Lo que vale soñar

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LO QUE VALE SOÑAR Autor : Xavier Roque Altamirano Facilitador de INPRHU-IAP 07/09/97 Soñar es una cualidad humana individual, negada al nivel colectivo. Es probable que individualmente se tejan sueños, pero a nivel familiar son nulos, pocos o quizás invisibles. Un sueño gigante, pero atado a nuestras manos y al pensamiento es un estímulo que ayuda a vivir, es fuerza vencedora de obstáculos, manantiales de luz que abren a nuestro paso el camino. Soñar todos los días junto a nuestros hijos, la casita, el pedacito de tierra, la vaca, el caballo, a la cabra, que en cuatro meses tendremos cuatro, que el próximo mes estaremos mejor y que los años venideros se abrirán nuevas puertas a lo que podemos hacer. UNA FAMILIA CAMPESINA QUE SUEÑA La familia de Luis Enrique se atrevió a soñar pariendo una nueva visión, una nueva práctica y una perspectiva de futuro, un sueño atado a la realidad de la familia. Ha nacido un nuevo aliciente, quizás el único, pero que nos proporciona suficiente energía para no dejar morir la esperanza. En sólo dos horas que duró la construcción de la historia familiar, sembró en cerebros fértiles la ilusión y la fe en el cambio.

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LO QUE VALE SOÑAR

Autor : Xavier Roque AltamiranoFacilitador de INPRHU-IAP

07/09/97

Soñar es una cualidad humana individual, negada al nivel colectivo. Es probable que individualmente se tejan sueños, pero a nivel familiar son nulos, pocos o quizás invisibles.

Un sueño gigante, pero atado a nuestras manos y al pensamiento es un estímulo que ayuda a vivir, es fuerza vencedora de obstáculos, manantiales de luz que abren a nuestro paso el camino.

Soñar todos los días junto a nuestros hijos, la casita, el pedacito de tierra, la vaca, el caballo, a la cabra, que en cuatro meses tendremos cuatro, que el próximo mes estaremos mejor y que los años venideros se abrirán nuevas puertas a lo que podemos hacer.

UNA FAMILIA CAMPESINA QUE SUEÑA

La familia de Luis Enrique se atrevió a soñar pariendo una nueva visión, una nueva práctica y una perspectiva de futuro, un sueño atado a la realidad de la familia.

Ha nacido un nuevo aliciente, quizás el único, pero que nos proporciona suficiente energía para no dejar morir la esperanza. En sólo dos horas que duró la construcción de la historia familiar, sembró en cerebros fértiles la ilusión y la fe en el cambio.

Luis Enrique y su familia son muy pobres, como propiedad tienen su casita de taquezalt con un solar de una manzana, conformada por el padre, la madre, dos hijas de 15 y 13 años y un hijo varón de 8 años.

COMO EMPEZO TODO?

A través de su vecino Miguel, conoció que un joven quería investigar sobre la historia de su comunidad “El Porcal” y que todos podrían aportar lo que sabían y luego salir en un libro que dejarían como recuerdo para que todos los habitantes conocieran la historia de su comunidad.

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Participó en la reunión de los miembros de la comunidad donde el investigador construyó con ellos el gráfico histórico de la comunidad y le pareció importante lo que conoció de otros vecinos, historias y detalles entre ello: Que el Cerro del Apante dejó de proporcionar el agua de los riachuelos desde que se fue la serpiente emplumada que vivía allí, obligada por el despale que los comuneros han hecho, según don Moncho Cerro. Pero sobre todo apreció la franqueza con que les habló el investigador al decirle que no ofrecía, ni les daría nada, pero que podría ayudarles a encontrar una salida para cambiar su situación de pobreza y cuando el investigador preguntó quién quería participar en el proceso con su familia, fue el primero en aceptar la propuesta e invitar al investigador para que su familia reconstruyera su historia.

