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La formación de una frontera . sin límites: los antecedentes coloniales del Trapecio Amazónico colombiano Carlos Gilberto Zárate B. * Introducción La zona del hoy llamado Trapecio Amazónico colombiano, y principalmente su porción ribereña sobre el Amazonas (véase mapa 1), se caracterizó por ser duran- te la colonia uno de los principales escenarios de penetración, encuentro y con- frontación de los imperios portugués y español en América. Los momentos más intensos de este contacto se presentaron a lo largo del siglo XVIII, y como conse- cuencia se presentaron importantes cambios demográficos, sociales y culturales asociados a intensos procesos de movilidad, desplazamiento y redistribución es- pacial de la población, principalmente indígena de la región. Estas transformacio- nes igualmente estuvieron acompañadas de prácticas compulsivas de poblamiento en forma de reducciones, compartidas por ambos imperios, a cargo de misioneros de diferentes congregaciones entre las que se destacaban los jesuitas, así como de la esclavización de población indígena, utilizada como mano de obra en las empresas extractivas lusitanas en el oriente brasileño. A este contexto tampoco fueron ex- Profesor, Instituto Amazónico de Investigaciones Imani, Universidad Nacional de Colombia, sede Leticia. Email: [email protected] 229

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La formación de una frontera.sin límites: los antecedentes

coloniales del TrapecioAmazónico colombiano

Carlos Gilberto Zárate B. *

Introducción

La zona del hoy llamado Trapecio Amazónico colombiano, y principalmente suporción ribereña sobre el Amazonas (véase mapa 1), se caracterizó por ser duran-te la colonia uno de los principales escenarios de penetración, encuentro y con-frontación de los imperios portugués y español en América. Los momentos másintensos de este contacto se presentaron a lo largo del siglo XVIII, y como conse-cuencia se presentaron importantes cambios demográficos, sociales y culturalesasociados a intensos procesos de movilidad, desplazamiento y redistribución es-pacial de la población, principalmente indígena de la región. Estas transformacio-nes igualmente estuvieron acompañadas de prácticas compulsivas de poblamientoen forma de reducciones, compartidas por ambos imperios, a cargo de misionerosde diferentes congregaciones entre las que se destacaban los jesuitas, así como de laesclavización de población indígena, utilizada como mano de obra en las empresasextractivas lusitanas en el oriente brasileño. A este contexto tampoco fueron ex-

Profesor, Instituto Amazónico de Investigaciones Imani, Universidad Nacional de Colombia, sedeLeticia. Email: [email protected]

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Mopo No. 3 2001LOCALIZACIÓN

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trañas las guerras interétnicas ni los catastróficos resultados del contagio micro-biano generalizado, principal responsable de la drástica reducción de lapoblación amazónica original.

Durante este período, y tal vez con la notable excepción de muy pocasparcialidades indígenas ubicadas en el interior de la selva de tierra firme (Ni-muendaju 1952:8; Zárate 1998:84 y ss), los grupos de la región comprendidaentre la boca del río Napa y la boca del río Negro sufrieron procesos drásticosde desarraigo de su territorio que explican en buena medida las condicionesdemográficas actuales y la distribución espacial de la población indígena y noindígena del área.

Estos fenómenos dieron carácter a la empresa de penetración de España yPortugal en la Amazonia y a los posteriores intentos de definir los límites de susáreas de influencia en la región. Estos límites habían sido determinados de mane-ra difusa poco después del descubrimiento de América por Colón y todavía con-tinuaban sin definirse, hacia mediados del siglo XVIII. Como se verá, lasnaciones independientes, en nuestro caso la Gran Colombia, nacieron heredan-do de estos exhaustos imperios el problema de la indefinición de los confines desus áreas fronterizas, y solamente hasta bien avanzado el siglo XX pudieron lle-gar a acuerdos de delimitación satisfactorios para las partes. Los problemas limí-trofes y de fronteras en la Amazonia, como en el caso de Ecuador y Perú,solamente han venido a saldarse en los últimos años del siglo XX.

El presente artículo intenta establecer una caracterización preliminar, asícomo un cuadro general del proceso de configuración de la frontera amazónicacolonial durante el siglo XVIII, con énfasis en el área del actual Trapecio Amazó-nico, identificando las principales tendencias en cuanto a movilidad poblacionaly proceso fundacional. El trabajo se divide en cinco partes. En la primera se dis-cuten algunos aspectos de las relaciones interétnicas y las posibles fronteras delos grupos amazónicos originales en las inmediaciones del Trapecio Amazónicocon anterioridad a la presencia hispana y lusitana. En la segunda parte se estable-cen algunas premisas de los procesos de avance y expansión de España y Portugala lo largo del río Amazonas y se definen algunos elementos que explican el éxitodiferencial en la empresa de expansión. La tercera parte muestra los resultadosdel contacto a partir de la transformación de las fronteras interétnicas en el áreadel actual Trapecio Amazónico. La cuarta detalla el proceso de estabilización dela frontera colonial en la Amazonia en el área de interés y documenta porqué sondiscutibles los argumentos de algunos autores para quienes la frontera española yportuguesa se estabiliza hacia 1710 en el río Yavarí. Finalmente, la quinta partediscute el papel de las Comisiones de Límites, principalmente la formada conposterioridad a la firma del Tratado de San Ildefonso en 1777, en la creación yestabilización de la frontera colonial.

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Las fronteras interétnicas en la amazonia:pueblos de várzea y pueblos de tierra firme

Establecer con certeza el carácter de las relaciones interétnicas o de las fronteras delos grupos indígenas en la Amazonia con anterioridad a la presencia europea cons-tituye un reto para las ciencias sociales actuales como la Antropología, la Historiao la Sociología. En parte esto obedece a la disponibilidad y limitaciones de lasfuentes existentes. Además de los escasos datos ofrecidos por los trabajos arqueo-lógicos hechos en esta porción de la Amazonia, la mayor parte de la informaciónsobre las relaciones entre los grupos indígenas de la zona proviene de las crónicasmisioneras. Estas fuentes, con todos los sesgos ideológicos y dificultades propiasde la época, constituyen las herramientas y son base de los presupuestos con losque han venido trabajando muchos de los etnólogos y antropólogos sociales quehan abordado el estudio de esta zona. Estos supuestos han variado en las últimasdécadas debido a los notables aportes teóricos de autores que se han preocupadopor hacer énfasis en las relaciones entre los grupos étnicos y la delimitación de susfronteras como mecanismos para ampliar las perspectivas de abordaje de aspectosclave de su organización o de su identidad (Poutignat 1995).

Hasta la irrupción de españoles y portugueses en el área comprendida entrelas desembocaduras de los ríos Napa y Negro, en inmediaciones del llamado Tra-pecio Amazónico, se puede suponer que las fronteras existentes, antes que cons-tituir fronteras sociales o fronteras nacionales, eran exclusivamente étnicas.

Desde el punto de vista de su adaptación al medio biofísico, las poblacionesde la zona, como en general las del resto de la Amazonia, se han diferenciado deacuerdo con la ubicación de sus asentamientos. En general, en el área analizadase han distinguido dos grandes hábitats: uno correspondiente a la llamada "tierrafirme", una zona no inundable dispersa en las partes altas de los grandes interflu-vios amazónicos (Putumayo-Amazonas: Yavarí-Amazonas), otro perteneciente ala zona de várzea, ubicada en las riberas de los grandes ríos, principalmente elAmazonas, y sujeta a inundaciones periódicas.

En términos generales y según la etnografía amazónica reciente, a cadauno de estos ambientes ha correspondido un tipq especial de habitante: la gen-te de "tierra firme" y la gente de várzea o "ribereños" y un proceso adaptativoque los hace no sólo diferentes sino incluso contrapuestos. En un análisis enfo-cado en la frontera!, en este caso la interétnica, este presupuesto nos llevaría a

Según Braudel, "la palabra frontera viene del adjetivo frontero, frontera, que hace frente. El vocablose anuncia muy tempranamente puesto que se encuentra en el Dictionnaire de l' ancienne languefran,aise de Frédéric Godefroy (1881-1902) en este texto de Guiart (principios del siglo XIV): los

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una percepción que enfatiza en los aspectos de "ruptura", "confinamiento","contraste" o "límite" (Braudel 1993: 47). En nuestro caso, esta visión lleva ala mutua exclusión u oposición de los habitantes de la várzea con respecto a losde "tierra firme". Por analogía a lo planteado por autores como Poutignat(1998: 124), aquí la frontera se define como resultado de la oposición y el aisla-miento de un grupo respecto del otro y no como resultado de procesos de in-teracción étnica.

