Había Que Cantar

256

description

Historia del Festivan Nacional de Folklore de Cosquín. Por santiago Giordano y Alejandro Mareco

Transcript of Había Que Cantar

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 1

  • 2 Haba que cantar...

    2010, Festival Nacional del Folklore CosqunComisin Municipal de FolkloreSarmiento 589, Cosqun, Crdoba, Argentina

    Impreso en ArgentinaHecho en el depsito que marca la Ley 11.723Todos los derechos reservados. No se permite la reproduccin total o parcial de esta publicacin, ni su almacena-miento, tratamiento informtico o transmisin de ninguna forma o por cualquier medio, sin previa autorizacin escrita de la Comisin Municipal de Folklore de Cosqun.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 3

    Habaque cantar...

    Una historia del FestivalNacional de Folklore de Cosqun

    A los que hicieron el Festival.

    Santiago GiordanoCronologa y notasAlejandro Mareco

    Introduccin y notas

  • 4 Haba que cantar...

    Correccin: Karina MichelettoDiseo y diagramacin: Juan Prez Gaudio

    Comisin Municipal de Folklore

    Presidente: Marcelo Gustavo VillanuevaVicepresidente, Relaciones Pblicas e Internacionales: Aldo Daniel Acosta

    Secretara Ejecutiva y Finanzas: Arquitecto Esteban Ral BernalSecretara de Programacin., Pre Cosqun, Espectculos Callejeros, Prensa y Pea Oficial:

    Escribana Irina Cazenave, Hugo Osvaldo ScottoSecretara de Cultura, Ferias y Exposiciones: Dr Ral Rolando Acosta

    Secretara de Obras Complementarias y Patrimonio: Ariel Eduardo GonzlezSecretara de Recursos Publicitarios y Concesiones: Jos Guillermo Castro

    Coordinador Administrativo: Carlos Alfredo MartinoAuxiliar de Finanzas: Tec. en Adm. De Empresas Lorena Mura

    Auxiliares administrativos: Sabrina Prez Moyano, Fernanda Rodrguez

    Agradecimientos: A la Comisin Municipal de Folklore de Cosqun, que nos honr con la responsabilidad de hacer este libro.Al personal de las salas Hemeroteca de Diarios y Peridicos, Hemeroteca de Revistas Don Buena-ventura Luna y Microfilms de la Biblioteca del Congreso de la Nacin. A Myriam Mohaded y todo el personal del archivo del Cisprem de Crdoba, y al personal de los ar-chivos de los diarios La Voz del Interior, Clarn y Pgina/12, que pacientemente facilitaron la tarea de documentacin. A Reynaldo Wisner, Marcelo Simn, Miguel ngel Gutirrez, Julio Marbiz, Tito y Luis Nogues, que con sus relatos incentivaron la investigacin. A Ftima Soliz, Silvia Majul, Mariano del Mazo, Sergio Chalub y Jorge Gonzlez, que de diferentes ma-neras contribuyeron a la concrecin de este trabajo. Un especial agradecimiento a La Voz del Interior, por habernos permitido el acceso a su archivo foto-grfico.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 5

    Haba que hacerlo... 7

    Introduccin, por Alejandro Mareco

    Una historia para contar 9El exilio interior 11Antes de cantar 17Contra la soledad, un muro 19

    Cronologa, por Santiago Giordano

    Los aos 60, identidad en la encrucijada 25 1961. Quin poda imaginarlo 281962 Las delegaciones primero 311963 Su lugar en el mundo 35 1964 Llegan Los Fronterizos 391965 Todo para dar 431966 Nuevos acentos 49 1967 Ojo con esa gente 541968 Todas las voces 601969 El espectculo adelante 691970 El primer balance 751971 Canciones en lucha 801972 Homenaje en vida 871973 Con lluvia, sin novedades 931974 Alerta Cosqun! 991975 Todo bajo control 1051976 Cada noche con su misterio 1101977 Casi siempre, lluvia 1151978 Sin nuevas zambas 1191979 El regreso de Atahualpa 1231980 A la altura de su historia 1271981 Las dos guitarras 1311982 El pblico protagonista 1351983 Una luz al fondo 1391984 Primavera folklrica 1431985 Otra vez aqu y ahora 147 1986 Adentro y afuera 1511987 Un pas para armar 155

    ndice

  • 6 Haba que cantar...

    1988 Otros pblicos 1591989 Inconciente colectivo 1631990 La gente fue la fiesta 1671991 Unirse y resistir 1701992 La variedad posible 1771993 Momento de transicin 1801994 Hacia otra identidad 1851995 La restauracin 1891996 Buscando brillo 1931997 Ni tradicionalistas ni renovadores: jvenes 1961998 La primera entrega 2011999 Cambio de mano 2072000 Una carta, slo una carta 2112001 Paisajes y aldeas 2172002 Crisis llena 2212003 Cabezas sin cuerpo 2252004 Desvalorados 2282005 Con derecho al optimismo 2332006 Doce lentos minutos 237 2007 Por la igualdad de clases 2422008 Una tribuna para El Potro 2452009 Muchas msicas, muchos pblicos 249Eplogo 254

    NotasLa plaza es del pueblo 38Mercedes Sosa. La hora cero 46Los Fronte y Los Chalcha. Un clsico argentino 64Un crdito etlico 68La msica en el ro 77Hacedores 84Nace el Pre Cosqun 92Poncho coscono 98Rerse de nosotros 104Dioniso Daz 108Lluvia 120Las Peas. El contraescenario 182El tango presente 206Poetas, creadores 220Hay que pasar el verano 223Las puertas abiertas 246El futuro est llegando 252

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 7

    Y Cosqun ya tiene medio siglo de msica para el pas, el Festi-val mayor de Latinoamrica llega sus 50 aos, una larga his-toria para contar, tanta copla, tantos duendes, tanta magia Haba que escribirlo, que revivirlo para la memoria de los que la vivieron, para atrapar a los que van a venir, para todos los que ama-mos la msica de nuestra tierra. No era fcil y all estaban la mirada honda y reflexiva de Alejandro Mareco, el rigor de investigador y critico musical de Santiago Giordano, dos grandes periodistas, dos amigos, dos hombres con el alma para saber sentirlo y con la tinta para saber decirlo.

    Este libro est impulsado por la intencin de cobijar la memoria de los esfuerzos de toda una comunidad, de generaciones por cuidar un te-soro nacional. Y para contar, paso a paso, como ha sido la marcha de a travs de estas cinco dcadas.

    El camino es persistir, cuidando el legado de los pioneros, para hacer eterno el rumbo del canto nacional en nuestra plaza. Esa es la tarea de la Comisin Municipal de Folklore, del pueblo de Cosqun y de todos los que aman la msica argentina.

    Comisin Municipal de Folklore

    Cosqun, diciembre 2009

    Habaque Hacerlo...

    1988 Otros pblicos 1591989 Inconciente colectivo 1631990 La gente fue la fiesta 1671991 Unirse y resistir 1701992 La variedad posible 1771993 Momento de transicin 1801994 Hacia otra identidad 1851995 La restauracin 1891996 Buscando brillo 1931997 Ni tradicionalistas ni renovadores: jvenes 1961998 La primera entrega 2011999 Cambio de mano 2072000 Una carta, slo una carta 2112001 Paisajes y aldeas 2172002 Crisis llena 2212003 Cabezas sin cuerpo 2252004 Desvalorados 2282005 Con derecho al optimismo 2332006 Doce lentos minutos 237 2007 Por la igualdad de clases 2422008 Una tribuna para El Potro 2452009 Muchas msicas, muchos pblicos 249Eplogo 254

    NotasLa plaza es del pueblo 38Mercedes Sosa. La hora cero 46Los Fronte y Los Chalcha. Un clsico argentino 64Un crdito etlico 68La msica en el ro 77Hacedores 84Nace el Pre Cosqun 92Poncho coscono 98Rerse de nosotros 104Dioniso Daz 108Lluvia 120Las Peas. El contraescenario 182El tango presente 206Poetas, creadores 220Hay que pasar el verano 223Las puertas abiertas 246El futuro est llegando 252

  • 8 Haba que cantar...

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 9

    Somos un pueblo, entre tantas otras cosas, porque cantamos, por-que nuestra inmensa variedad de paisajes tiene sonidos que se vuelven msica aferrada a la tierra que nos cobija. Y tenemos una manera de cantarle a nuestras montaas, a nuestros ros, a la vastedad de la pampa, a la omnipresencia de la naturaleza que nos ha creado, a nuestras ciudades; tenemos un modo de sentir, y de cantarle al amor, a la pertenencia a un pasado y a un presente, y al coraje de nues-tros sueos.

    La patria chica, la que formas parte de todo un continente hermanado por la historia, el lenguaje, la religin, cumple 200 aos de vida indepen-diente, aunque canta desde hace mucho ms tiempo, desde lo profundo de los siglos. Y el Festival de Cosqun cumple 50 ediciones. Es decir, est con nosotros nada menos que durante el ltimo cuarto de la existencia argentina.

    Vivir, sostenerse en el presente y seguir mirando el horizonte del des-pus, es uno de los xitos elementales de la vida, ya sea para la gente o para las construcciones que hace la gente y que despus se convierten en asuntos de un pueblo.

    Cosqun, el Festival, naci en los ubrrimos das de comienzos de la dcada de 1960. Eran tiempos de espritus inquietos, de voluntades dis-puestas para hacer un mundo nuevo, aqu, all y ms all. El folklore argentino era como una flor silvestre que no dejaba de estallar en una primavera indetenible. Vaya si fueron das maravillosos.

    En esa dcada los festivales se multiplicaran. Acaso la ms contun-dente de las razones era que representaban un encuentro argentino que todava no haba tenido una oportunidad de darse con la intensidad que se dio. Significaban, de alguna manera, una presentacin entre los ar-gentinos, sobre todo del interior. Una reunin de gente, artistas y paisa-jes, como este pas no se haba dado la posibilidad de tener.

    Pasaba, por ejemplo, que en 1926 lleg a Crdoba la troupe del san-tiagueo Andrs Chazarreta, y result todo un descubrimiento para los que fueron testigos de la inmensa riqueza de ritmos y danzas que esta-ban escondidos en los rincones profundos del pas. Despus, el folklore se abrira camino en Buenos Aires, y hasta le tocara una dosis de parti-cipacin en el negocio de la grabacin de discos.

    una Historiapara contar

  • 10 Haba que cantar...

    Y en los festivales, claro, no slo se traba de cantar, sino que alrededor del canto se organizaba toda una puesta en escena de sabores y de olores de la herencia criolla. Es decir, se convirtieron en una fiesta cultural na-cional que encontraba en esos episodios una oportunidad de afirmacin y hasta de resistencia.

    Pero Cosqun, el festival, estaba destinado a ir un paso ms all, a ser el espejo, la ventana de las energas artsticas y creadoras que la msica del pueblo poda desarrollar.

    No sin polmicas, no sin ediciones claras y oscuras, el festival sostuvo su intencin de marchar hacia el porvenir. Claro, en estos 50 aos pa-saron muchas cosas en el pas; desde dos dictaduras, una infinitamente sangrienta, hasta momentos de gran inquietud e ilusin poltica, y una larga meseta democrtica que es la que llega hasta estos das, a la que tampoco le han faltado momentos aciagos y de crisis profundas. As y todo, hemos andados en la procura de un destino.

