Introducción a la ALFIN

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ATECRA Página 1 Paola Gutiérrez Figueroa Bibliotecóloga Magíster en Educción a Distancia Las competencias informacionales se han desarrollado a través de la historia de las Ciencias de la Información bajo diversos nombres. A continuación veremos algunos ejemplos. Aptitudes para el acceso y uso de la información La Association of College and Research Libraries (ACRL), organismo subordinado de la American Library Association (ALA), define el concepto Aptitudes para el acceso y uso de la información como “un conjunto de habilidades que exigen a los individuos ‘reconocer cuándo se necesita información y poseer la capacidad de localizar, evaluar y utilizar eficazmente la información requerida’ “(ACRL/ALA, 2005). Esta misma definición es utilizada por Council of Australian University Librarians (CAUL), pero el término referido por ellos es Alfabetización en información. Alfabetización en información Alfabetización en información es una capacidad de comprender y un conjunto de habilidades que capacitan a los individuos para ‘reconocer cuándo se necesita información y poseer la capacidad de localizar, evaluar y utilizar eficazmente la información requerida’. ( CAUL, 2002: 68) Bruce dice lo siguiente: “Normalmente se entiende la alfabetización en información como un conjunto de aptitudes para localizar, manejar y utilizar la información de forma eficaz para una gran variedad de finalidades. Como tal, se trata de una habilidad genérica, muy importante que permite a las personas afrontar con eficacia la toma de decisiones, la solución de problemas o la investigación. También les permite responsabilizarse de su propia formación y aprendizaje a lo largo de la vida en las áreas de su interés personal o profesional”. (Bruce, 2003: 289). Introducción a la Alfabetización en Información (ALFIN)

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Paola Gutiérrez Figueroa

Bibliotecóloga

Magíster en Educción a Distancia

Las competencias informacionales se han desarrollado a través de la historia de las

Ciencias de la Información bajo diversos nombres. A continuación veremos algunos

ejemplos.

Aptitudes para el acceso y uso de la información

La Association of College and Research Libraries (ACRL), organismo subordinado de la

American Library Association (ALA), define el concepto Aptitudes para el acceso y uso de

la información como “un conjunto de habilidades que exigen a los individuos ‘reconocer

cuándo se necesita información y poseer la capacidad de localizar, evaluar y utilizar

eficazmente la información requerida’ “(ACRL/ALA, 2005). Esta misma definición es

utilizada por Council of Australian University Librarians (CAUL), pero el término referido

por ellos es Alfabetización en información.

Alfabetización en información

Alfabetización en información es una capacidad de comprender y un conjunto de

habilidades que capacitan a los individuos para ‘reconocer cuándo se necesita información

y poseer la capacidad de localizar, evaluar y utilizar eficazmente la información requerida’.

( CAUL, 2002: 68)

Bruce dice lo siguiente: “Normalmente se entiende la alfabetización en información como

un conjunto de aptitudes para localizar, manejar y utilizar la información de forma eficaz

para una gran variedad de finalidades. Como tal, se trata de una habilidad genérica, muy

importante que permite a las personas afrontar con eficacia la toma de decisiones, la

solución de problemas o la investigación. También les permite responsabilizarse de su

propia formación y aprendizaje a lo largo de la vida en las áreas de su interés personal o

profesional”. (Bruce, 2003: 289).

Introducción a la Alfabetización en Información

(ALFIN)

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Alfabetización informacional

De acuerdo a la revisión bibliográfica, el término Alfabetización informacional fue utilizado

por primera vez por Zurkowski, en Estados Unidos en 1974, en su calidad de Presidente

de la Asociación de Industrias de la Información. En ese momento, de acuerdo al análisis

de Bawden, asoció el término al uso eficaz de la información dentro de un entorno

laboral, posiblemente empresarial, y más específicamente con la resolución de

problemas: ‘Pueden considerarse alfabetizados en información competentes las personas

que se han formado en la aplicación de los recursos de información a su trabajo. Han

aprendido las técnicas y las destrezas para utilizar la amplia gama de herramientas

informacionales, a la vez que las fuentes primarias, en el planteamiento de soluciones

basadas en la información para resolver sus problemas’ (Bawden, 2002: 376).

Gómez utiliza el término Alfabetización informacional, y lo define así: “…las competencias,

aptitudes, conocimientos y valores necesarios para acceder, usar y comunicar la

información en cualquiera de sus formas, con fines de estudio, investigación, o ejercicio

profesional. Entendemos la alfabetización informacional como el conocimiento y la

capacidad de usar de modo reflexivo e intencional el conjunto de conceptos,

procedimientos y actitudes involucrados en el proceso de obtener, evaluar, usar y

comunicar la información a través de medios convencionales y electrónicos”. (Gómez,

2000: 157).

