Los Jovenes en Un Mundo Incierto

16
1 Los jóvenes en un mundo incierto 1 Guy Bajoit 2 Para comprender los problemas que viven los “jóvenes de hoy” es indispensable situar estos fenómenos dentro del análisis del contexto general. Este contexto está afectado por cambios tan profundos y tan fundamentales, que no es exagerado afirmar que vivimos en un “tiempo de mutación”. Por mutación es necesario entender algo que va más allá de una crisis, de una reforma, de una evolución; se trata de pasar de un sistema social a otro cualitativamente diferente. En este sentido podemos decir que es el conjunto de relaciones por las que nuestras sociedades regulan los grandes problemas vitales de la vida colectiva lo que es alcanzado por esta mutación; esto, tanto en las sociedades industriales “ avanzadas” como en los países llamados “en vías de desarrollo”. Es difícil decir cuándo comienza y cuándo termina una mutación. Para fijar nuestras ideas digamos que, en todo caso, ella es observable de manera significativa desde a lo menos un cuarto de siglo, y que ella se ha iniciado dentro de las sociedades industriales más avanzadas. Para poner en orden un análisis que debe ser sintético, es bueno organizar los hechos partiendo por definir los grandes problemas vitales de la vida colectiva, a saber: ¾ Administrar la producción y el uso social de la riqueza; ¾ Administrar el orden político interno; ¾ Administrar el contrato social; ¾ Administrar la socialización y la integración social; ¾ Administrar las relaciones de la colectividad con los otros. I.- Un tiempo de mutación. 1. En el campo de las relaciones sociales de producción y de gestión de la riqueza económica, nosotros estamos pasando de “sociedades industriales” a sociedades llamadas - por falta de una palabra más precisa - “post-industriales”. Una revolución tecnológica (la tercera) nos obliga a reestructurar completamente las relaciones sociales de producción y, por lo tanto, toda nuestra concepción de las actividades económicas productivas de bienes y de servicios. Las empresas que controlan hoy en día la producción, la acumulación y la gestión de las riquezas son aquellas que controlan las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. De esto resultan dos consecuencias esenciales ( y muchas otras que lo son en menor intensidad): 1 Traducido del francés (“Les jeunes dans un monde incertain”) por Yvonne Vargas y Marcel Thezá. 2 Doctor en Sociología. Académico de la Unidad de Antropología y Sociología de la Universidad Católica de Lovaina.

description

Texto de Guy Bajoit

Transcript of Los Jovenes en Un Mundo Incierto

Page 1: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

1

Los jóvenes en un mundo incierto1 Guy Bajoit2

Para comprender los problemas que viven los “jóvenes de hoy” es indispensable situar estos fenómenos dentro del análisis del contexto general. Este contexto está afectado por cambios tan profundos y tan fundamentales, que no es exagerado afirmar que vivimos en un “tiempo de mutación”. Por mutación es necesario entender algo que va más allá de una crisis, de una reforma, de una evolución; se trata de pasar de un sistema social a otro cualitativamente diferente.

En este sentido podemos decir que es el conjunto de relaciones por las que

nuestras sociedades regulan los grandes problemas vitales de la vida colectiva lo que es alcanzado por esta mutación; esto, tanto en las sociedades industriales “ avanzadas” como en los países llamados “en vías de desarrollo”.

Es difícil decir cuándo comienza y cuándo termina una mutación. Para fijar

nuestras ideas digamos que, en todo caso, ella es observable de manera significativa desde a lo menos un cuarto de siglo, y que ella se ha iniciado dentro de las sociedades industriales más avanzadas.

Para poner en orden un análisis que debe ser sintético, es bueno organizar los hechos partiendo por definir los grandes problemas vitales de la vida colectiva, a saber:

Administrar la producción y el uso social de la riqueza; Administrar el orden político interno; Administrar el contrato social; Administrar la socialización y la integración social; Administrar las relaciones de la colectividad con los otros.

I.- Un tiempo de mutación.

1. En el campo de las relaciones sociales de producción y de gestión de la riqueza económica, nosotros estamos pasando de “sociedades industriales” a sociedades llamadas - por falta de una palabra más precisa - “post-industriales”. Una revolución tecnológica (la tercera) nos obliga a reestructurar completamente las relaciones sociales de producción y, por lo tanto, toda nuestra concepción de las actividades económicas productivas de bienes y de servicios. Las empresas que controlan hoy en día la producción, la acumulación y la gestión de las riquezas son aquellas que controlan las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. De esto resultan dos consecuencias esenciales ( y muchas otras que lo son en menor intensidad):

1 Traducido del francés (“Les jeunes dans un monde incertain”) por Yvonne Vargas y Marcel Thezá. 2 Doctor en Sociología. Académico de la Unidad de Antropología y Sociología de la Universidad Católica de Lovaina.

Page 2: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

2

• Por una parte, se produce una exacerbación de la competencia impuesta a todos los agentes económicos por las empresas y los Estados más poderosos; lo que se traduce en una gran ofensiva del neoliberalismo.

• Por otra parte, se genera una formidable carrera al consumo sobre los mercados del mundo entero. En efecto, el alza de la productividad del trabajo , engendrada por la adopción de nuevas tecnologías, hace posible y necesaria la conquista de nuevos mercados en todos aquellos lugares donde sea posible. En resumen, la capacidad de competir con las otras empresas para conquistar los mercados de consumo en el mundo viene a ser la llave de la producción y del consumo de riquezas; y por ello el elemento clave de las nuevas luchas de clases.

