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' Traducci6n e introducci6n de Francese Ballesteros Balbastre Los fil6sofos prepla t6nicos : U NAM 11111'11111111111111111111111111111111111 . 732015 BIBLIOTECA CENTRAL

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' Traducci6n e introducci6n de Francese Ballesteros Balbastre

Los fil6sofos prepla t6nicos

: U NAM 11111'11111111111111111111111111111111111 . 732015

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Durante los afios 1872 y 1873, coincidiendo con su etapa como catedratico de filologia clasica en la Uni­versidad de Basilea, el joven Nietzsche prepar6 estas lecciones sobre los «filosofos preplatonicos>> que no ultimaria basta 1876. Proyectadas como parte de una «gran obra>> sobre los filosofos griegos, deben distin­guirse del texto habitualmente conocido con el titulo de La filosofia en la epoca trdgica de los griegos, en el que faltan aun las figuras de Empedocles, Leucipo, De­m6crito, los pitagoricos y Socrates. La publicacion in­tegra del texto en aleman de Los fil6sofos preplat6nicos tuvo que esperar basta la aparicion de la edicion critica de la Obra completa de Nietzsche por Colli y Montina­ri, siendo esta obra la primera version en castellano.

El caracter mas completo y sistematico de estas lec­ciones permite seguir con detalle el proceso de cons­truccion de la imagen nietzscheana de la filosofia griega en general y de la preplatonica en particular. Consti­tuyen, ademas, un excelente contrapunto de las tesis expuestas en El nacimiento de la tragedia por el que se puede vislumbrar el verdadero fundamento de la fi­lologia filosofica de Nietzsche y detectar los elementos que contribuyeron a gestar las ideas mas conocidas y divulgadas de sus obras posteriores. Aun cuando las lecciones no fueron inicialmente concebidas para ser publicadas, sino para ser leidas y trabajadas en clase, el paso del tiempo ha realzado su valor filosofico.

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Friedrich Nietzsche (1844-1900)

Si bien ha pasado ala historia como fil6sofo, la forma­cion y labor academica de Friedrich Nietzsche parten del campo de la filologfa. Nombra:do catedratico ex­traordinario de filologfa clasica a los veinticinco afios, en 1869, puesto que tuvo que abandonar por motivos de salud diez afios despues, desplego una intensa acti­vidad docente e investigadora que, ademas del presen­te libro, abarca tftulos como Introducci6n al estudio de la filologia cldsica, Introducci6n al estudio de los did­logos de Plat6n o Escritos sabre ret6rica; el ultimo, al igual que su Poesia camp/eta, han sido publicados por esta misma Editorial. Su actividad docente no estuvo exenta de enconadas polemicas en Alemania acerca de la funci6n cultural de la filologfa clasica.

La divulgaci6n de parte de-la producci6n filol6gica de Nietzsche supone no solo. una contribuci6n al reco­nocimiento de su actividad cientffica, sino tambien al replanteamiento de la genealogfa de sus tesis.

Francese Ballesteros Balbastre (Barcelona, 1960), pro­fesor de filosoffa, traductor e interesado por los te­mas relacionados con los orfgenes del pensamiento filosofico y Jr. filosoffa comparada, ha traducido tam­bien la Intro'ducci6n a Ia egiptologia de Erik Hornung (Trotta, 2000) y La religi6n del Antigua Egipto de Hen­ri Frankfort (1998), siendo autor d~ los comentarios crfticos de la ultima. En la actualid~d conjuga su acti­vidad docente con investigaciones en el campo de la egiptologfa y la japonologfa.

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CLASICOS DE LA CULTURA

Friedrich Nietzsche Los fil6sofos preplat6nicos

David Hume Historia natural de Ia religion

Alexis de Tocqueville Democracia y pobreza

Marco Tulio Cicer6n La amistad

Emile Durkheim La educaci6n moral

Plat6n Cratilo o Del lenguaje

Thomas Miintzer Tratados y sermones

Arthur Schopenhauer Meta(fsica de las costumbres

Thomas Hobbes Tratado sabre el cuerpa

Friedrich Nietzsche Escritos sabre ret6rica

Baruj Spinoza Etica demastrada segun el arden geametrico

Emanuel Swedenborg El habitante de dos mundas. Obra cientf{ica, religiasa y visianaria

Arthur Schopenhauer Crftica de Ia filosa(fa kantiana

Immanuel Kant La contienda entre las facultades de filasofia y teologfa

Thomas Hobbes Tratada sabre el ciudadana

Los fi16sofos preplat6nicos

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E D T 0 R

Los fil6sofos preplat6nicos

Friedrich Nietzsche

Traducci6n del aleman y del griego de Francese Ballesteros Balbastre

A L. T R 0 T T A

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La edici6n de esta obra ha contado con !a ayuda de Goethe-Institut Inter N ationes e.V. , Bonn

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MATRIZ __ Lj_~:l.: t;§

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Titulo original : Die vorplatonischen Philosophen

© Editorial Trotta, SA, 2003 Ferraz, 55. 28008 Madrid

Te lefono: 91 543 03 6 1 Fax: 9 1 543 14 88

E-mail: editorial @trotta. es http://www. Iretta. es

© Francese Ballesteros Balbastre, 2003

ISBN: 978-84 -8 164-59 1-0 Deposito Legal: M. 9. 606-20 11

lmpresi6n Impulse G lobal Solutions, S.A.U.

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INDICE

Pr6logo: Francese Ballesteros Balbastre ................................ .

LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

§ 1. Introducci6n ............................................... .. .............. . § 2. El oo<j>6~; [sabio] ....................... ........ ................ ............. . § 3. El mito como grado previo de Ia filosofia ................. . § 4. La gn6mica esporadica como grado previa de Ia filo·

sofia ................................................................ ............. . § 5. Los grados previos del oo<j>o<; !ivrip [hombre sabio] ... . § 6. Tales ............................... ... ............. ......... ........ ~ ........... . § 7. Anaximandro .................................................. ~ ........... . § 8. Anaxfmenes ........... ................ ...................................... . § 9. Pitagoras .................................. .. ..... ................. ........... .

§ 10. Heraclito ......... .. .......................................................... . § 11. Parmenides y su predecesor jen6fanes ..................... . § 12. Zen6n ..................... .. ............................... .. .... .. ........... . § 13. Anaxagoras ................................................................. . § 14. Empedocles ........................... ..................................... .. § 15. Leucipo y Dem6crito ............. .................................... . § 16. Los pitag6ricos ......................... ........................... .. ..... . § 17. Socrates ................. .. ......................... ..................... .. .. ..

Referencias modernas citadas por Nietzsche ............... .. ......... .. indice de nombres citados por Nietzsche, ... .. ...... .... .. .. ........... ..

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PRO LOGO

Los trabajos realizados par el joven Nietzsche durante su etapa como profesor de Ia Universidad de Basilea son relati­vamente poco conocidos, si se los compara con el destino fulgurante que, despues de su muerte acaecida en el afio 1900, experimentaron sus obras posteriores a las Considera­ciones intempestivas. Este conocimiento menor no se debe a Ia ausencia de intenSs filos6fico de sus obras, sino a la inacce­sibilidad de estos escritos. En algunos casas, como el de Los fil6sofos preplat6nicos, se ha tenido que esperar a Ia recupe­racion crftica de Ia obra de Nietzsche gracias a Ia iniciativa pionera de Giorgio Colli y a sus colaboradores y continua­dares, con Ia publicacion en 1995 de este manuscrito de Nietzsche en Ia edicion crftica global. Las anriguas ediciones de las obras completas de Nietzsche solo inclufan una parte de este escrito (faltaban las partes correspondientes a Anaxi­mandro, Parmenides, Jen6fanes, Zenon y Anaxagoras), par lo que cualquier intento de recuperacion del texto estaba condenado a! fracaso. A esta tarea se anticiparon sabiamente Paolo d'Iorio y Francesco Fronterotta cuando en 1994 pu­blicaron Ia edicion francesa de Les philosophes preplatoni· ciens. El libra de D'Iorio y Fronrerotta es el resultado de un largo y amplio trabajo directo con los manuscritos. Esta obra de Nietzsche esta pendiente de una doble valoracion: !a pri-

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FRANCESC BALLESTEROS BALBASTRE

mera, una evaluacion filos6fica que permita comprender mejor Ia transicion operada en el pensamiento de Nietzsche precisamente durante estos afios de su vida; Ia segunda, una reconsideracion filologica en profundidad de las fuentes de la filosoffa preplatonica, especialmente de las filtradas en la obra de Diogenes Laercio. No es unicamente Ia influencia del «asunto Wagner» lo que determina el giro intelectual que condujo a Nietzsche de profesor de universidad a filosofo errabundo. Los fragmentos postumos de 1872-1874 sacan a la luz el conjunto de preocupaciones intelectuales y vitales del filosofo a partir del cual se va desarrollando lenra y dcli­camente, su itinerario filosofico. Tambien Ia traduccion de estos fragmentos queda ahf como una tarea perentoria para Ia comprension de la obra de Nietzsche por los lectores de lengua hispana. Estos fragmentos sirven como perfecto con­trapunto para las intuiciones y las ideas que se apuntan ya en · diversos pasajes de Los fil6sofos preplat6nicos. La imagen de Grecia se amalgama en este caso con una mezcla contradic­toria y parad6jica («centauros filos6ficos>>) de una concep­cion de Ia vida a Ia vez artfstica y cienrffica. La comprensi6n de esta paradoja implica Ia comprensi6n de Ia metaffsica nie­tzscheana.

