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    LA SOCIEDAD CONTRA EL ESTADO(*)

    Pierre Clastres

    Las sociedades primitivas son sociedades sin Estado: este juicio esconde unaopinin que acenta la posibilidad de una antropologa poltica como ciencia

    rigurosa. Lo que se dice es que las sociedades primitivas estn privadas de algo- el Estado - que es necesario a toda sociedad. Estas sociedades estnincompletas. No son verdaderas - no estn civilizadas -, viven la experienciaquiz dolorasa de un carencia - carencia de Estado- que no pueden satisfacer.Esto dicen los viajeros y los investigadores: no puede pensarse en una sociedadsin Estado, el Estado es el destino de toda sociedad. Aqu se descubre unetnocentrismo mucho ms slido por ser inconsciente. La referencia inmediataes lo ms familiar. Cada cual lleva en s, como la fe del creyente, la certeza deque la sociedad es para el Estado. Cmo no concebir a las sociedadesprimitivas, sino como una especie de personas despreciadas por la historiauniversal, como sobrevivientes anacrnicos de un estadio lejano, rebasadotiempo atrs? Aqu est la otra cara del etnocentrismo, la conviccin de que la

    historia tiene un sentido nico, que toda sociedad est condenada a la historia ya recorrer las etapas que van del salvajismo a la civilizacin. "Todos los puebloscivilizados han sido salvajes", escribe Raynal. Pero la afirmacin de unaevolucin no funda una doctrina que, uniendo arbitrariamente el estado decivilizacin a la civilizacin del Estado, seala a ste como trmino necesario atoda sociedad. Podramos preguntar qu ha retenido a los ltimos pueblos quean son salvajes.

    Tras las formulaciones modernas, el viejo evolucionismo sigue intacto. Msdifcil de ocultarse en el lenguaje de la antropologa que en el de la filosofa,aflora en las categoras que se dicen cientficas. Ya sabemos que las sociedadesarcaicas estn determinadas negativamente, por sus carencias: sin Estado, sinescritura, sin historia. Y se las determina en lo econmico: con economa de

    subsistencia. Si con esto se dice que ignoran la economa de mercado dondefluyen los excedentes, no se dice nada, slo se subraya otra deficiencia ms,siempre en relacin con nuestro propio mundo. Estn sin Estado, sin escritura,sin historia, sin mercado. Pero el sentido comn objeta: para qu sirve unmercado sin excedentes? La idea de economa de subsistencia revela que siestas sociedades no producen excedentes es por incapacidad, porque estnocupadas en la sobrevivencia. Antigua imagen, siempre eficaz, de la miseria delos salvajes. Y para explicar su incapacidad de abandonar el vivir al da, sepretexta la inferioridad tcnica.

    Qu hay de cierto en ello? Si por tcnica se entiende el conjunto deprocedimientos con que se proveen los hombres, no para asegurarse el dominioabsoluto de la naturaleza (esto slo vale para nuestro mundo y su dementeproyecto cartesiano del que apenas empiezan a medirse las consecuencias),sino para asegurarse un dominio del medio natural, relativo a sus necesidades,no puede hablarse de inferioridad tcnica. Su capacidad para satisfacer susnecesidades es igual a la que enorgullece a la sociedad industrial. Todo grupohumano llega a ejercer dominio sobre su medio. No se sabe de ningunasociedad que se haya establecido, por presin externa en un medio imposiblede dominar. O desaparece o cambia de territorio. Lo que sorprende con losesquimales o los australianos es la riqueza, la imaginacin y la fineza de laactividad tcnica, la eficacia de sus herramientas. Hay que ir a los museosetnogrficos, a observar la exactitud de los instrumentos, que hace de cada unouna obra de arte. No hay jerarqua hablando de tcnica, ni superior ni inferior.

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    Un equipamiento tecnolgico se mide por la capacidad de satisfacer lasnecesidades de la sociedad. De ninguna manera las sociedades primitivas hansido incapaces para realizar tal propsito. Es cierto que el potencial deinnovacin tcnica lleva tiempo. Nada se da de golpe, existe la larga sucesinde ensayos, errores, fracasos y xitos. Los estudiosos de la prehistoria nosensean los milenios que necesitaron los hombres del paleoltico para sustituir

    sus grotescos garrotes por los admirables cuchillos de silex del solutrense. Eldescubrimiento de la agricultura y la domesticacin de las plantas casi soncontemporneos en Amrcia y en el mundo antiguo. Los Amerindios no soninferiores - al contrario - en el arte de seleccionar las plantas tiles.

    Detengmonos un momento en el inters funesto que llev a los indios a desearinstrumentos metlicos. Se relaciona con su economa, pero no como podracreerse. Estas sociedades estaran condenadas a la economa de subsistenciapor su inferioridad tcnica. Este argumento no est fundado ni en derecho ni enhechos. No hay escala para medir las "intensidades" tecnolgicas; el equipotcnico no es comparable al de una sociedad diferente; no sirve de nadacomparar el fusil con el arco. La arqueologa, la etnografa, la botnica, etc.,demuestran la eficacia de las teconologas salvajes. Si las sociedades primitivas

    tienen una economa de subsistencia no es a falta del saber-hacer tcnico. Laverdadera cuestin es: la economa de estas sociedades es realmente desubsistencia? Si no nos contentamos con entender economa de subsistenciacomo economa sin mercado y sin excedentes - verdad simple, por sloconstatar la diferencia - entonces esta economa permite subsistir a la sociedadque funda; se afirma que esta sociedad slo provee a sus miembros con elmnimo necesario para la subsistencia.

