Lecturas
description
Transcript of Lecturas
DIPLOMADO EN INTELIGENCIA EMOCIONAL
LECTURAS DE PROFUNDIZACIÓN MÓDULO III - 3.3
ÍNDICE
LAS RAÍCES DE LA EMPATÍA
GOLEMAN, D. (2000). LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. (26 ED.).
MÉXICO: VERGARA.
LA EMPATÍA
CAPÉRSICO, L. (2003). INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: LIBSA.MÉXICO
EMPATÍA
WOOD, R. Y TOLLEY, H. (2004). PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL.
ESPAÑA: GESTIÓN.
SEA EMPÁTICO
SEGAL, J. (1997). SU INTELIGENCIA EMOCIONAL. BARCELONA: GRIJALBO.
LA HABILIDAD DE TRATO
TORRABADELLA, P. (2001). CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: OCÉANO.
LAS RAÍCES DE LA EMPATÍA GOLEMAN, D. (2000). LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. MÉXICO: VERGARA.
(PÁGINAS 123 A 133)
LAS RAÍCES DE LA EMPATÍA
Volvamos a Gary, el brillante pero alexitímico cirujano que tanto perturbó a su
novia Ellen al mostrarse tan inconsciente no sólo de sus propios sentimientos sino
también de los de ella. Al igual que la mayoría de los alexitímicos, carecía de
empatía así como de comprensión. Si Ellen decía que se sentía decaída, Gary no la
comprendía; si ella hablaba de amor, él cambiaba de tema. Gary formulaba críticas
"útiles" de las cosas que Ellen hacía, sin darse cuenta que esas críticas lograban
que ella se sintiera agredida en lugar de ayudada.
La empatía se construye sobre la conciencia de uno mismo; cuanto más
abiertos estamos a nuestras propias emociones, más hábiles seremos para
interpretar los sentimientos. Los alexitímicos como Gary, que no tienen idea de sus
propios sentimientos, se sienten totalmente perdidos cuando se trata de saber lo
que siente alguien que está con ellos. Son emocionalmente sordos. Las notas y
acordes emocionales que se deslizan en las palabras y las acciones de las
personas -el revelador tono de voz o el cambio de postura, el elocuente silencio o el
revelador temblor- pasan inadvertidas.
Confundidos con respecto a sus propios sentimientos, los alexitímicos se
sienten igualmente desconcertados cuando otras personas les expresan los suyos.
Esta imposibilidad de registrar los sentimientos de otro es un déficit importante de la
inteligencia emocional, y un trágico fracaso en lo que significa ser humano. Porque
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
toda compenetración, la raíz del interés por alguien, surge de la sintonía emocional,
de la capacidad de empatía.
Esa capacidad -la habilidad de saber lo que siente otro- entra en juego en una
amplia gama de situaciones de la vida, desde las ventas y la administración hasta el
idilio y la paternidad, pasando por la compasión y la actividad política. La ausencia
de empatía también es reveladora. Existe en psicópatas criminales, raptores y
abusadores de niños.
Las emociones de la gente rara vez se expresan en palabras; con mucha
mayor frecuencia se manifiestan a través de otras señales. La clave para intuir los
sentimientos de otro está en la habilidad para interpretar los canales no verbales: el
tono de voz, los ademanes, la expresión facial y cosas por el estilo. Tal vez la
investigación más profunda con respecto a la capacidad de la gente para interpretar
estos mensajes no verbales es la que llevó a cabo Robert Rosenthal, un psicólogo
de Harvard, y sus alumnos. Rosenthal ideó un test de empatía, el PONS (Perfil de
Sensibilidad No Verbal), una serie de videos en los que aparecía una joven
expresando sentimientos diversos, desde desprecio hasta amor maternal. Las
escenas abarcan el espectro que va desde un ataque de celos hasta pedir perdón,
desde una muestra de gratitud hasta una seducción. El video ha sido editado de
manera tal que en cada imagen, uno o más canales de comunicación no verbal
quedan sistemáticamente anulados; además de hacer que las palabras queden
tapadas, por ejemplo, en algunas escenas quedan bloqueadas todas las otras
pistas salvo la expresión facial. En otras sólo se muestra el movimiento del cuerpo, a
través de los principales canales de comunicación no verbal, de modo que los
espectadores deben detectar la emoción a partir de una u otra pista específica no
verbal.
En pruebas llevadas a cabo con más de siete mil personas en Estados
Unidos y en otros 18 países, los beneficios de ser capaz de interpretar los
sentimientos a partir de pistas no verbales incluían el estar mejor adaptado
emocionalmente, ser más popular, más sociable y -tal vez lo más sorprendente-
más sensible. Las personas cuyo desempeño mejoró en el curso del test de
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
cuarenta y cinco minutos —una señal de que tienen talento para incorporar la
habilidad de la empatía— también tenían mejores relaciones con el sexo opuesto.
Así como la mente racional se expresa a través de palabras, la expresión de
las emociones es no verbal. En efecto, cuando las palabras de una persona
discrepan con lo que se manifiesta a través del tono de voz, los ademanes u otros
canales no verbales, la verdad emocional está en la forma en que la persona dice
algo en lugar de aquello
Cómo se desarrolla la empatía
que dice. Una regla empírica utilizada en la investigación de
las comunicaciones es que el 90% o más de un mensaje emocional es no verbal. Y
estos mensajes -la ansiedad en el tono de voz de alguien, la irritación en la
brusquedad de un ademán- casi siempre se perciben inconscientemente, sin
prestar atención específica a la naturaleza del mensaje, pero recibiéndola y
respondiendo tácitamente. Las habilidades que nos permiten hacer esto bien o mal
también son, en su mayor parte, aprendidas en forma tácita.
Cuando Hope, de sólo nueve meses de edad, vio que otro bebé se caía, se le
llenaron los ojos de lágrimas y gateó hasta su madre para que ella lo consolara,
como si fuera él quien se había lastimado. Y Michael, de quince meses de edad, fue
a buscar su osito de peluche para dárselo a su amigo Paul, que estaba llorando;
como Paul siguió llorando, Michael lo tapó con la manta. Estos dos sencillos actos
de solidaridad y cuidado fueron observados por madres entrenadas para registrar
tales episodios de empatía en acción. Los resultados del estudio indican que las
raíces de la empatía pueden rastrearse hasta la infancia. Prácticamente desde el
día en que nacen, los niños se sienten perturbados cuando oyen llorar a otro bebé,
respuesta que algunos consideran un temprano precursor de la empatía.
Los psicólogos del desarrollo han descubierto que los bebés sienten una
preocupación solidaria incluso antes de darse cuenta plenamente de que existen
como seres separados de los demás. Incluso pocos meses después del nacimiento,
los bebés reaccionan ante la perturbación de quienes los rodean como si esa
perturbación fuera algo propio, llorando cuando ven las lágrimas de otro niño.
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
Cuando llegan al año, aproximadamente, empiezan a darse cuenta de que la
congoja no es la de ellos sino la de otra persona, aunque aún parecen confundidos
y no saben qué hacer al respecto. En una investigación llevada a cabo por Martin L.
Hoffman, de la Universidad de Nueva York, por ejemplo, un niño de un año hizo que
su propia madre consolara a un amigo que lloraba haciendo caso omiso de la madre
del niño, que también estaba en esa habitación. Esta confusión también se ve
cuando los niños de un año imitan la aflicción de otra persona, tal vez para
comprender mejor lo que sienten; por ejemplo, si otro bebé se lastima los dedos, un
niño de un año podría llevarse los dedos a la boca para comprobar si a él también le
duelen. Al ver llorar a su madre, un bebé se secó los ojos, aunque él no había
llorado.
Esta mimetización motriz, como se suele llamar, es el sentido técnico original
de la palabra "empatía", tal como fue utilizada por primera vez en los años veinte por
E. B. Titchener, un psicólogo norteamericano. Este sentido es ligeramente diferente
de su introducción original en el idioma inglés a partir de la palabra
griega empatheia, "sentir dentro", término utilizado en un principio por los teóricos
de la estética para designar la capacidad de percibir la experiencia subjetiva de otra
persona. La teoría de Titchener afirmaba que la empatía surgía de una especie de
imitación física de la aflicción de otro, que evoca entonces los mismos sentimientos
en uno mismo. Buscaba una palabra distinta de simpatía, que puede
experimentarse por la situación crítica de otra persona sin compartir nada de lo que
la otra persona siente.
