La Arquitectura Moderna

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La Arquitectura Moderna La Arquitectura Moderna es un término muy amplio que designa el conjunto de corrientes o estilos de la arquitectura que se han desarrollado a lo largo del siglo XX en todo el mundo. A pesar de lo ambiguo del término (similar al de arte moderno o arte contemporáneo), se refiere a las producciones arquitectónicas contemporáneas o arquitectura contemporánea, no a la arquitectura de la Edad Moderna (siglos XV al XVIII), ni siquiera a la arquitectura del siglo XIX (que pertenece a la Edad Contemporánea) o a la de otros periodos de la historia de la arquitectura. La Arquitectura Moderna se ha caracterizado por la simplificación de las formas, la ausencia de ornamento y la renuncia consciente a la composición académica clásica, la cual fue sustituida por una estética con referencias a las distintas tendencias del arte moderno como el cubismo, el expresionismo, el neoplasticismo, el futurismo y otros. Pero es, sobre todo, el uso de los nuevos materiales como el acero y el hormigón armado, así como la aplicación de las tecnologías asociadas, el hecho determinante que cambió para siempre la manera de proyectar y construir los edificios o los espacios para la vida y la actividad humana. Características de la arquitectura moderna • La primera exigencia de cada edificio es alcanzar la mejor utilidad posible.

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La Arquitectura Moderna

La Arquitectura Moderna es un término muy amplio que designa el conjunto de

corrientes o estilos de la arquitectura que se han desarrollado a lo largo del

siglo XX en todo el mundo. A pesar de lo ambiguo del término (similar al de arte

moderno o arte contemporáneo), se refiere a las producciones arquitectónicas

contemporáneas o arquitectura contemporánea, no a la arquitectura de la Edad

Moderna (siglos XV al XVIII), ni siquiera a la arquitectura del siglo XIX (que

pertenece a la Edad Contemporánea) o a la de otros periodos de la historia de

la arquitectura.

La Arquitectura Moderna se ha caracterizado por la simplificación de las

formas, la ausencia de ornamento y la renuncia consciente a la composición

académica clásica, la cual fue sustituida por una estética con referencias a las

distintas tendencias del arte moderno como el cubismo, el expresionismo, el

neoplasticismo, el futurismo y otros.

Pero es, sobre todo, el uso de los nuevos materiales como el acero y el

hormigón armado, así como la aplicación de las tecnologías asociadas, el

hecho determinante que cambió para siempre la manera de proyectar y

construir los edificios o los espacios para la vida y la actividad humana.

Características de la arquitectura moderna

• La primera exigencia de cada edificio es alcanzar la mejor utilidad posible.

• Los materiales y el sistema constructivo empleados deben estar

completamente subordinados a esta exigencia primaria.

• La belleza consiste en la relación directa entre edificio y finalidad, en el uso

racional de los materiales y en la elegancia del sistema constructivo.

• La estética de la nueva arquitectura no reconoce ninguna diferencia entre

fachada y planta, entre calle o patio, entre delante o detrás. Ningún detalle vale

por sí mismo, sino como parte necesaria del conjunto. No creemos que algo

tenga un aspecto feo y, a pesar de todo, funcione bien. Lo que funciona bien,

es bello.

• De la misma forma que las partes, en sus relaciones recíprocas expresan la

unidad del edificio, también la casa se relaciona con los edificios que la rodean.

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La casa es el producto de una disposición colectiva y social. La repetición no

debe considerarse como un inconveniente que hay que evitar, sino que, al

contrario, constituye el medio más importante de expresión artística. A

exigencias uniformes, edificios uniformes. La singularidad queda reservada

para las exigencias singulares; es decir, sobre todo para los edificios de

importancia general y social.

Teorías Urbanísticas

"La CIUDAD es una arquitectura. Es una enorme obra de arquitectura que se

hace en el tiempo y por todos sus habitantes. Si la pensamos así, como obra

de autor —en este caso toda la sociedad—, la ciudad es una enorme

manufactura (una obra) que entonces puede ser bella, triste, fea, interesante o

misteriosa, es decir, le podemos aplicar los adjetivos del arte. Las grandes

ciudades son obras de arte".