    Aqu hay un prejuicio tenaz, de que el salvaje es perezoso. Si se dice "trabajarcomo un negro" en America del Sur se dice "perezoso como un indio". La opcines: o bien el primitivo vive en economa de subsistencia o bien pasa largosratos de ocio fumando en su hamaca. Fue lo que admir a los europeos de los

    indios de Brasil. Reprobaron que hombres robustos y saludables preferan,como las mujeres, pinturas y plumas en lugar de sudar en los campos. Gentesque ignoraban que hay que ganar el pan con el sudor de la frente. Erademasiado y no dur. Se los puso a trabajar y murieron. Dos axiomas guan ala civilizacin occidental. El primero: la verdadera sociedad se da a la sombraprotectora del Estado; el segundo enuncia un imperativo categrico: hay quetrabajar.

    En efecto, los indios daban poco tiempo a lo que se llama trabajo, no obstante,no morian de hambre. Las crnicas de la poca nos hablan de la hermosaapariencia de los adultos, la salud de los nios, la abundancia y variedad de lasfuentes alimienticias. La economa de subsistencia no implica la bsquedaangustiante, de tiempo completo, del alimento. Es compatible con una

    limitacin del tiempo para las activiaddes productivas. Es el caso de los Tup-guaran, cuya holgazanera tanto irritaba a los franceses y portugueses. Su vidase basaba en la agricultura y secundariamente en la caza, pesca y recoleccin.Una misma tierra era usada de cuatro a seis aos, luego se abandonaba, oporque era invadida por una vegetacin parsita difcil de eliminar. Lo arduo deltrabajo era para los hombres, que era desmojntar la superficie con hacha depiedra y con fuego. La tarea, al fin de las lluvias, movilizaba a los hombre uno odos meses. El resto - plantar, escardar, cosechar - por la divisin sexual deltrabajo, era para las mujeres. Los hombres la mitad de la poblacintrabajaban dos mesees cada cuatro aos! El resto era para cosas

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    placenteras: caza, pesca, fiestas, y finalmente, para su gusto apasionado por laguerra.

    Estos datos, impresionistas, los confirman investigaciones recientes, que midenel tiempo de trabajo en las sociedades con economa de subsistencia. Ya setrate de cazadores nmadas del desierto de Kalahari o de agricultores

    amerindios, las cifran revelan un tiempo inferior a cuatro horas diarias detrabajo. J. Lizot, que vive con los indios Yanomami del Amazonas venezolano,dice que la duracin del tiempo dedicado al trabajo, apenas rebas las treshoras. No hemos hecho lo mismo con los Guayak, cazadores nmadas de laselva paraguaya, pero s que los indgenas, hombres y mujeres, pasaban lamitad del da ociosos, pues la caza y la recoleccin eran entre 6 y 11 de lamaana. Estudios semejantes llegaran a resultados similares, teniendo encuenta las diferencias ecolgicas.

    Estamos lejos del miserabilismo de la idea de economa de subsistencia. Elhombre salvaje no est sujeto a una existencia animal, de sobrevivencia, puesen un tiempo corto obtiene este resultado y algo ms. Las sociedades primitivastienen todo el tiempo para acrecentar su produccin de bienes materiales. El

    buen sentido pregunta entonces: por qu los hombres de estas sociedadesquerran producir ms si cuatro horas bastan para asegurar las necesidades delgrupo? Para qu les serviran los excedentes? Cul sera su destino? Siemprees por la fuerza que los hombres trabajan ms all de sus necesidades. Estafuerza est ausente en el mundo primitivo; su ausencia define la naturaleza delas sociedades primitivas. Puede admitirse la expresin de economa desubsistencia para calificar su organizacin econmica, si por ello se entiende nouna carencia o un incapacidad, sino el rechazo de un exceso intil, la voluntadde acordar las actividades productiva con la satisfaccin de las necesidades. Enlas sociedades primitivas hay excendentes. Las plantas cultivadas (yuca, maz,tabaco, algodn, etc.) rebasa lo que es necesario al grupo, estando estesuplemento de produccin includo en el tiempo normal de trabajo. Este

    excedente, es consumido, con fines polticos, en las fiestas, la visita deextranjeros, etc. La ventaja del hacha metlica sobre la de piedra es evidentepara retardar su uso. Con la primera se hace diez veces ms trabajo , o bien sehace el mismo trabajo en diez veces menos de tiempo. Cuando los indiosdescubrieron la superioridad de las hachas de los hombres blancos, lasdesearon no para producir ms, sino para producir lo mismo en un tiempo diezveces ms corto. Se produjo lo contrario porque con las hachas metlicas vinoal mundo primitivo la violencia, el poder de los civilizados sobre los salvajes.

    Las sociedades primitivas son, dice J. Lizot de los Yanomami, sociedades derechazo al trabajo. "El desprecio de los Yanomami al trabajo y al progresotecnolgico autnomo es un hecho"(1). Son las primeras sociedades del ocio,de la abundancia, segn la alegre expresin de M. Sahlins.

