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l^^ C l l l l l l^ Hace cincuenta años EL CRIMEN DEL EXPRESO DE ANDALVCIA Por EDUARDO TIJERAS Dos anibulantes de Correos, asesinados.- Tres penas de muerte. -El tren iba aba- i•rotado por la Semana Santa de Sevilla.- ^^Iodelo de «crónica negra».-Los críme- nes, descubiertos en Córdoba.-Indultos denegados. N tren en marcha es una es- cuela de vida, una especie de microcosmos donde se entre- cruzan las accíones, los sen- timientos y los negocíos de casi todos los seres huma- nos. Proteico escenario ro- dante, el tren sírve los ínte- reses de la comunídad, Punde dialectos y paisa j es, circula -por decirlo así- objetivamente en la maraña del turís- mo, de los parientes separados, de las mercancías removidas, del afán por cambíar de horizontes y, cómo no, circula también objetivamente cuando, según el caso que nos ínteresa, ciertas exasperadss y torpes ambiciones se coneitan para poner todavía más de re- lieve su propia fatalidad, aunyue -todo hay que decirlo- no es preclsamente el tren el elemento más «distinguido^ por la delincuencía universal, como ocurre con los Bancos y, modernamen- te; con los reactores en vuelo. LA EPOCA De todas maneras, un suceso san- griento que se hlzo tristemente célebre hace cincuenta años tomó al tren por protagonista, suceso que empezó a ser conocido en la crónica negra y popu- lar como el tcrímen del expreso de A d l n a ucts^ y creó una expectación ,, enorme no siempre desligada del mor- ^ bo horrorizado que los atracos a mano armada y 7os delitos de sangre muy burdos llevan aparejados. EI ^crimen del expreso de Andalu- cia., las pesquisas policíacas, la captu- ra de los autores, el proceso y la con- deas a muerte, junto a otras implíca- ciones, se erigieron en la noticia de m8s arrebatado interés de la época, ca- racterízada en lo político por la reclén instaurada díctadura de Primo de Ri- Autombvll que utílizaron los autores del atraco al expreso de Andalucia para regresar desde AlcBzar a Madrid. vera, la imposición de un único parti- do ( la Unión Patriótica ) y por el re- pliegue general de las tropas en Ma- rruecos eomo táctica que culminaria en la afortunada ofensiva del desem- barco de Alhucemas y la reducción del cabecilla rebelde Abd-el-Krim. Los se- íiores íban con chistera y bastón y la gente media y pobre con gorras de vi- sera, pero casi todos Ilevaban bigotes a lo Kaiser. Azorín escribta artículos so- bre la Espafia yerta y bella, y algunos se preocupaban por los honorarios del tenor Miguel Fleta. La mística de Se- mana Santa suavizaba las asperezas del pais con su olor a incienso y su piedad fraternizadora. EL TREN EI día 11 de abril de 1924, viernes, salió de la estacíón madrileña de Me- diodia, a las 20,20 horas, como era ha- bitual, el expreso que servia la ruta de Andalucía, o tren de Cádiz, con ramifi- caciones a Málaga y a otras capitales andaluzas. Como dicen los ferroviarios, el expreso no sblo iba n sin hueco•, sino que circulaba Ileno ahasta los topes=, por la sencílla razón de la Semana San- ta sevillana, que desde hace tiempo mueve el interés turístico. El ínterven- tor del expreso, don Alberto Luengo -hoy pensionlsta de ochenta y cinco años y habitante en Madrid-, con ser- vicio hasta Vilches, estuvo algo ocupa-

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Hace cincuenta años

EL CRIMEN DEL EXPRESODE ANDALVCIA

Por EDUARDO TIJERAS

Dos anibulantes de Correos, asesinados.-Tres penas de muerte. -El tren iba aba-i•rotado por la Semana Santa de Sevilla.-^^Iodelo de «crónica negra».-Los críme-nes, descubiertos en Córdoba.-Indultosdenegados.

N tren en marcha es una es-cuela de vida, una especie demicrocosmos donde se entre-cruzan las accíones, los sen-timientos y los negocíos decasi todos los seres huma-nos. Proteico escenario ro-dante, el tren sírve los ínte-

reses de la comunídad, Punde dialectosy paisajes, circula -por decirlo así-objetivamente en la maraña del turís-mo, de los parientes separados, de lasmercancías removidas, del afán porcambíar de horizontes y, cómo no,circula también objetivamente cuando,según el caso que nos ínteresa, ciertasexasperadss y torpes ambiciones seconeitan para poner todavía más de re-lieve su propia fatalidad, aunyue -todohay que decirlo- no es preclsamenteel tren el elemento más «distinguido^por la delincuencía universal, comoocurre con los Bancos y, modernamen-te; con los reactores en vuelo.

