Las Seis Perfecciones o Paramitas

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Las Seis Perfecciones o Paramitas Se puede cultivar la mente del Despertar apoyándose en los votos de Bodisatva. Se toman con un Lama y cada vez que las emociones surgen en nosotros la fuerza del compromiso nos ayuda a no caer bajo su poder. Los votos de Bodisatva implican, por otra parte, un desarrollo completo de nuestra personalidad en elsentido de orientar nuestra mente hacia el Despertar para el bien de los demás, codificado bajo la forma delas seis perfecciones transcendentes (skto. paramita). 1. La primera perfección es el don o generosidad, que se divide habitualmente en tres: el don de los bienesmateriales, el don de la seguridad y el don del camino espiritual. El dar, aunque sólo sea una migaja de pan,a un pequeño insecto, y hacerlo con un corazón afectuoso, es la perfección del don. Debe uno habituarsecontinuamente a dar con esta actitud. 2. La segunda perfección es la de la ética. De manera general, consiste en evitar todo acto de nuestro cuerpo, nuestra palabra y nuestra mente que pueda dañar a los demás. Y también puede seguirse mediantela observancia de determinados votos, ya sean los de monje o de fiel laico. 3. La paciencia, la tercera perfección, estriba en no reaccionar con cólera a las palabras hirientes o a la agresividad dirigida contra nosotros. Por el contrario, debemos responder con amor y compasión. A menudose piensa que es imposible desarrollar una paciencia perfecta; sin embargo, si se conoce su naturaleza y siuno se ejercita es muy posible conseguirlo. Cuando alguien nos reprende o nos dirige palabrasdesagradables, espontáneamente aparece la cólera en nosotros. Pero si se examina la naturaleza de estaspalabras no se puede encontrar nada sustancial. En realidad no son más que una sucesión de sonidosarticulados, vacíos en esencia. Esta reflexión nos permite comprender lo inútil de nuestra cólera, ver que nose dirige contra nada real y que sólo se basa en la falsa aprehensión de un fenómeno. Entonces, ¿porquéalimentarla?. Si, por otra parte, sentimos cólera ante una persona que trata de dañarnos, es necesariocomprender que ella no puede hacer nada. Su acto no es libre. Supongamos que alguien me tira una piedrao me golpea con un bastón. ¿De dónde viene el dolor que experimento?. Sin duda alguna, de la piedra o delbastón. ¿Tengo que enfadarme con la piedra o el bastón?. Evidentemente no. Ellos no tienen ningunaresponsabilidad; tan sólo son el juguete de la mano que los lanza. ¿Voy a enfadarme entonces con la mano?Puesto que está dirigida por la mente de la persona tampoco tiene libertad. Así que quizás debo sublevarmecontra esta mente. Pero, de hecho, tampoco es libre; está bajo el poder de la cólera. Esta cólera es la raíz detodo el proceso. La persona, no es dueña de la situación y no hay, pues, ninguna razón para que yo meencolerice con ella. Este estilo de razonamiento ayuda considerablemente a cultivar la paciencia. 4. La cuarta perfección es la diligencia. Practicar una vía espiritual y desarrollar la mente del Despertar requieren estar libres del temor a no estar a la altura de la tarea, y exigen también el ejercitarse con perseverancia y regularidad, tanto en la meditación como en la realización de actos positivos. Continuidad ydinamismo en el camino constituyen la perfección de la diligencia. 5. La quinta perfección es la concentración. Habitualmente nuestra mente está ocupada por multitud de pensamientos. Y no es libre porque se encuentra prisionera de ellos. La meditación conocida como

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Las Seis Perfecciones o Paramitas Se puede cultivar la mente del Despertar apoyándose en los votos de Bodisatva. Se toman con un Lama ycada vez que las emociones surgen en nosotros la fuerza del compromiso nos ayuda a no caer bajo supoder. Los votos de Bodisatva implican, por otra parte, un desarrollo completo de nuestra personalidad en elsentido de orientar nuestra mente hacia el Despertar para el bien de los demás, codificado bajo la forma delas seis perfecciones transcendentes (skto. paramita).1. La primera perfección es el don o generosidad, que se divide habitualmente en tres: el