El mimetismo motriz desaparece del repertorio de los niños
aproximadamente a partir de los dos años y medio, momento en que se dan cuenta
de que el dolor de los demás es diferente del de ellos, y son más capaces de
consolarlos. Un episodio típico, extraído del diario de una madre, es el siguiente:
Un bebé vecino llora... y Jenny se acerca e intenta darle unas galletitas. Lo
sigue y también ella empieza a lloriquear. Entonces intenta acariciarle el pelo, pero
él se aparta... Se serena, pero Jenny aún parece preocupada. Sigue dándole
juguetes y palmeándole la cabeza y los hombros.
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
El niño con buena sintonía
En este momento de su desarrollo, los niños empiezan a diferenciarse en su
sensibilidad general ante las aflicciones emocionales de otras personas; algunos,
como Jenny, son profundamente conscientes y otros se desentienden. Una serie de
estudios efectuados por Marian Radke-Yarrow y Carolyn Zahn-Waxler en el
National Institute of Mental Health mostraron que una gran parte de esta diferencia
con respecto a la empatía tenía que ver con la disciplina que los padres imponían a
sus hijos. Descubrieron que los chicos eran más empáticos cuando la disciplina
incluía notorias llamadas de atención sobre la aflicción que su mala conducta
provocaba en alguna otra persona: "mira lo triste que la has puesto", en lugar de
"eso fue horrible". También descubrieron que la empatía de los niños se modela al
ver cómo reaccionan los demás cuando alguien está afligido; al imitar lo que ven, los
niños desarrollan un repertorio de respuestas empáticas, sobre todo ayudando a
otras personas que están afligidas.
Sarah tenía veinticinco años cuando dio a luz mellizos, Mark y Fred. Tenía la
impresión de que Mark se parecía más a ella y Fred a su padre. Esa impresión debió
de ser la semilla de una reveladora aunque sutil diferencia en la forma de tratar a
cada niño. Cuando estos alcanzaron los tres meses de edad, a menudo Sarah
intentaba mirar a los ojos a Fred, y cuando él apartaba la cara ella volvía a intentarlo;
Fred respondía apartando la mirada con mayor énfasis. Cuando ella miraba hacia
otro lado, Fred se volvía para mirarla, y el circuito de búsqueda y rechazo volvía a
comenzar y a menudo Fred acababa llorando. Pero a Mark ella nunca intentaba
imponerle un contacto visual, como hacía con Fred. Mark podía interrumpir el
contacto visual cada vez que quería, y ella no lo obligaba.
Un acto insignificante, pero revelador. Un año más tarde, Fred era
notablemente más temeroso y dependiente que Mark; una forma en que mostraba
su temor era interrumpiendo el contacto visual con otras personas, como había
hecho con su madre a los tres meses de edad, bajando la vista o apartándola. Mark,
por su parte, miraba a la gente directamente a los ojos; cuando quería interrumpir el
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
contacto, movía la cabeza ligeramente hacia arriba y al costado, con una
encantadora sonrisa.
Los mellizos y su madre fueron observados de cerca cuando tomaron parte
en una investigación llevada a cabo por Daniel Stern, un psiquiatra que en ese
momento trabajaba en la Cornell University School of Medicine. Stern está
fascinado por los pequeños y repetidos intercambios que tienen lugar entre padres e
hijos. Piensa que las lecciones básicas de la vida emocional se asientan en esos
momentos de intimidad. De todos los momentos, los más críticos son aquellos que
hacen que el niño sepa que sus emociones son recibidas con empatía, aceptadas y
correspondidas, en un proceso que Stern llama sintonía. La madre de los mellizos
tenía buena sintonía con Mark, pero no sintonizaba en nada con Fred. Stern afirma
que los momentos de sintonía o falta de sintonía que se repiten interminablemente
entre padres e hijos modelan las expectativas emocionales que los adultos ponen
en sus relaciones íntimas, tal vez mucho más que los más dramáticos
acontecimientos de la infancia.
La sintonía se produce de forma tácita, como parte del ritmo de la relación.
Stern la ha estudiado con precisión microscópica en horas de grabaciones en las
que aparecen madres con sus hijos. Considera que mediante la sintonía las madres
hacen saber a sus hijos que tienen idea de lo que ellos sienten. El bebé grita con
deleite, por ejemplo, y la madre confirma ese deleite dándole al niño un suave
golpecito, arrullándolo o emitiendo un sonido parecido al grito del bebé. O el bebé
agita su sonajero, y ella emite una rápida vibración. En una interacción de este tipo,
el mensaje de afirmación está en el hecho de que la madre iguale más o menos el
nivel de excitación del bebé. Estas pequeñas sintonías le proporcionan al bebé la
tranquilizadora sensación de que está emocionalmente comunicado, un mensaje
que, según Stern, las madres emiten aproximadamente una vez por minuto cuando
interactúan con sus bebés.
La sintonía es muy distinta de la simple imitación. "Si uno se limita a imitar al
bebé", me comentó Stern, "eso sólo muestra que uno sabe lo que él hizo, y no lo que
sintió. Para hacerle saber que uno percibe lo que él siente, tiene que representar los
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
sentimientos más íntimos de él de otra forma. Entonces el bebé sabe que lo
comprenden."
Los costos de la falta de sintonía
Stern afirma que a partir de las repetidas sintonías, el niño empieza a
desarrollar la noción de que otras personas pueden compartir y compartirán sus
sentimientos. Esta noción parece surgir alrededor de los ocho meses, cuando el
chico empieza a darse cuenta de que es una persona separada de los demás, y
continúa tomando forma a través de las relaciones íntimas a lo largo de la vida. Que
los padres no tengan sintonía con el niño resulta profundamente perturbador. En un
experimento, Stern hizo que las madres deliberadamente dieran una respuesta
excesiva o deficiente a sus hijos, en lugar de hacerlo de una manera armónica; los
niños respondieron de inmediato con desesperación y perturbación.
La ausencia prolongada de sintonía entre padres e hijos supone un enorme
perjuicio emocional para estos últimos. Cuando un padre sistemáticamente deja de
mostrar empatía en un aspecto especial de las emociones del niño —alegrías,
llantos, necesidad de mimos—, este empieza a dejar de expresar, y tal vez incluso
sentir, esas emociones. Se supone que de esta forma pueden quedar anuladas
diversas emociones del repertorio de relaciones íntimas, sobre todo si a lo largo de
la infancia esas emociones siguen siendo oculta o abiertamente desalentadas.
Del mismo modo, los niños pueden llegar a favorecer una desafortunada
serie de emociones, según el estado de ánimo en que son correspondidos. Incluso
los más pequeños "captan" los estados de ánimo: los bebés de tres meses de
madres deprimidas, por ejemplo, reflejaban el estado de ánimo de sus madres
mientras jugaban con ellas, mostrando más sentimientos de ira y tristeza, y
curiosidad e interés mucho menos espontáneos, comparados con los niños cuyas
madres no estaban deprimidas.
El costo emocional por la falta de sintonía en la infancia puede ser elevado, y
no sólo para el niño. Un estudio de delincuentes que cometieron los crímenes más
crueles y violentos descubrió que la única característica de sus primeros años de
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
vida que los diferenciaba de otros criminales era que habían pasado de un hogar
adoptivo a otro, o habían crecido en orfanatos... historias de vida que muestran una
negligencia emocional y pocas oportunidades de sintonía.
