Infante Resiliencia

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CAPITULO I La resiliencia como proceso: una revisión de la literatura reciente * Francisca Infante Introducción El comienzo del nuevo siglo ha proporcionado la oportunidad para reflexionar sobre los eventos científicos que han influido en nuestro conocimiento y sobre los desafíos y oportunidades que permitirán un mejor entendimiento de los seres humanos (Cicchetti y Sroufe, 2000). En el área del desarrollo humano, el énfasis de estas reflexiones está en la importancia de promover el potencial humano en vez de destacar sólo el daño que ya se ha hecho. En este contexto, el concepto de resiliencia ha cobrado especial importancia. La resiliencia (que se ha estudiado mayormente en niños) intenta entender cómo niños, adolescentes y adultos son capaces de sobrevivir y superar adversidades a pesar de vivir en condiciones de pobrez.a, violencia intrafamiliar, enfermedad mental de los padres, o a pesar de las consecuencias de una catástrofe natural, entre otras (Luthary otros, 2000). En el área de intervención psicosocial, la resiliencia intenta promover procesos que involucren al individuo y su ambiente social, ayudándolo a superar la adversidad (y el riesgo), adaptarse a la sociedad y tener una mejor calidad de vida. El enfoque de la resiliencia surge a partir de los esfuerzos por entender las causas y la evolución de la psicopatología. Estos estudios demostraron que existía un grupo de niños que no desarrollaban problemas psicológicos o de adaptación social a pesar de las predicciones de los investigadores (Masten, 1999 y 2001; Grotberg, 1999a). El primer paso fue asumir que estos niños se adaptaba positivamente debido a que eran “invulnerables" (Koupernik, A., en Rutter, 1991), es decir, podían "resistir" el estrés y la adversidad. Postular la resiliencia como concepto en lugar de la "invulnerabilidad" se debe a que resiliencia implica que el individuo es afectado por el estrés o la adversidad y es capaz de superarlo o salir fortalecido; además, la resiliencia implica proceso que puede ser desarrollado y promovido, mientras que la invulnerabilidad es considerada un rasgo intrínseco del individuo (Rutter, 1991). Junto con el concepto de resiliencia surgió una primera generación de investigadores cuyo interés era descubrir aquellos factores protectores que están en la base de esta adaptación positiva en niños que viven en condiciones de adversidad (Kaplan, * Parte de este artículo fue preparado para la Fundación Bernard van Leer

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Psicologia clinica resiliencia

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CAPITULO ILa resiliencia como proceso:

una revisión de la literatura reciente*

Francisca Infante

Introducción

El comienzo del nuevo siglo ha proporcionado la oportunidad para reflexionar sobre los eventos científicos que han influido en nuestro conocimiento y sobre los desafíos y oportunidades que permitirán un mejor entendimiento de los seres humanos (Cicchetti y Sroufe, 2000). En el área del desarrollo humano, el énfasis de estas reflexiones está en la importancia de promover el potencial humano en vez de destacar sólo el daño que ya se ha hecho. En este contexto, el concepto de resiliencia ha cobrado especial importancia. La resiliencia (que se ha estudiado mayormente en niños) intenta entender cómo niños, adolescentes y adultos son capaces de sobrevivir y superar adversidades a pesar de vivir en condiciones de pobrez.a, violencia intrafamiliar, enfermedad mental de los padres, o a pesar de las consecuencias de una catástrofe natural, entre otras (Luthary otros, 2000). En el área de intervención psicosocial, la resiliencia intenta promover procesos que involucren al individuo y su ambiente social, ayudándolo a superar la adversidad (y el riesgo), adaptarse a la sociedad y tener una mejor calidad de vida.

El enfoque de la resiliencia surge a partir de los esfuerzos por entender las causas y la evolución de la psicopatología. Estos estudios demostraron que existía un grupo de niños que no desarrollaban problemas psicológicos o de adaptación social a pesar de las predicciones de los investigadores (Masten, 1999 y 2001; Grotberg, 1999a). El primer paso fue asumir que estos niños se adaptaba positivamente debido a que eran “invulnerables" (Koupernik, A., en Rutter, 1991), es decir, podían "resistir" el estrés y la adversidad. Postular la resiliencia como concepto en lugar de la "invulnerabilidad" se debe a que resiliencia implica que el individuo es afectado por el estrés o la adversidad y es capaz de superarlo o salir fortalecido; además, la resiliencia implica proceso que puede ser desarrollado y promovido, mientras que la invulnerabilidad es considerada un rasgo intrínseco del individuo (Rutter, 1991). Junto con el concepto de resiliencia surgió una primera generación de investigadores cuyo interés era descubrir aquellos factores protectores que están en la base de esta adaptación positiva en niños que viven en condiciones de adversidad (Kaplan, 1999). Una segunda generación de investigadores expandió el tema de resiliencia en dos aspectos: la noción de proceso, que implica la dinámica entre factores de riesgo y de resiliencia que permite que el individuo supere la adversidad, y la búsqueda de modelos para promover resiliencia en forma efectiva a nivel de programas sociales.

