Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

download Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

of 16

Transcript of Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    1/16

    In memoriam:

    Roberto Varela

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    2/16

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    3/16

    ALTERIDADES, 200515 (29): Pgs. 127-128

    F

    rente a m, al redactar estas cuartillas, est la foto de nuestro querido Roberto Varela enla portada de Bricolage, la revista de los estudiantes de antropologa social y geografa

    Roberto Varela:formador de hombres cultos

    de su tiempo

    humana, dedicada a l unos meses despus de su partida.Sonre. En la mano derecha sostiene los lentes y en la izquierda su pipa, parte sustancial

    de la indumentaria de ese extraordinario ser humano con camisa a cuadros, las mangas a mediobrazo, trabajando al hablar, al estudiar, al escribir sobre todo al pensar y guardar silencio.

    No me toca a m explicarlo. Es, quiz, tema de sus colegas antroplogos, o forma parte deesa zona del misterio que acompaa al acontecer humano, pero he podido constatar, a lo largode mi vida, que hay personas que con su presencia simbolizan lo mejor de las instituciones alas que pertenecen. Pueden o no tener cargos, eso es circunstancial: son, sin ellos o a pesarde ellos, guas, referencias en la construccin de ambientes para el avance del conocimiento, laenseanza, la construccin de espacios colegiados y por qu no decirlo? seres ante los queno se puede ser indiferente.

    Alguna vez escuch la siguiente ancdota: al volver de obtener dos doctorados en el extran-

    jero, el hijo se presenta ante el padre, orgulloso de sus logros. Aqu estn mis diplomados,padre. El hombre mayor, pensativo, le da un abrazo y le dice: bueno, pues has andado la mitaddel camino, ahora te toca lo ms difcil: perder los doctorad os. El muchacho sin comprenderlo que dice su padre guarda silencio y espera. Mira: nadie dice doctor Freud, o doctor Darwinni doctor Marx. (En esta comunidad yo dira que nadie se refiere a Turner, a Lvi-Strauss o a

    Adams anteponiendo sus credenciales.) Son nombres que valen y valoramos sin necesidadde adelantar sus grados.

    Por eso basta y sobra decir Roberto Varela, as, a secas pero con toda la carga simblica quesignifica su nombre, para saber que estamos hablando de un pilar de nuestra universidad: in-quieto, perspicaz, inquisitivo, no conforme con seguir los caminos trillados; provocador depensamientos, afincado en la honda cultura que, como su nombre lo indica, cultiv sin cesara lo largo de sus das.

    Amigo fiel, pero no complaciente. Amoroso compaero, padre y abuelo ser abuelo es el

    postre de la vida, maestro en el mejor de los sentidos. En la editorial de Bricolagesus alumnosescribieron un prrafo que no resisto citar:

    Y es que honestamente pocos son los profesores que calan hondo. Roberto Varela fue uno de ellos. Su

    profundo conocimiento de la antropologa, el rigor y la claridad de sus exposiciones, la inteligencia de

    sus juicios, la perspicacia de sus crticas, la brillantez de sus intuiciones, la felicidad de sus ironas

    y la pertinencia de sus preguntas, hicieron de l un profesor extraordinario: un maestroen el sentido

    fuerte de la palabra.

    En vez de decir que el nmero de la revista est dedicado al doctor Roberto Varela, terminancon una hermosa expresin de afecto: este nmero est dedicado a Roberto el Flaco

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    4/16

    128

    Varela. Donde quiera que est desde luego en nuestra memoria y gratitud al escuchar quesus estudiantes le recuerdan as, con ese carioso sobrenombre, vuelvo a la foto de la portada

    y entiendo su sonrisa. No hay mejor homenaje que el respeto no ausente de buen humor paraun maestro. Sin duda, me sumo, hago propias, las palabras que sus estudiantes escribieron.

    En pocos das culminar la honrosa distincin que me confiri la UAMpara ser rector general.Por ello, asistir a este homenaje en las ltimas semanas de mi encomienda tiene tanto sentido.

    La obra intelectual de Roberto Varela es importante y habr de continuar enriquecida por lacrtica y profundizacin de sus hallazgos por parte de sus colegas y alumnos. Estoy seguro deque as ser.

    Pero es preciso volver a reflexionar en cmo una persona puede encarnar, debido a su sol-vencia tica y solidez humana, los valores no slo de su institucin de referencia, sino, en estecaso, los de la vida universitaria. Roberto, el Flaco Varela, construy junto con sus colegas,maestros y estudiantes un espacio para el trabajo antropolgico del cual estamos orgullososen al UAM. Tambin leg con generosidad una vasta obra especializada que sus pares aprecian.Pero, a su vez, reivindic cada da el valor de la vida acadmica y el sentido ms fuerte de la la-bor de las universidades pblicas. Algunos recuerdan cmo sintetiz, en una frase slida,la razn de ser de nuestras instituciones. Luego de detenerse a pensarlo unos instantes, con lapipa en la mano, dijo con voz firme: lo que ha de guiar a la UAM, y a todas las universidades

    que se respeten, es una cosa sencilla de decir pero difcil de lograr: formar hombres cultos desu tiempo.

    El silencio que prosigui a esa frase, entre sus colegas, es difcil de describir. Creo que dabasentido a la sentencia que afirma: no hables si lo que vas a decir no es ms bello que el silencio.

    En estos das, cuando la prisa y ciertos indicadores opacan la sabidura que se construyecon paciencia y disciplina, es menester recordar este eje orientador para nuestro trabajo: ge-nerar hombres cultos y de su y nuestro tiempo.

