La Reconstrucción de La Memoria en Las Repúblicas de Indios

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Lectura de runas y sus significados…

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La reconstruccin de la memoriaen las Repblicas de Indios

1 MARZO, 2014

Enrique Florescano

Las catstrofes que diezmaron a la poblacin indgena en las primeras dcadas del siglo XVI, y la voracidad de los colonos que demandaban ms trabajadores, condujeron a nuevas formas de organizacin de la poblacin nativa.1 As, entre 1540 y 1600 los debilitados sobrevivientes de las grandes mortandades fueron obligados a abandonar sus antiguas moradas y forzados a congregarse en nuevas poblaciones, a las que se llam Repblicas de Indios. En estos nuevos pueblos, trazados a la espaola, se llev a cabo un inusitado programa de hispanizacin de la vida individual, familiar y colectiva de los indgenas. A partir de entonces sus formas de gobierno, sus creencias religiosas, los modos de vestir, algunos hbitos alimenticios y la vida pblica y ceremonial adoptaron las tradiciones espaolas.

Una de las consecuencias del programa de congregacin de pueblos fue la separacin de los indgenas del conjunto social. En primer lugar por una barrera territorial, pues los nuevos pueblos se concibieron como residencia propia de los indios, con exclusin de blancos, negros y castas. En segundo lugar por una barrera jurdica, porque la Corona estableci tribunales especiales que protegieron los derechos de los pueblos en forma privativa y paternalista. Y, por ltimo, por una barrera econmica, porque los pueblos de indios se convirtieron en una fuerza de trabajo subordinada a las necesidades de la economa espaola (por esta va los indgenas se vincularon a las actividades econmicas espaolas, pero sin dejar de residir en sus pueblos). Esta mltiple segregacin impidi que la poblacin indgena desarrollara una conciencia histrica integrada al resto de la sociedad, y alent la formacin de una identidad corporativa, reducida al mbito local.

Desde la conquista los indgenas vivieron un rompimiento inexorable con su pasado. El proceso que iniciaron los frailes con la extirpacin de la antigua idolatra y la imposicin del cristianismo culmin con las congregaciones de pueblos, pues en esas reducciones el antiguo pasado fortalecedor fue progresivamente cortado del presente. Los antiguos dioses cayeron despedazados, quemados y declarados falsos. Sus prcticas y ritos tradicionales recibieron el calificativo de idoltricos y fueron proscritos. Su nombre nativo, antes expresado en la propia lengua, fue trastocado, pues cada uno de los nuevos pueblos congregados recibi el nombre de un santo cristiano que se antepuso al nombre original indgena.2Quiz la consecuencia mayor de la poltica de congregacin de pueblos fue la prdida de la memoria tnica y el desarrollo de una nueva identidad, centrada en el pueblo o Repblica de Indios. Esta nueva conciencia comunitaria se articul alrededor de los llamados Ttulos primordiales. Los pueblos de indios que carecan de mercedes de tierras o haban perdido sus papeles, los recientemente congregados y los que tenan litigios de tierras con sus vecinos, elaboraron estos y otros documentos semejantes para defender sus derechos ancestrales a la tierra y preservar el territorio que les haban legado sus padres y abuelos.3La existencia generalizada de los llamados Ttulos en el mbito nahua o purpecha, lo mismo que entre los mixtecos o mayas, seala que se trata de una expresin cultural con races, contenido y formato comunes. La presencia de los Ttulos en diferentes tradiciones culturales permite sostener que estamos ante un artefacto especialmente creado para conservar y transmitir la memoria colectiva, un artefacto producto de la interaccin entre la cultura mesoamericana y la occidental.

A los Ttulos se sumaron los llamados Cdices Techialoyan,4 los documentos que combinaban el texto escrito con numerosas imgenes con el mismo propsito de defender las tierras del pueblo y la identidad de sus habitantes. As, mediante el procedimiento de imponer a los pueblos nativos una nueva forma de poblar y legitimar la posesin de la tierra, la administracin espaola oblig a stos a desplegar una gama de dispositivos para satisfacer esa exigencia, cuyo resultado fue la aparicin de estos Ttulos, de los Cdices Techialoyan, de las llamadas probanzas y de otros muchos alegatos. Para atender esa demanda los pueblos recurrieron a sus propias tradiciones, a los recipientes donde se haba almacenado la memoria que explicaba sus orgenes y la constitucin de sus altpetl. El canto que narraba el origen de los seres humanos, la fundacin del altpetl, el linaje de los gobernantes y los avatares del grupo tnico, fue la piedra angular a la que acudieron los pueblos para sostener su identidad y afirmar la antigedad de sus posesiones territoriales.

Los lienzos, mapas y Ttulos oaxaqueos de los siglos XVI y XVII tomaron su informacin histrica de la sustancia identitaria del Cdice de Viena, la gran enciclopedia donde sus antepasados haban depositado los fundamentos del reino y la nacin. Lo mismo hicieron los pueblos mayas con el Popol Vuh, el almcigo que nutri los Ttulos y probanzas que sustentaron la antigedad de sus pueblos y posesiones territoriales, as como los mexicas y pueblos de habla nhuatl recurrieron a la memoria almacenada en Tollan Teotihuacn, la matriz civilizadora de Mesoamrica en la poca clsica y ms all.