La neurología de la empatía
Como suele ocurrir en neurología, los informes de casos extravagantes y
extraños estaban entre las primeras pistas de la base cerebral de la empatía. Un
informe de 1975, por ejemplo, revisaba varios casos en los que los pacientes con
determinadas lesiones en la zona derecha de los lóbulos frontales presentaban un
curioso déficit: eran incapaces de comprender el mensaje emocional en el tono de
voz de la persona, aunque eran perfectamente capaces de comprender sus
palabras. Un "Gracias" expresado con sarcasmo, otro con gratitud y un tercero con
ira tenían para ellos el mismo significado neutro. En contraste, un informe de 1979
hablaba de pacientes con lesiones en zonas distintas al hemisferio derecho, que
tenían una brecha muy distinta en su percepción emocional. Estos pacientes eran
incapaces de expresar sus propias emociones a través de su tono de voz o de sus
gestos. Sabían lo que sentían, pero simplemente no podían expresarlo. Todas estas
regiones cerebrales corticales, señalaron los diversos autores, tenían fuertes
conexiones con el sistema límbico.
Las regiones mismas de la corteza donde se concentran las neuronas
específicas de las emociones también son, según señala Brothers, las que tienen
conexión más directa con la amígdala; la interpretación de las emociones incluye el
circuito amígdalo-cortical, que juega un papel clave en la orquestación de las
respuestas adecuadas.
Una base fisiológica similar para la empatía en los humanos aparece
sugerida en la investigación llevada a cabo por Robert Levenson, psicólogo de la
Universidad de California de Berkeley, que ha estudiado a parejas casadas que
intentaban averiguar lo que sentía su pareja durante una discusión acalorada. Su
método es sencillo: la pareja es grabada en video y sus respuestas fisiológicas
medidas mientras hablan acerca de algún tema conflictivo de su matrimonio, cómo
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
disciplinar a los chicos, los hábitos de gastos, y cosas por el estilo. Cada miembro
de la pareja ve la grabación y explica lo que estaba sintiendo en cada instante.
Después vuelve a verla intentando interpretar los sentimientos del otro.
La exactitud más enfática fue la que mostraron aquellos esposos y
esposas cuya propia fisiología seguía la del cónyuge al que observaban. Es decir,
cuando su pareja respondía con una sudoración elevada, a ellos les ocurría lo
mismo; cuando disminuía el ritmo cardíaco de su pareja, también disminuía el de
ellos. En resumen, su cuerpo imitaba las sutiles e instantáneas reacciones físicas de
su cónyuge. Si las pautas fisiológicas del observador simplemente repetían las de
ellos mismos durante la interacción original, eran muy ineficaces para imaginar lo
que su pareja estaba sintiendo. Sólo cuando su cuerpo estaba en sintonía, había
empatía.
Empatía y ética: las raíces del altruismo
Esto sugiere que cuando el cerebro emocional envía al cuerpo una reacción
intensa -por ejemplo, el acaloramiento de la ira- puede haber poca empatía o
ninguna. La empatía exige suficiente calma y sensibilidad para que las señales
sutiles de los sentimientos de otra persona puedan ser recibidas e imitadas por el
propio cerebro emocional.
Una de las más famosas frases de la literatura inglesa dice: "No preguntes
por quién doblan las campanas; están doblando por ti". El sentimiento de John
Donne expresa el núcleo del vínculo que existe entre empatía y preocupación: el
dolor del otro en carne propia. Sentir lo mismo que otro es preocuparse. En este
sentido, lo opuesto de empatía es antipatía. La actitud empática interviene una y
otra vez en los juicios morales, porque los dilemas morales implican víctimas en
potencia: ¿Mentiría usted para no herir los sentimientos de un amigo? ¿Cumpliría la
promesa de visitar a un amigo enfermo, o en lugar de eso aceptaría una invitación
de último momento para ir a cenar? ¿Cuándo un sistema de conservación de la vida
debería seguir aplicándose a alguien que, de otro modo, moriría?
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
Estas cuestiones morales están planteadas por Martin Hoffman, investigador
de la empatía, que afirma que las raíces de la moralidad deben encontrarse en
aquella, ya que es el hecho de empatizar con las víctimas en potencia -alguien que
sufre un dolor, un peligro o una privación, por ejemplo- y de compartir su aflicción lo
que mueve a la gente a actuar para ayudarlas. Más allá de este vínculo inmediato
entre empatía y altruismo en los encuentros personales, Hoffman propone que la
misma capacidad para el afecto empático, para ponerse uno mismo en el lugar de
otro, lleva a la gente a seguir determinados principios morales. Hoffman ve una
progresión natural en la empatía, desde la infancia en adelante. Como hemos visto,
al año de edad el niño siente aflicción cuando ve que otro cae y empieza a llorar; su
compenetración es tan fuerte e inmediata que se lleva el pulgar a la boca y hunde la
cabeza en el regazo de su madre, como si fuera él el que se ha hecho daño.
Después del primer año, cuando los niños tienen más conciencia de que son
distintos de los demás, intentan activamente consolar a otro niño que llora, por
ejemplo ofreciéndoles su osito de peluche. Ya a los dos años los niños empiezan a
darse cuenta de que los sentimientos de otra persona son distintos de los de ellos, y
así se vuelven más sensibles a los indicios que revelan lo que en realidad siente otra
persona; en este punto pueden, por ejemplo, reconocer que el orgullo de otro chico
podría significar que la mejor manera de ayudarlo cuando llora es no llamar
indebidamente la atención sobre él.
En la etapa final de la infancia aparece el nivel más avanzado de empatía, a
medida que los chicos son capaces de comprender la aflicción más allá de la
situación inmediata, y de ver que la condición de alguien en la vida puede ser una
fuente de aflicción crónica. En este punto, pueden compadecerse del aprieto que
sufre todo un grupo, como los pobres, los oprimidos o los marginados. En la
adolescencia, esa comprensión puede reforzar convicciones morales centradas en
el deseo de aliviar los infortunios y la injusticia.
La empatía es algo subyacente a diversas facetas del juicio y la acción
morales. Una de estas facetas es la "ira empática", que John Stuart Mill describió
como "el sentimiento natural de la represalia... reflejado por el intelecto y la simpatía
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
aplicable a... aquellas heridas que nos lastiman al lastimar a otros". Mill llamó a esto
el "guardián de la justicia". Otro ejemplo en el que la empatía conduce a la acción
moral se presenta cuando un transeúnte decide intervenir en ayuda de una víctima;
la investigación muestra que cuanta más empatía siente el transeúnte por la víctima,
más probabilidades existen de que intervenga. Algunas pruebas demuestran que el
nivel de empatía que sienten las personas también matiza sus juicios morales.
LA EMPATÍA PÉRSICO, L. (2003). INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: LIBSA.
(PÁGINAS 111 A 116)
LA EMPATÍA
El medio en que nos movemos es, ante todo, un medio social. A excepción
de unas pocas personas que viven aisladas y teniendo muy poco contacto con el
resto de la gente, nuestra vida transcurre en estrecho contacto con otros seres
humanos. En la familia, en el colegio, en la universidad y posteriormente en el
medio laboral, estamos rodeados de personas que tienen, al igual que nosotros,
formas propias de ver la vida, opiniones, emociones, sentimientos y deseos que, a
menudo, son diametralmente opuestos a los nuestros.
Detectar en cada momento y de forma natural qué es lo que sienten los
demás, qué es lo que esperan de nosotros y cómo nuestras palabras o acciones
mueven sus sentimientos, es todo un arte. ¿Cuántas veces hacemos daño sin
darnos cuenta con una palabra de más, con un comentario casual o con una
broma? ¿Cuántas veces nos sentimos engañados, estafados, porque no hemos
llegado a comprender a tiempo las intenciones de los demás?
En nuestra sociedad no es demasiado frecuente que se expresen
verbalmente las emociones sino que, por el contrario, se considera de buen gusto
el callar los sentimientos desagradables, sobre todo los negativos, ante toda
persona con la que no se tenga una cierta intimidad. Uno puede hablar de la
INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.
tristeza que experimenta ante una pérdida con un amigo o con un familiar, pero
difícilmente se la transmitirá a su jefe o a la persona que le vende el pan.
Al hablar de lo que sentimos dejamos al descubierto nuestros miedos y
necesidades, nuestros deseos y nuestras esperanzas. Si lo hiciéramos ante
desconocidos, nos sentiríamos vulnerables ante quien nos está escuchando
porque es como si le diéramos la llave de nuestra fortaleza interior y probablemente
no confiaríamos plenamente en que sabría darle un uso correcto. De la misma
manera, nos mostramos discretos y hacemos pocas o ninguna pregunta a
personas que no son de nuestra mayor confianza para no provocarles inquietud,
para no invadir su intimidad. Hay una suerte de acuerdo tácito de no inmiscuirnos
en aquellas cosas que podrían hacerle sentir vulnerable ante nosotros.
