Larissa Adler Lomnitz_Una Familia de La Elite Mexicana

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NA FAMILIA DE LA ÉLITE MEXICANA PARENTESCO, CLASE Y CULTURA, 1820-1980 Larissa Adler Lomnitz f Marisol Pérez Lizaur

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IntroducciónCap. 2Cap. 4 Conclusiones

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NA FAMILIA DE LA ÉLITE MEXICANA

PARENTESCO, CLASE Y CULTURA, 1820-1980

Larissa A d le r Lomnitz f Marisol Pérez Lizaur

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Una familia de la élite mexicana. Parentesco, clase y cultura, 1820-1980 es la historia de la familia Gómez, una familia de élite de la ciudad de México que actualmente cuenta con más de 600 miembros reconocidos, más sus cónyuges. Las autoras trazan sus orígenes desde una comunidad poblana en 1820, su migración a la ciudad de México a principios del porfiriato y su desarrollo citadino, ligado al desarrollo eco­nómico e industrial de México hasta 1980. Con información documental, histórica y sobre todo etnográfica, muestran cómo la familia desarrolló una subcultura propia y una gran habilidad para desarrollar sus intereses económicos en ambientes políticos y económicos cambiantes. Uno de sus descubrimientos más importantes es la relevancia del siste­ma de parentesco para mantener unida a la familia a lo largo de los años y de los cambios políticos y económicos, basa­do en “ la gran familia de tres generaciones” , que incluye a los abuelos, padres y nietos. Las autoras muestran cómo los empresarios más importantes de la familia, actores sociales destacados del llamado “milagro mexicano” , no solamente fueron los líderes familiares, sino también del sector em­presarial, hasta la década de 1980. Un factor importante para obtener y mantener este liderazgo fue el emplear y dar contratos a los parientes en sus negocios, alrededor de los cuales se integró una red de empresas de parientes. Estos empresarios además contaron, para su desempeño como tales, con el apoyo de las “mujeres centralizadoras” , quienes se encargaban de obtener y hacer circular la infor­mación pertinente sobre los parientes y sus negocios. Las autoras también muestran cómo los rituales familiares han sido factores importantes para la unidad familiar, ya que la participación en ellos ayuda a contrarrestar las tendencias centrífugas generadas por el crecimiento demográfico, la segmentación familiar y la diferenciación en estilos de vida y niveles económicos.

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Cronología

Fecha México Familia Gómez

1867-1872 Toma el poder el Partido Libe- Don Carlos Gómez (i, 3), agricul- ral; sube a la presidencia Benito tor y comerciante, vive en Puebla. Juárez; se ponen en práctica las Leyes de Reforma.

1872 Inicio de la era de Porfirio Díazy de la estabilidad política.

1875 Muerte de don Carlos.1880 Su hijo Leopoldo (ii, 16) se tras­

lada a la ciudad de México como empleado de su primo.

1910 Estalla el movimiento revolu- Leopoldo pasa a ser un empresariocionario. importante; todos sus hermanos

ya se han casado.1917 Se proclama la Constitución.1921 Comienza a calmarse el conflic- Leopoldo reaparece como media­

to armado. no empresario.1925 Muerte de Leopoldo y de Mamá

Inés (i, e” 3).1926 La Cristiada: persecución reli- Pablo (m, 51) y Leopoldo hijo (m,

giosa en México. 50 ) asumen el liderazgo de lafamilia.

1928 Fundación del p n r ; paz social, Cecilia (n , 21) muere; control denacionalismo y desarrollo. la tercera generación.

1934-1940 Administración de Cárdenas; Ascenso social y económico de nacionalismo con matices socia- Pablo, listas.

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(Continuación)

Fecha México Familia Gómez

1940-1946 Apoyo oficial a la iniciativa pri- Pablo es ahora un hombre de nego- vada; política de sustitución de cios importante; diversificación importaciones. y proliferación de las inversiones

de Pablo, Leopoldo hijo y su pri­mo Pedro (iii, 72).

1946-1952 Alianza entre empresa y Estado: el “milagro mexicano”.

1952-1958 Comienzo de un nuevo trato a Muerte de Pablo; Pedro asume el la clase trabajadora; el Estado liderazgo de la familia; Leopoldo reanuda negociaciones con los hijo crea consorcio industrial, industriales.

1958-1964 El Estado es el planificador central Cuarta generación en el central y el árbitro económico; desarrollo control; alianzas matrimoniales con de nuevas corporaciones; irrup- capitales de importancia; partici- ción de capital extranjero. pación en el desarrollo inmobi­

liario.1964-1970 Cúspide de la alianza Estado- Consolidación de los líderes más

empresa; se invita a las corpora- jóvenes; Leopoldo hijo, patriarca ciones extranjeras a invertir en de la familia; modernización de la México; surgimiento de las cor- empresa familiar, poraciones financieras.

1970-1976 Crisis económica; empresa en Cierta pérdida de confianza en la oposición al gobierno; intentos economía; fuga de capitales; los del Estado por corregir los dese- líderes de la familia acomodados, quilibrios socioeconómicos. pero ya no tan prominentes en el

mundo mexicano de los negocios.

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Introducción

Es t e es un estudio de los Gómez, una familia de la élite de la ciudad de México. Es asimismo una historia familiar, dado que la evolución del grupo de parentesco se remonta a un periodo de

160 años (1820-1980).Paralelamente, debido a que esta familia constituye un signi­

ficativo grupo empresarial que ha contribuido al desarrollo del México moderno mediante su participación en el proceso indus­trializados en este trabajo no hemos pasado por alto la historia económica, política y cultural.

Una pregunta básica que se hacen los científicos sociales tiene que ver con la relación que existe entre el nivel macrosocial de análisis y la vida de la gente. Dos opciones son posibles. Por una parte, uno se puede preguntar cómo se ha visto afectada la vida de individuos concretos por la historia, la economía y la cultura de su sociedad. Por otra, se puede investigar la influencia de los indi­viduos o pequeños grupos en la historia y en la sociedad en gene­ral. Nosotras, adoptamos un camino intermedio, entre la pers­pectiva individualista que sostiene que la historia es el resultado del pensamiento y de las acciones de los individuos y el concepto determinista de las fuerzas históricas en calidad de motores bási­cos. La gente vive en un contexto histórico, social y cultural es­pecífico. Las decisiones se toman en ese contexto, y los individuos adoptan diferentes estilos de vida y actúan de modo heterogéneo.

Cada grupo es único en su sabor cultural, en su mitología, en sus rituales y costumbres tanto como en su posición dentro de la estructura social. Su particularidad consiste en que los miembros de una familia o grupo social comparten una ideología y un con

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junto de tradiciones que los distinguen de otros. Así adquieren un sentimiento de pertenencia que supone la exclusión de extra­ños, con quienes pueden compartir otros amplios sistemas cultu­rales como el de nación, clase o localidad. Si todo estuviese prede­terminado por la estructura social y por la macrohistoria, no ocurrirían variaciones significativas dentro de un estrato social. Por otra parte, el contexto sociocultural es básico para entender las acciones individuales y la evolución de los grupos sociales.

La interacción constante entre estos niveles de análisis es una preocupación básica a lo largo del libro. Hemos tratado de tomar los hechos de una historia familiar específica y desarrollar un texto sociológicamente válido colocando este material -sucesos, caracteres, rasgos y opiniones que en sí mismos pueden ser trivia­les- en el contexto del lugar, periodo, estructura social, cultura, clase e historia nacional.

La historia familiar de los Gómez entre 1820 y 1980 tendrá como telón de fondo la historia mexicana de tres etapas diferen­tes. La primera va hasta 1910, en la cual se presta especial atención al porfiriato, periodo que contiene la aparición del primer empre­sario de la familia y la expansión de la industrialización. La se­gunda, de 1910 a 1950, comprende particularmente el periodo posrevolucionario de reconstrucción nacional, el cual estableció y consolidó la estructura social prevaleciente y llevó a los años del “milagro mexicano”. Por último la etapa de la posguerra mun­dial, misma que presenció el surgimiento de las corporaciones multinacionales, el desarrollo industrial de alta tecnología y el papel creciente del Estado en la economía.

En este amplio contexto se inscriben los sucesos de la vida familiar de los Gómez: sus orígenes rurales y la migración a la ciudad de México; el surgimiento del primer empresario de la familia; el interludio de la Revolución; los estilos divergentes de los dos hijos herederos de la empresa;-el acceso al poder y el crecimiento numé­rico de la familia; la estratificación en ramas familiares y la res­puesta de la cuarta generación de empresarios ante el reto de las corporaciones empresariales de los años setenta.

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Los Gómez pertenecen a un estrato poco estudiado de l.i sociedad mexicana, la burguesía nacional. No se trata de la bui guesía de origen criollo, descendiente de los terratenientes o de los mineros españoles de la Colonia. Más bien, los Gómez er;ui pequeños comerciantes que posteriormente se convirtieron en industriales y, por último, no por razones económicas sino de prestigio, en terratenientes y rancheros. Esta evolución recuerda el surgimiento de la burguesía industrial clásica de Europa, salvo que el modelo dista de ser semejante. Algunos individuos de la familia supieron aprovechar oportunidades históricas; otros sim­plemente siguieron sus pasos. Describiremos la vida y milagros de nueve hermanos que fundaron ramas familiares enteramente diferentes, cuyos herederos incluyen industriales importantes, profesionistas liberales y pequeños hombres de negocios; cada grupo ocupa una posición social diferente en el México actual.

A pesar de las importantes diferencias económicas, producto de la estratificación, todos los miembros de la familia Gómez se identifican con el sector privado del sistema político mexicano. Este sector es oficialmente definido como aquel que contiene a los propietarios de los medios de producción (por ejemplo indus­triales y banqueros), a inversionistas, comerciantes, profesionistas liberales independientes y a los altos funcionarios de las empre­sas privadas. Al igual que el resto de la sociedad mexicana, el sector privado se halla organizado jerárquicamente con los prin­cipales grupos industriales y financieros en la cúspide. Entre los Gómez encontramos empresarios que son patrones de otros miem­bros de la familia, cuya consecuencia es una compleja red de empresas interdependientes. El análisis de estos niveles de interac­ción permitirá comprender mejor la relación entre individuos y política de clase. Sobre todo, hemos de explicar el hecho sobre­saliente de que a pesar de la diferenciación económica se ha mantenido la cohesión y la solidaridad de la familia.

En otro sentido, este libro es también una relación cultural. El parentesco, los rituales y la ideología son elementos básicos en el sistema cultural de cualquier grupo social. Las generaciones de Gómez atestiguan el papel vital que juega un patrón específico

INTRODUCCIÓN 11

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de parentesco: la gran familia trigeneracional. Este patrón de parentesco no sólo constituye la unidad prescrita de solidaridad entre los Gómez sino también representa él rasgo predominante del sistema de parentesco en México, y posiblemente en toda América Latina. Por supuesto que es útil e importante distinguir entre un patrón cultural amplio (estructura) de parentesco y sus realizaciones específicas (acontecer cotidiano), como la forma­ción de unidades domésticas o expresiones externas de solidari­dad. Éstas dependen de la clase, la economía, la demografía y de las condiciones locales, por ejemplo la disponibilidad de vivien­da. Las variantes culturales se crean a partir de la selección del fondo macrocultural. Los Gómez aparecen como un grupo social distintivo, con rasgos culturales específicos, que en último térmi­no remiten a la cultura nacional en tanto contribución original de lo que significa ser mexicano. El patrón trigeneracional de gran familia que los Gómez tienen en común con el resto de la socie­dad mexicana explica ampliamente el carácter cultural distintivo de su vida familiar en comparación con el de las sociedades anglo­sajonas como Gran Bretaña o Estados Unidos.

Si examinamos la ideología y los rituales de los Gómez, obser­vamos que sus aspectos culturales distintivos han evolucionado a partir de un acervo de rasgos compartidos con el resto de la socie­dad mexicana. Las principales ceremonias de los Gómez (bodas, funerales, bautizos, etcétera) son observadas por todos los mexi­canos de manera similar; empero, este grupo particular de parien­tes ha desarrollado matices, variaciones, estilos de observancia y posiciones públicas que identifican a sus miembros como especí- íicamente Gómez. La mayoría de los rituales se derivan de las tradiciones del catolicismo mexicano; las variaciones incluyen cere­monias seculares o costumbres que a veces tienen que ver con cues- t iones de clase y a veces parecen ser inherentes a la familia Gómez.

La ideología familiar es una mezcla de elementos propios y externos. Algunos provienen de la historia mexicana interpretada desde una posición de clase específica; otros derivan de los valo­res ile los hacendados, en otro tiempo la clase dominante de México. Estos valores chocan y a la vez se funden con la ética

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INTRODUCCIÓN

protestante de la nueva burguesía: frugalidad versus consumo conspicuo, trabajo duro versus ocio aristocrático, etcétera. Otra área de tensión ideológica radica en la etnicidad: la superioridad atribuida a la gente de piel blanca, ojos azules y pelo rubio se enfrenta al hecho de que la antepasada más venerada de la fami- lia era indígena.

Si bien el catolicismo es reconocido como el móvil principal de la ideología familiar en asuntos de roles familiares y sexuales y en la relación entre individuo y sociedad, es importante añadir que la doctrina católica se interpreta y modifica desde la perspec­tiva de la clase dominante. Lo mismo se aplica al nacionalismo mexicano. Existen ligeras pero significativas variaciones en el cato­licismo y nacionalismo entre una rama de la familia y otra, incluso entre una gran familia y otra. La ideología de los Gómez contiene suficientes rasgos contradictorios como para permitir la expresión de variaciones individuales y subgrupales sin que corra peligro la solidaridad familiar.

El sistema de valores de los Gómez podría describirse en términos generales como “corporativismo mediterráneo”. Este afirma la prioridad de la familia sobre el individuo, el interés del grupo sobre la libertad personal y la solidaridad sobre el desarro­llo personal. Las relaciones dentro del hogar o en el negocio se hallan pautadas conforme a modelos católicos, y las relaciones patrón-cliente permean familia y empresa, que a menudo son una misma cosa.

La historia del grupo familiar de los Gómez también se puede analizar en términos de su evolución en el espacio urbano. El inicio de la historia familiar reconocida se halla en un episodio de migración rural-urbana, pero a partir de 1880 el grupo se ha desarrollado exclusivamente en la ciudad de México. Los movi­mientos sucesivos dentro de los límites urbanos en expansión definen el tipo de unidad doméstica y los patrones de interacción de los parientes que se pueden observar hoy en día. Surgen y decaen barrios en el correr de décadas, y la suerte de cada rama de los Gómez sigue las tendencias de los valores de los bienes raíces y de los caprichos de la moda. Los que pueden permitírselo viven

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en conjuntos residenciales trigeneracionales, lo que constituye la expresión del patrón ideal del parentesco inherente a la ideología de los Gómez.

E structura y proceso

El m a t e r ia l que presentamos aquí es de carácter histórico. Des­cribimos un proceso en el tiempo: el desarrollo de un grupo de parentesco en el transcurso de cinco generaciones. Al mismo tiempo tratamos de definir un segmento de la realidad social: qué es constante y qué se halla sujeto al cambio, qué es esencial y qué es casuístico o circunstancial. En cada capítulo se busca examinar el cambio y la continuidad; sin embargo, cada tema tiene su propia dinámica de cambio.

Los rituales representan un aspecto relativamente estable de la cultura de grupo, pero aun éstos cambian gradualmente con el tiempo. La economía y la ideología evolucionan con mayor pres­teza, dependiendo de factores externos, pero un escrutinio cui­dadoso de estos aspectos de la vida social revela un patrón básico perdurable. El patrón de parentesco se mantiene inmutable, pero esta estabilidad sólo se manifiesta si uno observa globalmente el ciclo trigeneracional en su desarrollo de 150 años de historia familiar.

Nuestra tesis central es la preeminencia de la gran familia (es decir, la familia extensa de tres generaciones) en cuanto unidad significativa básica de la solidaridad en México. Esta estructura se mantiene de manera activa con el tiempo; sin embargo, algunas de sus expresiones se hallan sujetas al cambio. Por ejemplo, la unidad doméstica se halla constituida de manera diferente acor­de con los imperativos económicos, y las expresiones concretas de la solidaridad familiar dependen del estatus social y económico (o de la percepción cambiante de qué se considera una demostra­ción significativa de la solidaridad). Así, los habitantes de las barriadas de la ciudad de México expresan la solidaridad entre parientes mediante el constante intercambio de bienes materia­les y de servicios personales. Ello requiere proximidad residencial,

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INTRODUCCIÓN 21

usualmente en unidades domésticas de la familia extensa en las que el intercambio puede acrecentarse (Lomnitz, 1977: 100-116). Entre los Gómez de clase media y alta, por otra parte, la solidari­dad se expresa mediante la participación en ceremonias familia­res, tratos de negocios, trabajos y contratos. Las familias nucleares ocupan hogares separados y el intercambio de alimentos y servi­cios personales no es necesario, aun si la unidad básica de solida­ridad sigue siendo la unidad trigeneracional de abuelos, hijos y sus respectivos consortes, y los nietos. Se hace hincapié en la consanguinidad por encima de la afinidad.

Sólo cuando ha fallecido la pareja anciana (para esas fechas la gran familia podría ya incluir cuatro generaciones) tiene lugar la segmentación. Aun ésta no implica necesariamente una disminu­ción de la solidaridad, porque si todavía viven los hermanos de los padres fallecidos, son miembros de la ahora truncada gran familia de la generación previa.

No es tarea fácil desechar ideas erróneas muy arraigadas. La familia nuclear no representa una unidad de solidaridad más “básica” que la gran familia. Conviene introducir una distinción entre la familia como una unidad conceptual de significado en el sistema simbólico y como base de la distribución física de la unidad doméstica. Lo último tal vez sea más visible en apariencia; la gran familia emplea entre 40 y 50 años para desplegar y completar un ciclo de segmentación generacional. Se trata de un proceso y de una estructura al mismo tiempo.

Los acontecimientos históricos, la diferenciación de clases, los constreñimientos ecológicos y aun las influencias culturales e ideológicas agrupadas bajo la descripción amplia de “moderniza­ción”, producen cambios en las expresiones externas de los arreglos familiares (unidades domésticas) o en las expresiones de solida­ridad entre parientes (intercambio). Las definiciones de interac­ción significativa pueden ser modificadas por el cambio tecnoló­gico, como el uso del teléfono en su calidad de medio muy expedito de comunicación en el contexto urbano. Pero la conti­nuidad se mantiene en la estructura básica del sistema de paren tesco: la gente incluida, las definiciones de los derechos y las

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obligaciones, y el significado de los roles de parentesco siguen siendo válidos para todos los miembros del grupo.

Hemos encontrado que el parentesco ocupa el punto central de la confluencia entre la continuidad y el cambio. El parentesco se manifiesta y expresa de mil y una maneras, pero conserva idéntica su estructura en el tiempo. Su carácter es cíclico: termina una manifestación y empieza de nuevo.

La continuidad de la estructura de parentesco se refrenda en los rituales. Por su esencia, y casi por definición, los rituales de­bieran ser estables. Su repetición está diseñada para mantener los símbolos con el paso del tiempo. La relación entre ritual y paren­tesco es evidente: la gran familia ha de participar junta en todos los rituales. Además, la interacción entre diferentes grandes fami­lias y entre grupos o estratos dentro de la red de parentesco más amplia se expresa asimismo mediante rituales. Las variaciones redundan en estilos particulares de cada grupo. Los rituales son espacios no sólo de solidaridad sino también de conflicto. Abren las ventanas al cambio dentro de la continuidad; de este modo, aseguran la permanencia de lazos de parentesco más allá del ciclo de vida de los individuos.

La ideología es el conjunto de ideas, creencias y valores que acerca del mundo tiene un individuo. La idea que tienen los Gómez de sí mismos y de su lugar en la sociedad es también resultado de la interacción entre continuidad y cambio. La familia crea histo­ria y, al hacerlo, elabora una narración histórica sacada de manera selectiva de acontecimientos reales que pueden o no haber ocurri­do. Esa historia es transmitida oralmente en el círculo familiar. Se convierte en la verdad revelada acerca de los antepasados, sus héroes y villanos relevantes, su autoimagen. En suma, constituye una mitología.

Un mito no es necesariamente falso. Más bien, su verdad o falsedad es irrelevante. La galería de retratos familiares se vuelve una secuencia idealizada de símbolos ejemplares, como el funda­dor arquetípico, la imprescindible abuela, el eterno empresario, la siempre abnegada esposa o la oveja negra por excelencia. La selec­ción de personajes y acontecimientos no es producto del azar

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INTRODUCCIÓN 23

sino ideológica, en el sentido de que los hechos quedan subordi­nados a la transmisión de valores: orgullo familiar, lealtad, trabajo duro, estatus, juicios morales positivos y negativos, y los valores inherentes en los atributos físicos. Los ejemplos negativos se usan para subrayar los rasgos indeseables que han de evitarse si uno quiere seguir siendo miembro de la familia. Así, la historia oral no es un mero almacén de información sobre el origen de la familia; la participación en la historia familiar y su aceptación constitu­yen lo que diferencia a los miembros de la familia de aquellos que no lo son. Los ascendientes no bastan para conferir membresía en el grupo de parientes; es necesario completar la ascendencia biológica con una historia común, una mitología y seudorrecuer- dos compartidos que regulen la conducta diaria.

Continuidad y cambio se manifiestan en el mito, dado que éste se desarrolla a partir de la experiencia grupal. No se cristaliza de una vez y para siempre; más bien, constantemente se le añaden nuevos sucesos e interpretaciones de viejos sucesos. Podría decirse que el tema de la historia de la familia representa la continuidad ideológica y que las modificaciones introducidas por los vaivenes de la fortuna constituyen su cambio ideológico. Se puede hacer un análisis similar de otros aspectos del sistema ideológico. Ciertos patrones de comportamiento se asocian con valores de clase. La autoridad patriarcal se justifica so pretexto del abolengo y exige despliegues periódicos de generosidad y de consumo conspicuo.

Por último, estos valores entran en pugna y luego se funden con los valores burgueses, por ejemplo en el mito del hombre que todo lo logra mediante el esfuerzo propio. Los prejuicios étnicos o raciales de la vieja aristocracia terrateniente son mitigados por la aceptación de los indígenas “buenos”, quienes son limpios, tra­bajadores y honrados como la antepasada de la familia, Mamá Inés. La versión Gómez del nacionalismo mexicano (un compo­nente importante de la ideología familiar) puede considerarse por tanto como un producto del orgullo ancestral, que destaca el legado español de la familia más la aceptación de su componente indígena, siempre y cuando éste se halle adecuadamente domes­ticado y santificado por la religión, como en el mito de la virgen de Guadalupe.

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Otros ejemplos de continuidad y cambio se encuentran en las ideas de los Gómez sobre la modernización y la religión. Los principios cambiantes de la religión católica implican nuevas actitudes, en particular entre las generaciones más jóvenes, en cues- t iones tales como la educación, el papel de las mujeres, el control de la natalidad y los roles de patronos, trabajadores y gobierno. Estos cambios ideológicos son una fuente de tensión entre las generaciones; pero finalmente las nuevas ideas se van incorpo­rando a la ideología familiar. Posiblemente no desplacen por entero a las formaciones anteriores; más bien pueden coexistir varias capas en un conjunto ideológico. Los elementos contradic­torios dentro de la ideología familiar incluso pueden percibirse como una fuerza y no como una debilidad: las tensiones entre genera­ciones, ramas o individuos no son una amenaza a la solidaridad de la familia. Con el tiempo, la ideología de los Gómez adquiere la apariencia de un conjunto coherente de creencias y valores, capaz de vérselas con cualquier circunstancia de la vida indivi­dual y con cualquier situación histórica que el grupo enfrente. De ahí proviene el fuerte sentimiento de identidad compartido por los miembros del clan.

La economía es el área de la vida social en la que los cambios se detectan con mayor prontitud. Cada rama de la familia des­ciende de un antepasado que se diferenció de los otros hermanos, determinando de este modo la posición de clase de su rama, ya sea ésta por vía masculina o femenina. En la actualidad la posición social de los miembros de la familia puede clasificarse entre las clases o estratos del México urbano que se identifican en mayoro menor medida con el sector dominante. El predominio de los Gómez ha persistido a pesar de la segmentación de la familia y de la diferenciación social.

Describiremos cómo evolucionaron las empresas de los Gómez y cómo los empresarios de la familia continuaron modificando sus estrategias de negocios para mantenerse a flote como miem­bros de la élite industrial.

Aun así también existe continuidad en la estructura de sus negocios, los cuales siguen siendo básicamente empresas familia­

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INTRODUCCIÓN

res, tanto en la importancia de las redes sociales en la economía como en el patrón de las relaciones patrón-cliente y en la actitud general de los empresarios hacia sus negocios como un medio y un vehículo de estatus familiar más que como un fin en sí mismo.

E conomía y significado

U na corriente relativamente nueva del pensamiento antropoló­gico se interesa en la comprensión de la relación existente entre la cultura como un sistema de significados y la lógica de la racio­nalidad económica.

Sahlins (1976b) ha hecho una crítica a la idea de que las cul­turas humanas pueden describirse o interpretarse exclusivamente en términos de búsquedas utilitarias o racionales, esto es, como formaciones adaptativas cuyo fin es la sobrevivencia. Esta polé­mica es relevante porque los Gómez constituyen un grupo de interés económico distintivo con una subcultura particular en la sociedad urbana de México.

Sahlins sostiene que el utilitarismo, incluida la visión marxista de la vida social como producto de la economía, es un punto de vista peculiarmente occidental y burgués. Al segregar de forma arti­ficial la economía del resto de la vida social y dotarla de una especie de autonomía, “en un último análisis la cultura se halla organizada por la naturaleza material de las cosas y no puede... trascender la estructura real manifiesta en la producción (Sahlins, 1976b: 207). Esto lleva a la errónea conclusión de que los factores materiales determinan la cultura de un modo inde­pendiente de la voluntad humana y por tanto más real que el sistema simbólico, que supuestamente se adapta y cede ante es­tos factores materiales.

No obstante, el efecto práctico de un factor material no está dado de una manera inherente: “más bien el interés práctico de los hombres en la producción se halla simbólicamente constituido” (Sahlins, 1976b: 207); se trata de un dato cultural. El problema de la naturaleza versus la cultura no ha de verse como una determi­nante de la otra; “más bien, al contrario: la acción de la naturaleza se desenvuelve conforme a la cultura” (Sahlins, 1976b: 2()(>).

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Este estudio comenzó como el análisis de la economía de un grupo, con la expectativa de explicar el sistema de parentesco con base en la economía. Implícitamente este enfoque descansaba en una lógica occidental, burguesa y “práctica”, como la criticada por Sahlins. En otras palabras, el fenómeno de la cohesión de la fami­lia había que explicarlo remitiéndose a la naturaleza de la empresa familiar, el cual requiere una cooperación estrecha entre el perso­nal de confianza tal como el que se puede encontrar dentro del círculo familiar. Había que subrayar la importancia del intercam­bio de información entre parientes, la utilidad económica de pertenecer a una parentela poderosa, etcétera.

No obstante, a medida que penetramos en la realidad social de la familia nos dimos cuenta de que esta lógica económica, si bien era correcta, no era la única ni la decisiva. Había casos en el terreno económico, por ejemplo, en los que las decisiones clave eran contrarias al principio de la maximización de utilidades. Tales decisiones no podían ser simplemente desechadas como irracio­nales. obedecían a una lógica diferente, misma que los informan­tes pudieron explicarnos.

Llegamos a la conclusión de que los empresarios Gómez mantenían a un gran número de parientes, gastaban dinero en rituales y conservaban personal ocioso en la nómina por razones ajenas a la ganancia económica.

Tenía que haber algo más: un imperativo cultural, un precepto de noblesse oblige, una necesidad de ser miembro de un grupo y de obtener prestigio dentro del mismo. Descubrimos que la gente desperdiciaba recursos valiosos y tomaba decisiones contrarias al beneficio económico para obtener ascendiente o satisfacer un anhelo de ser queridos por la familia y de pertenecer al grupo. En algunos casos la empresa estuvo seriamente amenazada por estas decisiones: en los sesenta, los Gómez se negaron a constituir una corporación por razones de orgullo y de factores culturales simila­res, una decisión colectiva que le costó a la familia su preeminen­cia social y financiera entre la alta burguesía mexicana.

Paulatinamente nos fuimos dando cuenta de que la lógica económica podía quedar subordinada a una poderosa lógica de

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diferente género. La gente quiere hacer dinero no porque éste sea el recurso clave del sistema económico sino para demostrar su valía personal. Los parientes ricos cuidan las relaciones con los pobres gracias a una connotación positiva de generosidad dentro del contexto ideológico de la familia y porque es una manera de expresar sus orígenes sociales y su progreso ulterior. Para estos industriales el elemento significativo en los negocios es el estatus y el poder personal. El capital no se valora en sí mismo sino más bien como un medio para obtener estatus.

Los empresarios Gómez se resisten a formar conglomerados o a que sus empresas se vuelvan sociedades anónimas, debido a que estas decisiones implican la pérdida de control individual sobre sus negocios. Un ejecutivo de una corporación no puede dar trabajo a sus sobrinos, ni retirar capital para hacer tratos de bie­nes raíces o para la boda de una hija. Todo esto carece de sentido económico en un mundo que está siendo invadido por las corpo­raciones multinacionales. Por actuar conforme a esta lógica cul­tural, algunos industriales mexicanos de viejo cuño han quebradoo han tenido que vender sus empresas a corporaciones multina­cionales, precisamente lo que habían querido evitar. Con todo, el caso de la familia Gómez muestra que no existe una regla general según la cual las razones culturales predominan sobre las razones prácticas o viceversa. Si un negocio se ve seriamente amenazado por la persistencia de un patrón cultural determinado, los empresa­rios jóvenes encuentran nuevas ideologías que les permitan en­frentar el reto. Las reglas de la solidaridad son redefinidas conti­nuamente con el fin de conservar la estructura de parentesco básica ante nuevas e inesperadas condiciones materiales.

