LA CIUDADANÍA TRANSNACIONAL. EL CASO DE LAS …

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1 LA CIUDADANÍA TRANSNACIONAL. EL CASO DE LAS PERSONAS MIGRANTES. Miguel Vilches Hinojosa [email protected] Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno División de Derecho, Política y Gobierno Universidad de Guanajuato, Campus Guanajuato Área Temática: Estudios sobre Ciudadanía. Trabajo preparado para su Presentación en el 9º Congreso Latinoamericano de Ciencia Política “¿Democracias en Recesión?, organizado por la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP). Montevideo, Uruguay. 26, 27 y 28 de julio de 2017 Palabras claves: Migración, Transnacionalismo político, ciudadanía tansnacional.

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LA CIUDADANÍA TRANSNACIONAL. EL CASO DE LAS PERSONAS

MIGRANTES.

Miguel Vilches Hinojosa

[email protected]

Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno

División de Derecho, Política y Gobierno

Universidad de Guanajuato, Campus Guanajuato

Área Temática: Estudios sobre Ciudadanía.

Trabajo preparado para su Presentación en el 9º Congreso Latinoamericano de Ciencia

Política “¿Democracias en Recesión?, organizado por la Asociación Latinoamericana de

Ciencia Política (ALACIP).

Montevideo, Uruguay. 26, 27 y 28 de julio de 2017

Palabras claves: Migración, Transnacionalismo político, ciudadanía tansnacional.

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RESUMEN

Las migraciones internacionales están generando una transformación en el modo en

cómo se ha concebido la ciudadanía de los países occidentales. El consenso internacional

después de la segunda guerra mundial estableció una territorialización definitiva,

estableciendo al Estado como contenedor natural de los seres humanos.

El ideal de una ciudadanía cosmopolita y la exigencia de las personas migrantes para

que se garanticen sus derechos fundamentales tanto en los países de destino, tránsito y origen,

están legitimando la condición de que los individuos tengan varias filiaciones a diversos

estados nacionales y de contar con el reconocimiento legal de más de un país, habilitándole

progresivamente para participar en las decisiones de la vida pública a través de las fronteras

nacionales. Pero a la vez, los nacionalismos y los localismos se fortalecen como estrategias

para aminorar la incertidumbre de las decisiones que se toman desde fuera y de la amenaza

que representan los otros, los extranjeros, los diferentes.

Las posturas investigativas frente a esta realidad son variadas. Pero nosotros nos

preguntamos por las prácticas que constituyen una ciudadanía transnacional, sin quedarnos

en la especificidad de la formalidad legal, sino yendo a preguntarnos cuáles son las

actividades, dinámicas y movimientos transnacionales de las personas migrantes en México

que impactan la realidad sociopolítica de los países tanto a nivel subnacional como a nivel

nacional.

En este contexto el Estado-Nación está sometido a una constante tensión por mantener

el modelo que le dio origen y que le garantiza su existencia como hasta ahora lo conocemos.

Pero a la vez, intenta dar de sí para dar cabida a las actividades transnacionales,

específicamente de las personas migrantes, pero no exclusivamente. Lo cual suma una de

las presiones adicionales a la crisis actual del Estado-Nación. ¿Qué forma de ciudadanía

adoptarán los países en los que la realidad de las personas migrantes con un

transnacionalismo político es cada vez más importante? ¿Qué se entiende por ciudadanía

transnacional? ¿Cuáles son los principales avances teóricos en torno al enfoque de

transnacionalismo político? ¿Cuál es la evidencia de este transnacionalismo político, en

específico en Guanajuato, México una entidad federativa tradicionalmente expulsor de

emigrante a Estados Unidos de América?

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INTRODUCCIÓN.