En 2005 Gómez entrega una nueva definición: “Entendemos la alfabetización

informacional en dos sentidos: desde el punto de vista de los usuarios es el dominio de

una serie de competencias o habilidades para obtener, evaluar, usar y comunicar la

información a través de medios convencionales y electrónicos. Desde el punto de vista de

las instituciones educativas y documentales es el servicio a las actividades para lograr la

enseñanza-aprendizaje de estas destrezas”.

El Chartered Institute of Library and Information Professionals (CILIP), en Reino Unido,

declara que “alfabetización informacional es saber cuándo y por qué necesitas

información, dónde encontrarla, y cómo evaluarla, utilizarla y comunicarla de manera

ética” (Abell, A., Armstrong, C., Boden, D., Town, J., Webber, S. & Woolley, M.,

2004:79).

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Alfabetización informativa

El Presidente de la Sección Alfabetización Informativa de la IFLA, señor Jesús Lau, utiliza

este término – informativa - en su análisis respecto del concepto. Parafraseando a la

American Association of School Librarians, lo define de la siguiente manera: ‘la capacidad

para encontrar y usar información (…) es la piedra angular del aprendizaje para toda la

vida’. Continuando con su análisis, cita a Kuhlthau, quien dice lo siguiente: ‘La definición

de alfabetización informativa va más allá del uso de habilidades para aprovechar las

bibliotecas, implica la capacidad para usar información compleja de una variedad de

fuentes para desarrollar significado o solucionar problemas’ (Lau, 2004: 3).

Tiscareño y Mears indican que “el término alfabetización informativa se refiere a una serie

de habilidades que requiere el individuo para reconocer cuando la información es

necesaria y teniendo la habilidad para localizar, evaluar y usar efectivamente la

información. La alfabetización informativa cobra mayor relevancia debido a los cambios

en el desarrollo tecnológico y en la proliferación de los recursos de información (…). La

alfabetización informativa forma la base para el aprendizaje de toda la vida, es común

para todas las disciplinas, se puede aplicar en cualquier entorno y en todos los niveles de

la educación“(Tiscareño y Mears, 2002; [6]).

Desarrollo de habilidades informativas

Este término ha sido definido por Lau (2004:3) como el “proceso de facilitar que se

fortalezcan en los usuarios las capacidades para manejar información”.

Infoalfabetización

Matus señala que no es posible definir este término, porque “es un concepto dinámico y la

única forma de comprenderlo es desde sus propios procesos (…). Es una necesidad para

ser parte de la sociedad emergente”. No obstante hace referencia a lo siguiente: “nos

proporciona una autonomía, permite la autoeducación a lo largo de toda la vida y tener

un mayor control de nuestro propio aprendizaje” (Matus, 2003: [1]). En otro documento

se refiere al término Infoalfabetización como “un fenómeno asociado al paradigma

naturalista y a la perspectiva fenomenológica, y como todo cambio de paradigma necesita

un proceso que permita seguir un cambio de mentalidad” (Matus, s/f: [1]).

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Las personas que desarrollan las habilidades y competencias en el manejo de

información, en la literatura revisada presentan diversas denominaciones:

Infoalfabetizado, infoalfabeta, alfabetizado informativamente, alfabeto en información,

alfabetizado en información.

A nivel nacional existe la Comisión Asesora de Bibliotecas y Documentación (CABID),

perteneciente al Consejo de Rectores. Esta entidad designó la Subcomisión de Desarrollo

de Competencias Informacionales (DCI) para elaborar los lineamientos de un programa

de desarrollo de estas competencias. Como se ha podido ver, estas definiciones presentan

gran similitud, razón por la cual una de las conclusiones a las que llegó esta Subcomisión

es tratar como sinónimos los conceptos referidos al desarrollo de competencias y

habilidades en información.

Actualmente a nivel internacional el término usado mayoritariamente es Alfabetización en

Información, y ese es el término que utilizaremos en este curso. En cuanto a las personas

que desarrollan las competencias informativas, son denominadas como Alfabetizados en

Información.

ALFIN y la Sociedad de la Información

La Sociedad de la Información, como nuevo período de desarrollo de la sociedad, nace

producto justamente de un cambio social a nivel mundial, un cambio de actividad del ser

humano en el que el trabajo en el sector industrial como primera fuente de ingresos de

los ciudadanos, detiene su crecimiento ya que un nuevo sector comienza a posesionarse,

el de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs). Esto ocurre en los

años ’70, década que se conoce además como la era post-industrial. En los ’80 comienza

la expansión las redes de telecomunicaciones e información, se masifica Internet dando

paso a la revolución digital.

El término Sociedad de la Información toma fuerza en los años ’90, cuando la Unión

Europea se propone volver a regular y privatizar el sector de las telecomunicaciones, con

el fin de competir con Estados Unidos y Japón en el desarrollo de las tecnologías de

información.