Si los seres humanos son criaturas “bidimensionales” (Cohén, 1974), las relaciones de poder como las halladas en la economía y en la política representan una dimensión, y las acciones simbó­licas (como en el parentesco, el ritual y la ideología) representan otra. La cultura es el resultado de la interacción entre las fuerzas económicas y las fuerzas simbólicas.

La sobrevivencia económica representa un aspecto importante de la vida humana; la identidad, las creencias y las lealtades, otra.

INTRODUCCIÓN

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LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

I I o salva la distancia entre la macro y la microestruc-Iiii.i < k upa el punto focal entre continuidad y cambio y consti­tuye «I i erre no o campo de batalla entre las fuerzas económicas v los valores abstractos en las sociedades humanas. Los Gómez no son sólo un grupo de industriales capitalistas y sus respectivos clientes, miembros de la burguesía en un país capitalista depen­diente: son también una familia.

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C a p í t u l o 1

Los Gómez y la formación social mexicana

Du r a n t e la primera mitad del siglo xix, después de la guerra de independencia (1810-1821), México fue el escenario de guerras continuas, estancamiento económico y fragmentación

regional. La minería —la principal actividad económica durante la Colonia- se redujo a menos de la mitad del nivel que había alcan­zado en el siglo xvm. La agricultura decayó y los terratenientes, en la quiebra, se endeudaron mucho con la Iglesia. La industria se hallaba en un estado de gran atraso. La única fuente de acumu­lación de capital era el comercio, en particular el de importación, el cual estaba prácticamente en manos de extranjeros. La Iglesia se mantenía como la institución económica y política más poderosa.

Los primeros tiempos de la República pueden describirse como la pugna continua entre los liberales, que favorecían la moderniza­ción dentro de un Estado secular, y los conservadores, que buscaban mantener el statu quo. Los liberales llegaron al poder en 1857; su líder, el presidente Benito Juárez, introdujo las Leyes de Reforma, conforme a las cuales se expropiarían y venderían los bienes ecle­siásticos. Se prohibía asimismo a la Iglesia dedicarse a actividades económicas y políticas. Las Leyes de Reforma, sin embargo, no entra­ron en vigor hasta 1867, tras el interludio de la reacción franco-con­servadora que puso a Maximiliano en el trono imperial de México. Durante su segundo periodo en el poder (1867-1872), el presidente Juárez fomentó programas de modernización básica, como la educación y la reorganización y centralización del aparato estatal para unificar la nación. También comenzó a construir el ferrocarril México-Veracruz, que fue terminado en 1873 (Calderón, 1965). Su base de apoyo creció hasta incluir un nuevo grupo de indust ríales

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I os Gómez en el México contemporáneo

Gracias a la Segunda Guerra Mundial, México gozó de un acceso privilegiado al mercado estadounidense. Como resul­

tado de la paz política y social del país se intensificó el proceso de industrialización. En los años previos se había creado mucha infraestructura: energía, transporte, carreteras, riego, un aparato financiero y bancario centrales, un sistema educativo, organización del trabajo en el campo y en las ciudades, y el aparato administrati­vo, así como un espíritu de desarrollo y progreso económico.

México continuó atrayendo inversión extranjera durante el con­flicto bélico, en particular en las industrias química, textil, ali­menticia y siderúrgica (Aguilar Zínzer, 1978: 5). No obstante, “la tasa acelerada de crecimiento y la transformación de la estructu­ra económica a partir de 1940 son en buena medida resultado de los ahorros e inversiones internos. La combinación de capital públi­co y privado financió un desarrollo que representaba una revolución tecnológica en la agricultura así como en la industria; y, en agudo contraste con el porfiriato, estas inversiones habían sido genera­das por ahorro mexicano” (Hansen, 1974: 58).

La economía mexicana creció a una tasa de 6.7 por ciento en 1940-1950, en comparación con una tasa anual de 1.6 por cien­to en 1925-1940, 5.8 por ciento en 1950-1960 y 6.4 por ciento en 1960-1968. El centro de gravedad de la economía pasó de la agri­cultura a la manufactura. A partir de la administración de Manuel Ávila Camacho (1940-1946), la política económica se dirigió abierta y directamente al fomento del desarrollo industrial.

La inversión pública en la industria se duplicó entre 1940 y 1945; en contraste, las inversiones públicas en los años treinta

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habían estado dirigidas prioritariamente a la construcción y al ferrocarril. La industria disfrutaba de uno de los más bajos siste­mas impositivos de América Latina. Entre las nuevas medidas legislativas diseñadas para fomentar la industrialización estaba la Ley de Industrias Nuevas y Necesarias de mayo de 1941, la cual otorgaba una exención de cinco años y la supresión de derechos de importación de materiales y equipo no manufacturado en México para nuevas empresas. La capacitación de personal técni­co para la industria se volvió asimismo una de las preocupaciones importantes del gobierno (Cordero, 19 7 7 :1 1 ; Giade y Anderson, 1979: 84 y 85; Torres, 1979: 273-381).

Hacia fines de 1945 un nuevo clima de democratización favo­reció el establecimiento de partidos políticos permanentes, así como el final del poder de varios jefes revolucionarios. El partido oficial cambió su nombre a Partido Revolucionario Institucional (pri). La administración de Ávila Camacho había hecho hincapié en la uni­dad nacional y en el compromiso entre el capital y el trabajo, la Igle­sia y el Estado, la reforma agraria y la productividad, el socialismo y el capitalismo (Medina, 1978: 112-134). La nueva estructura de partido que surgió en 1946 era la obra de una nueva generación de políticos, muchos de ellos graduados universitarios, que logra­ron por primera vez diseñar un programa nacionalista claro y coherente. La democratización política, la modernización econó­mica y la neutralización institucional de los incipientes conflictos laborales se mantuvieron como aspectos importantes de la nueva doctrina del partido.

La administración de Miguel Alemán (1946-1952) incorporó estos principios y prestó un apoyo aún más abierto a la industria en forma de nuevos aranceles para proteger el crecimiento indus­trial del país. Esta política se vio favorecida por acontecimientos internacionales como la guerra de Corea. Las exportaciones aumen­taron 23 por ciento entre 1949 y 1950 y un 20 por ciento adicio­nal al año siguiente. La expansión de las industrias tradicionales, en particular las textiles, se extendieron ahora a nuevas industrias en las ramas siderúrgica, cementerà, papelera y otras de bienes

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de capital (Derossi, 1972b: 17). Bajo Alemán se incrementó iiiim más la intervención estatal en la economía, para compensai ln ausencia de la empresa privada en ciertas áreas clave. La indust i ln mexicana dependía casi por entero de la tecnología extranjera. Ni el Estado ni la industria se hallaban interesados en desarrollar tei nología; más bien su objetivo consistía en generar el personal técni co capaz de usar la nueva tecnología extranjera (Wionczek et a l., 1974: 43, 48 y 49).

Los recursos generados por la agricultura fueron canalizados por los bancos a inversiones prioritarias, sobre todo a la industria. En cuanto al Estado, su papel no se limitó a proporcionar la infraes­tructura básica para la industrialización, también participó de manera directa en la producción, en particular de bienes de capital. México abrió una vez más sus puertas a la inversión extranjera y se organizaron corporaciones mixtas con la participación de los empre­sarios más importantes de la preguerra y las corporaciones extran­jeras. Surgió un nuevo grupo de empresarios pequeños y medianos al amparo de la protección oficial (Aguilar, 1978: 7; Barkin, 1972; Friedman, 1980: 3 3 2 y 333; Hansen, 1974: 108; Villaseñor, 1976: 185-206; Wilkie, 1973: 38). De 1940 a 1950 se aceleró el creci­miento urbano. El aumento de la población urbana alcanzó 5.9 por ciento, en buena medida a causa de la migración del campo a las ciudades. La población de la ciudad de México creció de 1’559,782 habitantes en 1942 a 2 ’234,795 en 1950, aumentan­do así, 43 por ciento (Brito, 1969: 1; Unikel, 1978: 42-55).

Las empresas industriales perdieron rápidamente su carácter regional y artesanal y se centraron en el mercado nacional en expan­sión. La industria se concentró en torno a la ciudad de México, las áreas industriales adyacentes del Estado de México y Monterrey El estilo diferente de los empresarios de la ciudad de México, en com­paración con el de los grupos empresariales de provincia, en par­ticular de Monterrey, se hizo más patente. En la ciudad de México era más fácil mantener contactos formales e informales con repre­sentantes del sistema político y con las instituciones bancarias y financieras. Esto era bueno para los negocios, pero los hacía más

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dependientes de la administración y del poder político en gene­ral. Por otra parte, los industriales de Monterrey se consideraban individualistas vigorosos y desarrollaron una actitud de indepen­dencia e incluso de desafío al gobierno (Beato y Síndico, 1980; Cerutti, 1980). Los industriales de la ciudad de México solían apre­ciar las manifestaciones externas del poder económico, como casas lujosas en las que podían atender con todo boato a sus socios y amigos políticos.4 No se puede resistir la tentación y ampliar la definición de Schumpeter acerca del empresario como un innova­dor tecnológico con el fin de incorporar “tecnología social” como una característica importante de la innovación.

En América Latina, cambiar o ampliar la red social con el fin de apoyar el proceso de industrialización y capitalización posible­mente haya sido tan importante como encontrar fuentes de capi­talización o hallar nuevos mercados para la producción industrial (Barth, 1963: 5; Bourdieu, 1980; De la Peña, 1979: 54; Hartman, 1958; Márquez y Godau, 1980: 46).

El Estado entregó el papel de productores a los industriales y éstos convinieron en no participar de manera directa en políti­ca. Esta división del trabajo logró un estatus legal por medio de la consolidación de las cámaras: Concanaco y Concamin en par­ticular se convirtieron en asociaciones reconocidas por el Estado como los instrumentos legales que expresaban los puntos de vis­ta del empresariado mexicano (Arrióla, 1981: 144).

Según Márquez y Godau (1980: 41-49), los empresarios lati­noamericanos creen indispensable mantener contactos con la buro­cracia estatal para obtener información, que le permita a la empresa funcionar a pesar de un ambiente hostil y cambiante, y al empresa­rio neutralizar los efectos de políticas económicas fluctuantes. En otras palabras, las redes de relaciones sociales con políticos, bu­rócratas y miembros de la comunidad financiera e industrial re­presentan un recurso básico que da acceso a capital, información, mercados y permisos, todos ellos requisitos esenciales para la capitalización.

4 El estilo de vida de los empresarios de la época se halla ilustrado en dos reconocidas novelas: La región más transparente, de Carlos Fuentes, y Casi el paraíso, de Luis Spota.

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La corrupción gubernamental había sido endémica en Mcxiu > desde el siglo xvm, pero el enorme enriquecimiento de los lun cionarios públicos se hizo palpable durante y después de la adminis­tración alemanista. Antiguos funcionarios transformados en empre­sarios surtían sobre todo al Estado en su capacidad de contratistas y abastecedores.

De todas las empresas existentes en México en 1972, 31.5 por ciento habían sido creadas entre 1951 y 1960 (Cordero y Santín,1977: 10). La tradicional desigualdad en la distribución del ingre­so había comenzado a empeorar durante los años cuarenta y se volvió cada vez más desnivelada durante los cincuenta: “entre 1950 y 195 7 hubo una baja significativa en la proporción del ingre­so agregado individual obtenido por el 50 por ciento de las fami­lias pobres” (Hansen, 1974: 74). La disminución relativa del nivel de vida en el campo incrementó todavía más la migración rural-ur- bana y finalmente se volvió una limitación seria para el mercado del incipiente desarrollo industrial.

Los acontecimientos políticos posteriores a la guerra, en espe­cial el surgimiento de Estados Unidos como potencia mundial, vol­vió a México cada vez más dependiente de su vecino del norte. Se perdieron los contactos anteriores con los mercados europeos. El mercado estadounidense absorbió casi todas las exportaciones mexi­canas, en particular los productos agrícolas, los textiles y los zapa­tos. Sin embargo, a medida que la industria norteamericana comen­zó a reorganizarse para la exportación después de la guerra, las esperanzas de México de mantener su participación lucrativa en el mercado de exportación se desvanecieron muy pronto. Para 1952, al comienzo de la administración de Ruiz Cortines, era obvio que la situación daría un vuelco y los productos estadunidenses invadi­rían el mercado mexicano (Pellicer de Brodyy Reyna, 1978: 7-16).

Las políticas económicas de Ruiz Cortines (1952-1958) fueron un intento de estabilizar los precios, fortalecer y ampliar el mercado interno, alcanzar la autosuficiencia para alimentar toda la población y fomentar las inversiones privadas en la producción. En el frente político, Ruiz Cortines buscó reconciliar los conflictos entre el capí

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tal y el trabajo mediante la adopción de una vía neutral, evitando así un enfrentamiento directo con los sindicatos o los empresarios. Buscó asimismo préstamos extranjeros para financiar el sector público (Pellicer de Brody y Reyna: 1978).

E l periodo 1 9 6 0 -1 9 8 0

De 1960 a 1980 la población de México pasó de 35 a 75 millones, una de las tasas de crecimiento demográfico más altas del mundo, la cual se reflejó en un rápido crecimiento urbano.

La nueva clase media urbana se convirtió en un factor social y político cada vez más poderoso. Para 1960 este grupo había aumen­tado tanto que absorbía casi el 80 por ciento de la demanda de bienes de consumo. Las amplias masas campesinas continuaban siendo pobres y atrasadas; su productividad era extremadamente baja y su poder de compra casi nulo.

La brecha creciente entre la ciudad y el campo estimuló la mi­gración a las ciudades y aumentaron aún más la población y los desequilibrios socioeconómicos (Hansen, 1974: 76 y 77; Márquez y Godau, 1980; Pellicer de Brody y Reyna, 1978: 236-256; Pur- cell y Purcell, 1977; Shafer, 1973; Villarreal, 1977: 67-107).

El remedio prescrito por el Estado fue nuevamente más indus­trialización, pasando de las necesidades básicas y bienes de con­sumo duradero a la producción de bienes de capital. Ante una situación en la cual la capitalización privada continuaba siendo baja, el Estado se involucró cada vez más en la economía con el fin de proporcionar capital de riesgo a empresas que se ubicaban en esferas de elevada inversión y alta tecnología, para hacer las costo­sas inversiones que requería la infraestructura urbana y rural, amén de cubrir las demandas del creciente número de citadinos. Este modelo de desarrollo se tradujo en una mayor dependencia de la comunidad empresarial frente al Estado. La participación de depen­dencias estatales como inversionistas industriales se daba por sentada e incluso era bienvenida por los empresarios.

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Durante la recesión de 1953, por ejemplo, los industriales sol i citaron y obtuvieron una activa intervención estatal para estimu­lar la economía; sólo comenzaron a cuestionar ese tipo de interven­ción años después.

El Estado trató de responder a las nuevas presiones median­te préstamos. También incrementó su participación en la inver­sión industrial, en particular en bienes de capital. En este periodo aparecieron en escena las corporaciones multinacionales. Para 1980 el mercado mexicano se hallaba dominado por empresas extran­jeras y estatales. Una nueva clase de tecnócratas irrumpió en el panorama político junto a una tendencia hacia la centralización y burocratización crecientes. El aumento de la participación estatal en la economía significó una expansión del aparato gubernamen­tal, el cual a su vez acogió a un gran número de gente de clase media que ambicionaba chambas políticas y burocráticas.

Con el fin de enfrentar el reto de las corporaciones multina­cionales y las empresas estatales, la empresa privada echó a andar varias contraestrategias, incluida la creación de conglomerados o corporaciones aglutinadas en torno a los grupos financieros. Un grupo financiero es un conjunto de compañías que hace negocios en diferentes mercados bajo un control administrativo o financie­ro común (Leff, 1978: 663). Los conglomerados mexicanos eran en general empresas familiares que contrataban a su personal direc­tivo de entre un grupo de parientes, y aparecieron en escena en respuesta a los incentivos del gobierno y a la específica situación económica.

La industria mexicana enfrentaba así una situación de cambio extremadamente acelerada. El mercado de consumo se vio alterado por la introducción de nuevos productos y tecnologías, en particu­lar plásticos, materiales sintéticos y nuevos aparatos eléctricos. Estos cambios exigían más capital para llevar a cabo una reestruct u- ración total: nueva producción, nueva dirección y nuevas técnicas de mercadotecnia. Para que las empresas mexicanas pudieran com petir con éxito con las extranjeras, se volvió imperativo impon.u

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bienes de capital que no se producían internamente, sobre todo nueva maquinaria para las plantas.

Para 1965 había un poco más de 630,000 empresas en Méxi­co, pero 21 ,800 (3.5 por ciento) poseían 80 por ciento del capital (Aguilar y Carmona, 1977: 51). Estas cifras indican el grado en que los consorcios dominaban no sólo la industria sino la econo­mía en general.

A pesar del continuado respaldo gubernamental a las peque­ñas y medianas industrias, algunas empresas familiares quebra­ron (Cordero, 1977: 8). La mayoría, sin embargo, sobrevivieron al reto y encontraron nuevas maneras de prosperar. Las corporacio­nes extranjeras tenían los conocimientos técnicos pero carecían de experiencia en el sistema financiero y político de México, amén de conocer muy poco el mercado nacional. Muchos empresarios mexicanos se hicieron socios de empresas extranjeras en condicio­nes favorables que les permitieron utilizar a tope sus conexiones con políticos, financieros y sindicatos. Otros forjaron sociedades con el Estado para producir bienes de capital y bienes de consumo. Otra estrategia consistió en fortalecer los vínculos comerciales y de negocios. Estas asociaciones lograron promover nueva legislación; un buen ejemplo de esto fue la ley que regulaba y protegía a la indus­tria automotriz local. Algunas industrias alcanzaron a desarrollar y adaptar nuevos tipos de tecnología y formaron a sus propios téc­nicos con este propósito (Bennetty Sharpe, 1979; Derossi, 1972b; Márquez, 1979; Von Bertrab, 1979).

Un mercado de consumo en expansión dio oportunidades adi­cionales a los industriales en el área de bienes de consumo bara­tos para el mercado popular. El trabajo a destajo y otras formas de contrato manufacturero se volvieron más redituables a medida que las operaciones industriales de las corporaciones grandes se volvieron cada vez más complejas. Muchas industrias de estilo tradicional pudieron mantener costos bajos de producción y se hicieron abastecedoras mayoristas de grandes organizaciones de mercadeo. Por último, muchas industrias tradicionales dirigieron su producción a ciertos sectores del mercado que habían sido

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ignorados o abandonados por las grandes corporaciones, es el easi i de ciertas industrias de servicios y talleres de manufactma de pequeños objetos de plástico.

Conviene señalar que los empresarios mexicanos, a pesar de su creciente dependencia de los subsidios oficiales y legislación conexa, se mantuvieron al margen por el partido oficial. No tuvie­ron participación activa en la elaboración de la política oficial, excepto por medio de asociaciones nacionales como Concamin, Concanaco y Canacintra. Derossi entrevistó un cierto número de industriales y no halló ninguna evidencia de “participación direc­ta de empresarios industriales en el gobierno, en el sentido de que ninguno de los informantes había participado jamás en la vida pú­blica, ni siquiera a un nivel regional. No obstante, existe sin duda alguna una interacción constante” (Derossi, 1972b: 45). Los pun­tos y áreas exactos de esta interacción no son fácilmente identifi­cares desde afuera. Formalmente la interacción ocurre en la mesa de negociaciones, donde los miembros del gobierno se enfrentan con los representantes de las cámaras de comercio y las asociacio­nes de industriales. Tal interacción involucra numerosos for­mularios y consultas de rutina... afirmaciones o disputas doctri­nales... Las protestas, las consultas sobre tratos y compromisos están normadas en buena medida por vínculos institucionaliza­dos y funcionales entre el gobierno y las organizaciones empre­sariales... Todos estos vínculos constituyen un sistema efectivo de comunicación entre los sectores público y privado (Shafer, 1973: 189).

Entre 1 9 7 0 y 1976 el discurso de la administración de Luis Echeverría fue populista y antiempresarial, tratando de romper con la política llamada de desarrollo estabilizador. Había llegado al poder una nueva generación de tecnócratas que buscaba con tesón nuevas fórmulas para lograr una mejor distribución del ingreso y el desarrollo con base en un mayor equilibrio regional. Los empresarios se dieron cuenta de que tenían que cambiar su distanciamiento tradicional, y en 1975 crearon el Consejo Coordi­nador Empresarial ( c c e ) en calidad de grupo de acción política.

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El nuevo consejo publicó una declaración de principios en contra de la intrusión del Estado en la economía, exigiendo que “los recur­sos políticos y económicos del Estado... apoyen a la empresa priva­da” (Arrióla, 1981: 126). En el curso de sucesivos enfrentamien­tos con la administración pronto se hizo evidente que la fuerza del sector privado era puramente económica y que carecía de apoyo en el ámbito político. El aparato estatal no iba a renunciar a su papel de árbitro y agencia reguladora de la vida social y polí­tica en México (Arrióla, 1981: 127).

La Iglesia había sido una fuente importante de ideas e inspi­ración para la clase empresarial mexicana. Después del Concilio Vaticano n (1961), ésta cambió su postura sobre la propiedad privada y el uso social del capital. De repente, el sector privado mexicano se encontró huérfano de apoyo ideológico, y comenzó a quebrarse la alianza tradicional entre empresa e Iglesia. Impor­tantes grupos de empresarios, sin embargo, permanecieron fieles al viejo sector conservador de la jerarquía eclesiástica. Esta alian­za se mantuvo como un ariete contra las políticas oficiales auto­ritarias y socialistas.

En 1976 el nuevo presidente, José López Portillo, enfrentó una situación crítica: “Pérdida de confianza del sector empresarial, inestabilidad monetaria, una tasa de crecimiento del producto nacional bruto que se había degradado paulatinamente desde 1973, una deuda externa paralizante, salidas masivas de capital y una tasa creciente de inflación” (Friedman, 1980: 339 y 340). La nueva administración (1976-1982) decidió ofrecer una tregua al sector empresarial y comenzó a invertir sólidamente en indus­trias intensivas de capital, en particular en el desarrollo de nuevos campos petroleros. Por un periodo corto (1977-1979), la nueva administración logró un crecimiento del p n b de 5.4 por ciento, bastante más alto que el crecimiento demográfico. Pero esto se logró mediante el endeudamiento externo y la pérdida de productivi­dad en el sector agrícola (Banca Cremi, 1980: 11).

El auge petrolero redundó en beneficios enormes para los em­presarios que hacían negocios con el Estado, incluidos antiguos

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políticos transformados en empresarios. Los otros grupos emprv sariales permanecieron vinculados de manera menos directa con la empresa estatal pero también registraron cuantiosos bencli cios. Las grandes empresas y los conglomerados financieros alia dos directamente con el gobierno tenían acceso privilegiado a las nuevas fuentes de riqueza.

El clima social de México cambió de forma visible. La clase me­dia adoptó un aspecto de prosperidad y consumo conspicuo; los viajes al extranjero se hicieron comunes y el nacionalismo perdió terreno ante las nuevas tendencias cosmopolitas. Los que podían, comenzaron a comprar bienes raíces en Estados Unidos.

Para 1975, 34 por ciento de las 50 empresas más grandes de México pertenecían al Estado. Por otra parte, 25 por ciento de las 500 empresas más grandes del país eran de propiedad extranjera o dominadas de facto por el capital extranjero (Banca Cremi, 1980, véase el suplemento). El Estado concentraba sus inversiones en petróleo, transporte y bienes de capital. Además del petróleo, había enormes inversiones en acero, petroquímica, minería y fertilizan­tes. Estos campos pertenecían casi por entero a las empresas esta­tales. La inversión extranjera afluía sobre todo a la industria quí­mica, alimenticia y de bienes de capital.

La estrategia petrolera del gobierno provocó una fuerte depen­dencia económica de los precios internacionales del petróleo y del costo del dinero. La deuda externa alcanzó 80,000 millones de dóla­res en 1982. La entrada de México en el mercado internacional de dinero generó una fuga de capital de enormes proporciones. La distribución sesgada del ingreso se volvió aún más desequilibrada, si ello era posible. La recesión mundial y la baja del precio del petró­leo en el mercado internacional golpeó finalmente a México en 1982 y propinó un golpe mortal a su economía. La inflación que­dó fuera de control, la moneda se devaluó tres veces en un año, numerosos trabajadores fueron despedidos y se extendió el pánico social y económico. El gobierno trató de sortear la tormenta nacio­nalizando los bancos en septiembre de 1982. Los hombres de negocios, sin embargo, no esperaron este golpe final para transfe­rir sus capitales fuera del país. El nuevo presidente, Miguel de la

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Madrid, asumió el poder en diciembre de 1982 en medio de un clima de incertidumbre y profunda desconfianza.

En suma, es claro que el desarrollo regional en México ha sido desequilibrado y la distribución del ingreso injusta. No obstante, la estructura social ha estado cambiando muy rápidamente, y el surgimiento de la clase media urbana ha sido impresionante. Las clases altas, por supuesto, continúan teniendo un acceso preferen­te al capital y al poder. La política, la banca, la industria y la agri­cultura de exportación ejercieron el liderazgo a partir de la Revo­lución. Después de 1940, comenzó a dominar la industria gracias a una protección estatal sostenida.

Los empresarios mexicanos pueden clasificarse según el tama­ño de su capital y conforme a su grado de dependencia del gobierno. En 1967, unas 400 empresas poseían casi todo el capital de Méxi­co, y muchas de ellas eran extranjeras. En esa época, unas mil familias pertenecían al grupo conocido como “gran capital”; en­tre éstas tal vez unas cien eran realmente prominentes y las 20 superiores dominaban al resto (Aguilar y Carmona, 1977: 65-74). Diez grandes familias estaban vinculadas de manera directa con los intereses estatales; tres dominaban el grupo independiente de Monterrey; cinco imperaban en otras partes del país, y las 82 restantes se localizaban en la ciudad de México. Las otras 900 familias empresariales mencionadas en la misma fuente represen­tan lo que hemos denominado empresarios medianos.

Hasta la fecha de esta investigación, la empresa mexicana ha quedado confinada cada vez más a los campos más tradicionales y menos dinámicos de la economía. Para 1971, sólo 46 empresas manufacturaban bienes intermedios básicos (Cordero y Santín, 1977: 9). Había 131 consorcios y grupos en México, y los 50 grupos más grandes generaban 44.7 por ciento del p n b . La mayor parte de estos grupos tenían una producción y unas fuentes de financiamiento muy diversificadas. Ellos dominaban la estructu­ra industrial por medio de su poder financiero y su eficiencia tecnológica. Funcionaban como grupos de presión y de cabildeo, y dependían en menor grado de los vaivenes de las políticas guber­namentales que los sectores menos poderosos de la burguesía.

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L a s r a m a s d e l a f a m il ia

P a r a 1978 el grupo de los parientes Gómez incluía 360 indivi­duos, sin contar a los niños y omitiendo cualquier rama que se hubiese separado de la familia o cuya existencia era desconocida por nuestros informantes.

Debido al aumento de la familia se inició un proceso de segmen­tación a partir de la tercera generación. En esa época comenzaron a diferenciarse cinco ramas principales: 1. los descendientes de Leopoldo Gómez (n, 16) y su esposa Juana Casés (n, e’ 16), que se denominará la rama Gómez Casés; 2. los descendientes de Saúl (n, 15) y Roberto (n, 14) o la rama Gómez Balbuena; 3. los des­cendientes de Modesto Gómez (n, 17) o rama Gómez Moreno; 4. los descendientes de Rosalía Gómez (n, 20) o rama Bañuelos Gómez; y 5. los descendientes de Cecilia Gómez (ii, 21) o rama Jiménez Gómez (véase figura 1 y apéndice).

La segmentación ha respondido a profundas diferencias socioe­conómicas entre las cinco ramas más importantes, y se han tradu­cido, asimismo, en distinciones culturales. Por supuesto que la mayor parte de los miembros de las diferentes ramas creen perte­necer a la estirpe Gómez, además de compartir una lealtad al parentesco común y un mismo origen cultural. Pero las diferencias entre las ramas se extienden a aspectos no triviales de la actividad económica, como educación, carácter, estilo de vida, e incluso preferencias residenciales dentro del espacio urbano de la ciudad de México.

LOS ACAUDALADOS:

LA RAMA DE LOS GÓMEZ CASÉS

Los descendientes directos de Leopoldo Gómez Aburto (n, 16) representan la rama más amplia y poderosa de la red de parentes­co. Hay 142 parientes consanguíneos en la tercera, cuarta y quinta generaciones de esta rama, o 45.95 por ciento de todos los parien­tes consanguíneos en las tres generaciones. Las cifras no incluyen a los parientes políticos o a niños nacidos después de 1978. Para

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I ( >S C’.ÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 71

esa fecha había 52 familias nucleares en esta rama, o 35.13 por t iento de todas las familias nucleares de la red de parentesco. Un cálculo conservador estima que su capital en conjunto sobrepa­gaba los 100 millones de dólares en 1978, bastante más que los bienes juntos del resto de las ramas.

C ua d ro 1

LA RAMA GÓMEZ CASÉS: DATOS DEMOGRÁFICOS

( ¡miración (uño de nacimiento) Hombres Mujeres

Sexodesconocido

Total de miembros

Familiasnucleares Solteros

III (1894-1906) 2 5 0 1 7b 0IV (1912-1952) 13a 16 0 2 9 23 3V (1943-1972) 50 39 17 106 2 2 c 84lotal 65 60 17 142 52 87

aUn muchacho falleció antes de llegar a la madurez.bUna familia nuclear se desperdigó debido a una muerte y a la adopción subsiguiente. cComo en 1977.

Los miembros de esta rama han sido prolíficos (véase cuadro 1): hay un promedio de 3.78 niños por familia nuclear en la cuarta generación. Hay mujeres solteras en las otras ramas, pero no en la Gómez Casés. Las profesiones liberales no aparecieron hasta la cuarta generación; de hecho, esta rama mostró escaso interés en la educación formal, sobre todo entre las mujeres, hasta la quin­ta generación (véase cuadro 2). Los hombres de la cuarta genera­ción se casaron todos con familias empresariales.