Esta perspectiva, que como se verá no deja de ser parcial, ha sido reforzadauna y otra vez por los misioneros, por los viajeros y por la mayor parte de los in-vestigadores amazónicos contemporáneos. Un artículo reciente de William De-nevan (1996: 654 y ss) muestra que autores como Steward, Meggers, Lathrap,Carneiro, Roosevelt y él mismo, han basado muchos de sus trabajos en la distin-ción ecológica entre várzea y tierra firme. Según ellos, esta diferencia ha determi-nado las variaciones en cuanto a disponibilidad de recursos y ha sido responsablede factores como la distribución y la densidad de la población, el tamaño de losasentamientos e incluso la estructura social y la organización política de muchassociedades amazónicas.

Esta diferenciación entre la "tierra firme" y la várzea sirve provisionalmen-te para identificar posibles límites territoriales de las sociedades indígenas asen-tadas en las inmediaciones del curso central del Amazonas, dentro del área denuestro interés. A fines del siglo XVII y comienzos del XVIII la zona ubicada en-tre la desembocadura del río Napo y la boca del río Negro estaba habitada porgrupos denominados de tierra firme, entre los que se encontraban los Ticuna, losyagua y peba, los caumare, los cauachi y los mayoruna, mientras que entre los

dañados huyen de las fronteras (entiéndase los heridos abandonan la línea del frente para llegar a laretaguardia). Convertido en sustantivo, el vocablo supone obligatoriamente dos adversarios, frente afrente, a una y otra parte de una línea que los separa. En este sentido, la palabra competirá durantemucho tiempo con una serie de otros términos, fines (en latín), confines, metas (en latín metae), tér-minos, límites. Por último, los suplanta y desde entonces designa ante todo los límites exteriores decada estado territorial". (1993: 302.). Por su parte, Machado plantea que "si es cierto que la determi-nación y la defensa de los límites de una posesión o de un Estado se encuentran en el dominio de laalta política o la alta diplomacia, las fronteras pertenecen al dominio de los pueblos. En cuanto ellí-mite jurídico es una abstracción generada y sustentada por la acción institucional en el sentido de con-trol efectivo del Estado Territorial, y por tanto un instrumento de separación entre unidades políticassoberanas, la frontera es lugar de comunicación e intercambio" (2000: 10) (traducido del portugués).Esta visión coincide con la defendida por Orlando Fals Borda para quien las fronteras son franjas os-móticas llenas de agujeros de respiración popular cuyos habitantes ignoran los tratados internaciona-les y las formalidades gubernamentales, conformando una especie de tercer país (Uslar Pietri 1987)."En estos casos, la frontera aparece como un invento inhumano y diabólico que materializa la concep-ción fríamente instrumental de los políticos de cúspide que trazaron las fronteras en sus respectivos bu-fetes, pensando en Geopolítica" (1988:24).

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LOCAlIZACIÓ

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grupos ribereños o de várzea se encontraban los Omagua, Yurimagua, Ibanoma yAizuar (véase mapa 2). De acuerdo con los cronistas que visitaron la zona del ac-tual Trapecio Amazónico, específicamente los que acompañaban las expedicio-nes de Ore llana en 1542 y Texeira en 1637, existía cierta delimitación territorialentre los grupos de la tierra firme al igual que entre las etnias ribereñas. A juzgarpor las descripciones de estos cronistas, existía un claro control territorial de losdiferentes grupos ribereños en que era posible identificar áreas de frontera e in-cluso indicadores de límites. Los relatos de estas expediciones muestran que, elúltimo poblado de cada territorio tribal era un puesto fortificado de fronteraocupado por indios de guerra, y entre una tribu y otra existía una zona no habita-da (Hemming 1978: 234).

Sin desconocer los aspectos de oposición y confrontación entre los gruposribereños o de várzea de la zona, como elementos definidores de fronteras étni-cas en la zona, el énfasis en los aspectos divergentes dice muy poco sobre otrasdeterminaciones que constituyen dinámicas de creación o movilidad de las fron-teras indígenas y desconoce los procesos de intercambio y relación interétnica detodo tipo que hacen que la frontera sea igualmente un espacio de integración ygénesis económica, social y también cultural.

Por lo demás, ni siquiera desde el punto de vista ambiental y de adaptación,la oposición de estas dos clases de grupos fue absoluta ya que las noticias de losprincipales cronistas que transitaron la zona entre los siglos XVI y XVIII (véanseCarvajal 1942, pp. 22 y ss.; Fritz en Maroni 1988, pp. 305 y ss; Grohs 1972, pp.25,76; Bolian 1975:16) muestran que grupos convencionalmente consideradoscomo de "tierra firme" ocuparon durante largos períodos las riberas del Amazo-nas, y que grupos ribereños debieron también adaptarse por distintas circunstan-cias a ambientes de selva de tierra firme.

Planteamientos recientes de William Denevan aportan abundante evidenciay elementos de interpretación en este sentido. En su artículo de 1996 sobre elmodelo Bluff de asentamiento ribereño prehistórico en la Amazonia, este autorpropone, tanto para la época precolombina como luego del contacto, el controlsimultáneo o complementario de áreas de várzea y de tierra firme que colindanen ciertos terrenos elevados (bluffs) de las riberas del Amazonas, por parte degrupos convencionalmente considerados como de várzea o de tierra firme. Se-gún este autor, citando a Bolian, quien trabajó en el Trapecio Amazónico y deacuerdo con nuestra propia experiencia, algunos ticuna que viven en la várzea,tienen terrenos en la tierra firme que utilizan en tiempo de la creciente del río altiempo que otros que habitan las partes altas tienen chagras tanto allí como en laszonas de várzea.

Por otra parte, las relaciones de vecindad (no necesariamente amistosas), queconstituían las fronteras étnicas entre los grupos de várzea y los de tierra firme, con

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anterioridad a las incursiones europeas, incluían intercambios constantes de pro-ductos procedentes de uno y otro ambiente. La existencia de infinidad de trochasque comunicaban a la "tierra firme" con las riberas del río sugieren una gran dinámi-ca comercial. Este intercambio fue documentado tempranamente por Laureano dela Cruz, quien en 1651 reportó que uno de los grupos ribereños, los omagua "ibanmonte adentro a buscar frutos de palmas y de otros árboles" (Denevan 1996: 669,traducido del inglés). En el mismo sentido se orientan los informes de intercambioentre los aizuar, ibanoma y yurimagua, todos ribereños, con la gente de la "tierra fir-me" (Fritz en Maroni 1988: 315).

Las relaciones entre los omagua y ticuna evidenciaban que las fronteras in-dígenas eran también un espacio de conjunción del saber de los hombres deadentro, de las tierras altas, con el de los hombres ribereños. Muestra de esto loconstituye el que los Ticuna:

... en contacto con los omagua, hostiles al principio pero últimamente pacífi-cos... cambiaron sus primitivas canoas por las ubá de sus vecinos, una canoacompletamente hueca de un tronco de cedro, cuyos lados no se expandíanmediante el uso del fuego (Nimuendajú 1952:20, traducido del inglés).

De manera similar se puede interpretar el cambio que los ticuna hicieron aladoptar la técnica policroma, propia de los omagua, en la fabricación de cerámi-ca (Bolian 1975:4,5,9).

El carácter del avance hispano y portuguésen la Amazonia

Las fronteras étnicas en el medio Amazonas, entre la desembocadura de los ríosNapo y Negro empezaron a transformarse a fines del siglo XVII y comienzos delXVIII con la intensificación de las actividades de penetración de las huestes im-periales españolas y portuguesas. Estas acciones tenían propósitos evangelizado-res, comerciales, esclavistas y también de expansión de la frontera. Por el ladoportugués las fuerzas de avance estaban constituidas por grupos de soldados y"tropas de rescate" -acompañados de indios aliados, con cuyo nombre se deno-minaban las fuerzas de captura, trueque o esclavización indígena-, así como pormisioneros jesuitas y comerciantes privados. Por la contraparte española, lasfuerzas estaban conformadas básicamente por misioneros y, en menor medida,soldados enviados de la cordillera andina. El resultado de la presencia de estosnuevos actores significó el aumento de la complejidad de la dinámica fronterizao, en otros términos, el comienzo de la superposición de diferentes fronteras. Elárea del actual Trapecio se tornó entonces, de manera simultánea, en fronterasocial y lingüística, frontera misionera y frontera colonial imperial.