    Esa propuesta de rumbo, de horizonte de largo plazo, slo puede provenir de quien ha refle-xionado sobre lo que es valioso; es socia de Machado cuando advierte: cualquier necio/ con-funde valor y precio. Roberto entendi lo que es valioso en esta labor educativa, que rebasa,con mucho, la instruccin o la habilitacin sometida al mercado.

    Agradezco enormemente la oportunidad de expresar estas ideas ante ustedes. A pesar de

    la pena por su partida lo extraamos se ha quedado con nosotros en su obra, en su profundoafecto por la universidad, sus colegas y estudiantes; sus amigos y familia.

    Y, a mi juicio, en esa frase que se une tan bien con una universidad abierta al tiempo: ojal,sera el mejor homenaje posible, estemos a la altura de su propuesta: formar hombres cultos desu tiempo. Menudo reto, Flaco: pero es preciso trabajar por ello.

    Luis Mier y Tern Casa nu eva

    Rector General d e la Universidad Autnoma Metropol i tan a

    Roberto Varela: forma dor d e hombres cul tos de su tiempo

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    5/16

    129

    La Ctedra Roberto Varela:un homenaje que crea lazos

    ace algunos meses el doctor Luis Mier y Tern Casanueva, rector general de nuestrainstitucin, nos plante al rector de Iztapalapa, doctor Jos Lema, y a m su inters por

    Hcrear la Ctedra Roberto Varela. La propuesta fue bienvenida inmediatamente, nos dimos ala tarea de hacer acopio de recursos, voluntades y propsitos. De recursos para que se consti-tuya un fideicomiso que d sustento y estabilidad en el tiempo a la Ctedra; de voluntades paraque ella no est adscrita slo al Departamento de Antropologa que el Flaco, junto con otroscolegas, contribuyera a crear hace treinta aos, sino que forme parte del patrimonio acad-mico de nuestra Divisin, la misma que Roberto dirigiera hace 20 aos; y de propsitos, porque

    ya hemos designado una comisin que le otorgue direccionalidad acadmica a su ejercicio. LaCtedra nos permitir invitar a profesores de alto nivel acadmico, nacionales e internacionales,para que ofrezcan ciclos de conferencias (al modo de lectures) que puedan ser publicadas, yasea en papel, ya en formato electrnico. Quienes lo conocimos tenemos la conviccin de quel compartira con nosotros esta solucin: una ctedra abierta, plural, con sentido y rigoracadmico que est disponible para el fortalecimiento de la Divisin. Tal vez alguna incomodidad

    le hubiramos causado al Flaco por ponerle su nombre a esta Ctedra. Sin embargo no estde ms tomarle a l mismo la palabra. Vean ustedes si no.Recordarn que hace un ao, justo en este patio, al concluir el homenaje que le celebramos

    por sus 70 aos, el Flaco nos ley el siguiente dilogo de El principi to. El zorro le seala alprincipito que no puede jugar con l porque no est domesticado.

    Qu significa domesticar?

    Es una cosa demasiado olvidada le contesta el zorro. Significa crear lazos.

    Crear lazos?

    S dijo el zorro. Para m no eres todava ms que un muchachito semejante a cien mil muchachitos.

    Y yo no te necesito. Y t tampoco me necesitas. No soy para ti ms que un zorro semejante a cien mil

    zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Sers para m nico en el mundo.

    Ser para ti nico en el mundo

    De este hermoso dilogo que hoy adquiere otro significado y un valor singular para nosotrosme es dable obtener una leccin. Al denominar Roberto Varela a la ctedra que aqu se anun-cia no slo renovamos y desplegamos en el tiempo aquel justo homenaje, contribuimos a crearlazos que hagan de la Divisin y de nuestra universidad una ms domesticada. En 1989, conmotivo de la fiesta con la cual la UAMcelebr sus primeros quince aos, Roberto fue el encargadode dirigir unas palabras a la comunidad en el acto inaugural. El Flaco concluy sus palabras

    todava vigentes en aquella conmemoracin, con esta nota:

    para nosotros, universitarios, el solo nombre universidad evoca estados de nimo complejos y ricos

    de significado intelectual y emotivo, de gozos intensos en convivencia con amigos y compaeros, de

    ALTERIDADES, 200515 (29): Pgs. 129-130

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    6/16

    130

    La Ctedra Robero Varela: u n h omenaje qu e crea lazos

    ilusiones cumplidas, de logros intelectuales, de dudas abismales sobre nuestros conocimientos y sobre

    nuestras aptitudes, de cuestionamientos profundos de nuestro ser y quehacer, de nuestra esperanza

    contra toda esperanza. Por ello reafirmamos con plena lucidez: se sustenta, confiada, la Universidad

    en su nombre.

    Y nuestra circunstancia, no tan propicia como quisiramos, nos obliga a reivindicar ms

    que nunca a la Universidad Autnoma Metropolitana y a la universidad pblica en general.Con este nimo, con esta actitud y vocacin est armada la ctedra que aqu inauguramos.

    Antes de desvanecerse en la tenue brisa, el Flaco tuvo la oportunidad de revisar las galerasde dos libros: Cul tu ra y poder. Una v isin ant ropolgica pa ra el anlisis d e la cultu ra p oltica,se llama el primero; y el segundo Los tra bajos y los das del a ntr oplogo: ensay os sobre edu -cacin, cul tu ra, p oder y rel igin. Incluso ausente, el Flaco no deja mal parado a Marcel Mauss:le damos un don y l, luego luego, nos devuelve dos. Muchas gracias al doctor Luis Mier y Ternpor su iniciativa, muchas gracias al doctor Jos Lema por su apoyo, y a todos ustedes gra-cias por acompaarnos.