LA EPOCA

De todas maneras, un suceso san-griento que se hlzo tristemente célebrehace cincuenta años tomó al tren porprotagonista, suceso que empezó a serconocido en la crónica negra y popu-lar como el tcrímen del expreso deA d ln a ucts^ y creó una expectación

,, enorme no siempre desligada del mor-^ bo horrorizado que los atracos a mano

armada y 7os delitos de sangre muyburdos llevan aparejados.

EI ^crimen del expreso de Andalu-cia., las pesquisas policíacas, la captu-ra de los autores, el proceso y la con-deas a muerte, junto a otras implíca-ciones, se erigieron en la noticia dem8s arrebatado interés de la época, ca-racterízada en lo político por la recléninstaurada díctadura de Primo de Ri-

Autombvll que utílizaron los autoresdel atraco al expreso de Andaluciapara regresar desde AlcBzar a Madrid.

vera, la imposición de un único parti-do ( la Unión Patriótica ) y por el re-pliegue general de las tropas en Ma-rruecos eomo táctica que culminariaen la afortunada ofensiva del desem-barco de Alhucemas y la reducción delcabecilla rebelde Abd-el-Krim. Los se-íiores íban con chistera y bastón y lagente media y pobre con gorras de vi-sera, pero casi todos Ilevaban bigotesa lo Kaiser. Azorín escribta artículos so-bre la Espafia yerta y bella, y algunosse preocupaban por los honorarios deltenor Miguel Fleta. La mística de Se-mana Santa suavizaba las asperezas delpais con su olor a incienso y su piedadfraternizadora.

EL TREN

EI día 11 de abril de 1924, viernes,salió de la estacíón madrileña de Me-diodia, a las 20,20 horas, como era ha-bitual, el expreso que servia la ruta deAndalucía, o tren de Cádiz, con ramifi-caciones a Málaga y a otras capitalesandaluzas. Como dicen los ferroviarios,el expreso no sblo iba n sin hueco•, sinoque circulaba Ileno ahasta los topes=,por la sencílla razón de la Semana San-ta sevillana, que desde hace tiempomueve el interés turístico. El ínterven-tor del expreso, don Alberto Luengo-hoy pensionlsta de ochenta y cincoaños y habitante en Madrid-, con ser-vicio hasta Vilches, estuvo algo ocupa-

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Coche oorreo ea el que fueron asesinados los oficisles encargados de la ambulancia. Momento de sacar foacadáveres en Cbrdoba, donde [ue descubierto el crimen.

do con dos betuneros que viajaban enel techo de los vagonee, pero aquellanoche de primavera manchega hízo Iacorrespondíente revísión y no encontrbnada ar ^mal- El drama concernia aotra uniuad dcl tren.

EL CRIMEN

Esta otra unidad era el coche poatal,donde via jaban los ambulantes de Co-rreos, seflores Lo7ano León y Ors P6rez, administrador el primero del ser-vlcio de ambulancia Madrld-Cádíz y en-cargado el segundo de la expedíciónMadrid-Málaga, que debian ír juntoahasta Córdoba. EI primer indicio deque ocurría algo extraño 1o tuvieron ysen Marmolejo, al no abrirse la porte-zuela del coche correo para hacer en-trega de la correspond^cía. El ageñtede servicio, que llamb insistentemente,intentó romper el cristal de la venta-nilla enre jada, pero no le dío tiempo yel tren arrancó. E1 jefe de estación te-legrafió alarmado a Villa ^el Río. Igualocurrió en este punto y en Moatoro.Pensaron que los ambulantes se habíandormido.

Por fín, en Córdoba afloró la terrlbleevídencia. He aquf el texto del oflcioque cursó el jePe de estacíón al juez,elocuente por sí solo: «A1 llegar a éstael tren expreso n6mero 82 de hoy, quelo efectuó a las seis horas, hubo nece-sidad de forr$r la entrada del éoche

Lfno de los autores del atraco criminal,Franclsc^ de Dlo^s Piqueras, detenidopor la Guardia Civil en Pueblo Nuevo

deQ Terrible.

correo que venia en este tren, hallán-dose en el ínterior los dos ambulantesmuertos por mano airada hace varlashoras, según dictamen f^acultativo, y iacorrespondencia en desorden con seña-

les de violación, desconociéndose auto-res y trayecto donde haya podido tenerlugar el hecho.--Córdoba, a 12 de abrílde 1924».