El trasfondo ideológico del concepto Sociedad de la Información fue la lucha por el

desarrollo de la infraestructura tecnológica (TICs) y el desarrollo social, es decir que los

beneficios del desarrollo de estas tecnologías llegaran a todas las personas. Para

resguardar el desarrollo democrático de las TICs, es decir igualdad en cuanto al desarrollo

social y respeto por los derechos humanos, se lleva a cabo en 2003 la Cumbre Mundial de

la Sociedad de la Información (en adelante CMSI).

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La CMSI se desarrolló en dos etapas, la primera entre el 10 al 12 de diciembre de 2003

en Ginebra (Suiza). En esta fase se redactó la Declaración de Principios y el Plan de

Acción de la Sociedad de la Información. La segunda fase se realizó entre el 16 y 18 de

noviembre de 2005 en Túnez (Suiza); en ella se adoptó el Compromiso de Túnez y la

Agenda de Túnez para la Sociedad de la Información.

El objetivo de la primera fase fue reducir la brecha digital existente entre los países

desarrollados y los países tercermundistas, como se observa en la siguiente cita: “ El

objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información es garantizar que

estos beneficios sean accesibles para todos y fomentar ciertas ventajas específicas en

algunos campos, como estrategias-e, negocio-e, gobernanza-e, salud-e, educación,

alfabetización, diversidad cultural, igualdad de género, desarrollo sostenible y protección

del medio ambiente” (CMSI, 2007); el objetivo de la segunda fase fue afianzar los logros

obtenidos en la primera. La CMSI fue auspiciada por las Naciones Unidas (ONU) y por la

Unión Internacional de Telecomunicaciones (IUT).

En la fase llevaba a cabo en Ginebra se desarrollaron a fondo tema relativos a “la

necesaria cooperación internacional y la indispensable solidaridad electrónica entre los

pueblos” (Rodríguez, 2005: 39). La declaración de esta primera fase de la CMSI fue

firmada por los 191 países miembros de la ONU, pasando a ser uno de los compromisos

más importantes a nivel mundial. La declaración dice lo siguiente:

"… nuestro deseo y compromiso comunes de construir una Sociedad de la

Información centrada en la persona, integradora y orientada al desarrollo, en que

todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir la información y el

conocimiento, para que las personas, las comunidades y los pueblos puedan

emplear plenamente sus posibilidades en la promoción de su desarrollo sostenible

y en la mejora de su calidad de vida, sobre la base de los propósitos y principios

de la Carta de las Naciones Unidas y respetando plenamente y defendiendo la

Declaración Universal de Derechos Humanos" (CMSI, 2003).

Una característica relevante de esta Cumbre fue que por primera vez la ONU convocó al

sector privado (empresas y ciudadanos), además de los Estados. Estos tres entes

tuvieron igualdad de derechos en cuanto a su participación. De acuerdo al análisis del

documento, los problemas tratados en la CMSI (2003) fueron los siguientes:

El fondo de solidaridad destinado a ayudar a los países en desarrollo, para

abastecerse de infraestructura en comunicaciones.

El reconocimiento de las comunicaciones como un derecho humano, es decir, el

ciudadano tiene derecho a ser informado y a producir información.

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El control democrático de las redes de información y de comunicación, en otras

palabras, que el control de Internet pase de manos privadas estadounidenses a

una entidad internacional, por ejemplo la ONU.

La libertad de expresión o libertades públicas: abolición del espionaje desde los

gobiernos hacia los ciudadanos.

El derecho a la propiedad intelectual.

Se puede decir entonces que la característica principal del período conocido como

Sociedad de la Información es el desarrollo de las TICs. Este desarrollo produjo una nueva

desigualdad social conocida como brecha digital, tema que se trató ampliamente en la

CMSI en todos sus aspectos. No obstante, es un problema real que dio paso a un nuevo

analfabetismo: el analfabetismo digital, problemática también presente en Chile.

Para superar este problema, en nuestro país destaca el Proyecto BiblioRedes impulsado

por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM), el que consiste en capacitar

en el uso de las TICs a la comunidad nacional a través de Programas de Alfabetización

Digital en cada una de las bibliotecas públicas que forman parte del convenio con DIBAM.

Cabe señalar que los fondos para equipar a las bibliotecas públicas con una sala con

computadores conectados a Internet, en la etapa inicial fueron donados por la Fundación

Bill& Melinda Gates, pero actualmente el financiamiento está a cargo de 292

municipalidades y el Gobierno de Chile.

En el segmento de Educación Básica y Media, el Ministerio de Educación (MINEDUC) ha

puesto en marcha el Programa Enlaces, el que consistió en dotar a cada colegio público

del país de una sala equipada con computadores conectados a Internet, en la que tanto

alumnos como profesores se capacitan en el uso de las TICs.

