Fábregas Puig, Andrés-Semblanza sobre Angel Palerm

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Ángel Palerm Vich, 1953

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Asociados Numerarios de El Colegio de Jalisco

Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología Gobierno del Estado de Jalisco Universidad de Guadalajara Instituto Nacional de Antropología e Historia El Colegio de México, A.C. Ayuntamiento de Guadalajara Ayuntamiento de Zapopan El Colegio de Michoacán, A.C.

6 D.R. El Colegio de Jalisco 5 de Mayo 321 45 100 Zapopan, Jalisco

Primera edición, 1997

Cuidado de la edición: Isabel Orendáin y Ma. Amparo Ramirez Diseño: Bernardo González y Jalcalá

ISBN 968-6142-83-5

Índice

. . . . . . . . . . . Agradecimientos 9 . . . . . . . . . . . . . . Presentación 11

. . . . . . . . . 1. Arribo a México .15 . . . . . . . . . . . . . u. La ENAH .33

. . . . . I 111. Estancia en Washington 41

. . . . . . . . IV. Retorno a México .49 . . . . . . . . . V. Contribuciones 63

Apéndice.

. . . . . . Escritos de Ángel Palerm 75

Impreso y hecho en Mixico Printed and mude in Merico

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Agradecimientos

A gradezco profundamente a Marisol Alonso y al Departamento de Estu-

dios Contemporáneos del Instituto Na- cional de Antropología e Historia, así como a la doctora Teresa Franco, direc- tora general, su bondad al facilitarme una copia completa de la entrevista que Marisol Alonso hizo a Ángel Palerm y sin la cual no hubiese podido redactar este ensayo.

Expreso también mi más sincero reconocimiento a la doctora Carmen Viqueira por su generoso gesto al pro- porcionarme las fotos que ilustran este texto y a la doctora Carmen Icazuriaga ~ o n t i s , por la selección de las mismas y su interés en que este valioso material pudiera reproducirse.

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Presentación

C onocí a Ángel Palerm en 1966 en la Escuela Nacional de Antropología

e Historia (ENAH). Finalizaba el primer semestre de aquel año. Habíamos soli- citado la remoción de la titular del curso sobre teorías antropológicas, porque su deficiencia era notable. Entre la Direc- ción de la ENAH de aquellos días, la sociedad de alumnos y mi propio grupo acordamos invitar al "profesorÁngel~a- lerm, distinguido antropólogo, reciente- mente de regreso en México". No faltó la voz del radicalismo irresponsable que ad- virtiera: "Se trata de un agente de la CIA". Otros decían: "Viene de la OEA y, por lo tanto, es gente del imperialismo".

En realidad, ninguno de nosotros co- nocía a fondo quién era Palerm, excepto algunos hijos de refugiados republica-

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nos, que permanecieron callados. Un grupo de maestros alentaba la hostili- dad hacia Ángel Palerm, pero sin éxito; lo invitamos a impartir el curso intensi- vo sobre teorías antropológicas. Fue tan extraordinario, que terminócongre- gando a casi todos los estudiantes de la ENAH.

Desde aquellos días, junto con José Lameiras, Brigitte Boehm, Teresa Ro- jas y otros compañeros más, tuve el privilegio de ser su alumno y ami- go. Fueron catorce años (1966-1980) de una relación con Palerm que para mí resultó definitiva. En el transcurso de ese tiempo tuvimos muchas conver- saciones, varias de ellas en la Casa José de Acosta en Tepetlaóztoc, Estado de Mé- xico. Mucho de lo que aquí escribo pro- viene de aquellas largas pláticas. Pero

también debo bastante a la excelente entrevista que Marisol Alonso le hiciera a Ángel Palerm en el año de 1979.*

* Todas las citas de María de la Coledad Alonso (Marisol) se refieren a la "Entrevista al doctor Angel Palerm realizada los días 1,13 y 29 de marzo; 5 de abril; 12 de junio; 17,18,23 y 26 de julio; 19 y 21 de agosto de 1979". Archivo de la Palabra. Refugiados españoles. M6xico: INAH- Ministerio de Cultura de España, 1980. Parte de la misma está publicada en María de la Soledad Alonso y Marta Baranda. Palabras del exilio 3. Con- tribución a la historia de los refugiados españoles en México. México: INAH-SEF-Librería Madero, 1984.

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1 Arribo a México

E n la parte occidental del mar entre tierras, frente a las costas del levan-

te español, al sur del golfo de León, está situado el archipiélago de las Islas Ba- leares. Aalgunas de éstas las bautizaron los griegos con el nombre de Gimnesias - - -la isla de Menorca al noroeste y Ma- llorca, Cabrera, Dragonera y Conejera en el centro- y Pitiusas -Ibiza y For- mentera-, situadas al suroeste. En este segundo grupo, justo en Ibiza, nació Ángel Palerm Vich el 11 de septiembre de 1917, en una tierra que ha sido, desde tiempos añejos, un entrecruce de cultu- ras. Hogar de los fenicios, grandes ma- rineros y comerciantes -como los catalanes-, los romanos también la habitaron. Vándalos, visigodos y mu-

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Marina, corazón de Ibiza, en la calle Obispo Corona 27. Calle que homena- jeaba a un prelado y que, a su vez, era el territorio compartido de un farmacéuti- co masón, de estudiantes anarquistas y dirigentes comunistas, de clericales y suspirantes por convertirse en caci- ques. Los familiares de Palerm eran co- merciantes prósperos, de pura cepa ibicenca. Fue el tercero de cuatro herma- n o ~ . ~ En ese ambiente isleño pero abierto, en pleno Mediterráneo, fue asimilando la complejidad del mundo, desde su óp- tica de dirigente anarquista primero y de dirigente comunista después durante la guerra civil española.4

3. Neus Escandeii. "AngeíPai- eshdiant yduigent anarquis ta". Ignaci Terradas y Neus Escandell. Histori? i dnhopologin a In inenoriz d'Angel Paknn. Barcelona: Publicacionec de 1'Aba- dia de Moniserrat. 1984, pp. 47-48.

4. Una espléndida descripción de la niñez y juventud de h g e l Palem está contenida en el ensayo de Neus EccandeU ya citado. Este mismo w i t o se reprodujo en Modesto Suárez (coord.). Hist-, anhopoI~Oaa y política. Hwnemje a Ange! Pa- lerin. México: Alianza Editorial Mexicana-Universidad Iberw americana, 1990, pp. 73-103.

Maestro por excelencia de antropo- logía, transtenado a América, Ángel Pa- lerm llegó a México a los 22 años como parte del exilio español. Traía a cuestas no sólo la experiencia de la guerra y la derrota, sino del trato inhumano que los republicanos españoles recibieron en los campos de concentración franceses. Es una h i s h a vergonzosa.

Como muchos otros republicanos, Palerm llegó al país en el último de los barcos: el Mexique, que atracó en Vera- cruz en junio de 1939. El puerto, en aquel momento, aún acusaba los estra- gos de la Revolución de 1910: pobreza y suciedad se encontraban por doquier. Pero siempre conservó un recuerdo pleno de afecto hacia los jarochos y la actitud con la que se toman la vida. Desde el legendario puerto, Palerm atisbó, por vez primera, a México, país que al paso del tiempo sería su propia tierra. Veracruz lo hizo sentirse en un

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mundo cercano a Ibiza, después de los terribles días de Francia. En la tierra jarocha conoció y probó el mango y la piña; pero también le fue familiar el sabor del pescado, de los camarones al ajillo servidos en olla de barro, de los caldos largos. Su estancia en Vera- cruz fue corta, pero placentera.