Pero no sólo se exteriorizan las emociones verbalmente; también se
transmiten por medio de gestos, tonos de voz, detenciones en el discurso,
expresión facial, etc. El investigador Charles Darwin (1872-1965) propuso que para
expresar facialmente una emoción cada especie utiliza una serie de gestos innatos
que realiza a través del movimiento de los músculos faciales. En el año 1961, los
investigadores Ekman y Friesen estudiaron la capacidad que
mostraban los habitantes de una tribu aislada de Nueva Guinea para reconocer las
diferentes emociones que se expresaban a través de fotografías de individuos
occidentales. Los habitantes de esta tribu no sólo no tuvieron ningún problema en
atribuir a cada gesto la emoción correcta sino que, además, los occidentales no
mostraron tampoco ninguna dificultad en reconocer las expresiones faciales de los
moradores de esta tribu.
La primera conclusión que Ekman y Friesen sacaron de esta experiencia, fue
que las expresiones eran conductas no aprendidas sino congénitas. En cambio, las
palabras con que en cada idioma se designan las emociones, que son sumamente
variadas según la lengua y la cultura, sí son aprendidas.
Lo que aún no se ha determinado es si los demás medios por los cuales se
comunican las emociones como posición del cuerpo, tonos de voz, detenciones en
INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.
el discurso, posición de las manos, etc. surgen a partir del aprendizaje o, por el
contrario, son parcialmente innatos.
Percepción y expresión de las emociones
Las investigaciones que se han hecho con respecto a la comunicación, han
revelado que el 90% de los mensajes emocionales son de naturaleza no verbal. La
mayoría de ellos son captados inconscientemente, de modo que el interlocutor ni
siquiera se da cuenta de ellos. Las personas empáticas, tienen una predisposición
marcada a reaccionar emocionalmente ante estas señales, entrando en clara
sintonía con la persona con la que se están relacionando.
Empatía, sí; compasión, no
Es típico de las madres, por ejemplo, el decir a sus hijos: «No me engañes,
tú estás preocupado por algo; ¿qué te ocurre?» Más aún: en muchas ocasiones,
cuando perciben emociones perturbadoras en ellos, adoptan el tono y gesto
adecuados para fomentar en sus hijos la confianza y la búsqueda de consuelo.
Ellas no prestan tanta atención a todo lo que el hijo hace o dice disimulando su
inquietud, sino que perciben intuitivamente esos mensajes no verbales con que se
transmiten las emociones.
Desde la infancia todos pasamos por momentos de ira y frustración, de
miedo, de amor o de tristeza y el recuerdo de estas emociones, tanto de las
positivas como de las negativas, está almacenado en nuestra mente emocional; las
reconocemos y, de alguna manera, hemos aprendido a desechar o manejar las que
nos duelen y a disfrutar de las que nos proveen bienestar.
Las personas altamente empáticas sintonizan con las emociones de los
demás, las comparten y, en cierta forma, las viven. Saben ponerse en el lugar del
que ven sufrir y recordar, en cierta manera, lo mal que han podido sentirse ellos
INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.
mismos ante la emoción que ven experimentar. Eso les lleva a compartir la
emoción, comprenderla en el otro e intentar ayudar.
Hay una gran diferencia entre compartir las emociones ajenas y sentir
lástima por quien las está viviendo. Compartir un sentimiento no nos pone
jerárquicamente hablando en una posición superior ni inferior; nos hace iguales, ya
que reconocemos el sentimiento ajeno como algo que también está, aunque no sea
más que como recuerdo, en nosotros mismos. Compadecerse de alguien, sentir
lástima, por el contrario, nos coloca en una posición de superioridad; es como si
dijéramos «a mí no me ocurre, lo siento por ti».
Así como la empatía es un sentimiento saludable y curativo, la compasión es
peyorativa y denigrante; coloca siempre a quien la recibe en una posición de
inferioridad que le puede llevar a sentirse aún más desgraciado.
¿Se puede desarrollar la empatía?
Las personas que rehúsan el contacto con sus propias emociones, que
evitan a toda costa conmoverse, tienen una mayor predisposición a sentir
compasión de los demás. No es que pretendan sentirse superiores; sencillamente
son incapaces de revivir en sí mismos los sentimientos negativos porque no saben
cómo desembarazarse luego de ellos.
La empatía es una capacidad que, al parecer, se desarrolla muy
tempranamente. Si contemplamos durante un rato el nido de una maternidad,
podremos observar que en cuanto un niño se echa a llorar inmediatamente otros
rompen en llanto. También se puede comprobar que se muestran más inquietos o
molestos cuando su madre tiene algún problema. Esta conducta también se
observa en niños mayores. En las guarderías, por ejemplo, el llanto de uno de los
niños puede desencadenar en otras actitudes de perplejidad, miedo, confusión o
bien de solidaridad.
INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.
Algunos niños muestran una gran capacidad para percibir las emociones de
los demás en tanto que otros permanecen ante ellas más bien indiferentes. Se ha
constatado que si al niño se le enseña a captar el dolor que pueda producir en
otros, la empatía que finalmente desarrollará será considerablemente mayor.
También es importante la manera en que se trate al niño cuando manifiesta
emociones perturbadoras, ya que nuestros gestos le permitirán aprender y
desarrollar una buena cantidad de respuestas empáticas.
Cómo detectar las emociones ajenas
Cuando nuestras propias emociones nos embargan, nos perturban, es
prácticamente imposible acompañar a otros en sus sentimientos, porque toda la
atención disponible está dirigida básicamente hacia nosotros mismos. Las
personas con un alto grado de inteligencia emocional, desarrollan también un alto
grado de empatía. El oír una desgracia ajena, por ejemplo, no despierta en ellos
sentimientos angustiosos e indomables, sino el suave recuerdo de haber vivido esa
emoción y la comprensión del sufrimiento ajeno.
Las palabras no lo dicen todo; incluso una misma frase, expresada en un
tono o en otro, puede tener significados totalmente opuestos. Lo que enriquece y
completa la comunicación verbal son los gestos y actitudes, ya que estos nos
hablan de la emoción que está viviendo nuestro interlocutor.
Si bien la empatía se desarrolla fundamentalmente en la infancia y guarda
una estrecha relación en la forma en que los padres han sabido reconocer las
emociones del niño, también es cierto que se puede aprender a detectar ciertas
señales en los gestos, ciertos matices de voz o movimientos corporales, que
puedan darnos pistas acerca de lo que sienten los demás.
Si tenemos una actitud de extrema concentración en las palabras, si a
medida que nos están hablando vamos preparando en nuestra cabeza las
respuestas que daremos a continuación, es difícil que percibamos la carga
emocional que acompaña el discurso de nuestro interlocutor. Otro tanto ocurre
INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.
cuando nos preocupamos demasiado por dar una buena impresión, porque
estamos mucho más pendientes de nosotros mismos observándonos «desde
afuera» que de la persona con quien intentamos comunicarnos.
¿Por qué no reaccionan como esperamos?
Para poder detectar los movimientos emocionales de los demás debemos,
ante todo, interesarnos en ellos como personas; mostrarnos abiertos,
comprensivos y permeables. Si nos encerramos en un muro de prejuicios y miedos,
no sólo no vamos a poder entender en toda su amplitud lo que nos quieren
transmitir, sino que tampoco podremos comunicar certeramente nuestros propios
puntos de vista, porque éstos no son sólo pensamientos puramente racionales,
conceptos fríos, sino que siempre están teñidos por las emociones que nos
despiertan.
Es bastante frecuente que las personas reaccionen de una forma totalmente
imprevista ante nuestras acciones o comentarios.
Gracias a la empatía podemos saber lo que otros necesitan. Sin esta
cualidad, es realmente difícil poder desarrollar una solidaridad correctamente
enfocada.