2. En el campo de las relaciones de gestión del orden político y de gobierno de la

cosa pública, nosotros pasamos, poco a poco, de un modelo de “democracia parlamentaria” a un nuevo modo de ejercicio del poder, que me parece debiese ser llamada “democracia pragmática”. Nuestros gobernantes, en efecto, no tienen ya grandes proyectos ideológicos creíbles que los diferencien claramente los unos de los otros y que movilicen a sus ciudadanos. Así resulta que los grandes partidos tradicionales que construyeron la esencia misma de la democracia parlamentaria, se asemejan cada vez más, son cada vez más criticados y logran cada vez menos movilizar a los ciudadanos. Para administrar temas más y mas complejos, ellos se rodean por expertos (¡¡ es el tiempo de profesores universitarios !!) que administran pragmáticamente la cosa pública con un fin de eficacia, y más aún de eficiencia (se trata de limitar los gastos públicos para no aumentar los impuestos, es decir hacer mucho con pocos medios). Por otra parte, para acercarse a los ciudadanos, ellos descentralizan el Estado y se esfuerzan en administrar los problemas a través de políticos llamados “de proximidad”: el objetivo sería el asociar los ciudadanos a la resolución de los problemas locales, fundamentalmente lo que concierne la mantención del orden y la seguridad. Así, el rol esencial es de crear las condiciones políticas y jurídicas necesarias para que el modelo neoliberal se realice según el interés de aquellos que lo promueven; vigilando contener y reparar los efectos nefastos (exclusión, inseguridad) que este proyecto engendra sobre el orden público.

3. Dentro del campo de las relaciones de solidaridad colectiva (entre los múltiples

grupos de interés más o menos divergentes que componen la sociedad), nosotros estamos en camino de pasar del Estado llamado “providencia” a aquel que llamamos, desde hace poco, el Estado “social activo”. Esto significa que nosotros pasamos de un contrato social fundado sobre el principio de igualdad, a otro fundado sobre la idea de equidad; o, por decirlo de otro modo, de una solidaridad instituida fundada sobre una política social de protección y de asistencia, a otra fundada sobre la activación. Este pasaje tiene múltiples consecuencias, de las cuales dos me parecen esenciales:

• El Estado considera que debe, progresivamente, dejar de asistir a los grupos precarios, cesar de redistribuir las riquezas según las necesidades en nombre de la igualdad; desde ahora, asistir es hundir los precarios dentro de su exclusión, infantilizarlos, matar su creatividad, su imaginación, y, peor aún, es estar en contra de su dignidad humana. Es necesario entonces remplazar esta política por otra que tienda a ayudar a los precarios a resolver los problemas por ellos

Page 3: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

3

mismos, a volver a ser actores autónomos y responsables, a restaurar su capacidad competitiva con el fin de reintegrarse lo más rápido a la vida activa.

• El Estado considera que no le corresponde garantizar más la igualdad, tomando a cargo, por el impuesto, el costo de los servicios públicos. Por ello, él debe, progresivamente, confiar un gran número de estos servicios (la comunicación, la salud, la educación, etc.) a los actores privados; o por lo menos asociarlos a la gestión. En efecto se estima hoy en día, que los actores privados son gestionadores más eficaces y más eficientes que los aparatos del Estado.

4. Dentro del campo de las relaciones de socialización y de integración, pasamos de

una sociedad fundada sobre los principios de deber y de disciplina a otra fundada sobre el derecho de los individuos a la autonomía y a la autorrealización personal; a saber, sobre su derecho a ser sujetos y actores de su existencia. Pero resulta que la relación de las normas sociales y de los contratos que las vuelven efectivas está cambiando profundamente. Del mismo modo, todos los roles sociales que tienen directamente el objetivo de asegurar la socialización y la integración de los individuos en la vida en común (los padres, los profesores, los jueces, los agentes que mantienen el orden, los trabajadores sociales, etc.) se encuentran desorientados, pues el ejercicio disciplinario de la autoridad ya no es el mismo. En lugar de ordenar, es necesario aconsejar, convencer, persuadir; en lugar de invocar la norma, la ley, la regla, es necesario justificar, explicar, construir caso por caso; en lugar de “decidir por”, es necesario “negociar con”, mediar, invitar a un proyecto individual y a un contrato; en lugar de “vigilar y castigar”, es necesario invitar a la auto-evaluación; en lugar de adoctrinar, es necesario suscitar la reflexibilidad; en lugar de uniformizar es necesario respetar la pluralidad y la diferencia; en lugar de sancionar los delitos es necesario invitar a reparar, proponer trabajos de utilidad colectiva, etc.

5. Por último, en los campos de las relaciones intersociales (de los intercambios

entre las colectividades), nosotros pasamos del reino de los Estados-Naciones a las sociedades donde los intercambios son organizados en redes estructuradas a nivel mundial (o global). Esto quiere decir que los Estados industriales (capitalistas o socialistas), que organizan desde hace tiempo sus intercambios a partir de una base territorial nacional sobre la cual ellos ejercen sus soberanías, deben hoy en día buscar su lugar entre los intercambios mundializados conectándose y participando en las redes (donde circulan los flujos de información, de tecnologías, de mercancías materiales o inmateriales, de productos culturales, de personas, y también de capitales). Esto supone que los Estados renuncian a una parte de su soberanía nacional (se habla más hoy en día de “ derecho de ingerencia” que de “no ingerencia en los asuntos interiores de un Estado soberano”). Ellos participan de innumerables tratados, cartas, acuerdos, convenciones donde al ser invitados condicionan más o menos sus orientaciones políticas ( más o menos, pues se ve que su obligación de respetar estos acuerdos es inversamente proporcional a su grado de hegemonía). Del mismo modo, los Estados nacionales ponen en duda su autonomía económica y política, también su cultura y su identidad; así los nuevos grades actores internacionales se refuerzan: el OMC, el FMI, la BM, el G8, etc. Todos los campos de relaciones por los cuales los hombres administran los grandes problemas vitales de su vida

Page 4: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

4

colectiva son, después de algunos decenios, comprometidos en estas profundas mutaciones. Tomadas en conjunto, ellas forman una gran mutación general (a la vez tecnológica, económica, política, social y cultural), de la que hablaremos más adelante.

II.- Un tiempo de incertidumbre.

Como todo período de cambios muy profundos y múltiples, el parto es difícil, doloroso, y se acompaña de efectos perversos y de tensiones que se traducen en la vida cotidiana de la gente. Todo el mundo (individuo o grupo, joven o adulto) vive hoy en día estas tensiones. Sin embargo, no es difícil comprender que algunos lo viven más duramente que otros.