Los fil6sofos preplat6nicos no es un escrito redactado sin soluci6n de continuidad -un estilo al que Nietzsche no se hubiera dedicado nunca-, sino la composicion de un conjun­to de lecciones que abarcan cronol6gicamente, desde que se empezaron a escribir basta que fueron acabadas, un lapso de tiempo de cuatro afios. Estas lecciones no deben confundirse con el manuscrito La filoso(fa en Ia epoca trdgica de los grie­gos, que Nietzsche llevo consigo a Bayreuth, aun incompleto, en pascua de 1873 con el fin de leerlo a Richard y Cosima Wagner. Sin embargo, mantienen una estrecha relaci6n con el. Segun Paolo d'Iorio, que ha estudiado directamente los manuscritos, Nietzsche habfa proyectado una gran obra sabre los filosofos griegos que nunca llego a realizar; las etapas de este proyecto fueron las siguientes: una primera redaccion complet.a del texto cuyas lecciones se presentan a continua-

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cwn aquf bajo el titulo de Los fil6sofos preplat6nicos; una segun9a redaccion, correspondiente a la revision del texto, que Nietzsche dej6 sin completar; consta de un conjunto de hojas conservadas en el dossier Mp XII 4; en tercer Iugar, el texto habitualmente conocido con el tftulo de La filoso(fa en Ia epoca trdgica de los griegos, en cuya redacci6n faltan aun las figuras de Empedocles, Leucipo, Dem6crito, los pitagoricos y Socrates; finalmente, un conjunto de proyectos y esbozos que acompafian y siguen las tres redacciones sucesivas correspon­dientes a los fragmentos postumos arriba citados.

Se trata, pues, de un pensamiento que se va plasmando a! mismo tiempo que se va desarrollando. Este hecho debe te­nerse en cuenta a la hora de evaluar crfticamente el alcance filos6fico y filol6gico de los trabajos de Nietzsche, especial­mente sus estuaios sabre las fuentes de !a filosoffa «preplat6-nica>>, por emplear el termino acuiiado par el. Como ya ha sido seiialado desde el mismo campo de Ia filologf~ clasica (Barnes), Ia ausencia de trabajos definitivos sabre Diogenes Laercio impide todavfa emitir un juicio apodfctico sabre el alcance de los analisis nietzscheanos. En todo caso, el dialo­go que se establece en este escrito entre los fil6sofos antiguos y otros fil6sofos modernos de los que Nietzsche se dejo in­fluir presentan un cuadro bien distinto del que suele presen­tarse en los manuales al uso de Ia historia de Ia filosoffa griega. El mismo Nietzsche se sirvi6 de ellos para conformar su vision, sabre todo de las obras de historiadores clasicos como Ritter, Brandis, Zeller, Ueberweg, etc. Los fi/6sofos preplat6nicos comenzo a ser redactado poco despues de Ia publicaci6n de El nacimiento de Ia tragedia en el espfritu de Ia mztsica; Ia tarea se desarrollo como un intento de proyec­tar sobre la herencia fragmentaria de los fi16sofos anteriores a Socrates Ia esencia de Ia «vision tragica del mundo>> inhe­rente en esta obra. Filologfa clasica y filosoffa se armonizan en el pensamiento de Nietzsche en una sfntesis que discurre a contracorriente. Nietzsche encendi6 Ia polemica sobre Ia «filologfa del futuro», Ia Zukunftsphilologie promulgada por el antagonista Ulrich von Wilamowitz-Mollendorff y el aca-

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FRANCESe BALLESTEROS BALBASTRE

lorado debate sobre los ori'genes de la tragedia griega, asf como los metodos cientfficos aceptables por Ia filologfa cia­sica «oficial»: o ajustarse a Ia palabra, y por tanto a! testimo­nio escrito (Wortphilologie), o rebasar los lfmites de lo lin­giHstico y acercarse a las fronteras mismas de la facultad de hablar y de pensar. Ideas filos6ficas sobre este tema se desa­rrollan con potencia en el escrito importante de Nietzsche de esta epoca Sabre verdad y mentira en sentido extramoral. El mismo Wilamowitz se vio influido par las ideas de Nietz· sche mas de lo que el hubiera deseado. Ahora bien, la incor­poracion de amplios contenidos procedentes del terreno de Ia antropologfa han implicado una valorizacion de algunas tesis de Nietzsche relacionadas con el conocimiento del mun­do griego (esta es Ia opinion de Howald; ideas similares son sostenidas par Behler).

Anunciadas durante el semestre de invierno de 1869-1870, Nietzsche pronuncio las lecciones sobre Los fil6sofos preplat6nicos por primera vez en el semestre de verano de 1872, las prosiguio en el semestre de verano de 1873 y, por ultimo, en el semestre de verano de 1876. El semestre de invierno de 1875, aunque solo hasta febrero, cuando cayo enfermo, Nietzsche lo dedico a Democrito. La primera edi­cion, incompleta, de Los fi/6sofos prep/at6nicos data de 1913 (Gro{Soktavausgabe, vol. 19, pp. 125-235). En 1921, esta version fue reimpresa sin modificaciones (Gesammelte Wer­ke, Musarionausgabe, vol. 4); como se ha dicho, las partes que estas ediciones no incluyen son las correspondientes a Anaximandro, Parmenides, Jen6fanes, Zenon y Anaxagoras. La naturaleza de este escrito es, pues, peculiar. Su objetivo es, en primer Iugar, didactico, si bien se presenta a la vez como un repertorio de elementos historicos y filologicos compaginados con el fin de componer una gran obra filos6-fica sabre Ia filosoffa griega. Por lo tanto, no es un texto pedagogico ni es un texto redactado con vistas a su publica­cion, sino un texto que debfa ser lefdo ante un numero res­tringido de estudiantes de la modesta Universidad de Basilea, completado y explicado par el profesor y comentado por la

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-PR6LOGO

palabra misma del filosofo. Pese a Ia naturaleza del texto, estamos convencidos de que el lector sabra extraer del mis­mo cuanto de interesante hay en el para poder comprender el pensamiento de Nietzsche par un !ado, pero tambien el pensamiento de los mismos filosofos preplatonicos. Para fa­cilitar la lectura, hemos puesto entre corchetes [ ] !a traduc­ci6n de los terminos en griego o en latin que aparecen en el original. El resto de las indicaciones son del mismo Nietz­sche. A pie de pagina y con numeros romanos aparecen ano· taciones marginales suyas que no son propiamente notas de pie. Tambien hemos optado por modificar las abreviaturas de las citas realizadas por el, entendiendo que lo que se gana de este modo es una mayor claridad de exposici6n y de lectura. Para todo lo demas, quien este habituado a la lectura de Nietzsche, caracterizada por su estilo aforfstico y abrup­to, no encontrara extrafia Ia redaccion de Los fil6sofos pre­plat6nicos. En cuanto a todo Io que se refiere a! contenido, es de esperar que este texto sera un complemento ideal para los que ya estaban familiarizados con La fi/oso(fa en Ia epoca trdgica de los griegos. A tareas futuras queda encomendada Ia necesidad de facilitar el acceso a otros trabajos de Nietzsche de esta misma epoca cuyo interes no es menor. Entre tanto, proporcionamos a continuaci6n una lista bibliografica de tra­bajos que, sin aspiracion de ser completa, puede ser de utili­dad para el lector que quiera profundizar.

BIBLIOGRAFfA

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FRANCESC BALLESTEROS BALBASTRE

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

Seminario de invierno de 1869-1870 (?) Seminario de verano de 1872

Se~inario de invierno de 1875-1876 Seminario de verano de 1876

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§ 1. Introducci6n

En general, se suele considerar Ia filosoffa griega de tal mane­ra que uno se pregunta hasta que punto los griegos, compara­dos con los fil6sofos modernos, conocieron y fomentaron los problemas . filos6ficos.- Nosotros queremos preguntar: ~que podemos aprender del valor de la historia de Ia filosoffa griega para los griegos mismos? Y no: ~que podemos aprender para su filosoffa? Nos proponemos explicar el hecho de que los griegos hicieron filosoffa; esto es alga que, desde Ia opi­nion actual, no se puede entender. Quienes crean que los griegos eran hombres practicos, despejados, frugales y equili­brados, no podran explicar de d6nde les vino Ia filosoffa. Tambien hallaran extrafia su filosoffa quienes crean que eran simplemente hombres esteticos absortos en pasiones artfsticas de todo tipo.