Este antiguo sustento de la memoria colectiva fue amenazado de muerte por la implantacin del rgimen colonial. En los aos crticos de 1530 a 1560 se reconstruye la memoria indgena en medio de un quebrantamiento radical del orden antiguo. En esos aos los dioses, las instituciones polticas, las tradiciones y la misma vida material de los pueblos fueron desencajadas de sus cimientos y puestas en vilo por los cambios desatados por el gobierno espaol y las catastrficas epidemias y mortandades. Es un periodo en el que los pilares que sostenan la memoria indgena enfrentaron los ataques conjuntos de la muerte masiva y de la desculturacin. A la muerte de los informantes que haban memorizado las palabras de los ancianos, sigui la prdida de las tcnicas de lectura y de elaboracin de las pinturas, la desaparicin de miles de documentos antiguos, confiscados por los religiosos, destruidos por los propios indios u olvidados a medida que se hacan indescifrables:5 No puede olvidarse este sombro teln de fondo cuando se trata de explicar algo tan pegado a la vida como es la recuperacin de la memoria histrica. Como si los pueblos nativos se hubieran propuesto conjurar con las artes de la remembranza el colapso que inexorablemente destrua su mundo, entre 1530 y 1560 transcribieron al alfabeto espaol las obras maestras de la memoria indgena, las grandes sumas de su tradicin histrica: la Relacin de Michoacn de los purpechas (ca. 1541), el Popol Vuh de los kich (1554-1558), el Cdice Selden II de los mixtecos (siglo XVI), el Cdice Xolotl de los texcocanos (mediados del siglo XVI), la Historia tolteca-chichimeca de los fundadores de Cuauhtinchan (1547-1560), o la Historia de los mexicanos por sus pinturas (1531) y la Leyenda de los Soles (1558) de los nahuas.

En este proceso de derrumbe y transformacin nacieron tambin las nuevas obras que intentaron recuperar el pasado de los pueblos mezclando las formas nativas de historiar con las europeas. Los Ttulos, mapas, Cdices Techialoyan y lienzos no son, como postulan algunos indigenistas recalcitrantes, obras primordialmente nativas, sino productos hbridos, mezclas inditas que conjugaron la tradicin americana con la occidental. En el momento crtico que uni la postracin de la gran cultura aborigen con el asentamiento progresivo de la occidental, se pintan y escriben los lienzos y mapas que transportaron la antigua tradicin al presente colonial: Lienzo de Jicayn, Lienzo de Zacatepec I, Lienzo de Tlapiltepec, Lienzo de Ihuatln, el Cdice Selden II y otros ms, tambin elaborados a mediados del siglo XVI.6Una simbiosis continua entre la tradicin indgena y la occidental es ahora la forjadora de la nueva identidad de los pueblos. Quiz la contribucin ms significativa de los lienzos, mapas y Ttulos de las diversas regiones de Nueva Espaa radique en su capacidad para esclarecernos el proceso mediante el cual los grupos nativos construyeron su nueva identidad mestiza. Es un proceso que muestra cmo reescribieron su pasado y crearon testimonios histricos asentados en ambos legados pero portadores de una nueva identidad. La memoria que alienta en los lienzos, mapas y Ttulos oaxaqueos o mayas es una memoria con un trasfondo histrico profundo, apoyada en los ms remotos arquetipos de la conciencia mesoamericana, pero transformada por las disrupciones de la invasin espaola: conquista, congregacin de pueblos, implantacin del cristianismo, creacin del fundo legal, imposicin de la legislacin espaola sobre la tierra, expansin del lenguaje escrito en alfabeto latino y constitucin del pueblo como eje de la vida material y cultural de la comunidad. Otro rasgo diagnstico de estos testimonios es su destinatario: los pobladores del altpetl. Por su estilo, los Ttulos denotan que fueron hechos por los viejos del pueblo para beneficio de las generaciones por venir. La decisin de escribir estos testimonios en nhuatl, aun cuando el pueblo donde se redactaron hablara otom o mixteco, revela la intencin de que su contenido fuera comprendido por los ms, los hablantes de la lingua franca de ese tiempo, que era el nhuatl. Los lienzos, mapas y Ttulos, al incorporar esos diversos procesos, se convirtieron en invaluables testimonios histricos de su tiempo y en nuevas formas de narrar y transmitir el pasado. Son los relatos que transmiten la memoria colectiva de los miembros del altpetl.

Los Ttulos mayas, zapotecos, mixtecos, purpechas y nahuas comparten el intento de asentar las formas de poblar impuestas por el rgimen colonial sobre los cimientos de sus antiguas tradiciones. Son instrumentos dedicados a fortalecer el altpetl y proteger sus tierras. Pero para sorpresa del historiador dominado por la visin occidental, o del antroplogo adicto al dogma indigenista, la fundacin de los pueblos coloniales es una mezcla de ambas tradiciones. Su redaccin hace concurrir la parafernalia que rodeaba a las antiguas fundaciones: dioses protectores, Fuego Nuevo, padrinazgo de los ancianos, participacin de la comunidad en pleno, fiesta celebratoria pero en el marco de las instituciones y smbolos europeos, pues adoptan la escritura en castellano que legaliza el acto fundacional, e incorporan la presencia de las autoridades virreinales, la construccin de la iglesia y la ereccin de cruces en los cuatro rumbos del pueblo, el bautizo de los principales o caciques Tal es la naturaleza hbrida del canon que ahora sacraliza la constitucin de los pueblos.