Aquí a lo menos dos variables entran en juego: los “capitales sociales” y la edad. Para aquellos que tienen capitales sociales (padres influyentes, relaciones, dinero,

diplomas, competencias, cultura, etc.) los cambios en curso pueden constituir un desafío excitante, apasionado, una ocasión de mostrar su creatividad, su imaginación. Para ellos también existen las tensiones, pero ellas son soportables, a lo menos durante el largo tiempo que demoran en encontrar el sentido de lo que ellos hacen. Por el contrario, para aquellos que no tienen esos capitales, el giro es mucho más difícil de aprender, y muchos dejan en esto ¡ su identidad !. De ahí la idea, muy de moda en estos días, pero también muy pertinente, que para facilitar los cambios en curso es necesario reforzar “el capital social” de aquellos que ¡no tienen suficiente!3.

Por otra parte, aunque el sentimiento de incertidumbre afecte a todas las edades

y progrese rápidamente después de los veinte años4, los jóvenes parecen estar bastante más sensibles que los adultos. Ellos son, en efecto, más directamente víctimas de los cambios actualmente en curso.

Veamos ahora cuáles son las diferentes formas que toma esta incertidumbre,

examinando cada una de las cinco mutaciones presentadas a continuación.

1. El llamado a la competición engendra el aumento de la precariedad, de las desigualdades, del desempleo y, de una manera general, de la exclusión social. Al mismo tiempo, el llamado insistente al consumo hace desear a la gente decenas de bienes y servicios que les será difícil de obtener. Algunos llegarán, sin embargo, a trabajar mucho (stress), se volverán “lobos entre los lobos” (hiper-individualismo), endeudándose consecuentemente en exceso (consumismo).

3 Las grandes organizaciones internacionales financian progresivamente programas donde el objetivo es el reforzamiento del “capital social” para luchar contra la pobreza. Y en efecto, si no se puede (o no se quiere) disminuir la intensidad de la competencia y la incertidumbre ( las clases dirigentes no tienen interés de hacerlo puesto que ellas son competitivas para ganar), no se puede pretender aumentar la capacidad de aquellos que no tienen suficiente, sino a condición de poner los medios. 4 Ver Jean Michel Chaumont y Mark Elchardus, “Incertitude moral et nouvelle respectabilité” en Belge toujours, De Boeck-Université, Bruxelles, 2001.

Page 5: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

5

Otros no llegarán jamás y ellos lo saben. No es sorprendente que su sino engendre en forma seguida la desafiliación social, la marginalidad, el desagrado, la negación del mundo, la cólera, la revuelta, la violencia llamada “sin objetivo”5. La imagen del joven sin diploma, ni estudios, ni empleo, instalado frente a una televisión que le impone todos los cuartos de hora los mensajes de publicidad elogiando bienes que le quedarán inaccesibles, no requiere mayores comentarios. Esta contradicción entre la precariedad material y la sensibilidad al consumo es la causa de una forma violenta de incertidumbre que afecta fuertemente a la juventud.

2. El llamado a una nueva ciudadanía (más pragmática, más cercana a la gente, más

participativa, más descentralizada) entra en contradicción flagrante con un mundo político “tradicional” que resiste a los cambios y que se hunde, poco a poco, en la demagogia, el regateo, las promesas no cumplidas, el clientelismo, los escándalos, la corrupción, los “negocios” y, generalmente, la ausencia de un proyecto político. La solución pragmática de los políticos a las exigencias que vienen desde su entorno, da a los ciudadanos el sentimiento de que sus elites no tienen realmente el poder, que ellas son impotentes para resolver los problemas, que ellas no gobiernan realmente, y que, a pesar de sus lindos discursos, ellos no escuchas a los ciudadanos. Entonces, ¿por qué comprometerse con ellos, por qué responder a su llamado, por qué ir a votar, para qué interesarse en la cosa pública?. La tensión entre estas dos realidades es aún más viva cuando los gobernantes son percibidos como “de izquierda” o de “centro izquierda”. Ellos despiertan más esperanza y la decepción es mayor. Hemos visto en forma seguida, en efecto, que el proyecto neoliberal ha sido implementado por políticos que no son ellos mismo liberales (Blair, Schroeder, Mitterand, Jospin, González, De Haen). Sin dudar de su buena voluntad y de su honestidad (que no siempre es el caso), se aprecia rápidamente que ellos no hacen más que administrar el proyecto neoliberal con un poco de sensibilidad social; pero ellos no ponen los medios que se necesitarían. En ninguna parte esos medios son suficientes para satisfacer las esperanzas que su presencia en el gobierno han despertado en los ciudadanos. Entonces, sus discursos aparecen fuertemente como ideológicos, como mistificadores, como demagógicos; y ciertos electores, como se ve ahora en varios países europeos, tienden, sin duda por rencor más que por convicción (por lo menos esperémoslo), a votar por la extrema derecha.

3. El llamado a la autonomía, a la responsabilidad de los individuos, a la activación -

sobre las cuales las elites políticas pretenden formar el nuevo contrato social - es contradicho en la práctica a lo menos por dos razones. Por una parte, por la insuficiencia de los recursos puestos a disposición de los servicios sociales y de los servicios públicos. No es que los gastos del Estado estén en disminución, sino por el contrario; pero ellos son manifiestamente insuficientes para obtener los efectos esperados. La activación significa también que los usuarios y los beneficiarios deben pagar más caro y recibir menos para que el Estado pueda economizar con el fin de no aumentar los impuestos y no poner en peligro “la competitividad de nuestras empresas”. Así, nadie está satisfecho: ni los trabajadores sociales, ni los

5 Como lo ha mostrado François Dubet en “La Galère”. Des jeunes en survie, Ed. Fayard, París, 1987.

Page 6: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

6

funcionarios, ni los usuarios, ni los beneficiarios. El sistema económico produce precariedad y exclusión más rápido que las soluciones que logran aportar las políticas sociales y los servicios públicos. De allí el descontento que se genera en el sector no-mercantil y en el sector público. Por otra parte, esta política social y pública – que pretende, en su discurso, restaurar la ciudadanía, la autonomía y la responsabilidad de los sujetos individuales -, desemboca en realidad en una “caza de los aprovechadores” y de aquellos que ponen en peligro la seguridad pública. En fin, al mismo tiempo que llaman a los pobres a la autonomía, el Estado los infantiliza, controlándolos; lo que produce el efecto inverso al esperado. Esto se refleja sobre todo en los jóvenes más afectados por el fracaso escolar y por el desempleo. El llamado a la autonomía y a la ciudadanía les parece un discurso vacío, un pretexto para que el Estado pueda hacer economías sobre el costo de las políticas sociales y de los servicios públicos.

