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M artín González, el autor de este flamante libro —medio en broma, medio en serio— dice que una de las razones para leerlo tiene que ver con una pregunta que alguna vez to- dos nos hemos hecho: ¿Por qué hay tantas paleterías La Michoacana en casi cada rincón de México? Una parte de la respuesta se encuentra —como bien lo demuestra el libro— en los espacios urbanos o, de manera más precisa, en la ciudad de México, donde empezó a escribirse, décadas atrás, esa parte tan identificable de la paletería mexicana. Otra pregunta forzosa de los que conocen esa porción de Michoacán es: ¿por qué Tocumbo, pueblo de origen de los paleteros mi- choacanos, de no más de 2 500 ha- bitantes, resulta ser un espacio rural próspero y bien conservado a diferen- cia de la imagen de deterioro, empo- brecimiento y abandono de tantas comunidades rurales en México hoy en día? ¿Cuántas comunidades rurales pueden presumir de una serie de mo- numentos a hitos locales —como el de la paleta o el de uno de los pione- ros de la paletería— y obras —el her- moso parque El Ojo de Agua, un nue- vo cementerio, un amplio boulevard, el moderno templo del Sagrado Cora- zón diseñado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, calles bien pavi- mentadas e iluminadas—? Esa parte La Michoacana: la extraordinaria historia de un éxito empresarial en Tocumbo Patricia Arias MARTÍN GONZÁLEZ DE LA V ARA, 2006 La Michoacana. Historia de los paleteros de Tocumbo El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, Zamora, Michoacán, 237 pp., incluye fotografías e ilustraciones. La Michoacana: An Extraordinary Story of Entrepreneurial Success in Tocumbo P ATRICIA ARIAS: Universidad de Guadalajara, Guadalajara, México. <[email protected]> Las fotografías reproducidas en este texto pertenecen al libro reseñado. Desacatos, núm. 27, mayo-agosto 2008, pp. 201-206. pp. 199-200: Imágenes tomadas de La Michoacana. Historia de los paleteros de Tocumbo.

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Martín González, el autor de esteflamante libro —medio en

broma, medio en serio— dice que unade las razones para leerlo tiene que vercon una pregunta que alguna vez to-dos nos hemos hecho: ¿Por qué haytantas paleterías La Michoacana encasi cada rincón de México? Una partede la respuesta se encuentra —comobien lo demuestra el libro— en losespacios urbanos o, de manera más

precisa, en la ciudad de México, dondeempezó a escribirse, décadas atrás, esaparte tan identificable de la paleteríamexicana. Otra pregunta forzosa delos que conocen esa porción deMichoacán es: ¿por qué Tocumbo,pueblo de origen de los paleteros mi-choacanos, de no más de 2 500 ha-bitantes, resulta ser un espacio ruralpróspero y bien conservado a diferen-cia de la imagen de deterioro, empo-

brecimiento y abandono de tantascomunidades rurales en México hoyen día? ¿Cuántas comunidades ruralespueden presumir de una serie de mo-numentos a hitos locales —como elde la paleta o el de uno de los pione-ros de la paletería— y obras —el her-moso parque El Ojo de Agua, un nue-vo cementerio, un amplio boulevard,el moderno templo del Sagrado Cora-zón diseñado por el arquitecto PedroRamírez Vázquez, calles bien pavi-mentadas e iluminadas—? Esa parte

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La Michoacana: la extraordinaria historiade un éxito empresarial en Tocumbo

Patricia Arias

MARTÍN GONZÁLEZ DE LA VARA, 2006

La Michoacana. Historia de los paleteros de TocumboEl Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán,Zamora, Michoacán, 237 pp., incluye fotografías e ilustraciones.

La Michoacana: An Extraordinary Story of Entrepreneurial Success inTocumbo

PATRICIA ARIAS: Universidad de Guadalajara, Guadalajara, México.<[email protected]>

Las fotografías reproducidas en este texto pertenecen al libro reseñado.

Desacatos, núm. 27, mayo-agosto 2008, pp. 201-206.pp.1

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de la respuesta hay que encontrarla,como nos enseña también esta obra,en la manera como los paleteros hanredefinido, rediseñado y resignificadosus relaciones con su comunidad deorigen.