El sustrato ms profundo de los Ttulos, mapas, Cdices Techialoyan y lienzos es indgena, pero su factura es hbrida, un compuesto en el que concurren diversas tradiciones culturales. Su origen se remonta a la poca prehispnica, pero su elaboracin a lo largo de los siglos XVI y XVII se contamina con los legados que provienen de la tradicin occidental. Es por ello que en sus contenidos encontramos una mezcla intrincada de tradiciones orales, pictogrficas y escritas cuya estirpe no es fcil deslindar.

Su construccin, asimismo, navega entre la maleabilidad y el cambio. Los Ttulos nacen bajo el signo de la mudanza. De crnica del reino se tornan en lienzo o mapa que relata la fundacin o refundacin del pueblo y describe pormenorizadamente la extensin de sus tierras y los lmites con sus vecinos. Luego, el lienzo pintado se transforma en texto hbrido y ms tarde abandona las pictografas y deviene documento donde impera la letra, pero aun cuando cambia de forma mantiene el mismo contenido: la defensa de la tierra y la preservacin de la identidad tnica y cultural de sus pobladores. Los Ttulos primordiales de las Repblicas de Indios vinieron a ser el tesoro que guardaba la memoria vivificante de los ancestros, el arca donde reposaban las reliquias del santo patrono, el almacn de la memoria colectiva y el escudo del pueblo frente al nuevo orden legal.

La conservacin de las tierras comunales se convirti as en la empresa colectiva que unific a los miembros del pueblo y los Ttulos primordiales se volvieron el arcn donde se resumi la memoria ancestral de los pobladores. Los Ttulos primordiales y los Cdices Techialoyan, por su contenido y forma, son un modo nuevo de representar y relatar el pasado. Un canon que la tradicin dominante en los estudios histricos se empe en separar en dos vertientes opuestas: la indgena por un lado y la occidental por el otro. Fue ste un rompimiento arbitrario, que por varios siglos impidi penetrar en el misterio de su origen y reconocer la naturaleza de su cambiante desarrollo.7La memoria de los indios conquistadores

Al lado de la memoria del altpetl tradicional, hubo muchos otros pueblos y grupos tnicos que se aliaron con los invasores espaoles para liberarse del dominio mexica. Como es sabido, desde el Cacique Gordo de Cempoala hasta los huejotzincas, tlaxcaltecas, chalcas, xochimilcas, mayas, mixtecos y otros pueblos pactaron aliarse con Hernn Corts y sus capitanes en contra de los mexicas y sus debilitados seguidores. Se trata de alianzas interiorizadas en la misma tradicin indgena, donde era frecuente que los dirigentes de un altpetl pactaran acuerdos para enfrentar rivales ambiciosos de sus tierras, amenazas de invasin o la imposicin de tributos. La clave para comprender estas alianzas son los lazos de identidad que se forjaron desde tiempos remotos entre los seres humanos y el territorio que habitaban.

Desde que los mesoamericanos fundaron sus primeras ciudades y reinos, asentaron esas construcciones en territorios que entendan autnomos y singulares, amparados por un dios o numen protector, y gobernados por un tlatoani, un jefe superior que era la cabeza poltica del altpetl, el capitn de los ejrcitos, el juez supremo y el ejecutor de los ritos y ceremonias dedicados a los dioses. El territorio del altpetl abarcaba tanto el centro urbano o cvico, como el territorio entero de la ciudad, incluso la zona rural.8 El ncleo que una a los calpules (sing.: calpolli) del altpetl era la propiedad corporativa de la tierra, repartida para su explotacin en las cabezas de familia que lo integraban. Los pobladores estaban atados por lazos de sangre con el grupo tnico y por hilos de identidad con el territorio que habitaban y sus dioses protectores. El altpetl era entonces el ncleo que organizaba el conjunto social, poltico, econmico y religioso, y hacia l se volcaba la lealtad de sus pobladores.