4. El llamado a la autorrealización individual y a una relación reflexiva en torno a la

norma y a la autoridad, entra en contradicción con la vida normativa y con la angustia existencial que él crea en la conciencia de la gente, y sobre todo en los jóvenes que tienen una mayor necesidad de socialización y de integración. Esta vida y esta angustia, más o menos importante según el caso, engendra entre mucho de ellos las perturbaciones sicológicas del “individuo inseguro”: perturbaciones de identidad, de relación social y de la reacción. Saber qué llegar a ser es un “imperativo categórico” para cada individuo, aunque el futuro les parezca lleno de incertidumbre ya que no saben qué elegir, ni qué hacer con esta “libertad” que les es culturalmente impuesta. Ahora que necesita de “ balizas”, los adultos parecen incapaces de dárselas, o quizá no las poseen ellos mismos. Cultivar relaciones sociales auténticas y sinceras, es presentado como un ideal deseable, ahora que los lazos sociales, sobre todo los afectivos, son cada vez más frágiles. Saber lo que se quiere, tener un proyecto personal para autorrealizarse, es una exigencia cultural ( exaltada por los padres, por el colegio, por la televisión, por los pares), ahora que es librado a sí mismo, a sus experiencias más o menos convincentes, más o menos logradas. Así, paradoxalmente, este llamado al individuo es confundido con un llamado a la libertad, y esto, más que ser un derecho, llega a ser una orden cultural a veces muy compleja de asumir. Cada uno debe adecuar su individualidad a la idea cultural que la sociedad se hace hoy en día de eso que debe ser el individuo, este nuevo “dios” al que somos invitados a obedecer.

5. El llamado al pluralismo, a la tolerancia - a pesar de las diferencias -, al

interculturalismo, a la inscripción de los individuos dentro de las redes, etc., entra en contradicción con dos aspectos importantes de las sociedades de hoy en día. Por una parte, con la mundialización, con la generación de la american way of life, con la “macdonalización”, con la “cocacolización” se están pulverizando, por todas partes en el mundo, las culturas locales con todo el poder de convicción de los medios de comunicación y las industrias culturales. De ahí la reafirmación de las tradiciones locales, el rechazo a la modernización y el desprecio relativo por la “cultura occidental”; de allí también el gusto de los jóvenes por las culturas lejanas (por la sabiduría oriental, por el “djembé” y la danza africana, etc.). Por otra parte, este repliegue cultural tiene aires racistas evidentes, y el racismo me

Page 7: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

7

parece ser, como la extrema derecha, una forma de respuesta a la incertidumbre a la que la gente es llevada a vivir hoy en día. Así el llamado a la apertura y a la tolerancia parece ella también engendrar su contrario: el repliegue sobre las identidades étnicas y el desprecio de los otros.

En resumen, el llamado a las nuevas referencias culturales en los cinco grandes campos de la vida colectiva, parece constituir sobretodo un discurso, una gran ideología dominante, que mucha gente, y en particular jóvenes, perciben como una enorme mentira, como una gigantesca manipulación. Ellos tienen el sentimiento de vivir en un mundo donde “todo es permitido pero nada es posible”. Evidentemente el propósito aquí es excesivo: no todo es permitido y no todo es imposible. Sin embargo, este pequeño acercamiento expresa adecuadamente la tensión entre el “mundo vivido” y el “sistema”; el divorcio relativo entre el individuo concreto y la sociedad en la que él vive.

III.- Las lógicas del sujeto. La juventud no es una, sino múltiple en sus maneras de reaccionar a estas incertidumbres, de administrar esta tensión entre el individuo y la sociedad, de permanecer como sujeto de su vida en un mundo cambiante. El análisis de los discursos de un muestreo de jóvenes6 nos ha hecho ver que se puede encontrar en ellos tres grandes concepciones de cómo salir adelante en la vida:

• Aquellos que han más bien elegido hacer lo que la sociedad espera de ellos; que buscan ante todo el reconocimiento social. Para estos, realizarse es “hacerse un lugar en la sociedad” y luchan para ello aunque sepan que este modelo, que fue el de sus abuelos, es un poco “pasado de moda”.

• Aquellos que, por el contrario, no cree más en la posibilidad de restaurar una armonía entre ellos y el mundo social. Han elegido privilegiar la búsqueda de la autorrealización, del florecimiento personal: buscar su propia voz (voces), salir adelante “llegando a ser ellos mismos”. Luchan para lograr este proyecto, sabiendo que quedarán bastante estigmatizados como “egoístas”, como “individualistas.

• Entre los dos, aparecen los que quisieran conciliar ambas lógicas, hacer las dos cosas la vez, pero lo logran difícilmente. Fallando a menudo ya no saben más qué hacer, qué querer, y qué llegar a ser en la vida.

Cada una de estas tres concepciones nos parece constituir al menos dos variantes según si estamos en presencia de personas más o menos ofensivas o defensivas frente a su futuro. A menudo, los más ofensivos son también los más dotados de capitales sociales (padre, diplomas, relaciones, dinero); sin embargo éste no es siempre el caso. Hay entre los dos una ligazón probabilística, pero ninguna causalidad mecánica. Analizando estas dos variables, hemos obtenido seis estrategias del sujeto; éstas son maneras de seguir siendo dueño de su destino en un mundo incierto, modos de

6 Ver Guy Bajoit y Abraham Franssen, “Les jeunes dans la competition culturelle”, P.U.F, París, 1995.

Page 8: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

8

gestión relacionales de sí, modos de construcción de la identidad personal, modos de articulación del individuo y de la sociedad.