Para algunas profesiones la empatía es fundamental; un buen vendedor
sabe qué fibras tocar en su cliente para despertar la confianza; a medida que habla
percibe las emociones que van suscitando sus palabras y altera su discurso en
función de los efectos que producen.
Quienes dirigen equipos de trabajo o los directores de empresa, por ejemplo,
necesitan mantener un contacto emocional con sus empleados porque sólo así
podrán motivarlos y entusiasmarlos. Otro tanto ocurre con los educadores.
Hay individuos que carecen totalmente de empatía: son los sociópatas;
personas que pueden inflingir daños atroces a sus víctimas sin sentir ningún tipo de
emoción. Un ejemplo de ello lo vemos en la película El Silencio de los
INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.
Inocentes. El protagonista, Hannibal Lecter, podía matar a sus víctimas de la
manera más espantosa y, mientras lo hacía, su corazón no superaba las ochenta
pulsaciones por minuto. Esa es la frialdad y calma que muestran muchas de las
personas que han sido convictas por asesinato. Algunos, inclusive, se vanaglorian
de los actos atroces que han cometido sin mostrar el menor signo de empatía hacia
las víctimas.
Hoy, en algunas cárceles de Estados Unidos, se imparten tratamientos
psicológicos destinados a despertar la empatía de los reclusos que han cometido
violaciones o abusos a menores. Consisten en leer narraciones o ver videos en los
cuales las víctimas cuentan desesperadas la experiencia que han vivido. En un
paso posterior se les obliga a relatar lo sucedido pero poniéndole esta vez en el
lugar de la víctima.
La proporción de violadores que después de pasar por este tratamiento
reincidían, era la mitad que entre los que no lo habían recibido.
EMPATÍA WOOD, R. Y TOLLEY, H. (2004). PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA
EMOCIONAL. ESPAÑA: GESTIÓN.
(PÁGINAS 115 A 129)
EMPATÍA
Captar el mensaje: creer en sus sentidos
La empatía es la capacidad de entrar en la mente y personalidad de alguien, y
con esto disponer de una experiencia imaginativa de los sentimientos subjetivos de
la persona o sus emociones internas. Incluye la capacidad de aplicar esas
habilidades y atributos a niveles de grupo y organizacionales, así como de persona
a persona. La empatía es el significado, por tanto, por el cual percibimos señales
implícitas, o «pistas emocionales», que podrían no ser detectadas de otra forma. En
efecto, es un sistema altamente sofisticado, nuestra «antena social».
Recogemos señales encubiertas de otras personas a través de observar su
comportamiento: las cosas que dicen y no dicen, cuándo hablan y cuándo
permanecen en silencio, a quién hablan y cómo, con quién se asocian y a quién
ignoran, sus gestos y movimientos de los ojos (todo lo que llamamos «lenguaje
corporal»), y los cambios sutiles en el humor en el tiempo y en diferentes contextos.
De hecho, una alta proporción de los mensajes emocionales que recibimos son
no-verbales, es por lo que subrayamos su importancia como un elemento de la
conciencia de uno mismo. Muy a menudo, es la rabia en el tono de voz de una
persona, la mirada de sus ojos y el movimiento de los dedos, lo que nos dice cómo
se están sintiendo verdaderamente, en lugar de lo que realmente están diciendo.
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
Podrían haberse controlado mejor, pero su comportamiento ha revelado
información importante sobre cómo se está sintiendo.
Usted podría decir que contamos con otras personas para que se revelen
ellas mismas a través de una muestra imprudente de emoción, pero hay más
empatía que la que distinguen nuestros cinco sentidos. La parte intuitiva de nuestras
mentes -nuestra percepción extrasensorial o «sexto sentido»- recoge cosas que
nuestros otros sentidos fallan al reconocer. Algunas veces usted simplemente
«sabe» algo sin necesariamente saber cómo o por qué. Usted sabe que esto y
aquello le llevará a las lágrimas, o que otra persona dará una excusa y saldrá de la
sala. Durante la mayor parte del tiempo parece que no hacemos un esfuerzo
consciente, salvo prestar atención o tratar de dar sentido a la cantidad de datos que
estamos asimilando. Es como si, simplemente, estuviéramos actuando de esponja,
chupándolo todo y almacenándolo profundamente bajo la superficie con un
propósito no aparente, en lugar de para una futura referencia que pudiera surgir. En
efecto, usted lo sabe, pero no sabe que lo sabe.
Dicho esto, nuestras mentes tienen el hábito de trabajar a un nivel
subconsciente -incluso cuando estamos durmiendo- y al hacer esto a menudo crea
fragmentos al azar y aparentemente desconectados de información verbal y no
verbal. Entonces, como por casualidad, algo que hace o dice una persona actúa
como un catalizador y las piezas del rompecabezas empiezan a colocarse en su
sitio; ese sentido que teníamos de que algo estaba mal, pero que no sabíamos qué,
de repente cristaliza y se vuelve aparente. Armado con esta nueva perspectiva
emocional, podemos empezar a hacer sutiles ajustes a nuestro comportamiento
para acomodarlo, un proceso conocido como «sensibilización».
Lo que significa es esto. Si hemos de comportarnos de una manera
emocionalmente inteligente, la empatía necesita operar a tres niveles
interdependientes. El más bajo es el principal contacto con las señales que emite la
gente, las cuales nos proporcionan pistas de sus emociones internas. Estas señales
nos permiten discernir, sin que nos lo digan, el trasfondo sociopolítico que existe en
grupos y organizaciones: quiénes son los «líderes de opinión», quién toma
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
realmente las decisiones, quiénes son los «amigos» y los «enemigos», y qué es lo
tácito, valores y creencias no declaradas. Si, por cualquier razón, somos insensibles
a esas señales y fracasamos al reconocerlas -si nuestra «antena social» no
funciona- estamos privados de las «pistas emocionales» que necesitamos facilitar a
nuestro comportamiento.
Aspectos de la empatía
Las consecuencias de malinterpretar a la gente no deberían ser descartadas
a la ligera. Después de todo, les estaremos comunicando algo sobre nosotros
mismos -sobre nuestra empatía o la falta de ella- y a cambio nos empezarán a
colocar etiquetas basadas en cómo perciben nuestra personalidad y
comportamiento.
La empatía se divide en cuatro aspectos clave:
• ser sensible y comprender a los demás;
• hacer de las necesidades e intereses de otros su punto de referencia;
• seguir el desarrollo de otra gente;
• estar entonado social y políticamente.
Ser sensible y comprender a los demás. Los individuos con empatía son
sensibles respecto a los demás y están prestos para hacer un esfuerzo por entender
su comportamiento. Esto significa que no sólo son buenos al sentir las emociones
internas de otras personas (por ejemplo, recogiendo pistas sensoriales y
extrasensoriales acerca de cómo otros están sintiendo), sino que se toman tiempo
para tratar de comprender sus puntos de vista. No asumen simplemente que la otra
persona siente de la misma forma que ellos y comparten su perspectiva; reconocen
que su propio punto de vista personal no es el único válido de consideración.
Considere, por ejemplo, al orador en una conferencia internacional en la cual
los delegados (y el orador) estaban recibiendo traducciones simultáneas de los
procedimientos en el idioma de su elección. Al final de la presentación, los
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
miembros de la audiencia fueron invitados a expresar sus propios puntos de vista en
los temas bajo consideración y hacer preguntas al orador. Cuando habló uno de los
delegados, lo hizo con una obvia pasión que contrastó con los cuidadosos tonos
modulados que el orador principal oyó cuando el traductor resumió lo que estaba
diciendo. En lugar de responder a la pregunta expuesta por el delegado, el orador
optó por lidiar primero con las emociones, las cuales habían sido evidentes en el
tono de voz, expresiones faciales y ademanes que estaba aplicando mientras
hablaba y los movimientos de cabeza de aquellos que estaban a su alrededor.
Por tanto, el orador respondió diciendo que había oído lo que se había dicho a
través del traductor, pero que también le había impresionado la fuerza de las ideas
que se habían expresado. Siguió sugiriendo que los sentimientos que sustentaban
las cosas que se habían dicho parecían ser muy importantes para dejarlos
simplemente de lado; deberían ser el punto de partida de la discusión. Esto inició un
diálogo constructivo entre los presentes en el que fueron clarificadas diferentes
posiciones de valores, fue explorada la base común y el tema fue examinado en
considerable profundidad. Lo que podría haber sido una discusión confrontativa se
convirtió, en cambio, en una sincera reunión de corazones y mentes.
