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ROJO Y AMARILLO

LOS COLORES QUE HAN HECHO LLORAR UNA PROVINCIA

Giovanny Mejía Cantor

CRÓNICAS PERIODÍSTICAS DE HECHOS VIOLENTOS OCURRIDOS EN OCAÑA DURANTE

UNA DÉCADA

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BIOGRAFÍA GEOVANNY MEJÍA CANTOR Periodista, nacido en Bogotá el 15 de agosto de 1965. Ha desempeñado el cargo de reportero en medios de comunicación nacional y regional trabajando en programas emitidos para Señal Colombia y Canal Uno. Periodista investigador de la programadora Datos y Mensajes; Tv Hoy. Reportero de medios locales de Televisión como Tv San Jorge, Ingepec Tv y Tv Ocaña. Durante diez años fue coordinador periodístico del Semanario Ocaña Siete Días. En la radio ocañera trabajó en Radio Sonar de Caracol y la U FM Stereo emisora de la seccional Universidad Francisco de Paula Santander. Como diplomado en Corresponsales de Guerra recorrió todos los departamentos del país en el cubrimiento de noticias de orden público y judicial. Declarado hijo adoptivo de Ocaña por el honorable Concejo municipal mediante resolución 178 del 14 de diciembre de 2010.

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GEOVANNY MEJÍA CANTOR ROJO Y AMARILLO. LOS COLORES QUE HAN HECHO LLORAR UNA PROVINCIA Ocaña, 2014

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DEDICATORIA A la memoria de mi padre Luis Antonio Mejía Jiménez. A mi esposa Margalida y a nuestro hijo Andrés Felipe. A nuestras familias. A mis colegas de Ocaña. Y a todos los demás que también me incentivaron, estimularon y apoyaron pues sin ese respaldo no hubiese sido posible haber hecho realidad esta obra.

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AGRADECIMIENTOS

Agradezco los aportes hechos por instituciones, personas, colegas, y a todos los que aportaron para buscar la excelencia.

Semanario Ocaña Siete Días

Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD

Esp. José Emiro Salas

Esp. Alonso Montagut Navas

Esp. Ana Mónica Grismaldo

Académico. Luis Eduardo Páez García

Esp. Lucenith Guerrero Durán

Ing. Alejandra Vergel Ibáñez

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INTRODUCCIÓN La investigación muestra la publicación virtual de un texto escrito en el que se logra mantener viva la memoria histórica de una colectividad con tendencia al olvido, específicamente de hechos violentos que transforman e inciden en la construcción de una sociedad, para el caso particular la del Municipio de Ocaña en el Departamento de Norte de Santander. El objetivo en el que se basa este trabajo de investigación centra su atención en recopilar información en fuentes primarias y secundarias, a través de instrumentos como la entrevista y las encuestas; la lectura de documentos como periódicos y archivos de prensa; para posteriormente y con base en la información recopilada sobre hechos de violencia generados en el lapso del año 2003 al 2013, producir un texto escrito bajo el género de la crónica periodística, que aporta a la conservación de la Memoria en los habitantes de la región y demás actores interesados en interpretar la historia y contrarrestar el olvido, como sofisma de distracción que no permite comprender la historia de hechos de violencia, ni crear, a partir de ese reconocimiento, alternativas de solución a la problemática actual. El presente trabajo de investigación toma la crónica como estrategia de construcción de memoria colectiva en el municipio de Ocaña, para lo cual se recogieron experiencias violentas de sus habitantes y su reacción ante estas. La población objeto de estudio estuvo conformada por los habitantes de Ocaña y la provincia en todos sus niveles socio económicos. Inicialmente, el ejercicio de reportería se desarrolló durante diez años implicando un contacto directo con la comunidad Ocañera y sus autoridades. Fue necesario hacer recorridos por los barrios y puntos donde se presentaron los hechos, donde

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viven quienes fueron los protagonistas y las víctimas para poder recopilar los testimonios. Luego, el trabajo de redacción consistió en la recolección de la información inicialmente consultando el archivo del Semanario Ocaña Siete Días y donde fueron publicados en su momento y como noticia, cada uno de los hechos narrados en las crónicas. Estas notas fueron registradas en varias publicaciones y de acuerdo al proceso seguido en cada uno de los casos. Allí se consultaron los testimonios entregados por víctimas, testigos, familiares, autoridades y demás personas que estuvieron presentes al momento de suceder el hecho o fueron cercanas a este.

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ADVERTENCIA Los nombres de personas que aparecen en las crónicas y sus situaciones judiciales, ya fueron de conocimiento público en cada una de las ediciones del Semanario Ocaña Siete Días donde en su momento fueron publicadas las noticias y de donde fueron extractadas para la realización de este libro. Algunos de esos casos ya fueron cerrados en favor y en contra de los implicados, otros siguen en desarrollo. A algunas de las historias se les agregó a su versión original publicada en el Semanario Ocaña Siete Días, detalles nuevos investigados y aportes tomados de medios de comunicación nacional los cuales fueron parafraseados.

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La pasión, detonante de la muerte

En un macabro ritual se corta el hilo de la vida

Hombre embriagado por un viejo idilio, descarga torrentes de ira para apagar las llamas del amor. Cupido flechó sus corazones sin imaginar el desenlace fatal. El amorío entre una pareja oriunda del municipio de Convención, en el departamento de Norte de Santander, se convirtió en un amanecer trágico, donde dos mujeres fueron atacadas de manera atroz hasta cortar el hilo de sus vidas. El amante de una de ellas se convertiría en el principal sospechoso del crimen quien embriagado por la ira, habría descargado la mano homicida sin misericordia alguna. En la entidad bancaria donde laboraban, nadie sospechaba el desenlace fatal que podía tener la relación sentimental de una de las víctimas con el presunto asesino. El doble crimen, sin precedentes en la historia de esa localidad, sacudió los distintos estamentos sociales de la región

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en la madrugada del miércoles 19 de abril del 2011. En una vivienda del barrio La Palmita se dio el macabro hallazgo de los cuerpos sin vida de Leidy León Garaviz y Yudi Torcoroma Pinzón Solano, ambas de 25 años de edad. Ambas se destacaban por la puntualidad, lo que extrañó a sus compañeros la ausencia en sus puestos de trabajo en la entidad crediticia. Entonces, el gerente encomendó a uno de los empleados averiguar el motivo de la tardanza y al ingresar a la casa se tropezó con la escalofriante escena del crimen. Un mar de incertidumbres El cuerpo de una de las mujeres, vestida sólo con ropa interior, yacía en la cama sobre un charco de sangre. El otro, con el uniforme de la empresa ensangrentado, estaba en el piso. Inmediatamente se reportó el caso a las autoridades quienes realizaron la inspección judicial a los cadáveres, e iniciaron la recolección de las pruebas y datos que fueran herramientas fundamentales para descubrir al homicida. El análisis inicial estableció que las mujeres fueron apuñaladas, ya que un cuchillo fue encontrado en la parte posterior de la vivienda, constituyéndose en una de las pruebas reinas de la investigación. Dos heridas en Yudy Torcoroma y nueve en Leydi Jhoanna además de otros vestigios, dejaban entrever que el responsable era un maniático. En la casa habitación no hallaron otro tipo de pruebas que pudieran identificar a un tercer implicado, entonces las pesquisas se extendieron a viviendas aledañas. Los vecinos no escucharon nada extraño, salvo la presencia en la calle de un grupo de jóvenes hacia las 11 de la noche, quienes se marcharon a sus viviendas en medio de un torrencial aguacero. Estos fueron los únicos datos que recogieron los investigadores. Así las cosas, carecían de una hipótesis

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concreta y no se atrevieron a especular sobre móviles del dramático acontecimiento. Regada la noticia, familiares y amigos en medio del llanto y la confusión, agolpados en las afueras de la casa, se preguntaban insistentemente sobre quién sería el responsable y las posibles causas del crimen. El pánico se apoderó de la gente al saber que un asesino andaba suelto. Mientras tanto, las autoridades pedían calma y paciencia. Escenas salpicadas de lágrimas, dolor y rabia ante la impotencia de no saber la identidad del criminal fue el común denominador durante el levantamiento y traslado de los cadáveres hacia la morgue de la unidad Local de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Autoridades atan cabos Las pesquisas no dieron pausa, expertos comenzaron a unir los cabos sueltos con base a las actividades desarrolladas por las mujeres el día anterior. Los resultados fueron reveladores. El Comandante del Segundo Distrito de Policía en Ocaña, Mayor Jairo Alonso Gómez Correa, se puso al frente del caso y en menos de 24 horas de ocurrido el hecho se pronunció asegurando que ya se tenía información precisa de quién sería el presunto criminal. Toda la responsabilidad apuntaba hacia el compañero sentimental de Yudy Torcoroma Pinzón Solano; Luis Eduardo Guerrero Salazar de 26 años de edad, con quien había departido un momento de esparcimiento en un bar de la ciudad la noche del asesinato. Esa relación se había roto cuando Yudy supo que Luis Eduardo tenía otra mujer, en estado de embarazo siendo obligado a convivir con ella. Trascendió que el ex novio, Luis Eduardo, la buscó y se reunieron en un establecimiento público hasta la media noche, supuestamente, para una posible reconciliación.

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Al parecer la intención llegó a un buen término para la pareja, tanto que la enamorada joven se comunicó con su amiga Leidy para solicitar la posada de Luis Eduardo en la casa que compartían. Petición que le fue concedida. Desenredan el hilo de la investigación “El nudo gordiano” empezó a desatarse durante el interrogatorio efectuado a un compañero de trabajo de las víctimas, quien advirtió que había recibido tarde de la noche una llamada de Leidy quien le manifestó su preocupación porque Yudy Torcoroma no aparecía, pues al otro día debían madrugar para ir a la oficina. Además, había tratado de comunicarse con su amiga, pero no respondió. En ese momento ya se sabía con quién andaba Yudy, horas antes de ser asesinada junto con su compañera. El mesero de un bar donde departieron, confirmó que efectivamente la pareja estuvo bebiendo licor y a eso de las 12:10 de la madrugada salieron del lugar. Las autoridades presumen que llegaron a la vivienda y durmieron hasta las 5:00 de la mañana; la mujer se levantó, se bañó (porque la cabellera estaba aún mojada) y supuestamente en ese instante comenzó la acalorada discusión que terminó en la muerte brutal de Judy quien recibió una puñalada en el cuello. Leidy se encontraba en la cocina preparando el desayuno y al escuchar los gritos, tomó una tabla de picar carne y se dirigió al cuarto para apartar a la pareja. Pero cuando llegó a la habitación, parte de la locura ya estaba cometida, por lo que el homicida pensó en no dejar testigos y la emprendió contra la otra mujer. Como testigo mudo se encontró el cuchillo ensangrentado el cual fue analizado por especialistas quienes hallaron en el arma huellas que se convirtieron en señas contundentes para ordenar la aprehensión del homicida, quien, posiblemente,

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sufrió un desenfrenado ataque de celos que lo llevaron a proceder de esa manera. Hasta ahí había llegado la pretendida reconciliación. La orden de captura La orden de captura quedó entonces a nombre de Luis Eduardo Guerrero Salazar de quien las autoridades hicieron un diagnóstico que determinó que era demasiado celoso, posesivo; sufría de esquizofrenia, arrebatos de ira sumados a que no quería perder a su antiguo amor. El sospechoso huyó y las autoridades tenían el compromiso de capturarlo para tranquilidad de los familiares y de la propia comunidad que en apoyo de los allegados de las víctimas, seguía manifestado su total repudio. Las labores de inteligencia permitieron determinar que Guerrero Salazar estaba en la ciudad de Bucaramanga, en el departamento de Santander a donde llegó con la intención de despistar a las autoridades. Entonces, investigadores se desplazaron hasta esa localidad en la que establecieron que el sospechoso, en su maniobra para desviar la investigación, cumpliría una cita ante la Fiscalía, pues quería corroborar personalmente si efectivamente contra él se adelantaba una investigación por el doble homicidio. Ese momento fue aprovechado por los detectives e hicieron efectiva la captura trasladándolo ese mismo día a Ocaña para presentarlo en audiencia pública ante un juez y en cuya diligencia la Fiscalía acusó a Luis Eduardo Guerrero Salazar de homicidio en concurso homogéneo selectivo. El inculpado no aceptó los cargos siguiendo el proceso en el que se habló que de confirmase su culpabilidad podría afrontar una pena de entre 17 hasta 37 años de prisión. Un togado con funciones de control de garantías le dictó medida de aseguramiento. Guerrero fue conducido al Centro Penitenciario y Carcelario de Mediana Seguridad de Ocaña

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donde quedaba privado de su libertad hasta llegar a la etapa de juicio. Profesionales íntegras Leidy León Garavis y Judy Torcoroma Pinzón Solano eran oriundas del municipio nortesantandereano de Convención. Ambas estudiantes de la Universidad Francisco de Paula Santander. Leidy, ya había terminado asignaturas de su carrera de Administración Comercial y Financiera, por lo que se preparaba para obtener el grado. Era casada. Dejó una hija de cinco años de edad. Judy Torcoroma Pinzón Solano, estudiaba Contaduría Pública, soltera y compartía vivienda con Leidy. Ambas de familias reconocidas y respetadas en su tierra natal.

Libre Pero la investigación dio un giro inesperado tanto para los familiares de las víctimas como para la comunidad sedienta de justicia. Luis Eduardo Guerrero Salazar, quien era el principal sospechoso del asesinato de las dos mujeres, fue absuelto según el fallo en primera instancia emitido por el Juez Primero Penal del Circuito con funciones de conocimiento de Ocaña. Como se procede en el sistema penal acusatorio, una vez finalizada la práctica de pruebas y los sujetos procesales como la defensa, representante del Ministerio Público como representante de las víctimas y la fiscalía expusieron sus argumentos, el juez presentó el sentido del fallo que en el caso de la muerte de Leydi León Garaviz y Yudiy Torcoroma Pinzón, fue absolutorio. El juez consideró que no había

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prueba para dictar sentencia condenatoria por lo que Guerreo Salazar salió de la cárcel tomando rumbo desconocido. El fiscal Juan Carlos Pacheco de inmediato interpuso el recurso de apelación ante el Tribunal Superior de la ciudad de Cúcuta con la intención de revocar el fallo de primera instancia que dejó libre a Guerrero. Solo esa autoridad judicial podía confirmar la absolución o anular la decisión para dictar sentencia y ordenar la recaptura de Guerrero Salazar. Todo quedó dependiendo de la decisión de la segunda instancia mientras que el fiscal Pacheco aseguraba que el ente acusador tenía el pleno convencimiento de que con las pruebas aportadas y allegadas se podría romper la presunción de inocencia y establecer más allá de toda duda razonable que Luis Eduardo Guerrero Salazar había participado en el homicidio. El fiscal Juan Calos Pacheco fue más allá y reveló que según lo determinado por Medicina Legal, surgió de una prueba genética la existencia de una cuarta persona en el lugar de los hechos. Esto porque en las uñas de una de las víctimas se hallaron partículas de carne que pertenecerían a una persona diferente a Luis Eduardo Guerrero Salazar. Pero si de giros se trata, impugnada esta decisión por la Fiscalía, el Ministerio Público y el apoderado de la víctima, el Tribunal Superior de Cúcuta la revocó mediante sentencia del 27 de febrero de 2013, para en su lugar condenarlo a la pena principal de cuatrocientos (400) meses de prisión y a la accesoria de inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas por veinte (20) años, como autor penalmente responsable del concurso de delitos objeto de acusación. Para Johana Patricia Guerrero Salazar hermana y defensora de Luis Eduardo Guerrero Salazar fue sorprendente la decisión del Alto Tribunal considerando que el magistrado ponente no tomó en cuenta algunas circunstancias, asegurando que se

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basó en situaciones que no fueron objeto del debate durante el juicio. La defensa manifestó que fueron apreciaciones subjetivas agregando que no se tuvo en cuenta lo demostrado en estrados violándose los principios de la prueba final. La abogada dice que “el magistrado habla de una relación probada entre la occisa Yudi y Eduardo Guerrero agregando que ninguno de los testigos afirmó tal cosa y por el contrario los mismos reconocieron una relación hace 14 años y no durante este tiempo”. Pero la defensa fue más allá e hizo unas revelaciones inquietantes. La primera, que en el cuerpo de Yudiy Patricia se encontró el ADN de tres personas diferentes que habrían estado con la mujer. No obstante, asegura, no se investigó de quienes eran ni a quienes correspondía el ADN. Para la Abogada, entre los dueños de esos ADN está el asesino. La segunda, se pregunta por qué la fiscalía insistió en la prueba de sangre para ser cotejada con la encontrada en el lugar de los hechos y luego, cuando el resultado no inculpaba a su defendido Luis Eduardo Guerreo Salazar el ente acusador no le prestó la importancia requerida. La abogada se inquieta por la insistencia de la fiscalía y de los familiares de las occisas de la culpabilidad de Guerrero Salazar y no de los dueños del ADN encontrado en el lugar de los hechos. La defensa del acusado interpuso recurso extraordinario de casación pero la Corte Suprema de Justicia, sala de Casación Penal, decidió el 4 de junio de 2013 inadmitir la demanda de casación presentada por el defensor de Luis Eduardo Guerrero Salazar que para la fecha estaba huyendo. Séxtuple asesinato

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“El que a hierro mata, a hierro muere”

Tres puntos diferentes del territorio ocañero, Norte de Santander, se convirtieron en escenario de muerte al ser abatidos seis desmovilizados de las autodefensas quienes a pesar de recibir los beneficios del programa siguieron delinquiendo. Lo que era apenas un rumor en los oídos de la gente de Ocaña se convirtió en noticia para los reporteros de los medios locales. Estos daban cuenta de la existencia de tres muertos en un sector semiurbano de la ciudad. Una vez los periodistas y las autoridades estaban en el sitio señalado, fueron avisados de otros dos puntos donde también había personas asesinadas a bala. Para los investigadores, era un misterio las causas que rodearon la muerte de seis hombres en tres partes distintas de la ciudad en una misma noche, todas con impactos de arma de fuego corta.