Dos modos de búsqueda del reconocimiento social:

1. Lógica de la movilidad

Algunos luchan como lobos en el “universo lamentable” de competición para ganar y escalar. Ellos quieren “llegar a ser alguien”, ser parte de la “upper class”, acumular signos de ascenso social. A veces, alrededor de una frase, ellos se detienen y se preguntan: ¿Estos son los verdaderos valores?; pero, rápidamente, atrapados por el culto al éxito, caen nuevamente en la vorágine.

2. Lógica de la integración Algunos buscan refugio en la afirmación radical y conformista de los “valores seguros” del pasado: valores religiosos, valores étnicos, regionales o nacionales, valores políticos, valores familiares. Ellos demandan a la sociedad el mínimo: una vida normal (tener un trabajo regular, poder fundar una familia, tener un departamento, un poco de comodidad, etc.). En resumen, no estar constantemente amenazado de exclusión. Dos modos de buscar la autorrealización personal:

3. Lógica de la autenticidad

Algunos descubren una pasión, un talento, un fuego sagrado que los quema; una vocación, una voz que los llama desde dentro, una voz que no pueden impedir de seguir desarrollándose. Ellos contribuyen a justificar y dispersar los valores de la autorrealización identitaria y de la autonomía personal tan en boga; pero ellos saben que también son todavía fuertemente considerados como individualistas, como egoístas.

4. Lógica hedonista

Algunos rechazan este mundo que les parece podrido y eligen alimentarse del instante presente, gozando del disfrute en su red de pares. Ellos cultivan el gusto contemporáneo por el hedonismo, por el carpe diem, por la calidad de vida, por el bienestar psicológico, afectivo y mental. Dos modos de búsqueda de consonancia existencial:

5. Lógica pragmática

Algunos no encuentran la fuerza de contentarse con la vida que llevan, que viven; sino soñando con aquella que ellos quisieran tener. Ellos cultivan, a la vez, los valores del pragmatismo y los de la autorrealización identitaria.

Page 9: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

9

6. Lógica anómica

Algunos no alcanzan a creer. Incapaces de formular un proyecto de vida, se encierran en sí mismos, tras los muros de su habitación, bajo los audífonos de su walkman. A veces el sufrimiento que difícilmente administran, los conduce a la ira y a la delincuencia; a veces a la apatía (drogas, alcohol); a veces, a algo peor. Estos conceptos señalan las lógicas del sujeto; es decir, maneras de construir su identidad personal administrando sus relaciones con los otros. En rigor no son los individuos los que nosotros clasificamos así. Los individuos son en efecto inclasificables, justamente porque ellos son sujetos, y por lo tanto capaces, según las circunstancias y los campos relacionales en los que reaccionan, de combinar estas estrategias o de pasar de una a otra. Entonces, ellas están siempre presentes al mismo tiempo en sus conductas, y más que elegir entre ellas, ellos deben constantemente arbitrar las tensiones que ellas les imponen. La construcción de la identidad personal, en efecto, nos aparece como el difícil arte de alcanzar, a la vez, estos tres objetivos igualmente deseables: el reconocimiento social, la autorrealización individual y la consonancia existencial. IV.- Formas de acción colectiva Es necesario cuidarse de una lectura generalmente pesimista muy en boga hoy en día - fundamentalmente entre los sociólogos - según la cual la “sociedad” estaría en vías de desintegración; donde la solidaridad y los vínculos sociales se estarían debilitando, y donde los intercambios sociales se estarían “desinstitucionalizando” para dar lugar a un individualismo contemporáneo exacerbado, a un mundo poblado de “free riders”, de individuos inciertos que no tienen nada más en vista que sus intereses. Que ellos “adoren” el dios “Individuo”, más que los dioses “Progreso” y “Razón”, no impide que nuestra sociedad siga siendo sociedad con todas las obligaciones que la vida común hace pesar sobre sus miembros, con las referencias culturales que legitiman este control social, con las relaciones sociales que producen las identidades colectivas a partir de las cuales los individuos construyen sus identidades personales y se comprometen en las estrategias de acción sobre, con, contra, entre los otros, y por las cuales, ellos reproducen o cambian las obligaciones y los sentidos culturales. Así era ayer y lo será aún mañana. Todo el contenido social y cultural está conociendo un cambio profundo; pero la estructura de la relación entre lo individual y lo social queda estable. Mutación sí, pero en la continuidad. Buscando ser sujeto los individuos se comprometen con las estrategias de intercambio con los otros y algunas de estas estrategias desembocan sobre las formas de acción colectivas que podemos observar hoy en día en nuestras sociedades7.

7 Sobre este problema ver G.Bajoit, “Tout change. Théorie et analyse sociologique du changement socio-culturel dans les sociétés occidentales contemporaines”. (Por publicar próntamente en edición Armand Colin (Francia), en edición Colibri (Portugal) y en edición LOM (Chile).