    Si tiene un sentido una antropologa econmica de las sociedades primitivas,como disciplina autnoma, no procedera de la pura consideracin de su vidaeconmica, sera una etnologa de la descripcin, de una dimensin noautnoma de la vida social primitiva. Es ms bien cuando esta dimensin pasaa una esfera autnoma que aparece fundada la idea de una antropologaeconmica. Cuando desaparece el rechazo al trabajo, se cambia el ocio por laacumulacin, cuando una fuerza externa nace en el cuepro social, sin la que lossalvajes no renunciaran al ocio y que destruye la sociedad primitiva, esa fuerzacrea el poder poltico. Pero as como la antropologa deja de ser econmica ypierde su objeto al querer aprehenderlo, la economa se hace poltica.

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    Para el hombre salvaje, la actividad de produccin est medida por lasnecesidades energticas. La produccin se vuelca sobre la reconstitucin de laenerga gastada. Es decir, que es la vida como naturaleza que - en laproduccin de los bienes consumidos en las fiestas - determina el tiempoconsagrado a reproducirla. Asegurada la satisfaccin de necesidades, nada

    podra incitar a desear producir ms, a alienarse en un trabajo sin destino, siese tiempo puede ser para el ocio, el juego , la guerra o la fiesta. En qucondiciones puede transformarse esta relacin del primitivo con la actividad deproduccin? En qu condiciones surge una meta diferente de la satisfaccin delas necesidades energticas? Esto es plantear la pregunta por el origen deltrabajo alienado.

    En la sociedad primitiva, por esencia igualitaria, los hombres son dueos de suactividad, de la circulacin de los productos de esa actividad, actan slo paraellos mismos, mientras que la ley de intercambio de bienes mediatiza larelacin directa del hombre con su producto. Por ello, todo se altera si esaactividad es desviada, cuando en lugar de producir slo para s, el hombreproduce tambin para los dems, sin intercambio ni reciprocidad. Es entonces

    cuando puede hablarse de trabajo, cuando la regla igualitaria de intercambiodeja de ser el "cdigo civil" de la sociedad, cuando esa actividad tiende asatisfacer a los dems, cuando esa regla se sustituye por el terror de la deuda.All estriba la diferencia entre el salvaje amaznico y el indio del Imperio Inca.El primero produce primero para vivir, el segundo trabaja para los dems, paralos que no trabajan, los seores que le dicen: tienes que pagar lo que nosdebes, tu deuda de por vida.Cuando en la sociedad primitiva lo econmico se deja identificar comoautnomo, cuando se porduce el trabajo alienado, impuesto po los que logozan, la sociedad deja de ser primitiva y se transforma en sociedad dividida enseors y siervos, es cuando se ha dejado de exorcisar lo que est destinado aeliminarla: el poder y el respeto al poder. la mayor divisin de la sociedad es la

    nueva disposicin vertical entre la base y la cima, la gran ruptura poltica entreposeedores de la fuerza, guerrera o religiosa, y los sometidos a esas fuerza. Larelacin poltica de poder precede y funda la relacin econmica de explotacin.Antes de ser econmica, la alienacin es poltica, el poder est antes que eltrabajo, lo econmico deriva de lo poltico, el Estado determina las clases.

    No es por lo incompleto que se revela la naturaleza de las sociedadesprimitivas. Esta se impone como algo positivo, como dominio del medio naturaly social, como voluntad libre de no permitir que de su ser salga nada quepudiera alterarlo, corromperlo o disolverlo. Las sociedades primitivas no sonembriones retrasados de sociedades ulteriores, de los cuerpos sociales condespegue "normal" interrumpido por alguna extraa enfermedad, no seencuentran en una lgica histrica que conduce al trmino inscrito de antemano

    pero conocido a posteriori, nuestro propio sistema social. (Si la historia es estalgica, cmo es que existen an sociedades primitivas?). En el plano de la vidaeconmica se traduce todo esto en rechazo a un trabajo y una produccinabsorbentes, en la decisin de limitar las reservas a las necesidades, en laimposibilidad de la competencia - para qu servira ser rico entre los pobres?-en una palabra, en la prohibicin de la desigualdad.

    Qu hace que en una sociedad primitiva la economa no sea poltica? Que laeconoma no es autnoma. Son sociedades sin economa por rechazo de lapropia economa. Pero entonces, tambin est ausente lo poltico en estassociedades? hay que admitir que al ser sociedades "sin ley ni rey", les falta lo

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    poltico? No caemos en el etnocentrismo para el que una carencia marca a lasdiferentes sociedades?

    Est la pregunta por lo poltico en las sociedades primitivas. No es slo unproblema "interesante", un tema para especialistas, porque la etnologa sedesarrolla en una teora general (por construir) de la sociedad y de la historia.

    Las diversas organizaciones sociales, no impiden un orden en la discontinuidad,una reduccin de diferencias. Reduccin masiva ya que la historia nos ofrecedos tipos de sociedad, dos macroclases, que tienen algo en comn: estn lassociedades primitivas y las sociedades con Estado. Es la presencia o ausenciade la formacin estatal (de mltiples formas) lo que da a cada sociedad su lugarlgico, que traza la discontinuidad. La aparicin del Estado marca la grandivisin entre salvajes y civilizados, el corte que transfoma el tiempo enHistoria.Hay, en el movimiento de la historia mundial, dos aceleraciones decisivas en suritmo. El motor de la primera fue la revolucin neoltica (domesticacin deanimales, agricultura, el arte del tejido y la cermica, sedentarizacin, etc.).An vivimos en la prolongacin de la segunda aceleracin, la revolucinindustrial del S. XIX.