El recorrido de la muerte

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El primer hallazgo de cuerpos se registró hacia las 9:00 de la noche del lunes 23 de mayo del 2007 en la vereda El Danubio, sector rural de Ocaña. Hasta ese lugar fueron conducidos Jorge Antonio Arévalo Pérez de 38 años de edad, conductor del taxi tipo Renault 9, de pacas XLA 315; Goryi Vega Peña, natural de Santa Rosa, sur del departamento de Bolívar; y, Oscar Wbeimar Velázquez, natural de Medellín en el departamento de Antioquia. Allí fue donde, según las autoridades, se produjo el primer ajuste de cuentas, las cuales dejaron como resultado los tres hombres baleados, al parecer por sus propios compinches y socios en negocios ilícitos. En la escena del crimen estaba el vehículo impactado por todos lados y sus ocupantes en su interior, lo que hizo presumir que los hombres fueron citados al lugar en donde eran esperados para rematarlos a tiros. Los pistoleros que se encontraban camuflados en la penumbra con sus armas listas, vieron llegar el taxi y sin mediación alguna las desocuparon contra el conductor y los pasajeros que habían solicitado el servicio inusual, por tratarse de un sitio apartado de la ciudad y a una hora en la que nadie se acerca a un lugar despoblado.

Tentáculos de la muerte llegan hasta La Madera No “cesaba la horrible noche” de sangre; el recorrido de muerte se paseaba por la vereda la Madera. Allí sólo hasta las 6:00 de la mañana, campesinos que madrugaron a sus labores diarias, se encontraron con otro marco aterrador.

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El cuerpo, tirado bocabajo, de un hombre quien fue identificado como Julio Enrique Ávila, de 23 años de edad, natural de Santa Rosa, sur del departamento de Bolívar. Su identidad se estableció a través de un documento hallado por los investigadores que llegaron al sitio a efectuar la inspección y levantamiento del cadáver. Se trataba de un carné que lo acreditaba como miembro del programa de reinserción del gobierno nacional. Con este segundo caso, ocurrido durante la misma noche del crimen anterior, las autoridades, aunque sin reconocerlo, empezaron a entretejer que se trataba de hechos relacionados entre la misma banda criminal. La hipótesis de un ajuste de cuentas tomaba más fuerza. En este hecho, la víctima, quien vestía ropa informal y corte militar, fue conducida con vida hasta el lugar donde fue baleado por los sicarios y su cuerpo dejado abandonado.

El nefasto recorrido terminó en Piedra Partida Cuando la policía y los técnicos investigadores se disponían a regresar a sus cuarteles y oficinas, les llegó la información de parte de residentes de la vereda Piedra Partida, que hasta allí había llegado el periplo de muerte. Se informaba de la presencia de dos personas muertas. Las autoridades, como los reporteros, un tanto incrédulos salieron para el sitio. La zozobra crecía pues, de confirmarse la información, se trataría de seis personas muertas en el transcurso del 23 al 24 de mayo. Transitando por la carretera destapada y con la orientación de algunos curiosos y campesinos de la zona, se llegó a un punto donde dos cadáveres tirados en el piso eran la peor confirmación del séxtuple asesinato. La inspección judicial de los cuerpos permitió que se hallaran algunos documentos en los bolsillos de los ajusticiados

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estableciéndose que se trataba de John Jairo Narváez Herrera, de 27 años de edad natural de la Gloria, al sur del departamento del Cesar, y Nilson Tobar Uribe, de 27 años, natural de Barranco de Loba también al sur de Bolívar. Ambos portaban carné que los certificaba como desmovilizados de las autodefensas. Ya eran tres los ex paramilitares muertos que, una vez desmovilizados, entraron a engrosar las filas de las bandas al servicio del narcotráfico para seguir en sus andanzas criminales. Ante semejante matanza, las autoridades no podían quedarse quietas y se inició un trabajo de investigación que permitió: primero, establecer que no se trababan de crímenes aislados y; segundo, la captura de cinco personas miembros de una banda criminal que fueron señalados como responsables de la masacre. La orden de los mandos de la fuerza pública era la de aclarar el hecho lo más pronto posible. La presión de sus superiores llevó a los investigadores a adelantar averiguaciones certeras que llegaron hasta personas que, al parecer siendo de la misma banda, decidieron entregar detalles de la arremetida homicida y los sicarios quienes prácticamente fueron delatados y seguidamente capturados. Entre estos se encontraba uno de los jefes de importancia de la organización conocido como J-5 y de quien no se supo su verdadero nombre. Este habría planeado la serie de citas y encuentros con supuestos fines de negocios pero todo se trataba de una purga dentro de la misma organización criminal que desató la ola de muerte. Según el comandante de policía de la zona, se confirmó una retaliación entre miembros de la organización ilegal por negocios de droga.

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Eslabones del terror La muerte persigue a mujer vestida de blanco Los fuertes coletazos de la violencia golpean con mayor intensidad durante un fin de semana en Ocaña, Norte de Santander. La muerte escondida en los negros cortinajes de la noche deja el sabor amargo de la inseguridad en la Hidalga Villa de los Caro, como también es conocida la ciudad de Ocaña. Entre las primeras víctimas de una noche de asesinatos se encontraba una reconocida enfermera del hospital regional Emiro Quintero Cañizares. Victoria Helena Jaime de Núñez salió a cumplir una cita con la muerte. Alguien solicitó sus servicios y todo parecía normal en el seno de su familia. A medida que pasaba el tiempo, la mujer no regresaba y la angustia e incertidumbre se apoderó de allegados y amigos quienes temían un desenlace fatal. Ante esa sensación avisaron a las autoridades la presunta desaparición al tiempo que se imaginaban lo peor. La búsqueda no dio espera, la tardanza no estaba dentro de lo normal. Versiones permitieron conocer que en el barrio Marabelito de Ocaña la mujer fue abordada por hombres desconocidos que

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bajo intimidación se la llevaron, hasta perderse su rastro. A pesar de la reacción de la Policía Nacional cuando fue informada, procediendo con el cierre de las vías de acceso a la ciudad, no se pudo dar con su paradero.

El reloj no detiene su marcha El implacable galopar de los minutos tornaba más tenebroso el ambiente, eran las horas de la noche del sábado 9 de agosto del 2003 y un silencio sepulcral invadía el hogar de la auxiliar de enfermería. Compañeros de trabajo del centro asistencial se sumaron a la intensa búsqueda. Apenas despuntaban los primeros rayos del sol del día domingo, cuando campesinos informaron a las autoridades sobre el hallazgo en la vereda Palo Grande de dos cadáveres, uno de ellos de sexo femenino. Todos corrieron hacia esa zona rural del municipio de Ocaña y lograron verificar que efectivamente se trataba de la enfermera raptada el día anterior. Su humanidad presentaba varios impactos con arma de fuego. Al reconocer el cadáver, allegados, estallaron en llanto, rabia y dolor. No se explicaban por qué fue asesinada una mujer excepcional.

El otro drama familiar Entre tanto el hombre fue identificado como Yafride Carrillo Sarabia de 24 años de edad y quien también había sido raptado días antes por desconocidos cuando salió de su casa en el sector de Los Pinos. Los homicidas amparados bajo las sombras cómplices de la noche se desplazaron por una carretera destapada desde la Avenida Circunvalar hacia Palo Grande. Luego de tres kilómetros de recorrido con el hombre y la mujer, llegaron a

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un paraje solitario cuyo silencio se rompió con el estruendo de los tiros de gracia que ambos recibieron en la cabeza. El doble homicidio quedó en la impunidad y tuvo repercusiones lamentables y casi inmediatas en la familia de Yafride Carrillo. Los días previos a su muerte, Gladys Sarabia madre de Carrillo, paseó con la foto de su hijo varios lugares y medios de comunicación pidiendo a quienes se habían llevado al joven, que lo entregaran con vida. Cargando en sus brazos a su otro hijo de apenas dos años, dejó ver su estado de conmoción clamando con lágrimas en los ojos para que quien le proporcionaba el sustento, regresara pronto. Pero la respuesta fue devastadora. Su hijo había aparecido sin vida junto al cadáver de la enfermera Victoria Helena Jaime. Horas después, aunque la mujer se mostraba tranquila, en su interior había un estado de depresión por la muerte de su hijo, que la llevó a tomar una sustancia tóxica. De manera rápida fue llevada al hospital pero las acciones de los galenos fueron infructuosas y el ama de casa de 50 años de edad, murió. El crimen quedó en la impunidad y lo motivos nunca se conocieron. Un fatídico pacto Socios beben el amargo licor de la muerte Un animado momento de esparcimiento entre socios desencadenó en un triple crimen en zona rural de Ocaña, Norte de Santander. Pagaron con sangre de manera espantosa un mal entendido luego de sellar un misterioso negocio. Tres personas procedentes del casco urbano de Ocaña fueron acribilladas

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por dos hombres con quienes bebieron cerveza, luego de cerrar una negociación. Hasta el vehículo utilizado para el desplazamiento fue incinerado.

El viaje hacia la muerte Carlos Alfonso Criado, Danuil Ortiz y Eduardo Navarro salieron el sábado 19 de agosto de 2006 junto con otra persona, en el vehículo de placas venezolanas AEM 49I hacia la vereda Matacalabazo, distante unos 20 kilómetros del casco urbano de Ocaña, por una carretera destapada y en malas condiciones en algunos tramos. Los hombres, oriundos y residentes en Ocaña, emprendieron el viaje hasta ese sector rural donde según campesinos de la zona, eran esperados por dos personas. La sangre derramada en ese lugar generó el rumor de un asesinato, razón que llegó rápidamente hasta la ciudad, y a oídos de un grupo de reporteros locales que salió para el sitio, pues la noticia estaba casi confirmada. Se habló que el hecho había ocurrido cerca de Ocaña pero el viaje de los periodistas se alargó pues la realidad era que el lugar de los hechos estaba bastante retirado. Ante la sensación de inseguridad durante el trayecto, en un par de oportunidades estuvieron a punto de regresar. Los reporteros que viajaban en motocicletas se detuvieron para verificar cómo estaban las condiciones de seguridad indagando con campesinos. En ese preciso instante, una mujer que viajaba en carro detuvo la marcha para preguntar a los comunicadores sobre la veracidad del asesinato de unas personas. Les Indagaba insistentemente por las identidades de los muertos, hasta ese momento desconocidas por los periodistas, quienes tras corroborar con lugareños que tres personas

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habían sido asesinadas y su vehículo incinerado, prosiguieron la marcha hasta llegar al sitio. Impacto en la pupila de los campesinos Allí los campesinos revelaron detalles sobre lo que habían visto y escuchado momentos previos a la masacre. Uno de ellos explicó que los ocañeros eran esperados por dos personas. Una de estas ubicada en la parte alta del cerro en donde está ubicada una tienda y el otro a orilla de la carretera. Estos se comunicaban a través del teléfono celular. Un niño de la vereda, pudo escuchar lo que hablaban y comunicó a su padre, Pedro Jesús Coronel, que los hombres estaban esperando a unos compañeros que venían de Ocaña para cerrar un negocio. Hacia las 4:00 de la tarde se dio el encuentro de los cuatro ocupantes del carro proveniente de Ocaña y los dos desconocidos que esperaban. Todos se sentaron en la tienda y pidieron cerveza. Allí les dieron las 9:00 de la noche hora que los campesinos, como es costumbre, ya estaban en sus casas. Todo era silencio. De un momento a otro escucharon disparos y un fuerte estallido. El temor se apoderó de la gente que a pesar de estar dentro de sus casas, sentía temor por lo que estaba sucediendo afuera. Prefirieron no salir hasta que vieron la luz del otro día. Dantescas imágenes del triple crimen Teófilo Carreño, también habitante de Matacalabazo, narró su propia versión y aseguró que se fue a dormir a eso de las 8:30 de la noche cuando al rato escuchó la balacera. Teófilo tuvo el valor de asomarse entre abriendo la puerta de su casa para tratar de ver qué era lo que estaba pasando, cuando reparó que

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el carro de los forasteros estaba en llamas de tal manera que hasta su casa volaron chispas. Nadie supo a ciencia cierta cuál fue el motivo de los socios, quienes estuvieron departiendo en la tarde, de terminar los unos acribillando a los otros. Se cree que fue al parecer por diferencias en la negociación de sustancias ilegales. A la mañana del domingo 20 de agosto los campesinos salieron y lo primero que encontraron al lado de los fierros en que quedó convertido el carro fue el cuerpo baleado de uno de los ocañeros. Luego de rastrear el sector, hallaron los cadáveres de los otros dos en un barranco. Familiares de Carlos Alfonso Criado, Danuil Ortiz y Eduardo Navarro llegaron hasta el sitio donde confirmaron que los muertos eran sus allegados. Un par de mujeres, lamentaban con gritos y llanto la forma como habían acabado con la vida de sus esposos. En el sitio de los hechos no se hizo presente ninguna autoridad. Un carro fúnebre que llegó al sitio fue el encargado de trasladar los cuerpos hasta la morgue de la Unidad Local de Medicina legal de Ocaña. Un cuarto hombre que también viajó a Matacalabazo al parecer pudo escapar de los pistoleros y no se volvió a saber de su paradero. El hombre más buscado “Megateo” sembró de terror la provincia de Ocaña

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Por tierra y aire, ofreciendo el oro y moro las autoridades buscan como “aguja en un pajal”, a uno de los hombres más escurridizos de la subversión en Colombia. El prontuario de alias Megateo, comandante del frente Libardo Mora Toro del menguado EPL es bastante abultado. El temido jefe guerrillero adquirió reconocimiento en el ámbito nacional luego del atentado donde perdieron la vida 18 miembros de la fuerza pública en hechos ocurridos en la vía hacia el corregimiento de La Vega de San Antonio en una acción en la que se pretendía capturar al ahora legendario cabecilla. Víctor Ramón Navarro Serrano alias “Megateo” sólo era conocido y temido por los habitantes de los municipios que hacen parte de la provincia de Ocaña, en Norte de Santander. Sin embargo, en la década del 2000 se convirtió en una tenebrosa leyenda desde que su nombre empezó a sonar no sólo como jefe del EPL, único reducto que queda vigente en el país, sino con actividades de narcotráfico. De esa célula subversiva se decía por parte de las autoridades militares que estaba diezmada. No obstante, los organismos de

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inteligencia empezaron a seguir la pista en lo más tupido de las montañas de las poblaciones de Hacarí y La Playa de Belén. Tras la cabeza del zar de las drogas Se montó una operación con tropas combinadas del entonces Departamento Administrativo de Seguridad DAS y el Ejército Colombiano pues ya se tenía información concreta del paradero de Navarro Serrano a quien, también, señalan del manejo del negocio de coca que sale de la región del Catatumbo. Efectivos de inteligencia infiltraron la estructura criminal a través de un informante oriundo del municipio de Girardot, del departamento de Cundinamarca, y quien se encargó de coordinar un supuesto negocio de alucinógenos a cambio de una importante cantidad de armas. Esa sería la base del plan para neutralizar a “Megateo” quien por medio de sus propios informantes se enteró de las intenciones de los organismos de seguridad del Estado. Ante la situación, montó su propio plan y fraguó una emboscada, sembrando el pánico en la provincia con una acción terrorista sin precedentes que acabó con la vida de soldados y detectives cuyos cuerpos quedaron destrozados por efectos de una poderosa carga de explosivos. Desde ese 21 de abril de 2006 los medios nacionales e internacionales dieron a conocer el prontuario de Víctor Ramón Navarro Serrano quien tras esa acción se convirtió en uno de los hombres más buscados por las autoridades. Craso error estratégico El fracaso de la operación que terminó en la muerte de 18 miembros de seguridad del Estado se constituyó en uno de los reveses más duros recibidos por la Fuerza Pública en los últimos años.

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Ese día, 27 agentes junto con los soldados de las Fuerzas Especiales embarcaron en un vehículo camión tipo furgón. La operación fue montada desde la ciudad de Bogotá por lo que los mandos militares y policiales de Ocaña no tenían pleno conocimiento de la acción. Desde la capital del país llegaron a Ocaña 23 de los mejores hombres del DAS para unirse a otros siete curtidos combatientes del ejército quienes se articularon para formar el grupo especial. En la mañana del jueves, el convoy, encabezado por el furgón donde iban los agentes y militares, salió del Batallón Santander rumbo a la vereda Astilleros, zona rural de La Playa de Belén. Pero un error estratégico habría llevado al fracaso la operación contraguerrilla que culminó en la muerte de once detectives y siete soldados que ocupaban el vehículo. Los miembros de la fuerza pública avanzaban custodiados por otro grupo de militares con la firme misión de capturar a Víctor Ramón Navarro, ‘Megateo’, uno de los principales jefes del frente ‘Libardo Mora Toro’, del Epl, el último reducto de esa guerrilla. Líder subversivo en la mira Desde la noche anterior, detectives y soldados tomaron la vía hacia la Playa de Belén, pasaron por el corregimiento Aspasica y al llegar al sitio conocido como El Espejo, siguieron en dirección hacia La Vega de San Antonio con la firme intención de capturar al líder guerrillero. Las unidades militares no tuvieron en cuenta las condiciones del terreno, montañoso y quebrado; no tomaron las precauciones necesarias para ingresar a la zona donde el cabecilla es considerado “amo y señor”. Esa improvisación operacional facilitó que los guerrilleros se escondieran en cafetales y maraña de la montaña para realizar el ataque.