EL BOTIN

Ai texto frfo y preciso del ofício ha-br[a que añadir detalles clertamenteduros. Mejor correr un velo píadoso.Baste anotar que los cadáveres, sobrecharcos de sangre, presentaban señalesde lucha y pruebas -para abrevíar-de que habian sido asesínados por va-rlos .procedimientos a la vez, es decir, .a golpes, a tiros y, fínalmente, asfixia-dos.

Cualquier crlmen es salvaje, mas éstefue salvaje en particular, satludo, tor-pe, y la terribilidad innecesaria delasunto Ilevb a algunos a pensar, entreellos a Zamacoís, cuya novela Memoriascir un vagón de ferrocarril presenta elambienie ferroviarlo de la época y cons-titnye un buen documento, que en Es-paña no existía tradición delictíva de^guante blanco., lo cual tiene su por-ción de ironía y chispa amarga.

El producto del robo, sin comar al-gunos despachos de Barcelona y vein-titrés objetos certíficados para Gibral-tar, qo alcanzó ní las doscíentas míl pe-setas. i)n botín tan pobre de monedas-judaico- como rlco en desmesuradocarpetovetonismo. Por este motivo losestamentos de segurídad, inquietos por

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la iniquidad del medio social, no vie-ron otra solución que incremenrtar lavigilancía en el ferrocarril y en las am-bulancías de Correos. Asf fue c^imo laGuardia Civil empezó a prestar servi-cio sísteraátícamente en los trenes, condereeho a reserva de asiento y otrasconsideraciones, servicío de salvaguar-dia que hasta la fecha del espeluzaan-te crimen sólo se venia prestando concarácter esporádico o restríngido.

LOS CULPABLES

Cundió un clima tenso. Cábalas, in-vestigaciones, suscrípción por las víc-timas, autorización ofidal -dos dfasdespués- para ei noticiero periodísti-co, sospechas, interrogatorios, pistasfalsas, redadas de maieaates -todoslos «ratas» de tren y despistados ham-pones trogloditas ^fiieron a la cárcelpreventiva-, declaractones de un cáu-rrero, billetes perforados procedentesdel asalto, hasta que, ñnaimente, unindíviduo buscado por la Policía, excroupíer y luego constructor de jaulaspara pájaros ^Hcio casi «poético»-,se suicidó: Antonio Teruel. Por el hu-millo de la Star 6,35 que empleó sesupo dónde estaba el fuego.

En secuencías de saianesca películaarañada por el tiempo fueron detenidoslos restantes inculpados: José MaríaSánchez Navarrete ( empleado de Co-rreos e hijo de un teniente coronel),Francísco de Dios Piqueras (cap^turadocuando huía hada Portugal con billetede segunda clase en el correo de Bada-joz, de cuya presencia, por ĉierto, diocuenta el interventor), Honarto Sán-chez Molina ( fondista y tahur, que pagóen exceso su delito) y otros cómplicesde primero, segundo y tercer orden, en-tre los que se encontraba el ílamado«íntelectual» del grupo, perŝonaje detendencias disolutas que se entregó vo-luntariamente al embajador español enParis. Motivos que ímpulsaron al robo:nada más que la necesidad de dinerofácil.

LOS HECHOS

Muy esquemáticamente, los hechosfueron de la manera siguiente: Nava-rrete ( el «hi jo del coronel», decfa lagente), Teruel y Piqueras subierop alcache correo del expreso de Andalucíaen Aranjuez, con variados pretextos(amistad con uno de los ambulantes,Ors; que el tren iba lleno o mediantela exhibícíón de pases falsificados, et-cétera). De cualesquíera de ias mane-ras, se aposentaron alli, y ea los denkiiómetros que separaa Aranjuez deAícázar, en el viejo modelo de vagóaambulante, con das mostradores y di-

En la reconstrucción del crianen, un ofidal de Correos Ilama en Aicázar a ios ambu

visiones hechas a base de alambradas,circulando a la zaga del expreso, seconsumó el drama. Parece que AntonioTeruel, el constructor de jaulas parapajarítos, desempeñó el cometido jmásespantoso, pero tambíén es posibie quela mudez de su muerte voluntaria car-gara con las peores culpas, imposiblesde restablecer en su dimensión verda-dera. Los criminales abandonaron eltren en Alcázar y regresaron a Madrlden un taxi :previamente alquilado. Encasa de Teruel acordaron repartír par-te dei latrocinio y guardar el resto has-ta que el cruento episodio fuera olvi-dándose. Después se dirigíeron a lapensíón Internacional, donde i4iolina, eldueño, entró en conocimiento del asun-to y perdbió seis mii pesetas y unospagarés.