A fin de cuentas, se puede decir queen este libro Martín González de laVara nos cuenta una historia peculiaren la que resulta evidente que las rela-ciones entre el campo y la ciudad es-tuvieron siempre mucho más entreve-radas de lo que el viejo supuesto deuna dicotomía funcional rural-urbanoimpuso durante mucho tiempo en lasciencias sociales.

La manera escogida para contar estahistoria es también original. Desde1991 y de manera casi ininterrumpida,El Colegio de Michoacán ha confec-cionado los libros de gran formato,ilustrados e ilustrativos, que cada añoofrece como regalo el gobierno del es-tado de Michoacán. Los temas trata-dos han sido muy variados, pero estetrabajo, que correspondió al año 2006,representa el primer acercamiento auna microregión de Michoacán, cen-trado y referido a un asunto particu-lar: la trayectoria de una actividadeconómica que ha sido detonador deuna modalidad muy singular de desa-rrollo local: la manufactura urbana depaletas que logra impactar y rediseñarla dinámica socioeconómica de lacomunidad rural de Tocumbo y suregión.

La historia, por el carácter de la co-lección y el perfil de sus destinatarios,está contada en clave de divulgación, esdecir, de manera tal que cualquier lec-tor puede entenderla y también dis-frutarla, ya que se encuentra profusa-

mente ilustrada con mapas y fotogra-fías históricas que proceden de laFototeca Nacional del InstitutoNacional de Antropología e Historia(INAH) y de la Fototeca de El Colegiode Michoacán, así como fotografíastomadas especialmente para el libropor José Ignacio González Manterola,Guadalupe Lemus, Alejandro Maass yFernán González de la Vara. Las imá-genes y los pies de fotos pueden bastarpara conocer la obra, pero tambiénsirven de señuelo para interesarse porconocer el resto del trabajo.

Aunque en clave de divulgación, lainvestigación que sustenta este libro essin duda profesional. Ésta es la partemenos explicitada en la obra, pero nocabe duda de que Martín González dela Vara dedicó buena parte del año2006 a preparar y redactar este libro:revisión de bibliografía y cartografíasobre la región y el tema, así comorealización de entrevistas en Tocumboy Zamora. Al mismo tiempo, en el tra-bajo se reconoce un viejo interés delautor en torno a temas relacionadoscon la historia de la comida en Méxi-co. En 1989 publicó el libro Historiadel helado en México (Maass y Asocia-dos, México, 1989) y ha elaboradootros libros y artículos de asunto gas-tronómico.

Este libro sobre los paleteros de To-cumbo es no sólo una parte de la his-toria de la heladería sino, sobre todo,en palabras del autor, “una de las másextraordinarias historias de éxito em-presarial que han existido en México”.Martín aclara desde el principio quelas más notables zonas paleteras deMéxico son dos: Mexticacán, en laparte norte de la región de los Altos de

Jalisco, y Tocumbo, en el occidente de Michoacán y una parte del sur-oriente de Jalisco, aunque su trabajo se refiere, por razones obvias, exclusi-vamente al ejemplo michoacano.

El texto, de 197 páginas, está orga-nizado en tres grandes apartados ocapítulos: la ubicación histórico-geo-gráfica de la región paletera de Mi-choacán; una revisión histórica delarga duración de la historia del hela-do y otros alimentos congelados enMéxico; y la historia, trayectoria, vici-situdes y desafíos de la heladería enTocumbo vista a través de “un grupomuy notable de empresarios oriundosde dicha área”.