La propia complejidad del objeto ciudad explica la complejidad de enfoques del

urbanismo según se ponga el énfasis en la forma y disposición de la ciudad o

en la dinámica de las actividades económicas, sociales y ambientales que se

desarrollan en ella. El urbanismo actúa a diversas escalas, desde el diseño

urbano, encargado de diseñar el espacio público y los elementos que lo

configuran (desde la escenografía edilicia al mobiliario urbano), hasta la

Planificación urbana, que define el modelo de desarrollo de la ciudad, pasando

por la Gestión urbana, que define cómo se ejecuta lo planificado. La dimensión

jurídica del urbanismo es muy importante, especialmente en su actividad de

planificación urbana, ya que su ámbito de actuación incluye objetos con

diferente status jurídico, como bienes comunales y propiedades públicas y

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privadas. De esta forma, los planes urbanísticos quedan normalmente

supeditados a un marco legislativo específico sobre la propiedad del suelo y los

derechos de uso asociados a los distintos regímenes de propiedad. En

cualquier caso, el plan urbanístico siempre tiene un contenido que va más allá

de lo jurídico, pues incorpora los elementos técnicos, políticos, económicos,

sociales y ambientales que definen un proyecto de ciudad.

Carta de Atenas

La Carta de Atenas es un manifiesto urbanístico redactado en el IV Congreso

Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) celebrado a bordo del Patris

II en 1933 en la ruta Marsella-Atenas-Marsella (el congreso no había podido

celebrarse en Moscú por problemas con los organizadores soviéticos) siendo

publicado en 1942 por Sert y Le Corbusier.

La Carta de Atenas ha solicitado en materia de habitación:

- Que los barrios de vivienda ocupen en lo sucesivo, en el espacio urbano,

los mejores emplazamientos, aprovechándose la topografía, tomando en

cuenta el clima, la luz solar más favorable y las superficies verdes que

sean posibles.

- Que la elección de las zonas de vivienda venga dictada por razones

higiénicas

- Que se impongan densidades razonables, según las formas de vivienda

impuestas por la naturaleza misma del terreno

- Que se prohíba el alineamiento de viviendas a lo largo de las vías de

comunicación

- Que se tomen en cuenta los recursos de la técnica moderna para

levantar construcciones altas y que, construidas a gran distancia unas

de otras, liberen el suelo en favor de grandes superficies verdes.

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La Carta de Atenas apuesta por una separación funcional de los lugares de

residencia, ocio y trabajo poniendo en entredicho el carácter y la densidad de la

ciudad tradicional. En este tratado se propone la colocación de los edificios en

amplias zonas verdes poco densas. Estos preceptos tuvieron una gran

influencia en el desarrollo de las ciudades europeas tras la Segunda Guerra

Mundial y en el diseño de Brasilia.

Las ideas originales de la Carta de Atenas están fuertemente influenciadas por

la exposición de Cornelis van Esteren "la idea de la ciudad funcional" de 1928.

El manifiesto ha sido muy criticado por la simplificación de algunos de sus

contenidos.

Ciudad

Se apostó por la zonificación de la ciudad en función de los usos y necesidades

de la sociedad moderna, que quedaron listados así:

- Habitar

- Circular

- Trabajar

- Recrear (el cuerpo y el espíritu: salud, educación, esparcimiento, etc.)

Vivienda

Las conclusiones fundamentales de la vivienda fueron:

- La vivienda debe tener primacía sobre el resto de usos.

- En la situación de la residencia se buscará la higiene.

- La relación vivienda/superficie la determinan las características del

terreno en función del asoleamiento.

- Se debe prohibir la disposición de viviendas a lo largo de vías de

comunicación.

- La solución son las viviendas en altura situadas a una distancia entre

ellas que permite la construcción de grandes superficies verdes (tapiz

verde).

Como concebir el urbanismo

Le Corbusier, miembro del grupo Francés del CIAM, en 1945, publicó el libro

“Como Concebir el Urbanismo”, en el cual se plantea un esquema de

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ordenamiento y proposiciones sobre modos de razonar en problemas de

construcción de viviendas e infraestructura; con objetivos de proceder “al

examen del espacio edificado y sus prolongaciones” y “la ocupación del suelo y

las circulaciones”. Intentó establecer una doctrina coherente del espacio

edificado, respondiendo a las 4 funciones ya clásicas: de habitación, trabajo,

recreación del cuerpo y del espíritu y circulación, para difundir esta doctrina en

la opinión pública, hacerla adoptar por los poderes públicos y velar por su

aplicación. Le Corbusier, en esta obra postuló sus ideas fundamentales, su

cosmovisión del hombre en el espacio edificado, en el cual el hombre mediante

sus obras se debe poner en armonía con el Universo y en las técnicas deben

constituir un instrumental adecuado para la nueva etapa de la humanidad, la

era maquinista. Estas ideas de Le Corbusier revelan parte de su orientación

filosófica de su urbanismo utopista y visionario, que mezcló la artesanía, la

analogía biológica, sus preocupaciones sobre la tecnología, el modulor y el

folklore, en el concepto de saber habitar.