    No hay duda de que la ruptura neoltica transform las condiciones de lospueblos paleolticos. Pero sta fue suficiente para afectar el ser de lassociedades? Hay un funcionamiento diferente en las sociedades preneolticas oposneolticas? La experiencia etnogrfica indica lo contrario. El paso delnomadismo a la sedenterizacin sera consecuencia de la revolucin neoltica,porque ha permitido la formacin de ciudades y aparatos estatales. Pero conesto se decide que todo "complejo" tecnocultural, sin agricultura, estcondenado al nomadismo. Aqu tenemos algo etnogrficamente inexacto. Unaeconoma de caza, pesca y recoleccin no exige una vida nmada. Diversosejemplos, an Amrica y otros lados, lo atestiguan: La ausencia de agricultura es

    compatible con la sedenterizacin. Se puede suponer que los pueblos que nohaban adquirido la agricultura no fue por inferioridad cultural sino porque notenan necesidad de ella.

    La historia poscolombina de Amrica presenta agricultores sedentarios que, trasuna revolucin tcnica (conquista del caballo y de las armas de fuego) dejaronla agricultura por la caza, cuyo rendimiento se multiplicaba. Cuando fueronecuestres, las tribus de Amrica del Norte o las del Chaco en Amrcia del Sur,extendieron sus desplazaminetos, pero estaban lejos del nomadismo en el quese encuentran las bandas de cazadores-recolectores (como los guayaki delParaguay) y el abandono de la agricultura no fue por la dispersin demogrficani por la transformacin de la organizacin cultural anterior.

    Qu nos ensea el movimiento de las sociedades, de la caza a la agricultua yviceversa? Que parece darse sin cambiar la sociedad; que sigue idntica si slocambian sus condiciones de existencia material; que la evolucin neoltica noacarrea un trastorno del orden social. En las sociedades primitivas, el cambioen lo que el marxismo llama la infraestructura econmica, no determina sureflejo, la superestructura poltica, pues sta es independiente de su basematerial. El continente americano ilustra la autonoma de la economa y de lasociedad. Los grupos de cazadores-pescadores-recolectores, nmadas o no,presentan las mismas propiedades sociopolticas que sus vecinosagricultores,sedentarios: "infraestructuras" diferentes, "superestructura"idntica. De modo inverso, las sociedades mesoamericanas - sociedades

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    imperiales, sociedades con Estado - eran tributarias de una agricultura que, nopor eso segua siendo menos parecida a la de las tribus "salvajes" de la SelvaTropical: "infraestructura" idntica, "superestructuras" diferentes; puesto queen un caso se trata de sociedades sin Estado y en el otro de Estadosconsumados.

    Lo decisivo es el corte poltico y no el cambio econmico. La verdaderarevolucin, en la protohistoria de la humanidad, no es la del neoltico, pues dejaintacta la antigua organizacin social; es la revolucin poltica, misteriosa,irreversible, mortal para las sociedades primitivas, lo que conocemos con elnombre de Estado. Y si conservamos los conceptos marxistas, la infraestructuraes lo poltico y la superestructura lo econmico. Una sola alteracin estructural,abismal, puede destruir a la sociedad primitiva, la que hace surgir en su seno odel exterior, la autoridad de la jerarqua, la relacin de poder, la sujecin de loshombres, el Estado. Sera intil buscar el origen en el cambio de las relacionesde produccin, dividiendo poco a poco la sociedad en ricos y pobres,explotadores y explotados; ello conducira mecnicamente a la instauracin deun rgano de poder de los primeros sobre los segundos, a la aparicin delEstado.

    Hipottica, esta modificacin a partir de la base econmica es imposible. Paraque en una sociedad el regimen de la produccin se transforme en mayortrabajo para acrecentar los bienes, es necesario, o bien que los hombres deseenesta transformacin, o bien que sin desearla, se vean obligados a ella por unaviolencia externa.

    En el segundo caso, nada ocurre con la sociedad misma, que sufre la agresinde una fuerza externa en cuyo beneficio va a modificarse el rgimen deproduccin: trabajar y producir ms para los nuevos dueos del poder. Laopresin poltica determina la explotacin. Pero la evocacin de tal "escenario"no sirve de nada, pues plantea un origen exterior, contingente, inmediato, de la

    violencia estatal, y no la lenta realizacin de las condiciones internas,socioeconmicas de su aparicin.

    Se dice que el Estado es el instrumento que permite a la clase dominanteejercer su dominacin violenta sobre las clases dominadas. Y que para quehaya Estado, es necesario que antes haya clases sociales antagnicas, ligadaspor la explotacin. Luego la estructura de la sociedad - la divisin en clases -debera preceder al surgimiento de la mquina estatal. Veamos la fragilidad deesta concepcin intrumental del Estado. Si la sociedad est organizada deopresores que explotan a los oprimidos, es porque esta alienacin descansa enel uso de una fuerza, en la substancia misma del Estado, "monopolio de laviolencia fsica legtima". A qu necesidad respondera la existencia del Estado,puesto que su esencia - la violencia - es inminente a la divisin de la sociedad,

    ya que est dedicado a la opresin de un grupo sobre los dems? Slo sera elrgano intil de una funcin cumplida antes y en otro lugar.