Algunos de los más ricos se casaron con las mujeres más acaudaladas y se volvieron los líderes naturales de la red familiar en términos de poder económico. Las mujeres normalmente se casaron con individuos de familias de clase media tradicional con antecedentes profesionales. De forma deliberada o no, esto man­tiene el dinero en la familia, pues los esposos normalmente se ven absorbidos por los negocios familiares. Casi todos los descendien­tes varones de Leopoldo padre (n, 16) y muchos de los políticos finalmente se convirtieron en empresarios. La rama tiene por lo menos 21 propietarios de negocios de distintos tamaños, incluí

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72 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

dos los tres líderes empresariales más prominentes que ha produ­cido la familia.

Se ha generado una diferenciación significativa conforme a grandes familias y grupos residenciales. No obstante, todavía existe interacción frecuente entre miembros de la rama. Los em­presarios principales se mantienen en estrecho contacto por los negocios. Se sientan en los consejos directivos mutuos de sus empresas, continuamente intercambian información financiera e invitan a los primos a ser socios independientemente de su posi­ción económica. Los servicios profesionales son prestados por los parientes a todos los miembros de la rama. Hay muchas pequeñas camarillas entre grupos de primos. Las mujeres de la rama, sobre todo las más ancianas, si pueden se juntan a diario y están en estrecho contacto. Las hermanas son especialmente cercanas. Una vez al año se organiza una gran reunión de primas, a la que tam­bién son invitadas las primas políticas.

La rama ha producido seis mujeres centralizadoras, que de manera regular se ponen en contacto con su propia rama y con las otras (véase cuadro 3). Existe una tendencia a la baja en el número

C uadro 2

LA RAMA GÓMEZ CASÉS: DATOS EDUCATIVOS

Generación

III I V V

Escolaridad máxima H M H M H M S.d. Total

Primaria 0 1 0 1 0 0 0 2Secundaria 2 4 0 3 1 0 0 10Preparatoria 0 0 7 8 3 1 1 0 29Profesional 0 0 2 0 19 7 0 28PosgradoDesconocido

0 0 0 0 3 0 0 3

o muy joven 0 0 4 4 24 21 17 70Total 2 5 13 16 50 39 17 142

II = Hombres.M = Mujeres.S.il. = Sexo desconocido.

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(le interacciones; no obstante, estas mujeres han mostrado mayor persistencia que sus contrapartes masculinos en mantener con­tacto con las otras ramas. De hecho, la persistencia de contactos de negocios y de ayuda financiera esporádica a los miembros do otras ramas debe mucho a la mediación de las mujeres centrali- zadoras, cuyo contacto personal con los empresarios Gómez Casés benefician a miembros necesitados de otras ramas.

La Gómez Casés ha sido siempre la rama dominante de la fami­lia debido a su tamaño, su capital y su peso ideológico. Sus miem­bros son el grupo central representativo de la red de parentesco y son conocidos por los extraños como los Gómez por excelencia. Desde la muerte de Leopoldo padre, en 1925, la rama ha gene­rado otras seis grandes familias.

La gran fam ilia Gómez Benítez:Leopoldo hijo y sus descendientes

Leopoldo padre y su esposa Juana Casés tuvieron dos hijos y cinco hijas. Los dos hijos desposaron mujeres de clase media sin capital; una pertenecía a la vieja clase criolla y la otra estaba emparentada con los nuevos grupos bancarios. Tres de las hijas se casaron con profesionales liberales que pertenecían a viejas familias criollas veni­das a menos; otra contrajo nupcias con un rico empresario español; y la última se casó con un individuo de clase media sin capital.

El carácter de la rama Gómez Casés se comprende en el marco de las personalidades de Leopoldo hijo (m, 50) y de Pablo (m, 5 1). Leopoldo hijo nació en 1898 y era un conservador con verdadera pasión por el estatus. Si bien era un hombre de negocios exitoso, estaba más interesado en los valores aristocráticos de la familia que en el poder económico. Se casó con una muchacha de estirpe prerrevolucionaria tradicional (aunque sin un centavo), insistió en tener tierras y ganado como un medio para legitimar su descen­dencia de la aristocracia terrateniente colonial. Sus relaciones con la Iglesia tuvieron el mismo cariz tradicional y devoto: condecorado en dos ocasiones por el Papa, fue un donante vitalicio a las causas

IX )S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 7'\

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religiosas, participó en la administración de conventos y se con­virtió en el principal promotor y benefactor de una orden religio­sa interesada en la educación de hombres de negocios cristianos. Uno de sus nietos es miembro de la orden; otros sobrinos han asistido a escuelas y universidades fundadas y supervisadas por la misma. y

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C uadro 3

LAS MUJERES CENTRALIZADORAS DE LA RAMA GOMEZ CASÉS Y SU CONTACTO CON LAS OTRAS RAMAS

Gómez Gómez Jiménez Bañuelos GómezCasés Moreno Gómez Gómez Balbuena Total

Juana G. Casés de Merinoy Pacheco (m, 48) 23 1 3 1 1 29

Maria Elisa G. Casés de Aguilar(m, 54)

Alicia Merino y Pacheco G.7 1 2 0 0 10

de Benitez (iv, 98) 12 0 2 0 0 14Magdalena G. Benitez de Pina

Solôrzano (iv, 105) 13 1 3 0 0 17Maria Guadalupe G. Chacôn

de Alcocer (iv, 112) 6 0 2 3 4 15Juana G. Chacôn de Calvo

(iv, 113) 6 0 2 0 2 10

Nota: Los datos indican con cuántos individuos de una determinada rama mandene contacto fre- cuente cada mujer centralizadora.

Devoto de la Virgen de Guadalupe, Leopoldo hijo presidía todos los rituales católicos celebrados en la familia, y el delegado apostólico era un invitado frecuente en su casa. Todos sus hijos se casaron con vástagos de familias de la aristocracia tradicional. Una de sus hijas desposó a un alto ejecutivo de una gran corpo­ración; el esposo de otra trabajaba en una de las empresas de Leopoldo. Las otras tres hijas se casaron con profesionales. Todas lian sido muy prolíficas: 43 nietos, un promedio de 6.4 hijos por familia nuclear. Los descendientes de Leopoldo suelen ser con­servadores en los negocios, y muy amantes de la familia.

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Sus casas las prefieren de arquitectura moderna, diseñadas por arquitectos muy conocidos. La residencia de Leopoldo cía grande y contenía mobiliario moderno y tradicional, objetos vali< >- sos de arte colonial y pintura mexicana del siglo xix. Según algunos informantes, hasta 1950 en su mesa sólo se servía comida mexi­cana, pero su gusto se volvió más cosmopolita tras sus frecuentes viajes a Europa. Su estilo de vida, sin embargo, nunca cambió. Ll y sus descendientes eran aficionados a los toros y la charrería,’ a la tradición culinaria mexicana, y a otras costumbres muy arrai­gadas en la hacienda decimonónica. En su hogar había un profu­so despliegue de objetos decorativos de estilo imperio. Se afirma que estas piezas eran propiedad de la familia imperial y fueron legadas a Leopoldo hijo por medio de una amiga íntima de la tía Anita, quien había sido dama de la emperatriz Carlota. Esta his­toria ha sido contada una y otra vez a sabiendas de que insinúa la existencia de vínculos entre los Gómez y el Segundo Imperio.

Cuando Leopoldo hijo heredó la empresa textil El Buen Gusto, ésta era la principal empresa de los Gómez. Hasta 1950 conti­nuó administrándola sin introducir cambios sustanciales. No se pasó a ninguna otra rama industrial, más bien prefirió invertir en bienes raíces. Hacia 1940, él y su hermano Pablo (iii, 51) com­praron una propiedad rural de unas 1,012 hectáreas (más grande que lo máximo permisible por la Ley Agraria), que finalmente fue dividida en dos ranchos ganaderos.

Los dos hijos de Leopoldo, Leopoldo III (iv, 103) y Ramiro (iv, 106), comenzaron a trabajar para su padre a la edad de 15o 16 años, bajo la supervisión directa de dos tíos que ya habían sido empleados de confianza de la empresa en la época del abue­lo de los muchachos, Leopoldo padre. Los dos jóvenes nunca asis­tieron a la universidad pero lentamente fueron subiendo hasta el nivel ejecutivo. En los años cincuenta, habiendo llegado a los 30 años, Leopoldo m persuadió a su padre de que la administración de la empresa era anticuada y que él y su hermano más joven esta rían mejor en calidad de gerentes conjuntos. El padre de inmediato

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5 El arte, habilidad y tradiciones asociados con el charro.

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sacó de la jugada a sus tíos (primos de él, pues eran hijos del tío Saúl) y conservó el control exclusivo con sus dos hijos como administradores. A éstos se les asignaron puestos idénticos y sus funciones administrativas eran más o menos similares; en otras palabras, su padre les decía qué hacer. Sin embargo, éste se halla­ba abierto a ideas y sugerencias de los hijos, y estaba dispuesto a contratar técnicos muy calificados y asesores para la organización y manejo del negocio. La empresa creció con celeridad, y en 10 años (para 1960) se había vuelto la más grande de su tipo en el país. La estrategia seguida por Leopoldo hijo y sus hijos consistió en com­prar a todos los competidores, comenzando con los más chicos y terminando con los más prominentes, hasta asegurar un virtual monopolio que se extendía hasta Centroamérica. Los propietarios o administradores previos quedaban como empleados asalaria­dos y las fábricas continuaban funcionando como antes, excepto porque ahora se hallaban unificadas bajo una sola administra­ción. Mediante este sistema, ni los administradores de las fábricas locales ni los técnicos pertenecían a la familia. La junta directiva incluía a los gerentes, consejeros y algunos tíos y primos que no eian socios. Se puede afirmar que el negocio se estaba convirtien­do en un grupo de empresas vinculadas verticalmente, con una especie de administración moderna y centralizada (Cordero y Santín, 1977: 20).

Esta situación se mantuvo estable hasta 1973, fecha en que estalló un conflicto entre los hermanos Gómez Benítez. Por tal razón, Leopoldo hijo dividió en vida su patrimonio entre los dos hijos. Ramiro recibió su parte en capital y Leopoldo III el grueso de las empresas del padre. Cada uno retuvo una parte en los nego­cios de su hermano. Las hijas recibieron asimismo su parte, en bienes raíces. No obstante, Leopoldo hijo y su esposa conserva­ron un bloque de acciones en cada una de las diferentes empresas que habían poseído anteriormente; de este modo, Leopoldo hijo podía invalidar lo hecho por Leopoldo III en asuntos de negocios, si bien no pasaba lo mismo en el caso de Ramiro. Una ley de 1973 que colocaba a la industria automotriz bajo la protección del Estado (Bennett y Sharpe, 1977) estipulaba que 80 por ciento

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de todas las partes debían ser manufacturadas en el país. kiimlm aprovechó esto para iniciar una aventura industrial nueva, umiii do capital y tecnología extranjeros (aunque contrató a uno de mp.líos como asesor técnico).

Leopoldo III, cansado de depender de su padre, comen/o a diversificarse e invertir en negocios que podía administrar por su cuenta. Se volvió socio de un negocio de servicios a los producto­res agrícolas, que expandió por medio de inversiones de capital. En sociedad con un grupo de inversionistas centroamericanos y usan­do a un sobrino como asesor técnico, en América Central creó un negocio de componentes prefabricados para construcciones. Hacia 1975 fundó una empresa similar en México, y en sociedad con otro sobrino estableció un servicio de limpieza de oficinas (un negocio entonces nuevo en el país). Sus hijos estudiaron ingeniería y compu­tación en la universidad y trabajaron con él en fechas posteriores.

La familia invirtió la mayor parte de sus ganancias en bienes raíces y en ranchos. El gran rancho ganadero de Leopoldo hijo fue vendido en 1972 y las ganancias se dividieron entre sus hijos e hijas; pero Leopoldo III de inmediato invirtió su parte en otro rancho ganadero, en sociedad con uno de sus primos Gómez Bal- buena, quien manejaba el rancho y más tarde le compró su parte. Además de los ranchos, las inversiones se hicieron en bonos extran­jeros (en especial después de 1970, durante la administración de Echeverría) y bienes raíces en México y en el extranjero.

En 1979 los hermanos Gómez Benítez emprendieron un pro­yecto de bienes raíces en Estados Unidos. Después de esto, en 1980, Ramiro vendió su parte en siete millones de dólares y emigró a Es­tados Unidos, donde abrió un negocio de comida mexicana que dirige con ayuda de un yerno. Su esposa y el resto de sus hijos pe. í- manecieron en México, sobre todo para que los chicos se educaran aquí. Ramiro los mantiene y visita a menudo, y los muchachos pasan las vacaciones en Estados Unidos.

En 1982 Leopoldo hijo era la figura principal, junto con sus hijos, de la rama Gómez Casésy, por extensión, de la red de paren­tesco Gómez.

I.( )S C;ÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO

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Su contacto social con miembros de la rama Gómez Casés y con la rama Jiménez es muy intensa. En menor grado, también son cercanos a los Gómez Balbuena y a veces a los Bañuelos. Una de las hijas de Leopoldo se ha vuelto una mujer centralizadora en la red Gómez Casés.

Debido a la fragmentación de su capital y a la separación de las funciones administrativas, Leopoldo hijo y sus hijos renuncia­ron a la oportunidad de formar un grupo financiero. Para sobre­vivir en una situación política y social cambiante, optaron por exportar parte de su capital y mantener una actitud empresarial distante evitando así un enfrentamiento con el Estado. A pesar de sus distintos negocios en Estados Unidos, Leopoldo hijo man­tuvo un estilo de vida semejante al de un caballero criollo decimo­nónico.

La gran fam ilia Gómez Chacón

El hermano más joven de Leopoldo hijo, Pablo (iii, 51), nacido en 1900, difería de su hermano mayor en muchos aspectos. Pablo era un gran nacionalista e innovador; era un empresario nato, y su principal objetivo era el poder económico y político. Respetaba las tradiciones familiares y jamás se mofaba de las pretensiones aristocratizantes de su hermano, las cuales le resultaban sumamen­te convenientes. Por otra parte, no tenía el menor empacho en tener amistad con la nueva élite política posrevolucionaria, con la que compartía su espíritu nacionalista y modernizador, y era muy abier­to en lo que respecta a sus alianzas de negocios; sus socios eran banqueros, políticos, generales y parientes. También tenía negocios con extranjeros. Pablo se convirtió en un importante industrial y en el líder indisputable de la red de parentesco Gómez hasta su muerte, a principios de los años sesenta, gracias a su riqueza y a la utilización consistente de miembros de la familia como adminis- ti adores y empleados de sus múltiples negocios. En buena medi­da la fortuna de la familia Gómez dependía del ascenso personal de Pablo Gómez Casés. Sus relaciones económicas con incontables miembros de la parentela eran las de un patrón con sus clientes;

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pero en otro sentido, y tal vez más duradero, hizo de intermediario entre la red de parientes y las élites políticas, económicas y sociales nuevas del país. En sus tratos con lo que la familia describía como “una administración pública corrupta” o con los capitalistas extran­jeros, Pablo podía contar con el respaldo de la red de parentesco.

El estilo de Pablo difería radicalmente del de su hermano ma­yor. No llevaba una vida discreta. Su mansión estaba sobre el Paseo de la Reforma, en las Lomas de Chapultepec. Se trataba de una residencia de 50 cuartos, con capilla, baños turcos, salas de billar y canchas de tenis, todo decorado con muebles europeos, alfom­bras y otros objetos valiosos. Tenía asimismo casas en el campo y ranchos ganaderos. Al regreso de sus frecuentes viajes siempre se aparecía con suntuosos regalos para los parientes cercanos y socios dentro y fuera del gobierno.

Leopoldo hijo limitó su ámbito de interacción social sobre todo a la familia, en tanto Pablo, aceptaba de buena gana a las nuevas clases alta y media. Prefería las asociaciones y los clubes no sectarios, caridades seculares y grupos de presión política como las cámaras de comercio e industria. Se hizo famoso por sus lujosas fiestas, a las que asistían artistas, estrellas de cine, banqueros, industriales, políticos (incluido el Presidente de la República), príncipes de la Iglesia y personalidades de fuera que a menudo eran alojados en su casa. No menos devoto que su hermano, daba generosamente donaciones a las caridades católicas, en especial a la basílica de Nues­tra Señora de Guadalupe. Patrocinaba a la misma orden religiosa que su hermano, y sus nietos asistieron también a las escuelas y universidades de la orden.

Pablo tuvo tres hijos y dos hijas. Sus hijos no se casaron con miembros de la aristocracia porfirista tradicional, sino que prefirie­ron familias de la clase empresarial y profesional, de ascendencia mexicana o española. Los tres hijos siguieron la tradición familiar: no fueron a la universidad y comenzaron a trabajar con su padrea los 15 o 16 años.

Durante la Segunda Guerra Mundial Pablo comenzó a diveisi ficarse. A partir de la fábrica textil La Nacional, que había heredad« > en 1925, compró una fábrica de productos minerales, una imprenta

L( )S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 79

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y tres fábricas de ropa, una de ellas en sociedad con capital extran­jero. En 1953 compró otro gran negocio textil en la ciudad de México, La Doncella, una empresa con dos fábricas y 2 ,000 obre­ros, en sociedad con su primo Pedro Jiménez Gómez, quien admi­nistraba la mayoría de sus negocios importantes. Estas empresas se hallaban estrechamente vinculadas con un grupo financiero hispano-mexicano del que era director uno de los sobrinos de su esposa.

En diversos momentos los intereses de Pablo incluyeron una cadena de tiendas en provincia, una fábrica de productos quími­cos e inversiones en bienes raíces en la ciudad de México y otras partes, donde continuamente compraba y vendía. En general -y en particular en lo que respecta a los bienes raíces- prefería com­prar a vender. Cuando dudaba, prefería aguardar a que el merca­do estuviera en mejores condiciones. Durante los años cincuenta llevó a cabo una importante operación de bienes raíces en socie­dad con una gran empresa fraccionadora, negocio que tuvo como resultado la construcción de uno de los barrios residenciales más elegantes de la ciudad de México. Sus hijos y su primo Pedro fue­ron socios en la transacción.

Como presidente de cámaras industriales y de negocios, desde su posición de liderazgo Pablo respaldó de manera muy activa la industrialización de México. Sus políticas modernizadoras coin­cidían con las de los gobiernos en turno en un marco de naciona­lismo progresista. Sus puntos de vista empresariales hacían hin­capié en la productividad, la cual se traducía en una inclinación por la innovación y la tecnología. Contrataba técnicos e ingenieros mexicanos y extranjeros, si bien se negaba a delegar autoridad en el personal técnico. Por ejemplo, costeó la educación técnica en el extranjero de su sobrino Enrique Gómez González (iv, 88), quien a su regreso trabajó para Pablo en calidad de ingeniero. No obstante,1 ablo dejaba que las opiniones de sus propios hijos, quienes care­cían de educación universitaria, prevalecieran sobre la asesoría de un “mero técnico”.

Según las esquelas mortuorias que aparecieron en los perió­dicos a su muerte, Pablo era presidente de la junta directiva de

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i I empresas diferentes. Esto indica que él era el único propietarioo bien el accionista más importante de estas empresas. Su última voluntad y testamento no se harán públicos hasta después de 30 años, aunque, según información de los parientes, Pablo legó su patrimonio a su viuda, dejando a sus hijos como gerentes de las industrias y los negocios que administraron mientras él vivió y que finalmente habrán de heredar.

El hijo mayor, Pablo hijo (Pablo Gómez Chacón, iv, 109), que tenía 35 años a la muerte de su padre, obtuvo el control de las fábri­cas de ropa, de la imprenta y del negocio mineral. Juan (iv, 110), el segundo, controlaba el consorcio textil que se había montado en torno a La Nacional. El menor, Leopoldo Jorge (iv, 111), asumió el control del negocio de los bienes raíces, urbanos y rurales. La viuda e hijas de Pablo se encargaron de la administración de las propie­dades urbanas.

El traslado real de dominio se completó tres años después, a la muerte de la viuda de Pablo. Al parecer cada hermano era accio­nista de las empresas de los otros hermanos, si bien el porcentaje exacto se ignora. Las hijas heredaron bienes raíces de distintos tipos; algunos ranchos quedaron como propiedad conjunta de los cinco hermanos. Desde entonces cada industria fue manejada de mane­ra independiente, pero todos los hermanos eran miembros de las juntas directivas de las industrias anteriormente propiedad de su padre, al igual que lo eran sus tíos Leopoldo hijo y Pedro Jiménez. El antiguo abogado personal de Pablo (pariente de su viuda y repre­sentante de sus antiguos socios financieros) era también miembro del consejo de estas empresas.

A la muerte de Pablo, su primo y antiguo socio, Pedro Jimé­nez (ih, 72), no logró entenderse con los hijos de Pablo, y el im­perio industrial se disgregó. Cada hijo administraba sus propie­dades y empresas independientemente de sus hermanos, aun si eran socios. El hecho de que las empresas de Pablo no fueran consideradas un grupo financiero puso a sus hijos en desventaja frente a las corporaciones más grandes.

Juan (iv, 110) y Leopoldo Jorge (iv, 111) se casaron con muje­res de poderosas familias empresariales cuando Pablo aún vivía;

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Pablo hijo (iv, 109) y las dos hijas estaban aún solteros a la muer­te del padre. Por último, Pablo hijo contrajo matrimonio con una mujer sin riqueza, lo cual lo colocó en un nivel económico más bajo que sus hermanos. Fue un hombre de negocios conservador que careció de la ambición agresiva de su padre, a pesar de que se convir­tió en el presidente de la cámara de su área en los años setenta.

Juan se independizó en los sesenta, en la época del derrumbe de la industria textil mexicana. A la muerte de su suegro, quien no tenía descendientes varones, recayó sobre él la responsabilidad de asumir la administración del patrimonio. Vendió parte de sus nego­cios menos lucrativos y delegó la administración de La Nacional en su hermano Leopoldo Jorge. Juan maneja actualmente una de las empresas más importantes de México, un monopolio. En 1978 el capital de su familia fue valorado en unos 25 millones de dóla­res, siendo el grueso del mismo propiedad de su esposa. Juan ha invertido su propio capital en otras empresas: bienes raíces, accio­nes y bonos. También preside un pequeño negocio financiero. Sus empresas no pueden ser consideradas como un grupo debido a su tipo de administración, que es a la vieja usanza. Esto significa que su poder económico y político frente al Estado no es compa­rable al de las grandes corporaciones.

Aunque Juan se ha vuelto muy cercano a la familia de su esposa, también se le considera un líder entre los Gómez. Da trabajo a sus parientes, nunca deja de asistir a ceremonias familiares importan­tes, protege los intereses de sus hermanas y es reconocido como el líder económico y social de la rama Gómez Chacón y de toda la red de parentesco. Ha sido presidente de cámaras industriales en su campo y de clubes de servicios, a nivel nacional e internacional. Ha utilizado estos puestos para negociar con el Estado y mejorar sus relaciones con los líderes políticos. Tres miembros del gabinete asistieron a la boda de su hija en 1978.

Sus hijos recibieron una educación universitaria y se les man­tuvo al margen de las industrias y negocios heredados de Pablo Gómez. Están siendo preparados para asumir el control de los inte­reses financieros de su madre, que son mucho más importantes. Entretanto, Juan les ha proporcionado a cada uno pequeñas em­

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presas nuevas, sobre todo en el área de servicios y en bienes raí CCS de escaso riesgo. Los contactos de sus hijos por vía materna serán decisivos a largo plazo. No obstante, mantienen contactos muy estrechos con sus primos paternos de la rama Gómez Cha­cón. Al igual que su padre, Juan muestra gran interés en la polí- t ¡ca nacional y en la buena marcha de sus negocios y los de sus parientes.

Leopoldo Jorge (iv, 111), el tercer hijo de Pablo Gómez, se casó con la única hija de uno de los más grandes constructores de la ciudad de México. Administra las fábricas textiles de su padre, la más grande de las guales tenía menos de 400 obreros en 1977. No ha creado nuevos negocios, más bien invierte en bonos, acciones, divisas, objetos de arte, etcétera. Su suegro le legó un capital considerable para invertir en bienes raíces. En 1978 se esti­maba su patrimonio en unos 40 millones de dólares; sin embargo, su estilo como empresario es muy conservador en comparación con el de su padre. Socialmente se halla tan involucrado con la familia Gómez como su hermano Juan; hace hincapié en su identi­dad Gómez y se ha convertido en miembro de una pequeña cama­rilla con tres de sus primos. Sus hijos, quienes fueron a la universi­dad, están siendo entrenados para manejar grandes inversiones más que para volverse empresarios industriales, y su contacto con la gran familia Gómez Chacón es muy intenso.

Las dos hermanas Gómez Chacón (iv, 112; iv, 113) se casaron después de la muerte de su padre. El esposo de la mayor en 1978 heredó de manera inesperada una fortuna de 15 millones de dóla­res en bienes raíces. Esto, junto con los bienes raíces heredados de su padre, le proporcionan un ingreso considerable. Es una mujer centralizadora que tiene contacto diario por lo menos con 10 mu­jeres de otras ramas, además de con sus hermanos y tíos. Se le con­sidera una esposa y madre espléndida. La hija más joven se caso con un muchacho sin fortuna. Su parte de la herencia fue inver­tida en bienes raíces y en empresas medianas, que prosperaron gracias a su buen olfato empresarial y a la ayuda directa de su her­mano Juan. Maneja personalmente la industria de ropa que Pablo hijo heredó de su padre. Después de la crisis de 1982, comenzó a organizar grupos de damas devotas que se meten en polílii a

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Los descendientes de Pablo se han vuelto intermediarios en bienes raíces y rentistas en general, en lugar de industriales, papel que sí han conservado los descendientes de Leopoldo. Empero, todos se identifican como industriales. Los hijos de Pablo, siguien­do el ejemplo de su padre, participan activamente en el liderazgo de las asociaciones de negocios, cámaras de comercio e industria, clu­bes y grupos de presión. Socialmente hablando, la rama mantiene su distancia de otras ramas de la red de parentesco.

La gran fam ilia de las hijas de Leopoldo Gómez Aburto '

Leopoldo padre (n, 16) tuvo cinco hijas. Juana (ni, 48), la mayor, se casó con un arquitecto de una familia porfirista conocida. Era alta, fuerte y pelirroja. Siempre se vestía de negro y tenía una capilla en su casa en la que rezaba todas las tardes. En esta capilla, se dice, veía “sombras” o almas de personas que iban a morir. Se convirtió en una especie de oráculo familiar. Tenía un carácter fuerte, y su esposo parecía débil en comparación con ella. Sentía una extraordinaria lealtad hacia sus hijos y hacia los Gómez, y así el orgullo familiar se convirtió en la principal motivación de su vida y la de sus descendientes.

Juana era muy popular como tía, pues ayudaba a sus sobrinas y sobrinos. Era respetada y temida a la vez. Hasta su muerte en los años setenta fue una de las mujeres centralizadoras más importan­tes en la red de parentesco. Mantenía contacto casi diario con unas 20 mujeres de diferentes ramas además de con sus propios hijos, nietos, primos, sobrinas y sobrinos, y también con clérigos impor­tantes y miembros de la alta sociedad. Su ingreso provenía de bie­nes raíces heredados, que ella y su esposo gastaron en vivir muy bien. Rompiendo con la tradición de su padre, envió a sus hijos a colegios extranjeros; sus nietos y biznietos han seguido el mismo camino.

Sus hijos e hijas, los Merino y Pacheco Gómez, heredaron una casa: era todo lo que quedaba de las propiedades de su madre. Utilizaron los numerosos contactos de la familia para establecer

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una exitosa empresa de construcción que han manejado como un negocio familiar desde los años cincuenta. La empresa descansa­ba en la sociedad de dos hermanos Merino y Pacheco, uno arqui­tecto (Agustín iv, 97) y el otro administrador, quien era el que tomaba la mayoría de las decisiones (Maximiliano iv, 99). Agustín siempre estaba ausente de la oficina, buscando contratos con ban­queros, políticos e industriales así como con los empresarios Gómez. Sus empleados eran a menudo parientes: sobrinos, yernos o miembros de otras ramas. Los hijos de Agustín fueron a universi­dades extranjeras y cuando regresaron, en 1972, su padre y su tío dividieron el capital.

Maximiliano se quedó con los bienes raíces y Agustín con sus hijos mantuvieron el control de la empresa constructora. Los hijos de Agustín, al poner en práctica los conocimientos aprendidos fue­ra, emprendieron un ambicioso programa de modernización, inclui­da la participación de administradores contratados en el consejo directivo. Algunos parientes fueron remplazados por gerentes profesionales, a quienes se invitó a comprar acciones y a volverse socios de la empresa. El hijo más joven, convertido en vicepresidente de la empresa, continuó pugnando por la racionalización, siguiendo el modelo corporativo estadounidense. En 1981 se constituyeron legalmente como grupo con un capital de dos millones de dólares, pero de hecho siguen funcionando como empresa familiar.

Los dos hijos de Agustín se casaron con miembros de fami­lias extremadamente adineradas; sus esposas están emparentadas con la esposa de Juan Gómez Chacón (iv, 110), un contacto que refuerza los lazos familiares y financieros. De este modo Agustín y sus hijos lograron sobrepasar al hermano dominante por medio de una combinación de habilidad y contactos familiares. La his­toria es un tanto similar a la de Leopoldo hijo, excepto que Agust ín aceptó con gusto delegar la administración de la compañía en sus hijos (aunque él continuó negociando contratos, como solía hacer­lo cuando era socio de su hermano). Los dos hijos se han vuelto poderosos hombres de negocios y heredarán un capital conside rabie por ambos lados. Un dato interesante es que Pedro Jiménez Gómez (iii, 72) se asoció con los hermanos Merino y Pacheco en

I <>S (¡ÓM EZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO N'>

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un gran negocio de bienes raíces. Su hijo, Pedro hijo (iv, 157), se asoció en 1982 con el hijo más joven de Agustín en una gran empresa agrícola, en la que invirtieron alrededor de un millón de dólares.

