Lectura s.p

15
LEYENDO UNA HISTORIA HINDÚ

Transcript of Lectura s.p

LEYENDO UNA HISTORIA HINDÚ

• Mucho más grave que ese hurto de dinero a los doce años, fue el robo del que me hice culpable algún tiempo después.

• Mi hermano solía llevar como pulsera un brazalete de oro macizo; fue un juego para mí sacarle un pequeño trozo.

• Pero ese acto no tardó en causarme un atroz pesar. Tome la firme resolución de no robar nunca más.

• Decidí confesarle todo a mi padre. No me atrevía a hacerlo a viva voz. Me retenía el temor al castigo, pues no recuerdo que mi padre nos haya golpeado jamás,

• Pero temía la gran pena que le iba a ocasionar. Sentía que de todos modos debía correr el riesgo y que solo una confesión completa podría lavar mi culpa

• Pero por fin resolví escribir mi confesión para entregársela a mi padre y pedirle perdón.

• La escribí en un pedazo de papel y se la entregue yo mismo.

• No me limitaba a confesarle mi falta, pues también pedía un castigo apropiado y terminaba suplicándole que no se castigara a sí mismo para expiar mi pecado.

• También puse por escrito el juramento de nunca más robar. Yo temblaba cuando le tendí a mi padre el papel de mi confesión.

• El sufría de una enfermedad y estaba en cama. Le tendí el papel y me senté a sus pies. Él lo leyó sin perder una sola línea y unas lagrimas brotaron de sus ojos, resbalando por sus mejillas y mojando el papel.

• Por un instante cerro los ojos para reflexionar; luego desgarró el papel. Se había sentado para leer, se tendió de nuevo.

• Yo también lloraba, podía ver que mi padre estaba sufriendo atrozmente. Si yo fuera pintor, aun hoy sería fácil fijar esa escena en un lienzo.

• Tan hondamente se grabó en mi espíritu. Esas perlas de dolor y amor purificaron mi corazón, lavándolo de su pecado. Hay que haber experimentado un amor semejante para conocer todo su valor.

• En aquel momento sólo percibí el amor de un padre; pero hoy se que era el mismo amor de Dios y que su poder no tiene límites. Esa suerte de amor sublime no era natural en mi padre.

• La confesión sincera y la promesa de no volver a cometer el pecado nunca más , cuando se hacen a quien tiene derecho de recibirlas, son la forma más pura de arrepentimiento.