Este trabajo ofrece una revisión bibliográfica de la segunda generación de investigadores con el objetivo de definir dónde se ubica el concepto de resiliencia hoy y cuáles son los desafíos que siguen pendientes en resiliencia y desarrollo humano.

Desarrollo histórico del concepto de resiliencia.

Uno de los primeros elementos que aparecen en la literatura de estos últimos años es el acuerdo explícito, entre los expertos en resiliencia, de que existen dos generaciones de investigadores (Masten, 1999; Luthar y otros, 2000; Luthar y Cushing, 1999, Kaplan, 1999). La primera, que comienza a principios de los setenta

* Parte de este artículo fue preparado para la Fundación Bernard van Leer

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se formula la pregunta: "Entre los niños que viven en riesgo social, ¿qué distingue a aquellos niños que se adaptan positivamente de aquellos niños que no se adaptan a la sociedad?" (Luthar, 1993, en Kaplan, 1999). Este tipo de investigaciones busca identificar aquellos factores de riesgo y de resiliencia que influyen en el desarrollo de niños que se adaptan positivamente a pesar de vivir en condiciones de adversidad. Un hito en esta primera generación es el estudio longitudinal de Emmy Werner y Ruth Smith (1992) en Kauai (Hawai), quienes estudiaron a 505 individuos, durante treinta y dos años, desde su período prenatal, en 1955, hasta su adultez. El estudio consistió en identificar, en un grupo de individuos que vivían en condiciones de adversidad similares, aquellos factores que diferenciaban a quienes se adaptaban positivamente a la sociedad de aquellos individuos que asumían conductas de riesgo. En el desarrollo histórico de esta primera generación se comienza a ampliar el foco de investigación, que se desplaza desde un interés en cualidades personales que permitían superar la adversidad (como la autoestima y la autonomía) hacia un mayor interés en estudiar los factores externos al individuo (nivel socioeconómico, estructura familiar, presencia de un adulto cercano). La gran mayoría de los investigadores de esta generación podrían adscribirse al modelo triádico de resiliencia, que consiste en organizar los factores resilientes y de riesgo en tres grupos diferentes: los atributos individuales, los aspectos de la familia y las características de los ambientes sociales en que los individuos se hallan inmersos.

La segunda generación de investigadores, que comenzó a publicar a mediados de los noventa, se pregunta: "¿Cuales son los procesos asociados a una adaptación positiva, dado que la persona ha vivido o vive en condiciones de adversidad?". El foco de investigación de esta segunda generación retoma el interés de la primera en inferir qué factores están presentes en aquellos individuos en alto riesgo social que se adaptan positivamente a la sociedad, a lo que agregan el estudio de la dinámica entre factores que están en la base de la adaptación resiliente. Dos investigadores pioneros en la noción dinámica de resiliencia fueron Michael Rutter (1991), quien propuso el concepto de mecanismos protectores, y Edith Grotberg (1995), quien formuló el concepto que, como veremos, esta detrás del Proyecto Internacional de Resiliencia (PIR).

Michael Rutter (1991, en Infante, 1997) entiende resiliencia "como una respuesta global en la que se ponen en juego los mecanismos de protección, entendiendo por estos no la valencia contraria a los factores de riesgo, sino aquella dinámica que permite al individuo salir fortalecido de la adversidad, en cada situación específica y respetando las características personales" (p. 10).

Edith Grotberg fue pionera en la noción dinámica de la resiliencia ya que en su estudio PIR define que la resiliencia requiere la interacción de factores resilientes provenientes de tres niveles diferentes: soporte social (yo tengo), habilidades (yo puedo) y fortaleza interna (yo soy y yo estoy). De esta forma, a pesar de organizar los factores de resiliencia en un modelo triádico, incorpora como elemento esencial la dinámica e interacción entre estos factores.