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Entre los agentes iba un informante, quien era el encargado de señalar a los miembros del grupo especial el escondite de “Megateo” quien hace presencia, en los 10.298 kilómetros cuadrados de las selvas del Catatumbo, negociando droga. A las 11:00 de la mañana cuando iba bien avanzado el recorrido, el vehículo se desplazaba entre las veredas Cerro Negro y Mesitas donde los guerrilleros tenían montada la emboscada. Inicialmente fue activado un campo minado que lanzó al vehículo por los aires. Esa acción vino acompañada de una lluvia de bala de fusil y ametralladora, granadas de mano que cayeron sobre los detectives y soldados. Las unidades militares que escoltaban el furgón, en el que supuestamente llevaban las armas para el negocio, reaccionaron y se desató un combate que dejó varios militares heridos. No se conoció de bajas en las filas del grupo armado ilegal. Panorama sombrío en la vía El resultado y el panorama no podían ser más nefastos. En el piso yacían dispersos y mutilados los cuerpos de los miembros de la comisión mientras el furgón quedaba convertido en montones de chatarra. Algunas armas y granadas permanecían abandonadas en el lugar. Aunque el error de estrategia es la hipótesis más fuerte, voceros del DAS no descartaron que haya sido una trampa tendida por el informante que los llevó hasta el sitio. Los detectives asesinados fueron identificados como Andrés Moncada Dubián, José Cárdenas Bedoya, Jesús Antonio Rodríguez, Freddy Castellanos, José Acosta Sánchez, Luis Albarracín Quintana, Darío Vacca, Oliverio Cañón García, José Gabriel González Amaya, Alexis López y Fernando Murillo Marín cuyo cuerpo fue hallado por campesinos de la zona, varios días después de la emboscada.

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También de la zona fueron recuperados los cuerpos del sargento Dunis Catalán Meza; los cabos Jorge Ayure Rativa y Norberto Burgos Moreno; y los soldados Carlos Cordero Ochoa, Julio Ochoa Yepes, Edwin Ramírez Castro y Luis Gutiérrez Camacho. Quedaron heridos los soldados Jainever Blanco Delgado, Raúl Millán Pinzón y Juan Rincón Martínez.

Seis años después capturan traidor Pero las cosas no quedarían así. La investigación comenzó a tomar visos inesperados pues salía a la luz la sombra de la traición. Años más tarde, las autoridades llegarían hasta un detective del Das quien fue señalado como el responsable de “vender “a sus compañeros. Seis años después del crimen fue capturado el exdetective Carlos Suárez para que respondiera ante la justicia. En una calle de Bogotá, donde se escondía bajo la fachada de mensajero de una constructora, terminó en mayo del 2012 la cacería del que, según la justicia colombiana, es protagonista de uno de los peores casos de traición en la historia del país. Allí, con un balazo en una pierna, fue capturado por el Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía el exdetective del DAS Carlos Alberto Suárez Reyes, condenado a 40 años de cárcel por llevar a once de sus compañeros y a siete militares rumbo a la mortal emboscada. El día de la masacre, Suárez, hacia parte del grupo especial del DAS enviado desde Bogotá. En la misión no se incluyeron agentes de la región, para evitar el riesgo de una infiltración. En un video quedó registrado el momento en el que el detective Suárez, por razones desconocidas, decidió bajarse de los carros. Poco después, sus compañeros y los militares que los escoltaban murieron en medio del campo minado y la lluvia de balas.

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Este era un caso de honor para el que fuera el principal pero no menos cuestionado organismo de inteligencia del país. A Carlos Alberto Suárez Reyes empezó a investigarlo el mismo DAS del cual fue declarado insubsistente y despedico. Luego fue capturado. Tras enfrentar un proceso penal lo absolvieron en primera instancia.

El infiltrado

Suárez Reyes estuvo 13 años en el DAS, hasta junio del 2009. Logró mantenerse más de tres años después de la fatal emboscada, e incluso había demandado a la Nación por su desvinculación. Su sospechosa actitud durante el fallido operativo y varias grabaciones obtenidas en una operación de contrainteligencia pusieron al mismo DAS sobre sus pasos. Según la investigación, Suárez le vendía información al mejor postor en la mafia a través de uno de sus primos, Óscar Mauricio Rojas, también condenado a 40 años de cárcel. Rojas fue el canal a través del cual 'Megateo' supo el día y la ruta que iba a tomar el comando que iba por él. Uno de los mejores amigos de Suárez, Luis Eduardo Castaño, se convirtió en testigo en su contra. Este contó que el exdetective se ufanaba de vender información y aseguró que en una ocasión llegó a Bogotá "con dos puchos de cocaína y un reloj de oro que le había dado 'Megateo'”. El jefe guerrillero, considerado como todo un capo y por quien se ofrecen al menos nueve mil millones de pesos, consignó en la cuenta de una amiga del primo del detective dos millones de pesos, que fueron la cuota inicial de lo que se pagó por la traición. 'Megateo' tuvo tiempo hasta para descifrar cómo destruiría el carro blindado en el que venía el primer grupo, y ordenó que tras la explosión remataran a los heridos a tiros de fusil. Desmovilizados relataron años después a la justicia que uno de los detectives, que perdió sus piernas en la explosión, activó

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una granada antes de morir y dejó heridos a dos de los asesinos. El jefe guerrillero conservaba como 'trofeo' los fusiles y un chaleco del DAS. Pero esa no fue la primera ocasión en la que información confidencial llegó a 'Megateo'. Meses antes de la masacre, el guerrillero empezó a negociar armas por cocaína con alias 'José', quien en realidad era un infiltrado del DAS. La investigación señala que Rojas, el primo de Suárez, viajó hasta el campamento de 'Megateo' para advertirlo de la celada. 'José' fue otro de los agentes asesinados el día del ataque. A pesar de las evidencias presentadas por la Fiscalía, el Juzgado Primero de Cúcuta consideró que no había pruebas contra Suárez, pero condenó a su primo. La Fiscalía apeló la decisión y luego el Tribunal Superior de Cúcuta revocó el fallo de primera instancia y condenó al exfuncionario por homicidio agravado, concierto para delinquir y utilización indebida de información oficial.

Así le siguieron la pista

Para ubicar a Carlos Alberto Suárez fue a través de su novia. Agentes del CTI se hicieron pasar como funcionarios de una Empresa Promotora de Salud (EPS) para que la mujer accediera a dar una dirección. Esta correspondía a una constructora del norte de Bogotá, frente a la cual se produjo la captura. De esta forma el crimen de los miembros de la fuerza pública no quedaría del todo en la impunidad pues el principal responsable sigue escondido en las selvas del Catatumbo. ………………………………………………………………. “La Bruja” no respeta pinta Desarticulada banda de asaltantes

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Como ratas de alcantarilla prolifera en diferentes sectores de la ciudad delincuentes que ingresan a las viviendas y arrasan con todos los elementos de valor que encuentran a su paso. Los continuos robos a vivienda puso en alerta a la policía y luego de varios allanamientos, gracias a los datos suministrados por la red de cooperantes, la policía desarticuló una banda de asaltantes de viviendas. Por varias semanas las autoridades estuvieron en jaque debido los atracos registrados en diferentes partes de la ciudad, ya que no había indicios claros sobre los responsables. Algunos de los casos de robo, perpetrados por la banda, fueron denunciados ante los investigadores de la Fiscalía. Incluso algunos de los afectados llegaron hasta la Policía a interponer la denuncia por la pérdida de elementos de valor y abusos cometidos por los integrantes de la organización delincuencial. Todo con la esperanza que se hiciera justicia. Otros prefirieron callar por temor a represalias de parte de los malhechores. “Un vasito de agua, por favor” Entre los casos más sonados perpetrados por la banda está uno registrado en el barrio San Agustín cuando a una vivienda

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llegaron dos mujeres a pedir un vaso de agua y, ante la actitud inocente de las personas de la residencia, las delincuentes, junto con dos compinches, que llegaron en ese momento, entraron abruptamente a la casa. Tras reducir a los miembros de la familia, atándolos e intimidándolos con armas de fuego, lograron sacar televisores, parlantes para equipos de sonido y mercancías representadas en ropa, licores y dinero en efectivo. Pero ni las personalidades escaparon de las garras de la tenebrosa banda. Los ladrones llegaron a la vivienda personal de una alta funcionaria de la Procuraduría Provincial a la cual ingresaron llevándose joyas y elementos de valor. Los delincuentes no satisfechos, irrumpieron en un almacén de lencería contiguo a la residencia de la Procuradora. De aquel negocio se llevaron 800 mil pesos producto de las ventas de un fin de semana. Los delincuentes no dejaron rastro alguno que pudiera orientar a las autoridades. Ladrones no dan tregua Los asaltantes no escatimaron oportunidad y abordaron a la empleada de una empresa constructora que retiró de un banco la suma de cinco millones de pesos siendo seguida por los ladrones quienes a pocas cuadras de la Estación de Policía la agredieron arrebatándole el bolso donde llevaba el dinero. Los miembros de la banda no interrumpían su accionar y lo hacían a cualquier hora. Ese mismo día hacia las 5:00 de la tarde, los forajidos, llegaron a un centro de belleza estética, no propiamente a solicitar el servicio, sino a despojar a los clientes de los elementos de joyas y dinero. Procedieron a amordazar a todas las personas que se encontraban allí para facilitar la huida. Entre tanto la comunidad pedía resultados a la Policía Nacional, sin embargo no se veían por ninguna parte.

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Por lo menos esa era la sensación, pero la verdad es que un grupo de investigadores destinados al caso estaba trabajando silenciosamente en el seguimiento de la banda. El “Cristo de Espalda” para los atracadores Transcurría la Semana Santa; mientras los feligreses se alistaban para asistir a los actos litúrgicos, los investigadores se aprestaban a dar un golpe contundente a la banda. Apoyados en la red de cooperantes y llamadas recibidas a la línea de emergencia 112 de la policía empezaron a atar cabos, recopilar indicios sobre la identidad y ubicación de los miembros de la organización delincuencial. Las pesquisas permitieron establecer que el jefe de la banda era Albeiro Romero, alias “La Bruja”, encargado de facilitar las armas empleadas para los robos y quien luego hacia los repartos sacando ventaja y “tumbando” a sus propios compinches. Durante los días santos los investigadores trabajaron en el seguimiento de la banda y cada día obtenían nuevos datos. Las desigualdades en la repartición del botín generaron vendettas entre sus miembros, lo que facilitó la redada. Con la información oportuna las autoridades llegaron a sectores como la Ciudadela Deportiva, Marabel y Torcoroma donde se registran las primeras capturas. Cuatro personas entre ellas un menor de edad fueron puestas a mejor recaudo. La suerte estaba echada Cotejando huellas e informaciones suministradas por quienes sabían las andanzas de los integrantes de la banda, que se encargaron de delatarlos a la espera de una recompensa, la Policía planeó varios allanamientos en los barrios Olaya Herrera, Santa Clara y Jorge Eliecer Gaitán.

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Los datos resultaron efectivos y en esos lugares los uniformados encuentran televisores, teléfonos celulares, lociones, joyas representadas en relojes, pulseras y anillos. Incluso maquinaria que había sido robada en una trilladora a donde habían ingresado tras abrir un hueco en la pared. Además incautaron dos armas de fuego y 100 gramos de marihuana. En esos mismos sitios se capturaron a los miembros de la banda quienes fueron identificados como Balmiro Gallardo Mejía, Ciro Alfonso Rincón, Juan Luis Estupiñán, implicado en el robo a la Trilladora; Guillermo Rincón Murcia, alias “Memo”, quien participó en el asalto del centro de estética y a la vivienda de San Agustín. Jorge Elí Bayona Bayona, quien también visitó la peluquería y una vivienda en la población de Ábrego. Igualmente, en el asalto a un vehículo en la vía al municipio de la Playa de Belén donde hubo reacción de un agente en cubierto. Todos esto hechos perpetrados en un lapso de seis meses. Así mismo, fue capturado un menor de edad hijo de Balmiro Gallardo Mejía. Trascendió que alias la “Bruja” huyó junto con dos mujeres al parecer a la ciudad de Barranquilla, departamento de Atlántico. ……………………………………………………………… Asesinado y enterrado en El Hatillo

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Regresó a Ocaña a celebrar sus cumpleaños y encontró la muerte La ilusión de regresar a su tierra natal para celebrar sus cumpleaños, le costó la vida a un joven lleno de muchas esperanzas. De una manera brutal fue asesinado y luego enterrado en una zona fangosa de un sector semiurbano de la ciudad, Sergio Pabón. Todo para despojarlo de un dinero con el que pretendía sellar un negocio. El crimen perpetrado en el año 2006 causó asombro y consternación entre la comunidad ocañera. Sergio, un joven de 24 años de edad, murió de forma horrenda a manos de criminales quienes, se podrían considerar como principiantes en las lides delincuenciales. Pabón, estaba radicado en otra ciudad y regresó a Ocaña para celebrar sus cumpleaños. Estando en casa habló a sus familiares de la posibilidad de un negocio. Con ayuda de algunos allegados reunió una suma cercana a los 10 millones de pesos. El negocio le costó la vida Salió entonces en compañía de un amigo hasta el sector El Hatillo llevando consigo el dinero, allí fue dejado por su acompañante quien se comprometió a recogerlo más tarde en ese mismo punto. Quedó en la finca, junto con las personas con quien iba a cerrar el negocio. Los detalles del trato no se revelaron, lo cierto es que horas más tarde, cuando el amigo de Pabón fue a recogerlo, de la casa salió una persona quien le explicó que Sergio aún estaba ocupado. Además le dijo que había

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mandado la razón que regresaría por su propia cuenta tomando un taxi. Entre tanto sus familiares seguían esperándolo. No sabían de su paradero por lo que con el paso de las horas, iniciaron la tarea de búsqueda informando inicialmente a las autoridades la posible desaparición. Con la alarma encendida, en la mañana del domingo 27 de septiembre se dio aviso a la Policía sobre la existencia de un cadáver enterrado en una fosa común en una finca de El Hatillo. La información y las casualidades hicieron presagiar lo peor. Hasta el sitio llegaron las autoridades e investigadores de la Fiscalía en donde efectivamente encontraron el cuerpo semienterrado en una tumba tanto improvisada como fangosa. El espantoso hallazgo del cadáver Las averiguaciones preliminares adelantadas por los detectives, y la entrevista hecha a la persona que llevó a Sergio Pabón a la finca, permitieron dar con algunos de los negociadores. Ante la falta de claridad en las respuestas por parte de estos, uno de ellos, tal vez lleno de pánico, no tuvo otra alternativa y reveló donde estaba el muchacho. Su cuerpo era el que ocupaba la fosa común. Con la angustia en su nivel más alto, el padre de Sergio llegó hasta el sitio donde habían enterrado a su hijo. Ante la inestabilidad y humedad del terreno, metió su mano en el fango teniendo contacto con las piernas del cadáver. En ese momento su corazón le confirmó que se trataba de su hijo. El cuerpo fue desenterrado en medio del dolor de sus familiares y amigos que se agolparon en el lugar. La inspección judicial del cadáver determinó que el joven había sido ahorcado con una correa. Luego fue maniatado y llevado hasta el sitio donde fue enterrado aun con el cinturón entre su cuello y extremidades.

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El cuerpo de Pabón fue llevado a la morgue de la Unidad Local de Medicina Legal para la necropsia siendo luego entregado a sus familiares quienes le dieron sepultura. Investigadores tras la pista de los criminales Las autoridades no estaban quietas. Con algunos de los datos obtenidos con las mismas personas con las que Sergio estaba concretando el negocio, ya se manejaba el nombre de un potencial autor material del crimen. Se trataba de Jhonier Osorio Criado de 19 años de edad. Los investigadores llegaron hasta su casa en un barrio popular de Ocaña en donde encontraron un pantalón y zapatos enlodados. Estos detalles evidenciaban su responsabilidad. Osorio ya había huido. En la comunidad quedaba la sensación de impunidad pero ante la contundencia de las pruebas ya estaba emitida la orden de captura contra Jhonier Osorio Criado, quien seguía en fuga. La primera semana del mes de diciembre, una llamada a la línea de emergencia de la policía 112 alertó sobre la presencia de Osorio Criado quien estaba sindicado de ser el autor material de la muerte de Sergio Pabón, en una casa del barrio Nuevo Horizonte, justo frente donde residía su familia. Según personas cercanas al asesino, la llegada de la temporada navideña hizo que el prófugo sintiera nostalgia propia de la época y regresara a Ocaña a pasar el fin de año tal vez creyendo que sobre él no recaían responsabilidades por el crimen. La orden de captura se hizo efectiva no sólo en Osorio sino en contra de Alonso Avendaño Uribe quien también fue hallado responsable. Ambos, reconociendo su responsabilidad ante la justicia, se acogieron a sentencia anticipada lo que les sirvió para que la pena se les redujera en casi 20 años. Osorio y Avendaño fueron condenados a 24 años y 20 días de cárcel. A pesar de la petición hecha por su abogado, se les

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negó la detención domiciliaria y condicional. Los defensores apelaron el fallo pero este fue confirmado en segunda instancia. ………………………………………………………………. Del amor a la muerte sólo hay un tajo Espeluznante escena de pasión y muerte

Un hecho de sangre con tintes pasionales conmocionó a los habitantes de la población de González, departamento del Cesar, limítrofe con Ocaña Norte de Santander. El caso se registró en el barrio Colinas de la Florida de Ocaña; la Hidalga Villa de los Caro, donde fue hallado el cuerpo sin vida de una mujer de 22 años de edad, asesinada brutalmente con un cuchillo.