Maximiliano Merino y Pacheco se convirtió en un importante especulador en bienes raíces. Por medio de sus numerosos contac­tos con hombres de negocios y políticos, creó una exitosa empresa de inversiones en bienes raíces con sus sobrinos y primos, a veces en sociedad con corporaciones extranjeras. Se especializó en inversio­nes extranjeras a partir de 1975. En buena medida su negocio es de naturaleza especulativa, no está interesado en empresas indus­triales. Mantiene un estilo de vida grandioso y se ha vuelto el pro­tector de sus hermanas, hijas y yerno en la mejor tradición de los Gómez; por añadidura ayuda a la Iglesia.

Alicia Merino y Pacheco Gómez (iv, 98) se casó con el cuñado de Leopoldo hijo, un ingeniero industrial que había sido asesor de muchas empresas de los Gómez. Debido a que sus ingresos no le permitían mantener el estilo de vida de los Gómez, Alicia lo comple­taba con innumerables acuerdos comerciales y pequeñas transac­ciones, utilizando las relaciones sociales de su familia. Sus cuatro hijos (todos graduados universitarios) son buenos hombres de ne­gocios. Dos son socios en una empresa constructora, otro se halla asociado con su primo segundo, Leopoldo III, en un negocio de construcción prefabricada, y el cuarto es propietario de una empresa de transportes. Alicia es una mujer centralizadora que se mantie­ne en contacto con todas las mujeres de su rama y también con las mujeres de la rama Jiménez y Gómez Balbuena. Su hija sigue sus pasos en el mismo papel.

María de Lourdes Gómez Casés (m, 49), la segunda hija de Leopoldo hijo, estaba lisiada y murió al dar a luz en 1929. Había heredado algunos bienes raíces que por último pasaron a ser pro­piedad de su esposo Adolfo y de su hija. Adolfo se casó posterior­mente con Modesta Gómez Moreno (iii, 57), motivo que causó un gran revuelo en la familia.

María Leticia Gómez de Montalvo (m, 52), la tercera hija de Leopoldo padre, se casó con un dentista, Genaro, el cual abando-

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Mi l su profesión para meterse con sus parientes políticos en dife- ,entes empresas. A la muerte de Leopoldo, se encontró como I iiopietario de una pequeña fábrica, la cual sobre todo maquilaba paia su cuñado. La empresa no se amplió pero les proporcionó una vida acomodada a María Leticia y a Genaro. También here- i la ron su actual casa y un rancho que perteneció a los Montalvo.I uvieron un hijo y una hija: el muchacho comenzó a trabajar muy joven en la fábrica textil y manejaba el rancho al mismo tiempo.( icnaro murió, y este hijo, Genaro Montalvo Gómez (iv, 114), ma- ni'ju los asuntos de su madre viuda. Genaro es miembro de una , amarilla que también incluye a Leopoldo Jorge Gómez Chacón (iv, I 11), Maximiliano Merino y Pacheco Gómez (iv, 99), y a Rami­ro t iómez Benítez (iv, 106); la amistad tan estrecha entre los cuatro primos representa una fuente continua de negocios para Genaro.I I estilo personal de este empresario se puede captar en la siguien­te anécdota. Al darse cuenta de que su rancho era improductivo debido a la aridez de la tierra y al mal acceso a los servicios, deci­dió venderlo en 1977. Usando los contactos con los amigos de negocios de sus primos y su calidad de miembro en un club al que pertenecen muchos Gómez, invitó a un numeroso grupo de cono­cidos a una comida en el rancho. Tras haber comido y bebido al estilo campirano tradicional, los llevó a un cerro donde una amplia área había sido limpiada y dividida en lotes con piedras y rayas de yeso a manera de linderos. Les presentó un panorama de mer­cadotecnia sin parangón y vendió ahí mismo todos los lotes a pre­cios sumamente inflados. Ha utilizado su talento persuasivo y los recursos de la familia en muchos negocios similares. Trasladó su fábrica de la ciudad a la parte que le quedaba del rancho al descu­brir que la población femenina local proporcionaba una fuente de mano de obra barata. Después de muchas vueltas logró estable­cerse en un nivel que le permite mantenerse a la par con los otros miembros de su camarilla, acompañarlos en viajes, mantener a su esposa con trajes elegantes y buenas joyas, y gozar de un alto est il<» de vida. Al parecer ha completado su ingreso con inversiones exito­sas en el extranjero, hechas a partir de 1976.

En 1982, Genaro (iv, 114) se convirtió en el líder de la cámara de su rama industrial. Había obtenido una licenciatura en admi

111, 1 lOMEZ EN EL MÉXICO CONTEM PORÁNEO 87

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88 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

nistración de empresas a los 40 años, que lo hacía el único miembro técnicamente educado de su camarilla. Se convirtió en el asesor administrativo de varias empresas de amigos, y sus hijos siguie­ron la misma carrera. Cada uno de ellos hizo estudios universita­rios e inició su propia cadena de tratos de negocios, manteniendo al mismo tiempo vínculos muy estrechos con la familia. Hasta la fecha, Genaro es el principal apoyo de su madre viuda, de su her­mana y de sus sobrinos y sobrinas.

Elvira (m, 53), la cuarta hija de Leopoldo padre, se casó con un adinerado industrial español, pero más tarde se fugó con otro y fue excluida de la familia. Vivió del ingreso de los bienes raíces que había heredado. Sus hijos permanecieron con su padre. Uno de ellos, miembro de la camarilla de Gerardo Montalvo, inició un ne­gocio de maderas preciosas en el sureste, en sociedad con un políti­co local.

María Elisa (iii, 54), la quinta de las hijas de Leopoldo, es famo­sa entre la parentela por su amabilidad. A menudo se le ensalza por cuidar a su anciana madre y por haber criado a Luli (iv, 101), la hija de su hermana difunta. Es rubia, lo que para la familia repre­senta dulzura y virtudes similares que aprecian en las mujeres. Se casó con un médico que se fue a trabajar con sus parientes políti­cos. A la muerte de su padre, heredó la casa paterna y una pequeña fábrica que manejaba su esposo. La hija de María Elisa, Pilar, se casó con un ingeniero que pasó a ser administrador de la fábrica.

Los descendientes de Leopoldo Gómez Aburto, la rama Gómez Casés, tenían entre todos una fortuna de más de 100 millones de dólares en 1978.

No estaban en la lista de las cien familias más ricas de México (Aguilar y Carmona, 1977: 67-74), porque su capital no estaba consolidado bajo un liderazgo empresarial único, sino que cada vez su fragmentación fue mayor debido al proceso de herencia y por el hecho de que los Gómez Casés seguían la tradición cultural de independencia empresarial. Las alianzas matrimoniales se volvie­ron una fuente importante de capital y de estatus, lo que permi­tió a los descendientes de Leopoldo continuar disfrutando de un estilo de vida que creen necesario mantener por ser de la rama principal de la red de parentesco Gómez.

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l os Gómez Casés: patrones de residencias

I 11 1917, Leopoldo padre (n. 16) compró una casa en Sania María la Ribera, entonces una colonia en las afueras de la ciudad de México. Esta casa se hallaba rodeada por terrenos vacíos que fue dando a sus hijos e hijas como regalos de boda, con la idea de permanecer cerca unos de otros en una unidad residencial com­pacta. Los nietos de Leopoldo crecieron juntos y conservaron relaciones emocionales y sociales intensas al menos hasta la cuar­ta generación (aproximadamente 1940). Las relaciones con los primos de las otras ramas fueron también cercanas mientras vivió Mamá Inés y luego dependió de la proximidad física de las fami­lias. Después de 1940, los dos hermanos de la tercera generación, Pablo y Leopoldo hijo, se mudaron del conjunto paterno. La hija mayor, Juana, también se había mudado al casarse; vivía en el centro, a unos 15 minutos de caminata de la casa de Leopoldo (véase mapa).

Debido a la expansión hacia el occidente de la ciudad de Méxi­co, para 1940 Santa María la Ribera se convirtió en una colonia de clase media que ya no parecía el lugar apropiado para podero­sos capitanes de la industria. Colonias elegantes como Anzures, Polanco y Las Lomas surgían por doquier en esa época de prospe­ridad para México, y los empresarios Gómez adquirieron bienes raíces en las nuevas áreas como una forma de inversión y como un medio de asentar a sus hijos cerca de ellos.

Leopoldo hijo compró una propiedad grande en la Anzures, donde construyó su propia casa y las de sus hijos e hijas a medida que se fueron casando. Sus hermanas María Leticia y Juana, y su primo Enrique Gómez Campos fueron también invitados a com­prar propiedades cerca de él.

Hacia 1970 vivían en la Anzures los siguientes miembros de la familia: el mismo Leopoldo hijo (m, 50); sus hermanas Juana (iii, 48), María Leticia (m, 42) y Elvira (iii, 53); sus primos Modes­to Gómez Moreno (iii, 59) y Enrique Gómez Campos (iii, 46); sus hijas e hijo, Juana (iv, 104), Magdalena (iv, 105), Ramiro (tv, 106), Lourdes (iv, 107) y Lucila (iv, 108); los hijos de su hermana Juana,

I O S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO

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Juana (rv, 96), Agustín (iv, 97) y Alicia (iv, 98); y sus primos Luli Aguirre Gómez (iv, 101), Leticia Montalvo Gómez (iv, 115) y Car­men Corona Gómez (iv, 117). En total había 17 unidades domés­ticas Gómez en un radio de cinco cuadras.

Mapa 2

LA CIUDAD DE MÉXICO Y SUS ALREDEDORES

N

90 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

La distancia desde la salida a Cuernavaca hasta la salida a Pachuca por la avenida Insurgentes es de 33 km.

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I ( >S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO

Pablo compró un lote similar en la elegante zona de Lomas dt* ( ihapultepec, la cual continúa siendo una de las áreas favoritas de los adinerados de la ciudad de México. En 1977 sus cinco hijos todavía habitaban el mismo lote de Las Lomas, tres de ellos en pro­piedades adyacentes. El grupo de Las Lomas es particularmente' exclusivo gracias a sus fortunas personales, sus matrimonios con gente de dinero y un estilo de vida ostentoso. Cada pequeño grupo conserva una interacción social muy intensa hasta la cuarta o quinta generaciones. Las esposas se ayudan entre ellas con sus debe­res domésticos; los niños juegan y asisten juntos a clases; hay cenas especiales de cada pequeño grupo y se hacen numerosas visitas.

Un tercer grupito familiar converge en el viejo hogar de Santa María la Ribera. María Elisa (m, 54) aún vive allí. Varios parien­tes han vivido en su departamento de la planta alta en diferentes momentos: Juana Merino y Pacheco Gómez (iv, 96); una hija de la hermana de María Elisa, Juana; y luego Pilar Aguilar Gómez (iv, 120), la propia hija de María Elisa. Enfrente se halla la antigua casa de Leopoldo hijo, la cual ha sido ocupada sucesivamente por varias de sus hijas. Otros parientes que han vivido allí incluyen a Alicia Merino y Pacheco Gómez (iv, 98, otra de las hijas de Juana); la tía Anita (n, 22); y Ana María Bañuelos Jiménez (iv, 153), una de las hijas de Ana María Jiménez. Al parecer Leopoldo hijo prestó en varias ocasiones esta casa a familiares que se encontraban en apuros económicos.

Hay un tercer grupito en Polanco, no lejos de la Anzures, donde viven dos hijos casados de Leopoldo hijo. Agustín Merino y Pacheco Gómez (iv, 97), uno de los hijos de Juana (m, 48), también se mudó allí en los años sesenta. En la quinta generación la mayoría de los miembros viven ahora en uno de estos conjuntos bien definidos, pero hay una cierta saturación debido a la escasez de buenos lotes en estas colonias. Las parejas jóvenes de la quin­ta generación se encuentran en nuevos fraccionamientos, como Tecamachalco y La Herradura (véase mapa), que originalmente fueron parte de proyectos de Pablo y de Pedro Jiménez.

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92 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

LOS PROFESIONALES:

LA RAMA DE LOS GÓMEZ BALBUENA

Los d e s c e n d i e n t e s de los medios hermanos de Leopoldo, Saúl (n, 14) y Roberto (n, 15) eran conocidos al principio como la “rama Popotla”, porque allá vivieron hasta finales de los años cuarenta. Los miembros de esta rama son muy bien recibidos en la red de parentesco. Sus vínculos se reducen prácticamente a la rama acaudalada de la familia; sus relaciones con los Gómez Moreno y los Bañuelos Gómez son más distantes.

La rama Gómez Balbuena incluye 79 parientes consanguíneos (véase cuadro 4). Los descendientes de Saúl y Roberto se inclu­yen en la misma rama debido al matrimonio de una hija de Saúl con un hijo de Roberto. La rama representa 20 .06 por ciento del total de parientes consanguíneos conocidos en la red de parentes­co hasta 1978. No obstante, hay únicamente 23 familias nuclea­res en la rama (25.67 por ciento del total), en comparación con 22 solteros (incluidas algunas monjas). La tasa demográfica de la cuarta generación fue de 4.5 hijos por familia nuclear. El nivel educativo es alto (véase cuadro 5). Los miembros de la tercera gene­ración casi no recibieron educación superior debido a las difíciles condiciones socioeconómicas durante la Revolución, pero la ma­yoría de la cuarta generación, nacida entre 1920 y 1950, fue a la universidad o terminó la preparatoria (las mujeres). En la quinta generación, todos los hombres y dos mujeres son graduados uni­versitarios. Esto representa el nivel educativo más alto en toda la red de parentesco.

Saúl y Roberto siempre fueron muy unidos. Como ya se mencionó, Roberto interrumpió sus estudios para que Saúl termi­nase leyes, a pesar de que esto representó un desventaja perenne para Roberto y un estatus social y económico más alto para Saúl. La suya fue la primera sociedad formal de negocios que atrajo nuestra atención pues compraron juntos bienes raíces rurales y urbanos desde los primeros años del siglo.

En términos de presencia física, Saúl y Roberto se acercaban al ideal familiar ya que los dos eran rubios, altos, “de aspecto

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I ( >S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO

español” y de ojos azules. Los dos habían recibido educación lormal. Saúl, el abogado, es recordado como un individuo redo, leal, honrado y respetuoso de la tradición. Su carácter y persona­lidad ejercieron una influencia perdurable en la rama Gómez Balbuena. Como encargado de los asuntos legales de Leopoldo padre (n, 16), Saúl cuidó de los intereses de las viudas y de los menores. Roberto, por su parte, era considerado un excéntrico por sus muchos enredos amorosos e hijos ilegítimos.

C uadro 4

LA RAMA GÓMEZ BALBUENA: DATOS DEMOGRÁFICOS

( ¡encración (año de nacimiento) Hombres Mujeres

Sexodesconocido

Total de miembros

Familiasnucleares Adultos solteros

III (1885-1926) 5 1 0 12 5 a 6IV (1920-1950) 6 12 6 24 13 3V (1947-1965) 20 20 3 43 5 b 13Total 31 39 9 79 23 22

aUn caso de endogamia. bEn 1977.

La mayoría de los hombres en la rama han sido profesionales liberales o, en épocas más recientes, ejecutivos de empresa. Tres se volvieron empresarios; su capital total ascendía en 1978 a unos 10 millones de dólares, lo cual representa el 10 por ciento del capital agregado de la rama Gómez Casés. Uno de ellos se desem­peñó como presidente de una cámara industrial. En general, la rama es mejor conocida entre los Gómez por haber producido empleados dedicados de por vida a las empresas de los Gómez más poderosos. Los hijos de Saúl, quienes trabajaron toda su vida para Leopoldo y Leopoldo hijo, son citados a menudo como ejemplo de individuos honrados que carecían de lo necesario para ser empresarios. Sus hijos y nietos (las generaciones IV y V) han tenido movilidad social ascendente y varias hijas se casaron con miembros de familias de estatus más elevado, familias de empre­sarios o de profesionales.

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Cuadro 5

LA RAMA GÓMEZ BALBUENA: DATOS EDUCATIVOS

94 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

Generación

III I V V

Escolaridadmáxima H M H M S.d. H M S.d. Total

Lee y escribe 1 1 0 0 0 0 0 0 2Primaria 1 6 0 0 0 0 0 0 7Secundaria 0 0 1 2 0 0 0 0 3Preparatoria 2 0 0 5 0 2 5 0 14Profesional 1 0 3 3 0 11 9 0 27Posgrado 0 0 2 2 0 0 0 0 4Estudia aún 0 0 0 0 0 5 3 0 8Desconocido 0 0 0 0 6 2 3 3 14Total 5 7 6 12 6 20 20 3 79

H = Hombres.M = Mujeres.S.d. = Sexo desconocido.

La rama ha producido asimismo una de las escasas mujeres de negocios de la red de parentesco Gómez, María del Carmen Gómez González (iv, 87). Era propietaria de una hermosa tienda de regalos que surtía sobre todo a los Gómez, negocio que a la vez fungía como un espacio social para el intercambio de chismes familiares. Para los Gómez una mujer que trabaja es considerada todavía como alguien descarriado, pero María del Carmen era muy respetada y querida debido a que podía mantener a sus padres y proporcionar ayuda económica a una hermana menos acomodada.

Un símbolo de estatus adicional entre los Gómez Balbuena es la religión, pues los miembros de la familia han sido excepcional­mente devotos. Muchas mujeres de la rama permanecieron sol­teras o se hicieron monjas. Algunas de estas últimas sirvieron de puente entre la familia Gómez y la Iglesia, una conexión de gran importancia económica en el desarrollo de la empresa familiar.

Las mujeres casadas de la rama Gómez Balbuena tienden a nor­mar su comportamiento con estricto apego a la Iglesia católica y a

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IX )S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO

los estándares de clase media “decente”. La única excepción con< u i da sucedió en la quinta generación, en la que las mujeres con edu eación universitaria de hecho se dedicaron a sus profesiones. En con­junto, los Gómez Balbuena han sido los guardianes de un estilo de vida que les permite tratarse con los más ricos de los Gómez di* igual a igual. Su aspecto externo, su educación y su preferencia por colonias selectas y buenos modales los ha hecho socialmente acep­tables a los Gómez Casés.

Sin embargo, la rama ha producido algunos casos verdadera­mente extravagantes. Uno de los hijos de Roberto se convirtió en bailarín de flamenco, el cual fue rechazado por la familia y no se sabe nada de él. Otro hijo de Roberto, Javier (m, 39), optó por la carrera militar, considerada una vocación deshonrosa por los Gómez. Se casó con una prima, una hija de Saúl (m, 42), a la que después abandonó. Una hija ilegítima de Roberto, Carmelita (m, 40), fue criada por la tía Anita (ii, 22), y se convirtió en su acompañante hasta su muerte. Trabajó de recepcionista con uno de sus primos y se ha vuelto una mujer centralizadora en defensa de las ramas más pobres (véase cuadro 3). Sin embargo, en general los Gómez Balbuena muestran escaso interés en las ramas menos afortunadas de la familia.

Los tres empresarios Gómez Balbuena comenzaron sus carre­ras como asistentes asalariados en las empresas de sus tíos. Las rela­ciones patrón-cliente de este tipo han sido muy comunes, comen­zando con los fundadores de la rama, los cuales trabajaron para Leopoldo hijo. Un ejemplo es el caso de Javier Gómez Gómez (iv, 80), nieto de Saúl y Roberto, quien provenía de un hogar roto y se crió con sus tías maternas. Siendo muy joven trabajó para Pablo padre (m, 51), y llegó a ser administrador de una fábri­ca, primero de Pablo y luego de Pedro Jiménez. Hacia 1946, toda­vía bastante joven, se casó con la hija de un rico extranjero que era propietario de una fábrica de productos farmacéuticos. Doce años más tarde, Javier dejó las empresas de los Gómez para traba­jar para su suegro. Paulatinamente fue asumiendo la adminis­tración del negocio y comprando acciones del mismo. Cuando el hermano de su esposa llegó a la mayoría de edad, Javier le ent regó

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96 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

la administración y estableció su propia compañía en sociedad con su primo Enrique Gómez González (iv, 88), nieto de Saúl, un ingeniero químico. Abrieron una fábrica de envases de plástico para embotellar la línea de productos cosméticos de su suegro. Tuvo éxito y Javier compró un rancho junto con otro primo, Leopoldo Gómez Benítez (iv, 103). Hacia 1970 la hija de Javier se casó con un técnico extranjero, contratado por la compañía de cosméticos quien era vástago de una acaudalada familia que mantenía rela­ciones muy estrechas con una empresa de cosméticos transnacio­nal. Creyendo detectar su gran oportunidad, Javier se salió de la sociedad con su primo Enrique, vendió su rancho, se puso de socio con su yerno y abrió una empresa de cosméticos en asociación con una corporación multinacional. No obstante, su experiencia con la empresa extranjera fue una decepción; descubrió que le suminis­traban materiales de segunda clase a un precio más alto que el pro­ducto local y que lo estaban usando para enquistarse en el mercado mexicano. Dejó la multinacional y continuó haciendo cosméticos por su cuenta. Javier es hoy día un pequeño pero próspero empresa­rio que tiene un buen rancho y disfruta del estilo de vida que se espera de un empresario Gómez. Continuamente hace negocios con sus tíos y primos, con quienes está en permanente contacto. Sus hijos asistieron a la universidad y uno de ellos trabaja para su sue­gro, que es propietario de una importante empresa. Otro ejemplo es el de Enrique Gómez González (iv, 88), hijo de Enrique Gómez Campos (m, 46), el gerente de confianza que sirvió con gran fide­lidad a Leopoldo padre, a Pablo padre y a Leopoldo hijo. Estudió ingeniería química y comenzó a trabajar para Pedro Jiménez sien­do aún estudiante, y luego fue enviado al extranjero. A su regreso trabajó para Pedro Jiménez, primero en la rama textil y luego en plásticos. Como ya señalamos, con sus conocimientos se hizo socio de Javier Gómez (iv, 80). Para 1966 gozaba de un estilo de vida con­fortable, si bien sin ostentación pues pertenecía a la rama conser­vadora de la familia. Tenía una casa elegante en una de las mejores colonias, hacía viajes a Europa cada año y poseía una valiosa colec­ción de arte religioso antiguo.

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I ( )S C ÍÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO

Una vez que Javier hubo disuelto la sociedad, Enrique (iv, 88) •.<* quedó como único propietario de la empresa fabricante de enva­ses, misma que ha continuado desarrollando y administrando. Se ha mostrado muy activo en los círculos empresariales y ha sido líder de una de las cámaras industriales. Con socios extranjeros en 1972 estableció una nueva fábrica de plásticos. Ha usado tecnolo­gía importada y métodos administrativos modernos, aparte de dar empleo a parientes, como a su hermano más joven (graduado en ingeniería química), a su hermana (que fue contratada como se­cretaria) y a su cuñado (que también es gerente administrativo). Su hijo siguió sus pasos, es gerente administrativo y trabaja en la empresa.

Un patrón similar se dio en el caso del tercer empresario, Enri­que Gómez Villa (iv, 81), hijo de Alvaro (iii, 43). Comenzó en la íábrica textil de Pedro Jiménez pero continuó al mismo tiempo sus estudios de ingeniería. Con sus propios ahorros y los contac­tos de la familia estableció una empresa textil que producía bajo el régimen de subcontratación para las empresas de sus parientes. El arreglo era benéfico para ambas partes: para el patrón se trata- ha de un instrumento conveniente para aumentar la producción y añadir flexibilidad, evitando dolores de cabeza con la adminis- t ración y la mano de obra. Para Enrique resolvía problemas finan­cieros por adelantado. El sistema se conoce con el nombre de ma­quila y se ha generalizado en todo México. Por añadidura, Enrique desarrolló una empresa constructora que ha alcanzado un tamaño considerable; ésta lo ha convertido en un rico y próspero empre­sario. Cuida a sus hermanas, sobrinas y sobrinos, ayudándolos de mil maneras. Sus hijos han estudiado en universidades privadas y el mayor, de veintitantos años, ya tiene su propia pequeña empresa constructora. Su padre le ayudó a establecerse y le sigue apoyando con conocimientos, pistas de contratos y capital. Los otros dos hijos trabajan como jóvenes ejecutivos para corporacio­nes multinacionales.

Javier Ortiz Gómez (iv, 95), el hijo de Luz María (m, 47) y nieto de Saúl, heredó una pequeña fábrica textil en una ciudad de provincia, donde finalmente maquiló para los empresarios Cíómez.

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98 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

Murió joven, y su viuda actualmente maneja la fábrica y obtiene un ingreso que le permite mantenerse independiente. Tiene muy escaso contacto con la parentela Gómez.

En la cuarta generación, cinco mujeres tuvieron que trabajar para vivir debido a problemas económicos. Todas recibieron ayu­da de sus hermanos y primos varones-trabajos, respaldo, informa­ción y orientación. Una de ellas recibe además ayuda económica de una prima de la rama Gómez Casés.

Los Gómez Balbuena: patrones de residencia

Como antes se dijo, Saúl y Roberto Gómez Balbuena establecieron sus hogares en Popotla (véase mapa), una colonia de clase media, y la tercera generación se crió ahí. En los años treinta, la tercera generación comenzó a casarse y a formar sus propios hogares en la misma zona. La cuarta generación se crió también allí, cerca de sus abuelos, tíos y tías; por entonces casi todos los miembros de la segunda generación habían fallecido y algunas familias de la ter­cera comenzaron a mudarse a otras partes de la ciudad.

Josefina (m, 42), abandonada por su esposo y primo Javier, con­tinuó viviendo en Popotla con sus hermanas hasta entrados los sesenta. Alvaro (m, 43), el hijo mayor de Saúl, heredó la casa de su padre y permaneció también en Popotla. En los cuarenta, el se­gundo hijo de Saúl, Enrique (m, 46), compró un lote en el nuevo fraccionamiento de la Anzures y se convirtió en el vecino de su patrón y primo Leopoldo hijo (m, 50). Luz María (iii, 47), casada con un pequeño empresario, se trasladó al estado de Tlaxcala, pero se quedó viuda en los años cincuenta y regresó a la ciudad de México, donde vivió sola en la colonia Cuauhtémoc, a cierta distancia del resto de la rama.

La mayoría de la cuarta generación vivía cerca, en Popotla, asis­tió a la misma escuela y frecuentó el mismo grupo social. Los hijos de Enrique vivían cerca de los hijos de Leopoldo hijo, en la Anzu­res, y desarrollaron relaciones particularmente cercanas con sus primos ricos Gómez Casés.

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I < )S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO

Debido a que los hijos de Luz María crecieron un poco aisla dos de la red familiar, sus personalidades están menos definidas en la mente de los parientes Gómez. A la larga, y tras la muerte de Luz María, ellos se separaron de la familia.

A finales de los cuarenta se comenzaron a casar los miembros de la cuarta generación. A medida que el barrio de Popotla se dete­rioró, los hijos de Alvaro y de Josefina se mudaron a barrios resi­denciales del sur, una zona de la ciudad en la que los Gómez no habían vivido antes. Por otra parte, los descendientes de Enrique continuaron asentándose por el área de Anzures y por último se fueron expandiendo hacia zonas de clase media en el norte de la ciudad, estableciendo así dos ramas suburbanas diferenciadas de la rama original Gómez Balbuena.

La cuarta generación se dispersó geográficamente y, desde el punto de vista económico, se diversificó, aunque se mantuvieron relaciones de negocios y sociales con los parientes. Los hombres de negocios de la cuarta generación tendieron a hacerse socios, y las esposas de los empresarios mantenían a sus padres y proporciona­ban trabajos a sus hermanas. Uno de los médicos de la rama se convirtió en el galeno de toda la red de parentesco. Se pueden encon- trar muchos otros ejemplos de intercambio de bienes y servicios.

C ua d ro 6

LA RAMA GÓMEZ MORENO: DATOS DEMOGRÁFICOS

Generación (año de nacimiento) Hombres Mujeres

Total de miembros

Familiasnucleares Adultos solteros

III (1881-1910) 1 5 6 7a 0IV (1922-1936) 10 2 12 8 4Total 11 7 18 15 4

Nota: Se desconocen los datos de la quinta generación.'Tres matrimonios sororales (con hermanos de su ex esposa), un matrimonio con una viuda y uno

con un pariente.

Hasta 1977, las hijas solteras de Saúl (Rosalía, m, 41; Lucrecia, ni, 44; y Amalia, m, 45) constituían el centro emocional de la red

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MM) LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

de parentesco en general; toda la familia se reunía en torno a ellas en Navidad, en los cumpleaños y días de santo, o siempre que se producía una importante crisis familiar, como la muerte de sus hermanos Alvaro y Enrique en los setenta. En los años ochenta, las familias de las subramas del norte y del sur continúan reunién­dose en las ceremonias familiares, como funerales y bodas, aun­que también en otras ocasiones sociales.

L a r a m a G ó m e z M o r e n o

Los m ie m b r o s de la rama Gómez Moreno en parte son conocidos por el resto de los Gómez como “los mal vistos”. Descienden de Modesto Gómez Aburto (n, 17), quien, como se recordará, prime­ro estuvo asociado con su hermana Rosalía y sus respectivos consortes en un comercio en el pueblo de Maravatío, Michoacán. Después de la Revolución, las dos familias regresaron a la ciudad de México, donde continuaron una cercana amistad y formaron ramas separadas de la familia Gómez.

C uadro 7

LA RAMA GÓMEZ MORENO: DATOS EDUCATIVOS

Escolaridadmáxima

Generación

Total

111 IV

l lomhres Mujeres Hombres Mujeres

Lee y escribe 0 0 0 0 0Primaria 0 1 1 0 2Secundaria 1 4 0 0 5Preparatoria 0 0 0 1 1Profesional 0 0 8 0 8Posgrado 0 0 0 0 0Desconocido 0 0 1 1 2Total 1 5 10 2 18

Nota: Se desconocen los datos de la quinta generación.