Page 10: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

10

Algunas de estas acciones colectivas conciernen directamente la producción, la apropiación y la gestión de las riquezas, e involucran, entonces, en sentido estricto, las luchas de clases (movimientos sociales). Pienso obviamente en las luchas de los trabajadores, pero también en los movimientos de consumidores, movimientos ecológicos, movimientos alter-mundialistas que se refuerzan significativamente desde algunos años; también en la movilización que afecta los debates éticos engendrados por los descubrimientos tecnológicos recientes. Otras formas de lucha conciernen más bien el orden internacional neoliberal, la división internacional del trabajo y las relaciones Norte-Sur. Pienso obviamente en el movimiento alter-mundialista que vengo de citar, pero también en otros como Greenpeace, Amnesty Internatinal, los movimientos “tercer- mundista” y “humanitarios” y todas las ONG que los sostienen. Es necesario nombrar también, a pesar de sus ambigüedades, los debates sobre el derecho de ingerencia, ligado a la defensa de la democracia y a la lucha contra el terrorismo. Otras acciones involucran el orden político interno. Los ciudadanos, en efecto, quieren orden, seguridad, civismo, pragmatismo, administraciones fiables (justicia, policía, etc.); un mundo político respetuoso de la moral, menos corrupto, más transparente, menos demagógico; una descentralización de la función pública. Todo esto moviliza, más o menos según la coyuntura, a los ciudadanos y las fuerzas políticas, sobre una escena pública a menudo confusa y a veces inquietante (crecimiento de la extrema derecha). Muchos movimientos tienen por aspectos clave problemas ligados al contrato social, a la solidaridad instituida. Pensemos, principalmente, en las acciones que conciernen ciertos sectores estratégicos, como la salud (las enfermeras), la educación (los profesores, los estudiantes, los liceanos), las comunicaciones (el personal de los transportes públicos), la función pública (los funcionarios), la seguridad (la policía, los gendarmes), etc. En fin, numerosas luchas, y que no son menores, tienen por aspectos clave la integración social de todas las categorías que se sienten más o menos excluidas, “out”, al margen; todos aquellos que les falta “algunas cosas” para ser admitidos entre los “normales” y que reclaman un lugar en la sociedad, un reconocimiento social de su existencia. Los “sin” (empleo, papeles, domicilio), los “demasiados” (jóvenes, viejos, enfermos, débiles), los “extranjeros”(inmigrantes, clandestinos o no), los “diferentes” (homosexuales), los “marginales” (tribus urbanas, squaters), los “peligrosos” (skins, hooligans). Aquí encontramos un panorama complejo y sin duda todavía incompleto: actores de clases, grupos internacionales, fuerzas políticas, grupos de presión, actores de integración. Pensar que nuestras sociedades son apáticas e individualistas, es equivocarse gravemente. Es necesario no confundir al Individuo, como referencia central del modelo cultural, con el individualismo, entendido como el resultado de la descomposición de lazos sociales. Por todas partes encontramos movimientos de acción colectiva que suponen formas de solidaridad (identidad), de conflictos (oposición) y también de estrategias (totalidad). Por todas partes, los actores producen sentido y hacen historia.

Page 11: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

11

V.- La llegada de nuevos valores Engendrando incertidumbres en las conciencias, las grandes mutaciones que hemos descrito anteriormente obligan a los individuos a ser sujetos de sus vidas, comprometiendo a muchos de ellos en las formas diversas de acción colectiva.

Haciendo esto, ellos están cambiando el sistema de valores dominantes en nuestra sociedad. Las grandes investigaciones europeas sobre los valores8 muestran, en efecto, que desde 1980 hay evoluciones persistentes que están en curso; por lo menos dentro de todos los países europeos, si es que no de forma extendida en el mundo. Examinando estas evoluciones, hemos podido descubrir las siguientes grandes tendencias9:

1. El gusto de la intimidad Entre 1981 y 1999 se ve reforzada la tendencia a la valoración de los lazos sociales privados (la familia y los amigos). El arraigo familiar es indiscutiblemente aquel que procura la mayor de las satisfacciones. Este plebiscito de la familia tiene diversas consecuencias: la fidelidad y el respeto mutuo son valores en alza que son considerados como esenciales al buen desarrollo de la pareja. Esta valoración de los lazos privados se inscribe en un conjunto de evoluciones que involucran a la familia: “uno se casa cada vez más tarde, se divorcia más bien pronto, se tienen menos hijos y se los pone en el mundo a una edad más avanzada; además uno se vuelve a casar menos después de un divorcio”10. Se nota también que los solteros, las familias monoparentales y las familias compuestas están en aumento y que la cohabitación, inicialmente calificada de “juvenil”, toca al presente diferentes segmentos de edad. Estos cambios se acompañan de una transformación profunda del sentido atribuido a la relación de pareja. Lo esperado por las partes está en evolución. Aquello buscado en las relaciones afectivas, tanto en la pareja como en la amistad, es intercambiar las condiciones de su crecimiento personal: más allá de las normas sociales, ellos quieren la sinceridad, la autenticidad y la solidaridad en la libertad. Tanto en el amor como en la amistad, los compañeros son más exigentes. Pero, expectativas exigentes combinadas con un control social menos coercitivo no pueden más que engendrar lazos afectivos más precarios. De allí los divorcios y las separaciones.

8 Ver para Bélgica: Bernadette Bauwin-Legros y Lilian Voyé, e.a., “Belge toujours”, De Boeck-Université, Bruxelles, 2001. Para Francia:, P. Bréchon, “Les valeurs des Français: évolution de 1980 à 2000”, Colin, París, 2000. Para las comparaciones internacionales: Jean Stoetzel, “Les valeurs du temps présent”, PUF, París, 1983 y Ronald Inglehart, “La transition culturelle dans les sociétés industrielles avancées”, Economica, París, 1993. 9Ver Rudolf Rezsohazy y Guy Bajoit, “Les valeurs des étudiants de l’UCL” , (por publicar en la revista Recherches sociologiques, U.C.L., en 2003) 10 Louis Roussel, “La famille incertaine”, Odile Jacob, París, p.95.

Page 12: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

12

2. La búsqueda del placer y del crecimiento en el trabajo

La gente hoy en día no le otorga más importancia al trabajo que los de ayer. Sin embargo, como en la pareja, es su sentido el que está cambiando. Estos cambios de sentido pueden observarse en la evolución de las expectativas en relación con el trabajo. Se observa, en efecto, a lo menos desde hace 20 años, un aumento de las expectativas de placer, de crecimiento, pero también de implicación de los individuos en el trabajo. Junto a la “buena remuneración” se ve reforzada, entre 1981 y 1999, la importancia acordada al buen ambiente, al interés por el trabajo, a la posibilidad de emplear plenamente sus capacidades, de encontrar gente interesante, de tener la iniciativa, de tener la impresión de salir adelante en alguna cosa y de tener responsabilidades. Por otra parte, parece que la gente se habitúa poco a poco a la “nueva cultura de las empresas”: más “flexibilidad” (y al mismo tiempo menos seguridad en el empleo, cambios más frecuentes de empleados, el riesgo de vivir períodos de desempleo, etc.); mayor “competitividad” (remunerado en razón al mérito); mayor implicación (iniciativa personal, respeto de la autoridad cuando ella es convincente). Se puede comprender así la reducción de la confianza (ya débil) de los trabajadores en el sindicalismo.