"Arquitectura es cuestión de armonías, una pura creación del espíritu.

Empleando piedra, madera, hormigón, se construyen casas, palacios; eso es

construcción: el ingeniero trabajando; pero en un instante, tocas mi corazón,

me haces bien, me siento feliz y digo: esto es hermoso, esto es arquitectura, el

arte entra en mi.” Le Corbusier

Urbanismo Moderno

Los principios en los que se basa la planificación de la ciudad actual son

todavía los del urbanismo moderno recogido en la Carta de Atenas, redactado

con ocasión de uno de los Congresos Internacionales de Arquitectura

Moderna (CIAM) y básicamente escrito por el arquitecto y urbanista Le

Corbusier. En ella se plantea la oposición entre la ciudad tradicional,

caracterizada por la mezcla e indiferenciación de usos urbanos, y la ciudad

moderna, racional y funcional que se rige por un principio fundamental: la

zonificación. Concepto central del urbanismo moderno e idea clave de la

planificación urbana actual. Frente a la mezcla de usos de la ciudad tradicional,

con todos los problemas de salubridad, higiene, densificación, etc. que plantea

el desarrollo, la división del trabajo a escala general en el proceso de

industrialización, cuando fábricas y viviendas comparten el mismo espacio, el

urbanismo moderno plantea que hay que construir ciudades en que los

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diferentes usos, las diferentes funciones urbanas, estén separadas en espacios

distintos. Le Corbusier afirmaba que a cada función urbana diferente debe

corresponder un espacio distinto. Una ciudad segregada según los usos y las

funciones urbanas, y caracterizada por una estricta separación entre habitar y

trabajar. Los espacios residenciales deben estar separados de los espacios del

empleo y las actividades económicas, eso sí deben estar conectados a través

de la función circular.

De los nuevos postulados surge “un método racional” para las ciudades; se

propuso una ciudad funcional, donde existiera una clara zonificación y el

emplazamiento consecuentemente racionalizado en ella de las cuatro

funciones colectivas. Se destaca el PLAN, la importancia de la vista, el

asoleamiento y las áreas verdes; las autopistas clasificadas y los bloques

regulares de edificios constituyendo una grilla. Además, se propuso un nuevo

método de análisis comparado de ciudades, a través de normas de

presentación y elementos similares para todos los países, la grilla CIAM.

Principales Obras

Una de las principales aportaciones de Le Corbusier fue la idea de liberar el

territorio, construyendo una ciudad en bloques de cierta altura ubicados en

grandes espacios libres y conectados por vías eficientes. Sus propuestas más

radicales se recogen en la llamada Ville Radieuse, un especie de ciudad teórica

que se fue concretando en numerosas propuestas: Plan Voisin para París, Plan

Obus para Argel, Chandgarh, y tuvo una enorme influencia en el

urbanismo posterior a la II Guerra Mundial. El tráfico en la ciudad era el que

más preocupaba a Le Corbusier, porque amenazaba con estrangular los

centros de las urbes.

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"La ciudad... es la acción del hombre contra la naturaleza, un organismo

humano que ofrece protección y trabajo".

"Las ciudades actuales -escribió- son incapaces de satisfacer las exigencias de

la vida moderna... Si la gran ciudad se ahoga, el país se arruina".

Conceptos Básicos de la Ciudad Funcional del CIAM.

1) El privilegio de la circulación vehicular; 2) La búsqueda de mejores

condiciones de higiene; 3) La especialización de funciones en 4 funciones

básicas de la ciudad: la vivienda, el trabajo, el ocio y la circulación.