Pensar la ciudadanía en el contexto de la migración internacional contemporánea1 nos pone

de frente al reto fundamental del Estado democrático, es decir la justificación de su razón de

ser, mediante la participación política de aquellos que detentan derechos y obligaciones en

libertad e igualdad y por pertenencia a una determinada comunidad política. Pero los

desplazamientos de población a través de las fronteras nacionales nos han mostrado en los

años recientes como la coherencia entre territorio, población y gobierno – elementos clásicos

de la concepción del Estado nacional- está fracturada. Por ejemplo, más de 30 millones de

personas de origen mexicano residen en Estados Unidos de América (EE.UU.) y

paulatinamente tendrán el derecho de votar en las elecciones presidenciales de México desde

el territorio de EE.UU, a la vez que cada vez más ciudadanos mexicanos exigirán su derecho

por integrar organismos electorales, lo cual no está permitido en todos los casos para personas

que cuentan con más de una nacionalidad. (Rojas y Vilches, 2017).

Pero la complejidad migratoria de México es mayor que la de su diáspora en EE.UU. y ha

impactado de modo constante su realidad social, política y económica con más fuerza a partir

de la década de los años noventa del siglo XX. Los flujos de personas emigrantes (también

a países como Canadá y España), transmigrantes (principalmente centroamericanos -aunque

no exclusivamente- que transitan por México con la expectativa de llegar a Estados Unidos)

e inmigrantes (norteamericanos y europeos en su mayoría, pero cada vez más un creciente

flujo de inmigrantes calificados de procedencia asiática) han puesto de relieve la fragilidad

del Estado mexicano para garantizar los derechos fundamentales tanto de emigrantes

nacionales como de inmigrantes y transmigrantes provenientes del extranjero a México.

Otra problemática poco estudiada se presenta cuando reconocemos que a nivel subnacional

en México comienza a surgir la reafirmación de la identidad local, inclusive en normas que

se refieren al tratamiento de la población migrante. Este es el caso de Guanajuato, una de las

entidades federativas del centro de México que tradicionalmente ha sido expulsora de

1 La existencia de sistemas migratorios internacionales enlazados con mecanismos macro, micro y meso estructurales son la garantía de que los más de 232 millones de migrantes internacionales y que los más de 740 millones de migrantes internos sigan en los próximos años, desafortunadamente en nuestra región las migraciones forzadas parecen ir en ascenso (Vilches, 2015)

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población a Estados Unidos de América (EE.UU.). El diagnóstico del Programa Especial de

Migración de Guanajuato 2013-2018 señala que para 2010 cerca de un millón de personas

nacidas en Guanajuato había emigrado a EE.UU. Si la población total de Guanajuato para

2010 era de alrededor de cinco millones de habitantes, podíamos decir que uno de cada cinco

guanajuatenses vivía en el vecino país del norte.2 Mientras que los niveles de recepción de

remesas -transferencias monetarias desde el extranjero- oscilan entre 2, 000 millones de

dólares y 2, 400 millones de dólares en la pasada década, posicionándole entre el segundo y

tercer lugar de las entidades del país que más dinero recibe desde el extranjero por concepto

de remesas.

Estos factores demográficos y económicos de la emigración internacional de guanajuatenses

a EE.UU. quizá puedan ser un indicio explicativo de porqué la Ley para la Protección y

Atención del Migrante y sus Familias del Estado de Guanajuato (LPAMFG) define al

migrante como “Todo ciudadano guanajuatense que sale del Estado, con el propósito de

residir en el extranjero.”3 Es decir, contrario a la tendencia internacional de que la noción de

migrante es amplia y universal en el sentido de que “se aplica a las personas y a sus familiares

que van a otro país o región con miras a mejorar sus condiciones sociales y materiales y sus

perspectivas y las de sus familias.”(OIM,2006:41) Esta norma subnacional de reciente

manufactura limita la responsabilidad de atender y proteger a los migrantes que sean oriundos

o avecindados de Guanajuato.