Asimismo, algunos modernos creen que Ia filosoffa ftie una planta importada cuyo terrene natural fueron Asia y Egip­to; de ello se desprenderfa que la filosoffa arruin6 lo mas esencial de los griegos, que degeneraron con Ia filosofia (He­raclito-Zoroastro, Pitagoras-chinos, eleatas-indios, Empedo­cles-egipcios, Anaxagoras-judfos).

Queremos mostrar, pues, en primer Iugar, por que y para

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LOS FILOSOFOS PP.EPLATCNICOS

que1 los griegos tuvieron que hacer filosofia por sf solos. En segundo Iugar, queremos atestiguar como surgi6 el «filosofo» entre los griegos, y no solo como surgi6 entre ellos la filosoffa. Para aprender a conocer a los griegos es muy valioso tener en cuenta que algunos de ellos llegaron a tamar conciencia mas alla de sf mismos; sin embargo, casi mas importante que esta conciencia es su personalidad, su actuar. Los griegos crearon el fil6sofo-tipo: pensemos en una serie de individuos tan especia­les como Pitagoras, Heraclito, Empedocles, Parmenides, De­m6crito, Protagoras, Socrates. Los griegos se distinguen de los demas pueblos par su inventiva2• Par lo general, los pueblos suelen producir un solo tipo fijo de filosofo. Ni siquiera los germanos pueden compararse con esta riqueza. Esos hombres estan todos tallados de una sola piedra; existe un estrecho vfnculo entre su pensamiento y su caracter; les falta Ia concien­cia de interes, porque, al menos entonces, no habfa un esta­mento de filosofos3• Todos ellos son hijos directos de su filoso-

1. ~Puede una filosoffa ser !a semilla de una cultura? No, pero sf puede rechazar a los enemigos peligrosos de una cu!tura preexistente.- Rebeli6n de Wagner contra el a~te monumental. - Entre genio y genio se tiende un puente invisible. - Esta es Ia historia autentica y real de un pueblo; todo lo demas es una variacion sombrfa e indescriptible de una materia peor: copias burdas de manos torpes. Hay que mostrar c6mo todos los aspectos de Ia vida de un pueblo se reflejan impura y confusamente en Ia imagen que ofrecen sus genios mas importantes. 'Como filosofaron los griegos en medio de su seiiorial mundo artistico? ~Ha concluido el filosofar cuando se ha alcanzado la realizaci6n de !a vida? No, solo ahora empieza el verdadero filosofar. Su juicio sobre Ia vida tiene un ulterior significado.

2. La historia del mundo es muy breve si se Ia mide por los descubri­mi.entos filos6ficos significativos y por Ia produccion de filosofias tfpicas, deJando de !ado el espacio de tiempo ajeno a Ia filosofia. En este sentido, en los griegos hallamos una actividad y una fuerza creativa como en ningun otr~ Iugar: ellos Henan el mayor espacio de tiempo; ellos han producido, en reahdad, todos los tipos. Continuacion hasta el musgo y el enrevesado de Ia teologia dogmatica.

3. Los antiguos eran mucho mas virtuosos porque tenian pocas modas. Considerese Ia energia virtuosa de sus artistas y fil6sofos. Esos filosofos griegos superaron el espfritu del tiempo para poder comprender el espfritu de lo helenico. Justificar Ia filosoffa porque los griegos hayan hecho filosofia es solo un argumento de autoridad. La sancion de los siete sabios responde a. los gran~es rasgos del caracter griego: otras epocas tiene santos, los griegos uenen sabtos.

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INT!\ODUCCION

ffa. Despreciaban al experto hombre de mundo y se apartaban de el en busca. de mayor soledad y grandeza; ellos fueron los unicos capaces de vivir solo del conocimiento. Lo cual nos lleva, en tercer Iugar, ala relacion del filosofo con el no fil6sofo, con el pueblo. Los griegos tienen un sorprendente sentido para detecrar a los grandes individuos; asf, Ia posicion y la fama de estos hombres ya estan consolidadas a una edad tan temprana como incomparable. Con raz6n se ha dicho que una epoca se caracteriza no solo por Ia existencia de grandes hombres, sino por la.manera en que se les honra y se les reconoce. Esto es lo mas notable de .los griegos: la conjuncion y Ia simultaneidad de sus necesidades y sus talentos; entre ellos, un arquitecto que no recibiera ningun encargo serfa objeto de desprecio4 • En cuarto Iugar, hay que destacar las ideas originales de las que Ia posted­dad enrera se congratula. Constantemente tropezamos con el mismo movimiento: y casi siempre Ia antigua manera de conce­bir las casas es Ia may;>r y la mas pura, por ejemplo, en el Hamada marerialismo. Unicamente la filosoffa de Kant ha sido capaz de abrirnos los ojos a Ia seriedad eleatica; en Grecia, en cambia, los mismos sistemas tardfos (el propio Arist6teles) cap­taron los problemas eleaticos con demasiada superficialidad.

En lo que sigue, intentare justificar por que reuno a los fil6sofos «preplatonicos>> en un mismo grupo y no, por ejem­plo, a los presocraticos. Platen es el primer gran cardcter mix­to, tanto par su filosoffa como por el tipo filos6fico que en­carna. En su filosoffa de las ideas se amalgaman elementos socraticos, pitagoricos, heracliteanos; no se puede decir que sea una concepcion original. Ademas, como hombre, Platen es una sfntesis de los rasgos del soberbio arist6crata Heraclito, del melanc6lico legislador Pitagoras y del dialectico psic6logo

4. La pregunta: «ique es un fil6sofo?» no se puede responder de nin­gun modo partiendo de Ia epoca moderna. En esta, el filosofo adquiere el asp,ecto de un viajero solitario y accidental, un «genic» temerario. (Pero que es el dentro de una cultura poderosa que no descansa en <<genios>> solitaries? Wagner sobre el genio (Werke IV, 308.II, pp. 225 ss.). En medio de Ia erudicion antinatur?l. iQue tiene un pueblo del fil6sofo? (Como se relacio­na con su cultura? El, y el artista, se muestran ahora como genios: solitaries. La republica de los genios.

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

Socrates. Los fil6sofos tardfos son todos fil6sofos mixtos de este tipo. En cambia, esa serie de presocniticos representan tipos puros y no mezclados, tanto por sus filosofemas como por su caracter. Socrates es el ultimo de esta serie. Todos ellos pueden ser llamados, si se quiere, los «exclusives». En cual­quier caso, son los autenticos «inventores»: para los que vinie­ron despues, filosofar fue mucho mas facil. ;Elias descubrieron el camino del mito a Ia ley natural, de la imagen al concepto, de Ia religion a Ia ciencia;\

Es una autentica desgracia que nos quede tan poco de estos filosofos originates. Y, sin querer, los medimos con de­masiada limitacion, mientras que, desde Platon, existen volu­minosos legados. Hay quien supone una providencia de los Iibras (un fatum libel/arum). Pero serfa malintencionado pen­sar que, si Heraclito, el maravilloso poema de Empedocles o los escritos de Dem6crito, a! que los antiguos equiparaban a Platon, se nos han escapade, se nos quiso compensar con los estoicos, los epicureos y Ciceron. Asf pues, debemos compte­tar lo esencial de las imagenes de esos filosofos y de sus doc­trinas de manera creativa: las noticias biograficas diseminadas son para nosotros tan importantes como Ia ruina de sus siste­mas. Probablemente, Ia mayor parte de Ia prosa griega se ha ido perdiendo paulatinamente. En general, escribieron muy poco, pero con una fuerza muy concentrada. Son, con toda justicia, contemporaneos de la epoca clasica, especialmente en los siglos VI y v, contemporaneos de Ia tragedia, de las guerras medicas. La cuesti6n es suficientemente atractiva: ~como han filosofado los griegos en Ia epoca mas rica y Jozana de su plenitud? 0 de manera aun mas principal: i.han filosofado en este periodo? En lo esencial, solo podra responderse a esta pregunta desde Ia base del caracter helenico. En sf, esto es algo necesario, tanto para un hombre como para un puebl~*. Los romanos, por su evolucion especial, son afilosoficos. El

Es decir, el hecho de que el pensamiento de un fil6sofo solo se puede explicar a partir de los caracteres de Ia cultura en Ia cual se desarrolla. Lo mismo ocurre con el caracter general de los individuos. [N. del T.]