Autores más recientes de esta segunda generación son Luthar y Cushing (1999), Masten (1999), Kaplan (1999) y Benard (1999), quienes entienden resiliencia como un proceso dinámico donde las influencias del ambiente y del individuo interactúan en una relación recíproca que permite a la persona adaptarse a pesar de la adversidad. La gran mayoría de los investigadores pertenecientes a esta generación podrían adscribirse al modelo ecológico-transaccional de resiliencia, el cual tiene sus bases en el modelo ecológico de Bronfenbrenner (1981). La perspectiva que guía el modelo ecológico-transaccional de la resiliencia es que el individuo se halla inmerso en una ecología determinada por diferentes niveles que interactúan entre sí, ejerciendo una influencia directa en su desarrollo humano. Los niveles que conforman el marco ecológico son; el individual, el familiar, el comunitario y vinculado a los servicios sociales, y el cultural y

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vinculado a los valores sociales. Al descifrar estos procesos dinámicos de interacción entre los diferentes niveles del modelo ecológico se podrá entender mejor el proceso inmerso en la resiliencia. Consecuentemente, el desafío que se plantea esta generación de investigadores es que la identificación de los procesos que están en la base de la adaptación resiliente permitirá avanzar en la teoría e investigación en resiliencia, además de permitir el diseño de estrategias programáticas dirigidas a promover resiliencia y calidad de vida.

El concepto de resiliencia.

A lo largo de la historia del concepto de resiliencia ha habido varias definiciones. Entre ellas, la que mejor representa a la segunda generación de investigadores es la adoptada por Luthar y otros (2000), quienes definen resiliencia como "un proceso dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad" (p. 543). Esta definición, al igual que otras definiciones características de esta segunda generación de investigadores, distingue tres componentes esenciales que deben estar presentes en el concepto de resiliencia:

(1) la noción de adversidad, trauma, riesgo, o amenaza al desarrollo humano;(2) la adaptación positiva o superación de la adversidad;(3) el proceso que considera la dinámica entre mecanismos emocionales, cognitivos y socioculturales

que influyen sobre el desarrollo humano.

Al definir cada uno de estos componentes del concepto, es posible crear un modelo de resiliencia para investigaciones y diseño de programas de promoción de resiliencia. A continuación, en el cuadro 1, se presenta un estudio de caso que servirá para ejemplificar los diferentes aspectos del concepto de resiliencia, y luego las definiciones de cada uno de estos componentes.

Cuadro I

Adversidad

La definición del concepto de resiliencia requiere que el individuo logre una adaptación positiva a pesar de estar o haber estado expuesto a una situación de adversidad (Kaplan, 1999). El término "adversidad" (también usado como sinónimo de riesgo) puede designar una constelación de muchos factores de riesgo (tales como vivir en In pobreza), o una situación de vida específica (como la muerte de un familiar).

El proyecto Kusisqa Wawa es un proyecto piloto orientado a la prevención de los efectos negativos del maltrato infantil en niños y niñas menores de 6 años que viven en el área rural del Perú. El plan de trabajo de Kusisqa Wawa es considerado novedoso, ya que trabaja con un enfoque de resiliencia que promueve la autoestima, la creatividad, el humor y la autonomía de los niños y niñas, además de trabajar con la familia, la comunidad y organizaciones sociales. El proyecto Kusisqa Wawa es una iniciativa de la Secretaría Técnica de Asuntos Indígenas del Ministerio de Promoción de la Mujer y del Desarrollo Humano, con apoyo de la Fundación Bernard van Leer (Kusisqa Wawa, 1999, en prensa).

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La adversidad puede ser definida objetivamente a través de instrumentos de medición, o subjetivamente, a través de la percepción de cada individuo (Luthar, Cicchetti y Becker, 2000; Luthar y Cushing. 1999; Kaplan, 1999).

En resumen, para identificar resiliencia y diseñar investigaciones y programas de promoción, se sugiere que la definición de adversidad especifique la naturaleza del riesgo, si es subjetivo u objetivo, y la conexión que existe entre adversidad y adaptación positiva.

Cuadro 2

Adaptación positiva

La adaptación positiva permite identificar si ha habido o no un proceso de resiliencia. La adaptación puede ser considerada positiva cuando el individuo ha alcanzado expectativas sociales asociadas a una etapa de desarrollo, o cuando no ha habido signos de desajuste. En ambos casos, si la adaptación positiva ocurre a pesar de la exposición a la adversidad, se considera una adaptación resiliente.

Al referirse a la adaptación resiliente es importante considerar tres aspectos esenciales: (a) la connotación ideológica asociada a la adaptación positiva; (b) la heterogeneidad en las distintas áreas del desarrollo humano, y (c) la variabilidad ontogenética.

a) La connotación ideológica asociada a la adaptación positiva.

