Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos...

87

Transcript of Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos...

Page 1: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está
Page 2: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi

Secretario de Cultura y EducaciónSr. Federico López

Secretaría de Cultura y EducaciónMunicipalidad de Berazategui

Capital Nacional del Vidrio

Page 3: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

El faro de los caminantes : memorias de Anselmo Olmelli . -1a ed. - Berazategui : EdiBer - Editorial Municipal de Berazategui, 2013. E-Book.

ISBN 978-987-29961-1-6 1. Autobiografía. CDD 923

1.a edición, e-book Ediber - Editorial Municipal de Berazategui, 2013.C.M. El Patio - Calle 149 e/ 15 y 15A - (1884) Berazategui, Buenos Aires, Argentina.EdiBer - Área de Industrias [email protected] - 4216-6190 / 4256-0408.Responsable editorial: Federico López.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, sin permiso previo del responsable de la editorial.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Versión papel: EdiBer, 2009ISBN 978-987-24847-2-9 Imagen de tapa: recreación de dibujo a mano alzada de Alejandro Bustillo.Logo perteneciente a Benigno Imberti.Corrección: Erica Lanfranchi. Diseño: Evelyn Manuli.

Versión en formato PDF:Maquetado: Adriana Pagliaroli. Presentación en formato flipbook: Marcelo Higonet.

Para todos mis afectos.A mi familia, a mis amigos, a mi escribiente, a la Municipalidad

de Berazategui, que me alentaron y apoyaron para hacer posible la concreción del libro.

¡Muchas gracias!

Page 4: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Prólogo

7

La razón de este libro

He aquí el testimonio de un hombre de carne y hueso.El testimonio de un hombre que decidió anotar su memoria

personal, despojada de todo rédito ideológico, religioso o políti-co. Alguien que de verdad se hizo cargo de su problema y trató siempre de no ser una carga para su entorno, convirtiéndose por el contrario en un ángel protector de su tribu, aportando siempre desde sus múltiples oficios una solución para seguir adelante.

Cuando uno comienza a leer las páginas de este libro, entra en la vida de un hombre de carne y hueso. Desde el viaje de destierro de su primera infancia, aceptando toda esta nueva vida junto a sus padres aquí en la Argentina, hasta los cuarenta años en que terminó quedándose ciego, todo para Anselmo fue una serie de pruebas y desafíos que supo afrontar con toda entereza y sabidu-ría. Muchas cosas más se podrían decir, que caerían en la facilidad de lo superficial y alabancioso pero por suerte están las leyendas, y no hay leyenda que no se ajuste a un hombre. Y la leyenda que tiene la medida de Anselmo Olmelli, es una antiquísima leyenda de la India que nos cuenta que: todos los ogros viven en Ceylan y todas sus vidas están en un solo limón. Viene un ciego, corta ese limón con un cuchillo y todos los ogros mueren. El hombre ciego es Anselmo Olmelli, el limón fue su destino, este lugar, su familia, su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida.

Este libro no está plagado de hazañas, de grandes batallas por la verdad y la justicia, es el testimonio sano y amable de un padre de familia, de un vecino atento a sus vecinos, de un ciudadano sin otras mayores pretensiones que promover la amistad, la tole-

Page 5: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

El faro de los caminantes

9

Prólogo

8

Así comienza Dante, narrando su Divina Comedia. En su canto primero, “El Infierno”, nos encontramos las palabras ini-ciales que dicen:

En medio del camino de la vidaErrante me encontré por selva oscuraEn que la recta vía era perdida.Eso fue para mí la ceguera, cuando a mis cuarenta años, gol-

peó la puerta de mi vida para, desde ese momento, quedarse para siempre. Pero ahora atento al camino recorrido, en las postrime-rías de esta vida que me ha tocado en suerte, me tomo el atrevi-miento de corregir esos tres primeros versos, o en todo caso doy mi testimonio de mi propia Divina Comedia:

“En la recta final, de esta, mi vida Es probable que Dios oyera mi ruego. Pues tuve luz, aun, cuando soy ciego”.

“No hay mayor oscuridad que la tormenta propia de la mente. Cada uno en su interior tiene su mundo, mas allá de estar ciego o ser vidente”.

Dicen los que han ahondado en el tema que lo que vimos una vez, queda grabado para siempre en el fondo de nuestras retinas. Y que es el fondo de la retina, nuestra memoria visual. La caja negra del avión donde quedan guardados los secretos. La panta-lla de un cine que atesora la memoria de todas las películas que en ella se proyectaron. También dicen que al morir, desfilan en un segundo todos los acontecimientos de nuestra vida, como si fuesen los fotogramas de una película. Cada uno asiste de este modo en el segundo final de su vida a la proyección de su propio

rancia. Aportar esa luz que él no tuvo para sus ojos, para que los que pueden ver, aprovechen su esencia. De ahí el titulo y la razón de este libro “Faro de los Caminantes”, el nombre de la segunda estación de servicio que tuvo su padre cuando acarició su sueño de progreso en estas tierras.

Yo bien puedo decir como dijo ese ser anónimo que escribió El Lazarillo de Tormes, que de los muchos seres que conocí en mi vida, pocos me dejaron las enseñanzas que me dejó este hombre ciego.

Raúl Beppo Andrioli (su lázaro escribiente)

Page 6: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

1110

largometraje. En el final de nuestras vidas todos somos cineastas y asistimos al largometraje documental más breve y más profun-do: nuestra propia vida.

Muchas personas, diría, la mayoría, sin ser ciegos ven una vez un paisaje, un objeto, una visión, sobre la que después no vuelven por mucho tiempo o nunca más. No vuelven a todas aquellas co-sas, sino en sueños. Los que dejaron de verse por las razones que fuere, las más comunes, como mudanzas, ostracismos, diásporas o exilios o por diferentes migraciones, en definitiva, algunas pocas o muchas imágenes que el recuerdo en el tiempo no admite que se deterioren, permiten por el contrario que permanezcan intac-tas. Esas fotos, esas postales de mi infancia son las que conservo y las que se congelaron para siempre en mi mente cuando a par-tir de los cuarenta años quedé ciego porque Dios probablemente haya considerado que a esa edad ya había visto suficiente y que a partir de entonces tendría que dedicarme a recordar. Y eso estoy haciendo, mientras hago otras cosas como para no aburrirme. Y como en mi recuerdo todo permanece intacto hasta el momento de quedarme ciego, es como recordarlos a todos más niños y más jóvenes. Como si todos mis seres queridos, los componentes de mi tribu afectiva no hubiesen muerto. En mí siguen viviendo. Es probable que los ciegos veamos con otros ojos, asistamos a ese se-creto, que no podemos revelar, pero que en definitiva gira alrede-dor de la muerte, de esa vieja señora peregrina que se enamora de uno y otro, y se los lleva. Quienes me rodean, todos mis afectos, seguramente habrán de verme envejecer, en cambio yo los veo siempre iguales, los congelé en el tiempo.

Ahora puedo ver a mis 86 años, que en aquel momento de que-dar ciego comencé a regresar lentamente al camino de mi infan-cia, o tal vez sea que lo que ha ocurrido es que nunca me fui de la

infancia. Y ese raro don de ser un hombre que conserva a su niño intacto, ese raro don, repito, tal vez sea el secreto de mi vitalidad. Y el móvil de la revelación de ese secreto, sea acaso el motorcito que me mantiene expectante, vivo, atento.

Cuando uno oye hablar de legados, de testamentos, de heren-cias, solamente piensa en bienes materiales. Yo pienso en otro tipo de legado, y ese legado es dejar un mapa de la vida recorrida, donde las señales del camino sean claves, estímulos, llaves, da-tos concretos para los seguidores de una ruta genealógica. Es este acaso mi legado, la vigilia de un ciego.

Siento el raro privilegio de ser ciego y que Dios haya puesto en mi camino todas las cosas que me ha puesto, y entre esas cosas, un escribiente fatigado, que casi tiene la mitad de mi edad, y se maravilla de oírme contar que a mis 86 años y siendo ciego pueda bailar con 17 damas, una por vez, y no una pieza sóla sino dos o tres, en una sóla reunión danzante, y después seguir como si nada, sin sentir los efectos del cansancio.

Con él estamos escribiendo este libro que habla de las cosas que hice y de lo que me queda por hacer. Yo le cuento y él les cuenta. El ordena en letras las cosas que le cuento. Este es mi legado. Si Homero siendo ciego pudo contar la Ilíada y la Odisea, y Borges hizo otro tanto, faltaba el relato de un ciudadano simple y común que vive una vida maravillosa, que ha visto y ve lo que otros no ven. Hoy en nuestros días, es por la mayoría de nosotros conoci-da esa verdad innegable que ha quedado acuñada para siempre, como un símbolo, aquella, ya célebre, frase del Principito de An-toine de Saint Exupéry: “Lo esencial es invisible a los ojos” a la que también suscribo por supuesto.

Page 7: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

1312

memoria por insignificante que haya sido la persona que las es-cribió, que no encierren valores sociales y expresivos de la mayor importancia...

Pues aquí estoy yo atendiendo esa sugerencia. Vengo de un país que como todo país en distintas épocas y en distintos puntos del planeta albergó en su seno a hombres titánicos y heroicos que verdaderamente lucharon por la unificación y la independencia de sus pueblos, así como aquí tenemos a San Martín como ejem-plo de lucha, de donde yo vengo tuvimos a Giusseppe Garibaldi. Claro que los San Martín, los Garibaldi son los menos, pero cada hombre que desde su entorno se enfrenta a su pequeña lucha dia-ria, también es un pequeño San Martín o un pequeño Garibaldi. La lucha de cada uno de nosotros debiera ser ese metro cuadrado en el que hemos caído al nacer o la pequeña patria en la que nos instalaron nuestros padres. Toda vida es una lucha. Algunos, a los que conocemos a través de sus grandes proezas pretendieron

No se me oculta que los lectores en su gran mayoría buscan lo epopéyico, las grandes aventuras, la vida de los héroes, la narra-ción de grandes batallas, de grandes acontecimientos.

Aquí entre nosotros, una biografía de Favaloro por citar un nombre al azar, no tendría la misma repercusión que el último libro de cualquier escritor mediático hablando de sí mismo o de otro personaje mediático como él. Es decir una biografía de la se-ñora Mirta Legrand vendería mucho más que la vida de Favaloro o la del doctor Esteban Laureano Maradona, que fue verdadera-mente un filántropo. El mundo corre tras lo efímero y quienes venden libros no arriesgan, y por lo tanto se suman a la demanda de lo seguro.

Digo esto porque para un ilustre desconocido contar su vida es un desafío muy grande. Y si lo que pretende es que todo el mundo que lee a los grandes escritores lo lea, mucho peor. En cambio a lo que yo aspiro es a que me lea el hombre o la mujer de la vuelta de mi casa, la gente de mi barrio, de este pueblo que me vio crecer, con el que tantas vivencias hemos tenido juntos. Y tal vez esto siente un precedente y otros se animen a contar lo suyo. Giusep-pe Tomasi de Lampeduza, el recordado autor de “El Gatopardo” ponía en un sitio de privilegio al testimonio escrito cuando de-cía estas textuales palabras: “En el ocaso de la vida se impone la necesidad de recoger el mayor número de sensaciones que han atravesado el organismo. Pocos lograrán hacer con ello una obra maestra, pero todos deberían preservar algo que sin ese pequeño esfuerzo se perdería para siempre. Llevar un diario, o escribir a cierta edad nuestras memorias, tendría que ser “una obligación impuesta por el Estado”. Al cabo de tres o cuatro generaciones se habría recogido un material precioso, y podrían resolverse mu-chos problemas psicológicos que acosan a la humanidad. No hay

Mercantino Conca, Monte Frimano, el pueblo donde nací

Page 8: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

1514

¿De dónde vengo?

Nací en Italia, el 3 de junio de 1921, en un pueblito de monta-ña que se llama Mercatino Conca, o sea Mercadito del río Conca, en la provincia de Pésaro, muy cerquita de la República de San Marino, tan cerca que se puede ir a pié. Que es como decir, se puede tocar con las manos. Soy hijo de Antonia Ricci y Domingo Olmelli.

El pueblito tenía ese nombre “Mercatino” en italiano o sea “Mercadito” en español, debido a que allí, en su plaza, funcionaba una feria, donde la gente del lugar intercambiaba y vendía sus productos todos los fines de semana.

Italia por ese entonces, década del 20, se estaba curando toda-vía de las heridas de la guerra del 14 y era azotada por el flagelo del fascismo. Este pueblito en aquellos años dependía de la co-muna de Monte Grimano, y allí en la iglesia fui bautizado bajo el nombre de Anselmo Lincoln Pier María Olmelli, y después como pasa siempre te terminan llamando Cacho o Coco, por suerte no me endilgaron ningún apodo y todo el mundo me conoce por Anselmo, y por otro lado, de todos modos, en el registro civil sólamente me registraron con el nombre de Anselmo Olmelli, y así quedé, orgullosamente, portando el nombre de mi abuelo paterno. Una cosa que quiero contar al pasar, es que a los cin-co años fui confirmado, cuando la confirmación que es el tercer paso, después del bautismo y de la comunión se supone que debe realizarse con la aprobación del niño, con su convencimiento y su consentimiento. Esto me parece una señal más de cómo desde siempre las cosas se han manejado con tanta liviandad, y máxi-me teniendo en cuenta que en esa época Italia, estaba ya bajo el esplendor del fascismo. Mi abuela, que fue la persona que me

la liberación de todo un pueblo. Otros, muchos seres anónimos como yo, hemos pretendido una empresa mucho menor, pero no menos valiosa, apuntalar a nuestra familia y nuestro entorno, tra-tar de hacer mejor la vida de quienes nos rodean. ¿No es acaso que se empieza por casa? Como decía Chésterton que de ser un agnóstico, en el final de su vida se convirtió en creyente: Recorrí el mundo buscando la verdad y la tenía a la vuelta de mi casa...

La calle donde crecí

Page 9: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

1716

Las razones aproximadas de la venida

de mi padre a la Argentina

Como se recordará en esos años: 1920, 1921, años en los que mi padre estaba decidiendo partir hacia Argentina, muchos ita-lianos, creo que la gran mayoría, que habían participado en la guerra del 14, la Primera Guerra Mundial, esperaban, al menos mi padre lo esperaba, que se produjeran verdaderos cambios en toda Europa, para restañar precisamente las heridas de esa guerra y vislumbrar y hacer efectivo horizontes de progreso.

Ahora veo como fue todo aquello, mi padre no me contaba demasiado, pero lo que sucedió está registrado en la historia, y si nos remitimos a esa época, nos encontramos con que durante el mes de septiembre de 1920, tuvo lugar una amplia oleada de ocupaciones de las fábricas en prácticamente todo el territorio nacional italiano. Este movimiento autogestionario, comenzó en un principio en las fábricas de acerías y otras plantas del sector del metal, pero se extendió a otras áreas de la industria, como las del algodón, textil y minería, también en las destilerías, barcos a vapor y en los almacenes de los puertos, pero no fueron estas en un comienzo, huelgas de brazos caídos, los trabajadores conti-nuaban produciendo por sus propios medios. Y los trabajadores ferroviarios, en abierto desafío a los dueños de los ferrocarriles del estado, llevaron los trenes entre las fábricas para permitir que la producción no se parara. En un momento cumbre la masa de trabajadores involucrados alcanzó la cifra de 600.000. Este movi-miento había nacido de una lucha, aparentemente convencional, por los salarios, pero estas demandas fueron sólo una excusa, las aspiraciones reales y los deseos de esos trabajadores en sostener

crió, se llamaba Palmina, y mi tía Natalina. Mis padres, sin ser panaderos, se pusieron de la noche a la mañana a fabricar pan. Las necesidades y los apremios de la guerra, habían hecho que la gente se desempeñara en múltiples actividades para sobrevivir. En Italia a las panaderías, en ese entonces las llamaban hornos, y no funcionaban como negocios de venta de pan, el pan se fabrica-ba en esos hornos y luego se distribuía a otros negocios como ser almacenes o mercados. Mi padre levantó su casa con sus propias manos. Iba a buscar las piedras al río y con esas piedras del río Conca levantó la casa que me dio cobijo en mi primera infancia. El era un hombre emprendedor y decidido, se daba maña para todo, hacía cualquier tipo de tareas que se le presentara. Todo lo resolvía con una capacidad admirable y con un afán de supera-ción y de progreso constantes.

Domingo Olmelli, mi padre. Foto de 1922

Page 10: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

1918

de ella, más precisamente la República Argentina, que fue el esce-nario adonde arribó mi padre.

En esos años el país vivía una época de euforia, pues todos creían que la situación materialmente ventajosa que había traído aparejada la primera guerra mundial habría de durar eternamen-te.

Si bien la guerra europea privó a la Argentina del carbón como combustible básico, esto incidió para que se pelease por la na-cionalización del petróleo, que venía perfilándose como el com-bustible que iría a reemplazar al carbón dado que la industria automotriz empezaba a dar sus primeros pasos en el mundo, des-plazando poco a poco a la locomotora y en consecuencia a los fe-rrocarriles. Estos avances se fueron consolidando cuando se creó la Dirección Nacional de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), a cuyo frente el general Mosconi cumplió una meritoria gestión. Las secuelas de la guerra dejaron a toda Europa en un estado de-plorable, dependiendo de nuestros cereales y de nuestra hacienda vacuna, la cual se exportó en grandes cantidades, llenando de di-visas las arcas del gobierno nacional.

Desde 1916 hasta el año 30 en que tuvo lugar el golpe de Uri-buru, hubo en la Argentina distintos períodos de administración radical, después la dictadura militar que hasta mediados de siglo más o menos se disputaron con algunos gobiernos democráticos y de transición los destinos de la nación. En la década del cuaren-ta volvió a repetirse con la segunda guerra mundial el ciclo de la abundancia, porque Argentina volvió a ser por esos años el pan y la carne del mundo europeo. Y después nuestro medio siglo precedente pasó por distintas etapas de corrupción, dictaduras, gobiernos fraudulentos, genocidio, etc. etc.

esta lucha obedecían a razones mucho más profundas. Muy pron-to todos esos sueños fueron aplastados. Cuando al propio tiempo que empezaron las huelgas generales de brazos caídos, el fascismo iba haciendo sus embestidas. Un ejemplo claro de ello, fue que si eras fascista podías portar arma, si no eras fascista, no tenías derecho a tenerlas.

Los problemas no tardaron en llegar, los hermanos Perrone fue-ron los primeros empresarios en dar abundantes fondos a los grupos fascistas de Mussolini, los cuales se convirtieron en un movimiento de masas muy importante para esa época, en los que se enrolaron unas 300.000 personas en los primeros 6 meses de 1921.Hay que ver que dos años de constantes huelgas entre 1919 y 1921, habían provocado la cólera y el temor entre los estratos sociales de los profesionales y pequeños y grandes propietarios y los funcionarios de gobierno. Y fue precisamente en esos estratos en los que Mussolini fue ganando adeptos. Según los fondos fue-ran llenando sus bolsillos, se iba consolidando y haciendo fuerte, para dar a sus escuadrones fascistas vehículos y equipos para faci-litar los choques rápidos contra el movimiento obrero. Las llama-das “expediciones punitivas” aterrorizaron comunidades enteras.

En la primavera de 1921, la recesión y el desempleo se dispa-raron. Las fábricas fueron tomadas por las huestes fascistas, se terminaron las huelgas y comenzaron los ensañamientos y las persecuciones. A partir de allí, el silencio para los que se que-daron, y el camino del exilio, de la búsqueda de otros horizontes mas benévolos para los que decidieron partir. Y este fue el cami-no que eligió mi padre. No había otras opciones.

Aquí se hace necesario describir un poco el panorama que pre-sentaba la década del veinte de este lado de la tierra, en América y dentro de este extenso continente el de América del sur, y dentro

Page 11: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

2120

en ese almacén, al que por otro lado, concurría asiduamente un señor inglés de apellido Bresler, que era mayordomo de una es-tancia y este hombre al verlo a mi padre tan decidido y con tantas ganas de progresar, le ofreció un lugar en la estancia, un puesto de trabajo para él y otro para mi madre, como cocinera. Mi madre tenía a diferencia de mi padre, dificultad con el lenguaje, porque al haber llegado hacía muy pocos días, no entendía prácticamente para nada el castellano, sin embargo, se puede decir que hasta en ese detalle la suerte los acompañó, ya que la señora de Bresler, Inés Murray, era soprano, había cantado en la Scala de Milano, y hablaba perfectamente el italiano. De tan buen carácter al mismo tiempo, que todo lo que le pedía a mi madre se lo pedía cantando. Así fue que al poco tiempo estuvieron bien afianzados con pan, techo y trabajo. ¿Qué más podían pedir?, esas tres cosas tienen la medida de la felicidad.

Sólo faltaba que estuviera yo junto a ellos. Pero todavía había que esperar un poco más.

Yo creo que mi padre y la gente que con el llegó por esos años a la Argentina, vivieron una época esperanzada. Si bien pasaron cosas graves, hubo un despegue como consecuencia de la revolu-ción industrial en el mundo. Todo estaba naciendo, los medios de comunicación, las grandes maquinarias, las grandes fábricas, las grandes industrias.

Mientras Europa fue azotada por el flagelo de la guerra, el fas-cismo, el nazismo, Franco, etcétera, etcétera, aquí corrió un soplo de esperanza.

No sé que hubiese sido de nosotros, si nos hubiésemos quedado allí. No sé, no puedo imaginármelo. Mi padre fue el que decidió torcer ese rumbo desdichado que hubiese sido seguir agonizando en Europa bajo los caprichos sangrientos del fascismo. Mi padre fue un visionario, un pionero, un audaz, un arriesgado.

Tanto es así, que habiendo sido soldado en la guerra del 14, no suscribió al fascismo, y en cuanto tuvo la oportunidad de salir de Italia lo hizo, y así fue que recaló en Argentina.

Al llegar a estas tierras, se radicó de inmediato en la localidad de Rufino, provincia de Santa Fé, colonia agraria fundada, el 29 de marzo de 1888, por los hermanos Jerónimo y Francisco Ru-fino, visionarios de las actividades agropecuarias, donde estuvo empleado un tiempo en las tareas de alambrador. Un día vio, en el almacén de ese lugar, un cartel que ofrecía trabajo para un matrimonio sin hijos, entonces le propuso a mi madre que viajara a Argentina, dejándome a mí, en Italia, al cuidado de mi abuela, hasta que algún día pudiera reunirme con ellos.

De este modo mi madre llegó a la Argentina, viajó hasta Rufino donde el jefe de la estación que se había hecho bastante amigo de mi padre, la reconoció al llegar y entonces fue a avisarle que su es-posa ya estaba en estas tierras. Y mi madre se empleó de cocinera Mis padres

Page 12: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

2322

Bresler asumió el cargo de gerente, en esa suerte de orgullo in-dustrial y se mudó a Temperley , con sus pequeñas hijas y con su esposa la soprano Inés Murray.

Y en la estancia mi padre tuvo que soportar a un nuevo capa-taz, un alemán de muy mal genio, que por ejemplo, apenas un motor no funcionaba, la emprendía a los tiros. Entonces mi padre se dijo, no toleré a Benito Musolini allá en Italia, porque voy a so-portar a este pequeño Hitler en Argentina. Se vino casi enseguida a hablar con Bresler a La Martona, y Bresler le consiguió también ahí un puesto de trabajo, en mantenimiento, como carpintero, para que arreglara las varas de los carruajes, y a mi madre, tam-bién le dio trabajo, como mucama de su familia, en Temperley. Y además les dio vivienda en su propia casa para que tuvieran su independencia. De este modo volvieron a estar junto a esta gente que era muy buena y no sólo le dieron trabajo sino que surgió en-tre ellos una amistad muy profunda y sólida. Mi padre, por ejem-plo cumplía sus tareas en el establecimiento y después se vestía de chofer y lo acompañaba a ese señor inglés a todas partes. Era lo que se dice su brazo derecho: empleado, secretario, chofer, hom-bre de absoluta confianza. Esta situación fue muy favorable para mis padres porque les permitió progresar y tener muy pronto una vivienda propia. Tan prósperos fueron esos años que mi padre hasta se compró una moto, y le gustaba con ella, salir a correr.

Mis abuelas, mis tíos, tías, mis padres, dan vueltas en mi me-moria al igual que una calesita que alimentó mi imaginación y mi fascinación por el solo hecho de estar en la vida, allá en los primeros años de mi infancia, en Italia. Pongo en último término a mis padres no por una cuestión de orden afectivo, sino por una cuestión de orden cronológico, como ocurre en ciertas películas que van anunciando a los que actúan por orden de aparición. Y

Luego de un tiempo las cosas se complicaron, al Sr. Rino Bresler lo nombraron gerente de la empresa láctea “La Martona, propie-dad de Vicente Casares, tío del escritor Adolfo Bioy Casares, en la sede central de Capital Federal, en la calle Rondeau. Digamos al pasar que el fundador de este ambicioso emprendimiento, fue un filántropo, un humanista que apostó mediante la creación de esa empresa a disminuir la desnutrición infantil. Demás está agregar que estas proyecciones no van de la mano del éxito económico, y por lo tanto la empresa sufrió varios reveses a través de su his-toria. Por suerte para mi familia, cuando esto pasó, ya se habían independizado, y para desgracia de los trabajadores y para ver-güenza del país todo, un día terminaron cerrando sus puertas. Otro ejemplo de pujanza de un país floreciente fue Siam Di tella, la gente mayor recordará el éxito de esos eternos automóviles que si bien no se fabricaban acá, la empresa Siam Di tella se respon-sabilizaba por su calidad, lo mismo ocurría con las heladeras de bocha, que precisamente porque eran productos bien fabricados y duraban toda la vida, dejaron de hacerse porque el mundo exige cosas que duren poco y se rompan pronto.

Esta innovación vino desde Japón, después de la guerra cuando se introdujo lo que se conoce como envejecimiento programado, sistema que se emplea en todos los artículos electrónicos para que no superen los diez años de vida útil, siempre y cuando se les de un óptimo trato.

La Martona era una granja modelo impresionante, la más gran-de de Sudamérica, y tenía ese nombre por la hija del dueño, Mar-ta, que era una joven muy saludable pero excedida de peso. La Martona era el equivalente de lo que es hoy en día La Serení-sima, con la salvedad de que se abastecía de su propia fuente, la estancia San Martín en Cañuelas.

Page 13: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

2524

jo, era todo ese camino, una sola pendiente con suaves curvas, y los pobladores del lugar transitaban por ese paisaje en zorras que se deslizaban velozmente por esas bajadas. Y había muchachos más grandes que se fabricaban bicicletas de madera. Entonces, todo el mundo aprovechaba el declive de la pendiente y subidos a esas zorras dejaban que cayeran por esos senderos pedregosos, y claro, a pesar de que las zorras tenían frenos, por ahí adquirían una velocidad incontrolable. Todas estas eran razones más que fundadas para que un niño de tres o cuatro años quedara mara-villado. Esas son las marcas a fuego de las cosas bellas de la vida, y en ese sentido creo que mi espíritu o mi carácter, mi naturaleza o como le queramos llamar, me ha sido siempre beneficiosa, por-que mi mente recuerda siempre con mucha gratitud y selecciona en el cofre de los sentimientos las cosas buenas de la vida, lo cual sirve para atenuar las cosas malas que como a todo ser humano nos ocurren, sin excepción en mayor o menor medida, más tarde o más temprano.

Mi tío Marino, que tenía apenas diez años más que yo, o sea que bien podría haber sido un hermano mayor, me cargaba en esa zorra y yo veía que todo el mundo a mi alrededor se vestía de fiesta, todo era luminoso y colorido. Todas las cosas que al paso común de caminante parecían no moverse, permanecer es-táticas, con la zorra en plena velocidad cobraban vida y parecía que corrían ellas en sentido contrario, incluso por momentos el camino parecía cerrarse y las cosas daban la sensación de que se te venían encima. El vértigo, la adrenalina, el peligro fueron todo un descubrimiento fascinante, apasionante. Esa creo que fue más tarde, parte de mi educación sentimental, esa atracción fervorosa al igual que lo que sentía mi padre, un entusiasmo único por los automóviles y las motos. De esa sensación disfrutaba, en el viaje

los primeros que comenzaron a actuar en la película de mi vida, fueron mis tíos y mis abuelas. Como es natural los vínculos se forman, se estrechan y fortalecen por que existe la afinidad entre los seres humanos. Así como aparecen las amistades, en el círcu-lo familiar uno elige sin hacer discriminaciones ni ningún tipo de especulación, elige simple y llanamente a la persona que a su vez también lo elige a uno, para compartir momentos, aventu-ras, pequeñas o grandes emociones. Recuerdo a mi tío Marino, que alborotaba las horas de mi infancia; cuando notaba cercana su presencia corría a su encuentro. El paisaje montañés se pres-ta para la ensoñación. Yo me acuerdo de esos caminos pronun-ciados, que desde Montegrimano, pasando por nuestro pequeño pueblito de Mercatino Conca y siguiendo otros pueblos más aba-

Mi abuela Palmira, mi tía Natalia y yo

Page 14: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

2726

Este tío mío quedó preso de los ingleses durante la segunda guerra mundial, en África, donde Italia tenía sus colonias de don-de se proveían de café. Y después cuando lo liberaron mi padre le pagó el pasaje para que se viniera a la Argentina.

Después de la guerra, cuando regresó a su pueblo natal, cono-ció a una hermosa chica llamada Lea Montanari de la cual se ena-moró profundamente, y estando ya aquí, en la Argentina se casó con ella por poder. Luego ella vino al poco tiempo a reunirse con él y aquí en esta tierra de promisión tuvieron dos hijos, Claudio y María Rosa quienes agrandaron nuestra familia. Claudio era un chico muy inteligente, tenía conocimientos de química y había aprendido bastante de mecánica, y como todo Olmelli se daba maña para todo….y lamentablemente falleció como a los cuaren-ta años dejando dos hijas, Romina y Claudia quienes actualmente son las madres de Ana Celeste, Juan Manuel, Sofía Abril e Ignacio Gabriel. María Rosa fue la alegría colorida, una hermosa pelirroja risueña y muy responsable, lo que constituía el orgullo de mi tío. Ella es actualmente doctora en Ciencias Económicas. Tío Marino murió poco tiempo después que Claudio, bordeando los 80 años. Yo creo que además de la penosa enfermedad que ya se le había declarado terminó de matarlo la tristeza de no poder soportar la pérdida de su hijo Claudio.

de regreso de un paseo, el tío Marino no quería que yo caminara y me subía a la zorra y la empujaba para que yo la condujera a mi gusto. Lógicamente mi total falta de experiencia, hacía que la zorra, terminara en la zanja. Y en una de esas caídas me raspé desde las manos hasta los codos al desplomarme a lo largo como un sapo. Y entonces sucedió que en la plaza del pueblo había una calesita gigante, que tenía tres pistas, en tres o cuatro niveles, no recuerdo muy bien, lo que sí me acuerdo es que tenía caballitos que bajaban y subían como en un carrousel, pero mucho más completo. En el piso superior semejando el cielo, tenía aviones dispuestos como una especie de hamacas voladoras, en los pisos del medio, autitos con volante y estos caballitos que bajaban y subían y en la base tenía botes. Todos de colores llamativos y brillantes, plagada de luces y de espejos. Una calesita como nun-ca más encontré otra en toda mi vida. Y a esa calesita me llevó mi tío, a pesar de que su precio era bastante alto para su pobre bolsillo, porque yo no paraba de llorar. Y allí me subí a unos de esos fantásticos caballitos y, en mí más cándida imaginación, fue como dar la vuelta al mundo de verdad.

Mi tío Mariano

Page 15: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

2928

hijas Juana y Rita, Dina tuvo dos hijos Ricardo y Edgardo. Juana tuvo dos hijos, Mauro y Ana María. Y Rita tres, Paula, Fabrizio y Ana. Y por nuestra parte tuvimos una sola hija llamada Mirta María, que nos dio cuatro nietos, como señalando los cuatro pun-tos cardinales de la vida: Martín Sebastián, Santiago Gaspar, Ana Gabriela y Pablo Manuel Marcos.

Nuestra hija Mirta es profesora de inglés y su esposo José Luis Insiarte, es martillero. Nuestros nietos son: Martín Sebastián que es licenciado y profesor en plástica. Santiago Gaspar que estudia y tiene un comercio, Ana Gabriela que es arquitecta, y Pablo que estudia música y fotografía.

La rama de mi esposa

Más adelante les hablaré de cómo conocí a mi esposa, Ar-gentina Emma Vittori, pero no quiero dejar de mencionar a sus padres don José Vittori y Carolina Splendiani, y sus hermanas María, nacida en Italia en el año 1915 y Giselda a la que le decían Dina, también nacida en Italia en 1919 y Juan Constantino, que nació aquí en el país en 1923. Y la benjamina que fue la flor que me robé, Argentina Emma, que nació, como bien lo destaca su nombre en Argentina, en 1927, justo el año en que yo llegué a esta bendita tierra. Como se ve, los hermanos se llevaban cuatro años de diferencia entre si. Todos ellos se casaron, María tuvo dos

Mi esposa

Page 16: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

3130

mente esa situación. Lo cierto es que llegué a mi pueblo, toqué mi casa con las manos, la besé y me puse a llorar. En ese momento se detuvo una persona, con su automóvil, a preguntar si éramos turistas. Yo le respondí: “ io o nato qui”:“Yo nací en esta casa”. Y él nos dijo que en ese momento no había nadie en la casa pero que no dejáramos de ir por la tarde que seguramente iba a haber gente esperándonos. Después nos enteramos que este señor era el yerno de Tulio Capuccini, un primo mío.