La empatía, por tanto, no acaba con leer los sentimientos de otras personas y
tratando de entender sus puntos de vista; involucra utilizar esas perspectivas de
forma que le sean de ayuda así como de apoyo de los individuos, grupos y
organizaciones con las que esté involucrado.
Hacer de las necesidades e intereses de los otros su punto de referencia. La gente que sobresale en este aspecto de la empatía no sólo es buena
en percibir los sentimientos emocionales y necesidades de los demás, sino que está
deseosa de hacer el esfuerzo de ver las acciones, eventos y situaciones desde
puntos de vista diferentes de los suyos y actuar de acuerdo con ello. Por tanto, no
asumen que la otra gente automáticamente comparte sus perspectivas, sino que
reconocen que en una situación determinada, existe más de un punto de vista que
necesita ser considerado. La gente que no comparte esta amplitud de visión y
apertura a alternativas está expuesta a encontrar problemas de una naturaleza
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
emocional a múltiples niveles, que van desde relaciones personales a través de sus
interacciones sociales con otras personas, hasta incluir a aquellos con quienes
trabaja.
El error en ver cosas desde el punto de vista de la otra persona, a menudo
lleva a dificultades en relaciones personales con la familia y amigos. Si sus
pensamientos y sentimientos internos no son tomados en consideración cuando se
están adoptando las decisiones, lo que puede empezar como una pequeña irritación
puede desbordarse hasta el punto en el cual contribuye a romper la relación. Tal
comportamiento puede perdonarse si se da aisladamente donde normalmente
existe respeto por los sentimientos de cada uno y puntos de vista. Sin embargo, si
se da repetidamente de forma poco considerada, es probable que se convierta en
una fuente de profundo resentimiento, especialmente si el comportamiento es
acompañado por un total descuido por los efectos que está teniendo en la otra
persona en la relación.
Seguir el desarrollo de otra gente. Los individuos con fortaleza en este
aspecto de la empatía son de crucial importancia en todo tipo de situaciones,
notablemente donde los niños de todas las edades están siendo cuidados y
enseñados, y donde la gente está siendo entrenada y educada. Entonces está el
lugar de trabajo, donde el aprendizaje basado en el trabajo es cada vez más visto
como la clave de la mejora continuada de los artículos y servicios que proporcionan
las organizaciones. En este contexto, por tanto, la empatía tiene un papel clave en el
progreso del aprendizaje de la vida.
Está claro que usted no puede llegar lejos ayudando a los demás si le falta
conciencia de cómo la confusión emocional interna puede influir en el desarrollo de
los individuos y grupos. El hecho de que hablemos sobre «las sacudidas», «examen
de nervios» y «estado de sobresaltos», indica que somos conscientes de la forma
en que esa confusión puede afectar a la manera en que nos desenvolvemos, tanto
si es en un examen de conducir, un examen, un «gran juego» (aunque sea en el
centro de ocio local), o el primer día en un nuevo trabajo. La relación entre nuestros
sentimientos internos y la calidad de nuestro desempeño no está clara. En algunas
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
circunstancias, un cierto grado de nervios -estando «dispuesto»- es probablemente
beneficioso, siempre y cuando se mantenga bajo control. Por otro lado, como todos
sabemos por experiencia, un exceso de ansiedad puede tener un impacto adverso
en cómo nos desempeñemos, especialmente cuando vemos que hay mucho en
juego.
Estar entonado social y políticamente. Regrese a un momento en el que
empezó un nuevo trabajo, o a su primer trabajo. En el instante en que puso un pie en
el edificio, no tuvo duda de que sería juzgado por un baremo de características
-quizá la ropa que llevaba la gente, el grado de formalidad de las interacciones entre
la gente, la amabilidad de la recepcionista y la gente de seguridad, el mobiliario de la
oficina, el uso del color, la cantidad y naturaleza de la literatura disponible de la
empresa, etc.- Estas y numerosas otras características le proporcionaron una serie
de pistas de cómo estaba operando la empresa, qué enfoques funcionaban allí y
cuáles eran probables que no funcionaran. Lo que estaba consiguiendo eran sus
primeras percepciones de las reglas no escritas y no habladas operando en esa
organización, aquellas reglas que la «vieja guardia» da por sentadas, pero las
cuales debe aprender y aplicar si tiene que sobrevivir y prosperar. Es este aspecto
de la empatía del que estamos hablando; estar entonado social y políticamente en
las situaciones en las que se encuentra.
Estar al corriente es ser capaz de detectar las estructuras sociales informales
y las relaciones de poder escondidas que se encuentran entre los grupos y
organizaciones. Debajo de lo que podría parecer una superficie en calma, existen
poderosas corrientes y contracorrientes que pueden ser extremadamente
peligrosas para el incauto; esto es, aquellos con falta de atención social y política.
¿Dónde están las alianzas no documentadas, los grupos de amistades, camarillas y
bases de poder? El verdadero empleado sabe exactamente dónde residen el poder
y la influencia y cómo son ejercidos -quién se supone que está a cargo y quién
manda realmente y toma las decisiones clave-. También saben quiénes son los
«líderes de opinión» aquellas personas a las que se necesita convencer en primer
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
lugar sobre la eficacia de una acción en particular si tienen alguna oportunidad de
persuadir al resto.
SEA EMPÁTICO SEGAL, J. (1997). SU INTELIGENCIA EMOCIONAL.
BARCELONA: GRIJALBO.
(PÁGINAS 129 A 148)
SEA EMPÁTICO
Cuando puede permanecer conectado con su modo de sentir en todo
momento, la empatía -la intuición certera de cómo se sienten los demás- viene de
forma natural. Luego es cuestión de dar un salto para equilibrar sus necesidades
con las de los demás a satisfacción de todos. Otro salto, se ve reflejado en la
formación de relaciones duraderas y mutuamente respetuosas.
Por qué el conocimiento de nuestros sentimientos puede hacernos tan
competentes en la comprensión del idioma emocional de los demás no está del todo
claro. Atribúyalo a la biología que compartimos y a la atracción irresistible de la
compañía de los demás.
Daniel Goleman denominó a la empatía «la habilidad fundamental de las
personas» en su libro Inteligencia emocional. «Las personas con empatía -afirma
Goleman- son líderes naturales que saben expresar el sentimiento colectivo no
expresado y articularlo para guiar a un grupo hacia sus objetivos.» Como muestran
los tests realizados con más de 7.000 personas en Estados Unidos y otros 18
países, los beneficios de ser empático incluyen el estar mejor adaptados
emocionalmente, ser más populares, más extrovertidos y tener más éxito en el
terreno sentimental. Según los investigadores de la inteligencia emocional Thomas
SU INTELIGENCIA EMOCIONAL SEGAL, J. Hatch y Howard Gardner, la empatía es el ingrediente necesario para tener encanto,
éxito social e incluso carisma.
Ábrase a la empatía
Superar el primer obstáculo: una educación no empática
Conozco a una niña de dos años cuya madre la encontró meciendo la cuna
de su hermanito en mitad de la noche. Cuando la madre de la niña le preguntó
«¿Qué haces», la niña respondió: «Bebé llora».
Conozco a una niña de seis años cuya hermana menor cogió un miedo atroz
a los gusanos después de encontrar medio gusano en la manzana que se estaba
comiendo. Los días de lluvia, la más pequeña tenía miedo de ir andando al jardín de
niños porque la lluvia hacía salir los gusanos a la acera. Esos días, su hermana de
seis años llevaba en brazos a la de cinco, que abultaba casi tanto como ella, hasta el
colegio y de vuelta a casa.
También sé de un niño de tres años al que le gustaban mucho los animales y
se negaba a comer carne porque, como él decía: «Yo no me como a mis amigos».
Nacemos para ser empáticos. En realidad, expertos en psicología del
desarrollo consideran que la incapacidad de experimentar los sentimientos de los
demás en los primeros años de vida es una causa definitiva para preocuparse. Una
vez descartados los defectos fisiológicos, estos científicos empezarán a examinar
cómo se ha tratado al niño. Los niños tratados con empatía tienen más
probabilidades de tratar así a los demás.