Para Masten (1994), resiliencia implica una evaluación cualitativa del funcionamiento del individuo basada en expectativas de un concepto de desarrollo normal que varía de acuerdo con cada cultura. Sin embargo, los parámetros de evaluación de lo que se considera "apropiado" para cada etapa de desarrollo provienen de la literatura producida en sociedades desarrolladas, que generalmente ha estudiado a sujetos varones anglosajones de clase media (Rigsby, 1994). En esta misma línea de discusión, Luthar (1999) plantea el desafío de desarrollar futuras investigaciones que definan modelos conceptuales de desarrollo normal en

El programa de Kusisqa Wawa ha definido que las fuentes de adversidad que afectan a los niños son la situación de pobreza en que viven, el estrés postraumático producto de la guerra política que vivieron en los ochenta, y la falta de acceso a servicios sociales como salud, transporte y agua potable. De acuerdo con el modelo de resiliencia de este programa, estas variables de adversidad, especialmente la guerra, se relacionan con el maltrato infantil de dos formas: (1) han generado la aceptación de la violencia como estrategia para resolver conflictos en el plano social y familiar; (2) la violencia política ha producido la disolución de redes de apoyo y lugares comunes en la comunidad, lo que a su vez facilita que el maltrato infantil pase inadvertido (Kusisqa Wawa, 1997).

Al considerar la resiliencia corno proceso, ya no basta con mencionar cuáles son las fuentes de adversidad sino que, además, es necesario especificar a través de modelos teóricos o investigaciones empíricas cómo estas variables interactúan entre sí y se relacionan con lo que se define como riesgo social y como adaptación positiva.

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contextos de pobreza y, de esta forma, crear espacio para la interpretación del concepto de "desarrollo normal" y resiliencia en función de cada contexto.

b) La heterogeneidad en las distintas áreas del desarrollo humano remite a la imposibilidad de esperar una adaptación resiliente en todas las áreas de desarrollo por igual (incluyendo las áreas cognitivas, de conducta, social y emocional) (Luthar y otros, 2000). La uniformidad en el desarrollo humano, la capacidad de adaptación positiva en los diferentes aspectos del desarrollo humano, no ocurre ni siquiera en aquellos casos que se consideran de desarrollo “normal”. En este sentido, una consecuencia común del presupuesto de la uniformidad es entender resiliencia como antídoto para crear “superniños” que son prácticamente perfectos en cada área del desarrollo, a pesar de vivir en situaciones de adversidad. Este modelo del “superniño” concibe al individuo como si fuera inmune a la adversidad, sin considerar sus aspectos de vulnerabilidad y sus propios esfuerzos por superar la adversidad.

c) La variabilidad ontogenética (Luthar y otros, 2000) hace referencia a la idea de que resiliencia es un proceso que puede ser promovido a lo largo del ciclo de vida. En efecto, si la adaptación resiliente en la niñez puede contribuir a la adaptación resiliente en la adolescencia (dadas ciertas condiciones del ambiente y del individuo), entonces las intervenciones serían mas efectivas si cubrieran el ciclo de desarrollo humano. Luthar, Cicchetti y Becker (2000) afirman que a pesar de que todos los individuos (resilientes o no) cambian y fluctúan a través del tiempo, se ha demostrado (Glantzy Sloboda, 1999, y Masten, en prensa, citado en Luthar y otros, 2000) que niños que viven en situación de riesgo y a los que les va bien en un aspecto crítico, generalmente continúan teniendo resultados positivos a lo largo del tiempo.

Este argumento de variabilidad ontogenética sugiere que si el ambiente, la familia y la comunidad siguen apoyando el desarrollo del niño y proveyendo los recursos que éste pueda necesitar para superar la adversidad, entonces existe una alta probabilidad de que el individuo continúe adaptándose positivamente a través del tiempo (Werner y Jonson, 1999). Esta estabilidad a lo largo del desarrollo no significa que una persona es resiliente, ya que eso equivaldría al error de considerar la resiliencia como si fuera un rasgo de personalidad o atributo personal.

"Estabilidad a lo largo del desarrollo" significa que si el ambiente provee los recursos necesarios para que el niño que vive en situación de adversidad pueda seguir adaptándose positivamente durante las diferentes etapas de desarrollo, entonces se puede decir que la resiliencia se mantendrá como una capacidad estable a lo largo de la vida.

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Cuadro 3

En resumen para identificar la resiliencia es necesario que exista una adaptación positiva. Esta adaptación positiva puede estar determinada por el desarrollo de algún aspecto del individuo o por la ausencia de conductas disruptivas. En ambos casos es necesario tener en cuenta que el concepto de “desarrollo normal" puede particularizar a cada grupo cultural, que la resiliencia puede observarse en conductas o áreas específicas del desarrollo humano, y que es necesario fortalecer la resiliencia a lo largo de todo el ciclo de vida, ya que estos aspectos permitirán diseñar intervenciones que sean específicas para cada cultura, centrándose en áreas acotadas del desarrollo humano y promoviendo la resiliencia a lo largo de todo el ciclo de vida.