Uno de los primeros días del mes de agosto de 1939, junto con su hermano Juan, abordó un tren que, a la postre, lo transportaría a la capital del país. Tren típico del México de aquellos días -que aún transita por los trópicos sureños-, paraba en todos los pueblos situados en su camino. Conforme se iba alejando del trópico y adentrándose en el Al- tiplano, la diferencia con Ibiza fue per- cibida por Palerm. Pueblos feos y fríos, de gente callada, triste. Tlaxcala le im- presionó particularmente. Cerca de allí probó por primera vez los tamales, que

engulló con todo y hojas5 ¡Quién hubie- se pensado que aquel joven catalán lle- garía a ser uno de los antropólogos más importantes de México, precisamente por sus contribuciones en el estudio del Altiplano!

Instalado en la ciudad de México, Palerm continuó ligado a las activida- des políticas del Partido Comunista Es- pañol (PCE) por medio de la Juventud Comunista Española. Militó con convic- ción y disciplina en aquel mundo que mucho tenía de esquizofrénico. Pero su agudo sentido crítico chocó cada vez más con el nudo de intrigas. Terminó siendo expulsado del PCE.

Al abandonar esta organización, Pa- lerm se las ingenió para viajar por Mé- xico. Regresó a veracruz, por supuesto, de donde tenía gratos recuerdos. De ahí

5. En 1969, Ángel me platicó esta historia en la caca de campo José de Acasta en Tepetlaóztoc, Estadode México. Nos reirnos un buenrato. También se la cantá con bastante detalle a María de la Soledad Alonso durante la enbevista que le hiciera el 12 deiunia de 1979 en la ciudad de México.

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se embarcó a Tabasco, tierra lejana por aquellos días, frontera tropical de México.

Recorrió una parte del norte mexica- no pero, sobre todo, Palerm caminó pal- mo a palmo el valle de México, "el Altiplano" - c o m o solía decir-, hasta conocerlo a lo largo y a lo ancho, cada rincón, manantial o río. Como científico, no abandonaria su interés por esta re- gión, que se convirtió en el centro de sus preocupaciones académicas. Por alguna razón -o razones-, el Altiplano ejer- ció un especial atractivo sobre Palerm y fue, además, su aula predilecta para transmitir, con generosidad mediterrá- nea, lo mucho que sabía no sólo de Mé- xico, sino de la antropología, de las ciencias sociales y de la vida.

Después de su expulsión del PCE, Palerm puso mayor atención en su vida ,.

privada. Se casó con Carmen Viqueira, ra?.

con quien compartió la vida. El matri- monio le significó un vuelco en su des- Ángel Palerm con su esposa Carmenviqueira

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. S - 'U,

Ángel T'alern~ con su hijo Juan Vicente

tino no sólo por la formación de una familia, sino porque su mujer lo con- venció de regresar a la vida estudiantil, inicio de lo que sería su brillante trayec- toria académica. En España, Palerm ha- bía terminado el bachillerato y, según su propio testimonio, también había pre- sentado el examen para estudiar histo- ria en Barcelona en enero de 1936. Don Pedro Bosch Gimuera fue uno de sus

A

sinodales. Alrededor de 1947, Palerm, con al-

gunos problemas, ingresó en la Escuela Normal Superior como alumno irregu- lar. Le habían comentado que en esta ins- titución encontrana comprensión, pues allí estaba concentrada la izquierda. En cambio, según aquella misma opi- nión, en la Universidad Nacional Autó- noma de México (UNAM) dominaban las derechas y resultaba inútil querer ingre- sar enella dado sus antecedentes. Suuaso por la Escuela Normal no le dejó m h o

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académicamente hablando, pues nunca hubo voluntad de regularizarlo. De aquella experiencia, Palerm guardó el re- cuerdo de los esposos Ballesteros, también refugiados, que irnparh'an clases en ese plantel. Ahí con0o:ó a Juan Antonio Ortega y Medina, otro asilado que habíaido a parar a Tapachula, QUapas, y desde allí, auxiliado por la poblaaón y un plantador alemán, se había trasladado a la ciudad de México para estudiar historia?

La desagradable experiencia de Pa- lerm en la Normal Suverior estuvo a

L

punto de alejarlo del mundo universita- rio; pero, animado por Carmen, hizo saber su problema a don Rafael García Granados, por aquel entonces (1947- 1948) director del Departamento de His- toria de la Facultad de Filosofía y Letras

6. Su encuentro mn él en la Normal lo relató a Marisol Alonso, o$?. cit., p. 322. No recuerdo a l p a mención espmal que Palerm me haya h& acerca de Ortega y Media. De este último, es interesante su experiencia en Chiapus, m p e i s d a en el libro de Matia Mercedes Hurtado. EII tiemr bien dtitnnte. Tuxtla Gutiémez: InstiWChiapa- nemde Cultura, 1993.

de la UNAM. Su suerte cambió con un d e m e n t o testimonial que le facilitó don Pedro Bosch Gimpera y que respaldó Rafael García Granados, logrando la ins- cripción como alumno regular en la ca- rrera de historia de la UNAM.

En aquellos años la Facultad de Filo- sofía y Letras estaba situada en la calle de ~ascarones en plena Rivera de San Cosme, defeñísimo barrio, de bullicio permanente. Palerm se pasó allí días espléndidos, de viveza intelectual, de camaradería, de buenos tiempos. Además, profundizó en lo que había leído previamente de México, que era mucho, entre historia y literatura.

Fue ahí donde concció al gran prehis- toriador mexicano, Pablo Martínez del Río, cuyo libro Los orígenes ainwicanos le impresionó profundamente. Leparecióin- teresante e importante que Martínez del Río recupera& los caminos analíticos ira- zados en el siglo por Joseph de Acosta.

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Palerm recordaba también, pero esta vez con desagrado, las clases del geólo- go alemán ~ü l l e r r i ed .~ EI propio Rafael García Granados fue su profesor de his- toria antigua de ~ é x i c o , mientras que Rafael Heliodoro Valle le impartió his- toria de América. Aún no le nacía el interés por las culturas prehispánicas, mundo que le estaba culturalmente muy 1ejan0.~ Hablaba con especial interés de un profesor de apellido Aguirre, recién llegado de Inglaterra, que aconsejaba a los alumnos lecturas nuevas y estirnu- lantes. Le parecía especialmente atracti- vo dicho curso por el tema que se había propuesto desarrollar como tesis: "Una historia interpretativa de la guerra civil española", y que nunca abordó en la forma en que se lo había planteado, aun- 7. Se trata de Federico K. G. MüUmied, autor de la Geolo@ de

Cl~iapas. Tiutla Gutiérrez: Gobierno del Estado de Chiapas, 1975. Libro considerado un clásico y, hasta hoy, el único que trata este tema en elestadodeChiapas. Existe una reúiipreción en la colección Libros de Chiapas, Cene Básica, 1982. ,

8. Ver la discusión al respecto con Marisol Alonso, op. cit., pp. 331-338.

que publicaría ensayos alusivos en las revistas Presencia y Horizontes.

Además de estÓs cursos, marcó a Pa- lerm el haberse encontrado a don Pablo Martínez del Río, pues este científico mexicano lo condujo a la antropología, disciplina de la que no tenía mayores informes en el momento de su ingreso en la carrera de historia.

