LOS HALLAZGOS DE ICHCATEOPANaleph.academica.mx/jspui/bitstream/56789/29579/1/... · letos de...

21
LOS HALLAZGOS DE ICHCATEOPAN Wigberto JIMÉNEZ MORENO Academia Mexicana de la Historia EL HALLAZGO DE LOS restos atribuidos a Cuauhtémoc, en Ich- cateopan, el 26 de septiembre de 1949, fue un suceso que conmovió al país entero. El lugar donde se encontraron está dentro de la cuenca del Balsas, en la "Depresión Austral", que ha sido siempre epifoco de movimientos sísmicos y de convulsiones sociales: al sur están ligados Morelos, Álvarez y Zapata y la Constitución de Apatzingán, la revolución de Ayutla y el Plan de Ayala. El descubrimiento en el pequeño poblado guerrerense, estaba dotado —ante la sensibilidad llena de suspicacia de los mexicanos— de una tremenda carga afectiva, apasionante y trastornadora. Era como una revolu- ción en potencia que turbaba la calma que había dado a la nación el espíritu ecuánime de Ávila Camacho, y que ponía a prueba la firmeza de la política de "unidad nacional". Se había alcanzado una cumbre en ese proceso unificador cuando el 18 de marzo de 1938 —bajo el régimen del general Cárdenas— la nación entera respaldó la expropiación del petróleo, y otra se había escalado cuando el 5 de septiembre de 1942 apareció don Manuel acompañado de seis expresiden- tes, que acallaron los resquemores que los distanciaba en holocausto a la patria. Para afianzar esta actitud en el ánimo de los mexicanos, se había tratado de introducirla también en la enseñanza de nuestra historia —auspiciando esa ten- dencia, en una reunión de pedagogos e historiadores, en mayo de 1944, don Jaime Torres Bodet y don Alfonso Caso—, y con análogo fin se había inaugurado, en septiembre de ese año, el Museo Nacional de Chapultepec, fuente de edu- cación cívica y patriótica para todo el pueblo. Superadas las pugnas que dividían hondamente tanto a profesores como a estudiantes, Alfonso Caso, fungiendo como rector desde

Transcript of LOS HALLAZGOS DE ICHCATEOPANaleph.academica.mx/jspui/bitstream/56789/29579/1/... · letos de...

LOS HALLAZGOS DE ICHCATEOPAN

Wigberto JIMÉNEZ MORENO Academia Mexicana de la Historia

E L H A L L A Z G O DE LOS restos a tr ibuidos a Cuauhtémoc, en I c h -cateopan, e l 26 de septiembre de 1949, fue u n suceso que conmovió a l país entero. E l lugar donde se encontraron está d e n t r o de l a cuenca del Balsas, en la "Depresión A u s t r a l " , q u e ha sido siempre epifoco de movimientos sísmicos y de convulsiones sociales: a l sur están ligados Morelos , Álvarez y Zapata y l a Constitución de Apatz ingán, la revolución de A y u t l a y el P l a n de Ayala. E l descubrimiento en el pequeño p o b l a d o guerrerense, estaba dotado — a n t e la sensibi l idad l l ena de suspicacia de los m e x i c a n o s — de u n a tremenda carga afectiva, apasionante y trastornadora. E r a como u n a revolu­c ión en potencia que turbaba la calma que había dado a la nación el espíritu ecuánime de Á v i l a Camacho, y que ponía a p r u e b a la f irmeza de la política de " u n i d a d n a c i o n a l " .

Se había alcanzado u n a cumbre en ese proceso u n i f i c a d o r cuando el 18 de marzo de 1938 — b a j o el régimen del general C á r d e n a s — la nación entera respaldó la expropiación del petróleo, y o t r a se había escalado cuando el 5 de septiembre de 1942 apareció d o n M a n u e l acompañado de seis expresiden­tes, que acal laron los resquemores que los distanciaba en holocausto a la p a t r i a . Para afianzar esta a c t i t u d en el ánimo de los mexicanos, se había t ratado de i n t r o d u c i r l a también en la enseñanza de nuestra h is tor ia — a u s p i c i a n d o esa ten­dencia, en u n a reunión de pedagogos e historiadores, en mayo de 1944, d o n Jaime T o r r e s Bodet y d o n Al fonso Caso—, y con análogo f i n se había i n a u g u r a d o , en septiembre de ese año, el Museo N a c i o n a l de Chapultepec, fuente de edu­cación cívica y patriótica para todo el pueblo . Superadas las pugnas q u e dividían hondamente t a n t o a profesores como a estudiantes, A l f o n s o Caso, f u n g i e n d o como rector desde

162 WIGBERTO JIMÉNEZ MORENO

agosto del m i s m o año, había luchado en contra del p r e d o m i ­n i o de grupos sectarios (y en favor, p o r lo tanto, de la con­v ivencia de ideas) dentro de la U n i v e r s i d a d , y para supr i ­m i r , hasta donde era posible, u n foco de discordia espir i tua l , el Presidente y su m i n i s t r o de Educación habían logrado, entre e l 24 de dic iembre de 1945 y el 8 de octubre de 1946, la re­f o r m a del artículo tercero de la Constitución Mexicana. A l f ina l i zar , por entonces, u n período de gobierno de los más fecundos — y a que había p r o m o v i d o , contra v iento y ma­rea, la conciliación y la c o n c o r d i a — n o se veían signos de q u e se alterara el curso de esa corriente, y, escapando de lo exót ico y nutriéndose de su p r o p i a savia, iba México en busca de sí mismo; y p o r eso, la preocupación de muchos intelec­tuales, d u r a n t e el siguiente per iodo, sería la de d e f i n i r y robustecer " l a m e x i c a n i d a d " . 1

Justamente seis días antes de que t e r m i n a r a el m a n d a t o de Ávi la Camacho y comenzara el de A l e m á n — e l 24 de no­v i e m b r e de 1946— empezaron a aparecer restos humanos que se d i j o pertenecían a algunos de los grandes protagonistas de nuestra h is tor ia : p r i m e r o , los a t r ibuidos a Cortés, hallados en esa fecha; después, el 26 de marzo de 1947, los conside­rados como correspondientes a los Niños Héroes, y, f i n a l ­mente , el 26 de septiembre de 1949, los que se creyó que fuesen de C u a u h t é m o c . N o eran ésos los únicos hallazgos — a u n q u e sí los más sonados—, pues el 8 de j u l i o de este ú l t i m o año, se encontraban en las lomas ele Padierna "esque­letos de soldados mexicanos y norteamericanos que t o m a r o n parte en la bata l la de ese n o m b r e en 1847". T a m b i é n la Iglesia católica festejó u n notable descubrimiento realizado e l p r i m e r o de j u n i o de 1950: el de l cuerpo perfectamente con­servado del obispo de Veracruz, Rafael Guízar y Valencia. F i n a l m e n t e , de fuera del país l legaron aquí los despojos de l eminente h is tor iador Carlos Pereyra, el 14 de marzo de 1948. A s í es que, desde fines de 1946 hasta mediados de 1950, con­templamos u n desfile de hallazgos de restos o traslaciones d e ellos; y todo eso n o tendría mayor significación si no h u ­biese acontecido precisamente en los años en que, lo m i s m o los políticos que los intelectuales, se habían percatado de l a necesidad de acelerar el proceso de integración nacional y de

HALLAZGOS DE ICHCATEOPAN 163

discernir , p a r a asegurar su éxito, entre l o exótico y lo cas­t izo , entre l o asimilable, p o r su a f i n i d a d con lo p r o p i o , y lo t ó x i c o p o r su i n c o m p a t i b i l i d a d con nuestro legado psicosocio-c u l t u r a l .