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Sin desconocer que el móvil de estas actividades de penetración era escla-vista comercial y misionero, la disputa por áreas de influencia propia de la lógicaimperial estuvo siempre presente en la percepción de los colonizadores y de lasautoridades de cada imperio. El proceso expansivo de las metrópolis en la Ama-zonia, como se verá adelante, siempre estuvo condicionado en mayor o menormedida por los ritmos de la ,pugna que las metrópolis libraban en Europa, endonde se fraguaban alianzas, rupturas, guerras y negociaciones de paz que termi-naban en algunas ocasiones por detonar, impulsar o detener movimientos y diná-micas poblacionales en la Amazonia, y explícitamente, en su principal vía depenetración, el río Amazonas.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que la intensidad y cobertura delproceso de penetración de ambas fuerzas, dada la existencia de grandes ríos, es-tuvieron fuertemente asociadas, con pocas excepciones, a los escenarios ribere-ños, lo que dio un carácter casi exclusivamente fluvial al forcejeo por el dominioterritorial de unos y otros en esta parte de la Amazonia.

Al proceso de configuración fronteriza en la Amazonia concurrían variasfuerzas, no siempre deliberadas o encuadradas dentro de una estrategia explícitade expansión, dominio o supremacía imperial. Las herramientas que cada impe-rio diseñó en el terreno político, militar, económico y religioso y el uso de ellas,así como los obstáculos que cada uno debió enfrentar, explican las diferencias enel éxito expansivo de cada imperio así como la configuración fronteriza, primerocolonial y posteriormente de los actuales estados nacionales en la región. En estesentido, cabe mencionar que el proceso expansivo y de definición fronteriza fuemucho más complejo que el esquema sugerido por autores como Alzate quiensugiere un modelo similar de ocupación para portugueses y españoles durantelos siglos XVII y XVIII que se sintetizaba en que "en donde hallaban núcleos in-dígenas entraban los misioneros para catequizar y allanaban el camino para losmilitares metropolitanos, responsables por la colonización de los territorios con-quistados" (1989: 205). Como se verá más adelante, no sólo era diferente el pesoespecífico de los componentes que actuaban en cada caso, ya que el carácter mis-mo de la expansión y la presencia de otros factores determinaron importantesvariaciones en las estrategias de avance y en los logros obtenidos por cada fuerza.

Las fuerzas españolas y portuguesas comenzaron su proceso de penetraciónamazónica en dos sitios opuestos geográficamente: la una en las altas fuentes an-dinas y la otra en su desembocadura, pero habrían de encontrarse, casi que ine-luctablemente, en un escenario fluvial, ya que el principal canal de penetración yacceso mutuo lo constituía el mismo río Amazonas.

Se sabe que quienes primero lograron arribar a los dominios de los gruposque habitaban el área del actual Trapecio, entre los que estaban los ticuna y losomagua, fueron soldados españoles. Estas huestes visitaron la región dos veces

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durante el siglo XVI, con las expediciones de Orellana y Ursua-Aguirre, y por lomenos en cuatro ocasiones, con diversa duración, durante el siglo XVII y co-mienzos del XVIII, en especial con las expediciones de los misioneros francisca-nos Brieva y Toledo en 1636, el portugués Pedro de Texeira en 1637-1639,Laureano de la Cruz en 1647-1650 y Samuel Fritz entre 1686 y 1724. No obs-tante, estas incursiones fueron muy esporádicas, de muy corta duración y no lo-graron consolidar una presencia permanente que pudiera traducirse en laconformación de una frontera estable, y menos en un posible dominio territo-rial. En contraste, y según las afirmaciones de Antonio Porro, por el lado portu-gués no existieron tales vacíos ya que "ellos comenzaron cerca de 1600 con lafundación de Belém do Pará y alcanzaron la frontera brasileña actual un siglomás tarde" (1995 :80).

Si bien es cierto que en el caso portugués pudo haber mayor continuidad, esnecesario detenerse en señalar otros rasgos y componentes del carácter y condi-ciones de cada fuerza de penetración. El avance español estaba basado en la pre-sencia misionera que subordinaba al componente militar. Esto confirmaba quepor el lado español, y como en otras partes del continente americano, la Iglesiaera la principal institución de frontera (Rausch 1996:58), en contraste con el ca-rácter del avance de la contraparte, que reflejaba una combinación de elementosen donde la ofensiva comercial apuntalada por la agresividad del sistema escla-vista se acompañaba por la institución militar, sin desconocer por supuesto el as-pecto religioso y misionero. La construcción de fuertes constituyó la concreciónde la fuerza portuguesa tanto en el río Negro como en el Amazonas desde el sigloXVII. En cuanto a esto último, Machado comparte la percepción de Reis y Men-don<;:aen el sentido de reconocer el papel de las fortificaciones como "verdade-ros marcos de frontera" no tanto por su significación militar sino por suimportancia simbólica y estratégica que marcaba la presencia del Estado colonialportugués y la posibilidad de "garantizar el control de los pasos de comunicaciónen la frontera oeste" (2000: 15).

La diferencia en el éxito del proceso de avance de ambas fuerzas se puedeexplicar también por el carácter de la actitud oficial de cada imperio y de sus re-presentantes en América ante la empresa de colonización en la Amazonia. Comoanota Lucena, "Mientras en el lado portugués ésta recibía todo el apoyo, en el es-pañol se gobernó largo tiempo como si la frontera tropical careciera de valor al-guno" (Lucena 1991: 7). De esta situación eran conscientes tanto los misionerosespañoles como los comisionados de límites quienes se quejaron una y otra vezde la falta de decisión de las autoridades virreinales. Según Requena, comisiona-do de límites por la parte española, era evidente que "la contención por la fuerzade las armas, pedida tantas veces por los misioneros, también resultaba imposi-ble" (Lucena 1991:10).

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No obstante, la diferencia en la actitud oficial no obedecía tanto al desconoci-miento del valor de la frontera tropical por el lado español, como supone Lucena,sino probablemente a las consecuencias de consideraciones acerca de la situación decorrelación global de fuerzas y a la asignación de prioridades dentro de las áreas deinfluencia y dominio territorial por el lado español. A lo anterior se sumaba el reco-nocimiento de una debilidaq relativa en el nivel regional. Estas consideraciones sehicieron especialmente evidentes cuando España o Portugal se vieron involucradasen guerras imperiales cuyo principal escenario era Europa, donde España veía con-veniente hacer cualquier esfuerzo para evitar que Portugal rompiera la neutralidadque mantuvo en algún momento en dichas confrontaciones. Por lo menos en dosocasiones, durante la guerra en Europa en 1762 y posteriormente durante la guerraque enfrentó a Inglaterra y a España y que culminó con la paz de Versalles de 1783,parte de la suerte del proceso de expansión en la Amazonia dependía de las priorida-des globales de España. Esto confirma por qué, por ejemplo, las solicitudes del co-misionado Requena en el proceso de delimitación fronteriza en la zona de la actualLeticiay Tabatinga eran respondidas por el virrey de turno mediante exhortacionesa no indisponer a los portugueses:

...el virrey se limitaba a dar órdenes para que se le remitiera dinero [a Re-quena] y recomendaciones de que evitara desagrado con los portugueses,consultando a la corte en los casos de duda, pues comprometida como es-taba España en la guerra contra Gran Bretaña, se quería evitar cualquierpretexto para que Portugal saliera de su conveniente neutralidad .... (Qui-jano 1881: 167)

Esta relación directa entre los escenarios de enfrentamiento ultramari-nos y las confrontaciones coloniales regionales y locales en la competenciaimperial diverge de la afirmación de Machado quien plantea que con el Trata-do de Madrid de 1750 se logra establecer una separación entre los conflictosque ocurrían en Europa y los conflictos americanos (2000: 13). Si bien es cier-to que dentro de los postulados del tratado existía un artículo explícito quehablaba de la neutralización de la América del Sur con respecto a los conflic-tos europeos (Lucena 1991: 14), la anulación del tratado convirtió este enun-ciado, como muchos otros del mencionado convenio, en letra muerta.

En otras ocasiones los españoles fueron conscientes de su debilidad en elárea amazónica que nos ocupa, y como el mismo Lucena cita: "Hacia 1746,España se encontraba en una situación de debilidad tal que existía el reconoci-miento de que ni se podían poblar las regiones interiores del Brasil ni era factibleevitar que los portugueses las ocuparan" (Lucena 1991: 10). Esta situación se re-petiría durante la guerra de 1762 dado que" ... en el Amazonas, donde los portu-gueses tenían soldados y los españoles misioneros, no era posible la lucha, y losprimeros ganaron terreno y fundaron fortalezas en lo que ganaban" (Quijano

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1881: 96). Las consideraciones sobre la correlación global de fuerzas y la debili-dad regional siempre fueron aprovechadas por Portugal, que continuó su proce-so de avance, incluso con mayor fuerza, en los momentos de firma de losdiferentes tratados y pactos de delimitación fronteriza que se efectuaron duran-te el siglo XVIII.

