La Alta Montaña

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La Alta Montaña Cordillera del Elqui Cordillera del Limarí Cordillera del Choapa Marcela C. Robles Iriarte 2007

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La Alta Montaña

Cordillera del ElquiCordillera del LimaríCordillera del Choapa

Marcela C. Robles Iriarte

2007

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Cordillera del Elqui

La cordillera del Elqui presenta dos tipos climáticos : el clima de tundra de alta montaña y la estepa fría de alta montaña (Romero et al. 1988), donde la alta frecuencia de temperaturas inferiores a 0ºC permiten la acumulación de nieve durante un periodo importante del año. Pedológicamente, es posible encontrar la unidad asociada entisol-inceptisol (Arévalo et al. 1983).

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En cuanto a las condiciones agroclimáticas se presenta el agroclima

de cordillera central que carece de aptitudes agrícolas (Novoa y Villaseca 1989).

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La presencia de asentamientos humanos permanentes es muy baja y se encuentra ligada a actividades económicas de carácter minera, con yacimientos de cobre y polimetálicos.

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Otra actividad importante en estos valles cordilleranos son las "veranadas", que permiten la mantención del ganado durante la estación seca, con extensiones que se calculan entre las 100 y 150 mil há, gracias a las cuales el ganado puede superar la carencia estacional de pastos de las tierras bajas (Romero et al. 1988).

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El recurso de mayor abundancia relativa es el agua en forma de nieve y de escurrimiento superficial o subterráneo.

Para la cordillera del Elqui esta capacidad es del orden de 700 millones de metros cúbicos, predominando la cuenca del río turbio con 500 millones (Romero et al. 1988, Gobierno Regional 1994, López 2000).

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Cordillera del Limarí

Al sur de la Cordillera del Elqui se identifica la Cordillera del Limarí, donde ya se aprecia una disminución de altitud paulatina.

Climáticamente presenta dos tipos: el de estepa fría de alta montaña y en menor proporción el clima de tundra de alta montaña (Romero et al. 1988), cambio en las condiciones locales que se manifiestan a causa de las modificaciones en el relieve y en el incremento de la humedad al aumentar la latitud.

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Sus características pedológicas permiten caracterizar la presencia de entisol (Arévalo et al. 1983).

En cuanto a las condiciones agroclimáticas se presenta el agroclima de cordillera central, el que no posee aptitudes agrícolas (Novoa y Villaseca 1989).

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En la Cordillera del Limarí la presencia de asentamientos humanos permanentes comienzan a asociarse con actividades derivadas de la agricultura.

Disponibilidad de suelos de aptitud agrícola, localizados en los amplios valles de los cursos superiores de los ríos, ejemplo

de ello son las comunas de Monte Patria y Río Hurtado (cuenca superior del Limarí) con alrededor de 10000 há de suelos agrícolas regables.

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Por otra parte, esta sección de la Alta Montaña alcanza una capacidad de regulación de 70 millones de metros cúbicos.

Permite pensar y evaluar su capacidad de generación de energía hidroeléctrica, alcanzando potencialmente los 94 MW. De este total sólo el 17% está siendo explotado a través de la central Los Molles (30º43´S-70º33´O), en un tributario del río Limarí (Romero et al. 1988).

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En la cordillera del Limarí las áreas con potencialidad para el desarrollo de veranadas son de menor calidad y ubicadas a mayor altitud que las encontradas en la cuenca superior del Elqui.

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Cordillera del Choapa

Hacia el extremo meridional de la región se encuentra la Cordillera del Choapa, la que sólo excepcionalmente sobrepasa los 4000 msnm, unida a esta pérdida de altitud, también disminuye su macicez. Los valles que la surcan son más amplios y de pendientes más suaves.

Climáticamente corresponde a estepa fría de montaña (Romero et al. 1988).

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En relación a las características pedológicas se mantiene la predominancia del entisol (Arévalo et al. 1983). Manteniéndose que el agroclima de cordillera central no posee aptitudes agrícolas (Novoa y Villaseca 1989).

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La presencia de asentamientos humanos permanentes se encuentra ligado a la agricultura y a la minería. Actividades agrícolas que se desarrollan preferentemente en los amplios valles de los cursos superiores de los ríos, ejemplo de ello son las comunas de Illapel y Salamanca, aunque esta sección de la alta montaña regional presente condiciones inferiores para la producción de agua superficial.

Illapel

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Existe una elevada proporción de ganado que es conducido a las veranadas argentinas, registrándose sólo una veranada por sobre los 3000 msnm en el lado chileno, mientras las restantes ocupan valles de la media montaña, lo que puede explicar la pobreza de sus pastos.

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Actividades mineras como el yacimiento de Los Pelambres (31º48´S-70º33´O) que posee reservas de cobre para un desarrollo a mediano y largo plazo (Gobierno Regional 1994, López 2000).

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LA MONTAÑA MEDIA

Este ambiente montañoso agrupa todos aquellos relieves cuya altura no supera los 3000 msnm, está separado de la Cordillera de Los Andes por la falla de Vicuña. Aparece como un relieve desmembrado y discontinuo, debido a la intensa disección fluvial a que ha estado sometido .El límite occidental de la unidad queda demarcado por la franja litoral y los relieves asociados a ella.

Falla de Vicuña

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Una excepción a la apariencia general la constituyen algunas áreas altas y planiformes que conforman

testigos de la superficie de erosión anterior al solevantamiento de Los Andes.

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Por lo general, los cursos de agua que se originan en estos relieves no logran acumular recursos hídricos suficientes como para escurrir permanentemente, o para construir valles con depósitos sedimentarios y sistemas de terrazas, como ocurre con los esteros Punitaqui (30º41´S-71º31´O), La Canela o Mincha (31º23´S-71º23´O), Pupío (31º52´S-71º19´O) y el río Quilimarí (32º07´S-71º28´O) (Novoa 1989).

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Productividad en la media montaña regional

En este espacio con recursos naturales tan escasos, subsiste una particular forma de relación entre el hombre y su medio, conocida como las "comunidades agrícolas". Donde se ha desarrollado un aprovechamiento de la estepa con fines ganaderos, pero la baja productividad de esta formación vegetal es la que explica la práctica de la transhumancia.

Otra práctica también asociada a la vegetación se refiere al consumo de leña y carbón vegetal como combustible.

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En la región, el 33% del consumo de energía proviene de estas fuentes y se señalan a estas "comunidades" como los principales consumidores (Gobierno Regional 1994, López 2000). Este uso no planificado de la vegetación lleva aparejada una disminución de su cobertura, la que unida al sobretalaje y a la sobre explotación de los suelos en pendientes excesivamente pronunciadas (Novoa 1989).

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Las la irregularidad de las precipitaciones, tanto en el monto como la ocurrencia principales limitantes para el uso económico del espacio se derivan en primer lugar, de la duración de los períodos lluviosos. A lo que se suma el riesgo de erosión del suelo, por cuanto las fuertes pendientes y la casi inexistente cobertura vegetal.

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Por lo pronto, parece ser de primera prioridad reevaluar los actuales programas de plantaciones forrajeras y forestales y, el de protección de microcuencas y conservación de suelos y aguas (Novoa 1989).