes. Pero si queremos ir a la primera y mayor

divergencia entre Niemeyer y Villanueva, no es otra que la manera de entender la labor del arquitecto y el objeto de la

arquitectura, y esa es una constante que no ha de cambiar nunca.

Villanueva había templado su espíritu con el Movimiento Moderno, era un arquitecto moderno por convicción y asum-

ió la arquitectura como “un hecho social por excelencia”. Para él la arquitectura es matriz que envuelve vida, su objeto

es dar forma al espacio donde se desarrolla la vida del hombre. Villanueva hace suya la “causa” de la arquitectura

moderna en relación al papel que ésta debe cumplir en la sociedad nueva que ya se prefigura. Como bien dijera Juan

Pedro Posani “concebía la acción de delimitar el espacio, de organizarlo y entregarlo a la vida de los demás, como la

acción suprema, dotada de todo el valor simbólico del constructor: el ser más positivo, el Eupalinos de Valéry a quien,

él mismo, a menudo citaba” (11).

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Niemeyer por su parte es un profesional seducido por las nuevas formas que se abren paso en la arquitectura y por

las infinitas posibilidades que las nuevas tecnologías y materiales permiten. Sus preocupaciones son otras, menos

comprometidas socialmente pese a su filiación política bien conocida. Lo guía ese espíritu individual que busca en la

creación lo nuevo y más que eso, lo diferente. Para él la arquitectura es esencialmente “belleza plástica”

Es curioso hacer notar que en su cuaderno de apuntes personales Villanueva escribe, “Reidy si, Niemeyer no”, y es que

para él, el hecho de “esgrimir un vago ideal de formas perfectas cuya supuesta verdad es garantía de catarsis univer-

sal”, ese declararse “a favor de una libertad plástica casi ilimitada”, le produce “la sospecha de que tales formas y tales

condiciones no sean sino una nueva manifestación de la vieja tendencia a la evasión y al escape académico” (12).

Marcada esta diferencia sustantiva, tomemos algunas obras para ver qué nos dicen en su comparación. Esas obras son:

Los edificios de Pampulha, en Minas Gerais de 1942 y la Reurbanización de El Silencio, en Caracas de 1941-45.

El Colegio Cataguases de 1945-49 y la Escuela Gran Colombia en Caracas de 1939-42.

La casa Das Canoas en Río de Janeiro de 1953 y las casas Caoma en Caracas de 1952-53 y Sotavento en Caraballeda de

1957.

Brasilia de 1957-60 y la Ciudad Universitaria de Caracas de 1944-70.

PAMPULHA–EL SILENCIO

La historia del proyecto de Pampulha comienza cuando Niemeyer conoce a Juscelino Kubistchek en el momento en

que era candidato a la prefectura de Belo Horizonte. Más tarde, ya elegido como prefecto le propone a Niemeyer el

proyecto para construir “un barrio de ocio; un barrio lindo, con casino, club, iglesia y restaurante”.

La Reurbanización de El Silencio comienza cuando el Banco Obrero convoca a un concurso en el que Villanueva resulta

ganador, para adelantar el proyecto de un conjunto de vivienda pública que sustituyera el barrio insalubre del mismo

nombre que se encontraba al extremo oeste del gran eje de la futura Avenida Bolívar de Caracas, proyectada dentro

del Plan de Urbanismo de 1939.

Niemeyer hace sus primeros esquemas en una noche, en su habitación del Grande Hotel y según sus propias palabras

el proyecto le interesaba vivamente ya que significaba la oportunidad de confrontar la monotonía que cercaba a la ar-

quitectura contemporánea, por un funcionalismo mal entendido que constreñía las libertades plásticas que el concreto

armado permitía.

Villanueva se pone al frente del recién creado Departamento Técnico del Banco Obrero y enfrenta “el primer proyecto

de tal naturaleza emprendido con la participación de un gobierno latinoamericano” y como bien lo precisara Sibyl

Moholy-Nagy, “Villanueva tuvo que aportar soluciones inéditas porque los problemas que enfrentaba carecían de

precedentes” (13).