    Rod rigo Daz Cru z

    Director de la Divisin d e Ciencias Sociales y H uman ida desUniversidad Autnoma Metropol itana - Iz tapalapa

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    7/16

    131

    Mi amigo,el Flaco Varela

    onoc a Roberto Varela, o Flaco como se le deca, hace ms de treinta aos, cuandongel Palerm me pidi asumir la responsabilidad de ser su asesor de tesis. Como tal vez

    Crecuerden, en esos aos el doctor Palerm haba iniciado un programa de capacitacin enantropologa. Se haba embarcado en una estrategia para cambiar la direccin de la antropo-loga mexicana, y parte de sta era encargar sus candidatos a un antroplogo extranjero. ngelhizo contacto con quienes pensaba poder conseguir la direccin que el quera y con el tiempocre un grupo que inclua a Eric Wolf, Lawrence Krader, Bryan Roberts, Pedro Carrasco yRichard Schaedel. Roberto Varela perteneci al grupo de estudiantes formado por Patricia

    Arias, Brigitte Boehem, Alicia Castellanos, Andrs Fbregas, Alba Gonzlez, Jos Lameiras,Larissa Lomnitz, Patricia de Leonardo, Toms Martnez y Pablo Prez, entre otros. Como escriben un homenaje a Palerm, l logr, con cierta estrategia imperial, poblar nuevos departamen-tos de antropologa con su gente. Su xito puede apreciarse en la creacin del Centro deInvestigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropologa e Historia (CISINAH), despustransformado en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social

    (CIESAS). Adems particip en el desarrollo de los programas de ciencias sociales de la Uni-versidad Autnoma Metropolitana, Iztapalapa (UAM-I), donde Roberto Varela fue uno de lospioneros.

    Roberto Varela persigui siempre con avidez la verdad y la razn; pero estas dos cosas nosiempre son compatibles, por lo cual tena que equilibrar las demandas de una contra las dela otra. De joven busc en la Iglesia catlica este equilibrio, viaj a Roma y a la India. A pesarde las ricas experiencias que tuvo como jesuita, en los aos sesenta decidi que la vida parro-quial no era lo que ansiaba. En varios aspectos su carcter y disposicin congeniaban con elpapel de padre jesuita. Era considerado, de conversacin cautelosa, intelectualmente alerta,mordaz e incisivo. Tambin era apacible y dulce, muy cuidadoso con los sentimientos de otros

    y con un gran aprecio de las debilidades humanas.He conocido a varios jesuitas quienes dejaron la Congregacin por la antropologa, y tambin

    a algunos que permanecieron como eclesisticos pero que al mismo tiempo siguieron ejercien-do la disciplina de la antropologa. Otro de mis estudiantes destacados de esa poca fue RicardoFalla, un jesuita guatemalteco. Nunca me sent el profesor de estos dos hombres, Flaco yRicardo, en el estricto sentido acadmico. Yo no tena mejor intelecto, y no posea mucho queensearles. En realidad, se invirti la relacin! Su preparacin intelectual como jesuitas leshaba provedo de una mejor y ms amplia educacin que la ma. Lo nico que yo les pude darera la herramienta de la antropologa y mi experiencia personal y profesional. La razn por suexcelencia como antroplogos y como seres humanos se debe a la capacidad intelectual y alimpulso propio de cada uno de ellos. La educacin y la disciplina jesuita junto con la formacinantropolgica proporcionaron las herramientas necesarias y ellos decidieron qu hacer conestos utensilios. A travs de su agudeza intelectual sobresalieron.

    ALTERIDADES, 200515 (29): Pgs. 131-133

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    8/16

    132

    La decisin de dejar la Congregacin, sin duda un paso crucial en su trayectoria, no cambifundamentalmente la naturaleza de los intereses de Roberto, y tampoco modific su modo depensar. Aos despus, en un recuento del desarrollo de la antropologa en la UAM-Iztapalapa,Roberto precis las tres tendencias en conflicto en el Departamento de Antropologa. En primerlugar situaba la preparacin prctica para que los estudiantes pudieran entrar en el mercadode empleo competitivo; en segundo estaba la propensin a llenarlos a la fuerza con todas las

    variedades de antropologa, y, en tercero, estaba la inclinacin a minimizar la antropologaacadmica, y ofrecer, en cambio, cursos ms estructurados de filosofa, literatura e historia.Roberto escribi: Personalmente me inclino por la tercera.1

    En los treinta aos que nos frecuentamos se hizo evidente que la razn por la cual llegua considerar a Roberto uno de mis mejores amigos era porque compartamos una preferenciapor las ideas por encima de los hechos. stos siempre fueron importantes, pero los modelos

    y las ideas que ellos engendran era lo que nos interesaba. En los primeros aos de los cuaren-ta yo estudiaba filosofa en la universidad, pero la Segunda Guerra Mundial me oblig a inte-rrumpir esta actividad. Mientras prest servicio en la Marina en las Islas del Pacfico tuve laoportunidad de ver sociedades muy distintas de las que haba conocido antes en los EstadosUnidos de Amrica. Cuando, despus de la guerra pude retomar mis estudios decid dejar delado la filosofa en favor de la antropologa, pues me pareca que ofreca una manera ms di-

    recta, y ms pintoresca, para comprender cmo funciona el mundo humano.No recuerdo si el Flaco y yo discutimos alguna vez en estos trminos al respecto, pero s

    era muy claro que ambos nos interesbamos menos en las materias focales antropolgicas demoda (en estudios detallados de parentesco, descripciones etnogrficas meticulosas de la vidade un pueblo, o exploraciones exhaustivas de las creencias y la cultura material, por ejemplo).

    A los dos nos preocupaba menos la apariencia de la cultura, y nos atraa ms cmo funcionanlos sistemas sociales o, como en su estudio de Tlayacapan, como nofuncionan. Tal vez el tra-

    bajo que el Flaco hizo en la India tuvo el mismo efecto que el que tuvieron las Islas del Pacficosobre m. Obviamente no era lo extico lo que nos cautivaba de la antropologa.