En la Educación Superior la principal iniciativa para reducir la brecha digital, entre otras,

ha sido la elaboración de proyectos en el Programa Mejoramiento de la Calidad y Equidad

de la Educación Superior (MECESUP), impulsados a nivel nacional por el MINEDUC y

financiados por el Gobierno de Chile y el Banco Internacional de Reconstrucción y

Fomento (BIRF). Se destacan los proyectos presentados a nivel de bibliotecas

universitarias, pues han logrado nuevas infraestructuras (construcción de edificios),

perfeccionamiento para bibliotecólogos e implementación tanto bibliográfica como

tecnológica.

Gracias a estos esfuerzos se puede decir que en Chile la brecha digital entre inmigrantes y

nativos digitales (personas nacidas antes y después de 1990 aproximadamente y que

tienen acceso a las TICs), puede considerarse controlada. Sin embargo, es necesario un

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permanente análisis de esta situación en cada uno de los segmentos que forman nuestra

sociedad.

El uso de las TICs es uno de los aspectos contemplados en el desarrollo de las

competencias de la ALFIN. De acuerdo a lo manifestado por ACRL/ALA (2005), “las

destrezas en tecnologías de la información capacitan a un individuo para usar

ordenadores, aplicaciones informáticas, bases de datos y otras tecnologías para alcanzar

una gran variedad de metas académicas, laborales y personales. Los individuos

competentes en el acceso y uso de la información necesariamente tienen que dominar

determinadas destrezas tecnológicas”. En otras palabras, la alfabetización digital es uno

de los prerrequisitos para el logro de la alfabetización en información. Gracias a los

avances tecnológicos, la proliferación de redes de información y los esfuerzos

gubernamentales, institucionales y personales, en la actualidad se puede decir que como

sociedad, poseemos los elementos básicos para superar la brecha digital y avanzar hacia

el aprendizaje continuo.

ALFIN y la Sociedad del Conocimiento

Los cambios producidos en las últimas décadas, impulsados principalmente por el

desarrollo de las TICs, han creado las condiciones para el surgimiento de la Sociedad del

Conocimiento. Pero esta Sociedad va más allá del uso de las TICs, teniendo como tema

central el desarrollo humano de las personas, como se puede ver en la siguiente cita: “la

sociedad mundial de la información sólo cobra sentido si propicia el desarrollo de

sociedades del conocimiento y se asigna como finalidad ‘ir hacia el desarrollo del ser

humano basado en los derechos de éste (…), la edificación de las sociedades del

conocimiento es la que ‘abre camino a la humanización del proceso de mundialización’

[sociedad mundial de la información]” (UNESCO, 2005: 29). De acuerdo a este

enunciado, se puede decir que la Sociedad del Conocimiento tiene como objetivo principal

ser fuente de desarrollo para todas las personas.

La revolución de la información plantea dos desafíos importantes para lograr que la

Sociedad del Conocimiento esté al alcance de todos, los que se presentan como

postulados fundamentales:

El acceso a la información para todos (fuentes, contenidos e infraestructura de la

información).

El futuro de la libertad de expresión (libre circulación de informaciones, sin

censura ni manipulaciones).

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Es necesario destacar que este último principio incluso forma parte de la Declaración

Universal de Derechos Humanos de 1948, entre otros Pactos, como se puede ver en el

artículo 19 de este documento: ‘Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de

expresión. Este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de

investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de

fronteras, por cualquier medio de expresión’ (citado en UNESCO: 30). En relación a este

aspecto, diversos estudios reconocen como elemento central de la Sociedad del

Conocimiento ‘la capacidad para identificar, producir, tratar, transformar, difundir y

utilizar la información con vistas a crear y aplicar los conocimientos necesarios para el

desarrollo humano’ (UNESCO: 29).

Al fomentar el desarrollo de estas competencias en las personas, y por tanto la libertad de

expresión, se promueve además la autonomía tanto en el acceso como en el uso de la

información, no obstante no podemos olvidar que la investigación debe estar al servicio

de la sociedad, y además que “para construir auténticas sociedades del conocimiento, no

cabe limitarse a la libre circulación de las informaciones (…), éstas han de ser objeto de

intercambio, confrontación, crítica, evaluación y reflexión con el aporte de la investigación

científica y filosófica” (UNESCO: 31).

En cuanto al acceso a la información para todos, existen diversas iniciativas entre las que

se destacan los “depósitos abiertos de documentos especializados, con el fin de facilitar el

acceso a contenidos que en un principio estaban disponibles sólo para quienes pudieran

pagar” (Serrano y Prat, 2005: 17), estos son los movimientos de Acceso Libre u Open

Access.

La Alfabetización en Información está unida a tres grandes metas relacionadas con la

Sociedad del Conocimiento (Matus, s/f: [1]), estas son las siguientes:

La autonomía de las personas en el acceso y uso de la información como una

forma de hacer frente a la nueva sociedad.

La formación de un pensamiento crítico que permita la toma de decisiones y

la realización de acciones debidamente informadas y consistentes.

Comprender la necesidad de una educación continuada a lo largo de toda la vida

para lo cual se deben tener las herramientas necesarias para desarrollarla en

forma autónoma.