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En Pampuha se construyen la Casa do Baile, el Casino, el Yatch Club y la Iglesia de San Francisco, con formas expresivas

y libres, tal y como el sitio y el tema lo permiten, formas que por demás son compartidas para ese momento con buena

parte de la arquitectura brasileña.

En Caracas se construye, en medio de grandes restricciones económicas, un barrio residencial compuesto por siete

bloques, 7.797 apartamentos y 207 locales comerciales. El proyecto es una verdadera proeza desde el punto de vista

técnico ya que el conjunto se levanta a varios metros por encima de la cota original del suelo y los edificios se soportan

en inmensos pórticos que dejan pasar en el subsuelo las quebradas existentes que fueron embauladas.

Los siete bloques dan cara y forma a la ciudad, reinterpretando elementos de la arquitectura tradicional y ofreciendo

a los caraqueños galerías cubiertas para transitar y una gran plaza que ha sido en el tiempo uno de los escenarios más

privilegiados de la vida ciudadana. Hacia adentro los edificios se tallan con un lenguaje nuevo que es todo movimiento,

rodeando los patios internos que tienen su razón de ser en la dinámica de la vida familiar y en la necesidad de espacios

verdes para el descanso y el juego de los niños en el centro de la ciudad.

Si algo distingue entonces a Villanueva de Niemeyer, es por el hecho de que Villanueva, por escogencia propia, tra-

bajó exclusivamente para el Estado venezolano que le otorgó “la posibilidad de imaginar un entorno, un espacio, cuya

definición implicaba saltar por encima de las pequeñas contingencias políticas o económicas, del transcurrir conflictivo

de los días, para entregarse a la visión monumental de la arquitectura de uso público, convertida en símbolo y mecan-

ismo de vida urbana, tal y como había visto y experimentado en Paris en sus años de estudiante” (14).

COLEGIO CATAGUASES-ESCUELA GRAN COLOMBIA

La historia de Cataguases es verdaderamente singular. Su prosperidad económica aunada con la formación de una élite

económica e intelectual, transformaron a una pequeña ciudad del interior, cercana a Río de Janeiro, en Minas Gerais,

en un laboratorio de experimentación que se volcó primero en el cine y la literatura, dando paso en 1940 a un interés

por la arquitectura modernista que tuvo allí la oportunidad de experimentar, no solo en su nuevo vocabulario, sino que

además dio cabida a numerosos artistas plásticos que tuvieron en casas, escuelas, iglesias, hoteles y plazas, el espacio

propicio para darle cabida a sus obras.

Casi al mismo tiempo y partir de los cambios políticos ocurridos en Venezuela, para 1935 Caracas comienza a renovar

su casco tradicional y se acentúa la expansión de la ciudad en modernas urbanizaciones; surge entonces un escenario

propicio para la aparición de nuevas tendencias arquitectónicas y urbanísticas; comienza también un esfuerzo por

parte del Ministerio de Educación para difundir la educación primaria y secundaria, y la arquitectura educacional se

transforma en un vehículo importante para la experimentación y difusión de los principios de la arquitectura funcion-

alista en el país.

En Cataguases destaca la figura de Francisco Inacio Peixoto, intelectual perteneciente a una acaudalada familia de

industriales de la zona, quien encarga a Niemeyer el proyecto para su residencia particular y luego el proyecto para

el Colegio Cataguases. La casa no tiene realmente ningún interés particular, es una casa sencilla destinada a la vida

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familiar. El colegio es un edificio moderno, correcto, de tres plantas destinado a recibir una población de trescientos

estudiantes de los cuales la mitad estarían internos.