De m o d o especial, dentro del c l i m a e s p i r i t u a l de los años de g o b i e r n o del presidente A l e m á n (es decir, desde fines de 1946 hasta las postrimerías de 1952, cuando podría decirse q u e la preocupación por d e f i n i r " l a m e x i c a n i d a d " alcanzaba u n auge hasta entonces desconocido) se saturaba de mayor apasionamiento que nunca la vieja polémica entre quienes f i n c a b a n la fuerza conformadora de nuestra nac ional idad p r e p o n d e r a n temen te en la herencia indígena, y los que, en contraposición a aquéllos, la veían arraigada decisivamente en el legado hispánico. E n tales circunstancias, Cortés y C u a u h t é m o c , como símbolos que personif icaban aquellas dos tradiciones culturales que se veían inconci l iables, aparecían dotados de u n a temible carga afectiva, capaz de n u b l a r , para las gentes menos serenas, el concepto de u n a nación mexicana q u e — c o n t e m p l a d a desde los ángulos biológico, psicológico, c u l t u r a l y s o c i a l — había surgido, básicamente, del mestizaje y la transcultuiación. Los que predicábamos la necesidad de aceptar la i n d i s o l u b l e fusión hispanoindígena, 2 reconociendo los valores positivos de cada u n o de ambos p a t r i m o n i o s , nos veíamos repudiados sobre todo p o r la exaltada corriente i n -dófi la-hispanófoba, que se presentaba incomparablemente m u ­cho más robusta, intransigente, agresiva y peligrosa que su c o n t r a r i a . L a presencia de los "refugiados" o "transterrados" españoles desde 1939, había ayudado — e n algunos lugares y entre ciertos g r u p o s — a incrementar u n a corriente antiespa­ñola preexistente, y ya para 1945 aparecían l ibros como el de M i g u e l M a z í n Cervantes, i n t i t u l a d o Monumentos prema­turos, en e l que p r i v a u n tono de v i o l e n t a h o s t i l i d a d hacia el legado hispánico.

Ya desde la gestión del presidente Cárdenas se había dado a las necesidades del i n d i o y a la investigación de nuestras cul turas aborígenes u n a atención inus i tada: así se creó, para l o p r i m e r o , e l Departamento de Asuntos Indígenas, y para l o segundo, el I n s t i t u t o N a c i o n a l de A n t r o p o l o g í a e H i s t o r i a . Además , surgieron sin promoción af ic ia l : en 1937, la Sociedad

I164 WIGBERTO JIMÉNEZ MORENO

M e x i c a n a de Antropología ; en 1938 — c o m o u n D e p a r t a m e n t o de la Escuela de Ciencias Biológicas del I n s t i t u t o Pol i técnico N a c i o n a l — l a actual Escuela N a c i o n a l de Antropolog ía e H i s t o r i a , y en 1939, e l Consejo de Lenguas Indígenas. D u ­r a n t e el m i s m o per iodo es celebraron, en 1939 y en la c i u d a d de México, t a n t o la P r i m e r a Asamblea de Filólogos y L i n ­güistas (consagrada p r i n c i p a l m e n t e a l estudio de nuestras lenguas nativas) como el XXVIII Congreso I n t e r n a c i o n a l de Americanistas, y estos sucesos científicos colocaron a l i n d i o e n sitio destacado d e n t r o del c l i m a de la época, a l o cual contr ibuyó todavía más la reunión del Congreso I n d i g e n i s t a I n t e r a m e r i c a n o en 1940. Luego, bajo el gobierno de Á v i l a Camacho, descubrimientos arqueológicos como el de los e d i f i ­cios y estatuas colosales de T u l a , en 1941, y el de los frescos de Bonampak, en 1946, pusieron de relieve ante e l p u e b l o mexicano — q u e ya antes había contemplado con admiración el rescate de las joyas de M o n t e A l b á n , en 1932— la grandeza de nuestras civilizaciones prehispánicas. Así , eran ahora los antropólogos — y entre ellos, los arqueólogos en p r i m e r tér­m i n o — los que, con sus discusiones científicas y sus especta­culares hallazgos, coadyuvaban más que nadie a la revalora­c ión de l o autóctono, auspiciada desde antes por la R e v o l u c i ó n M e x i c a n a (con G a m i o , Vasconcelos, R i v e r a y otros proceres).

Cárdenas había sido el presidente indigenista p o r exce­lencia, y es s igni f icat ivo que diese el n o m b r e de C u a u h t é m o c a u n h i j o suyo. T o d a v í a bajo su régimen, en 1940, se efec­t u a r o n las sesiones del Congreso Indigenis ta I n t e r a m e r i c a n o r e u n i d o en Pátzcuaro, en las que n o sólo p a r t i c i p a r o n an­tropólogos, sino también estudiosos de varias discipl inas, maestros y funcionar ios , y ya n o discut ieron exclusivamente problemas de índole científica, sino que se interesaron, de diversas maneras, en el m e j o r a m i e n t o y la reivindicación de l indígena. Desde campos de acción bastante diferentes, hombres como Al fonso Caso, M i g u e l O . de Mendizábal , V i ­cente L o m b a r d o T o l e d a n o y L u i s Chávez Orozco, f u e r o n los paladines de esta tendencia, y el p r i m e r o habría de procla­mar , en m e m o r a b l e discurso, que la salvación de M é x i c o pendía de la del i n d i o . Ya para 1944 ese m o v i m i e n t o de revaloración lograba que se contemplara comprensiva y ad-

HALLAZGOS DE ICHCATROPAN 165

m i r a t i v a m e n t e e l arte prehispánico, gracias a u n l i b r o de Salvador Toscano, mientras e l g r a n pasado de los mexicas — a l r e d e d o r de la f i g u r a épica de C u a u h t é m o c — se presen­t a b a a l p u e b l o con todo su dramat ismo, narrado conmove­d o r a m e n t e y con l a mayor unc ión p o r Héctor Pérez Martínez. N o podría, de n i n g ú n m o d o , subestimarse la in f luenc ia que d e b i ó ejercer esta p o p u l a r obra, b i b l i a , quizá, de muchos q u e con gran apasionamiento m i l i t a r o n en p r o de la auten­t i c i d a d del hallazgo de Ichcateopan.

M I E N T R A S SE ROBUSTECÍA en esa f o r m a la corriente indófila, p e r d í a n los hispanistas a dos de sus caudil los más belicosos: T o r i b i o Esquivel Obregón, fa l lecido el 24 de mayo de 1946 — q u i e n n o p u d o , p o r ende, saludar el hallazgo de los restos q u e se atr ibuir ían a C o r t é s — y el P. M a r i a n o Cuevas, q u i e n m u r i ó el 31 de marzo de 1949, antes de que se rescatasen los q u e se asignarían a Cuauhtémoc. E n cambio, José Vasconce­los — p a r a d o j a v i v i e n t e — se había convert ido más y más a la c o r r i e n t e hispanófila, después de haber ayudado a la reva­loración de l o indígena, y era u n a d a l i d reconocido ele aquel la a c t i t u d opuesta, j u n t a m e n t e con u n o de nuestros más res­petados historiadores, A l b e r t o M a r í a Carreno, q u i e n combi­n ó su devoción a España con posi t iva atención al i n d i o .