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INTRODUCCION

hecho de que alguien filosofe o no filosofe esta en relaci6n con las rafces mas . profundas del hombre y de su pueblo. La cuesti6n es si tiene suficiente excedente intelectual libre no solo para marcarse objetivos personates de canicter indivi­dual) sino para llegar con el a una intuici6n pura. Los roma­nos no son artistas por la misma raz6n que no son filosofos5•

Lo mas general que verdaderamente sintieron fue el impe­rium:.la aparici6n del arte y de Ia filosoffa es en ellos una bella golosina espiritual; como dice Ennio: <Neoptolomeo> philo­sophari est mihi necesse, at paucis: nam omnino haut placet. Degustandum ex ea, non in eam ingurgitandum censeo [para mf, filosofar es necesario, pero poco: pues filosofar siempre no me place. La filosofia hay que degustarla, no dejarse absor­ber por ella] (Cicer6n, Tusculanas II, ll 1; Gelio V, 16).

El intelectci no debe aspirar a recrearse furtivamente, sino a liberarse por complete y celebrar sus saturnales. El intelecto liberado intuye las casas: de este modo, lo cotidiano se le aparece por vez primera como digno de atenci6n, como un problema. Esta es la verdadera caracterfstica del impulso filo­sofico: la admiraci6n por lo que esra delante de todos. El fen6meno cotidiano es el devenir: con el comienza Ia filosofia -. j6nica. Este problema reaparece en los eleatas a un nivel infi­nitamente mas alto. Es decir, al observar que nuestro intelecto no capta en absolute el devenirl deducen de ello la existencia de un mundo metaffsico. Todas las filosoffas posteriores lu­chan contra el eleatismo: la contienda concluye en el escepti­cismo. Otro problema es el de la utilidad en la naturaleza: Ia contraposici6n entre cuerpo y alma irrumpe en Ia filosoffa solo a partir de aquel. Un tercer problema es el del valor del conocimiento. El devenir, el fin y el conocimiento: he aquf el contenido de la filosoffa preplat6nica.

5. Aqui sobre Ia mitologia romana. Los romanos se apropian de Ia filosofia como de toda Ia cultura griega: concepto romantico del arte y de Ia cultura artistica -una convenci6n notable, un gusto que depende del exte· rior. Los antiguos griegos, sin una teologia normativa. Todos tienen derecho a hacer poesia y a creer en lo que quieran.

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

§ 2. El aocp6~; [sabio]

Los griegos consideraban a Tales de Mileto como el primer filosofo. En sf, siempre es arbirrario decir que este o aquel fue el primero, que con anterioridad a el no hubo fil6sofos. Pues este tipo de hombres no aparece de repente. Esta etiqueta parte de una cierta definicion de filosofo. Nos proponemos adivinar esta definicion: Tales parte de un principia; Tales, en primer Iugar, sis.tematiza. En cambia, deberia objetarse que en cosmo­logfas mucho mas antiguas se halla este mismo impulso. Piense­se en las ideas cosmogonicas de Ia La Iliada, o de Ia Teogonfa, o de las teogonfas orficas, o de Fen!cides de Siro (esfe ultimo contempora.neo ya de Tales). Tales se diferencia de ellos par­que es no mitico6• Su contemplaci6n se basa en conceptos. Habfa que superar al poeta, que es el exponente de un grado previo de Ia filosoffa. cPor que no coincide plenamente con los Siete Sabios? Tales no solo filosofa esponidicamente me­diante sentencias concretas; no se limita a hacer un gran descu­brimiento cientffico. El establece relaciones, aspira al todo7, a una imagen del mundo. De este modo, Tales supera: 1) el gra­do mftico de Ia filosoffa; 2) Ia forma gn6mica esporadica de Ia filosoffa; 3) las ciencias particulares. Lo primero, mediante un pensamiento conceptual; lo segundo, mediante Ia sistematiza­ci6n; lo tercero, mediante Ia emisi6n de una imagen del mun­do. La filosoffa es, pues, el arte de representar en conceptos Ia imagen de Ia existencia global. Tales es el primero en respon­der a esta definicion. Naturalmente, esto se llego a conocer en

6. Los griegos han disuelto toda Ia naturaleza en griegos. Asimismo, veian a Ia naturaleza como simple mascarada y disfraz de los dioses huma· nos. En esto eran exactamente lo opuesto a los realistas. La oposici6n entre Ia verdad y Ia apariencia era en ellos muy profunda. Todo son metamorfosis.

7 . ]. Burckhardt: no es ninguna sorpresa que su sensibilidad finamente equilibrada, que las numerosas interpretaciones del todo de las que se sirvi6 una vez, hayan ido perdiendose y que se haya llegado a un contentamiento general con Ia mayor fuerza posible de Ia formaci6n decorativa. En este senti· do, el arte romano se muestra enormemente veraz. Aun olvidando las nume­rosas formas griegas no entendidas ni interpretadas que subsisten en las formas romanas, estas deberian maravillarnos por su gran energia y magnificencia.

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EL J:O<I>OJ: (SABIO)

epocas muy tardfas. La etiqueta misma de primer fi/6sofo no esta en absolute en e1 caracter de Ia epoca de Tales. Quizas entonces no existia ni Ia palabra ni tendrfa para nada ese signi­ficado concreto. Tampoco ao¢oc; significa simplemente el <<Sa­bia», en el sentido habitual. Etimologicamente, viene de sapio <<saborear», sapiens «saboreador», oo:cpr]t; «sabroso». Nosotros hablamos del <<gusto» en el arte; Ia imagen del gusto es para los griegos mucho mas amplia. La forma reduplicada .E(aucpoc; signi­fica <<de fino gusto>> (activo); de aqui viene sucus [suco, jugo] (k por p como lupus-'J...uKo<; [lobo]). Por tanto, segun Ia etimologfa, a Ia palabra le falta el matiz excer.trico; no contiene nada de contemplativo ni ascetico. Expresa solamente un gusto fino, un conocimienro fino, no una facultad. Otra cosa es tEXVTJ [tecni­ca] (de 'tEX, «mostrar») que indica siempre un <<engendran>. Sial artista se le llama aocp6c; (Fidias es un sabio arquitecto, Polfcleto un sabio fundidor de bronce), esto indica, segun Arisr6teles, Ia perfecci6n de su arte ('Etica a Nic6maco VI, 7), es decir, <<fun­didor de bronce del mas fino gusto», oo¢6~; como sapiens en superlative. Si 'ahora denominamos ao¢6c; a un hombre, no en algo concreto, dice Aristoteles, sino en general, resulta que Ia sabiduria debe ser Ia ciencia mas preeminente (es decir, tam­bien, la mas universal). El sabio no solo debe conocer lo que se deduce de los principios, sino tambien los principios mismos, una ciencia que contenga los principios de las cosas mas dignas de conocer. Hay que distinguir claramente entre aocp(a. [sabidu­rfa] e inteligencia (habilidad): inteligente se llama al que descu­bre Ia bondad de sus tareas; pero lo que Tales y Anaxagoras saben se llama extraordinario, maravilloso, diffcil, divino, aun­que tambien inutil, porque para ellos Ia sabidurfa no tiene nada que ver con los bienes humanos. Por tanto, el caracter de inuti­lidad le corresponde a la aocp[cx. Para ello, se precisa un exce­dente de intelecto. Volveremos sobre esto al hablar de las sen­tencias de sabiduria mas importantes del oraculo de Delfos. Tales es e1 primer fil6sofo y uno de los primeros ao¢o( [sabios].8

8. :Eo<jl(!l [sabidurfa] indica lo selectivo, lo diferenciado por el gusto; mientras que Ia ciencia se apoya en todo lo «saboreable» sin esta finura del

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LOS fiLOSOFOS PREPLATONICOS

Empero, se le llama ao<flo<; por motivos muy distintos de los que se le llama primer fi/6sofo. Hemos estableddo Ia diferen­cia entre un grado mftico previo a la filosoffa y la forma de una gn6mica esporadica: ~cual es el grado previo de Ia ao<fl[oc, me­jar, del ao<flo<;? ~Como se ha desarrollado paulatinamente el tipo de ao¢6'= &v~p [hombre sabio] hasta llegar a los siete ao<flo( [sabios] del oraculo delfico? Son dos preguntas distintas: ~en que formas embrionarias se desarrolla Ia filosoffa? 2En que formas el fil6sofo?