don de los bienesmateriales, el don de la seguridad y el don del camino espiritual. El dar, aunque sólo sea una migaja de pan,a un pequeño insecto, y hacerlo con un corazón afectuoso, es la perfección del don. Debe uno habituarsecontinuamente a dar con esta actitud.2. La segunda perfección es la de la ética. De manera general, consiste en evitar todo acto de nuestrocuerpo, nuestra palabra y nuestra mente que pueda dañar a los demás. Y también puede seguirse mediantela observancia de determinados votos, ya sean los de monje o de fiel laico.3. La paciencia, la tercera perfección, estriba en no reaccionar con cólera a las palabras hirientes o a laagresividad dirigida contra nosotros. Por el contrario, debemos responder con amor y compasión. A menudose piensa que es imposible desarrollar una paciencia perfecta; sin embargo, si se conoce su naturaleza y siuno se ejercita es muy posible conseguirlo. Cuando alguien nos reprende o nos dirige palabrasdesagradables, espontáneamente aparece la cólera en nosotros. Pero si se examina la naturaleza de estaspalabras no se puede encontrar nada sustancial. En realidad no son más que una sucesión de sonidosarticulados, vacíos en esencia. Esta reflexión nos permite comprender lo inútil de nuestra cólera, ver que nose dirige contra nada real y que sólo se basa en la falsa aprehensión de un fenómeno. Entonces, ¿porquéalimentarla?. Si, por otra parte, sentimos cólera ante una persona que trata de dañarnos, es necesariocomprender que ella no puede hacer nada. Su acto no es libre. Supongamos que alguien me tira una piedrao me golpea con un bastón. ¿De dónde viene el dolor que experimento?. Sin duda alguna, de la piedra o delbastón. ¿Tengo que enfadarme con la piedra o el bastón?. Evidentemente no. Ellos no tienen ningunaresponsabilidad; tan sólo son el juguete de la mano que los lanza. ¿Voy a enfadarme entonces con la mano?Puesto que está dirigida por la mente de la persona tampoco tiene libertad. Así que quizás debo sublevarmecontra esta mente. Pero, de hecho, tampoco es libre; está bajo el poder de la cólera. Esta cólera es la raíz detodo el proceso. La persona, no es dueña de la situación y no hay, pues, ninguna razón para que yo meencolerice con ella. Este estilo de razonamiento ayuda considerablemente a cultivar la paciencia.4. La cuarta perfección es la diligencia. Practicar una vía espiritual y desarrollar la mente del Despertarrequieren estar libres del temor a no estar a la altura de la tarea, y exigen también el ejercitarse conperseverancia y regularidad, tanto en la meditación como en la realización de actos positivos. Continuidad ydinamismo en el camino constituyen la perfección de la diligencia.5. La quinta perfección es la concentración. Habitualmente nuestra mente está ocupada por multitud depensamientos. Y no es libre porque se encuentra prisionera de ellos. La meditación conocida como“pacificación mental” quita progresivamente su fuerza a los pensamientos y los hace disminuir. Cuando lamente puede estabilizarse en un objeto de su elección sin distraerse por ningún pensamiento parásito, es laperfecciòn de la concentración.6. Finalmente viene la sexta perfección, la perfección del Conocimiento. Ahora nos identificamos a lo quellamamos yo, persuadidos de su existencia real. Pero el yo no es más que una ilusión. Decimos “mi cuerpo”,“mi brazo”, “mi pierna”, pero nos es imposible determinar la esencia del poseedor, ya que carece deexistencia propia. Reconocer que el yo no existe más que convencionalmente y no esencialmente, es laperfección del Conocimiento.El adiestramiento en las seis perfecciones en su plenitud no es asunto de un día, sino una progresión regularque debe evitar las prisas y el desánimo. Haciéndolo así, seguiremos verdaderamente la conducta delbodisatva. Las seis perfecciones son benéficas a la vez para nosotros mismos y para los demás: el don, laética y la paciencia están más dirigidas a los demás; y en lo que se refiere a la diligencia, a la concentracióny a la sabiduría , al principio nos benefician más a nosotros.Enseñanza de Bokar TulKu Rimpoché en Montpellier, Francia, en septiembre de 1.985. Traducción al francésde François Jacquemart. Traducción al español de Mireia Viñes Roig.