Los huesos encontrados p o r este ú l t imo y p o r otras per­sonas en el H o s p i t a l de Jesús e l 24 de noviembre de 1946, f u e r o n identi f icados como de Cortés por u n a comisión en q u e f i g u r a r o n m i e m b r o s del I n s t i t u t o N a c i o n a l de A n t r o p o ­logía e H i s t o r i a , y se les r e i n h u m ó el 9 de j u l i o de 1947. E n t r e tanto , en este m i s m o año en que se conmemoraría el centenario de la epopeya de los "agui luchos" , habían sido hal lados, el 26 de marzo, los restos que se estimaba perte­necían a los Niños Héroes, y que, posteriormente, f u e r o n trasladados e l 14 de septiembre a l Colegio M i l i t a r , en tanto se construía el nuevo m o n u m e n t o consagrado a honrarlos , habiéndoseles antes r e n d i d o fervoroso homenaje en la plaza de A r m a s de la c i u d a d de México . U n a comisión de histo­riadores integrada p o r e l m i s m o Carreño, Al fonso T o r o , J u a n M a n u e l T o r r e a , José M a r í a Álvarez y Celestino H e r r e r a F r i -m o n t , había reconocido la a u t e n t i c i d a d de l hallazgo, y an-

i 6 6 WIGBERTO JIMÉNEZ MORENO

tropólogos del I n s t i t u t o N a c i o n a l de Antropolog ía e H i s t o r i a h a b í a n d i c t a m i n a d o que "los seis esqueletos humanos en­c o n t r a d o s . . . pertenecieron a i n d i v i d u o s del sexo mascul ino, de edades que coinciden con las que tenían el teniente J u a n de la Barrera y los alumnos. . . pertenecientes a l Colegio M i l i t a r de Chapultepec cuando cayeron gloriosamente en defensa de la p a t r i a el 13 de septiembre de 1847". C o n base e n tales opiniones, el presidente A l e m á n sometió a la Cámara de d iputados , días antes de cumplirse u n siglo de esa gesta heroica, u n proyecto de decreto en que of ic ia lmente se acep­taba que los restos mencionados correspondían a los Niños Héroes, y los representantes del p u e b l o l o a p r o b a r o n así el 9 de septiembre de 1947, mientras la Iglesia, p o r su parte, les dedicó al día siguiente, en la basílica de Guadalupe, solem­nes honras fúnebres. Ese mismo año, el 4 de marzo, el pre­sidente de los Estados Unidos , H a r r y S. T r u m a n , había hecho u n a guardia frente a l ant iguo m o n u m e n t o en que se les rendía homenaje. Así, ante propios y extraños, quedaban fuera de discusión: l o mismo el va lor épico de la defensa de C h a p u l tepec, que la i d e n t i d a d de los esqueletos de los de­fensores.

E n cambio, si b i e n no se negaba que fuesen de Cortés los restos que se le atribuían, su hallazgo parecía desenca­denar enconadas polémicas en t o r n o a su f igura , poniendo, como consecuencia, en u n mayor p l a n o de actual idad a su c o n t r i n c a n t e egregio: el emperador Cuauhtémoc. Así , h u b o q u i e n propusiera públ icamente que los despojos de aquél se incinerasen frente a la estatua de éste, a r r o j a n d o lejos las cenizas, p o r considerar como u l t r a j e a C u a u h t é m o c el que se hablase de unos honores al capitán extremeño en ocasión de cumpl irse , a l f i n de ese año, el cuarto centenario de su f a l l e c i m i e n t o . 3 C o m o para contrabalancear el entusiasmo que entre los hispanistas provocara el descubrimiento de los hue­sos del d iscut ido conquistador, se enaltecía la f i g u r a de su heroico adversario, y acaso como síntoma de esa tendencia, veíanse aparecer —desde septiembre de 1947— monedas de p l a t a de cinco pesos en que estaba grabada la efigie del defensor de T e n o c h t i t l á n , cuya circulación contribuyó — j u n t o con ser ésas las piezas de p l a t a de m a y o r valor-— a dar a

HALLAZGOS DE ICHCATEOPAN 167

conocer m e j o r el nombre de C u a u h t é m o c entre la gente del p u e b l o , que acaso n o lo recordaba suficientemente, y a t ransfer i r a su m e m o r i a u n a mayor estimación, p o r el aprecio m i s m o que esa moneda encontraba. N o podía, por otra p a r t e , hallarse mejor símbolo que representara el va lor de u n p u e b l o f rente a u n destino adverso, que el de l j o v e n monarca q u e resistió a Cortés, sobre todo ahora que, en m e d i o de una f iebre de exaltación patriótica, se recordaba la desfavorable l u c h a sostenida hacía u n siglo contra los Estados Unidos . Y mientras así se agigantaba el recuerdo del héroe tenochca, el c u a r t o centenario del fa l lec imiento de Cortés, conmemorado en España solemnemente el 2 de d ic iembre de ese mismo año, no parecía encontrar en México sino débiles ecos, ante u n a f r i a l d a d análoga a la ele la intensa o n d a fría de ese d i ­c iembre gél ido y de u n enero nivoso. E n febrero siguiente m o r í a H é c t o r Pérez Martínez — q u i e n tanto contribuyó a p o p u l a r i z a r a C u a u h t é m o c — , y en marzo de 1948 l legaban de España los despojos mortales de Carlos Pereyra, panegi­r is ta ferviente del capitán extremeño. Después de esto, pa­recía a m a i n a r la polémica entre hispanizantes e ineligenistas, mientras se entraba en relat iva calma, turbada, empero, de vez en cuando por algunos sucesos, como la exhibición de u n a discut ida p i n t u r a m u r a l ele Diego R i v e r a en el hote l d e l Prado, el i(? ele j u n i o ele ese m i s m o año, o el m i t i n de los sinarquistas en el hemicic lo Juárez, el 21 ele dic iembre, en que c u b r i e r o n el rostro de la estatua del presidente re­f o r m i s t a con u n a máscara negra. Se l legaba al año de 1949 con otras preocupaciones, preponderantemente de índole eco­nómica como la baja del peso, cuya cotización disminuía en su cambio p o r dólar, al fijarse el nuevo t i p o de 8.65 el 18 de j u n i o . E n cuanto a hallazgos de restos ele protagonistas conspicuos ele nuestra histor ia , la exhumación, el 8 de j u l i o , en las lomas de Padierna, de los esqueletos ele soldados me­xicanos y norteamericanos que pelearon en la guerra ele 1847, n o pareció despertar apasionamiento semejante al de anterio­res descubrimientos. Pero la atmósfera cambiaría, volviéndose tormentosa a l encontrarse, sólo ochenta días después, las osa­mentas y objetos en Ichcateopan.

D e los días 10 al 15 de enero de 1949, el Congreso M e x i -

i 6 8 WIGBERTO JIMÉNEZ MORENO

cano de H i s t o r i a celebró en las ciudades de C h i l p a n c i n g o , C h i l a p a y T i x t l a , u n a reunión de mesa redonda acerca de la h i s t o r i a d e l Estado de Guerrero . I n d u d a b l e m e n t e , d icha asamblea despertó interés p o r conocer e l pasado de esa co­marca. Estaba p r ó x i m o a cumplirse el p r i m e r centenario de l a erección del Estado, y todo contribuía a agudizar la con­ciencia histórica de los guerrerenses. Fue entonces cuando, e l 8 de febrero de ese mismo año, El Universal d i o a conocer l a n o t i c i a que le había enviado su corresponsal en T e l o l o a -p a n , Bernardo Salgado FL, bajo este r u b r o : "Yace C u a u h t é m o c e n la Serranía de Guerrero . R u m o r de que fue h a l l a d o u n m a n u s c r i t o de Motol inía: el lugar sería Ichcateopan."

E l texto ele esta información era el siguiente:

Teloloapan, Gro., 7 de febrero de 1949. E l día 4 del presente mes, u n señor apellidado Rodríguez, vecino de Ixcateopan, en­contró u n importantísimo documento manuscrito del padre Mo­tolinía, según el cual se pretende haber localizado el sitio en que fue sepultado Cuauhtémoc.

Se me informa que el documento dice que después de ahor­cado Cuauhtémoc, los indios, y el padre Motolinía con ellos, tra­jeron el cadáver a Ixcateopan, lugar de donde el último emperador de los mexicanos era nativo.