En la primera parte, llamada “His-toria de la región paletera de Michoa-cán”, el objetivo ha sido describir elpaisaje en términos geográficos e his-tóricos. La tarea no ha sido fácil, nisiquiera para un historiador comoMartín, porque en verdad no se tratade una región natural ni correspondea una jurisdicción administrativa es-pecífica y delimitada. Así, el autorreconstruye la trayectoria del pobla-miento en la intersección entre la Sie-rra Madre del Sur y el Eje Neovolcáni-co que hoy constituye la regiónpaletera: la franja limítrofe entre Mi-choacán y Jalisco que, a partir deTocumbo, se extiende por rancherías,pequeñas comunidades, pueblos nue-vos, antiguas haciendas, hasta Cotija,Los Reyes y Tinguindín, y por la ver-tiente jalisciense hasta Quitupan. Enese espacio “se originaron núcleos oredes específicas de fabricantes de pa-letas y helados”; es decir, se trata de unespacio atravesado y delimitado porredes sociales muy especializadas,

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creadas y articuladas a partir de unaactividad económica que, por eso mis-mo, cruza fronteras geográficas, eco-nómicas, políticas. Alrededor de la pa-letería y su sede tocumbense “se hanrelacionado varias poblaciones quepertenecen a jurisdicciones y ámbitoseconómicos muy distintos”.

Aunque el proceso de articulación através de la paletería es relativamentereciente, lo que parece común al espa-cio paletero es que la mayoría de laspoblaciones que lo integran corres-ponden al mundo ranchero, es decir, aesa franja de sociedades rurales mesti-zas, donde un principio básico de or-ganización ha sido la autonomía, y enla que el Estado ha tenido, en compa-ración con otras sociedades rurales,escasa influencia en la arquitecturasocial local1. Ese ha sido el trasfondocultural, señala el autor, que les ha

permitido a los paleteros “construirsus acuerdos y su organización pro-ductiva informal” (p. 15). Hay que re-cordar que, de acuerdo con don LuisGonzález, la matriz sociocultural ran-chera se articula en torno a tres ele-mentos centrales: un fuerte sentidoindividualista de la propiedad asocia-do a una fuerte, difundida y bien valo-rada tradición de trabajo personal yuna lealtad a ultranza del rancherocon su familia, tanto en su versiónnuclear como extensa (ibid.). Todosestos elementos aparecen en la maneracómo se ha organizado, desde sus orí-genes, la paletería en Tocumbo, desa-rrollada —destaca Martín— a partirde “una red de pequeños empresariosque se agrupan por vínculos familia-res, comunales y de parentesco” (p.14). En términos económicos desta-can, como en otras sociedades ranche-ras, además de la agricultura, la activi-dad ganadera en las tierras altas y unafuerte tradición comercial.

Como bien sintetiza el autor, se tra-ta de una región que ha sido articula-da “más a partir de la emigración quedel poblamiento” (p. 22). Porque en elcaso de Tocumbo fue una actividadexitosamente desarrollada fuera de lacomunidad la que redefinió el espaciorural regional: el dinamismo de la pa-letería permitió integrar cada vez másfamilias y poblaciones a esa actividaden las ciudades. La paletería, además,surgió a partir de iniciativas, recursosy capitales pequeños, en los que el Es-tado tuvo y ha tenido escasa interven-ción.

Para el siglo XX el texto da cuentade los sucesivos factores, sobre todopolíticos —hay que recordar que setrata del Estado cardenista por exce-lencia—, que fueron definiendo, consus oportunidades y limitaciones, elhorizonte regional: reforma agraria,obras públicas de variada índole, nue-vas posibilidades de desarrollo agríco-la. Y sin embargo, a partir de la décadade 1940 los tocumbenses comenzarona salir hacia Estados Unidos y haciadiferentes ciudades del país. Esto sig-nifica que, a diferencia de lo sucedidoen otros espacios rurales, donde el re-parto agrario y los apoyos al camposupusieron un proceso, aunque fueratemporal, de recampesinización, enTocumbo no parecen haber sido sufi-cientes para retener a la población,cuestión que Martín atribuye sobretodo al crecimiento demográfico.

Sin duda, en el caso de Tocumbollama mucho la atención la búsquedatan temprana, por parte de actores lo-cales, de opciones económicas y labo-rales diferentes a las agropecuarias.Como es sabido, ese fue un fenómeno

2 Luis González, “Gente de campo”, Vuelta,núm. 151, junio, 1989, pp. 22-29.

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mucho más característico y generali-zado en el México rural desde la déca-da de 1970 cuando, vinculadas a la úl-tima fase del proceso de sustitución deimportaciones, se echaron a andar, endiferentes sociedades rurales, diversasy novedosas actividades manufacture-ras y pecuarias que procuraban miti-gar la crisis inacabable de las activida-des agropecuarias tradicionales.

