Lectura obligatoria

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Capítulo I . Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la Mancha En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad. Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda. Y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; y de todos, ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva, porque la claridad de su prosa y aquellas entricadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura. Y también cuando leía: ...los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza. Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. No estaba muy bien con las heridas que don Belianís daba y recebía, porque se imaginaba que, por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales. Pero, con todo, alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella

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Captulo I.Que trata de la condicin y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la ManchaEn un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que viva unhidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocn flaco y galgo corredor. na olla de algom!s vaca que carnero, salpicn las m!s noches, duelos y quebrantos los s!bados, lantejas losviernes, alg"n palomino de a#adidura los domingos, consuman las tres partes de su hacienda. Elresto della concluan sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lomesmo, y los das de entresemana se honraba con su vellor de lo m!s fino. $ena en su casa unaama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo yplaza, que as ensillaba el rocn como tomaba la podadera. %risaba la edad de nuestro hidalgo conlos cincuenta a#os& era de comple'in recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador yamigo de la caza. Quieren decir que tena el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hayalguna diferencia en los autores que deste caso escriben& aunque, por conjeturas verosmiles, sedeja entender que se llamaba Quejana. (ero esto importa poco a nuestro cuento& basta que en lanarracin d)l no se salga un punto de la verdad.Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los m!s dela#o, se daba a leer libros de caballeras, con tanta aficin y gusto, que olvid casi de todo punto elejerciciodelacaza, yaunlaadministracindesuhacienda. *llegatantosucuriosidadydesatino en esto, que vendi muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros decaballerasenqueleer, yas, llevasucasatodoscuantospudohaber dellos& ydetodos,ningunosleparecantanbiencomolosquecompusoel famoso%elicianode+ilva, porquelaclaridad de su prosa y aquellas entricadas razones suyas le parecan de perlas, y m!s cuandollegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafos, donde en muchas partes hallaba escrito, -arazn de la sinrazn que a mi razn se hace, de tal manera mi razn enflaquece, que con razn mequejo de la vuestra fermosura. * tambi)n cuando lea, ...los altos cielos que de vuestra divinidaddivinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece lavuestra grandeza..on estas razones perda el pobre caballero el juicio, y desvel!base por entenderlas ydesentra#arles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo /ristteles, si resucitarapara slo ello. 0o estaba muy bien con las heridas que don 1elians daba y receba, porque seimaginaba que, por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejara de tener el rostro y todoel cuerpo lleno de cicatrices y se#ales. (ero, con todo, alababa en su autor aquel acabar su librocon la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma ydalle fin al pie de la letra, como all se promete& y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con ello,si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran. $uvo muchas veces competenciacon elcura de su lugar 2que era hombre docto, graduado en +ig3enza2, sobre cu!lhaba sidomejorcaballero, (almernde4ngalaterrao /madsde5aula& masmaese0icol!s, barberodelmesmopueblo, decaqueningunollegabaal .aballerodel %ebo, yquesi algunoselepodacomparar, era don 5alaor, hermano de /mads de 5aula, porque tena muy acomodada condicinparatodo& quenoera caballeromelindroso,ni tanllorncomo suhermano, yqueenlodelavalenta no le iba en zaga.En resolucin, )l se enfrasc tanto en su letura, que se le pasaban las noches leyendo de claro enclaro, y los das de turbio en turbio& y as, del poco dormir y del mucho leer, se le sec el celebro,de manera que vino a perder el juicio. -lensele la fantasa de todo aquello que lea en los libros,as deencantamentos comodependencias, batallas, desafos, heridas, requiebros, amores,tormentas y disparates imposibles& y asentsele de tal modo en la imaginacin que era verdad todaaquella m!quina de aquellas sonadas so#adas invenciones que lea, que para )lno haba otrahistoria m!s cierta en el mundo. 