Motolinía señaló el lugar del enterramiento, levantando inme­diatamente u n templo que dedicó a Santa María de la Asunción.

Relata también el documento qué motivos tuvo el fraile pro­tector de los indios para guardar el secreto respecto a la última morada de Cuauhtémoc.

Se refiere, asimismo, que el gran mexicano radicaba en I x ­cateopan como rey de los chontales, que eran aliados de los aztecas, y con ta l carácter fue a la gran Tenochtitlán al frente de u n ejército en auxi l io de Moctezuma, siendo nombrado des­pués emperador, a la muerte de éste.

Como se ve, se daban en esencia los datos fundamentales en t o r n o a a q u e l l o que apasionaría desquiciadoramente a muchos mexicanos,

A l enterarse de estas noticias, el d irector del I . N . A . H . , I g n a c i o M a r q u i n a , comisionó a la profesora E u l a l i a G u z m á n para realizar u n a investigación sobre los documentos a t r i ­buidos a M o t o l i n í a en que se consignaban estos informes acerca d e l lugar donde se decía estar sepultados los huesos

HALLAZGOS DE ICHCA TEOPAN 169

d e C u a u h t é m o c . L a señorita G u z m á n se trasladó a Ichca-t e o p a n , examinó los documentos y r indió sobre éstos varios i n f o r m e s a l d irector del I n s t i t u t o . Interesándose el la cada vez más en el asunto, realizó f i n a l m e n t e u n a exploración arqueológica dentro del templo p r i n c i p a l de Ichcateopan, la q u e c o n d u j o a l hallazgo de restos que a t r i b u y e r o n a Cuauh­temoc, el 26 de septiembre de 1949. L a prensa d io a m p l i a p u b l i c i d a d a este descubrimiento que sacudió como u n sismo a t o d a la nación, y los más destacados arqueólogos e historia­dores — e n t r e ellos Al fonso Caso— f e l i c i t a r o n a doña Eula­l i a . A q u é l y varios miembros del I n s t i t u t o N a c i o n a l de A n t r o p o l o g í a e H i s t o r i a , se trasladaron entonces a Ichcateo­p a n ; pero en presencia de las osamentas y los objetos asocia­dos a ellas, empezaron a d u d a r de que la exploración arqueológ ica se hubiese realizado correctamente y de que r e a l m e n t e se encontraran en ellas los restos de Cuauhtémoc.

S iguiendo precedentes que databan d e l hallazgo del en­t i e r r o de Cortés, el I . N . A . H . , p o r encargo del secretario de E d u c a c i ó n Pública, M a n u e l G u a l V i d a l , designó u n a comi­sión integrada p o r los doctores S i lv io Zavala y Ensebio Dá-valos H u r t a d o , los profesores Javier R o m e r o y Carlos M a r ­gaín, el arqui tecto A l f r e d o Bishop, el teniente coronel L u i s T e r c e r o U r r u t i a , el mayor R o b e r t o T a p i a y el fotógrafo L u i s L i m ó n , acompañados del secretario del p r o p i o I n s t i t u t o , A l f o n s o Ortega Martínez, para que, en contacto con la seño­r i t a G u z m á n , l levaran a cabo las investigaciones pertinentes y r i n d i e r a n a la Secretaría u n i n f o r m e de la autent ic idad de los documentos y objetos descubiertos, así como de la de los restos humanos encontrados.

E l 14 de octubre —dos días después de que la Cámara de d i p u t a d o s había dedicado u n homenaje a Cuauhtemoc, con m o t i v o de l día de la Raza, como antes solía consagrarlo a la proeza que España realizó, a través de C o l ó n , con el descu­b r i m i e n t o de A m é r i c a — 4 los comisionados del I n s t i t u t o Na­c i o n a l de A n t r o p o l o g í a e F l i s tor ia entregaron su dictamen, e n el que se hacía hincapié en que los restos encontrados n o pertenecían a u n solo i n d i v i d u o ; que n i el contenido n i l a l e t r a de los documentos correspondían al siglo XVI, n i tam­poco la inscripción de la placa de cobre que cubría el en-

170 WIGBERTO JIMÉNEZ MORENO

t i e r r o ; que la antigüedad de los objetos de m e t a l rescatados e n la exploración no podía ser establecida p o r el solo examen q u í m i c o , y que a pesar de los cortes estratigráficos hechos en las excavaciones, n o fue posible determinar con seguridad e n qué f o r m a y en qué época fue hecho el ent ierro , aunque era probable que se h u b i e r a realizado d u r a n t e la construcción de a lguno de los altares; por todo l o cual , la comisión con­c l u y ó que n o existían pruebas científicas que permit iesen a f i r m a r que los restos descubiertos eran los de C u a u h t é m o c , l o cual n o i b a en menoscabo de la admiración y respeto q u e los mexicanos sentimos p o r la f i g u r a de ese héroe i n ­signe. U n o ele los comisionados, el arqueólogo Carlos M a r -gá in , se abstuvo ele f i r m a r el d ic tamen p o r carecer de datos arqueológicos suficientes para f u n d a r su opinión.

L A S CONCLUSIONES a que llegó la comisión del I . N . A . H . le­v a n t a r o n u n a tempestad. Años atrás, a fines de 1946, se ha­b í a n reconocido como de Cortés los restos exhumados en el H o s p i t a l de Jesús, y en 1947, al hallarse los ele los Niños Héroes, n o se habían expresado dudas p o r la comisión dic-t a m i n a d o r a acerca de su i d e n t i d a d . Parecía que lo que no se negaba n i a los "agui luchos" n i a l conquistador, se le es­cat imaba a l héroe indígena que tan valerosamente se le enfrentó. Además, muchos n o podían explicarse que pro­minentes arqueólogos hubiesen fe l ic i tado públ icamente a Eu­l a l i a G u z m á n al conocerse la n o t i c i a ele su descubrimiento, y que poster iormente pusieran en d u d a la a u t e n t i c i d a d del mismo. H u b o q u i e n atribuyese a envid ia esta rectificación. E n t r e tanto , la señorita G u z m á n obtuvo la ayuda de u n g r u p o ele peritos del Banco de México para que realizaran estu­dios ele diversa índole acerca ele los huesos y los objetos rescatados en Ichcateopan, y esas personas h i c i e r o n públ ico, el 8 ele d ic iembre de 1949, su i n f o r m e favorable a la a n t i ­güedad y a u t e n t i c i d a d de ellos. A n t e el desconcierto que causaban dos dictámenes contradictorios , la Secretaría de Eclucación Públ ica decidió f o r m a r u n a nueva comisión, i n v i ­tando a varias instituciones científicas y culturales a enviar como delegados suyos, para integrar la , a lguno ele sus m i e m ­bros, a f i n de reexaminar el p r o b l e m a planteado por el dis-

HALLAZGOS DE ICHCATEOPAN 171

c u t i d o hallazgo. E l t i t u l a r de esa dependencia había d icho a los periodistas el 12 de dic iembre de 1949 — s e g ú n se afir­m a — 5 que, "para dar u n a decisión d e f i n i t i v a " , se iba a crear " u n a comisión formada p o r las instituciones de México más capacitadas para hacerlo". Fue así como, a p a r t i r del 6 de enero de 1950, y a pesar de las objeciones expuestas por doña E u l a l i a el 29 de d ic iembre a n t e r i o r , 6 quedó const i tuida la " C o m i s i ó n Invest igadora de los Descubrimientos ele Ichca-t e o p a n " , que realizó los estudios y emitió los dictámenes que se d a n a conocer a m p l i a m e n t e en la obra que lleva el mismo t í tu lo que este artículo —escr i to para servir de prólogo en e l l a — , el cual, por expresar puntos de vista personales, fue sust i tu ido p o r otro , basado en él, de A r t u r o Arnáiz y Freg.' 7