En Caracas, el Ministerio de Obras Públicas construye diversas escuelas para el Ministerio de Educación; en 1936 el

Liceo Caracas proyectado por el arquitecto Cipriano Domínguez; en 1937 el edificio de la Experimental Venezuela del

arquitecto Herman Blasser y en 1939 la Escuela Gran Colombia de Villanueva. Estos nuevos edificios educacionales

responden al intento de enfrentar las exigencias de la pedagogía moderna en una Venezuela que tiene ahora un desar-

rollo mucho más acelerado.

El colegio de Niemeyer es un paralelepípedo alargado que se levanta sobre pilotis, dejando parte de su planta baja

libre. Lo más resaltante, visto desde fuera, es la marquesina que sirve para marcar el acceso principal del edificio desde

el estacionamiento. El edificio está rodeado de jardines y no responde a ninguna solicitación urbana. En la planta baja

se desarrollan los usos comunes incluyendo un pequeño auditorio, la primera planta es para las distintas aulas y la seg-

unda para los dormitorios de los alumnos internos. Cada uso se expresa en la fachada de una manera diferente y llama

poderosamente la atención lo poco generosas que son las áreas de intercambio y de vida comunitaria del colegio.

La escuela de Villanueva es una escuela primaria eminentemente urbana. Los niños pueden llegar a ella caminando

por la acera de la mano de sus padres. La fachada principal es bastante cerrada, con una volumetría que saca buen

partido de los juegos de luces y sombras. Sobre la puerta de entrada un simple alero y el reloj que marca el tiempo de

la jornada educativa. El elemento central de la escuela es el gran patio, desde el cual se puede acceder a las aulas por

unas escaleras que se transforman en espacio vivo dentro de la dinámica natural de la escuela. Las aulas a su vez son

abiertas y se expanden hacia un patio lateral, por lo que aula es más que un aula, porque toda la escuela tiene algo

más que los espacios del programa de una escuela, y es esa “plusvalía” la que promueve y estimula la interacción de

sus integrantes (15).

El Colegio Cataguases tiene una característica particular, está “repleto de obras de arte”: el gran mural Tiradentes de

Portinari, las formas en relieve de Paulo Werneck, una escultura de Jan Zack, los jardines de Burle Marx y los muebles

de Joaquim Tenreiro; un verdadero alarde creativo para un edificio tan pequeño.

En la Escuela solo hay un relieve del escultor Francisco Narváez que recibe a los niños en la puerta y que representa La

Educación.

Colegio y Escuela se distancian en definitiva por la decisión de Villanueva de “excluirse a sí mismo de un sector de-

terminante de la realización arquitectónica”, decisión que según Posani “fue digna de la modestia y del sentido casi

espartano que del espacio poseía Villanueva”, lo que significó para él “el más absoluto rechazo por el nuevorriquismo

y el lujo”, hecho que “lo condujo a dedicar su labor a una obra de creación en la cual se satisfacían los requisitos más

altos de lo que él consideraba arquitectura” (16):

“Arte utilitario, como proyección de la vida misma, ligado a problemas económicos y sociales y no únicamente a nor-

mas estéticas. Su principal misión: Resolver hechos humanos” (17).

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DAS CANOAS-CAOMA y SOTAVENTO

Si hay una obra por la cual uno puede acercarse mejor a un arquitecto, es a través del proyecto de su propia casa; allí

se muestra como hombre y nos desvela a la arquitectura en su forma de vivir.

La casa Das Canoas está situada en un sitio increíble al cual podemos acceder fácilmente desde google earth. En me-

dio de una tupida vegetación la casa desaparece y, como lo hacen por lo general todas las obras de Niemeyer, la casa

aprovecha las condiciones de un sitio excepcional.

Las casas de Villanueva, ambas, están ubicadas en contextos urbanos, Caoma en la urbanización La Florida de Caracas;

Sotavento en la urbanización Palmar Este de Caraballeda. Nada excepcional en el entorno, ninguna vista privilegiada,

ningún accidente geográfico, solo parcelas urbanas similares a las vecinas y en el caso de Sotavento de unas dimen-

siones tan reducidas que a cualquier arquitecto le hubiera costado trabajo sacar partido a una obra con condiciones

tan restringidas (18).