El caso de Tocumbo llama tambiénla atención por ser un ejemplo pione-ro, exitoso y prolongado de búsquedade opciones económicas fuera de lacomunidad, pero anclado en los víncu-los sociales y los recursos culturales lo-cales, lo que lo hace un caso muyespecial, muy peculiar y casi único dedesarrollo local. No sólo eso. Al mis-mo tiempo, hay que reconocer que elde los tocumbeños es uno de los esca-sos ejemplos colectivos, comunitariossi se quiere, más exitoso de migracióninterna. La bibliografía ha documenta-do la inserción de los y las migrantesrurales en las ciudades, pero sobre to-do en las actividades y empleos peorpagados de las economías urbanas o,de manera más reciente, las historiasde éxito de algunos grupos de migran-tes en Estados Unidos, pero conoce-mos muy poco, casi nada, de las expe-riencias colectivas exitosas de la gentedel campo que se ha ido a las ciudades.En ese sentido, la experiencia de laspaleterías La Michoacana representaun modelo, en tres sentidos a lo me-nos: como experiencia peculiar de mi-gración interna, de inserción laboralurbana y de organización del trabajoindividual y colectivo.

En la segunda parte del libro, llama-da “Historia del helado y otros ali-

mentos congelados”, el autor nos ofre-ce una perspectiva de muy larga du-ración en torno al tema, desde sus orí-genes más remotos, quizá en China; sullegada y difusión en Europa, hasta su aterrizaje y domesticación, allá porel siglo XVII, en tierras novohispanas.Allí, el lector encontrará un bosquejohistórico culto y muy bien ilustrado,que va desde la organización delestanco de la nieve, las vicisitudes paraconseguir y conservar el hielo, las téc-nicas y el consumo doméstico depostres congelados, hasta su transfor-mación, durante el siglo XIX, en unproducto económicamente más acce-sible y geográficamente mucho másdifundido, que dio lugar al muy re-tratado nevero callejero. El repaso ten-drá sin duda gran acogida y será degran provecho entre los lectores noespecializados porque sintetiza y trazade manera ejemplar una historia nosólo muy larga sino además con mu-chos vericuetos, que el autor ha logra-do descifrar y presentar de manera tancomprensible como amena, apoyadoen una estupenda selección gráfica.

La parte final del capítulo ofrece unrecorrido que es poco usual en los li-bros de difusión y que vale la pena valorar: las iniciativas —exitosas yfrustradas— de las múltiples heladeríasy fábricas de helados que surgieron nosólo en la ciudad de México sino endiferentes ciudades del país a lo largodel siglo XX. El recorrido incluye desdelas heladerías de postín hasta los pro-yectos populares de venta en carritos ylas nieves de garrafa que, aunque enpocos mercados y ligados a consumosmuy particulares, han logrado sobre-vivir en toda la geografía nacional.

El capítulo concluye con un aparta-do necesario y un subtítulo acertado:“Los enigmas de la globalización”. Allí,Martín da cuenta de la feroz compe-tencia que se ha desatado en los últi-mos años en la industria del helado,en la que las batallas se libran en mu-chos frentes, cada vez más costosos,como la mercadotecnia y la variedadpara atender diferentes segmentos delmercado. Sin duda, no la tiene fácil elgrupo de paleteros michoacanos. Contodo, señala el autor, la actividad “seha seguido expandiendo y se ha crea-do una imagen comercial muyreconocida por el público”.