§ 3. E/ mito como grado previa de Ia filoso{fa

La tendencia griega a Ia sistematizaci6n es muy fuerte a Ia hora de determinar el orden y Ia genesis de los dioses. Esta tendencia demuestra un impulse que nunca languideci6. Es totalmente falso tomar a los griegos de manera completamen­te aut6ctona y considerarles como los unicos creadores de sus dioses; casi todos ellos fueron verosfmilmente prestados. La elaboraci6n de unos derechos y de un orden para este variado mundo de dioses fue una gran tarea. Los griegos lo soluciona­ron con genio polftico y religioso. La constante 9Ewv KpfraL'= [mezcla de dioses] se contrapone a Ia 9Ewv KpioL<; separaci6n

gusto.- El pensamiento filos6fico es especificamente similar al cientifico, aunque referido a las grandes cosas y a los gran des asuntos. Sin embargo, el concepto de grandeza es variable en parte estetica, en parte moralmente. La filosofia contiene un control del impulse de conocimiento: y en esto estriba su significaci6n cultural. Es una legislaci6n de la grandeza, un poner nom· bres relacionado con Ia filosoffa: <<Esto es grande», dice, y por ello eleva a los hombres. La filosofia empieza con la legislaci6n de !a moral. «Esto es moral­mente grande», dicen los Siete Sabios con sus doctrinas y sus ejemplos. Los romanos no se han alejado nunca de este aspecto practico de la filosofia. El fil6sofo es contemplativo como el artista creador, pasivo como el hombre de religion, causal como el cientifico: intenta que todos los sonidos del mundo resuenen en el y que esta consonancia se traduzca en conceptos, inflamando­se en el macrocosmos y, en este sentido, considerandose a si mismo con gran circunspecci6n; al igual que el espectador o el poeta dramatico, que, trans­formandose, mantienen Ia serenidad proyectando en palabras esta transfor­maci6n. El fil6sofo vierte el pensamiento dialectico sobre si como si se bafia­ra bajo una cascada.

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EL MITO COMO GRADO PREVIO DE LA FILOSOFIA

d~ ?ioses]. Especialm~nte dificil fue poner en relaci6n el pri­mt~tvo orden de los tttanes con los dioses olfmpicos; aun Es­qutlo, en Las Eumenides, lleva a cabo un intento de adaptar al nuevo culto un elemento completamente extrafio. La exi­gencia de invenciones fantasticas se basaba en los enormes c?ntrastes existentes. Por fin, se produjo una paz entre los dtoses, cuyo protagonista fue sobre todo Delfos· este fue en cualquier caso un crisol de teologfa filos6fica.-' Pero Io mas diffdl quiza fue determinar e1 puesto de las divinidades miste­ricas con relaci6n a las divinidades olfmpicas. Este problema fue solventado con especial sabidur1a. Por un !ado, estaban los dioses que, en calidad de constantes vigi'as y espectadores d~ ~a .existenda griega, iluminan cuanto existe, al igual que las dtv~md~des cotidi~nas; por otro, los misterios, para aquellas asptraciOnes espectalmente serias, con su esperanza en la in­mo~t~idad, como descarga de todos los afectos asceticos y pestmtstas. Para que ambas fuerzas, tan distintas no se escin­dieran ni se devorasen, deben haber sido dispuestas con espe­cial sabidurfa. Habra antiguas teogonfas que pertenecfan o a un o a otro orden divino. Las teogonfas 6rficas9 son tardfas.

9. Sobre Orfeo, vease Bergk, Griechische Uteraturgeschichte I, pp. 396·400. Orfeo es Ia imagen teh1rica de Dioniso que reina en el Hades de Zagreo. El nombre se reliere a Ia oscuridad, en todo caso al descenso a' los infiernos: .O,rfeo es destrozado por las menades, Zagreo por los titanes. Los cantos rehg10sos, que estaban relacionados con los antiquisimos misterios 6rficos, eran entusiasticos. La opinion habitual de que Ia doctrina secreta de los 6rficos apareci6 con posterioridad a Homero es muy insegura. El silencio de ~o~er.o podria explicarse perfectamente por Ia contradicci6n en que Ia poesta ?rftca se encontraba con respecto a! espfritu de Ia poesia homerica. En Heswdo hay reminiscencias, si bien habla a partir de fuentes oscuras. La profundidad de sus contenidos se demuestra por su indestructible fuerza vital. Desde principios del siglo VI, tambien Ia doctrina 6rfica de motivaci6n r~ligiosa, sali6 de Ia oscuridad. Ya antes de Onomacrito se pe;cibe Ia influen­~Ja de esta doctrina en F~recides de Siro. Onomacrito y Orfeo de Crotona tnten~an, pues, co~ju~tar I~ doctrina 6rfica con las creencias populaces. Amplt_a y potente bJbltog~afJ~. Muy antiguo: Heraclides demuestra que con e! .caracter sagrado del Dtomso de Hemo existfan antiguas denominaciones baJo el noi?bre de Orf.eo y que Pitagoras habrla heche uso de eJias. Euripi­des, AlcestiS 968, escoho. La escuela pitag6rica debi6 consistir en un retorno

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

Dice Arist6teles (Metafisica XIV, 4): los apxcdOL 1TOL1l't"Cd. [anti­guos poetas) y los 8EOAOYOL (teologos) filosoficos mas jovenes no situan lo supremo y lo mejor como lo primero en el tiem­po, sino como resultado de una evolucion posterior. Los que estan a medio camino entre Ia poesia y Ia filosoffa, oL ~EIJ.LYIJ.EVOL aurwv, (por ejemplo, Ferecides), consideran lo su­premo como lo primero en el tiempo. Ferecides alude a los poetas antiguos con la indicaci6n de sus principios: otov vuKra Kal. Oupavov 11 Xaoc; 11 '0KEav6v [Ia Noche y Urano o Caos u Oceano]. De todos ellos, Caos debe ser relacionado con He­siodo (Teogonia 116 ss.) y '0KEav6~ [Oceano) con Homero (Iliada XIV, 201; XV, 240). N~ Kal. Oupav6c; [Ia Noche y Urano] con una teogonfa de la que informa Eudemo (de la que h~bla el neoplatonico Damascio, De primis principiis, 382). Esta es Ia forma mas simple de las teogonfas orfkas 10•

Apolonio (Argonduticas I, 494 ss.) supone una segunda for­ma: pone en boca de Orfeo un canto sobre como; en el prin­cipia, se separaron Ia Tierra, el Cielo y el Mar de la mezcla de todas las cosas; como el sol, la luna y las estrellas adquirieron sus orbitas; como nacieron las montafias, los rios y los arbo­les; como Ofion y Eurfnome, las oceanides, fueron las prime­ras en reinar en el Olimpo, y como fueron arrojados al Ocea­no por Crono y Rea y luego fueron estos a su vez forzados

a las antiguas y puras doctrinas de Orfeo, frenre a los impulses arbitrarios de esa epoca. Luego, los pitagoricos se apartarian de nuevo de Ia poesia 6rfica.

10. Plat6n considera Ia poesia de Orfeo como Ia fuente de una antiquf· sima sabiduria: especialmente importance es el pasaje de Timeo 40 b. Dice que, con relaci6n a los dioses y sus genealogias, deberia darse credito a unas creencias de las que se hablaba en antiguos tiempos que, segun decian, pro· cedfan de los dioses y que por ello debian conocer exactamente sus pensa· mientos. Aqul solo puede referirse a Orfeo o a Museo .. Su genealogla: cuatro generaciones; Urano y Gea, Oceano y Tetis. Cronos y Rea junto a! resto de los titanes; luego los cronidas. Oceano no estaba a Ia cabeza del conjunto de Ia imagen del mundo, que tambien muestra el ep!teto OJlOI.I~-rwp [de Ia misma madre] empleado por Tetis en el fragmento de Cratilo 402 c: esto corres· pondla evidentemente a Ia segunda generaci6n, los hijos de Urano y Gea. Probablemente tenlan relaci6n con las cuatro generaciones, dos aun j6venes, los j6venes cronidas, como Apolo y su descendencia; con esto debe relacio· narse el verso 6rfico de Filebo 66 c: ~Kt'(l li 'lev yeveu Kettancxooom KOOilOV &otlif]' [a Ia sexta generaci6n, detened el arden de los cantos].