    Un rea de inters particular que siempre compartimos era la estructura del poder en lasociedad. A l le apasionaba la cultura poltica y escribi varios ensayos evaluando el trabajode otros estudiosos, sobre todo mexicanos. Este inters se evidencia en su tesis sobre Tlayaca-

    pan, en ella describe que, en efecto, el gobierno local y sus actores no tenan acceso a las gran-des decisiones, que se hallaban en manos del gobierno estatal. Examin la cuestin del poderen la sociedad de Tlayacapan y esto permaneci como uno de los temas intelectuales que lepreocuparon durante el resto de su vida.

    Regreso a aquellos primeros aos. Parte de la estrategia de ngel Palerm para capacitar asus estudiantes era que ellos fueran a las universidades donde trabajaban los antroplogosextranjeros afiliados a su programa. As, los candidatos obtendran la ventaja de la experienciade estos ltimos, aunque sus diplomas seran mexicanos. Por lo anterior, con agrado tuvimosal Flaco con nosotros en la Universidad de Texas por un ao. Ah tuvo acceso a las bibliotecas,

    y particularmente a la Coleccin Netty Lee Benson, una de las mejores colecciones existentesque sigue siendo un gran recurso intelectual. Durante ese ao nos veamos a menudo, estuvomuchas veces en nuestra casa, nos acompa en excursiones locales, y particip en conferen-

    cias de ciencias sociales en universidades cercanas.2

    El Flaco Varela era un hombre modesto que nunca sinti la necesidad de imponer susideas. Platicar con l era conversar con una persona suave y dulce, alguien que era un buenmaestro. Tena un don muy especial tambin para colaborar con otros estudiosos. Muchos

    Mi amigo, el Flaco Varela

    1 Roberto Varela, El Departamento de Antropologa de la UAM-Iztapalapa: Caminos andados y porandar, Alter idades,ao 10, nm 20, 2000, p. 150.

    2 Una de ellas fue publicada como The limits of Latin American political participation: a critique of therevisionist literature, en Mitchell A. Seligson y John A. Booth (eds.),Polit ical participation in LatinAmerica, red. 2, Polit ics an d th e poor,Holmes and Meier, Nueva York, 1979, pp. 147-152.

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    9/16

    133

    de mis colegas son egostas, pero el Flaco era lo opuesto. Su bibliografa contiene varios vol-menes en que colabor, o en los cuales hizo trabajo de redaccin detallado. Mis propios libros,dos de los cuales l redact, fueron notablemente mejorados por sus oficios profesionales.

    Respecto a esto se puede llegar a la conclusin de que el Flaco encontraba su mayor placeren que las cosas caminaran bien. Fue un habilitador, una persona capaz de ver que algo sedeba hacer, y luego dedicar sus esfuerzos para que se lograra. La habilidad de promover el

    trabajo de otros no es lo suficientemente apreciada en nuestra sociedad. Las personas que tra-bajan para lograr el xito en algn proyecto intelectual tienen primero que haber comprendidoel contenido del proyecto y luego comprender su trascendencia en el contexto del mundo real.Esto nos recuerda la bsqueda vital del Flaco: siempre buscar la verdad y la razn, y cons-truir modelos para explicar nuestro mundo, para ayudarnos a comprenderlo mejor.

    He procurado impulsar proyectos que he considerado importantes para entender mejornuestro mundo, y raras veces han sido ideas propias. La verdad es que hay muy pocas ideasoriginales, casi todo nuestro pensamiento est integrado por componentes anteriores, encon-trados en nuestro entorno intelectual. Casi cualquier persona puede producir una sntesis;pero, como en la mayora de las mutaciones, gran parte de estas sntesis intelectuales no sobre-

    viven el proceso de la seleccin natural. Si ideas nuevas merecen ser promovidas tendrn queser tratadas con cuidado y tendrn que ser nutridas y reproducidas en las mentes de otros.

    Creo que fue a principios del nuevo milenio que el Flaco decidi venir a Guatemala a visi-tarnos. Fue la primera vez que compartimos unos das sin estar trabajando en algn proyectoacadmico. En vez de hablar de antropologa, de modelos, de estructuras, simplemente goza-mos de nuestra mutua compaa. Decidimos hacer una excursin en auto y, en vez de llevarlopor caminos conocidos por m, a lugares ya familiares, nos fuimos solos a conocer un rea delpas donde ninguno de los dos haba estado, para que ambos pudiramos disfrutar de la expe-riencia de la novedad, del descubrimiento mutuo. Aunque nunca haba estado en Guatemalasus observaciones fueron siempre agudas y deslumbrantes.

    La ltima visita que hice a Mxico para ver al Flaco fue cuando se public mi libro sobrela utilizacin de la energa como una herramienta para medir o analizar las sociedades delmundo. Aparentemente las ideas ah presentadas le interesaron desde que las empec a des-arrollar durante la dcada de 1970. Esta infeccin les fue transmitida a algunos de sus estudian-

    tes! El modelo fue concebido como un modo libre de contenido ideolgico de analizar la di-nmica social, a diferencia de lo que ocurre con la teora marxista, cuya aplicacin se dificultapor la ideologa. Este modelo empez a crear una pequea ola de inters, pero no poda com-petir con la popularidad de Marx, ni despus tampoco con la de Foucault. Por lo tanto, y esolo entiendo ahora, tal vez hacen falta muchos personas raras como su servidor y mi amigo Fla-co, para que este anlisis pueda parecer atractivo.