Recuerdo que recorrí el exterior de la casa y guié a mi familia sorprendida por las calles que recordaba de mi niñez, llegando hasta la fuente de agua que se encontraba en una placita, y que seguía igual a como yo la recordaba. También los conduje a la iglesia que se hallaba en frente, de la cual quedaban algunos ves-tigios y que ya había sido cerrada y utilizada como espacio teatral y recreativo en mi niñez. Me volvieron unas imágenes de gru-pos de gente ensayando en ese lugar. Luego seguimos caminan-do buscando la iglesia adonde yo había entrado desnudo cuando tenía unos tres años…..qué recuerdo! Mi abuela y mi tía habían hablado de que irían a la misa de gallo sin pensar que yo estaba escuchando. A las doce de la noche, cuando yo dormía, ellas me dejaron solo y me encomendaron a la vecina. Casualmente me desperté a esa hora y ví que no había nadie en la casa y recordé la conversación por lo que decidí ir a buscarlas a la iglesia. Acos-tumbraba a dormir con una camisetita y sin ningún elástico o sea, sin medias ni calzoncillos….y así salí en esa noche oscura y fría de pleno invierno pisando nieve, y llegué a la iglesia….un resplandor me encandiló, era la iglesia encendida que veía desde el portal, entré gritando ante la sorpresa de todos los fieles que re-cordaban el nacimiento de otro niño también desnudo…..Entre

Los que quedaron allí

En Italia quedaron los hermanos de mi padre, Luigi, Giusepe y Leonilda y la madre de ellos, María Bianchi, que siguió en las tareas rurales de siempre o sea la crianza y cuidado de ovejas. Por parte de mi madre, la rama de los Ricci, quedaban, mi abuela Palmina Foietta, cuyo oficio fue el de cocinera y Natalina que fue ama de casa, se casó con un carabiniero, llamado Giuseppe Cafis-so, que se la llevó a ella junto con mi abuela a vivir a Palermo, Si-cilia, en donde sabemos que todo ha ido muy bien, formaron una hermosa familia, tuvieron tres hijos Paola, Mario, y Roberto, que a su vez están todos casados y con hijos. Al irse ellos, se fueron los últimos de la familia Ricci y la casa quedó vacía. Y fue a ocuparla un tío mío, más precisamente un primo de mi mamá, que se lla-maba Tulio Capuccini y puso allí en mi casa materna una especie de proveeduría del estado de sal y tabaco, productos estos que los comercializaba el estado. Entonces fueron, él y su familia los últimos ocupantes de esa casa de mi infancia. Y actualmente la habita una hija suya llamada Vicenzina.

Recién a mis 74 años de ausencia, cuando cumplí ochenta años en el 2001, regresé a mi pueblo natal acompañado de mi familia. A esa casa que tanto ha significado para mí. Yo rehuía a la idea del regreso, porque, con todos esos recuerdos traumáticos de la separación, con los fantasmas del fascismo, con esa obsesión que me persiguió durante mucho tiempo, incluso en sueños, que ante el sólo hecho de oír voces de italianos, alucinaba con que eran las huestes de Mussolini que venían a buscarme, a mi y a mi padre, por la deserción a la causa. Todo eso estaba sin resolver en mi cabeza. Pero cuando estuve en tierra italiana, cambió completa-

Page 17: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

3332

Yo mismo recuerdo perfectamente muchas mujeres y hombres hablando solos por la calle.

Por ese entonces las calles no tenían nombres y las referencias eran directamente las viviendas, y llevaban los nombres de los oficios de las gentes que las habitaban o de las actividades que en ellas se hacían.

Así, la casa de mi abuela Palmina Foietta de Ricci, era la casa posta, porque en ella funcionaba el correo.

En medio de ese paisaje medieval, y en esa casa, mi padre cono-ció a mi madre, pasaban horas charlando y como todos los veían siempre juntos, comenzaron a decir que eran novios. Y entonces un día mi padre le dice a mi madre:

“ Toda la gente dice que somos novios. Qué te parece si les cree-mos y somos novios de verdad??” Y esa fue su declaración de amor. Una declaración de amor que ya estaba cantada.

Marino nació cuando mi abuelo Anselmo volvió a Italia de Ar-gentina, porque mi abuelo estuvo trabajando alrededor de diez años o más en el frigorífico Swift, en Berisso.

Al regresar a Italia mi abuelo se entera de que mi papá, o sea su hijo mayor, estaba trabajando de mozo en un bar en Génova. Y mi papá casi no lo conocía a mi abuelo pues había estado diez años ausente. Mi abuelo se presenta en el bar preguntando por Domenico, y le da la sorpresa de ser su papá, que venía a buscarlo y llevarlo a su casa con la promesa de una vida un poco más có-moda ya que había ganado dinero en América.

Mi abuelo muere poco tiempo después. Tenía apenas 48 años cuando murió.

Mucho tiempo después, aunque por distintas razones, mi pa-dre escapando del fascismo, repite la epopeya de viajar a la Ar-gentina como había hecho mi abuelo en su momento buscando el

risas y llanto mi tía conmovida me cubrió con mantas y me llevó a casa …

Situándonos otra vez en el 2001, en este recorrido llegamos a la casa de mi primo Orlando Capuccini….allí una señora asomada a un balcón sacudía una alfombra….sorprendida al ver un grupo de personas desconocidas mirando su casa, preguntó qué quería-mos….al decirle que se trataba de Anselmo Olmelli casi se tira por el balcón….empezó a gritar de alegría y llamar a su esposo Orlando….era Berta, quien había sido mi compañera de jardín de infantes. Por supuesto, pasamos un hermoso momento junto a su familia.

Esa tarde, cuando fuimos a la cita del señor del auto, él no es-taba, pero estaba la otra hija, y la viuda de Tulio Capuccini. Fue una tarde inolvidable, nos mostraron fotografías, nos contaron muchas cosas que se acordaban de lo que mi abuela y mis tíos les habían hablado. Y se acordaban muy especialmente de aquel “bambino” llamado Anselmo, como su abuelo paterno, que tanto le había costado que se lo llevaran, por poco a la fuerza, a las desconocidas y remotas tierras de Argentina.

El más grande de todos los Olmelli era mi padre, Domenico Olmelli, después venían, como ya dije Luigi, Giuseppe y Leonilda y por último Marino, el más chico, el benjamín.

Mi padre solía contar cómo a veces tenía que trabajar para ayu-dar a su madre a mantener a la familia, y no eran fáciles las tareas que encontraba. Decía que vuelta a vuelta le tocaba trasladar en carro a algún loco al manicomio. Había en su tiempo mucha gen-te que enloquecía, víctimas directas de la primera guerra, y él los llevaba a esos hospicios, ayudado por su poder de convicción y veía como los enchalecaban y quedaban ahí en su “nueva casa”.

Page 18: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

3534

de Italia, llamada Serena Olmelli, bisnieta de Giuseppe , y con ella pudimos contactarnos, con algunos referentes, concretamente con mis primos que nos brindaron datos muy importantes como por ejemplo que ninguno de mis tíos, tanto Giusepe como Luigi ni mi tía Leonilda, adhirieron al fascismo

El fascismo fue esa cosa monstruosa de la que mi padre había huido y de la que me transmitió a la vez una profunda repulsión, tanto que a mí mismo me costó mucho tiempo entender que todo italiano no era por el solo hecho de ser italiano, un fascista, pero los oía hablar, con esa manera tan desbordada que tienen muchos italianos de las distintas regiones y me escandalizaba. Así que me alegró mucho comprobar en estos días, que Giusepe trabajó en la construcción para una firma llamada Barberini y como él no tenía la credencial PNF (partido nacional fascista), varias veces el dueño lo salvó de situaciones difíciles, porque en el momento de las requisas o cuando concurrían a las manifestaciones parti-darias masivas, a los que no tenían la tarjeta los expulsaban a las afueras de la ciudad. Y el dueño procedía de esta manera porque Pepe era un empleado imprescindible en su empresa. Pero de to-das formas, mi tío no se salvó de que en dos o tres de esas redadas, le dieran a beber de prepo la famosa purga, el aceite de castor.

Y a su hijo Sergio, en una oportunidad, lo cargaron en un ca-mión cuyo destino era el siniestro lugar que más tarde conocería-mos como las famosas fosas Ardeatinas.

Voy a detenerme un párrafo en este tema porque aquello fue algo muy terrible, que a su vez se entronca con nuestro pasado, específicamente con la dictadura militar que asolará a nuestro país a partir del 24 de marzo de 1976. Este vergonzoso y salvaje hecho de las fosas ardeatinas ocurrió exactamente un 24 de mar-zo de 1944, fecha en que en unas minas abandonadas ubicadas a

pan para su familia. Hemos ido a Berisso en alguna oportunidad, pero no hemos encontrado ningún dato del paso del abuelo por esa ciudad.

Cuando en el año 2001 con mis 80 años cumplidos hice por pri-mera vez mi viaje de regreso a la tierra natal, al encontrarme con mis primos me obsequiaron un reloj de bolsillo, y me dijeron que me correspondía a mí por ser su nieto mayor. Es un reloj muy hermoso de tapas de plata, que se quedó detenido en aquel tiem-po. Ese reloj también nos da otra pista, que al parecer mi abuelo, estuvo algún tiempo empleado en los ferrocarriles, porque ese re-loj así lo acredita, y ese es otro dato que tampoco hemos podido corroborar. Aquí cabe señalar que en la familia Olmelli, se dan las curiosas circunstancias de que la mayoría han muerto siendo muy jóvenes. Ninguno superó los 80 años. En eso vengo siendo también una excepción. Siento de este modo que la providencia, Dios o quien fuere, me está pidiendo de algún modo que cuente la historia de mi familia, por los integrantes mismos de esta fami-lia mía, que no pudieron contarla.

Después, los otros hermanos de mi padre, al quedarse en Italia no sé como se amoldaron a la situación, pero sobrevivieron creo que airosamente. Aquellos tiempos eran muy duros y difíciles y ocurría que la gente estuviera o no estuviera de acuerdo con el sistema, si se oponían la pasaban muy mal. Si no te hacías fas-cista, la pasabas mal. Era como se decía que pasaba. Una de las torturas más siniestras que tenían los fascistas, era darles a sus prisioneros, en las cárceles, aceite de ricino, con lo cual algunos morían deshidratados. Toda la población estaba bajo el reino de la presión y el miedo. Por eso que digo, que si ellos estaban o no de acuerdo con el sistema no lo supimos hasta que, en este mo-mento de escribir mi biografía, apareció una sobrina nieta mía

Page 19: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

3736

Y así fue que ocurrió, que estando ya, secuestrado, en la caja del camión, Sergio le pidió a un chico que pasaba por el lugar que corriera a avisarle a su madre lo que estaba ocurriendo. La madre al enterarse se comunicó con un general Alemán que ella conocía y que vivía por la zona, y este general intercedió y lo rescató de una muerte segura.

Las tumbas de las fosas ardeatinas, son hoy un santuario nacio-nal de la memoria y a ellas concurren, todos los años funciona-rios del gobierno italiano para rendirles homenaje.

No deja de asombrar a todo esto la coincidencia de las fechas 24 de marzo de 1944 y 32 años mas tarde, el 24 de marzo de 1976 fecha exacta que eligieron los genocidas para dar el más siniestro golpe que hayamos conocido en toda nuestra historia.

Y en cuanto a mi tío Luigi, pude enterarme que se fue a trabajar a Alemania en pavimentación y en tiempos de la segunda guerra, volvió a Italia y se empleó en una especie de Defensa Civil que se ocupaba de rescatar a la gente de bombardeos, o avisar a los ve-cinos que apagaran las luces en caso de una inminente invasión y otras cosas por el estilo. Luigi se casó con Leandra y tuvieron tres hijos, Leo, Amneris y María Teresa. Conocí a mi primo Leo y a su esposa Margherita en Canino, en mi viaje a Italia, quienes fue-ron padres de Santina, Claudio, Luigi, Amleto, Steffano y Mirella. También a mi prima Meris, Amneris, y a su esposo Arcangelo Colagé, y a sus hijos, Odoardo, Bruna y Luigi. No lleguè a cono-cer a María Teresa quien casada con Francesco Croci, fue madre de Roberto, Rosella y Ornella.

Giuseppe se casó con María y tuvo a Sergio quien se casó con Iolle y fueron los padres de Gabriella, Adriano y Fausto. Gabriella y Mario son los papàs de Julia y Lorenzo, Adriano es papá de Se-

escasos 12 km. de la ciudad de Roma, soldados de la SS fusilaron a 335 italianos. El joven capitán Erich Priebke, refugiado nazi en Bariloche, conocido paraíso turístico de la Argentina, luego ex-traditado a Italia para su juzgamiento, contaba en ese momento solo 31 años de edad, se encontraba bajo las ordenes de Herbert Kapler, comandante de la GESTAPO en Roma, y era quien mane-jaba las listas con los nombres de los ciudadanos que bajaban de los camiones con las manos atadas a la espalda y eran conducidos al interior de estas cuevas que más tarde serían tristemente céle-bres con el nombre de fosas ardeatinas. Allí en ese oscuro esce-nario, un pelotón de las SS mataron a tiros en la nuca y mediante ráfagas de ametralladoras, a 335 ciudadanos. Los ejecutaban de a dos y con ellos iban haciendo una pila de cadáveres, donde los que fueron asesinados en último orden, lo hicieron de rodillas y sobre los cuerpos muertos y algunos que agonizantes todavía se retorcían en el piso. Esta masacre fue ordenada directamente por Hitler, en represalia del atentado partisano que había tenido lugar el día anterior, o sea el 23 de marzo de 1944, en la Vía Rasella, donde se había colocado una bomba en un carrito de basura y al pasar una columna de infantes nazis, dejó como saldo la muerte de 33 soldados. Hitler pidió entonces que por cada baja de sus tropas se mataran diez italianos, y así fue que la suma de los ase-sinados ascendió a la enorme cifra de 335, para cumplir con el pedido del trágico dictador. O sea que Hitler mató en un día la mitad de personas que murieron en nuestra guerra de Malvinas.

La mayoría de las víctimas fueron sacadas de la cárcel romana de Regina Coeli, lugar en el que se encontraban detenidas por ser judías o por participar en la resistencia. Pero muchos otros, al parecer fueron elegidos al azar, entre estos ciudadanos estuvo mi primo Sergio.

Page 20: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

3938

rena, de su primera pareja Fiametta, y de Caterina con su actual mujer Nayla, y Fausto tiene un hijo llamado Andrea.

Y de mi tía Leonilda no pudimos obtener ninguna informa-ción, sólo que sé casó y tuvo varios hijos, y tampoco pude locali-zarlos hasta el momento.

Ahora mi pensamiento vuelve a estos tiempos, al 2001, cuando después de tantos años, regresé a la tierra de mi infancia, y una voz entre las voces amigas me dice con cierta nostalgiosa alegría, al saber mi clase.

- Nosotros fuimos la clase que derribamos a Mussolini.- era Mini, otro compañero de jardín de infantes.

Claro, alrededor de dos décadas de infierno, la clase 21 fue la que le puso fin al régimen fascista.

Y me quedé en silencio pensando, cuánto habrán sufrido mis paisanos... y vuelvo a pensar en mi padre y en los años de mi infancia y en esas vidas separadas por el monstruo de la guerra. Entonces comprendo mejor ese viaje, ese destierro. En realidad mi tío Güerino, cuando me trajo de Italia, me estaba salvando de una casa en llamas.

Vuelvo ahora a mis años de infancia en Italia, junto a mi abue-la, haciendo la vida de cualquier niño italiano. Ya habían pasado poco más de cuatro años. Estaba en la escuela. Y en ese tiempo existía en todo el territorio italiano, la organización “balilla”, que era un brazo del fascismo para sembrar la ideología entre los ni-ños. Este nombre, que en realidad es un apelativo: “Balilla”, los fascistas lo habían tomado del acto heroico de un niño genovés, de unos entre 12 y 17 años que en 1746, arrojó una piedra con-tra un oficial austriaco iniciando así una revuelta popular que expulsó a las tropas ocupantes de la ciudad de Génova. De este

ejemplo patriótico, epopéyico, fue que adoptaron colectivamente su nombre los jóvenes fascistas a partir de 1919, en plena ges-tación del movimiento. A estos niños los vestían con uniforme negro, los hacían desfilar, participar en torneos deportivos. A mí me atraía enormemente todo eso. Yo también quería sumarme a ellos. Entonces mi abuela me decía: “vos no podés, como vas a estar del lado de Mussolini, si tu padre se fue lejos de ti y de todos nosotros por culpa de Mussolini.”

Claro, un niño no entiende de todas esas cosas. Mucho tiem-po después me di cuenta de como funcionaba la propaganda del sistema. Estos planes propagandísticos lo habían adoptado en forma pareja en toda Europa. En Alemania pasó lo mismo. Tal vez en Italia se hizo en una forma un poco más exagerada porque

A mis cuatro años

Page 21: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

4140

casa, siempre lo hacía por las ventanas, para llamar la atención y provocar las carcajadas de los vecinos. Era muy payaso. También tomaba la sopa asomado a la ventana para que todos lo vieran y supieran que había regresado de Argentina. Era un tipo muy efusivo, no podía estar solo, siempre tenía que ser el centro de atención.

A mí me parece que yo en ese momento, ya estaba intuyendo que ese tío, venía para hacerme algo feo.

Y fue feo, aunque ellos no lo vieran así, él venía con la misión de separarme de los seres que para mí, hasta ese momento, habían ocupado el lugar de mis padres. Venía a raptarme, a se-cuestrarme. De buenos modos, todo lo que fuere, pero tenía aquello, todos los componentes traumáticos de un secuestro,

algo terrible para un niño que no es un bebé que no entiende nada, y tampoco es lo suficientemente grande como para enten-der que se trataba de una auténtica y legítima recuperación.

Cómo podía entender que iba a reunirme con mis padres. Mi abuela para mí, era mi mamá, y otro ser querido de mi familia, era mi tía Natalina, que me llevaba a la escuela, a pasear, a hacer mandados. De la noche a la mañana, esos seres iban a ser sólo sombras en mi vida. Nunca más los volvería a ver.

en general Mussolini era un exagerado. Lo que pretendían todos estos sistemas autoritarios tanto el fascismo, como el nazismo, como el franquismo en España, era arrancar a los niños de sus hogares para hacerlos soldados de la causa, o sea máquinas de matar del estado. Cuanto más pronto se los arrebataban a sus pa-dres más pronto los concientizaban para la guerra.

No tuve tiempo de desencantarme con mi abuela por no dejar-me integrar aquel nefasto semillero, porque un tío, que se llamaba Güerino Ricci, o sea un hermano de mi madre, que se había ido con mi padre a Argentina, un día se apareció por el pequeño pueblo de Mercatino Conca a rescatarme. El se escribía con una mujer de Roma, Julia Boschi y con ella fue directamente a casar-se y al mismo tiempo, mis padres le habían extendido un poder, para que me trajeran junto a ellos a la Argentina. Aunque era una persona muy buena, mi tío, a mi no me cayó muy simpático que digamos, porque apenas me vio sentado en el umbral de mi casa, sin conocerme, le dio una patada al mandolino que yo tenía sobre mi falda. Había llegado en la caja un camión, tocando bocina a lo loco y la gente de todas las casas se alegraron de volver a verlo, porque todo el mundo lo conocía y lo querían mucho. Y en ese tiempo todas las casas eran de dos plantas. Entonces mi tío, que había comprado unos “cachos” de banana, (racimos de bananas), cuando el vapor, en su recorrido hizo un alto en la capital carioca, en su más exaltada expresión de alegría, repartía bananas a cuatro manos, a todos los vecinos que le agradecían del mismo modo exaltado y a los gritos. Esa fue la primera vez que vi bananas en mi vida. Esa fue la vez que descubrí que en el mundo existían las bananas y un tío gritón y ampuloso que parecía en mi imagina-ción el inventor de esa sustanciosa fruta. Entre otras gracias que tenía este tío, estaba la de no usar las puertas para ingresar a la

En la foto, con mi tío Guerino en Temperley

Page 22: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

4342

ser más insensible, como a mí íntimamente me conmueve, cada vez que la recuerdo: mi propia historia.

Marcos, fue un héroe, ¿qué duda cabe?. En cambio yo fui una víctima, involuntaria, lo que sea, pero una víctima de secuestro. Fui arrancado de los seres que más quería en la vida, mi abuela, mi tía Natalina, mi tío Marino. Salvo a este último, a los otros no volví a verlos más. Después, terminé adaptándome a mis padres, no me costó mucho, porque fueron muy buenos conmigo, pero esa brusca separación, reitero, la viví como algo muy violento, aunque no se empleara la fuerza, la viví como un secuestro, aun-que no fuera un secuestro.

Una planta que es transportada de una tierra a otra tierra, tal vez sufra mucho menos de lo que yo sufrí.

Menos mal que el guía y conductor de ese viaje de destierro era mi tío Güerino, una singular persona que hizo todo lo posible para atenuar esa separación de pesadilla.

De los Apeninos a los Andes nuevamente

Una vez más el libro que ha conmovido a muchas generacio-nes desde que vio la luz por primera vez en el año 1888, “diario escolar de un niño” de tono didáctico y moralizante, es sin em-bargo, aún visto hoy, en este incipiente siglo 21 un pequeño rami-llete de emociones.

Y será por esa razón que se reeditó innumerables veces. El Li-bro Corazón del escritor filo socialista Edmundo de Amicis, repe-tía esa ruta del desencanto, sobre todo en una de sus narraciones mensuales, el patético relato: “de los Apeninos a Los Andes”. En mi caso sería de Mercatino Conca a las Pampas. Ese relato men-sual, como así le llamaban a las narraciones que mes a mes el maestro les leía como una lección destinada a la formación moral de esos párvulos. Son aquellas, páginas plenas de actos de he-roísmo, llenas de emoción. Donde no se ahorra cierto tinte de propaganda y ciertos golpes bajos, que no empañan sin embargo la candidez y la honestidad de su autor. Ese relato que comien-za diciendo: “Hace muchos años, un niño genovés de trece años, hijo de un obrero, fue de Génova a América, solo, para buscar a su madre”. Los datos coinciden casi todos, con los que narra el niño Marcos, protagonista de ese relato sentimental, salvo en que yo era la mitad más chico, provenía de otra región de Italia y no sabía que venía a buscar no sólo a mi madre, sino también a mi padre. Excepto que el protagonista de esta nueva historia, o sea yo Anselmo Olmelli, desconocía todo eso, y después leyendo el libro me identifiqué en muchos puntos con el epopéyico Marcos, el hé-roe de “ De los Apeninos a los Andes” salvo ese pequeño gigan-tesco detalle, las peripecias de esa búsqueda conmueven hasta al

Con mis padres, al llegar a la Argentinay en mi casa en Temperley

Page 23: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

4544

tiernas y risueñas anécdotas . Como los baños estaban lejos, a mi tío se le ocurrió que yo hiciera pis en un jarrito de aluminio que era para beber agua, para esto me hacía parar sobre la cama, para su comodidad, desde donde hacía pis, y después él tiraba el con-tenido en el lavatorio, pero lo mas cómico era que el jarrito se lle-naba enseguida y entonces tenía que cortar el chorro, contenerme y esperar que él vaciara el vaso para volverlo a llenar porque sino terminaba haciendo pis en la cama. Bueno eso fue muy cómico, porque él silbaba y hacía gestos graciosos para que yo pishara y contuviera el pis a la vez.

Cuando llegué a Buenos Aires, un señor desconocido que decía ser mi padre me estaba esperando en un automóvil, que le había prestado nada más ni nada menos que el campeón de boxeo Luís Ángel Firpo, el mismo que la inolvidable noche del 14 de sep-tiembre de 1923, se convirtió en el máximo héroe del deporte argentino, del primer cuarto del siglo xx, cuando enfrentó a Jack Dempsey por el título mundial de los pesados, en el estadio Polo Grounds, de Nueva York, ante 80.000 espectadores.

Mi padre me contaba entusiasmado quién era su amigo y cómo había sido este acontecimiento. Fue sin dudas lejos la pelea del siglo. El espectáculo desde aquí había sido seguido por unas muy pocas personas que poseían una radio a galena. Las multitudes se agolpaban en la ciudad de Buenos Aires, frente a las pizarras de los diarios, en la Av. de Mayo. Pero el medio para enterarse del resultado final, hasta hoy nos llena de asombro y de emoción. Se habían dispuesto en las terrazas del edificio Barolo, único “rasca-cielos” de aquel entonces en una ciudad que apenas era habitada por un millón de almas, unos gigantescos reflectores que proyec-tarían una luz roja si ganaba Dempsey y una luz verde si ganaba el toro salvaje. Y fue una emoción tan grande cuando se vio sobre

La escuela donde yo iba, no era una escuela en realidad, era una casa donde había una señora mayor que atendía a un puñado de chicos, a los que nos daba una atención de jardín de infantes. Y fue en ese lugar donde fueron a buscarme en un auto y cuando me dijeron de subir me prendí de la capota del auto y empecé a llorar a los gritos. Fue algo espantoso, todo el pueblo de Mercati-no Conca salió de sus casas para ver lo que pasaba. Ellos sabían que me llevaban, pero que no había nada malo en eso. Todos mi-raban con tristeza este cuadro dramático que yo había originado con mi escándalo.

Entonces mi tía para calmarme me dijo que no me iban a lle-var a ningún lado, que solamente íbamos a ir de paseo a lo de la familia de Orlando que estaba en el camino hacia abajo. Bueno, ahí subí al auto y fuimos hasta la casa de ese tío. Pero allí se bajó mi tía solamente y el coche volvió a marchar. Seguí gritando y llo-rando hasta quedar sin lágrimas, ni aliento. El auto nos llevó a un monasterio, donde un tío que era sacerdote me regaló un corazón de Jesús de tela, pequeñito, que conservé durante mucho tiempo, y me dio la bendición. Después tomamos el tren a Génova, con mi tío Güerino y su flamante esposa, Giulia, y finalmente el barco “Valdivia” que habría de separarme por espacio de 74 años y por una distancia de más 12.000 kilómetros, de mi tierra natal.

Ya en el barco, con 21 días que duró el viaje tuve tiempo de adaptarme a mis tíos e ir aprendiendo a quererlos. Y sólo lloraba cuando por momentos volvía mi pensamiento sobre mi abuela Palmina y mi tía Natalina que habían quedado en Italia.

Recuerdo que en ese barco los hombres dormían en un sector y las mujeres en otro. Y era aquello una montaña de camas cuche-tas unas al lado de otras. Y a mediados del viaje mi tío Güerino, consiguió un camarote. Y de ese momento tengo una de las más

Page 24: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

4746

para con “el toro salvaje de las pampas” por la estafa que había sido la memorable pelea.

Entonces, cuando Firpo se enteró que yo llegaba de Italia, le prestó un automóvil 0 Km. a mi padre para que me fuera a buscar al puerto de Buenos Aires. Mi padre en principio se rehusó a ese ofrecimiento, porque consideraba que era mucha responsabili-dad, no quería tener ningún disgusto, por algún inconveniente que le pudiera pasar, pero el campeón insistió en que fuera en uno de esos autos que incluso se lo hizo elegir a mi padre. Y mi padre no tuvo otro remedio que aceptar, no se iba a oponer a un hombre que según cuentan mató una vez un caballo de una trompada.

En mayo de 1927, llegué a Buenos Aires. Justo cuando estaba naciendo, quien después iba a ser mi señora, Argentina Emma Vittori.

El país en ese momento tenía un gobierno constitucional, esta-ba como presidente de los argentinos el doctor Marcelo Torcuato de Alvear, radical, hombre de Buenos Aires que había nacido el 4 de octubre de 1868, y había asumido el 12 de octubre de 1922 y pudo concluir como pocos su mandato presidencial, en 1928, ya que después de su gestión se sucedieron en el país gobiernos constitucionales que por una u otra razón no llegaron a cumplir gran parte de su periodo gubernamental, tal es el ejemplo del líder radical, Hipólito Irigoyen, que sucediera a Alvear que no llegó a cumplir dos años en su segunda presidencia, dado que gobernó desde el 12 de octubre de 1928 al 6 de septiembre de 1930, cuando el país sufrió el primer golpe de estado del siglo 20 protagonizado por el general José Félix Uriburu. Tras dos años de facto, asume, otro representante radical el doctor Agustín Pedro Justo que también pudo terminar sin que lo depusieran y después

el diáfano cielo de la noche de Buenos Aires, altos los rayos de luz verde anunciando el triunfo de Luis Ángel Firpo. De todos los barrios, salieron multitudes con carteles, banderas, instrumen-tos musicales, hasta con ataúdes para simbolizar el entierro del norteamericano. Estas cosas, si bien no las viví como la vivieron mis padres, ellos me la transmitieron todo el tiempo, contándo-me como había sido todo aquello. De pronto la línea roja cruzó el cielo y toda la euforia se transformó en llanto, Luis Ángel Firpo había perdido.

Pero lo que pasó en realidad, después todo el mundo se enteró de esa verdad, fue que en un momento de la pelea Firpo expulsó a Dempsey del ring, con lo cual se convertía en ganador automá-ticamente porque así lo señalan las leyes del boxeo. Pero como siempre ha ocurrido quien puede acomodar las cosas a su favor las acomoda. Parte del público norteamericano reunido en esa noche, y sobre todo los del sector donde les cayó encima Demp-sey, enfervorizados actuaron rápidamente y colocaron nueva-mente a su líder sobre la lona del ring, y aunque la pelea, repito ya estaba ganada, se la dieron ganada a Dempsey, por puntos al promediar la velada boxística. Esto fue así de canalla, hasta los mismos norteamericanos reconocieron más tarde que el fallo ha-bía sido un horror, pero jamás se revió el resultado.

Gran desconsuelo. Firpo tenía la representación en Argentina de la fábrica de

automóviles que distribuía los modelos Moon y Diana y además la marca Stuz. Como no podía hacerse cargo de dos marcas líde-res tuvo que delegar la segunda. O sea la Stuz. Bueno de esto se hablaba que el ofrecimiento de esas dos marcas fue un poco una “atención” de los yanquis , una suerte de reparación económica

Page 25: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

4948

se sucedieron Ortiz, que duró cuatro años, por ceguera. Después Castillo conservador aliancista que duró solo un año. Después Ramírez militar, un año. Edelmiro Farell y finalmente Juan Do-mingo Perón que marcó todo un cambio en la política nacional, un antes y un después de la historia argentina apoyando los idea-les de Irigoyen. A ese país llegué. Bajo esos gobiernos civiles y militares se acunó mi infancia y parte de mi adolescencia.

Cuando en el puerto se produjo el memorable encuentro, mi tío Güerino me presentó a mis padres. Me dijo así como si nada: “Este es tu papá, y esta es tu mamá.”

-“¿Que papá? Y ¿que mamá?... ¡yo no los conozco!”.Bueno, enseguida fuimos del puerto a una tienda que en ese

tiempo era famosa “El niño argentino”, y allí me vistieron de pies a cabeza. O sea que al bambino que llegó de Italia, lo zambulleron en una tienda y lo convirtieron en un niño argentino, como suele ocurrir en las trasformaciones que se producen en los cuentos de hadas, donde en un abrir y cerrar de ojos, un sapo se convierte en príncipe.

También recuerdo que me regalaron un reloj de bolsillo. Y todo para endulzar mi llegada, para después llevarme a su casa. Bueno ahí no hubo acuerdo. Me negué totalmente, me puse a gritar y a decir que me quería quedar con mi tío o ir adonde mi tío me llevara. Al menos a él lo conocía. Pero ¿hasta dónde se iba a ex-tender esta cadena de presentarme a seres extraños?. ¿Esos eran mis padres de verdad?. Todo lo que lograron era que me acordara de mi abuela y de mi tía que habían quedado en Italia.

Bueno entonces me quedé con mi tío, en Buenos Aires, y mis padres se volvieron sin mí a Temperley donde vivían.

A los pocos días, me llevaron a Temperley, y estaba mi mamá sola, y dos nenas que hablaban inglés y español. Eran las hijas de

Bresler. Papá no estaba, y papá era de los dos el que me había caído un poco más en gracia. Pero igual, yo seguía desconcertado con eso de que eran mis padres. Así que después de tomar el té, después de unos juegos y de unos mimos que me hizo mi ma-dre, me volví con mis tíos nuevamente a Buenos Aires. Y bueno, después de varias idas y venidas de Buenos Aires a Temperley y de Temperley a Buenos Aires, un día consentí en quedarme con ellos.

Ese día, mi madre para que yo me quedara me entusiasmó con unos relojitos que tenía, eran unos seis relojes y creo que allí actué de una manera que me desconocí a mi mismo. Los despanzurré a todos esos relojes, para averiguar qué tenían adentro. Les hice saltar todos esos chinchulines de cuerdas y resortes que tenían adentro. Tengo para mí que aquello fue toda una metáfora, una suerte de “matar el tiempo”, de separar un antes y un después. Lo curioso es que ese día me quedé finalmente con mis padres. Y to-davía conservo uno de los seis relojes que desarmé aquella tarde, y de aquel momento me quedó el gusto por la exploración, hurgar de qué están hechas las cosas, cuáles son los secretos que atesoran los motores, cómo funcionan.

Esa tarde que decidí quedarme, mi padre aún no había llegado, entonces me escondí detrás de un baúl, que aun en estos días conservo, para esperarlo. Cuando el llegó, preguntó en voz alta si yo había estado. Mi madre le dijo que sí, pero que no había querido quedarme. Entonces mi padre dijo algo así como: “qué lastima”, y simuló que no me había visto. Fue a buscar algo al mueble que estaba cerca del baúl, y dijo: “qué hay ahí, qué es ese bulto?”. Y ese bulto era yo, Y Ahí fue que salí de mi escondite y me

Page 26: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

5150

arrojé a sus brazos, y así fue que me quedé para siempre con ellos y pasamos una vida muy hermosa y divertida.