    Acaso por eso, por todas las discusiones, por todos los temporales que hubo que conjurar, no hay manera de no decir que atravesar 50 aos de historia y seguir siendo el corazn del canto nacional, uno de los faros ms visibles de la cultura nacional, es toda una epopeya. Hay generacio-nes, el sueo de un pueblo, y sobre todo la vocacin de un pas de encon-trarse, que tiene en un particular corazn de las sierras cordobesas la oportunidad de lograrlo.

    El Festival de Cosqun es uno de los mejores cuentos que este pas tie-ne para contar.

    La fiestaTodos los colores en un solo estalli-do de fervor. As es y ha sido la fiesta de Cosqun durante casi 450 noches.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 11

    Era el pueblo del exilio interior: cientos de argentinos recorran sus calles como espectros, acorralados por un horizonte de montaas. Cargaban con uno de los mayores estigmas de finales del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX: la tuberculosis, una enfermedad que conduca casi siempre a la muerte, no sin antes pasar por una larga temporada en la soledad.

    El pueblo de Cosqun tena sentimientos ambivalentes y razones en-contradas: el riesgo de contagio era severo, pero, a la vez, la actividad econmica se sustentaba en los ingresos que perciban los numerosos empleados de los hospitales Santa Mara y Domingo Funes, y de los gi-ros postales de los familiares de los enfermos, a veces suculentos, sobre todo los que llegaban de Buenos Aires. Y en Cosqun se multiplicaban las pensiones para los tsicos: de pronto, era un mundo inventado para moribundos.

    Pero las sombras de esos das y de esas miradas tendran un largo ca-mino que recorrer, hasta que la porfa del siglo XX y el nimo del lugar tuvieran por fin su oportunidad de parir una luz intensa, tan intensa que

    el exiliointerior

  • 12 Haba que cantar...

    an ilumina el pas.Cosqun haba sido una aldea indgena que a principios del siglo XVII,

    medio siglo despus de la llegada colonizadora a Crdoba encabezada por Jernimo Luis de Cabrera, ya tena espaoles entre su poblacin. El mis-mo Cabrera, en 1573, ao de la fundacin de la ciudad de Crdoba, haba mandado una expedicin a explorar el valle de Camin Cosqun, como lo llamaban los indgenas.

    Fue el pueblo ms antiguo del Valle de Punilla, as como la primera municipalidad (1877), que tuvo su primer intendente (Facundo Bustos) en 1890, y que fue ascendido a la categora de ciudad el 26 de agosto de 1939.

    Hay pueblos y pueblos en la vastedad argentina que parecen tener una breve memoria de apenas un par de siglos. Pero ms adentro de lo que se ve, hay una larga mirada hacia el pasado, hacia el presente y hacia el porvenir que cuenta las historias de la gente a expensas del remolino de la historia.

    Algunos pueblos germinaron como fueron plantados; otros cargaron sobre sus hombros un derrotero tan original como cambiante y sintti-co. De esos ltimos es Cosqun, un nombre que despus de las extraas vueltas de la moneda del ayer, se convirti en un faro de la tantas veces

    Bastin sanitario y econmico

    El hospital Santa Mara se inaugu-r en 1911 como un emprendi-miento privado, pero pronto pas a manos del Esta-do. Lleg a tener unos 150 emplea-dos efectivos, que adems de sueldo reciban provisiones. In-cluso, haba otro grupo de colabo-radores, llamados honorarios, que reciban slo pro-visiones, parte de las cuales las vendan en el pueblo.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 13

    inasible materia cultural que hace a la identidad argentina, la materia argentina.

    Vaya que no es poco: atar el nombre de un pueblo a la identidad argen-tina, al menos de una de sus versiones ms hondas. Cosqun nada saba de su destino luminoso, cuando, de pronto, su camino tom un desvo hacia una poca inefable, difcil, aunque quizs termin siendo un atajo para lo que vendra.

    A finales del siglo XIX haba sido un centro de descanso en el que mu-chos miembros de la sociedad ms encumbrada del pas solan pasar sus tres meses de veranos. Entre los visitantes estuvo el dos veces presidente de la Nacin, Julio Argentino Roca. Aos despus, tambin se acercara a una cena en el Club Social el flamante golpista Jos Evaristo Uriburu (1930). Se sabe, el resto de la gente no contaba demasiado, como tantas veces en el camino del pas.

    La historia de una aldea indgena, luego colonizada, torci su destino acaso en 1900, cuando el mdico porteo Enrique Torn lleg a respirar las bondades del aire del Valle de Punilla y, en Cosqun, profundiz estu-dios climatolgicos. Su recomendacin del clima del lugar como benefac-tor para los enfermos de tuberculosis fue un punto de partida para lo que sera la nueva caracterstica del pueblo.

    Entonces comenz a llegar una legin de fantasmas desterrados de sus pequeas patrias. Traan otra versin de la gente y del mundo. Pero adems de su agona, portaban una bandera de libertad, tal vez hecha jirones, pero bandera al fin.

    Estaban solos y abandonados. Su comunicacin con el mudo que los ha-ba desterrado eran apenas cartas y giros. Estaban vedados de ejercer el afecto elemental que tiene que ver con la cercana fsica: su aliento y sus toses cargadas de bacilos los haban eyectado a cientos de kilmetros.

    Haban quedado afuera de muchos cdigos de la sociedad. Por eso es que sobre los tuberculosos, entre otros estigmas, colgaba la reputacin de la promiscuidad, eso, claro, visto por los ojos de de los valores instaura-

    El alma encantada

    Fundado en los aos 40, comen-z con tteres hasta que se convirti en un grupo teatral que traz una fecun-da trayectoria, incluso ms all de Cosqun. Entre sus iniciadores se cuentan a Omar y Nelsa Buschiazzo, Julio Rodrguez Zelada, Gaspar Nogus y Eduar-do Gonzlez (padre del actor Jorge Gonzlez), a los que luego se sum Germn Cazenave como director. Fue una avanzada cultu-ral que tambin asumi diversas tareas en los pri-meros festivales.

  • 14 Haba que cantar...

    dos por la sociedad de ese tiempo. No tenan a nadie a quien rendir cuentas en cuanto a su com-portamiento social, sobre todo asumiendo el hecho de que no se haban rendido cuentas sobre el comportamiento social frente a ellos.

    El mdico Santos Sarmiento, uno de los hacedores del festival, recuerda que al tuberculoso se lo calificaba de egosta, cuando en realidad lo que suceda era que se le transfera el egosmo de sus allegados y su medio social. En su libro Aqu Cosqun relata que un da llev de regreso a Buenos Aires a una joven de 21 aos que se haba curado de lesiones pulmonares leves (reposo, alimentacin, clima y sales de oro, era la receta). En el reencuentro familiar hubo emocin, pero gestos tmidos de contacto fsico. La familia no crea que hubiera desaparecido el peligro, segua vigente el miedo atroz al contagio. No hubo ruegos, ni protestas, aceptacin de una realidad vigente en la sociedad, y partimos nuevamente a Punilla, escribe Sarmiento.

    El asilo de tuberculosos en el que se convirti el pueblo guardara tambin algunos nombres imborrables de la memoria colectiva entre sus visitantes: los poetas y hermanos Ral y Enrique Gonzlez Tun, el gran escritor Roberto Arlt, el boxeador Justo Surez (El Torito de Matade-ros, que morira en la ciudad de Crdoba), entre otros.

    Pero la terrible enfermedad que por entonces haca estragos entre los jvenes, se ensa con su amada. Era la tuberculosis. La misma que mat a Ceferino Namuncur, a Florencio Snchez, a Enrique Gonzlez Tun Muchos enfermos iban a Crdoba en busca de mejores aires. La mayora, en realidad, iba en busca de una muerte menos mala. La cita corresponde a la historia de Alfredo Lepera que escribieron Luca Glvez y Enrique Espina Rawson.

    Estoy solo y ms que nunca estando solos los dos ...me llega la risa trunca de tu tos, de tu tos, de tu tos...Este fragmento de un poema de Nicols Olivari (La musa de la mala pata) es uno de los tan-

    tos que se inspiraron en la impotencia y el dolor que la tisis, la peste blanca, el devastador mal al que recin en 1882 Robert Koch identific como causante al bacilo que lleva su nombre.

    La tuberculosis era una enfermedad a la que algunos llamaron romntica, y a la que poetas y msicos le pintaron rostros de piel macilenta y gesto condenado. Era demasiado mal para la vida, una sentencia de muerte casi segura. Pero, a la vez, era demasiado ardor en el pecho, aun para la muerte.

    Por qu recordar estas historias? Porque hay algo en la llama ms viva de Cosqun que creci al amparo de las luces mortecinas que alumbraban los cuartos de los exiliados.

    As como cada tuberculoso era un paria en el reino de la vida, Cosqun era un paria en el reino de los pueblos de un valle lleno de una fecundidad que no se puede medir en quintales: el de la belleza.

    Esa manera de ser en la agona tuvo su lenta y paulatina resurreccin. Entre tantos condena-dos a respirar y a reposar para darle lucha a la enfermedad, haba espritus llenos de inquietudes sensibles que fueron encontrando distintos cauces.

    Una de ellos, todo un emblema, fue por ejemplo la creacin del grupo de teatro El alma encan-tada, que naci como a travs de la pequea ventanita con que los tteres miran al mundo, hasta convertirse en un elenco.

    Muchos de los enfermos le dieron sus hijos a Cosqun y con esa raz de futuro se terminaron de anclar en un especial lugar en el mundo.

    Hasta que en la dcada de 1940 comenz a llegar uno de los ms deslumbrantes descubrimien-tos de la enorme creatividad de la ciencia del siglo XX: los antibiticos. Las bacterias estaban aco-rraladas. Los tuberculosos tendran la vida consigo, slo bastaban tratamientos ambulatorios

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 15

    para derrotar el mal. Y los espectros ya no deambularan por las calles, seran caras saludables las que saldran a asistir al milagro de cada da entre las montaas.

    Claro que para Cosqun significara el final de una larga poca orga-nizada alrededor de la tuberculosis: atrs haban quedado los tiempos en los que el jefe de correos Palemn Carraza se encar-gaba de distribuir mano por mano el dinero de los giros.

    Haba que salir a buscar un nuevo destino. Y en me-dio del Valle de Punilla, no se vea un horizonte ms claro que el de la actividad turstica. Es que mientras Cosqun albergaba a enfer-mos, muchas cosas haban cambiado. El turismo ya no era slo el de aquellas familias pudientes que a comienzos del siglo llegaban para pasar todo el verano en fastuosos ho-teles o en sus propiedades, sino que el trnsito de visitantes era mucho ms intenso.

    Las razones eran varias. Una, sin dudas, fue la revolucin que trajo el automvil, y a medida que el nmero de unidades se multiplicaba, los caminos se hacan ms accesibles. Desde el punto de vista social, la clase media que se haba consolidado en sus aspiraciones, sobre todo con la llegada al poder de Hiplito Yrigoyen, poda pensar en disponer de un tiempo para vacaciones. Ms tarde, con el peronismo y la construccin de decenas de colonias de vacaciones sindicales, se abri la puerta tambin para que los trabajadores y sus familias tuvieran la oportunidad de cono-cer los tesoros del pas.

    Las serranas cordobesas haban sido sealadas como uno de los cora-zones de esa agitacin turstica, y entre todos los paisajes de la provincia, el Valle de Punilla era el favorito. Cosqun estaba en el corazn de ese valle, pero el viejo estigma de la tuberculosis lo haba dejado al margen. Haban pasado varios aos desde la irrupcin de los antibiticos, pero la gente segua atravesando raudamente la ciudad, apurada por los fantas-mas de ayer.