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EL MITO COHO GRADO PREVIO DE LA FILOSOF(A

por Zeus (sobre esto, Rheinisches Museum N. F. IV, 385). Una tercera teogonfa 6rfica (Damascio 3 81) situa a Ia cabeza el agua y el lodo que se. condensan en Ia tierra. De esta surge un dragon con alas en los hombros y el semblante de un dios, con dos cabezas de leon y de toro a ambos !ados, llamado Heracles o Cronos; junto a el debfa estar Ia Necesidad, Adras­tea, que se hallarfa extendida por todo el mundo. Cronos­Heracles procrea un inmenso huevo que, rompiendose por el centro, forma.con su parte superior el cielo y, con la inferior, la tierra. Una cuarta, mas antigua (de la que se han conservado mu,chos fragmentos) sima a Cronos a Ia cabeza. Este engendra el Eter y el Caos, y de ambos se forma un huevo argenteo; de el salen Fanes, tambien llamado Metis, Eros y Ericapeo. Es hermafrodita, puesto que contiene en su interior las semillas de todos los dioses. Fanes engendra de sf a Equidna o la No­che y, junto a esta, a Urano y Gea, los antecesores de la gene­radon intermedia de los dioses; esta genealogfa es contada en lo esencial por Hesiodo. Zeus, ensefioreado, se traga a Fanes, y justo por ello es la sintesis de todas las cosas. Plat6n (Leyes IV, 715e), cita lo siguiente como un TiaA.ato~ A.6yoc; [antiguo dicho ]: ZEu<; apx~. ZEU<; IJ.EOoa, l::i.LO~ 0 'E:K mivra 'tEtUK'tOCL [Zeus es el principia, Zeus es el medio, Zeus es el final de todos los seres]. Y a continuacion afiade Platon: Etc; ZEu~, EL<; 'A LeiT]<;, "' "H' I • A I • e , , I [ z ELC: 11.LO<;, ELC: llLOVUOO<;, ELC: EO~ EV 1TUV't"EOOL Un eus, Ull

Hades, un Helios, un Dioniso, un dios en todas las cosas) (Lobeck p. 440). Zeus engendra por sf solo Ia ultima genera­cion. Lo mas importante es el relata de Dioniso-Zagreo, el hijo de Zeus y de Persefone, resucitado por los titanes y trans­formado en el joven Dioniso, despues de que Zeus engullera su corazon ileso.- Especialmente significativos son los diez Iibras de Ia primera cosmogonfa en prosa de Ferecides, de la isla de Siro, Hamada' EnraiJ.uxoc: [Los siete abismos] (o bien 0eoKpao(cx, 0Eoyov(a, 0EoA.oy(oc [teocracia, teogonfa, teologfa]). Al comienzo estan los tres principios primordiales, aquello por lo cual todo esta hecho: Zeus, el eter; aquello de lo que todo esta hecho: Cton, la materia; y aquello en lo que todo esta hecho: Cronos, el tiempo. Zeus se asemeja al aliento que

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LOS FILOSOFOS PREPLATONJCOS

llena el T odo, Cton al agua que da presion a todas partes: aquf el agua es, como en Tales, el flujo y el fango primitivo, lo primero y por tanto lo mejor de todo, sin forma y sin cuali­dad: mientras se halla creando, Zeus se transforma en Eros, el espfritu creador dentro de Ia tierra. Con la union de Eros y Ct6n comienza el segundo Cronos, el temporal, el tiempo sin inicio. Bajo Ia influencia de Eros y del Tiempo, Ia materia se disocia ahora en los elementos fuego, aire y agua: el mas pesa­do tiende a hundirse, el mas ligero a flotar. Tenemos asi los siete estratos o esferas del mundo: 1) el reino de Eros demiur­go; 2) Cton (completamente m6vil), Cronos, Fuego-Agua­Aire-region terrestre. Si se junta a Eros, Cton y Xpovoc; [TiempoJ como pertenecientes a una misma region obtene­mos el 'lTEVtEKOOjlO<; o reino de los cinco mundos. En estos espacios se desarrolla una violenta generacion de dioses. El Eros celeste nace como terrestre y recibe ahora el nombre de Ofioneo, con forma de serpiente. Opuesto a el esta el tiem­po destructor: Iucha entre los ofitas y los cronidas. Cronos y sus secuaces son arrojados al oceano. La tierra, en su llux6c: [fondo] mas fntimo, situada en las tinieblas del todo, suspen­dida en Ia region del agua-(nubes-bruma), se asemeja a un roble alado en el aire con las alas extendidas. Tras veneer a Cronos, Zeus le cambia las ropas de_honor, de donde habfa recibido el nombre de rcx'Lu [Gea]: un manto de rica y fastuosa textura, bordado por la mano misma del campo, del agua y de los cauces fluviales. Ciertamente, esta poesia ejercio un gran influjo sobre los fisiologos; todos los principios los hallamos individualmenre en cada uno de ellos: Ia fluyenre materia pri­mitiva en Tales, el halo activo en Anaxfmenes, el xpovoc; [tiem­po] como ente absoluto en Her:klito, en Anaximandro el des­conocido, informe y carente de cualidades to lfrrELpov [lo indeterminado]. Zimmermann ha mostrado Ia influencia in­cludable de las docrrinas egipcias sobre Ferecides en «Uber die Lehre des Pherecydes von Syros», Zeitschri(t fur Philoso­phie und Kritik von Fichte und Ulrici, XXIV, pp. 161, etc.; tambien en Studien und Kritiken (Wien, 1870).

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LA GNOHICA ESPORADICA COHO GP.ADO PREVIO DE LA FILOSOFIA

§ 4. La gn6mica esporddica como grado previa de La filoso(fa

Ya en Homero encontramos un pensamiento etico consciente enormemente desarrollado: su reflejo se encuentra mas en las personas eticamente contrastadas que en las sentencias. 11 De estas, traigo a la memoria de las mas conocidas: Ilfada VI, 146: o'(rj 1TEp <jJuUwv YEVETJ 'rDLT) OE KUL avopwv [como la generacion de las hojas, asf la de los hombres]; Odisea XVIII, 130: ouoE:v aKLc5v6tepov yutcx tpe!j>EL &vepc.SnoLO [no ha criado la tierra animal mas desvalido que el hombre]; I/fada XII, 243: de; oi.wvoc; lipLo-roc;, cXIlUVEo9cn 1TEpt mhpT}c; [el agi.iero mejor es, sin duda, luchar por la patria]; Odisea VIII, 546: civd Kamyvl)tou ~E'Lvoc; 9' i.KEtT}c; tE tEtUKta:L [el extranjero y el suplicante tenprfan que ser un hermano]; Ilfada II, 204: ouK ayueov TrOAUKOLpCXVLT}: etc; I<OLpavoc; EO'tc..l, Etc; pcxoLA.Euc; 4l EOWKE Kp6vou TTULc; ayKUAOil~tEUJ [no es buena Ia soberania de mu­chos, que haya un solo senor, un solo rey, ese a quien clio el astuto hijo de Cronos]. 12

La extraordinaria riqueza de esta sabidurfa popular se muestra en Hesiodo con mayor fuerza a(m. No se hace de rogar: Hesiodo carece de cualquier nocion de originalidad.

11. El pueblo griego poseia un gran tesoro en sentencias de sabiduria. Los rapsodas las empleaban en los concursos: uno dejaba ir una pregunta, otro respondia. Mas tarde, en ocasiones festivas, Ia costumbre de que los huespedes recitaran estas sentencias: asi debe entenderse Ia poesia de Teognis.

12. Son muy griegas las comparaciones, mas aludidas que enunciadas por las doctrinas: ou1€ .l..EyH oihe Kpurrtu &>J.& Ot)~.ux£vH [ni afirma ni escon· de, sino que indica], como se dice de Her5clito: recibe el nombre de a{voc; [sic] relacionado en parte con acontecimientos habituates, en parte con fabu· las.- Por ejemplo, cuando el cangrejo, que sigue un camino tortuoso, pide rectitud de la serpiente b KCXKp(vo~ wo' EljllX XlXA~ (pinzas) 'tOV 84>w i.apWv; EUBuv XP~ Tov ~rcxLpov EIJ.I!EV Kcxt ll~ oKoi.L.X ljlpovetv [el cangrejo dijo a Ia serpiente cogit!ndola asi con sus pinzas: «Hay que ser un compafiero recto y no pensar tortuosamente» ]. Con frecuencia se abreviaba el ejemplo y bastaba con el verso final. Los citados ejemplos estan abreviados y por eso reciben cl nombre de napoL~(a (es decir, estribillo o verso final, de ahi que tambien se le puede Hamar refrin), rrpoo4uov o comienzo de la canci6n (orlJ.TJ) . Dicho de otra manera: una OLJlt) es un relata que no interpreta el sentido dirigiendose directamente solo sobre su objeto.

