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La mejor receta para cuidar el planeta

Antonio de BenitoEstá prohibida la reproducción total o parcial de este libro sin el permiso expreso de los autores.

La mejor receta para cuidar el planeta© Textos: Antonio de Benito Monge© Ilustraciones: Manuel Romero Sáenz

Maquetación: Patricia Méndez Soler

© Edición: Ideasamares www.ideasamares.com

Editado para Comité Aragonés de Agricultura Ecológica con la financiación del Gobierno de Aragón.

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Carla ayudaba a su abuelo en las labores de la huerta. Le encantaba ver a las orugas y las mariquitas entre las hierbas o cómo se removían las lombrices entre la tierra húmeda o estiércoles. Pero lo que más le gustaba era regar.

- ¡Abuelooo! ¿Puedo regar ya las cebollas?- Gracias, Carla, eres un sol —le respondió el abuelo Jorge.Carla se disponía a llenar de agua del río su regadera cuando de pronto sucedió algo sorprendente.Al fondo de la huerta se dibujaba una imagen muy poco agradable. ¡Y se acercaba a los surcos sembrados a gran velocidad!Carla se escondió tras una mata de tomates aún verdes y escuchó.- ¡Y pensar que muy pronto todo esto será mío! ¡Esta huerta y todos los alimentos de Aragón y del mundo!Carla, al escuchar al recién llegado, apareció decididamente entre las hojas de la tomatera.- Disculpe, señor, pero esta huerta es de mi abuelo. Y yo le ayudo a regar, podar, sembrar, recoger los frutos… ¡Lo hacemos todo a mano, y si necesitamos ayuda, vienen mis primos!- Niña entrometida, pero ¿cómo te atreves a hablarme así? No sabes que soy el gran, el único, el malvado… ¡Bruno Hambruno! Y soltó una carcajada que fue escuchada en las tres provincias aragonesas.- ¿Bruno Hambruno? Menudo nombre, qué mal suena… Yo soy Carla, encantada señor ogro.

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- Señor ogro, señor ogro… ¡Los ogros no somos señores! He venido hasta Aragón a recoger todos los alimentos. Es la última comunidad española que me falta por arrasar. Cuando tenga todo en mi poder, las semillas no las compartiré, explotaré la tierra con mis grandes máquinas, usando venenos si es preciso, y produciré toneladas de alimentos para venderlos sin importarme si están buenos o malos y así hacerme rico.- ¿Solo le falta Zaragoza, Huesca y Teruel?- Me han dicho que esta tierra es muy fértil y que produce excelentes ali-mentos, por eso la he dejado para el final, como si fuera el postre. He traído a mis ayudantes, los pesticidas, los transgénicos, los aditivos insanos y los fertilizantes químicos para llevarme todo, hasta la tierra y el agua del río.- ¿Y para qué quiere tanto alimento? Explotará con lo orondo que ya está, señor ogro. Además, con tanto producto químico mis amigas las orugas, abejas y demás animalitos no podrán sobrevivir. ¡Y son muy importantes!- Déjate de tonterías, esos animalitos son insignificantes. Lo importante es producir alimentos lustrosos para poder venderlos bien.- Algunas frutas y verduras de la huerta no son perfectas, pero están riquísimas, nos gusta la biodiversidad, créame, señor ogro, esta huerta produce alimentos ecológicos.- ¿Ecoqué? No me hagas perder tiempo, cuanto antes empiece a producir, más dinero ganaré. ¡Y así dominaré el mundo!Carla no solo pensó en las orugas y demás animalitos de la huerta, pensó en el daño que Bruno Hambruno podría hacer al planeta y le preguntó:- ¿Y el medio ambiente no le importa, señor ogro?

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- A mí lo que me importa es el miedo ambiente, el miedoooo, jejejeje.Carla intuyó que el temible Bruno Hambruno iba muy en serio. Por eso debía actuar con rapidez y astucia.- ¿Qué le parece si le ayudo en la recolección? Si me da un poco de tiempo, podré traerle los mejores productos de esta tierra: desde aceite, frutas, verduras, hortalizas, miel… Incluso le prepararé un concurso genial… ¡Ecomasterchef! Podrá llevarse cuanto quiera, vendrán los mejores cocineros del mundo a preparar sus exquisitas recetas.Bruno Hambruno se quedó meditando durante unos instantes…- Bien, podré esperar un día más. Ya podéis comprar unas mascarillas tu abuelo y tú… voy a dejar las huertas irreconocibles.- ¡¡¡Muuuuuu!!!- Mire, hasta las vacas protestan, prefieren estar al aire libre que encerradas en la granja ¿Sabe que no solo bebemos su deliciosa leche, sino que además abonamos la tierra de forma natural con sus excrementos?- ¿Que tu abuelo no usa abonos químicos? Pues peor para él… Ya estoy viendo grandes parcelas sembradas, ¡qué grande soy! —se dijo a sí mismo con aires vanidosos.- Como no conoce Aragón, puede visitar nuestros pueblos, ciudades, parques, paisajes, monumentos y lugares históricos.- ¡Hum! No soy yo de mucha cultura…ni de naturaleza….- Señor ogro, usted a la cultura y yo a la agricultura. Y si es ecológica, mejor.