Niemeyer proyecta su casa en diálogo con la naturaleza y el sitio, la “caprichosa” forma de la cubierta se extiende libre-

mente para cubrir un adentro y un afuera de la casa tomando como centro la gran roca preexistente y la piscina que

mira sobre el Atlántico.

Las casas de Villanueva se cierran sobre sí mismas, buscando la intimidad de la vida familiar en el caso de Caoma y la

valoración del espacio interior que se expande y da cuerpo a Sotavento. La casa de Caracas retoma para si toda la sabi-

duría de las casas urbanas de antaño, se cierra hacia la calle y crea los espacios de transición necesarios para proteger

su intimidad. Sotavento se esconde a sí misma y se apodera del poco espacio libre que la rodea para hacer respirar a

la casa.

Todo es abierto en la casa de Niemeyer, solo dos paredes curvas definen el lugar de las funciones de estar y comer; el

revestimiento de los muros, los pilares y los grandes planos de vidrio definen la casa, los muebles van de acuerdo a la

arquitectura, nada parece estar fuera de lugar, podríamos decir que es una casa de un “diseño” acabado.

Page 13: Espacio Tiempo Arquitectura

La casa de Villanueva en Caracas tiene todas las funciones sociales bien definidas, aunque todas forman parte de un

solo espacio de rasgos modernos; cada función disfruta de su autonomía, incluyendo al hermoso jardín que se extiende

detrás de la casa. Es una buena casa para la vida familiar que se ha adaptado bien al paso del tiempo. Sotavento es

otra cosa, es una casa liberada de cualquier convención, el espacio es uno y su función varía según la propia dinámica

de uso de la casa. El cuerpo de la casa es un todo formado por un esqueleto y una piel que lo recubre; casa orgánica

que respira, duerme y despierta junto al amanecer y el ocaso de cada día. Es ejemplo de esa arquitectura nueva que

ha sabido entender que “la realidad de un edificio no consiste en las cuatro paredes, ni en el techo, sino en el espacio

cerrado, en el espacio dentro del cual se vive” (19). Dentro, la vida se refleja, en ambas casas, en el mobiliario que no

pertenece a un tiempo específico, lo colonial se mezcla con lo moderno y lo tradicional, los chinchorros se balancean

rodeados de obras de arte, que a veces suben por las escaleras e invaden los baños como testimonios de vivencias

compartidas (20).

Espacio interior y vida son los acentos más importantes de la arquitectura de Villanueva quien afirmaba que “el pro-

grama concebido desde el punto de vista cualitativo y como relación de espacios que resuelvan las funciones humanas

y las representen, constituye el elemento fundamental que puede garantizar esa unidad arquitectónica que antes re-

posaba en principios figurativos únicamente” (21).

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BRASILIA-CIUDAD UNIVERSITARIA

Niemeyer comenzó a pensar en Brasilia “cierta mañana -en Septiembre de 1956- cuando Juscelino Kubitschek, bajó de

su automóvil en la Estrada de Gavea, se detuvo frente a su casa y lo llevó hasta la ciudad para plantearle el proyecto. A

partir de ese momento y según sus propias palabras, comenzó a vivir en función de Brasilia (22).

En Venezuela, el Plan de Obras Públicas Nacionales de 1942 incluía el proyecto para la construcción de la Ciudad Uni-

versitaria de Caracas. Villanueva en su calidad de arquitecto a las órdenes del Ministerio de Obras Públicas forma parte

de la comisión para el estudio del proyecto, en 1943 se crea el Instituto de la Ciudad Universitaria para tomar a su cargo

la obra y no será sino hasta 1945, cuando se organiza el Departamento de Proyectos, cuando Villanueva tome verdad- y no será sino hasta 1945, cuando se organiza el Departamento de Proyectos, cuando Villanueva tome verdad-, cuando se organiza el Departamento de Proyectos, cuando Villanueva tome verdad-

eramente la conducción de la obra con una cierta autonomía. A partir de ese momento va a compartir su dedicación

entre el proyecto para la Ciudad Universitaria y su trabajo dentro del Banco Obrero que termina en 1958 (23).