El logro de estas metas, darán como resultado que la persona alfabetizada en información

aplique un pensamiento crítico tanto en el acceso, evaluación y uso de información, como

en la comunicación de nuevo conocimiento. En otras palabras, la persona alfabetizada en

información y que aplica el pensamiento crítico, tiene “la posibilidad de no dejarse ahogar

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por la masa de datos indiferenciados producidos por la revolución de la información, ya

que sólo las búsquedas pertinentes de información, los intercambios, las discusiones, los

debates democráticos y las actividades científicas o creativas libres pueden hacer que la

información se convierta en conocimiento” (UNESCO: 39). Además será consciente que el

desarrollo de estas competencias le entregarán la autonomía necesaria para el

aprendizaje a lo largo de toda la vida, aprenderá entre otras cosas a “reflexionar, dudar,

adaptarse con la mayor rapidez posible y saber cuestionar el legado cultural propio

respetando los consensos” (UNESCO: 66), es decir aprenderá a aprender.

ALFIN y la Sociedad del Aprendizaje

Paralelamente al término Sociedad del Conocimiento, surge la expresión Sociedad del

Aprendizaje, cuya connotación está unida a las exigencias de los sistemas políticos,

sociales, culturales, económicos, etc., los que para el ciudadano ya no son tan estables

como en décadas anteriores. La inestabilidad de los sistemas en lo laboral, la producción

masiva de nueva información e incluso la posible caducidad de los títulos profesionales,

han motivado a las personas a actualizar permanentemente sus conocimientos respecto

de la propia área de desempeño y de otras, pues la tendencia del manejo de información

es la interdisciplinaridad y/o transdisciplinaridad, es decir la integración de diversos

conocimientos. Además el cambio de modelos educativos, anteriormente centrados en la

enseñanza, también ha estimulado la masificación de esta expresión. A modo de ejemplo

se entrega la siguiente cita: “En un momento en que las mutaciones cada vez más

rápidas cuestionan a los antiguos modelos y cobran una importancia creciente el ‘saber

haciendo’ (…) y la capacidad para innovar, la dinámica cognitiva de nuestras sociedades

se ha convertido en una cuestión crucial” (UNESCO: 61); la cultura de la innovación,

entendida como la valoración económica de los conocimientos producidos, también aporta

a la inestabilidad de los sistemas, principalmente por el riesgo de obsolescencia que

corren. En otras palabras “las sociedades del aprendizaje tienen que afrontar

forzosamente en el siglo XXI un desafío de envergadura: armonizar la cultura de la

innovación con una visión a largo plazo” (UNESCO: 62).

La acción de aprender se ha extendido en la sociedad a todos los niveles, demandando de

los seres humanos incluir en sus estructuras organizativas personales, el tiempo, espacio

y recursos necesarios para realizar esta acción, pues la adquisición de nuevos

conocimientos y la comunicación de ellos han cobrado tal relevancia que deben ser

realizados en forma permanente a lo largo de toda la vida: “la educación ha dejado de ser

el privilegio de una elite y de estar vinculada a una determinada edad; tiende a ser

coextensiva a la vez con la totalidad de la comunidad y con la duración de la existencia

del individuo”(UNESCO: 61)

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En esta Sociedad también destaca la importancia del desarrollo de los tipos de

conocimiento: descriptivos, procedimentales, explicativos y actitudinales, en la que este

último sobresale, ya que se ha transformado en el estímulo principal del que aprende,

pues involucra en el aprendizaje sus propias vivencias. De más está referirse a la

importancia que tiene en la Sociedad del Aprendizaje, la Alfabetización en Información,

pues quien desarrolla las competencias que la ALFIN involucra, desarrollará la capacidad

de aprendizaje en forma permanente.

ALFIN y el Aprendizaje a lo largo de toda la vida

En el presente, a nivel mundial, los gobiernos están realizando enormes esfuerzos para

hacer posible el acceso a la educación a todas personas. Tradicionalmente el ciclo de vida

de la educación ha incluido a la educación preescolar, la educación básica, la educación

media y la educación superior, pero hoy en día también se reconoce como parte de este

ciclo a la formación permanente o continua. Este concepto surge producto de la

educación de adultos, la que en un principio, de acuerdo a lo manifestado por UNESCO,

“se concebía como una opción individual que ofrecía la oportunidad para un ascenso

social o un reciclaje profesional, pero a partir de los años setenta la educación a lo largo

de toda la vida comenzó a enmarcarse en una visión más amplia del itinerario educativo”

(UNESCO: 84).