6eca )l que el .id 7uy 6az haba sido muy buen caballero, peroque no tena que ver con el .aballero de la /rdiente Espada, que de slo un rev)s haba partidopor medio dos fieros y descomunales gigantes. Mejor estaba con 1ernardo del .arpio, porque en7oncesvalles haba muerto a 7old!n el encantado, vali)ndose de la industria de 8)rcules, cuandoahoga /nteo, el hijodela$ierra, entrelosbrazos. 6ecamuchobiendel giganteMorgante,porque, con ser de aquella generacin gigantea, que todos son soberbios y descomedidos, )l soloeraafableybiencriado. (ero, sobretodos, estababiencon7einaldosdeMontalb!n, ym!scuando le vea salir de su castillo y robar cuantos topaba, y cuando en allende rob aquel dolo deMahoma que era todo de oro, seg"n dice su historia. 6iera )l, por dar una mano de coces al traidorde 5alaln, al ama que tena, y aun a su sobrina de a#adidura.En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar en el m!s estra#o pensamiento que jam!s dio loco en elmundo& y fue que le pareci convenible y necesario, as para el aumento de su honra como para elservicio de su rep"blica, hacerse caballero andante, y irse por todo elmundo con sus armas ycaballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que )l haba ledo que los caballerosandantesseejercitaban, deshaciendotodog)nerodeagravio, yponi)ndoseenocasionesypeligros donde, acab!ndolos, cobrase eterno nombre y fama. 4magin!base el pobre ya coronadopor el valor de su brazo, por lo menos, del imperio de $rapisonda& y as, con estos tan agradablespensamientos, llevado del estra#o gusto que en ellos senta, se dio priesa a poner en efeto lo quedeseaba.* lo primero que hizo fue limpiar unas armas que haban sido de sus bisabuelos, que, tomadas deornyllenasdemoho, luengossigloshabaqueestabanpuestasyolvidadasenunrincn.-impilas y aderezlas lo mejor que pudo, pero vio que tenan una gran falta, y era que no tenancelada de encaje, sino morrin simple& mas a esto supli su industria, porque de cartones hizo unmodo de media celada, que, encajada con el morrin, hacan una apariencia de celada entera. Esverdad que para probar si era fuerte y poda estar al riesgo de una cuchillada, sac su espada y ledio dos golpes, y con el primero y en un punto deshizo lo que haba hecho en una semana& y nodej de parecerle mal la facilidad con que la haba hecho pedazos, y, por asegurarse deste peligro,la torn a hacer de nuevo, poni)ndole unas barras de hierro por de dentro, de tal manera que )lqued satisfecho de su fortaleza& y, sin querer hacer nueva e'periencia della, la diput y tuvo porcelada finsima de encaje.%ue luego a ver su rocn, y, aunque tena m!s cuartos que un real y m!s tachas que el caballo de5onela, que tantum pellis et ossa fuit, le pareci que ni el 1uc)falo de /lejandro ni 1abieca el del.id con )l se igualaban. .uatro das se le pasaron en imaginar qu) nombre le pondra& porque,seg"n se deca )l a s mesmo, no era razn que caballo de caballero tan famoso, y tan bueno )lpor s, estuviese sin nombre conocido& y ans, procuraba acomod!rsele de manera que declarasequi)n haba sido, antes que fuese de caballero andante, y lo que era entonces& pues estaba muypuestoenraznque, mudandosuse#or estado, mudase)l tambi)nel nombre, ylecobrasefamoso y de estruendo, como convena a la nueva orden y al nuevo ejercicio que ya profesaba. *as, despu)s de muchos nombres que form, borr y quit, a#adi, deshizo y torn a hacer en sumemoriaeimaginacin, al finlevino allamar7ocinante,nombre,asuparecer,alto,sonoro ysignificativo de lo que haba sido cuando fue rocn, antes de lo que ahora era, que era antes yprimero de todos los rocines del mundo.