Pese a que el ofrecimiento de Kubitschek abarcaba el desarrollo integral del proyecto, Niemeyer solo aceptó tomar

a su cargo el de los edificios de las zonas oficiales por lo que el Plan Piloto fue sometido a concurso y dentro de una

acalorada polémica fue finalmente encomendado a Lucio Costa, con quien Niemeyer sabía que se podría entender

muy bien. Brasilia fue concebida como un proyecto “cerrado”, rígido en cuanto a su organización espacial pese a su

aspecto vanguardista.

En Caracas, Villanueva asume tanto el proyecto de conjunto como el de los distintos edificios, ya que entiende el

proyecto de manera integral. A partir de la propuesta inicial de 1944 el conjunto va sufriendo una metamorfosis con-

stante en la que Villanueva “sin dogmas, miedos o prejuicios está permanentemente atento a los cambios y nuevas

exigencias para, con decisión, adelantarse y experimentar soluciones, comprobando y modificando el conjunto en una

búsqueda incesante” (24). Es entonces un proyecto vivo y abierto que evoluciona desde una primera propuesta aca-

demicista hasta transformarse en un gran ejemplo de urbanismo moderno, acabado y exitoso; “donde más allá de todo

interés formal por conservar la unidad del conjunto, rige el principio de seguir en todo momento la libertad expresiva

más completa, sin temor a yuxtaposiciones de elementos heterogéneos, y en todo caso prefiriendo la yuxtaposición a

la conservación de formas y esquemas ya carentes de toda vitalidad interna” (25).

En Brasilia la escala es monumental, está en función de la inmensidad del lugar y gracias a su arquitectura se trans-

forma en algo que resulta bastante parecido a un escenario de ciencia ficción y en consecuencia bien distinto a una

propuesta innovadora y moderna de un ambiente urbano “habitable”. Los edificios de Niemeyer hacen parte de esa

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monumentalidad caracterizada por las formas puras y las audaces estructuras, que producen una arquitectura “sospe-

chosamente” perfecta; obras de un “ gigantismo descomunal” marcando una tendencia que llevó a muchas contro-

versias y que hizo que Felix Candela expresara su temor ante “una cierta tendencia, que ha venido desarrollándose

entre muchos arquitectos prominentes, de proyectar y ejecutar estructuras extraordinarias con un marcado propósito

exhibicionista”(26).

En Caracas Villanueva transforma lo que iba a ser un convencional “campus universitario” en una “ciudad universitaria”

con carácter urbano; y como en cualquier ciudad en ella hay densidades, variedad de espacios y funciones. Lo urbano

y lo arquitectónico se entrelazan, los edificios hacen parte de lo urbano y lo urbano hace parte de los edificios, que en

sus plantas bajas cobijan cafeterías, salas de exposiciones, talleres, auditorios y bibliotecas, todos articulados por un

tejido de espacios públicos y galerías cubiertas que dotan a la planta noble de la universidad de un carácter urbano rico

y estimulante a escala del hombre.

Si en Brasilia la Plaza de los Tres Poderes es un verdadero descampado, donde, según Francisco Bullrich, la tentativa de

cruzarla se transforma rápidamente de un sueño en una pesadilla bajo la inclemencia de un sol abrazador, y cuya falta

de protección hace que todo el mundo desee abandonar rápidamente el lugar al culminar cualquier acto público. En la

universidad Villanueva realiza en la Plaza Cubierta una verdadera reinterpretación de la plaza latina protegida del sol

por la frondosidad de los árboles; solo que en este caso no son árboles sino una cubierta irregular de concreto la que

brinda protección. La Plaza, espacio de reunión, permanencia y tránsito, sirve a unos poderes bien distintos a los de

Brasilia, son los poderes del “cultivo del espíritu”, y hace gala de la escala perfecta que Alvar Aalto aseguraba que debía

tener una buena plaza, aquella en la cual es posible reconocer los rasgos familiares de una persona a la distancia (27).