En Yucatn el equivalente del altpetl fue el cah, el centro unitario de toda organizacin sociopoltica maya. Tanto en Yucatn como en el Mxico central, la organizacin colonial [] se asent sobre estas instituciones indgenas, el cah y el altpetl, respectivamente. Es decir, la encomienda, la parroquia rural, el municipio indgena (basado en el modelo espaol) y la administracin de la justicia se levantaron sobre el altpetl y el cah, respectivamente. Tanto el cah, como el altpetl, lejos de disminuir por la conquista, ganaron importancia durante el periodo colonial.9 Respecto a Yucatn, Restall afirma que las dos unidades polticas ms estables, antes y despus de la conquista, fueron la comunidad municipal del cah y el grupo o linaje llamado chibal. Las provincias y los distritos polticos se definieron y fueron posibles por la dominacin de un grupo de cahob por un chibal o una oligarqua de chibaloh. En la mayora de los territorios un chibal fue predominante, a menudo representado por un halach unic (un gobernante regional) que fue tpicamente el batab o gobernador del cah o distrito.10 Lo mismo ocurre con los uu o pueblos mixtecos. Afirma Kevin Terraciano en su minucioso estudio sobre los mixtecos en la poca colonial, que el uu definido como pueblo, territorio, villa o lugar de un pueblo, fue central en la organizacin indgena, tanto como el altpetl en el Mxico central y el cah en Yucatn.11Altpetl, cah o uu reunan en su seno el dominio sobre un territorio claramente delimitado y el lazo identitario con la lengua, el linaje y los dioses protectores del pueblo. Unidos uno con el otro, constituyeron desde la poca prehispnica hasta los siglos coloniales el ncleo de las lealtades que ataban a sus pobladores. As que para defender el territorio y la identidad del pueblo se inventaron y fortalecieron los pactos, alianzas y medios capaces de asegurar su independencia e integridad. Esta perspectiva es la que dio paso a mirar con nuevos ojos las complejas alianzas que los conquistadores espaoles pactaron con los grupos indgenas desafectos o contrarios a los mexicas que comandaban la Triple Alianza. Gracias a estos enfoques hoy sabemos que en casi todo el territorio de la Nueva Espaa se celebraron pactos y alianzas entre espaoles y los altepeme nativos, hasta el punto de que los miembros de algunos altepeme indgenas se llamaron a s mismos indios conquistadores.12 Contra la persistente interpretacin de que la conquista fue una hazaa debida al valor, la intrepidez, el armamento y la maquinacin poltica de las tropas espaolas, hoy se acumulan nuevos estudios que dan cuenta de la importancia y significacin de la participacin de indgenas, negros y mujeres en esta empresa colectiva. Se han encontrado numerosos textos escritos donde los indgenas dan cuenta de su presencia en acciones de guerra y conquista, y exigen la recompensa prometida (por ejemplo: Carta de los indios tlaxcaltecas y mexicanos al Rey sobre ser maltratados 1547; Carta de los Caciques e Indios Maltratados de Suchimilco 1563; Mritos de los de Tlascala 1575, etctera)13.

Ms expresivos acerca de la participacin indgena en la conquista y pacificacin de la Nueva Espaa son los documentos pictricos: lienzos, murales, mapas y cdices. Entre ellos sobresalen el Lienzo de Tlaxcala (fig. 1) y el Lienzo de Quauhquechollan (fig. 2).

La participacin indgena en la conquista de Mxico-Tenochtitln ms conocida, difundida y estudiada es sin duda la tlaxcalteca. Desde las dcadas posteriores a la conquista se conoci en Tlaxcala la existencia de documentos pictricos que relataban el buen recibimiento que los nobles de esta ciudad le dieron a los espaoles (Manuscript Fragment en la Nettie Lee Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas), as como copias de lienzos pintados hacia la mitad del siglo XVI que antecedieron al famoso Lienzo de Tlaxcala (fig. 3).14 Estos testimonios pictricos (murales, lienzos, cdices) provienen de la enraizada tradicin mesoamericana de rememorar el pasado sirvindose de pinturas y jeroglficos. Un ejemplo de ello es el famoso Cdice Mendocino, cuyos primeros 16 folios narran en pinturas la historia de Mxico-Tenochtitln desde su fundacin hasta su cada en manos de Hernn Corts. Conforme a la tradicin indgena, primero se hicieron las pinturas y luego un escriba redactaba el texto en nhuatl. Pinturas y textos siguen el modelo de los anales y el motivo central de la narracin son las gestas del tlatoani o jefe militar en turno, una historia de hechos victoriosos y genealogas que ignora las derrotas o los tiempos aciagos. Es el tipo de historias que encontramos en los textos de Hernando Alvarado Tezozmoc, fray Diego Durn y otros cronistas espaoles que se basaron en las antiguas fuentes y prototipos indgenas.15

El descubrimiento de la Descripcin de la Ciudad y Provincia de Tlaxcala (fig. 4) escrita por el historiador mestizo tlaxcalteca Diego Muoz Camargo puso en claro que desde los primeros aos (1519) en que Hernn Corts hizo su entrada en Tlaxcala, los cuatro jefes principales que gobernaban este reino rebelde a los mexicas mandaron pintar en las Casas Reales y en el palacio de Xicotncatl (el jefe de mayor jerarqua) una versin edulcorada de ese acontecimiento, que borraba los iniciales enfrentamientos blicos y resaltaba en cambio la buena acogida que le dieron a Corts los nobles de esa ciudad, su bautizo como primeros cristianos y la donacin de mujeres nobles para que emparentaran con los espaoles.16