Proceso

La noción de proceso permite entender la adaptación resiliente en función de la interacción dinámica entre múltiples factores de riesgo y factores resilientes, los cuales pueden ser familiares, bioquímicos, fisiológicos, cognitivos, afectivos, biográficos, socioeconómicos, sociales y/o culturales. La noción de proceso descarta definitivamente la concepción de resiliencia como un atributo personal e incorpora la idea de que la adaptación positiva no es sólo tarea del niño, sino que la familia, la escuela, la comunidad y la sociedad deben proveer recursos para que el niño pueda desarrollarse mas plenamente.

Luthar y otros (2000) sugieren que la concepción de resiliencia como un atributo personal procede de la ego-resiliencia, la cual explica la adaptación positiva del individuo sobre la base de sus recursos internos y de un carácter enérgico y flexible, que le permiten relacionarse en una forma positiva con las circunstancias que lo rodean. Como mencionan Luthar y otros (2000), las diferencias entre entender la resiliencia como un

Los objetivos (o logro de una adaptación positiva de acuerdo con el modelo de resiliencia corno proceso) de Kusisqa Wawa son: I) promover relaciones intrafamiliares no agresivas; 2) promover factores de autoestima, creatividad, humor y autonomía; 3)promover laperspectiva de genero en el trato de niños de 0 a 6 años; 4) promover el protagonismo infantil; 5) promover la recuperación nutricional; 6) promover la salud del niño; 7) promover redes sociales de apoyo en la familia extensa y la comunidad; 8) contribuir al desarrollo de políticas para la prevención del maltrato infantil (Kusisqa Wawa, en prensa).

Al analizar los diferentes objetivos asociados a la adaptación positiva esperada, tendientes a disminuir los efectos negativos del maltrato infantil, es posible observar que estos consideran una perspectiva ecológica, ya que se dirigen a los factores de resiliencia en el plano individua!, familiar, de la comunidad y de las políticas publicas. Sin embargo, para ser coherentes con el modelo de resiliencia como proceso, sería necesario explicitar cómo estos objetivos influyen en la disminución del maltrato infantil y si son objetivos finales o intermedios. Es decir, un objetivo intermedio puede ser la promoción de relaciones familiares no agresivas, y esto puede afectar en forma indirecta al objetivo final de adaptación positiva que es la disminución de los efectos negativos del maltrato infantil (Luna, 2001).

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proceso o como un atributo de personalidad son dos: una es que la ego-resiliencia no se desarrolla sino que es inherente a algunos seres humanos; la otra es que no requiere de la presencia de la adversidad, que, como vimos anteriormente, es uno de los elementos centrales del enfoque de resiliencia. A la luz. de la discusión que se ha llevado a cabo, es posible sugerir que- para desarrollar un modelo de resiliencia es necesario definir adversidad y adaptación positiva, y describir el proceso de conexión entre ambas. Al explicitar las posibles relaciones entre factores de riesgo y factores de resiliencia, será posible entender cómo ocurre la adaptación resiliente y replicar aquellos procesos que demuestren ser exitosos.

Cuadro 4

Por ejemplo, Kusisqa Wawa ha definido que el proceso de adaptación positiva incluye el trabajo con los diferentes niveles del marco ecológico. Sin embargo, al igual que la gran mayoría de los programas de intervención con enfoque de resiliencia, no especifica cuál es la interacción entre las variables, cuáles son los objetivos intermedios ni cuáles son los objetivos finales o de adaptación positiva esperada.

De acuerdo con Luthar (2001), una posible definición de proceso en Kusis Wawa sería:

En esta figura se presentan algunos de los factores descriptos por Kusisqa Wawa y luego se especifica cuál de esos factores va a ser intervenido por el programa. De esta manera queda claro que la adaptación resiliente que se espera es la disminución de la depresión y la ansiedad infantil, consecuencia directa del maltrato infantil, que a su vez está afectado por la pobreza y el estrés postraumático de la violencia política, entre otros factores. Este es un ejemplo simple de lo que podría ser un enfoque de proceso, y la conexión explícita entre lo que es considerado, adaptación negativa y resiliencia.