    Articular la aparicin de la mquina estatal con el cambio de la estructura socialslo lleva a retardar el problema de esta aparicin. Hay que preguntarse porqu se produce, en una sociedad primitiva, el reparto de hombres endominantes y dominados. Cul es el motor del Estado? Su aparicinconfirmara la legitimidad de una propiedad privada surgida previamente; elEstado sera el representante y el protector de los propietarios. Muy bien. Peropor qu aparece la propiedad privada en una sociedad que la rechaza? Por quhay quienes un da dicen "esto es mo" y cmo es que los dems permiten que

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    surga lo que la sociedad primitiva ignora: la autoridad, la opresin, el Estado?Lo que se sabe de las sociedades primitivas no permite buscar ms en loeconmico el origen de lo poltico. Ah no est el rbol genealgico del Estado.No hay nada en una sociedad primitiva - sin Estado- que permita la diferenciaentre ricos y pobres, porque nadie tienen el deseo barroco de hacer, poseer,parecer ms que su vecino. La capacidad, igual para todos, de satisfacer las

    necesidades materiales, y el intercambio de bienes y servicios que impide laacumulacin privada de bienes , hacen imposible tal deseo, que es deseo depoder. La sociedad primitiva no deja lugar al deseo de sobreabundancia.

    Las sociedades primitivas hacen imposible el Estado. Y sin embargo, todos lospueblos civilizados han sido primero salvajes. Qu fue lo que hizo que elEstado dejara de ser imposible? Por qu los pueblos dejaron de ser salvajes?Qu revolucin hizo que surgiera el Dspota, que ordena a los que loobedecen? De dnde viene el poder poltico? Misterio, quiz provisional, de suorigen.

    Parece imposible determinar la aparicin del Estado, pero pueden precisarse lascondiciones de su no-aparicin, y los textos reunidos aqu intentan delimitar lo

    poltico en las sociedades sin Estado. Sin fe, sin ley, sin rey. Lo que occidentedeca de los indios del Siglo XVI, puede extenderse a toda sociedad primitiva.Esta es la distincin: una sociedad es primitiva si carece de rey como fuentelegtima de la ley; es decir, de la mquina estatal. De modo inverso, todasociedad no primitiva tiene Estado. Es por lo que pueden agruparse losdespotismos arcaicos - reyes, emperadores de China o de los Andes, y faraones-, monarquas recientes - el Estado soy yo - o sistemas contemporneos, elcapitalismo liberal de Europa Occidental... o de Estado, como en otros lugares...

    No hay rey en la dtribu, sino un jefe que no es jefe de Estado. Qu significaesto? Que el jefe no tiene autoridad, poder de coaccin, no puede dar unaorden. El jefe no es un comandante; la tribu no tiene deber de obedecer. La

    jefatura no tiene poder, y la figura (mal llamada) del "jefe" salvaje no es la deun fujturo dspota. No es de la jefatura de donde se deriva el Estado engeneral. Qu diferencia hay entre un jefe de tribu y un jefe de Estado? Quhace imposible esto en el mundo de los salvajes? Esta discontinuidad dradical -que hace impensable un paso progresivo de la jefatura primitiva a la mquinaestatal - se funda en la exclusin del poder poltico de la jefatura. Se trata depejnsaren un jefe sin poder, pues la jefatura es extraa a su esencia, laautoridad. Las funciones del jefe, no son de autoridad. Encargado de acabar conlos conflcitos entre individuos, familias, linajes, etc., slo tienen el prestigioque le reconoce la sociedad. Pero prestigio no es poder y los recursos del jefepara pacificar se limitan al uno de la palabra, no para arbitrar, ya que el jefe noes un juez, no puede tomar partido por nadie, slo puede - con su elocuencia -persuadir de apaciguarse, renunciar a las injurias, imitar a los ancestros que

    vivieron en buen entendimiento. Empresa no segura, apuesta incierta, pues lapalabra del jefe no tiene la fuerza de la ley. Si la presuacin fracasa, elconflicto puede llegar a la violencia y el prestigio del jefe puede derrumbarse,pues es prueba de impotencia para lo que se esperaba de l.

    En qu estima la tribu que un hombre es digno de ser jefe? En su competencia"tcnica": dotes oratorias, puntera en la caza, capacidad para coordinar laguerra. La sociedad no deja que el jefe vaya ms all, que su capacidadtcnica se transforme en autoridad poltica. El jefe est al servicio de lasociedad - verdadero lugar del poder - que ejerce su autoridad sobre el jefe.

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    Por ello es imposible que el jefe ponga a la sociedad a su servicio o que ejerzapoder; la sociedad primitiva no tolerar que su jefe se transforme en dspota.

    La tribu somete al jefe a una alta vigilancia; es prisionero porque ella no lo dejasalir. Pero, quiere salir? Un jefe desea ser jefe? Quiere suplantar el intersgrupal por su propio deseo? En virtud del control al que la sociedad somete al

    lder, son raros los jefes que transgreden la ley primitiva: tu no eres ms quelos dems. Es raro, pero a veces sucede que un jefe quiere ser jefe y no porclculo maquiavlico sino porque no tiene otra opcin. Por regla general, nointenta (ni suea) subvertir la relacin (conforme a normas) que l tiene con sugrupo; subversin que, de servidor pasara a seor. Esta relacin la define el jefe de una tribu abipona del Chaco argentino, en la respuesta que di a unoficial espaol que quera convencerlo de hacer participar a su tribu en unaguerra que no deseaba: "Los abipones, por costumbre de sus ancestros, hacentodo a su gusto y no al de su cacique. Yo los dirijo, pero no perjudicara aninguno sin perjudicarme a m mismo; si los forzara ellos me daran la espalda.Prefiero ser amado y no temido por ellos". No dudemos que la mayora de losjefes indios habran tenido el mismo discurso.