    Sin embargo, haba entre los cosconos una energa creativa que estaba a punto de dar a luz una proverbial Eureka. Se trataba de detener a la gente y hacerle sentir que algo nuevo estaba a punto de florecer.

    Y en la mente y en el corazn de aquellos que padecieron la soledad y el exilio, y los hijos de ellos que acaso bebieron de aquellos das amargos, se gestara una inspiracin que hara del viejo pueblo comechingn el centro de uno de los rituales ms importantes de la argentinidad.

    El granencuentro

    El pas del inte-rior, el que poco se conoca las caras y los so-nidos: las calles de Cosqun se abrieron al gran encuentro argen-tino que, contra vientos y mareas, se mantiene en pie al cabo de medio siglo. La epopeya del fes-tival la hicieron argentinos de todas partes, que tambin sienten al Festival como una orgullosa pertenencia.

  • 16 Haba que cantar...

    Atahualpa Yupanqui

    El gran caminante argentino, insignia de la poesa y la guitarra telrica, en sus aos jvenes, vestido de gaucho. Ya era una institucin de la cultura cuando se inaugur Cosqun.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 17

    En enero de 1961, la argentinidad era un viento que vena so-plando en la historia, en la construccin de la identidad de un pueblo que acababa de cumplir 150 aos de existencia indepen-diente, con la pena que ojal no sea eterna de ser slo uno de los fragmentos en los que estall la patria grande americana. Antes de intentar reconocernos, primero haba que conocernos en medio de un colectivo nacional heterogneo, en el que el interior que haba sido vencido en las guerras internas que siguieron a la independencia, tena acaso slo un hilo de voz.

    No es sencillo ni nunca lo fue descubrirnos en un lugar frente al cos-mos, y descubrirnos de pie. Y ese descubrimiento no tena otro nombre, otro sentido que la cultura. S, la cultura, es decir: vamos a expresar lo que nos viene desde lo ms profundo de nuestra relacin con la natura-leza, y lo que supimos sublimar como seres humanos en nuestro contex-to, frente a nuestros horizontes de distintos tamaos y colores, frente a nosotros, nuestros padres, nuestros hijos.

    Necesitbamos afirmar una tradicin. Y qu es la tradicin? Es traer al presente las costumbres, que suelen llevar consigo valores, de la poca en que un pueblo se dio un destino a s mismo. S, es cierto, el destino comn lo hacemos en este instante en que escribimos la ltima letra. Y el futuro tiene que ver con esa letra que escribimos en el ltimo final del presente.

    La tradicin nos da seales, es una sombra en medio del desamparo al sol que nos incendia la vida y los sueos.

    No es demasiado complejo entender de cundo, ms que de dnde, vienen las cosas que forman parte de lo que llamamos tradicin. Por

    antesde cantar

  • 18 Haba que cantar...

    ejemplo, es posible que entre nosotros, los argentinos, el camino ms corto hacia la felicidad sea un asado. Es que todo lo que consideramos un asado, carne de vaca al fuego, en algn momento fue todo lo que ha-ba para comer en las pampas: slo el cuero era negocio y algunas partes de la vaca, lo que vena con huesos, quedaba para el gaucho, que siempre llev cuchillo pero nunca tenedor.

    Y el locro? Cada pueblo tiene su plato popular. Y en todos los casos de los pueblos que nos imaginemos (aun los de Europa) tienen que ver con la facilidad de acceso, lo que significa baratura de sus ingredientes porque es lo que la naturaleza pone al alcance de las manos. Ese revolver de gigantescas cucharas en enormes ollas es todo un smbolo de nuestra relacin con los frutos de la tierra, o sea, nada ms y nada menos, que de nuestra esencial supervivencia.

    Para detenernos un segundo ms en este captulo gastronmico (en el que no puede faltar una cita a las empanadas y a la antigua tradicin americana que tiene que ver con la domesticacin del fruto esencial de esta tierra: el maz, la humita y los tamales), vale decir que los platos elementales de ayer se convierten en una festn para las generaciones que vienen detrs, en un smbolo de afirmacin de habitar esta tierra.

    Todava hay tantas cosas que discutir sobre los smbolos que nos re-presentan. Por ejemplo, el gaucho, un argentino de las pampas al que el inefable poema de Jos Hernndez, nuestro sacrosanto Martn Fierro, puso a la luz en una increble proeza literaria de revelacin social, es un arquetipo argentino que sigue presente incluso en la vestimentas de muchos folkloristas que, antes que nada, dan una sea visual de perte-nencia.

    Ese gaucho adquiere otras versiones si cambian la referencia del paisaje interior. As, si es un paisano del norte, a la hora de montarse en un caballo llevar guardamontes, para protegerse de una vegetacin distinta, llena de espinas, por las que haba que lanzarse para atravesar las distancias.

    Al decir del filsofo Jos Pablo Feinmann, ese gaucho de Hernndez era el hombre de tierra adentro que haba quedado sometido tras las derrotas de las montoneras, es decir, del intento del interior por tomar la conduccin del rumbo argentino y quitrsela a Buenos Aires.

    Mientras tanto, en muchas de las regiones del pas, lo visceral de la tierra se eleva como una proclama profunda que viene ms all de algu-nos de los resultados de la colisin y luego la impronta cultural con que nos marcaron los espaoles.

    Pero no slo de comer vive el hombre ni la tradicin. Aqu me pongo a cantar, dice el primer verso del Martn Fierro. Y Argentina siem-pre cant, aun antes de ser un pas. Entonces, a la hora de trazar una identidad haba que cantar, claro que haba que cantar. Mejor dicho, se cantaba, aqu, all y en todas partes, slo haba que or.

    El folklore es lo que un pueblo pone en juego frente al dios que ha elegido, frente al paisaje que le ha tocado, frente los hombres. Frente a la vida.

    Primera Comisin

    El 26 de agosto de 1960, una asamblea de vecinos e insti-tuciones eligi la primera Comi-sin Municipal de Turismo y Fomento, forma-da por Reynaldo Wisner (Presi-dente), Alejandro Israelevich (Se-cretario General), Gerardo Barrera (Tesorero). Entre los secretarios adjuntos estaban el cura Hctor Monguilloty SantosSarmiento.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 19

    Un muro, no para separar sino para reunir, vaya paradoja. Un muro para detener la adversidad y convertirla en sol del por-venir, en esperanza, en claridad. En enero de 1961, ladrillo a la-drillo, el pueblo de Cosqun lo levant sobre su calle principal, a la altura de la Plaza San Martn, calle que era a la vez la Ruta 38, la que atraviesa el rumbo en Punilla.

    Fue puesto all para congregar, no para dispensar. Esa sera la slida espalda contra la que se apoyara el inaugural Festival de Folklore para mirar hacia adelante.

    Haba que detener el trnsito para que la gente que pasaba raudamen-te se quitara de la boca los pauelos del prejuicio y entendiera que no haba que taparse ms, que haba que dejar que la respiracin fluyera libre en el ms puro de los aires, y que adems, los odos se aprestaran a escuchar lo que sera el primer brote de una siembra fecunda, que ter-minara cosechando, slo hasta ac, medio siglo de encuentro argentino junto a la msica, al arte y a la cultura de un sentido de pertenencia que aspira a ser eterno.

    Cosqun revolva en el bal de su paisaje y en la imaginacin de sus habitantes la frmula que lo hiciera emerger del ostracismo en el que el pueblo, ya ciudad, haba quedado cuando la tuberculosis dej de ser el terror de los pechos sin tos. Porque los tsicos ya se haban quitado de encima el estigma social y el fantasma de la muerte, pero todava un velo oscuro cubra a Cosqun como destino.

    En la bsqueda de un imn que atrajera a los visitantes, se convoc a una reunin de representantes de las instituciones del lugar. As fue que de la mano del cura Hctor Mara Monguillot, a finales de la dcada de 1950 se haba sacado del templo a las calles la celebracin en homenaje a la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad. Las procesiones se acompa-aban con actividades con espritu de romera.

    Hasta que en 1960 se alumbr la idea de un festival. Fue una conjuncin heterognea de vecinos, casi todos jvenes, reunidos en una comisin lla-mada de Cultura, Fomento y Turismo, presidida por Reynaldo Wisner, la que le dio impulso a la propuesta. Sin embargo, no todo estaba muy claro: ni siquiera sobre qu tipo de msica se sustentara el encuentro.

    La leyenda y algunas memorias dicen que fue Rubn Wisner, hermano del presidente de la Comisin, el que arroj sobre la mesa el dato de que los discos de folklore se estaban vendiendo muy bien y que, de inmediato,

    contra lasoledad,un muro

  • 20 Haba que cantar...

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 21

    Escenario

    En plena calle San Martn vecinos de Cosqun levantaron, convencidos del objetivo y sin paga, el primer escenario del Festival. El muro que respaldaba el escenaio alcanzaba 6 metros de altura.

  • 22 Haba que cantar...

    tras esa pista, se encolumn la energa fundadora.Haca ya varios aos que el folklore se haba asomado al gran centro de las decisiones cultura-

    les y de difusin, es decir a Buenos Aires. El mendocino Antonio Tormo era quien haba llegado a la cima de la popularidad: su versin de El rancho e la Cambicha, grabada en 1950, llego a vender en la historia 5 millones de discos, lo que significaba que haba uno por cada tocadiscos en la Argentina o an ms. Segn el poeta Armando Tejada Gmez, Tormo fue el inventor del folklore de masas.

    Mientras tanto, se sumaban ms y ms conjuntos y solistas que llegaban a Buenos Aires a pelear por los lugares ms preciados, las actuaciones en vivo en las radios, que no slo proyec-taban su msica en el aire sino que tambin convocaban al pblico en sus auditorios. Y luego seducir a las grabadoras para entrar al maravilloso mundo del disco, cuyo impacto, a medida que se popularizaban las posibilidades de acceder a un tocadiscos, fue hacindose ms masivo. Es decir, con la msica que le haban enseado sus mayores se fueron haciendo profesionales de la msica, algo nuevo e impensado para el folklore.

    Eran tiempos en los que la cultura, la msica y el negocio del espectculo miraban para aden-tro de un modo que hoy nos parece una quimera. Describirlo parece una fantasa: miles de per-sonas bailando cada fin de semana en enormes clubes, junto al bandonen de un msico extraor-dinario como Anbal Troilo, uno de los grandes maestros universales. Hoy es una vieja noticia del paraso argentino, pero fue verdad, que no se dude.

    Claro que desde que el siglo XX pudo envasar la msica en discos, haba que estarse a los co-dazos con la potencia de las productoras extranjeras, que encontraron en este medio y en el cine la oportunidad de expandir su cultura para confirmar una dependencia, esta vez mental, que ya se materializaba en otros trminos concretos. En 1946 el gobierno decret que las radios estaban obligadas a incluir un veinte por ciento de su programacin a la msica hecha en Argentina. Despus, en 1953, se ampli esa proporcin al 50 por ciento. Pero, se sabe, no era una ley tan sen-cilla de hacer cumplir. Y con el tiempo, las dcadas, veramos cmo otros intereses condenaban casi al silencio a nuestros propios sonidos.

    Pero aquella era una Argentina a la que le pasaban cosas argentinas. Y era en ese pas en el que el folklore se abra paso con zancadas gigantes.