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I ( >S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 101

La rama Gómez Moreno incluye 18 parientes consanguíneos ('>.83 por ciento de los parientes Gómez) entre la tercera, cuarta v quinta generaciones. Esta rama incluye a los hijos, nietos y biznie­tos de Modesto. (No se cuentan los nacidos después de 1978.)I lay 15 familias nucleares en la rama, o 10.13 por ciento de todas las familias nucleares Gómez (véanse cuadros 6 y 7). Su contacto social con la red de parentesco es relativamente débil. La rama ha producido dos empresarios, ambos en la cuarta generación.

A Modesto (n, 17) se le recuerda como un individuo gris casado con una mujer igualmente gris. Tuvo un hijo, Modesto Gómez Moreno (iii, 59) y cinco hijas. La hija mayor, Inés (iii, 55), se casó con Bernabé Gómez Salinas ( i i i , 23), hijo de un primo hermano de Leopoldo y su principal técnico. Bernabé y su espo­sa Inés eran así primos terceros. Inés falleció alrededor de 1928, al dar a luz a su quinto hijo, y Bernabé se casó de nuevo con la hermana de Inés, Amalia ( i i i , 56), quien se murió sin hijos unos años después. Bernabé procedió a casarse una vez más, esta vez con la más joven de las hermanas Gómez Moreno, Celina ( i i i , 60). Por último Bernabé se murió y dejó su capital a Celina, que con­trajo nuevas nupcias.

Celina tuvo hijos de sus dos esposos, pero sus descendientes del segundo esposo se separaron de la familia con el dinero de Bernabé, un hecho que no ha sido olvidado. Las otras dos herma­nas Gómez Moreno en opinión de la familia tampoco se casaron bien. Cuando en 1929 la hija jorobada de Leopoldo padre falle­ció, su viudo se casó con Modesta ( i i i , 57), permitiendo así que el buen dinero de los Gómez Casés pasara a otra rama distinta. La cuarta hermana, Susana ( iii 58), se casó con un individuo de una familia de políticos posrevolucionarios. Su esposo de hecho era un pequeño hombre de negocios, pero los parientes los hicie­ron sentir a él y a su esposa mal recibidos en el círculo familiar.

Modesto padre ( i i i , 59), el único hijo de Modesto, se casó con una mujer de clase media que era alcohólica. Su hijo se casó con una prima de la rama Bañuelos (iv, 130), a quien abandonó posterior mente. Todos estos malos matrimonios, casamientos del mismo hombre con varias hermanas y traslado de dinero de la familia o >n

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tribuyeron al mal nombre de la rama Gómez Moreno entre el resto de la familia.

En términos económicos, la rama es considerada de clase media con cierta tendencia al deterioro. Modesto padre fue un pequeño hombre de negocios que administraba un hotel en el centro de la ciudad. Su esposa era de origen socioeconómico bajo. Según los informantes a sus hijos les fue “relativamente bien”, en particular a las hijas, gracias al estatus relativamente alto de Bernabé y a su estrecha relación con Leopoldo padre. Bernabé fue en buena medida responsable del desarrollo técnico de las empresas Gómez, pero sus considerables ingresos nunca fueron invertidos en nego­cios propios. Continuó siendo un colaborador cercano, pero era tratado como cliente y no como igual; no fue invitado a invertir en empresas familiares. Conforme a los rumores de la familia, su ingreso fue invertido en joyas en lugar de negocios productivos, como lo habría hecho un Gómez con la cabeza bien puesta. Esto facilitó el que su viuda Celina dispusiera del dinero tras su nuevo matrimonio. Las tres esposas y los varios hijos de Bernabé disfru­taron de un nivel social de clase media alta. También Modesta gozó de una situación económica confortable, gracias al capital de su esposo.

Modesto hijo definitivamente tuvo un nivel de vida más bajo que su padre. Seis de los hombres de la cuarta generación comenza­ron trabajando en el conjunto de empresas de los Gómez en cali­dad de técnicos. Dos de ellos finalmente lograron establecer nego­cios pequeños propios. El que se casó con su prima Bañuelos fue un serio problema familiar: tuvo que ser sacado con fianza de la cár­cel con ayuda de sus parientes. Los otros eran hombres de negocios en empresas medianas. Las mujeres se casaron todas con emplea­dos de empresas privadas.

Los dos hijos de Modesta fueron a la universidad y establecie­ron sus propios negocios, gracias al dinero de Modesta y con ayuda de sus suegros. Uno tiene varias fábricas de plásticos y el otro es propietario de una agencia de automóviles. La quinta generación de esta rama sigue las tradiciones familiares.

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I ( )S liÓM EZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 10'i

En cuanto a las preferencias residenciales, las hijas de Modesto padre se ramificaron de casa de sus padres en el centro de la ciu­dad. Entre 1900 y 1935 Bernabé vivió cerca de su jefe Leopoldo padre, en el barrio de San Cosme, en la planta alta de uno de sus negocios. Por tal razón se dio una fuerte interacción entre los hijos de Bernabé y los descendientes de Leopoldo.

Modesta ha vivido siempre en la colonia San Rafael, cerca de Leopoldo padre, Cecilia y Bernabé. Después de 1940, Susana se mudó al nuevo barrio de clase alta en Lomas de Chapultepec, y ( lelina también se mudó del centro, pero se desconoce a qué barrio. Estas dos hermanas se hallaban alejadas geográficamente del centro familiar y sus descendientes perdieron contacto con el ion junto de la familia. Modesta actuó como intermediaria y prin­cipal vínculo con las otras ramas. El hijo (iv, 125) de Modesto hijo primero vivió en Santa María la Ribera, cerca de la rama de los Pañuelos, pero después de la separación de su esposa y su encarce­lamiento se alejó de la familia. Su ex esposa y sus hijos se mudaron a la colonia Portales, un barrio de gente de bajos ingresos, donde sus niños fueron ayudados por una prima Gómez Casés. Los hijos de Modesta vivían en diferentes colonias de clase media (Tlalpan y Narvarte), cerca de las familias de sus esposas. Los hijos de Bernabé se fueron alejando de la familia, uno de ellos trabajó de técnico en una empresa de la familia por algún tiempo, pero también éste perdió contacto con la familia.

Salvo los descendientes de Modesta, esta rama se cuenta entre las menos integradas a la red de parentesco. Sus miembros no se distinguieron de manera particular ni en el ámbito de los negocios ni en sus logros morales o educativos. Si bien formalmente admi­tían las normas y valores del resto de la familia, en la práctica solían transgredirlos, en especial en los casamientos desacertados. Empero Modesta, mujer centralizadora (véase cuadro 3), ha mantenido junto con sus hijos un vínculo muy estrecho con el centro familiar. Su presencia en las ceremonias familiares es la principal fuente de información disponible que tiene el resto de la familia acerca ele esa rama.

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104 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

Los parientes pobres: la rama Bañuelos Gómez

La hija de Leopoldo, Rosalía (n, 20), se casó con un inmigrante español, Ramiro Bañuelos, quien engendró la rama menos aco­modada de la red de parentesco Gómez. Las mujeres de esta rama, sin embargo, son las herederas y guardianas de las recetas, tradi­ciones y costumbres transmitidas en línea directa desde Mamá Inés.

En la tercera y cuarta generaciones de la rama Bañuelos Gómez hay 36 individuos consanguíneos, un 11.65 por ciento de la red de parentesco, sin contar los miembros afines y los niños nacidos después de 1978. El número total de familias nucleares es de 26, o 17.57 por ciento del total (véase cuadro 8). Sólo hay un empre­sario; el resto son empleados asalariados en diferentes niveles. La rama produjo una mujer centralizadora clave, Anita (ii, 22). Mien­tras vivió Anita el contacto entre esta rama y el resto de la parente­la fue muy intenso, pero comenzó a decaer a su muerte en los años sesenta. Los miembros de los Bañuelos Gómez interactúan ahora principalmente con miembros de la rama Jiménez Gómez. Al igual que en la rama Gómez Moreno, se carece de información sobre la quinta generación debido a que sus miembros han perdido con­tacto con la red de parentesco. El nivel de escolaridad se eleva en la cuarta generación pero la tasa demográfica permanece alta: unos cuatro hijos por familia nuclear (véanse cuadros 8 y 9).

C u a d ro 8

LA RAMA BAÑUELOS GÓMEZ: DATOS DEMOGRÁFICOS

Generación (año de nacimiento) Hombres Mujeres

Total de miembros

Familiasnucleares Adultos solteros

III (1 9 0 9-1916) 4 4 8 5 3IV (19 2 7 -1 9 4 8 ) 14 14a 28 2 1 c 6Total 18 . 18 3 6 h 26 9

Nota: Se desconocen los datos de la quinta generación.•' Una muchacha falleció antes de llegar a la edad adulta.b Contamos aquí a los Bañuelos Jiménez, quienes también aparecen en la rama Jiménez. 1 Un caso de endogamia.

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I ( >S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 10'»

En la tercera generación hallamos dos mujeres solteras (ni, (>'>; ni, 68). Uno de los varones, Ramiro (m, 66), se casó con una pri ma Jiménez. En la cuarta generación hubo varias mujeres solas: l res solteras (iv, 132; iv, 144; y iv, 145) y una mujer cuyo esposo, su primo Modesto (iv, 125), la abandonó. Otra desposó a un arte­sano italiano y se fue a Italia. Uno de los varones se casó con una muchacha de una familia empresarial mediana. El resto, hombresV mujeres, se casaron con personas de la clase media, tanto emplea­dos como profesionales.

Como se examinó páginas atrás, las hermanas Gómez de la segunda generación fueron muy unidas y formaron un grupo resi­dencial permanente con Mamá Inés. Este patrón de proximidad ha perdurado con los años. La rama Bañuelos Gómez conserva un sentimiento muy fuerte de lealtad familiar con muchas visitas, fiestas, intercambio de información, ayuda mutua y endogamia en la tercera y cuarta generaciones. De forma característica, existe una gran confianza entre las mujeres de la rama, y cinco de las mujeres centralizadoras más importantes han provenido de los Bañuelos Gómez.

La rama es de clase media, sin capital alguno digno de tal nom­bre. Su relación con las ramas más ricas se mantiene por medio de las mujeres Bañuelos Gómez, consideradas las depositarías de las tradiciones de la familia. Las recetas de Mamá Inés se conservan en secreto y se transmiten únicamente a las hijas, quienes deri­van su autoridad directamente de Mamá Inés, y no a las nueras.

Aunque casada con un español, Rosalía (n, 20) gestó la más mexicana de todas las ramas. A diferencia de sus primos más ricos, se negó a identificarse con Europa. Los parientes adinerados con­sideran esta rama como de clase media mexicana típica, por su apariencia, tipo de vida y gustos; este talante clase-mediero se les nota de manera más clara en las normas relativas a la elegancia y la decencia. Los miembros de la rama a menudo han buscado el patronazgo de las ramas más acomodadas y han tendido a escoger a los padrinos de sus hijos de entre sus miembros.

La solidaridad entre las ramas se externaliza por medio de una ideología común con un distintivo sabor clasemediero. La cercanía

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C uadro 9

LA RAMA GÓMEZ BAÑUELOS: DATOS EDUCATIVOS

106 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

Escolaridadmáxima

Generación

Total

III IV

Hombres Mujeres Hombres Mujeres

Lee y escribe 0 4 0 0 4Primaria 0 0 0 0 0Secundaría 3 0 1 7 11Preparatoria 0 0 3 4 7Profesional 0 0 3 1 4Posgrado 0 0 0 0 0Desconocido 1 0 7 2 10Total 4 4 14 14 3 6 a

Nota: No se tienen datos de la quinta generación.‘’ Incluye a los Bañuelos Jiménez y a una muchacha que murió antes de alcanzar la edad adulta.

social entre miembros de la rama se halla condicionada por la intensidad del intercambio recíproco, ya sea de naturaleza econó­mica (en particular entre los hombres) o de naturaleza social infor­mal. En general optan por la vía conservadora pues viven en hogares de clase media anticuados o, en fechas más recientes, en casas de interés social adquiridas con la ayuda de hipotecas (a diferencia de sus parientes más ricos que compran sus viviendas al contado). Están orgullosos de los refinamientos de la cocina tradicional mexi­cana, incluidos los buñuelos y otros postres. Como era de esperar­se, el papel prescrito para una mujer de esta rama es todo lo que debiera ser una “mujer Gómez”: ama de casa, esposa y madre, así como excelente cocinera y almacén de información sobre todo lo que atañe a la familia. Las mujeres de la rama Bañuelos Gómez nunca se meten en política y se sienten bien en su condición de clase media. Son religiosas y participan en novenas y rosarios, pero, a diferencia de sus parientas ricas, no son muy entusiastas del clero. Su forma de vestir es muy conservadora y se muestran extrema­damente dogmáticas de su antiguo estatus y tradición de clase

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inedia frente a los advenedizos, quienes se han vuelto sus vecinos. La generación más vieja cultiva la relación con los parientes ricos mediante pequeños regalos, incluidas algunas muestras de su cocina, que es famosa entre toda la red de parentesco.

Desde el punto de vista de la moderna sociedad mexicana de clase media, el estilo de la rama Bañuelos Gómez tal vez resulte pomposo y presuntuoso. Según un miembro de clase alta de la familia, se podrían definir como “quisieran ser clase alta”. Sus hogares están llenos de chucherías y seudoantigüedades. A diferen­cia de la clase media posrevolucionaria mexicana, la respetabili­dad Bañuelos Gómez descansa en un modo de vida tradicional que data de principios de siglo. No tienen problemas de legitimidad.

La familia de Rosalía (n, 20) es el centro de esta rama. Uno de sus hijos estableció una pequeña fábrica textil que dependía comer­cialmente de Leopoldo hijo; otro, Ramiro hijo (m, 66), fue un empleado de nivel medio y se casó con su prima Ana María Jiménez Gómez (m, 69). En los años sesenta puso una tienda especializa­da en muebles de baño. Las hijas por mucho tiempo fueron em­pleadas de su primo Pedro Jiménez (iii, 72). Por último pusieron un pequeño almacén con ayuda de su hermano Ramiro hijo, pero al final las mantuvieron sus sobrinos. El esposo de una tam­bién fue empleado de Pedro Jiménez.

Las dos mujeres sobresalientes de la tercera generación fueron Rosalía y Carmelita. Rosalía (m, 61) al parecer era una mujer rubia y bien parecida, una excelente cocinera y una esposa sumisa. Era respetada como mujer fuerte, que mantuvo una gran dignidad ante dificultades económicas constantes. Se casó con un hombre de ne­gocios de nivel medio que era propietario de un aserradero. Carme­lita ( i i i , 40), la hija ilegítima de Roberto, fue adoptada por su tía Anita (ii, 22) y se crió con los Bañuelos. Heredó la casa de Anita en Santa María la Ribera, de la cual usa únicamente una parte y renta el resto. Se ha vuelto el vínculo social entre los Bañuelos y las otras ramas, en particular con los Gómez Casés y los Jiménez.

Todos los varones de la cuarta generación trabajaron inicial­mente para sus tíos ricos, de manera ya directa o indirecta. I )cs pués de 1970, fecha en que los hijos de los tíos comenzaron

LOS GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 107

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108 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

hacerse cargo de sus propias empresas en la rama rica, los Bañue- los Gómez partieron gradualmente y encontraron diferentes tra­bajos en la iniciativa privada. Uno de los profesionales liberales llegó a un puesto ejecutivo en una corporación importante; dos hijos del pequeño empresario siguieron los pasos de su padre.

El hijo del maderero (iv, 125) heredó la empresa de su padre, quebró, fue sacado de apuros por sus tíos ricos, desposó a la hija de otro maderero y por último levantó una exitosa empresa de venta de madera en una ciudad de provincia. Ahora ayuda eco­nómicamente a su madre y hermanas. Berta (iv, 128), la hija del pequeño empresario, estudió química y se convirtió en la prime­ra profesional de la familia. Fue una mujer exitosa en su carrera y en su hogar, pero murió joven. Su viudo se casó luego con su hermana (iv, 131). Las mujeres de la cuarta generación fueron en su mayoría secretarias en varios negocios Gómez. La que fue aban­donada por su primo aún trabaja de secretaria y recibe ayuda financiera adicional de una prima rica. Los varones de la quinta generación están todos en la universidad y no mantienen relación alguna con la rama acaudalada.

Ramiro Bañuelos y Rosalía Gómez habían construido su hogar en el centro. Sus hijos se criaron y se casaron en ese barrio. Cuando uno de los hijos en la tercera generación se casó, hizo su casa en el centro, no lejos del hogar paterno. En los años cuarenta Ramiro y Rosalía se mudaron cerca de su empresa, en el área de Río Con­sulado (véase mapa). Los otros descendientes de la rama Bañue­los Gómez se fueron mudando del centro paulatinamente. En los años treinta y cuarenta las hijas solteras se cambiaron a Santa María la Ribera, el viejo barrio de la familia, convertido ahora en zona de clase media baja.

La generación que vivía en la colonia Santa María estableció un patrón de contacto e interacción personal estrecho. Estaban muy unidos a la tía Anita, la cual congregó a toda la red de parientes en torno a ella hasta su muerte en 1966. Carmelita ha continuado la relación y transmite información de esta particular rama de la familia a las demás, pero no ha logrado mantener la unidad que existía antes del deceso de Anita.

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I < >S GÓMEZ EN EL M ÉXICO CONTEMPORÁNEO

En los cincuenta, una vez que la cuarta generación había crecido y se había casado, las familias nucleares comenzaron a dis­persarse y a establecer sus propias unidades domésticas. Una viuda (ni, e’ 62) y sus hijos se mudaron a Satélite, un nuevo barrio suburbano de clase media en las afueras de la zona norte de la ciu­dad. Otras familias nucleares le siguieron allí y a otras zonas adya­centes como Cuautitlán-Izcalli.

Para 1980 la rama Bañuelos Gómez se había segmentado, pero los miembros de la tercera generación que se habían criado juntos han permanecido en contacto con las otras ramas, cuyos miembros aún son invitados para apadrinar a los hijos. Asisten a todos los funerales de la familia. Los miembros ricos de la misma no les han negado ayuda, y a las mujeres en particular se les ha apoyado. La gente de la cuarta generación se ha vuelto más distan­te, pero en general se ha mantenido el reconocimiento mutuo.

Los de en medio: la rama Jiménez Gómez

C e c il ia ( i i , 21), la hermana de Leopoldo, se casó con el inmigrante español Blas Jiménez; tuvieron un hijo, Pedro (iii, 72), y una hija, Ana María ( i i i , 69), la cual se casó con su primo Ramiro Bañuelos hijo ( i i i , 66). Todos sus descendientes se incluyen en la rama Jimé­nez Gómez.

Blas Jiménez fue un campesino español toda su vida. Su espo­sa Cecilia era una mujer inteligente y afecta a las artes que se man­tuvo siempre muy unida a la familia Gómez. Murió a finales de los años veinte. La tercera, cuarta y quinta generaciones contienen 5 1 individuos consanguíneos, 16.5 por ciento de todos los Gómez (véase cuadro 10). El número de familias nucleares de la red es de 17, 11.49 por ciento del total. Ésta parece ser la más prolífica de todas las ramas, ya que la tasa promedio de nacimientos es de 8.5 hijos por familia nuclear en la cuarta generación. La quinta ge­neración, si bien aún incompleta, muestra una baja drástica a unos 2.7 hijos por familia nuclear. La rama cuenta con cinco em­presarios y un cierto número de profesionales liberales. En 1 c>78, el capital total de la rama ascendía a unos seis millones de dólares.

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En ese año más de la mitad de los miembros de la cuarta genera­ción eran graduados universitarios (véase cuadro 11). Aun en la segunda y tercera generaciones, cuando la educación universitaria no se acostumbraba aún entre los varones, había un porcentaje significativo de graduadas universitarias entre las mujeres de la rama. En su mayoría se casaron con gente de clase media y media alta.

C u a d r o 10LA RAMA JIMÉNEZ GÓMEZ: DATOS DEMOGRÁFICOS

(año de nacimiento) Hombres Mujeres de miembros nucleares Adultos solteros

III (1911-1916) 1IV (1931-1958) 9V (1965) 10 Total 20

aUna muchacha falleció antes de llegar a la edad adulta. b Demasiado joven en el momento de hacer el corte, en 1978.

La tercera generación tuvo sólo dos miembros que llegaron a la edad adulta: Ana María y Pedro. Las personalidades de estos hermanos dominan la rama: el patriarca Pedro y Ana María, la her­mana centralizadora y dependiente. La cercanía social se expresa, entre otras cosas, en el hecho de que Ana María es la madrina de tres hijos de Pedro, y este es el padrino de tres hijos de Ana María. Existe mucho intercambio formal e informal, social y económico entre los miembros de la tercera y cuarta generación. En general ha habido una especie de relación patrón-cliente entre Pedro y Ana María, la cual se extiende a sus hijos. Se percibe la existencia de lazos de amistad entre los primos que prestan cohesión a la rama.

Pedro Jiménez (m, 72) fue moldeado por dos influencias contrastantes: la tenacidad de su padre inmigrante, junto con valores que hacían hincapié en la honradez, el trabajo duro y un cierto sesgo antiintelectual; y la huella de su primo mayor, Pablo padre (m, 51), quien introdujo a Pedro al mundo de los negocios

1 2 2 08a 17 15 1

22 32 b31 51 17 1

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I OS GÓMEZ EN EL MÉXICO C O N T EM P O R Á N EO

C ua d ro 11

LA RAMA JIMÉNEZ GÓMEZ: DATOS EDUCATIVOS

Generación

III IV

Escolaridadmáxima

[’rimaría

H M

0 0Secundaria 1 1Preparatoria 0Profesional 0Posgrado 0 Desconocido o jovenTotal 1 1

0 0

H M H M Total

0 0 0 O 03 0 0 O 50 3 0 O 34 2 0 0 62 2 0 0 4

0 1 10 22 339 8 10 22 51

H = Hombres. M = Mujeres.

v a la clase alta mexicana. Pedro debió a Pablo su estilo empresarial inquieto, siempre en busca de nuevos negocios pero inveterada­mente diligente en sus obligaciones con la familia.

Las casas de los miembros de la gran familia de edro suelen ser elegantes, con un toque de barroco mexicano pinturas moder­nas alfombras orientales y muebles de calidad. Pedro ha enrique­cido el estilo de vida de los Gómez con su preferencia por la cocina internacional así como los buenos coches, ropa y joyas caras, via­jes al extranjero, etcétera. Los hijos de Pedro asistieron a colegios privados caros pero luego, a diferencia de los miembros de la rama Gómez Casés que fueron a universidades privadas, estudiaron en la Universidad Nacional Autónoma de México

La ideología de Pedro, la cual en buena medida ha sido trans­mitida a la rama Jiménez Gómez, representa una fusión de nacio­nalismo burgués mexicano con elementos de inmigración europea. Tal vez por ello, y debido también a las múltiples relaciones con las ramas pobres y ricas de la familia, la rama Jiménez Gomez ocupauna posición central en la red de parentesco. Ha servido de |hk......y de elemento unificador entre las diversas ramas de Ja fr™

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Ana María es una mujer de carácter fuerte, le gusta apoyar a los parientes y es muy admirada y querida. Es el vínculo perfecto entre las ramas más pobres y las más ricas de la familia (véase cuadro 3). Si bien es muy devota, desconfía de los curas y de las monjas. Después de casarse, hizo a un lado lo que consideró frivolidades de muchacha (como tocar el piano) y se convirtió en esposa y madre de tiempo completo. Ha conocido la tragedia: dos de sus hijos murieron. Su casa es convencional en un estilo mexi­cano de principios de siglo (mobiliario francés, cristal y porcelana finos). Su cocina es famosa por las recetas mexicanas antiguas que usa, heredadas de su madre y de su abuela. Ella comparte estas recetas con sus hijas y con sus sobrinas Jiménez.

En tanto hombre de negocios conservador e innovador a la vez, Pedro podría ubicarse entre Pablo y Leopoldo hijo. Él fue quien comenzó a enviar a sus hijos e hijas a la universidad. De origen español, su esposa tiene carácter fuerte, aunque es sumisa ante su esposo y ha sido enteramente aceptada como una Gómez por el resto de la red. Sus gustos y actitudes son copiados por otras mujeres de la familia, aunque se le considera a veces un poco fría y distante.

Desde el punto de vista de la acumulación de capital, la rama Jiménez es independiente de la rama principal de la familia Gó­mez, al menos en sus orígenes. Blas Jiménez tenía sus propios negocios al estilo tradicional: su administración centralizada era manejada con ayuda de parientes y amigos de confianza de Es­paña, la mayoría de ellos parientes.6 Su hijo Pedro (iii, 72) fue el miembro más joven de la tercera generación de los Gómez. Co­menzó a trabajar en el rancho a los 13 años. Al cumplir los 17 asumió de manera oficial el manejo de los negocios de su padre; incluido el rancho y algunos baños públicos en la ciudad de México, mientras su padre se retiró a España. En su nuevo papel, Pedro conoció a muchos políticos posrevolucionarios que se convirtie­ron en amigos suyos de por vida.

6 Este estilo parece haber sido característico entre los inmigrantes españoles en México, según García Acosta (1979) y Suárez (1979).

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A la muerte de su padre en 1945, Pedro heredó la mayor parle ile los negocios, mientras a Ana María se le entregaron bienes raíces. Pedro había estado a cargo de los negocios de su padre unos 20 años, y su primo Pablo (m, 51), a quien veía a diario en casa de la tía Anita, estaba a punto de construir y ampliar su imperio económi­co. Los hijos de Pablo eran demasiado jóvenes para ayudar en el desarrollo de estas empresas. Pedro, por su parte, tenía instinto para los negocios, relaciones con políticos y miembros de la comu­nidad empresarial española, y algún capital propio.

Era la elección lógica para administrar la empresa textil más grande de Pablo.

Con los años, Pedro se volvió el socio más cercano de Pablo y, a la muerte de éste, fue nombrado tutor de sus hijos menores de edad. Se convirtió en el director de un consorcio textil que incluía inversiones de banqueros e industriales así como dinero propio. La administración de los negocios de Pedro, incluido el rancho y los baños públicos, le fue confiada a los hijos de Ana María (quienes ya tenían edad suficiente), a un primo español por el lado Jiménez, y a algunos parientes Bañuelos.

Ana María se dejó guiar por su hermano para invertir su heren­cia. Su esposo, Ramiro Bañuelos (iii, 66) continuó siendo un em­pleado casi hasta el fin de sus días, aunque por fin, como ya se mencionó, adquirió una tienda especializada en muebles de baño que administró hasta su muerte en los años setenta. Las inversio­nes de su esposa en la práctica eran manejadas por su hermano. Para 1950, Pedro se había convertido en un prominente industrial, socio en las empresas industriales de Pablo, también administradas por él. Había comprado otro rancho y lo había vuelto productivo, y unos años después vendió el rancho de su padre para compartir las utilidades con su hermana (como herencia conjunta). Su par­te la usó para comprar con Pablo una gran fábrica textil. A raíz de esto se retiró de la administración de los intereses globales de Pablo y se concentró en su nueva adquisición, que modernizó e hizo crecer en unos pocos años al punto que, en su momento de auge, la fábrica contaba con más de 2,000 obreros. Por estas techas, de nuevo en sociedad con Pablo, Pedro invirtió en una fábrica de

I ( >S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO I I I

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plásticos y en bienes raíces urbanos para fraccionar. Fue conside­rado un empresario técnicamente avanzado para su época: trajo técnicos alemanes y suizos para su empresa textil y ofreció parti­cipación a un ingeniero suizo en la fábrica de plásticos. Como se señaló antes, Enrique Gómez González (iv, 88, de la rama Gómez Balbuena), uno de sus sobrinos que había estudiado ingeniería química, fue copatrocinado por Pedro y Pablo para que siguiera un curso en Alemania, de modo que su técnico suizo pudiera ser remplazado por un pariente de confianza. A pesar de sus innova­ciones técnicas, Pedro y Pablo jamás cambiaron su estilo admi­nistrativo. Continuaron favoreciendo la centralización de las decisiones, la dirección autocràtica y la contratación de parientes. Los únicos extraños a quienes se les permitió trabajar en la admi­nistración fueron los abogados y los contadores. No obstante, algu­nos individuos que no pertenecían a la familia participaron en las juntas directivas.

Cuando Pablo murió Pedro parecía ser el líder natural del negocio. Pero la viuda de Pablo y sus hijos se rehusaron a aceptar el liderazgo de Pedro, en razón de que él no era miembro de la gran familia. Como Pedro se mostró reacio para someterse a sus más jóvenes e inexpertos sobrinos, el consorcio fue dividido y Pedro puso su propia empresa textil, en sociedad con algunos españoles. También fundó una de las primeras cadenas de supermercados de autoservicio de México. Y para administrar este negocio otra vez seleccionó fundamentalmente a parientes.

A finales de los cincuenta, Pedro Jiménez tenía un capital de unos 20 millones de dólares en empresas industriales y comercia­les. Era un líder prominente de la comunidad empresarial mexi­cana y de varios clubes y otras prestigiosas organizaciones. Su ideología hacía hincapié en la exportación para generar divisas y mejorar los niveles de vida de la población. Después de 1960, con la bancarrota textil y la introducción de nuevas tecnologías, se enfrentó a problemas económicos. En el periodo en que la em­presa familiar en México estaba dando paso a las grandes corpo­raciones como una forma más eficiente de organización, Pedro, siguiendo el discurso nacionalista de la época, probó su suerte en

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I < >S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO

el área de las exportaciones. Pero, en parte debido a su tecnología anticuada y administración atrasada, no pudo competir en los mei cados extranjeros. Sus acreedores embargaron la mayor parte de sus bienes.