Estas condiciones, que pusieron en ventaja a Portugal en el proceso de avancefluvial a lo largo del Amazonas, estuvieron acompañadas de otro factor, esta vez decarácter físico, geográfico y espacial, que no ha sido muy tenido en cuenta en losanálisis sobre la formación de las fronteras en esta parte del continente americano.Este factor, expresado en facilidad de acceso y la relativa inexistencia de grandes ba-rreras topográficas como la cordillera de los Andes, brindó ventajas comparativas alos portugueses en sus diferentes expediciones, en términos de costos, de velocidadde desplazamiento y como resultado de mayor posibilidad de maniobra y controlfluvial. Estas ventajas pueden explicar en parte la continuidad que refiere Porro en elavance portugués entre 1600 y 1700 (1995:80).

Como en los otros casos, los españoles estaban advertidos de que, a diferenciade los portugueses, debían vencer obstáculos topográficos que implicaban la multi-plicación de los esfuerzos y de los recursos para sortear la distancia que separaba,tanto de ida como de regreso, los principales centros como Santafé, Quito o Lima dela región amazónica. En estas condiciones no era extraño que las múltiples peticio-nes hechas por los misioneros y luego por los miembros de las comisiones de límitesfueran frecuentemente desatendidas. Hacia 1711, por ejemplo, cuando Samue1Fritz solicitó auxilios para detener a las tropas portuguesas en el área del actual Tra-pecio, sólo recibió como respuesta una negativa:

A tres de abril recibí cartas de Quito en que el padre provincial me es-cribe, que aunque se han representado en la Real Audiencia las violenciasque hacen los portugueses en estas misiones, ninguna esperanza hay deque tomen con empeño su alivio, alegando que las cajas reales no estánpara gastos, y que es muy difícil el remitir gente a países tan distantes y declima tan opuesto al de la Sierra ... (Fritz, en Maroni 1988: 363)

Además, como se recoge en el trabajo de Quijano para el caso de la Comi-sión de Límites del Tratado de Madrid de 1750,

...El Viaje hasta el río Negro era para los portugueses una expedición comocualquiera otra de las que anteriormente habían realizado, y los pueblosusurpados al dominio español eran otros tantos puntos de escala.No así paraIturriaga, quien tenía que vencer tales obstáculos... (Quijano 1881: 88).

La Comisión de Límites formada por los españoles con motivo del Tratadode San Ildefonso de 1777 también tuvo que enfrentar estos problemas, inclusopara colocar a sus miembros en las aguas del Napa y el Amazonas.

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... resolvió el presidente la apertura del camino que por el Antisana giraentre Quijos y Quito, para que los comisionados pudieran embarcarse enel Napa y bajar hasta Pebas, a cuyo efecto adelantó órdenes para la cons-trucción del número suficiente de balsas ... (Quijano 1881: 148)

Esto confirma la pertinencia del análisis de autores como Braudel paraquienes "la verdadera medida de la distancia es la velocidad de los desplazamien-tos humanos". Para este historiador" ...La distancia, por sí sola, es obstáculo, de-fensa, protección, impedimento ... " (1993: 105) y en el caso de su país, seevidencia cómo la Francia antigua "es un espacio difícil de dominar porque esdemasiado vasto, es un espacio difícil de recorrer, difícil de vigilar" (1993: 107).¿Qué no habremos de decir en el caso de la Amazonia del siglo XVIII?

Lo anterior permite suponer que durante la colonia, en la lucha por elcontrol del Amazonas entre fuerzas españolas y portuguesas, también tuvie-ron que ver las ventajas de acceso y las condiciones en que los contendientesseencontraban para vencer las distancias, el espacio, además del problema deadaptación al medio por parte de los advenedizos. La distancia entre los pun-tos de partida de colonización de portugueses y españoles y la frontera ama-zónica se diferenciaba no sólo en términos de las millas que había querecorrer sino por la existencia de factores topográficos y de acceso. En esabatalla por vencer el espacio, los portugueses estaban mejor dispuestos, te-nían menos obstáculos naturales que vencer y estaban mejor adaptados a lallanura tropical. Por esa razón sus incursiones pudieron hacerse más intensi-vas, tuvieron mayor envergadura e impacto y les facilitaron, proporcional-mente, "llegar más lejos" que los españoles.

La transformación de las fronteras interétnicasen el área del Trapecio Amazónico

La expansión española en el Amazonas en la denominada región de Maynas,cuyo límite más oriental incluía el actual Trapecio Amazónico, estuvo a cargoprincipalmente de los misioneros jesuitas y comprende el período que va desde1637 hasta 1767, fecha en que se decretó su expulsión. Durante este período lospadres de la Compañía de Jesús llegaron a establecer contacto, según el padreConstantino Bayle "con un [número] aproximado de medio millón de indígenasde los llanos amazónicos" (Uriarte 1986: 15) y a establecer pueblos de misión a lolargo de "casi trescientas leguas ... desde la ciudad de Borja, más abajo del Pongo,hasta el fuerte de San José, que es el primer pueblo de la corona de Portugal"(Chantre 1901:59), mediante la política de reducción de varias decenas de na-ciones indígenas habitantes del Marañón, que incluían desde los mayna, que die-

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ron nombre a la misión y que conformaban según Chantre la primera provincia,hasta los omagua y yurimagua "que antes de 1700 vivieron con grande ejemplode cristiandad en siete pueblos, fundados en aquella parte del Marañón que estáya en el día por la corona de Portugal" (Chantre 1901 :60), y los cuales estabanubicados en la sexta provincia.

Aunque antes de 1686 varios misioneros habían visitado la zona, sólo con lapresencia del padre Samuel Fritz, quien estuvo allí hasta 1725, empezaron a alte-rarse, por el lado español, las relaciones interétnicas y por tanto las fronteras delos grupos que habitaban lo que hoy se conoce como el trapecio Amazónico, asícomo las de sus demás vecinos ribereños y de tierra firme. Esta alteración se de-sencadenó con el establecimiento del trabajo misional del padre Fritz en las islasabajo de la desembocadura del Napa, entre los grupos omagua y luego Yurima-gua, Aizuar e Ibanoma, y se agudizó realmente cuando este misionero decidiótrasladar la población de las islas y fundar nuevas reducciones en las partes altasde las riberas del Amazonas, ya en territorio de la "gente de tierra firme".

Durante los años que Fritz estuvo en el área entre la boca del Napa y la delRío Negro fundó siete pueblos: San Joaquín, en cercanías del actual Pebas; Nues-tra señora de Guadalupe, frente al Trapecio Amazónico en la orilla derecha delAmazonas; San Pablo de Omaguas cerca al actual San Pablo de Olivenc;a y Nues-tra Señora de las Nieves de Yurimaguas, además de otros tres: "uno en la lagunade Coarí, otro con la advocación de Santa Ana, y el tercero llamado Tracuatuvade Tefé. Estaban las tres poblaciones a poca distancia entre sí, en las cercanías delrío Putumayo ... " (Chantre 1901 :298). Estas aldeas se establecieron en las partesaltas de las riberas del Amazonas hacia donde Fritz comenzó a trasladar pobla-ción tanto de las islas como de la llamada tierra firme .

....El año de 1693, habiendo vuelto a estas montañas, bajé luego a mi mi-sión con ánimo de pasar las principales de sus aldeas a tierras firmes y al-tas, donde estuvieran más seguras de las inundaciones del Marañón yfabricar en ellas iglesias y casas de más subsistencia ... Pasé, pues, San Joa-chim a tierra de Caumaris, junto al río, en sitio alto y acomodado paraiglesia y viviendas. A este pueblo, á más de los Omaguas, se han agregadotambién algunas familias de la Nación de los Pevas, que vivían al río Chi-quita, y ahora han venido a buscar mi amparo,- por verse perseguidos desus enemigos los Caumaris. Del mismo modo los Omaguas de Yoaivatéhan pasado a tierra de Mayorunas, los de Ameiuaté a tierra de Curinas,fundando dos aldeas nuevas bajo la advocación, la una de Nuestra Señorade Guadalupe, y la otra de San Pablo. A estas dos aldeas, como también ala de San Joachim, se van poco a poco agregando los indios que vivían es-parcidos en diferentes islas, para que puedan ser doctrinados con más fa-cilidad cuando haya misioneros que los asistan. (Fritz, en Maroni 1988:335).