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Tendida en su cama, estaba el cuerpo de Yaneida Ortiz Molina sumergido en un charco de sangre, producto de tres heridas ocasionadas con arma blanca a la altura del cuello. En una de sus manos reposaba el cuchillo con el cual se habrían causado las cortadas mortales. Esto hizo pensar, en un principio, que se trataba de un suicidio. Versión desvirtuada a los pocos momentos de haber ocurrido el hecho pues vecinos de la mujer aseguraban que ella había tenido un altercado con su compañero sentimental quien luego de la pelea salió de la casa con rumbo desconocido. Tan breve como un suspiro de amor Las llamas del amor fueron apagadas con el filo del acero que se deslizó entre sombras fúnebres sobre el cuello de la mujer para profanar el hogar. La hipótesis, de una locura desenfrenada, tomaba fuerza entre las autoridades desde el mismo instante del levantamiento del cadáver. El hombre cometió el crimen y angustiado por la decisión equivocada emprendió la huida. El cuerpo fue hallado por los propios familiares quienes al entrar al cuarto de la mujer, se encontraron con la espeluznante escena. La discusión de la pareja, el día del crimen, habría pasado a las agresiones físicas en medio de las cuales el homicida fuera de control y enfurecido arremetió contra su amada a quien apuñaló hasta causarle la muerte. Yaneida Ortiz Molina, al igual que su compañero sentimental, eran oriundos del mismo pueblo en donde habían trabajado en la alcaldía municipal: González, sur del departamento del Cesar. Allí se inició el romance que terminó en tragedia. La mujer trabajaba como Auxiliar Contable en una empresa

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electrificadora donde hacía prácticas luego de graduarse como Tecnóloga en Administración Comercial y Financiera. Se esclarece el cruel ataque Las investigaciones lograron establecer que la pareja tenía constantes riñas, la última fue precisamente momentos antes de ser hallado el cuerpo de Yaneida. Ante las sospechas que pesaban contra el compañero sentimental de la víctima se inició la búsqueda. Se esperaba también que se presentara voluntariamente a las autoridades para que con su versión se esclareciera lo sucedido. Ante la ausencia, el seguimiento continuó. Cuatro meses después, técnicos investigadores capturaron a Leandro Santiago Castilla ex compañero sentimental de Yaneida. El hombre, figurando como prófugo y señalado responsable del asesinato no andaba lejos. Conducía un vehículo de servicio público en Ocaña por lo que cuando fue interceptado por las autoridades, haciendo uno de sus recorridos, para hacer efectiva la orden de captura, causó cierta impresión en la opinión pública pues todo indicaba que se sentía ajeno a cualquier señalamiento. Internado en el Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Mediana Seguridad de Ocaña purga la pena en medio del llanto y el dolor por la locura cometida.

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………………………………………………………………. Cadáver en estado de descomposición Aterrador hallazgo de un travesti asesinado El gremio de travestis se vistió de luto tras el misterioso asesinato de uno de sus compañeros hallado en su cuarto del barrio Juan XXIII de Ocaña. Era común observar un grupo de travestis deambulando por diferentes puntos cardinales de la ciudad. “Karla” era uno de ellos. Trabajaba en su propio salón de belleza el cual había montado para subsistir. Su sede rotó por varios puntos del municipio.

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Poco se conocía de las andanzas pasionales de “Karla” con los compañeros sentimentales de turno hasta que el 17 de mayo de 2008, el hombre afecto a personas de su propio sexo se convirtió en noticia. En una cama fue hallado el cuerpo sin vida y putrefacto del reconocido homosexual, Emiro Santana Bayona, quien procuraba a toda costa, mantener facciones femeninas. Durante varios días no se tenía razón de su paradero. El salón de belleza permaneció cerrado casi toda la semana previa a su muerte. Sólo hasta el siguiente sábado el olor nauseabundo que salía del cuarto de habitación donde residía, develó el desenlace final. Se tejen hipótesis de la muerte La primera versión callejera, luego confirmada, por los investigadores daba cuenta que lo habían asesinado. Al parecer el crimen de “Karla” se produjo entre el miércoles y el jueves de esa semana pues sus vecinos escucharon esos días música hasta la madrugada. Todo indicaba que el travesti estaba en una de sus parrandas desenfrenadas y fue atacado por alguno de los convidados. Durante esos días “Karla” no llegaba a los lugares que frecuentaba ni a su salón de belleza que por ese tiempo estaba ubicando en el barrio el Carretero. Como era tan conocido, lo echaron de menos. Aun cuando lo buscaron donde vivía, nadie iba más allá de golpear la puerta. Simplemente creían que no estaba en casa. Sólo hasta ese sábado cuando otro travesti conocido como “Chola” y una hermana de “Karla” llegaron hasta la habitación del Barrio Juan XXIII. Tocaron con insistencia y al no tener respuesta presintieron lo peor pues en esa oportunidad salía del interior del cuarto un olor fétido.

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El amigo y la familiar de “Karla” pidieron a uno de los vecinos del sector que las acompañara para poder ingresar forzando la puerta. Las luces estaban apagadas por lo que fue necesario llevar una linterna con la que iluminaron la casa habitación. Una vez en su interior, enfocaron el lecho de muerte notaron los pies descalzos de Emiro, muy hinchados y morados. Al ver que “Karla” estaba sin vida, retrocedieron despavoridos presa de los nervios. Recuperando un poco la tranquilidad, “Chola” y la hermana de “Karla” volvieron a entrar; encendieron las luces viendo en su totalidad el cadáver. Las pesquisas de las autoridades De inmediato vino el llamado a las autoridades quienes se dirigieron al lugar a verificar la situación pasando a practicar el levantamiento y tomar los primeros datos para empezar la investigación que pudiera aclarar los hechos. “Karla”, o Emiro Santana Bayona tenía vestigios de haber sido asfixiado. En su habitación se halló el televisor y otros enceres destruidos, por lo que se empezó a manejar la hipótesis de una riña al interior de la residencia del homosexual. Las pesquisas empezaron con entrevistas dentro del mismo grupo de travestis con los que frecuentaba “Karla”. De ahí se desprendieron potenciales sospechosos entre los que se encontraba precisamente “Chola” quien tuvo que dar algunas explicaciones a las autoridades. Eso le valió ser privado de la libertad por un tiempo pero luego la recobró pues la investigación en su contra no arrojó nada contundente que lo pudiera vincular con la muerte violenta de su amigo personal. Investigadores que llevaron el caso, pudieron confirmar que efectivamente “Karla” había estado acompañado de un hombre, al parecer militar de bajo rango, con quien compartió

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los últimos momentos de vida en medio de la fiesta que terminó en muerte. Los días de “rumba” en los que hubo licor y sexo, terminaron en un altercado que tuvo como punto de partida hacerse a un dinero que “Karla” guardaba dentro de la habitación. El sujeto redujo al travesti colocando una almohada sobre su cara asfixiándolo y provocando su muerte. El agresor se dio a la huida quedando el crimen en la impunidad. ………………………………………………………………. Asesinado con sevicia Universitario lanzado por una escalera y rematado a cuchillo

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Un estudiante de la universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña, nunca imaginó que un momento de esparcimiento sería el epílogo de su existencia. Nadie, en el barrio La Libertad, daba crédito del lúgubre acontecimiento donde el joven Roldan Pérez Guerrero fue agredido y lanzado por unas escaleras. La nefasta noticia se conoció en su casa hacia las 2:00 de la madrugada del domingo 29 de octubre de 2006, aun cuando los hechos sucedieron hacia las 11:30 de la noche del sábado 28. El universitario, de 24 años de edad, estaba en un billar del barrio Juan XXIII del que salió hacia las 11:00 de la noche. Relatan algunos que estaban en el establecimiento donde departían que fue seguido por un hombre cuya mala intención ya se había puesto en evidencia, pues la hizo pública ante quienes estaban en el lugar de donde había salido momentos antes. Ataca el criminal sin compasión Cuando Pérez Guerrero llegó donde hay unas escaleras que comunican con el barrio la Torcoroma fue agredido salvajemente por el hombre quien estaba armado con un cuchillo. A pesar que la situación generó escándalo, los vecinos que presenciaban la escena desde sus casas, prefirieron no salir de ellas a mediar en el asunto. Algunos testigos anónimos contaron a la prensa que el joven fue agredido a golpes y echado a rodar por las escaleras para luego ser rematado con un puñal con el que el asesino le ocasionó severas heridas en diferentes partes del cuerpo.

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Cuando el homicida se dio a la fuga, la gente salió para trasladar al herido al hospital regional, pero antes de recibir atención médica oportuna, el joven universitario había dejado de existir. Entre tanto las autoridades iniciaban un operativo apoyados en las versiones entregadas por quienes estaban en el billar y por los testigos de la agresión. Los datos permitieron establecer la ubicación del asesino quien fue capturado y conducido a la Estación de Policía hasta donde llegaron algunas personas quienes ayudaron a reconocerlo y denunciarlo y así poder judicializarlo y mandarlo a la cárcel. ……………………………………………………………… Garrafal error de la guerrilla ¡Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen!

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Repudio general ocasiona, en los distintos estamentos de la sociedad colombiana, el vil asesinato de dos sacerdotes e igual número de civiles en la vía que conduce hacia el municipio de Teorama, Norte de Santander. Guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional, (ELN) confiesan la equivocación cometida en una de las crueldades rechazadas incluso por la comunidad internacional. El triste episodio ocurrió en instantes cuando la iglesia católica se aprestaba a celebrar las Fiestas religiosas de la virgen de las gracias de la Torcoroma. Fueron asesinadas cuatro personas entre ellas los sacerdotes de la Diócesis de Ocaña; Ramón Emilio Mora, de 64 años de edad, y Vicente Rosso, de 49, y quien oficiaba como párroco de la iglesia San José del municipio de Convención.

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El doloroso ataque Los ministros de la iglesia católica fueron sorprendidos por la muerte en momentos que se desplazaban por el sitio conocido como el Diviso, a pocos kilómetros de la población de Teorama. Los dos sacerdotes viajaban en un vehículo tipo campero Chévrolet Samurai color púrpura asignado a la parroquia Montecarmelo pastoreada por el sacerdote Ramón Emilio Mora quien conducía el automotor. Los presbíteros se dirigían a Teorama a celebrar una misa con motivo de los 19 años de sacerdocio del párroco de esa localidad. En el recorrido, cuando transitaban por el punto conocido como Las Mercedes, los sacerdotes subieron al vehículo a los albañiles Edgar Vergel y José Emilio Salazar quienes estaban esperando transporte, también con destino a Teorama donde realizaban trabajos de remodelación al palacio municipal de esa población. Los cuatro prosiguieron el recorrido y luego de unos 15 minutos de trayecto, fueron atacados indiscriminadamente a bala desde las montañas. Guerrilleros del ELN que se apostaron en emboscada, descargaron sus fusiles y ametralladoras contra el vehículo causando la muerte instantánea de los sacerdotes y sus pasajeros fortuitos. El vehículo quedó, con al menos, cien orificios producidos por las balas. Mientras los asesinos se daban a la huida, la nefasta noticia llegaba tanto a Teorama como a Convención. La gente se desplazó hasta el punto donde encontraron el espeluznante cuadro de muerte. A cada lado del vehículo estaban los cuerpos de los sacerdotes, lo que hizo presumir que quisieron reaccionar bajándose del carro. O tal vez los propios guerrilleros los bajaron encontrándose con la sorpresa de que a quienes habían asesinado no eran miembros de la Fuerza Pública ni mucho menos paramilitares.

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En el interior del vehículo estaban los cuerpos de los dos trabajadores. En la parte posterior del vehículo fue escrito un aviso que anunciaba un campo minado. La noticia también llegó hasta Ocaña donde la conmoción no fue menor. ELN confiesa la equivocación Las versiones comenzaron a circular y empezó a tomar más fuerza la planteada por las autoridades donde se apuntaba a una posible equivocación de los subversivos que esperaban un vehículo con varios paramilitares ya que, circunstancialmente, estos andaban por esa misma zona en un automotor con las mismas características y color del que se desplazaban las víctimas. En principio, se responsabilizó de la acción a las Farc pero a través de un comunicado, el Frente de Guerra Nororiental, del ELN reconoció la autoría del hecho y dijo que “lamentaba con profundo dolor la muerte accidental de los sacerdotes". Esa facción admitió que las muertes fueron producidas por sus propias unidades guerrilleras y atribuyó el hecho a "un error de inteligencia y cálculo, facilitado por las características propias del conflicto en la zona". El Frente de Guerra Nororiental del ELN no dio nombres ni mencionó una eventual entrega de los responsables a la justicia. Señaló en el comunicado que "este hecho no quedará impune" y anunciaron medidas necesarias contempladas en su propio "código de guerra y ética humanista". El ataque, contra los sacerdotes y civiles, valió la reacción de la comunidad nacional e internacional que rechazó radicalmente la acción criminal. A pesar de la confesión hecha por los cabecillas de esa guerrilla, el pecado quedó sin expiación.

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………………………………………………………………. “La máquina de la muerte” Ocaña, tristemente, epicentro de los Falsos Positivos

La vereda Las Liscas, un paraje solitario, perdido en el mapa del ostracismo gubernamental, comenzó a sonar a nivel nacional como un cementerio donde fueron sepultadas las víctimas de ejecuciones extrajudiciales. En esa zona rural del municipio de Ocaña, Norte de Santander y, tras el reclamo de un campesino, se prendió la chispa de lo que se conoce en el mundo entero como los “falsos positivos”.

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Rodrigo Coronel, un campesino, estaba lejos de imaginarse que un simple reclamo iba a terminar en una noticia que le daría la vuelta al mundo. El labriego, propietario de una finca a pocos kilómetros del casco urbano de Ocaña, reclamó porque las autoridades municipales sepultaron en sus predios más de diez cadáveres de personas que habían muerto violentamente y por efectos del conflicto armado en la región. El agricultor adecuó el camposanto para dar sepultura a los miembros de su familia que por generaciones han tenido la propiedad de esas tierras pero aquel fue aprovechado por el alcalde municipal para ordenar que allí fueran enterrados los cadáveres que estaban agolpados en la morgue del hospital regional y superar una emergencia sanitaria. Colapsa Morgue de Medicina Legal En la morgue de la Unidad Básica del Instituto de Medicina Legal de Ocaña había congestión de cadáveres, debido a los resultados presentados por el ejército acantonado en la región contra los grupos armados ilegales pues los cuerpos de los supuestos ilegales abatidos en combates, la mayoría estaba sin identificar, y sin ser reclamados por familiares o allegados. Eso provocó la emergencia pues la capacidad se rebosó en un trecientos por ciento. La nevera de la morgue estaba llena y los cuerpos eran ubicados en cada rincón a la espera que alguien los reclamara. Como alternativa, y ante la imposibilidad de sepultarlos en el Cementerio Central, pues no había los recursos por parte de la alcaldía para costear los entierros, el alcalde ordenó una salida fácil. Inhumarlos en el cementerio privado de don Rodrigo, en las Liscas. Así se hizo. Todos quedaron en una misma fosa común. Algo huele mal

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A los pocos días hubo la necesidad de exhumar uno de los cadáveres que fue reconocido, por lo que fue imperioso sacar la mayoría de los cuerpos. Al volver a sepultar los que quedaron, los dejaron a poca profundidad, falla que llevó a que el ambiente quedara contaminado. El hedor estaba afectando a los habitantes de la vereda. Por eso don Rodrigo acudió ante las autoridades y puso en conocimiento del personero municipal la situación. Asegura que no dio autorización para el entierro en sus predios y consideró que los más afectados por el mal olor percibido en el ambiente eran los niños. Las aves de rapiña también estaban llegando al lugar. El reclamo hecho por el campesino en la semana comprendida entre el 11 al 17 de septiembre tuvo poca reacción de las autoridades pero un alto impacto en la comunidad rural que percibía los malos olores pues de todos modos los cuerpos seguían allí. Resultados operacionales Durante el año 2008 eran frecuentes las ruedas de prensa ofrecidas por los comandantes de la Brigada Móvil 15 y del Batallón Santander que daban cuenta de la baja en combate de ilegales miembros de la guerrilla y las bandas criminales. Frecuentemente los medios de comunicación registraban los resultados obtenidos en los combates cuyos muertos quedaban sin identidad específica. Todos ellos fueron a parar a las Liscas.

En Soacha se vivía un drama aparte

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Mientras esos hechos sucedían en Ocaña, la situación vivida en Soacha, Cundinamarca era diferente. Padres, hermanos y allegados buscaban a miembros de su familia que estaban desaparecidos. De los cadáveres sepultados en Las Liscas, uno de ellos correspondía a Julio César Meza Vargas, de 25 años de edad, natural de Soacha, y quien estaba desaparecido desde el mes de enero. Sus familiares estaban lejos de conocer su paradero. El Registro Nacional de Desaparecidos de Medicina Legal en Bogotá les suministró datos y fotos de los cadáveres relacionados sin identificar. Mediante ese mecanismo, un hermano de Meza Vargas, se enteró del paradero de su familiar. El cuerpo de su hermano había sido sometido a necropsia en la morgue de Ocaña. De inmediato Robert Meza viajó a esa tierra, para él desconocida, en la semana comprendida entre el 4 y el 10 de septiembre, en compañía de otros allegados, uno de estos actuó con mucho sigilo ante los periodistas que cubrían esa noticia. Familiares de Julio César llegaron a Ocaña para indagar sobre la manera como había muerto. Según los datos suministrados, fue ejecutado a los pocos días de haber desaparecido. Robert Meza confirmó la fecha del 27 de enero. Reclamó para que se esclarecieran las circunstancias de su muerte pues fue informado de que el ejército lo había presentado como presunto subversivo, pero no tuvo respuesta.

La verdad apenas comenzaba a descubrirse Las cosas no pararon ahí. El asombro de Robert y sus familiares fue impresionante al momento de ver los registros de Medicina Legal de Ocaña pues reconocieron que por lo menos seis de los muertos eran vecinos suyos, todos de Soacha.