Para pagar sus deudas y mantener su lujoso estilo de vida, Pedro se juntó con sus primos Merino y Pacheco en un negocio de bienes raíces y también trabajó su rancho con los ojos puestos en el mercado alimenticio urbano. Contrató gerentes técnicos pero nunca renunció a la dirección personal de sus asuntos excepto en el caso de parientes. Los puestos administrativos clave eran desem­peñados por sus hijos, sus sobrinos, sus primos y sus tías. También, contrató a algunos sobrinos de las ramas Bañuelos y Gómez Balbue- na, a quienes ayudó a poner negocios por su cuenta, generalmente vinculados con los suyos. A pesar de continuos problemas econó­micos, en los sesenta era suficientemente poderoso para invitar al presidente del país y a miembros del gabinete a ser testigos de la boda de una hija.

Debido a la escasez de capital y a serios atrasos tecnológicos, el negocio alimenticio de Pedro se vio amenazado continuamente por dificultades financieras. Finalmente decidió hacerse socio de una gran corporación transnacional, aunque por mucho tiempo se había rehusado debido a su ideología nacionalista y familiar. Cuando accedió, perdió el control de la administración y retuvo 33 por ciento de las acciones. La nueva administración reacondi- cionó el negocio de arriba a abajo. Con generosas inyecciones de capital foráneo, introdujeron nuevos productos que perdieron dine­ro por cierto tiempo, pero luego se volvieron lucrativos. Pedro fue ideológicamente incapaz de ser el accionista minoritario en su propia empresa y nunca estuvo de acuerdo con las políticas de la nueva administración. Vendió todo, a pesar de que estaba reci­biendo un buen ingreso. Decidió a continuación vender parte de su rancho a un fraccionador. Ha declarado que creó más de 5 ,000 puestos de trabajo en México y que sus operaciones en bienes raíces de manera indirecta generaron al menos otros 3,000 más, y presume su récord como ejemplo ante otros hombres de negocios.

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Al fin, sus hijos egresaron de la universidad y comenzaron a criticar el estilo tradicional de dirigir de Pedro, sobre todo su re­nuencia a delegar responsabilidades. Al principio trabajaron con su padre, pero de manera paulatina uno tras otro siguió su propio camino. El mayor compró un rancho en sociedad con un primo Merino y Pacheco y se mudó al campo con su familia. Dirige el rancho empleando nueva tecnología. Aunque a Pedro le dolió su partida le ayudó a establecerse.

El segundo hijo se fue a una transnacional que conoció por medio de la empresa de su padre; más tarde, se asoció con el espo­so de una de sus hermanas que es empresario, bajo el patrocinio de uno de los ejecutivos de la corporación. Parte de su capital inicial se lo proporcionó su padre.

Los otros dos hijos son profesionales: uno es abogado y el otro se fue al extranjero a hacer un posgrado. A su regreso a México rechazó trabajar en el sector privado y actualmente desempeña un alto cargo tecnocrático en el sector público. A veces la familia lo censura por trabajar en el gobierno. Una de las hijas de Pedro se casó con un importante empresario, dos hijas desposaron a profesionales, y la cuarta contrajo nupcias con un empleado de clase media que decidió irse a vivir a Estados Unidos, en parte para huir del dominio de la familia Jiménez Gómez. Sin embargo su alejamiento de la familia distó de ser un éxito: varias hermanas han comprado propiedades cerca de ellos, y en una ocasión un avión con 51 Jiménez llegó a pasar la Navidad con los aspirantes a la soledad.

Los cinco hijos de Ana María trabajaron para Pedro en diferen­tes periodos, administrando algunos de sus negocios. Finalmente uno se hizo socio en su empresa de maquila. Otro, quien es arqui­tecto, trabaja ahora en la constructora de los Merino y Pacheco. El tercero es empleado en una corporación y el cuarto por último llegó a ocupar un puesto ejecutivo en una gran corporación. El quinto murió joven. La hija mayor, Lupita (iv, 148), se casó con un famoso médico que se ha convertido en el cirujano de la fami­lia. Es una mujer muy centralizadora y mantiene contacto con

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IX )S GÓMEZ EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO

(oda la red de parentesco. La hija más joven se casó con un empre­sario mediano.

Los hogares de los Jiménez Gómez se hallan dispersos por toda la ciudad, pero en el inicio se apiñaron en una pequeña área. Ana María se casó en 1929 y se mudó a una casa cerca de su tía Anita y de sus suegros en la colonia Santa María la Ribera. En 1950 se cambió al centro a la casa que acababa de heredar. Poco después, utilizando el dinero que había heredado, compró una casa en el área de clase media alta de la colonia Cuauhtémoc, no lejos de su hermano Pedro y de su primo Leopoldo hijo. Pedro vivió en la colonia Juárez, una zona de clase media alta. Unos años después, por 1945, se mudó a Polanco, por entonces un fraccionamiento de clase alta de estilo europeo. Aunque la ciudad se estaba exten­diendo hacia las afueras, Polanco estaba cerca de las colonias elegidas por las otras ramas de la familia: la de Leopoldo en Anzu- res, la de Ana María en Cuauhtémoc y la de Pablo en Lomas de Chapultepec.

Cuando los hijos de Ana María comenzaron a casarse, el ma­yor hizo su casa cerca de sus padres y luego en Polanco. El resto de los hijos se casó en su mayoría en los sesenta y fincaron sus casas juntos, en la misma calle del fraccionamiento caro de Teca- machalco, un negocio conjunto de Pablo y Pedro. La mayor parte de los hijos de Pedro se casaron en los setenta y también se asen­taron en el área de Tecamachalco-La Herradura, en lotes donados por su padre.

Pedro descansa en Ana María y en su esposa para mantener contacto con la red de parentesco. La rama Jiménez es muy socia­ble y mantiene contacto frecuente y muy animado con los Gómez Casés y los Bañuelos en particular, pero también con el resto de la red de parentesco, más de lo que lo hacen los miembros de la rama Gómez Casés. En los setenta todavía eran invitados a ser padrinos de los niños de las otras ramas, incluidos los Gómez Casés. Pedro continúa frecuentando a políticos, banqueros y empresarios. Estos recursos sociales han resultado muy útiles a los miembros de la cuarta generación de la rama Jiménez Gómez.

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LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

C o n c l u s io n e s

C u a n d o los Gómez hablan de “los ricos”, “los pobres”, “los pro­fesionistas”, etcétera, admiten de manera implícita la existencia de un proceso de segmentación que ha venido desarrollándose a partir de la segunda generación. Se trata de un fenómeno natural en cualquier grupo de parientes. Lo que resulta raro es el grado de cohesión social entre los Gómez a pesar de las fuerzas centrí­fugas de la vida en una gran metrópoli del siglo xx.

Tres factores han contribuido a la permanente solidaridad familiar de los Gómez: 1. la empresa familiar como fuente de rela­ciones patrón-cliente e intercambio económico generalizado; 2. la presencia de varones dominantes en la familia que toman su papel en serio, tanto como figuras públicas prominentes como empleadores y protectores de sus parientes; 3. la influencia de mujeres centralizadoras que reúnen y propagan información acerca de la familia tanto dentro de su rama como con mujeres centralizadoras de las otras ramas.

Estas tres razones no son independientes. La mayoría de los varones dominantes (aunque no todos) ha sido empresarios. La mayor parte de ellos ha interactuado muy estrechamente con mujeres centralizadoras, dando trabajo y ayuda a medida que se ha requerido. Siempre ha habido por lo menos una mujer centra- lizadora en cada generación y en cada rama. La vida familiar ha girado en tomo a los hogares de estas mujeres, y la ideología de la empresa familiar se ha transmitido en las reuniones de la pa­rentela.

Podríamos identificar una cuarta razón del mantenimiento de la cohesión familiar en el ambiente industrial urbano: la conser­vación de la subcultura Gómez por medio de la ideología y el ritual. En el cruce entre el negocio familiar y la socialización de la fami­lia se encuentra la reunión ritual de la familia, una arena donde circula información y se reafirma la identidad distintiva que con­fiere la pertenencia a la familia.

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Familia y empresa

C apítulo 3

Co n el tiempo ciertos patrones generales de comportamiento se han vuelto rasgos característicos de la familia Gómez y

de un sector significativo de la sociedad mexicana. Existe en par­ticular una relación importante entre familia y empresa, y en general entre relaciones sociales y vida económica. Algunos aspec­tos de esto se han mantenido constantes, aunque el comporta­miento económico ha cambiado en respuesta a nuevas condicio­nes y tendencias en la economía nacional y mundial.

La empresa familiar constituye el centro de la actividad económica en la familia Gómez. La mayoría de los varones ha sido entrenada en empresas de la familia y ha desempeñado dife­rentes puestos en ellas. La empresa de la familia es la base del grupo de acción de un empresario (el grupo con el cual el empresa­rio organiza su trabajo) y su estructura interna refleja la estructura de parentesco.

Las relaciones sociales son un recurso esencial para los em­presarios mexicanos y para la población en general que puede considerarse como capital social en el sentido que le da Bourdieu: “El capital social es el conjunto de recursos reales o potenciales relacionados con la posesión de una red perdurable de relaciones de conocimiento y reconocimiento mutuos, que se hallan más o menos institucionalizadas; en otras palabras, que se relacionan con la pertenencia a un grupo” (Bourdieu, 1980: 2-4). Todo miem­bro de un grupo empresarial cuenta con una red de parentesco y de amistades que se ramifica hacia diferentes sectores de la sociedad. No obstante, el meollo de esta red social es el grupo de paren tesco, con la gran familia en su centro.

[119]

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Uli- Si

_

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Parentesco

( Ia p ít u lo 4

El sistem a simbólico que sustenta las acciones sociales de la familia Gómez puede abstraerse de los datos antes presenta­

dos. Sostenemos que la unidad básica de solidaridad en la cultu­ra mexicana es la gran familia o grupo de descendientes compues­to de tres generaciones. Esto implica que en México, el símbolo cultural “familia” significa un grupo bien definido que abarca a los padres, hermanos, consorte e hijos. Firth, Huberty Forge (1970: 285) definen a la gran familia como “la extensión de la familia de prolongación simple de segunda generación”, lo cual implica un conjunto de obligaciones y expectativas de apoyo ritual, eco­nómico y social.

En términos culturales, la gran familia representa un valor ideal en tanto elemento fundamental de solidaridad: la célula básica de la sociedad. Este ideal es compartido por miembros de la cul­tura que tratan de asimilarlo en sus vidas mediante actos ceremo­niales repetidos, intercambio y compromiso ideológico, aunque su verdadera realización en términos de acción se halla sujeta a variaciones que son producto de las diferencias de clase.

Se puede contrastar a la familia mexicana con la estadouniden­se y la inglesa (véase Berger y Berger, 1982; Firth, Hubert y Forge, 1970; Macfarlane, 1979; Schneider, 1968; Schneider y Smith, 1973). Las diferencias más sobresalientes entre los dos sistemas de parentesco son las siguientes: a) La familia nuclear bigenera- cional prevaleciente en Inglaterra y Estados Unidos idealmente se desbanda tras el matrimonio de los hijos, si no es que antes; en cambio en la gran familia trigeneracional el vínculo entre padres e hijos continúa toda la vida y pasa a los nietos, b ) En la familia

[143]

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144 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

nuclear bigeneracional el vínculo afín (esposo-esposa) tiene prio­ridad, en términos de solidaridad, por encima del vínculo de consanguinidad (padre-hijo); en la gran familia trigeneracional el lazo de consanguinidad (padre-hijo-nieto) tiene prioridad sobre el lazo afín (esposo-esposa) y, además, la descendencia directa goza de prioridad sobre la descendencia lateral, c) En la familia nuclear bigeneracional cada individuo es miembro de una familia en un momento dado, primero la de sus padres, luego la de su esposa e hijos. En la gran familia trigeneracional un individuo es simul­táneamente miembro de dos grandes familias: la de su madre y la de su padre (véase figura 2). Un individuo no es considerado de manera incondicional miembro de la gran familia de su con­sorte, pero sus hijos sí.

Una diferencia adicional entre los dos sistemas de parentesco es el elevado número de vínculos y la diversidad de las relaciones en la gran familia trigeneracional. Cuando se reúnen para un ri­tual, los miembros de la gran familia Gómez pueden incluir entre 10 y 20 adultos y tal vez entre 10 y 40 niños, entre hermanos y primos hermanos. Esta es la unidad básica de solidaridad: entre los parientes más distantes la solidaridad está condicionada por la cercanía social y emocional.

Por último, existe una diferencia importante en la duración de una unidad familiar básica en los dos sistemas. En la familia nuclear bigeneracional, cada hijo o hija forma su propia unidad familiar al casarse, de ahí que la familia nuclear sólo funcione entre 20 y 30 años. En la familia trigeneracional la duración operativa de la familia equivale a la duración de los abuelos. Mientras viva uno de los abuelos, la familia existe como una unidad efectiva de solida­ridad. Una vez fallecidos los padres, cada hijo y cada hija se convierte en la cabeza de una gran familia. Esto significa que las grandes familias permanecen operativas durante toda la vida de un individuo, puesto que no hay cambio de lealtad al casarse ni los hijos se van de la casa paterna, en un sentido drástico, en vida de sus padres.

La solidaridad se expresa de muchas formas, dependiendo de la posición social, los recursos económicos, la ubicación geográfica

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PARENTESCO

de los miembros y las circunstancias históricas o individuales. 1 n general, los recursos económicos facilitan la expresión de la solí daridad familiar y la falta de ellos tiende a impedir tal expresión, en mayor o menor grado. En todos los casos, sin embargo, la solidaridad incondicional es el ideal entre miembros de una gran familia: esto implica rituales e ideología compartidos, estrecha inter­acción social, ayuda económica y apoyo emocional.

La s o l id a r id a d d e l a g r a n f a m il ia

Vam os a examinar la intersección de dos grandes familias (véase figura 2). La intersección ocurre en la tercera generación: los hijos en el área sombreada deben lealtad a las dos grandes familias a la vez. De manera similar, los individuos de la segunda genera­ción deben lealtad a las grandes familias de sus dos progenitores. El sistema convencional de apellidos en México, así como en muchas partes de América Latina y España, sanciona esto al prescribir el uso de los dos apellidos (el del padre y el de la madre).

La solidaridad de parentesco entre los Gómez se expresa en cuatro dominios: la vida social, los rituales, las relaciones econó­micas y la ideología. Si comenzamos con las interacciones socia­les, hemos observado que los miembros de la red de parentesco Gómez expresan su cercanía social dentro de la gran familia tri- generacional de diversas maneras. Siempre se hallan bien informa­dos acerca del estado de salud y de las actividades de unos y otros. Esto implica contacto telefónico frecuente (a menudo dia­rio), así como visitas recíprocas. Aun cuando un miembro de la gran familia viva en el extranjero de manera permanente, hay habituales llamadas telefónicas y todas las visitas posibles. Las mujeres centralizadoras a menudo inician estos contactos y extien­den las noticias al resto de la familia.

Los recursos sociales son compartidos entre los miembros de la gran familia. Se espera que cualquier pariente que tenga acceso a amigos o contactos de posible utilidad a un miembro de la fami­lia proporcione la información adecuada y, si se le solicita, facilite el contacto personal necesario.

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Los rituales de los Gómez (que se discutirán más extensa­mente en el siguiente capítulo) reconocen a la gran familia como la unidad básica de participación. Tal vez el ejemplo más obvio sea la comida familiar semanal, institución que tiene prioridad sobre otros compromisos sociales. Se celebra en la casa del (o de la) cabeza de la gran familia en un día fijo de la semana, y reúne a todos los miembros de una gran familia, a sus consortes y a sus hijos. Para un Gómez casado que aún no es cabeza de una gran familia, dos tardes a la semana transcurren normalmente en estas comidas: una con su gran familia y la otra con la de su consorte.

En acontecimientos rituales como bautismos, bodas y fiestas de cumpleaños participan todos los miembros de la gran familia. Esta incluye a hermanos, tíos, sobrinos y primos hermanos de uno y otro sexo, aparte de sus padres e hijos. De hecho no se requiere una invitación, pero no se puede omitir a nadie. Los miembros del grupo de parentesco más amplio son invitados conforme a la cercanía social. En términos de cooperación económica, descu­brimos que hay un intercambio generalizado entre todos los miembros de una gran familia.

Antes de 1960, todos los empresarios Gómez admitieron a sus hijos en los negocios; muchos invitaron también a los sobri­nos a formar parte de la empresa, como se señaló en el capítulo 3. Los hijos solían trabajar bajo la dirección paterna después de casa­dos. Aunque exteriormente se parece a una relación patrón-cliente, la obligación entre padre e hijos en realidad es recíproca. Si un hijo aparenta tener escasa capacidad para los negocios, el padre de todos modos se ve obligado a buscarle un puesto decoroso en su empresa. A la inversa, aunque el padre sea autoritario y anticuado en su estilo empresarial, un hijo seguirá sus directrices. Los varo­nes cabezas de una gran familia raras veces se retiran; si están incapacitados debido a su avanzada edad, posiblemente dividan sus propiedades industriales entre sus hijos, pero conservan su autoridad hasta el final.10

10 Patrones de solidaridad similares son encontrados por García Acosta (1979) y Suá- rez (1969) entre empresarios españoles migrantes y sus descendientes y por Hunt (1969) entre empresarios del estado de Oaxaca.

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Fig

ura

2

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Los negocios entre hermanos continúan, como regla, a pesar de la rivalidad económica que sobreviene a la muerte del padre. Los padres encargan a los hijos varones que cuiden de sus herma­nas, responsabilidad que no es trasladada de manera automática al esposo cuando la hermana se casa. Una mujer Gómez siempre puede contar con sus hermanos para obtener apoyo económico para ella y sus hijos, independientemente de si su esposo es buen ca­beza de familia.

Cuando Leopoldo padre se convirtió en un rico empresario en la década de 1890, su relación con sus hermanos y hermanas cam­bió de la reciprocidad a la de patronazgo. Desde entonces, los empresarios Gómez acaudalados han dado apoyo económico a sus hermanos o sobrinos y sobrinas a cambio de lealtad y servicio. Los datos registrados muestran que las relaciones patrón-cliente pueden durar dentro de la estructura de la gran familia y que la solidaridad social que engendran puede ser tan perdurable e intensa como la producida por la reciprocidad (véase cuadro 13).

La nueva riqueza de Leopoldo padre simplemente reforzó su fidelidad a la gran familia. Sus ambiciones de ser admitido como miembro de la clase alta criolla no interfirieron en su devoción hacia su madre, una indígena pura que se mantuvo como cabeza y centro de la gran familia hasta su muerte.

Leopoldo no rehuía los rituales familiares. Nunca dejó de ayudar a sus hermanas ni rechazó a un pariente. Fue el padrino de la mayoría de sus sobrinos y sobrinas. Esta tradición de coope­ración económica dentro de la gran familia fue seguida por las cabezas de las ramas Gómez y aún puede hallarse hoy día en todos los niveles de la red de parentesco.

La ideología de los Gómez, que examinaremos en el capítulo 6, hace mucho hincapié en el parentesco. El ideal cultural de la gran familia se traduce en innumerables ejemplos en que los mitos fa­miliares fomentan y glorifican la ayuda entre tíos ricos y sobrinos pobres o entre parientes cercanos en general. Los ejemplos de de­voción familiar y de solidaridad de la gran familia en modo algu­no se limitan a Mamá Inés, Leopoldo, y a sus hijos y nietos. Al ser transmitidos de abuelo a nieto en incontables reuniones fami-

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PARENTESCO 149

liares, estas adornadas historias se convierten en patrones ideo­lógicos que influyen y guían la conducta de las relaciones entre los parientes.

P a t r o n e s oh r e s id e n c ia

E n los últimos 100 años o más el tipo dominante de unidad doméstica entre la red de parentesco Gómez ha sido nuclear y neolocal. Con esto queremos decir que el grupo social que com­parte una unidad residencial y las funciones domésticas inheren­tes es la familia nuclear o elemental, la cual consiste en una pareja y sus hijos. Las parejas recién casadas inician su vida juntos en una vivienda separada y se vuelven una familia nuclear completa una vez que nace el primer hijo.

No obstante, la neolocalidad entre los Gómez es más apa­rente que real. Ya en la segunda generación se estableció un patrón de agrupamiento residencial. Leopoldo padre y su madre y her­manas vivieron con sus descendientes en una colonia, y sus me­dios hermanos Saúl y Roberto establecieron su residencia en otra. Por décadas los parientes vivieron en la misma cuadra y sus hijos fueron a los mismos colegios. Después de 1950 algunas de estas colonias, como Popotla, comenzaron a deteriorarse y los miembros de la cuarta generación se mudaron a la Anzures, San Angel y otras colonias de clase media y clase alta de la ciudad de México. El patrón residencial entre las ramas adineradas de la familia se describió en detalle en el capítulo 2. El agrupamiento residencial significó que los miembros de la tercera generación crecieron muy unidos con sus primos. Mientras vivió Mamá Inés, todos los parientes se veían frecuentemente en su casa. Se desarro­lló una diferenciación social entre las ramas más ricas de la familia, Leopoldo hijo y Pablo compraron grandes terrenos en nuevas colonias residenciales. Los Jiménez y los Merino y Pacheco los imitaron y compraron lotes en los nuevos fraccionamientos como regalo de boda para sus hijos e hijas.

Cuando una gran familia Gómez decidió mudarse en general se debió al deterioro urbano, al creciente estatus de la familia o

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a la disponibilidad de bienes raíces transmitidos por herencia de un pariente político, en general el consorte. Como resultado, en la actualidad hay una distribución en buena medida no fortuita de las residencias de los Gómez en el área urbana de la ciudad de México. Aglomeraciones localizadas de parientes ocurrieron ini­cialmente en Santa María la Ribera o en San Rafael, en el centro o en Popotla; en la actualidad se encuentran en la Anzures, San Angel, Lomas, Tecamachalco y otras colonias de clase media. La compra de amplias secciones de bienes raíces aseguran que los hijos se queden cerca de sus padres una vez casados. Los parien­tes de clase media han seguido el ejemplo de los ricos en la me­dida que lo permiten sus recursos. Los miembros de clase media baja han permanecido en las viejas colonias o han sido los últi­mos en mudarse.

C uadro 1 4

RAZONES PARA LA NEOLOCALIDAD ENTRE LOS HIJOS DE LOS GÓMEZ

Razones Hombres Mujeres Total

Trabajos fuera de la comunidad 6 5 11Mejora nivel económico

de la familia nuclear 3 1 4Sin familia en la ciudad de México

(la. generación) 0 3 3Ruptura de las normas 0 1 1Conveniencia material

(no hay lugar cerca, terreno caro, etc.) 2 2 4Desconocido 0 2 2Total 11 14 25

Las tendencias centrífugas coinciden con el proceso de seg­mentación por rama. A medida que pasa el tiempo, cada pater

fam ilias siente cada vez más la urgencia de encabezar una gran familia propia. Los miembros afines ocasionalmente desean cam­biarse para escapar a la influencia dominante de los Gómez. Es

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PARENTESCO

PATRONES RESIDENCIALES DE LOS GOME/: TENDENCIA A VIVIR CERCA DE LA FAMILIA

C u a d r o 1 5

Residencia inicial Sólo residencia inicial Residencia fin,ti

Hombres Gómez13 (25)Neolocal 10 (14)a 1

Virilocal 29 (42) 2 19 (37)

Uxorilocal 14 (20) 4 9 (17)Ambilocal 16 (23) 5 11 (21)

Total conocido 69 (99) 12 52 (100)

Desconocido 18 2 21

Total 87 14 73

Mujeres Gómez11 (21)Neolocal 15 (23) 6

Virilocal 8 (13) 3 8 (15)Uxorilocal 37 (58) 8 29 (56)

Ambilocal 4 (6) 2 4 (8)

Total conocido 64 (100) 19 52 (100)

Desconocido 26 8 11

Total 90 27 63

Combinados(23)Neolocal 25 (19) 7 24

Virilocal 37 (28) 5 27 (26)

Uxorilocal 51 (38) 12 38 (37)

Ambilocal 20 (15) .7 15 (14)

Total conocido 133 (100) 31 104 (100)

Desconocido 44 10 32

Total global 177 41 136

Nota: La residencia inicial es la primera residencia de una pareja al casarse; la residencia final puede significar también la última residencia conocida. A las parejas recién casadas se les preguntó únicamente por su primera residencia. (Hubo 41 casos de parejas casadas que todavía vivían en su primer lugar de residencia hasta 1977.) El concepto de residencia neolocal significa que la pareja vive cerca de la casa de sus padres, no en la misma unidad residencial. El concepto de uxorilocal quiere decir que la residencia de la pareja está cerca del grupo de parentesco de la mujer y el de virilocal, es lo mismo, pero en el caso del hombre.

a Los números entre paréntesis son porcentajes basados en los totales conocidos. No todos los totales equivalen al 100 por ciento debido a que se redondearon las cifras.

Fuente: Datos proporcionados por los informantes.

menos probable que las grandes familias se dispersen si las hijas se casan con alguien de estatus económico ligeramente más bajo.

A partir de 1960, se observa una dispersión residencial más amplia entre los miembros de clase media, debido a una mayor

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disponibilidad de fraccionamientos que ofrecen formas de pago competitivas y a plazos. Sin embargo, persiste el patrón de vivir cerca de parientes.

De 133 parejas Gómez, sólo 25 (19 por ciento) escogieron inicialmente residencia neolocal, selección determinada con fre­cuencia por requerimientos de trabajo u otros elementos externos (véase cuadro 14); el resto (108 parejas, 81 por ciento) hicieron sus casas en las cercanías de los padres de uno o de ambos (véanse cuadros 15 y 16). Unas 34 (19.21 por ciento) nunca cambiaron su patrón residencial, y la mayoría de los cambios de residencia que ocurrieron implicaron mejoras en la vivienda o en la ubica­ción que no alteraron la proximidad de la pareja a los padres de uno de ellos. En general, los Gómez ganaban la partida en lo que respecta a qué conjunto de padres resultaba más atractivo para la nueva pareja: esto es menos sorprendente cuando se trata de un varón Gómez, puesto que la virilocalidad parece ser el ideal cultural (Foster, 1972; Nutini y Bell, 1980). Sin embargo, la uxo- rilocalidad entre las mujeres Gómez es aún más notoria, en todo caso, que la virilocalidad entre los hombres. Así, de las selecciones conocidas de residencia inicial (133 casos), 86 (65 por ciento) fueron o bien ambilocales (cerca de los padres de ambos) o locali­zadas en los aledaños de los Gómez. La fuerza de una familia se demuestra en el hecho de que puede atraer a las mujeres afines a su propia esfera de influencia y al mismo tiempo retiene la mayor parte de sus propias mujeres (Lomnitz, 1982; Olivera, 1976). Empero, la bilateralidad del sistema implica que tanto hombres como mujeres atraigan a sus familias nucleares a la colonia de sus propias grandes familias.

Dado que los hijos de una pareja pertenecen a la parentela consanguínea de los dos padres al mismo tiempo, existe una com­petencia intrínseca entre esposo y esposa a propósito de con qué lado de la gran familia se identificarán más estrechamente. El asunto de la residenciá es de enorme importancia debido a que la cercanía física redunda en una interacción más estrecha y por último en una identificación social y emocional más íntima entre los hijos y un linaje particular. En el ámbito urbano la competen­

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cia es una lucha crítica entre afines que se inicia antes del mal 11 monio e implica muchos factores: oportunidad o disponibilidad de vivienda en una colonia dada; relativo poder económico de las grandes familias de cada uno de los esposos; relativo prestigio; alianzas y agresividad ideológica de las grandes familias; y grado de armonía o conflicto dentro de cada gran familia. Aveces la com­petencia queda zanjada al contraer nupcias; mas a menudo pue­de persistir unos cuantos años o hasta que la pareja encabeza una gran familia propia. El patrón de cercanía residencial perdura entre los parientes de clase media, tanto por razones ideológicas como por la conveniencia práctica de utilizar a mujeres parientes en el cuidado de los niños o de los ancianos de la familia.

R e l a c io n e s a f in e s

No e x i s t e n normas formales para la elección de pareja entre los Gómez. Al contrario, se supone que el matrimonio ha de ser el resultado de una elección libre basada en el amor.11 Existen nume­rosos factores, sin embargo, que influyen en la selección de una pareja en un ámbito urbano socialmente estratificado, en donde los jóvenes encuentran parejas potenciales de origen muy variado. En general, hay cierta presión para que se sometan a algunos criterios sociales, ocupacionales y religiosos. Los actores indivi­duales tal vez no sean conscientes de esas restricciones y posible­mente continúen creyendo en el amor como el principio que guía la selección de pareja a menos de que por azar transgredan las normas tácitas, en cuyo caso pueden encontrarse sujetos a una presión social considerable.

Las normas de elección de pareja se expresan de manera infor­mal, como en el consejo dado a los jóvenes por sus mayores, por ejemplo: “Busca a alguien de tu misma educación”. Se excluye a la gente de origen proletario o de religión diferente. El requisito principal de una pareja es que pertenezca a una familia católica y “decente”, en el sentido descrito por Pitt-Rivers (1974) al es-

PARENTESCO IV*

11 La misma actitud prevalece en el México rural. Foster (1972 , 73-75) señala que cualquier interferencia en la libre elección de una pareja se considera inadmisible.

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tudiar las familias mediterráneas. Desde su migración a la ciudad de México hasta 1975, los Gómez se casaron con miembros de familias que residían en la ciudad; todos los consortes han sido católicos; sólo 13 de 172 nacieron en el extranjero (la mayoría españoles, más dos mexicanos de padres españoles). La gran mayo­ría (145) eran mexicanos de clase media.

Durante la primera generación, uno de siete varones se casó por debajo de su nivel socioeconómico; las mujeres, por el contra­rio, se casaron por lo menos con iguales (véase cuadro 17). Esta tendencia se observa aún más claramente en la segunda genera­ción: ninguno de los hombres se casó por encima de su estatus y ninguna de las mujeres por debajo del suyo. Por esa época la fa­milia aún pertenecía a la clase media en ascenso. Los inmigrantes españoles se consideraban parejas deseables, incluso si tenían un origen campesino. Lo que contaba eran sus características racia­les y su elevado nivel en América Latina.