Los requisitos que impone la LPAMFG para acceder como beneficiario a los programas y

acciones en favor de las personas migrantes en Guanajuato, y por ente para demostrar la

“ciudadanía guanajuatense” y, en consecuencia, estar en posibilidades de ser sujeto de

atención y protección en carácter de migrante guanajuatense son: Demostrar la condición de

guanajuatense y acreditar que se cuenta con un domicilio en Guanajuato. (art.21). Mientras

que las Reglas de Operación del Programa Coordinación de Atención al Migrante y sus

Familias para el Ejercicio 2016 señala que la comprobación del origen del guanajuatense se

2 La población total de Guanajuato según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información (INEGI) en el año 2015 es de 5,853, 677. Ver la página del INEGI: http://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/gto/poblacion/default.aspx?tema=me 3 Artículo 4, fracción IV. Esta Ley fue publicada apenas en el año 2015.

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comprueba con cualquier documento expedido por alguna autoridad o dependencia que

permita saber el origen el origen o vecindad de la persona solicitante del beneficio. (art. 12).

Esta problemática sobre la relación entre migración y ciudadanía en un contexto subnacional

-como lo es Guanajuato-, pero sobre un asunto internacional – al referirse a sus oriundos que

han salido de sus comunidades de origen para cruzar una frontera nacional- nos ha hecho

cuestionarnos sobre los alcances del término de ciudadanía. Es decir, el que una legislación

subnacional de México orientada a proteger y atender a personas migrantes señale la

existencia del “ciudadano guanajuatense” ha sido el punto inicial de esta reflexión porque la

ciudadanía en México ha sido entendida como un concepto unido a la construcción del

Estado-nación, y no cómo una pertenencia específica a una entidad política local. En tiempos

de globalización, mundialización y de intensa movilidad internacional, esta definición

localista podría parecer una reacción defensiva ante la presencia de “foráneos”, de

“extranjeros”, de “no ciudadanos.”4

Aunque hemos partido de la definición de una norma jurídica, esto solamente nos ha servido

para constatar la complejidad institucional al momento de relacionar la migración y la

ciudadanía en México, y la necesidad de indagar más allá de lo legal lo que podría ser una

nueva manera de comprender la ciudadanía que ejercen los migrantes internacionales a través

de sus prácticas políticas transnacionales; y al mismo tiempo entender por qué en algunos

casos las personas migrantes no realizan prácticas políticas transnacionales. Es decir, cuáles

son las condiciones que posibilitan que las personas migrantes realicen prácticas políticas

que afecten el orden político en más de un estado nacional.

Este documento contiene una reflexión teórica preliminar sobre los conceptos básicos de

ciudadanía y de transnacionalidad; esto para discutir un esbozo inicial de ciudadanía

transnacional que sea una herramienta teórica para comprender las prácticas políticas de las

personas migrantes en el contexto migratorio México-Estados Unidos.

4 El artículo 22 de la Constitución Política para el Estado de Guanajuato establece que “Son ciudadanos del Estado los guanajuatenses que hayan cumplido 18 años y tengan un modo honesto de vivir.

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CIUDADANÍA Y MIGRACIÓN.

En México, desde el punto de vista histórico, la ciudadanía comenzó por ser una norma, pero

sin ciudadanos reales. “La experiencia histórica de la ciudadanía en México bien podría

calificarse como dramática y por momentos trágica, pues una y otra vez los derechos se han

truncado, las libertades se han reducido al mínimo” (Reyes,2013:142). La construcción del

moderno estado mexicano en el siglo XIX por parte de las élites criollas partió del ideal

europeo de una ciudadanía nacional entendida como la adquisición de derechos y libertades

individuales para ser ejercidos y garantizados en la vida pública del Estado-nación. Esta

concepción liberal de la ciudadanía influyó en la concepción moderna de ciudadanía gestada

ya en el siglo XX, principalmente por trabajos teóricos de la posguerra como el realizado por

T.H. Marshal con su célebre trabajo Citizenship and Social Class de 1950 en el que se

concibió a la ciudadanía como un acuerdo histórico de clase enmarcada en el Estado-nación

que coadyuva al goce efectivo de los derechos humanos, civiles y políticos mediante la

construcción de la identidad y la plena pertenencia a una comunidad custodiada por el Estado

de Derecho.