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Entre ellos figuraba Jonathan Orlando Soto Bermúdez de 17 años de edad, cuyo cuerpo había sido hallado con el de Julio César en la vereda Las Chircas, sitio donde fue reportado el combate. Robert, exaltado, no se explicaba cómo varias personas reportadas como desaparecidas en Soacha, población cercana a Bogotá, fueran encontradas sin vida en esta zona del territorio colombiano: “No se compadece que sean acribillados y tirados como perros en un hueco”. -Agregó que- “de los nueve cadáveres inhumados, seis son oriundos de esa población”. Explicó a los reporteros locales que su hermano trabajaba en el área de la construcción, dato que fue entregado a la oficina de Derechos Humanos de la Fiscalía para iniciar con el reclamo formal. Ante semejante noticia, uno de los periodistas tomó contacto telefónico con el comandante de la Brigada Móvil 15 a quien le trasmitió la inquietud buscando una reacción pero el oficial restó importancia y enfatizó que los abatidos eran ilegales.

Odisea para reclamar los cadáveres Los familiares empezaron a hacer las diligencias para reclamar el cadáver de Julio César y con ellas las dificultades. No hubo quien fuera hasta Las Liscas a exhumarlos. En esa misión estuvieron un par de días mientras anunciaban demandas ante las instancias superiores y del alto gobierno en la capital de la república porque consideraban que había irregularidades. Esto fue lo que insinuó un familiar de Robert, quien había guardado silencio y solo hasta ese momento decidió hacer el pronunciamiento ante la situación confusa. Estos se dieron a la tarea de informar al resto de familiares de las personas muertas, cuál era su fatal paradero. De ahí se vino la andanada de allegados de los muertos a reclamar sus cadáveres detonándose la que ha sido la noticia

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que más ha afectado la imagen del ejército en los últimos años. Fueron cerca de 11 casos en esta zona. Entre aquellos allegados de víctimas estaba el padre de Jhonatan Soto. Su hijo nunca habló de hacer un viaje, circunstancia que lo tomó por sorpresa ya que el cadáver fue hallado muy lejos de la capital y en una tierra para ellos desconocida. Jhonatan cursaba décimo grado en una institución educativa de Soacha, localidad donde vivía con sus padres. Dijo que nunca supo de vinculación alguna con grupos ilegales por parte de su hijo al tiempo que pedía que se investigara cómo había llegado a esta zona donde perdió la vida. Ocaña en el ojo del huracán Algunos de los medios nacionales llegaron a Ocaña para tomar nota, en el terreno de los hechos sucedidos. Periodistas reconocidos del programa “La Noche” de RCN; otros de Noticias Uno; y, en varias oportunidades reporteros de la Revista Semana. Quienes sí vivieron plenamente el proceso noticioso, fueron los medios de comunicación de Ocaña que informaron tal cual lo que iba sucediendo. No todos los muertos procedentes de Soacha y enterrados en Las Liscas eran ajenos al conflicto. Algunos de ellos llegaron a Ocaña a delinquir, haciéndose conocer como “los Rolos”. Por lo menos así los reconocían algunas prostitutas “prepago” a las que frecuentaban. Incluso, hubo comerciantes que aseguraron, sin formalizar la denuncia, haberles pagado extorciones a algunos de ellos. La reacción del gobierno no se hizo esperar y ante semejante escándalo el presidente de la República destituyó a los comandantes de las Brigadas 30, Móvil 15 y Batallón Santander y a otros oficiales y suboficiales. Varios de estos luego fueron vinculados a investigaciones penales pues las

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revelaciones evidenciaban que los combates en los que murieron las personas, fueron montajes. Así empezó a desenrollarse la pita de uno de los escándalos que dejó al descubierto la que fue considerada como “la máquina de la muerte”. ………………………………………………………………. En una noche negra Asesinado gerente del hospital regional Emiro Quintero Cañizares Arropado con el manto de la impunidad quedó el asesinato del odontólogo, Rodrigo Vargas Peñaranda, quien se desempeñaba como gerente del hospital regional Emiro Quintero Cañizares de Ocaña.

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Todo indica que un par de jóvenes alucinados por la droga lo abordaron para atracarlo, y se les fue la mano. Dos impactos de bala fueron los que acabaron con la vida del profesional ocañero. El crimen ocurrió el viernes 8 de julio de 2006 cuando el funcionario regresaba de un evento social en el centro de la ciudad y, justo, cuando iba a ingresar a su casa en el barrio Tacaloa, fue abordado por dos sicarios quienes le propinaron los disparos a quemarropa. Hacia la media noche Vargas Peñaranda dejó de existir como consecuencia de la gravedad de las heridas. De regreso a casa encontró la muerte Terminado el acto que se ofreció en homenaje a un político de la región, el odontólogo Rodrigo Vargas regresó a pie hasta su residencia. Allí lo esperaban dos sicarios quienes arremetieron contra el profesional. Varios disparos, entre ellos uno de riesgo en el tórax, lo dejaron gravemente herido. Justo al frente de su casa fue recogido por varias personas quienes lo llevaron hasta la Empresa Social del Estado en donde nada se pudo hacer para salvarlo. Un paro cardiorespiratorio acabó con su vida al filo de la medianoche. Desconcierto causó en la sociedad ocañera, una vez se conoció la noticia del deceso de Vargas Peñaranda que a sus 46 años de edad se desempeñaba en la gerencia del hospital regional desde el mes de agosto del año 2005. Tanto familiares como amigos aseguraron que nunca conocieron de amenazas contra su allegado por lo que no les embargó ningún temor durante el tiempo que estuvo como directivo del hospital.

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Subalternos no pudieron salvar la vida de su jefe

Esa noche, todo transcurría dentro de lo normal en la sección de urgencias del hospital. El personal médico de turno estaba a la espera de atender cualquier caso de los que se dan los fines de semana. Esa normalidad fue rota por la estridencia a la llegada de un carro que daba cuenta del ingreso de un paciente en grave estado. Los gritos alarmaron a los galenos y enfermeras quienes de inmediato ordenaron la presencia de un camillero para entrar a un paciente. Pero la sorpresa de los médicos fue total al percatarse que quien venía en estado delicado con varias heridas, era nadie más ni nadie menos que su jefe. El portero del hospital señaló que el vehículo donde llevaban al gerente llegó a las 11:29 de la noche. Según versiones que trascendieron, Vargas llegó aún consiente y pidiendo a sus subalternos que le salvaran la vida, manifestando además que sentía ahogamiento. De inmediato, fue pasado a cirugía para ser intervenido por los médicos Sergio Fernández y Félix Gandur González. En medio de la difícil situación, el subdirector del hospital Fernando Torrado De la Rosa, recibía la noticia de parte de los médicos que Vargas Peñaranda había dejado de existir a pesar de los esfuerzos hechos por sus propios compañeros. Transcurrían las 11:47 de la noche. Torrado De la Rosa, con la tristeza que lo embargaba, reconoció que era un duro golpe para los sentimientos de todos los trabajadores del hospital. Puntualizó que “Rodrigo era un gran amigo, un hombre muy honesto, intachable, correcto, cariñoso, amable, de pocas palabras, pero firme en sus convicciones. Es una gran pérdida para nuestra empresa y para Ocaña”.

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Las heridas mortales Vargas Peñaranda presentaba dos heridas una de ellas mortal que prácticamente lesionó los vasos coronarios y cardiacos. No hubo manera de efectuar procedimiento alguno por los efectos devastadores de los disparos propinados a quemarropa. “Es muy triste escuchar sus gritos pidiendo que le pusieran un tubo a tórax porque no podía respirar, que se moría, que se moría.” Narró el subdirector científico del hospital, quien acompañó al paciente en sus últimos momentos. Los médicos visiblemente contrariados dejaron la sala de cirugía para entregar el nefasto parte a sus familiares y amigos que estaban agolpados en inmediaciones de la sección de urgencias. La mala hora del gerente Hacia las 11:00 de la noche, Rodrigo Vargas quiso dejar el acto social en honor a un Representante a la Cámara en el Club Ocaña ubicado en el centro de la ciudad y a unos kilómetros de su casa, por lo que empezó a despedirse de sus amigos. Incluso algunos de ellos se ofrecieron para acercarlo a su casa. La confianza de Vargas era tal que, como siempre, prefirió caminar considerando que estaba cerca a su lugar de residencia. Amigos, que también abandonaban el sito de la recepción volvieron a hacerle la invitación de llevarlo en sus vehículos, pero esta vez al Club de Caza y Pesca para departir un rato, pero les respondió que él llegaba allá cuando se cambiara de ropa. Otras personas que estaban en el evento lo vieron atravesando el parque central de Ocaña para bajar por la esquina donde

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está ubicada una entidad financiera. Se asomó en una tienda y siguió su recorrido. A las 11:17 de la noche el gerente del hospital marcó desde su teléfono celular a un amigo, que no había asistido al acto, para preguntarle, luego de pedirle disculpas por la hora que lo llamaba, los motivos de su ausencia. Su amigo le respondió que estaba en un acto político un una localidad cercana a Ocaña, por lo que no había podido asistir al homenaje. En ese instante el interlocutor de Vargas Peñaranda escuchó a través del auricular un grito y se fue la señal. Le marcó tres veces sin tener respuesta. En medio de la incertidumbre insistió las marcaciones sin saber qué pudo haber pasado con el odontólogo. El hombre quedó a la expectativa hasta que le entró una llamada de una concejala del municipio quien le informó que alguien había atentado contra la vida de Rodrigo Vargas. La policía, una vez avisada de los hechos, activó de inmediato un plan candado para capturar sin resultados positivos a los responsables del homicidio. El comandante de policía indicó que versiones obtenidas señalan que el crimen lo cometieron dos personas jóvenes que huyeron a pie y que posiblemente fueron recogidas en otro sector o refugiados en alguna vivienda cercana. Tiempo después, un menor de edad fue capturado sindicado de participar en el atentado y otra persona implicada en el hecho está evadiendo la justicia.

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………………………………………………………….. Peligroso experimento Volaron ilusiones de Cristian Alberto Cristian Alberto Peñaranda Sánchez dejó a su familia y a toda una comunidad educativa en la más profunda tristeza, luego que su inquieto intelecto lo llevara a manipular sustancias que al final le quitaron la vida. Otro adolescente se salvó milagrosamente. El joven siempre iba más allá de las expectativas de cualquier otro adolescente de su edad. Esa visión lo llevó a emplear su notable intelecto para experimentar y trabajar en asuntos que, sin saberlo, se convirtieron en el límite de su vida. El profesor, Javier Quintero Pardo, tomando la versión del compañero que acompañaba a Cristian en el momento del accidente, dijo que los muchachos se fueron a fabricar

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explosivos denominados “totes” con los cuales querían hacer volar un cohete experimental que habían fabricado artesanalmente. Los adolescentes compraron los materiales y se fueron a trabajar a la casa de uno de ellos. Mientras el primero se fue a conseguir fósforos, Cristian quedó armando las sustancias. En ese momento ocurrió la explosión de los químicos con que estaban experimentando. El destacado estudiante del Instituto Técnico Industrial fue el sacrificado en esa tarea extra clase mientras que a su compañero le tocó presenciar escenas desgarradoras. El amigo se salvó de milagro El profesor Quintero dijo que “al compañero de Cristian no le convenía estar allí en el momento del estallido. Cuando regresó al garaje con los fósforos, encontró todo lleno de humo. El muchacho salió a llamar a la policía pero vecinos ya habían pedido ayuda. Por la cercanía con la estación, varios uniformados y una ambulancia llegaron a los pocos minutos. El adolescente que se salvó de milagro, alcanzó a ver a Cristian en una condición crítica. Este trataba de decirle algo pero no le entendía”. Dijo el joven. Los familiares y amigos de Cristian no daban crédito al hecho por lo que sus lágrimas corrían entre los abrazos que los aferraban entre sí como queriendo no dejar ir para siempre a quien defendió los intereses de sus compañeros de estudio y de su colegio. Como presidente del Consejo Estudiantil del Instituto Técnico Industrial se ganó el aprecio y cariño de los muchachos que ahora no entendían cómo la vida les daba un estremezón tan doloroso. Los preparativos para la muerte

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De acuerdo con informaciones obtenidas de un investigador de la Fiscalía, los jóvenes fueron a una ferretería del centro de la ciudad a comprar Clorhidrato, Antimonio y Aluminio; sustancias empleadas para la preparación de los elementos pirotécnicos que manipulaban al momento de la explosión. El estruendo fue de tal magnitud que a varios kilómetros de donde se presentó el incidente, sintieron el sonido de la onda expansiva. El patio en el que trabajaban los dos menores pasó a convertirse en un panorama desolador. Regados por todos lados quedaron los vestigios incinerados de los elementos que manipulaban, como testigos mudos de la magnitud del suceso. Una vez en el hospital regional, ante la dimensión de las heridas, nada se pudo hacer para salvar a Cristian por parte de médicos y enfermeras. Tenía órganos seriamente comprometidos y mutilados. Todo había sido en vano, tan solo esperar que muriera. Su deceso se registró poco después del mediodía. Los sueños se esfumaron La muerte no solamente tocó a Cristian Alberto sino a toda una comunidad educativa que lo apreciaba. Con el fallecimiento de Cristian viajaron las ilusiones de ser un gran profesional. Con apenas 17 años de edad tenía todas las condiciones y el intelecto para ser un hombre ejemplar. Así lo confirmaron sus docentes quienes repetían que Cristian Alberto Peñaranda era un excelente alumno distinguiéndose porque en la mayoría de las clases no llevaba cuaderno de apuntes sino sólo con lo explicado por el profesor, tenía para aprender. Además tenía algo muy importante; Investigaba por su cuenta.

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Cristian Alberto ya tenía abiertas las puertas de la universidad y sólo estaba a la espera de recibir con honores el título de bachiller el 10 de diciembre de ese año como el segundo mejor alumno. Había pasado exámenes para ser admitido en la Universidad Nacional de Colombia en la carrera de Ingeniería Electrónica. El titulo se lo llevó de manera póstuma pues por su desempeño dejó una profunda huella en su colegio. La comunidad ocañera acompañó a los familiares y amigos de Cristian Alberto quienes lo siguieron hasta el último momento de esa dura clase. ……………………………………………………. Partido electrizante Una bola de fuego bajó desde la montaña

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Un rayo mortal estremeció la vereda Llano del Pozo del municipio de Ábrego donde un grupo de campesinos se alistaba para jugar un encuentro de fútbol. Varios de ellos perdieron la vida mientras que sobrevivientes, todos humildes agricultores, con el dolor en el alma contaron su testimonio. Cinco campesinos murieron el domingo 19 de noviembre del 2006 al ser alcanzados por una descarga eléctrica mientras se disponían a presenciar un partido de fútbol en la vereda Llano del Pozo, distante a unas dos horas en carro del casco urbano del municipio de Ábrego, Norte de Santander por una carretera destapada. En ese municipio de la provincia de Ocaña y en general en la región del Catatumbo, según el escalafón de la revista Investigación Geofísica, es la parte del país con más descargas eléctricas. Al año caen en esta zona un promedio de 39,9 rayos por kilómetro cuadrado. Como en la mayoría de hechos trágicos que dejan víctimas ocasionadas por rayos caídos en esta región, todas se encontraban al aire libre. La cantidad de campesinos muertos, sumada a las más de 30 personas heridas, se convierte en uno de los hechos más

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impresionantes en toda la historia de Ábrego pues el resultado fue escalofriante. El pitazo inicial de la muerte La cita era en la improvisada cancha de fútbol de la vereda Llano del Pozo. Los agricultores y campesinos habían adecuado ese lugar para pasar las tardes de domingo de manera sana. Pero ese 19 de noviembre era un día especial. Se jugaría la final de un campeonato interveredal de fútbol por lo que la mayoría de habitantes de la zona llegaron al campo deportivo para animar sus equipos preferidos. La lluvia que caía no era impedimento para perderse la gran final. Niños y adultos estaban expectantes pues a las 4:00 de la tarde empezaría el encuentro que todos estaban esperando luego de una semana de trabajo en los cultivos. Pero el pitazo inicial fue interrumpido por el estruendo llegado del cielo. Un rayo dejó caer toda su fuerza sobre el grupo de personas que se cubrían de la lluvia, guareciéndose debajo de una carpa donde se encontraban unas 60 personas. En segundos el estado de conciencia de los espectadores se perdió y ante la descarga eléctrica sus cuerpos quedaron derribados. El rayo había caído en medio de ellos provocando de inmediato las reacciones adversas en sus cuerpos. Cinco personas murieron de manera instantánea por la descarga, mientras que más de 30 quedaron heridas con quemaduras graves. Nadie podía dar crédito en ese momento a la situación por la que estaban atravesando en esa vereda distante a unas dos horas del pueblo. Quienes se iban recuperando trataban por todos los medios de ayudar a los demás. Todo era confusión. Mujeres y niños se quejaban por las lesiones sufridas. La gente corría, iba y venía para tratar de auxiliar a quienes pedían ayuda. Entre tanto,