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

En cambia, en el se muestra ya una clara tendencia a conjun­tar lo diseminado, aunque de un modo muy superficial y ram­plan. En este sentido, Ia historia de Trabajos y dias es de lo mas torpe posible: dos hermanos estan enfrenrados en el jui­cio por una herencia; el uno ha sido excesivamente beneficia­do, el otro se esfuerza por revocar la sentencia judicial. AI aparecer su hermano, le da unas lecciones en forma poetica sabre virtud, agricultura, navegacion, es decir, le va enume­rando todo lo que cualquier campesino beocio tenfa indivi­dualmente en Ia memoria como norma, incluso los fastos y nefastos. Hesiodo extrae esta serie de sentencias de los sacer­dotes delficos, que en este sentido manifiesta Ia misma ten­dencia que, posteriormente, Ia sancion de los Siete Sabios. Sin embargo, es importante el hecho de que todas esas sentencias (por lo menos pensamientos) son mucho mas antiguas que Ia composicion de Trabajos y dias: Ia Iliada y Ia Odisea ya las presuponen. Ya se ha llamado suficientemente Ia atencion so­bre Ia contradicci6n entre el mundo caballeresco de los he­roes homericos y el abatido campesinado de Hesiodo; en todo caso, no son tiempos que se sucedan entre sf. Ahora bien, ambos grupos tienen en comun una importante sabiduria gno­mica que, por tanto, es mas antigua. La gnomologfa es en Ia lliada tambien mucho mas lugubre de lo que aparentan sus propios heroes. Asimismo, el oraculo delfico emplea con fre­cuencia estas antiqufsimas sentencias consuetudinarias a! igual que sus formulas. Alga parecido sucede con Ia lengua homeri­ca, que contiene un sinfin de formulas anriguas de las que dependen las mismas anriguedades de Ia lengua; formulas cuya expresion apenas comprendfan ya los aedos posteriores y sa­bre cuya base se edificaron nuevos giros, con falsas analogias. Estas antiguas formulas dan fe de una poesfa hfmnica en Ia que tambien se hallaban aquellas sentencias eticas cuya fiso­nomfa era mas lugubre que las claras figuras posteriores de los heroes homericos. La presuposicion aquf de esta sabiduria eti­ca es algo totalmente diferente de Ia anrigua sabidurfa sacer­dotal de los misterios y el simbolismo oriental que muchos eruditos modernos husmean en el fonda de Ia antigua Grecia.

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LA GNOMICA ESPORADICA COMO .GRADO PREVIO. DE LA FILOSOFIA

Tambien es importante Ia forma hexametrica de estas senten­cias, pues en ella se adivina Ia influencia delfica. Esto es lo que se deduce por Pausanias (X, 5): j.LEy(m:l) ()(: Kal. 1rap& lTAELOt'Wv E.c; ti>ru.IOvOl)V M~a EOt'L v' we; lTpO).lCXV'tLC:. YEVO L 1:'0 i] tl>l)J.lOVOTJ 'tOU 9EOU 1Tpuli:TJ KUL np&hov 1:'0 E~ttj.LE'tpov UOE [Ia vision mas general es que Femonoe era la primera profetisa del dios y Ia primera que recito versos hexametricos]. Segun Plutarco, el primer hexametro debi6 ser (De Pythiae oraculo 402d): ouj.L<jlEpEi:E rr-rEpa 't 'otwvol. KTJp6v t'E fl.EALOOcxL [traed las plumas y las aves agoreras, Ia cera y las abejas] (versus Pythius Delphicus theolo­gicus). Las sentencias de sabiduria mas antiguas fueron comu­nicadas ciertamente en forma de versos oraculares 13, por ejem­plo, versos como el de Trabajos y dias 356: ewe; &yael,, /!pna~ liE KCXK~, ecxvchow OOi:Etpcx [el regalo es bueno, pero Ia rapifia es mala y dispensadora de muerte]. Suponiendo que el hexame­tro fuera el tipo de verso mas antiguo del templo, entonces se convirti6 por ella mismo en un verso de sabidurfa. Una vez creado y ampliado, este tipo de versos genera siempre otros nuevas. AI igtial que el himno del templo, centrado en Ia accion del dios, fue evolucionando paulatinamente hacia e! epos, el oraculo lo hizo bacia la poesfa gn6mica. Solo asf com­prenderemos la extraordinaria y digna posicion de Delfos: no se trata de simples predicciones, sino de dictamenes eticos propuestos en forma de castigos y recompensas, una Hamada a Ia conciencia moral del hombre.- Los versos oraculares se escribian en columnas y en lugares visibles; miles de hombres los lefan. Hasta nuestros ofdos llega Ia noticia de la costumbre de adornar los hitos con sentencias eticas (vease Platon, Hi­parco 228e): Oi:ELXE CLKata 4Jpovwv (camina con pensamientos justos] o bien 1-LTJ 4J(A.ov E:~arr&m [no engafles al amigo].

13. Ya con anterioridad a los Siete Sabios se grab6 en el templo delfico un cierto numero de sentencias, segun el dialogo de Arist6teles nEpt lj>t>..ooO<jJCac; [Sobre Ia filosofia].

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LOS FILOSOFOS PREPLAT6NICOS

§ 5. Los grados previos del aocpoc; avf)p [hombre sabio]

Los prfncipes de la edad heroica fueron los primeros en ser considerados como sabios, por ejemplo Quir6n, del que cir­culaban unas tmo9~KaL XE(pwvoc; [ensefianzas de Quir6n]. Pfn­daro lleg6 a conocer estas ensefianzas (frags. 167, 171 Boec­kh). Su contribuci6n es resumida por el compilador de Ia titanomaquia Clemente de Alejandrfa (Stromata I, 361): E'Cc; TE OLK(HOOUVTJV evrrrwv yEvoc; ~yn:yE OEL~ac; opKouc; K!XL eual.n:c; U..ap&c; KOCL ax~!la-r' 'OAUf.iTIOu [condujo basta Ia justicia a Ia raza de los mortales, mostrandoles los juramentos, los alegres sacrificios y el orden olfmpico]. Luego el troyano Illreeuc; [Piteo], de quien debe ser el verso de Hesiodo en Trabajos y dias 370: !1L09oc; 0 'avop( ¢D.t¥ ELPDf.iEVOc; apKLOc; EO't'W [sabido es que Ia confianza y Ia desconfianza pierden a los hombres]. Sobre el mismo, vease Plutarco (Teseo 3, escolio) y Euripides (Hipolito 264), en donde tambien, segun Teofrasto, aparecen unos A.eyof.ieva [dichos] de Sfsifo. Luego, Scholia ad Hermogenis Sta­tus, vol. IV, p. 43 *. Arist6teles cita una sentencia de Rada­mante en su Etica a Nic6maco V, 5 (8): E'LKE n&9ot reX. K' EpE~E , OLKTJ K'L9E1a yEVOLtO [cuando uno padece el mal que ha hecho, esto es adecuada justicia]. Tambien se le atribuye haber pro­nunciado juramentos no por los dioses, sino xftva KctL KUVC( Kctl. Kptov Kal. Of-LOLa [por e1 ganso, por el perro, por el carnero y por cosas similares] en Arist6fanes, Las Aves 521 {escolio).­Luego, una serie de antiqufsimos aedos.'OJ..~v [Oleno], un liri­co que debi6 llevar los himnos de Apolo desde Licia basta Delos, y de aquf a Delfos, pasa tambien como el inventor del hexametro. Luego Filem6n, que debi6 ser el primero en componer coros de doncellas. Baquis, un poeta oracular. Eu­molpo, fundador de Ia casa de los eum6lpidas. Pamfo, entre Oleno y Homero. Lino, del que existfa una KOa~-toyov(a [Cos­mogonfa] que empezaba con las palabras: ~v not€ tot xp6voc;

• «Antes de Nestor y Fenicia, de Palamedes y de Ulises [ ... ] ya habia sido inventada y practicada Ia ret6rica, tal como se explica que el mismo Piteo [ ... ] escribi6 unos tratados y ensefi6 a los hombres». (N. del T.]