Metodología de investigación en resiliencia

Uno de los aspectos centrales que define a la segunda generación de investigadores en resiliencia es su búsqueda de métodos de investigación que puedan reflejar el proceso involucrado en la adaptación resiliente. De acuerdo con lo que se ha revisado anteriormente, los métodos de investigación se preocupan por definir los tres conceptos que forman parte del modelo de resiliencia: cómo medir la adversidad, cómo medir la adaptación positiva, y cómo medir el proceso de desarrollo que permite superar la adversidad y adaptarse positivamente. A continuación se presenta la descripción que Luthar y Cushing (1999) hacen de los diferentes métodos para medir resiliencia.

Medición de adversidad

En los estudios empíricos de resiliencia se pueden distinguir tres formas diferentes de medir la adversidad o el riesgo.

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a) Medición de riesgo a través de múltiples factores. Este tipo de medición se caracteriza por medir diferentes factores en un solo instrumento. Generalmente, el instrumento es una escala de eventos de vida negativos a partir de la cual el individuo debe especificar aquellos acontecimientos que han estado presentes en su vida, por ejemplo: separación de los padres, enfermedad mental de los padres, experiencia de guerra, desastre natural, etc. El problema con este método de medición es la validez, es decir, que exista coherencia entre lo que el instrumento define como evento negativo y lo que el individuo percibe como una adversidad que ha afectado negativamente su desarrollo. Las escalas tampoco permiten tomar en consideración la magnitud o severidad de la adversidad analizada. De esta forma, para utilizar la medición de riesgo a través de múltiples factores es necesaria la validación del instrumento en términos de la asociación entre el riesgo que mide y el resultado esperado.

b) Situaciones de vida específica. En este caso, la naturaleza del riesgo esta determinada por aquello que la sociedad, los individuos o los investigadores han considerado una situación de vida estresante. Por ejemplo, la experiencia de un desastre natural o la muerte de un familiar. Ambas situaciones han demostrado afectar al individuo haciéndolo mas vulnerable al estrés, por lo tanto, mas vulnerable a otros factores de riesgo. Considerar situaciones de vida como eventos estresantes para medir resiliencia plantea la dificultad de discriminar aquellos factores que tienen directa relación con el riesgo (factores proximales) de aquellos que pueden estar mediando entre el riesgo y el resultado esperado (factores distales).

c) Constelación de múltiples riesgos. Esta forma de medición refleja las complejidades del mundo real, ya que considera la interacción entre los factores provenientes de los niveles social, comunitario, familiar e individual simultáneamente y el modo como esta interacción influye en el desarrollo humano y la superación de la adversidad. La constelación de múltiples riegos es un mapeo de las fuentes de adversidad a las cuales se les asigna un puntaje determinado. La única dificultad de este sistema de medición es la de determinar si las adversidades que se están considerando en el estudio representan una fuente de adversidad real en la vida de las personas que están siendo estudiadas. Es por esto que resulta esencial, para esta metodología de medición, que la definición de lo que constituye adversidad para los individuos del estudio se construya sobre la base de los valores v las creencias de la propia comunidad

Medición de la adaptación positiva

Las estrategias para medir la adaptación positiva en investigaciones sobre resiliencia son similares a las estrategias descritas para medir adversidad. Luthar y Cushinp (1999) distinguen tres formas de definir la adaptación positiva, lo que combina a su vez la forma en que se opera el constructo.

a) Adaptación según factores múltiples. Este método mide la adaptación sobre la base del logro de metas de acuerdo con la etapa del desarrollo de la persona. La denominación de "factores múltiples" se debe a que se les pregunta a profesores, padres y amigos, además de aplicar un test específico para medir la conducta que va a determinar la adaptación positiva. En cada comunidad, el foco de lo que se definirá como adaptación positiva varía, pero lo importante es que esté relacionado con la definición de riesgo.

b) Ausencia de desajuste. Este tipo de medición se utiliza en investigaciones de resiliencia con sujetos en serios riesgos de psicopatología. Los instrumentos utilizados son generalmente cuestionarios clínicos para identificar desórdenes psiquiátricos. Aun cuando generalmente la resiliencia es asociada con la presencia de competencia a pesar de la adversidad, en este caso el énfasis está en la superación de la adversidad y la ausencia de sintomatología. Esta forma de medición se encuentra restringida a aquellos casos de extremo riesgo, pertenecientes en general al área clínica.

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c) Constelación de adaptación. Esta metodología de medición de la adaptación positiva está basada en diferentes conductas o tipos de adaptación. Los índices elegidos tienen directa relación con el modelo teórico, que generalmente se basa en teorías del desarrollo. Este método incorpora puntajes de pruebas y escalas, además de opiniones de otra gente. Por ejemplo, una adaptación positiva en la escuela se mide en función de la obtención de buenas calificaciones y buena disciplina en la clase, además de relevar información a partir de entrevistas a compañeros y padres (Luthar y Cushing, 1999).