A SOÑAR DESPIERTO

Una tarde después del duro día de trabajo, la familia se reunió en la misma sala donde hace 18 años se juntaron Luis Enrique y Francisca, el mismo lugar donde nacieron y crecieron sus hijos. Ahí en ese mismo lugar en poco tiempo emergería de sus cuerpos y su mente la claridez para una nueva vida. El investigador explicó como construirían su historia. Se hizo el silencio en la salita con piso de tierra, adornada apenas con una vieja, rota y desteñida imagen religiosa que expresaba la profundidad de la ruda pobreza en esta familia rural, los niños se miraban y reían entre apenados y nerviosos, Francisca, su madre, entre confundida y recelosa. Luis Enrique miró a su alrededor, miró a su interior, pensó en sus hijos, tenía la lengua seca, tragó gordo, no tenía otra alternativa, tenía confianza en lo sucedido en el proceso de su comunidad.

Convencido de que no quiere la dura y difícil vida para sus hijos empezó diciendo:

“Fue duro, cuando era niño, para mí, hace tanto tiempo, lo recuerdo como hoy, lo tengo tan en el fondo, mi madre murió, ni siquiera entendí lo que pasaba, era todavía tan pequeño. Después mi padre se fue, según mi abuela con quien me crié, se fue a buscar trabajo y jamás volvió Así crecí con mi abuela, más cuidando yo de ella, que ella de mí. Muchas veces sin comer y trabajando para algo de comida para mi abuela, hasta que ella también murió. No aprendí a leer, siempre tuve que trabajar, nunca tuve a nadie hasta que me junté con la Francisca, ahora la tengo a ella y también mis hijas y mi hijo.

“Siempre he trabajado, después de caminar todos los días hasta 6 kilómetros para ganarme 8 pesos que apenas dan para medio comer”

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Así, contó tantas cosas tristes y difíciles de su vda. Su esposa y sus hijos escucharon en silencio todo lo que dijo el padre.

Cuando se inició el diálogo cruzado, Francisca contó por qué se había juntado Luis Enrique, él se veía un hombre honrado, trabajador y responsable, a pesar de que había crecido solo, también relató como ella trabaja y ha ayudado a su marido en los momentos de dificultades y de angustia.

Según Francisca el principal problema es que no saben qué hacer para salir de esta situación, que su casa es de una sola pieza y que todos duermen allí y después de tanto tiempo no han podido mejorar su vivienda.

También las hijas platican sus puntos de vista sobre como ven y observan la vida en su familia. Rosa, la niña mayor, quien aprobó sexto grado hace dos años, contó sus grandes deseos de seguir estudiando y poder graduarse algún día como maestra.

La niña menor que estudia y está en quinto grado de primaria, expresa que quiere ser enfermera y que no la saquen de la escuela, porque muchas veces ha visto que no quieren que asista o a veces porque no se tiene dinero para comprarle los cuadernos y lápices.

El niño menor expresó que no quiere ir a la escuela, que él quiere salir a sembrar frijoles como su padre.

Para Luis Enrique lo más positivo de la conversación iniciada es saber que sus hijas sueñan cambiar la situación de su familia a través del estudio, cuando él siempre creyó que sabían suficiente y que no era necesario estudiar más. Además daba por hecho que sus hijas estaban contentas con la vida que tenían.

Lo más importante a juicio de sus hijas fue conocer un mundo desconocido de la vida de su padre, una gran experiencia vivida y la confianza que éste tuvo de contarles su vida y sus sueños. Les dio alegría haber dialogado por primera vez con su padre y su madre ya que ellas no sabían sus dificultades y sufrimientos. Ahora entendían muchas cosas que no imaginaron antes.

En otra tarde del soleado mes de abril de 1997 la familia partiendo de su historia analizó su situación actual identificando ¿qué cosas tenían?, ¿qué sabían hacer? y ¿qué podrían hacer para abordar su problema como familia y encontrar soluciones?

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APROVECHAR LA OPORTUNIDAD

Con ayuda del facilitador encontraron muy pocas fortalezas y muchas debilidades; pocas oportunidades y muchas amenazas.