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La formaci6n de una frontera sin límites

El traslado de la población de las islas a las partes altas de las riberas delAmazonas significó una intromisión tanto de los misioneros como de las nacio-nes habitantes de la várzea en los territorios de los grupos de la llamada "tierrafirme". Esta intromisión, a diferencia de las ocasionales entradas de los gruposde las islas, estaba ahora comandada por fuerzas ajenas a las mismas etnias (mi-sioneros y soldados) y significó el comienzo del establecimiento de asentamien-tos multiétnicos permanentes. Las consecuencias de esta presencia trajeroncambios importantes en las reglas de convivencia, intercambio interétnico y sis-temas de alianza cuyo análisis continúa pendiente.

Unnuevo ingrediente: la ofensiva militar portuguesa

La actividad misionera desplegada por España, y principalmente por SamuelFritz, permitió establecer una precaria frontera misional en cercanías de la de-sembocadura del río Negro, pero pronto hubo de tropezar con un fuerte movi-miento de población indígena en sentido este-oeste que tomó forma durante lasdos últimas décadas del siglo XVII. Este gran desplazamiento indígena era el re-sultado del avance expansivo de las fuerzas esclavistas portuguesas, el cual de-sencadenó igualmente un sinnúmero de guerras interétnicas en las islas y riberasdel río Amazonas. Como atestiguan las siguientes notas de su diario, dicho movi-miento fue advertido por el misionero cuando, en su bajada al Pará entre los añosde 1689 y 1691, se encontró con múltiples vestigios de las guerras entre los gru-pos ribereños y de la creciente presencia de las tropas portuguesas en el área:

A 24 de julio (1689) partí para abajo llevado de indios Cuchivaras. A 26,cerca de la noche, llegué a la boca del río Negro. A 28 encontramos conun cacique de los portugueses, de nación Tupinambarana, llamado Cu-miarú, que iba acompañando la tropa de los rescates ...

A 7 de setiembre (1691) pasamos una corriente grande. Las dos canoas nola pudieron vencer. De noche llegamos a la boca del río Negro, en dondeel rey de Portugal, años ha, mandó se haga una fortaleza ...

A 9 del mismo mes partimos del río Negro acompañados de doce Taro-mases... A 16 Y 17 entre islas y lagos, llegamos al pueblo quemado de losCuchivaras, que por la guerra que les dieron los indios de Urubú el añopasado, le quemaron y dejaron.

A 13 encontramos a dos Yurimaguas que iban huyendo y decían que todosestaban huidos en los pueblos cercanos porque un indio Ibanoma, llama-do Manota ... los había alborotado, diciendo no venía más el padre, sinolos portugueses quemando, cautivando y matando. (Fritz, en Maro-ni 1988: 316 y ss).

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Entre los años de 1700 y 1710 los lusobrasileros comenzaron a disputar de-cididamente el terreno ganado por los misioneros españoles, ocasionando el des-mantelamiento de la totalidad de las reducciones y aldeas, entre lasdesembocaduras del Napa y el río Negro, atendidas por el padre Fritz durantelas dos décadas anteriores. Los primeros en huir en desbandada fueron los yuri-magua y los aizuar que decidieron en 1700, con ayuda de los misioneros, trasla-dar su gente "unas cuadras más abajo de la boca del Napa".

El día 24 (agosto de 1700) quiso Dios consolarme con una noticia muy fa-vorable que me trajeron unos indios Omaguas en carta del P. Wenceslao;y fue, que poco después de mi salida de San Joachim, llegaron a ese pueblohuyéndose de las garras de los portugueses muchos Yurimaguas en más de25 canoas, y que los demás venían siguiendo para arriba juntamente conlos Aizuares ... (bajé a recibirlos) (Fritz, en Maroni 1988: 346).

Este proceso dio como resultado el abandono, traslado de población y des-mantelamiento posterior de la principal reducción española en la región de May-nas, San Joaquín de Omaguas, entre 1710 y 1712. Hacia 1730, la reducción deSan Joaquín se logró reconstruir de manera estable y luego de múltiples trasladosse ubicó finalmente" ... cuatro días más arriba de Napa, en las orillas del mismoMarañón ... " (Zárate, en Maroni 1988:403).

La magnitud de la ofensiva portuguesa que tuvo su momento más relevantehacia 1710 es relatada por Juan de Velasco:

Se embarcaron mas de mil quinientos portugueses entre soldados y mili-cianos del Pará y de otras Capitanías del Brasil, con cuatro mil indianos deguerra ... desde las cercanías del río Negro, donde estaban las primeras po-blaciones -eran 40 las fundadas por Samuel Fritz-, distribuyeron las de lagran armada, entre los soldados y los indianos, diestros en sitiar bosques;y a su salvo, sin la menor resistencia de parte alguna, se apoderaron de to-dos los cuarenta pueblos (San Román 1994: 54).

El resultado de este avance, como se indicó atrás, fue el desmantelamientode la red misionera española establecida entre los ríos Napa y Negro, la desban-dada y repliegue de la totalidad de pueblos ribereños hacia el oeste, a lo largo delrío Amazonas y hacia el interior de las selvas de tierra firme y, finalmente, la es-clavitud de más de cinco mil indígenas por parte de la tropa portuguesa (Santos1993:168), mayoritariamente ribereños, que fueron trasladados al Pará. Lo an-terior muestra que los móviles militares de esclavización de población indígena,antes que un dominio territorial permanente, eran los que animaban a las huestescoloniales brasileñas. La preocupación por el control territorial propiamente di-cho en el Amazonas por parte de los súbditos de España y Portugal adquirió rele-vancia hacia mediados del siglo XVIII con la firma del tratado de Madrid.

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La formación de una frontera sin límites

El avance de las tropas de rescate y de las fuerzas misioneras lusobrasileñastuvo una respuesta de las autoridades coloniales españolas que sin embargo, nofue suficientemente decisiva para detener el avance de dichas huestes sobre elAmazonas.

El día 28 de noviembre [1708] llegó de vuelta de Quito el P. Bollarte conla noticia de que la Reall\udiencia, de conformidad con una cédula quehabía recibido de España, había determinado despachar cien hombres consu cabo a desalojar a los portugueses (Fritz, en Maroni 1988: 356).

Como lo reconoció el mismo Fritz, esta expedición, que llegó a la zona enjulio de 1709, más que hacer frente a la tropa portuguesa, tenía el propósito de"amparar a los indios fugitivos y asegurar también a los Iquiahuates recién amis-tados y baptizados, trayéndolos para arriba" (Fritz, en Maroni 1988: 358). Se-gún reconoce Chantre, y a pesar de que el diario del padre Fritz registra lacaptura de cinco portugueses (Fritz, en Maroni 1988: 361), no hubo realmenteenfrentamiento entre ambas fuerzas. De acuerdo con el historiador de las misio-nes jesuitas:

... Diose la comisión a D. Martín de la Riva, que nombrado comandantede una tropa que se alistó de Quito, Borja, Lamas y Moyobamba, llegó apoco tiempo a las juntas del Marañón y del Napa. Desde aquí navegarontodos con buen orden y cautela hasta los pueblos tomados. No hubo difi-cultad en echar del sitio a los portugueses, porque antes que llegasen lossoldados españoles escaparon y dejaron vacíos los lugares (Chantre 1901:315).

Sólo muy pocos grupos indígenas se salvaron de esta ofensiva portuguesa ypudieron mantener una presencia en el área. Entre estos grupos destaca el de losticuna del Trapecio Amazónico, quienes lograron refugiar a la mayoría de su po-blación en el interior de la selva de tierra firme durante aquellos años y mante-ner su integridad étnica, adoptando diferentes estrategias de movilidad yresistencia (Zárate 1998). Estas condiciones seguramente han permitido a los Ti-cuna, en los albores del siglo XXI, constituirse en uno de los grupos más nume-rosos y estables ubicados en la triple frontera nacional de Brasil, Perú y Colombiaen la Amazonia.

Elproceso de estabilización de la frontera colonialen el área del actual Trapecio Amazónico

El forcejeo por el dominio fluvial en el Amazonas central entre españoles y por-tugueses no se detuvo en 1710-1712, fecha en la cual se verificó el fin de la ofen-

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siva militar pro lusitana que culminó con el desplazamiento y redistribución de lacasi totalidad de la población indígena ubicada entre las desembocaduras de losríos Napa y Negro, tanto la de las islas como la de los principales tributarios delrío Amazonas y de la tierra firme.