¿Su madre sabía cuándo estaba usted triste sin que usted le dijera nada?
¿Recuerda a su padre sonriendo cuando estaba muerto de cansancio porque
encontraba contagiosa la alegría de usted? En este caso, puede que sea usted
empático de forma natural. ¿O sus miedos eran apartados y despreciadas sus
desilusiones? ¿Sus padres ahondaban para solucionar las cosas cuando usted
estaba realmente preocupado... o sus preocupaciones acababan inquietándoles
tanto que al final era usted quien les consolaba a ellos?
SU INTELIGENCIA EMOCIONAL SEGAL, J. Superar el segundo obstáculo: rechazar los mitos culturales acerca de la empatía.
Mito no. 1: la empatía es demasiado arriesgada: No puedo sumergirme
en los sentimientos de otro. La verdad: empatía no es simpatía
Mito n° 2: la empatía me impedirá hacer lo mejor para mí. La verdad: el
corazón humano es infinitamente extensible.
Mito n° 3: la empatía es debilidad. La verdad: la empatía otorga poder.
Superar el tercer obstáculo: las ideas preconcebidas
Mito n° 4: si me dejo conmover por el problema personal de alguien,
tendré que solucionarlo. La verdad: la gente quiere comprensión, no
necesariamente ayuda.
Las ideas preconcebidas influyen en los encuentros con los demás,
impidiendo la conducta empática. Las ideas preconcebidas pueden ser más
obstinadas y más peligrosas cuando se aplican a otras personas.
Aprenda a equilibrar sus necesidades con las de los demás
Como siempre, comprender el origen del problema constituye la mitad de la
solución. Cuando nos encontremos con personas que de las cuales tenemos
prejuicios, ideas preconcebidas, impresiones subjetivas, etc., tome conciencia,
revise el origen y ábrase poco a poco a la empatía por las personas a las que hasta
entonces juzgaba con aspereza.
La conciencia activa es como poner dos ordenadores a funcionar en un
problema en lugar de uno. La empatía es como tener una red entera de ordenadores
a su disposición. Mientras la conciencia activa comunica sus decisiones a corto y a
largo plazo respecto a qué le conviene a usted, la empatía comunica cualquier
decisión que afecta a otras personas. Cuando usted utiliza la agudeza emocional
así como los demás sentidos para escuchar, la comunicación se vuelve productiva y
eficiente.
SU INTELIGENCIA EMOCIONAL SEGAL, J.
Incluso cuando no puede reaccionar instantáneamente, la empatía le motiva
para que rectifique un problema porque su cuerpo le incita a responder al mensaje
de que algo va mal.
Lo que la mayoría de personas pide realmente es que tratemos de reconocer
lo que están sintiendo y aceptemos que es tan importante para ellos como nuestros
sentimientos lo son para nosotros. La empatía lo hace posible.
La empatía no sólo nos libra de etiquetar a una persona como correcta y a la
otra como errónea, sino que nos permite estar en desacuerdo sin mostrarnos
desagradables. La empatía es contagiosa. La empatía posee el poder de abrir el
corazón de los demás.
La clave consiste en escuchar con el cien por ciento de atención. Eso no
significa exhibir una expresión conmovedora mientras compone mentalmente una
respuesta llena de piedad. Mantenga el cuerpo receptivo a cualquier mensaje que
pueda venir mientras usted centra todos sus sentidos en la persona que tiene ante
sí. Si le parece difícil, recuerde que no tiene que desviar energía mental hacia esta
tarea. Al contrario, tiene que impedir que su mente interfiera con las señales
emocionales. Si es necesario, como siempre, respire plena y profundamente,
relájese y concéntrese para sintonizar su cuerpo con los sentimientos de la otra
persona.
Asimismo, recuerde que los demás sólo son responsables de sus propios
sentimientos. No puede usted esperar adivinar los sentimientos de una persona
absolutamente incomunicativa. La empatía no le convertirá en adivino, en vidente o
en brujo. Simplemente le asegura que percibirá cualquier señal enviada a través del
habla, los gestos, la expresión facial y el lenguaje del cuerpo. Con el tiempo, las
señales que llegue a comprender constituirán una importante sabiduría. Gestos que
nadie más observará pueden causar una señal física en usted, en especial cuando
el emisor sea alguien muy próximo a usted. Puede incluso aficionarse a anticipar
cómo sentirán ciertas personas en determinadas circunstancias, pero confíe
siempre en la reacción del momento. Las personas cambian con el tiempo y no hay
que encasillarlas.
SU INTELIGENCIA EMOCIONAL SEGAL, J. ¿Cuánto es dar demasiado?
Es posible que a algunas personas les resulte más difícil escuchar de forma
empática que a otras.
¿Qué hace cuando alguien por quien siente un profundo afecto quiere más de
lo que usted puede dar? ¿Debería visitar a sus padres ancianos cada fin de semana
como ellos quieren? ¿Debería pasar una hora leyendo a su hija antes de
acostarse cada noche? ¿Debería acudir a las reuniones del comité de beneficencia
como acordó, ahora que sus responsabilidades laborales se han duplicado?
La conciencia activa y la empatía pueden evitar que se vea asfixiado por
necesidades opuestas.
De la empatía a la compasión
Reconocerá que ha encontrado el equilibrio correcto cuando lo que
haga por los demás también le haga sentirse bien a usted.
Si existe una consecuencia que vaya unida a la empatía es que la empatía
abre los ojos al sufrimiento de los demás. Una vez que sintonizamos con sus
sentimientos, es muy difícil hacer caso omiso a una persona sin hogar, a un padre
que ha perdido a un hijo en un tiroteo en la ciudad o a un joven que muere de sida.
La relación entre empatía y afecto es obvia. Cuando experimentamos el
sufrimiento de los demás, nos preocupamos y queremos actuar. Daniel Goleman
menciona que el investigador Martin Hoffman afirma que las raíces de la moralidad
hay que encontrarlas en la empatía, ya que al compartir la congoja de otro nos
sentimos movidos a ayudar. La empatía no sólo nos hace padres, amigos,
miembros de la familia y compañeros de trabajo más comprensivos, amorosos y
afectuosos, sino mejor ciudadanos del mundo. Personas a las que no conocemos
-completos extraños- empiezan a importar porque cuando vemos u oímos hablar de
su sufrimiento, sentimos que queremos responder de alguna manera.
La empatía nos llama la atención sobre temas de necesidad e injusticia social
que requieren que actuemos. Los problemas sociales se convierten
SU INTELIGENCIA EMOCIONAL SEGAL, J. en nuestros problemas, porque con la empatía realmente sentimos que formamos
parte de la sociedad.
LA HABILIDAD DE TRATO TORRABADELLA, P. (2001). CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA
EMOCIONAL. ESPAÑA: OCÉANO.
(PÁGINAS 183 A 193)
LA HABILIDAD DE TRATO
Si quieres hallar en cualquier lado amistad, dulzura y poesía, llévalas
contigo.
GEORGE DUHAMEL.
Cómo son las personas con habilidad de trato
Algunas personas viven seguras y cómodas, en el papel de ser ellas mismas.
Pueden expresar cómo se sienten sin dejar que las emociones tomen las riendas de la
situación. Esta habilidad de trato es un arte. Analizando a quienes tienen una especial
habilidad para ello, podemos aprender a mejorar.
Tienen un alto concepto de sí mismas
Son empáticas, se conectan con los demás
Se sienten protagonistas de sus vidas
Tienen poder de convicción
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.
Estar seguro de sí mismo
Un concepto sano de uno mismo implica sentirse valioso, competente y muy
seguro. Este sistema de actitudes es aprendido.
La importancia del concepto que se tiene de uno mismo estriba en que éste es el
sistema que tenemos para interpretar lo que nos pasa.
La seguridad en uno mismo tiene un efecto acumulativo: creciendo y reforzándose
cuando es alta, y rebajándose cuando es deficitaria.