C o m p o n í a n o r i g i n a l m e n t e aquel cuerpo de expertos — q u e la prensa d i o en l l a m a r la " G r a n C o m i s i ó n " — ios doctores A l f o n s o Caso, Pablo Mart ínez del R í o , Jul io Jiménez Rueda, M a n u e l G a m i o y J . J o a q u í n I z q u i e r d o , el ingeniero Pedro C. Sánchez, el químico Rafael Illescas Frisbie y los profesores M a n u e l Toussaint , A r t u r o Arnáiz y Freg y W i g b e r t o Jiménez M o r e n o , representando, respectivamente, al I n s t i t u t o Nacio­n a l Indigenista , al I n s t i t u t o de H i s t o r i a de la U n i v e r s i d a d N a c i o n a l A u t ó n o m a , al A r c h i v o General ele la Nación, al I n s t i t u t o Indigenis ta Interamer icano, a la Comisión I m p u l ­sora y Coordii iaelora de la Investigación Científica, a E l Colegio N a c i o n a l , a E l Colegio de México y al Seminario de C u l t u r a Mexicana. Instalada la Comisión, en la fecha ya indicada, p o r el secretario ele Educación Pública, M a n u e l G u a l V i d a l , se designó como secretario, al autor de estas líneas y se acordó que las sesiones serían presielidas sucesi­vamente por cada u n o de los miembros de este cuerpo elicta-minaelor. Se convino, antes que nada, en r e n d i r homenaje a C u a u h t é m o c en su m o n u m e n t o del paseo de la Reforma, como se hizo el día 10 de enero de 1950, montanelo u n a guardia ante la estatua elel ú l t i m o señor de Tenocht i t lán . L a p r i ­mera sesión se efectuó en el despacho del secretario de E d u ­cación Pública; la segunda, en la b ib l ioteca de E l Colegio N a c i o n a l , y las restantes en el d o m i c i l i o de la Comis ión I m p u l s o r a y C o o r d i n a d o r a de la Investigación Científica.

C o m o se trabajaba d e n t r o de u n a atmósfera cíe gran apa-

172 WIGBERTO JIMÉNEZ MORENO

s i o n a m i e n t o , se consideró prudente , desde el p r i n c i p i o , que los m i e m b r o s no externasen los resultados de sus delibera­ciones sino a través de A r t u r o Arnáiz y Freg, q u i e n q u e d ó encargado de proporc ionar boletines a la prensa, que se p u ­bl icar ían cuando se estimara conveniente. A p a r t i r de la sesión celebrada el 13 de enero de 1950, las discusiones se g r a b a r o n en alambre, p o r medio de los aparatos y por el personal q u e para el efecto comisionó la Secretaría de E d u ­cac ión Públ ica . Posteriormente estas grabaciones se pasaron a discos fonográficos. 8

Q u i e n esto escribe h u b o de hacer frente a la tarea de ela­b o r a r las actas mediante apuntes que tomaba de las discusio­nes y oyendo l o grabado en alambre, hasta que p u d o contar, desde j u l i o de aquel año, con la ayuda de G u i l l e r m i n a Pérez de Serrano. U l t e r i o r m e n t e se tuvo, además, a p a r t i r de octu­b r e , la colaboración de A l b e r t o Quiróz, comisionado al efecto p o r la m i s m a Secretaría.

Por carecer de auxil iares d u r a n t e el p r i m e r semestre de 1950, las m i n u t a s ele las sesiones n o estuvieron al corriente, y en la r e u n i ó n del 10 de marzo se discutió si, para reme­d i a r l o , deberían redactarse en f o r m a esquemática, prevale­c i e n d o la o p i n i ó n de que fuesen t a n detalladas como hasta entonces. Alcanzada la colaboración d e l personal a l u d i d o , se p u d o tenerlas a l día ya para la sesión d e l 27 ele octubre, en l a que el a u t o r de estas líneas — q u e había venido insist iendo e n que se considerasen las que estaban p e n d i e n t e s — o b t u v o q u e se a p r o b a r a n las de los días 3, 10 y 24 de marzo, ya que después d e l 31 de este ú l t imo mes n o se habían estudiado otras p o r q u e se estimó más urgente e x a m i n a r varias facetas d e l d iscut ido hallazgo. T r a s esto consiguió que el 1? de d i ­c iembre se aceptasen las actas del 31 de marzo al 28 de a b r i l . T o d a v í a logró que el i ° de enero de 1951 se diesen por buenas las correspondientes al 9 ele j u n i o y 28 de j u l i o y que se discutiese la del 11 de agosto. Después — f u e r a de una corta conversación que se t u v o el 19 de enero, nuevamente en t o r n o a l texto resumido de la d e l 11 de agosto, n o h u b o ya p o s i b i l i d a d de analizar — s i n o p o r cada q u i e n en l o par­t i c u l a r — las que aún quedaban pendientes de aprobarse, si b i e n los m i e m b r o s de la Comisión, que tenían copias de

HALLAZGOS DE ICHCATEOPAN 173

ellas, jamás o b j e t a r o n su contenido. L a urgencia de r e n d i r el d i c t a m e n que el secretario de Educación solicitaba, i m ­p i d i ó ocuparse en las reuniones postreras de las m i n u t a s restantes; pero con poster ior idad a la entrega de su i n f o r ­me, juntáronse d u r a n t e dos o tres ocasiones los comisiona­dos, dándolas p o r aprobadas. Sólo debe advertirse que el doctor José G ó m e z Robleda — q u e había p a r t i c i p a d o e n las deliberaciones desde el 17 de febrero de 1950 hasta e l 2 de febrero de 1 9 5 1 — n o estuvo presente ya a p a r t i r de l a sesión d e l 5 de febrero de este ú l t i m o año y no f irmó c o n j u n t a m e n t e con los otros m i e m b r o s la serie de conclusiones que éstos presentaron a l l icenciado M a n u e l G u a l V i d a l , habiendo pre­f e r i d o elaborar u n d ic tamen aparte . 9 T a m b i é n conviene asen­tar que, además de las personas que constituían ese cuerpo d i c t a m i n a d o r , p a r t i c i p a r o n , t ransi tor iamente , algunas otras, como e l doctor D a n i e l F. R u b í n de la B o r b o l l a , que, p o r ausencia de Al fonso Caso, l o sustituyó d u r a n t e algunas se­siones; el l icenciado H u g o Díaz T h o m é , q u i e n reemplazó en agosto a l doctor J u l i o Jiménez Rueda, y, también el doctor Ensebio Dávalos H u r t a d o , los profesores A r t u r o M o n z ó n y L i b o r i o Martínez, estos tres como peritos invitados p o r la Comisión investigadora.