Contrariamente a los planteamientos de diferentes autores (Chaumeil1981: 23; Santos 1993: 168; San Román 1994: 54) en el sentido de que la fron-tera se estabiliza en el río Yavarí en 1710, con motivo de la ofensiva a que se havenido haciendo referencia, con posterioridad a esta fecha y a todo lo largo delsiglo XVIII, se presentaron avances y retrocesos de las fuerzas en pugna entre losríos Napa y Negro.

Hacia 1730, por ejemplo, continuaron los intentos de fuerzas portuguesas por"instalar una fortaleza portuguesa en la boca del Napa con sesenta grandes canoas yotras seis aparte" (Zárate, en Maroni 1988: 431) y de la misma manera efectuaronvarias entradas arriba del Napa con fines tanto esclavistas como expansivos.

Estas subidas con pretexto del comercio eran muy frecuentes y descaradasdesde que el gobernador del Pará, Alejandro de Souza Freire, advertía ofi-cialmente al Superior de las misiones castellanas, P. Julián, en carta oficiode 12 de diciembre de 1729, que desde el Pará a la boca del Napa todo erade la Corona de Portugal. Algunos de dichos tratantes intentaron llegarhasta el pueblo de la Laguna, capital de las misiones de Maynas; y pocodespués de escrita aquella carta, ordenó Souza Freire, a su sargento ma-yor, Melchor Mendez de Moraes, subiese hasta el Aguarico a fundar á suboca una fortaleza; acto o atentado que no llegó a realizar ... (Maroni1988 :130).

Por otra parte, hacia 1710 los portugueses aún no consolidaban su supre-macía militar, que fue temporal, mediante la fundación de pueblos o fortalezasen el Yavarí; en lugar de esto, se limitaron a ocupar algunos de los pueblos funda-dos por Fritz y a entregarlos a misioneros carmelitas para su acción evangeliza-dora. En este caso, se observa que la avanzada militar cedió su lugar, sinconsolidarse, al trabajo misionero que siempre la acompañaba.

De todas estas naciones y pueblos quedan al presente solo cinco, yesosmuy cortos, que son San Pablo, S. Xtobal de Ibiraté, Taracuatuba, Pa-rahuarí y Tefé, que son los que hoy ocupan los portugueses y tienen pormisioneros a unos religiosos del Carmen. Todo lo demás de la gente, o lollevaron por esclavos al Pará o se retiró a otros ríos o lagunas. De modoque hoy día, al bajar por el Marañón, fuera de dichas reducciones, ni ras-tro de gente se halla desde Napa hasta el río Negro (Maroni 1988 :131).

Sólo hasta el año de 1757, y con ayuda de los jesuitas españoles, se inauguróel trabajo de la Compañía de Jesús por el lado portugués y se fundó una reduc-

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La formación de una frontera sin límites

ción con 300 ticuna "sacados de los montes", en la boca de Yavarí (véase mapa 3)(Uriarte 1986: 241).

Por lo anterior, se puede empezar a hablar propiamente del inicio de unproceso de delimitación en la inestable frontera en el área del Yavarí y en cerca-nías al actual Trapecio Amazónico, con las negociaciones entre las dos coronasque dieron origen a los tratados de Madrid de 1750 y San Ildefonso en 1777, ymás exactamente, con los procesos de demarcación originados en tales tratados.Las fundaciones llevadas a cabo durante los trabajos de demarcación, así comolos movimientos de población asociados a ellos sugieren que hasta fines delXVIII no se presentó realmente una estabilización de la frontera colonial en estazona.

En 1754, en la desembocadura del Putumayo, los franciscanos de Popayánfundaron otro poblado llamado San Joaquín2

, con 140 indígenas "del monte" dela nación yumana (véase mapa 3) (Llanos 1982:25). La fundación de esta aldeamuestra que el dominio portugués en la desembocadura del río Putumayo, mu-cho más abajo de la desembocadura del río Yavarí, distaba de ser permanente. Ladecisión de contener las incursiones luso brasileñas por parte de los misionerosdispuso:

...que se erija un pueblo de gente española escoltada con el número de sol-dados que V. E. arbitrare. Para que fundando colonia en el sitio de SanJoaquín ... sirva de presidio y fortaleza, que contenga las correrías de losportugueses, que con tanta libertad discurren por el vasto terreno denuestras misiones, esclavizando sus naciones, con el pretexto especioso derescatarlos, introduciéndose para este fin tan pernicioso por el expresadorío Putumayo ... (Llanos 1982:36)

En la década del sesenta del siglo XVIII todavía no se tenía certeza del sitiohasta donde llegaba la frontera, sobre todo porque se esperaba la llegada de lacomisión demarcadora, cuyas actividades se había previsto que tuvieran efectoen San Joaquín de Omaguas, arriba de la desembocadura del Napa. La reuniónde esta comisión en San Joaquín nunca se efectuó, debido a que en 1761 quedóanulado el Tratado de Madrid con lo que se volvía a la situación anterior de inde-

2 No hay certeza de si este San Joaquín es el mismo San Joaquín de Yanamastiras que menciona García,el autor de la Historia de las misiones en la Amazonia ecuatoriana, quien citando el Boletín de Estu-dios Históricos, editado en Pasto, transcribe: "De Popayán, a cuyo cargo corrían las conversiones enel Caquetá y en el Putumayo, salió el P. Antonio Alfaro (el calahorrano) como otros religiosos que,con el P. Joaquín Gil (el de Herrera) por el año de 1760, reconocieron el Putumayo en compañía deun comerciante de Barbacoas, quienes fundaron en el término de su viaje, o sea en el Amazonas, elpueblo de San Joaquín, donde permanecieron bastante tiempo entre los indios, tratando de reducir-los a la fe cristiana y a la vida civilizada. (García 1985: 114)

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La formación de una frontera sin límites

finiciónde los límites fronterizos (Quijano 1881: 90,96). Por esa fecha, NuestraSeñorade Loreto de Ticunas, que había sido fundada en 1760 en cercanías de laactualaldea de Mocagua, en el centro de la porción fluvial del Amazonas corres-pondiente a Colombia, era considerada como "raya de portugueses". (Véasemapa3) (Uriarte 1986: 307). Entre este sitio, último poblado por el lado españoly el primer poblado portugués de la época, San Javier de Yavarí, cerca de la de-sembocadura del río del mismo nombre, existía entonces una suerte de zona deamortiguación de aproximadamente sesenta kilómetros que no pertenecía explí-citamente a ninguna de las dos coronas.

Entre los años de 1750 y 1770 la dinámica de fundación y refundación depoblados o el traslado o renominación de los mismos, sobre el curso principaldelAmazonas en cercanías al actual Trapecio era muy frecuente, tanto del ladoespañolcomo del portugués, con el pretexto de legitimar posesión y dominio te-rritorial. Este proceso se expresó entre otros casos con el traslado de la aldea deSanPablo desde la orilla izquierda hacia la derecha, donde era aceptado el con-trol por parte de Portugal. Según Uriarte: " ... Fray Juan había mudado a su ladoSanPablo, sabido quedaría para España ... " (1986: 308) o con la redenomina-ción de San Javier de Yavarí al cual, " ... quitaron el título y llamaron San José, porelnombre del rey, y pasó a Villa Fuerte de nombre, pues no tenía muralla ni casti-lloni una pieza; si sólo una media trinchera de palos y tierra y unos veinte solda-dos con su teniente" (Véase mapa 3) (Uriarte 1986:532). De igual manera seestablecióen 1766 el fuerte militar de Tabatinga (Quijano 1881: 256-257; Smith1946: 38), actual frontera de Colombia y Brasil sobre el Amazonas y cuya posi-bleubicación y origen son mencionados por Uriarte en su diario,

...Al tercero o cuarto día llegamos al último pueblo de nuestra misión, deNuestra Señora de Loreto de Ticunas ... No bien habíamos andado mediodía río abajo, cuando encontramos en este mismo lado de la orilla izquier-da de el Marañón ..., en cierta tierra alta llamada Taguatina ... [donde] uncabo portugués con doce soldados y algunos indios suyos estaban des-montando hacia la orilla para tomar posesión por orden del Gobernadordel Pará ... (1986: 532).