Cuando estaba en Temperley, me pasaron muchas cosas lindas, recuerdo con mucha alegría al colegio Belgrano, que después pasó a llamarse colegio del Sagrado Corazón de Jesús, de los hermanos maristas, con sus amplias galerías. Este colegio tenía una capa-cidad muy grande y cobijaba a los doscientos alumnos que por aquel entonces era su número poblacional. Recuerdo que tenía-mos un ritual a la hora de salida, al mediodía. El colegio era de jornada completa. A la mañana se estudiaba como en cualquier otro establecimiento y por la tarde teníamos actividades creati-vas, como dibujo y manualidades. Y también idioma y religión. Y al mediodía era una fiesta. Convertíamos ese momento en una cita obligada, donde los mayores, padres, abuelos o hermanos más grandes que venían a buscarnos, se deleitaban con nuestro especial “concierto de música”. Cuando formábamos fila para des-pedirnos hasta la tarde en que regresábamos, nos colocábamos todos dentro de esa larga y amplia galería, para saludarnos. Ape-nas nos formábamos, cuatro de los alumnos hacían tronar los cla-rines, dejando oír un toque de atención, y otros cuatro, entre los cuales estaba este servidor, comenzábamos un solo de percusión de tambores. Cuando cesaban los clarines, nosotros redoblába-mos nuestros tambores, y todos los alumnos marchaban detrás de nosotros. Nos paseábamos por todo el predio del colegio y en las puertas de salida, nos colocábamos dos tambores de cada lado hasta que nos pasara por delante el último chico, que dejaba de marcar el paso al pisar la vereda. Esa ceremonia improvisada en un principio, pasó a ser un espectáculo diario para grandes y chicos, para padres, maestros, alumnos, y para muchos vecinos que aunque no tenían que ir a retirar a ningún chico, iban por

el placer de ver y de escuchar a esta pequeña orquesta infantil. Y por supuesto todo este acontecimiento era mucho más gratifi-cante para nosotros los músicos protagonistas, que nos creíamos cada uno, un flautista de Hamelin, que por un momento gober-nábamos al mundo con la armonía y la alegría de nuestra música.

La escuela me gustaba mucho, pero al tener estas progresi-vas dificultades en la visión la balanza se inclinó para el lado del trabajo. Y toda mi energía, mi atención, mis ansias de vivir las volqué en la vida práctica, aunque era bueno estudiando, ya que todos los años figuré en el famoso e histórico “cuadro de honor”.

Heredé, de mi padre prácticamente todos esos gustos, ese apa-sionamiento por los fierros. Yo había visto muchas ilustraciones donde aparecía un adulto llevando de la mano a un niño, como un símbolo de la paternidad. Sin embargo a la hora de evocar el genio y la figura de mi padre, en la imaginación y en mi recuerdo aparece otro símbolo. Creo que lo que él trazó por esta vida fue la huella de un trasatlántico, ese fue el modelo que mi padre me dejó para seguir sus pasos, un inmenso barco que va avanzando en un mar de adversidades haciendo a un lado y otro las aguas, abriéndose camino por los océanos, separando las dificultades, y permitiéndome de este modo que yo lo siguiera con mi pequeño bote por detrás. Así lo veo en mi imaginación, creo que así fue. Y así es porque en los sueños me sigue acompañando esa imagen. Que es la metáfora permanente de ese rescate. El viaje de ese niño viniendo de Italia hacia estas tierras. En sueños estoy llegando permanentemente a Buenos Aires. Es como si ese viaje aún no hubiese concluido todavía. Todo en los sueños son recreos de in-fancia

Recuerdo esos años en que mi padre comenzó a prosperar y le gustaba despuntar el vicio en el motociclismo, se había comprado

Page 27: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

5352

una moto Harley Davison, le sacó el sidecar que traía de fábrica y se iba hasta un autódromo que había en San Martín a participar de los distintos encuentros. Y le iba bien, se daba el gusto de co-rrer y estar casi siempre entre los primeros.

Cuando vivíamos con los Bresler ya tenía moto, y después cuando nos mudamos a la casa nueva, de la cual él dirigió su construcción, en Temperley en la calle Suárez 945 recuerdo que allí también estaba la moto.

Un día iba a la ciudad de La Plata con el camión de La Martona, viaje que realizaba dos veces por semana, a llevar mercadería y se encontró en la ruta, exactamente en el Km. 23, (hoy 28), con el aviso de un remate, en lo que fue después Villa Giambruno. Entonces el domingo del remate vinimos en motocicleta acom-pañándolo en el sidecar yo a upa de mi mamá y un señor llamado Roberto Luccidi en el asiento de atrás de la moto; Roberto, que había sido compañero de trabajo de mi padre, vivía alquilando una habitación en nuestra casa en Temperley. Este hombre com-pró junto con mi padre, unos lotes donde levantó un negocio con vivienda para alquilar.

Por otro lado la esquina donde funcionaba un bar y almacén atendido por don Luis Castiglione pasó a ser primero un bar y después, anexado a ese bar la panadería de Fidalgo, actualmente la panadería totalmente remozada pertenece a la familia Ianello.

Entre las primeras edificaciones de la villa, están las casa de José Vittori, quien después fue mi suegro, mi galpón y el negocio de Luccidi que estrenó Luis Castiglione, junto con un socio Murúa, y lo que son las casualidades, este señor Murúa había sido el jefe de la estación de Rufino que había recibido a mi madre cuando recién llegó de Italia y ahora a la vuelta de la vida, este hombre, volvía a ser nuestro vecino acá en la villa. Tambièn trabajaron el

lugar la familia Memmo, los sanjuaninos, Agostino y Cuttini, y una viuda Manfredini, que tenía un hijo, llamado Carlitos. Más adelante, la familia de Pedro Oneca, y su señora María Ezia Car-lomagno y sus hijos, Osvaldo y Marcelo. Recuerdo que cuando estuvieron los sanjuaninos al frente del comercio tuve oportuni-dad de conocer al famoso cantante de tango Jorge Duran, quien era amigo y coterráneo.

La casa de mi suegro José “Pepe” Vittori, que estaba en Antarti-da Argentina y Francisco Laguarda funcionaba como, forrajería, almacén de ramos generales, corralón de materiales y tenía un garaje donde guardaba su camión. En ese garaje se celebró el pri-mer baile de la villa, en aquellos tiempos en que tallaba la vitrola, que era a cuerda y como no había electricidad nos alumbrábamos con los famosos faroles “sol de noche.”

Sobre Antártida Argentina, entre Laguarda y el camino Belgra-no se construyó otro galpón perteneciente a un señor llamado Juan Distefano que tenía un fiat con capota, y siempre decía que andaba en su fiatin, y tanto dijo fiatín, fiatin, que ya nadie lo llamaba Juan Distefano, sino Juan Fiatín. Esa carpintería que este hombre tenía montada en un galpón, donde también se organiza-ron muchos bailes, con el nombre de salón Miramar en los que se convidaba con una copa de anís, también funcionaba como cine, y en ese sentido recuerdo, que se proyectó una película que trataba sobre del secuestro y asesinato de Abel Ayerza. Este galpón pasó a ser después la primer escuela por el año 35 y se dio también aquí la primera misa; al frente de esta escuela, estuvo un maestro que se llamaba Jacobo Honic. La número 41 del partido de Quilmes, y tenía primero, segundo y tercer grado nada más. Más adelante la escuela pasó a funcionar en un edificio construido por Giam-bruno que se lo había alquilado al Consejo escolar, conservando

Page 28: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

5554

Después, cuando la escuela se mudó al edificio nuevo, en la dé-cada del 50, sobre el camino General Belgrano, hoy escuela Nº10 de Berazategui, el maestro se había casado, tenía hijos e incluso había dejado ya de trabajar.

Y así es como ha pasado todo en un abrir y cerrar de ojos. Yo atesoro todas esas imágenes, el raro privilegio como ya he dicho que esas imágenes no fueron desplazadas o empujadas al olvi-do por otras imágenes nuevas. Ese debe ser uno de esos raros privilegios que tiene la ceguera, que nos hace quedar con lo que hemos visto porque no aparece nada nuevo, o nada nuevo po-demos ver. Entre estas imágenes se encuentra un avión en plena calle….se trataba de un intento de transformar un auto Ford T en un avión, emprendido por Demyda, Emilio y Nikita, esos son los nombres que recuerdo, vecinos de la zona que habían traba-jado meses dentro de un galpón de chapas ubicado sobre la calle Francisco Laguarda entre Antártida Argentina y Margarita Pe-coche. Cuando lo pusieron en marcha con una hélice de madera que habían fabricado, al darle velocidad al motor, esta hélice se rompió, e hizo volar una parte del techo del galpón. El intento siguió con una nueva hélice y en la calle, para más seguridad. En esta oportunidad el que conducía aceleraba para darle impulso a la hélice y nosotros, los chicos del barrio, empujábamos para ver si la velocidad que adquiría nos acreditaba ponerle alas para ver-lo en el cielo algún día…..pero todo fue inútil, ya que el peso de la máquina no le permitía ni siquiera moverse, y el coche siguió siendo automóvil y nunca pudo ser avión.

En esa escuela la calle Antártida Argentina, cuyo edificio había hecho Giambruno para alquilársela al estado, terminó viviendo la familia Otero, donde más adelante instalaron una fábrica de gas carbónico, que ya no funciona. Paralelamente a esos cambios,

el mismo número 41 cerca del galpón de Juan Fiatín Distefano sobre la actual Antartida Argentina, en el año 1936. En ese es-tablecimiento fue director Jacobo Honic. Durante su gestión la cooperadora escolar, cuyo presidente era el señor José Louzau, don Pepe, y de la cual mi padre formaba parte, hizo donaciones de dinero que producían mediante kermeses y festivales, y de guardapolvos, zapatillas, útiles, alimentos . Y me acuerdo que el maestro Jacobo Honic, era soltero y venía a la tardecita a escuchar la radio a batería, en casa. Los radioteatros de aquel entonces, a las 14.30, Pancho Staffa y Angelita Carceddi se oían por radio el Pueblo, pero yo prefería escuchar radio Nacional, que después se llamó Belgrano y un programa periodístico que conducido por Juan José de Soiza Reilly, era todo un atractivo en aquellos tiempos. Este periodista fue un profesional muy talentoso, había nacido en Concordia, Entre Ríos en el año 1880, y en 1907, cuan-do todavía era, podría decirse, un adolescente, fue corresponsal en Europa nada más ni nada menos que de la revista Caras y Ca-retas que dirigía el talentoso José S. Álvarez, Fray Mocho, que por aquel entonces, también vivía sus épocas de gloria. Este hombre, De Soiza Reilly, tenía mucha gracia, y había escrito dos libros, el primero fue un fracaso, en cambio con el segundo, “Cien Hom-bres Célebres” la pegó, vendió más de 20.000 ejemplares. Con su programa de radio marcó un hito en la radiofonía argentina, eran bloques de 15 minutos, pero realmente memorables, la gente le escribía contándole sus problemas y él les respondía sugiriéndole las soluciones en cada caso. Me acuerdo que siempre terminaba sus sesiones radiofónicas con la expresión: “Arriba los Corazo-nes” o “Ya pasó mi cuarto de hora” En esos tiempos no había te-levisión y la pasábamos bien escuchando la radio.

Page 29: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

5756

reunión surgió la primera comisión directiva, de la cual fue su presidente Don José Louseau; vicepresidente, Domingo Bordetta; yo fui el secretario; Juan Vittori, mi cuñado y amigo, el vicese-cretario; Juan Roselli, tesorero, y además la integraban Antonio Memmo, Nicolás Bussolo, Herminio Bussolo y otros más que ahora no recuerdo. Lamentablemente no se cuenta con la docu-mentación que yo celosamente guardaba, entre ella el primer li-bro de actas, porque en algún momento alguien quemó los libros por considerarlos viejos. En este club se realizaron innumerables reuniones danzantes, con las mejores orquestas del momento, típicas, Jazz y características (que así se llamaban los géneros), funciones de teatro, recuerdo que vino Tomás Simari entre otros personajes importantes, funciones de cine semanales, teatro vo-cacional, danzas, y siempre funcionó la cancha de bochas y un buffet, donde se hacían partidas de truco. También había ping pong, sapo, billares, y ajedrez de los cuales todos los años se rea-lizaban campeonatos. Además era el salón de fiestas del pueblo.

El club vecinal La Unión ha crecido muchísimo, hoy está em-plazado en un importante edificio propio, se practican muchos deportes y tiene incluso otro predio con una pileta de natación.

Por otro lado hoy está el centro de jubilados, donde se organizan bailes y muchas fiestas además de otras sociedades de fomento.

Y volviendo hacia atrás, mi padre compró dos lotes, donde levantó un galpón para instalar un taller mecánico con surtido-res. Y ahí fue que dio la patada inicial. No contaba con dinero suficiente para hacerlo todo de entrada, pero con un kiosco y dos surtidores de combustible, uno de la marca Standard y el otro de la marca Nacional. Hoy Esso e YPF respectivamente. Y así nos instalamos al principio precariamente, porque teníamos una pie-za dentro del galpón y como no teníamos la cocina, mi padre se

mi padre tenía la agencia de camiones y máquinas agrícolas y yo seguía trabajando en el taller y en la atención de la estación de servicio en actividades como el lavado y el engrase. En la década del 50, cuando se instaló la fábrica Zucamor, si bien trajo empleo a mucha gente también quitó un poco de tranquilidad y armonía al pueblo. O sea de aquello que era una villa pequeña y tranquila hoy en día se ha desbordado por los cuatro puntos cardinales. El tránsito, el ruido, la polución cambió radicalmente todo aquel paisaje rural y amable.

Otra de las cosas que han desaparecido son los corsos. Recuer-do que en Ranelagh, en tiempos de carnaval se hacían corsos por la tarde en frente a la estación. Eran reuniones de gente donde se encontraba todo el mundo, muy divertidas, muy coloridas. El corso en la villa se hacía sobre Antártida Argentina, de noche, con luces de colores, desde el camino Belgrano casi hasta llegar a Dardo Rocha. Estos corsos eran organizados por la sala de prime-ros auxilios Alberto Mignaburu.

Al mismo tiempo se hacían bailes de carnaval en el salón del club vecinal La Unión.

Este club, La Unión, fue fundado el 8 de abril de 1943. Se fundó al dejar de existir la cooperadora escolar, anulada por la directora de ese momento, Señora de Biotti, en una actitud antipopular. Mi padre había construido un salón en un terreno lindero a la esta-ción de servicio, que yo había comprado con mis ahorros, para que la cooperadora pudiera hacer los festejos acostumbrados. El presidente de ese momento de la cooperadora era el señor José Louseau, Pepe. Pepe era muy participativo y no se quedó tranqui-lo con la decisión de esta directora pues quería hacer cosas para la comunidad. Así fue que en una reunión en este salón con los vecinos, decidimos utilizarlo para crear un club vecinal. En esa

Page 30: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

5958

Sourigues

Este pedazo de tierra que estamos pisando fue fundado el día 28 de octubre de 1949 con el nombre de Carlos Tomás Sourigues, pero con anterioridad y por poco tiempo se le había impuesto el nombre de Juan Díaz de Solís, ese nombre no sé porque razón no prosperó y se le dio entonces este otro nombre que es el de un francés que dio gran parte de su vida por Argentina y murió en una de sus guerras civiles. Y no estaría mal recordar para las ge-neraciones presentes y venideras, quien fue este hombre. Carlos Tomás Sourigues había nacido en Francia, en un pueblo llamado Bayona, el 21 de diciembre de 1805, era hijo de Juan Sourigues, hombre de ideas liberales y revolucionario de la Bastilla y de doña María Sanguinet. En Angers había estudiado artes y oficios, ade-más de medicina y en la misma ciudad enseñó física en una Es-cuela de la realeza. Sourigues llegó a Buenos Aires alrededor de 1835, siendo ya ingeniero y con amplios conocimientos en ma-terias como medicina, geología, paleontología y topografía. Fue de este modo uno de los primeros educadores franceses que llegó a nuestro país. En Buenos Aires obtuvo en el gobierno de Juan Manuel de Rosas, licencia para enseñar. Miguel Navarro y el au-tor de: Una excursión a los Indios Ranqueles, don Lucio Victorio Mansilla, en sus respectivas memorias, consignan valiosos datos sobre Sourigues como profesor de lo que se llamó el colegio Re-publicano Federal, donde estuvo enseñando entre los años 1843 y 1845. Enseñaba historia en el instituto dirigido por el padre Ma-jesté, y cuando este colegio se fusionó, en octubre de 1846 con el Colegio del Plata –que dirigía Alberto Larroque-, Sourigues aten-dió las cátedras de francés y de matemáticas. En sus memorias Mansilla, que lo tuvo como maestro, recuerda entre otras cosas lo

fabricó una con una carrocería playa de camión, como piso. Y el galpón tenía amplios portones atrás y adelante, pero sin cortinas, o sea que corría un fresquete infernal, y máxime siendo pleno invierno. Entonces con la cocina que improvisó mi padre, más o menos la gambeteábamos. Hay que tener en cuenta que no tenía-mos electricidad tampoco, pero después de un tiempo mi padre colocó un pequeño grupo electrógeno y así fuimos los primeros iluminados del pueblo, donde por la noche concurrían todos los vecinos a realizar distintos tipos de entretenimientos bajo la luz. Acaso fue allí de donde mi padre fue gestando ese nombre que le puso a su segunda estación de servicio: “El Faro de los caminan-tes” Y así fuimos, adelantando de a poco, granito por granito de arena. Pesito por pesito de los que iban entrando en ese taller con surtidores que después llegó a todo un esplendor y no fue una sola estación sino dos.

Page 31: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

6160

con su señora Teresa Spadano, con su casa de comidas, la familia Memmo, que tenían quinta de verduras, Luis Castiglione, co-merciante, Pedro Aseglio, Justo Avellaneda, comerciantes, José Vittori, con su almacén de ramos generales, Toribio Fernández, almacenero, Los hermanos Tomás y Eusebio Piñero, matarifes y repartidores de carne; Cañete, almacenero, Pedro Roagna, quin-tero y vendedor de verduras, Enrique Pellegrini, Tomás Pellegri-ni, el sastre, los hermanos Rodríguez, Manuel Ezcurra, Pablo Portigiano, vendedor ambulante, José y Adán Negro, carniceros ambulantes, Eduardo Olano, forrajero, Santiago Cánepa, pocero, Pedro Fidalgo, panadero, Alfredo Espejo, Gregorio Zini, bicicle-tero; Antonio Calicchio, transportista, Juan Roselli, transportista y luego propietario de la tienda que aun se halla en Antártida Argentina; Aicardo, quintero y lechero ambulante, Iturralde, me-cánico, Enrique Almeida, peluquero, José Real, zapatero, don Pa-blo Arditti, transportista, Bordetta, instalador de bombas, mi tío Güerino, albañil, y por supuesto,mi padre Domingo Olmelli con su taller mecánico y surtidores.

siguiente: “Con Sourigues no aprendíamos mucho. Nos divertía-mos. Era chispeante. Mi hermana lo perturbaba”

Por otro lado se cuenta que Rosas, cuando el sabio argentino Francisco J. Muñiz le donó una importante colección de fósiles, recurrió a Sourigues para que el paleontólogo francés determina-ra el valor científico de esa colección. También durante el gobier-no rosista, Sourigues efectuó trabajos urbanísticos en la ciudad de Buenos Aires. Según algunos autores, Rosas le encomendó además misiones políticas confidenciales.

Dos años antes de la batalla de Caseros, Sourigues, pasó a la provincia Entre Ríos, radicándose en Gualeguay, donde se des-empeñó como maestro y como agrimensor. Estaba casado con Fructuosa Tapia, mujer perteneciente a una vieja familia entre-rriana, y fue quizás ese amor por Entre Ríos, el que lo llevó a afin-carse en esa provincia donde entre otras cosas creó una escuela de artillería y de infantería. En 1862 fue jefe político interino de Gualeguay. Organizó además el Departamento Topográfico de Entre Ríos en el año 1862, el que presidió durante años. Duran-te la primera guerra jordanista fue designado jefe político y de policía de la capital entrerriana (Concepción del Uruguay) y en calidad de tal le tocó organizar la defensa de dicha plaza contra la huestes de López Jordán. Y así fue que el 12 de julio de 1870, los rebeldes atacaron la ciudad y la tomaron tras dos horas de persis-tente lucha. Sourigues que dirigía las operaciones desde el mira-dor del colegio, recibió en plena batalla una herida en el corazón que le ocasionó la muerte. Había alcanzado el grado de coronel.

A esta tierra, vine a dar un día con mis padres, mucho antes de que se le impusiera el nombre de Sourigues. Y recuerdo los prime-ros comerciantes de aquel entonces como Lázaro Ríos, acopiador y vendedor de leña, los hermanos Idiart, Don Camilo Memmo

Estación de servicio de Sourigues “La flecha de oro”

Page 32: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

6362

y obedecía al modelo de Bonnie and Clyde, en los Estados Uni-dos, porque hasta tenían su propio elemento femenino que era la hija del primero. Ágata Galiffi, con el sugestivo mote de: La Flor de la Mafia, que como corresponde a todos los que desde el mal se han destacado hicieron con ellos una película que dirigió Torre Nilson en la década del 70.

Hablando de películas, todo se me aparece en esta evocación como en una película. En la esquina de Antártida y Mitre, hoy Dardo Rocha, había un chalet. Y en la otra esquina de la misma manzana cruzada por el camino Gral. Belgrano había un alma-cén, todo ese campo pertenecía al comisario Frías, que le alquiló el negocio a un tal Gandolfo, primero, y después a don Luis Cas-tiglione. Este edificio hoy se halla sin modificaciones, es el más antiguo del lugar.

Siguiendo la villa por el camino General Belgrano, había todo un campo que se extendía prácticamente hasta las vías del tren, donde estaban enclavadas las barreras. Este pedazo de tierra per-tenecía a Liberato Aicardo, que era el mismo dueño de esa franja que compró Giambruno. Y cuando se construyó la calle Mitre que hoy se llama Dardo Rocha, se dividió el campo, entonces cuentan que la gente indignada protestó instalando sus sembra-dos directamente en la calle. Después, la situación se normalizó porque Giambruno compró ese pedazo de tierra separado y lo loteó haciendo tres manzanas por un lado y tres medias manza-nas por el otro lado.

Yo soy testigo de todas estas cosas que se fueron dando que se fueron gestando desde la base hasta ser hoy en la actualidad parte del enjambre poblacional que integran todos los partidos, barria-das y poblaciones en general que componen lo que se ha dado en llamar, gran Buenos Aires o conourbano bonaerense. Y después

Cuando recién llegamos todo esto estaba despoblado, los cami-nos eran de tierra. Por ejemplo el camino que hoy se lo conoce con el nombre de General Belgrano, primero se llamaba: carrete-ro, porque por él circulaban las carretas, después cuando lo em-pedraron, se llamó camino adoquinado a La Plata. Fue también la ruta provincial número uno, que después, ahora conocemos como la catorce. Se estaba construyendo en ese momento el as-falto de Antártida Argentina que llegaba hasta el golf, que en ese momento se llamaba Golf club El Progreso. De esa época recuer-do algunos vecinos pobladores de la zona como Camilo Memmo, que arrendaba una quinta. Y otra familia que tengo bien presente es la familia Marino, porque el hijo de ellos, Pepe, iba conmigo a la escuela, y mientras que yo concurría en bicicleta, él iba mon-tado en una petiza, esas imágenes siempre me acompañan, fue aquella una dulce época, como dice García Márquez una época en la que uno era un habitante feliz e indocumentado.

Porque si nos ponemos a pensar, aquí, como en Europa ocurrían cosas terribles. Tal vez la segunda guerra nos dejó, como siempre pasa, sin lugar en la historia. Lógicamente cuando ocurren cosas por ejemplo como los desastres de Hiroshima o Nagasaki, todo lo otro que pase paralelamente en el mundo se torna insignificante, no se tiene en cuenta, no existe. En los años de mi infancia pasa-ron muchas cosas feas, el primer golpe de estado con Uriburu en el año treinta, el fusilamiento de Severino Di Giovanni, el infor-tunado secuestro de Abel Ayerza, que fue el primer secuestrado del país, y el primer precedente de una nueva modalidad delictiva que se inauguraba en estas tierras: la irrupción de la mafia de la mano de Chicho grande, Juan Galiffi y Ali Ben Amar de Sharpe, el argelino apodado chicho chico, que operaban desde la ciudad de Rosario, con un estilo romántico, que se había puesto de moda

Page 33: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

6564

el mito que en su entorno se había creado de matón y violento. Con nosotros no sólo él sino toda su familia, fueron muy cor-diales y amables y estaban siempre atentos a lo que los vecinos pudieran necesitar, eran eso si, gente de muchísima influencia.

Porque antes por ahí un vecino caía preso por un accidente de tránsito o de alguna contravención o lo demoraban por alguna averiguación y todo dependía de La Plata, y hasta que la buro-cracia resolvía, que era tan lenta, tortuosa o ineficaz como lo es ahora, como siempre lo ha sido. Hasta que llegaba el informe de La Plata, la gente tenía que estar detenida dos o tres días por ahí hasta una semana. Sin embargo si el asunto llegaba a manos de Ruggerito él lo resolvía en cuestión de horas o de minutos, enton-ces todo ese poder, esas influencias, hacían que todo el mundo los respetara.

Por otro lado, así eran las costumbres por aquel tiempo, mi pa-dre también era así, y recuerdo que cuando llegamos a lo que hoy es la villa, el de mi padre era el único automóvil que existía en todo el pueblo, y él, como siempre estaba dispuesto ante cual-quier urgencia si algún vecino necesitaba disponer del automóvil, desde un parto, llevar a alguien o ir a buscarlo, a alguna parte de urgencia, él estaba siempre dispuesto como el mejor boy scout, siempre listo.

Ya muchacho un poco mas grande y tras los pasos de mi pa-dre, como siempre digo y no me canso de repetirlo, comencé a abordar las distintas tareas que eran las tareas con las que me en-frentaba gustoso todos los días, desde aprender a despachar el combustible, que fue lo primero que hice hasta resolver cualquier problema de mecánica en cualquier tipo de vehículo que se pre-sentara.

de un tiempo mi padre también estuvo a la par de ese crecimiento industrial, porque tuvo la venta de camiones Internacional Har-vester, y las máquinas agrícolas. Mi padre, compró dos nuevos lotes y allí edificó su nuevo negocio con un salón de exposiciones puesto a todo confort, con vivienda arriba.

De esos años felices recuerdo entre un montón de cosas un amigo que conocí a los nueve años. Cuando mi padre aún no tenía la estación de servicio, tenía sólamente un par de surtidores. Un día llegó a cargar combustible la maestra, la directora de la es-cuela número 3 que estaba en el Km. 31, en esa época todas estas tierras pertenecían al partido de Quilmes, A partir de aquel día gané un amigo porque el hijo de la directora de esa escuela, era un chico que tenía exactamente mi misma edad, sólo un día más grande porque el había nacido el 2 de junio y yo el día tres de ju-nio del mismo año, con este chico fuimos muy amigos se llamaba Orlindo Saiz. Fue secretario del primer gobierno de Berazategui cuando se produjo la autonomía, y este muchacho se casó con la hermana de la señora de mi buen amigo Roberto de Vicenzo, de quien también hablaré mas adelante.

Otro día cae por el barrio, Francisco Ruggero, el padre del fa-moso Ruggerito, que era nada más ni nada menos que el mítico guardaespaldas del Caudillo Barceló, que según se comenta tenía todo un radio de operaciones que abarcaba desde Avellaneda, hasta Chascomús. La cuestión es que Ruggerito vino con la ma-dre, miraron y compraron enseguida la casa de los Frías, y así fue que los tuvimos de vecinos. Se mudaron muy pronto, Francisco Ruggero, su esposa llamada Amalia y algunos de sus hijos, no todos. Solamente los más chicos, porque muchos de sus hijos se habían casado. La verdad tengo que confesar, que el trato recibido por todos ellos hacia nosotros no se correspondía para nada con

Page 34: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

6766

Entre otros recuerdos sueltos que aparecen en mi mente de aquellos años está la amistad que tuve con uno de los hijos de Ruggero, con Gustavo, fue tan grande su amistad y su amor por este barrio que acunó los años de su infancia, que después cuado vendieron y se fueron a vivir a otra parte, cada vez que volvía, este amigo mío, Gustavo, se llenaba tanto de congoja, porque la había pasado tan bien que le daba pena recordar y entonces decidió no volver más por aquí. De Gustavo recuerdo, las tardes de aventu-ras, cuando tomábamos naranjín, pomona o sidral, que fueron las bebidas precursoras de la coca cola, sentados a una mesa en el almacén que estaba al lado de mi casa, todavía me veo y lo veo a Gustavo Ruggero, debajo de aquel alerito. Es como si ese mo-mento se hubiese quedado congelado en el tiempo, ahí estamos los dos chicos disfrutando los años juveniles. Una de esas tardes, terminó de tomarse el contenido de esa botella, que creo que era sidral, y entonces se le ocurrió colocar ese envase vacío, acostado, con el pico mirando para nuestro lado, sobre un poste de alam-brado que había enfrente del local, y ahí nomás levantó el rifle y de un solo disparo que entró por el pico, le hizo saltar limpio el fondo de la botella. Tenía una puntería extraordinaria. Bueno, ese muchacho Gustavo, se casó, no volvió más por el pueblo, pero constantemente hablábamos por teléfono, prácticamente a diario. Y a veces nos encontrábamos, pero no acá, sino en Avellaneda. Estuvimos en contacto prácticamente hasta que falleció.

Después que se fueron los Ruggero, todos esos lotes se fueron vendiendo, y fueron ocupados por distintos comercios, por ahí se levantó con el tiempo una sociedad de fomentos y una sala de primeros auxilios que hoy lleva el nombre de su fundador: Alber-to Mignaburu. La capilla de San Ramón Nonato. También una panadería, una peluquería, de Martín Martirens, una ferretería

y bazar de Félix Onetto, y una farmacia, de Fernando Gaddi y muchos otros negocios.

Además la casa y el lote que habían habitado los Ruggero, con el tiempo las adquirió Zucamor y fue demolida, como otras impor-tantes propiedades hisóricas que embellecían la zona. Entre estas se encontraba la del mismo Mignaburu, también la casa de la fa-milia Boria y la hermosísima casa quinta de Ion y Ionna Heinrich que contaba con un parque modelo en donde habitaban animales de distintas zonas como bambis y papagayos y hasta algún pin-güino….un arroyo con puente peatonal y patos, caballos, todos cuidados con mucho amor y dedicación, entre distintas especies de árboles de gran porte y belleza, lugar que la familia compartir con los niños de la zona. Es una pena que no se hayan preserva-do estos hermosos paisajes y esperemos que se resuelva en algún momento el cuidado del medio ambiente de la zona. Otra de las casas históricas, que quedó como mostrando que antes de la fá-brica existía un centro urbano, es la propiedad de mi suegro Don Pepe Vittori. Allí donde había vivido junto a sus hijos y tenido su almacén de ramos generales, pasó a ser con el tiempo, vivienda de Dina y Ricardo Otero, sodería; en algún momento fue forrajería de Callegari y Pancho Memmo, bicicletería de Caturano, y en este momento mi sobrino Edgardo Otero mantiene la sodería y una oficina de prode.

Y así fue que por relación de trabajo, fui trabando contactos y relaciones con mucha gente importante del lugar. Las estaciones de servicio de mi padre eran abastecedoras de combustible de la mayoría de las estancias de la zona, que a su vez sus propietarios estaban ligados, muchos de ellos entre sí, porque era muy común que la hija de un estanciero se casara con el hijo de un estanciero o de algún industrial o cosas así por el estilo. Y en ese tiempo las

Page 35: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

6968

A mis diez años

Como un chico que se pone los zapatos o la ropa de sus padres para imitar todo lo que lo rodea, la curiosidad por transitar ese mundo de los adultos me fue llevando por esos circuitos que van desde husmear el funcionamiento de cada herramienta, hasta el afán de montarse sobre una moto que por poco no habría que treparse auxiliado por una escalera , porque no te da el largo de las piernas. Esa fue mi escuela. En el taller de mi padre en Vi-lla Giambruno, encontré una vez una motocicleta marca F-N de cuatro cilindros que procedía de Temperley, de un cliente de mi padre que se había ido a Italia y se la había dejado a otra persona que a su vez como no pudo terminar de pagarla la devolvió. Y allí estaba la moto, como diciéndome desde un rincón del taller donde se encontraba arrumbada: “Anselmo, ven a rescatarme.”

Entonces un día le pedí a mi padre si me dejaba ponerla en marcha. Bueno, mi padre me autorizó, pero me había advertido que no iba a poder hacerla andar. Sin embargo, la limpié, le ajusté algunas cositas que andaban sueltas y la puse en marcha. Para subirme no hubo problema, porque me ayudó mi padre. La cues-tión era pararla y bajarme solo, porque de mis pies al suelo ha-bía unos cuantos centímetros de distancia, y si no encontraba un cordón, una piedra, un tronco donde apoyarme, me caía, y arriba se me caía la moto. Ese día puse primera y arranqué y como era de esperar tuve mi caída inaugural, mi primera operación inmo-biliaria: compré terreno. Y así fueron las primeras rodadas, dos por tres quedaba debajo de la moto... y ahí quedaba hasta que algún automovilista o alguien que pasara a pie o en bicicleta, me veía y venían en mi auxilio. En aquel tiempo la gente se socorría enseguida, éramos más solidarios. Y mi padre lejos de retarme se reía, y eso hizo que me fuera afianzando, el guiño cómplice de mi

estancias a semejanza, o copiando los lazos familiares, también tenían todas ellas caminos internos que las intercomunicaban.or esos senderos arbolados me tocó muchas veces transportar el combustible para las maquinarias, los tractores, para los primeros grupos electrógenos que en esa época funcionaban a corriente contínua y almacenada en baterías. Por otro lado, abastecíamos, autos, camionetas y camiones, que circulaban por la zona que por cierto y por suerte, eran muchos para el desarrollo de un país que estaba creciendo. Vienen a mi memoria, de aquellos pobla-dores de la época, por nombrar algunos, los Pereyra Iraola, los Bustillo, los Ayerza.