Desde el punto de vista de la enseñanza superior y de acuerdo a diversas reflexiones, la

formación continua se justifica porque la educación superior entrega un esbozo dentro del

verdadero marco de ejecución y aplicación de conocimientos, luego de terminados los

estudios de pregrado; a pesar de esto, la educación superior da la base para que las

personas sepan cómo aprender. Esta competencia se reactiva y desarrolla en forma

permanente a través del aprendizaje continuo, además, UNESCO expresa que “la

educación para todos a lo largo de toda la vida constituye una de las formas

fundamentales de la construcción de la persona (…), trasciende ampliamente el tiempo

dedicado a la actividad profesional y se extiende antes, durante y después de la vida

activa de las personas” (UNESCO:84). En otras palabras se puede decir que el

aprendizaje a lo largo de toda la vida incluye el desarrollo de diversos aspectos de

desempeño del ser humanos, entre los que se destacan el desarrollo personal, cultural y

social, además del desarrollo profesional.

En la actualidad la formación permanente se ve beneficiada por la masiva proliferación de

instituciones dedicadas a este fin, las que imparten cursos tanto en forma presencial

como a distancia. En este aspecto UNESCO declara que “si la educación se convierte en

un proceso continuo que no se limita a un lugar y tiempo determinados, es importante

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valorar el ámbito del aprendizaje informal, cuyo potencial se ve hoy reforzado por la

posibilidad de acceso que ofrecen las nuevas tecnologías” (UNESCO: 87). En cuanto a la

valoración de la formación continua por parte de la sociedad, manifiesta que: ”uno de los

aspectos más importantes de la educación a lo largo de toda la vida es la necesidad de

que el aprendizaje permanente sea reconocido como tal en la sociedad. Las políticas en

materia de educación a lo largo de toda la vida tienen que ser capaces de integrar estos

múltiples centros [de educación] y formas de aprendizaje, así como la autoformación”.

Otro aspecto importante que beneficia el desarrollo de la formación continua es el cambio

de modelos educativos, anteriormente centrados en la enseñanza (docente) y ahora

centrados en el aprendizaje (alumno). Ante todos estos cambios, vale la pena señalar las

palabras de Esteban (s/f: [3]), “el conocimiento vale en sí mismo, no la información. A

éste sólo se accede mediante el aprendizaje”

Ahora bien, para realizar el aprendizaje a lo largo de toda la vida es necesario que las

personas desarrollen las competencias en alfabetización en información, de hecho el ser

alfabetizado en información se ha transformado en uno de los prerrequisitos para realizar

el aprendizaje continuo, y a su vez el prerrequisito para ser alfabetizado en información

es haber desarrollado una buena comprensión lectora, tanto en la interpretación como en

la generación de ideas que pueden transformarse en nuevo conocimiento. El manejo de

las nuevas tecnologías también es una competencia muy importante que debe ser

considerada por quienes opten por el aprendizaje permanente.

El desarrollo de estas competencias y habilidades (buena capacidad lectora, estar

alfabetizado en información y manejar de las TICs), entregará a las personas la confianza

para desarrollar el aprendizaje continuo en forma exitosa y a la vez serán participantes

activos en la actual sociedad del aprendizaje.

ALFIN y la Educación Superior

La educación superior en las últimas décadas ha experimentado grandes cambios. De ser

un sistema basado en el modelo europeo en el que cada carrera tenía un currículo

definido e inamovible surgen sistemas interdisciplinarios, es decir integradores tanto de

disciplinas como de conocimientos, orientados hacia el logro de competencias, los que

tratan de ajustarse a los nuevos tiempos.

A estos cambios se une el hecho de que cada año aumenta el ingreso de nuevos alumnos

a la educación superior, las áreas de investigación, de científicos y académicos progresa

estimulando la especialización y a la vez la producción de nuevos conocimientos, las

ofertas educativas se diversifican a medida que los conocimientos avanzan, los modelos

educativos se dirigen hacia el saber hacer, la educación superior privatizada crece más

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que la estatal, surgen institutos, escuelas y laboratorios de investigación, centros de

educación a distancia, etc.; todos estos cambios influyen en la forma de hacer

universidad. En este aspecto UNESCO manifiesta que “aunque no exista un modelo único

de organización, es importante garantizar que los sistemas de enseñanza superior

emergentes posean un nivel de calidad y pertinencia y un grado de cooperación

internacional suficientes, a fin de que puedan desempeñar plenamente su papel de pilares

en la edificación de las sociedades del conocimiento” (UNESCO: 95). Ante estos cambios,

la misión de las instituciones de educación superior ha debido ampliar sus objetivos,

incluyendo a la enseñanza, investigación y difusión del conocimiento, el descubrimiento y

la innovación, aspectos que en sistemas de larga trayectoria han cobrado una gran

relevancia.