La tercera parte del libro —“Lospaleteros de Tocumbo”— es, por su-puesto, el capítulo medular del traba-jo. Martín da cuenta de la existencia,hasta 1940, de la serie de actividadesque realizaba la gente de Tocumbopara sobrevivir: habían sido dotadosde tierra, lo que les permitía desarrollaruna agricultura que nunca pasó de sermás o menos pobre, conseguían dine-ro en efectivo trabajando como jorna-leros en los campos de caña, teníanalgo de ganado, se iban a trabajar aEstados Unidos de manera temporal,las mujeres elaboraban gabanes y som-breros con palma del cerro que se ven-dían allí mismo. Nada muy distinto de lo que sucedía en un sinfín de pue-blos. En cualquier caso, la semblanzade los primeros años de los dos pio-neros —los primos Agustín Andrade eIgnacio Alcázar— sugiere que ambosno tenían acceso a la tierra y más bienfueron aprendices de muchos oficios.

La clave parece estar en la ciudad.Los pioneros migraron a la ciudad de México a principios de la década de

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1940, en los años de la Segunda Gue-rra Mundial, tiempo de bonanza paraMéxico, cuando la capital del paíscomenzaba a crecer y atraía población.Lo curioso es que, como bien seseñaló en el capítulo anterior, en esetiempo comenzó a desarrollarse tam-bién la fabricación industrial de hela-dos, cuando “se fundaron casi todaslas primeras compañías importantesde helados”. En ese contexto de com-petencia, el mérito de los tocumbeñospara insertarse y multiplicarse en esenicho resulta aún más destacable.

¿Cómo fue posible? Martín apuntasobre todo al crecimiento demográficourbano, pero da indicios para pensarque los paleteros tocumbeños pudie-ron aprovechar la emergencia de unanueva segmentación social del merca-do y las paleterías de los de Tocumbose orientaron a satisfacer el gusto delos sectores más populares del merca-do urbano y siguieron, con mayor efi-cacia que las paleterías formales, losdesplazamientos de la población ur-bana. Porque además, gracias al traba-jo personal y arduo de los pioneros ensus primeras paleterías, desde fines dela década de 1940 pudieron empezar aabrir más paleterías en diferentes rum-bos de la ciudad de México para locual reclutaban trabajadores entre suspaisanos y parientes de Tocumbo.Poco a poco, dice el autor, “la costum-bre de traspasar o dejar encargadas laspaleterías a hijos o parientes se convir-tió en toda una tradición dentro de lanaciente red de paleteros de Tocum-bo”. El proceso de emergencia y repro-ducción de las paleterías narrado en elcapítulo 3 da para todo un estudio decaso en escuelas de negocios.

Pero desde un punto de vista socio-lógico Martín llama la atención sobretres puntos centrales: la importanciadel crédito y la confianza para la via-bilidad, reproducción y crecimiento delos negocios que, como las paleterías,emergen de iniciativas y con recursosde muy pequeña escala. El ejemplo delos paleteros de Tocumbo muestra lopoco, muy poco, que se necesita paraechar a andar una actividad, para quela gente pueda potenciar su capacidady disponibilidad para el trabajo yestimular la emergencia de nuevashabilidades. El acceso al crédito, encantidades en verdad muy pequeñas,pero otorgado de manera precisa, rá-pida y eficiente, fue lo que resultó

clave para el desenvolvimiento de unaactividad económica exitosa, multipli-cadora y perdurable. Desde luego quelos pioneros, que se hicieron cargo dela tarea de financiar a los que de ma-nera sucesiva llegaban a la ciudad paraincorporarse a la actividad paletera,no cobraban poco, pero eso mismo da cuenta de la potencialidad delcrédito cuando éste es oportuno y sedirige de manera eficaz a una activi-dad efectivamente viable. Las relacio-nes de confianza mutua entre los pioneros y los aspirantes a paleterosgarantizaban el crédito, el pago y, nomenos importante, reiteraban la cer-teza que avalaba empresas futuras.

El crédito, o si se quiere, las enor-

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mes dificultades y complicaciones pa-ra obtenerlo en México, es un asuntoque las ciencias sociales han mencio-nado una y otra vez y que, sin embar-go, sigue siendo el talón de Aquilespara el desenvolvimiento de las activi-dades de pequeña escala en el país. Enel asunto del crédito se manifiesta,desde hace décadas, el desencuentroentre las necesidades y demandas delos sectores y agentes locales y laspolíticas públicas.