Las pinturas del llamado Lienzo de Tlaxcala al parecer fueron solicitadas y patrocinadas durante la administracin del virrey Velasco (1550-1564), y supervisadas por el Cabildo de Tlaxcala.17 Para Travis Barton Kranz la existencia de estas pinturas, junto con las que se hallaban en la sede del cabildo, muestran que la narrativa tlaxcalteca de la conquista se expres inicialmente en forma visual, mediante imgenes.18 El propsito de esta narrativa era probar que los tlaxcaltecas fueron los primeros y ms numerosos colaboradores de los espaoles en las distintas etapas de la conquista y colonizacin de la tierra, y los ms aguerridos en la cruenta batalla de Cholula. Los tlaxcaltecas se presentan en esas pinturas y en la Descripcin de la ciudad y provincia de Tlaxcala como devotos cristianos y el mayor apoyo de los frailes misioneros.19Una de las participaciones indgenas ms notables y decisivas en las conquistas espaolas fue la que se dio en Guatemala, primero en 1524 bajo el comando de Pedro de Alvarado y luego en 1527-29 bajo la direccin de su hermano, Jorge de Alvarado. A tal punto que un historiador no dud en escribir que el xito de la conquista espaola de Guatemala puede atribuirse, primeramente, a la participacin de los indgenas conquistadores del Mxico central. Grandes ejrcitos de capitanes y soldados lucharon al lado de los espaoles.20Como se ha visto, los indios conquistadores dejaron testimonios grficos notables de sus acciones en el conocido Lienzo de Tlaxcala, en la citada Descripcin de la ciudad y provincia de Tlaxcala de Diego Muoz Camargo, y en el nuevamente interpretado Lienzo de Quauhquechollan, que aporta una detallada descripcin pictrica de la participacin de los indgenas de esta regin situada a unos kilmetros del suroeste de Puebla, en la conquista y pacificacin de Guatemala.21 Como en otros testimonios citados, el Lienzo de Quauhquechollan presenta una visin de la conquista de Guatemala desde el punto de vista de los indios conquistadores, a travs de los medios tradicionales de comunicacin indgena y con un mensaje dirigido a los miembros de la comunidad de Quauhquechollan.22 La pintura de la migracin de los de Quauhquechollan y la crnica de sus hazaas en tierra guatemalteca constituy un testimonio que glorificaba a sus autores y estableca su categora de conquistadores iguales a los espaoles con los mismos derechos para recibir los premios, beneficios y recompensas que aqullos (fig. 5). Este lienzo mostraba que los quauhquecholtecas haban ganado las tierras que habitaban en la ciudad de Santiago, en el Valle de Almolonga, hoy llamada Ciudad Vieja, en Guatemala, que ellos las merecan as como merecan los ttulos y privilegios vinculados a este servicio.23

Esta reivindicacin de los indgenas aliados a los espaoles la encontramos en todos los rincones del Mxico central y se extendi a otros territorios. El Mapa de Cuauhtlantzinco, asociado con el pueblo de San Juan Cuauhtlantzinco, situado entre Puebla y Cholula, no lejos de Tlaxcala, es otra prueba de ello.24 En este mapa los nobles y gobernantes del pueblo tomaron la decisin de unirse al ejrcito del conquistador y para difundir esta asociacin virtuosa mandaron pintar el mapa citado, entre 1650 y principios del siglo siguiente.25 Como en los otros testimonios indgenas, los de Cuauhtlentzinco hicieron pintar en su narracin el supuesto encuentro de los cuatro caciques del pueblo con Hernn Corts (fig. 6), el escudo de armas que supuestamente les otorg Carlos V por sus buenos servicios (fig. 7) y sus batallas contra los indgenas que se resistan a aceptar el cristianismo o la alianza con los espaoles (figs. 8 y 9). En todos estos casos son los gobernantes del pueblo quienes ordenan las pinturas, proporcionan los datos y documentos que las sustentan y los tlacuilos y medios para su elaboracin. No sorprende entonces que, como en el pasado, sean ellos los protagonistas junto con los aliados espaoles, de las principales escenas pintadas. El pueblo, la comunidad y los macehuales slo aparecen como ejecutantes de los mandatos emitidos por los gobernantes y caciques.26

En la conquista de los mayas de Yucatn por los espaoles, Matthew Restall encuentra relatos, testimonios e imgenes mayas en los que los valientes conquistadores no son espaoles, sino mayas-nobles de los pueblos indgenas de la regin,27 como es el caso de los Pech de Chicxulub, quienes se llaman a s mismos yax hidalgo concixtador en (yo, el primer hidalgo conquistador).28 Estos relatos reiteran la tradicional historia heroica de los pueblos mesoamericanos: la tendencia a mitificar a los fundadores del altpetl as como a sus hroes militares y conquistadores de nuevas tierras.29

La colaboracin indgena en todas las acciones de conquista y pacificacin de la tierra fue multitudinaria, estratgica, decisiva en las batallas, fundamental en el avituallamiento de los ejrcitos y en el transporte y proteccin del armamento, y la ms eficaz en el conocimiento de la tierra y sus pobladores. Gracias a estos ejrcitos multitudinarios los espaoles pudieron conquistar el Mxico central y luego invadir Michoacn, la Nueva Galicia (Jalisco), el norte (Nuevo Mxico), la costa de Veracruz, Oaxaca, Tehuantepec, hasta penetrar en las tierras mayas de Guatemala, Honduras, San Salvador y otras partes de Centroamrica.30 La importancia militar y estratgica de la participacin indgena es manifiesta en el embate final a Tenochtitln. Ross Hassing, el riguroso historiador de esa batalla, calcula que en el asalto final a la capital mexica intervinieron unos 200 mil indgenas aliados, aun cuando stos fueron virtualmente ignorados y nunca recompensados.31