Uno de los problemas que deben enfrentar tanto investigadores, académicos como

estudiantes, ya no es la falta de información sino la sobreabundancia de ésta. Respecto

de este tema, Picardo (2002: 7) señala que “se demanda una nueva arquitectura

educativa que apunte y apueste al aprendizaje de por vida (…) lo que implica entablar

una nueva hipótesis educativa: enseñar a aprender, y sobre todo utilizar adecuadamente

la información en el proceso de enseñanza aprendizaje. Se plantea entonces una nueva

hipótesis, un nuevo enfoque para comprender el quehacer educativo llamado ‘Pedagogía

informacional’, ante el cual, los docentes y estudiantes deben asumir un nuevo rol de

‘mediaciones’ entre la experiencia humana y la información existente, y sobre todo caer

en la cuenta que la información debe ser punto de partida y de llegada en el proceso de

enseñanza aprendizaje”.

Al interior de las universidades la institución que administra la información académica es

la biblioteca, la que al igual que todos los sistemas ha debido adecuarse a los nuevos

tiempos, por ejemplo adquirir material informativo tanto en formato impreso, audiovisual

y electrónico, suscripción a bases de datos generales y especializada, ingreso de la

descripción de sus colecciones a catálogos electrónicos, implementación de nuevos

servicios tales como Referencia electrónica, acceso a Internet para todos los usuarios, etc.

Los presupuestos ya no sólo se concentran en la compra de impresos, sino que además

incluyen el pago por la suscripción de bases de datos académicas, la mantención de

equipos computacionales y redes de información; además han ampliado su planta

profesional aumentando la cantidad de profesionales de la información e incluyendo a

ingenieros y técnicos en computación. Todos estos cambios han sido producidos por el

avance de las nuevas tecnologías y la inmensa producción de información.

Otro cambio importante es la forma en que dan a conocer a los usuarios los diversos

servicios que tienen para ellos; antiguamente bastaba con una visita guiada por las

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dependencias de biblioteca, pero en la actualidad han surgido iniciativas a modo de

charlas, para informarles cómo utilizar los servicios electrónicos y talleres para acceder a

la información. En cuanto al papel de las bibliotecas tanto reales como virtuales, y el

aprendizaje y la calidad educativa, Lau (2001: 1) señala lo siguiente: “la biblioteca

universitaria debe ser un laboratorio de ideas, un macro repertorio informativo de calidad,

un centro de enlace a las redes mundiales de datos y debe ser el espacio más privilegiado

para el autoestudio y el punto de partida para cualquier proyecto de instrucción a

distancia o educación de tipo constructivista. Este recinto (…) equivale a la memoria del

ser humano; es el proveedor del principal insumo de los procesos educativos: la

información, vehículo del conocimiento, factor indispensable en los procesos educativos

orientados al aprendizaje”.

La ACRL /ALA (2005) refiriéndose a las ventajas de la ALFIN en la Enseñanza Superior,

señala que “las aptitudes en el acceso y uso de la información aumentan la capacidad de

los estudiantes para evaluar, gestionar y utilizar la información, en estos momentos están

siendo consideradas ya por diversas agencias de acreditación regionales y profesionales

como un resultado clave para los alumnos universitarios. [… Declara además que] la

consecución de estas aptitudes para el acceso y uso de la información multiplica las

oportunidades de aprendizaje autodirigido para los estudiantes, puesto que se sienten

comprometidos en la utilización de una gran variedad de fuentes de información para

ampliar sus conocimientos, plantearse cuestiones bien informadas, y agudizar su

pensamiento crítico para un aprendizaje todavía más autodirigido”. En este mismo

sentido, CAUL (2002: 71) declara que “el desarrollo de personas que sean capaces de

aprender a lo largo de toda su vida es primordial para la misión de las instituciones de

educación superior y otras, lo que se refleja cada vez más en la descripción de las

cualidades de los graduados. La alfabetización en información extiende el aprendizaje más

allá del entorno formal del aula y apoya a los individuos en su aprendizaje autodirigido en

todas las circunstancias de la vida”. Por su parte UNESCO señala lo siguiente: “la

enseñanza superior debe contribuir imperativamente a actualizar a lo largo de toda la

vida los conocimientos que están en constante evolución” (UNESCO: 106). En definitiva el

objetivo principal de la alfabetización en información, según Gómez y Licea (2002: 1) “…

es lograr que los individuos, a través de los procesos de aprendizaje, sean capaces de

encontrar, evaluar y usar información de cualquier fuente que, de manera eficaz les

permita resolver sus problemas, construir conocimiento y tomar decisiones”.

Como se puede ver la ALFIN, dentro del universo de las Ciencias de la Información y

especialmente de la Bibliotecología, es uno de los principales temas de investigación. En

cuanto a la responsabilidad de los bibliotecólogos en el liderazgo de la ALFIN, Matus

(2003: [1]) expresa lo siguiente: “estamos ante un nuevo desafío país, que nos lleva

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mucho más allá de nuestras clásicas fronteras de información y nos brinda la oportunidad

de realizar un aporte social imperativo e ineludible”. En su texto se pregunta “¿Porqué las

bibliotecas y los bibliotecólogos están llamados a liderar y participar en este proceso? Las

bibliotecas son instituciones sociales de larga trayectoria reconocidas en su labor

democratizadora del conocimiento. Los bibliotecólogos son profesionales que conocen

sobre las habilidades de información, y por lo tanto recae en ellos naturalmente esta

acción”. En primera instancia son ellos los llamados a formar en Alfabetización en

Información a los alumnos de enseñanza superior, pues las bibliotecas universitarias

cuentan con el personal, infraestructura e implementación necesarios. No obstante los

bibliotecólogos deben “aprender teoría del aprendizaje y técnicas pedagógicas que les

permitan desarrollar competencias informacionales de forma creativa e

innovadora”(Sánchez, 2005: [10]).