H u b o algunos tropiezos más que i m p i d i e r o n realizar las tareas con mayor presteza: los dictámenes, tanto ele los ex­pertos del I n s t i t u t o N a c i o n a l de Antropología e H i s t o r i a , como de los investigadores del Banco de México, tenían que ser reproducidos fotostáticamente a través de la Secretaría de Educación Públ ica , y sólo semanas después de que ésta había entregado u n a copia única a la Comisión, se contaba con ejemplares para todos ios miembros; así, n o los h u b o de el de los peritos químicos sino hasta la sesión del 3 de febrero. E n t r e tanto, seguíanse e laborando nuevos estudios d e n t r o de l e q u i p o a n i m a d o p o r la señorita G u z m á n : el 17 de febre­r o de 1950 — s e g ú n informó Illescas F r i s b i e — se había con­c l u i d o e l referente a la proporción de óxido cuproso y cúprico en l a placa ichcateopeña, pero n o llegó éste al autor de estas líneas sino hasta el mes de mayo, en que l o recibió j u n t o con el de L u i s Chávez Orozco — D o n Florentino Juá­rez no pudo ser el creador de la tradición de Ichcateopan...—

174 W1GBERT0 JIMÉNEZ MORENO

y el de E n r i q u e Bustamante — S o b r e la edad de ¡as placas de cobre en la tumba de Cuauhtémoc—, así como con la serie d e informes que la descubridora del famoso ent ierro envió I g n a c i o M a r q u i n a desde el 28 de febrero hasta el 26 de sep­t i e m b r e de 1949; el 10 de marzo acababa de entregársenos e l d i c t a m e n sobre los restos óseos, pero n o tuvimos copias s i n o hasta el 28 de a b r i l . Para el 9 de j u n i o , nuestros cole­gas, i n d i v i d u a l m e n t e , sólo habían rec ib ido: el d ic tamen del L N . A . H . (del que ya en j u l i o había ejemplares impresos), e l de los peritos químicos, el re la t ivo a los huesos y el de C h á v e z Orozco, recién publ icado . Desde el 28 de j u l i o los comisionados contaron con copias mecanoescritas de los infor­mes ya aludidos de la profesora G u z m á n , y extraoficialmente c o n o c i e r o n el artículo, escrito p o r ella misma, sobre " E l ha­l lazgo de la t u m b a de C u a u h t é m o c " , aparecido en los números 86 y 67 de Cultura Soviética, d u r a n t e a b r i l y mayo; para en­tonces habían leído algunos en el periódico Excélsior u n a p a r t e del i n f o r m e del ingeniero José A . Cuevas i n t i t u l a d o " E d a d del ent ierro de Ichcateopan". E l 13 de septiembre i n ­f o r m a b a el que esto escribe de habérsele r e m i t i d o cuatro tra­bajos: el ele la señorita Cortés H e r r e r a , el de Cuevas, el de V ó n W u t h e n a u y e l de Diez de U r d a n i v i a , M u n g u í a y Quiróz C u a r ó n . 1 0 Nuestros compañeros, mientras tanto, no habían estado inactivos: tres de ellos — J i m é n e z Rueda, Toussaint y B o r b o l l a — habían elaborado sendos estudios, y se l levaban celebradas dieciséis reuniones en las que se analizaron i m ­portantes aspectos del descubr imiento guerrerense. Sin embar­go, en u n periódico díjose que nos reuníamos escasas veces, y p a r a r e f u t a r l o se informó p o r m e d i o de la prensa, hacia el 9 ó 16 de octubre, de nuestras actividades. Estas — c o m o se r e c o r d a r á — se v i e r o n plenamente normalizadas sólo hasta fines de ese mes.

E l 20 de septiembre había r e q u e r i d o el secretario ele Edu­cac ión a la Comisión investigadora para que le ilustrase acerca de "todos los elementos y datos que . . . arroj[as]en las investigaciones, exploraciones y estudios" hasta entonces realizados; y este cuerpo díctaminador cumpl ió con lo que se le pedía, en la m e d i d a en que podía hacerlo, cuando apenas empezaba a conocer la mayoría de los dictámenes. A u n q u e

HALLAZGOS DE ICHCATEOPAN 1 7 5

los componentes del mismo supieron, desde el 29 de sep­t i e m b r e , del contenido de u n oficio de fecha 2 del m i s m o mes d i r i g i d o p o r la señorita G u z m á n y sus colaboradores a l l icenciado G u a l V i d a l , en que le avisaban a éste que la serie de diez dictámenes redactados p o r ellos podía considerarse completa con dos que se habían t e r m i n a d o el 30 ele agosto —Los signos gráficos grabados en la placa de cobre. . . y La inscripción en la tumba de Ichcateopan ...—, todavía se es­peraba u n extenso i n f o r m e de doña Eula l ia , que Gómez R o b l e d a describió en aquel la sesión como a p u n t o de aca­barse y constando ya de cerca de doscientas páginas; pero en u n a entrevista que tuvo el que esto escribe con el t i t u l a r ele aquel la Secretaría — e n vísperas de la sesión del 8 ele d i ­c i e m b r e — se enteró p o r él de que la mencionada profesora " h a b í a l legado al f i n a l de lo que . . . tenía que decir. . .", y, en consecuencia, se fijó con elicho f u n c i o n a r i o la fecha elel 8 de febrero de 1951 "como límite para conc lu i r las tareas de la Comis ión."

E n la j u n t a celebrada el 6 de octubre de 1950, se había designado u n a subcomisión compuesta de los doctores De la B o r b o l l a y G ó m e z Robleda, conviniéndose en i n v i t a r al doctor Eusebio Dávalos H u r t a d o para que colaborara con ellos, como tercer m i e m b r o , en u n examen de los problemas que presentaban los restos óseos. Desde la del 20 del pro­p i o mes, se contaba de nuevo con la participación de A l ­fonso Caso, que n o había asistido a p a r t i r de la del 24 de marzo, tanto p o r su viaje a E u r o p a como p o r q u e lo substi­tu ía el doctor De la B o r b o l l a .

H A B I E N D O SIDO A T A C A D O , poco antes del 27 ele octubre, el

emperador C u a u h t é m o c en el d i a r i o Excélsior, propuso el presidente de la Comis ión que lamentara ésta, públ icamente, t a l desacato. Luego, a l i n f o r m a r que E u l a l i a G u z m á n había sieio i n j u r i a d a , sugirió el doctor Gómez R o b l e d a que se insi­n u a r a al l icenciado G u a l V i d a l que refrenase el escándalo suscitado p o r la polémica, pero M a n u e l Toussaint — q u e ac­tuaba como p r e s i d e n t e — n o aprobó l o que parecía "censura" para el espinoso asunto. Conviene recordar que, antes y después de r e n d i r su fa l lo , los miembros de l a Comis ión fue-

1 7 6 WIGBERTO JIMÉNEZ MORENO

r o n constantemente agredidos en los periódicos, dist inguién­dose p o r su ensañamiento la revista Todo. Se comprende q u e , en tales circunstancias, no resultase fácil u n a vis i ta a Ichcateopan, que algunos de los miembros est imaron nece­saria, mas n o la mayoría, que creyó disponer sin el la de datos suficientes, alegando, p o r o t r a parte, que tres de los comi­sionados — A l f o n s o Caso, José Gómez Robleda y Rafael l i les-cas F r i s b i e — habían estado ya en el lugar del hallazgo y visto los restos, documentos y objetos, y que, además, los per i tos q u e nos asesoraban — E u s e b i o Dávalos H u r t a d o y L i b o r i o M a r t í n e z — habían examinado con atención los huesos. Sa­bemos que u n o de estos expertos t u v o que hacerlo rodeado de gentes recelosas y armadas, pues las arengas de la descu­b r i d o r a exal taron los ánimos, f o r m a n d o u n a corriente adversa a toda a c t i t u d serena, y se reputaba sacrilego cualquier asomo de escepticismo.

E n t r e tanto, seguían publicándose en periódicos y revistas otros dictámenes elaborados p o r e l g r u p o de doña E u l a l i a , y e l la misma d i o a conocer en la prensa u n a reseña de dife­rentes informes, favorables, p o r supuesto, a su conocida tesis. T a m b i é n aparecieron en Cultura Soviética — d e septiembre a n o v i e m b r e de 1950— su artículo "Cuauhtémoc, héroe nacio­n a l " , y el de Quiroz C u a r ó n : "Los restos óseos de Ichcateopan ante el j u i c i o médico legal" . Por su parte, los miembros de l a Comisión investigadora elaboraban nuevos estudios, c o m o el de Jiménez R u e d a i n t i t u l a d o La intervención de Motolinía en el entierro de Ichcateopan.