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bajo la lluvia yacían sin vida las hermanas Antonia María y Rosmira Árias Peñaranda, Yhajaira Verjel Torrado de 17 años de edad, Aureliano Mora Neira y Jesús Antonio Pérez. Tortuoso traslado de los heridos Familiares de los afectados, que no fueron al partido, se enteraron de la situación y llegaron a la cancha para socorrerlos y empezar con el tortuoso traslado hasta los hospitales de Ábrego y Ocaña. Samuel Bayona Jiménez quien tenía una hija entre los heridos narró, con voz entrecortada, lo que había sucedido al momento de iniciarse el encuentro deportivo. “Lo que ocurrió en esos momentos es que teníamos un último encuentro de un campeonato interveredal entre los equipos de fútbol de Llano del Pozo y Cerro Pintado cuando la naturaleza nos mandó el rayo”. Agregó que “en la cancha, cuando yo llegué, había cinco muertos y un poco de heridos; empezamos a recogerlos para echarlos en un carro. Entre los heridos encontré a mi hija”. Todos los afectados fueron personas pobres, campesinos humildes. Hernando Torres, quien sobrevivió, contrario a la fortuna de haber quedado ileso, perdió a tres de sus familiares. Con lágrimas en los ojos narró que “teníamos un campeonato y estábamos escampando, cuando se vino un aguacero más fuerte, de repente nos vimos todos en el suelo, heridos y otros muertos”. Torres recordaba que no se podían parar pues sentían corriente en todo el cuerpo. Cuando pudo recuperarse, se enteró que habían muerto su mamá, una tía, su novia, un compadre y un amigo. “Entre todos nos ayudamos como pudimos y socorrimos a los heridos”. Crisanto Gómez relató que “iban a ser como las 3:00 de la tarde cuando cayó la primera chispa. Había un llovisnero (sic) cuando cayó el totazo, nos fuimos todos al piso como en cámara lenta. Yo quedé a oscuras pero veía como una

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llamarada de candela al lado mío. Después nos paramos, el hermano mío cayó como muerto, yo tenía una niña en los brazos y gracias a Dios no le pasó nada. Todos nos fuimos parando y ya habían llegado varios carros. A los muertos los sacamos a la carretera”. Los sobrevivientes En los carros que estaban disponibles, todos llegaron al hospital de Ábrego donde fueron atendidos. El doctor Andrés Moreno, en el parte médico que entregó a los medios de comunicación, dijo que los heridos presentaban quemaduras de primero, segundo y tercer grado. Entre las personas adultas que se salvaron de milagro estaban: Jhon Albeiro Ascanio, Edwin Ortiz Arenas. Griselda Flórez León, José Torrado Vargas, Sandra Bayona, María Torcoroma Vergel, Manuel José Ascanio, Alirio Torrado, Luis Ramón Bayona, Nubia Rosa Cáceres, David Cárdenas, Hermes Antonio Bayona Ropero, José Luis Bayona, Belén León León, Edwin Pérez, José Luis Cárdenas, Porfirio Torres, Libardo Pérez, Keila Mora, Crisanto Becerra. Los niños heridos fueron: Armando Torrado Vergel, 10 años; Yuleida Pérez, 7 años; Omar Torrado Vergel, 11 años; Diomedes Torres, 12 años; Fernel Pérez Soto, 10 años; Hermes Antonio Bayona Jiménez, 14 años. Mientras estos eran atendidos a las afueras del hospital, la multitud quería enterarse de lo qué pasaba al interior del hospital y preguntaban por el estado de salud de los sobrevivientes. Los curiosos decían que nunca había ocurrido algo igual a pesar de ser una zona neurálgica para los rayos.

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…………………………………………. Una historia macondiana Madre cargó en una bolsa los huesos de su hija Como si se tratara de una historia de ficción, la señora Carmen María González hizo un largo recorrido hasta llegar a Ocaña con dos bolsas de plástico en sus manos en donde, según ella, llevaba los restos mortales de su hija y su yerno asesinados durante una masacre en zona del Catatumbo. Desde 1999, año en que ocurrió la masacre en el corregimiento de La Gabarra, zona rural del municipio de Tibú, Carmen María González, oriunda de Ocaña, inició la búsqueda para recuperar los cuerpos de su hija Liceth Ortega González, quien en ese tiempo tenía 19 años de edad, y los de su yerno, Ciro Antonio Vargas Vergel, quien contaba con 35. El tropel de la muerte Un día, hacia las 08:45 de la noche, varios hombres fuertemente armados irrumpieron en la vivienda de Carmen María González ordenándole irse de la zona. Les recomendaron, con intimidaciones, que no hicieran bulla, de lo contrario, serían asesinados. Los desconocidos procedieron a amarrar a la pareja de esposos a quienes llevaron aparte sin que de nada sirviera el clamor de Carmen María insistiendo que su hija y su yerno “no debían nada”, como insinuando que no había motivos para que les hicieran daño. A la fuerza la sacaron de la casa teniendo que caminar muchos kilómetros sólo con lo que llevaba puesto. Entre tanto dejaba atrás a su hija y yerno en manos de los asesinos.

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Al mismo tiempo, por entre las tablas con las que son fabricados los ranchos en esa región, uno de los vecinos observó la forma como la pareja fue llevada hacia el río. Después del tiempo, el hombre le contó a la mujer la forma como su hija Liceth gritaba permanentemente pronunciando el nombre de la madre a manera de clamor desesperado para que la ayudara. Los gritos cesaron en el momento cuando “le volaron la cabeza”, rememora Carmen María con tristeza mesclada con rabia evocando el relato aterrador del testigo casual. Los cuerpos fueron tirados al río. Al otro día, un adolescente, (que era panadero) quien conoció el macabro hecho, con la excusa que iba a pescar logró encontrar parte de los cuerpos que fueron descuartizados y que habían quedado en un recodo río. Primero halló el cuerpo del esposo de la joven y luego el de ella. Entonces el muchacho, en silencio, procedió a enterrarlos en fosas comunes. Con los huesos a cuesta Desde ese entonces, le hablaban a Carmen María sobre una persona que sabía en dónde estaban los huesos de su hija y yerno, pero sus familiares, por razones de seguridad, nunca permitieron que regresara a la zona donde habían ocurrido los hechos, explica la madre de la víctima quien se había radicado en otro sitio a donde llegó en calidad de desplazada. Atormentada por la incertidumbre, luego de la salida de esa zona de las autodefensas ilegales, presuntas responsables del crimen, desoyendo las recomendaciones de sus seres queridos, llena de fortaleza, decidió rescatar la osamenta de sus seres queridos. Ubicó al enterrador, el muchacho que se había encargado voluntariamente de enterrar los restos de la pareja. Habló con él y, con su asentimiento, aceptó dar la ubicación de la fosa donde yacían los restos de Liceth y Ciro Antonio. Además habló con los empleados de una funeraria con

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quienes se trasladaron al sitio en donde se suponía estaban enterrados los restos. Efectivamente allí estaban. La búsqueda había terminado, aunque de manera triste, la incertidumbre también cesaba. El reconocimiento inicial e identificación lo hizo a través de la vestimenta que tenían. Luego fue adelantado el levantamiento por parte de las autoridades y se diligenció el acta de defunción. Empezó la otra travesía. Con los huesos dentro de una bolsa plástica negra (empleadas para recolectar basura) viajó en transporte público desde La Gabarra a Tibú y posteriormente a la ciudad de Cúcuta para poner la situación en conocimiento de las autoridades. Además expuso la situación ante la Defensoría del Pueblo y la Fiscalía. Pero la intención que siempre tuvo en mente era darles cristiana sepultura en el Cementerio Central de Ocaña municipio en el que se había radicado luego de salir desplazada y a donde regresó luego del recorrido, con los paquetes en la mano y su macabro contenido. La osamenta quedó en la morgue de la Unidad Básica de Medicina Legal de esta localidad para pruebas de ADN y confirmar si realmente los restos correspondían a los de su hija y yerno. El joven, que hacía siete años había enterrado los restos de la pareja, fue contactado por la Fiscalía para que entregara su versión libre y espontánea sobre el entierro y posterior rescate de los cadáveres. Entierro de tercera Tomadas las muestras y confirmadas científicamente las identidades de los familiares de Carmen María González, los huesos fueron llevados al Cementerio Central sin un funeral como corresponde pues no contaba con los recursos para el sepelio. La sufrida madre clamaba ante el gobierno nacional la

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ayuda, pues prácticamente lo perdió todo por el fenómeno de la violencia en la zona del Catatumbo: “la vida de mi hija no la recupero con toda la plata del mundo, pero estoy atravesando una difícil situación económica, no tengo nada, perdí a mi hija y prácticamente todo”. Exclama en medio del llanto. Advierte que para el gobierno la vida de Liceth Ortega González no vale nada, e insiste en que deben ayudarla para que tenga una sepultura digna. Doña Carmen María González recorrió las calles de Ocaña, con los huesos de su hija y su yerno, bregando para que, después de los años, tengan una verdadera tumba.

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……………………………………………….. Más pudo el amor que la guerra Los guerrilleros también tienen su corazoncito

“Alexander” y “Yurledy” se pudieron abrazar sin el temor de ser vistos por quienes les tenían prohibido manifestar abiertamente sus sentimientos. Una pareja de guerrilleros que inició un clandestino romance, se desmovilizó dejando un grupo subversivo e ingresaron al plan de reinserción del gobierno. En otro caso, “Jacqueline” dejó la guerrilla cuando supo que su hermano había sido asesinado por sus propios compañeros. “Yurledy”, una mujer que quiere ver cumplido su sueño de ser madre y formar un hogar, abandonó la guerrilla junto con el hombre con quien quiere compartir el resto de su vida. La infancia de “Yurledy” quedó incompleta. Con apenas 13 años, criada en una región donde sus habitantes convivían con

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la presencia de guerrilla, la pequeña decidió un día unirse a los subversivos. Después de cinco años en la organización y 18 de edad narra los momentos difíciles de su vida. El camino equivocado La joven recuerda que ingresó al grupo armado ilegal cuando apenas iniciaba a ver la adolescencia. En ese tiempo vivía en un pueblo donde había mucha guerrilla y con sólo verlos creía que era cosa de niños y fácil cargar un arma. Por eso se les unió. Ingresó a la guerrilla con toda su inocencia de niña, por lo que al comienzo la atendían bien y no le faltaban al respeto. Le enseñaban muchas cosas que a su edad casi no entendía, recuerda. Entre las faenas duras por las que tuvo que pasar, recuerda cuando recién reclutada, hubo una operación del ejército y le tocó aguantar hambre tres días, trillar, caminar bastante. “Sufrí mucho al comienzo”, relata. De lo tanto que tuvo que escuchar en la organización, estaba un decir que sus jefes a diario le repetían: “Que uno lucha por el poder para el pueblo”. Pero la joven reflexiona diciendo que nunca vio esos resultados y, por el contrario, afirma, que como va esa organización, no llegará a ninguna parte: “no tiene resultados”, insiste. El amor asomó el rostro en la selva Como toda mujer le llegó el momento en el que sus sentimientos se despertaron y a pesar de las prohibiciones, sus coqueteos no se dejaron controlar y con los ojos del corazón se fijó en uno de sus compañeros. Casi de inmediato fue correspondida y se dio inicio a un romance al mejor estilo de las historias de amor imposible; se desarrolló en medio de la clandestinidad evitando ser

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detectados por sus jefes y demás compañeros pues su vida corría peligro de ser descubiertos. Cuando “Yurledy” conoció a “Alexander”, su vida mejoró en algo porque había alguien en quien confiar y, sobre todo, sentía que estaba acompañada. No de un camarada sino de otro ser humano también con sentimientos. “Ya no estaba sola” pues siempre se sintió desamparada en medio de tanto guerrillero. Así pasaron cinco largos años de su vida casi sin encontrarle sentido, solo el proporcionado por su novio. La idea de formar un hogar y tener hijos empezó a rondarles la cabeza pero dentro de la organización subversiva, eso era un imposible. Una decisión trascendental Un día la pareja se llenó de valor. “Alexander” y “Yurledy” tomaron la decisión de evadirse. “Juntos decidimos y pensamos que era la mejor vía que íbamos a tomar. La idea es tener hijos, organizar una familia ya que hay la oportunidad”. Comenta la pareja que no dejaba de abrazarse con la libertad que siempre anhelaron. Ahora, ella, junto con su novio, esperan que el gobierno les corresponda, pues han oído por los medios de comunicación sobre el plan de reinserción. “Es muy bueno porque ahí le dan a uno lo que necesita, entonces esperamos el apoyo del gobierno para trabajar y estudiar”. Ese fue el deseo expresado por la joven, y que siempre rondaba su mente. El otro anhelo creado en “Yurledy” estaba orientado en recuperar su parentela que un día dejó angustiada en su terruño: “La idea es volver a ver a mi familia porque yo desde que entré a la guerrilla, nunca los vi”. Una de las tareas que

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tiene pendiente la joven es buscar a sus allegados para saber cómo están y hablar largamente con ellos. “Alexander” estuvo siete años en la guerrilla donde le impidieron expresar sus sentimientos hacia una mujer. Cuando conoció a su compañera, empezó a luchar, ya no contra el ejército, sino contra las prohibiciones. Años atrás había dejado a su familia en alguna parte del departamento de Santander por irse para una organización guerrillera en la provincia de Ocaña. Allí pasó las duras y las maduras pero nunca llegó a pensar que sería una mujer la que le haría cambiar su forma de pensar. Por su mente jamás había pasado la idea de volarse de la subversión menos impulsado por el interés de conformar un hogar. Ese pensamiento se le metió en la cabeza cuando sus sentimientos se inclinaron por una joven mujer que, a pesar de estar en medio de tantos hombres, se fijó fue en él. “Alexander” dice que se enamoró de “Yurledy” por casualidad cuando coincidieron en un campamento, pues hubo un momento oportuno para hablar con la joven, conocerla y enamorarse de ella más que de la guerra. La pareja ya tenía la decisión tomada y un día, cuando consideraron que la oportunidad estaba dada, dejaron el campamento a pesar del temor de ser perseguidos. Efectivamente llegó el momento en que fueron echados de menos. Atravesando las montañas del Catatumbo con sus ex compañeros de guerrilla pisándole los talones, lograron llegar hasta un centro poblado donde se encontraron con tropas del batallón Santander a quienes se entregaron. Romance clandestino Estando viviendo el romance a escondidas de los demás guerrilleros, fueron varias las ocasiones que pensó que no la volvería a ver, pues en más de una oportunidad los separaron

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enviándolos a lugares diferentes. Pero el destino los volvía a rencontrar. “En un momento sentí que la perdía, incluso esa fue una de las causas por las cuales uno sabe que no hay garantías para estar en la guerrilla”. Ahí fue donde empezaron a tomar decisiones más firmes para buscar verdaderamente la manera que pudieran formar un hogar. “Y que uno sienta amor”, dice el desmovilizado. “Vivimos momentos críticos en nuestra relación, momentos en que queríamos separarnos, pues veíamos el peligro de nuestro noviazgo, de ser descubiertos.” Así fue que “Alexander” comprendió que estaban dadas las condiciones dentro del Plan de Reinserción del cual alguna vez escuchó en un viejo radio. Pensó que dentro del programa les podían brindar lo que ellos necesitaban para su felicidad. Por eso dejaron la guerrilla. “Alexander” narra que, estando en la guerra, se piensa en todo momento en la muerte y más cuando se tienen problemas internos en el grupo guerrillero. “Sentí peligro de perder la vida”. La idea de “Alexander” es la misma que ronda la cabeza de “Yurledy”, tener hijos porque en la guerrilla es prohibido. Eso lo tienen pendiente, y consideran que debe haber un futuro bueno inmediato. Rehacer sus vidas Tanto el uno como el otro, esperan del gobierno ayuda para rehacer su destino. “Esta es una nueva vida y esperamos recibir todo el apoyo para que la construcción de nuestro futuro se dé en la mejor manera”, dice “Alexander”. Mientras que sus documentos son remitidos para entrar a hacer parte del Plan de Reinserción, el Batallón Santander se convirtió en su hogar provisional. Allí, dice la pareja de desmovilizados, ha sido excelente el trato de los militares, tanto, que ha cambiado la imagen que le habían inculcado de

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esa institución, estando en la guerrilla. “Nos han tratado muy bien y en todo nos han apoyado”, concluyó “Alexander”. Dolor de hermana “Jaqueline” nació en la Vega de San Antonio; de la Playa de Belén, en Norte de Santander. Duró cinco años en la subversión. Llegó a la guerrilla por problemas con sus padres a quienes abandonó. Luego vivió sola por mucho tiempo. Una vez, la guerrilla que hace presencia en el lugar donde residía, le ofreció que se fuera con ellos. Le dijeron que allá iba a estar bien y le prometieron protección. Convencida; partió. El tiempo que estuvo en la guerrilla participó en ásperos combates contra tropas del ejército con duros momentos en los que sus jefes le decían que tenía que pelear hasta la muerte. “Porque el fusil es primero, luego uno”, “Jaqueline”; dice que se llega a esos extremos por lo que vivía aburrida; emoción que no demostraba por que el hecho de ver a un guerrillero desmoralizado es motivo suficiente para que le hagan consejo de guerra y lo maten. “Yo vencí ese temor a pesar de la muerte de mi hermano que era civil, ellos lo asesinaron y yo me salí por eso”. La mujer, de 27 años, cuenta con rabia y nostalgia al mismo tiempo, que eso fue lo que la llevó a fugarse. El ver a su hermano muerto a manos de la guerrilla a pesar de estar con estos, fue lo que la hizo arrepentirse de habérseles unido años atrá. “A mi hermano lo mataron por que la organización denominada Ejército de Liberación Nacional (EPL) dijo que era informante del batallón Santander”. Pero “Jaqueline” no quedó muy convencida e hizo averiguaciones por su cuenta con los demás guerrilleros. Fue así como se enteró de la verdadera razón de la muerte de su familiar: “Supe que a mi hermano lo mataron por seis millones de pesos que no les había dado, entonces ahí mismo procedieron a asesinarlo”. “Jaqueline” se desmovilizó estando en Ocaña. Se fue para el

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batallón Santander para que le ayudaran a dar con quienes acabaron con la vida de su hermano. “De rabia yo llegué a este batallón” Una vez allí, dice, la han tratado muy bien: “No tengo queja de nadie”. “Jaqueline” no conoce Bogotá pero le han explicado que viajará a esa ciudad para ingresar al Plan de Desmovilización. “Yo lo que espero del gobierno es que me traten bien, como ellos dicen, y que me ayuden con mi familia para que no le vaya a pasar nada”. La mujer pidió a sus ex compañeros de guerrilla que se entreguen y dejen la violencia, que no asesinen gente inocente pues reconoce que en la organización hay personas de buen corazón que están allí obligados. ……………………………………………………………… Poseído por el diablo Padre suicida asesina a sus tres hijos Un macabro hallazgo estremeció las fibras más íntimas de los corazones de la provincia de Ocaña, donde un desalmado padre inmoló a sus tres hijos y luego en medio de un mar de sangre decidió quitarse la vida. Los tres niños profesaban gran admiración hacia su padre y esperaban con ansiedad la hora de salir a vacaciones para viajar desde la capital de la república, donde estaban radicados, hacia la finca ubicada en zona rural de Ocaña. Los menores nunca imaginaron ir rumbo al cadalso fatal como víctimas de un estado de locura de su padre enceguecido por los problemas sentimentales originados en la separación de su compañera y que dejaron estragos en su mente.