No pretendemos hacer una revisión exhaustiva del concepto de ciudadanía, pero el debate

sobre este concepto en años recientes es fértil desde diferentes líneas de pensamiento

filosófico como la tradición comunitarista (con su crítica a los valores individualizados y su

necesidad de reconocer el multiculturalismo en el concepto de ciudadanía), pasando por el

republicanismo cívico (la ciudadanía implica la equidad en las relaciones sociales y la

creación de las condiciones legales, institucionales y culturales que garanticen la pluralidad

social) y hasta la democracia transnacional (Niederber, 2012) (las ciudadanías deben

construirse dentro de una concepción de prevención de la dominación).

De estas breves pinceladas teóricas del concepto de ciudadanía llama la atención la estrecha

relación que guarda el concepto de ciudadanía con otros dos conceptos fundamentales de la

teoría política, a saber, el Estado y la Democracia. En efecto, desde la visión ideal del

liberalismo que influye las legislaciones de los países occidentales los ciudadanos solamente

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tienen sentido en un Estado que justifica el poder político mediante prácticas democráticas

de su población aglutinada por su identidad y un proyecto común, aunque estas prácticas sean

meramente formales. En este sentido, la intensificación de la migración internacional a

escala planetaria está cuestionando este orden entre una población homogénea con una

identidad y un mismo proyecto común, dentro de un Estado de Derecho que es garante de los

derechos y libertades de todos sus habitantes, y que al mismo tiempo justifica el ejercicio del

poder político por medio de prácticas democráticas en el que sus habitantes eligen de manera

igualitaria a sus autoridades. “La ciudadanía y el estado nacional no son sólo construcciones

históricas y políticas puestos en crisis por la inmigración, con también una idea…”

(Luque,2014:213) en crisis.

La investigación sobre las nuevas ciudadanías en los albores del siglo XXI intenta capturar

toda la gama de novedades adjetivando esta condición o capacidad para ejercer derechos y

deberes en nuestra era: ciudadanía mundial, ciudadanía global, ciudadanía universal,

ciudadanía planetaria, ciudadanía cosmopolita, ciudadanía múltiple, ciudadanía anidada,

ciudadanía multinivel, ciudadanía multicultural, ciudadanía ambiental, ciudadanía flexible,

ciudadanía a la carta, ciudadanía dual, ciudadanía feminista, ciberciudadanía, ciudadanía

posnacional, ciudadanía subnacional, ciudadanía constelación y ciudadanía transnacional

(Faist, 2015:26). Si las fronteras de los Estados, los límites de las culturas y los confines de

las sociedades son difusos como consecuencia de los procesos de globalización,

mundialización y migraciones internacionales, la clausura social que anteriormente

implicaba la ciudadanía también está a discusión. Esto implica que al discutir la ciudadanía

también se juega el modelo de Estado-nación que tenemos vigente en el orden global actual.

En este sentido, es menester recordar que la ciudadanía nacional -incluso desde el punto de

vista de los derechos humanos-, es uno de los mecanismos que reproducen la inequidad social

por ser un predictor de las oportunidades de vida según el país de nacimiento y porque

depende cuál sea el Estado que deba garantizar los derechos humanos (Faist,2013).

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La reinvención y reformulación que exigen las personas migrantes en la época actual

organizados a través de las fronteras de los estados, 5 nos fuerza a pensar la ciudadanía de

modo complejo como un concepto multidimensional que tiene repercusiones en lo local, lo

nacional, lo global y lo transnacional, a la vez que lo imbricamos con las diferentes tendencias

para el desarrollo de la ciudadanía sean de expansión en términos de la inclusión progresiva

de grupos hasta entonces eran marginados y excluidos; de erosión por la progresiva

disminución en la participación política de los miembros o ciudadanos en la esfera política;

o bien de extensión de la ciudadanía, lo que cuestiona que la ciudadanía provenga

principalmente del Estado-nación y rescata los vínculos sociales entre las personas, y no

principalmente entre los Estados, más allá de las fronteras en donde “la identidad, los

derechos de participación política y las prestaciones sociales -que en un momento estaba

fuertemente agrupadas bajo la rúbrica de la ciudadanía nacional- hoy están siendo

desagregadas y ensambladas en nuevas y dinámicas configuraciones”(Faist, 2015:35).