(uesto nombre, y tan a su gusto, a su caballo, quiso pon)rsele a s mismo, y en este pensamientodur otros ocho das, y al cabo se vino a llamar don Quijote& de donde 2como queda dicho2 tomaronocasin los autores desta tan verdadera historia que, sin duda, se deba de llamar Quijada, y noQuesada, como otros quisieron decir. (ero, acord!ndose que el valeroso /mads no slo se habacontentadoconllamarse /madsasecas,sinoquea#adiel nombre desureino ypatria, por8epila famosa, y se llam /mads de 5aula, as quiso, como buen caballero, a#adir alsuyo elnombre de la suya y llamarse don Quijote de la Mancha, con que, a su parecer, declaraba muy alvivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.-impias, pues, sus armas, hecho del morrin celada, puesto nombre a su rocn y confirm!ndose as mismo, sedio aentender que nolefaltabaotracosasinobuscar una damadequienenamorarse& porque el caballero andante sin amores era !rbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sinalma. 6ecase )l a s,2+i yo, por malos de mis pecados, o por mi buena suerte, me encuentro por ah con alg"n gigante,como de ordinario les acontece a los caballeros andantes, y le derribo de un encuentro, o le partopor mitaddel cuerpo, o, finalmente, levenzoylerindo, 9noser!bientener aquienenviarlepresentado y que entre y se hinque de rodillas ante midulce se#ora, y diga con voz humilde yrendido, ::*o, se#ora, soy el gigante .araculiambro, se#or de la nsula Malindrania, a quien vencien singular batalla el jam!s como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, el cual memand que me presentase ante vuestra merced, para que la vuestra grandeza disponga de m a sutalante::; * fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo haba unamoza labradora de muy buen parecer, de quien )l un tiempo anduvo enamorado, aunque, seg"n seentiende, ella jam!s lo supo, ni le dio cata dello. -lam!base /ldonza -orenzo, y a )sta le pareciser biendarlettulodese#oradesuspensamientos& y,busc!ndolenombrequenodesdijesemuchodel suyo, yquetiraseyseencaminaseal deprincesaygranse#ora, vinoallamarla6ulcinea del $oboso, porque era natural del $oboso& nombre, a su parecer, m"sico y peregrino ysignificativo, como todos los dem!s que a )l y a sus cosas haba puesto.Captulo II. Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso don Quijote8echas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar m!s tiempo a poner en efeto supensamiento, apret!ndole a ello la falta que )l pensaba que haca en el mundo su tardanza, seg"neranlosagraviosquepensabadeshacer, tuertosqueenderezar, sinrazonesqueemendar, yabusos que mejorar y deudas que satisfacer. * as, sin dar parte a persona alguna de su intencin,y sin que nadie le viese, una ma#ana, antes del da, que era uno de los calurosos del mes de julio,se arm de todas sus armas, subi sobre 7ocinante, puesta su mal compuesta celada, embraz suadarga, tom su lanza, y, por la puerta falsa de un corral, sali al campo con grandsimo contento yalborozo de ver con cu!nta facilidad haba dado principio a su buen deseo. Mas, apenas se vio enel campo, cuandoleasaltunpensamientoterrible, y tal, quepor pocolehicieradejar lacomenzada empresa& y fue que le vino a la memoria que no era armado caballero, y que, conformea ley de caballera, nipoda ni deba tomar armas con ning"n caballero& y, puesto que lo fuera,haba de llevar armas blancas, como novel caballero, sin empresa en el escudo, hasta que por suesfuerzo la ganase. Estos pensamientos le hicieron titubear en su propsito& mas, pudiendo m!s sulocuraqueotraraznalguna, propusodehacersearmar caballerodel primeroquetopase, aimitacin de otros muchos que as lo hicieron, seg"n )l haba ledo en los libros que tal le tenan.En lo de las armas blancas, pensaba limpiarlas de manera, en teniendo lugar, que lo fuesen m!sque un armi#o& y con esto se quiet y prosigui su camino, sin llevar otro que aquel que su caballoquera, creyendo que en aquello consista la fuerza de las aventuras.*endo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mesmo y diciendo,29Qui)n duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a luz la verdadera historia de misfamosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primerasalidad tan de ma#ana, desta manera;, ?