    Pero hay excepciones, ligadas a la guerra. La conduccin de una expedicinmilitar es la nica vez en que el jefe ejerce autoridad, fundada slo en sucompetencia tcnica como guerrero. Despus, el jefe de guerra queda sinpoder; el prestigio de la victoria jams se transforma en autoridad. Hay puesuna sepracin tajante entre poder y prestigio, entre gloria de un guerrerovencedor y el mando que le est prohibido ejercer. Lo que calma la sed deprestigio de un guerrero es la guerra. Un jefe cuyo prestigio est ligado a laguerra slo lo conversa en la guerra. Es una especie de empuje hacia adelantepor lo que organiza expediciones guerreras, donde espera beneficios simblicosen la victoria. Pero su deseo de guerra corresponde a la voluntad de la tribu, enparticular de los jvenes, para quienes la guera es el principal medio de adquirirprestigio; mientras la voluntad del jefe no va ms all de la sociedad, las

    relaciones son iguales. Pero el riesgo de un rebasamiento del deseo de lasociedad por el de su jefe, es permanennte. El jefe a veces acepta correrlo,imponiendo a la tribu su proyecto individual. Inviertiendo la relacin del ldercomo instrumento al servicio de un fin socialmente definido, intenta hacer de lasociedad el medio para realizar un fin particular: la tribu al servicio del jefe, yno el jefe al servicio de la tribu. Si esto "funcionara", tendramos el nacimientodel poder poltico, como presin y violencia; tendramos la figura mnima delEstado. Pero esto nunca funciona.

    En el hermoso relato de los veinte aos que pas con los Yanomami (2) ElenaValero habla de su primer marido, el lder guerrero Fousiwe. Su historia ilustrael destino de la jefatura salvaje cuando es llevada a transgredir la ley primitivaque, como veradero poder, rehusa deshacerse de l, se niega a delegarlo.

    Fousiwe es reconocido como "jefe" por su prestigio como conductor de victoriascontra los grupos enemigos. El dirige guerras deseadas por su tribu, se pone alservicio de su grupo; es el intrumento de su sociedad. Pero el infortunio delguerrero quiere que el prestigio en la guerra se pierda pronto, si no serenuevan las fuentes. La tribu, para la que el jefe es slo el instrumento pararealizar su voluntad, olvida las victorias pasadas del jefe. El jefe nunca adquierenada definitivamente, y si quiere devolver a la gente la memoria perdida, no lolograr con sus viejas hazaas, sino con nuevos hechos de armas. Un guerrerono tiene alternativa: est condenado a desea la guerra. Es all que logra elconsenso que lo reconoce como jefe. Si su deseo de guerra coincide con el de lasociedad, sta sigue realizndola.

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    Pero si el deseo de guerra del jefe se vuelve contra una sociedad que desea lapaz - ninguna sociedad, desea siempre la guerra - la relacin se trastoca, ellder utiliza a la sociedad para su meta individual. No hay que olvidarlo, el jefeprimitivo no tiene poder. Cmo imponer su deseo a una sociedad que lorechaza? Es prisionero de su deseo de prestigio y su impotencia para realizarlo.

    Qu puede suceder? El guerrero est destinado a una soledad que lo conducea la muerte. Ese fue el destino del guerro sudamericano Fousiwe. Por haberquerido imponer una guerra se vio abandonado por su tribu. Tena que realizaresta guerra slo y muri acribillado por las flechas. La muerte es el destino delguerrero porque la sociedad primitiva no permite sustituir el deseo de prestigiopor la voluntad de poder, est de antemando condenado a la muerte. El poderpoltico separado es imposible en la sociedad primitiva; no hay vaco que elEstado pudiera llenar.

    Menos trgica, pero parecida, es la historia de otro lder indio, ms clebre queel oscuro guerrero amaznico, pues se trata del famoso jefe apache Jernimo.Leer sus Memorias (3) es muy instructivo. Jernimo slo era un joven guerrerocuando los soldados mexicanos atacaron a su tribu e hicieron una masacre de

    mujeres y nios. La familia de Jernimo fue exterminada totalmente. Lasdiferentes tribus apaches se aliaron para vengarse de los asaesinos y Jernimocondujo el combate. Su xito fue total, pues los apaches aniquilaron laguarnicin mexicana. El prestigio de Jernimo fue inmenso. Pero a partir de ahalgo le sucede a Jernimo. Porque si para los apaches, satisfechos con lavictoria y la venganza, el asunto est concluido, Jernimo quiere seguirvengndose, considera insuficiente la derrota sangrienta. Pero no puede ir sloal ataque de los poblados mexicnanos. Trata de convencer a los suyos de atacarde nuevo. En vano. La sociedad apache, una vez alcanzada la meta colectiva -la venganza - quiere descansar. Jernimo tiene un deseo individual y quierearrastrar a la tribu para cumplirlo. Los apaches no quisieron seguir a Jernimo,como los Yanomami no siguieron a Fousiwe. Jernimo slo convence a unos

    cuantos, vidos de gloria y riqueza. El ejrcito de Jernimo, para una de esasexpediciones, heroicas e irrisorias, era de dos hombres. Los apaches le dieronla espalda cuando quieso realizar su guerra personal. Jernimo fue el ltimogran jefe de la guerra norteamericano, que pas treinta aos de vida queriendo"ser jefe" y no lo logr...