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- ¿Ecoqué? Hablas muy raro, pequeña, me marcho ya, pero volveré mañana mismo.- Veo, señor ogro que no está usted muy cultivado…- Déjate de tonterías… ¡Y no me llames señor ogro! —exclamó muy enfadado.Carla le explicó al abuelo lo sucedido con Bruno Hambruno.- Tenía que llegar… he oído hablar de él. Ya me hablaba mi padre, mi abuelo, el padre de mi abuelo… Tendremos que recurrir a nues-tro ingenio si queremos detener sus intenciones. Se quiere llevar todos los productos, dejarnos sin semillas ni agricultores, y esquil-mará los campos para siempre con tantos pesticidas y fertilizantes químicos —acabó diciendo el abuelo Jorge. - Abuelo, quizá podamos darle una sorpresa a Bruno Hambruno. Vamos al río, allí siempre surgen buenas ideas.Los dos se dirigieron a la orilla del Ebro, que regaba la fértil huerta.- Mira, abuelo… ¡Es una ninfa del Ebro!- ¿Va vestido de baturro? —preguntó el abuelo entornando los ojos.- No, no… es un gorro de cocinero, un delantal…- Hola, amigos soy…¡¡¡Cocinebro!!! Creo que necesitáis mi ayuda y mi magia. Bruno Hambruno no se saldrá con la suya… escuchad atentamente, la clave está en la huerta ecológica del abuelo Jorge.Y Carla sonrió recordando que Bruno Hambruno no tenía ni idea de lo que era la producción ecológica.

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Al día siguiente, toda la ciudad se preparó para la llegada de los mejores cocineros del mundo. El evento congregó a toda la población y Bruno Hambruno llegó puntualmente.

- Vamos, vamos, que empiece el concurso… ¡Me voy a llevar todo!

Un cocinero pekinés le ofreció arroz con trocitos de melón. Otra cocinera alemana, de Hamburgo, preparó hamburguesas de ternera del Pirineo. Una chef italiana boloñesa, preparó virutas de jamón curado en Aragón con aceite de oliva virgen extra de olivos aragoneses. Y así fueron desfilando más de una docena de cocineras y cocineros famosos de todo el mundo.

- ¡Excelente! Muy bien, me llevo todo. Productos de gran calidad, a la despensa de Bruno Hambruno, jejejeje —se carcajeaba el ogro.

- Señor ogro, aún falta que pruebe la última receta. Con todos ustedes, el gran agricultor… ¡Mi abuelo Jorge! Y su ayudante, el cocinero más importante: ¡¡¡Cocinebro!!!

El abuelo y Cocinebro se acercaron hasta Hambruno.

- Vas a probar algo excepcional.

Entre los dos le ofrecieron un menú con productos ecológicos de la propia huerta del abuelo.

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- Este sabor… este sabor es suculento… ¿Qué alimentos son estos? —quiso saber el ogro.

- Son alimentos ecológicos cultivados en la huerta de mi abuelo. Son naturales, protegen la biodiversidad y no dañan el medio ambiente ni tienen residuos químicos.

- ¿Alimentos ecoquéee? —preguntó Hambruno mientras co-menzaba a cambiar su aspecto desastrado y temible por uno más amable.

- Sí, mi abuelo no usa productos químicos en su huerta y eso es bueno para la naturaleza, incluso para la economía, porque se venden en mercados locales de Aragón.

- Y los alimentos contienen más nutrientes y antioxidantes que si se usan abonos y productos de síntesis química para las plagas ya que al tener un suelo vivo, obtenemos alimentos vivos de él —añadió el abuelo.

Cocinebro tomó la palabra atusándose la barba graciosamente:

- Todos podemos disfrutar de estos alimentos, y cocinar con ellos las mejores recetas sabiendo que son buenas para el planeta.

Bruno Hambruno cambiaba de estado físico a medida que las frutas, verduras y hortalizas ecológicas surtían un efecto extraordinario en el ogro. También sus formas gruñonas dejaron paso a una sonrisa amable en su rostro.

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Los alimentos del mundo regresaron a sus lugares de origen, junto a los cocineros, para que los agricultores locales pudieran seguir cultivándolos.

- Hasta pronto, amigos —se despidió el cocinero pequinés—, nos reuniremos de vez en cuando para intercambiar recetas con productos ecológicos.

Entonces, Cocinebro intervino de nuevo:

- La mejor receta se la voy a dar a Bruno Hambruno para que lea y cultive la buena cultura y agricultura. Toma este libro: La mejor receta para cuidar el planeta.

- Muchas gracias. He sido muy injusto, ahora que he cambiado mi actitud, y ya sé pronunciar y lo que es la producción ecológica, quiero colaborar… voy a ayudar a Carla y al abuelo Jorge en la huerta y también seré un buen cocinero.

Carla sonrió a su abuelo y cuando se disponía a saludar a Cocinebro, este ya se zambullía en las aguas del Ebro hasta que fuera necesaria su intervención en una próxima aventura.