    El interior, con su corazn de Crdoba, ofrecera otro escenario poderoso. Si Hugo Daz, el duende de la armnica argentina que sedujo a Europa, y su ladero de la adolescencia, Domingo Cura, el gran percusionista que muri sobre sus bombos en un escenario, un da se treparon a un tren carguero para hacer la aventura de Buenos Aires, es porque no haba otro rumbo, del mismo modo que los ferrocarriles: slo llevaban al puerto.

    Fue Cosqun el que puso otro rumbo en el camino; haba un atajo para proyectarse al resto del pas: el aplauso del pblico del Festival, hecho con manos de cosconos y de innumerables argentinos que llegaron desde otros rincones a participar de un acontecimiento inigualable.

    Pues bien, volvamos a cmo sucedi. Haba dos grandes deficiencias: primero, no saber nada de folklores, y segundo era necesario sentido empresarial, dice Santos Sarmiento. La leyenda de que todo fue un asunto motivado para ganarse un lugar en el reparto turstico de las serra-nas cordobesas es verdad, pero no es toda la verdad. De lo contrario pensaramos que a Cosqun le toc la varita del azar, y a esta altura de la memoria, sabemos que la historia no se explica as noms.

    Nosotros consumamos todo lo que nos mandaban de Buenos Aires y era necesario crear el mecanismo inverso. En esa poca ya estaba el Festival de la Vendimia, en Mendoza, y los de Den Funes y El Araado, en Crdoba, pero no nos sirvieron como modelo porque eran muy regio-

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 23

    nales. Cosqun deba trascender a todo el pas y hasta Latinoamrica, cuenta Reynaldo Wisner, un sobreviviente de aquellos lcidos pioneros.

    A pesar de de la adversidad en la que estaba sumido el pueblo, no fal-taban sueos de grandeza. Y en esto tiene mucho que ver la historia que contamos antes, la de aquellos espectros romnticos que, a la alternativa de morir, le ofrecan la de soar.

    Adems, el folklore en Cosqun no slo era asunto de disqueras, sino que estaba presente en otras manifestaciones, como en los tablados ca-llejeros, de los que cuenta Tito Nogus, primer sonidista del festival: Se armaban generalmente en los alrededores de la Plaza San Martn, y el motivo de ese espectculo espontneo y callejero eran las danzas crio-llas. Suceda ya en la dcada de 1950.

    El hecho de que Crdoba no tuviera una identidad folklrica contun-dente, no quiere decir que no est presente con un sentido propio en sus regiones fronterizas (como, por ejemplo, la chacarera del norte provin-cial), y ese era un obstculo mayor. Al contrario, poda hacer las veces de escenario neutral. Adems, la provincia llevaba en sus venas el pulso del interior del pas: la ciudad capital ya se haba convertido en un faro cosmopolita del interior. Desde todos los rincones de las provincias, es especial desde el Norte, desde la dcada de 1940 llegaron multitudes en busca de la oportunidad que ofreca la explosin industrial de una Crdo-ba que, sustentada en el puntapi que le haba dado la Fbrica Militar de Aviones, se trasform en la Detroit argentina, por sus varias fbricas de automviles.

    Crdoba, la capital, era un caleidoscopio de tonadas provincianas. Ser un obrero en el corazn del pas era alcanzar la cima de una clase. Por otra parte, el viejo imn universitario tambin haba multiplicado su po-der de atraccin con las legiones de hijos de obreros que en la Argentina de mediados del siglo XX podan materializar el sueo del hijo doctor.

    Entonces, en un domingo de barrio, mientras crepitaban las brasas, la msica brotaba de los tocadiscos a las ventanas y a las calles. Tal vez cantaban Los Chalchaleros, tal vez, Los Fronterizos, y tantos otros que vendran. La cuestin es que el aire se respiraba empapado de folklore.

    Cosqun estaba a la hora sealada y en el lugar indicado. Pero no slo por eso sera lo que sera, sino porque entendi de qu se trataba, supo tener ambiciones y concretarlas.

    Y el muro se levant para romper la soledad. No fue sencillo, claro. La Direccin de Vialidad no quera saber nada con que una pared interrum-piera el trnsito en una ruta y avanz en su reclamo. Pero el intendente, quiz jugando con los tiempos de los trmites de la consabida burocracia, consigui que las quejas pasaran para despus de la hora del festival, cuando el muro sera derribado (para volver a ser levantado un ao des-pus).

    La noche del 21 de enero de 1961 haba una cuadra de gente arremoli-nada en la avenida San Martn, esquina Salta.

    Ahora, que suene la msica de la memoria.

    El valle de lamsica

    As era llamada Punilla mucho antes del Fes-tival. Es que sus habitantes originarios, los comechingones, seres de buena contextura fsica, eran msicos y cantores, y cada da, al final de las labores, se deja-ban llevar por su pasin.

  • 24 Haba que cantar...

    El pblico

    Esta hecho de miles de caras disimuladas en el ano-nimato de la plaza en sombras. Pero cuanda estalla, lo hace con la fuerza irrefrenable del aplauso y la ovacin, aunque a veces tambin de la reprobacin. El pblico es uno de los grandes protagonistas de cada noche que ha vivido el Festival y sus pronuncia-mentos han decidido muchas veces las carreras de distintos artistas.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 25

    En los inicios de los aos 60, en distintas partes del mundo, nu-merosos gneros musicales que con frecuencia fueron el pro-ducto de proyecciones del propio folklore mostraban signos de vitalidad creativa, comercial y aceptacin en el pblico. En Estados Unidos y Europa, en la dcada de 1950 las tensiones de la llama-da Guerra Fra eran un hecho cotidiano, cuya banda sonora tena que ver con el escepticismo del jazz de posguerra, la ligereza de los crooners norteamericanos, la crtica irnica del modelo de la chanson francesa con una tradicin notable en el siglo XX, la melancola tropical de los boleros, el desenfado del twist y novedosas formas de evasin que en esos aos comienzan a delinearse a partir de lo que se llam rock and roll y luego msica beat. Cuando empieza la dcada, las contradiccio-nes entre la bsqueda espiritual de la Generacin Beat norteamerica-na, expresada en obras como Aullido, de Allen Ginsberg (1956) y En el camino de Jack Kerouac (1957) pginas de culto para muchos jvenes de la poca y la rebelin al orden establecido encarnada por Elvis Pres-ley prontamente domesticada, envasada y distribuida por la creciente industria del entretenimiento, se concilian en Los Beatles, intrpretes de una dcada, la de 1960, en que la idea de juventud se consolid como categora de consumo.

    En Argentina, esa Nueva Ola se desarroll con matices locales y tuvo una de sus primeras representaciones en El Club del Clan, una galera de personajes ms o menos pintorescos, representativos de distintas formas del temperamento juvenil, reunidos en un progra-ma de televisin y pronto en discos y en presentaciones en vivo, bajo una plcida idea de banalidad y conformismo.

    Al mismo tiempo, lo que simplificando el concepto de proyeccin folklrica se llam directamente folklore y ofreca a sus cultores una clara idea de pertenencia, mostraba una presencia creciente en los medios de comunicacin y una aceptacin cada vez mayor en el pblico; sobre todo en las ciudades, donde en varios sentidos cons-titua una novedad. Para muchos habitantes de los centros urbanos escuchar folklore significaba el regreso a sus orgenes, a sus races; para otros simplemente un placer casi extico, pero nunca un en-

    los aos 60,identidad en la encrucijada

  • 26 Haba que cantar...

    tretenimiento que se agotaba en s mismo. En las figuras del folklore, desde Atahualpa Yupanqui hasta Los Hermanos balos, pasando por Los Chalchaleros y Los Fronterizos, se cifraba mucho ms que un hecho artstico: en ese repertorio de canciones que con un lenguaje propio hablaban de un universo preciso y tambin en las danzas, los cuentos, los platos de cocina, las indumentarias, las tonadas al hablar y el vocabulario haba una pro-puesta de identidad. De un modo u otro, el folklore constitua por entonces una manera de ser que planteaba preguntas sobre esa identidad, cuyas respuestas podan salir a buscarse en el interior de las provincias y sus vivencias; o esperarlas en forma de peas, progra-mas de radio y televisin y discos en la ciudad.

    Las principales radios de la poca conceden horarios centrales a programas dedicados al folklore y cuentan en sus elencos con importantes solistas y conjuntos. El canto cuenta su historia, con libretos de Manuel Castilla y Csar Perdiguero, fue uno de los numerosos espacios radiales dedicados al folklore. En 1963 haba ms de veinte de estos espacios. Para la televisin, en 1961 Jaime Dvalos escribe los libretos de Desde el corazn a la tierra, por Canal 7, por donde pasaron las ms importantes figuras. Canal 13 produce en ese ao el ciclo Guitarreada, donde se realizan concursos de aficionados. En 1962 Canal 9 pone al aire La pulpera de Mandinga, conducida por Julio Marbiz, y Festival 62, ese ao con Los Fronterizos y al ao siguiente con Los Huanca Hua. Los programas dedicados al folklore se multiplican en la televisin: Sbados criollos, con Pancho Crdenas, El patio de Jaime Dvalos, Peas en TV, son otros.

    La dcada de 1960 sera la ms importante para el folklore, y Crdoba cuyo genuino pa-trimonio folklrico musical an se debe inventariar con precisin, se consolidara como provincia de distribucin folklrica, favorecida por una serie de coincidencias relacio-nadas con lo social, lo cultural, lo geogrfico y lo topogrfico.

    Interventores civiles y militares y gobernadores elegidos en elecciones proscriptivas signaron el destino poltico de la provincia en esos aos. Aun en ese atraso institucional, desde la segunda mitad de la dcada de 1950 la provincia y su capital abordaron cambios que reformularn su composicin social y su proyeccin econmica en el contexto nacio-nal. Sobre el impulso de la Fbrica Militar de Aviones, que comenz a funcionar en 1927, y del IAME (Industrias Aeronuticas y Mecnicas del Estado), creado en 1951, numerosas empresas metalmecnicas extranjeras que en los ltimos aos del peronismo haban via-to en Argentina un lugar posible para establecerse se instalaron con decisin durante los aos de la llamada Revolucin Libertadora y el gobierno constitucional de Frondizi.

    Las condiciones favorables produjeron migraciones internas y a Crdoba llegaron tra-bajadores de todo el pas para establecerse, sobre todo de las provincias del norte, ricas en tradiciones folklricas. Se configuraba as un proletariado industrial, calificado, con ingresos relativamente buenos, en un pas que ofreca plena insercin social y posibili-dades de progreso para sus familias. Una nueva clase media de pequeos empresarios, autopartistas, talleristas, nacera alrededor de las grandes fbricas. En 1965 Fiat lleg a tener 10.000 obreros; Kaiser cerca de 11.000. Estaban adems la fbrica inglesa de motores Perkins y la Fbrica Militar de Aviones. A fines de la dcada de 1960, casi la mitad de la mano de obra de la ciudad tena que ver con las industrias mecnicas.

    La Universidad Nacional de Crdoba, gratuita y abierta, acoga mientras tanto a estu-diantes de distintas regiones del pas y de Amrica, que se sumaron al mundo poltico, social y cultural, y a la surtida bohemia de una ciudad entonces capaz de expandirse en notables impulsos creativos.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 27

    Horacio Guarany

    Cuando asomaba en el escenario parecan desatarse huracanes. Su sola presencia bastaba para inyectar en el pblico una euforia que se expresaba de pie y a garganta enrojecida.