3. La desconfianza frente a la política ... pero el regreso del civismo

Se constata en Bélgica, como en otras partes, un rechazo a instituciones consideradas como las más politizadas: los partidos tradicionales, los sindicatos, el gobierno, el parlamento, las instituciones europeas, la prensa, y sobre todo la justicia. Sin embargo, esta actitud crítica, a saber este desprecio de la política, no significa un desinterés por la “ cosa pública”. Variados argumentos pueden ser invocados para apoyar esta afirmación:

• La participación política sueña con otras formas, las de la “participación protestataria”. Se desarrollan de hecho esencialmente las peticiones y las manifestaciones que son formas legales y legítimas de acción.

• Después de una vaga permisividad hasta 1990, se asiste, como por una toma de conciencia de los efectos nefastos de esta evolución, a un retorno al civismo, a una preocupación por la solidaridad, la igualdad, el bien colectivo, el respeto del otro, la protección de la naturaleza, la seguridad, el orden. De allí la condena a los aprovechadores de la solidaridad pública ( los fraudes fiscales, el fraude social, la mentira) y la revalorización de las instituciones responsables del civismo y de la solidaridad: la escuela, la seguridad social, la policía, la administración e incluso la armada. Todo el mundo está más preocupado del civismo en 1999 que en 198111.

• Es verdad que la legitimidad de la visión liberal de la economía progresa. Sin embargo, al mismo tiempo, desde hace una decena de años, la conciencia de la necesidad de una intervención del Estado para limitar los desastres de la competencia también aumenta; sobre todo en los jóvenes. Se trata de un giro de tendencia: desde 1975 a 1980 se había observado un deseo de ver al Estado

11 J. M. Chaumont y M. Elchardus, “Incertitud morale et nuevelle respectabilité”, en “Belge toujours”, p. 107 a 141. Ver sobre todo p. 113 y siguientes.

Page 13: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

13

intervenir lo menos posible en la vida económica. Esta tendencia parece haber continuado hasta 1990, para después invertirse.

4. La pérdida de las identidades territoriales

Cuando se solicita a los belgas nombrar espontáneamente sus grupos de pertenencia más importantes, un 29% no designa ninguno, un 60% nombra grupos “civiles” (primarios, confecciónales o asociativos) y solamente un 5% habla de su identidad territorial (local, regional, comunitaria, nacional, europea o mundial)12. Entre estos últimos, la identificación con la nación o con la región, aunque ella siga siendo predominante, parece en vías de disminución a favor de identidades más locales ( la ciudad de residencia) o de una identificación muy global (ciudadanos del mundo). Situado entre los dos, la identificación con Europa parece poco creíble y en reducción.

5. El desinterés por la religión

La secularización continúa progresando. “Asistimos a una erosión continua de la relación con la institución eclesiástica”13. Así, en los católicos, la práctica semanal no involucra más que al 11,2% de la población en 1998 (4% en los jóvenes), siendo que era de 43% en 1967. Sin embargo, “la pertenencia a la Iglesia exige ser distinguida de la existencia de un sentimiento religioso que es autónomo de toda relación institucional”14. Se sabe, en efecto, que la religiosidad subsiste bajo múltiples formas hechas “a la carta”. Así, la religión cambia de sentido pero no desaparece: “la tendencia general es a la individualización y a la subjetivización de las creencias religiosas”15. Más que principios morales o un código de conducta, la gente hoy en día está esperando más bien una experiencia vinculada a las emociones; una ritualización y una “solemnización “ de los momentos importantes de sus vidas.

6. La tolerancia selectiva o la reciprocidad de las libertades individuales La problemática de la tolerancia es compleja. Parece que desde 1981 los sentimientos de desconfianza con respecto al otro, la diferencia, han aumentado16. Sin embargo, esta relativa intolerancia se manifiesta sobre todo con respecto a “los vecinos que molestan” ( esos que tienen una ficha judicial, los alcohólicos, los drogadictos, los gitanos); en tanto que ella tendría más bien tendencia a disminuir hacia aquellos que se caracterizan por sus “diferencias culturales” (los musulmanes, los judíos, los extranjeros, la gente de otra raza, los homosexuales). Se puede hablar entonces de “tolerancia selectiva”; más precisamente, de la preferencia por

12 R. Doutrelepont, J. Billiet y M. Vandekeere, “Profils identiraires en Belgique”, en Belges toujours, p. 214 y 215. 13 L. Voyé y K. Dobbelaere, “De la religión: ambivalences et distancements”, en Belge toujours, p. 143 14 Idem., p. 149. 15 Danièle Hervieu-Léger, “Le pèlerin et le converti”, Ed. Flammarion, Paris, 1999, p. 43. 16 O. Galland, “Les Français entre eux: des relations électives et sélectives”, en ”Les valeurs des Français”, p. 28 y siguientes.

Page 14: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

14

las “relaciones electivas y selectivas”. “El comportamiento negativo que consiste en desconfiar de ciertos tipos de vecinos puede ser la otra cara de un comportamiento más positivo que consiste en querer escoger las personas que uno frecuenta y a rechazar el dejarse imponer sus relaciones por un contexto de vida más inmediata”17. Al mismo tiempo, nosotros estaríamos pasando a una nueva concepción de contrato social: “ de un régimen donde las pulsiones y las emociones estarían encuadradas por las reglas religiosas y filosóficas, a un régimen donde las limitaciones son aceptadas por respeto para aquello que los otros puedan resentir”18. “Anteriormente, uno se sentía culpable si no respetaba la regla, hoy en día la sensación de culpabilidad se expresa si uno no respeta a su compañero”19.

7. La preocupación de ser sí mismo y de ser libre: el aumento de la permisividad Para un número creciente de gente, sobre todo entre los jóvenes, “salir

adelante en la vida” es llegar a ser sí mismo, auto-realizarse, seguir su propio camino. De allí una gran preocupación de sí: sentirse bien en su cabeza (preocupación del equilibrio “psicológico”, de la relajación, del humor, del juego, del “desplazarse”), en su corazón (gusto por lo afectivo, las emociones, la autenticidad, la sinceridad, la intimidad, el “cocoon”), y en su cuerpo (culto a los sentido, a la juventud, a la estética, a la aventura, al “look”).