La nueva atencin a la participacin indgena ha permitido considerar con ms claridad sus caractersticas grupales. Destacan, en primer lugar, los nativos, llevados a la fuerza por su condicin de esclavos o prisioneros. A su lado, los numerosos indios que haban perdido sus tierras se unieron a los espaoles como soldados, conquistadores y auxiliares, y luego se convirtieron en colonos permanentes de las tierras conquistadas. Entre stos destacan los nobles, jefes y guerreros que capitanearon a los nativos de su altpetl y mantuvieron los lazos solidarios de la identidad tnica, la lengua y el amor al pueblo de origen. Finalmente, los relatos de la conquista consignan la presencia de indios mercenarios, quienes se alquilaban ocasionalmente para tomar parte en expediciones de guerra y conquista.32

El conjunto de estos estudios contribuyeron a borrar la imagen del hroe conquistador y capitn invencible cuyo prototipo dej estampado William H. Prescott en la figura de Hernn Corts (History of the Conquest of Mexico, 1842). Asimismo, poco a poco se fue desmoronando el mito del ejrcito imperial sustentado por el rey de Espaa. Ya en 1933 Silvio Zavala haba publicado un ensayo seminal: Los intereses particulares en la conquista de la Nueva Espaa. En pocas pginas este libro demostraba que todas las empresas de conquista se hicieron sobre la base de compaas y asociaciones privadas, en las cuales los concurrentes particulares acordaban el monto de su compromiso y el correspondiente beneficio si la empresa tena xito. Siguiendo esta huella, en un ensayo reciente sobre El mito del ejrcito del rey, Matthew Restall pudo afirmar que los espaoles que se unieron a las expediciones de conquista lo hicieron no bajo la condicin de recibir pagos especficos, sino con la esperanza de adquirir riqueza y estatus.33 Eran, como dijo James Lockhart, agentes libres, emigrantes y colonos no asalariados, receptores de encomiendas irregulares y vidos buscadores de tesoros y ganancias personales.34La ininterrumpida floracin de nuevas fuentes, mtodos e interpretaciones y la creciente cruza de disciplinas antes desconectadas, asestaron un golpe duro a los consagrados arquetipos del gran hombre, la superioridad racial, el poder sin parangn del armamento europeo o la sutil conquista espiritual conducida por los frailes misioneros, y con ellos se borraron otros mitos parecidos, que fueron cayendo uno tras otro al ser sometidos al nuevo instrumental analtico. Simultneamente abundaron los estudios que reivindicaron las fortalezas que sostuvieron a los pueblos indgenas: el altpetl, la cohesin tnica, la defensa comunitaria del territorio, la autonoma poltica, la escrupulosa prctica de formar alianzas y establecer acuerdos con los vencedores en cualquier orden amenazado por fisuras: militar, poltico, econmico, social, religioso, comunal, etctera. A estas dos convergencias debemos una nueva concepcin de la conquista y del papel prominente que en ella jugaron las comunidades indgenas.

Enrique Florescano

Historiador. Entre sus libros recientes: Atlas histrico de Mxico (en colaboracin con Francisco Eissa), Los orgenes del poder en Mesoamrica y Quetzalcatl y los mitos fundadores de Amrica.

1 Florescano, Enrique, Memoria mexicana, Mxico, FCE, 1994, pp. 353-369.

2 Ibd., pp. 359-369.

3 Lockhart, James, Views of Corporate Self and History in some Valley of Mexico Towns: Late Seventeenth and Eighteenth Centuries, en George A. Collier, Renato I. Rosaldo y John D. Wirth (comps.), The Inca and Aztec States 1400-1800, Anthropology and History, Academic Press, Nueva York, 1982, pp. 367-393; vase tambin Menegus, Margarita, Del seoro indgena a la Repblica de Indios. El caso del Valle de Toluca 1500-1600, Conaculta, Mxico, 1994.

4 Sobre los Cdices Techialoyan hay una extensa bibliografa. Vase, por ejemplo, Robertson, Donald, Mexican Manuscript Painting of the Early Colonial Period. The Metropolitan Schools, Yale University Press, cap. 11, 1959; Harvey, H. R., Techialoyan Codices: Seventeenth Century Indian Lands Titles in Colonial Mexico, en Spores, Ronald (comp.), Handbook of Midle American Indians (supplement 4), University of Texas Press, pp. 153-184, 1986; Harvey, H. R., Cdice Techialoyan de Huixquilucan (Estado de Mxico) (ed. facsimilar), El Colegio Mexiquense, 1993; Noguez, Xavier y Rosaura Hernndez (eds.), Cdice Techialoyan Garca Granados, El Colegio Mexiquense, 1992; Blingand, Nadine, Cdice de San Antonio Techialoyan, Instituto Mexiquense de Cultura, 1993; Wood, Stephanie, El problema de la historicidad de los Ttulos y Cdices Techialoyan, en Xavier Noguez y S. Wood (eds.), De tlacuilos y escribanos, El Colegio de Michoacn-El Colegio Mexiquense, 1998, pp. 167-221.

5 Gruzinski, Serge, La colonizacin de lo imaginario: Sociedades indgenas y occidentalizacin en el Mxico espaol, siglos XVI-XVIII, col. Historia, FCE, Mxico, 1991, p. 82.

6 Vase Florescano, Enrique, El canon memorioso forjado por los Ttulos primordiales, American Review, Colonial Latin, vol. 11, nm. 2, 2002, pp. 183-230.