/penas haba el rubicundo /polo tendido por la faz de laancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los peque#os ypintadospajarillosconsusarpadaslenguashabansaludadocondulceymelifluaarmonalavenidadelarosadaaurora,que, dejandolablandacamadel celosomarido, por laspuertasybalconesdelmanchegohorizontea los mortalesse mostraba, cuando el famoso caballero donQuijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subi sobre su famoso caballo 7ocinante, ycomenz a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel@.* era la verdad que por )l caminaba. * a#adi diciendo,26ichosa edad, y siglo dichoso aquel adonde saldr!n a luz las famosas haza#as mas, dignas deentallarse en bronces, esculpirse en m!rmoles y pintarse en tablas para memoria en lo futuro. , mira lo que haces y no las toques, si no quieres dejar la vidaen pago de tu atrevimiento.0o se cur el arriero destas razones Ay fuera mejor que se curara, porque fuera curarse en saludB&antes, trabando de las correas, las arroj gran trecho de s. -o cual visto por don Quijote, alz losojos al cielo, y, puesto el pensamiento 2a lo que pareci2 en su se#ora 6ulcinea, dijo,2/corredme, se#ora ma, en esta primera afrenta que a este vuestro avasallado pecho se le ofrece&no me desfallezca en este primero trance vuestro favor y amparo.*, diciendo estas y otras semejantes razones, soltando la adarga, alz la lanza a dos manos y diocon ella tan gran golpe al arriero en la cabeza, que le derrib en el suelo, tan maltrecho que, sisegundara con otro, no tuviera necesidad de maestro que le curara. 8echo esto, recogi sus armasy torn a pasearse con el mismo reposo que primero. 6esde all a poco, sin saberse lo que habapasado Aporque a"n estaba aturdido el arrieroB, lleg otro con la mesma intencin de dar agua asus mulos& y, llegando a quitar las armas para desembarazar la pila, sin hablar don Quijote palabray sin pedir favor a nadie, solt otra vez la adarga y alz otra vez la lanza, y, sin hacerla pedazos,hizo m!s de tres la cabeza del segundo arriero, porque se la abri por cuatro. /l ruido acudi todalagentedelaventa, yentreellosel ventero. CiendoestodonQuijote, embrazsuadarga, y,puesta mano a su espada, dijo,2/horaestiempoquevuelvaslosojosdetugrandezaaestetucautivocaballero, quetama#aaventura est! atendiendo..on esto cobr, a su parecer, tanto !nimo, que si le acometieran todos los arrieros del mundo, novolviera el pie atr!s. -os compa#eros de los heridos, que tales los vieron, comenzaron desde lejosa llover piedras sobre don Quijote, el cual, lo mejor que poda, se reparaba con su adarga, y no seosabaapartar de lapila porno desampararlas armas. Elventerodabavoces queledejasen,porque ya les haba dicho como era loco, y que por loco se librara, aunque los matase a todos.$ambi)n don Quijote las daba, mayores, llam!ndolos de alevosos y traidores, y que el se#or delcastilloera un folln y malnacidocaballero, pues de tal manera consentaquese tratasen losandantes caballeros& y que si )l hubiera recebido la orden de caballera, que )l le diera a entendersu alevosa,2(ero de vosotros, soez y baja canalla, no hago caso alguno, tirad, llegad, venid y ofendedme encuanto pudi)redes, que vosotros ver)is el pago que llev!is de vuestra sandez y demasa.6eca esto con tanto bro y denuedo, que infundi un terrible temor en los que le acometan& y, aspor esto como por las persuasiones del ventero, le dejaron de tirar, y )l dej retirar a los heridos ytorn a la vela de sus armas con la misma quietud y sosiego que primero.0o le parecieron bien al ventero las burlas de su hu)sped, y determin abreviar y darle la negraorden de caballera luego, antes que otra desgracia sucediese. * as, lleg!ndose a )l, se desculpde la insolencia que aquella gente baja con )l haba usado, sin que )l supiese cosa alguna& peroque bien castigados quedaban de su atrevimiento. 