Ante este panorama es imprescindible el diseño de cursos de ALFIN impartidos por

bibliotecólogos, cuya duración sea pertinente al tiempo que necesiten los alumnos para

aprender a acceder, evaluar, utilizar y comunicar la información, competencias que

estimularán el aprendizaje continuo y autodirigido. Todas estas razones justifican el

impartir programas de ALFIN a estudiantes de Pedagogía y Docentes en ejercicio de sus

funciones, pues ellos a su vez serán los encargados de desarrollar en los alumnos de

enseñanza básica y media, las habilidades en el manejo de información y el aprendizaje a

lo largo de toda la vida.

ALFIN y la Educación Virtual

Producto de la expansión de las TICs, la fecunda producción y difusión de nuevos

conocimientos, el cambio de paradigma de la educación centrado ahora en el alumno y la

necesidad de un aprendizaje permanente, han surgido innumerables ofertas de cursos

impartidos en forma virtual en la educación superior, tanto de pregrado como de

postgrado, lo que lleva a la reflexión sobre la calidad de los programas accesibles a través

de Internet, la que dependerá principalmente del prestigio de las instituciones que avalan

estos programas, la calidad de los tutores y el modelo pedagógico utilizado, es decir la

plataforma interactiva en la que son montados o subidos los cursos, la que además de

incluir los espacios tradicionales en los que se desarrolla la educación presencial (salas de

clase y bibliotecas), debe entregar a los alumnos unidades didácticas suficientemente

claras para orientar su navegación por la plataforma.

En relación a la calidad de la educación impartida a distancia, Picardo (2002: 2) declara lo

siguiente: “La Educación Telemática o a Distancia por Internet, bajo el rigor de un

programa serio y honesto es tan exigente como la educación presencial; generalmente, la

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evaluación en estos programas se constituye a partir de los foros debates por correo

electrónico, lo que supone el dedicar tiempo suficiente a las lecturas del curso para

acceder al conocimiento necesario y participar demostrando los propios puntos de vista;

por otra parte, la variada participación de personas en los debates, que se encuentran en

escenarios geográficos distintos y distantes, enriquece la experiencia del aprendizaje,

siendo sustancialmente dialógica, constructiva y aprovechando los entornos”.

Para captar el interés de los alumnos por estas asignaturas y lograr que se inscriban, es

necesario informarles con anterioridad el programa del curso, el que debe resultar

novedoso para ellos y a la vez actualizado de acuerdo al estado de la literatura. Una de

las características de los cursos a distancia es la estimulación del aprendizaje

colaborativo, como bien señalan Fernández y Montes de Oca (2003: 2) “el componente

más importante (…) lo constituye el estudiante, el cual en los entornos virtuales pasa a

tener un papel más activo, independiente y colaborativo, controlando su ritmo de

aprendizaje (…), en los entornos virtuales, se debe lograr una formación técnica y

habilidades básicas de selección y manejo de información para la colaboración en grupos

de trabajo. [Por su parte, el tutor] debe favorecer el trabajo colaborativo propiciando la

participación en debates de actualidad y la resolución de problemas por grupos de

estudiantes”.

En cuanto a la ALFIN impartida a distancia ACRL/ALA (2005) manifiesta que “para

quienes promueven las aptitudes para el acceso y uso de la información en los cursos de

educación a distancia, el reto estriba en desarrollar una gama de experiencias de

aprendizaje sobre los recursos de información comparable con las ofrecidas en la

enseñanza tradicional presencial. El nivel de las aptitudes para el acceso y uso de la

información a lograr por los alumnos de programas a distancia debería ser comparable al

nivel obtenido por los alumnos presenciales”.

En Chile existen diversas iniciativas de cursos de educación de usuarios que incluyen

competencias de la ALFIN, realizados por bibliotecas universitarias a modo de taller por

ejemplo el Programa de Formación de Usuarios en el uso de Recursos de

Información ofrecido por SISIB en la Universidad de Chile, el Programa de Educación en

Información (PEI) impartido por BIDOC en la Universidad Católica del Norte o el Programa

de Desarrollo de Habilidades Informativas impartido por SIBUC en la Pontificia

Universidad Católica de Chile, pero de este tema como asignatura acreditada e impartida

en forma virtual no se tienen antecedentes.

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