  • 28 Haba que cantar...

    Aqu Cosqun Capital del Folklore, solt el locutor, impos-tando la voz, apenas pasadas las 22 del 21 de enero de 1961. Sergio Smider hablaba desde uno de los tres micrfonos el central, sostenido en la base con una rueda de auto-mvil que tena ese escenario an sin nombre, que slido y provisorio cortaba sin permiso la Ruta Nacional 38. En calle iluminada con faroles hechos con tachos de aceite, un pblico curioso adelantaba su aplauso expectante. Comenzaba el Primer Festival Nacional del Folklore de Cos-qun y seguramente ni el pblico, ni Smider, ni ninguno de los integran-tes de la Comisin Municipal de Turismo y Fomento, imaginaban que estaban asistiendo al nacimiento de lo que muy pronto sera uno de los encuentros populares ms importantes de la Argentina y de Amrica. Tampoco imaginaban que ese eslogan llamador, modelado sobre la su-gerencia que el periodista Roberto Maidana de origen coscono le dio a los pioneros que lo visitaron en Buenos Aires en busca de ideas para hacer un festival encabezados por Reynaldo Wisner y Santos Sarmien-to, sera de ah en ms su sigla indeleble.

    La Capital del Folklore comenzaba a cantar y la primera de las nue-ve noches programadas era la culminacin de un largo da. Por entonces el Festival, como gran parte de las fiestas provincianas, se articulaba en una nutrida serie de actividades que se extendan tambin durante la jornada, entre las cuales se destacaba la Gran pea folklrica en el escenario levantado frente a Plaza San Martn as la anunciaba el pro-grama. En aquella jornada, por ejemplo, el programa comenz a las 10 de la maana con la recepcin de autoridades y continu a las 11 con la concentracin de las delegaciones provinciales en la Plaza Prspero Molina, entonces un espacio verde en el sector menos desarrollado del pueblo. A las 11.30 hubo un oficio religioso y a las 13 un almuerzo criollo, con la asistencia de autoridades civiles, eclesisticas y militares. Por la tarde, a las 19, estaba prevista la actuacin del Quinteto de Vientos de la Provincia de Crdoba y a las 21 la inauguracin de la Exposicin Indus-trial y Comercial. Despus de la pea se proyectara la pelcula Libertad bajo palabra, de Alfredo Bettanin, con la presencia del director.

    Este ao llegaron delegaciones de doce provincias: Salta, Jujuy, La Rioja, Catamarca, Misiones, Corrientes, Santa Fe, Mendoza, Buenos Ai-res, La Pampa, San Juan y Crdoba. Entre los artistas profesionales

    1961quin poda imaginarlo

    1 edicin

    La primera edicin progra-m una variada serie de activi-dades. Entre la Feria Industrial y Comercial y una bsqueda del tesoro, lo ms destacado fue la llamada Gran pea folklrica sobre el esce-nario levantado frente a Plaza San Martn.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 29

    entonces la distincin entre profesionales e integrantes de las delega-ciones poda determinar el grado de pureza folklrica estaban Los Chalchaleros, Eduardo Fal, Horacio Guarany, Rodolfo Ovejero, Los Her-manos Albarracn, Hilda Ruffo ms conocida como La Cuyanita, los payadores uruguayos Aramis Orellano y Carlos Lpez y el argentino Juan Garca. Estuvieron tambin Ismael Gmez y su ballet, Aldo Bes-sone y su Cruzada Nativista, Diana Ezeiza hija de Gabino Ezeiza y el poeta Jaime Dvalos.

    La primera noche no hubo fuegos artificiales. Recin llegaran el se-gundo da, con una ristra de doce bombas, lanzadas por Laureano Mo-reno, que de ah en ms se convertira en el hombre de las bombas del Festival. En la locucin, junto a Smider estuvieron Norma Landi y Vctor Stasyszyn. El Festival fue transmitido por LV2 de Crdoba y no se cobr entrada.

    El segundo domingo, despus de la Bsqueda del tesoro matutina, el almuerzo criollo del medioda y las actividades hpicas vespertinas, el Festival culmin con otra Extraordinaria pea folklrica. Despus de nueve noches, el folklore haba sido lo ms atractivo. Un verdadero suceso alcanz este Festival de la danza y el canto nativo, a travs de interpretaciones de los mejores cultores del folklore nacional, deca el diario Crdoba.

    Para el martes siguiente ya no haba rastros del escenario de ladrillos y cemento y el intendente ngel Bergese comunic a Vialidad Nacional que la orden de desocupar la Ruta Nacional 38 que haba llegado nueve noches antes haba sido cumplida.

    El pas, uno solo

    El desfile de las delegaciones venidas de todo el pas para representar a sus provincias, era uno de los momentos ms celebrados en las primeras edicio-nes del festival.

  • 30 Haba que cantar...

    Hctor Mara Monguillot

    El hombre que en esta imagen bendice el bombo, el poncho y la guitarra fue el cura del Festival. Nacido en el norte cordobs, lleg a la iglesia de Cosqun en 1959, nobrado por el papa Juan XXIII, y desde el primer momento se puso desinteresadamente al servicio de una idea que enseguida sinti propia.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 31

    Para el segundo Festival, una vez ms se levant el gran escenario cortando la Ruta Nacional 38, la avenida principal de la ciudad. Este ao, al consabido reclamo de Vialidad Nacional por corte de ruta, se sum el del Automvil Club Argentino, que haba proyectado una carrera de Turismo Carretera que deba pasar por all. El primer problema se solucion, como el ao anterior, con la complici-dad del intendente ngel Bergese. El segundo no slo se resolvi, sino que sirvi adems para promocionar el Festival fuera de Cosqun. Con los buenos oficios de Mingo Marimn piloto de automovilismo, gana-dor en 1948 del Gran Premio de Amrica del Sur, radicado desde nio en Cosqun por razones de salud se logr convencer a los organizadores de modificar el trazado de la carrera de modo que pase por detrs del esce-nario. Tambin se acord que los automviles llevaran calcomanas del Festival de Cosqun.

    El costo del Festival rond los dos millones y medio de pesos y se afron-t con aportes vecinales, publicidad de YPF y subsidios de la Direccin Nacional y Provincial de Cultura y de la Municipalidad de Cosqun. La programacin super el ms disperso y eclctico formato de la primera y se concentr la mayora de las actividades de las nueve jornadas en el escenario. Por entonces la columna vertebral del Festival en lo artstico y en lo conceptual eran las delegaciones de las provincias. Los bailari-nes, cantores, musiqueros y recitadores que integraban cada delegacin eran en su mayora artistas aficionados, conocedores del propio patri-monio telrico, que llegaban directamente desde sus lugares de origen, provenientes de mbitos que se presuman culturalmente poco conta-minados por las tentaciones del espectculo. En contraposicin a las delegaciones estaban los artistas profesionales, que por necesidades creativas, lgicamente, no siempre se ajustaban a los dictados de la tra-dicin. Esa dualidad entre tradicin y espectculo sera el ordenador de las primeras ediciones del Festival. En ese equilibrio, adems, se balan-ceara su programacin.

    Adems, para lograr el afianzamiento y mantenimiento de la justifi-cada pretensin de Cosqun de ser Capital Nacional del Folklore y en cierta medida para tutelar los principios de la tradicin amenazados por los avatares del espectculo este ao se cre el Ateneo Folklrico de Cos-

    1962las delegaciones primero

    En la noche de cierre unas 12.000 personas colmaron la Plaza San Martn. Fue-ron premiadas las delegaciones de Formosa, San Juan, Chubut y Crdoba. Actua-ron Eduardo Fal, Los Chalchaleros y Jaime Dvalos, entre otros. Todo termin con una gran chaya rioja-na, con harina y papel picado.

    2 edicin

  • 32 Haba que cantar...

    qun. Presididas por el eminente musiclogo Carlos Vega, con Hedgar Di Fulvio como secretario de Actas, entre el 23 y el 26 de enero de este ao se realizaron en la escuela Nicols Avellaneda una serie de mesas redondas. Participaron especialistas como Rmulo Rodrguez Zelada, Vctor Jaimes Freyre y Adriana Fergola Doria. De esos encuentros surgi un primer corpus de reco-mendaciones generales acerca de las actividades folklricas que deban producirse en las zonas de influencias del Ateneo, cuyos puntos salientes podran resumirse en los siguientes: velar por la autenticidad y la pureza de las expresiones tradicionales que se presentan al pblico; respetar las formas, los materiales y los colores de las indumentarias folklricas e histricas; aportarse (sic) hasta donde sea posible, de las mejores interpretaciones de la documentacin histrica y la opcin de los expertos; combatir lo grotesco, lo chabacano y lo vulgar, estimu-lando la sobriedad y el buen gusto. Tambin se recomendaba que para la tercera edicin del Festival se le diera preferencia a las representaciones de las delegaciones provinciales por sobre las de artistas profesionales, y se solicitaba declarar la ltima semana de enero de todos los aos semana del folklore argentino, con su celebracin principal radicada siempre en Cosqun.

    Adems de los artistas de las delegaciones de catorce provincias, en la segunda edicin del Festival volvieron a actuar Eduardo Fal, Jaime Dvalos, Los Chalchaleros, el ballet de Ismael Gmez, Aldo Bessone y su Cruzada Nativista, Los Hermanos Albarracn, entre otros. En aquella poca los artistas hacan ms de una actuacin a lo largo de las nueve lunas, con por lo menos dos entradas por noche. Tambin estuvieron Hedgar y Carlos Di Fulvio, Antonio Pantoja y su Conjunto del Altiplano, Tarateo Rojas, el gran creador uruguayo Anbal Sampayo, Waldo Bello-so y su Quinteto Nativo, Los Huaqueos, Las Voces del Huayra, el conjunto de Garca Gallardo y el payador oriental Aramis Orellano que en una de sus presentaciones entabl un duelo con Ramn Gonzlez, payador de Bell Ville, y el Conjunto Artstico del Castillo de Waldech, Alema-nia, con cantos y danzas tpicos de su pas.

    Fue en esta edicin que se produjo la llegada de un barbudo jujeo, que haba formado parte de la Voces del Huayra. Lleg solo con su guitarra, sin contrato, y enseguida se convirti para siempre en una de las figuras ms queridas del Festival: Jorge Cafrune. Con su voz entre recia y quejosa, su guitarra elemental pero de gran expresividad y su comunicatividad inapelable, el Turco sintetizara como pocos la franqueza cordial del cantor de las provincias y el nimo arisco del criollo retobado. En aquel Cosqun recorri los fogones, anim interminables noches en la confitera La Europea y recibi el aplauso consagratorio an no se haban establecido oficialmente los premios Consagracin en el escenario de la Plaza San Martn.

    Otros que este ao llegaron por primera vez a Cosqun e inmediatamente recibieron la apro-bacin del pblico fueron Los Huanca Hua y Los Nombradores, dos orgenes, dos estilos distin-tos y novedosos que superaban al modelo tan imitado entonces del cuarteto salteo, y Tres para el Folklore: la voz personal de un riojano estudiante de Derecho en Crdoba, Chito Zeballos, y dos guitarras nicas e inimitables: los cordobeses Luis Amaya y Lalo Homer.