Se desprende una valoración del derecho de disponer libremente de su propio

cuerpo20. De allí el aumento de la permisividad en las relaciones privadas, y una verdadera transición ética más y más grave en relación a ciertas prácticas como el divorcio, el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, e incluso el suicidio. En esta evolución, todo el mundo es más permisivo en 1999 que en 198121. En Francia, en este período, la proporción de los entrevistados que condenan aún la homosexualidad pasa de un 62% a un 32%; la eutanasia, de un 41% a un 22%; el divorcio, de un 28% a un 15%; el aborto, de un 36% a un 25% y el suicidio, de un 59% a un 48%.

8. La incertidumbre ética y la autonomía

Esta preocupación por el libre albedrío tiene un “revés”: la incertidumbre moral. La proporción de individuos que declaran no tener criterios claros para distinguir el bien y el mal y que estiman que deben decidir ellos mismos según las situaciones, aumentó considerablemente de 1981 a 199922. Dicho de otro modo, la ética de la obediencia y la ética de los principios no orientan más las conductas sino en una minoría de individuos (25%); sobre todo los más viejos. “Lo que conviene hacer en cada situación depende mucho más de las circunstancias que de principios

17 Idem., p. 34, 35. 18 J. M. Chaumont y M. Elchardus, “Incertitude moral et nouvelle respectabilité”, en Belges toujours, p. 127. 19 Idem., p. 133. 20 Ibid., p. 107 a 141. 21 Ibid., p. 111 y 112. 22 Ibid., p. 128.

Page 15: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

15

intangibles”23. De allí el gran interés que hoy en día se tiene por el individuo actor y sujeto, y su “experiencia” de la vida social y personal. De allí resulta una nueva relación entre normas sociales y la autoridad que debe garantizarlas: esta relación se funda sobre la más grande autonomía, sobre todo en los jóvenes y los más instruidos. Esta importancia de la autonomía se verifica en todas las instituciones.

VI.- Una mutación cultural Obviamente, nadie puede adivinar el futuro y garantizar que estas tendencias van a continuar. Los valores cambian, pero a menudo muy lentamente a través de desplazamientos que no son perceptible sino en muchos decenios. Los antiguos valores sobreviven, se transforman, cambian de sentido sin cambiar de nombre; los nuevos reciben los nombres de los antiguos. Sin embargo, observándolos, somos golpeados a la vez por la permanencia de la evolución y, más aún, por la coherencia de los valores que se refuerzan. Entonces, para facilitar la interpretación y dar sentido a aquellas observaciones, es útil (y al mismo tiempo peligroso pues esto puede mediatizar la mirada) el formular una hipótesis o, al menos, hacerse una pregunta general: ¿no estamos acaso cambiando de modelo cultural?. Es relativamente fácil de denominar el antiguo modelo cultural, aquel que se supone que se debilita y desaparece; aquel de las sociedades industriales del Estado nacional. Sus principios de sentido reposan sobre una concepción racionalista de la modernidad: la creencia en el Progreso, en la Razón, en el Deber, en la Iglesia, en la Nación; en todos estos “personajes mayúsculos”, estos “dioses” en los cuales han creído las generaciones que nos han precedido, y que, para muchos de nuestros contemporáneos, quedan todavía creíbles hoy en día, aunque ellos estén todos en plena crisis. Ellos han dado sentido a la sociedad donde el individuo sólo se realiza por su sumisión a la empresa del colectivo: por el trabajo, por la razón del Estado, por la disciplina, por el contrato social, por la abnegación a la Patria. Es más difícil el sostener la hipótesis que todas las evoluciones que constatamos desde hace algunos decenios en los diferentes campos relacionales examinados anteriormente, van en el mismo sentido; que ellas reconstruyen, poco a poco, una nueva coherencia, reforzando valores que, si ellas ya estuvieran presentes en el modelo anterior, se encontrarían sometidas a otros factores más importantes que ellas. Es por esto que, con prudencia, propongo hablar de mutación cultural: un nuevo modelo estaría apareciendo, fundado sobre una interpretación subjetivista de la modernidad24; factor que el modelo racionalista anterior tenía hasta aquí asfixiado, o al menos, tenía relegado al margen (en las artes, las corrientes subversivas) de las ideologías, sean de derecha, de izquierda o de centro. Esta interpretación subjetivista colocaría en su centro al Individuo (con una gran”I”) como un nuevo “personaje mayúsculo”, un nuevo “dios”, que constituiría el principio último de sentido sobre el cual se fundaría la legitimidad de las prácticas en todos los campos relacionales. Este nuevo sistema de referencias culturales que llamo 23 P. Bréchon, Ibidem., p. 16. 24 Ver la obra de Alain Touraine, “Critique de la modernité”, Ed. Fayard, Paris, 1992.

Page 16: Los Jovenes en Un Mundo Incierto

16

“modelo cultural identitario” reposaría sobre principios de sentido muy diferentes de aquellos del modelo precedente (pero no siempre contradictorios): un llamado a la calidad (técnica, ecologica, ética) de la vida, una valorización de la autonomía, de la independencia, de la responsabilidad ciudadana, un derecho de los individuos a la autorrealización (estar bien en su cabeza, en su cuerpo y en su corazón), una preocupación por la equidad, el civismo y la seguridad; una necesidad de comunicación, de integración en las redes, etc. Nunca es fácil nombrar aquello que está naciendo en medio de un pasado que no está todavía en ruinas; pero se debe intentar - al menos para suscitar el debate - clarificar las apuestas y la luchas sociales ahí presentes. Así se puede armar o no el universo cultural y normativo que estaría apareciendo. Sea lo que sea, lo que parece bien probable es que los principios de sentido que forman el “modelo cultural identitario” no se reducen a la crisis y a la descomposición del antiguo modelo; estos más bien parecen formar un modelo coherente – donde “todo se sostiene” –, una concepción positiva del mundo, un modelo cultural alternativo.