    La esencia de la sociedad primitiva, es ejercer un poder absoluto sobre todo loque la compone, es prohibir la autonoma de alguno de sus subconjuntos, esmantener todos los movimientos internos, conscientes e incoscientes, en loslmites y en la direccin queridos por la sociedad. La tribu manifiesta (inclusocon violencia), el deseo de fijar este orden, prohibiendo el poder polticoindividual, central y separado. Es una sociedad donde nada se escapa; todas lassalidas estn cerradas. Sociedad que debera reproducirse eternamente sin que

    nada la afectara a travs del tiempo.

    Sin embargo, hay un campo que escapa al control; es un "flujo" al que ellaparece poder imponer slo un "cdigo" imperfecto; se tratra del terrenodemogrfico, con reglas culturales, leyes naturales, espacio de una vidaenraizada en lo social y en lo biolgico, sede de una "mquina" que funcionacon mecnica propia y que est fuera del alcance de la empresa social.

    Sin sustiruir un determinismo econmico por uno demogrfico e inscribirlo enlas causas - el crecimiento demogrfico - la necesidad de los efectos -transformacin de la organizacin social - hay que constatar, sobre todo en

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    Amrcia, el peso sociolgico de la poblacin; el aumento de las densidades paraconmocionar - no decimos destruir - la sociedad primitiva.

    En efecto, es probable que una condicin fundamental de la sociedad primitivaes la debilidad de su talla demogrfica. Las cosas slo funcionan si la poblacines poco numerosa. Para que una sociedad sea primitiva, debe ser pequea. Lo

    que se constata es una fragmentacin en "naciones", tribus, sociedades, gruposque vigilan su autonoma en el seno del conjunto, adems de hacer alianzas convecinos "compatriotas", si las condiciones - guerreras - lo exigen. Estaatomizacin del universo tribal es una forma de impedir conjuntos sociopolticosque integran los grupos locales y, ms an, un medio de prohibir la emergenciadel Estado que en su esencia, es unificador.

    Los Tup-Guaran parecen, cuando Europa los descubre, alejarse del modeloprimitivo: la densidad demogrfica de sus tribus rebasa el de las poblacionesvecinas; el tamao de los grupos locales no se compara con el de las unidadessociopolticas de la Selva Tropical. Por supuesto, los poblados Tupinamba, demiles de habitantes, no eran ciudades, pero acababan de pertenecer alhorizonte "clsico" de la dimensin demogrfica de las ciudadedes vecinas.

    Sobre este fonde de expansion demogrfica se destaca - hecho inhabitual enla Amrica de los salvajes, si no en la de los imperios - la tendencia de lasjefaturas hacia un poder desconocido en otra parte. Los jefes tupi-guaran noeran dspotas, pero no eran jefes sin poder. En un extremo de la sociedad, elcrecimento demogrfico, en el otro, el surgimiento del poder poltico. Sin dudaque no toca a la etnologa - a ella sola - responder a las causas de la expansindemogrfica en una sociedad primitiva. Contraria a esta disciplina surge laarticulacin de lo demogrfico con lo poltico, el anlisis de las fuerza que ejerceel primero sobre el segundo por intermediacin de lo sociolgico.

    En este texto, subrayamos la imposibilidad interna de un poder polticoseparado en una sociedad primitiva, la imposibilidad de una gnesis del Estado

    en el interior de la sociedad primitiva. Y tenemos que evocar,contradictoriamente, a los tupi-guaran como una sociedad primitiva dondecomenzaba a surgir lo que habra podido convertirse en Estado.

    En estas sociedades se daba un proceso de constitucin de una jefatura con unpoder poltico nada despreciable. Al grado de que los cronistas franceses yportugueses no dudan en nombrar a los jefes con el ttulo de "reyes deprovincia" o "reyezuelos". La transformacin de la sociead tupi-guaran seinterrumpe al llegar los europeos. Si el descubrimiento del Nuevo Mundo sehubiera retrasado un siglo, se habra impuesto el Estado a las tribus del litoralbrasileo? Es riesgoso hacer una historia hipottica que nada desmentira. Pero,respondemos de manera negativa. No fue la llegada de los occidentales lo quecort el surgimiento del Estado con los tupi-guaran, sino un sobresalto de la

    sociedad primitiva, un levantamiento contra las jefaturas, destructor del poderde los jefes. Un extrao fenmeno, hacia el fin del siglo XV, agitaba a las tribustupi-guaran, las prdicas de hombres que, de grupo en grupo, llamaban a losindios a dejar todo para ir a la bsqueda de la Tierra sin mal, del paraisoterrestre.

    Jefatura y lenguaje estn, en la sociedad primitiva, muy ligados, la palabra es elnico poder devuelto al jefe, es para l un deber. Pero es otro discurso, no dejefes, sino de esos hombres que en los siglos XV y XVI llevaban a los indios pormillares en locas migraciones en busca de la patria de los dioses; es el discursode los Karai, es la palabra proftica, virulenta subversiva, de llamar a los indios

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    a la destruccin de la sociedad. El llamado de los profetas a abandonar la malatierra, para llegar a la tierra sin mal, a la sociedad de la felicidad divina,implicaba la condenacin a la muerte de la sociedad y sus normas. Unasociedad donde se impona cada vez ms la autoridad de los jefes, su poderpoltico naciente. Es posible que si los profestas, surgidos del corazn de lasociedad, proclamaban como malo el mundo, es porque decubran el mal en esa

    muerte lenta a la que los condenaba el surgimiento del poder en la sociedadtupi-guaran, como sociedad sin Estado. Con la sensacin de que el mundosalvaje se derrumbaba, obsesionados por la idea de una catstrofesociocsmica, los profestas decidieron dejar el mundo de los hombres y ganarel de los dioses.