7 dem. Sobre los Ttulos primordiales vase tambin: Lpez Caballero, Paula (comp.), Los Ttulos primordiales del Centro de Mxico, Conaculta, Cien de Mxico, 2003; y Ruiz Medrano, Ethelia, Claudio Barrera Gutirrez y Florencia Barrera Gutirrez (eds.), La lucha por la tierra. Los ttulos primordiales y los pueblos indios en Mxico, siglos XIX y XX, FCE, 2012.

8 Carrasco, Pedro, Estructura politico-territorial del imperio tenochca: La Triple Alianza de Tenochtitlan, Tetzcoco y Tlacopan, col. Fideicomiso Historia de las Amricas, FCE/ColmEx/FHA, Mxico, 1996, p. 27. Vase una definicin amplia del altpetl y sus caractersticas en Lockhart, James, The Nahuas After the Conquest. A Social and Cultural History of the Indians of Central Mexico, Sixteenth trough Eighteen Centuries, Stanford University Press, Stanford, 1992, pp. 14-58; Florescano, Enrique, Los orgenes del poder en Mesoamrica, FCE, Mxico, cap. II; y Fernndez Christlieb, Federico y ngel Julin Garca Zambrano (coords.), Territorialidad y paisaje en el altpetl del siglo XVI, FCE/Instituto de Geografa de la UNAM, 2006.

9 Restall, Matthew, The Maya World: Yucatec Culture and Society, 1550-1850, 1997, Stanford University Press, Stanford, pp. 24-27. Restall dedica todo el captulo III de su libro a explicar y describir las caractersticas del cah. Vase tambin una comparacin entre el cah y el altpetl en las pp. 312-314.

10 Restall, Matthew, Maya Conquistador, Beacon Press, 1998, pp. 47-48.

11 Terraciano, Kevin, The Mixtecs of Colonial Oaxaca: Nudzahui History, Sixteenth Through Eighteenth Centuries, Stanford University Press, Stanford, 2004, pp. 103 y ss.

12 Esta nueva interpretacin la debemos a los estudios de Restall, Matthew, Seven Myths of the Spanish Conquest, Oxford, 2003; Matthew, Laura E. y Michel Oudjik (eds.), Indian Conquistadors. Indigenous Allies in the Conquest of Mesoamerica, University of Oklahoma Press, 2007; Asselbergs, Florine, Conquered Conquistadores. The Lienzo de Quauhquechollan: A Nahua Vision of the Conquest of Guatemala, University of Colorado Press, 2004, p. 82, entre otros. In the A61 Justicia 291 document, the indigenous conquistadors, referring to themselves as conquistadores, clearly regard themselves as being at the same level as the Spaniards, and they are also clearly disillusioned that they received little in return for their loyal service: Asselbergs, Conquered Conquistadors, p. 101.

13 Ibd., p. 85.

14 Kranz, Travis Barton, The Tlaxcalan Conquest Pictorials: The Rule of the Images in Influencing Colonial Policy in Sixteenth-Century Mexico, PhD dissertation, University of California, Los ngeles, 2001. El historiador Alfredo Chavero hizo una edicin del texto que llam Historia de Tlaxcala en 1892. Finalmente, Ren Acua encontr en la Coleccin de la Universidad de Glasgow, registrada con ese ttulo, la Descripcin de la ciudad y provincia de Tlaxcala de la Nueva Espaa e Indias del Mar Ocano, para el buen gobierno y ennoblecimiento de ellas, que es una de las relaciones solicitadas por Felipe II hacia 1579, y que Muoz Camargo prepar entre 1580 y 1585. Esta Descripcin de la Ciudad y Provincia de Tlaxcala, la edit la UNAM en 1981 en forma de facsimilar bajo el cuidado del mismo doctor Ren Acua.

15 Vase Berdan, Frances B. y Patricia Rieff Anawalt (eds.), The Codex Mendoza, 4 vols., I, University of California Press, 1992, pp. 35-37, 42-46 y 51, y Boone, Elizabeth Hill, Relatos en rojo y negro. Historias pictricas de aztecas y mixtecos, trad. de Juan Jos Utrilla Trejo, col. Antropologa, FCE, Mxico, 2010, cap. VIII.

16 Kranz, Travis Barton, Sixteenth-Century Tlaxcalan Pictorial Documents on the Conquest of Mexico, en Lockhart, James, Lisa Sousa y Stephanie Wood (eds.), Sources and Methods for the Study of Postconquest Mesoamerican Ethnohistory, Eugene, Oregon, Wired Humanities Projects, University of Oregon.

17 Ibd., p. 7.

18 Ibd., pp. 12-13.

19 Ibd., pp. 18-19.

20 Estos aliados proveyeron a los espaoles de elementos esenciales: comida, el conocimiento de los caminos, la estrategia de combate de los guerreros indgenas, [...y] proveyeron adems de la fuerza de trabajo y el conocimiento [de las len- guas y costumbres nativas] que a la postre hizo efectiva la conquista de Guatemala (Asselbergs, op. cit., pp. 95-99).

21 Ibd., pp. 86 y 245-249: la obra de Asselbergs es la primera que muestra el contenido real, su sig- nificacin histrica, las caractersticas pictricas y el mensaje del Lienzo de Quauhquechollan. Un complemento valioso de esta obra es el libro El Lienzo de la Conquista. Quauhquechollan, editado por la Universidad Francisco Marroqun, Guatemala, 2007. Esta edicin contiene una excelente reproduccin del lienzo ya restaurado, escena por escena.