En la tercera y cuarta generaciones las ramas de clase media se casaron con gente de su clase; en las familias ricas, los hombres pueden seleccionar consortes de estatus inferior (aunque uno superior se estima deseable), pero las mujeres no. En la cuarta generación parece surgir un nuevo patrón: la mayoría de las mujeres de las ramas empresariales se casan con personas cuyo nivel eco­nómico está por debajo del suyo sobre todo con profesionales “aceptables” de clase media “decente”.

El matrimonio institucionaliza la unión entre dos partes: esta­blece al mismo tiempo un conflicto estructural entre los esposos y entre sus respectivos parientes políticos. La mayor parte de los con­flictos tienen que ver con la solidaridad entre parientes. Cada consorte supuestamente continúa obligado a cumplir sus obliga­ciones hacia sus padres y hermanos, encima del nuevo conjunto de obligaciones formales contraídas con los padres y hermanos del consorte. Las mujeres afines son integradas, en lo posible, en la pa­rentela Gómez; sin embargo, no serán aceptadas por entero como parientes hasta que hayan dado a luz niños Gómez. A medida que pasan los años suelen integrarse por completo a los Gómez y en caso de que sobrevivan a su esposo conservan toda la auto-

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PARENTESCO

ridad espiritual y emocional sobre su gran familia Gómez. I n principio, las relaciones entre las dos ramas afines son simétricas; sin embargo, con frecuencia, los Gómez ejercen una influencia mayor que la otra familia, debido a su habilidad para atraer a los yernos a sus empresas y a las hijas Gómez a las unidades resi­denciales.

C ua d ro 1 7

NIVEL SOCIOECONÓMICO DE LOS AFINES POR RAMA,EN COMPARACIÓN CON LA GRAN FAMILIA

DEL CONSORTE GÓMEZ

Mujeres afines Hombres afines

Más alto Igual Más bajo Total Más alto Igual Más bajo Total

Antes de 1900 1 2 4 7 2 1 0 3Rama Gómez Casés 5 11 8 24 3 18 15 36Rama Gómez Balbuena 9 9 4 22 8 12 7 27Rama Gómez Moreno 2 7 0 9 5 2 1 8Rama Bañuelos Gómez 3 6 0 9 1 6 2 9Rama Jiménez Gómez 1 7 2 10 2 3 3 8

Total 21 42 18 81 21 42 28 91

Porcentaje 26% 52% 22% 100% 23% 46% 31% 100%

Nota: Los niveles se establecieron de acuerdo con el rango social, económico y étnico.

Desde la misma boda, una pareja se encuentra en el centro de una competencia entre las dos familias afines. Abierta o tácita, esta rivalidad casi siempre está presente y tiene lugar en todos los niveles: social, económico, moral, ritual, residencial, etcéte­ra. Los parientes afines a veces viven fuera de la ciudad de México o los padres ya fallecieron o pertenecen a un estrato social infe­rior; en estos casos no hay pugna. En caso contrario, el ascendiente de un grupo sobre el otro emerge de manera gradual. Las dos partes reconocen lealtades y obligaciones hacia los parientes con­sanguíneos; pero la prueba final de ascendencia probablemente' se

halla en el estilo de vida que adopta la nueva familia nuclear. I .as

dos líneas de parentesco se dan cuenta de esto y tratan de ganai

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a la nueva unidad doméstica para sus patrones, en particular en lo relacionado a la educación de los nietos. Las familias más fuertes (económica e ideológicamente) ejercen una influencia más acen­tuada sobre sus descendientes y se vuelven más poderosos tras el éxito de cada pugna. A largo plazo ello genera grupos familiares que pueden volverse dominantes en el sistema social, en especial frente a sus parientes afines.

Se evita el conflicto abierto por medio de la ritualización de las relaciones afines. Por ejemplo, en el área que representa la fuente más importante de fricción potencial, esto es, la crianza de los nietos, se diluye el conflicto por medio de la institución del compadrazgo (el cual analizaremos en el capítulo 5). En otras áreas, como celebraciones rituales, regalos de Navidad y simila­res, la relación entre las dos líneas de la familia tiende a ser formal y correcta desde el punto de vista ritual. Se evita ofender o ser ofendido, y se mantiene distancia. No conocemos casos en que consuegras se hayan vuelto tan íntimas al grado de solicitar ayuda en asuntos domésticos o de salir juntas de compras.

Por otra parte, hay una tendencia clara a la solidaridad entre los hermanos políticos, en particular entre los hombres. Existen numerosos ejemplos de sociedades, tratos de negocios y amistades personales que se expresan en visitas recíprocas y viajes al extran­jero juntos. Hay muchos casos de yernos empleados en las empre­sas de los Gómez, pues los empleos también se extienden a los hermanos de las mujeres afines. No resulta fácil decidir hasta qué punto esos arreglos pueden ser atribuidos al afecto personal o al deseo de los Gómez de consolidar su ascendiente sobre un grupo de parentesco afín.

E s t r a t e g ia s d e a l ia n z a

L a estrateg ia de alianzas entre grandes familias y ramas cambia dependiendo de la situación socioeconómica prevaleciente en el país. A veces la estrategia ha sido de complementariedad, como cuando en el porfiriato el matrimonio podía ser usado como medio de legitimación social a través del cual una familia podía ser

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identificada con el viejo estilo criollo en una generación. 1 )e esle modo, los nuevos ricos podían adquirir prestigio social casándose con alguien de una antigua familia “bien”. Como vimos, los no­vios de origen europeo solían considerarse los más aceptables en el periodo en que los Gómez eran desconocidos en los círculos sociales mexicanos. Mucho después, cuando las inclinaciones aristocráticas de la familia se volvieron un impedimento político, Pablo, el líder, desposó una muchacha de clase media y luego se alió con la nueva élite mestiza. En esa época, los Gómez como grupo desarrollaron una personalidad escindida, un hermano construyó el camino de acceso al poder económico y el otro, Leopoldo, se mantuvo distante y erigió la ciudadela del prestigio social. En la actualidad, tras varias etapas de segmentación y estratificación económica, las reuniones familiares congregan a una gama social muy amplia, incluidos extranjeros, descendientes de los antiguos terratenientes, industriales y miembros de la clase media. No obstante, todos presentan un frente sin intersticios como miem­bros de una familia empresarial de viejo cuño con antiguas raíces criollas. Como resultado de la segmentación la cuarta generación produjo ramas separadas de industriales, con el grueso de la fa­milia en la clase media.

En ese punto, los empresarios comenzaron a casarse con gente de la burguesía. Sus hijos solían casarse con las hijas de acaudalados empresarios pertenecientes a su propio grupo social y rango económico. Por otra parte, las hijas contrajeron matrimo­nio con profesionales en ascenso. Esta estrategia tiene que ver tanto con familia e intereses de clase como con acceso a parejas con­venientes.

Mientras los Gómez fueron una joven familia empresarial en ascenso, se negaron a considerar la posibilidad de contactos socia­les con el liderazgo político posrevolucionario. Minimizaron constantemente sus orígenes indígenas. Al final, los nietos de los líderes mestizos se han vuelto políticamente dominantes y social mente aceptables como miembros del grupo gobernante de admi nistradores y tecnócratas. Su rechazo por parte de los Cióme/ como posibles parejas ya no es tan firme como lo fue en 0 ( 1 0

PARENTESCO I'»'

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1 5 8 LARISSA ADLER LOMNITZ Y MARISOL PÉREZ LIZAUR

tiempo. Cada cambio de estrategia abre nuevos recursos sociales, a medida que cada miembro afín contribuye con su grupo de contactos, lo que permite a los Gómez mantenerse o encontrar la vía hacia los niveles más altos de la pirámide social mexicana.

S e g m e n t a c ió n y e v o l u c ió n

C a d a individuo pertenece a dos grandes familias: la de su padre y la de su madre. Posteriormente forma una familia nuclear y luego se vuelve cabeza de una gran familia propia. Un individuo continúa perteneciendo a lo que resta de sus dos grandes familias originales tras la muerte de sus padres; estos remanentes incluyen a hermanos, tíos, primos y sobrinos de uno y otro sexo.

Los hijos de un conjunto de padres crecen con la experiencia de solidaridad con tíos, tías y primos hermanos que, por su paren­tesco más remoto, no pertenecen a la gran familia de esos hijos pero requieren de todos modos una cierta lealtad y afecto.

¿Cómo y cuándo se definen los límites de la solidaridad entre parientes? Por razones obvias, las relaciones de solidaridad se crean primero entre los hijos y sus padres y hermanos; luego se extien­den a los parientes consanguíneos de ambos progenitores, al consorte de uno, a los hijos propios y, por último, a los nietos. La relación lineal prevalece sobre la relación colateral; esta regla se ve plasmada en las leyes de la herencia.12 El siguiente rango más alto de solidaridad en el sistema de parentesco se encuentra, lógi­camente, en el grupo de descendientes de la cuarta generación, esto es, el grupo de todos los descendientes lineales de un bis­abuelo común. Denominamos a ese tipo de grupo “rama”. El nivel de solidaridad entre miembros de una rama es más bajo que entre los miembros de una gran familia, pero de todos modos es

12 La prioridad de herencia especificada en el derecho mexicano es la siguiente: prime­ro, hijos e hijas comparten por igual la herencia; segundo, la parte del consorte sobreviviente equivale a la de cualquiera de los hijos; el derecho de los padres del muerto se limita a una pensión alimenticia si hay hijos sobrevivientes. Hijos e hijas tienen prioridad por encima del consorte sobreviviente, que rara vez es un afín: en virtud del contrato de matrimonio, el con­sorte sobreviviente recibe la misma proporción que un hijo. De este modo, para mantenerse las viudas se vuelven dependientes con harta frecuencia de sus varones consanguíneos, en par­ticular de sus hijos varones y hermanos (Rojina Villegas, 1976: 255-260; Salas-Lizaur, s/f, 83).

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PARENTESCO

considerablemente más alto que entre miembros de la red de parentesco Gómez de ramas diferentes.

También resulta útil el concepto de “tronco” definido como “lodos los descendientes de un hombre y de su esposa, contando la descendencia por vía masculina y femenina” (Freeman: 1961, 199). Así, todos los descendientes de don Carlos Gómez son miembros del tronco Gómez, independientemente de la interac­ción que pueda existir entre ellos. La pertenencia a un tronco es un hecho genealógico que resulta análogo al linaje, en el cual dos individuos pueden ser localizados en términos de posición genealógica relativa sin su conocimiento recíproco o la existencia de intercambio entre ellos. En un sistema de parentesco basado en la gran familia, los individuos que son miembros del mismo tronco tienen más probabilidades de conocerse y mantener una interac­ción social significativa que, por ejemplo, en un sistema de paren­tesco basado en la familia nuclear bigeneracional. Se considera que cada individuo pertenece a cuatro troncos, los de sus cuatro abuelos maternos y paternos. Los cuatro apellidos correspondien­tes son conocidos por cada miembro, y los miembros de cualquiera de los cuatro troncos se reconocen como parientes hipotéticos: son los miembros del parentesco de un individuo determinado.

En teoría un tronco puede extenderse en el tiempo por un número ilimitado de generaciones. En la práctica el tronco se halla confinado debido a que el mapa cognoscitivo de cada miembro (aun el de los más interesados en la parentela) se limita a aquellos con quienes existe alguna clase de relación personal o ha sido transmitido mediante la tradición familiar (Mitchell, 1976: 400 y 401). Según Firth (1964) y Schneider (1968), los miembros de la clase media inglesa y estadunidense pueden recordar hasta cuatro generaciones de descendientes. Entre los Gómez, la ma­yoría puede recordar por lo menos cinco o seis generaciones de antepasados.

Durante la tercera generación hubo cinco casos de endogamia en el grupo de parientes Gómez; ello derivó en un tronco suma­mente compacto y un intercambio de información más intenso entre los parientes. Conviene recordar que prácticamente todos

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los miembros del tronco viven en la ciudad de México y que dentro de su espacio urbano ha habido una pronunciada tenden­cia a la aglomeración residencial.

En suma, la segmentación y evolución de los troncos descan­san antes que nada en el principio de la descendencia lineal, y de forma secundaria en la solidaridad entre los descendientes de un antepasado común. Cuanto más distante el antepasado común, menos intensa la solidaridad: desde la familia nuclear (dos gene­raciones), a la gran familia (tres generaciones), a la rama (cuatro generaciones), a los miembros que admiten pertenecer a un tronco común, hasta las fronteras del mapa cognoscitivo de los parientes de uno.

La terminología en español relativa al parentesco, tal como se usa en México, refleja la estructura de parentesco. Existen térmi­nos especiales para las nueve generaciones de consanguinidad, desde tatarabuelo hasta tataranieto.

Los primos de los mismos abuelos se llaman primos herma­nos; los primos segundos se llaman simplemente primos. Los miembros del tronco Gómez se refieren a la madre de Leopoldo como Mamá Inés.

Una institución muy mexicana es la llamada “casa chica”: aventura extramarital permanente o a largo plazo de los hombres, en general con mujeres de condición social más baja que la de sus esposas. Entre los Gómez descubrimos seis casos de este tipo de uniones, tres de ellas con hijos. En general se hace un gran esfuerzo por esconder tales relaciones, pero cuando existen hijos, la fami­lia no los considera parientes. Sólo en el caso de Carmelita (m, 40) que fue una hija ilegítima reconocida como miembro de la paren­tela debido a que su tía la adoptó; de todos modos, su pertenencia nunca ha llegado a ser total. En un caso, una Gómez de la segunda generación tuvo un hijo fuera del matrimonio. Ese hijo es conocido como Gómez, pero como miembro de segunda clase. Su madre, sin embargo, fue borrada de la genealogía y no se le considera parte de la familia. Nadie habla de ella y la cuarta generación desconoce su identidad.

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Esta actitud ofrece un marcado contraste con la de clases más bajas, en las que medios hermanos y hermanas nacidos de uni( >- nes diferentes se reconocen como hermanos si saben unos de los otros (Lewis, 1959: 197-268). Las clases altas perciben la “casa chica” y los hijos ilegítimos como una mancha vergonzosa para el nombre de la familia y como un desperdicio de sus recursos econó­micos. Para las clases bajas probablemente represente una expan­sión de sus redes sociales necesarias para la sobrevivencia.13

P a r e n t e l a

U n t r o n c o se compone de todos los descendientes de un hombre y de su esposa; una parentela consiste en todos los parientes consanguíneos bilaterales de un individuo (Murdock, 1965: 3 y 4). Dado que la parentela es una categoría cognoscitiva que toma a los individuos como punto de referencia (Campbell, 1976; Freeman, 1961: 19;Keesing, 1975; Peranio, 1961), en la práctica es definido por los individuos.

Para comprender los procesos de parentesco en sociedades no unilineales, esto es, el comportamiento real en oposición a la estructura formal, resulta útil la teoría de las redes sociales. Firth ha señalado que una parentela en una sociedad moderna compleja no es un grupo social verdadero, puesto que su membresía des­cansa en el reconocimiento por parte de los diferentes individuos. Pero los criterios de inclusión y exclusión no están gobernados enteramente por el capricho personal; más bien el desarrollo de las relaciones de intercambio juega un papel importante en la constitución del parentesco (Firth, 1971: 386 ; Gulliver, 1971). Las principales formas de intercambio entre parientes son el inter­cambio de información y el intercambio de bienes y servicios.

El flujo recíproco de información entre los Gómez contribu­ye a la construcción de un mapa cognoscitivo del parentesco que es compartido, en parte o totalmente, por miembros del grupo familiar. La información que suele tener un individuo incluye

l3Véase la descripción que hace Carel Stock de las familias negras pobres de Estados Unidos (1974).

PARENTESCO IM

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datos como los siguientes: conexiones genealógicas con sí mismo, nombre y rasgos físicos o de personalidad sobresalientes de cada pariente, nombres de los consortes e hijos y detalles biográficos relevantes. El conocimiento personal no es necesario de antemano; mucha información abunda, por ejemplo, sobre antepasados ya fallecidos.

La membresía de los parientes de uno depende de la informa­ción disponible. La parentela de los hermanos Gómez (que en teoría debería de ser idéntica) tiene una composición significativamen­te diferente debido a variaciones individuales en el reconocimiento de parientes y a la cantidad de información recibida o perdida. Algunos parientes ignoran a familias enteras del tronco incluidas por otros.

La parentela de uno aumenta por medio del contacto perso­nal con sus miembros o disminuye por falta de información y pérdida de contacto. El flujo de información se transmite en buena medida durante las reuniones sociales, formales e informales. La información se pone al día en un espacio institucionalizado: la asis­tencia a las reuniones rituales de la familia equivale a una acepta­ción mutua de la afiliación a la misma. Una ausencia prolongada de los rituales, por involuntaria que sea, puede traducirse en un debi­litamiento de los vínculos y el alejamiento final del individuo en cuestión.

En el caso de los parientes lejanos, el reconocimiento social del parentesco se halla condicionado por criterios como prestigio, clase, política, comportamiento social y preferencia personal. Los parientes que han descendido por debajo de un nivel socioeco­nómico de clase media “decente” o que han cometido alguna fechoría o ruptura de las normas son ignorados o excluidos deli­beradamente de la red de parientes. Se les deja de invitar a las reu­niones familiares, con el resultado de que tales individuos desa­parecen del mapa de parientes de los miembros más jóvenes de la familia.

Los intereses materiales y familiares se hallan unidos inextri­cablemente. Puede decirse que el sistema de intercambio econó­mico se halla arraigado en una matriz de reconocimiento de la

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PARENTESCO

familia. Se dan incontables transacciones entre parientes de esla tus económico similar, las cuales incluyen tratos de negocios, sociedades, referencias mutuas entre profesionales, consultas sobre negocios familiares, respaldo político y administrativo, préstamos, pistas sobre negocios y servicios similares. Ademas existe un intrincado y continuo patrón de dar regalos y hacer pequeños favores entre los parientes.

Los factores que determinan la intensidad del intercambio entre miembros de la parentela son: a) distancia física: la gente que se ha ido al extranjero o a provincia suele perderse del mapa cognoscitivo de los miembros de la red familiar de la ciudad de México; los que viven cerca tienen la oportunidad de compartir experiencias e intercambiar comunicaciones, bienes y servicios; b) distancia genealógica: el modelo ideal de las relaciones de paren­tesco, tal como se encuentra absorbido por los miembros de la cultura del grupo, implica un conjunto de derechos y obligacio­nes que depende del grado específico de parentesco; c) distancia económica, que puede ser de dos tipos: diferencias en el tipo de actividad económica y diferencias en la cantidad de capital (lo último implica relaciones patrón-cliente que a largo plazo sepa­ran al tronco en ramas pobres y ricas, produciendo una diferen­ciación de clase que afecta la calidad e intensidad del intercambio de información); d) diferencia de edad: las brechas generaciona­les implican puntos de vista cambiantes, intereses e ideologías, los cuales tienden a aumentar la distancia social; y e) distancia ideo­lógica: los matices de diferencias ideológicas dentro de la red de parentesco aumentan la distancia social entre sus miembros. Esto es provocado por la influencia de las doctrinas políticas oficiales, en particular por medio de la educación.

Todos estos factores determinan el grado de confianza que expresa y mide la capacidad y disposición en favor del intercam­bio de información y favores entre dos individuos particulares (Lomnitz, 1971: 100; 1977: 209). La cercanía física, socioeconó­mica, ideológica y generacional fomenta un nivel de confianza que a su vez determina la intensidad de intercambio entre miem­bros de la red de parentesco (Simmel, 1964: 213).

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La intensidad de intercambio entre parientes no es fortuita. Se encuentra condicionada por un conjunto de factores, así como por el cumplimiento de las relaciones de intercambio mismas. La existencia de una relación de intercambio no sólo coloca a un pariente en el mapa cognoscitivo del parentesco de uno; también sitúa al pariente a una distancia social mayor o menor en relación a uno. El intercambio puede ser llevado a cabo más allá de la muerte mediante la donación de legados así como indirectamente me­diante la incorporación de miembros fallecidos en los mitos de la familia.

L a GRAN FAMILIA Y LA SOCIEDAD

E l sistem a de parentesco descrito tiene los rasgos siguientes: a) es bilateral, aunque idealmente con una tendencia hacia la patrili- nealidad; b ) distingue entre la familia como una unidad básica de solidaridad y la unidad doméstica como unidad económica resi­dencial; c) la “familia” es la gran familia trigeneracional basada en la consanguinidad: los vínculos colaterales son fuertes pero al fin subordinados a los vínculos lineales; d) la unidad doméstica puede contener una familia nuclear, pero las familias nucleares per­tenecientes a la misma gran familia tratan de habitar unas cerca de las otras.

Muchos rasgos de una sociedad pueden rastrearse en una estructura particular de parentesco. El hecho de que la gran familia sea la unidad básica de solidaridad tiene implicaciones profundas para la sociedad mexicana. Nosotras, sostenemos que la gran familia es la metáfora del modo como se halla organizada la so­ciedad mexicana.

Un niño en general nace en un grupo social amplio. Debido a las características demográficas de México, el número de las dos grandes familias de un individuo puede fácilmente alcanzar entre50 y 70 personas. Además están los parientes inmediatos más allá de la gran familia, por ejemplo, tíos y tías de los padres, primos segundos, etcétera, lo que eleva el número de parientes importan­tes a más de 100 personas.

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PARENTESCO l í >

El tamaño de este grupo humano tiende a crecer con el (iemp< >, a medida que nacen nuevos niños en las dos grandes familias v se adquieren parientes políticos. Es el grupo de referencia de un individuo de por vida: determina el estatus social, sienta las redes sociales básicas y establece controles sociales y apoyo económico y emocional.

Esta situación se puede contrastar, por ejemplo, con la des­crita por Macfarlane (1979) en el caso de sociedades occidentales individualistas como Gran Bretaña. La impresión dominante que surge de la comparación es que la gran familia trigeneracional produce sociedades en las que un individuo disfruta de más apo­yo social en todo momento y en particular en situaciones críticas; pero este respaldo también redunda en limitaciones a la libertad individual. Los individuos nacen en un grupo social que los con­trola toda la vida. No aciertan a escapar a este control excepto, tal vez, mediante la migración. En gran medida la vida social y económica se halla determinada al nacer; y cuanta más seguridad (económica y emocional) pueda proporcionar una parentela, más pesadas son las restricciones impuestas a la libertad personal de un individuo.

En una sociedad individualista la persona carece de esa envol­tura social protectora; la sociedad ha de proporcionar entonces sustitutos razonables en forma de leyes e instituciones que con­trolan y protegen al individuo (Macfarlane, 1979: 193-200). Como señalaron Ianniy Reuss-Ianni (1911) y Blok (1974), las socieda­des mediterráneas no han desarrollado instituciones efectivas de esta clase. En Sicilia, las instituciones gubernamentales resultan ineficaces para resolver los problemas de la gente y sólo la mafia (una organización informal que descansa en la familia) es útil.

Si bien se reconoce en general la importancia de la familia en la vida mexicana y latinoamericana, la noción de la gran familia trigeneracional como la unidad básica de solidaridad social, no sr ha examinado de manera explícita. La gran familia puede hallar­se escondida, sin embargo, detrás de terminologías como “familia extensa”, “red de parentesco”, “nepotismo”, etcétera. En la mayo­

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ría de los casos descritos en la literatura puede deducirse la exis­tencia del sistema familiar trigeneracional del contexto etnográfico.

Carlos y Sellers, en su reseña de la investigación acerca de la familia en América Latina, muestran que los lazos familiares no se rompen bajo la modernización, debido a que las redes familiares continúan dando apoyo esencial a los individuos para adaptarse al medio socioeconómico y cultural: “dos conceptos requieren ser separados y aclarados -la nuclear... y ...la red de parientes, ambos consanguíneos y afines, descritos por diferentes analistas como elementos críticos para la comprensión de la sociedad latinoame­ricana” (Carlos y Sellers, 1972: 95).

En un estudio de la élite agroexportadora de Paraíba, Brasil, Lewin afirma que de manera coloquial, a la familia extensa de la élite o parentela se la denominaba sencillamente “la familia” (a

fam ilia)... como se hace en todas partes de Brasil aún hoy... La familia en un extremo podía abarcar sólo la nuclear... de padres e hijos, pero con más frecuencia se refería a la enorme familia extensa... cuyas distintas generaciones de miembros lineales y colaterales estaban distribuidos en cierto número de unidades domésticas extensas en haciendas separadas y podían ascender a cientos. La familia extensa brasileña estaba circunscrita por el grupo de descendientes bilaterales de un individuo determinado que abarcaba a los ascendientes maternos y paternos y consanguí­neos colaterales así como descendientes lineales de varias genera­ciones (Lewin, 1979b: 276). En la práctica, esto significa sólo tres generaciones, debido a la duración limitada de una vida normal.

Las familias de la élite en el Brasil moderno se parecen mu­cho a la familia Gómez:

Estos grandes grupos no forman una unidad residencial, pero las familias conyugales que las comprenden viven a menudo en los mismos edificios de apartamentos, manteniendo así la cohesión y facilitando el contacto en las grandes ciudades. La solidaridad y el régimen de poder se hallan estructurados en torno al miembro de más edad y más respetado de la vieja línea, al que se le muestra deferencia y se le consulta cuando las circunstancias lo requieren. Simboliza la unidad de todo el

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PARENTESCO l(i

grupo... Entre la aristocracia rural [hallamos] todavía grandes familias extensas... Estas grandes redes de parientes mantie­nen aún contacto habitual por teléfono, visitas, reuniones familiares... distinguiendo claramente a los “extraños” de los parientes por muchos medios. Un miembro de una de estas fami­lias es capaz de identificar a más de 200 -ta l vez hasta 5 0 0 - parientes cercanos y lejanos, recordando su nombre e historias...En este tipo de familias, los padrinos pueden des­empeñar la función de refuerzo de los lazos sanguíneos... Algunas reuniones familiares -una boda, un bautismo o una graduación- pueden juntar 70, 80 o 100 parientes y una pro­porción similar de amigos (Azevedo, 1965: 292 y 2 9 3 ) .14

Entre la llamada oligarquía del Perú, se define un clan como “un cierto número de unidades domésticas relacionadas por su descendencia de un antecesor común y comprometidas entre sí por derechos y obligaciones mutuas... El fundador del clan es usualmente una figura rural decimonónica que organizó una empresa con la que sus descendientes siguen identificándose. El clan puede diferenciarse internamente en varios linajes definidos por sus líneas descendientes individuales del fundador” (Gilbert, 1977: 63-68). Entre la élite rural de la sierra del Perú (1885-1950), la familia extensa funciona como unidad corporativa en el sentido de que la propiedad permanece en el grupo familiar. Un hijo hereda, pero todos los miembros de la familia comparten sus beneficios. Este sistema va en contra de la lógica de la eficiencia capitalista (Wilson, 1970), pero la lógica del sistema de parentesco invalida estas consideraciones económicas, al igual que lo hace entre los Gómez.

Similar a los Gómez es la familia urbana de clase media del Perú, como la describió Escobar, quien dice que

la familia extensa consiste normalmente en hijos e hijas ca­sados que viven relativamente cerca unos de otros. La unidad

1401iven (1 9 7 8 ), Wagley (1959) y Greenfield (19 7 9 ) describen casos similares de clase alta y media en Brasil.

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de una familia extensa descansa en uno o dos antecesores reconocidos, en general bisabuelo o tatarabuelo; en el recono­cimiento de padres ancianos como los “cabeza” o “troncos” de la familia: y en la obligación de los hijos de mantener a sus padres... Las relaciones dentro de la familia extensa exis­ten principalmente en términos de asistencia a los padres y a algunos parientes adultos y más jóvenes, de ayuda recípro­ca entre hermanos y, debido a la ronda anual de rituales,... la familia extensa impone un considerable control social a los miembros individuales (Escobar, 1980: 686-688).

La dificultad para dilucidar qué quieren decir los autores con “familias extensas” o “clanes” tal vez radique en la ambigüedad lingüística que la palabra familia tiene en su acepción latinoame­ricana. El término familia puede referirse a cualquier cosa, desde el par conyugal hasta cualquier grupo más amplio de gente. Cuando alguien dice “mi familia”, el significado real de la palabra ha de inferirse del contexto. Como señala Lisón Tolosana a pro­pósito de España:

Puede equivaler a la familia nuclear, compuesta inicialmente de los consortes, y luego de éstos y sus hijos... En segundo lugar, la familia es sinónimo de parentesco. Parentesco es el vínculo que, respecto de un individuo, une a cada uno de los antepasados, descendientes y colaterales de su familia por consanguinidad o afinidad. Tomando a un “yo” como base, en la práctica el parentesco abarca estas dos zonas: a) De los abuelos a los nietos mediante su línea, esto es, cinco genera­ciones de una parte, y de otra colateralmente hasta los pri­mos segundos y los hijos e hijas de tíos y tías en segundo grado, b) El parentesco por afinidad es más restringido. Incluye a la familia de orientación del esposo o la esposa. Los miem­bros restantes que constituyen la parentela del consorte del “yo” en el sentido definido al principio, caen en la categoría de “la familia de mi esposa” o “de mi esposo”... Otro signifi­cado de la familia... se refiere en un sentido amplio a una

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PARENTESCO

constelación que abarca a tres familias nucleares jimio con los consortes de todos los miembros casados: las familias <lr orientación y procreación del “yo” y la familia de orientan* >n del consorte de él o de ella... Se refiere a la familia de orien­tación y procreación del “yo”, pero como el “yo” está casado, su consorte incluye otra célula social, es decir, su familia de orientación, en la esfera de la familia nuclear (Lisón-Tolosana, 1970: 164 y 165).

Para México, Hunt (1969: 41) definió tres significados dife­rentes del término familia: “la mera familia” o familia nuclear, “la familia cercana” o parientes próximos, y los otros parientes o “parientes lejanos”. Es menos específica que Lisón-Tolosana acerca del significado preciso del grupo intermedio, al cual no define.

L a GRAN FAMILIA Y LA ESTRUCTURA DE CLASE

E n el apartado anterior hemos sugerido que la estructura de paren­tesco ideal basada en la gran familia trigeneracional puede ser común a América Latina y que esta estructura puede explicar cier­tos rasgos de la sociedad.