    Con arreglos y direccin de Chango Faras Gmez, Los Hunca Hua mostraron una forma ori-ginal de interpretar en conjunto. Sin perder el swing telrico, cantaban prcticamente a capella a la manera del Cuarteto de los Gmez Carrillo, con armonizaciones audaces a cinco voces y elaborados acompaamientos en base a onomatopeyas que reproducan el ritmo del bombo y los chasquidos de la guitarra, con mltiples movimientos de las voces. Tambin con particulares armonizaciones a cinco voces, pero con un acompaamiento de guitarras que formara parte de su sello, Los Nombradores lograban un color inconfundiblemente norteo en sus interpretacio-nes. Con arreglos y direccin de Lito Nieva, el quinteto salteo mostraba adems un repertorio sorprendente e indito. Temas como El antigal y Vidala del carpero obras de Ariel Petroce-lli, un joven poeta salteo no pasaron desapercibidas para el aplauso del pblico.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 33

    Tambin este ao lleg al Festival Eduardo Rodrigo, cantor enftico, de gesto ampuloso y fraseo que deba algo a los cantantes nuevaoleros. Para algunos alejado de lo que deba representar el folklore, para otros un cantor carismtico. Desde su aparicin, Rodrigo instal en Cosqun la versin local de la eterna polmica entre integrados y apocalpticos, que se prolongara y se agudizara hasta el presente. En su cobertura

    del Festival, el diario Crdoba habla la presentacin del tucumano en realidad Rodrigo haba nacido en San Juan en trminos de revelacin de la noche del viernes.

    Aun si algunos sealaban la marcada tendencia de la programacin a incluir artistas profesionales del Norte argentino, en perjuicio de artis-tas de Cuyo, Sur y Litoral, Cosqun lograba ser una muestra notable del folklore y las distintas formas de su proyeccin. En la ltima noche, unas 12.000 personas cubrieron literalmente la Plaza San Martn y sus adya-cencias, para presenciar la premiacin de las delegaciones provinciales. Un jurado presidido por el profesor de danzas Vctor Jaime Freyre, inte-grado adems por Hedgar Di Fulvio, el periodista del matutino porteo La Prensa Rmulo Rodrguez Zelada, Juan Manuel Podest Bellissomi, Germn Cazenave Secretario de Programacin del Festival, Hctor Becerra Batn y Lidoro Gelasio Albarracn el mayor de los hermanos Albarracn, adems de los delegados de Chaco y Formosa como repre-sentantes de las provincias que intervenan en el Festival, premiaron como la mejor delegacin a la de Formosa, que recibi un premio de 7.000 pesos y un trofeo. El premio al mejor conjunto de danzas lo tuvo la delegacin de Chubut y el del mejor conjunto musical la de San Juan. Omer Lasalle, de la delegacin de Crdoba, fue distinguido como el me-jor cantor solista.

    La noche de las premiaciones y con ella la segunda edicin del Festi-val culmin con las actuaciones de Los Chalchaleros, Los Huanca Hua, Los Nombradores, Eduardo Fal y Jaime Dvalos, y con una chaya rio-jana promovida por los Hermanos Albarracn y artistas de la delegacin de esa provincia, con harina y papel picado. Hasta cerca de las siete de la maana. Todo era novedad y descubrimiento; una mezcla atractiva, con mucho de romanticismo. Todo naca.

  • 34 Haba que cantar...

    Norma Viola y Santiago Ayala, El Chucaro

    Desde que este cordobs nacido en el barrio de San Vicente, subi a los escenarios folklricos, la danza nativa ya no volvi ser la misma. Lo acompa siempre la talentossima Norma Viola.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 35

    Las dos primeras ediciones del Festival haban consolidado a la ciudad en su propsito: la Capital del Folklore tena su lugar en-tre las sierras de Crdoba y haba alejado el estigma de ciudad de tuberculosos. Adems, haba inaugurado un estilo de Festi-val hasta entonces indito, que conjugaba distintas formas de escuchar, ver y sentir la tradicin. En sintona con el boom del folklore que en esas pocas se registraba en todo el pas, el Festival creca y la convocato-ria de la edicin anterior que lleg a concentrar unas 12.000 personas con slo 1.500 asientos disponibles demostr que la cntrica Plaza San Martn ya quedaba chica. Se haca necesario buscar un nuevo espacio que respondiera a las necesidades de un evento de caractersticas nacio-nales, en plena expansin. La Comisin recurri a la Escuela de Arqui-tectura de la Universidad Nacional de Crdoba buscando asesoramiento sobre qu espacio de Cosqun podra servir para instalar un escenario permanente.

    El arquitecto Ernesto Lapadula se hizo eco de las inquietudes expues-tas y despus de estudiar el caso, atento al hecho de que la ciudad se es-taba desarrollando alrededor de la Plaza San Martn, aconsej ubicar el predio del Festival en otra zona, de manera de promover un crecimiento parejo de la planta urbana de Cosqun. La Plaza Prspero Molina, un espacio urbanizado en jardn, poco frecuentado, ubicado sobre la ruta 38, a pocas cuadras del ro, frente a la iglesia y la comisara, fue el lugar elegido para lo que sera la Plaza Nacional del Folklore, que mantuvo el nombre del pro hombre coscono.

    Reynaldo Wisner, presidente de la Comisin Municipal de Cultura, Turismo y Fomento, estaba seguro de que ese poda ser el lugar, pero no encontraba eco en la autoridad municipal para comenzar con las obras de refuncionalizacin del espacio. El Municipio estaba entonces a cargo de Jos Reyes Contreras, nombrado por la Intervencin Nacional en la Provincia de Crdoba encabezada por Rogelio Norez Martnez, en lugar del intendente electo, ngel Bergese. Contreras no vea con buenos ojos que se cambiara la fisonoma de la Plaza Prspero Molina, por lo que de-moraba su transformacin, especulando que la urgencia de otra edicin del Festival distraera de ese propsito a la Comisin. La fecha del Fes-tival se acercaba y finalmente la gente del pueblo tom la decisin que

    1963su lugar en el mundo

    Los urbanistas la sealaron y el pueblo la tom: este ao se inaugur la Plaza Nacional del Folklore en la Prspero Moli-na. Atahualpa Yupanqui pis por primera vez el escenario que llevara su nom-bre. Se hizo el Primer Simposio de Folklore y el Ateneo solicit la expulsin del poeta Ariel Petro-celli.

    3 edicin

  • 36 Haba que cantar...

    eluda el intendente: se moviliz y ocup la Plaza. Contreras tuvo que ceder, pero reservndose la facultad de elegir quines trabajaran en la obra.

    Para la tercera edicin del Festival, que tuvo lugar entre el 19 y el 27 de enero de 1963, se haba levantado un gran escenario, ante una platea de 4.500 asientos, entre sillas y bancos que en las noches de lluvia se utilizaban como paraguas. En un ngulo de la Plaza haba quedado la estatua de bronce de un Sarmiento con la mano izquierda sobre el pecho. El predio ocupaba una manzana, circundada por la calle Tucumn, sobre la que se recuesta el escenario, y San Martn la Ruta Nacional 38 del lado opuesto. Hacia la izquierda de quien mira el escenario estaba la calle Obispo Bustos, donde se ubicaba adems la Jefatura de Polica; del otro lado la calle Catamarca, con el Club de Ajedrez y Social Cosqun, natural prolongacin del Festival con peas y fogones.

    El nuevo escenario, de unos doce metros de frente y seis de profundidad, se adorn con ban-deras de pases de Latinoamrica y cont con la escenografa del artista plstico Ral Eduardo Rusell, profesor de la Escuela Normal Mixta Eduardo Costa, de Campana. Han terminado los trabajos de remodelamiento y construcciones de la gran Plaza en la que se levantar el gigantes-co escenario y la monumental platea para 4.500 espectadores sentados y construido con el apoyo de las fuerzas vivas, instituciones culturales y deportivas y pueblo en general, anunciaba el diario Los Principios.

    En la noche inaugural el Coro Polifnico de Cosqun, dirigido por Aristbulo Maglio, enton las estrofas del Himno Nacional Argentino, el cura prroco Hctor Monguillot bendijo las nuevas instalaciones y el interventor Federal en la Provincia Rogelio Norez Martnez hizo uso la palabra.

    Para esta tercera edicin se contrat a un nuevo maestro de ceremonias: Julio Marbiz, locu-tor que en 1958 haba debutado en Radio Belgrano que transmita el Festival todas las noches entre las 22 y las 23 con el programa Aqu est el folklore, que en Canal 9 conduca La pulpera de Mandinga uno de los espacios de folklore ms exitosos en la televisin del momento, y que adems era director de la muy popular revista Folklore. A travs de una recomendacin de Ho-racio Guarany, la comisin lo contrat para animar un Festival en el que en pocos aos lograra imponer una notable influencia, sobre todo en la eleccin de los artistas profesionales, que pau-latinamente se convertiran en la atraccin principal del encuentro, dejando en segundo plano a los de las delegaciones provinciales. El eslogan Aqu Cosqun Capital del Folklore tom en la voz de Marbiz un matiz personal: segn el modelo de un relator de ftbol, elevando el grito, lo convirti en un latiguillo que repeta varias veces en cada noche. Con el pasar de los aos fue espaciando el caracterstico grito hasta dejarlo como sigla inconfundible para la apertura y el cierre de cada transmisin.

    Este ao Canal 9 produjo un documental con los momentos salientes de las nueve noches. La filmacin estuvo a cargo de un equipo dirigido por Julio Serbali, gerente de Cine Press de Crdoba. Tambin estuvieron las cmaras de la RAI (Radio Televisione Italiana) y Edouard Pe-court, delegado de la Phonoteque Nationale de France, quien impresionado por lo vivido expres a la revista Folklore: Pude apreciar, durante las presentaciones nocturnas en el escenario, la calidad y la sincera dedicacin de los artistas y de las delegaciones provinciales, trayendo las expresiones ms autnticas de todos los puntos del pas. Pero la experiencia ms sorprendente y reconfortante a la vez me la proporcion el pblico, cuando bajo una lluvia torrencial se qued firme y aplaudiendo a los intrpretes que actuaban en el escenario.

    Los Chalchaleros, Horacio Guarany, Los Hermanos Albarracn, Jorge Cafrune, Aldo Bessone, Los Huanca Hua muy aplaudidos por su versin de La amanecida y Los Nombradores, que impresionaron con Vidala del nombrador de Jaime Dvalos otra de las figuras del Festival,

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 37

    renovaron su dilogo con un pblico conocido. En aquel ao asomaban adems Los Andariegos, surgidos en Mendoza a mediados de la dcada de 1950, Los Tucu Tucu, Los Cantores del Alba, Los Indianos sexteto vocal e instrumental dirigido por el pianista Jorge Ambrs y sobre todo Santiago Ayala, El Chcaro, quien junto a Norma Viola producira al-gunos de los momentos artsticamente ms trascendentes de esa edicin del Festival, y de muchas de las que vendrn. Alma Garca fue la nica figura femenina. La intrprete y creadora tucumana, obtuvo nutridos aplausos con su Zamba para despus y Milonga de olvido.

    El ltimo sbado tuvo lugar un hecho histrico: en el escenario que an no llevaba su nombre, cant por primera vez Atahualpa Yupanqui, una de las mximas figuras del folklore de todos los tiempos. Sin embar-go, uno de los artistas ms aclamados fue Eduardo Rodrigo, el tan amado como resistido cantor expresionista. Este ao el crecimiento de sus se-guidores fue proporcional al de sus detractores.