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En lo alto de la montaña sopló el frío de la muerte. En Ocaña, sus habitantes apenas se despertaban de una temporada de carnaval cuando fueron sacudidos con la increíble noticia. Era el 10 de enero del 2011, el rumor se extendió por todas las clases sociales como un incendio por un reguero de pólvora. El pánico se precipitó desde lo alto de la montaña y el viento frío de la muerte generó la angustia e incertidumbre en el seno de su familia. El despiadado padre se encontraba con sus retoños durante el fin de semana a unos 30 kilómetros del casco urbano de Ocaña en una finca del corregimiento Agua de la Virgen. Hasta ese lugar en la vereda Los Curos, había llegado Danny Saurí Pérez Ascanio en compañía de Daiver Sauri, de 12 años; Danny Mauricio, de 10, y Hólger Dayán, de 7; fruto de su matrimonio con Yarid del Carmen Quintero. Pérez Ascanio se había separado hacía más de un año de su esposa, de cuya unión nacieron cinco hijos: los tres varones muertos y dos mujeres, de 16 y 5 años. La madre y los cinco menores vivían en la capital del país luego del divorcio. El tiquete hacia los gélidos prados de la muerte En diciembre del 2010, el hombre fue a Bogotá por sus hijos, con el propósito de compartir juntos el Año Nuevo, pero su ex mujer sólo le permitió viajar a Ocaña con los tres niños. Ella viajó luego con sus otras dos hijas. La llegada a la finca fue complicada pues había un derrumbe sobre la carretera obligándolos a pasar a pie. Allí fueron vistos caminar con todos los cuidados posibles. El padre y el hijo mayor, estaban pendientes de los más pequeños, dándoles la mano para superar el deslizamiento de

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tierra sin contratiempos. Ese día, los habitantes de la zona los vieron por última vez camino a la finca. Pero en el corazón de Danny estaba incrustada la espina del crimen. Desde la finca, a través del teléfono celular comenzó el macabro juego de la muerte con su ex compañera sentimental a quien llamaba para que fuera a la finca, ya que ella se había quedado en Ocaña con sus otras dos niñas. La mujer se negó a pesar de la insistencia del desesperado hombre, quien ante el rompimiento de su relación matrimonial, no soportaba vivir más tiempo solo, distanciado de sus hijos, por lo que tomó una drástica decisión. El sacrificio de sus hijos Ante la negativa de Yarid de ir a la finca pues presentía una trampa, el maniático fue degollando a sangre fría uno a uno a sus hijos. El primero estaba durmiendo cuando lo atacó y quedó en la cama; los otros fueron asesinados en diferentes puntos de la casa de madera, ubicada en la parte alta de la montañosa vereda. Con un machete, fue propinando las heridas en sus cuellos, en un acto demencial sin precedentes en la historia judicial de Ocaña. Luego volvió a comunicarse con su ex esposa a quien le dijo que ya había acabado con la vida de sus hijos sentenciando que le correspondía el turno a él. La angustia de la mujer llegó a su punto más alto, sin embargo, no se atrevía a dar crédito a lo que Danny le decía. Fue así como el hombre procedió a ahorcarse atando una cuerda a la viga del techo de la casa. El silencio sepulcral obligó a los familiares a trasladarse hasta la finca donde, efectivamente, encontraron el cadáver del desalmado padre y a los tres inocentes hijos degollados.

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Superando un terreno escarpado, subieron hasta la casa miembros del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía a realizar el levantamiento e inspección judicial de los cadáveres para trasladarlos a la morgue donde, de acuerdo con el dictamen de Medicina Legal de Ocaña, los menores tenían heridas con arma blanca en el cuello, mientras que el padre murió por asfixia mecánica. La Policía confirmó que la madre no denunció ante las autoridades amenazas de su ex marido, porque nunca imaginó que fuera capaz de atentar contra sus propios hijos. En medio de la consternación, se llevó a cabo en Ocaña el sepelio colectivo de los tres niños, mientras que el cuerpo del padre fue trasladado a La Paz (Cesar), su tierra natal, para evitar una revuelta en contra de los allegados del asesino. ………………………………………………………………. Niño sufre flagelo del secuestro Madre abraza la libertar luego de un prolongado cautiverio

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¡Que liberen a mi mamita! Clamaba a diario un pequeño de tan sólo 7 años de edad quien no comprendía el prolongado cautiverio de su madre. El plagio de la joven de 25 años de edad, Priscila Rincón García, ocurrió en el municipio de Río de Oro, sur del departamento del Cesar limítrofe con Ocaña. La mujer se encontraba en la noche del viernes 28 de noviembre de 2003 en la Estación de Servicio El Tope cuando cuatro sujetos llegaron en un vehículo campero tipo Samurai, color blanco, pidiendo que les vendieran combustible. Ante la mirada desconcertada de dos de los trabajadores del negocio de venta de combustible, los hombres tomaron a Priscila por la fuerza y la subieron en el carro. Los plagiarios, encapuchados, se dieron a la huida, atravesando el casco urbano del pueblo donde en una de sus calles quedaron en medio de una congestión de vehículos teniendo que maniobrar el automotor en el que se desplazaban con la víctima.

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Con sus armas amenazaron a los demás conductores para abrirse paso. Entre tanto, en la estación de venta de gasolina los empleados buscaban la forma de dar aviso a las autoridades pero el teléfono estaba fuera de servicio. De los captores se perdió el rastro cuando tomaron vía al corregimiento de Otaré donde las autoridades encontraron abandonado el vehículo en el que se llevaron a la mujer, hallando en su interior un explosivo tipo granada. ¡Qué respeten su vida! Los padres de la plagiada, Inocencio Rincón y Aurora Cenaida García, hicieron el llamado a los captores por el respeto a la vida y que la regresaran sana y salva. Hasta el hijo clamó por el pronto regreso de su madre. Los seres queridos habían vivido ese mismo drama tres años atrás cuando estuvo plagiado durante 11 días don Inocencio. Noticias de la liberación El sábado 14 de febrero de 2004, en algún lugar de las montañas, Priscila recibió la noticia de parte de sus mismos plagiarios que sería liberada. En un principio la joven creyó que su situación se arreglaría antes de un mes, pasaron poco más de dos meses hasta el día que no daba crédito al anuncio que le estaban haciendo sus captores. En algún lugar que nadie quiso establecer, luego del pago de un rescate, la mujer fue entregada a sus familiares quienes la llevaron de regreso a casa. En esta, con mucha templanza, habló con los reporteros locales de lo que fue esa amarga experiencia con final feliz.

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De rodillas y besando a su hijo, Priscila Rincón García exteriorizó sus sentimientos de cariño por su familia y amigos quienes en una sola algarabía, con aplausos, gritos y juegos pirotécnicos recibieron a quien por 76 días sufrió las inclemencias del tiempo y la geografía agreste del Catatumbo en poder de un grupo al margen de la ley que la tenía secuestrada. Navidad en las selvas del Catatumbo Con sonrisa en sus labios como contraste, narró detalles del tiempo que estuvo privada de la libertad de manera involuntaria. Tuvo que soportar varios resfriados por los cambios de clima, además de las inflamaciones en su cuerpo producidas por las picaduras de insectos, que poco eran calmadas con una desconocida pomada que los secuestradores le suministraban. No podía ir sola a hacer sus necesidades fisiológicas. “Se sufre por comida y las noches y los días eran de aburrimiento pues allí no se hacía nada”. Narra. Solamente caminaba cada ocho días cuando el grupo armado ilegal que la retenía, cambiaba de campamento. En ocasiones, en un pequeño radio que le suministraban los guerrilleros, Priscila escuchaba los mensajes radiales enviados por su padre, su esposo y hasta de su pequeño hijo en los que le daban aliento para que soportara mientras se daba su liberación. Nunca perdió la fortaleza, por lo menos así lo declaraba pues en su interior era consumida por la tristeza de estar lejos de sus seres queridos, sobre todo en la noche de navidad en la que llorando por su hijo, contemplaba las estrellas. A lo lejos, escuchaba el eco de la pólvora de los lugareños que en el campo celebraban el nacimiento del Niño Jesús. Solo añoraba tenerlo en sus brazos para darle su regalo de navidad. Ese

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sentimiento la aferró a al esperanza de regresar al seno de su familia. Priscila pidió que ese mismo desenlace lo tengan víctimas y familiares de los colombianos que están padeciendo el terrible flagelo del secuestro. ………………………………………………………………. Expropiados bienes de “Pirulo” Autoridades ocupan bienes de “Pirulo”

Una visita sin precedentes se dio en Ocaña por parte de una comisión interinstitucional conformada por miembros de la Fiscalía, el Departamento de Administrativo de Seguridad (DAS) y el Ejército. La orden era expropiar cada uno de los bienes que, según los registros, figuran a nombre de Hernando Benjamín Rengifo

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Trillos más conocido en el sector de la construcción con el remoquete de “Pirulo”. Según las autoridades, al hombre se le venía haciendo seguimiento desde hace dos años, en el marco de una investigación para establecer si más de 70 bienes entre apartamentos, locales y fincas los obtuvo con dineros lícitos. Los resultados obedecen a los seguimientos a su patrimonio y a cada uno de los movimientos que hacía, los lugares que frecuentaba y las personas con quienes departía. Todo conllevó a que se tomaran sus bienes por parte de la Dirección Nacional de Estupefacientes, entidad ante la cual “Pirulo” debería demostrar que su patrimonio lo hizo en el renglón de la construcción. Detectives determinan un enriquecimiento ilícito El Semanario Ocaña Siete Días elaboró un informe sobre los hechos que enmarcaron la diligencia de expropiación a las propiedades de una persona con muchos amigos danzando alrededor de la popularidad que le dio el dinero, para las autoridades, de dudosa procedencia. Los organismos de inteligencia estaban tras la pista de las propiedades de Hernando Rengifo Trillos y Freddy Aleido Jaimes Parra, para establecer si eran legítimas o no. El proceso inició 24 meses atrás según una fuente del Departamento Administrativo de Seguridad. Las pesquisas permitieron que los investigadores llegaran a obtener información de los bienes de cada uno de estos hombres cuyos nombres eran conocidos en los registros del DAS y la Fiscalía que cruzando información, llegaron a la conclusión que había un posible enriquecimiento ilícito. Activada la operación Pegaso

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El jueves 10 de agosto de 2006 la atención de los ocañeros se centró en un piquete de soldados que acompañaba a efectivos del DAS y a un grupo de fiscales que, de manera coordinada, llevaron a cabo en diferentes puntos de la ciudad la operación “Pegaso”. De acuerdo al comunicado de prensa leído ante los medios de comunicación por el teniente coronel Luis Fernando Sánchez Pérez, comandante del Batallón Santander, las acciones consistieron en la ocupación de bienes inmuebles y establecimientos adquiridos ilícitamente. Esto, en el marco de acciones contra organizaciones criminales que se lucran del narcotráfico, anota el documento revelado por el oficial. De acuerdo con las investigaciones adelantadas por la Unidad Nacional de Extinción de Derecho del Dominio y contra el lavado de activos de la Fiscalía General de la Nación, la organización liderada por Hernando Benjamín Rengifo Trillos alias “Pirulo” y Freddy Aleido Jaimes Parra alias “El Mexicano”, adquirió bienes, presuntamente, producto del lavado de activos del narcotráfico. De acuerdo con el informe oficial, la medida cautelar se hizo a 73 bienes inmuebles, dos establecimientos comerciales en Ocaña y un predio rural en Barrancabermeja, a nombre de Rengifo Trillos. A la Dirección Nacional de Estupefacientes pasaron: 22 locales ubicados en el Centro Comercial San Andresito Centro; 20 locales ubicados en el Edificio Azul; 01 local en el Edifico Inacos; 01 casa en el barrio El Bambo, 01 casa en el barrio El Peñón; 22 bienes en la Urbanización Tabachines; 01 finca en el corregimiento La Ermita; 01 finca en La Lizama; Barrancabermeja, 01 motel de razón social Relicario y 05 vehículos. El teniente coronel Sánchez Pérez, ampliando el comunicado de prensa, dijo que las actividades fueron coordinadas con los demás organismos de seguridad del Estado producto de un

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proceso que se ha tomado cerca de dos años, donde manteniendo la línea de combatir a los diferentes agentes generadores de violencia, se llegó hasta alias “Pirulo”. El oficial dijo que la operación hace parte del esquema de las políticas de seguridad democrática donde, “si bien es cierto se ven un poco tardías, siempre imperan las acciones de la Fuerza Pública frente a cualquier flagelo que afecte a la comunidad y la población civil”. Acción sin precedentes en la historia de Ocaña El operativo de embargo de propiedades fue sin precedentes ya que en Ocaña no se había dado una acción en la que se expropiaran bienes de presunta procedencia ilícita. Local por local, casa por casa, los miembros del DAS y los fiscales ocuparon mediante acta cada uno de los inmuebles. Ante la mirada de sorpresa de los arrendatarios, se les avisó a los propietarios de los negocios que ahora la situación iba a cambiar. Uno de los fiscales les explicó que la acción se adelantaba sobre la propiedad y no sobre el negocio que allí funciona el cual, se presume, es lícito. Un experimentado detective del Departamento Administrativo de Seguridad, quien se identificó como “John”, estuvo coordinando el recorrido. Llevaba en su mano cada una de las direcciones de las propiedades que en Registro Público están a nombre de “Pirulo”. Ese mismo hombre, de gorra con el símbolo del organismo de seguridad y gafas oscuras, explicaba que ahora, el monto del arriendo no se lo iban a cancelar a Rengifo Trillos si no que se debía consignar a una cuenta de la Dirección Nacional de Estupefacientes. El curtido detective aseguró que hubo recopilación de pruebas con datos de las diferentes instituciones militares, policiales e investigativas como el

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mismo DAS y la Fiscalía las cuales recibieron un compendio de pruebas para proceder con la extinción. Apartamentos, casas, establecimientos de comercio y predios rurales en Ocaña y Santander hacen parte de bienes a nombre de “Pirulo”. El detective “Jhon” reveló que hay otras propiedades de Rengifo Trillos pero que están a nombre de otras personas y que estarán siendo vinculadas al proceso. Anotaciones de los detectives El Semanario Ocaña Siete Días obtuvo, de fuentes de los organismos de seguridad del Estado que adelantan las investigaciones y seguimientos, una serie de anotaciones recopiladas por los detectives y miembros de la inteligencia estatal, que revelan el seguimiento cercano hecho a Hernando Benjamín Rengifo Trillos; “Pirulo” y Freddy Aleido Jaimes Parra el “Mexicano” y a quienes los acompañaban en sus diferentes actividades. Para los rastreadores era de pleno conocimiento los lugares que frecuentaban y con quienes; las actividades que realizaban, las celebraciones de fiestas en las que no escatimaban en gastos para sus allegados y amigos. Los apuntes manejados por los fiscales que adelantan el proceso, revelan nombres y apellidos de otras personas también vinculadas a actividades, al parecer, ilícitas. Incluso se anota la relación directa que tendrían los investigados con el comercio de droga. Los datos, según las autoridades, son de pleno conocimiento de la Fiscalía y hasta de toda la ciudadanía. Para los investigadores es claro que “Pirulo” viene de extracción humilde y que de alguna manera fue aceptado por la sociedad ocañera en vista de su poder financiero. Datos revelados por la inteligencia estatal

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Los siguientes son los datos, resultados de seguimientos, cuya responsabilidad de manejo y divulgación recae sobre los organismos de seguridad que los suministraron, y que no dan fechas sobre el momento en que iban sucediendo. Tras ser revelados por la inteligencia estatal, el Semanario Ocaña Siete Días los publicó textualmente. Este es el documento: Se conoció que el particular Hernando Benjamín Rengifo Trillos, alias “Pirulo” es uno de los mayores proveedores de coca de la provincia de Ocaña y es quien negocia con los grupos al margen de la ley en la compra del alcaloide, además es testaferro de confianza de Freddy Aleido Jaimes Parra alias “El Mexicano”, quien reside en la ciudad de México donde coordina los embarques de droga que salen desde Colombia. De la misma manera se conoce que este sujeto se reúne con Alirio y Ramón Jácome López del municipio de Ábrego. En cuanto a su situación económica, hace unos años atrás era albañil pero al transcurrir del tiempo fue adquiriendo propiedades y de esta forma fue reconocido por la sociedad ocañera, que hoy lo ve como una persona que salió de la nada. Propiedades de alias El Mexicano Dentro de las posibles propiedades que este particular posee o administra a alias “El Mexicano” tenemos: Edificio Azul ubicado en la calle 11 con carrera 13 esquina parque central de Ocaña. Centro Comercial San Andresito Centro, ubicado en la calle 11 entre carreras 10 y 11. Centro Comercial Dulce Amanecer, ubicado en la carrera 13 entre calles 8 y 9. urbanización Tabachines, ubicada en la calle 39 con carrera 11; finca el Recreo, en el corregimiento La Ermita, vía al municipio de Ábrego. Igualmente dieron a conocer la tarjeta decadactilar solicitada a la Registraduría Nacional la cual contiene las características de Hernando Benjamín Rengifo Trillos: Edad, 40 años; estatura,