A l empezar el año de 1951, las sesiones de la Comisión hiciéronse más frecuentes, trabajándose en ocasiones ma­ñ a n a y tarde, y d u r a r o n algunas veces cerca de cinco horas. Se integró f i n a l m e n t e u n a subcomisión relatora — q u e i n t e ­graban Arnáiz y Freg, Jiménez R u e d a y e l autor de estas lí­neas— y que fue p r e p a r a n d o el d i c t a m e n d e f i n i t i v o , a l m i s m o t i e m p o que se e x a m i n a b a n con todo d e t e n i m i e n t o los proble­mas planteados en t o r n o de los huesos. Fue m u y valiosa la con­tr ibución de Jiménez R u e d a en la subcomisión a ludida , y en c u a n t o a la del iberación acerca de los restos óseos, merece recordarse la actuación de Eusebio Dávalos H u r t a d o , q u e h izo ver la i m p o s i b i l i d a d de aceptar la reconstrucción d e l

HALLAZGOS DE ICHCATEOPAN 177

esqueleto a t r i b u i d o a Cuauhtémoc en la f o r m a en que la p o s t u l a b a L i b o r i o Martínez.

N o hay espacio n i t i e m p o para relatar la marcha f i n a l de nuestros trabajos, pero a l leer las actas —sobre todo las ú l t i m a s — podrá constatarse que, lejos de " t r a b a j a r sobre las r o d i l l a s " , como alguien d i j o , se estudiaron con esmero diver­sas cuestiones, y fue sólo tras considerar todos los ángulos d e l p r o b l e m a y todos los argumentos en pro y en contra de la a u t e n t i c i d a d de las osamentas, documentos y objetos, que se l legó a las conclusiones aprobadas en la ú l t ima reunión — l a del 7 de f e b r e r o — , dadas a conocer unos días después. Pueden consultarse los diversos informes en que la Comisión basó su f a l l o d e f i n i t i v o . Poco antes de e m i t i r l o , separóse del g r u p o del doctor Gómez Robleda, enviando a sus compañeros u n a carta que expresaba su discrepancia, la que le fue con­testada bajo la f i r m a del autor de estas líneas, aunque f o r m u l a d a p o r el doctor Al fonso Caso.

A l conocerse nuestras opiniones, la gritería de la prensa se volv ió estruendosa y fuimos entonces tachados de " t r a i ­dores", mientras en pasquines se exigía que se nos fusilase p o r la espalda. Es u n t i m b r e de g l o r i a para todos los f i r ­mantes del d i c t a m e n f i n a l , que — a p a r t e de haber laborado sin remuneración alguna —se nos haya i n j u r i a d o p o r m a n ­tener los fueros de la investigación científica, sin torcer la verdad p o r móviles patrioteros. Estos, inspirados a veces p o r u n a a c t i t u d racista — n e g a d o r a de los aportes positivos del mestizaje y transculturación hispano-indígenas, y destructora, p o r tanto , ele las raíces que crearon y n u t r e n nuestra na­c i o n a l i d a d — , se apartaban, a f i n de cuentas, de u n legít imo y b i e n f u n d a d o sent imiento patriótico.

N o hay que desconocer, sin embargo, que muchos que aceptaron como válidos los argumentos de doña E u l a l i a y de sus seguidores, lo h i c i e r o n impresionados p o r tantas prue­bas y análisis de todo género que se aducían físicos, quí­micos, osteológicos, arqueológicos, paleográficos y muchos m á s — , y que para ellos, de buena fe, debió ser m o t i v o de escándalo que la comisión n o reconociera, después de t a n numerosos alegatos, la a u t e n t i c i d a d de l hallazgo. Podría pa-recerles u n a reprobable obcecación l o que sólo i m p l i c a b a u n

i 7 8 WIGBERTO JIMÉNEZ MORENO

d e c i d i d o afán de alcanzar u n a verdad que no era, p r i m o r -d i a l m e n t e , de índole física n i química, sino, ante todo, de carácter antropológico e histórico. Justamente por ser de esta especie l o esencial del problema, las conclusiones negativas d e l i n f o r m e que rendimos los comisionados const i tuyen u n f u e r t e i n d i c i o de la madurez que estas dos últimas discipl inas h a n alcanzado en México . L o fácil y, al p r o p i o t i e m p o , l o i n m a d u r o , hubiese sido dejarse a luc inar p o r testimonios de­ficientes, p o r documentos plagados de anacronismos o p o r las incl inaciones mitómanas ele u n a t u r b a vocinglera y amena­zante.

P A R A E N T E N D E R M E J O R p o r qué o c u r r i e r o n las cosas como

acontecieron, n o basta recordar — c o m o lo hicimos a n t e s— e l auge logrado p o r e l m o v i m i e n t o indigenista, que ahora se vo lv ía contra aquellos mismos que con sus descubrimientos y enseñanzas lo habían auspiciado — G a m i o y Caso en el p r i m e r p l a n o — , sino que es preciso adver t i r que en M é x i c o , parejamente a l m o v i m i e n t o de industrialización — q u e se v i ­gorizó desde los años de Á v i l a Camacho, est imulado p o r la segunda guerra m u n d i a l — , habían entrado en escena los téc­nicos, es decir, los hombres instruidos en la ciencia apl icada y que ponían en el la sus esperanzas. Bajo la administración de Alemán fue aún más n o t o r i o el decisivo papel que jugaba l a técnica en las vastas hazañas constructivas del régimen, y hasta podría pensarse que se inauguraba con él u n a etapa neoposit ivista o neocienti f ic ista como la de los últimos lustros d e l P o r f i r i a t o . 1 1 Precisamente ahora, las masas — e n víspe­ras de completarse m e d i o siglo x x — se sentían fascinadas p o r los grandes descubrimientos de las ciencias físico-quími­cas y matemáticas, cuya u t i l i d a d e insospechado alcance v o l ­víanse patentes con inventos que, como el de la televisión, empezaban a aprovecharse en la c i u d a d de México. Esto coincidía con el hecho de que se l levaban a cabo en el m u n d o diversos experimentos físico-químicos y cálculos matemáticos para d e t e r m i n a r la ant igüedad de los objetos, y se estaban empezando a conocer los resultados del empleo para tales fines del carbono 14, cuya significación — r e v o l u c i o n a r i a de viejos m é t o d o s — podemos ahora just ipreciar . Había , pues,

HALLAZGOS DE ICHCATEOPA N 179

en e l a m b i e n t e u n a opt imista sobreestimación de la capacidad de l a física y de la química para d i l u c i d a r la edad de cual­q u i e r pieza arqueológica, sin darse cuenta de las l imitaciones de tales sistemas, y sin percatarse de que, en u n caso como el de Ichcateopan, no era a aquellas disciplinas a las que p o d r í a pedirse los más sólidos datos, sino que habría que soli­c i t a r éstos a la antropología y a l a h is tor ia .