Y por acá cerca de mi casa está la mansión de los Ayerza, donde vivía el protagonista de una historia que estrenó la modalidad del secuestro en el país, Abel Ayerza, que finalmente terminó asesi-nado por la mafia. Episodio del que hablaré más adelante.

La Estación de servicio de Sourigues, lugar de reunión

Page 36: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

7170

padre que no me ponía trabas o miedos en el camino. Tuve desde siempre, un aliado en él, y como veía mi entusiasmo por las mo-tos más adelante me compró una motocicleta marca DKW, con radiadores, y con ella corría. Levantaba unos 100 Km. por hora. Después con los ahorros que fui juntando de las propinas de los trabajitos que hacía, me alcanzó para comprarme en la casa Gui-do Tadía, hermano del famoso corredor Tadeo Tadia una moto alemana, cero Km., una Zundapp, de 500 cilindradas. A su vez mi padre me regaló un sidecar que usaba en ocasiones.

Por ese entonces se organizaban carreras de motos. Un circui-to de cuatro vueltas que comprendían todo un recorrido entre Berazategui y Ranelagh. Primero era un circuito de regularidad, pero después viendo que tenían que cerrarse las barreras del tren mucho tiempo, se convirtió directamente en un circuito de carre-ra. Y en una oportunidad me tocó ganar. Y en los diarios locales salió la noticia: “El Inglés de los huesos” había ganado la carrera, en clara alusión a la novela homónima del escritor platense Be-nito Lynch que por esos días había sido llevada al cine. “El inglés de los huesos” era yo, que por lo visto, por los anteojos que usaba y por mi figura, me encontraban parecido al protagonista de esa película, con la salvedad de que yo no soy inglés, soy italiano, y tampoco ninguna niña enamorada, según creo, se mató por mi, como ocurre en ese drama de Benito Lynch.

Y de a poco hurgando aquí y allá fui desarrollando sustancio-sos progresos en el taller. Me atraían los motores tanto como la escuela. Un día un señor, llegó con un Ford “A” Modelo 29, pi-diendo un mecánico. Y entonces mi mamá le explica al hombre que en ese momento no estaba el mecánico y le pregunta si quería que yo le mirara el motor del auto. El hombre primero se rió y le contestó: “como me lo va a revisar un chico, si yo vengo de todos lados y nadie me lo pudo arreglar.

Yo ya me iba a jugar. Y por ahí siento que el hombre me llama: -A ver, vení pibe, fíjate.

Y ahí yo entré a tallar, con toda la cancha, le revisé los platinos, regule todo bien... y sin subirme al auto se lo puse en marcha. Este hombre se sorprendió: ¡Como hiciste pibe! Se lo terminé de regular y le dije: pruébelo. Y el auto anduvo perfectamente. Y el hombre entre sorprendido y agradecido me preguntó cuánto me debía. Yo le dije que no sabía, que no tenía la intención de cobrar-le nada. Y entonces me dio algo así como diez pesos, que para mi era una montaña de plata.

Después cada vez que regresaba de La Plata, venía a que yo le revisara el auto, no quería ni que mi padre lo tocara. Se había fanatizado conmigo.

Con mis padres

Page 37: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

7372

sello o redondear la idea de su invento. En ese aspecto hay una frase que Newton decía y que sintetiza muy claramente esta cues-tión de la autoría o pertenencia de los inventos, el decía: Yo vi más lejos que los demás porque me paré sobre los hombros de hombres gigantes. Y eso es, me parece, lo que también le paso a Braille, por decirlo de algún modo. Siguió el bosquejo de ruta trazado por Charles Barbier y la perfeccionó creando, este siste-ma que comenzó con ingenio, esfuerzo y notable perseverancia, y que terminó de resolver en 1829, cuando tenía escasos 20 años y que hoy todo el mundo conoce y es este incomparable aporte: su método revolucionario de impresión de textos para la lectura de los no videntes, que divide en dos el mundo de las sombras. Se puede decir, con justicia, que los ciegos tenían una vida limitada y penosa antes de Braille, y esta otra a la que pudieron acceder gracias a su magnifico invento: nada más ni nada menos que el de

La vida continúa a pesar de la ceguera

Otras puntas del relato.-

Siempre me impresionó la vida de Louis Braille que nació en Coupvray, una colina distante 35 kilómetros de Paris el 4 de enero 1809 y murió a los 43 años, el 6 de enero de 1852, en la capital de Francia, víctima de tuberculosis. Además de estos cu-riosos datos de haber nacido y haber muerto en el mes de enero. Toda su vida resulta apasionante. La vida apasionante de un ser humano que se resiste a vivir aislado en las sombras. Braille, nació y murió en el invierno europeo, y habiendo quedado ciego a los 3 años por una infección que contrajera en el taller de talabartería de su padre y que le afectara primero un ojo y después el otro. Siendo prácticamente un niño aún o casi un adolescente se tras-ladó a Paris, donde ingresó en el Instituto Nacional para jóvenes ciegos, institución en la que posteriormente ejerció como profe-sor. En este mismo centro conoció a Charles Barbier, inventor de un sistema de lectura para ciegos que Braille reformó y completó hasta convertirlo en el que iba a ser el sistema universal de lectura para los afectados por la ceguera.

Algo parecido a lo que ocurrió con Louis Braille, ocurrió tam-bién, se dice, con el caso Vucetich y las huellas dactiloscópicas. Vucetich, no fue al parecer el inventor del sistema de huellas di-gitales. El había visto en un libro que los chinos habían aplicado un sistema muy precario en ese sentido, hacía ya mucho tiempo, y lo que Juan Vucetich hizo en verdad, fue perfeccionarlo y crear una tabla de clasificaciones. Esta versión, no se si será verdadera o falsa, pero deja entrever que detrás de todo gran inventor, hay otro inventor tan grande como él, pero que no alcanzó a poner el

Carrera de motos en la calle 14 de Berazategui, 1943

Page 38: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

7574

ciegos. En 1984, al fusionarse este Consejo, con la Federación In-ternacional de Ciegos y surgir la actual Unión Mundial de Ciegos. La Casa y el Comité pasaron a formar parte de la Unión. Antes, el 8 de diciembre de 1966, el Estado de Francia, inscribió a la Casa Natal, en el inventario de los Monumentos Históricos. Es de esperar que la UNESCO, alguna vez, reconsidere su negativa actual, y decrete, como corresponde, a la Casa Natal, Patrimonio de la Humanidad.

Hoy en día se hace necesario rescatar a Braille, valorar su sis-tema y la nueva dimensión que cobra en nuestros días gracias a la tecnología y a su moderno empleo en la alfabetización y en la educación.

Cuando yo llegué de Italia a la Argentina, el primer recuerdo que tengo del indicio de mi ceguera, es que alguien me mostró una moneda y lo primero que hice fue acercármela demasiado a los ojos. Ahí fue donde mi madre se dio cuenta que yo era corto de vista. Mi abuela en Italia, ya había advertido este problema pero no le quiso decir nada a mi madre para no preocuparla. Acá me llevaron a los mejores oculistas del país, como el doctor Ar-gañaráz, me recetaron lentes cada vez más gruesos. Y con esos lentes llegué a manejar, llegué incluso a correr en moto. Hice mu-chas cosas. Pero al llegar el secundario no pude continuar con los estudios, eso me entristeció mucho y me dio mucha bronca. Este problema que a mi me pasó en esos años, hoy tiene un mayor por-centaje de prevención. Es decir se puede evitar el desprendimien-to, porque el desprendimiento de retina que tuve, que se originó en la pronunciada miopía que padecía, hoy puede resolverse, casi, con el solo empleo del rayo láser. La fuerte miopía hace que el globo del ojo se expanda, esto hace que la retina se tense y en esa

poder leer con los dedos. El mundo de los ciegos históricamente puede decirse que tiene un antes y un después de Braille.

Con diferencia de un siglo entre su vida y la mía, se me ha dado por establecer ciertas comparaciones, que tienen sin duda como denominador común, esta desgracia o extraña bendición con que Dios o el destino nos premió, El, se murió prácticamente cuando yo tenía apenas unos tres años de habitar el mundo de las som-bras. Porque yo quedé completamente ciego a los cuarenta años, en cambio él, a esa edad estaba muriendo y fue ciego desde su más tierna infancia, y realizó en su vida un invento tan impor-tante, que enorgulleció y enorgullece a la comunidad mundial de los ciegos. En 1845, un tal William Moon, de Brighton, Inglaterra, inventó también, por su lado, lo que se llamó la escritura noc-turna, que fue un sistema creado para leer mensajes en el campo de batalla, pero sólo pudo ser usado por quienes habían perdido el sentido de la vista ya de mayores y conservaban la memoria y cultura necesarias para reconocer letras sobreimpresas. Sin em-bargo el sistema que se impuso en el mundo, fue el de Braille que incluso desarrolló su propia máquina de escribir.

El método Braille, digámoslo al pasar, está basado en puntos emergentes del papel, detectables a través de las yemas de los de-dos. Y está distribuido en grupos de seis, siendo los números uno, dos y tres, los que van a la izquierda, y los números cuatro, cinco y seis, a la derecha. Cada letra está representada por uno o más puntos. Por ejemplo, “A” es el punto 1, arriba a la izquierda. La letra “B”, son los puntos uno y dos.

En el año 1952 (centenario de la muerte de Braille) la Asocia-ción Amigos de Louis Braille, compró la Casa Natal de Coupvray. Poco después pasó a ser administrada por el Comité Louis Braille del entonces Consejo Mundial para la promoción social de los

Page 39: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

7776

Historia clínica de Anselmo Olmelli

El primer profesional que me ve cuando empecé las primeras consultas alrededor de mi incipiente ceguera fue el doctor Muller de Quilmes, este señor ni bien me revisó, advirtió la necesidad de operarme inmediatamente. Entonces uno busca siempre otro diagnóstico, otra opinión para evitar el trastorno que significa una intervención quirúrgica. De esta manera apareció en escena otro profesional médico que había estado en Rusia estudiando la problemática y había traído de allí, los mejores equipos, se-gún decían para el tratamiento oftalmológico. Según sus propias palabras este médico no operaba, curaba sólo por tratamiento. Ese doctor opinó en su momento que mi problema no era des-prendimiento de retina y así me tuvo mucho tiempo mientras mi situación se agravaba día a día, y finalmente, este doctor terminó admitiendo que se trataba de un desprendimiento de retina y que lo que cabría era una operación, y que él podía operarme. ¿Cómo era la cosa? Primero él no operaba, después también corrigió el diagnóstico. Eso me molestó muchísimo, hasta la indignación, lo maldije y me retiré más que enojado de su consultorio, porque sentí que con su inexperiencia me había hecho perder un tiempo muy valioso. Y allí me asaltó la duda y la tristeza de no haber he-cho caso al primer médico que aconsejaba operación inmediata. Hoy creo que mi destino finalmente era este, como lo he señalado en el comienzo de este libro.

Entre ires y venires, dimes y diretes, quien se hizo cargo final-mente de esa rezagada y resistida intervención quirúrgica fue el doctor Lagos de Capital Federal, con la advertencia de que mi cuadro era delicado a esa altura de los acontecimientos.

tensión se puede producir lo que se conoce puntualmente como desprendimiento de retina

Me operaron primero de un ojo y lo perdí por problemas del tratamiento. Con ese ojo que me quedó, que todavía bromeaba, porque me cargaba a mi mismo con ese dicho tan conocido de que en el país de los ciegos el tuerto es rey. Me decía a mi mismo, todavía soy el rey, y con ese ojo incluso manejé, me desenvol-ví bastante bien en todo tipo de tareas, pero siempre con lentes gruesos.

Recuerdo que en el año 1959, yo andaba por esos días muy con-tento porque me había traído a muy bajo costo, un marino amigo, Horacio Piñero, de Alemania una cámara fotográfica marca: Sei-sikon y con esa cámara le saqué fotos a Mirta, mi hija, que bailaba folklore, en un conjunto local, conformado por chicos que se llamaba Huellas de Mi Patria, dirigido por los profesores Héctor Medina, que además de ser profesor de folklore era un excelente arpista y Rodríguez Fajardo. Este conjunto tenía amplia reper-cusión acá en Ranelagh y también se presentó en muchos otros barrios. Entre los que bailaban con mi hija, recuerdo algunos, como su prima Mabel Gioia, Francisco “pinocho” Memo, Daniel de Luca, los hermanos Perazzo Daniel y Susana, Aldo Rodrigues, Elba y Silvia Difonso, y quien era su compañero de baile Musu-papa. Y el lunes 12 de octubre fui a ver una película “He nacido en Buenos Aires”, con Enzo Viena, Alberto Argibay, Tito Luciardo, y ahí ya me di cuenta que no andaba para nada bien de la vista. Al otro día martes 13 de octubre fuimos a La Plata con mi esposa en el auto, a ver a una chica amiga llamada Mafalda, al hospital San Martín, que era ahijada de una tía de mi esposa. Y ese día cuando volvíamos, le dije a mi señora, por favor, maneja vos. Es que no veía, no veía. Y allí empezó mi calvario.

Page 40: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

7978

profesor de una academia, y había atendido, por aquel entonces, a la esposa de quien fuera Presidente del Banco Central y presi-dente del Consejo Nacional Económico, de los tres primeros años de la Presidencia de Perón, quien renunciara en el año 1949, a su cargo, don Miguel Miranda que tenía, acá en la zona una fábrica de conserva que llevaba su nombre. La esposa de Miranda sufría de problemas en la vista también, y su hermano Fornés fue quien intercedió, al enterarse de mi problema y lo anotició al doctor Flaminio Vidal. Y este hombre, el doctor Vidal, al tomar contac-to con mi caso, me recetó unas gotas y ese tratamiento creo que al menos me mantenía la visión. Yo no había abandonado de todos modos mis visitas periódicas al doctor Lagos, al que no había in-formado de mis otras consultas. Y el doctor Lagos notaba en mí una mejoría. Pero en ese sentido mi mala suerte era tanta que este médico, Flaminio Vidal, que creo que era homeópata o naturista, murió, y no me dejó datos, recetas de como seguir el tratamiento y una vez más quedé a la deriva. Y de esas visitas tengo una anéc-dota, porque en camino de ir a ver a este doctor, me encontré con Oscar Gálvez, a quien en una oportunidad había socorrido, en un pequeño inconveniente que el famoso corredor había tenido con su automóvil, y ahora después de un tiempo me asombró y me emocionó que haya sido él, quien me haya reconocido y recordado, y no yo a él. Ahí supe de la grandeza de Oscar Gál-vez y en sueños lo veo tendiéndome la mano para arrancarme de este mundo de sombras. Creo que esos pequeños detalles me ayudaron a seguir adelante con esta cruz de la ceguera, que con el tiempo fui empezando a creer que mis ojos finalmente están re-partidos entre mis manos y mis oídos, que son las dos herramien-tas que se dice desarrolla una persona, cuando se queda ciega.

Después de estar haciendo un mes y medio de reposo, en una situación espantosa, porque no debía moverme. Con la visión to-talmente enturbiada. Succionando, más que comiendo una sopa que me daban con un pistero que tiene un pico. Yo hice al pie de la letra ese tortuoso sacrificio, pero cuando me operaron, la operación no dio resultado, dado que se había perdido mucho tiempo. Así fue como perdí el primer ojo.

Después vino el vía crucis por el otro ojo. Ahí pasaron varias cosas. También en este otro ojo iba perdiendo visión, y un mé-dico, el doctor Montagna, me dio una caja con unas inyecciones que eran muestras gratis. Y esas inyecciones, ahora no se si fue mi ansiedad por curarme, pero en ese momento me pareció que me hacían muy bien. Estas experiencias son experiencias únicas, uno pasa una sola vez por ellas, así que no dejan la posibilidad de ensayo y error. Desgraciadamente, la máquina humana no era como la máquina del automotor, al menos en ese tiempo, y creo que tampoco ahora haya variado demasiado, me refiero a que un automóvil admite múltiples pruebas. Los faros de un auto por ejemplo pueden intercambiarse todas las veces que se quiera, en cambio los ojos humanos en cuanto tienen alguna avería, no pue-den reemplazarse. Los ojos son sagrados, únicos, intransferibles. De modo que en ese trance me encontraba. En camino de perder también mi otro ojo. Y con aquellas inyecciones me pasó algo así como el asirme a un tronco en un naufragio. Es el día de hoy que no sé si realmente aquel medicamento reunía la eficacia de la cura, porque además, por otro lado, misteriosamente dejó de fabricarse. Tampoco recuerdo el nombre de ese producto. En mi memoria cobra el rótulo de un remedio llamado ilusión.

Por ese tiempo aparece también un profesional , Flaminio Vi-dal, que era médico del equipo que atendía al General Perón y

Page 41: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

8180

pero ese juego de que no te quiten nunca más la venda de los ojos es algo espantoso y desesperante.

Es un largo trayecto del camino sin encontrar consuelo, expli-cación, nada de nada. Debo de haber estado alrededor de un año, como se dice con los ojos clavados en mi cielorraso interior com-padeciéndome y revelándome a mi mismo. Tal vez fue poco más de un año que me llevó revertir esa situación de parálisis, en la cual me pasaron las cosas mas terribles y hasta grotescas.

Un día mi señora, claro, en su afán de hacerme notar de que todo seguiría igual, de que mi familia me seguiría amando o me amaría mas fuertemente todavía, un día ella, se le ocurre invitar-me al cine, y yo salté como una fiera enjaulada y hambrienta.... pero vos estás loca, invitarme al cine, pero como se te ocurre una cosa semejante. Fue horrible, algo muy malo, porque no se lo dije en un tono leve, se lo dije profundamente enojado y ofendido, qué culpa tenían ellos. Y eso no podía seguir así.

Mi señora tenía un médico que la atendía desde niña. El doctor Di Yorio, un médico muy bueno de Berazategui, y entonces yo me ingenié para que este doctor la viniera a ver a mi esposa, como de casualidad, como al pasar. Y entonces vino y charlo con mi seño-ra, y después de hablar con ella en privado, me habló a mi y me dijo: Anselmo, vos tenés que cambiar, olvídate de lo que te pasó, vos por ahí guardas la esperanza de ver, pero suponte que no vas a ver nunca más.

Y eso era exactamente lo que yo pensaba. Entonces me dejó indicado que empezara por colocarle una baranda a la escalera, y que tratara al mismo tiempo de no sentirme una carga para mi familia, y así lo hice. Y desde esa baranda que hice colocar en la escalera de mi casa, desde ahí me empecé a asomar a otros balcones, me empecé a afianzar para ir con mi paso de ciego a la

Ya una última operación que me hicieron a los cuarenta años, ahí ya no volví a ver más.

Esa operación fue muy traumática, sobre todo por el proceso post operatorio, porque tuve que estar inmovilizado boca arri-ba mucho tiempo, tanto que me salieron cálculos por los medi-camentos que me daban. ¡Me dolía hasta el pelo!. Entonces los médicos amagaron darme una inyección de morfina, a lo que me negué rotundamente. No quiero que me calmen el dolor les dije, yo quiero la solución del problema.

Bueno, la batalla la ganaron ellos, como creo que debe ocurrir casi siempre. Me dieron la inyección, y ese día lo pasé como si estuviera flotando en un campo de perfumadas margaritas, en mi ilusión creí que aquello era el paraíso. Aunque según pude averi-guar después, era un día de intenso calor. Sin embargo yo estaba allí como en un benévolo día de primavera, fresquito a la sombra de amigables árboles, percibiendo la frescura de los campos.

Después de dos meses de convalecencia, un día me paré, y sen-tía que todo el dolor que tenía en el riñón derecho, se me había corrido hacia abajo, sentí un ardor muy intenso, no me desmayé de casualidad. Todos en mi familia se sintieron muy mal, impo-tentes, sobrepasados por los hechos, que nadie quiso, que nadie buscó pero que así se dieron. Me encontré entonces a una altura de la vida, casado con mi actual y única esposa que se llama Ar-gentina Emma, más conocida por Ñata, que también tiene una historia digna de ser contada, y con mi pequeña hija Mirta que apenas tenía unos diez o doce años. Mi esposa no me hablaba. Todo el mundo se sentía extraño y sin saber qué decirme. ¿Qué consuelo pueden darte tus seres queridos en una situación así?. Alguien viene, y por supuesto contra tu voluntad te venda los ojos. Bueno está bien un poco de juego macabro no te asusta,

Page 42: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

8382

calle.... un recuerdo muy lindo dentro de la desoladora realidad de la ceguera.

Todos estos recuerdos que acabo de contar, sin duda duros, tristes, los expongo en este libro para que el lector sepa como fue todo ese calvario, sin embargo debo confesar que a partir de haber superado ese trance, todos esos meses de sufrimientos, de vivir constantemente entre médicos y clínicas, hoy los resumo en un minuto. Todo aquello ha quedado por suerte en el olvido. He aceptado mi ceguera, descubriendo con suerte al mismo tiempo, que todo lo mejor me estaba esperando a la vuelta de la esquina, y cada año que pasa, me parece estar viviendo los mejores mo-mentos de mi vida.

par del mundo y de los acontecimientos que en él se siguen suce-diendo. Eso fue también, al igual que, los cambios favorables en la familia otra inyección de estimulo para enfrentar esta nueva vida donde las sombras son las que mandan hasta donde uno las deja mandar.

Aquí debo decir que el doctor Rudecindo Barragán, que aten-dió el nacimiento de mi hija y era gran amigo, no sólo mi ami-go, sino de toda mi familia, y nuestro médico; recuerdo que él siempre decía que era preferible lo malo conocido que lo bueno por conocer, nunca me cobró un solo peso, se venía de Quilmes personalmente a darme una inyección que bien podría habérme-la dado un enfermero, este amigo, me recomendó a Pascual Mon-tagna. Y bueno este profesional hizo lo que pudo, incluso realizó la última operación teniendo a su hijo como instrumentista, al que le decíamos Pascualito, que hoy es un prestigioso profesional, y junto con el Doctor Kramer. Durante todo el tiempo el doctor Montagna, hoy fallecido, me alentó y mantuvo mi estado de áni-mo bien alto. Después la operación fracasó. Se esperaba arribar a un buen resultado. Lamentablemente no fue así. De todas for-mas tengo de ellos el mejor de los recuerdos incluso una anécdota muy divertida que Pascualito Montagna recuerda todavía: un día que mi yerno José Luis, me guió como lazarillo automovilístico, dejándome conducir por una carretera por lo menos un trayec-to de dos kilómetros, para que yo recreará aunque más no fuera unos pocos minutos la pasión compartida con mi padre por los autos. Eso fue memorable, insólito, tal cual como se ve, según me han descrito, en la película “Perfume de Mujer”, con Al Paci-no. Mi yerno me iba guiando y me decía: frene que viene uno de frente, un poco más a la derecha, más despacio que cruzamos una

Page 43: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

8584

Oscar Alfredo “Aguilucho” Gálvez

No sé porque ahora me aparece el recuerdo de Oscar Alfredo Gálvez, el entrañable aguilucho, tal vez porque lo he admirado demasiado, tal vez porque hubiese querido ser como él, un cam-peón de las rutas, pero también de la vida. Un enamorado de la velocidad, pero también de la prudencia, un maniático casi de las cosas perfectas. Hoy caigo en la cuenta de que lo he imitado también a él en todo lo que pude, como modelo de persona, por su bonhomía, por su ejemplo de hombre de bien, simple y alegre. Cuando yo hacía todas estas cosas, de correr, de seguir también la huella de mi padre en sus gustos por el mundo del automo-vilismo, me había ganado el apodo de “el loco Olmelli”. Así me llamaban los hermanos Calumi, quienes tenían la ferretería La Loma en 14 y la vía. Contaba Tulio Calumi, que cuando escucha-ban que se acercaba el ruido de un motor veloz que andaría por la zona del tanque del agua, ya esperaban con cuidado el paso de este loco con alguna moto o auto. Ocurre que uno tiene la pasión por ese deporte de los fierros, porque hemos crecido sanamente entre esos fierros, y los fierros fueron en el caso de nuestra fa-milia, en gran parte nuestro sustento. Pero esto no me habilita a decir como un loco desquiciado, a nadie y sobre todo a los jóve-nes anden por aquí y por allá corriendo, que como no hay sufi-ciente desgracia hoy en día con los accidentes de tránsito, donde mueren más personas a diario que en una guerra, esto quiero que quede bien claro, admiro la velocidad, pero siempre dentro de un circuito permitido, en el autódromo, en la calle aconsejo lo que toda persona sensata aconsejaría o debiera aconsejar, cuanto más despacio mejor. Antes las rutas eran más libres y no había esta

abundancia de vehículos como hay ahora. Recuerdo que desde Ranelagh a Mar del Plata, una vez batí record y eché dos horas cuarenta y cinco minutos en llegar conduciendo un Chrysler de ocho cilindros. Pero ahora eso no se puede hacer. Como se dice en mi idioma ancestral, Piano piano, se va lontano. Despacio des-pacio, se va lejos. Así que a los chicos que por casualidad, por accidente o por error lean este libro, les digo simplemente que las vocaciones tuercas, en caso de tenerlas las guarden o las ejerzan en las pistas, donde la velocidad está permitida, no en las calles, donde transitamos todos cada día sorteando mas cantidades de diferentes peligros. Hecha esta salvedad, ahora si, quiero hablar-les de un ídolo. Oscar Alfredo Gálvez, el aguilucho, nacido en el seno de una familia porteña, casi como yo, aunque por distintas razones, dejó la escuela común por la escuela de los fierros, se plantó en cuarto grado de la primaria, y aunque lo intentó tres veces mas, no pudo con la escuela o la escuela no pudo con él, entonces de no sé qué maestros se graduó de mecánico. Es decir, lo aprendió todo del padre, porque el padre era mecánico y de los buenos, pero no le gustaba demasiado por no decir no le gustaba nada que los hijos anduvieran queriendo intentar correr en auto. Y así fueron haciendo sus primeras armas a escondidas del pa-dre, fabricaban sus propios autos, duros, rígidos, cuadrados. Muy pesados. Juntos prepararon el auto para que Oscar corriera en 1937 las mil millas argentinas, y su hermano Juan, lo acompañó, adulterando el documento claro está, porque todavía era menor de edad,

Esa carrera la vi. con mis propios ojos, que aún no me habían abandonado. En un momento se reventó un neumático trasero de la cupecita, en plena carrera, ni bien se detuvo el auto Juan bajó muy rápido a colocar el crique, y ya Oscar había sacado los

Page 44: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

8786

El Ford del aguilucho era negro y blanco, único, formaba or-gullosamente parte de la escudería de Alberto J. Armando, que fuera a su vez presidente del club Boca Juniors. Con ese auto co-rrió más de 300 carreras, ganó siete campeonatos, obtuvo noven-ta victorias en total. Oscar fue campeón en turismo carretera y en pista en los años l947 y 1948. Y Campeón de turismo carretera, en el 53, 54 y 61. Un grande, un grande de verdad.

El 6 de febrero de 1949, corrió en Palermo bajo la lluvia, pilo-teando un Alfa Romeo 3800 y se impuso en lo que fue el primer triunfo de Argentina compitiendo con los mas experimentados competidores europeos, en lo que después pasó a llamarse, y hoy es una de las máximas categorías: La Formula 1.

El año antes, 1948 había ganado también, el Gran Premio de América del Sur, carrera esta que se consideró épica por el deplo-rable estado de los caminos de esa época. La gente en ese enton-ces se volcaba multitudinariamente a las calles para saludar a su querido “aguilucho” que volvía triunfador.

En el año 1952 ganó seis veces. Para mi, Oscar fue no sólo un ídolo, un tipo muy querible, y quizás su mayor mérito haya sido esa lucha que originó desde la nada, inventándose todo, con poca plata, un bohemio inigualable del deporte automotor, una gloria que no está del todo reconocida. Cuando al autódromo de la ciudad de Buenos Aires se le impuso su nombre, yo lo acompañé y tuve la suerte de abrazarme con él. Recuerdo que me dijo: "mirá lo que son las cosas Anselmo, vos sos ciego y yo soy sordo". Claro la sordera le vino por estar todo el tiempo rodeado del ruido de los motores. Sería lindo que mucha más gente en distintas ciuda-des del país adoptaran el nombre de Oscar Alfredo Gálvez, para bautizar una placita, un jardín de infantes, un club barrial, una

tornillos, de modo que cuando Juan levantó el crique la rueda ya estaba sacada. Luego Juan le alcanza la rueda de auxilio, la colo-can inmediatamente, guardan la goma pinchada y el crique y sal-taron al auto y salieron volando. Daba la sensación de que fueran eléctricos.

y fue en esa ocasión que se perdieron de entrar segundos por que la correa del capot se les rompió, ¿y porque se les había roto?, porque no era una correa resistente, no era una correa especifica para esa función, era un simple y ajado cinturón de sus propios pantalones. Así era la epopeya automovilística de aquellos años, y ellos se especializaron en agudizar su ingenio, salían del paso con lo que tenían a mano.

En 1939 les pasó algo parecido, participaron en el gran premio Getulio Vargas, y rompieron el soporte del diferencial, lo ataron con alambre y siguieron compitiendo, pero sobre el final de la carrera tuvieron la mala suerte de volcar, de todos modos, encar-nizados como eran, enderezaron el auto y volvieron a la carga y esa vez lograron alcanzar el segundo puesto detrás del campeón Juan Manuel Fangio.

A raíz del vuelco que sufrieron en el año 1940, dejaron de usar esos gorros de lana y esos cascos de tela con visera que los pin-taban muy simpáticos, pero no eran seguros y comenzaron a usar casco, Oscar había conseguido no se sabe de dónde un cas-co de paracaidista y Juan también se procuró uno de esos cas-cos que usaban los soldados en la guerra. Todos esos toques los hacen folklóricos, personajes únicos, pasionales, irrepetibles. Y por supuesto el ingenio les sobraba para inventar nuevas piezas, ingeniosas soluciones. Juan menor que Oscar, era silencioso, in-trovertido. Y Oscar era todo lo contrario, bullicioso, divertido, alegre.

Page 45: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

8988

calle. Sería una forma de tenerlo más presente a ese fenómeno de deportista y persona, ejemplo de lucha y de humildad.

En esa charla que tuve con él en aquella ocasión, Oscar se acor-daba de mi primo Lincoln Ricci, ya fallecido, con quien se ha-bía cruzado en las rutas muchas veces, dado que mi primo supo despuntar el vicio de ser acompañante de varios corredores y preparaba coches de carrera. Cuando le escuché mencionar al aguilucho el nombre de Lincoln, desfilaron por mi mente todos los recuerdos, los momentos vividos, nuestros sueños, nuestra aventura de vivir.

Nosotros, en ese taller mecánico que tenía mi padre, hemos re-inventado el mundo, y aprendimos mecánica. Con mis primos, los hijos de mi tío Güerino Ricci, Lincoln Armando y Luis En-rique, vivimos momentos de pasión automovilística. Mi tía, la mamá de estos chicos, Julia, la que me había traído de Italia, se murió cuando Lincoln tenía 9 años, le llevaba cuatro años a Lui-sito. Entonces mis padres se hicieron cargo de la crianza de mis primos. Así que ellos eran como mis hermanos. Luisito de 5 años se quedó a vivir con nosotros. Y Lincoln, por sugerencia de mi madre siguió viviendo con el padre, para que el padre no quedara solo. Igualmente mi tío Güerino vivía muy cerca, su casa daba al fondo con la nuestra. O sea Luisito se quedaba a dormir con nosotros y Lincoln se iba a dormir con el padre, pero después pasábamos todo el resto del día juntos los tres.

Una vuelta recuerdo que apareció un muchacho llamado Her-menegildo Cogoma, que venía de hacer un auxilio, y se puso a conversar conmigo, para cambiar algunas impresiones. Era un muchacho que sabía bastante de mecánica y aunque trabajaba en otro lugar en Villa Elisa, terminó mas tarde dejando ese otro taller y se sumó a nosotros. Con Hermenegildo Cogoma hicimos

una profunda amistad, competíamos sanamente en probar quien resolvía más rápido y bien los casos que se iban presentando en el taller, lo que se llama mecánica ligera. Si él lo atendía lo hacía solo y yo lo miraba, y si lo atendía yo, él era el que observaba. Y así aprendíamos el uno del otro, y encontramos un método más entretenido de practicar la mecánica, y allí también estaban mis dos primos participando como testigos de nuestras tareas y también haciendo sus primeras armas entre los fierros. Tanto es así que cuando este muchacho se independizó de nosotros, puso un taller por su cuenta, porque andaba muy bien y había crecido enormemente en el rubro, se llevó con él a mis dos primos para que lo ayudaran.

No sé si eran épocas de mucho crecimiento, pero nosotros lo vivíamos así con gran entusiasmo. Al final también Lincoln tuvo su propio taller, y Luisito lo acompañó. Allí hicieron sus primeras armas con los karting y luego, Luisito se dedicó a aquellas exito-sas cafeteras, marca Ford, que corrían en el circuito de Estancia Chica en La Plata que en esa época eran todo un atractivo. Con el tiempo también él intervino en las competencias, ganó mu-chas carreras e incluso un año salió campeón. Después corrió en Turismo carretera con un torino, y llegó a lograr importantes cla-sificaciones, incluso quedó integrando el grupo de los primeros corredores que se destacaron superando los doscientos Km. por hora.