TRANSNACIONALIDAD POLÍITICA DE MIGRANTES.

La perspectiva transnacional surge a finales de la década de los 80’s y principios de la década

de los 90’s del siglo pasado en los estudios antropológicos centrados en los aspectos

culturales sobre comunidades migrantes indígenas en California (Besserer,2016) y

centroamericanas en Nueva York (Castro, 2005) en Estados Unidos. Autores como Michael

Kearney, Federico Besserer, Nina Glick Schiller, Peggy Levitt y Alejandro Portes son

obligados en el estudio del transnacionalismo de las personas migrantes. Aunque es preciso

señalar que la teoría de las redes migratorias avizoraba ya el enfoque transnacional: “El

reconocimiento de la existencia de redes migratorias, y su papel a la hora de estructurar los

flujos migratorios en competencia con otros actores como los mercados y los Estados, van a

convertirse en premisas básicas del transnacionalismo.” (Cloquell y Lacomba,2016:50).

5 Como los movimientos sociales que convergen en el Foro Social Mundial de las Migraciones y que han producido documentos como la Carta Mundial de Migrantes. Disponible en: http://charte-migrants.net/es/carta-mundial-de-migrantes/ Consultado el 10 de julio de 2017.

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La perspectiva teórica y metodológica que proporcionan los estudios transnacionales

permiten visualizar vidas móviles a través de las fronteras nacionales e interacciones

transfronterizas de forma simultánea entre países de origen, destino y tránsito que les permite

a las personas migrantes estar presentes en diferentes estados, culturas y comunidades

mediante actividades económicas, culturales, sociales y políticas. Conceptos como

comunidades transnacionales, espacios transnacionales, circuitos transnacionales y campos

sociales transnacionales son cotidianos en los estudios transnacionales de las personas

migrantes.

Desde luego esta perspectiva tiene sus limitantes porque no constituye una teoría de las

migraciones al no explicar las causas de las mismas, sino más bien ayuda a entender las

complejidades de las migraciones internacionales en la sociedad contemporánea y se centra

en analizar los efectos de las migraciones. También se ha señalado como una debilidad del

enfoque transnacional que no tiene suficiente precisión en la definición de sus conceptos, que

constituye una confusión de la posmodernidad neoliberal al deducir sus categorías de los

procesos de globalización (Marquez, 2012:316-325) y que denota cierto cándido entusiasmo

sobre la capacidad de los migrantes para romper las fronteras y debilitar a los Estados

(FizGerald,2015). Pese a estas críticas, el enfoque transnacional ha generado la posibilidad

de debatir en las ciencias sociales acontecimientos sociales que otrora hubiesen sido

invisibilizados por su poca relevancia en los enfoques políticos hacia dentro o entre los

estados nacionales. Por ejemplo, la evolución de la ciudadanía política a través del sufragio

extraterritorial y transnacional (Emmerich y Alarcón, 2016).

En definitiva: “Es difícil que lo transnacional -incluso en el ámbito de las migraciones-

sustituya o desplace el peso nacional, pero puede producir nuevos escenarios… que

condicionen la reorientación de ciertos modos de hacer de los Estados.” (Cloquell y

Lacomba, 2016:56). Uno de estos nuevos escenarios se refiere a la transnacionalidad política

de las personas migrantes. Pero esta condición y capacidad no debe darse por supuesta a

priori en todos los procesos migratorios internacionales. Es decir, tenemos que preguntarnos

sobre las evidencias empíricas que tenemos sobre prácticas transnacionales de comunidades

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específicas de migrantes para afirmar que existe transnacionalidad política y por tanto que se

está ejerciendo una ciudadanía transnacional.