    En este Festival participaron delegaciones de quince provincias, ade-ms de una representacin de Uruguay. El premio al mejor conjunto fue compartido entre La Rioja y Mendoza, mientras que Santiago del Este-ro, con el conjunto Los Jilgueros, obtuvo el reconocimiento como mejor conjunto vocal y Hctor Estvez, de la Provincia de Buenos Aires, fue el mejor bailarn solista.

    El Ateneo Folklrico, presidido por Hctor Becerra Batn, organiz el Primer Simposio de Folklore, que convoc a folklorlogos y tradiciona-listas, entre ellos Vctor Jaimes Freyre, Hayde Prez del Cerro autora de un importante tratado de danzas folklricas, el profesor Flix Coluc-cio y Jos Ramn Luna, enviado de la revista Vea y Lea, quien firma una nota tomando postura en la polmica delegaciones o artistas profesio-nales: Este ao el tercer Festival ha sido diferente de los anteriores. Superado en cuanto a la calidad de las delegaciones. Incurri en la mis-ma falla: la contratacin de elementos profesionales que, si bien dieron brillo con su actuacin, se lo restaron a la de las delegaciones, que fueron postergadas en el programa y en la hora de las transmisiones radiales. El pas, en lugar de escuchar a las delegaciones que le acercaran la voz nueva del folklore o, cuanto menos, la voz autntica, debi escuchar a los profesionales, a quienes tiene todo el da en el disco, en la radio o en la TV.

    En un controvertido episodio, el Ateneo pidi la expulsin del poe-ta Ariel Petrocelli del Festival, por considerar que sus afirmaciones y chistes de mal gusto estaban fuera de lugar en un encuentro como el de Cosqun. En una de sus presentaciones, el bardo salteo haba parodiado un acto de misa, relatando con picarda la visin que tuvo un changuito del rito catlico. Los componentes del Ateneo, los presbteros asistentes al programa y algunos integrantes de la Comisin se sintieron ofendi-dos y aplicaron la pena. Antes del final del Festival, luego de considerar una explicacin del intrprete, quien se confes catlico y expres que el perdn es una de las reglas ineludibles de la iglesia, el castigo fue le-vantado.

    AteneoFolklrico

    El la segunda edi-cin del Festival se cre el Ateneo Folklrico de Cosqun. Las pri-meras mesas re-dondas tuvieron lugar entre el 23 y el 26 de enero y fueron presididas por el musiclogo Carlos Vega, con Hedgar Di Fulvio como secretario.

  • 38 Haba que cantar...

    La plaza es del pueblo

    Poco antes de la tercera edicin del Festival, haba mucha euforia en el pueblo. La Comisin haba solicitado el espacio de la plaza Prspero Molina, que daba a la iglesia y a la Polica, como sede definitiva del Festival, y la idea, sugerida por la Facultad de Arquitectura y Urbanis-mo de la Universidad Nacional de Crdoba, entusiasmaba a muchos. Pero la cosa no era sencilla, pues la intendencia no quera ceder la plaza pblica y demoraba la decisin. Cuenta Santos Sarmiento en su memoria que en octubre de 1962, en la esquina de Buenos Aires y Ma-lln se realiz una gran pea que deriv en una asamblea del pueblo. Cuando el locutor anunci la negativa municipal, sobrevino un gran abucheo. El locutor redobl la apuesta: La Plaza Prspero Molina no es propiedad de la Municipalidad, slo la administra. La Plaza es del pueblo y el pueblo la debe usar, debe tomarla. Se propuso entonces que al da siguiente la gente llevara material de construccin a la plaza, y as aparecieron sobre los canteros, ladrillos, cal, piedras. La decisin del pueblo result irreversible. (en la foto, la plaza casi lista para comenzar la tercera edicin del Festival).

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 39

    4 edicinEl 28 de febrero de 1963 el presidente Jos Mara Guido firm el decreto-ley N 1547, cuyo primer artculo dictamina: Institye-se como Semana Nacional del Folklore la ltima del mes de ene-ro de cada ao, establecindose como sede la ciudad de Cosqun, cabecera del Departamento de Punilla, provincia de Crdoba. Ya no quedaban dudas, Cosqun Capital del Folklore era ms que un eslogan ingenioso, un alhal festivalero, un gancho para atraer turistas vidos de reflejarse y sentirse parte de un repertorio, una manera de decir, una manera de escuchar. Era una afirmacin que retumbaba en todos los rincones del pas a travs de los medios de comunicacin que llegaban para despus contarlo, y de un pblico cada vez ms numeroso y entu-siasta que lo segua desde cerca y desde lejos. Este ao adems se reco-noca oficialmente el Festival y ms all del orgullo por la distincin, el decreto presidencial lo acomodaba, le aseguraba un lugar inalterable en el cada vez ms nutrido calendario de festivales que, en la provincia de Crdoba y en todo el pas, se extenda durante los meses del verano.

    Para la organizacin y ejecucin de la cuarta edicin se invirtieron unos ocho millones de pesos. La idea de que se trataba de la reunin del pas, en la que todas las tonadas se podan escuchar arriba y abajo del es-cenario tambin se consolidaba: 21 provincias estuvieron representadas a travs de sus delegaciones, adems de Chile, que lleg con su propia representacin. Julio Marbiz y Ricardo Smider fueron los maestros de ceremonias. Mariel, Norma Landi y Dardo Quiroga los locutores. Mar-celo Simn se encarg de los libretos.

    Con las ausencias de Los Chalchaleros y de Eduardo Fal en ese mo-mento de gira por China, Los Fronterizos fueron los ms aplaudidos del Festival. Era la primera vez que el cuarteto entonces integrado por Juan Carlos Moreno, Gerardo Lpez, Eduardo Madeo y Csar Isella se presen-taba en Cosqun. Fue un ao de grandes presencias femeninas: Carmen Guzmn, Las Tres Maras del Paran, Cecilia del Mar, Ramona Galarza, la exquisita Suma Paz y la gran Margarita Palacios, quien actu con su conjunto y fue adems jurado. Ariel Ramrez, que haba llegado con su compaa por primera vez a Cosqun, pudo estrenar el piano de cola adquirido por la Comisin; Eduardo Rodrigo estren Zamba de usted de Flix Luna y Ramrez en una versin en la que llev su fraseo edul-

    1964llegan los Fronterizos

    Ariel Ramrez pidi un piano de cola en el escena-rio, asegurando que ayudara a pagarlo. Marga-rita Palacios fue informalmente nombrada La Novia de Cos-qun. Luis Lan-driscina llegaba con la delegacin del Chaco y Eduardo Rodrigo estren Zamba de usted. En su debut en Cos-qun, Los Fronte-rizos fueron los ms aplaudidos.

  • 40 Haba que cantar...

    corado y el nfasis expresivo hasta las lgrimas. Una grata sorpresa la dieron Los Cantores del Sol Naciente, el tro integrado por Hiroaki Yanagi, Kazukata Nagato y Shehei Tanaguchi, japoneses que trataban muy bien el repertorio criollo.

    Los de Crdoba, Jaime Torres, Moncho Mieres, Los Nombradores, Los Huanca Hua, el uru-guayo Osiris Rodrguez Castillos, Carlos Di Fulvio, Los Andariegos, el ballet Cielo y Patria, el ballet de Aldo Bessone, Claudio Monterro, Ramn Ayala y Los Arroyeos, entre muchos otros, alternaron con las delegaciones provinciales durante nueve noches, en las que la lluvia y las bajas temperaturas no lograron quitar brillo a la fiesta. Los elegidos por el pblico fueron Los Trovadores del Norte, quinteto vocal santafesino integrado por Francisco Romero, Carlos Jos Pino, Bernardo Rubn, Sergio Jos Ferrer y Eduardo Gmez, que ya haba actuado en el Festi-val el ao anterior. Su versin de Puente Pexoa, un rasguido doble de Trnsito Cocomarola y Armando Nelli, cosech los mejores aplausos de la cuarta edicin. La ms simptica atraccin diurna fue sin dudas la carrera de burros que disputaron el cura Monguillot y Santos Sarmien-to, dos voluntades fundamentales en la historia del Festival.

    El Segundo Simposio Nacional de Msica y Danza Tradicional y Folklrica Argentinas tuvo lugar en el marco de las actividades del Ateneo Folklrico, presidido por Hctor Becerra Batn. Las ponencias y discusiones giraron en torno a tres temas de gran inters en una poca en la que nuevas miradas hacia el folklore el Festival era un perfecto ejemplo interpretaban de otra manera las tradiciones: Momento evolutivo de nuestro folklore, Vanguardismo y folklore ciudadano y Futuro de las manifestaciones populares vigentes. Participaron del Simposio Flix Coluccio, Leda Valladares, Len Benars, Pedro Beruti, Beatriz Durante, Julio Viggiano Esain, Rmulo Rodrguez Zelada y Vctor Jaimes Freyres.

    El ltimo fin de semana el Festival atrajo una gran cantidad de pblico que cuadruplic la poblacin de Cosqun. Durante el da la multitud ganaba los balnearios y por la noche el centro de la ciudad. La Polica Caminera de Carlos Paz sealaba que ese sbado haban pasado por la ruta en direccin a Cosqun unas 42.000 personas, a las que se sumaban las que lo hicie-ron en tren, entonces un medio de transporte muy utilizado. El domingo por la tarde, unas 60.000 personas caminaban por la ciudad; por la noche un estrecho cerco de policas cubri los alambrados que circundaban la Plaza, que este ao haba incrementado el nmero de plateas y ofreca unas 7.000 localidades, aunque a ltimo momento se agregaron 1.500 sillas ms. Todos queran saber quin haba ganado los nuevos premios Camin-Cosqun. La Comisin Municipal de Folklore, presidida por Reynaldo Wisner, instituy en esta edicin el galardn fundido en bronce con plaqueta en oro, plata o bronce segn el orden de mrito, con diseo del escultor indigenista Luis Perlotti.

    El gobernador Justo Pez Molina presidi la ceremonia de entrega de premios a las delega-ciones. Margarita Palacios era parte del jurado y fue distinguida por el resto de ese jurado, en un gesto de simpata, con el extraoficial ttulo de La Novia de Cosqun. El Camin-Cosqun a la mejor delegacin fue para la de Neuqun. El mejor solista de canto sali de la delegacin de Corrientes, y el mejor solista instrumental y mejor conjunto vocal de la de Formosa. El mejor conjunto de danzas lo mostr la delegacin de Chaco, al igual que el mejor recitador, un joven de Colonia Baranda que levant la Plaza con su poema Casi gringo. Se llamaba Luis Landris-cina.

    Este ao se premi tambin a la Paisana del Folklore, la moza que adems de representar lo ms elevado de la belleza criolla deba encarnar sus virtudes; Nilda Elia Torres, de la delega-cin de San Luis, result la elegida. Despus de las premiaciones actuaron Horacio Guarany, Eduardo Rodrigo, Jorge Cafrune y Los Fronterizos, quienes cerraron una noche que se prolon-g hasta cerca de las siete de la maana.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 41

    En un extenso artculo que trazaba un balance de esta cuarta edi-cin del Festival, la revista Vea y Lea observaba, sin buscar culpables ni llamar a la catstrofe, el cambio de tendencia desde lo tradicional a lo espectacular que se daba en Cosqun. En este cuarto Festival ha co-menzado el mismo pueblo a discernir. Porque ha odo a aquellos mis-mos cantores que haba consagrado en festivales anteriores, volver con formas nuevas, amaneradas, torpes, sin ese hondo y sutil espritu que tuvieron sus primeras canciones. Estos artistas () se desvan porque para ellos es ms fcil que superarse (). Un cantor nativo que comenz cantando a lo criollo, derecho y modulado, cambi totalmente y se larg a cantar con voz tonante e incontrolada. Ocurre lo mismo con las cancio-nistas. Parece que hay una vocacin al ruido, por el grito, por el alarido seudo musical (). El canto primitivo criollo cantaba tal vez en voz baja, pero modulando las palabras, tallndolas a medida que salan de su boca como agua de manantial.