LA SENTENCIA

De aquí a la detención, el escandalo;so proceso llevado a cabo por un Con-sejo Sumarísímo de Guerra (ello envirtud del bando en que se declaró elestado de guerra en todo ei país al implantarse el directorio mílitar de Pri-mo de Rivera, 13 de septiembrede 1923) y a la se^tencía de tres penasde wuerte y a otras condenas meno-res para cómpHces y encubridores, me-dió poco tiempo. El atraco criminal seprodujo entre el 11 y ei 12 de abril.El 9 de mayo todo habfa teiminadó.Hubo muchas i^eticiones de índulto 0de conmutacíón de ia peua de muerte.El pueblo a últi^ma hora se co^novióante la iaexarabiridad de los acante`dmíentos.

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Don Alberto Luengo,el interventordel expreso

de Andalucíar

lant para reccsger la cornaptsndeada.

^osé Marta SSnchez Navarrete, Fran-cisco de Dlos Piqueras y Honorio Sán-chez í4lollna subieron al patíbulo, ins-talado junto a un muro de la PrisiónCelular madrileña, al aire libre. Alguienpudo captar el acontecimiento en suc8atiara fotográHca desde wta azotea.La ftnagen apareció luego en los períó-dicos y, modernaznente, también se hapubHcado. Hubo. además de las peti-ciones de indulto, y como todo el mun-do ímaginará, escenas desgarradoras.

Fue uno de los acontecimientos másdebatídos de la crbníca negra española,que por baber 1ncWkío parciahnente enel ferrocarríl y haber tomado su apela-tivo defi^nitorio del expreso de Anda-lucía, Ita merecido a los cincuenta añoseste breve auuque necesarlo recuerdopara la buena marcha de los anales.

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UESTRO cdlaborador Angel de^l Rio se 'ha entrevistado con don Affierto Luengo, elN interventor que en la noche de1 a^traco viajaba de iHadrjd a Vficfies en el famoso

expreso de Andalucía. Deagraciada^ente, su ^n^emorla, Qor la avanzada edad yuna clerta enfermedad que padece, no ha podido recordar con exactitud el triste su-oeao. El señor Luengo •vive en Madrid, cuenta ochenta y cinco años y hace dfeciséh quese jubiló, en caHdad de jefe de interventores, Sin embargo, la esposa del aeño^r Lue^go, doí^a As^mclón Samper Inclán por cierto, familia lejana de doa Rambn ^María de1Valle-Inclán-, rememora algunas circunstancias curiosas de la época.

.^Recuerda -ha preguntado nuestro colaborador- cámo era el trabajo de su ma-rido entonces?». .Sí, clsro. Salta de noche o de día, según el viaje que tuviera que reali-zar. La mayoría de las veces tenía que dormir durante el día, para pader viajar de noche.Viajaba continuamente, y sólo descansaba un día de cada quince. Nosotros samos losdos madrileños -proslgue doña Asunción-, pero por exigencias de su trabajo tuvimosque traaladarnos a Alicante. Allí, sin híjos ni famWares, yo tenía que quedarn ►e horas yhoras sola...». ^^Qué uníforme veatía su marido por aquella época?». ^Era azul marino,camiaa blanca y corbata negra».

A1 hllo de los recuerdos de doña Asunción -d^aa educada como pocas- vau sur-gíendo ntás detalles ambientadoreB. Don Alberto Lueogo ganaba u^s 250 Qesetas tnen-

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suales (años treinta) y sentia mucha vocadón por el trabajo. Rta}rnente querldo por rcoanpañeros y jefes, ie dieron un entocíonante banquete a la hora del retiro. Hace pocotiempo se emcontrb con un revisor que había estado a su servicio, el cusl le cosnentóa do8a As,mción: .E1 Ita sldo camo mi padre; todos ie queríamos ^muchfsimo».

Con ^pat.-to aI ^crlmen xiel expreso de Andalucía», según decim^oa en otro iugar,don Alberto Luenqfo se eateró después, ya que !as c^a^dáveres fueron ciescubiertos ea

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Cót,doba y, 'Por otra pm+t^e, eI servicio de nuestro entrevistado tenminaba en Vilches. ^1De todas ^ms^eras, su ^presencla es uaa de las pocas huell^ vtva^s que quedan del s^faato suceao.

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