    Una de las ms importantes contribuciones institucionales de Roberto Varela fue la realiza-cin de programas en la Universidad. Al poco tiempo de haber terminado su trabajo doctorallleg a la Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa, y a sta le dedic el resto de su vidaprofesional. Contribuy no slo en la construccin del Departamento de Antropologa, sino engeneral en el programa de ciencias sociales y, por ende, de la Universidad misma.

    Flaco, dedicaste abnegadamente horas y das enteros al mejoramiento de mis libros, tra-

    ducindolos y llevndolos a su publicacin. Gracias. Con todas tus habilidades, sensatez y xitosllegaste a ser un amigo entraable en muchos sentidos. Nos remos de las tonteras acadmicas;hablamos de poltica y poder en el mundo real as como en el plano terico. Caminamos, con-

    versamos y remos. Tu ausencia ha dejado un vaco que, por lo menos yo, no podr llenar.

    Richard N. AdamsUnivers ida d d e Aust in, Texas

    Richard N. Adams

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    10/16

    134

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    11/16

    135

    Cultura poltica:en busca del concepto

    gradezco mucho a las y los colegas del Departamento de Antropologa que me hayan dadola oportunidad de participar de una manera privilegiada en la inauguracin de la C-

    Atedra Roberto Varela.1Este inicio de lo que podramos llamar la segund a etapade la presenciadel Flaco Varela en la Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa (UAM-I) ha dirigido enlas semanas pasadas mis recuerdos con especial intensidad hacia el inicio de la primera, ya quefue hace precisamente treinta aos, en el trimestre de otoo de 1975, cuando empec a asistir,por invitacin de l y antes de poder ingresar de manera formal a la Universidad, a las reunio-nes del incipiente Colegio de Profesores.2Por cierto, el primer jefe (Encargado) del Departa-mento era entonces tambin pap de una hija chulsima, Paula, quien est hoy con nosotros,acompaada por sus dos hijas, de las cuales la primera, Valentina, tiene ahora aproximadamentela misma edad que ella en aquel tiempo y a quien est dedicado el libro Cul tura y poder .

    No recuerdo de Roberto Varela, a quien Rodrigo Daz, alumno suyo primero y amigo cercanodespus, describe en la presentacin de dicho libro como un autntico magister (Daz, 2005:9), grandes declaraciones sobre la importancia de la juventud para el futuro del pas o sobre

    la imperiosa necesidad de mejorar de raz las universidades pblicas en Mxico. Pero su com-promiso casi obsesivo con la docencia (Daz, 2005: 9) era su respuesta permanente a esta si-tuacin profundamente sentida, y esto es algo que vale la pena ser destacado en una coyunturaen la que puntualidad y asistencia de los profesores universitarios a clases y tutoras, su cuida-dosa preparacin y el conocimiento amplio y profundo de la bibliografa pertinente no siemprese observan. Los cursos de grado y de posgrado impartidos por el Flaco tambin eran aprecia-dos por tener estas caractersticas,3no slo en la UAM, sino tambin en la Universidad Iberoame-ricana y en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social, las otrasdos instituciones de investigacin cientfica y educacin superior importantes en su vida.

    Cabe mencionar en este contexto tambin las tesis. Hasta donde tengo conocimiento, dirigia lo largo de las ltimas tres dcadas, 44 tesis de licenciatura, maestra y doctorado, fun-gi como asesor y jurado de otras tantas y revis con la misma puntillosidad un nmero

    indeterminado de borradores de tesis en su calidad de integrante del Comit del Posgrado enCiencias Antropolgicas que l mismo fund en 1993. Por cierto, de las casi noventa tesiscontadas, quince fueron escritas por once profesores y ex-profesores del Departamento de

    1 El presente texto es la versin revisada y ampliada de la intervencin en la ceremonia de inauguracinde la Ctedra Roberto Varela (Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa, 17 de no-viembre de 2005).

    2 Los inicios del Departamento de Antropologa de la UAM, entonces una universidad en efervescencia(Varela, 2004: 475), se hallan reseados en Krotz, 1987.

    3 Precisamente esto se destaca en la introduccin al nmero 8 de la revista estudiantil Bricolage,dedicado a la memoria de Roberto Varela (Coordinacin Editorial, 2005).

    ALTERIDADES, 200515 (29): Pgs. 135-138

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    12/16

    136

    Antropologa entre ellas, mi propia tesis de maestra, de modo que nos encontramos aquante un caso especial de lo que podramos llamar desarrollo acadmico sustentable.

    Es en este marco que quisiera ubicar la presentacin de Cul tura y poder : una vis in a ntropo-lgica p ar a el anlisis de la cultu ra poltica, y me congratulo de que el inicio de esta ctedra nosea un simple acto protocolario, sino en s ya una ctedra.Se trata del ltimo libro escrito porRoberto Varela4y tiene al menos dos caractersticas que lo vuelven especial en el sentido que

    acabo de mencionar.Por un lado, no fue originalmente concebido como tal. Ms bien es el resultado de muchos

    pasos para aproximarse al tema. O sea, es el resultado de una lenta maduracin de las ideasque por igual se adentraron en la bibliografa terica clsica y contempornea de la antropo-loga poltica y los estudios antropolgicos sobre Mxico, frica y Asia y se aprovecharon de lasfuentes griegas y latinas de la civilizacin occidental y de la filosofa medieval centroeuropea.Es una aproximacin reflexiva que no se preocupa por citar nombres obligados y palabrasde actualidad supuestamente inevitables creo que el trmino globalizacin no aparece unasola vez, aunque uno de los fenmenos ntimamente asociados al proceso por lo general desig-nado con dicho trmino, el surgimiento y resurgimiento de las identidades tnicas en todo elmundo, tambin es abordado en el libro. Conviene insistir en esto porque parece que losdesatados mecanismos de evaluacin acadmica se han propuesto hacer cada vez menos po-

    sible la realizacin de investigaciones en ciencias sociales y humanas de largo alcance, deavance pausado pero firme, indiferentes con respecto a autores y obras de moda cada vez msrpidamente cambiantes, interesadas slo por el tema mismo, el fenmeno social, el conceptoen cuestin.