La expresión activa de este ideal cultural, sin embargo, depen­derá de la posición de clase de las familias. Esto determinará las formas actuales de solidaridad y de arreglos residenciales.

En una barriada de la ciudad de México se encontró un pa­trón residencial (Lomnitz, 1977) en el que cada unidad doméstica o bien contenía una familia extensa trigeneracional, o dos o más unidades domésticas vecinas se hallaban ocupadas por miembros de una familia extensa trigeneracional. Sólo 15 por ciento de las unidades domésticas en la barriada encajan en el modelo de la fami­lia nuclear, ya que la mayoría de los casos resultaron irregulares (parejas jóvenes sin parientes en la ciudad, parejas ancianas sin hijos o familias incompletas con muchos niños).

A pesar de la disolución causada por la migración, se palpaba una tendencia a reconstruir los grupos de la familia extensa con cualquier parentela disponible: por ejemplo padres, familias exten

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sas fraternales y familias extensas de primos. Cada migrante se integraba al hogar de los parientes y trataba de traer a los miem­bros de su gran familia a vivir con él en cuanto fuera posible. En las condiciones de la barriada la norma de solidaridad requería de una proximidad física cercana.

Siempre que se preguntaba a un colono acerca de sus parien­tes, solía nombrar antes que nada a los miembros de su familia nuclear de orientación y procreación, su gran familia. Luego men­cionaba a cualquier pariente que viviera cerca. Si sus padres vivían con otros parientes en alguna otra zona de la ciudad de México, los parientes podían contarse como parte de su grupo de parien­tes cercanos. Después de la muerte de sus padres, la relación con estos parientes solía irse perdiendo si eran primos lejanos o tíos y tías. Los vínculos con los parientes del área rural de origen dependían asimismo del grado de parentesco. Si eran miembros de la gran familia del migrante, se mantenía una relación importan­te. La unidad significativa de solidaridad incluía invariablemente a los padres y hermanos del individuo después del matrimonio y de la migración.

La interacción social en las barriadas tenía lugar dentro y por medio de la asistencia recíproca. Esta red era la unidad de sobre­vivencia, se reclutaba de entre los parientes y los vecinos. Los matices y grados de la solidaridad se expresaban mediante la inten­sidad, frecuencia y generalización del intercambio dentro de las redes: la gran familia trigeneracional era el polo de solidaridad más fuerte. Las unidades domésticas que vivían juntas y compar­tían gastos y funciones domésticas eran asimismo unidades do­mésticas en las que la figura central (en general la madre) encabe­zaba una familia trigeneracional. En ausencia del padre anciano centralizados la familia extensa puede a menudo formar una unidad doméstica articulada, en la que el intercambio continúa, siendo intenso pero en el que cada familia nuclear tiene su propia economía doméstica separada. El polo de solidaridad más bajo se hallaba entre las redes mixtas que incluían a los vecinos no parien­tes. La solidaridad es una función de la distancia social, de la distancia residencial y económica, y de la confianza. En todos

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PARENTESCO

esos rubros la unidad doméstica de la gran familia ocupaba el primer lugar en la solidaridad (Lomnitz, 1977: 133-135).

La solidaridad se expresaba por medio de la asistencia cío nómica durante la migración y después de ésta, e implicaba el alojamiento de migrantes recientes, préstamos de dinero, ropa, ali­mentos, herramientas y servicios tales como conectar a los recién llegados con un patrón potencial, cuidar a los niños de madres tra­bajadoras, etcétera; y apoyo moral, incluido el cuidado de los enfer­mos y de los ancianos, y la participación en rituales. Todos los miembros disponibles de una gran familia debían hallarse presen­tes en los ritos de paso en los que estuviese metido cualquier miembro. En menor grado, también se esperaba la cooperación de otros parientes, dependiendo del grado de consanguinidad.

Otros estudios de caso entre los habitantes pobres urbanos de México indican asimismo que la solidaridad familiar va más alia de la familia nuclear. Por ejemplo, Kemper (1976: 84) descubrió que las familias nucleares relacionadas por medio del parentesco solían compartir funciones importantes y domésticas. Habla de 4 enclaves de familias extensas”. Oscar Lewis describió tres barriadas diferentes de la ciudad de México. En la primera: “nueve de doce unidades domésticas están relacionadas por medio del parentesco, representando a tres familias extensas: pero en un solo caso viven juntos como una familia extensa verdadera que consiste en una pareja con su hija casada y sus nietos” (Lewis, 1959: 27). En la segunda... “más de un tercio de las unidades residenciales tenían gente con parientes en la misma barriada” (Lewis, 1959: 25). Alonso et a l (1980) registraron resultados similares en el caso de otras poblaciones marginales de la ciudad de México.

Butterworth (1962) descubrió que los migrantes de Tilaltongo se asentaban en la ciudad de México como grupos de familia extensa, más que como familias nucleares. Hace hincapié en que los parientes cercanos se ayudaban para encontrar alojamiento, trabajo y apoyo emocional. Los miembros de unas “familia exten­sa” solían vivir muy cerca y con frecuencia desempeñaban ocu paciones idénticas. Arizpe (1978: 60) registró hallazgos similares acerca de los migrantes mazahuas a la ciudad de México. Si com

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paramos este patrón de interacción de parientes con el descrito respecto de la familia Gómez, uno se da cuenta que las diferencias se deben a circunstancias de clase. El ideal cultural del sistema de parentesco es el mismo. En la barriada, el logro de este ideal cultural es dependiente de la proximidad física, de la historia migratoria y de la disponibilidad de recursos. En respuesta a las enormes penurias para la sobrevivencia en las barriadas, se movi­lizan los recursos sociales de la gran familia trigeneracional.

Entre los Gómez basta con que los miembros de la gran fami­lia vivan en la misma colonia o en la misma calle. El contacto entre los miembros de la gran familia es tan intenso como lo sería en una barriada, gracias al teléfono y al automóvil. La solidaridad se expresa en la vida ceremonial de la familia y en su interacción eco­nómica. Cada clase social desarrolla sus propias respuestas a los problemas prácticos planteados por el ideal de la gran familia. Pof ejemplo, García Acosta (1979) y Suárez (1979) analizan el fenó­meno de la solidaridad trigeneracional entre los migrantes espa­ñoles a México. Un negocio o tienda existe por el bien de los hijoso de los nietos de uno; a su vez, se espera que hijos e hijas per­manezcan bajo la autoridad paterna mientras vivan los padres. No importa si los hijos están casados; sus deberes filiales se man­tienen inmutables.

Los rasgos que caracterizan a la gran familia en el México urbano se encuentran asimismo entre los campesinos mestizos y comunidades indígenas. Foster (1972) observa que en Tzintzun- tzan, la solidaridad entre padres e hijos perdura hasta que los padres fallecen y no se altera con el matrimonio. Oscar Lewis (1976) creyó al principio que la familia nuclear era la base de la vida social y económica en Tepoztlán, pero luego corrigió sus prime­ras interpretaciones. Por ejemplo, señala que el vínculo de parentes­co más cercano es con una abuela pero también con tíos y tías, y con primos hermanos que pueden tratarse como si fueran hermanos (Lewis, 1976: 145).

En 1978, Lomnitz (1982) volvió a estudiar el pueblo de Tepoz­tlán y encontró “familias de barrio” que dominaban un determi­nado barrio o área. Los hijos e hijas de estas familias en general

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PARENTESCO

lograban persuadir a sus consortes de poner casa al lado cU I hogai de su familia, a semejanza de lo que ocurre entre las ramas ricas de la familia Gómez. Estas tendencias residenciales se entienden me jor si se ven como expresiones de la gran familia, como una uni­dad de solidaridad. Esto confirma lo descubierto por Olivera (1976) en Cholula.

Friedlander (1974) describe una unidad doméstica trigene- racional de Hueyapan con cierto detalle. Hace un retrato de una abuela fuerte y su papel en el mantenimiento de los aspectos económicos, sociales y rituales de la solidaridad dentro de la fami­lia. De la Peña (1979: 181-189) describe una comunidad campe­sina jalisciense: “cada unidad de producción solía corresponder a una familia extensa, aunque no necesariamente a una sola unidad doméstica”.

La gran familia como una unidad de solidaridad existe asi­mismo entre varias culturas indígenas de México. Taggart (1975) examinó una comunidad náhuatl de Puebla y observó que las redes entre las unidades domésticas cercanas existen por todas partes en México y en América Central: los distintos autores los denomi­naban “hogares conjuntos”, “familias conjuntas” y “hogares multifa- miliares”. Pérez Lizaur (1970) obtuvo resultados similares en un estudio de un grupo nahuatlato cerca de Texcoco.

Entre los tzoltziles, “el grupo de parentesco y residencial que excede a la familia nuclear tiene importantes funciones corpora­tivas en Zinacatán, Uruapan” (Vogt, 1964). El grupo constituido por todos los hermanos (hijos de una pareja determinada) repre­senta la unidad ritual básica (Cancian, 1976: 136). En caso de conflicto la comunidad cita no al demandante y al acusado sino a sus padres respectivos (Guiteras Holmes, 1965: 85). La familia trigeneracional continúa siendo la unidad legal responsable de por vida. Aun después del fallecimiento de los padres, los hijos sobrevivientes deben convenir una vez al año si invitan juntos o por separado a sus almas el Día de Muertos (Guiteras Holmes, 1965: 132).

Entre los mayas de Yucatán, “son comunes las familias exten­sas trigeneracionales”. No obstante, “no se dieron casos de herma­

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nos casados que compartían una unidad doméstica una vez muertos los dos progenitores” (Littlefield, 1976: 157). Esto no significa de manera necesaria que el sentimiento de solidaridad entre dos hermanos decrezca; sólo que la composición de la unidad de soli­daridad cambia necesariamente a la muerte de los padres.

Romney y Romney explican los problemas metodológicos que enfrentaron al tratar de definir el tipo de familia prevaleciente entre los mixtéeos de Juxtlahuaca: “surge la cuestión” de si se cuentan las familias adyacentes que están emparentadas e interac- túan con frecuencia como nucleares o extensas. Si las contamos como familias nucleares, hallamos que un tercio del barrio se cla­sificaría como familias nucleares. Por otra parte, si contamos con base en la interacción, relaciones y cercanía... sólo tres de las 22 familias estudiadas intensamente serían consideradas familias nucleares (Romney y Romney, 1966: 43).

La frecuencia de la gran familia trigeneracional se halla resu­mida de manera clara en el estudio realizado por Nutini en las comunidades nahuatlatas de San Bernardino Contla: “la familia extensa es la unidad más importante de toda la estructura social; en ella el individuo encuentra el grado más alto de cooperación eco­nómica, social y religiosa” (Nutini, 1968: 227). Nutini señala que “las familias nucleares independientes nunca son económica, social o religiosamente autosuficientes” (Nutini, 1968: 242).

Por último, los historiadores que han examinado los siglos xviii y xix en México (Brading, 1978; Chance, 1978; Harris, 1975; Kicza, 1983; Ladd, 1976) nos hablan acerca del predominio de la familia extensa lineal entre comerciantes, mineros, terratenientes y empresarios urbanos. Harris, Ladd y Brading describen las prin­cipales familias trigeneracionales del norte del país durante el siglo xix, y muestran cómo por medio de la solidaridad familiar, alianzas y redes alcanzaron el poder regional y nacional. Describen asimismo ese tipo de casos para Guatemala y Buenos Aires, y presentan una reseña de la literatura histórica sobre este punto.

Llegamos a la conclusión de que el sistema de parentesco descansa en la gran familia trigeneracional como una unidad de solidaridad económica, social y ritual; que las expresiones exter­

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PARENTESCO 17*4

nas de este ideal cultural dependen de las circunstancias y nece­sidades determinadas por la clase social y el contexto histórico; y que la gran familia es un ideal cultural extendido que tal ve/ se da en toda América Latina y posiblemente en España y otras sociedades mediterráneas.

Es cierto que el ideal cultural de la gran familia y de grandes familias extensas se expresa mejor entre las clases acomodadas, entre las cuales existen los recursos necesarios para mantener los rituales, la solidaridad económica, lugares de residencia adecua­dos, poder para respaldar los ideales patriarcales y la estabilidad geográfica. Se puede objetar que los Gómez se hallan dominados por las ramas de clase alta y que los miembros de la clase media han adoptado la ideología y los valores de la clase alta. Pero los valores peculiares de la gran familia trigeneracional existían hace 150 años, cuando los Gómez eran pequeños terratenientes veni­dos a menos en un apartado lugar de provincia. A través de todos los cambios socioeconómicos de los Gómez y a pesar de la seg­mentación en ramas ricas y pobres, el ideal de la gran familia ha sido flexible. Creemos que esta persistencia se debe al hecho de que la estructura de parentesco trigeneracional es un rasgo básico de la cultura que permea todas las áreas de interacción social y afecta todos los aspectos importantes de la vida humana.

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Conclusiones

La f a m il ia Gómez es representativa de lo que podría denomi­narse la “burguesía familiar” mexicana. Su historia es típica

del surgimiento de las nuevas clases urbanas en México, incluida la burguesía y algunos sectores de clase media.

La burguesía no tuvo su origen en la clase terrateniente sino más bien surgió de entre los comerciantes y pequeños fabricantes que se volvieron industriales. Esta transición tuvo lugar en México a partir de mediados del siglo xix en un contexto cultural especí­fico y como parte de la etapa histórica de modernización.

La descripción etnográfica de los Gómez proporciona ejemplos de comportamiento económico que parecen discrepar de las for­mas clásicas del capitalismo. Como modo de producción, el capita­lismo implica un conjunto de relaciones entre actores producti­vos. Al ser introducido en un medio sociocultural diferente del entorno en que se originó tiende a adaptarse a las nuevas condi­ciones, incluidos el contexto histórico, las condiciones socioeco­nómicas y la cultura local. Así, las relaciones de producción se modifican de uno y otro modo, mediante los cambios que afectan a la sociedad receptora y mediante una redefinición cultural del modo capitalista de producción en términos del sistema cultural prevaleciente. Los individuos que se convierten en actores del capitalismo se comportan conforme a sus valores y a su sistema tradicional de relaciones sociales.

Una sociedad es moldeada por su cultura. Incorpora y trans­forma la innovación dentro de sus términos de referencia; por último, la innovación se vuelve también parte de la cultura y a su vez la transforma. El capitalismo británico fue parte integral de

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un sistema sociocultural específico, aunque algunas de sus pecu­liaridades posiblemente hayan sido pregonadas como leyes del modo de producción, en la creencia de que su lógica formaba parte de la lógica supracultural de la economía.

En México, el capitalismo fue introducido bajo condiciones diferentes. Surgió durante un periodo de cambio estructural y en sus inicios, no fue independiente. El Estado era débil y la acumu­lación de capital no bastaba para introducir un nuevo sistema de producción. Por estas razones la burguesía naciente hubo de re­currir a las estrategias familiares existentes para crear sus propias condiciones de sobrevivencia y desarrollo, estrategias que habían sido siempre parte del sistema social mexicano. La familia era, y continúa siendo, un símbolo privilegiado de intercambio a lo largo de la historia. Es el pivote de la cultura y el centro de las relaciones sociales. Así, la familia define las estrategias para obte­ner acceso a los recursos (económicos y sociales) por parte de los miembros de la sociedad. Por ejemplo, en los primeros tiempos de poder estatal vacilante, instituciones débiles y frecuentes cam­bios políticos, el sistema descansó cada vez más en los contactos personales. Las redes sociales se convirtieron en los principales vehículos para movilizar los recursos disponibles: se convirtieron en capital social.

Como el capital social era convertible en capital económico había que desplegar (todavía hay que hacerlo) una amplia gama de actividad para mantener y extender las redes sociales. Este esfuerzo cuesta dinero. El consumo conspicuo y un estilo de vida lujoso son los atavíos simbólicos de la posición social y la filiación de grupo: no sólo son un lenguaje simbólico, representan además una inversión.

Si las condiciones locales eran inhóspitas para la acumula­ción de capital, los empresarios principiantes tenían que sortear su transición de comerciantes a industriales apoyándose en grupos0 instituciones con recursos independientes. Fuera del Estado, éstos se hallaban sobre todo en la Iglesia y en el capital extranjero.1 ,os esfuerzos de los primeros capitalistas mexicanos se dirigieron a ampliar sus redes sociales en búsqueda de estos recursos de

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CONCLUSIONES

capital. Cuando una fuente se agotaba o era reemplazada poi iiiih nueva, los capitalistas modificaban sus estrategias sociales Asi después de la Revolución de 1910 algunos miembros di l.i l.imi lia Gómez buscaron tener acceso al círculo político: en rin itis casos esos contactos se vieron incluso ritualizados por medio <l< I compadrazgo. El liderazgo de la familia siempre ha recaído en los innovadores que hallaron estrategias sociales apropiadas para ganar acceso a nuevos recursos.

El patrón de relaciones sociales basado en el significado cul­tural de la familia y la importancia de las redes personales no siempre ha servido al proceso de capitalización, a veces ha sido una rémora. La fragmentación de la propiedad a la muerte de un empresario va en contra de la continuidad de la acumulación de capital. Aun en vida del empresario, existe la tendencia a la dis­persión de recursos debido al ideal del poder en esa cultura, en el que cada hijo debe encabezar una empresa subsidiaria. Los patrones de autoridad y patronazgo centralizados han restringido a veces el alcance del desarrollo de la empresa. Estos rasgos de los negocios de la familia hay que atribuirlos a factores culturales, como la posición del padre como patrón de sus hijos y protector de sus hermanas y de los hijos de éstas. Los aspectos restrictivos de la empresa familiar pueden haberla hecho menos competitiva con las corporaciones modernas que se han instalado en el en­torno económico mexicano.

Por otra parte, y a la vista de tendencias históricas recientes como la nacionalización de la banca y los problemas financieros de México en los ochenta, la empresa familiar continúa siendo una forma viable de enfrentar la crisis económica.

Un sistema económico en el que la gran familia todavía es una organización empresarial importante puede esperarse que fun­cione bastante bien. Sienta las bases de la confianza y la lealtad que suelen estar ausentes en la vida más individualista de las corporaciones en Estados Unidos, y tiene además una cierta flexibilidad que le ayuda a ajustarse a un entorno económico y político crónicamente inestable.

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La o r g a n iz a c ió n in t e r n a

DE LA EMPRESA FAMILIAR

E n t e n d e r la burguesía familiar requiere un enfoque no convencio­nal en el estudio de la empresa. La unidad económica relevante no es la empresa ni el grupo de empresas encabezadas por un propietario determinado. Es un racimo de empresas de diferentes tamaños y en campos diferentes de la economía, un conglome­rado informal que está controlado por toda una familia. Este punto de vista es esencial; proporciona una idea más clara de la toma de decisiones, algo imposible de lograr si uno observa las empresas componentes una por una.

La burguesía familiar descansa en una red articulada de empre­sas menores o complementarias vinculadas con el grupo principal de empresas mediante el parentesco y el compadrazgo. Pueden deri­varse de la estructura de la gran familia y siguen líneas paralelas al proceso de segmentación del parentesco. Un joven puede iniciar su carrera empresarial trabajando directamente con su padre o su tío. Con base en los contactos sociales su capital irá en aumento hasta que vea llegado el momento para establecerse como empre­sario independiente. Dependiendo de su rango dentro de la paren­tela le será asignado un papel paralelo o subordinado en la estruc­tura general de los negocios de la familia: maquila, manufactura de partes, subcontratación, transporte o manejo de salidas al mayo- reo o al menudeo. El patrón se encargará, como padre o pariente, de responder por el nuevo empresario y de guiarlo en los manejos y problemas financieros. Una vez establecido, el patrón será su principal socio o cliente.

Los hijos del empresario heredarán empresas separadas a su muerte; empero, estas empresas suelen ser interdependientes de­bido a que el empresario original las habrá iniciado con la vista puesta en la complementariedad o la cooperación. De este modo, existe una solidaridad continua en la que se incluye el intercam­bio de información, contactos, tratos de negocios temporales y negocios conjuntos entre hermanos. La burguesía familiar mexi­cana no puede ser estudiada mediante un enfoque de empresa

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CONCLUSIONES

por empresa. La comunicación informal rápida entre ramas muy separadas de la red de negocios proporciona una enorme flexibi­lidad y facilidad de adaptación a situaciones cambiantes. La flexi­bilidad se extiende a vérselas con el problema de condiciones tecnológicas cambiantes; un pariente con entrenamiento tecnoló­gico será más confiable que un desconocido debido a su presunta lealtad. Así, el grupo de parentesco puede sobrevivir en un entorno de alto riesgo con un bajo nivel de inversión.

Conviene recordar, sin embargo, que una red informal de parientes no es lo mismo que una corporación o un grupo finan­ciero. No existe administración central ni una política conjunta ni un respaldo financiero común. Esta diferencia entre la familia y las corporaciones contribuye a explicar las peculiaridades de grandes consorcios mexicanos, como el Grupo Monterrey, que son corporaciones sólo de nombre. Estos grupos suelen favorecer las políticas proteccionistas porque están más interesados en su sobrevivencia como red de parentesco de estatus elevado que en cuestionar la supremacía de las corporaciones capitalistas nue­vas, anónimas e intensivas en capital.

R a s g o s c u l t u r a l e s d e la f a m il ia

E l s i s t e m a de parentesco en México descansa en la gran familia trigeneracional. Se trata de la base de la sociedad, su unidad fundamental de solidaridad económica, ritual y social. Su cohe­sión estriba en la consanguinidad por descendencia bilateral. La unidad más grande que se reconoce en el sistema de parentesco es la parentela, una red que se expande hacia afuera desde la gran familia e incluye alianzas con otras grandes familias por medio de la afinidad. La parentela incluye “por tanto” a un grupo amplio de personas vinculadas por un reconocimiento mutuo de paren­tesco: se trata de una red social egocentrista con reglas de iuclusión y exclusión. La interacción significativa entre miembros de la sociedad en general crea áreas de intersección entre diferentes parientes o dentro de una parentela determinada. Siempre que estas áreas de intersección generan una comunidad de intereses

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entre segmentos de las redes de parentesco, las alianzas resultan­tes o esfuerzos en pro de la asimilación suelen desarrollar un lengua­je simbólico compartido que incluye un estilo de vida, una ideo­logía política, un pasado educativo, etcétera.

Estos rasgos del sistema de parentesco pueden hallarse a lo largo de la historia y en todas las clases sociales: son un rasgo sobresaliente de la cultura mexicana. Las expresiones exteriores específicas de solidaridad entre parientes, así como las estrategias de alianzas, varían según las clases sociales y conforme a las condicio­nes sociopolíticas del sistema social. No obstante, los elementos básicos del sistema de parentesco parecen haber sido esencial­mente constantes desde el periodo colonial en su expresión económica (v.gr., la solidaridad ocupacional y de sobrevivencia), la vida social (rituales, redes sociales y estilos de vida) y la polí­tica. Estas manifestaciones incluyen los patrones residenciales, los tipos de bienes y servicios intercambiados, la amplitud de la parentela utilizada en los patrones de intercambio y la elección de consorte. La naturaleza comunal del sistema de parentesco mexicano permite una gama flexible de usos de las relaciones que engendra.

La familia Gómez es un ejemplo del modo en que la burgue­sía mexicana funde sus ideales familiares con sus estrategias eco­nómicas: esto es, el conjunto de empresas de la familia. Otras clases y grupos sociales, sin embargo, despliegan formas diferentes de articulación entre parentesco y subsistencia económica. El siste­ma económico campesino descansa en las relaciones de parentesco no sólo para su organización interna sino para sus relaciones con otros niveles de integración. Para el sector informal urbano, la migra­ción previa constituye una estrategia económica clave, lo cual limita la capacidad de reunir a toda fa gran familia. Por otra parte, la gran inseguridad en el empleo fomenta una interacción social y económica intensa con los parientes y la cercanía residencial a ellos. La clase media asalariada tiene una capacidad aun menor de controlar la proximidad residencial de los parientes que el sec­tor informal urbano; sin embargo, la continuidad más grande de la clase media en el entorno urbano permite la interacción oca­sional con el círculo más amplio de parientes. Las interacciones

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CONCLUSIONES

en las redes de parentesco de clase media urbana son más divn sificadas que entre los pobres y un tanto menos formales que entre la burguesía familiar jerárquica. La red de parentesco reía tivamente diversificada en la clase media urbana resulta clave para encontrar trabajo así como para adquirir las ventajas que son esenciales para mantener un estilo de vida confortable en un medio sumamente burocratizado.

Un problema clave para el análisis de cualquier parentela con diferentes clases es que algunos miembros de ella tienen secuen­cias de desarrollo que implican diversificación de clase. Los po­bres urbanos tienen o pueden adquirir parientes campesinos u obreros proletarios; los profesionales de clase media pueden tener parientes de clase media alta y baja e incluso parientes burgueses. Es bien sabido, sin embargo, que la ideología de la unidad familiar (conciencia familiar) prevalece sobre la distinción de clase.

En el caso presentado aquí, las diferencias económicas den­tro de la gran familia no han redundado en el reconocimiento de una diferenciación de clase. Las diferencias de riqueza y de estatus dentro de la gran familia se reconocen sólo como diferencias en estilo de vida.

A medida que se ramifica la familia y continúa la estratifica­ción, las diferencias de clase de la parentela sí se reconocen, aunque las grandes familias dentro de ella se perciben como pertenecien­tes a una sola clase. En un momento dado la parentela se reco­noce como una entidad dentro de la cual hay una similitud de estatus prevaleciente aun por encima de las tensiones que surgen de las oposiciones de clase.

Los miembros de la parentela Gómez son conscientes de las afiliaciones de clase de las diferentes grandes familias. No obs­tante, los parientes constituyen una fuente más poderosa de lealtad de grupo que la pertenencia a una clase. Al mismo tiempo, la existencia de tensiones de clase dentro de la parentela es una explicación fundamental de la vida ritual. Los lazos patrón-clienle y el conjunto de lealtades y obligaciones mutuas, que se refuer­zan y expresan en estos rituales y en el entorno económico, son la razón del predominio de la familia sobre la clase.

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P a r t ic ip a c ió n p o l ít ic a

D en tro de la estructura corporativa de la política mexicana, los Gómez pertenecen a la iniciativa privada. Los otros dos sectores formales son: el sector público (a saber, las administraciones fede­ral y estatal y la red conexa de dependencias, sistemas, corpora­ciones públicas y servicios) y el sector laboral.

Desde sus inicios, los Gómez participaron en forma activa en las organizaciones del sector privado, las cámaras y las asociacio­nes. Estas organizaciones empresariales formales son reconocidas por el Estado mexicano como representantes del empresariado. De ahí que el gobierno trate con las cámaras y las asociaciones y no con las empresas individuales. La pertenencia a estas organiza­ciones es obligatoria para cualquier negocio establecido, pero los Gómez siempre han ocupado cargos prominentes en el liderazgo sectorial.

Históricamente, el Estado mexicano es considerado protec­tor y patrón de la iniciativa privada; a cambio, la iniciativa priva­da ha desempeñado su función, esto es, ha industrializado el país. El mexicano no es el Estado burgués clásico en el sentido en que lo son otras sociedades capitalistas. Al contrario, la relación simbiótica entre el sector público y el privado puede ser visto como una compleja interacción, en parte cooperación y en parte compe­tencia entre dos clases sociales: la “nueva clase” de políticos y administradores y la burguesía. La élite mexicana del poder no es idéntica a la clase de propietarios de los medios de producción: una se las ve con el capital y la otra con el poder. Sus intereses de clase son diferentes. Las relaciones entre los dos sectores domi­nantes implican negociaciones continuas por una participación creciente de los recursos nacionales.

Cada sector tiene sus lealtades y preferencias que equivalen a un estilo de vida. Empero, existe suficiente complementariedad entre sus respectivos intereses de clase que permiten diferentes tipos de contactos. Así, los políticos importantes colocan sus inversio­nes en el sector privado y los hijos de los empresarios pueden ocupar puestos administrativos o técnicos en la burocracia.

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CONCLUSIONES

La verticalidad de las relaciones sociales basadas en la lealtad patrón-cliente plantea un problema a la teoría de la clase social Un sector no es una formación social estratificada de modo hori zontal con una relación común con los medios de producción. I s un bloque vertical cimentado por redes de lealtad: la cohesión otorgada por la lealtad, incluida la lealtad familiar, puede superar algunos de los efectos de las diferencias de ingreso entre distintos niveles de un sector.

Entre los Gómez, por ejemplo, las ramas que tienen bajos ingresos han dependido a menudo del patronazgo de sus parien­tes más acaudalados; por tanto, su sistema de lealtades está orga­nizado de manera vertical como relaciones patrón-cliente, en el que la posición social y económica del patrón representa prestigio y seguridad para los clientes. Estos lazos patrón-cliente suelen debilitarse y desaparecer a medida que las distancias genealógi­cas, sociales y económicas se amplían y, cuando eso ocurre, se puede comenzar a hablar de la aparición de diferencias de clase social y la desaparición del reconocimiento del lazo de parentesco.

La lealtad personal ha quedado marginada de las teorías acerca de la lucha de clases. Si los factores culturales hubieran sido to­mados en cuenta, estas teorías habrían explorado en mayor detalle la lealtad y la confianza y su papel en la estructura de clases. Con base en nuestros hallazgos etnográficos, creemos que tanto el siste­ma económico (y sus relaciones de producción) como el político se hallan determinados por el sistema de parentesco.

La familia Gómez es parte de México, se halla incorporada de manera muy sólida en el sector privado, etiqueta que los ubica en términos del sistema económico y político del país. El examen del parentesco Gómez -su relación entre ellos y con el resto del universo- es un medio de captar la metáfora familiar básica sobre la que el sistema moldea sus relaciones, las de dominio y subordi­nación y las de cooperación y solidaridad. Huelga resaltar, por tanto, que la comprensión del parentesco es un modo de desen­trañar el funcionamiento interno de la sociedad misma.