El otro elemento que muy biendestaca Martín es la flexibilidad de laactividad paletera, en la que cadapropietario de un establecimiento hapodido, gracias a su contacto directocon el público, desplegar estrategiasparticulares y focalizadas de acuerdocon los lugares y productos donde seencuentran, con los gustos de susclientelas particulares, con las tempo-radas que define el paso de las esta-ciones. Esto les ha permitido, además,reunirse cada año, en diciembre(cuando las ventas de productos hela-dos bajan) en Tocumbo a celebrar laFeria de la Paleta. Las experiencias exi-tosas suelen cundir como la humedady son rápidamente incorporadas a lasestrategias y productos de Las Mi-choacanas. La flexibilidad, como sabe-mos, es algo que se le dificulta a lagran empresa —desde la añosa McDonald’s hasta la flamante Star-buck’s— que tiende, de manera irre-mediable, a la homogeneización y laestandarización.

Así las cosas, a fines de la década de 1950 “ya existía una próspera red deempresarios paleteros oriundos deloccidente de Michoacán que operabaen la ciudad de México”. En la década

de 1960 se calculaba que había ya cer-ca de quinientas paleterías en la capitaldel país. Las paletas de Michoacán,distribuidas por todos los rincones dela ciudad, más tarde del país, se logra-ron “posicionar” muy bien en el gustodel público popular: un refrigerio conmucha, mucha fruta muy dulce y co-lorida, de múltiples sabores.

El impacto de la paletería en To-cumbo y su región ha sido impresio-nante: los propietarios de estableci-mientos han comprado ranchosganaderos y huertas de aguacate, peroen verdad “de descanso”; han construi-do casas suntuosas; han financiado unsinfín de obras públicas; han hechofamosa la Feria de la Paleta que se ce-lebra en Tocumbo desde 1987, lo que les permite regresar a pasar las va-caciones en Tocumbo y renovar susrelaciones y redes de amistad y trabajo.

No sólo eso. Con el correr de losaños, muchos han establecido indus-trias ligadas a la paletería en el propioTocumbo: fábricas de bases lácteaspara helado, de filtros y equipo de re-frigeración que impactan positivamen-te en el empleo local y reproducen el aprendizaje industrial y comercialde la fabricación de helados. Pero engeneral, más allá de la paletería pare-cería que no hay opciones de inversiónlocal. Las obras apuntan, como entantas partes, a un proceso de tercia-rización del campo, es decir, a unaasociación cada vez mayor del mundorural con el descanso, el paseo, el fes-tejo y menos con actividades agro-pecuarias.

¿Hasta dónde, hasta cuándo es posi-ble seguir creciendo? Martín da cuentade los aciertos, aprendizajes, recursos,

habilidades con que cuentan los pa-leteros de hoy, pero también de loslímites a su proliferación, sobre todocuando el crecimiento demográfico esescaso y el crecimiento económicoestá estancado.

Pero de lo que parece no caber lamenor duda es que si hubiera habidomás ejemplos como el de Tocumbohabría habido quizá menos migra-ción, seguramente menos opcionesilegales y peligrosas en el campo mexi-cano (¿o alguien cree que es el gustopor las emociones fuertes lo que fo-menta la producción de enervantes?),menos operativos militares en Mi-choacán.

El futuro, como siempre, quedaabierto y así lo ha dejado el autor: concertezas e interrogantes. Pero tambiénde otra cosa no cabe la menor duda:trabajos como el de Martín son funda-mentales para rescatar y aprender delas iniciativas de diversificación eco-nómica que promovieron, con granesfuerzo, las sociedades rurales enMéxico, muchas de las cuales fueronarrasadas por la ola de reformas neo-liberales y el Tratado de Libre Comer-cio (TLC). El ejemplo de Tocumboafortunadamente persiste y ha disfru-tado, además, de la mirada acuciosa ysensible de estudiosos como MartínGonzález de la Vara, que nos han per-mitido conocerlo.

La Michoacana. Historia de los pa-leteros de Tocumbo obtuvo el Premiode Difusión 2007 del Instituto Nacio-nal de Antropología e Historia(INAH).

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