    Por otro lado, es un libro que, adems de analizar y proponer, deja ver cmo se construyeconocimiento antropolgico. Esto es algo que ya fue un elemento importante en su tesis docto-ral, cuya lectura, a diferencia de la mayor parte de textos de este tipo, al menos en su versinfinalmente publicada, permite entender cmo diferentes perspectivas tericas son examinadas,probadas frente a la realidad emprica y luego criticadas y, en consecuencia, sustituidas o mo-dificadas (Varela, 1984: 17-44).5Tambin en este sentido puede ser un libro til para la ense-anza de la investigacin antropolgica, donde a veces es difcil hacer ver que la construccindel llamado marco terico no puede resultar de la apresurada seleccin de algunos conceptos

    tomados de alguna parte.Cul tura y poder6es un libro crtico, terico, que permite apreciar tanto la dmodeforma-

    cin cartesiana (p. 11) de su autor, como su extraordinaria erudicin, que se aprovechaba detres licenciaturas hechas en campos distintos de la antropologa, de una memoria privilegiada

    y del manejo de media docena de idiomas antiguos y actuales.La obra est compuesta de cuatro partes cuyos ttulos hablan por s mismos: Acercndonos

    a la cultura poltica, La cultura, La poltica y La cultura y la poltica.En la primera parte se realiza una amplia revisin de quince autoras y autores, todos antro-

    plogos o contribuyentes a publicaciones antropolgicas, que en los aos ochenta y noventase ocuparon del estudio de la cultura poltica; tal vez se deba destacar aqu que todos los textosrevisados hayan sido mexicanos, cosa que tampoco es muy comn en este tipo de trabajos.El resultado de la crtica acostumbradamente aguda es que no se encuentra en la bibliografa

    antropolgica mexicana especializada an un concepto analtico [d]el concepto mismo de cul-tura poltica: a lo ms es un cmodo concepto descriptivo (p. 74).

    Cul tu ra poltica: en b usca del concepto

    4 Est todava en preparacin una antologa sobre antropologa poltica.5 Ver para esto tambin su visin retrospectiva (Varela, 1992). Y es pertinente citar aqu, adems, su

    testimonio acerca de una tensin existencial: reflexionaba sobre cmo los hombres controlan a loshombres, cmo imponen su voluntad aun contra la resistencia de otras voluntades, cmo se estruc-turan las relaciones de poder, cuando lo que yo en el fondo deseaba era que los hombres se determina-ran libremente, cuando quera que el nico imperativo fuera el del amor, cuando anhelaba que per-durara en el tiempo la comunitas existencial de Vctor Turner (Varela, 1985: 9-10).

    6 En adelante, todas las referencias a este libro slo se indicarn con sus nmeros de pgina.

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    13/16

    137

    Para construir tal concepto, se procede en seguida a la revisin de aproximaciones desarro-lladas en la antropologa para el estudio de la cultura, acompaada por el cuestionamiento delhecho de que la preocupacin por la cultura se est haciendo parte de nuestra cultura me-

    xicana misma y donde errneamente, la relacin entre cultura y comportamiento es de cau-salidad unidireccional (p. 79).

    El apartado siguiente desarrolla una visin del estudio antropolgico de la poltica que inicia

    en el contexto de la antropologa africanista de los aos treinta del siglo pasado, pasa por lamencin del inventario crtico hecho dos dcadas despus por uno de los principales represen-tantes de la ciencia poltica estadounidense de aquel tiempo y termina con la aceptacin de laapreciacin hecha hace poco por la autorizada voz de Joan Vincent acerca del fin de la antropo-loga poltica clsica (p. 127). Pero, adems, se presentan diferentes perspectivas sobre poltica

    y poder, de modo especial la de Richard N. Adams, que bien pueden servir como introduccionesa tales perspectivas.

    En la parte IV se trata de resumir en qu tipo de situaciones el recurso al concepto de culturapoltica tiene sentido y en cules no, alejndose en definitiva del uso residual del concepto to-dava bastante en boga y sealado con claridad en la breve Introduccin general (p. 12).

    El libro cierra con slo dos pginas de conclusiones generales, que llevan a exactamenteseis renglones de una definicin del concepto de cultura poltica (p. 166). Una definicin como

    resultado de todo un libro? Exactamente: una definicin, nada ms, pero tampoco menos!Por todo lo anterior es obvio que Cul tura y poderes ms que un libro de antropologa poltica.Constituye un aporte notable a todo el debate actual, dentro y fuera de la antropologa socio-

    cultural, en cuyo marco decididamente unidisciplinario se realiz el estudio, sobre el fenme-no cultura y su anlisis. Constituye una llamada de atencin para tantos estudios recientessobre el tema especialmente los de corte neoboasiano, de que los contenidos culturales, porms arbitrarios que los concibamos, slo operan en medios sociales concretos (p. 157). Eneste sentido va a la par de una importante crtica reciente del Gramsci lite (Crehan, 2002:176), que rechaza su utilizacin reduccionista en antropologa y afirma que hegemona paraGramsci involucra siempre el nivel de la actividad prctica y de las relaciones sociales queproducen desigualdad, al igual que las ideas a travs de las cuales tal desigualdad es justificada,explicada, normalizada, etctera (Crehan, 2002: 174). La cultura siempre se encuentra situa-

    da en campos de poder, ubicada en relaciones de poder, y sta es tambin la razn por la cual,una mayor participacin ciudadana en los asuntos pblicos no puede ser lograda nicamentemediante manipulaciones realizadas en la esfera simblica (Varela, 2005: 87-96). 7