Por ejemplo: «Fui tan tonto que llegué tarde» = confirmo que soy tonto; «Fueron
tan tontos que no me esperaron» =
Las personas con bajo autoconcepto
confirmo que los tontos son los demás.
Los investigadores de los conceptos que tenemos de nosotros mismos han visto
que las personas con un bajo concepto adolecen de unos rasgos que ayudan a
identificarlos:
Son muy sensibles a las críticas, pues validan su inferioridad.
Dan más importancia a las valoraciones hechas por los demás que a las hechas
por sí mismos.
Tienden a ver sus fallos como logros de los demás, proyectando en ello las culpas.
Valoran excesivamente la adulación, a la cual se amarran.
Las personas con alto autoconcepto
Tienden a apartarse de los demás, a ser tímidos y a rehuir las competencias.
Los signos que denotan quién tiene un buen concepto de sí mismo son:
Abiertos a cambiar, a la luz de la experiencia.
No se preocupan por el pasado ni por el futuro.
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.
Confianza en que podrán hacer frente a los problemas a pesar de sus fallos
ocasionales.
Creen que tienen un valor equivalente al de los demás, al margen de ciertos
atributos específicos.
Son sensibles a las necesidades de otros.
Diferentes estudios han demostrado que la gente que tiene un alto concepto
de sí misma, en comparación con los demás, tiende a:
Olvidar antes sus experiencias de fracaso.
Evaluar los resultados similares como más favorables para ellos.
A no gustar de las personas que no los valoran de forma positiva.
La autoconfianza
Además, en sus interacciones sociales, las personas con alto concepto de sí
mismas son menos influenciables, siendo más resistentes al poder de sugestión de los
medios de comunicación y preservando su independencia mental.
Se suelen distinguir dos formas de «alto concepto de uno mismo».
Un perfil que llamamos genuino, propio de quienes dan poca importancia a sus
fallos y a los rechazos sociales, llegando a relativizarlos.
Un segundo perfil sería el defensivo,
¿Cómo se forma el concepto de uno mismo?
propio de quienes evitan y niegan reconocer
sus fallos y los rechazos sociales.
Sabemos que no es algo innato, sino aprendido y por tanto susceptible de ser
mejorado. Aprendemos el concepto de nosotros mismos a partir de las valoraciones que
recibimos de los demás. Estas valoraciones nos influyen más cuanto:
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.
Más creíble, sincero, atento e interesado sea el opinante (para un niño las
personas más creíbles son sus padres).
Más perseverante y frecuente sea la valoración.
¿QUÉ ES LA EMPATÍA?
La empatía es la capacidad para comprender las emociones de los demás (captar)
y expresar las emociones propias (emitir). Numerosos estudios han investigado la
relación entre ambas habilidades y se ha encontrado que existe una alta correlación, en
especial dentro de una misma emoción específica.
Constantemente emitimos información sin percatarnos, a nivel no verbal, por tres
canales básicos:
1. La expresión facial
2. Los gestos y la postura corporal
3. El tono de voz
Si el mensaje emitido por estos tres canales es coherente se capta como auténtico.
Empatía como capacidad de comprender emociones (captar)
La gente que tiene el deseo y la capacidad de expresar sus emociones de forma
genuina, inspira confianza en los otros, ya que los mensajes que emite gozan de
coherencia.
Las presonas que tienen una alta capacidad de «captar» cómo se sienten los
demás, basándose en las pistas audio y vídeo no verbales que éstos muestran, son más
aceptados y atractivos, más populares. Además, están más dotados para: «ser cálidos,
comprender a los demás, comprender situaciones sociales, entender tonos de voz, captar
adecuadamente una postura y una cara».
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.
Empatía como capacidad de expresar emociones (emitir)
Protagonismo
Las personas que tienden a reprimir sus reacciones emocionales, guardarse sus
sentimientos, representan estímulos más pobres para los demás que los extravertidos
(Buck). Los emisores ineficaces tienden a quedarse solos y a ser más pasivos, tímidos y
contenidos.
Las personas con habilidad de trato saben que tienen un papel principal en sus
vidas, que son ellos quienes deciden. Esta sensación de dominio la transmiten a los
demás. Así, su manera de hablar denota un control sobre sus sentimientos,
pensamientos y acciones. Se ponen a ellos mismos como sujetos de sus:
Sentimientos: Por ejemplo, no dirían: «Eres el colmo», sino: «Ya estoy
harto» (el sujeto soy yo).
Pensamientos: Por ejemplo, no dirían: «Por favor, tendrías que hacer este
informe en cuanto puedas» (el sujeto eres tú), sino: «Por favor, quiero que
hagas este informe pronto» (el sujeto soy yo).
Sus acciones: Por ejemplo, no dirían: «Se ha roto la tapa del casete» (el
sujeto es el casete), sino: «Al sacar la cinta, me quedé con la tapa en la
mano».
Otra característica que los hace protagonistas es la habilidad de abrirse a
los demás de forma adecuada, revelando información personal, cosa que
les permite:
Definirse a sí mismos ante los demás, así son entendidos antes y es más
difícil que les olviden.
Autoconocerse, pues al hablar de ellos mismos se dan cuenta del tipo de
personas que son.
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.
Contactar más, dado que al dar información sobre cosas muy personales,
rompen las distancias e invitan al otro a sincerarse también.
Fomentar el desarrollo de la intimidad, pues dan una profundidad mayor a la
relación. Favorecen la confianza y aclaran los malos entendidos.
Convicción
Esta capacidad para expresarse a nivel personal entraña un riesgo; es importante
tener en cuenta las intenciones del interlocutor, el contexto, la sensibilidad, el tema. A
pesar de todo, si se realiza de una forma adecuada, ofrece altas recompensas.
Las personas carismáticas tienen un estilo comunicativo dominante: son los
demás los que responden a ellos y no al revés.
Estas personas pueden motivar a los demás porque comprenden cómo se sienten
y perciben sus necesidades, y así disponen de un poderoso refuerzo para condicionar o
persuadir.
Se ha definido la persuasión como la capacidad de poner en consonancia las
normas de los demás con las tuyas propias. Requiere reconocer cuál es el enfoque de la
realidad o “ángulo de visión” que posee la otra persona, para poder enfocarlo hacia el
nuestro.
Cómo puedes mejorar tu habilidad de trato
La convicción radica en el arte de comprender qué es lo que el otro más desea. Al
practicar tu habilidad de trato, reconoces mejor cómo se sienten los demás y dispones,
así, de más ascendiente sobre ellos.
He aquí algunas estrategias:
Grábate en un vídeo y analiza luego la coherencia de tus mensajes, la expresión,
la postura, el tono de voz... Así comprobarás si tus mensajes realmente resultan
claros y fieles a lo que tú quieres transmitir.
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.
Mientras escuchas música sentado, con los ojos cerrados, imagina tu propia
imagen espontánea y libre, en distintos contextos fantaseados, expresando a los
demás tus deseos.
Formúlate razonamientos que te pongan como piloto de tus pensamientos,
sentimientos y acciones.
Anima a los otros a hablar a nivel personal, mediante una escucha atenta.
Intenta pensar qué necesitan los demás.
Atiende a las razones genuinas que mueven a los demás.
1.
Decálogo para mejorar tu habilidad de trato
2.
Tu habilidad de trato depende, en gran medida, de cómo decidas tratar a los
demás.
3.
Ejercita la conciencia de ti mismo (meditación, visualización, etc.).
4.
Escúchate a ti mismo: lo que te es cómodo, lo que te hiere y lo que realmente
deseas.
5.
Sé tú mismo, sin restricciones.
6.
Sé consciente del mensaje que emites siendo como eres (grábate, pregunta,
analiza tus gestos, voz, indumentaria, etc.).
7.
Participa en un grupo para la comunicación o asesórate por un conocido de
confianza.
8.
Escucha de verdad a los demás, sin prisas y con sincero interés, hasta sentir cómo
se sienten ellos.
9.
Pon atención en las necesidades concretas de los demás.
10.
Recuerda siempre que, en la tarea de ser tú mismo, eres insuperable.
Piensa que practicar tu habilidad de trato implica desarrollar tu IE, porque implica
comprender cómo te sientes y cómo se sienten quienes te rodean.