    ArielRamrez

    Es el creador de canciones instaladas en la memoria popular, como Alfonsina y el mar. Desde los primeros tiempos, la plaza ha sido la caja de resonancia de su piano.

  • 42 Haba que cantar...

    Jaime Dvalos

    Era un hombre poesa. Su voz hablaba desde lo profundo del paisaje y de los hombres de su tie-rra. En su paso en Cosqun, por donde quiera que fuera, el salteo dejaba una profunda huella.

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 43

    Entrado el ao 1965 ya aparecan quienes sostenan que el boom del folklore haba comenzado su curva descendente. Eso signifi-caba, ms o menos, decir que las zambas ms lindas ya haban sido escritas. Por entonces la cancin verncula tomaba distin-tas formas, las poticas se ampliaban, los conceptos se extendan y las influencias, de adentro y de afuera, eran cada vez ms profusas. Los ca-minos del folklore y su capacidad de llegada al pblico se bifurcaban: por un lado apareca una bsqueda ligada a inquietudes estticas; por el otro la fidelidad a las races. Ms all, pero no tan lejos, la bsqueda a toda costa de la aceptacin del pblico. A mediados de la dcada de 1960, dentro del trmino folklore caban expresiones tan diferentes desde muchos puntos de vista como las de Atahualpa Yupanqui, Los Huanca Hua y Eduardo Rodrigo.

    Est agotado el folklore?, se preguntaban algunos medios de comu-nicacin. Las respuestas reflejaban la parcialidad de los distintos perso-najes. Horacio Guarany, por ejemplo, responda enfticamente que el folklore se agotar cuando se agote el pas. Ms reflexiva, la cantante y compositora mendocina Carmen Guzmn lamentaba la escasa atencin que le prestaban los medios al gnero con lo cual aceptaba un retroceso, al menos respecto al espacio que la msica argentina ocupaba en la opi-nin pblica. En cambio Fernando Lpez, director artstico de la com-paa Oden, aseguraba que tal agotamiento no exista y pona como ejemplo los 17.000 discos de Ro manso que su esposa Ramona Galarza haba vendido en una semana.

    No obstante las distintas maneras de percibir la realidad, Cosqun se-gua creciendo y el quinto Festival, que se desarroll entre el 23 y el 31 de enero, super las ms optimistas de las expectativas. Un dato ilustrativo del xito de la convocatoria podra extraerse del consumo gastronmico registrado durante los das del Festival. Con un promedio de 30.000 per-sonas por noche en las inmediaciones de la Plaza Nacional del Folklore y el doble durante el ltimo fin de semana, un clculo a ojo de buen cubero indicaba que se vendan alrededor de 1.000 kilos de chorizo, 500 de carne y 3.000 litros de vino.

    El esfuerzo del Festival por mantener el equilibrio sobre el escenario entre la presencia de las delegaciones provinciales y la de artistas profe-sionales era importante y resguardaba uno de sus objetivos esenciales. Este ao la lista de artistas profesionales creci hubo alrededor de setenta, entre conjuntos y solistas, adems de artistas de Japn y el do Dorothy y Peter Sensier, un matrimonio ingls de la BBC de Londres que logr fervorosos aplausos y estuvieron representadas todas las provin-

    1965todo para dar

    5 edicin

    Mientras algunos se preguntaban si el folklore se haba agotado, el Festival segua creciendo. La ciudad se visti con murales. Los Nombradores y Los Cantores de Quilla Huasi fueron llevados en andas por el pblico. Jorge Cafrune present a una cantante tucumana que se llevara la primera de tantas ovaciones de su vida.

  • 44 Haba que cantar...

    cias, incluyendo una delegacin de Ushuaia. Las actividades del Tercer Simposio Nacional de Msica y Danza Tradicional y Folklrica

    Argentinas se desarrollaron en el marco del Ateneo Folklrico en torno a los siguientes ejes: Concepto, caracterizacin y propuesta de definicin de msica folklrica; Msica del Nor-deste argentino; El tango: gnesis, desarrollo y ubicacin dentro de la cultura argentina y su relacin con el folklore musical; Folklore vigente e histrico y presencia de expresiones folklricas en la ciudad. La comisin directiva del Ateneo estuvo presidida por Hctor Becerra Batn, de Crdoba; Horacio Rava, de Santiago del Estero, y Alberto Rodrguez, de Mendoza. Participaron, entre otros destacados musiclogos y folklorlogos, Carlos Vega, Flix Coluccio, Ral Cortazar, Lzaro Flury, Delmiro Ayala Gauna y Luis ngel Prez Pruneda.

    Uno de los puntos ms controvertidos de los trabajos del Simposio fue el relativo al tango. La discusin sobre si el tango entraba o no entre las expresiones folklricas super ese mbito y anim numerosas discusiones en las charlas cotidianas, en los fogones y balnearios. En sus conclusiones el Simposio declar: El tango como especie coreogrfico-musical de raz y vigencia ciudadana y la msica folklrica manifestaciones propias de los sectores folk cons-tituyen en su gnero la expresin ms destacada del arte popular argentino, porque a pesar de responder a pautas y orgenes distintos, se identifican y concurren a una autntica cultura nacional. Tambin reiter el pedido a las autoridades de Educacin, nacionales y provinciales, de incluir la enseanza integral del folklore en las escuelas.

    El Festival no se resignaba a ser slo un desfile de artistas y la Comisin Municipal de Fo-lklore apoy un proyecto del artista plstico Ricardo Pedroni: la organizacin del concurso Los cien murales de Cosqun. Durante la jornada del domingo precedente al inicio del Festival, las mudas tapias de la ciudad se convirtieron en pregones artsticos, con los ms variados argu-mentos. Los ganadores fueron premiados en el escenario, el ltimo sbado. En una entrevista concedida al diario Crdoba, Reynaldo Wisner, presidente de la Comisin, defina el espritu del encuentro del folklore, orientado sin fines de lucro, y por lo tanto deficitario, a pesar de es-tar subsidiado por el gobierno: Si nosotros transformramos este Festival en un espectculo artstico-musical, con la participacin de grandes figuras de arraigo, el mismo sera un gran negocio econmico, pero lo que queremos es la proyeccin del Festival que nace del hombre y vive en comunin con la tierra.

    En esta quinta edicin hubo mejoras en la Plaza Prspero Molina, se ilumin con luz de gas de mercurio y se ampli su capacidad a cerca de 10.000 personas sentadas. En la noche inaugu-ral estuvo presente el vicepresidente de la Nacin, Carlos Perette, que en su discurso introdujo la realidad nacional en la fiesta: Nadie tiene derecho a quebrantar el orden, la paz y la tran-quilidad social que se han logrado con incalculables esfuerzos y que a todos pertenecen, pero tambin a todo obligan, expres. Por entonces el gobierno de Arturo Illia ya era acosado por campaas mediticas de deslegitimacin.

    La ausencia anunciada de Los Chalchaleros y Los Fronterizos que por entonces se disputa-ban las preferencias del pblico encarnando una especie de Boca-River sin duda restaba inte-rs a una grilla de artistas. Sin embargo, el clsico se jug entre Los Nombradores y Los Can-tores de Quilla Huasi con Oscar Valles, Carlos Lastra, Roberto Palmer y Ramn Nez, que plantaron el xito de Collar de caracolas, un rasguido doble de Alberto Agesta, tambin inter-pretado por Eduardo Rodrigo. Los Nombradores entonces formados por Augusto Torres, Jorge Longo, Enrique Ibarra, Daniel Toro y Lito Nieva ya haban impactado en ediciones anteriores y en esta particularmente fueron protagonistas de algunas madrugadas en las que recibieron la mayor prueba de aprobacin que el pblico del Festival poda conceder a un artista: terminaron siendo llevados en andas hasta el ro. Tambin Los Quilla Huasi, que haban debutado en Cos-

  • Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosqun 45

    qun sin mayor resonancia el ao anterior, fueron aprobados: la madrugada del martes tocaron hasta las ocho de la maana para luego ser cargados por la multitud hasta la La Toma, donde siguieron cantando.

    Muy aplaudido fue tambin Carlos Di Fulvio presente en el Festival desde la primera edi-cin, solista elegante, de buen decir y destreza con la guitarra, como lo era otro cordobs, Ale-jandro Pastor. El salteo Jaime Dvalos otro decano de Cosqun, excesivo y desbordante en sus actuaciones, incomodaba a una parte del pblico con su vocabulario florido; Los Andariegos se afirmaban en el gusto del pblico con un estilo audaz; Las Voces Blancas debutaban en ese escenario con buena aceptacin; la exitosa Ramona Galarza aprovech alguna tarde para nadar en La Toma; Los Trovadores del Norte se presentaron como Los Trovadores con Hctor Anzo-rena en lugar de Bernardo Rubn; Eduardo Fal, tuvo su silencio. Actuaron adems Los de Sal-ta, Chacho Santa Cruz, los cordobeses Los Tacuareos, Los Kocho Masi, de Trenque Lauquen, el Indio Apachaca, Los Olimareos do uruguayo con un repertorio testimonial y un estilo inmediato y simple y un jovencito desconocido que llegaba desde Salta: el Chango Nieto.

    Atenta a los talentos que pudiesen surgir en esas noche de Festival en el escenario o en algu-no de los fogones o peas de la ciudad, la industria del disco enviaba sus ejecutivos a Cosqun: el ex Huanca Hua Hernn Figueroa Reyes era el representante de CBS Columbia; Fernando Lpez de Oden y Adolfo Pino, Mario Pizurno y Jos Mara Gutirrez llevaban los odos para la RCA Vctor. Durante la quinta edicin tambin se film la pelcula Festival, folklore y amor, del realizador Delfor Becaglia. La historia sentimental de dos jovencitos que se encuentran en las sierras era apenas un pretexto para hilvanar un beso y un te quiero entre las presentaciones de los artitas que actuaban en el Festival. Los protagonistas fueron los actores Elsa Daniel y Atilio Marinelli. La pelcula tuvo una escasa trascendencia comercial; mucho menos artstica.

    Durante la tarde del ltimo sbado del Festival se inaugur la plazoleta Martn Fierro, en el ingreso de la ciudad, con la participacin de algunas delegaciones y msicos profesionales. Esa noche, en la Plaza, actuaron Los de Salta, Los Tucu Tucu, Ramona Galarza, Julio Molina Cabral, Eduardo Rodrigo. El domingo de premiacin, desde la siesta se formaron filas en la ruta, con ve-hculos que llegaban desde Crdoba. Para esa jornada estaban previstas una serie de muestras de habilidades criollas, entre ellas una monta de potros. Esa actividad debi suspenderse, por el accidente con uno de los vehculos que llevaba los animales a Cosqun. El viernes por la noche un camin con acoplado que llevaba veinte animales desbarranc y cay al agua del dique San Roque en Villa del Lago, a la altura del Puente Negro. En el accide