Medición del proceso de resiliencia

La medición del proceso de resiliencia remite a la unión crítica entre adversidad y adaptación positiva. En la historia de la resiliencia, este proceso ha sido medido de dos formas diferentes: una, centrándose en las variables específicas que conforman el proceso; Ia otra, centrándose en el individuo y su historia a lo largo de su desarrollo humano (Luthary Cushing, 1999; Masten, 200.1). A continuación se revisaran ambos modelos.

a) Modelo bagado en variables. Este modelo se basa en un análisis estadístico de las conexiones entre variables de riesgo o adversidad, resultados esperados y factores protectores que pueden compensar o proteger los efectos de riesgo (Masten,2001). Este modelo permite reproducir aquellos patrones o interacciones que demostraron ser exitosos en la adaptación resiliente. Para implementar programas de promoción de resiliencia es necesario escoger un marco conceptual que pueda explicar las interacciones entre las diversas variables y que defina las conexiones esperadas entre situaciones de estrés y atributos particulares de adaptación positiva.

b) Modelo basado en individuos. Esta forma de medición compara individuos a lo largo del tiempo. Se pregunta que diferencia a niños resilientes de niños no resilientes a lo largo de su trayectoria escolar, por ejemplo. Este enfoque pretende aprehender las interacciones entre factores que ocurren en forma natural y plantear hipótesis respecto de que fue lo que causó la diferencia en el resultado de adaptación. Al conocer los procesos que ocurren en forma natural es posible reproducir el proceso en forma artificial para promover resiliencia.

En resumen, el modo de identificar resiliencia esta dado por la conexión teórica y metodológica que se establezca entre la situación de adversidad y la adaptación positiva, o la ausencia de desajuste social. Esta adaptación resiliente puede ser medida a través de un test a una sola competencia, entrevistando a profesores, padres o miembros de la comunidad, al niño, o a través de la combinación de todos los métodos mencionados anteriormente. Generalmente, la investigación en resiliencia utiliza teorías del desarrollo para definir la adaptación positiva, lo que se traduce en el logro de determinados aspectos del desarrollo a pesar de vivir en situación de adversidad.

Ventajas y desafíos de un modelo de resiliencia

Ventajas de un modelo de resiliencia

Las investigaciones en resiliencia han cambiado la forma en que se percibe ni ser humano: de un modelo de riesgo basado en las necesidades y la enfermedad se ha pasado a un modelo de prevención y promoción basado en las potencialidades y los recursos que el ser humano tiene en sí mismo y a su alrededor. Específicamente en el plano de las intervenciones psicosociales, el modelo de resiliencia ha cambiado la naturaleza de los marcos conceptuales, las metas, las estrategias y las evaluaciones (Masten,

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2001). En el área de las metas de intervención, éstas incluyen la promoción de adaptación positiva al mismo tiempo que previenen problemas específicos o síntomas. Las estrategias buscan promover ventajas y aspectos positivos de la ecología del individuo además de reducir el riesgo o las fuentes de estrés; buscan promover procesos de desarrollo humano además del tratamiento de la enfermedad. De acuerdo con Masten (2001), todos estos cambios reflejan una transformación en la conceptualización de lo que significa prevención e intervención. Algunos autores (Infante, 1997, 2001a) consideran que el enfoque en resiliencia es un aporte a un cambio de paradigma epistemológico, ya que considera al individuo como agente de su propia ecología y adaptación social. Un individuo que ya no sólo "carece" y se "enferma" sino que además es capaz de buscar sus propios recursos y salir fortalecido de la adversidad. El enfoque en resiliencia obliga a trabajadores de salud y a profesionales del área social a fijarse en lo que Masten (2001) denomina “original magic" o magia cotidiana, expresión que remite a la evidencia de que el proceso de la adaptación positiva puede ocurrir en contextos cotidianos de adversidad extrema y que, aun así, el individuo es capaz de encontrar recursos y superar la adversidad. Por último, este enfoque posee la ventaja de considerar que el proceso de adaptación resiliente no es responsabilidad única del individuo sino de la ecóloga que lo rodea.

Según Luthar y Cicchetti (en prensa), otra de las ventajas de un enfoque en resiliencia es que entiende el desarrollo humano dentro de un contexto específico. Es decir, si cada individuo está inmerso en un marco ecológico, entonces, para comprender mejor el proceso de resiliencia, es necesario considerar el ambiente, y la cultura del individuo, al igual que las tareas correspondientes a cada etapa del desarrollo. Esto significa que las definiciones de adversidad y de adaptación positiva provienen de investigaciones empíricas del grupo que participará en la intervención, más que de categorías exportadas de la psicología dominante. Por último, si consideramos la ecología del ser humano como la fuente de recursos y posibilidades para un desarrollo sano, entonces la promoción de resiliencia pasa a ser una responsabilidad compartida entre profesionales de diferentes disciplinas, distintos niveles de influencia y distintas edades.