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1.60 mts; contextura, gruesa; cara, delgada; tez, trigueña; ojos, negros. Otros registros de inteligencia anotan que el citado particular está casado con la señora Torcoroma Ovalle y tienen dos hijos. Residen en el municipio de Ocaña en un apartamento lujoso ubicado en un condominio al lado de la Clínica Divino Niño. De igual manera se desplaza por la parte urbana de la localidad en un vehículo de marca Daewoo, color azul, de placas BKP-622, con escoltas. Cabe anotar que este particular tiene negocio de venta de carros que son traídos desde Medellín y son comercializados en el mencionado municipio como una forma de lavar dinero, además mantiene comunicación con los hermanos Rizo quienes también trafican con droga en esta localidad. Se conoció que Hernando Benjamín Rengifo Trillos, alias “Pirulo”, es el encargado de administrar gran parte de los bienes de Freddy, alias “El mexicano”. Aquel está encargado de administrar la construcción del Edificio Azul que se está levantando en el parque central de Ocaña. También tiene a su cargo una finca campestre en la vía que conduce de Ocaña a Barrancabermeja. El perfil del mexicano Se estableció que el sujeto Freddy, alias “El Mexicano”, de aproximadamente 35 años de edad, contextura normal, de 1.65 mts de estatura, cabello corto, es el narcotraficante de mayor influencia en la ciudad de Ocaña, incursionando tanto que llegó a ser el mayor lavador de dólares en la mencionada región, ya que posee varias propiedades y negocios en Colombia como en México. “El Mexicano” viaja a Centro América y varias ciudades de aquel país. Esos viajes dependió su alias, además tiene nexos con la mafia mexicana; en el

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momento se encuentra en Ocaña debido a que es oriundo de esa región, por último, fue visto el día 17 de julio en el coliseo del mencionado municipio, departiendo tequila con sus colaboradores y conocidos. Así mismo, para su seguridad mantiene una escolta de seis sujetos y se desplaza en una camioneta Toyota Prado color verde de placas EK 155, de Sabaneta, seguido por una motocicleta Suzuki, azul oscuro de placa GS 650, de placas XDI 87. La popularidad de Pirulo Alrededor de la popularidad que se había creado en Hernando Benjamín Rengifo Trillos, desde que se le vio la buena fortuna, se trenzaban un sinnúmero de amigos quienes compartían con él sin ningún tipo de recato. Por supuesto, en sus andanzas no faltaron las mujeres que por diferentes razones, sobre todo la económica, querían mantener una relación sentimental. Y fue precisamente uno de esos amores el que también lo puso en una situación difícil ante la justicia colombiana. La joven Nidia Jimena Pérez Arévalo, de 22 años de edad, con quien mantenía un romance, murió en extrañas circunstancias en uno de sus apartamentos. El desarrollo de la investigación hizo que Rengifo Trillos resultara en la cárcel involucrado con ese caso y por el cual la justicia le impuso una condena. Según se hablaba en las calles de Ocaña, ese fue el episodio que lo volvió a ubicar en la mira de las autoridades, las mismas ante quienes debía demostrar que su fortuna es de procedencia lícita para poderla recuperar. En el caso de la muerte de Nidia Jimena Pérez, la Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Penal a través de la Magistrada Ponente María del Rosario González de Lemos, confirmó la sentencia de segunda instancia proferida por el Tribunal Superior de Cúcuta el 8 de abril de 2008, confirmatoria de la proferida por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Ocaña el 15 de marzo de 2007 por medio de la

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cual condenó al mencionado ciudadano como autor, penalmente responsable del delito de homicidio en Nidia Jimena Pérez Arévalo. “Pirulo” en líos jurídicos La noticia de la muerte de la joven quien sostenía una relación sentimental con alias “Pirulo” se publicó en el Semanario Ocaña Siete Días bajo el titular: Extraña muerte de una joven. La información daba cuenta que no eran claros los hechos que rodeaban el caso: “Se tejen varias versiones entre las cuales la autoridad es la encargada de dar con la verdad. En manos de estas quedó la investigación sobre la misteriosa muerte de la joven en un edificio de apartamentos del centro de la ciudad. Emitir cualquier versión sobre los indicios del hecho, sería un acto de irresponsabilidad; indicó uno de los peritos del caso. Investigadores de la fiscalía conjuntamente con el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, a través de pruebas especiales, estarán determinando a ciencia cierta las causas del deceso de la joven, cuyo cadáver fue hallado en avanzado estado de descomposición. El caso, bastante particular, se registró en el complejo residencial San Andresito Centro, con el hallazgo del cadáver de una mujer: La joven Nidia Jimena Arévalo Pérez de 22 años de edad, compañera sentimental de Hernando Rengifo Trillos, murió en extrañas circunstancias en el interior de su cuarto. El fuerte hedor que salía de uno de los apartamentos llamó la atención de los vecinos, quienes dieron aviso a la policía. Sin recibir respuesta del interior del apartamento y ante la imposibilidad de entrar por la puerta, uno de los policiales ingresó por la ventana. Una vez adentro, se encontró con la desagradable sorpresa de que había una persona muerta envuelta entre cobijas y un colchón.

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Exhaustiva investigación de la Fiscalía El Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía efectuó el respectivo levantamiento del cadáver tomando pruebas especiales para determinar las causas reales de la muerte. Entre las hipótesis del deceso, se investiga una posible intoxicación. Un intempestivo ataque cardiaco, un estrangulamiento o asfixia mecánica por hurtar algunos elementos del interior de su residencia. Los investigadores presumen que el fallecimiento de la joven ocurrió varios días antes del hallazgo, debido al acelerado proceso de descomposición del cadáver. Las autoridades locales serán las encargadas de establecer las verdaderas causas de la muerte de la joven. Pero la realidad, para la justicia, fue otra. Confirmaron que la joven había muerto por manos criminales. Según el extracto de la sentencia se señala que: “Los hechos sucedidos en horas de la tarde del 12 de enero de 2005, se encontró en un apartamento del Centro Comercial San Andresito de la ciudad de Ocaña, el cadáver de la señorita Nidia Jimena Pérez Arévalo en avanzado estado de descomposición, la cual sostenía una relación afectiva con Hernando Benjamín Rengifo Trillos. El Instituto de Medicina Legal estableció que el deceso de la víctima se produjo como consecuencia de asfixia mecánica. Esto llevó a Hernando Rengifo Trillos a una cárcel de la ciudad de Bogotá, a pesar que siempre alegara ser inocente. Con el tiempo, fue excarcelado continuando con el manejo de algunas construcciones entre estas de un centro recreacional el cual remodeló mientras le servía de residencia.

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……………………………………………………………… La muerte asomó su rostro en la carretera Tres universitarios pierden la vida en trágico accidente

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Tres estudiantes de la Universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña mueren en un aparatoso accidente de tránsito. El 11 de octubre de 2010, la muerte aguardaba a los universitarios en inmediaciones de un colegio en un tramo entre el sitio conocido como Acolsure y la sede del Algodonal del centro de educación superior. Los jóvenes se desplazaban, hacia las nueve de la noche, luego de salir de clase, en un carro particular cuando se encontraron de frente con una camioneta. Ambos conductores trataron de esquivarse entre si pero el choque fue tan fuerte que dos personas fallecieron de manera instantánea en el sitio de la colisión. El deceso del tercer lesionado ocurrió en la madrugada del martes en el hospital regional en los instantes en los que se adelantaban las diligencias para remitirlo a una Unidad de Cuidados Intensivos de la ciudad de Cúcuta, trámite que no pudo ser posible ya que la carretera hacia esa ciudad estaba bloqueada por derrumbes. Profundo dolor en los estamentos universitarios Los fallecidos fueron identificados como Jonathan Rafael Torres Bayona, de 20 años de edad, estudiante de Ingeniería Mecánica, quien conducía el carro; Efraín Antonio Rozo García, de 25 años, cursaba estudios en la facultad de Ingeniería Civil. La tercera víctima, con trauma craneoencefálico severo, fue identificada como Edwar Camilo Ballesteros Rincón de 20 años y quien falleció posteriormente. El accidente ocurrió a la entrada del colegio Artístico “Rafael Contreras Navarro” cuando la camioneta Mazda de placa CCT

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886 colisionó contra el Daewo Tico de placa 6AX99L de Venezuela. Al parecer ambos conductores quisieron esquivar el mismo hueco chocando de lado, según lo relató al Semanario Ocaña Siete Días el joven Régulo Meneses quien conducía la camioneta. El choque fue tan fuerte que el carro en el que se desplazaban los estudiantes quedó convertido en chatarra de tal manera que los organismos de socorro: Cuerpo de Bomberos y Defensa Civil, que acudieron a la emergencia, tuvieron que utilizar herramientas adecuadas para desbaratar el carro y poder recuperar los cuerpos de los estudiantes que habían quedado atrapados. Se entrega conductor de la camioneta Una vez ocurrido el hecho, el conductor de la camioneta, Régulo Meneses Ortega, de 19 años de edad y quien había abandonado sus estudios en el colegio José Celestino Mutis, por su propia seguridad dejó la escena del hecho y buscó refugio hasta que se entregó a la policía pasando a órdenes de la fiscalía. A Meneses Ortega se le practicó la prueba de alcoholemia que dictaminó grado uno de embriaguez. Meneses dijo al Semanario Ocaña Siete Días que, no tuvo la intención de provocar esa situación y pidió perdón a la familia de las víctimas. Aseguró ser un muchacho del común que quiso dar una vuelta en la camioneta de un amigo quien se la prestó por un momento. Puntualizó que los comentarios y especulaciones que se desataron tras el accidente, acusándolo, lo afectaron sicológicamente, tanto que incluso ha pensado en quitarse la vida. Regulo Meneses, bajo detención domiciliaria, le puso la cara a la difícil situación que enfrentaba. Era quien conducía la

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camioneta que se vio involucrada en el accidente que dejó como saldo trágico los tres estudiantes universitarios sin vida. El momento apremiante del conductor Régulo, lleno de valor, contactó al coordinador del Semanario Ocaña Siete Días pues quería que se contara su versión y que en últimas fue la única pues como Meneses lo aseguró, en entrevista concedida a ese medio, en la escena del hecho solo estaban él y los otros jóvenes que fallecieron. Dijo que todo fue de momento, que no tenía intención de hacerle daño a nadie, reconoció haber consumido un par de cervezas pero según su criterio eso no provocó el accidente, “sino un hueco en la vía, ambos (conductores) quisimos esquivarlo”, explicó Meneses, Esto implicó que perdieran el control de los carros chocando de lado. No de frente como inicialmente se informó. El fuerte choque desencadenó en el volcamiento de la camioneta y la destrucción del otro carro. Régulo Meneses quiso auxiliarlos pero la desesperación pudo más y prefirió ir a buscar al dueño de la camioneta. No obstante, regresó al sito del siniestro pero ya había en el lugar otras personas. Por temor a un linchamiento buscó refugio y se presentó voluntariamente ante la policía para responder ante la sociedad pues se considera una persona de bien, del común y hasta de recursos limitados. “No duermo y hasta he pensado en quitarme la vida” confesó. Régulo insiste en que no quiso hacerle daño a nadie y conmocionado pidió perdón a los familiares de los estudiantes muertos. Contra Meneses se profirió una medida preventiva de detención domiciliaria, beneficio que perdió meses después cuando fue recapturado por la policía cuando departía con algunas personas en un parque de la ciudad, quebrantando el beneficio de la detención domiciliaria siendo trasladado al centro carcelario.

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………………………………………………………………. Pecado mortal La historia del sacrilegio contra el cura Suárez Sin mucho alboroto la policía dio a conocer a la comunidad, que reclamaba justicia por el asesinato del sacerdote Luis Alfredo Suárez Salazar ocurrido en Ocaña

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el pasado mes de febrero, el nombre del responsable quien fue capturado. Se trata de Tomás José Moreno Aguilar, conocido dentro del entorno delincuencial con el alias de el ‘Cejón’, quien, según las autoridades, sería miembro de la banda criminal denominada los 'Rastrojos'. Con apenas 21 años de edad, habría cometido el crimen que lo puso al borde de una condena por homicidio. El asesinato del sacerdote Luis Alfredo Suárez Salazar causó impacto en la comunidad ocañera por la misma investidura de la víctima. Desde ese momento, la alarma en la comunidad se encendió pues los sicarios habían llegado a perpetrar un asesinato contra una persona que a la luz de la gente, no tenía por qué terminar sus días de esa forma tan violenta. Inicialmente, los investigadores no tenían mucha información sobre el responsable del homicidio del presbítero. Para la pesquisa, llegó a Ocaña un grupo especial de la Dirección de Investigación Criminal, procedente de Bogotá que empezó a realizar las investigaciones con la poca información suministrada por la gente que vive cerca al sitio de los hechos. Al tiempo que se buscaban datos para esclarecer la muerte del sacerdote, se realizaban en el municipio, operativos y allanamientos para combatir el crimen. Y fue así como tras información obtenida y procesada, se llegó hasta una casa del asentamiento humano, Colinas de la Esperanza. Allí, en el registro a una vivienda encontraron a tres hombres, todos foráneos, a quienes se les hallaron armas y otros elementos que los comprometían con acciones criminales. La información obtenida por los investigadores fue tan precisa que en la misma casa donde los capturaron, se halló una caleta donde guardaban arsenal entre el que se encontraban armas cortas y granadas. Los hombres fueron judicializados por el delito de tráfico, fabricación o porte ilegal de armas, conducta

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por la que fueron capturados en flagrancia el 26 de mayo del 2012. Dentro de los capturados estaba Moreno Aguilar de quien se supo que el 20 de enero de este año ya había sido detenido en flagrancia por el delito de fabricación, tráfico, porte o tenencia estupefacientes siendo dejado en libertad días después siguiendo en sus andanzas criminales. También presentaba antecedentes por el delito de aprovechamiento ilícito de los recursos naturales no renovables. Lo que no se explicaba la opinión pública es porqué con ese prontuario, no estaba tras las rejas. De todo esto resultó un importante aporte para dar con el paradero del asesino del sacerdote, pues con Moreno preso, se pudo confrontar a través de información suministrada por un testigo presencial del asesinato del cura y un retrato hablado basado en detalles entregados por algunos testigos que decidieron colaborar, que entre los detenidos en el allanamiento por la comisión de otros delitos, estaba quien había disparado al clérigo. Con estos datos, el rumbo de la investigación por la muerte de Suárez Salazar tomó una línea más clara y directa. Durante los operativos para dar con el paradero del presunto autor material del asesinato fue inmovilizada la motocicleta que se habría utilizado para el desplazamiento de los sicarios que perpetraron el ataque y entre las armas decomisadas en el allanamiento estaba la que fue disparada por el matón el 2 de febrero contra la humanidad de Luis Alfredo Suárez Salazar, quien recibió cinco impactos de pistola 9 milímetros. El episodio trágico para el sacerdote inició cuando este acababa de regresar del Santuario del Agua de la Virgen. Se puso una camiseta para ayudar a su hermana a embarcar en un camión los enceres de un trasteo. Subiendo las cosas al vehículo de acarreos fue cuando ocurrió el ataque de los sujetos, quienes le propinaron los tiros escapando en una motocicleta.

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Los investigadores también dijeron que contaban con un video como parte de la evidencia que compromete al capturado, donde se ve a los presuntos responsables del asesinato rondando la zona de los hechos antes de disparar contra su víctima. Con el testigo dispuesto a colaborar, los miembros de la Sijin le mostraron algunas fotos de los capturados señalando a “el Cejón” como la persona que ese día llegó a disparar contra el prelado de la iglesia Católica. Esta fue la indicación que recibió el pistolero de parte de quien lo “mandó a hacer la vuelta”. Efectivamente el hombre llegó al sector del Martinete, se bajó de la moto, se quitó el casco, y a quien vio en la actividad de bajar muebles y enceres del camión fue al sacerdote descargando el contenido del proveedor de su arma automática. En el hecho resultó herido el conductor del vehículo, Hernán Torres Ramos, quien recibió un impacto en el abdomen. Con todas las pruebas compulsadas se determinó que Tomás José Moreno Aguilar, uno de los capturados en el allanamiento de Colinas de la Esperanza era el responsable de ser el autor material del asesinato del presbítero. Con esos argumentos se logró que la fiscalía Primera Seccional de Ocaña dictara en contra del presunto homicida una nueva orden de captura siendo notificado en la cárcel donde ya se encontraba por los otros delitos imputados el día que calló en el allanamiento. Así las cosas, fue presentado ante un juez de control de garantías quien le dictó la medida de aseguramiento continuando preso mientras transcurre su proceso. De esta forma, se confirmaba por la policía la captura del presunto responsable del hecho, quien al parecer es integrante de la banda delincuencial los ‘Rastrojos’ que hace presencia en esta zona del país. El presbítero Luis Alfredo Suárez Salazar de 50 años, natural de San Calixto Norte de Santander, pertenecía a la diócesis de Villavicencio asignado a la parroquia María de los Santos

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Ángeles de la capital del departamento del Meta. El religioso se encontraba de vacaciones y estaba en Ocaña visitando a sus familiares. Con las capturas y lo revelado durante la investigación, el caso apenas empezaba a desenmarañarse pues las autoridades saben que detrás del autor material hay un intelectual. Las hipótesis de los investigadores apuntan a que el crimen se dio producto de una equivocación. Creen que el atentado iba dirigido a un comerciante familiar del sacerdote, quien tendría algunos detractores sin establecer las circunstancias.