La cultura moderna enfrenta la concepción del espacio público de la ciudad

moderna con el diseño de estos espacios en la ciudad clásica. La ruptura

epistemológica entre vieja y nueva civilización es también formal y, por ello, la

contraposición de geometrías en el proyecto de Le Corbusier nos aparece

como la imposibilidad de reunir algo que, en el arquitecto suizo, era todavía un

intento desesperado: la unidad del mundo clásico representado por la

regularidad de la geometría de las formas y la aleatoriedad del mundo moderno

representando el repertorio pintoresco.

El Planteamiento de Le Corbusier

En la ciudad moderna de Le Corbusier no sólo hay una critica explícita a la

calle tradicional o a la forma regular de los espacios públicos, sino que a la

geometría que estos tienen ni se refiere a la del trazado general ni establece

tampoco un sistema de analogías que interrelacione la gran escala urbana con

la escala menor de los edificios, o de la ordenación de los espacios abiertos.

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Cada sistema formal tiene su propia lógica y una clara independencia respecto

a los demás.

Así, el fenómeno de desconexión entre espacio privado y espacio público, entre

arquitectura y espacio abierto, se añade la ausencia de toda condición

arquitectónica, tectónica y ordenada, del espacio exterior que, en principio, se

asimila al jardín à l'anglaise, a la acumulación indiscriminada de visiones

ajenas a toda posible construcción cerrada. La ciudad se hace paisaje en su

exterior, esto es, un nuevo género artístico que no es exactamente ni

arquitectura ni pintura, sino, únicamente, una construcción figurativa,

evocadora de las ideas modernas de libertad e higiene, es decir, de

independencia pública y privada del cuerpo del individuo en un sistema

espacial donde nada tiene que hacer, ni la visión perspectiva clásica ni la

ordenación que la arquitectura podía introducir en la ciudad clásica. La ciudad

empieza en sus espacios públicos, en lo que Sert llama los espacios vacíos;

ahí está el corazón de la ciudad como condición de lo urbano.

No queda claro en todo el CIAM si lo que se analiza es el problema del centro

y, por lo tanto y por extensión, el problema de la formalización tectónica de lo

público o si, por el contrario, lo que se persigue es, ante todo, la definición de

una nueva función urbana, la de la centralidad como función múltiple,

acumulación de actividades e interpretación de contactos. Se reconoce que la

ciudad moderna no sólo ha perdido la función de centralidad debidamente

formalizada, también ha perdido aquellos elementos arquitectónicos que eran

decisivos en la concepción de esta configuración central.

La nostalgia por la PLAZA se convierte desde el 8º CIAM en un tópico del

diseño moderno urbano, como contrapunto a un método de diseño, el de la

arquitectura del movimiento moderno, que es por completo ajeno a la

construcción formalizada del espacio público. Plazas, agoras y anfiteatros al

aire libre son, desde entonces, el desesperado intento de contrarrestar, con

una pieza autónoma, artificiosa y construida por separado, la tendencia

inevitable a la dispersión y al aislamiento hacia el que la arquitectura moderna

tiende fatalmente. Gropius introduce el control de la escala y, con ello, una

evocación ideológica del viejo humanismo, a la referencia sicológica de la

dimensión física del cuerpo en relación con el espacio. Desde entonces, la

arquitectura moderna se esfuerza sin cesar en acomodar forma abstracta y

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experiencia del cuerpo en un intento de perfeccionar, por este camino, las

posibilidades de adecuación entre entorno físico exterior y sus resultados

perceptivos. Acaba teniendo una traducción técnica clara en el gusto por la

fragmentación, la geometría compleja y la descomposición. Se plantea la

aspiración a que sea desde la creación artística desde donde se asuma y

resuelva la unidad pérdida de la forma del espacio público... “un lugar para el

encuentro de las artes” L.C.

Idealismo romántico frente al empirismo pintoresquista acaban siendo, en Le

Corbusier, los polos que definen las contradicciones de la ciudad moderna y la

necesidad imposible de recomponer la unidad pérdida de la ciudad clásica. Una

unidad que la arquitectura de nuestro tiempo, tanto en la forma como en los

contenidos, sigue buscando desesperadamente.

Los tres establecimientos humanos

En Los tres establecimientos humanos Le Corbusier plantea una estrategia

menos rígida y globalizadora en su concepción de la ciudad con la que

pretende superar el modelo anterior, La ville radieuse, basado en una estricta

simetría bilateral, que es aún deudor, en diversos aspectos, de la ciudad ideal

de época renacentista. El nuevo modelo, en cambio, parte de la escala macro

territorial y ello permite disponer los viejos cascos urbanos y las nuevas

implantaciones con relativa independencia, convirtiendo los hechos geográficos

en elementos vertebradores de la estructura metropolitana, de modo que los

grandes espacios libres pasan a ser el material aglutinante y conectivo del

nuevo tapiz urbano.