Lincoln fue acompañante de algunos corredores de turismo carretera que por aquel entonces se corría en rutas abiertas, cu-briendo grandes distancias y eran carreras programadas en varias etapas.

Page 46: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

9190

Debe haber otros ojos que no están

a la vista

Y volviendo a la propuesta de mi señora, de invitarme al cine estando ciego, que en su momento me sonó disparatadísima, ese convite. Resulta que un día la acompañé, en Mar del Plata, a ver la película de Ghandi, y a pesar de estar en inglés, siendo que yo de ese idioma no entiendo nada de nada, y a pesar de no haber inte-rrumpido un sólo instante la atención de mi señora, para que me diera ningún detalle de lo que pasaba en la pantalla, y a pesar de, que por supuesto nadie me la contara. No sé, no podría explicar, con los gestos del publico, con todas las sensaciones que percibía de ellos, la entendí perfectamente. Después estando en casa, le narré la película a mi señora, que se quedó por supuesto más que asombrada y después se las narré a varios amigos durante mu-chos años. Nadie puede creerme y hay quienes bromean que en un descuido de mi esposa me escapé al baño y el acomodador que como siempre ocurre la había visto infinitas veces, me hizo una síntesis como para que yo me defendiera contándola mas tarde.

Ahí comprendí o seguí comprendiendo que lo primero que tie-ne que hacer uno para andar bien, es aprender a reírse de si mis-mo, cuando una persona adquiere ese dominio de poder reírse de sí mismo nada hay o habrá en el mundo que lo pueda doblegar.

Es muy difícil hacerle entender a una persona que no es ciega, que muchas percepciones aparecen mucho más agudizadas a raíz precisamente de la pérdida del sentido de la vista. Pero si alguien no me lo cree o lo toma a la chacota, lo hago pasar por el filtro del humor que todo lo cura y todo lo puede, porque a mi me basta

Lincoln murió. Luis siguió preparando coches de carrera y en la actualidad continúa al frente de ese taller solamente preparan-do autos de carrera.

Lincoln dejó dos hijas, Julia y Leonor. Y Luisito por su parte tiene dos hijas Claudia y Silvana. Claudia tiene un hijo que se llama Mateo y Silvana tiene tres hijas mujeres Florencia, Sofía y Milagros.

Yo lo conocí a Gálvez mucho antes de que lo conocieran mis primos, porque ellos eran más chicos que yo y lo conocieron a su vez por su lado.

Y volviendo a mi encuentro con el aguilucho, recuerdo que a Lincoln, por lo que él me contaba lo ayudaba mucho, porque Oscar Gálvez era así, una persona amable, buena, solidaria y si alguien necesitaba algo en plena carrera, aunque estuviera com-pitiendo con él en ese momento él se lo daba. Oscar te daba el corazón si se lo pedías. En esa oportunidad el aguilucho, también se acordó de su hermano Juan, que según decía, el fatal accidente que se cobrara su vida en Olavarría, había sido por negarse a usar el cinturón de seguridad.

Page 47: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

9392

con sentir lo que he sentido y lo que he experimentado desde mi ceguera y no necesito convencer a nadie de su veracidad, como no debemos los hombres que no somos curas o practicamos cualquier religión desde la imposición de un uniforme, querer convencer a nadie de la existencia de Dios, ese tema es tema de quienes eligieron ese camino. Para las personas que no me creen lo de Ghandi, les digo que además, las películas que me resultan más aburridas son las de Chaplin y Marcel Marceau, y ahí siento que me miran más asombrados que nunca.

Aprender el camino

Hoy en día los ciegos a diferencia de los tiempos en que vivió Louis Braille, contamos con muchos otros recursos, como ser las grabaciones que podemos escuchar. Libros leídos por la “madre Diosa” de estos tiempos modernos que es la computadora. Pero, si nos ponemos a pensar cuando Braille inventó su sistema de lectura, no existía la radio, ni la televisión, ni el cine. Y que un ciego pudiera leer gracias a su método, habrá sido seguramente un suceso extraordinario, algo impagable.

Lentamente siguiendo los pasos de adaptación fui a la oficina, trabajé con todas las dificultades que no son pocas, pero siempre tratando de tener el espíritu bien alto.

Un día mi esposa recibe en la revista Selecciones un boceto con algunos ejercicios para aprender Braille. Una cosa muy simple. Entonces con mucha paciencia trataron de convencerme para que me interesara en el tema. Esta noticia sumada al hecho que un día apareció por casa un estudiante de medicina amigo, quien hoy es a la sazón, el doctor Juan Carlos Stochetti, ofreciéndose de llevar-me a una escuela para ciegos que hay en La Plata, aprovechando que le quedaba de paso, ya que él tenía que concurrir diariamente a la Facultad de medicina, y entonces viendo que yo ya estaba en el tema con este folleto de Selecciones, me dio las indicaciones correspondientes y me encargó que hiciera un ejercicio para el otro día: descifrar las tres primeras letras del abecedario. Resulta que al día siguiente cuando vino a verme yo ya había aprendido y podía leer todo el abecedario en Braille.

Por ese entonces también viajé a Buenos Aires, porque anun-ciaban una exposición del sistema Braille. Llegué al lugar, el stand estaba vacío. Luego de un momento una persona medio ciega ve-

Page 48: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

9594

porque no puedo caminar. El hombre que estaba a su lado dijo enseguida: - A mí me pasa exactamente igual, estoy invitado a esa fiesta y no puedo asistir, porque soy ciego y no veo el camino. Otro hombre que los estaba escuchando, se acercó e intervino:

Porque no aprovechan las cosas que sirven de ustedes. En vez de lamentarse de que uno es rengo y el otro ciego, porque no ha-cen lo siguiente: “UD. que es ciego y tiene bien sus piernas, puede llevar a este hombre sobre sus espaldas, y este hombre que no puede caminar, pero que sin embargo puede ver perfectamente el camino, lo irá guiando. De esta manera ambos discapacitados pu-dieron llegar al banquete al que estaban invitados. Pero mientras iban por el camino, se detuvieron a descansar en otra posada, y le comentaron, a su vez, a otros dos hombres en qué aventura anda-ban embarcados. Los otros dos hombres estaban desconsolados, porque también habían sido invitados a esa importantísima fiesta y no podían ir porque uno era mudo el otro sordo.

Claro, lo que ocurrió fue que el mudo escuchó perfectamente lo que el rengo y el ciego le comentaron, pero no pudo transmitírse-lo a su compañero que era sordo. El sordo a su vez pudiendo ha-blar, nada tenía para decir. El sordo y el mudo no pudieron llegar al banquete porque no hubo una tercera persona que les explicara cuál era la dificultad, y mucho menos la manera de resolverla.

Para un ciego existen el bastón blanco o el perro lazarillo, para un rengo las muletas, también un bastón o la silla de ruedas. Pue-den mantener su independencia. En cambio un mudo o un sordo, necesitan más intermediación. La palabra que no puede salir de labios de una persona como la palabra que no puede entrar en los oídos de otra, anula la comunicación y vuelve a quienes padecen esas discapacidades, mucho menos independientes.

nía guiando a un ciego que se instaló en medio del stand y empe-zó a escribir en la máquina especial.

Enseguida un montón de gente se acercó a observar lo que esta persona hacía, y ahí también me decidí a conversar con él.

Me presenté y le dije que yo también era ciego y le explique mi situación. Que ya tenía las nociones básicas del aprendizaje, pero que ahora necesitaba material de lectura.

Entonces este hombre le ordena a una secretaria que le alcanza-ran un libro impreso en el sistema Braille,

El libro era Chispita, para primer grado.Me hizo leer las primeras palabras y quedó asombrado de los

adelantos que había alcanzado en tan poco tiempo. En ese momento creo que comprendí íntimamente, que nadie

puede hacer las cosas por uno. Las cosas tenemos que hacerlas, padecerlas, sufrirlas primero, para después disfrutarlas. Hay unos versos por ahí escondidos entre las Hojas de Hierba de Walt Whitman, que dicen como un dulce reto: “Nadie, ni yo ni nadie puede andar este camino por ti. Tu mismo has de recorrerlo. No está lejos, está a tu alcance”

Y con respecto a las discapacidades todas seguramente son una carga muy fea de sobrellevar, pero a raíz de un cuento que con-taban los derviches, deduje un día al escucharlo, que las dos dis-capacidades peores son la sordera y la mudez. Hay que tener en cuenta que estos cuentos son muy antiguos. Se contaban en épo-cas en que no existían los libros, en épocas tan primitivas en las que no se utilizaba aún la escritura. Este cuento nos narra sabia-mente que un rengo entró un día en una posada, y se sentó junto a un hombre que se encontraba en ese lugar. Sin conocer junto a quien se había sentado, el rengo, dijo en tono confesional: No po-dré llegar a una fiesta importante a la que me han invitado, y todo

Page 49: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

9796

bodas madrileño. Para eso debo remontarme a las épocas de es-plendor de mi familia, cuando mi padre ya se había independiza-do, el taller marchaba muy bien, así que el no volvió a La Martona. Después en el transcurso de algunos años ya tenía dos estaciones de servicio, vendía camiones de la marca International, porque una agencia de Temperley Vieytes, Vázquez y Rodríguez, le pro-puso abrir en Ranelagh una sub. agencia, de esa firma .

Mi padre, algunos camiones vendió, y después tuvo la repre-sentación de esa marca y ahí fue que le vendió muchos camiones, varios de estos a La Martona porque quedó en muy buenas rela-ciones con todos ellos.

Entonces pudo construir una casa de dos pisos, con salón de ventas abajo y arriba la vivienda particular. Y así fuimos tirando hacia delante. Esa casa comercial fue inaugurada con gran pom-pa. Hubo un desfile de camiones de los que había vendido mi padre, y con la gente que vino se hizo una fiesta muy importante. Y yo era ya un hombre de pantalones largos y comenzaba a fre-cuentar los bailes.

Allí fue que conocí a mi actual esposa Argentina Emma Vitto-ri, en ese orden le pusieron los nombres para evitar que queda-ra como una dama exagerada, porque de ser Emma Argentina quedaría como una agrandada que quiere ser más argentina que ninguna.

Desde que el mundo es mundo existe la unión de los sexos opuestos. Un hombre y una mujer se complementan, se unen para asegurar que la especie humana siga existiendo sobre la tie-rra, cuando celebramos nuestros años de boda, allá en Madrid, me puse a pensar en tantas cosas al propio tiempo que me entre-gaba con mucho placer a disfrutar las sensaciones de tan signifi-cativo momento.

El regreso

El viaje de regreso a Italia, después de 74 años de ausencia lo hice, en julio del 2001, acompañado por mi señora y dos de mis nietos Santiago y Pablo, vía Madrid. El contingente de viajeros se dividió en dos. Primero viajó el grueso de la tropa, y después fuimos nosotros. Esto fue así porque tuvimos que esperar una se-mana a Pablo, mi nieto más chico para que entrara en vacaciones de invierno.

El esposo de mi hija Mirta, José Luis, es de origen vasco, de apellido Insiarte, y él, quería de paso, tomar contacto con sus ancestros del Guipúzcoa, y viajó un poco antes hacia allí con la otra parte de la familia. Cuando llegamos a Madrid nos reunimos todos. Fuimos todos los integrantes de mi familia argentina, Mi señora, Argentina Emma Vittori de Olmelli, mi hija Mirta y su esposo José Luis con su hermana Elsa y tres de mis cuatro nietos: Santiago, Ana y Pablo, menos mi nieto mayor que tenía miedo al avión y además después agregó a ese miedo original, la nada infundada razón, de que si en el supuesto caso de un imponde-rable, por un accidente o lo que fuere, moría todo el contingen-te de la familia, ¿quién iba a quedar para continuar procreando, llevando adelante los apellidos y la historia de los abuelos?. El se anotó en esa heroica misión de preservar la continuidad de la sangre y prefirió quedarse aquí. Es una ingeniosa excusa que a mí, como abuelo me llena de orgullo y de emoción.

Una de las cosas que se previeron en este viaje fue el aniversario de casados, que lo celebramos en Madrid.

Mi esposa es argentina, descendiente de italianos y es hora que hable de ella aprovechando el recuerdo de nuestro aniversario de

Page 50: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

9998

En esa época, al menos en mi caso y creo que en la mayoría de los casos porque esas eran las costumbres o las reglas del juego, los hijos éramos muy respetuosos de lo que nos decían o acon-sejaban nuestros padres, nuestra familia. Por ejemplo, todo el tiempo que estuve de novio, jamás me quedé a comer en la casa de los padres de mi novia. Teníamos en ese sentido, un régimen estipulado de visitas. En nuestro caso, lo recuerdo muy bien, eran dos veces por semana, los días eran los jueves y los sábados, y un domingo por medio. Se hacía muy difícil que nos viéramos fuera de esos momentos. A veces pasaba con mi moto por la casa de mi novia, creo que lo hacía más que nada para que ella supiera que era yo. Pero hay que ver lo que son las cosas, como eso no estaba permitido porque era quebrar las reglas de visita, prácticamente no la esperaba a que se asomara para verme. Cuando ella salía a la vereda porque había escuchado el ruido del motor de mi moto ya no me encontraba.

Pero los momentos que pasábamos juntos eran muy divertidos, casi siempre íbamos a los bailes, esos bailes que se hacían con las orquestas en vivo, eran muy lindos, hemos bailado junto a Fran-cisco Canaro, Feliciano Brunelli, Donato Raciatti Darienzo, Biag-gi, Lorenzo Barbero, Alberto Castillo, Varela y hasta una orquesta japonesa con su cancionista Ranko Fugisava y tantos otros. Y los que recuerdo muy especialmente son los bailes de verano, esos que se hacían al aire libre en el club de paleta de Ranelagh, porque la pista de baile no tenía techo. Esos bailes a cielo abierto eran lo más maravilloso que había. En esos bailes conocimos a mucha gente, entre ellos a Roberto Devincenzo y su novia que es su ac-tual esposa Delia Cástex.

Siempre nos gustó el baile a mi esposa y a mi, después como es lógico cuando quedé ciego estuve mucho tiempo sin ir a bailar.

El matrimonio como institución señala sin lugar a dudas el es-tado de civilización de los pueblos. Entonces yo pensaba para mí, cuanto tiempo habrá pasado para que esto ocurra, porque como todos sabemos en la edad de piedra el macho dominante elegía a la hembra que más le gustaba en ese momento, le daba un garro-tazo en la nuca y se la llevaba al hombro a su caverna o cueva... un garrotazo y a otra cosa mariposa, y después no existían reglas ni códigos ni nada que asentara una filiación, una pertenencia, de quién eran los hijos no importaba. Entonces yo pensaba en ese momento que si todo hubiese seguido como en esos tiempos, el mundo hoy en día sería muchísimo más caótico. Entonces recor-dé que a Ñata no tuve que pegarle un garrotazo en la nuca como se estilaba en ese entonces. Es bueno que ahora cuente como fue-ron realmente las cosas

En aquellos tiempos se tenía un celo extremo a que en las reu-niones sociales se anduviera coqueteando demasiado. Se bailaba entre primos o entre amigos. Las madres o toda la familia acom-pañaban a las niñas en edad de ponerse de novio, para vigilar bien de cerca sus pasos. No era nada fácil trasponer esas barreras, y en general los jóvenes acataban las leyes del juego. Y así fue que en uno de esos bailes, el primo de Argentina, Pedro estaba bailando con una chica y yo escuché que ella le dijo: quiero bailar y enton-ces me animé a invitarla a bailar. Le dije simplemente: ¿Porque no bailas conmigo?. Y ahí empezó esta larga y grata senda de estar juntos. Claro enseguida que notaron que no estaba bailando con su primo, le hicieron saber a la hermana mayor, que como mi esposa no tenía a la mamá, su hermana mayor ocupaba el lugar de la madre. Pero la hermana mayor salió del paso, aclarando que conmigo podía bailar porque yo era una persona seria. Y como sería de serio, que acá estamos.

Page 51: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

101100

fui un buen bailarín. Un día, en uno de esos primeros bailes de mi juventud, le preguntaron a mi padre si conocía a ese chico que bailaba tan bien, mi padre viéndome bien de cerca que era yo, le dijo a esta persona: “ no, no lo conozco”. Después esta persona le preguntaba a otro si me conocían y el otro le respondía, si, ese es el hijo de Domingo Olmelli. Así era mi padre, lo hacía de gracioso que era o para que yo no me la creyera tanto, porque capaz que si me alentaba un poco hubiese terminado bailando en el Colón.

Al poco de ponernos de novio, mi padre como para celebrar nuestro noviazgo inauguró otra estación de servicio en el cruce de Florencio Varela, que se llamo “ Faro de los Caminantes”, y el dibujo tanto de esta estación de la villa, donde está el edificio de dos pisos, como la del cruce, eran planos que había hecho el arquitecto Alejandro Bustillo, el mismo que hiciera el edificio del Hotel Provincial, donde funciona el casino de Mar del Pla-ta, el banco Nación y un sin fin de otras obras de envergadura . Entonces en la fiesta de inauguración estuvo el arquitecto con la señora. Y cuando me casé, que fui de viaje de bodas a Bariloche, fui a visitar a un amigo en la península de San Pedro, Armando de Angelis, que estaba encargado de un loteo que había hecho el ar-quitecto. Y mientras mi flamante esposa se puso a jugar con unos chicos, Armando me dice: - ¿por qué no comprás este terreno?

A mi me parecía imposible. Y entonces Armando, habló con Bustillo para que me diera algunas facilidades y Bustillo me dijo: “el terreno es tuyo, me lo pagas como puedas y te lo voy descon-tando con la plata de la nafta que te compro”. Claro porque no-sotros le vendíamos la nafta que usaba en las tareas del campo, en una estancia que tenía, por acá por la zona de Plátanos, que se llamaba “Las Hormigas” y que además le llegamos a vender

Pero después de un tiempo volví con renovadas fuerzas, y en es-tos días estoy en mi máximo rendimiento como bailarín puesto que como dije al principio bailo con muchas chicas cada vez que voy a un baile, es que me tengo que poner al día por el mucho tiempo que estuve retirado de las pistas. Hay una cosa que mi señora siempre me reprocha, y es que antes de ponernos de novio, en esos días en que andábamos medio entreverados, ocurrió que en una oportunidad hubo una pequeña confusión, porque yo ha-bía entendido que a ella otra persona la había sacado a bailar y yo estaba cruzando la pista hacia el lugar donde ella estaba porque deseaba invitar a bailar a una muchacha rubia que estaba sentada cerca de donde estaba Ñata. Ñata se paró pensando en que yo la sacaría a bailar. Y cuando salgo a bailar con esa otra chica, ella se quedó desorientada y de pie porque pensó que yo iba a bailar con ella. Qué papelón! Así que ese derrape es hasta el día de hoy que no me lo perdona.

Esos códigos había antes en los bailes, si un muchacho invitaba a bailar a una chica, que generalmente, se hacía acercándose al asiento, y la chica se excusaba, después esa chica no podía aceptar otro convite porque se la consideraba en falta, si se había negado a bailar con uno, no podía aceptar bailar con otro porque eso estaba mal visto, aunque fuese después el mismísimo novio el que la invitara a bailar nuevamente. Si la chica por ahí faltaba a esa norma, quien la había venido a sacar a bailar primero, por ahí se exaltaba y se lo reprochaba con todo derecho. Así eran las cosas.

El baile siempre me gustó, recuerdo que en mi más tierna in-fancia, allá en Italia en Mercatino Conca, mi tía Natalina cuando apenas tenía cinco años me paraba sobre la mesa y me enseñaba a bailar la tarantela. A ella, a mi tía Natalina le debo este hermoso contagio, esta hermosa gimnasia de “mover los huesos”. Siempre

Page 52: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

103102

Anselmo dos

Un radioaficionado con el cual nos conocíamos sólo a través del éter, el señor Pedro Colman, no me venía a conocer y a mi me extrañaba mucho porque en varias oportunidades lo había invi-tado a mi casa. Al cabo de un tiempo prolongado, se apareció un día a saludarme y me confesó que tenía una especie de temor en venir a verme porque en una oportunidad había leído en el libro de Ernesto Sábato, Sobre Héroes y Tumbas, un extenso capítulo titulado: “informe sobre ciegos”, donde el escritor en su fantasía de manera impiadosa mete a todos los ciegos en una misma bol-sa, y habla de ellos como de una secta corporativa que conspira contra la humanidad. Bueno, el talento de Sábato es innegable, y se ha servido de esa metáfora donde pagan el pato los ciegos, para hablar de la paranoia que su personaje tiene y todo dentro de una novela, o sea de una fantasía, que puede tener ribetes realistas, pero que es lisa y llanamente una fantasía. Ahora, yo no sé como alguien puede sugestionarse hasta tal punto, de desconocer los límites entre lo falso y lo verdadero. Felicito a Sábato por lograr con su trabajo semejantes niveles de sugestión, y le perdono que por culpa de su talento literario, mi amigo haya estado buen tiem-po sin verme, pero cabe hacer aquí una reflexión, que va mas allá de lo risueño y anecdótico de este episodio, ¿como puede la gente en general, opinar, conjeturar con tanta liviandad?,¿ cómo se pue-de generalizar tan groseramente, diciendo los ciegos, los sordos, los negros, los borrachos? . Cuando la variedad en cada uno y en todos los casos, nunca nos va a permitir por suerte, encontrar un ciego igual a otro, un sordo igual a otro, un borracho igual a otro, un judío igual a otro.

tractores y camiones de la firma International. Así que bueno me quedé con ese terreno de Bariloche en la península San Pedro, y fuimos a vivir a la casa de mis padres y estuvimos con ellos hasta que fallecieron. Aquí debo destacar y reconocer que hubo entre todos nosotros una convivencia muy bien correspondida. Mis pa-dres aceptaron perfectamente a mi esposa y mi esposa también del mismo modo los aceptó y estuvo siempre en las horas felices y también en las horas difíciles. Nos casamos, por civil el 10 de ju-lio de 1947 y por iglesia el 14 del mismo mes y del mismo año. Los padrinos de casamiento fueron José Vittori, mi suegro e Isabel Crosta de Ibarra, y los testigos del civil fueron Alberto Rossi y mi tio Güerino Ricci. El padre de mi señora tuvo que dar autoriza-ción a su hija porque era menor, tenía 19 años, yo le llevo 6 años. Y después de un pequeño almuerzo, para los familiares y algunos amigos, que hicimos en la casa de mis suegros, nos fuimos de viaje de bodas a Bariloche a un hotel del lago Nahuel Huapi. Un mes de luna de miel.

Una cosa que me ocurrió es que al subir al tren, viajé afiebrado hasta la localidad de Carmen de Patagones, el ultimo pueblo de la provincia de Buenos Aires. Al bajar en ese lugar dejé de estar engripado, me curé automáticamente. Y pude hacer el resto del viaje y toda la estadía sin un solo estornudo y sin una sola línea de fiebre, andando entre la nieve y el frío. Al regresar, en el mis-mo lugar, Carmen de Patagones volví a engriparme, fue como si ese sitio hubiese jugado conmigo de tomarme primero prestada la enfermedad y devolviéndomela a mi regreso como haciéndo-me entender que no le había gustado mi gripe. Algo insólito. Al regresar a casa estuve una semana con la gripe. Carmen de Pata-gones fue para mi como ese dicho de santa rita, lo que se da no se quita, pero al revés, porque lo que me quitó me lo volvió a dar.

Page 53: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

105104

que no estarían de acuerdo con la masacre de gente, ni con los campos de concentración, ni con la persecución antisemita. Sin embargo pagaron caro las consecuencias. Pero su obra debe verse separada de su pensamiento ideológico, y entre ellos está el caso de un ciego que tuvo todo el apoyo del franquismo en España, y ese hombre vivió de punta a punta el siglo XX, se trata de Joa-quín Rodrigo, el autor de esa maravillosa composición que es el concierto de Aranjuez. Digo todo esto porque con todo el dolor que me ha provocado el fascismo, con todo lo que se sabe, de los estragos que hizo a la humanidad, con daños insalvables, es muy triste además que condenemos o paguemos con la misma mone-da a los artistas que por ahí sin demasiado conocimiento avalaron con su opinión un régimen nefasto e indefendible.

Estos son los grandes enigmas de la historia, las grandes contra-dicciones de la humanidad, que no están en el propósito de este modesto libro develar, pero que tampoco puedo dejar de plan-tearlas, porque son parte de mi memoria y también parte de la preocupación por este mundo que como dicen tomamos presta-do a los que están llegando después, a los que después de nosotros vienen a habitarlo, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, nuestros nietos y los nietos de nuestros nietos.

En la historia del arte y las letras ha habido ciegos famosos, como por ejemplo Edipo, en las tragedias griegas. Sófocles ha recogido esa figura enigmática, legendaria, de aquel hombre lla-mado Edipo, por la forma de sus pies, condenado por los hados a matar a su propio padre y casarse con su propia madre. Él mis-mo se mutila los ojos, atormentado por su destino y ciego rueda por el mundo. Polifemo es también otro personaje mitológico, un gigante ciclópeo al que Ulises, le cegó su único ojo después de ha-berlo emborrachado. Otro relato que también es espeluznante, es

Es asombroso, como la gente adhiere sin pensar a cualquier tipo de mito, chimento o difamación que escucha al pasar, ¿cómo puede ser que con tanta facilidad todo el mundo hable de fútbol, de política o de lo que fuere como si fuesen profundos estudiosos que se hubieren dedicado toda su vida al estudio del fútbol, de la política, o de lo que sea que estén hablando con tanta solvencia y aparente sabiduría?. A mí me parece que el sentido común, aun-que se diga que es el menos común de los sentidos, indica que: hay ciegos buenos y malos, sordos buenos y malos, o católicos buenos y malos, como sea su naturaleza. Y en términos generales pasa lo mismo con muchas cosas así, se habla de los norteame-ricanos como si fuesen hormigas, los meten a todos en la misma bolsa: los yanquis, capitalistas. ¡Que culpa tiene la gente de sus gobernantes o del destino que dan a sus naciones quienes gobier-nan?. A mí me pasó también con los italianos.

Mucha gente en general se deja llevar por una opinión colec-tiva, que se instala en la sociedad como se instalan las modas, las cosas que se nos venden. No sólo Sábato pone en su novela a un ciego como el malo de la película, también Humberto Eco lo hizo en una de sus obras consagratorias: “En Nombre de la Rosa”, donde un siniestro bibliotecario es ciego. Pero no por eso vamos a hacer un juicio en nombre de todos los ciegos a Sábato o a Eco, y creo que si tuvieran oportunidad de leer estas palabras que estoy escribiendo ambos se matarían de risa.

Grandes artistas de todas las disciplinas adhirieron al régimen fascista y al nazismo, entre esos grandes nombres podemos men-cionar dos ejemplos como el escritor y dramaturgo Bernad Shaw y el poeta Ezra Pound. Eso no los convierte en asesinos. Creyeron en una propuesta nacionalista, que en un principio no apuntaba a hacer el desastre que después hizo. Estos artistas seguramente

Page 54: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

107106

¡Como no nos van a enternecer esos animales, tan compañeros y amigos incondicionales del hombre!

Yo tuve, como ya dije, mi perro lazarillo, era una perra, se lla-maba Diana, de raza ovejera alemán, hija de una campeona muy linda, conservo algunas fotos de ella por ahí. Antes que yo tuvie-ra esta perra que me la asignaron en la fundación del ciego en Buenos Aires, habían intentado dársela a otra persona, un señor ciego que no pudo entenderse con ella, no la pudo manejar. Por-que claro hay que adaptarse al animal y el animal tiene que adap-tarse a la persona. Tarea nada sencilla. Eso lleva cierto periodo de tiempo de aprendizaje, donde el instructor comienza él mismo en el rol del perro, se coloca el arnés, y le va indicando a la persona ciega como tiene que actuar con el animal.

En su oficio los instructores tienen lo suyo. En una parte del curso, como para probar que lo que enseñan sirve y que los ani-males están muy bien adiestrados y que son eficaces, gracias a su formación disciplinaria, un instructor me gastó una broma realizando una prueba de rigor, una prueba de fuego. En unas vías del ferrocarril, me dijo, vos quedate de este lado que yo me cruzo enfrente y cuando te diga, vos decile a la perra: “Adelante”... y arrancá. Entonces, cuando le dije adelante, venía el tren y lo sentí pasar delante mío con todo ese estruendo, ese ruido teme-rario que produce la locomotora y tocando pito, tanto que sentí el viento en todo el cuerpo, como si hubiese pasado a milésimas de centímetro.Pero la perra no avanzó por suerte Yo además de ate-rrorizarme me enojé, y le dije “que me hiciste?”. Claro, había dado la orden del lado de enfrente, pero antes que el tren pasara se cru-zó, sin que yo me diera cuenta y estaba detrás mío, por si la perra hubiera fallado con esa extraña orden y hubiese cruzado que era lo mismo que decir se hubiese puesto debajo de las ruedas del

el de aquel perro ciego que tenía el mismo Ulises, protagonista de la Odisea. Cuando su dueño estuvo de regreso al cabo de largos viajes, peripecias y aventuras, su perro ciego lo reconoció y corrió inmediatamente a su lado a darle su demostración de afecto. Este relato es muy citado para demostrar la tan cierta fidelidad de los perros a sus dueños. Y eso me consta porque a mi también me toco tener mi perro guía, mi perro lazarillo.

Los perros merecerían, no sólo un capitulo aparte, sino todo un libro sobre ellos, desde el perro balto en Canadá. Hasta el perrito Fernando en Resistencia, Chaco, por nombrar sólo dos ejemplos al azar. Balto fue el perrito que realizó, en enero del año 1925,esa proeza de recorrerse más de mil kilómetros, con un medicamen-to colgado a su cuello, un suero salvador, hacia la población de Nome en Canadá, aislada en medio de la nieve.

Gracias a la hazaña de este perrito, la población de ese lugar se salvó de una epidemia de difteria. Y lo más cruel y a la vez heroico de esta anécdota es que el perro cayó muerto a los pocos minutos de haber cumplido con su gloriosa tarea.

El perro Fernando en la localidad de Resistencia, Chaco, tiene por los menos tres esculturas levantadas en su nombre, y está en-terrado en el fogón de los arrieros. En su funeral estuvo presente toda la ciudad. Era un perrito muy simpático, que desayunaba con el gerente del banco, almorzaba con un diputado, y asistía a los conciertos de música que tenían lugar en el teatro principal. Vivía además en una pensión con un músico que era su principal amigo, aunque todo o casi todo el pueblo lo quería, menos el due-ño de una perrita bacana del centro, que se opuso al romance de ambos y un día lo hirió de muerte a Fernando. Pero el veterinario lo salvó y siguió andando. Después el perro murió de otra cosa.

Page 55: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

109108

censo a los colectivos procedía también correctamente. El colec-tivo paraba, ella recibía mi indicación.: Diana Arriba, y subía y se colocaba detrás del asiento del conductor, para no molestar a los pasajeros que seguían subiendo al vehículo. ¡No, si era una maravilla como estaba enseñada!. Pero además no era sólo que reconocía los cambios de semáforos, estar frente a una escalera, o el sortear cualquier tipo de obstáculos. Percibía todas las cosas que estuvieran fuera de lugar, todo lo que su instinto le indicaba la presencia de algún peligro. Un día me pasó que, cruzando un paso a nivel, le ordenaba, avanzar, y le insistía: Diana adelante, adelante. Pero ella permaneció quieta, inmóvil... y ¿que había pa-sado?. Ella estaba atenta y estaba viendo que se acercaba un tren silenciosamente, que yo además de no ver, obviamente, no lo oía. O sea que su instinto de conservación y su nivel de instrucción estaban muy desarrollados, diría óptimos, realmente asombro-sos. Y todas estas cosas conllevan claro está, a un vínculo afectivo muy fuerte.

Sin duda son muchos los ejemplos de testimonios conmovedo-res de perros con sus dueños, también está el caso anecdótico de Mozart, que dicen que a su entierro no fue nadie, ninguna perso-na, solamente su perro iba en el cortejo fúnebre, y este perrito en el colmo de lo conmovedor, no sólo asistió al entierro de su amo, sino que se quedó montando guardia en la tumba, esperando que su dueño, saliera algún día, y allí esperó y esperó hasta que se murió.

Nosotros tuvimos un caso con un perro que intercambiamos por otro. La cosa fue así. Nuestro perro, un ovejero alemán que nos habían regalado recién nacido, era muy bueno, lo queríamos mucho, pero también nos mortificaba mucho porque el animal era muy asustadizo, y todo ruido lo ponía muy mal, desde un

tren. Fue algo escalofriante. El instructor después me tranquilizó, había estado a muy corta distancia detrás de mí, con los brazos preparados para sujetarme en caso de que la perra se confundiera con la orden y se arrojara bajo las ruedas del tren. Fue aquella una prueba realmente peligrosa, pero evidentemente necesaria.