Desafíos de un modelo de resiliencia.

Respecto de los desafíos que aún siguen pendientes en resiliencia, Luthar y otros (2000) postulan la necesidad de ser consientes con la terminología que se utiliza y con la definición de resiliencias Es decir, cuando una investigación o un documento se refiere a la resiliencia, se está refiriendo a un rasgo inherente a algunos individuos, a la capacidad humana que todos pueden desarrollar, a una suma de factores protectores que afectan el desarrollo del individuo, o al proceso de adaptación en situaciones de adversidadLa exigencia de precisión terminológica se vincula a otra necesidad cada vez más inminente en el campo de la resiliencia, que es la necesidad de elegir un marco conceptual que explique y ayude a dilucidar el proceso de resiliencia o la interacción entre los diferentes factores resilientes y de riesgo (Luchar y otros, 2000). La primera generación de investigadores considera la resiliencia como un descubrimiento "ex post” es decir, sólo se puede catalogar una respuesta como resiliente si el individuo ya se ha adaptado positivamente. Sólo ahí se infieren e intentan describir aquellos factores que estaban presentes en aquellos individuos que superaron la adversidad. Sin embargo, al considerar que la resiliencia es un proceso y que puede ser promovido, investigadores y personas que trabajan en intervención necesitan teorías que los ayuden a dilucidar cuáles son las dinámicas inmersas en el proceso de adaptación, para que éstas puedan ser replicadas eficazmente en intervenciones de contexto similar.

Para ser aún más específicos, las teorías e investigaciones sobre la base del concepto de resiliencia deben estar sustentadas en el grupo específico al cual está dirigida la intervención. Esto permite investigar y sistematizar intervenciones de promoción psicosocial y adaptación positiva sobre la base de la cultura

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específica donde el sujeto está inserto y no sólo a través de categorías definidas por la psicología dominante (Children in Adversity, 2000; Luthar, 1999).

Por último, el desafío de que investigadores, profesionales y políticos trabajen juntos, utilizando un vocabulario común, permite aumentar la comunicación entre las distintas disciplinas y arcas que influyen en la promoción del desarrollo humano (Children in Adversity, 2000). Luthar (1999) añade la necesidad de investigación interdisciplinaria que incluya los aportes de antropólogos, sociólogos, epidemiólogos, biólogos, expertos en genética, y a los propios sujetos de estudio para así poder explicar y replicar el proceso de resiliencia en forma eficaz y sustentable.

Para concluir, es posible acordar con la literatura reciente en resiliencia, que sugiere que a pesar de que es importante trabajar por la promoción de factores resilientes específicos, es crucial avanzar en la investigación y elaboración de teorías que expliquen cómo estos factores específicos interactúan entre sí en la ecología de! individuo, permitiendo el proceso de una adaptación resiliente. Este énfasis en el proceso dinámico de resiliencia y su promoción es un aporte de la segunda generación de investigadores, quienes hacen un llamado a centrarse en la ecología en la que el individuo se desarrolla.

Autores como Luthar y Masten nos desafían a trabajar en forma interdisciplinaria para poder medir v promover residencia, ya que las estrategias mas eficaces serán aquellas que promuevan resiliencia a nivel político, institucional, comunitario, familiar e individual. Mas aun, para poder medir y promover resiliencia en forma eficiente, las investigaciones y los programas deberían ser diseñados según un marco conceptual claro, que defina resiliencia, adversidad, adaptación positiva, el proceso inmerso en resiliencia y la conexión entre los diferentes componentes del modelo, sin olvidar que la definición de resiliencia debería contemplar variaciones culturales que afectan al proceso de adaptación positiva.

Es importante entender la resiliencia como un proceso de superación de la adversidad y de responsabilidad social v política, ya que la resiliencia puede ser promovida con la participación de padres, investigadores, personas que trabajan en el terreno implementando programas psicosociales, servicios sociales, los políticos y la comunidad. De esta forma, la resiliencia permite una nueva epistemología del desarrollo humano, en tanto enfatiza el potencial humano, es específica de cada cultura y hace un llamado a la responsabilidad colectiva. Un enfoque en resiliencia permite (me la promoción de la calidad de vida sea una labor colectiva y multidisciplinaria.