Martínez del Río fue una figura deter- minante en su historia académica. Llegó a tener con él una relación más profunda que la de profesor-alumno. Es más, in- cluso aseguraba que era su pariente lejano, vía el apellido ibicenco Dinen, co- mún a las familias Palerm y Martínez del Río. Como quiera, siempre reconoció en don Pablo al gran mentor, al guía acadé- mico y humano, que le mostró el camino hacia la disciplina a la que consagró su vida: la antropología.

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Desde su llegada al puerto de Vera- cniz en 1939 y su ingreso en la Facultad de

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Filosofía y Letras habían transcurrido casi diez años de su arribo a México. Aquel joven catalán, bachiller con licen- cia para enseñar en la escuela primaria, combatiente en la primera guerra por el hombre universal, había experimentado una intensa vida política, desarrollando una amplia gama de trabajos para ga- narse el sustento.

Este primer lapso en México resulta vitaI para entender la conformación de la personalidad académica de Ángel Pa- lerm; de su inclinación crítica y hetero- doxa y de su notable calidad humana, incluyendo su sentido del humor. Fue durante estos primeros años de estancia en los que asimilaría, a lo largo de un proceso personal, la complejidad del país y su propia situación como emigra- do obligado a pensar en un nuevo des- tino en tierras americanas. Ibiza, el Mediterráneo, España, se iban quedan- do en el recuerdo, en un periodo de la

vida que fue, pero ausentes en el presen- te y en el futuro. En su amplia -y huctí- fera- conversación con Marisol Alonso, Palerm relata:

"Bueno" (le dice don Pablo Martínez del Río) "¿Y por qué decidió usted dedicarse a histo- ria?'' Entonces, también le dije ... porque pen- saba hacer la tesis sobre la guerra de España y en fin... "¿Por qué sigue ocupándose de estas cosas queno hacenmás que amargarle a uno...?" (le replicó don Pablo) ... "A fin de cuentas, usted está en un país nuevo, lo que debe hacer es interesarse y preocuparse del país". 9

A mi juicio, en este contexto surgió Ángel Palerm, el humanista de pensa- miento universal, cuyo instrumento de expresión por excelencia fue la antropo- logía, entendida como actividad cienti- fica reflexiva de la condición humana; así lo hizo evidente en sus trabajos es- critos y en su palabra. Palerm enseñó

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que la antropología no se reduce a sim- ple compañera de la vida y a captar ésta en la reflexión. La antropología no es un mero ejercicio de copia etnográfica, sino que tiene la capacidad de conformar la vida. En la teona, la antropología no sólo articula y ordena, sino que muestra -vía la verificación- su propia realidad y cir- cunstancias.

11 La ENAH

L a Escuela Nacional de Antropolo- gía e Historia (ENAH) de México

llegó a constituir, en su momento de mayor brillo intelectual, uno de los es- casos centros de verdadera excelencia a nivel mundial para estudiar antropolo- gía. El plan de estudios seguía el consejo de Boas de preparar a un antropólogo integral; esto es, un profesional que, aunque especializado, pudiera mane- jar y comprender el lenguaje de cual- quiera de las disciplinas consideradas antropológicas: arqueología, antropo- logía social, etnología, antropología fí- sica, lingüística y etnohistoria. Las aulas de la legendaria ENAH, que ha cambia- do de domicilio varias veces, albergaron

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a quienes fueron los alarifes de la antro- 1 pología en México y de varios países 1

latinoamericanos. En aquel recinto académico impar-

tieron clases científicos de talento admi- rable como Pablo Martinez del Río, Paul Kirchhoff, Wigberto Jiménez Moreno; a quienes se unirían los grandes maestros de la España republicana: el inolvidable don Pedro ~ o s c h Girnpera, el más impor- tante prehistoriador que ha vivido en Mé- xico; el doctor Juan Comas, maestro forjador de los antropólogos físicos mexi- canos; Pedro Armillas,unodelos arqueó- logos más destacados del siglo XX. Los alumnos de excepción fueron Pedro Ca- rrasco, Ángel Palerm, Calixta Guiteras, Miguel Acosta Saignes, Carlos H. Agui- lar, Claudio Esteva Fabregat, Federico Katz, entre otros.

En esa gran escuela se formó Ángel Palerm, que se graduó en 1953 con un estudio acerca de las bases agrícolas de

la civilización en Mesoamérica. Con su investigación, fue pionero en aplicar las tesis del evolucionismo multilineal, que por aquellos años nacía, combinadas con las propuestas del tan discutido his- toriador alemán Karl W. Wittfogel.

La ENAH en la que estudió Palerm era un recinto con una intensa vida inte- lectual. Los estudiantes, además de asistir a clases dadas por profesores de aIta calidad, tenían la oportunidad de atender distintas conferencias; por ejernp10,ladicta- da por Robert Redfield, antropólogo de la Escuela de Chicago que hacía sus estu- dios de Yucatán y elaboraba la teona del continuum folk-urbano. Con él trabajaba el etnógrafo mexicano Alfonso Villa Ro- jas. Incluso, el mismo Sol Tax, ya cm- vertido en un distinguido estudioso de las culturas mesoamericanas, no era una figura extraña a la ENAH. Norman McQuown, el lingüista que trabajó va- rios años en Chiapas, fue profesor de la

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ENAH. Lo fue también Paul Kirchhoff, . quien elaboró en esas fechas su famosa propuesta acerca de Mesoamérica como área cultural.

Las influencias formativas que Án- gel Palerm recibió en sus días de estu- diante provinieron de dos personajes muy diferentes entre sí: Pedro Armillas e Isabel Kelly. Por ese entonces, Armi- l l a ~ había adelantado un conocimiento nuevo del valle de México y de su pasa- do prehispánico, aplicando puntos de vista marxistas, ecológico-culturales y evolucionistas. Armillas fue un hombre de ideas sólidas y un formidable ar- queólogo-etnógrafo de campo. Su ca- rácter recio y franqueza asturiana lo capacitaban para introducir nuevos en- foques en el medio disímil de la antro- pología mexicana de la época. Armillas era certero en sus apreciaciones, buen expositor y aceptable ensayista. Pero ante todo fue un gran antropólogo inte-

gral, tal como lo exigía Boas. Además de ser paisanos y cercanos ideológica- mente, no resulta extraño que Palerm 1 lo buscara como maestro.

1 Con Isabel Kelly la relación fue dife- rente: el contexto maestro-alumno fue mediado por el de empleador-ernplea- do. En efecto, Palerm fue una especie de asistente de investigación de Kelly en un proyecto subsidiado por la Smithso- nian Institution para estudiar a los toio- nacas. ~econoc<ó que este proyecto no sólo le significó ganarse el sustento y librar los gastos de una familia con hijos, sino el tener una formación sistemática en el trabajo de campo. Kelly fue su em- pleadora, pero también su maestra en la disciplina antropológica.

Por aquellos años (1950-1956) el Ins- tituto de Antropología Social de la Smithsonian Institution estaba dirigido por Julian Steward, el padre del evolu- cionismo multilineal antropológico. En

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México, dicho instituto financiaba, en- tre otros, el proyecto tarasco, a cargo de Mauricio Swadesch, notable lingüista y profesor de la ENAH; y el proyecto toto- naca, responsabilidad de Isabel Kelly y en donde también trabajó como arqueólo- go José Luis Lorenzo Bautista. Así pues, Ángel Palerm, el antropólogo, fue resulta- do de un ambiente académico que com- binaba al investigador con el profesor y alentaba la participación estudiantil en proyectos concretos de investiga- ción y en un contexto "boasiano" de concepción de la antropología.