6jole como ya le haba dicho que en aquelcastillo no haba capilla, y para lo que restaba de hacer tampoco era necesaria& que todo el toquede quedar armado caballero consista en la pescozada y en el espaldarazo, seg"n )l tena noticiadel ceremonial de la orden, y que aquello en mitad de un campo se poda hacer, y que ya habacumplido con lo que tocaba al velar de las armas, que con solas dos horas de vela se cumpla,cuanto m!s, que )l haba estado m!s de cuatro. $odo se lo crey don Quijote, y dijo que )l estabaall pronto para obedecerle, y que concluyese con la mayor brevedad que pudiese& porque si fueseotra vez acometido y se viese armado caballero, no pensaba dejar persona viva en el castillo, ecetoaquellas que )l le mandase, a quien por su respeto dejara./dvertido y medroso desto el castellano, trujo luego un libro donde asentaba la paja y cebada quedaba a los arrieros, y con un cabo de vela que le traa un muchacho, y con las dos ya dichasdoncellas, se vino adonde don Quijote estaba, al cual mand hincar de rodillas& y, leyendo en sumanual, como que deca alguna devota oracin, en mitad de la leyenda alz la mano y diole sobreel cuello unbuen golpe, y tras )l, con sumesma espada, ungentil espaldazaro, siempremurmurando entre dientes, como que rezaba. 8echo esto, mand a una de aquellas damas que leci#ese la espada, la cuallo hizo con mucha desenvoltura y discrecin, porque no fue menesterpoca para no reventar de risa a cada punto de las ceremonias& pero las proezas que ya habanvisto del novel caballero les tena la risa a raya. /l ce#irle la espada, dijo la buena se#ora,26ios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le d) ventura en lides.6on Quijote le pregunt cmose llamaba,porque )lsupiesedeall adelante aqui)n quedabaobligado por la merced recebida& porque pensaba darle alguna parte de la honra que alcanzase porel valor de su brazo. Ella respondi con mucha humildad que se llamaba la $olosa, y que era hijade un remendn natural de $oledo que viva a las tendillas de +ancho 1ienaya, y que dondequieraque ella estuviese le servira y le tendra por se#or. 6on Quijote le replic que, por su amor, lehiciese merced que de all adelante se pusiese don y se llamase do#a $olosa. Ella se lo prometi, yla otra le calz la espuela, con la cual le pas casi el mismo coloquio que con la de la espada,preguntle su nombre, y dijo que se llamaba la Molinera, y que era hija de un honrado molinero de/ntequera& a la cual tambi)n rog don Quijote que se pusiese don y se llamase do#a Molinera,ofreci)ndole nuevos servicios y mercedes.8echas, pues, de galope y aprisa las hasta all nunca vistas ceremonias, no vio la hora don Quijotede verse a caballo y salir buscando las aventuras& y, ensillando luego a 7ocinante, subi en )l, y,abrazando a su hu)sped, le dijo cosas tan estra#as, agradeci)ndole la merced de haberle armadocaballero, que no es posible acertar a referirlas. El ventero, por verle ya fuera de la venta, con nomenos retricas, aunque con m!s breves palabras, respondi a las suyas, y, sin pedirle la costa dela posada, le dej ir a la buen hora.Captulo IV. 6e lo que le sucedi a nuestro caballero cuando sali de la venta-a del alba sera cuando don Quijote sali de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozadopor verseyaarmadocaballero, queel gozolereventabapor lascinchasdel caballo. Mas,vini)ndole a la memoria los consejos de su hu)sped cerca de las prevenciones tan necesarias quehabadellevar consigo, especial ladelosdinerosycamisas, determinvolver asucasayacomodarse de todo, y de un escudero, haciendo cuenta de recebir a un labrador vecino suyo, queerapobre yconhijos,peromuyapropsitoparael oficioescuderil delacaballera. .on estepensamiento gui a 7ocinante hacia su aldea,elcual,casiconociendo la querencia,con tantagana comenz a caminar, que pareca que no pona los pies en el suelo.0o haba andado mucho, cuando le pareci que a su diestra mano, de la espesura de un bosqueque all estaba, salan unas voces delicadas, como de persona que se quejaba& y apenas las huboodo, cuando dijo,25racias doy alcielo porla merced que mehace,pues tan prestome pone ocasiones delantedonde yo pueda cumplirconlo quedeboa miprofesin,y dondepueda coger el fruto de misbuenos deseos. Estas voces, sin duda, son de alg"n menesteroso omenesterosa, quehamenester mi favor y ayuda.*, volviendo las riendas, encamin a 7ocinante hacia donde le pareci que las voces salan. *, apocos pasos que entr por elbosque, vio atada una yegua a una encina, y atado en otra a unmuchacho, desnudo de medio cuerpo arriba, hasta de edad de quince a#os, que era el que lasvoces daba& y no sin causa, porque le estaba dando con una pretina muchos azotes un labrador debuen talle, y cada azote le acompa#aba con una reprehensin y consejo.