Y es increíble la cantidad y variedad de detalles en los que se puede adiestrar a un perro de estos. Por ejemplo, el perro va guiando al ciego y de pronto, sin saber qué pasa se detiene.... y eso es algo extraordinario, el perro se detuvo porque encontró una piedra, un pozo o un objeto que obstaculiza el camino, y el ciego tiene que verificar cuál es el problema, con el pie, al tac-to, con cuidado... porque el perro está indicándole a la persona algún peligro. Y entonces cuando uno salva el inconveniente le ordena: Adelante... y entonces el perro continúa con su noble ta-rea de seguir guiando a su dueño. Bueno esa relación tiene que ser una simbiosis perfecta, funcionan juntas la persona ciega y el perro, o el perro y la persona ciega. Y en ese sentido Diana era algo increíble, porque yo le daba distintas ordenes: “Diana, Atención, Arriba”, y ella observaba que algún toldo, cartel o cable no estuviera impidiendo mi paso. Igual para cruzar la calle, hasta que no se detenían los automóviles, la perra no avanzaba. Cuando los vehículos se detenían ella caminaba ligerito hasta la vereda de enfrente, deteniéndose al borde del cordón para que yo no trope-zara. En la entrada del subte también, procedía como una reina vial. Escuchaba mi pedido: Diana, escalera, escalera Diana, y me conducía automáticamente al comienzo de los peldaños del lado derecho donde yo no tenía más que extender un poquito el brazo y tocaba el pasamanos. Luego iniciaba el descenso, y se paraba en el último escalón. No descendía el último escalón, se detenía justo ahí, para indicarte que ahí finalizaba la escalera. Con el as-

Page 56: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

111110

que una vez, al menos, no sólo lo salvamos de la muerte sino que de lobo feroz lo convertimos en oveja inofensiva.

Otra vez compré una perra bóxer, porque me gustan mucho los perros y dentro de los perros el perro bóxer. Incluso durante un tiempo me dediqué a la cría de estos perros. Pero tuve mala suerte con ese emprendimiento porque dos perritos hermosos que había reservado me los robaron. Me quedé sólo con la perra. Me dio mucha bronca porque esos perritos ya estaban como para presentarlos en una exposición y recibir sin dudas la satisfacción de algún premio.

Siempre tuve un especial afecto por los animales, y no sólo por los perros. También me gustaban los pájaros…..Un día tuve un canario criollo, común y me regalaron una canaria color naranja. Y los tenía en mi negocio de ventas de repuestos en una jaula, con todas las atenciones que requieren estas aves, y este casali-to me dio siete pajaritos. Y ahí estaban todos en una jaula más grande, y los dejaba con la puerta abierta y les daba de comer en el mostrador, huevo picado, y ellos venían todos a mi alrededor a comer de mi mano. Y un día, ocurrió que estaba atendiendo un cliente y pongo sobre el mostrador una caja de repuestos que justamente era de color amarillo y los canarios acostumbrados a correr tras el color amarillo del huevo, se vinieron los siete en picada a posarse sobre la caja pensando que ese era su alimento. Toda la gente que había en ese momento en el negocio quedó sorprendida del simpático comportamiento de estos animalitos. Otra vez ocurrió, que una tarde de primavera saqué la jaula a la calle y les abrí la puerta y se escaparon a las ramas de los árboles, la jaula quedó vacía. Al rato para probar que el reflejo condicio-nado de Pablov con los perros también funciona en los canarios, saqué un huevo duro cortado al medio y ahí en un instante como

cohete, o con cualquier explosión, o con cualquier estruendo se aterraba. De esta manera nosotros sufríamos tanto o más que él. Y sucedió que una tarde nuestro médico y amigo Stoch, nos co-mentó muy preocupado, que él a su vez, tenía un perro bóxer, llamado Bobby, en la cabaña San Rudecindo, donde vivía con su esposa Ana y su suegro el Doctor Barragán. Bobby, en vez de cuidarle las ovejas se las mataba y ya estaban decididos a sacrifi-carlo. Fue ahí que a Ñata se le prendió la lamparita y le dijo, no lo mate, se lo cambiamos por el nuestro. Recuerdo que el día que hicimos el intercambio, trajeron a ese perro atado con dos cade-nas y lo ataron en el fondo de nuestra casa en un sauce llorón. A la semana salí a caminar por el fondo, y le pedí a mi padre que soltara al perro para ver qué hacía. Todos tenían miedo que el perro me mordiera. Y apenas mi padre lo soltó, el perro lejos de agredirme vino a hacerme fiesta alrededor, a saltar a mi lado y a buscarme para jugar. Después se hizo tan familiero, que cuando Ñata entraba a la cocina a tomar mate, él ya estaba atento, subido a un banco debajo de la ventana y desde ahí la miraba pidiendo entrar a la casa. Y mi señora lo hacía entrar y se quedaba muy obediente sentado junto a nosotros hasta la noche. Si mi señora tenía que limpiar el piso, él se quedaba en un trapito a un costado, sin molestar. Por otro lado además de ser una grata compañía, era un perro que imponía respeto, y eso era muy valioso, porque Ñata, miedosa como es, con la presencia de Boby se sentía segura. Y una mañana temprano, mi señora salió a buscarlo porque lo llamaba y no aparecía. El Boby había seguido una perra en celo y encontró la muerte debajo de las ruedas de un colectivo. Mi seño-ra lo lloró mucho, estuvo llorándolo como un mes entero, todos en casa lo extrañamos, pero nos quedó la satisfacción de decir

Page 57: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

113112

los tres viajeros, el hombre se adelantó a preguntar qué lugar era ese, una suerte de oasis en el desierto. Y el guardián le responde: Esto es el cielo.

-¡El cielo!.... –se alegró el hombre…. por fin hemos llegado...estamos muertos de sed y de cansancio, mi caballo mi perro y yo.

A lo que el guardián le respondió: Usted puede entrar a beber agua cuando quiera, pero en este lugar no se permite el ingreso de animales....

El hombre desconcertado e indignado, a pesar de estar muerto de sed no iba a permitir que sus amigos no bebieran agua. Así que prosiguió cuesta arriba, el ascenso por una montaña sinuosa y escarpada... interminable.

Después de mucho trajín cuando no podían morir de nuevo, porque ya estaban muertos, encontraron otro lugar parecido al anterior, pero el guardián no era un cancerbero uniformado con cara de constipado como en el lugar anterior, era alguien bona-chón, con rostro angelical, estaba sentado, relajado, bajo la som-bra del árbol de la entrada. Cuando el hombre muerto preguntó, si podían tomar agua, les dejó que los tres ingresaran en el predio a beber agua de una pródiga fuente. Los tres muertos, el hombre, el perro y el caballo se zambulleron en la fuente a saciar su sed enorme y larguísima.

Después que bebieron y retozaron en el agua hasta quedar sa-tisfechos,

fueron a preguntarle al buen hombre de la puerta qué lugar era ese.

El guardián bonachón les dijo que eso era el cielo.A lo que el hombre replicó: pero cómo? el cielo?, si en la esta-

ción anterior mucho más abajo nos dijeron que aquello otro, era el cielo?. Esto se presta a confusión.

por arte de magia estuvieron los canarios nuevamente regresando a la jaula. Después los fui regalando y me quedé con uno solo. Ya ese canarito lo dejé libre, con la puerta abierta de la jaula, y entra-ba y salía cuando quería. Nunca se fue de nuestro lado. Hay un cuento muy breve y muy lindo de Javier Villafañe, que habla de un vendedor de pájaros, que siempre vendía en la feria los mis-mos pájaros, y cada noche los tenía de vuelta a su lado haciéndole compañía. Una linda metáfora que nos indica que todo aquello que se da con amor regresa siempre a uno de alguna forma. Se da y se recibe de la misma forma que se da. Si al dar algo esperamos una inmediata compensación, estamos echando a perder el senti-do y la esencia del verbo dar. Los animales distintos a muchos de nosotros los seres humanos, dan incondicionalmente, sin esperar nada a cambio.

Nosotros nunca terminamos de aprender de esa lealtad. De ese ejemplo de amistad sin vueltas que nos dan los animales.

A propósito de todo esto que estoy contando, como para de-mostrar que las tres patas que sostienen la amistad son un hom-bre, un perro y un caballo, como símbolos no solo de amistad sino también de convivencia y armonía hay un relato místico que circula por ahí que dice: que un hombre, su perro y su caballo habían muerto y que andaban vagando sin saberlo por territorios de sombras y desiertos, sin saber su condición de inexistentes, y tal vez se dieron cuenta porque en ese viaje sólo se veían entre si, sin ver a nadie más en ese mundo desconocido por el cual transitaban aumentando el cansancio y la sed, como las almas en pena que buscan el lugar del reposo. Almas errantes los tres, el hombre, el perro y el caballo anduvieron así por largo trecho has-ta alcanzar un sitio, algo así como un paisaje majestuoso. Había en el portal de entrada un guardián o cancerbero. Y entonces de

Page 58: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

115114

Otros recuerdos de mi perra Diana

La perra Diana que me entregó la fundación del perro guía, me trajo un montón de gratificaciones a pesar de que me costara tanto conseguirla. Porque resulta que yo quería un perro por la simple razón de que para una persona ciega puede resultar de mucha utilidad, pero no estaba informado en absoluto de cómo era su manejo. No tenía ni la más remota idea de lo que era un perro lazarillo. Y al presentarme en la fundación para que me otorgaron uno, la señora Presidenta de la asociación, la señora Branet ya me abarajó mal de entrada porque me vio llegar con mi esposa, y entonces me dijo que los perros guías son para gente que no tiene a nadie, para gente que está sola. Si usted no anda sólo, usted no necesita un perro guía. Yo por supuesto descono-cía esos requisitos y expuse mis argumentos, pero no me dieron el perro. Así que ese día salí muy amargado del trato recibido en aquella fundación. Bueno después, al tiempo, intercedió otra señora, que era de la comisión, la señora Pereira, y consiguió que me otorgaran un perro para lo cual tuve que pasar por un montón de trámites burocráticos y de certificados médicos, ra-diografía de tórax, electrocardiograma, exámenes auditivos etc., etc. pero conseguí mi perro guía. La Perra Diana. Allí comencé como ya dije mi entrenamiento, en Poa Sociedad de Perros Ove-jeros Alemanes, con un instructor, para lo cual estuve alojado en un departamento para realizar el curso práctico de aprendizaje. Y de allí salí con mi perra. Diana.

Pasó un tiempo y un día, a fines abril de 1971, la señora Bra-net me dice: señor Olmelli, tiene que viajar a Brasil. Yo pensé, al principio, que se trataba de la calle Brasil. No, no a Brasil, al país, Brasil, más precisamente a su ciudad más grande, a San Pablo.

Ninguna confusión señor, dijo el guardián angelical, aquí de verdad es el cielo, aquí de verdad estamos los buenos, los que no andamos mezquinando nada a nuestros hermanos, los que de verdad lo compartimos todo. Ustedes han llegado a este lugar porque son buenos de verdad. De todas maneras, tenemos que agradecer a esos mentirosos, porque, los de allá abajo, los del fal-so cielo, nos hacen un gran favor, ya que con su discriminación, le toman una severa prueba de fuego a todos aquellos que son capaces de abandonar y traicionar a sus amigos.

Yo creo, modestamente, que ese cielo lo encontré en la tierra, tuve buena estrella como se dice comúnmente, ese cielo, lo en-contré acá en la tierra entre seres buenos y adorables, compren-sivos como lo son mi esposa, mi hija, mi familia, mis nietos y un puñado de amigos. Esa es la mayor fortuna que puede haber para esta estadía breve en la tierra. Todo lo demás son cosas para ser-virse, para tomarlas de pasada, pero nada de eso se atesora, sólo el afecto, el calor humano, la vida de los otros, son un tesoro que llevamos más allá de la vida, mas allá de la muerte. El hecho de saber que cada uno dio al otro todo lo que el otro esperaba que le dieran y a su vez uno recibe del otro muchas veces más de lo que espera.

Page 59: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

117116

a San Pablo Brasil, a convertirnos de la noche a la mañana en dos seres gloriosos, mi perra Diana y yo.

Cuando llegamos al aeropuerto en San Pablo, mi perra estaba fuera de la jaula, porque era muy inteligente, abrió la puerta y salió de la jaula. Así que estaba suelta en la bodega, muy nerviosa hasta que se encontró conmigo y pude calmarla, porque había revuelto todo buscándome. Lo que son los animales!

Y bueno después, si, después desde los escenarios de San Pa-blo, nos echamos el mundo en el bolsillo, mi perra Diana y yo. Allí en el escenario, como se dice en la cancha se ven los pingos, bueno acá tenemos que decir en la escena se ven los perros. Allí estaban perros ovejeros alemanes de todo el mundo, para mostrar sus habilidades a multitudes presentes y a multitudes de gente en todo el planeta porque esos trabajos se mostraron a nivel mundial por cadenas de televisión. Cada perro con lo suyo, había perros que hacían distintas pruebas, arqueros, otros que buscaban obje-tos escondidos. Y mi prueba fue que mediante un laberinto de obstáculos, Diana tenía que guiarme por ese laberinto, sorteando todos los obstáculos y buscar un automóvil por mi indicación, guiarme hasta subir en ese auto en la parte trasera como si ambos fuésemos a viajar. Y luego descender por la otra puerta y llevarme a un banco de la plaza que estaba cerca del automóvil en cuestión. Al llegar a sentarme en el banco finalizaba la prueba. Y recuerdo que todo ese trajín lo hice bajo una intensa llovizna y la perrita había bajado las orejas para que no le entrara agua. Me di cuenta al acariciarla, cuando la felicité. Según parece por lo que me con-taron lo hizo todo como una reina, como el más experto bombero especialista en catástrofes. Salimos en la red do globo, por dia-rios, revistas, televisión. Fue como tocar el cielo con las manos. Sencillamente maravilloso. Fue todo una novedad porque al pa-

Bueno, me asusté. Le contesté, déjemelo pensar, tengo que con-sultar a mi familia.

-Pero qué lo va a pensar, ya esta el pasaje extendido, no se va a echar atrás ahora!...

En mi familia nadie veía bien que viajara en avión, le teníamos miedo. Pero finalmente me decidí. Y sucedió que, cuando voy a abordar el avión me encontré con la sorpresa de que siendo ita-liano, no podía viajar sin pasaporte de Italia. Siendo argentino, sí podía hacerlo porque se trataba de un país limítrofe, pero como italiano, imposible. La cuestión era que ya estaba anunciado en los medios que Anselmo Olmelli viajaba a Brasil, pero por estos requisitos de vuelo, no me dejaban subir al avión. Al final en ese avión por supuesto no viajé, pero rápidamente se solucionó el in-conveniente y viajé en otro avión, al otro día. Cabe aclarar que para las autoridades italianas yo era un desertor porque no había hecho el servicio militar, eso llevó a sumar un montón de difi-cultades más, entre las que no puedo dejar de mencionar, porque es de no creer, que yo figuraba como que seguía viviendo allá. Y todo esto me lo estaba desayunando en ese momento. Me otorga-ron el pasaporte en cuestión de horas. Después pasó que el perro no podía viajar conmigo, porque la compañía era brasilera y no lo permitía. Así que Diana tuvo que viajar, en la bodega, en una jaula. Esa también fue una situación bastante incómoda, bastante traumática, porque Diana vivía pegada a mi, así que hubo que darle tranquilizantes para que no se desesperara viajando enjau-lada. Al mismo tiempo, sucedió otro episodio tragicómico, en el mismo vuelo viajaba otro ciego, y no sé que fue lo que pasó, pero la cuestión es que su perro se había escapado, cuando el avión ya estaba carreteando para despegar, así que hubo que interrumpir el despegue, capturar al perro fugitivo, y después si, salir rumbo

Page 60: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

119118

El bastón blanco

Como buen curioso que he sido siempre, no podía ser indife-rente a la herramienta que se ha convertido con el tiempo en una de los principales elementos de auxilio de un ciego: EL BASTON BLANCO. Este bastón también tiene su historia. Como todo el mundo lo sabe, el bastón blanco ha pasado a ser un símbolo de la ceguera, del mismo modo que las señales de tránsito, la indica-ción de los baños mujer- hombre, y tantos símbolos que a diario enfrenta la comunidad de los que ven. En todo el mundo se lo uti-liza de una u otra forma, en algunos casos le agregan una pequeña banda roja en el extremo inferior.

Esta historia del bastón comienza en el año 1921, cuando un fo-tógrafo británico, llamado James Biggs, en la localidad de Bristol, quedó ciego a raíz de un accidente, como experimentó dificulta-des al transitar por la ciudad, pintó de blanco su bastón para ha-cerlo mas visible. Obviamente un bastón negro se mimetiza con el color negro del asfalto y pasa desapercibido. Este hombre dio el primer paso en ese sentido. Allí arrancó al parecer la cosa. Como diez años más tarde en Estados Unidos en 1930, un integrante del club de Leones de Peoría, Illinois llamado George Benham, propuso que el club de leones pintara de blanco los bastones para ciegos, y en el año 1931 se aprobó, en Peoría, este proyecto y entre otras cosas pedían que se diera prioridad de paso a los peatones con bastón blanco. Esta idea fue extendiéndose por el mundo y en Francia, un benefactor, llamado Guilly d’ Herbemont donó 5000 bastones blancos a personas ciegas en Paris.

Si bien el bastón blanco es símbolo universal de la ceguera, tiene distintos significados agregados, en diferentes países. En el reino unido el bastón blanco indica: persona con dificultades visuales,

recer allí no hay o no había perros guías, como dicen no había cachorros, “ciegos con sus cachorros” como dicen ellos. Después nos fuimos en caravana, a recorrer todo San Pablo en una combi. Algo inolvidable. Emocionante. Es esta otra de las aventuras que siempre recuerdo. Como bien dice García Márques: da gusto vivir para contarla.

Page 61: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

121120

pués le agregué un rodamiento que iba dentro de ese artefacto de aluminio y le permitía girar.

Coincidentemente en esos días, hace alrededor de seis años, se estaban promoviendo a través de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Berazategui, una de las ediciones de los torneos abuelos bonaerenses, que organiza el gobierno provincial y que convocaba a personas de la tercera edad, como lo hacen habitual-mente desde hace varios años, para que se presentaran con in-ventos o soluciones a distintos problemas. En ese concurso gané en Berazategui, luego en la regional que tuvo lugar en Ensenada también gané, y después en la final en Mar del Plata obtuve el primer premio que comprendía entre otras cosas un viaje a Can-cún, México, lugar al que fui por supuesto en la compañía de mi esposa. Recuerdo que yo le dije a uno de los jueces que evaluaba los inventos que yo podía fabricar un bastón más liviano, y el me señaló que así como estaba funcionaba bien porque el peso del bastón permitía marcar los desniveles del piso. Con todo el en-vión y el furor de la invención, los concursos y el premio, llegué incluso a la instancia de registrarlo, a patentar el invento, pero no me decidí a fabricarlo, ahora veo que la ONCE en España me ha copiado en parte este invento, y además ahora, tengo entendido que también hay modelos de bastones electrónicos, con sensores, con láser, que avisan de las distancias de los obstáculos mediante ondas sonoras o vibraciones. O sea el tradicional bastón blanco quedará poco a poco desplazado por el progreso, que en ese sen-tido ha sido muy grande y muy variado sobretodo en la segunda mitad del siglo veinte en casi todas las ciencias y las artes. De todos modos yo no cambiaría para nada mi modesto bastón, por-que lo creo muy seguro y confiable, porque establece un contacto directo con los obstáculos. Siguiendo con las posibles mejoras

no necesariamente ciega. Si lleva dos bandas rojas, eso señala que la persona además de ciega es sorda. En otros lugares, el bastón en vez de blanco, es amarillo. Las reglamentaciones, en los Estados Unidos por ejemplo varían de un estado a otro, pero todas coin-ciden en que quien porta bastón blanco tiene prioridad de paso.

En 1946, Richard Hoover, que trabajaba con los veteranos de guerra observó que los ciudadanos ciegos se desplazaban torpe-mente, con bastones gruesos de madera, se dedicó entonces a es-tudiar un bastón mas apropiado y ese mismo año llegó al diseño de un bastón prototipo.

O sea que mucha gente casi a un mismo tiempo se abocó a per-feccionar el uso, a modificar, a encontrarle algún detalle más al ya tradicional bastón blanco.

Por mi parte hice lo mío. No me conformé con el bastón tradi-cional, lo veía un poco incomodo, porque si bien se usa en forma de abanico y uno va tanteando la pared y alrededor del camino que va recorriendo. Pero desde el primer momento este sistema no me sedujo. Un día le pedí prestada una pelotita de golf a mi amigo Roberto de Vincenzo, entonces la puse en la punta del bas-tón. De esta manera en vez de llevar el bastón vertical al piso, lo llevaba hacia delante, cosa que cuando llegaba a un peldaño o a un pozo, yo tenía un paso o dos de anticipación para llegar a ese lugar, de esta manera te permite un poco más de ligereza y segu-ridad en el avance. Este sistema funcionó bien cuando el piso es-taba mojado, porque la pelotita de no ser así se trababa. Entonces fui introduciéndole distintas mejoras. Entre estas modificaciones que introduje fue hacer tornear, en aluminio, una puntera más grande del tamaño de una tapa de desodorante en aerosol, y allí dentro le hice un eje para que se ajustara al caño del bastón y des-

Page 62: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

123122

menos dos modelos en circulación uno pequeño con un precio de 760 euros, que detecta objetos a cuatro metros de distancia, y otro mas sofisticado que lo hace a 15 metros, y cuesta 2.286 euros y se le denomina tele tacto, describe con mayor precisión, permite detectar perfiles y reconoce formas. Pero reitero, yo no cambiaría mi bastón, como decía Yupanqui: porque no engraso los ejes me llaman abandonao, si a mí me gustan que suenen pa que los quie-ro engrasar, de la misma manera mi bastón es el equivalente a los ejes de esa carreta que nombraba Yupanqui.

Por otra parte, siguiendo con el tema, encontrándome próximo a terminar de escribir este libro, el prestigioso y famoso periodis-ta Víctor Sueyro, poco antes de su muerte, presentó el suyo bajo el titulo de “Crónica Loca” en donde alude, entre un sin numero de curiosidades, al hecho de que el inventor del bastón blanco fue un zinguero argentino llamado José Mario Falliotico. Y da con pelos y señales todos los datos de como lo inventó y como un cantante mejicano se contacta con él, para llevarlo a su vez, como novedad a su país. Yo también conocía esa versión, y lo que puedo agregar es que el cantante vio a una mujer con un bastón blanco en el teatro, y este detalle le llamó la atención, ignorando su ceguera, a tal punto que le preguntó de donde había sacado ese bastón, (que estaba construido con un cañito de zinc) y esta señora lo contactó con José Mario Falliotico, que era su inventor.

Como queda expuesto en todo este rastreo del origen del bas-tón blanco, mucha gente ahora dirá que se hace muy difícil ase-verar en medio de tantos datos en juego, de manos de quién o en dónde apareció por primera vez el bastón blanco. Sin embargo como argentino que me siento yo tengo mi teoría de que el in-vento es verdaderamente argentino como bien lo cita Sueyro en su libro, un humilde hojalatero que ni siquiera se ufanaba de su

que le pueda introducir a mi bastón, tengo ya el proyecto que mediante un sistema sonoro, indicaría donde hay agua.

Volviendo a la Historia del bastón blanco. A partir del año 1964, por resolución parlamentaria del presidente Lyndón B. Jhonson, sancionó la ley ideada por dos abogados ciegos: Russell Klistsen y Jakobston Briski. De esta manera, en los Estados Unidos instau-raron el día 15 de octubre, como día nacional del bastón blanco.

En el año 1970, el Director de la Federación Internacional de ciegos de los Estados Unidos, por su parte, declaró que ese mis-mo día: el 15 de octubre, fuera considerado en el mundo entero: “Día Internacional del Bastón Blanco”. Por otro lado la Federación Estadounidense de ciegos, una de las más importantes organiza-ciones para no videntes del mundo, declaró la tercera semana del mes de mayo como semana del bastón blanco. En Canadá tam-bién se celebra la semana del bastón blanco, pero es la primera semana de febrero, como lo estableció en el año 1946, el Consejo Canadiense de Ciegos.

Los clubes de leones en ese sentido contribuyen a concientizar al grueso de la sociedad, enseñando a ayudar a los ciegos, hacien-do conocer la reglamentación sobre el uso del bastón blanco, así como también, pidiendo por otra parte se introduzcan adelantos como por ejemplo la utilización de semáforos sonoros.

Al parecer hace ya algún tiempo se está hablando de un bastón electrónico, que vendría a complementar a este bastón blanco y tiene la ventaja de medir mediante un rayo láser, la distancia a que se encuentran los objetos, advirtiendo estos obstáculos con sonidos y vibraciones, tiene el tamaño de un control remoto y se asegura que muy pronto se apoyará en satélites para orientar en sus desplazamientos a ciegos o disminuidos visuales. Al parecer ya están a la venta, ya salieron al mercado europeo. Hay por lo

Page 63: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

125124

Los oficios

Anselmo todo servicio

“No sabiendo los oficios los haremos con respeto.Para enterrar a los muertos como debemosCualquiera puede, cualquiera, menos un sepulturero”...Así comienza diciendo un poema de León Felipe, dando a

entender más adelante que los que hacen las cosas automática-mente, por repetición o tradición, el saberse paso por paso cada detalle de su trabajo, terminan haciendo las cosas como las hacen las máquinas, no como las hacen los hombres, es decir terminan haciendo las cosas desapasionadamente.

A mí en cambio, todo me sonaba a fiesta, a desafío. Donde otros desistían o se agarraban la cabeza huyendo al compromiso, yo me arremangaba y resolvía cualquier problema que se presenta-ra, y desde mi precocidad mecánica que antes contaba cuando le resolví a aquel hombre, el problema de su auto, hasta el oficio de electricista, radioaficionado o el hecho de haber inventado un bastón más completo para ciegos son cosas que hablan por sí so-las de mi manera de instalarme y de afrontar la vida.

O sea que la ceguera no me impidió en absoluto, mis ansias de conocimiento, mis ansias por aprender cosas útiles, para resolver cualquier tipo de dificultades que se puedan presentar. Los cono-cimientos están ahí, al alcance de la mano, uno es un tonto si no se sirve de todas esas cosas que otros probaron que funcionan. La vida creo que en gran parte es eso, por lo menos así la entiendo yo, como un gran manual de instrucciones donde uno no tiene más que informarse y a renglón seguido aplicar esos conocimien-

invento. Sencillamente él lo inventó, lo llevaron a Méjico y de Mé-jico se extendió por todo el mundo.

Esto para mi ha sido una verdad irrefutable, a tal punto que en una oportunidad, salí a la palestra a reivindicar este invento. Fue una idea que tuve en el primer año que estuve incorporado al Cadiva (centro de atención al discapacitado visual adulto) en Berazategui. Era el día del bastón blanco, entonces se me ocurrió hacer una movilización hacia la municipalidad para rendirle ho-menaje. Nos fuimos caminando hasta el despacho del señor Mus-si junto con mis compañeros de la escuela y la directora Mirta Lazzarini, portando el bastón blanco y haciendo sonar un silbato cada vez que cruzábamos una calle, para llamar la atención de los automovilistas y peatones, lo cual sirvió para que la pobla-ción se enterara que era el día del bastón blanco. El intendente Mussi, como es su costumbre nos recibió en su despacho y allí le informé toda esta historia del bastón blanco, y a partir de ese día, todos los años se celebra en Berazategui el día del bastón blanco, plegándose a las celebraciones que en torno a este invento se de-sarrollan en el mundo. Todos los años en que se festeja ese día, la gente del CADIVA se vuelca sobre la calle 14 no sólo a recordar a la población el porqué de la fecha sino también a mostrar parte de todas las actividades que se llevaron a cabo durante ese año en la institución.-

Page 64: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

127126

la mano. Pero si no hubiese desobedecido no hubiera ganado un nuevo oficio, puesto que mi esposa por un lado terminó ponien-do un negocio de ventas de máquinas, un taller de aprendizaje de manejo de las mismas, y yo me convertí a poco andar en un experto reparador de máquinas de tejer, habiendo incluso ganado en ese sentido una gratificación, que para mí, es muy importante porque, la firma Knittax, llegó a reconocerme como el mejor me-cánico en todo el país, en esa especialidad.

Todo empezó con la máquina que se le descompuso a mi se-ñora, y después con otra máquina que una vecina me trajo para que la reparara. Y en ese momento aproveché y la desarmé com-pletamente. Allí estudié cómo funcionaban y en ese “curso ultra rápido” me recibí de reparador de máquinas de tejer knittax, in-corporando de este modo un oficio más a mi vida.

También en estas lides, tuve un ayudante, un muchacho muy bueno que aprendió de inmediato el oficio conmigo. Se llama-ba Saverio Genito, y digo se llamaba porque tuvo la desgracia de perder la vida mientras estaba haciendo el servicio militar. Lo extrañé mucho, porque nos habíamos hecho muy compinches y tenía todo un futuro por delante. Una verdadera pena. Así son las cosas en la vida, por un lado ganamos, por el otro perdemos, pero quedan esos recuerdos y esos momentos maravillosos que nos ayudan a seguir adelante.

tos en la práctica. Teoría y práctica. Pensamiento y acción. Prime-ro alcanzar las ideas y luego realizar la concreción de esas ideas.

Pienso en los diferentes oficios y se me ocurre por ejemplo, que tejer debe ser una de las tareas más nobles y más antiguas, com-parable a la tarea de las abejas. Porque a la par del oficio, mientras se teje una prenda, se van tejiendo los sueños. En general los ofi-cios tienen esa virtud de lo útil. No es lo mismo ser un oficinista que desarrollar algún oficio.

Insisto en que tejer tiene ese algo tan ligado a lo trascendente, porque desde la elaboración de una simple prenda nos estamos replanteando el mundo, nuestra vida y el sentido que le damos en el tiempo que nos toca vivir a cada uno.

También mi amor por las máquinas de tejer nació por acciden-te. A mi me enloquecieron siempre, como lo he dicho más de una vez, los motores, los autos, las motos... y si hubiese tenido tiempo y se hubiese presentado la oportunidad, también me hubiese me-tido a explorar los motores de aviones, bueno, pero el destino me puso al alcance estas otras oportunidades y no las desprecié.

Un día estando en Mar del Plata, a mi esposa se le descom-puso su máquina de tejer, la famosa Knittax, familiar, que mu-chos recordarán. Eran muy sencillas, de fácil manejo y fueron las máquinas de tejer que la gente adoptó mayoritariamente. Hoy en día una prenda sale más cara confeccionarla que ir a comprarla. Pero en aquel tiempo estas máquinas causaron furor. Entonces cuando a mi esposa se le descompuso la máquina fue a buscar a alguien que se la arreglara, a un service oficial, pero resulta que yo ni lerdo, ni perezoso, mientras ella localizaba a quien se la re-parara, me puse por mi cuenta de cabeza en el asunto. Y mientras ella fue y volvió la máquina estaba arreglada. Por supuesto que había desobedecido sus expresas indicaciones de que no metiera

Page 65: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

129128

mado Leopoldo Herrera, era también muy entusiasta, un hombre de teatro completo, incluso escribió obras y poemas gauchescos. Siempre me decía que estaba escribiendo una obra de teatro a mi medida, como si fuese un traje. Algo que yo iba a representar con mucho gusto, en la que me iba a sentir como pez en el agua. Lamentablemente un día se murió y todos esos sueños quedaron inconclusos. Pero el sólo gesto que me haya hecho partícipe de sus sueños me gratifica enormemente y siempre lo recuerdo con el mayor de los cariños, lo mismo que a Antonio Memmo , cuyo nombre hoy lleva la compañía de teatro del centro de jubilados Villa Giambruno.

Trabajé en elencos donde todos éramos ciegos y también en otras obras donde el único ciego era yo. Así como mi caso, he oído hablar de mucha gente que con distintos problemas encon-traron en la expresión teatral un lugar de privilegio emotivo, po-dría decirse, porque hacer teatro es como un virus benigno que contagia a todos los que en esa empresa están involucrados, des-de la persona que cubre un rol protagónico en la obra escogi-da, hasta el acomodador de la sala o el que prende las luces. La historia del teatro debiera extenderse a todos los seres anónimos que desde el teatro llamado vocacional o independiente, de una y mil formas diferentes, en condiciones disímiles, muchas veces adversas, han tenido la voluntad y la gratitud de ejercer ese oficio apasionante y bello. Por ejemplo, sé del caso de un hombre, lla-mado Leopoldo “Polo” Lofeudo, que ha dedicado, prácticamente su vida a la pasión teatral, trabajando desinteresadamente con pacientes psiquiátricos, en el Hospital Alejandro Korn de Mel-chor Romero, llevando en varias ocasiones a escena, en uno de los máximos teatros de la ciudad de La Plata: el Coliseo Podestá, a muchos hombres y mujeres “desheredados de la razón”, que tal

El teatro

Comencé a hacer teatro en el CADIVA, junto a otros apren-dizajes que me habían quedado pendientes, como la natación o la música. Pero de todas estas actividades la que más me absorbió fue el arte dramático. Yo no sé si había antecedentes en Buenos Aires, para mi era la primera vez que oía sobre este tipo de teatro de ciegos, y lo llevabamos a cabo en el Cadiva de Berazategui y represenábamos las obras en la sala del centro cultural Leon Fourvel Rigolleau.

Cada vez que repaso todas las obras que llevamos al escena-rio y los autores tan importantes que tuve el gusto de representar junto a mis compañeros de elenco, soy el primero en sorpren-derme. Cuánto se produce cuando uno se siente a gusto con lo que está haciendo. Cómo se disfruta. El teatro es una experiencia verdaderamente maravillosa. Recuerdo entre las muchas obras en las que me tocó participar, incluso en papeles protagónicos: “Se acabaron los criollos”, de Vacareza, con mi gran amigo Leopoldo Herrera.“El aeroplano” con José Santoleri, “El Acompañamiento”, de Carlos Gorostiza que hice junto a mi amigo Alberto Castro. “El Sostén de la Familia” que lo representé dos veces primero con el elenco de ciegos y después en el centro de jubilados con la com-pañía Antonio Memmo.