Su trabajo entre los totonacas rebasó el que normalmente haría un asistente de investigación y constituyó un resul- tado profesional de calidad. Así lo reco- noció la propia Isabel Kelly que aceptó a Palerm como coautor del volumen The Tajin ~otonac.'~ El hecho de que Palerm

10. Tlre Tajin Tofomc. Part 1: History, Subcistence, Shelter and Technology. Washington: lnstitute of Social Anthropology of the Smithsonian Instihition, núm. 13,1952.

publicase aún siendo estudiante, pues se graduó en 1953, lo colocó en una vosición esvecial. Cuando al año si- L A

guiente de la publicación presentaba su tesis "El regadío en Mesoamérica y la revolución urbana", ya era un antropólo- go conocido."

Además, antes de 1952, había escrito algunos artículos políticos para varias revistas, así como sus primeros ensayos de interpretación de la realidad mexica- na. En 1949, en coautoría con J. Gurría Lacroix, T. Ortiz de Montellano, Juan Antonio Ortega y Medina y Martín Qui- rarte, editó un ensayo titulado "Sobre las relaciones poligámicas entre indíge- nas y españoles durante la conquista de México, y sobre algunos de sus antece-

1 l. Es cxtraño que no exictñn ejemplares de la tesis de Palerm en la ENAH. Sus datos están asentadas en el libro de actas de exámenes como la tesis núm. 33, presentada en 1953 para obtener el título de etnólogo y el grado de maestro en a n b pol<@a. Por aerto, la tesis de Claudio Esteva Fabregat e t á regisb.ada dos años después que la de Palem como la núm. 35.

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dentes en ~ s ~ a ñ a " . ' ~ ~n 1950, dio a cono- cer una reseña sobre el libro de Kluckhon titulado Psyckiaty and A n f k r ~ ~ o l o ~ ~ ; ' ~ y dos años después publicó un adelanto de su tesis: "La civilización ~rbana".'~

111 Estancia en Washington

12. RafaelGarúaGmdos(ed.).Cort&antelajuwnh<d.Mewico: Jw, 1949.

13. Presencú2. Mexico, núms. 5-6.1952. 14. Historia Mexicana. Mexico: El Colegio de Mexico, vol. 11,

núm. 2.1952.

A 1 momento de graduarse en la ENAH, Palerm era ya un académi-

co y había definido sus orientaciones básicas, que desarrolló durante su fruc- tífera vida como antropólogo; terminó entonces para él un ciclo y, como lo confirman los sucesos posteriores, se iniciaron una serie de circunstancias que lo llevarían a los Estados Unidos. La celebración en Jalapa, Veracruz, en 1951 de la mesa redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología constituyó el marco que propiciaría un conflicto no buscado con Alfonso Caso que, a la pos- tre, lo obligana a abandonar el país para

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incorporarse a la Organización de Esta- dos Americanos (OEA) en ~ashin~ton. ' '

Con su llegada a la oficina de cien- cias sociales de la Unión Panamericana, Palerm inauguró un ciclo en su vida que él mismo llamaba "el periodo washing- toniano". Originalmente, a instancias de Juan Comas, Palerm había sido con- tratado como editor asistente de la Re- vista Interarnericana de Ciencias Sociales, pero se desempeñó como antropólogo. Como académico, vislumbró de inme- diato las posibilidades que su nuevo trabajo le significaban en el plano personal y en términos del desarrollo de la disciplina misma. La oficina que le asignaron, cuyo único personal era él, estaba dirigida por Theo Crevenna con

15. En esta misma mesa redonda; Pedro A d l a s hivo discusio- nes con Caso acerca de los origen- y las bases de la civiliza- ción en M-ambrica. También A d a s abandonó el paíc, sólo que éI regresó únicamente para dictar seminarios espe- ciakadoc. Palerm siempre reconoció la inteligencia de Caso como academico, independientemente de su posición en el control de la antropología mexicana.

quien hizo una amistad sólida y duradera. En forma muy particular, Washington abrió a Palerm el contacto, la relación y el conocimiento de América Latina. A Ma- ría Soledad Alonso, le dijo: "...al princi- pio la experiencia más interesante no fue la de estar en Estados Unidos ... sino, más bien, la de estar, por primera vez, en un medio realmente latin~americano".'~

En aquella oficina de la OEA, Palerm tuvo la oportunidad de conocer y trabar amistad con Alceo Amoroso Lima (bra- sileño), Aníbal Sánchez Reulet y Cortés Plan (argentinos), entre otros. El propio Palerm comentaba lo inusitado de esta situación. En efecto, el grupo latinoame- ricano de la OEA estaba formado por ra- dicales, refugiados políticos que en sus países de origen habían luchado por la instauración de condiciones sociales dignas. El propio Alceo Amoroso fue uno de los intelectuales brasileños más

16 Alonsa, op. cit., p. 452.

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cercanos a Helder Cámara, el obispo iniciador de la teología de la liberación. Es decir, se conjuntó un número de pen- sadores radicales latinoamericanos pre- cisamente en la OEA, organismo que, como todos sabemos, acusa notable- mente la influencia del gobierno nor- teamericano. Fue con este grupo que Palerm se introdujo y se familiarizó con los problemas de América Latina y, por supuesto, profundizó más en el tema en conversaciones con quien fue su amigo permanente, Theo Crevenna.

En la OEA, Palerm desarrolló una notable actividad como editor, que le auxilió a complementar su formación académica. Fue una labor que hizo con- vencido de que con ella se llenaba un hueco en las ciencias sociales latinoame- ricanas. Palerm recibió un boletín de ciencias sociales que transformó, con el apoyo de Theo Crevenna, en una gran revista, la mejor que hasta hoy ha edi-

tado la OEA en el ramo. Él mismo hacía los resúmenes de lo que se publicaba en las ediciones periódi- cas latinoamericanas, lo que le dio acceso a un impresionante acervo bi- bliográfico a grado tan importante, que constituyó un complemento a su formación académica. Fue precisa- mente en uno de los números de esta Revista Interamericana de Ciencias Socia- les, en donde se dio a conocer el en- sayo de Eric Wolf sobre la formación de la nación, que tuvo una influencia profunda y duradera en la antropolo- gía mexicana.17 Durante su estancia en la ciudad de Washington (1952-1965), aparecieron puntualmente los números semestrales de la revista. Además, tra- dujo y publicó la popular Guía de Mur-

17. Se trata de Enc Wolf. "La fomcibn de la naa6n: un ensayo de io-aón". Raiista Intemmerimna de Cien& Sociales. Wash- -~

ington: Oficina de Ciencias Cociales de la Unión Panamerica- na, vol. IV, núms. 20.21 y 22,1953.

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dock1' y la Guía de campo del investiga- dor s~cial. '~

Estando Palerm en plena actividad editorial llegó como secretario general de la OEA el diplomático uruguayo José Antonio Mora, un liberal militante del Partido Colorado. Había sido embaja- dor de su país en Washington y no era hombre de simpatías hacia los nortea- mericanos, aunque mantenía contacto con el grupo de asesores de John F. Ken- nedy, a la sazón candidato a la presiden- cia de los Estados Unidos. Con Mora hubo un nuevo ambiente en la Unión Panamericana muy inclinado a Latinoa- mérica. Palerm no había tenido relación previa con Mora, pero éste, impresionado por el trabajo y la aguda inteligencia de Ángel, decidió nombrarlo ayudante eje-

18. George P. Murdack. Guúr pnra la c l ~ f i c a & í n de las dotas culhi- roles. Washington: OEA, 1953.

19. Se trata de Notes and Qi~eris on Social A n t l t w l o x v . Londres -. lloyal A$saciahon of Anthmpology, varias rdii.ioncs. la tra- ducción de Anei>I Palerm v ( : m c n Viqucira fue pi~hlic~iln

cutivo de la Secretaría General de la OEA, lo que equivalía al puesto de jefe adminis- trativo de la Unión Panamericana. Palehn aceptó; al mismo tiempo continuó con la revista y puso en marcha un proyecto para depurar a la Organización, llevando a más latinoamericanos a los puestos clave y desplazando al personal nor- teamericano.