    Palabra proftica an viva, as lo dicen los textos "Profestas en la jungla" y "Dela unidad sin lo mltiple". Los cuatro mil guarans que viven en la miseria en laselva de Paraguay, gozan an de la riqueza inconmensurable que les ofrecenlos Karai. Se duda que son an conductores de tribus como sus ancestros delsiglo XVI, ya no hay bsqueda de la Tierra sin mal.

    Pero con la falta de accin el pensamiento se ha embriagado, permitiendo

    pensar en la desdicha de la condicin humana. Y este pensamiento salvaje,enceguecedor por exceso de luz, nos dice que el nacimiento del Mal, de ladesdicha, es la unidad. Hay que hablar ms de lo que el sabio guaran designacon el nombre de Unidad. Los temas favoritos del pensamiento guarancontemporneo son los mismos que inquietaban, hace cuatro siglos, a los Karai,los profestas. Por qu el mundo es malo? Qu podemos hacer para escaparal mal? Son preguntas que no dejan de plantearse. Los Karai de hoy repiten eldiscurso de los profetas de antao. Estos saban que la Unidad es el mal, lodecan de pueblo en pueblo, y las gentes los seguan en la bsqueda del Bien,en pos de la no-Unidad. Se tiene pues en los tup-guaran de la poca delDescubrimiento, de un lado una prctica - la migracin religiosa - inexplicablesi no se lee el rechazo de la directividad, el rechazo del poder poltico separado,

    el rechazo del Estado; del otro lado, un discurso proftico que identifica a laUnidad como la raz del Mal y asegura escapar de l. Cmo es posible pensaren la Unidad?

    Es necesario que su presencia, odiada o deseada sea visible. Creemos descubrirque bajo la ecuacin metafsica que iguala el mal con la Unidad, hay otraecuacin ms secreta y poltica que dice que la Unidad es el Estado. Elprofetismo tup-guaran es al tentativa herica de una sociedad primitiva paraabolir la desdicha, con el rechazo radical de la Unidad como esencia universaldel Estado. Esta lectura "poltica" de una constancia metafsica nos plantea unapregunta, tal vez sacrlega: no podra someterse a lectura semejante todametafsica de la Unidad? Qu sucede con la Unidad como Bien, como objetopreferencial que, desde su alborada, la metafsica occidental asigna al deseo del

    hombre? Hay un evidencia: el pensamiento de los profetas salvajes y el de losantiguos griegos es el mismo: la Unidad. Pero el indio guaran dice que laUnidad es el Mal, mientrasd que Herclito dice que es el Bien. Cmo es posiblepensar en la Unidad como Bien?

    Volvamos, para concluir, al mundo ejemplar de los tupi-guaran. Una sociedadprimitiva amenazada por la ascensin de los jefes, que provoca - a costa de unsuicidio colectivo - el fracaso de la jefatura, la exterminacin de los reyesportadores de ley. De un lado los jefes; del otro y conta ellos, los profetas. Estaes la sociedad tupi-guaran de finales del siglo XV. Y la "mquina" proftica

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    funcion bien, pues los Karai llevaban tras ellos masas de indios exaltados, algrado de acompaarlos hasta la muerte.

    Qu quiere decir esto? Los profetas armados con sus logos, podan hacer algoimposible en la sociedad primitiva: unificar en la migracin religiosa ladiversidad mltiple de las tribus. Ellos realizaron de un solo golpe el "programa"

    de los jefes. Argucia de la historia? Fatalidad que a pesar de todo dirige a lasociedad primitiva a al dependencia? No se sabe. Pero la insurreccin de losprofetas contra los jefes daba a los primeros, por un extrao cambio de lascosas, infinitamente ms poder que el que tenan lo segundos. Tal vez hay querectificar que la palabra sea opuesta a la violencia. Si el jefe salvaje tiene unapalabra inocente, la sociedad primitiva puede tambin, escuchar otra palabra,como un mandamiento: a saber, la palabra proftica. En el discurso de losprofetas est tal vez en germen, el discurso del poder, y bajo los rasgosexaltados del conductor de hombres que dice el deseo de los hombres, sedisimula tal vez la figura silenciosa del Dspota.

    Palabra proftica, poder de esta palabra: tendramos all el origen del poder, elcomienzo del Estado en el Verbo? Profetas, conquistadores de almas antes que

    seores de los hombres? Quiz. Pero, hasta en la experiencia extrema elprofetismo (la sociedad tup-guaran haba alcanzado los lmites que determinauna sociedad primitiva), es lo que nos muestran los salvajes, es el esfuerzopara impedir que los jefes sean jefes, es el rechazo de la unificacin, laconjuracin de la Unidad, del Estado. La historia de los pueblos que tienen unahistoria es la historia de la lucha de clases. La historia de los pueblos sinhistoria es, diremos con la misma verdad, la historia de su lucha contra elEstado.

    Traduccin de Rosario Herrera Guido-----------

    (*)La Socit contre l'tat, Les Edicions de Minuit, Paris, 1974, Captulo 11.(1) J. Lizot, Economie ou socit? Quelques thmes propos de l'tude d'unecommunaut d'Amerindiens, Journal de la Socit des amricanistes9,1973,pp137-175.(2) E.Biocca, Yanoama, Plon, 1969.(3) Mmories de Gronimo, Maspero, 1972.

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