Y en una que me divertí mucho fue en esa obra de un joven au-tor jujeño Jorge Accame: “Venecia”, donde compuse a una anciana prostituta ciega, junto a mis compañeros Isabel Spadano, Mirta Galeano y Alberto Castro, Nina Massimini e Isidoro Memmo.

Con un amigo de la infancia, con el que el destino y la ceguera nos volvieron a juntar, hicimos la mayor parte. Este amigo, lla-

Page 66: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

131130

Radioafición

Como desde siempre tuve una natural vocación filantrópica el mundo de los radioaficionados no me podía resultar indiferente, además si uno husmea un poco la historia de las comunicaciones desde los rituales aborígenes que se comunicaban con humo, has-ta los primeros experimentos de comunicación sin hilos, uno se encuentra con una historia apasionante. El año que posiblemente se dio a conocer al mundo en forma, digamos masiva, la actividad de la radio afición ha sido el año 1907, cuando la revista “Electri-cian y Mechanic Magazine” anuncia con su título: “cómo se hace”, la descripción de los componentes y aparatos para las comunica-ciones TSF, de débil potencia, explicando todos los detalles para la autoconstrucción. Estos artículos, tenían la gran ventaja, para el público masivo, de estar escritos precisamente por radioaficio-nados, o sea gente como uno, y esos escritos se diferencian de los experimentadores profesionales, divulgando, al propio tiempo el concepto según el cual un radioaficionado, se dedica a los estu-dios técnicos sin sacar ningún tipo de provecho económico, esto lo convierte en una actividad puramente altruista. Y este concep-to se extendió por el mundo y llegó a estas pampas. Hasta el año 1908, fue muy difícil, diferenciar, quienes eran experimentadores profesionales, quiénes comerciales y quiénes aficionados verda-deramente. Más tarde Marconi puso en marcha una descomu-nal estación de radio en Cabo Cod, algo muy distinto de lo que pueda imaginar cualquier radioaficionado hoy en día. Constaba de un transmisor de chispa a base de un motor con un rotor que hacía girar un descargador de un metro de diámetro, capaz de transferir la potencia de 30.000 W a un amplio tendido de antena

vez por única vez en su vida se sintieron personas, se sintieron dignos, respetados, valorados. Hay así mucha gente que nunca va a ser reconocida más allá del aplauso inmediato, gente que no aparece en la televisión, ni en los grandes escenarios nacionales. El teatro amateur, vocacional el que se hace sólo por la necesidad de expresarse, desde esta modesta evocación vaya mi respeto y admiración por autores como Florencio Sánchez, los hermanos Discépolo, Vaccareza, González Pacheco, Gorostiza y Roberto Cossa entre tantos otros. Y actores como Francisco Petrone, Er-nesto Bianco y a Enrique Muiño, y Hugo del Carril a quienes tuve el gusto de conocer personalmente.

Todas las obras que representé

Además de las obras ya citadas intervine en las siguientes:El Conventillo de la Paloma. El Sostén de la familia, Ilusiones

del viejo y de la vieja. Los Mirasoles. Y muchas improvisaciones, muy divertidas, creadas por los integrantes del taller

Page 67: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

133132

Volviendo al tema de cómo me incorporé al apasionante mundo de los radioaficionados, debo decir que siempre me sentí atraído por todo ese mundo de las comunicaciones solidarias, por todo lo que significa el ejercicio de ese oficio.

Un buen día de una calera que había en Bosques, a unos dos o tres kilómetros de nuestra casa, me vinieron a visitar para propo-nerme, dado que, nosotros en el negocio teníamos el privilegio del teléfono, cosa que antes el teléfono era una comunicación, no diría de lujo pero si reservado a unos pocos, porque era muy penoso y largo el trámite para obtenerlo. Y había muy escasa disponibilidad. Y fue así que de esta calera me vinieron a ofrecer una suerte de enlace. Ellos tenían, lo que se llama banda ciudada-na, tenían un equipo de radio y a mí, me proveyeron de un par de handies, uno grande como base y otro un poco mas pequeño portátil, con esos aparatos tenía que hacerles una suerte de en-lace entre nuestro teléfono a la radio que ellos habían colocado en la calera. De esta manera me fui entusiasmando, me sentía una persona distinguida por el sólo hecho de hablar por radio. Después me conecté con un muchacho que estaba en el tema y me informó, me asesoró, para que me comprara un equipo marca Mackinley, de 11 metros. Con ese equipo hice maravillas, me co-muniqué con medio mundo, incluso a los cinco o seis meses, me invitaron a una parrilla en el Km. 24 de la ruta a Mar del Plata. Concurrí con mis nietos Martín y Santiago y nos esperaban dos chicos de la misma edad cuyo padre tenía radio, y enterados de mi ceguera vinieron a esperarnos. Cuando fui me encontré con toda una sorpresa, era un homenaje a mi persona. Había allí unas cincuenta o sesenta personas, muchas de ellas no sabían que yo era ciego, y me reconocieron por las muchas cosas que había hecho en tan poco tiempo de haber ingresado al club de ami-

izado a 60 metros de altura y sustentado por cuatro torretas sobre las dunas de South Wellfleet, Massachussets, USA.

Al ir aumentando el número de radioaficionados y ante el posi-ble caos que se podían producir en las bandas, en el año 1912 se promulgó la ley TAFT, según la cual, en Estados Unidos más de mil aficionados tenían que obtener una licencia federal, limitar la potencia a mil vatios, abandonar las ondas largas y concentrar-se alrededor de una distancia de onda de 200 metros. Allá fue mucho mas explosiva la adhesión a este revolucionario sistema de comunicación, por estos lugares si bien mucha gente se volcó al tema, creo que no hubo tantos inconvenientes para ordenar el fluido tránsito por las rutas del éter.

En los inicios de la radio, los equipos eran sumamente volumi-nosos y pesados. A veces ocupaban una habitación entera para lograr lo que ahora se puede hacer con el empleo de una pequeña caja metálica, del tamaño de un maletín o más pequeña todavía. Hoy en día es increíble el avance tecnológico, pensar que en prác-ticamente un sólo minúsculo aparato, una persona tiene cámara fotográfica, video, teléfono, computadora conectada a internet, radio grabadora etc. etc. Todos los recursos para comunicarse al instante con cualquier parte del mundo. El problema es que no tenemos a menudo qué decirnos. ¿Que podemos intercambiar con un chino o un japonés, si a veces no nos hablamos con el vecino de al lado?

Me parece, por otro lado, que asistimos a un mundo donde todo lo que aparece, no alcanzamos a disfrutarlo, a conocerlo en todas sus dimensiones, a aprovecharlo, cuando termina por ser reemplazado por otra cosa nueva. Y en ese sentido hay un merca-do atiborrado de ofertas que superan ampliamente todas nuestras posibles demandas.

Page 68: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

135134

telefónicamente con el cuartel, ya estaban los bomberos apagan-do el fuego del camión. Nunca entendieron cómo los bombe-ros estaban antes de que ellos los hubieran llamado. Esas cosas fabulosas tiene esto de la radio afición. Otro caso de los tantos que tengo para contar es el de una señora, mayor de edad, que se había perdido, acá en Ranelagh y no se acordaba de nada, sólo su apellido y una calle o un lugar: La Paz y Martín Rodríguez, solo esos pocos datos. La señora fue llevada a un dispensario, mientras trataban de localizar a algún familiar. Y entonces el comisario me vino a ver diciéndome: Anselmo vos que tenés radio, fijate si po-dés hacer algo en este caso.

Y allí atando cabos con esos dos o tres datos , me acordé que yo tenía un amigo en La Paz, Entre Ríos, una familia que poseía un hotel, entonces les hablé comentándole sobre esta señora perdida, y allí mismo me dijeron que se trataba de una vecina que vivía por ahí cerca en la calle Martín Rodriguez y que hacía unos días que la estaban buscando. Así que esa fue otra intervención exi-tosa. Como consecuencia de esa búsqueda, la hija de esta mujer que se había perdido, vino a agradecerme, me quería pagar. - - No señora, esto es un servicio a la humanidad, cómo le voy a cobrar, en absoluto, de ninguna manera.

-Bueno por lo menos permítame que le de un beso- me dijo la señora- Y me dio ese beso y me preguntó: - Dígame su nombre, quiero decirlo a la comunidad, agradecérselo públicamente.

- No señora, no tiene nada que agradecer. Bueno al tiempo apareció la noticia en el diario, que un radio-

aficionado había hecho esta proeza. Mi cuñada, Dina, hermana de mi señora cuando vio el diario,

me dice: - mire Anselmo los radioaficionados como usted las

gos de la radio afición, con un pergamino firmado por todos los presentes y un cuadro enorme, así que yo me sorprendí con este homenaje y ellos se sorprendieron con mi ceguera. Eso fue muy emocionante. Casi inmediatamente me fui por mi cuenta a la Se-cretaría de Comunicaciones y pedí la licencia. Ahí mismo me to-maron un examen. Yo sabía un poquito de Morse, y conocía algo de los equipos y con eso me defendí y pasé sin mayores dificulta-des las pruebas, las que me fueron tomadas en forma privada por separado, por mi condición de ciego, porque los exámenes eran escritos, y como en mi caso me tenían que tomar oralmente, me lo tomaron aparte. Y así fue que me otorgaron la licencia

LU2 ECO TANGO LIMA. Tiempo después la numeración de las licencias comenzaban

con las letras LW. Con esta graduación, tuve que comprarme los equipos LU, y así

fui incorporando distintos tipos de herramientas para comuni-carme con todas partes del mundo. También mi señora se sumó a esta inquietud y en el radio club de Quilmes, me ayudó acom-pañándome al curso de perfeccionamiento, que tomé allí. Así que ella también tuvo su licencia que es LW1 DBJ ( Delta Bravo Juliet), aunque ella no lo utilizó con la comunidad de radioaficionados, pero conociendo el sistema le sirvió para comunicarse conmigo. Llegué a tener amigos por supuesto en todo el país, pero ade-más hasta en Japón. Me nombraron por ese entonces integrante de Defensa civil de Florencio Varela, y un día pasó un caso que un camión chocó y se incendió. Y en ese momento pasó un auto que tenía radio, me dicen: Anselmo, hubo un accidente aquí, se prendió fuego un camión, entonces yo inmediatamente llamé a defensa civil con esa misma radio y enseguida llegaron los bom-beros. Cuando los accidentados recién se estaban comunicando

Page 69: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

137136

del medio me conocía, por ejemplo, con la policía tenía vía libre para pedir cualquier cosa. La regional de Quilmes me conocía mucho, porque le había resuelto varios inconvenientes de comu-nicación. Yo decía mi nombre y se me abrían las puertas. Porque en una oportunidad le había hecho un favor al comisario que ne-cesitaba avisar a Carmelo, Uruguay, que no se podían comunicar por teléfono, a una persona que se le había muerto la madre aquí en Buenos Aires. Son muchos casos para enumerar.

Un día se incendiaba una estancia no me acuerdo en que zona de la provincia de Buenos Aires, y el fuego estaba llegando al cas-co. Entonces todos me buscan en la frecuencia:- Anselmo, Ansel-mo tenés que hacer algo.

Bueno, yo me acordé, que en la gobernación de La Plata, había un radiooperador, Jorge Enrique, que tenía registrada toda la lista de hospitales, comisarías, escuelas, cuarteles de bomberos etc. etc. de todas las ciudades de la provincia de Buenos Aires. Entonces lo llamo a él por teléfono y le paso los datos de dón-de estaba ocurriendo el siniestro, y de esta manera él me dice: quedate tranquilo que yo le aviso a los bomberos de ese distrito y se acabó el problema. Claro le llaman de Gobernación y con más razón los bomberos van volando. Esa vez me llamaron para agradecerme, entonces me hicieron escuchar por la radio el ruido de la sirena de los bomberos cuando iban llegando al lugar del incendio. Después me felicitaban todo el tiempo, y yo les decía: no, ustedes también hicieron mucho, yo aporté simplemente un grano de arena.

- No, Anselmo lo tuyo no es un grano, es un balde de arena. Si fueron muy reconfortantes todas esas experiencias.

También me interesó cuando los rusos mandaron al aire los sa-télites Sputniks, que fue una serie de misiones espaciales, no tri-

cosas buenas que hacen. Y yo le contesté: Ese radioaficionado soy yo.

Otro caso fue en la época del conflicto con Chile, por ese tiem-po apareció un conscripto procedente de Punta Alta por acá, por Berazategui, que había venido a ver a su madre, pero a los dos o tres días, como disponía de una semana de vacaciones se iba a ir a Parque Lanín a ver a una hermana que era maestra de los indios mapuches. Y en ese mismo momento, en que el mucha-cho estaba visitando su hermana, su madre recibe un telegrama donde decía que su hijo tenía que viajar urgente a Bahía Blanca. Así fue que vinieron a verme buscando una solución. Entonces yo les dije, no sé como voy a hacer porque a veces las frecuencias no dan. Y así revisando los puntos de contacto, encuentro a una señora que se llamaba Rosa, de Lima Perú. Conseguí hablar con ella, y les expliqué que necesitaba hablar con Neuquén y no lo-graba entablar contacto. Entonces le conté a esta señora Rosa mi dificultad y que había que pasarle un mensaje a este muchacho en Parque Lanín y ella entonces me dice que estaba en contacto con gente de Concordia que a su vez estaban en contacto con Neuquén. Le dije: haceme puente y deciles que retransmitan el mensaje. Bueno, hice este enlace. El mensaje estaba enviado, a partir de allí, era cuestión de suerte. Al día siguiente me enteré de que una persona, que creo que era un médico, en un jeep, a las 12 de la noche fue por camino de cornisa hasta el parque Lanín, localizó al conscripto y lo trajo a tomar el tren a Neuquén. Esta anécdota se recordó durante mucho tiempo en el radio club de Quilmes, hace poco cuando fui cenar a una reunión amistosa me felicitaron. Recordaron todavía esa exitosa comunicación, porque eso es muy difícil de poder lograr. Yo siempre, en ese sentido, tuve mucha suerte de que las cosas me salieran bien. Además la gente

Page 70: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

139138

muy cálidas, y viniendo de quien venían me emocionaron hasta las lágrimas. Al año o año y medio, el doctor Favaloro se suicidó.

En otra oportunidad que me tocó actuar como radioaficionado fue para el 11 de junio de 1982, cuando el Papa Juan Pablo II vi-sitó la Argentina, en plena guerra de Malvinas. Estuvo en el país exactamente un día y siete horas.

En ese momento los radioaficionados fuimos convocados a co-laborar. Los preparativos comenzaron un día antes con la coloca-ción de carpas de sanidad y la instalación de nuestros equipos de radio. Había muchísimas instituciones prestando su apoyo, entre ellos los boy scouts y voluntarios de don Bosco. En un determina-do momento en nuestra carpa se cortó la luz, y de inmediato los scouts entraron en acción, y en cuestión de unos pocos minutos, trepándose a los árboles, pasaron el cable como verdaderos ma-labaristas, sin molestar a la gente, por encima de la muchedumbre allí reunida. Se conectaron a un tomacorriente que estaba en la vereda de enfrente en un kiosco. En cada carpa habían destacado un médico, un enfermero y un radioaficionado. La gente se fue volcando por las calles de Buenos Aires hasta conformar una in-creíble multitud. Un enjambre de seguidores coreando el nombre del santo padre. Uno de los cánticos que más recuerdo, era este: “Juan Pablo II te quiere todo el mundo”.

El palco estaba instalado en la Av. Córdoba, en las inmediacio-nes del teatro Colón. Muchas madres se acercaban a las carpas preguntando por sus hijos perdidos, y con nuestro sistema de comunicación lográbamos localizarlos casi inmediatamente. Por momentos me sentía muy cansado, pero a la vez muy feliz de es-tar allí poniendo mi granito de arena, en esa histórica tarea. Des-pués Juan Pablo II visitó nuevamente la Argentina en el año 1987, ya en plena democracia, con Raúl Alfonsín en la presidencia.

puladas, lanzadas por la Unión Soviética a fines de los años 50; en uno de esos viajes mandaron al espacio a la famosa perra Laika. Yo seguía siempre esta información y mucho tiempo después cuando los rusos lanzaron al espacio el famoso MIR, esta vez tri-pulado por personas, ellos tenían obviamente equipo de radio y como tardaban 59 minutos en dar la vuelta al mundo. Me sucedió que yo había encontrado, de casualidad, la frecuencia para co-municarme con ellos. Cuando pasó por la zona, escuché la pala-bra MIR, enseguida canté mi código: LU2 ECO TANGO LIMA, y él de inmediato me replica: “Argentina”. No lo podía creer, casi me desmayo de la emoción. Entonces al día siguiente, a la misma hora, mientras me encontraba reunido con un cliente que no me creía demasiado lo que me había pasado, vuelvo a escuchar en mi aparato, que me llamaban por mi código, yo simplemente le respondí: Gracias MIR. Estando como testigo este hombre amigo de siempre que se llamaba Salvador Lapinta, Tito, ya fallecido.

Otra anécdota emocionante fue la que tuve con el querido y recordado doctor René Gerónimo Favaloro. Entre la mucha gente conectada con mi frecuencia estable en la red de radioaficiona-dos, estaban los radio taxis de la ciudad de La Plata. Un día me llaman de un móvil desde City Bell, un día de mucha lluvia que hubo por la zona una gran inundación, año 97 o 98 más o menos, y este taximetrero me explica que estaba varado con el doctor Favaloro a bordo, con el agua hasta las rodillas y con el motor de-tenido. Yo entonces localicé una camioneta gasolera de Bosques que lo fue a rescatar. Y como Favaloro estaba al tanto de todo el operativo por haber escuchado todas las instancias del rescate, después pidió hablar conmigo desde la radio de esa camioneta que lo rescató y me agradeció personalmente con unas palabras

Page 71: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

141140

e interior. Con esa correspondencia ponía en conocimiento de la comunidad mundial de ciegos, que había nacido un nuevo centro en Berazategui.

Enseguida que pedimos colaboración, los primeros que res-pondieron sin preguntar, sin poner ningún tipo de reparos, ni ob-jeciones fue la ONCE. Fue emocionante esa respuesta: donaron bastones, pizarras, libros, útiles para la enseñanza. Es un ejemplo muy digno y pocas veces visto, el de esta organización, que ade-más cuenta, en la actualidad, con una fundación que promueve la cooperación y la integración de personas con discapacidad, con acciones concretas, insertando por ejemplo decenas de discapa-citados por año en el mercado laboral. Vale la pena detenerse un momento en rastrear brevemente como fue que nació está pode-rosísima organización, a la que conozco personalmente. Todo fue en un principio la modesta iniciativa de un ciudadano español llamado Luis del Rosal y Caro, que había nacido en Loja, un 20 de junio de 1881 y murió 76 años más tarde en Cádiz el 24 de octu-bre del año 1957. Este hombre desde sus funciones en el cuerpo de secretarios de gobiernos civiles, redactó en algún momento los primeros reglamentos de la sociedad de socorros y defensa del ciego, y ese fue el embrión de lo que más tarde sería la ONCE. En Cádiz este hombre, fundó con el consentimiento de las auto-ridades provinciales, en el año 1928, el cupón benéfico de ciegos de la provincia, lo que se conoció como Sociedad de Socorro y Defensa del Ciego, que después se extendió a Jerez de la Frontera, y más tarde en 1938 al resto de Andalucía, para concluir exten-diéndose por todo el territorio español mediante un decreto del año 1942. Cuando este hombre fue trasladado al gobierno civil de Badajoz, fundó y estableció el cupón de ciegos, el 9 de junio de 1936. En 1928 había ya fundado la sociedad de socorros mutuos

Esa vez seguí los acontecimientos por la radio, recordando aquellos días fríos y tristes en que se debatía nada más ni nada menos que la soberanía de nuestras Islas Malvinas.

Y para sumar a la lista de estos oficios tengo para contarles mi dedicación, en el centro de ciegos de Berazategui, donde enseñé Braille, sin ser profesor, sencilla y gratamente lo hice “ad hono-rem”. Aprendí cerámica, natación, teatro vocacional, y también tuve mi participación en un programa de radio, comentando to-das las actividades que se realizaban en dicho centro.

Ingresé al centro de ciegos de Berazategui, desde su inaugura-ción que tuvo lugar, el 17 de junio de 1991. Este centro nació con el nombre de: Centro de Atención al Discapacitado Visual Adulto y funciona en el edificio del club de Leones de Berazategui. Por mi sugerencia hoy todo el mundo lo llama bajo la forma abrevia-da de: CADIVA.

La escuela por supuesto es municipal y en el momento de ser inaugurada era intendente el doctor Juan José Mussi que colaboró eficazmente en su creación, como es su costumbre en todas las obras del partido.

Ingresé inaugurando dicho centro en calidad de primer alum-no, pero como ya al ingresar tenía conocimiento de Braille, inclu-so, tenía mi propia máquina de escribir en ese sistema, enseguida tácitamente me otorgaron una jerarquía, equivalente a Secretario. Y desde ese lugar gestioné muchísimas cosas para el centro. Escri-bí cartas a cuanta institución de ciegos hay en el país, y también escribí una carta a la ONCE, sigla que quiere decir Organización Nacional de Ciegos Españoles. Por supuesto que para llevar a cabo tamaña obra, esta institución cuenta con el apoyo y bene-plácito de la administración pública española, a través de sus mi-nisterios de economía y hacienda, de trabajos y asuntos sociales

Page 72: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

143142

La sabín oral

También tengo que hablar de la campaña de la sabín oral, esa misión fue una verdadera cruzada solidaria. La hicimos en cola-boración con el club de leones de Sourigues, Alpi, radio Rivada-via, con los señores Ángel Emilio Gabellini y Enrique San Pedro y este servidor: Anselmo y el perro guía.- Fue transmitida por radio por el famoso locutor estrella: Juan Alberto Badía.

Cuando Albert Bruce Sabin, creó la sabín oral, la vacuna más eficaz contra la parálisis infantil, lo hizo en forma absolutamen-te desinteresada, dado que declinó rotundamente a beneficiarse económicamente con su descubrimiento. Recordemos al pasar que Albert Bruce Sabín, que así era su nombre completo, había nacido en Polonia, en agosto de 1906, y al ser de origen judío tuvo que huir en 1921 del antisemitismo desatado en aquellos años en toda Europa. De esa misma peste social de la que huyera mi padre de Italia. La cuestión fue que Albert Bruce Sabín recaló en su hui-da en Cincinatti, Estados Unidos, en un hospital de niños donde se enfrentó a numerosísimos casos de poliomielitis y los estudió, descubriendo al poco tiempo que su transmisión era por vía oral. Al igual que citamos en el caso Braille, que Louis Braille había tenido un antecesor en el método, en el caso de la vacuna ocurrió lo mismo, puesto que el doctor Jonás Edward Salk, ya había he-cho excelentes progresos en ese sentido y había descubierto una vacuna contra los tres tipos de virus de la poliomielitis, teniendo el inconveniente de que esa vacuna, que el había descubierto, era intravenosa. Sabín en cambio inventó la vacuna para ser suminis-trada oralmente, con un terroncito de azúcar, eso facilitó enor-memente las cosas. Claro cuando en el año 1957 se dio la noticia

que se llamó “cooperativas de tabaqueros los 41”. Cuando todas las asociaciones de ciegos existentes en España, se unificaron se consiguió el reconocimiento y la protección del estado para la venta del cupón pro-ciego, hoy por todos conocido como cupón de la ONCE.

Hace poco en el año 2004, ganó una maestra argentina de Co-rrientes, un concurso que anualmente hace la ONCE, se trata de Virginia Araceli Pérez de Vallejo que creó, inventó desde su acti-vidad con chicos discapacitados, un muñeco al que bautizó con el nombre de “Braillin”, obviamente por la asociación al sistema de lectura Braille, este muñeco al parecer tiene ya un éxito enorme dentro de la comunidad de ciegos, más específicamente entre los niños, dado que es un invento de una simpleza asombrosa y se ha convertido en la primera iniciativa mundial para el aprendizaje del braille a través del juego.

O sea que son infinitos los logros que puede alcanzar una orga-nización bien orientada como la ONCE, sueño de un ciudadano español, que dentro de lo terrible que habrá sido seguramente la dictadura franquista, es un ejemplo de la pasiva resistencia civil y de que algunas cosas benévolas como este ejemplo germinan a pesar de los tiempos adversos en las que nacen y se desarrollan.

Page 73: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

145144

ta María y otras chicas como, Marta Lanzieri, Sarita Godoy y por supuesto Enrique San Pedro... fueron las personas que nos ayudaron directamente en suministrar la vacuna. Todos ellos, mi perro guía y yo hicimos una campaña que quedará en la historia. Fuimos en ese sentido los primeros vacunadores en la vía públi-ca, por decirlo de algún modo. Empezamos un domingo en la rotonda de Alpargatas. Ahí nos ubicamos y la gente que venía escuchando por radio Rivadavia la información de esta campa-ña, se acercaba para vacunarse. Fue un hecho histórico, una obra de bien que jamás olvidaré. De esa maravillosa aventura quedó una amistad muy grande con Juan Alberto Badía que era quien transmitía ese programa exitoso que escuchaba muchísima gente y que se llamaba Buen día Domingo, el día de la familia. Fue una brillante combinación de cosas donde se aunaron las ganas de co-laborar de la gente, el material que estaba disponible y la difusión en un medio tan importante como radio Rivadavia.

En la rotonda de alpargatas estuvimos alrededor de dos horas. Luego nos trasladamos con todo el equipo móvil al cruce de Flo-rencio Varela. Todo el mapa de vacunación lo iba transmitiendo Juan Alberto desde la radio, con lujo de detalles, y allí cuando llegamos era todo un remolino de gente trayendo sus chicos a vacunar. Llegaban colectivos de todas partes. Y así seguimos toda la semana llevando adelante la exitosa campaña. El lunes estuvi-mos en el barrio marítimo, el martes en Bosques, el miércoles en Ranelagh, el jueves en otro barrio cercano a Varela. Y al domingo siguiente repetimos el mismo itinerario, arrancando nuevamente desde la rotonda de Alpargatas y en el cruce de Florencio Varela, y así terminamos la campaña de vacunación. Ahora no recuerdo la cantidad de vacunas que se suministraron, pero era una can-tidad muy grande. En estas movidas, siempre hay quien no te

del invento, llovieron las demandas en el mundo. Todos pedían obviamente la distribución de la vacuna.

En la década del 70 no era menos fácil conseguir la vacuna.Siempre fui de la idea de que las campañas de beneficencia

deben hacerse en el lugar, con los vecinos más próximos, con la gente más necesitada que tenemos al lado, no creo en la colabo-ración destinada a lugares remotos, por todos los inconvenientes que sabemos por experiencia que ocurren, que las cosas no lle-gan, que en el camino se van quedando las donaciones. Nosotros tenemos un doloroso y vergonzoso ejemplo de lo que nos pasó con aquella campaña televisiva de ATC, para ayudar a los héroes de Malvinas después, casi enseguida nos enteramos que la dicta-dura en el colmo de su corrupción se había negociado las provi-siones destinadas a esos inocentes soldados que tenían el deber de defender la patria, ¿de qué manera podían defenderla con los dirigentes que tenían a la cabeza? ¡Una lastimosa vergüenza!

Recuerdo que para esos días yo también me había embarcado en la patriótica ayuda solidaria, y tejí con mis propias manos va-rios echarpes en la máquina de tejer de mi familia. Me pregunto hoy después de tanto tiempo a qué personas que no fueran aque-llos sufridos combatientes abrigaron aquellas prendas que hice con tanto amor.

Por eso digo que si los vecinos se ocuparan de los vecinos más necesitados, todo iría más pronto hacia una transparencia.

Lo que ocurrió con la campaña de la vacuna en nuestro caso, fue que al principio no se conseguía, no había provisión suficien-te. Fue entonces que a través de Alpi, del club de Leones, mi gran amigo Ángel Emilio Gabellini, y de la conexión que yo tenía con el periodista Enrique San Pedro, de Radio Rivadavia que vivía en la zona, y con la colaboración familiar, puesto que mi hija Mir-

Page 74: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

147146

Mi cumpleaños número ochenta

He festejado siempre mis cumpleaños de un modo común y corriente como creo que los festejamos todos. Sin dar demasiada importancia a la fecha en sí misma, atendiendo más al aspecto afectivo, estamos sin quererlo, pendientes de quienes se acercan a saludar, quienes se acuerdan de tu persona y te llaman por te-léfono. Y uno se da cuenta de esas cosas, cuando esas cosas están ausentes. En mi cumpleaños numero 80 hace siete años al día de hoy, me pasó algo extraño. Estaba en esos días notando que mi familia no se estaba acordando como de costumbre de la cerca-nía de esa fecha, y aunque no se lo dije a nadie en mi familia, ni lo comenté entre mis amistades estaba bastante molesto por ese asunto. Un poco preocupado, pensando que tal vez uno se vuelve viejo de golpe y pasas a ser ignorado. ¿Quién puede acordarse me decía, de un viejo ciego de ochenta años?.

Creo que al mediodía mi hija Mirta me invitó a su casa para que después de un pequeño agasajo que habían pensado ofrecerme, no tuviéramos que andar limpiando la casa después de la pequeña fiesta de entrecasa. Para la noche, Ñata me dijo que tenía pensa-do resolverlo con algunos sándwiches y algunos saladitos, como para convidar, por si alguno se acordaba y venía a saludarme. No hice demasiado caso. Está bien... es un cumpleaños más y punto.

Cuando después del mediodía llegamos a casa, una señora lla-mó por teléfono para hablar con mi esposa por el tema de un via-je. Me acuerdo que le gruñí: señora justo ahora quiere hablar con ella, mi esposa está ocupada, hoy es mi cumpleaños. Y todavía esta mujer me cargaba. Así que es su cumpleaños, felicitaciones, cuántos cumple?... ochenta le digo, ... - ¡ah qué bien!...

perdona el éxito, en lo que sea que se haga con responsabilidad y esfuerzo. Por celos, por buscar la quinta pata al gato, para hacerse ver o lo que fuere, siempre hay alguien que se incomoda. Resul-ta que recibí un reto de parte de la gerente o directora de Alpi, porque dijo que yo no había comunicado que iba a hacer todo eso. Pero yo esas cosas no las hice por la vanidad de sobresalir, tanto es así que no antepuse mi nombre, las hice para el bien de los vecinos, y siempre sin dejar de mencionar a las instituciones que intervenían en la cruzada. Lo que pasa es que yo era tercer vicepresidente del club de leones y me movía como siempre ges-tionando y llevando adelante todo lo que podía, sino para qué estamos en la vida, sino para servir, para brindar lo que podemos dar en beneficio de quienes nos rodean.

De todos modos la campaña tuvo tanta repercusión que como corolario recibí un premio, una atención de la firma Citizen que obsequiaba relojes para ciegos que se destacaran en algún lugar del país, y yo tuve la suerte de que fuera la propia radio Rivadavia la que pidiera un reloj para mí, fue para mí un gran orgullo una tremenda satisfacción, y cuando fui a buscar el reloj, me lo entre-gó en manos nada más ni nada menos que Juan Carlos Mareco, el popular Pinocho. Y en ese momento también conocí finalmente a Badía y a Julio Jorge Nelson, al que apodaban la viuda de Gar-del, porque decía siempre en sus alocuciones periodísticas: Gentil oyente lamento, que a usted lo hayan engañado. La noticia que le han dado carece de fundamento. “Si Gardel hubiera muerto en el trágico accidente, el tango, su confidente, hubiera muerto con él”.

Uno siembra, siembra y siembra y al cabo de un tiempo se gra-tifica con la cosecha de estas compensaciones.

Page 75: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

149148

estado mal, que no porque fuera mi cumpleaños tenía derecho a hablar así o a negarle un favor a su prima. Yo dije están todos locos. Y ella dijo vestite por arriba y vamos, yo te acompaño, total volvemos enseguida. La cuestión es que salimos para el centro de jubilados a oficiar de cerrajero en el día de mi cumpleaños, yo ya iba que me comía los chicos crudos de la bronca. Y cuando llego refunfuñando contra el mundo, me encuentro que la puerta estaba abierta, y entonces Isabel y el casero, Chiche, se disculpa-ron conmigo y yo recuerdo que les dije:”¿Por qué no ponen en el llavero la llave del otro portón?, a lo que Isabel me contestó: “Yo no sé cuál es, andá a buscarla vos”. Entonces yo abrí la puerta apurado, molesto, todavía con mucha bronca y me encuentro con que del otro lado escucho un coro de más cien personas cantar al unísono: QUE LOS CUMPLAS FELIZ, QUE LOS CUMPLAS FELIZ...... Me puse a llorar como un chico, como ese chico que nunca antes le habían cantado con tanto amor la tradicional can-ción de cumpleaños. Me apoyé en la pared de la emoción, pensé que me iba a desmayar. Y allí recibí un vendaval de aplausos y ovaciones. De pronto pensé que ni siquiera me había vestido para la ocasión, un poco más y casi entro como aquella vez a la iglesia,, así que me preocupé pero Ñata lo había previsto y tenía la ropa para cambiarme…. Después comí, bebí, rodeado de familiares y amigos y bailé toda la noche al compás de la orquesta que habían contratado para la fiesta. Disfruté como pocas veces había dis-frutado una fiesta en mi vida. Después me enteré que mi nieto Martín había dicho: “Mi abuelo es muy piola y capaz que intuye lo que ustedes le están preparando, pero si llega a pasar algo se van a arrepentir, porque le pueden hacer daño” y se ubicaba sin que yo me diera cuenta cerca por si me caía. Pero por suerte todo salió a las mil maravillas.