En esta época se inició también un programa de becas que, por cierto, per- mitió a varios estudiantes mexicanos y latinoamericanos estudiar antropología en México. En la ENAH se estableció un proyecto de asistencia técnica a los países de América Latina y, en general, se abrió el espacio hacia aspectos que incomoda- ron bastante al gobierno estadouniden- se. En ese contexto ocurrió la elección de John F. Kennedy como presidente de los Estados Unidos, lo que cambió positi- vamente el trato para lo que Palerm desa- rrollaba en la OEA. Sin embargo, tras el

por la universidad lberoameiicana.

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asesinato de Kennedy y el arribo de Johnson a la presidencia, las circunstan- cias empeoraron para el tipo de tareas que Palerm llevaba a cabo. Finalmente, decidió abandonar la OEA cuando se pro- dujo la invasión a Santo Domingo, que contó con la tácita aprobación del doctor Mora. Y aunque siguieron siendo amigos, Palerm rompió las relaciones políticas con Mora y tomó la determinación de volver a México, abriéndose así un nuevo periodo de su vida.

IV Retorno a México

A su regreso a México en 1965, Pa- lerm era uno de los antropólogos

más destacados de la escuela evolucionis- ta, líder académico y maestro en el cono- cimiento de Mesoamérica. Es en este segundo periodo de su vida en México, que abarcó quince años (1965-1980), en el que Palerm logró el cambio de la antropología en el país, consolidando la diversidad institucional en la forja de nuevos antropólogos e introduciendo te- mas nuevos en la investigaaón. Tres son las actividades fundamentales que lo- gró desarrollar en este vital periodo de su vida: como maestro de antropología, como forjador de instituciones acadé- micas, como autor y editor.

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Como maestro de antropología, pro- pició un nuevo ambiente intelectual dentro de la disciplina, cosmopolita y erudito, crítico y universal. El curso que dictó en 1966 en la ENAH, abrió hori- zontes impensados a los jóvenes alum- nos de ese entonces. Por vez primera, una generación completa de estudian- tes de antropología escuchó a un antro- pólogo no sólo profesional, sino a un brillante líder académico de la discipli- na pasar revista - c o n asombrosa clari- dad y erudición- a las escuelas de pensamiento antropológico. Así nos en- teramos de las particularidades del evo- lucionismo (iineal y multilineal), del estructural-funcionalismo, del estructu- ralismo y del difusionismo; en suma, de la antropología viva, actual, de aquel momento, incluyendo las relaciones, vinculaciones y rupturas entre marxismo y antropología.

Palerm se ganó a pulso el respeto de los estudiantes por la vía de la autoridad intelectual y no de la grilla tenebrosa. No era sólo la erudición y la forma ma- gistral de transmitir el conocimiento lo aue cautivaba. sino también su humil- L

dad y su dispendio de generosidad. Con él 1legaro.n los libros básicos de la antropología de aquellos días, los autores que hacían escuelas de pensamiento.

El curso dictado en la ENAH en 1966 se convirtió en un espléndido libro, que ha servido a varias generaciones de es- t u d i a n t e ~ . ~ ~ Al mismo tiempo, invita- do por la Universidad Iberoamericana (UIA), Palerm rediseñó el Departamento de Antropología de aquella institución v fundó la Escuela de Graduados. se- , millero de antropólogos mexicanos, latinoamericanos, norteamericanos y canadienses. Fue un momento en que

20. Ver Angel Palem. Iufmdricciá>i a ln teoría cfitol6gicn. México: Jnqtituto de Cien"= ConalesUiiiversidad ibcmamericana, 1967.

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Palerm trabajó arduamente en la con- fección de nuevos modelos para ense- ñar antropología, tema del que se preocupó hasta el final de su vida.21 Más todavía, logró crear un ambiente inte- lectual muy intenso, cargado de conver- saciones y discusiones alusivas no sólo a la antropología y a los problemas del país, sino a las cosas del mundo. -

La cafetería fue el gran espacio para ello, concebida como la prolongación del aula, pero sin los rolei que caracte- rizan a esta última. Ahí las intervencio- nes eran libres, sólo sujetas al riesgo que se corría si uno decía tonterías. Al hacer un balance, me convenzo que de Palerm aprendí más en la cafeterfa que en'la propia aula. Fue durante aquellas inolvi- dables sesiones en el Café Blanco de la

21. Sugiero consultar: "Organización departamental". Anuario Indigenista. México: instituto Indigenicta hteramericano, vol. XXVII, 1967; junto conG. Apirre Beltrán y L. Manrique. "Integración de la enseñanza con las investigaciones antrope lógicas: i n f m e de México". Anuario Indigenista. México: I n s tituto indigenista Interamericano, 1967.

Universidad Iberoamericana (la que es- tuvo en la avenida de las Torres) que Palerm abrió las puertas de su miento de hombre libre, para enseñar que la contribución de la antropología al pensamiento contemporáneo ha sido el enfoque objetivo sobre la diversidad de la cultura y el papel de las condiciones culturales en el desarrollo del potencial humano.

Libros, ideas, personajes, cine, tea- tro, literatura, se comentaban en aque- llas sesiones magníficas, en donde la erudición de Palerm competía con su bondad para compartir el conocimien- to, el disfrute de la cultura, el poder de la sapiencia.22 Un ambiente intelectual provocativo, estimulante, que al asimi- larse, lo dotaba a uno de una experien- cia singular para desarrollarse en el mundo académico. Ésta fue una de sus

22.VerJorgeAlonco. "Respuestas a provocaciones de Angel Palem cti tomoa una taza de café".SusanaGlanz (comp.). Lalietero- iliixin recuperailn. México: FCE, 1987, pp. 97-117.

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aportaciones más importantes como maestro de antropología. No contento con el café, Palerm trasladó el aula a su casa de Cuernavaca v allí. en reuniones , sabatinas, se comentaban libros, auto- res, situaciones.

Especialmente importante fue la discusión, en aquellas rondas, del es- quema propuesto por Inrnanuel Wa- llerstein en su libro: The Modern World System (1974), tema de vanas sesiones." En ese contexto, Palerm volvió a demos- trar la capiidad de los enfoques históri- cos para comprender los problemas estructurales actuales y la dirección que apuntaba a lo que hoy llamamos "glo- balización", que no es más que el añejo problema del paso de la historia local a la historia universal. También discuti- mos el destino de la hoy difunta UniQ Soviética, la situación latinoamericana y

23. Existe una edición encastellano. El moderno skfeina inundial. 2 vols. Madrid: Siglo XM Editores, 1974 (varias ediciones).

el papel de las ciencias sociales en todo ello. El ambiente de estas reuniones era intenso pero relajado. Debajo de los ár- boles, yacentes en el pasto del jardín, era fascinante escuchar a Palerm, aprender cómo trabaja la inteligencia de un cien- tífico social del más alto nivel, cómo se utilizan los instrumentos analíticos que la propia ciencia aporta, para alcanzar provocativas hipótesis acerca de nues- tro mundo. Sigo convencido de que ésa es la tarea del maestro y que para hacerla no sólo es necesaria la sabiduría, sino la bondad como parte de ella. Án- gel Palerm lo logró a cabalidad.