A s í , es a u n a falta de d iscernimiento a la que hay que a t r i b u i r que naufragaran muchos, a l escuchar —ant i té t ica a la de d o ñ a M a r i n a — la voz de otra m u j e r apasionada, admi­r a b l e p o r u n tesón y celo apostólico dignos de mejor causa, cuyo saber y cualidades humanas n o pueden desconocerse, y q u e — c o n acierto muchas veces y equivocadamente o t r a s — ha t r a t a d o , a su manera, de servir a M é x i c o . 1 2

L o s alegatos en p r o de la a u t e n t i c i d a d del hallazgo ele Ichcateopan, así como los reportajes favorables a esa opinión, h a n sido m u y numerosos. 1 3 Pocos, en cambio, h a n aparecido con la tesis c o n t r a r i a . 1 4 L a publ icación de la obra para la que este art ículo iba a servir de prólogo pasó por muchas vicisitudes, y la elaboración de las actas había representado p a r a el que esto escribe u n a tarea ingrata , p o r haberle impe­d i d o consagrarse a otros trabajos, seguramente más útiles. Creemos, sin embargo, que n o habrá sido estéril. H a salido, al f i n , esa obra a la luz pública, gracias al empeño ele Al fonso Caso y de A r t u r o Arnáiz y Freg, quienes o b t u v i e r o n la ayuda económica de varias instituciones, y v igi ló su impresión el a u t o r de estas líneas, j u n t a m e n t e con R o b e r t o Sayavedra. Es lástima que n o estén ya entre nosotros — p o r haber falleci­d o — aquellos compañeros cuya m e m o r i a veneramos: Pedro C. Sánchez, M a n u e l Toussaint , J u l i o Jiménez Rueda y M a n u e l G a m i o . 1 5

N O T A S

l Ciertamente, ese ahincado propósito de integración nacional arran­caba de la Revolución Mexicana, cuya act i tud nacionalista agudizada por la ocupación extranjera de Veracruz en 1 9 1 4 — había inspirado la Constitución de 1917, y, a p a r t i r de ésta, iba México alcanzando una madura conciencia de sí mismo. Poetas como López Velarde y composi­tores como Ponce, pintores como Orozco y Rivera, sociólogos como Gamio

WIGBERTO JIMÉNEZ MORENO

y filósofos y educadores como José Vasconcelos y Antonio Caso, fueron los más destacados exponentes y orientadores de esa revaloración de lo propio y de esa búsqueda de lo castizo; y cuando apareció, en 1934, El perfil del hombre y la cultura en México de Samuel Ramos, una gene­ración br i l lante continuó esa tendencia, hasta que otra nueva, con El gesticulador de Usigli (1944) , El laberinto de la soledad de Octavio Paz (1950), La estructura psicológica del mexicano de Santiago Ramírez (1955) y otros estudios —entre los que sobresalen los de Agustín Yáñez y los producidos o animados por Leopoldo Zea— empezó a entregar una más cuajada y abundante cosecha en torno a esa revaloración y búsqueda de lo nuestro auténtico.

2 Los puntos de vista conciliadores de lo indígena y lo hispánico sostenidos por el autor de estas líneas, proclamados por él en el Congreso Mexicano de Historia reunido en Jalapa en 1943, aparecieron también en su artículo "Preservación y fomento de la cultura regional" (América Indígena. T . V I I I , N° 4, 1948, pp. 313-19), así como en el i n t i t u l a d o "Cincuenta años de historia mexicana" (publicado originalmente, en su mayor parte, en el año de 1950 en la revista Siempre y en forma más completa en Historia Mexicana, Vo l . I , N 9 3, enero-marzo, 1952, pp . 449-455). Posteriormente confirmó esa posición en la entrevista de que fue objeto, acerca de " L o mexicano", en las pp. 8-9 de la sección "Revista de la Semana" de El Universal correspondiente al domingo 11 de enero de 1953, y mantuvo la misma tesis en una plática por radio acerca de " L a Conquista: choque y fusión de dos mundos", transmitida en 1956 y luego incorporada en sus Estudios de historia colonial, 1960.

3 Véase el folleto de J . Jesús P A L O M I N O G.: El ultraje al emperador Cuauhtémoc no debe olvidarse. Réplica a, la iniciativa, del homenaje que se proyecta rendirle a Hernán Cortés, Dolores Hidalgo, Gto., primavera de 1937, 17 p p . Es significativo que el autor pregunte: "¿Qué se hizo con los restos de Cuauhtemotzín?", porque esto parece indicar que el hallazgo de los de don Hernando despertaba u n interés —hasta entonces inus i tado— por localizar los de su noble enemigo, y porque anticipaba u n anhelo que compartían muchos y que vieron satisfecho con el des­cubrimiento de Ichcateopan. Puede imaginarse la frustración que i m ­plicaría para ellos el que después se les dijese que no se habían hallado allí los restos de Cuauhtémoc, y se comprenderá el furor de que algunos se vieron poseídos.

4 La fiesta de la Raza se venía celebrando desde 1918 y significaba una vinculación con el mundo ibérico e iberoamericano; pero la del 12 de octubre de 1949 representaba una adhesión al legado indígena exclu­sivamente. Más tarde, serenados los ánimos, la Cámara de diputados ren­diría nuevamente homenaje a Colón y a la herencia hispánica, en actos solemnes como el que tuvo en su recinto el 12 de octubre de 1956.

5 Ángel TORRES Y GONZÁLEZ, La tumba de Cuauhtémoc. Un repor­taje histórico. 1950. Año de Cuauhtémoc. 208 pp. (Ver allí la p. 187) .

6 I b ídem. p. 189.

HALLAZGOS DE ICHCATEOPAN 181

7 E l l i b r o de que se trata Los hallazgos de Ichcateopan: Actas y dic­támenes de la comisión investigadora, México, 1962, tiene, en las pp. I X a X I V , el prólogo de Arnáiz y Freg, y le siguen 552 páginas (incluidos los índices, que empiezan en la 535) , de las cuales las primeras 381 — q u e contienen 38 actas de las sesiones de dicha Comisión— fueron es­critas por el autor de estas líneas en calidad de secretario de la misma, habiéndole tocado además corregir todas las pruebas de imprenta de dicha obra. Aunque su f i rma aparece en la p. 386 al pie de una carta, el autor de ella fue Alfonso Caso.

8 Estos discos fueron depositados en una dependencia gubernamental.

9 Este fue impreso en 1952 por la Secretaría de Educación Pública, bajo el nombre de su autor y con el título de Dictamen acerca de la autenticidad de la tumba de Cuauhtémoc en Ixcateopan (173 pp. e ín­dices).

10 Véanse los títulos de esos trabajos en las pp. 532 y 533 de esta obra, que se cita en la nota 7.

11 Este neopositivismo estaría inspirado por doctrinas económico-so­ciales, entre las cuales destacaría el marxismo. Positivismo y marxismo t ienen en común su negativismo agnóstico, en cuanto filosofías de vida.

1 2 E l autor de estas líneas —aunque discrepa de Eulalia Guzmán— reconoce sus méritos y le agradece haber intervenido en su favor cuando —estando comisionado en la Universidad de Harvard , gracias a las ges­tiones de Alfonso Caso— se le despojó de su empleo por no haber part ic ipado en la manifestación del 20 de noviembre de 1934.

1 3 Por ejemplo: Ángel TORRES Y GONZÁLEZ. La tumba de Cuauhté-moc. Un reportaje histórico. 1950. Año de Cuauhtémoc. 208 pp. Moisés MENDOZA, Rey y Señor Cuauhtémoc: el hallazgo de Ichcateopan. México, D. F., 1951. 291 pp. La supervivencia de Cuauhtémoc. Hallazgo de los restos de héroe. Ediciones " C r i m i n a l i a " , México, D. F., 1951. 228 pp. e índice. José G Ó M E Z ROBLEDA, Dictamen acerca de la autenticidad del descubrimiento de la tumba de Cuauhtémoc en Ichcateopan. Secretaría de Educación Pública. México, 1952. 173 pp. e índice.

1 4 Prácticamente el único l i b r o manteniendo ese juicio es El hallazgo de Ichcateopan. México, 1950 (Es u n sobretiro que corresponde a las p p . 197 a 295 del T . X I de la Revista Mexicana de Estudios Antropo­lógicos).

1 5 Esto se escribía el 30 de diciembre de 1960; posteriormente se h i ­cieron algunos retoques a este trabajo, que permanecía inédito, para su publicación en esta revista.