(orque deca,2-a lengua queda y los ojos listos.* el muchacho responda,20o lo har) otra vez, se#or mo& por la pasin de 6ios, que no lo har) otra vez& y yo prometo detener de aqu adelante m!s cuidado con el hato.*, viendo don Quijote lo que pasaba, con voz airada dijo,26escort)s caballero, malparece tomaros con quien defender no se puede& subid sobre vuestrocaballo y tomad vuestra lanza 2que tambi)n tena una lanza arrimada a la encima adonde estabaarrendada la yegua2, que yo os har) conocer ser de cobardes lo que est!is haciendo.Ellabrador, que vio sobre s aquella figura llena de armas blandiendo la lanza sobre su rostro,t"vose por muerto, y con buenas palabras respondi,2+e#or caballero, este muchacho que estoy castigando es un mi criado, que me sirve de guardaruna manada de ovejas que tengo en estos contornos, el cual es tan descuidado, que cada da mefaltauna& y,porquecastigosudescuido, obellaquera, dicequelohagodemiserable, pornopagalle la soldada que le debo, y en 6ios y en mi !nima que miente.29DMienteD, delante de m, ruin villano; 2dijo don Quijote2. (or el sol que nos alumbra, que estoy porpasaros de parte a parte con esta lanza. (agadle luego sin m!s r)plica& si no, por el 6ios que nosrige, que os concluya y aniquile en este punto. 6esatadlo luego.El labrador bajlacabezay,sinresponder palabra, desatasucriado, al cual preguntdonQuijote que cu!nto le deba su amo. El dijo que nueve meses, a siete reales cada mes. 8izo lacuenta don Quijote y hall que montaban setenta y tres reales, y djole al labrador que al momentolos desembolsase, si no quera morir por ello. 7espondi el medroso villano que para el paso enque estaba y juramento que haba hecho 2y a"n no haba jurado nada2, que no eran tantos, porquese le haban de descontar y recebir en cuenta tres pares de zapatos que le haba dado y un real dedos sangras que le haban hecho estando enfermo.21ien est! todo eso 2replic don Quijote2, pero qu)dense los zapatos y las sangras por los azotesque sin culpa le hab)is dado& que si )l rompi el cuero de los zapatos que vos pagastes, vos lehab)is rompido el de su cuerpo& y si le sac el barbero sangre estando enfermo, vos en sanidad sela hab)is sacado& ans que, por esta parte, no os debe nada.2El da#o est!, se#or caballero, en que no tengo aqu dineros, v)ngase /ndr)s conmigo a mi casa,que yo se los pagar) un real sobre otro.294rme yo con )l; 2dijo el muchacho2. Mas, 0o, se#or, ni por pienso& porque, en vi)ndosesolo, me desuelle como a un +an 1artolom).20o har! tal 2replic don Quijote2, basta que yo se lo mande para que me tenga respeto& y con que)l me lo jure por la ley de caballera que ha recebido, le dejar) ir libre y asegurar) la paga.2Mire vuestra merced, se#or, lo que dice 2dijo el muchacho2, que este mi amo no es caballero ni harecebido orden de caballera alguna& que es Fuan 8aldudo el rico, el vecino del Quintanar.24mporta eso poco 2respondi don Quijote2, que 8aldudos puede haber caballeros& cuanto m!s, quecada uno es hijo de sus obras.2/s es verdad 2dijo /ndr)s2& pero este mi amo, 9de qu) obras es hijo, pues me niega mi soldada ymi sudor y trabajo;20o niego, hermano /ndr)s 2respondi el labrador2& y hacedme placer de veniros conmigo, que yojuro por todas las rdenes que de caballeras hay en el mundo de pagaros, como tengo dicho, unreal sobre otro, y aun sahumados.26el sahumerio os hago gracia 2dijo don Quijote2& d!dselos en reales, que con eso me contento& ymirad que lo cumpl!is como lo hab)is jurado& si no, por el mismo juramento os juro de volver abuscaros y a castigaros, y que os tengo de hallar, aunque os escond!is m!s que una lagartija. * siquer)is saber qui)n os manda esto, para quedar con m!s veras obligado a cumplirlo, sabed que yosoyel valerosodonQuijotedelaMancha, el desfacedor deagraviosysinrazones& ya6iosquedad, y no se os parta de las mientes lo prometido y jurado, so pena de la pena pronunciada.*, en diciendo esto, pic a su 7ocinante, y en breve espacio se apart dellos. +iguile el labradorcon los ojos, y, cuando vio que haba traspuesto del bosque y que ya no pareca, volvise a sucriado /ndr)s y djole,2Cenid ac!, hijo mo, que os quiero pagar lo que os debo, como aquel deshacedor de agravios medej mandado.2Eso juro yo 2dijo /ndr)s2& y