Page 16: Espacio Tiempo Arquitectura

El Aula Magna, la Sala de Conciertos, el Paraninfo, la Biblioteca Central dan vida y complemento a la Plaza y el Arte

tiene allí un lugar privilegiado dentro de una experiencia excepcional de Síntesis de las Artes que alcanza su mayor y

mejor expresión al interior del Aula Magna con las Nubes de Alexander Calder. Pero el Aula Magna encierra un valor

mucho más trascendente en la arquitectura de Villanueva que no es otro que el de “estar hecha de simple y puro es-

pacio arquitectónico, escultórico y humano” y de presentarnos “en su modesta y descarnada franqueza, los rasgos de

lo esencial” (28).

Brasilia y la Ciudad Universitaria de Caracas han sido incluidas con merecida razón dentro del listado de Patrimonio

Mundial por la Unesco, y aunque es bueno recordar que la arquitectura de un país no puede entenderse a través de

la arquitectura de un solo hombre, he tratado de acercarme aquí a un Espacio, un Tiempo y una Arquitectura, vistos

a través de dos grandes arquitectos, uno el “enfant terrible” de la arquitectura brasileña; el otro un verdadero “dia-

blo”(29) de la arquitectura; en un discurso en el que creo que ha quedado claro que como arquitecto e hija he vendido

todos mis afectos al “diablo”, pues juro, junto al poeta Walt Whitman:“Que un día los arquitectos entenderán al hom-

bre y lo justificarán. El mejor de ellos será el que mejor lo conozca y le sea más fiel: el mejor arquitecto será aquel que

dignifique al hombre” (30).

Page 17: Espacio Tiempo Arquitectura

NOTAS

1-Germán Arciniegas en Biografía del Caribe, p.27.

2-César Daly es un personaje apasionante y poco conocido de la arquitectura del siglo XIX; su labor al frente de la Revue Generale de L’Architecture et des Travaux Publics, publicada entre 1839 y 1888, entre muchas otras publicaciones, es pionera para la época.

3-Carlos Raúl Villanueva en Caracas en Tres Tiempos, El Sentido de Nuestra Arquitectura Colonial, p.37.

4- Euclides da Cunha, autor de Os Sertões publicado en 1902, primer libro de la literatura brasileña moderna, considerado el primer clásico, citado por Blaise Cendrars en Le Brésil, Des Hommes sont venus, p.p 23, 24.

5-Germán Arciniegas, Op. Cit. p.19.

6-Ibidem p.19.

7-Esos períodos de gobierno fueron conocidos como el septenio de 1870-77, el quinquenio, 1879-84 y un último período más corto 1886-88.

8-Juan Vicente Gómez toma el poder en 1908 y gobernó a Venezuela en una dictadura que terminó con su muerte en 1935.

9-Hijo de un diplomático venezolano en ejercicio de funciones por lo que siempre tuvo la nacionalidad venezolana por nacimiento.

10-El abuelo y el padre de Villanueva tuvieron una trayectoria importante en la política y la historia de Venezuela; su abuelo Laureano Villanueva llegó a ser presidente provisional de la República y Rector de la Universidad Central de Venezuela; su padre se dedicó al estudio de la Historia de Venezuela y Latinoamérica después de abandonar el servicio diplomático. Entre los documentos de su familia se encontró buena parte del archivo del Libertador, conservado por su abuelo, el cual fue donado a la Academia de la Historia por Villanueva.

11-Juan Pedro Posani en Catálogo de la Exposición La Arquitectura de Carlos Raúl Villanueva.