Los seminarios que fundó en la Es- cuela de Graduados de la UIA fueron esenciales para desarrollar temas nue- - vos en la enseñanza y en la investiga- ción. Uno de estos seminarios abordó el problema de las sociedades socialis- tas; se usó una bibliografía práctica- mente desconwida en el medio académico

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de aquella época. Apoyado en trabajos de E. H. Carr, Tomasevich, Ascher, entre otros, Palerm diseccionó la organiza- ción social y la estructura económica del llamado mundo socialista para mostrar, en el caso específico de lo que fue la Unión Soviética, la estructura básica- mente de subdesarrollo y quiebra política de aquellas sociedades. Hoy, éstas son verdades reveladas por el colapso, pero eran prácticamente ta- búes por aquéllos años (1969-1972) en que Angel Palerm habló de ello.24 In- cluso, la debacle de Yugoslavia fue atisbada en aquellos seminarios, así como el regreso de las organizacio-

24. Ver a A. Accher. Tlre Mmizemiks in t l ~ Russinn R m l u t i a . Ithaca: ComeU Univercity Press, 1969; Paul Avrich. Tlie Anar- dristsin tlieRusianRmolution.Ithaca: CorneUUnivercity Press, 1969; E. H. Carr. Socialisin in One Country. 3 v o k . Balümare: Penguin Books, 1970; E. H. Carr. 7 7 ~ lnferregnuin. 1923-1924. Balümore: Penguin Books, 1969; Jozo Tomasevich. Peawlntc, Politic and Econoinic Clwnge in Yugoeclnvin. Stanford: Staníord UNversity Prws, 1955; Lionel Kodian. Russia in Reuolution. Londres: Paladh Books, 1970.

nes segrnentarias a los primeros planos en algunas sociedades europeas.

Igualmente ilustrado, importante y formativo, fue el seminario que dictó acerca de un texto de Marx editado en castellano con el nombre de "Formas de propiedad precapitalistas", publicado en la revista Historia y Sociedad. Palerm usó este texto y la versión en inglés que produjo Eric ~ o b s b a w m . ~ Lo medular de este seminario fue ilustrar el pensa- miento "multiheal" del propio Carlos Marx y, en no pocos y significativos ca- sos, su ambigüedad para caracterizar cier- tas épocas h&tóncas.

La discusión incluyó algunas de las hipótesis de Marx y el porqué tienen esas características. Por supuesto, se de- batió la noción misma de modo de pro- ducción y, me parece que por primera vez en un aula en México, se trató con detalle

. . . . Si~#al i l . hlé%irr>, nilm. 3. orofii>, lC,h5. pp. 1-37 !:nr Hobshawni (<.d ) 1'reCnpi::b~t l:<ui!uit~icf. nii.il8iiiií Nueva Yi>rk: Lnlernalir nal l'ublishirs. 1964

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una parte sustancial de los llamados Grundrisse de ~ a r x . 2 ~ Se dedicó tiempo al examen del llamado "modo asiático de producción" y su asociación con el libro más importante de Karl Wittfogel, El des- potismo Con ello, Palerm com- pletó una visión propia del marxismo y su utilidad en el análisis de la sociedad, así como su falacia como dogma doctri-

-

nano político. La madurez alcanzada por Palerm

acerca de estos temas está presente en su último libro, Antropología y marxis- mo... en ~risis.2~ NO omito señalar lo no- vedoso y refrescante que resultaba en aquellos años repasar esos puntos sin sombra de dogmatismo, con la flexibili-

26. Se hata de Carlos Marx. Elnt~eittosfiirida~~~nttoles poro lo critim de lo ecoiioinín politica (Gririidricsc) 1857-1858. Trad. de Pedro Ccaron. México: SigloXXI Editorec.1970. Aún nocontábamos, en el momento del seminario, con la obra básica de Romm Ilosdolcky. G é i ~ a i s y estnrctirrn de El capital de Marx. Fstudios sobre los G ~ n d r i i s e . México: Siglo XXI Editores, 1978.

27. Eldnpotisirroorioital. New Haven: Yale University P r m , 1956. 28. Palerm, (y. cit.

dad de un científico y con la perspectiva de la importancia de lograr incidir en la transformación de la sociedad hacia relaciones de verdadera equidad. Más todavía, este seminario planteó una lec- tura diferente de Marx, alejada de la solemnidad burocrática y la rigidez, para descubrir un esquema propositivo de cómo estudiar la sociedad y cómo periodizar la hi~toria.2~

No menos importante resultó el se- minario que dictó en la misma Escuela de Graduados, sobre el planteamiento estructuralista de Claude Lévi-Strauss. Re- sultaba esencial revisar dicha propuesta del maestro francés y, en el caso de 29. Ángel Palem. "Una defensa del modo nsiático de producción

según Marx y Wittfogci". Cor~ii~iiidod. México: Universidad iberoamericana, volc. l V y V. n ú m . 23.24,25 y 26,1969-1970 (reimpresos en Agricslt~irn y .winlnd e18 Mesuarizéricn. México: SEI', 1972, Col. Sepsetcntas). En mi caso, este seminario dc Palem me llevó a escribir varios ensayos. Cito dos: Andrés Fábregas Puig. "Marx, la vida política y la antropología". Giiiruriidiid. México: Universidad iberoamericana, vol. IX, núm. 48, mayo. 1974, pp. 154-161; Andds FBbregac Puig. ''El modo asiático de producción en la obra de Angel Palem". Glanz, op. cit., pp. 147-167.

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Palerm. imvortante establecer su crítica , L

desde los enfoques del evolucionismo multilineal y las perspectivas del análisis histórico.

El desarrollo de su pensamiento -buena parte de lo que planteó en el seminar ie está contenido en sus "En- sayos y conferencia^".^^ Palerm no sim- patizó con las teorías de Lévi-Strauss a las que opuso una visión histórica. In- cluso, como continuidad de este es- fuerzo debe verse el seminario que, a invitación de Palerm, dio en 1970, en la Escuela de Graduados (UIA), Stanley Diamond un importante antropólogo evolucionista y autor de varios libros bá- sicos, entre ellos, In Searck of ~uimitive.~'

30. Cuadernos de Antropologia Socio1 g Etnologfn. Madrid: Universi- dad Complutense, núm. 1,1970.

3 1. Nueva York: Basic Books, 1974. Ángel Palerm Vich

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v Contribuciones

Y aquí entramos a otra de las más duraderas aportaciones de Ángel

Palerm para crearle a la antropología mexicana un ambiente intelectual de verdadera búsqueda, estimulante y se- rio. Me refiero a sus invitados para dic- tar seminarios y conferencias, en la propia ENAH, en la Escuela de Gradua- dos de la UIA y en el CIS-INAH (actual Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social-CIE- %S). Así, en México, en 1969, un estu- diante podía asistir a seminarios en la Escuela de Graduados que impartían Robert Mamners, David Kaplan, Pedro Carrasco, Hugo Nuttini, Tamas Haffer, Enc Hobsbawm, Eric Wolf, entre otros estudiosos de las ciencias sociales.

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En 1967, en coordinación con la so- ciedad de alumnos de la ENAH, Palerm organizó una memorable noche de con- ferencia, invitando a Karl Wittfogel, que a la sazón se encontraba en el pináculo de su producción académica. En el aula Fray Bernardino de Sahagún de la ENAH, en el edificio del Museo Nacio- nal de Antropología, Palerm presentó a Wittfogel como "alumno directo de Max Weber", ante un público que aba- rrotó el histórico auditorio y que sólo se retiró después de un largo diálogo con Wittfogel, interrumpido por el cansan- cio de este último.