22 Asselbergs, op. cit., pp. 229-230.

23 Ibd., pp. 225-228. Vase tambin el libro de Akkeren, Rudd van, La visin indgena de la Conquista, Serviprensa, Guatemala, 2007.

24 Wood, Stephanie, A Proud Alliance. The Mapa de Cuauhtlantzinco, en Transcending Conquest. Nahua Views of Spanish Colonial Mexico, University of Oklahoma Press, 2003, cap. 4.

25 Ibd., pp. 79-83.

26 Dice Peer Schmidt (Smbolos polticos y su iconografa en los cdices coloniales del Mxico central, en Arellano, Carmen, Peer Schmidt y Xa- vier Noguez, coords., Libros y escritura de tradicin indgena. Ensayos sobre los cdices prehispnicos y coloniales de Mxico, El Colegio Mexiquense/Universidad Catlica de Eichstatt, Zicanatepec, 2002, pp. 410-411): Aunque no se sepa mucho acerca de los escribas (Tlacuiloque) y los autores de los cdices, conocemos con seguridad que la elaboracin de los escritos pictogrficos se debe en gran parte a la iniciativa de la nobleza indgena y que los personajes descritos son del linaje noble [...] La autorrepresentacin de la nobleza era necesaria para legitimar de nuevo su posicin y los derechos de la clase regente nativa bajo las nuevas condiciones del dominio colonial [... As, el cdice] Techialoyan de Huixquilucan fue elaborado por tres caudillos indgenas que pusieron por escrito la historia de su linaje: Don Juan Chimalpopocatzin, Don Miguel Totoquiahuaztli y Don Antonio Chimalpopocatzin. Sobre el uso de la herldica hispana en los lienzos, cdices, escudos y mapas indgenas vase Hans Roskamp, La herldica novohispana del siglo XVI: un escudo de armas de Tzintzuntzan, Michoacn, en Prez Martnez, Hern y Brbara Skinfill Nogal (eds.), Esplendor y ocaso de la cultura simblica, El Colegio de Michoacn, 2002, pp. 227-268.

27 Restall, Matthew, 1998, op cit., pp. XIII-XIV.

28 Ibd., pp. 44-46.

29 Vase Pohl, John, Creation Stories, Hero Cults, and Alliance Building, en Smith, M. E. y E. F. Berdan (eds.), The postclassic Mesoamerican World, University of Utah, 2003, pp. 61-66. En la p. 61, observa Pohl: las historias heroicas fueron situadas tpicamente en los tiempos posteriores a su creacin, mezclando hechos reales con tradiciones mticas. Se contaron mltiples variaciones que a menudo eran conflictivas pero siempre llenas de suficientes detalles para sugerir que podan estar basadas en eventos histricos. Cf. Zborovev, Danny, Identidades faccionales en las narraciones territoriales de la Oaxaca colonial. Un enfoque desde las montaas chontales, en Sebastian van Doesburg (coord.), Pictografa y escritura alfabtica en Oaxaca, Colegio Superior para la Educacin Integral Intercultural de Oaxaca, 2011, pp. 233-270.

30 Matthew, Laura E. y Michel Oudjik (eds.), Indian Conquistadors. Indigenous Allies in the Conquest of Mesoamerica, University of Oklahoma Press, 2007. Este libro contiene ensayos que muestran el amplio abanico territorial de la conquista es- paola y la participacin indgena en cada regin. Vase tambin Restall, M., Maya Conquistador, y del mismo autor, Seven Myths of the Spanish Conquest, especialmente el cap. 3, Invisible Warriors.

31 Citado por Restall, Seven Myths of the Spanish Conquest, p. 47. El libro de Ross Hassig es Aztec Warfare. Imperial expansin and Political Contact, University of Oklahoma Press, 1988.

32 Vase sobre estas clasificaciones, Schroeder, Introduction. The Genre of Conquest Studies, en Matthew y Oudjik, Indian Conquistadors, pp. 8-20.

33 Restall, Matthew, Seven Myths of the Spanish Conquest, cap. 2, Neither Paid nor Forced, pp. 34-37.

34 Lockhart, James y Enrique Otte, Letters and People of the Spanish Indies: The Sixteenth Century, Cambridge University Press, 1976, p. 3, citado por Restall, ibd.

Fausto Aguilar Domnguez 25 marzo, 2014, 1:43 pm Melahuac! miac opoliuh, yeceh noihqui melahuac miac tlamantli ticpixtoqueh oc axcan.Ticpixtoqueh tonantlahtol, tonelhuayo, tonezcayo, toyuhcatiliz, tomexihcayo ticchayahuacan, ticmahuiztilican ic mah amo polihui.Es cierto que mucho se ha perdido, pero tambin es cierto que an conservamos mucho. Tenemos nuestras lenguas, nuestra raices, nuestra identidad, nuestra cultura, nuestra mexicanidad Hay que difundirla y valorarla para que no se pierdan.Pudieron cortar nuestras flores, pudieron tirar nuestros frutos, pudieron trozar nuestras ramas pero nunca podrn arrancar nuestras profundas races