Todavía hasta las últimas décadas del siglo XVIII los límites propiamentedichosde las posesiones de Portugal y España estaban aún lejos de definirse. Portal razón, se deben también discutir y precisar afirmaciones como las lanzadaspor connotados historiadores como Braudel relativas a que las divisiones territo-rialesde la América colonial y los mapas de las naciones independientes fueronfijadasde antemano en Madrid o Lisboa y que, " ... esas naciones tuvieron fronte-rasantes de nacer y fronteras a veces paradójicas, no siempre hechas por esas na-ciones..." (1993: 303). Para ser más exactos, por lo menos en la Amazonia, losimperios español y portugués nunca llegaron a establecer legal y definitivamente

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la delimitación de sus áreas fronterizas. Los tratados de Madrid de 1750 y de SanIldefonso en 1777 nunca cumplieron los objetivos para los cuales fueron creadosy no llegaron a acuerdos satisfactorios de delimitación para las partes. Por el con-trario, su accionar devino en la legitimación del principio uti possidetis de (actoque consagró el derecho de posesión basado en la fuerza.

Como se verá enseguida, las comisiones demarcatorias cobraron una diná-mica propia y ayudaron a consolidar un statu quo en los procesos de avancefronterizo, principalmente de las fuerzas luso brasileñas, arrojando resultadosimprevistos desde el punto de vista de su influjo sobre los procesos reales de con-figuración fronteriza en esta parte de la Amazonia.

El papel de las comisiones de demarcaciónen la formación de una frontera "sin límites"

Hasta el año de 1750, en que se suscribió el Tratado de Madrid3, los imperios es-pañol y portugués aún mantenían sin resolver el asunto de la delimitación de susáreas de dominio en las colonias de América ya que continuaba vigente la demar-cación inexacta y ambigua contenida en el Tratado de Tordesillas de 1494. Elproblema de la delimitación siempre se mantuvo en un segundo plano mientrascada imperio se ocupaba de la ampliación o mantenimiento de su frontera deconquista comercial en todo el mundo. Esta ausencia de interés en el tema fueparticularmente evidente entre los años de 1578 y 1640 gracias a la unión de lascoronas de España y Portugal. Luego de este último año, cuando la casa de Bra-ganza recobró el trono de Portugal y rehizo su imperio (Laverde 1963: 12), elasunto volvió a tomar fuerza, sin impedir que los lusos intensificaran su procesode avance sobre áreas que ya eran consideradas como dominio de España, comoes el caso del Río de la Plata en 1680, así como también con el establecimiento devarios fuertes en la banda septentrional del Amazonas hasta 1700. Estas dos si-tuaciones se solucionaron mediante el Tratado de Lisboa en 1681, en el primer

3 En su primer artículo, el tratado de Madrid resolvía la imprecisión del Tratado de Tordesillas que nodefinía desde cual de las islas de Cabo Verde se debían contabilizar las 370 leguas" ... Por el artículo2 Portugal cede a España las islas Filipinas y adyacentes. El artículo 3 recoge la cesión del Amazonaspor España. Los artículos 7, 8, 9 describen la línea divisoria por la parte del norte "...y bajando porlas aguas del Yavarí hasta donde desemboca en el Marañón o Amazonas, seguirá aguas abajo de esterío hasta la boca más occidental del Japurá, que desagua en él por la margen septentrional". El límiteentre las posesiones hispano-portuguesas continuaba luego por el río Japurá y sus afluentes en direc-ción al norte, para dirigirse luego hacia la cordillera que se creía dividía las cuencas fluviales del Ori-noco y del Amazonas. El tramo final debía seguir "por la cumbre de estos montes al oriente hastadonde se extienda el dominio de una y otra monarquía" (Requena 1991 [1782]13).

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caso, y mediante el Tratado de Paz y Garantía de 1701, en el segundo (Laverde1963: 12,14). Sin embargo, estos pactos no estaban diseñados para definir losasuntos de límites sino para sancionar el mantenimiento del status en las respec-tivas áreas de influencia. No ocurrió así con los tratados de Madrid de 1750 ySan Ildefonso de 1777, los cuales dispusieron la creación de sendas comisionesde demarcación para definir explícitamente la ubicación y los términos de susrespectivas áreas de dominio o influencia.

Desde el punto de vista de este ensayo, más importante que analizar el con-texto o implicaciones geopolíticas de la firma de los tratados de Madrid y SanIldefonso, es considerar el influjo que sobre la dinámica fronteriza en la Amazo-nia tuvo la conformación y el trabajo de las Comisiones de Demarcación confor-madas para definir, sobre el terreno, los verdaderos límites de las áreas deinfluencia española y portuguesa. En el caso que nos ocupa, tuvo mayor relevan-cia la comisión de límites creada a partir de la firma del Tratado de San Ildefon-S04 en 1777 porque su actividad se desarrolló principalmente en cercanías al ac-tual Trapecio Amazónico, sobre el Amazonas y también sobre el Caquetá Oapurápara los portugueses), a diferencia de la comisión creada con motivo del Tratadode Madrid, que tuvo importante influencia al generar fenómenos de desplaza-miento poblacional y fundación de asentamientos en el alto río Negro, en inme-diaciones de los actuales departamentos de Vaupés y Guainía.

A pesar de que ni la comisión del Tratado de Madrid ni la del de San Ilde-fonso lograron los objetivos de definir y establecer los términos de las fronterasespañola y portuguesa en la Amazonia, paradójicamente y como plantea Lucena,"la repercusión de sus trabajos fue enorme" .

... las realidades socioeconómicas de la frontera amazónica ya habían su-frido una variación definitiva a causa de la reorganización administrativa,los planes de desarrollo regional, la redistribución de poblaciones y recur-sos y el proceso fundacional impulsado por las expediciones de límiteshispano-portuguesas (en Requena 1991 [1782] 19).

La Comisión de Límites del Tratado de San Ildefonso se conformó con arre-glo a lo dispuesto por la Junta de Límites, en mayo de 1778, mediante la designa-

4 En términos generales el Tratado de San Ildefonso era muy similar al de Madrid desde el punto devista de la delimitación de las áreas de influencia de cada imperio. En cuanto a la Amazonia, la líneadivisoria quedaba definida de la siguiente forma: " ...Continuará la frontera subiendo aguas arriba dedicha boca más occidental del Japurá y por medio de este río hasta aquel punto en que puedan que-da~ cubiertos los establecimientos portugueses de dicho ríÜ\lapurá y del Negro ...". El propósito deeste artículo, muy relacionado con el IX del tratado de 1750, era dejar cubiertos los establecimientosportugueses del Japurá, el Negro, así como la comunicación que los portugueses decían tener entrelos dos ríos. Esto sin afectar a los españoles (Requena 1991 [1782] ).

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cIOn de cuatro partidas. La cuarta partida se encargaría de la parte másseptentrional y luego de llegar al Marañón debería partir de San Fernand05 dePebas, para bajar posteriormente a la desembocadura del ]apurá (Requena 1991[1782] 30). Como comisario de la parte española fue nombrado Francisco deRequena, quien paralelamente había sido designado como gobernador de May-nas en octubre de ese mismo año, mientras que por la parte portuguesa se encar-gó inicialmente a Teodosio Constantino de Chermont (Quijano 1881:159).

La partida española se puso en marcha desde Quito hacia fines de 1778 yllegó no a San Ignacio de Pebas abajo de la desembocadura del Napa, lugar quese había previsto, sino a San Joaquín de Omaguas, mucho más arriba en cerca-nías de la actual Iquitos, en abril de 1780. Allí Requena se detuvo por varios me-ses con el objeto de organizar la expedición hacia Tabatinga y el ]apurá (Quijano1881: 153; Smith 1946), a donde finalmente arribó en marzo de 1781. Por suparte, la partida portuguesa llegó a Tabatinga el 2 de abril para iniciar los traba-jos conjuntos de demarcación (Quijano 1881:159).

El resultado adverso para Requena y para España se comenzó a evidenciardesde el mismo momento en que las dos partidas se encontraron. Según lo esti·pulado por el tratado y por las comunicaciones que Requena envió a la partidaportuguesa, Tabatinga debería ser devuelta a los españoles al arribo de éste allu-gar, lo cual no se llevó a cabo debido a las exigencias de los lusobrasileños de quese les pagara por un edificio perteneciente a la Compañía General del Pará y sedevolvieran los fuertes españoles del río Negro (San Carlos, San Felipe, SanAgustín) (Requena 1991 [1782]). A pesar de esto y no obstante la contrariedadexpresada por varios de los acompañantes de Requena según la cual, "e12 comi-sario y demás empleados fuimos de parecer no continuáramos la marcha de Ta·batinga, hasta que no se definiera la disputa de la entrega" (Quijano 1881: 175),Requena decidió continuar con los trabajos de demarcación sin haber resuelto elasunto de la entrega de Tabatinga y limitándose a entregar a la contraparte notasde protesta.