CIUDADANÍA TRANSNACIONAL.

La transnacionalidad política de las personas migrantes no ha sido desarrollada por los

estudiosos de las migraciones internacionales. Apenas hemos podido encontrar tímidos

avances de lo que podríamos denominar prácticas políticas transnacionales, ya que como

hemos dicho los estudios de la perspectiva transnacional han estado centrados en la

dimensión cultural, económica y social de las comunidades migrantes. Por lo que esta

discusión sobre la ciudadanía transnacional en este documento no ha hecho sino comenzar y

puede ser leída como un primer esbozo difuso de lo que podría ser la ciudadanía

transnacional.

Siguiendo las intuiciones de Besserer6 (1999) la ciudadanía transnacional es un nuevo tipo

de ciudadanía que incluye la convergencia de diversidades culturales y la translocalidad. Este

concepto parte de la crítica al concepto esencialista de nación y de comunidad en donde la

pertenencia originaria a la comunidad o a la nación no debe ser un limitante para que la

persona goce de plenos derechos dentro de su condición transnacional. Además, este

concepto nos permite visualizar prácticas políticas que salen de la territorialidad delineada

por una frontera nacional para situarse en un espacio social transnacional. En este sentido,

las personas que han migrado a través de una frontera nacional y que mantienen interacciones

simultáneas en sus países de origen no son más que uno de los motores de la

transnacionalidad política. Ésta última también incluye las actividades que desarrollan las

familias y organizaciones sociales que apoyan y sostienen en el espacio transnacional la

participación política de las personas migrantes.

En efecto, la realidad política transnacional puede ser clasificada en tipologías como el

transnacionalismo desde abajo (Portes et al, 2003) – las prácticas que desarrollan las personas

6 En base al estudio de la comunidad transnacional de San Juan Mixtepec en Oaxaca, Baja California Norte y en el Distrito Federal en México; y Virginia, California y Arizona en Estados Unidos entre los años de 1991 y 1997.

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migrantes a nivel micro en base a decisiones individuales y familiares para obtener beneficios

en diferentes estados-, el transnacionalismo desde arriba – las acciones que realizan

corporaciones privadas, países u organizaciones internacionales para incidir en procesos

políticos que afectan a los actores en los espacios transnacionales-, y el transnacionalismo

desde el medio – que se refiere a prácticas desarrolladas por actores puente entre los

transnacionalismo desde abajo y desde arriba. (Cloquell y Lacomba,2016:50).

Los estudios sobre el sufragio territorial y transnacional han encarado decididamente uno de

los aspectos más visibles de la ciudadanía transnacional: el voto desterritorilizado, pero

todavía el abordaje privilegia los aspectos legales e institucionales del ejercicio del derecho

al voto, aunque es un avance que entre los politólogos se visualice como parte de la evolución

de la ciudadanía política transnacional (Olguín, 2016:19). Por lo que es necesario señalar

que la ciudadanía transnacional al menos tendría que ser pensada en dos dimensiones: la

ciudadanía social transnacional y la ciudadanía política transnacional. La primera se referiría

a las prácticas transnacionales que fortalecen los vínculos entre las personas y la comunidad

en el espacio transnacional y la segunda incluiría además del derecho de votar y ser votado,

el desarrollo de prácticas políticas como la participación en organizaciones de la sociedad

civil y en organismos públicos en el espacio transnacional.

Ese necesario seguir discutiendo la ciudadanía transnacional. Principalmente en países como

México, en el que la cuestión migratoria seguirá agudizando la permanente crisis del Estado

(Bauman y Bordoni, 2016). Las nuevas representaciones del Estado y de la ciudadanía están

en construcción, y tenemos que desarrollar el instrumental teórico-metodológico necesario

para poder comprender sus alcances y debatir sus efectos en lo que se plantea como un nuevo

orden global.

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