El mismo Paul Kirchhoff dictó el que sería su último seminario en la Escuela de Graduados, acompañado de Ángel Palerm y Pedro Carrasco que iban ha- ciendo comentarios puntuales sobre los planteamientos de¡ notable etnólogo

alemám3' Este ambiente intelectual es creado por "quien puede", parafrasean- do a Nikita Kruschef que así respondía cuando le reprochaban hacer actos de propaganda lanzando naves al espacio. - Ángel Palerm propició siempre la diver- sidad, la tolerancia, la discusión, llevado por una genuina convicción de evitar lo que él llamó "el incesto intelectuai" y la creación de los "círculos de alabanzas mutuas".

Como fo jador de instituciones acadé- micas, Palerm pensó no sólo en los con- textos institucionales, sino en quienes tendrían la responsabilidad de conti- nuar el desarrollo de la antropología en México. Al tiempo que fundó centros de investigación, escuelas o programas de posgrado, ideó y llevó a la práctica una estrategia de formación de antropólogos

32. Teresa Rajas tuvo la paciencia y el buen iho de recuperar lo que se discutió en dicho seminario. Ver Teresa Rojas (ed.). Pml KircldnJ? Principios eshucfurales del México antiguo. México: CIESAS, 1983 (Col. Cuadernos de la Casa Chata).

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en universidades distintas, tanto del país como de América Latina, Estados Unidos y Europa, siempre fiel a su con- vicción en el valor de la diversidad. Los antropólogos mexicanos le deben la reorganización del Departamento de Antropología de la Universidad Ibero- americana, la fundación en esta misma institución de la Escuela de Graduados, la creación del CIS-INAH, actual CIESAS; la apertura del Departamento de Antro- pología de la Universidad Autónoma Metropolitana en Iztapalapa, la funda- ción del programa de doctorado en el CIESAS, entre lo más relevante.

En ese camino, auxilió a la formación de estudiantes que después enseñaron antropología en algunos estados delpaís, como es el caso de la Escuela de Antro- pología de la Universidad de Yucatán. TUVÓ éxito en conseguir que un número significativo de estudiantes graduados iniciaran o terminaran su formación en

diversos centros académicos, con dis- tintas orientaaones teóricas. "Después se pelearán entre ustedes", solía decir, refiriéndose a la variedad de puntos de vista diferentes que aquellos estudian- tes tendrían al regresar al país e involu- crarse en la producción científica, en la enseñanza o en la divulgación.

No se ha hecho una evaluación de los resultados de esta estrategia aplicada al desarrollo de la antropología en Méxi- co, pero es evidente que ésta se enrique-

l ció notablemente a partir de la puesta en marcha de un plan como el pensado por Palerm. Sólo un académico integral, un científico que va más allá por ser un pen- sador con enfoques visionarios, posee la energía, la capacidad y las relaciones para llevar a cabo un programa tan am- plio. A este esfuerzo por desarrollar la antropología en México está vinculado el propósito de Ángel Palerm de cons-

l truir nuevos objetos de estudio, siem-

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pre relacionados con los problemas del país. A sus preocupaciones de los años estudiantiles agregó otras que sugirió a las generaciones de estudiantes y profe- sionales con quienes trabajó. Ello impli- có el manejo de una bibliografía amplia y diversa, la relación con científicos so- ciales de muy variada formación e in- tereses, la discusión y el esfuerzo por aplicar esquemas teóricos construidos desde nuestra realidad, no sólo para entenderla, sino para contribuir a con- ducirla a planos de verdadera convi- vencia humana.

Como editor y autor desarrolló espa- cios importantes, ofreciendo a los an6o- pólogos noveles diversos canales de expresión. Tuvo incluso la espléndida disposición de reunir artículos y ensa- yos de Gonzalo Aguirre Beltrán un tan- to dispersos en un volumen de gran

utilidad.33 La introducción que Palerm escribió para este libro constituye una ex- posición no sólo de su análisis del pensa- miento de este investigador, sino de su opinión acerca de la realidad mexicana. Precisamente, colaboró con Aguirre Beltrán en la publicación de aquella excelente colección ideada por el nota- ble antropólogo veracruzano llamada Sepsetentas, en donde él mismo di6 a conocer dos importantes estudios: 1 Agricuiiura y ciuiliración en Meso-

I arné~ica~~ y ~~r icu l tu ra y sociedad en Me- soamérica .35

La revista Comunidad, hoy desafor- tunadamente interrumpida, publica- da por la uu\, también debe a la experiencia e inteligencia de Palerm al- 33. Ver Gonzalo A e e Belhán. Obm poléinica. Mexico: INAH,

1976. Publicadomn elnúm. XIen la serie de obras completas de Aguime Belkár. Obm mitr~p~fÓ@. Vera-: Universidad Ve- racnuana-htihito Nacional Indigenista-Gobierno del Estado de Veracruz-FCE. 1992.

34. Con Eric Wolf. MCxiru: S I I ' 1$72 (C.51 Scp>ct,-niis, 32). 75 Tamhi6neditadopor l.i%~:rrlari.~ .i< I'diii.i:ii>n I'iihlicn. 1972.

con el número 55 de la misma colección Sepcetentas. .

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gunos de sus mejores números, como autor y como miembro de su consejo editorial. La colección Cuadernos de la Casa Chata fue otra de sus aportaciones como editor, así como los libros que junto con la editorial Nueva Imagen publicó el CIS-INAH; varios de los títulos de la desaparecida editorial Prisma se d e ben a la iniciativa de Palerm.

Ángel Palerm nos legó una obra inte- gral en antropología. Las distintas activi- dades que desarrolló formaron parte de un proyectocoherente,ideado para desa- rrollar una disciplina científica de la que él se enteró en México. Sin duda, ese proyecto le significó nuevos rumbos a la antropología en el país, ampliándose sus horizontes temáticos y las actitudes teóricas de los antropólogos mexicanos. Insistió en construir una antropología preocupada seriamente por entender la realidad del país para, desde allí, contri- buir a su transformación en una socie-

dad capaz de garantizar la libertad para la cultura y la cultura de la libertad.

Desde sus primeros ensayos antro- pológicos, Palerm logró establecer una sólida opinión académica, que no "aca- demicista", poniendo un notable cui- dado en su prosa. Para alguien tan involucrado en la política como él, en el contexto de la guerra civil española y de una intensa actividad partidista, no de- bió ser fácil adoptar el tono de la obje- tividad científica y alcanzar la elegante serenidad que le caracterizó. Más aún, me parece que fue capaz de conceptua- lizar muy pronto el conjunto de proble- mas teóricos generales que desarrollaría durante su brillante vida académica. En efecto, como profesional de la antropo- logía, Palerm apuntó tempranamente su preocupación por las relaciones entre tecnología y sociedad, así como su inte- rés en la agricultura y las complejida- des de la evolución social. Insistió a sus

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alumnos en la conveniencia de adquirir una "erudición antropológica", un mane- jo de la literatura a tal grado amplio, que permitiera ejercicios comparativos pro- fundos. Usó la etnohistoria como eje de la etnografía y la construcción de la teo- ría. En ello mantuvo acuerdos esencia- les con Aguirre Beltrán, más que en el terreno de la interpretación, en el uso de la antropología y los enfoques etnohis- tóricos.