La difícil situación de la partida española fue la nota predominante durantelos trabajos de demarcación e incluso antes de llegar al Yapurá (desembocaduradel Caquetá en el Amazonas), donde iniciaría el proceso de delimitación, el co-misionado puso de presente la precariedad de la misma.

Para esta entrada al Yapurá voy escaso de víveres, con un solo soldado encada canoa, por tener pocos para el servicio de esta expedición, y muchosenfermos; sin ningún astrónomo, ni ingeniero que me ayude, pues con los

5 Seguramente se trata de San Ignacio de Pebas, población situada abajo de la desembocadura del ríoNapo en el Amazonas.

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La formación de una frontera sin límites

primeros hubiera agitado la comisión, y hubiera enviado a observar losríos que entran al Yapurá por el rumbo del norte, a fin de no permitir seadelanten los portugueses por el Yapurá arriba más de lo que fuere preci-so, evitando la aproximación a nuestras misiones de Sucumbías; con muypocas canoas y estas malas, compuestas aquí con la mayor prisa, y escasode víveres... (Quijano 188.1: 186).

Para colmo de males, la mayoría de indios, principalmente jebero, queacompañaban a la partida española y que estaban contratados como bogas, car-gueros, pescadores y cazadores huyeron hacia sus lugares de origen o se interna-ron en la selva (Cipolletti 1991: 87,89; Quijano 1881: 179).

En esta situación y ante la decisión de Requena de continuar los trabajos dedemarcación bajo condiciones de total inferioridad y subordinación, se explicapor qué la participación española y la de su comisionado principal en la llamadaComisión de Límites acabaron por cumplir una función de legitimación de laspretensiones territoriales portuguesas. Esto puede verificarse si se tiene en cuen-ta la impotencia de la partida española ante la actividad de fundación de aldeas yel consiguiente traslado de población indígena que se adelantó paralelamente alos trabajos de demarcación. San Joaquín de Cuerana, por ejemplo, fue fundadaun día abajo de la desembocadura del Apaporis "en tanto que las partidas se en-contraban en los reconocimientos de la parte superior del río ... " (Quijano 1881:256). Como el mismo Requena consignó en su diario:

Día 9.... Y a las diez de la mañana del día siguiente llegamos al río Yapurá,acabándose la navegación de Apaporis ..., y a las once seguí viaje hasta unpueblo nuevo, donde arribé al entrar la noche, mandado formar por el co-misario portugués, cuando subimos para arriba, según entendí, pues en-tonces no hallamos señal alguna de fundación, pero lo que me causódisgusto fue el que sus pobladores infieles no habitaban por lo interior delas quebradas de aquella propia margen, sino que eran extraídos de laopuesta que por las demarcaciones corresponden a España despoblandode esta suerte y con este proceder las costas que nos tienen que ceder porel último Tratado (Requena 1991 [1782]).

La partida portuguesa llegó incluso a trasladar población de aldeas funda-das supuestamente por los españoles para establecer poblados bajo jurisdicciónportuguesa. Según el mismo Requena, la población de Tabocas fue fundada en1781 por Wilkens, el segundo comisario portugués, trasladando a ella a los habi-tantes de San Joaquín en el Yapurá (Quijano 1881: 255).

Como en el caso de la entrega de Tabatinga, la respuesta española por partede Requena hubo de limitarse a notas formales de protesta en que consignaba ydescribía además los avances de los portugueses: " ... recuerda que de Tabatingase hizo salir la población cuando se pensó en entregarlo; que San Fernando, en la

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boca del Putumayo, estaba destruido y desierto, lo mismo que San Joaquín, concuyos despojos encontraban fundada una nueva población .... " (Quijano 1881:255).

Los trabajos de la Comisión de Límites y la no entrega de Tabatinga, fuerona la larga los que permitieron el establecimiento de un statu quo fronterizo y lue-go limítrofe en el área del Trapecio Amazónico, el cual distaba mucho de losacuerdos firmados en los tratados de Madrid y San Ildefonso, que reconocían eldominio de Tabatinga por parte de España y las áreas comprendidas hasta el bra-zo Avatí Paraná que comunica el Amazonas con el Caquetá. Las actividades de laComisión se convirtieron en una empresa de conquista y fundación dirigida porlas fuerzas lusas en la cual las autoridades coloniales del futuro Brasil aprovecha-ron, como lo venían haciendo a lo largo de los siglos XVII y XVIII, la debilidad yausencia de decisión de las autoridades españolas. La desigualdad en la confor-mación de la Comisión6

, que originó posteriormente una subordinación y de-pendencia de la partida española con respecto a la portuguesa, en cuanto aequipo, personal, suministros y víveres, determin6 en buena medida el resultadode los trabajos de demarcación y la legitimación del dominio lusobrasileño en elárea ubicada al este del actual eje Apaporis-Tabatinga hasta el brazo Avati-paranáy la orilla sur del río Japurá, que se encuentra entre estos dos puntos, incluida lazona comprendida al oriente del río Yavarí y la orilla sur del Amazonas.

Los resultados de la Comisión de Límites en su cuarta partida permitieron alas fuerzas de frontera lusas cerrar con broche de oro el proceso de penetración y.control fluvial sobre el Amazonas, iniciado en las primeras décadas del sigloXVII con la fundación de Belém do Pará. A través de este avance los lusitanos sehicieron paulatinamente con el control de la desembocadura de los principalesríos que desembocan en el Amazonas. Primero el Río Negro hacia 1743, pocodespués el yapurá, luego el Putumayo en 1762 y el Yavarí con la fundación y re-tención de Tabatinga (Calvo 1978:217).

Hacia 1801 la Corte de Madrid disolvió la Comisión por parte de España"cansada de tantos gastos y tanta lentitud" (Quijano 1881: 220) y a pesar de lostratados preliminares, las expediciones, exploraciones, reportes y mapas que sehicieron, los comisionados de España y Portugal nunca pudieron llegar a un

6 Por España la Comisión estaba confotmada por primer comisario, segundo comisario, tesorero yproveedor general (uno mismo), secretario, ayudante, capellán, cirujano, guarda-almacén, un cade-te, dos sargentos, dos cabos y veinticinco soldados blancos y dos negros, mientras que la contraparti-da portuguesa contaba con: un comisario general de la 3 y 4 partida Guan Pereira Caldas), un primercomisario (Chermont), un segundo comisario (Wilkens), dos ingenieros, dos astrónomos, provee-dor, secretario, dos capellanes, dos cirujanos, escribano, guarda-almacén, comandante de tropa, te-niente, dos sargentos, dos cabos y cuarenta y cinco soldados, además de doscientos veinte indiosbogas y artesanos de todos oficios para el servicio de esta partida (Quijano 1881).

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acuerdo satisfactorio acerca de la delimitación de la frontera aunque si lograronun reconocimiento detallado del terreno y una evaluación de la real correlaciónde fuerzas de uno y otro, pero sobre todo de la capacidad de las fuerzas lusas deponer en práctica el precepto del uti possidetis de (acto.

Conclusión

Lo hasta aquí expuesto demuestra que la vitalidad de las fuerzas y la dinámica delproceso de creación de la frontera amazónica realmente poco han correspondidocon el interés de fijar límites formales a la misma a través de tratados y acuerdos depaz firmados por gabinetes y personas muy ajenos a los procesos económicos y so-cialesque determinaron el avasallamiento y transformación de las originales fronte-ras étnicas sobre el curso principal del Río Amazonas. Esta mínima correspondenciaentre límite y frontera ha sido una constante no sólo durante la época colonial sinoprincipalmente durante la vida de las repúblicas que surgieron de su disolución has-ta hoy en día. Mientras que para los Estados modernos continúa constituyendo unabaja prioridad la atención a sus fronteras, luego de que se dan por bien servidos alestablecer unos límites artificiales con sus vecinas entidades políticas, las fronteras secontinúan constituyendo en crisoles de encuentro y génesis social, lingüística y eco-nómica, así como en constantes ejemplos de integración para los que los gobiernosmantienen una total ignorancia.

De alguna manera también se ha insinuado el carácter paradójico de lasfronteras y de sus correspondientes límites políticos y administrativos a la horade generar también entidades e identidades nacionales diferenciadas y de su po-der para crear compartimientos de solidaridad y procesos divergentes o de refe-rencia y competencia en todas las esferas de la vida de los pueblos. El trabajo decontinuación del estudio del proceso de configuración de la frontera amazónica,durante los siglos XIX y XX, que esperamos realizar en adelante, seguramentepermitirá ayudar a develar el carácter ambiguo de nuestra realidad fronteriza yano dentro de un contexto colonial sino en la perspectiva de los actuales estadosnacionales.

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