12-Carlos Raúl Villanueva en Textos Escogidos, p.11.

13-Sibyl Moholy-Nagy en Carlos Raúl Villanueva y la arquitectura de Venezuela, p. 27.

14-Juan Pedro Posani, Op. Cit. p.

15-Años más tarde en los edificios de la Ciudad Universitaria, Villanueva fue igualmente generoso con los espacios comunes, ver por ejemplo la amplitud del espacio de circulación en las plantas tipo de la torres de aulas de la Facultad de Arquitectura, espacio que ha sido ampliamente utilizado y disfrutado mucho más allá de su función original.

16- Juan Pedro Posani, Op. Cit. p.

17-Carlos Raúl Villanueva, Op. Cit., p.27.

18-Las dimensiones del terreno son: 17,04 x 30,50 metros.

19-Cita de Lao-Tse que le gustaba mucho a Villanueva; ver en Textos Escogidos p. 41.

20-El baño de la planta baja de Caoma es uno de los espacios más conocidos de la casa, su techo y sus paredes están cubiertos de firmas y dedi-catorias, cartas, fotografías, postales. Por otra parte, las obras de arte siempre fueron consideradas por Villanueva como la presencia amable y estimulante de sus amigos en su casa.

21- Carlos Raúl Villanueva, Op. Cit., p.40.

22- Oscar Niemeyer en Mi experiencia en Brasilia, Revista Punto #18.

23-La labor de Villanueva en el Banco Obrero fue realmente extensa e innovadora, comienza con el Plan Nacional de Vivienda al terminar la Re-urbanización de El Silencio y termina con la experiencia de los superbloques del Cerro Piloto y el 23 de Enero. Esa experiencia, de dimensiones descomunales, la lleva adelante Villanueva al frente del TABO (Taller de Arquitectura del Banco Obrero) y en paralelo con el proyecto y construc-ción de la Ciudad Universitaria.

24-Maciá Pintó en Carlos Raúl Villanueva, p.52.

25-Juan Pedro Posani en Caracas a través de su Arquitectura, p. 369.

26-Felix Candela al decir esto se refiere explícitamente a Niemayer; Arquitectura y Estructuralismo, fue el título de su conferencia para un Con-greso de la UIA realizado en México. Ese texto fue publicado primero en Madrid en 1963 y luego en Caracas en 1964.

27-En su cuaderno de Apuntes Personales, Villanueva asienta esa recomendación que le hiciera Alvar Aalto, por quien Villanueva tenía una gran estima y admiración.

28-Maciá Pintó, Op. Cit. p.88.

29-Cuando Villanueva le presenta a Alexander Calder su proyecto para la Ciudad Universitaria, Calder le dice que es un proyecto demasiado

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NOTAS

1-Germán Arciniegas en Biografía del Caribe, p.27.

2-César Daly es un personaje apasionante y poco conocido de la arquitectura del siglo XIX; su labor al frente de la Revue Generale de L’Architecture et des Travaux Publics, publicada entre 1839 y 1888, entre muchas otras publicaciones, es pionera para la época.

3-Carlos Raúl Villanueva en Caracas en Tres Tiempos, El Sentido de Nuestra Arquitectura Colonial, p.37.

4- Euclides da Cunha, autor de Os Sertões publicado en 1902, primer libro de la literatura brasileña moderna, considerado el primer clásico, citado por Blaise Cendrars en Le Brésil, Des Hommes sont venus, p.p 23, 24.

5-Germán Arciniegas, Op. Cit. p.19.

6-Ibidem p.19.

7-Esos períodos de gobierno fueron conocidos como el septenio de 1870-77, el quinquenio, 1879-84 y un último período más corto 1886-88.

8-Juan Vicente Gómez toma el poder en 1908 y gobernó a Venezuela en una dictadura que terminó con su muerte en 1935.

9-Hijo de un diplomático venezolano en ejercicio de funciones por lo que siempre tuvo la nacionalidad venezolana por nacimiento.