Es importante y necesario reconocer la actitud de Ángel Palerm al transmitir sus ideas y su conocimiento: su genero- so interés en la formación intelectual plena de sus alumnos. Esta característica, aunada a su inverosímil erudición, le per- mitió agrupar a su alrededor a estudiantes disímbolos, coincidentes en el de aprender y ejercer la antropología.

La obra de Palerm en México está relacionada con las contribuciones del exilio republicano español, el más im-

portante -por su huella en la cultura mexicana- de este siglo en el país. Jun- to a Palerm, debe situarse también la obra de Pedro Bosch Gimpera, Juan Co- mas, José Luis Lorenzo Bautista, Pedro Armillas y Pedro Carrasco, todos ellos maestros en el más generoso y amplio sentido de la palabra.

Ángel Palerm, mexicano por adop- ción, unido a esta tierra por un acto de amor,nunca abandonósn interés por la tierra natal y la defensa de su lengua, el catalán. Fue, en ese sentido, un antropó- logo nostálgico, cargado de recuerdos, pero con los pies bien plantados en su tiempo y una capacidad excepcional para interpretar el presente.

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Apéndice Escritos de Ángel Palerm

E n el siguiente listado se ofrece una selec- ción de escritos y estudios que realizó An-

gel Palerm, cuya aportación a las ciencias sociales es, sin duda, de gran valía. Se ha se- guido un orden cronológico.

"La civilizauónurbana". Historia Mexicana. Mé- xico: E1 Cole io de México, vol. n, núm. 2, 1952, pp. l8l209.

"San Carlos de Chachalacas: una fundación de los indios de Florida enveracruz". Cuader- nos Amevicanos. México, vol. UI, núm. 1, 1952, p p 165-184.

"Notas sobre la clase media en hléxico.Comen- tario a un estudio de Nathan L. Whetten". Ciencias Sociales. México, vol. 111, núms. 14

18-27; núm. 18, di- Este mismo

México: Nuesbo Tiempo, 1968, pp. 71-88.

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Isabel Kelly y Án el Palerm. The Tnjin Toto- nnc. Part 1: I f istor Subsistence, Shelter and Technology. &shhy I~stitute of Social Anthropolo y of t e Smthsonian Institution, num. 15,1952.

El regndío en Mesoninéricn reuoli~ción urbnnn.

Historia, 1953 (ver la nota que aparece en Felipe Montemayor. 28 niios de antropolo- gía. Tesis de la Escuela Nacional de An- tropología e Historia. México: INAH, 1971, p. 117).

Ángel Palerm y Carmen Vi ueira. "Alcoholis- mo, brujería homici lo en dos comuni- P 2 dades rura es de México". Ainéricn Iiidígenn. México: Instituto Indigenista Interamericano, vol. XIV, núm. 1, 1954, pp. 7-36.

"La secuencia de la evol~lción cultural en Me- soamérica. (Del arcaico a fines del clási- co)". Boletíii Bibliogrijco de Antropologín Ameiicni~n. México: Instituto Panamerica- no de Geografía e Historia, vol. xvI1, parte primera, 1954, pp. 205-229.

"Notas sobre las construcciones militares y la guerra en Mesoamérica". Annles del Insti- tuto Nncionnl de Antropolopf e Historia. México: INAH, t . VIII, num. 37, 1954, pp. 123-134.

Ángel Palerm Theo R. Crevenna. "Sociology and Ant a ropology: the Understandin of Problems of Economic ~ e v e l o ~ m e n ~ . Prncticnl nnd Tlieoreticnl Appronches to Developinent Problems. Newark: Insti- tute for Interamerican Study and Re- search-University of Delaware, 1955.

Ángel Palerm, Julian H. Steward, Robert M. Adams, Donald Collier, Karl A. Wittfogel, Ralph L. Beals. Las civiliznciones nntigirns del viejo m?rn+ y de Américn: Symposii~m sobre ffi ~ i v i h ~ n ~ i o n e s de regndío. Wash- ington: Unión Panamericana de Cien- cias Sociales, 1955. An el Palerm dio a conocer aquí el ensayo %as bases agríco- las de la civilización urbana en Mesoamé- rica". Este volumen se publicó simultáneamente en inglés.

Ángel Palerm, Gordon R. WUey y Evon Z. Vo t Middle Ainericnn Anthropolo c i n ~ ~ ~ i n p o s i u i n ofthe Americnn Ailt ? tropo10 Spe: g"1 Associntion. Washington: American Union, vol. 1,1958 (publicado en español por la misma editorial en 1960).

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Observaciones sobre ln reforinn agraria en Italia. Washington: Departamento de Asuntos Sociales de la Unión Panamericana, 1962 (reimpresiones en 1963 y 1964).

Obseruaciones sobre la plnnificnción regionnl. Cua- demos informativos de desarrollo econó- mico-social. Madrid: Instituto Balmes de Sociología, fascículo 1,1962.

Introdticción a la teoría etnológicn. México: Uni- versidad iberoamericana, 1967.

Agrict~lturn y sociedad en Mesoninérica. México: SEP, 1972 (Coi. Sepsetentas, 55).

Ángel Palerm y Eric R. Wolf.AgricuIturn y civi- liznción en Mesoamérica. México: SEP, 1972 (Col. Sepsetentas, 32).

Obrns Iiidrn'ttlicns prelzisplínicas en el sisteiiln lncus- tre del Valle de México. México: SEP-INAH, 1973.

Historia de In etnología: Los precursores. México: SEP-INAH, 1974.

Historia de la etizología: Los evolticioi~istas. Méxi- co: SEP-INAH, 1976.

Historia de la etnología: Tylor y los profesionales británicos. México: USINAH, 1977.

Antropología y marxismo ... en Msis. México: Nueva Imagen-CISINAH, 1980.

México prehispánico. Evolución ecológica del Valle de México. Carmen Viqueira (ed.). M6xico: CNCA, 1990. ~ o l u n i c n ~ u e recu era irabajos de i'alenii desde 1957 hasta 19&.

l El lector interesado en una bibliografía comple- ta de los escritos de Palerm puede recurrir a los volúmenes siguientes:

Historia i antropolo ia a la memoria &Angel Pa- lerm. Ignasi #erradas y Neus Escandell. Barcelona: Publicacions de I'Abadia de Montserrat, 1984.

SusanaGlanz (comp.). La heterodoxia recupernda. En tomo a Ángel Palerm. México: FCE, 1987.

Modesto Suárez (coord.). Histo~ia, antropolo- gía y política. Homenaje a Angel Palerm. 2 vols. México: Alianza Editorial Mexi- cana-Universidad Iberoamericana, 1990.

Modos de producción formnciones socioeco- nómicns. México: 2' dicol, 1976.

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Á ~ i g e l Palerm Vich se terminó de imprimir en agosto de 1997 en los talleres de Editorial Gráfica Nueva,

Pípila 638, tel. 614 5599, Guadalajara, Jalisco, México.

El tiraje fue de 500 ejeinplares.

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c o n s u I r t b c i r , h ~ d o a ~ o m i f o r - n r t c % p i d e l w w g n t & a s u s ~ e s e n e l ~ ~ m p o d e b E i a i w a , l a s humanidadesyelarte.

En esia ocasión se da a conocer la vida del catatan &el Palem Vich, llegado a Mexico a causa de la guerra civil espaiiola, quien con sus estudios del Altiplano mexicano y su entrega a la ensefianza de varias generaciones de científicos sociales dejó una hueiia que aún perdura en el país que lo acogió.