    Y tambin constituye una ctedra sobre lo que est en el centro de nuestro trabajo cientficoy cmo se llega a l: el concepto. Aunque ste nunca suele ser, para desconcierto frecuente decolegas de disciplinas distintas de las sociales y humanas, enunciado en busca de adhesionespolticas, artculo de fe, producto esttico o logro intelectual definitivo, todo gira en torno a l:nico instrumento aparte de los sentidos con que contamos para aprehender, explicar,entender la realidad sociocultural. Por consiguiente, tanto se puede aprender del proceso ma-gistral de hechura de un concepto como del resultado de este proceso. Tambin por ello, elcentenar y medio de pginas de Cul tura y poder ,que hoy se presentan, constituyen en s mismasuna ctedra idnea para iniciar la Ctedra Roberto Varela en nuestra Divisin de Ciencias So-

    ciales y Humanidades.

    Esteban Krotz

    Bibliografa

    COORDINACINEDITORIAL2005 Roberto Varela in memoriam, en Bricolage, ao 3, nm. 8, p. 5.

    Esteban Krotz

    7 Precisamente en este sentido va la crtica de E. Krotz y R. Winocur (2005) de diversas estrategias deanlisis y de promocin poltica instrumentadas en aos recientes en diversos mbitos del pas.

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    14/16

    138

    CREHAN, KATE2002 Grams ci, culture, and anth ropology, Berkeley, University of California.

    DAZ, RODRIGO2005 In memoriam Roberto Varela, en Roberto Varela,Cultur a y poder: una visi n an tropolgica

    par a el anlisi s d e la cultu ra poltica, Anthropos/Universidad Autnoma Metropolitana (Col.Antropologa: autores, textos y temas, 40), Barcelona/Mxico, pp. 9-10.

    KROTZ, ESTEBAN1987 Departamento de Antropologa de la Universidad Autnoma Metropolitana, en Carlos

    Garca Mora, coord., La an tr opologa en Mxico: p an orama hi strico,vol. 7, Instituto Nacionalde Antropologa e Historia, Mxico, pp. 26-307. [Tambin como: Los inicios y la primera d-cada del Departamento de Antropologa de la Universidad Autnoma Metropolitana (1975-1986), en: .]

    KROTZ, ESTEBANYROSALAWINOCUR2005 Cultura poltica y participacin ciudadana, en Jorge Alonso y Alberto Aziz, eds., El Estado

    mexicano: herencias y cambios,Porra/Centro de Investigaciones y Estudios Superiores enAntropologa Social, Mxico (en prensa).

    VARELA, ROBERTO1984 Expa ns in d e sistemas y relaciones d e poder: an tropologa poltica d el estad o de Morelos,

    Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa, Mxico.1985 An tr opologa p oltica del esta d o de Morelos, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores

    en Antropologa Social (Serie Disertaciones Doctorales, 5), Mxico.1992 Reflexiones sobre la expansin de sistemas y las relaciones de poder, enNuev a An trop ologa,

    vol. XIII, nm. 43, pp. 39-43.2004 Biografa laboral, en Ricardo Sols Rosales, coord., Hi storia s compar tid as: trein ta aos devida universi tar ia ,Universidad Autnoma Metropolitana, Mxico, pp. 475-481.

    2005 Cultur a y poder: una visin antr opolgica para el anlisis d e la cultura poltica.Anthropos/Universidad Autnoma Metropolitana (Col. Antropologa: autores, textos y temas, 40), Bar-celona/Mxico.

    Cul tu ra poltica: en b usca del concepto

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    15/16

    139

    El podery la ciencia poltica

    urante ms de veinte aos me unieron estrechos lazos familiares con el Flaco. Fueronlazos de un gran cario construido en la cotidianidad de la vida. En el espacio en el

    Dque se crean los valores del respeto, la solidaridad, la responsabilidad y la fraternidad. En dondese aprende a disfrutar la vida. En palabras del propio Flaco: l me domestic.

    Sin embargo, nuestra relacin no se restringi al espacio familiar y sus diversos episodiosparroquiales. En 1998 decid estudiar ciencias polticas. A partir de ese momento iniciamos unnuevo tipo de relacin: maestro-alumno. Fueron siete aos de innumerables conversaciones,en ocasiones acaloradas discusiones. Sin embargo, existi un momento que marc un antes

    y un despus en nuestras plticas, as como en mi forma de pensar, observar, argumentar eintentar analizar los fenmenos polticos.

    No recuerdo ni la fecha ni el lugar preciso. De lo que s estoy seguro es de que fue duranteel primer ao de mi carrera, un domingo y en algn restaurante del sur de la Ciudad de Mxico.La escena la recuerdo con claridad. Mientras el Flaco tomaba una copa de tequila y fumabaun cigarro yo les platicaba con gran entusiasmo, a l y a mi mam, sobre mis clases y lectu-

    ras de institucionalismo (en aquel entonces y hasta cierto punto a la fecha, la corriente de modaen el mundo de la ciencia poltica).Mis argumentos se centraban en la importancia de los diseos institucionales y constitucio-

    nales para entender la estabilidad poltica y el buen funcionamiento de la economa de merca-do, como lo plantea el Premio Nobel de Economa, Douglass North. Como derivacin de estaimportancia institucional, introduje los argumentos del politlogo Juan Linz con el fin de com-probar que los sistemas parlamentarios tienen mayores virtudes que los presidenciales paragarantizar la estabilidad poltica en regmenes democrticos. Incluso me atrev a decir si-guiendo los argumentos de Linz y Arturo Valenzuela que si Chile hubiera sido un sistema par-lamentario probablemente el golpe de Estado de 1973 no hubiera ocurrido.