Ese llamado me puso de mal humor, entonces le pregunto a Ñata, mi esposa, ¿quien era esa desubicada que te llamó?... --- Ah, no sé, una amiga.... después hablo con ella.

La cuestión era que se acercaba la hora de prepararse para una cena, para pasar un momento más como el de tantos cumpleaños anteriores. Eran más o menos las seis de la tarde y yo sentía que mi mujer no hacía nada, no preparaba el comedor, no había nada en la heladera. Pero ¿qué les pasa?, pensé para mis adentros, la pucha, es mi cumpleaños, y acá, en mi familia parece que no les importa nada. A esa altura y a pesar de que faltaban alrededor de tres horas para la cena ya estaba planificando decir en su mo-mento que me dolía mucho la cabeza y me iba a mandar al sobre dejando plantados a este puñado de ingratos y desatentos que se habían olvidado de mi cumpleaños. Recuerdo que le dije a Ñata, che pero no hay nada para comer!. Y ella me dijo que ya estaba todo encargado y que más tarde lo iban a traer, que me quedara tranquilo y que me fuera a bañar y a vestirme para estar listo.

Ya era casi la hora de que llegara la gente y nadie aparecía por casa, ni a traer el menú que supuestamente habían encargado, ni parientes ni amigos que vinieran a saludarme.

Me fui a dar un baño de muy mala gana, y cuando me estaba terminando de bañar, llaman del centro de jubilados porque se les había atascado la cerradura de la puerta de entrada. Ya perdiendo los estribos le contesto a Isabel, mi amiga, la prima de mi señora que me llamó: - pero ustedes están locos qué les pasa?, cómo me molestan a esta hora?, es mi cumpleaños y estoy en casa para pa-sarla con mi familia, por qué no usan la otra puerta para entrar?. Bueno, Isabel me insistió en que fuera a resolver el problema que ella después vendría ayudarnos con la cena. Después que corté la comunicación, encima mi señora me reprocha que había

Page 76: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

151150

ruedas o entre las ruedas. Porque ayer cuando era un gurrumín al que la cabeza alcanzaba apenas la altura del asiento de la bicicleta de varón que manejaba, recuerdo como si fuera ahora mismo que llegaba a la estación de servicio con su bici y una lata para cargar combustible para su padre. Y se volvía como había venido con una pierna metida dentro del cuadro, para alcanzar el otro pedal, porque no le daba la altura para montar como correspondía. Am-bas manos, atacadas por los sabañones, y sin embargo firmes en el manubrio y sosteniendo en la derecha la lata cargada hasta el tope de combustible, pendiendo de los frágiles dedos de un niño de unos siete u ocho años. Hoy, Miguel Bornaschella después de haber superado varios reveses en su vida, sigue andando no ya entre ruedas, sino sobre ruedas porque paradójicamente tiene un pujante comercio de neumáticos acá en Sorigues. Y como él bien dice: “ha ganado en todos estos años, dos importantes batallas, ha desterrado la pobreza y la discriminación, que fueron las som-bras de su infancia. Atrás quedaron aquellos momentos difíciles, que yo también sufrí en mi propia infancia, las cargadas de los compañeritos por nuestro hablar atravesado, el juicio implacable por nuestra ropa diferente con la que concurríamos a la escuela y otros padeceres por el estilo que no vienen al caso recordar. Miguel, para probar que un italiano también puede asomarse a la dimensión de otros idiomas, aprendió a hablar en primer lu-gar, muy bien, su idioma de origen. Cuando muchos inmigrantes italianos se avergonzaban de su lengua madre. Después aprendió también inglés, y sabe algo de portugués, pero las mejores cosas las sabe decir como todos nosotros en este lenguaje que nos per-tenece a todos, el idioma de los argentinos más allá de nuestro lugar de procedencia, de arriba de los barcos o del corazón y las

Los recuerdos que tengo de algunas perso-nas que son, hoy en día, entrañables amigos

Alguien tiene que hablar de ellos, ellos significan mucho en la historia de este pueblo, y si bien corro el riesgo de omitir algu-nos nombres, hecho que de continuo sucede, por lo menos voy a hablar de algunas personas con quienes tuve una relación más estrecha en esta vida que me tocó vivir acá y en estos años que ya suman casi un siglo.

HAY amigos de toda la vida, de años y también gente que uno conoció casi de paso. Esta es una tierra de amistad, generosa, hos-pitalaria, nadie que pase por aquí va a ser indiferente al paisaje, a su gente, yo siempre tomo como referencia el ejemplo dado por Guillermo Enrique Hudson, el que se fue de este lugar de regreso a la tierra de sus ancestros a la edad de 33 años, siempre añoró volver, siempre se sintió parte de esta tierra. Este lugar es un pa-raíso para quien sabe ver con buenos ojos,

Entre esta gente no quiero dejar de mencionar a alguien que también tuvo su derrotero de inmigrante, pasó por todos los avatares y peripecias que hemos pasado muchos de nosotros en esta aventura colectiva, en distintas latitudes del continente y en distintas épocas de, cómo se decía comúnmente: “fare la Amé-rica”, cómo no recordar a Miguel Bornaschella, un entrañable amigo. Mirándolo hoy desde la distancia de aquellos años en los que también Miguel era como yo un pequeño inmigrante italia-no, pero la diferencia marcada no sólo en los años en que él vino, muchos años más tarde que yo, y con la contención de la familia. Viéndolo ahora en la plenitud de su vida, una vida en la que le ha pasado de todo. Momentos buenos y momentos muy malos, sigue siendo sin embargo aquel niño que siempre anduvo sobre

Page 77: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

153152

chico que conocí hace mucho en la librería de tu padre?. Efectiva-mente. Y así fue que nos volvimos a ver al cabo de tanto tiempo. Ahora, y desde hace muchos años está al frente de ese cargo en la Dirección de Cultura, tarea que desempeña muy bien por cier-to. Mis nietos a la vuelta de la vida, han cosechado un poco de esa siembra participando en las propuestas culturales como los concursos de pintura por ejemplo que se han promovido desde esa Dirección. Estamos muy contentos con él porque es un mu-chacho muy activo, siempre con buena disposición y ha hecho muchas cosas por la cultura acá en Berazategui.

Conozco a la familia Lee desde antes que se instalaran con la planta de Coca Cola por estos lares. De los dos hermanos, Regi-nald y Norman, con el que mas amistad tenía era con el último. Tengo para contar un par de anécdotas con Norman. Me hice muy amigo de él, cuando hace mucho, tuvo un accidente con su Ford T “ a bigotes”. Se le rompió el radiador, y con la ayuda de Hermenegildo Cogoma, le solucionamos el problema que nos lle-vó todo un día de trabajo. Y fue así, como pasando tanto tiempo junto a nosotros surgió una gran amistad.

Después cuando se instaló la planta de Coca Cola, Norman se hizo cargo de la gerencia y por esa época no dejó pasar un sólo día sin que viniera a visitarnos o a cargar combustible. En una oportunidad, Norman, mientras hablaba conmigo, vio a un empleado de la estación de servicio transportando una garrafa en una carretilla de Coca Cola, toda descangayada que me había regalado un vecino que había trabajado en la firma en la embote-lladora de Lanús.

Y entonces me acuerdo que me dijo: -“esa carretilla se le cayó a un camión mío”

entrañas de esta tierra generosa y venerable que nos cobija a to-dos en su seno.

Al actual director de cultura de Berazategui lo conozco prác-ticamente desde niño, desde aquellos años que visitaba como cliente la librería López, que también tenía anexada una impren-ta. Nosotros necesitábamos comprar muchas cosas y para eso me tocaba viajar a Quilmes, sino todos los días, al menos día por medio en busca de repuestos y de otros menesteres. Primero, el recorrido que hacia era por el Touring club que después fue la calle Calchaquí para llegar a Quilmes hasta la 12 de octubre. Des-pués se abrieron otras vías de comunicación, se inauguró la 14 hasta el general Belgrano, toda de asfalto. Y otra alternativa era la calle 148 que desembocaba en la Mitre para llegar por esa vía también a Quilmes. Y por ese recorrido me encontraba con la librería López, que era la única librería de la zona y por lo tanto no sólo compraba las cosas que necesitábamos en nuestro nego-cio, sino también las cosas que me encargaban muchos vecinos aprovechando mi viaje. Y así fue como conocí a la familia López, al padre, a la madre Anita y a los hijos, primero a Ricardo que es el mayor, y después a Ariel, y al menor Dardo, un poco menos porque era muy chiquito. Con Ariel tuvimos más trato y lo re-cuerdo entrando al negocio de pequeñito y a su padre, con quien había entablado una amistad muy linda, que le insistía en que me saludara, esas costumbres que hoy en día se han perdido, pero que él conserva porque cuando me ve siempre viene a saludarme.

Después de mucho tiempo, en una oportunidad concurrimos, con la señora Mirta Lazzarini, directora de la Escuela de Ciegos, el CADIVA, a la dirección de cultura, y yo escuchaba todo el tiempo que lo llamaban Ariel. Ariel de acá y Ariel de allá. En-tonces me animé a preguntarle, ¿vos no serás Ariel López, aquel

Page 78: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

155154

De los negros caballos de la noche.Anselmo, en medio de la oscuridad que vive,Ríe. Es inventor, maestro de Braille, mecánico, Patriarca de la buena palabra. Y no se queja.

Gracias, Señor, por darme la vista.Pero si me la quitas,Si me reclamas esa llave de la luz Y de las sombras, Hazme, te lo pido, como Anselmo Olmelli.

Alejandro Seta

- Estás equivocado Norman – le contesté- me la regaló un ami-go que trabajaba en la planta de Lanus, porque ya no la usaba.

Sin hacer ningún tipo de comentario, me saludó y se fue.A los diez minutos más o menos vino un empleado de la fábri-

ca, con un camión y sin mediar palabra se llevó la carretilla.Ese mismo día, a la tarde regresó el mismo empleado trayendo

la misma carretilla totalmente reparada y pintada, parecía prácti-camente nueva. Esas cosas tenía el buen amigo Norman Lee y por ellas ha quedado en la memoria de tanta gente por estos pagos.

Tampoco quiero dejar de mencionar a otro joven director de cultura, el señor Alejandro Seta, que tuve la fortuna de conocer en oportunidad de concursar en los torneos Abuelos bonaeren-ses. Hay personas que uno conoce de toda la vida y es muy grato compartir su amistad, y hay otras que uno conoce casi al pasar y le dejan una impresión muy fuerte, que hace que uno no se olvide de ellas. Este muchacho me elogia muy especialmente al punto de haberme dedicado un poema muy sentido y vital que me permito compartir con ustedes. Este poema referido a mi persona, está escrito como una oración, como una plegaria. Una suerte de ple-garia poética que dice así:

Gracias, Señor, por darme la vistaY porque Anselmo Olmelli exista.Yo que soy dueño de las miradasDe mi amada, de los rostrosDe los otros, de los ojos de mis hijos,De los cuadros de Rembrandt,De aquel amanecer,De los ocasos,Tropiezo con el galope mudo

Page 79: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

157156

de buenas personas, creativas y que tienen habilidad y destrezas para hacer de todo. Igual que sus abuelos, maternos y paternos, ya que don José María Insiarte, el Batato, como también lo apodó Martín, y Mamata, la abuela Manuela, fueron muy emprendedo-res. Estos nietos, junto con toda mi familia, son los que me dan ánimo para sentirme bien y seguir creando.

También estuvieron a mi lado siempre, la hermana de Ñata, Giselda a quien llamabamos cariñosamente Dina, su esposo Ri-cardo y sus hijos Richard y Edgardo; mi amigo entrañable, Ángel Emilio Gabellini, mi primo Luis Ricci, y vuelvo a nombrar a los hermanos Pedro y Elio Gioia, primos de mi esposa, al igual que su hermano Juancito que en los momentos más difíciles de mi vida lo tuve siempre firme a mi lado. Ahora Pedro y Elio ya no están, pero sus compañeras de toda la vida Isabel Spadano y Nelly Pa-palardo están siempre presentes. Mis sobrinos Ricardo y Edgardo se casaron con Betty y Marta respectivamente y son los padres de Leandro (hijo de Ricardo) y de Patricio y Ana Belén (hijos de Ed-gardo). Mabel Gioia se casó con José Agostino y tuvieron a Maxi que se casó con Patricia y hace poco tuvieron a Catalina, pocos días antes de Felipe. Carlitos, hijo de Elio y Nelly, con su esposa Dorita, tuvo a Roxana, que a la vez es mamá de Bárbara.

Y ahora mientras evoco una serie de nombres que han signifi-cado mucho para mi vida afectiva, incluso muchos seres queridos que ya no están, en estos días, exactamente el 22 de abril, el co-razón me ha dado un salto inmenso de alegría porque nació mi primer bisnieto Felipe Lorenzo, hijo de mi nieto Santiago y de Melisa Villanueva. A mi primer bisnieto lo imagino bueno como el pan, robusto y decidido para seguir adelante la historia fami-liar. ¡Bienvenido a la vida Felipe Lorenzo!, y ojalá en poco tiempo cuando aprendas a deletrear las primeras palabras, te encuentres

Mis más allegados

Y a estas personas quiero destacarlas muy especialmente porque han sido siempre quienes estuvieron cerca de mí, en pri-mer lugar mi esposa Ñata, que fue en todos los casos mi mejor enfermera, compañera y asistente. Además Ñata podría escribir también su libro porque fueron muchas cosas las que le pasaron. Cuando apenas tenía dos años su madre se fue al cielo y ella que-dó viviendo con sus tíos Juana Vittori y Ciriaco Gioia, criándose junto a sus primos Elio, Pedro y Rosita quienes la adoptaron como una hermana más. A su vez Elio se casó con Nelly Papalardo y tu-vieron un hijo llamado Carlos. Pedro se casó con Isabel Spadano y tuvieron una hija llamada Mabel. Rosita casada con Juan Volpi, tuvo a Juan Carlos y a Norma. Y en su segundo matrimonio con Juan Bracutto tuvo tres hijos más: Mirta, Olga y Teresa.

Siguiendo con el tronco principal de mi familia, mi hija Mirta, que cuando me ocurrió la desgracia de quedarme ciego era muy chiquita, se puede decir que creció junto a mi ceguera y no sólo se adaptó a esa situación sino que comprendió y estuvo siempre jun-to a nosotros ayudándonos, apuntalándonos afectivamente para seguir adelante. Como ella, y su esposo José Luis, no sólo crecie-ron sino que han nacido junto a mi ceguera mis adorados nietos, a quienes no pude conocer pero me los imagino los más bellos del mundo. Son ellos: Martín, el creador de mi apodo Tata, y el de la abuela, Yaya. En este momento tiene 35 años y es un gran artista. Santiago, de múltiples oficios, y entre ellos comercian-te, Ana Gabriela, arquitecta, quien trabaja en este momento en Obras públicas en la municipalidad de Berazatefui y Pablo, que estudia distintas especialidades de imagen, sonido, cibernética y trabaja. Todos ellos han conservado las características familiares

Page 80: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

159158

dado que conmigo viajarían mi esposa y mi hija, y esa posible operación llevaría presumiblemente un tiempo considerable de estadía… etc. ,etc. Ellos se habían ofrecido a cubrirme todos esos gastos y después que les devolviera el dinero como pudiera. Para ese posible viaje habíamos sacado los pasaportes, estábamos lis-tos, preparados para todo, pero ocurrió que los médicos de allá, llegaron a la conclusión de que los profesionales argentinos ha-bían hecho ya todo lo pertinente conmigo y ya no quedaban otras alternativas para la recuperación de mi vista. Demás está decir entonces que el viaje no se hizo, pero el gesto de estos señores merece ser destacado con mayúsculas.

Un día me encontré con un pequeño eslabón de la cadena, de esa infinita cadena de músicos telúricos que son Los Carabajal. Agustín Carabajal, hijo de Cutti, cuando tenía unos trece o cator-ce años concurría a las clases de aikido en el centro de jubilados de Souriges, en la época en que yo era su presidente. Con él en-tablé una gran amistad. Su madre, Julia, me dijo que me tomó como el abuelo que no tuvo y desde ese entonces me integré a esa cálida familia como un oyente más de los muchos seguidores de su música. La amistad con ellos sigue intacta y por ahí anda ese nieto postizo de la vida siguiendo exitosamente los pasos ances-trales. Siempre me tiene al tanto de sus muchas actuaciones, un día en Cosquín, otro día en Buenos Aires y ahora también una posible gira por Europa.

Por todas estas cosas soy un eterno agradecido de la vida.Alguien que no quiero dejar de mencionar es a Roberto De Vi-

cenzo y a su señora Delia. Los conocí cuando ambos éramos muy jovencitos, Roberto tendría 18 y yo 20 años. Nos reuníamos a bai-lar con nuestras novias, las que actualmente son nuestras respec-tivas esposas, en el club de paleta de acá de Ranelagh, y desde

con tu nombre sembrado en estas páginas y eso te ayude a cono-cer de donde vienes.

Y siguiendo adelante este tren de los recuerdos, no puedo ol-vidarme de Horacio Piñero, el negro Lito, mis amigos Memmi y Marino Gemma, de Bariloche, Teresa y Antonio Crocitto, de Mar del Plata, José Ferreira, Lidia y Gino Zúccolo, Néstor y Mirta Lazzarini, Tulio y Pepita Calumi y sus hijas Mónica y Patricia que son mis hijas postizas…

Y Antonio Amado “el turquito” a quien conozco desde hace muchísimos años y que es amigo de todo Berazategui. Lo conocí de chico cuando acompañaba a su papá y nunca dejamos de estar en contacto. Él tampoco se ha olvidado nunca de mí y siempre me llama en todas las fechas alusivas, al día del amigo, para mis cum-pleaños, para las fiestas. Eso me gratifica mucho. También Rubén Amat, Ramón Rivero, Alberto Castro. No quisiera olvidarme de nadie pues todos mis amigos son tan importantes que deberían figurar, pero no me alcanzaría un libro para nombrarlos a todos. A todos mis amigos con los que trabajé y compartí momentos inolvidables, los socios del centro de jubilados Villa Giambruno, y compañeros de trabajo, los llevo en mi corazón.

Tres personas que también se comportaron como verdaderos caballeros conmigo, en el momento de quedarme ciego, fueron: el señor gerente de la fábrica Ducilo, Johnson, el gerente de la planta de Coca Cola en Berazategui, señor Norman Lee y el señor Ángel Gargarello, transportista de Ducilo. Johnson cuando fue trasla-dado a EE.UU. se ocupó de gestionar, desde allá, conjuntamente con Gargarello y Lee desde aquí, la posibilidad de ser atendido en el país del norte por especialistas en la materia. Incluso en-frentaron la posible realización de una intervención quirúrgica. Ellos me pagaban todos los gastos pertinentes, que no eran pocos,

Page 81: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

161160

Reconocimientos, premios y distinciones

Antes y después de la ceguera

Cuando veía recibí premios en motociclismo, tiro al blanco, villar, sapo y ping pong, y carreras de sortija en bicicleta que se realizaban en el barrio. La ceguera no me impidió seguir acumu-lando premios. Estos últimos los considero reconocimientos:

Club Vecinal La Unión. Premio labor comunitaria

Medalla de plata de la municipalidad de Berazategui, 1 de mayo de 1995. Premio a la labor comunitaria.-

Medalla de Plata de parte de mis alumnos de Braille.

Fui vicepresidente del club de Leones de Sourigues donde fui distinguido en varias oportunidades.

Recibí el premio “Coincidencias” otorgado por la Municipali-dad de Berazategui y el canal 4 local.

Medalla de honor de la sociedad brasilera de perros pastores alemanes 1971.

Medallas otorgadas por los 50 años y 60 años de casados (pre-mio al aguante)entregadas por el señor Intendente Municipal, doctor Juan José Mussi.

Placa de la Comisión Pro Autonomía de Berazategui por mi trabajo para la comunidad año 2004.

entonces hemos mantenido siempre una grata amistad. Tanto él, como su esposa son dos personas extraordinarias. Roberto, tal cual lo destaca el distinguido periodista, creativo y publicista Luis Melnik, en el libro que escribió sobre su vida deportiva, emplea tres calificativos con rango de título: Caballero, Golfista y Triun-fador, y así es sin lugar a dudas, por sobre todas las cosas un caba-llero con todas las letras. En cada lugar donde nos encontramos él siempre viene a saludarme, lo mismo pasa con el Intendente, doctor Mussi, con su hijo Patricio, siempre tan amables, tan so-lícitos, siempre se acercan a saludarme y eso me gratifica enor-memente. Me ocurre lo mismo con el doctor Remo Salve, quién fuera también intendente de Berazategui, una persona muy cá-lida y afectuosa y con Ariel a quien ya nombré. A estas personas yo también me acercaría a saludarlas pues me parecen muy im-portantes, pero como no las veo, no puedo hacerlo, y por eso me gratifica tanto cuando ellos me vienen a saludar a mí.

Supongo que todo esto debe ser por lo que tanto se dice que cuando uno siembra, cosecha de acuerdo a lo que siembra. Y yo creo que siempre he sembrado el bien. He estado siempre a dispo-sición de quien me necesita. Ahora cuando en la recta final de la vida, la gente que me conoce, o los hijos o nietos de toda esa gente que me conoció hace mucho tiempo, me saludan, me manifiestan su afecto, su cariño… bueno eso me emociona muchísimo y me dan mas ganas todavía de seguir haciendo cosas por la gente, en forma desinteresada como ha sido siempre mi costumbre. Para mí la mayor paga o el más alto premio es saber que hice lo que es-tuvo a mi alcance hacer. Tender una mano allí donde se necesita.

Page 82: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

163162

Tras los pasos de la Rosa Mística

Como dije oportunamente, fui en gran parte educado, en un colegio religioso, el de los hermanos maristas en Temperley, sin embargo a pesar de haber recibido ese tipo de educación no se me hizo un hábito religioso, como aquellos que concurren periódica-mente a misa, o se persignan al pasar por un templo o bendicen la mesa en cada comida. Conservo una fé expectante, sin artifi-cios y creo creer a mi manera en Dios o en una fuerza superior que rige todo desde el propio milagro de la vida. Sin embargo hay una imagen de la que puedo decir me ha acompañado, se me ha cruzado en el camino como una suerte de ángel lazarillo por nombrarlo de alguna manera. Se trata de la rosa mística. En va-rias oportunidades, esta virgen, me ha enviado señales muy claras y directas, como diciéndome: “Anselmo, estoy aquí, yo te prote-jo”. Y ahora que la tenía un poco olvidada, este escritor lazarillo, Raúl “Beppo” Andrioli, que de manera parecida, salvando las distancias, como Virgilio acompañara al Dante en el mapa de la Divina Comedia, él me ha acompañado, en esta empresa mucho menos gigante, mucho más modesta, pero tremendamente im-portante para mí, para componer este libro, no solo ayudándome a plasmar mi biografía, sino cotejando atento los vaivenes de mi memoria, corroborando que lo que yo digo está en ese moderno registro de los buscadores cibernéticos. Y así se fue entablando una relación cálida, amena, cordial, entusiasta donde buceamos juntos en mi pasado, que es el pasado de los suyos, que es el pa-sado de nuestra historia más o menos reciente. Entonces cuando él me dijo que mi vida teníamos que vincularla con la Divina Co-media, por ser Dante Alighieri el más grande escritor de mi tierra de cuna, allí me obligó a repasar las páginas de tan memorable

Medalla por mi labor comunitaria entregada por el señor Ricar-do Alfonsín hijo.

Dos premios del CADIVA, por Natación

Distinción en un concurso de tangos en Mar del Plata, vence-dor entre 50 participantes.

Primer Premio Abuelos Bonaerenses por mejoras introducidas al bastón blanco.

Diploma de KNITTAX, reconociéndome como el mejor mecá-nico del país.

Page 83: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

165164

entonces una emoción muy grande para él, para mí desde ya que lo fue, eso de tener el raro privilegio de bailar esos tangos que él tocaba en el piano.

Allí mismo, con una chica ciega bailé un tango, un vals, y no sé qué otra pieza que ya no recuerdo. Esa fue la tarde en que una pa-reja de ciegos bailaron en la cárcel con la música interpretada por un preso de noventa años. ¡¿No es esta una postal maravillosa!?. Presos nosotros de la ceguera y preso él, de la libertad, igualmen-te le cantamos a la vida. Nos aplaudieron mucho.

Después la visita siguió por el taller donde los internos con minuciosa laboriosidad habían hecho artesanías y objetos para nosotros. Nos mostraron un juego de ajedrez que habían hecho con clavitos en la base de cada pieza para que al tacto las personas ciegas las insertaran en el tablero, y de este modo no se cayeran. Habían hecho también traducciones de unos libros al sistema braille, fue algo muy emocionante estar ahí. Y en medio de ese desfile de atenciones, y ahí voy al punto. Al mismo tiempo, apare-ció una rosa mística de factura perfecta. Otra artesanía que algu-no de ellos había labrado. Una escultura de unos 70 centímetros de alto, estaba posada sobre una mesa, tan perfectamente hecha en madera, que yo le recorrí palmo a palmo, con mis manos, toda su superficie, hasta el detalle de las uñas de los dedos de los pies. No quise preguntar si estaba o no pintada, tuve la saciedad y la visión de que era de madera y así fue que la vi., se reveló íntima-mente para mí con ese color marrón cálido que tiene la nobleza de la madera. Me quedé, repito, con esa íntima visión, no quise que nadie me desencantara diciéndome lo contrario.

Lo curioso del caso, es que tiempo después, cuando fui someti-do a una operación de próstata, y mientras el cirujano me estaba operando, advierte a su equipo, al observar el monitor, que se

obra, y en su tercera parte descubrí con asombro en los versos finales del último canto del paraíso, que allí aparece nuevamente la rosa mística como símbolo precisamente de ese “Paraíso” que describe el Dante.

En mi vida en dos o tres oportunidades muy significativas apa-reció la rosa mística. Una de esas ocasiones fue, cuando el centro de ciegos de Berazategui, fui invitado a visitar la cárcel de Olmos. Allí nos recibieron, primero los guardias, con un poco de aprehen-sión, supongo, o de algún sentimiento contradictorio, parecido a eso, porque no nos abrieron las puertas de par en par. Entramos como forzados, con la puerta entreabierta, tal vez porque tienen precaución o temor de que se escape algún interno. Eso fue un poco incómodo, algo desagradable como para recordarte quizás en qué lugar estás pisando. Hasta nos sellaron las manos antes de entrar. Pero después los internos nos dieron un buen recibimien-to, nos atendieron muy bien. Nos sirvieron sándwiches, gaseosas. Y en medio de esas atenciones hicimos intercambio de nuestras habilidades teatrales, musicales etc. Y casi en el final de esta visi-ta, un presidiario de unos 90 años tocó el piano, y arrancaba de ese piano, en medio de ese paisaje carcelario las más bellas notas de ese instrumento. Aquel preso me hizo reflexionar sobre qué falta habría sido la que lo llevó a estar allí todavía, y, al propio tiempo pensé que si hubiera otras leyes, me imaginaba, que por el sólo hecho de tocar como tocaba se merecía haber sido perdo-nado a esa altura, mas allá del terrible delito que pudiera haber cometido. No quise ni preguntar la causa de su encierro, temí que me amargara aún más la respuesta, si le oía por ahí decir que era por el robo de una gallina, como suele suceder, manteniéndose afuera a los que cometen delitos gravísimos.. La cuestión es que ese preso casi centenario, tocaba el tango como los dioses, y fue

Page 84: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Memorias de Anselmo Olmelli El faro de los caminantes

167166

por tres horas al día, y que estudios científicos realizados durante y después del ciclo de meditación revelan que los participantes experimentan cambios profundos y permanentes en varias di-mensiones de sus vidas.

Sea como sea que haya sido, es un hecho que la relectura de la Divina Comedía me trajo este recuerdo, esta señal, esta asocia-ción de episodios ocurridos en mi vida que bien se entroncan y enarbolan con las páginas últimas de tan exquisita obra literaria. Eternamente agradecido con la vida.

Ya pasado el infierno y el purgatorio, en los últimos versos del

Paraíso, Dante hace todo un despliegue de celebraciones, nos ofrece en sus últimas anotaciones de su Divina Comedia, toda una revelación y una esperanza, cuando en su último canto, el canto trigésimo segundo, San Bernardo le explica al poeta por qué los inocentes tienen un lugar en el inmenso anfiteatro de la rosa mística, señalándole los santos más considerables que for-man el cortejo de la gloriosa virgen. Cuando en sus versos 4667 nos va diciendo: “pues mi vista, más fija y más sincera/ más y más se extendía penetrante/ en la alta luz eterna y verdadera/”. Para agregar en sus versos 4697: “Gracia abundante, que, como a un electo/ me ha permitido ver la luz eterna/ hasta perder mi vista por completo/”. Y continúa citando la luz en los versos 4715: “Y de tal modo aquella luz me alienta/ que dejarla de ver por otro aspecto/ no hay humano poder que lo consienta/”.

Y así yo me fui acostumbrando a esta ceguera, como está escrito en ese gran libro, y en sus versos 4736 como un pintor desborda-do declara:

“No alcanza mi palabra a lo que evoco, /para pintar las celestia-les llamas/ ¡y es tanto que no basta decir poco/”.

estaba produciendo una hemorragia en ese momento y que no la podía parar. Entonces empieza a dar indicaciones a sus asistentes, y de sólo escuchar esas indicaciones y percibir el estado de ner-viosismo, debo confesar que me asusté mucho. El corazón empe-zó a latirme muy fuerte, realmente por unos segundos pensé que me moría y en ese mismo momento se me aparece la imagen de la rosa mística, esa misma rosa mística que había visto con las yemas de mis dedos, con el color marrón madera, tal como la había imaginado ese día en la cárcel de Olmos. Como por arte de magia la hemorragia se cortó inmediatamente. Cuando llegué a la habitación llegó mi amiga Lina Laureani con una estampita de esta virgen, para que me protegiera, me asombró la coincidencia.

Y constaté además, antes de abandonar ese hospital, que allí mismo, en una capillita también ellos tenían una rosa mística.

¿No es esto acaso una especie de milagro? Desde entonces concurrí por un tiempo todos los 13 de cada

mes a la Rosa Mística de Berazategui, y conservo aun esa estam-pita con su imagen, que Lina de Laureani, amiga de mi familia me ha obsequiado.

Recuerdo por otro lado que hace muchos años, vino un radio-aficionado, un odontólogo peruano que decía haberse curado la ceguera por el milagro de la rosa mística. Y tengo ahora la infor-mación de que la rosa mística data del siglo III más o menos. Y que en 1947 en un pueblo de Italia, se habló de sus milagrosas apariciones.

También sé que en el año 1988, el 21 de abril, ( que por otro lado es el Día de San Anselmo) para ser más exactos, Osho intro-dujo en el mundo una nueva terapia meditativa llamada la medi-tación de la rosa mística. Esta modalidad terapéutica consiste en una semana de risas por tres horas al día y una semana de llanto

Page 85: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

ÍndiceMemorias de Anselmo Olmelli

168

Es ese mismo regocijo el que yo siento que Dios me haya dado la posibilidad de contar mi vida en este libro, para ir rematando como en los versos 4742 y 4745: “Aquella irradiación de tí na-cida,/ que parecía en ti luz reflejada/ por mis ojos fue un tanto percibida/ Dentro de si con su color pintada/ me pareció mirar otra figura/ reconcentrando en ella la mirada/”; y ya en los versos finales que coinciden con el final de mi biografía Dante conclu-ye: “Ya mi alta fantasía fue impotente; / mas cual rueda que gira por sus huellas/ el mío y su querer movió igualmente, / el amor que al sol mueve y las estrellas/” Y es así como siento que me ha pasado, el amor al sol me fue negado y a tientas me he movido en esta vida donde me guié por otras constelaciones, que son mi pequeña gran familia, porque mis afectos, sin dudarlo fueron mi esposa, mi hija, mi yerno, mis nietos y mis amigos, esas estrellas de las que en el final de su divina comedia nos habla Dante. Pala-bras estas que me emocionan y me honran, de un hijo dilecto de la añorada Italia, un exiliado de su Toscana como fue el Dante, de otro exiliado del mundo de la luz, como lo he sido yo.

La razón de este libro .................................................................. 7¿De dónde vengo? ....................................................................... 15Las razones aproximadas de la venida de mi padre a la Argentina .............................................................................. 17La rama de mi esposa .................................................................. 28Los que quedaron allí .................................................................. 30De los Apeninos a los Andes nuevamente ................................... 42Sourigues ..................................................................................... 59A mis diez años ........................................................................... 69La vida continúa a pesar de la ceguera ....................................... 72Historia clínica de Anselmo Olmelli .............................................. 77Oscar Alfredo “Aguilucho” Gálvez ............................................... 84Debe haber otros ojos que no están a la vista ............................. 91Aprender el camino ..................................................................... 93El regreso ..................................................................................... 96Anselmo dos ................................................................................ 103Otros recuerdos de mi perra Diana .............................................. 115El bastón blanco .......................................................................... 119Los oficios .................................................................................... 125El teatro ....................................................................................... 128Radioafición ................................................................................. 131La sabín oral ................................................................................ 143Mi cumpleaños número ochenta ................................................. 147Los recuerdos que tengo de algunas personas que son, hoy en día, entrañables amigos ................................................ 150Mis más allegados ....................................................................... 156Reconocimientos, premios y distinciones ..................................... 161Tras los pasos de la Rosa Mística ................................................. 163

Page 86: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está

Este libro se convirtió a formato PDF en Buenos Aires, Argentina, en el mes

de septiembre de 2013.

Page 87: Intendente Municipal Dr. Juan Patricio Mussi€¦ · su pueblo Sourigues, y los ogros son todos esos obstáculos y difi-cultades con que se enfrentó en la vida. Este libro no está