10-El abuelo y el padre de Villanueva tuvieron una trayectoria importante en la política y la historia de Venezuela; su abuelo Laureano Villanueva llegó a ser presidente provisional de la República y Rector de la Universidad Central de Venezuela; su padre se dedicó al estudio de la Historia de Venezuela y Latinoamérica después de abandonar el servicio diplomático. Entre los documentos de su familia se encontró buena parte del archivo del Libertador, conservado por su abuelo, el cual fue donado a la Academia de la Historia por Villanueva.

11-Juan Pedro Posani en Catálogo de la Exposición La Arquitectura de Carlos Raúl Villanueva.

12-Carlos Raúl Villanueva en Textos Escogidos, p.11.

13-Sibyl Moholy-Nagy en Carlos Raúl Villanueva y la arquitectura de Venezuela, p. 27.

14-Juan Pedro Posani, Op. Cit. p.

15-Años más tarde en los edificios de la Ciudad Universitaria, Villanueva fue igualmente generoso con los espacios comunes, ver por ejemplo la amplitud del espacio de circulación en las plantas tipo de la torres de aulas de la Facultad de Arquitectura, espacio que ha sido ampliamente utilizado y disfrutado mucho más allá de su función original.

16- Juan Pedro Posani, Op. Cit. p.

17-Carlos Raúl Villanueva, Op. Cit., p.27.

18-Las dimensiones del terreno son: 17,04 x 30,50 metros.

19-Cita de Lao-Tse que le gustaba mucho a Villanueva; ver en Textos Escogidos p. 41.

20-El baño de la planta baja de Caoma es uno de los espacios más conocidos de la casa, su techo y sus paredes están cubiertos de firmas y dedi-catorias, cartas, fotografías, postales. Por otra parte, las obras de arte siempre fueron consideradas por Villanueva como la presencia amable y estimulante de sus amigos en su casa.

21- Carlos Raúl Villanueva, Op. Cit., p.40.

22- Oscar Niemeyer en Mi experiencia en Brasilia, Revista Punto #18.

23-La labor de Villanueva en el Banco Obrero fue realmente extensa e innovadora, comienza con el Plan Nacional de Vivienda al terminar la Re-urbanización de El Silencio y termina con la experiencia de los superbloques del Cerro Piloto y el 23 de Enero. Esa experiencia, de dimensiones descomunales, la lleva adelante Villanueva al frente del TABO (Taller de Arquitectura del Banco Obrero) y en paralelo con el proyecto y construc-ción de la Ciudad Universitaria.

24-Maciá Pintó en Carlos Raúl Villanueva, p.52.

25-Juan Pedro Posani en Caracas a través de su Arquitectura, p. 369.

26-Felix Candela al decir esto se refiere explícitamente a Niemayer; Arquitectura y Estructuralismo, fue el título de su conferencia para un Con-greso de la UIA realizado en México. Ese texto fue publicado primero en Madrid en 1963 y luego en Caracas en 1964.

27-En su cuaderno de Apuntes Personales, Villanueva asienta esa recomendación que le hiciera Alvar Aalto, por quien Villanueva tenía una gran estima y admiración.

28-Maciá Pintó, Op. Cit. p.88.

29-Cuando Villanueva le presenta a Alexander Calder su proyecto para la Ciudad Universitaria, Calder le dice que es un proyecto demasiado

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ambicioso y le comenta que si lograra llevarlo a feliz término querrá decir que no es un hombre sino un diablo. Cuando Calder visita Venezuela en 1955 y ve el Aula Magna y el Conjunto Central ya terminados, reconoce en Villanueva a ese “Diablo” de la arquitectura, llamándolo así en adelante y realizando para él la hermosa Silla del Diablo que se encuentra en el jardín de Caoma.

30- Esta es una cita de Walt Whitman que Villanueva citada a menudo, ver en Textos Escogidos p.40.

BIBLIOGRAFÍA

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