El proyecto de urbanización de Saint-Dié (1945) y el de Saint-Gaudens (1945-

46), son las primeras aplicaciones concretas de ese modelo que Le Corbusier

había ido madurando en los años de guerra, pero Bogotá debió parecerle el

lugar perfecto para comprobar sus principales hipótesis. El salto sustancial

entre La ville radieuse y Los tres establecimientos humanos está en el hecho

de que en éste último se toma la realidad de la ciudad existente como un dato

topográfico más con el que confrontarse. Para afirmar las líneas maestras del

nuevo asentamiento no se precisa de una tabula rasa que garantice su carácter

incontaminado con respecto a la historia.

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Le Corbusier encuentra todo aquello que requiere para establecer las bases de

una gran ciudad moderna: un espléndido marco geográfico con la imponente

cordillera que cierra la ciudad al norte, el extenso valle que se despliega a sus

pies, la ciudad histórica que se recorta de un modo nítido contra el perfil de las

montañas y las grandes avenidas que siguiendo trazas territoriales constituyen

ya una promesa para la futura plasmación de la ciudad abierta. Y, sobre todo,

la energía social necesaria para desencadenar ese proceso. Una energía, en

parte fuera de control, que acabó por arrollarle y dejarle fuera de ese proceso.

En el proyecto para Saint-Dié se trataba de reconstruir una ciudad de 30.000

habitantes, gravemente dañada por la guerra, incorporando un nuevo sector

residencial para unos 12.000 habitantes y un centro de carácter cívico y

administrativo. En el plan piloto para Bogotá el problema es otro y posee una

escala bien distinta. Aquí la cuestión es encauzar el crecimiento imparable de

una ciudad en rápido desarrollo, que contaba ya con más de medio millón de

habitantes y que, en pocos años, preveía duplicar su población.

Para ello era preciso insertarse en una estructura existente sin destruirla y

crear un centro cívico adecuado a la nueva escala superponiéndolo al centro

de la ciudad colonial, sin violentarlo o desfigurarlo. Esto implicaba un enfoque

distinto en el modo de operar habitual en Le Corbusier.

Cuando viaja por primera vez a Bogotá en 1947, Le Corbusier había cumplido

ya los sesenta años. Había dibujado grandes propuestas urbanísticas para

ciudades de varios continentes (casi siempre por propia iniciativa) pero nada o

casi nada se había realizado conforme a sus planes. Se imponía, pues, un

cambio de estrategia: a partir de ahora, se tratará de conseguir primero el

encargo de un edificio concreto cuya repercusión urbana esté asegurada, para

luego, confiando más en la inducción que en la deducción, y acceder a las

decisiones sobre el esquema de ordenación general de la ciudad.

Por ello en Bogotá, desde el principio, además de atender las consultas sobre

las líneas generales del crecimiento urbano, Le Corbusier apunta directamente

al “corazón de la ciudad”, es decir, a la cuestión del Centro Cívico y a su pieza

principal: el grand inmueble, el “gran edificio” laminar destinado a alojar las

dependencias administrativas de los nuevos ministerios. Si se lograra construir

esa pieza, piensa Le Corbusier, el efecto arrastraría al resto de la propuesta.

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Para propiciar esa posibilidad concibe un triple frente capaz de operar de un

modo coordinado. En primer lugar, se propone el Plan Piloto como documento

que sintetice el esquema o forma general de la ciudad, para lo cual se requiere

un amplio consenso político. En segundo lugar, se instaura la ofi cina del Plan

Regulador, encargada de desarrollar los planes urbanísticos, al frente de la

cual estarían Josep Lluís Sert y Paul Wiener. Y en tercer lugar, se plantean las

bases para el proyecto del Centro Cívico, coronado por el grand inmueble, que

Le Corbusier se reserva para elaborarlo personalmente en su estudio de París.

El Centro Cívico habrá de ser la piedra de toque del conjunto porque en él

podrá visualizarse la simbiosis entre los vestigios del pasado y los elementos

de la nueva ciudad, es decir, la capacidad del ideario corbusieriano de

insertarse de manera no traumática en la realidad construida.