Pero dentro de las oportunidades, Luis Enrique señaló su negativa de tomar un crédito por C$ 700.00 en plantas por el temor de no poder pagar tan grande cantidad de dinero.

En ese momento sus hijas propusieron tomar el crédito, asumiendo ellas la responsabilidad de dar atención al cultivo, porque significaba que a vuelta de un año tendrían comida y una forma de adquirir algún ingreso y que lo que gana su padre servirá para otras necesidades que actualmente no pueden satisfacer. También analizaron su propiedad de una vaca y un toro, para lo que decidieron promover la venta de los servicios de monta del toro que tiene buenas características. Luego de esta idea surgieron como en cascada otras, como la preocupación de que su pequeño hijo asista y le guste la escuela, cómo lograr que sus hijas sigan estudiando, cómo construir un horno.

ESTAMOS EN LA CONCRETA

Después de 6 meses de participar en el proceso de Investigación de Acción Participativa (IAP) de la comunidad y en las conversaciones familiares, Luis Enrique considera que ahora hay una nueva actitud en su familia, trabajan con armonía, espíritu emprendedor y en lo personal se siente mas animado para ir al trabajo.

Su parcela de una manzana, gracias al trabajo de la familia tienen sembrada: 250 plantas de piña, 500 matas de yuca, 300 de pitahaya, 100 de banano, 60 árboles frutales entre ellos aguacate, naranja, jocote, limones, más 200 plantitas forestales entre ellas, madreal, roble, cedro, caoba, etc. y algunas hortalizas como chiltoma, calabaza, chaya y maracuyá.

A SOÑAR DIARIO

Según los cálculos de la familia en un año tendrán asegurada la alimentación a partir de su parcela y podrán adquirir ingresos por la venta de algunos productos.

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En caso de no poder vender los excedentes ya están pensando hacer jaleas, vinagre y encurtidos para venderlos en Somoto.

Hacer esto nos ha llevado noches enteras sin dormir, pensando como hacer para no perder los cultivos, con la esperanza de que pronto produzcan y es que no puede dejar de soñar despierto, siempre hay que pensar positivo par no echar paso atrás comenta Luis Enrique.

LAS FUENTES DEL CAMBIO

¿Qué ha hecho que la vida de la familia de Luis Enrique haya cambiado?

En primer lugar el diálogo, cada miembro de la familia se ve potenciado en la vivencia y experiencia del otro.

La actitud positiva que tiene la familia sobre su futuro, con la esperanza de transformar su pobreza en condiciones básicas de vida.

Considerar el trabajo como una actividad necesaria y no como una carga que obligadamente tienen que hacer.

La familia se ha organizado, cada persona dentro de ella tiene una misión que cumplir desde lo individual, pero juntos se han apropiado de un sueño más allá.

Han iniciado un proceso de comunicación a lo interno de la familia entre madre, padre, hijas, hijos de infinito aprendizaje a partir de su propia experiencia.

Durante más de 15 años esta familia ha tenido una manzana de tierra que esperó ser utilizada para formar parte de la familia y convertirse a través de sus manos laboriosas en un efecto multiplicador de beneficios sin límite.

Cuando este artículo llegue a sus manos estoy seguro que la familia de Luis Enrique tendrá casa nueva y adecuada para vivir mejor . Me lo dijo y le creo.

Tan sólo por esto, vale la pena soñar…

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Nota: Actualmente los 3 hijos son profesionales, casados con su propia familia y les han dado 7 nietos/as. Francisca se graduó en el CEAR y es paratécnica, capacita a otros/as productores en Organización Comunitaria Agricultura Orgánica, Cambio Climático, Procesamiento de productos, para darles valor agregado, Comercialización, Medicina Natural y en Género.-

Mediante un Proyecto de INPRHU de Autoconstrucción de vivienda rural, Enrique y su familia tienen una vivienda digna, son referentes en su comunidad como lideres comunitarios. Lo más importante es que se consideran una familia feliz, llena de riquezas y bendiciones.