    El Flaco me escuchaba con una paciencia que empezaba a transformarse en desesperacin.No recuerdo si alcanc a terminar mis alegatos o si l me interrumpi en algn momento. Loque viene a mi memoria, palabras ms palabras menos, fue su respuesta: despus de escu-

    charte, me queda muy claro que la ciencia poltica sigue sin evolucionar y sirve de muy pocopara analizar y entender la poltica.

    Evidentemente me qued helado. Fue la primera de muchas cubetadas de agua fra. El Fla-co, como buen provocador, esper mi reaccin antes de continuar. De inmediato recurr a losargumentos de autoridad: cmo puede estar mal el institucionalismo si lo plantea un PremioNobel de Economa, Juan Linz es profesor emrito de la Universidad de Yale, etctera, etctera.

    Cuando finalic, l retom su argumento: el problema de los politlogos es que se dedicana estudiar estructuras de poder y no han sido capaces de desarrollar una teora que expliquequ es el poder. Sin una estructura clara y precisa sobre el poder, los anlisis institucionales

    y de diseos constitucionales se reducen a argumentos ingeniosos y aparentemente lgicosque se pueden acomodar con facilidad al gusto del autor.

    ALTERIDADES, 200515 (29): Pgs. 139-140

  • 7/23/2019 Krotz, Esteban; Et. Al - In Memoriam Roberto Varela

    16/16

    140

    Despus de esta amable pero ruda sentencia me dijo algo as como deja de perder el tiempoy mejor lee a Adams.Finaliz con una breve descripcin del modelo terico del antroplogoestadounidense.

    Me qued fascinado, la verdad, al igual que le pas a mi mam cuando lo conoci, ms conel maestro que con su explicacin, que en ese momento entre la copa de tequila y la botella de

    buen vino espaol, poco entend.

    Al da siguiente me envi un artculo que utilizaba en sus clases para explicar la teora delpoder social de Richard N. Adams. Despus de leerlo un sinnmero de veces decid que eramomento de ir a los libros.

    Era tal mi entusiasmo que convenc a mi buen amigo Rodrigo Velzquez para que le pro-pusiramos al Flaco la organizacin de un seminario particular sobre antropologa poltica.

    Durante varios meses asistimos de manera puntual todos los jueves a las 5:00 de la tardea casa del Flaco. sa fue mi primera lectura a detalle de Ener ga y Estr uctu ra . No tard enpasar de Adams a los textos del Flaco. El primero fue Expan sin de sistemas y relaciones depoder. Este libro, el mejor de antropologa poltica mexicana, segn nos dijo aqu mismo el doc-tor Rodrigo Daz durante su participacin en el Homenaje que le organiz la UAMal Flaco, mesorprendi y marc por tres factores:

    1) A pesar de haber ledo con todo cuidado durante muchos meses y bajo la tutela del

    Flaco los trabajos de Adams, creo haberlo comprendido mejor despus del recorridoterico por la antropologa poltica de la primera parte del libro.

    2) En tan slo 15 pginas encontr el mejor anlisis que se ha escrito sobre el sistema po-ltico posrevolucionario. Lo sigo pensando as.

    3) Comprend la importancia de un concepto slido de cultura y que, a diferencia de lo quepostulan muchos politlogos y tambin algunos antroplogos, no existe una relacincausal directa y unidireccional entre cultura y comportamiento.

    Adems, entend que las formas de participacin poltica y el comportamiento de sus acto-res estn ms relacionados con el tipo de estructuras de poder, es decir, con el tipo y cantidadde controles que se tengan sobre el ambiente y no tanto con su cultura.

    En pocas palabras, el Flaco logr convertirme en un hereje de la ciencia poltica, que desde

    ese momento hasta la fecha ha intentado llevar la teora de Adams y los planteamientos delFlaco a los temas que nos preocupan a los politlogos: estabilidad poltica en sociedades com-plejas, gobernabilidad en sistemas parlamentarios y presidenciales, relacin entre poderes,dinmicas en el interior de los congresos o parlamentos, relaciones entre estructuras de podernacionales, locales e internacionales, entre otros.

    La verdad es que ha sido difcil encontrar interlocutores tanto en el mundo de la ciencia po-ltica como en el de la antropologa poltica. Sin embargo, no todas son malas noticias. El aopasado, el influyente politlogo Robert Dahl declar en una entrevista que su mayor decepcinde la ciencia poltica, en particular de la poltica comparada, es que en los ltimos cincuentaaos no ha progresado en su entendimiento del poder, porque nadie se ha preocupado pordesarrollar una teora slida al respecto: exactamente la misma reflexin que me hizo muchosaos antes el Flaco y que postulaba por lo menos tres lustros atrs.

    El primer resultado de las declaraciones de Dahl es que el tema del prximo Congreso de

    la Asociacin de Ciencia Poltica Americana (APSA) es Reconsiderando al poder. Me parece quese abre una gran oportunidad para tender puentes entre la antropologa poltica y la cienciapoltica. Estoy convencido de que los trabajos de Adams y el Flaco, incluidos los que se pre-sentan el da de hoy, pueden y deben ser los cimientos que sostengan ese puente. Podra seruna de tantas nuevas aportaciones del trabajo del Flaco.

    Por lo pronto, de lo que s no tengo duda, es de que el Flaco sigue siendo un incrdulode la ciencia poltica y de que quiz me repitira que deje de perder el tiempo y me ponga a leera Adams.

    Au re li o Nuo

    El poder y la ciencia poltica