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LOS GRADOS PI\EYIOS DEL l!O<I>Ol:@ANHP {HOMBRE SASIO}

ouroc;, EV c{l cx)la mxvt' brecpuKEL [habia una vez un tiempo en el que todas las cosas estaban juntas por naturaleza]. Poseemos algunos fragmentos en Estobeo, Flori/egium V, 22 (C. IX, I), Eclogae physicae, lib. I, cap. 10, 5. Parecen interpolaciones pitag6ricas. Museo (Di6genes Laercio, proemio, 3, dice que el tambien compuso una 8eoyov(a [Teogonfa]: ¢&vat tE E~ E:voc; ta n&vta yeveo8a.t Kat Elc; tautov O:vaJ..ueo8at [parece que todas las cosas han nacido de una sola y luego regresan a ella]). Arist6-fanes (Las Rtmas 1032 ss.) detalla lo siguiente: 'Op¢euc; )lEV y&p tEAEtac; e '~lli.V KatECEL~E ¢6vwv t' UTIEXE09at Mouoa1oc; c5' l:~a.KEoELc; 't'E v6awv Kat XPT)Of.iouc;, • Hcr(ococ; 61: yf]c; Epyao(ac; [porque Orfeo nos ensefi6 los ritos de evitar sacrificios san­guinarios, Museo nos ensefi6 el arte oracular y el de curar . enfermedades y Hesiodo nos instruy6 en la agricultura], etc. En tiempos de Plat6n existfa una literatura muy rica de Ia que el mismo Plat6n habla despectivamente (Republica II, 364 e): ptp>..wv cS€ o~-taoov napexovtat Mouaa(ou Ka'i.' Op¢€wc;, EEl~v11c; tE KC(L Mouowv Eyy6vwv we; cpacn, Kae' cxc; eu,noJ..oDot, TIEL90vtEc; ou IJ.OVOV LOLul't'ac; aU& KClL TIOAELc;, we; &pa AUOELt; tE KaL Ka9a.p!IOL tXOLKllll&twv ota 9uaL<JV K<XL TI!XlOLiic; ~6ovwv ELOL f.iEV EtL (WOlV, ELOL OE KC(L tEAEUt~O!XOLV ac; 6~ 't"EAEtcXc; KctAOUOLV, a'( tWV EKEL KaKWV &noJ..UOUOlV ~jliic;, ll~ euoavtac; OE OELVCc TIEPLf.iEVEl [ofre­cen un mont6n de libros de Museo y Orfeo, descendientes de Ia Luna y de las Musas, segun dicen, de acuerdo con los cuales realizan sacrificios, persuadiendo no solo a los particulares, sino tambien a las ciudades, de que existen una liberacion y expiaci6n de los pecados por medio de sacrificios o juegos de placer realizados en vida, o aun despues de muerto, purifica­ciones estas que nos libran de los males de alia abajo, por cuanto significan castigos terribles para quienes no las practi­can]. Tenemos, pues, tres grados del oocpoc; &v~p [hombre sa­bio]: los experimentados ancianos y prfncipes, los aedos entu­siasmados y los sacerdotes sagrados (Epimenides). Con e1 nombre de los Siete Sabios reencontramos a todos estos tipos.

Esta sabidur:fa es un punto solido para la intuici6n griega de Ia historia: los griegos datan en funci6n de ella. El oraculo delfico, procurando siempre nuevas medios para Ia reforma

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

etica, muestra a los Siete Sabios como tipos y paradigmas, como catecismos vivos de los que se puede tamar ejemplo. Es algo parecido a Ia canonizaci6n catolica. Solo que en vez de un dictado etico se propane a un hombre como modelo. En este sentido, hay que tener en cuenta que se trataba de hom­bres famosos. Hay una cierta oscuridad y una cierta astucia en el oraculo en el hecho de que no se hablaba de los Siete Sabios con plena ambigiiedad. Bastaba con el hecho de que se busca­ba a los Siete Sabios; fijos y seguros solo eran Tales, Solon, Bias y Pltaco. Estos eran citados probablemente con total cla­ridad. Las otras tres plazas deblan ser completadas: debemos suponer que todas las ciudades griegas rivalizaban por situar a un ciudadano suyo en la lista sagrada. Disponemos de un total de veintid6s hombres a los que se les reconoda el derecho. Fue un gran certamen de ao¢o( [sabios]. En Protdgoras 343, Platen cita a Cle6bulo, Mis6n y Quil6n. Demetrio de Falero y muchos otros situaban a Periandro en vez de Mis6n. 0 Anacarsis, o Epimenides. Leandro de Mileto cito a estos ulti­mos y, al mismo tiempo, situaba a Leofanto en Iugar de Cleo­hula. Hermipo da una lista de diecisiete nombres. Entre ellos, Pitagoras, Fen!cides y Acusilao. Es curiosa la opinion de Di­cearco (Di6genes Laercio I, 40), de quienes dice que no eran ourE oot1>ouc; ourE cj>tA.oo6¢ouc;, ouvErouc; oE. nvac; Ked. VOf.L08EnKouc; [ni sabios ni fil6sofos, sino hombres inteligentes y legislado­res]. Lo cual presupone un sentido especial del ao¢6c; [sabio], evidentemente aristotelico, esa cabeza cienti'fica universal. Para Arist6teles, ninguno de ellos serla realmente un sabio a excep­ci6n de Tales.

Bellas, aunque variadas, son las leyendas sabre Ia elecci6n de los Siete. La primera de elias dice asf: un pescador pesca un trfpode, par lo que el pueblo de Mileto lo toma por el mas sabio. Luego, se suscita una disputa porIa posesi6n del trlpo­de; los litigantes van a Delfos y alH obtienen una respuesta. Se lo entregan a Tales, quien a su vez lo reentrega, y asf sucesiva­mente hasta que llega a manos de Solon; este dice que el mas sabio es el dios, y vuelve a enviarlo a Delfos.- "AAA.<wc;> [otra version]. Baticle el arcadia ha dejado en testamento una

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,. LOS GRADOS PREVIOS DEL l:O<IlOl:@ANHP (HOMBRE SABIO]

copa, y ordena que le sea entregada al mas sabio. De este modo se le entrega a Tales, y asf sucesivamente hasta que vuelve de nuevo a Tales que Ia dona a Apolo Didimeo. El hijo de Baticle llev6 la cop a par todos los sitios. "AUwc; [ otra ver­sion]. Uno de los amigos de Creso ha recibido de el una cop a de oro para el ~as sabio; ese se Ia entrego a Tales, etc., hasta que llega a manos de Quilon, quien pregunt6 al dios delfico quien era mas sabio que el, siendo Ia respuesta: Mison.­Segun otros, Creso entrego Ia copa a Pftaco. Andron cuenta que los sagrados eginios decidieron entregar al mas sabio un regalo honorifico, correspondiendo el premia a! espartano Aristodemo. Algunos dicen que Periandro envi6 al principe milesio Trasfbulo un barco mercante, pero este naufrag6; los pescadores hallaron el trfpode en el Iugar del naufragio. Etc. Los puntos principales son: 1) a quien se le entreg6 por pri­mera vez el trfpode (~Tales, Pitaco, Bfas?); 2) quien Io recibi6 por ultima vez; 3) cual es Ia sucesi6n; 4) de d6nde procedfa el trfpode; 5) d6nde fue depositado UMileto, Delfos, Tebas?). Ya el numero siete parece ser una acuftaci6n de acuerdo con esta leyenda. Probablemente, el n6dulo central sea un cuento oriental de los siete maestros sabios. Evidentemente, lo carac­terfstico de ella es Ia autodeterminaci6n de los sabios. En cam­bia, parece ser hist6rico que el ordculo de/fico sancionara a algunos de los sabios, por ejemplo a Mis6n, del que se dice en Hiponax fr. 77 Bergk: Ked. Muawv ov c..Yrr6Uwv I cwE'LnEv &vopwv awcj>povEa'tatov rr&vrwv [y Mison, a quien Apolo Ilarn6 el mas sabio de todos los hombres] 14 • Hay diversas historias

14. 1) Autodeterminaci6n de los sabios (Jeyenda) 2) el odculo delfico determina (generalizaci6n de hechos concretes) 3) las normas publicas (hist6ricas, pero solo referidas a Tales).

Di6genes Laercio (1, 22) dice que Demetrio de Falero habia dicho en Ia &:va:ypa:4>~ -cwv &:px6v-cwv [Catdlogo de los arcontes] que Tales habra sido nombrado oo4>6~ [sabio] mientras Damasio era arconre de Atenas (586-585 a. C.). En esta esta el nucleo hist6rico. Admiraci6n por un hecho cientlfico. Parece que Ia fama de los oO<j>o£ [sabios) depende de las predicciones que realizaron (inruici6n de Ia comprensi6n de Ia causalidad de las cosas). En Epimenides, Ferecides y Quil6n aun es lo profetico: toma de ciudades, de· rrotas, hundimientos de barcos e islas, terremotos.

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LOS FtL6SOFOS PREPLAT6NICOS

en Di6genes Laercio I, 18 ss.; Plutarco, Solon 4 c; Porfirio, Apud Cyrillum contra Julianum, libro I y Arist6fanes, Pluto, v. 9, escolio. Vease lo que dice Menage sobre Di6genes Laercio, vol. I, P• 183, Huebner. Vease tambh~n Mullach, Fragmenta philosophorum, I, p. 205. Son muy importantes las listas de sentencias paulatinamente atribuidas a los Siete Sabios, de modo que cada uno tenfa una sentencia profunda a Ia que siempre se remitfan. Hay una extraordinaria diferencia entre' las sentencias de Tales, por ejemplo, el yvw9L oaur6v [con6ce­te a ti mismo], las de Quil6n, las de Bfas o las de Apolo y de Femone; vease lo que dice Menage sobre Di6genes Laercio, p. 197. Se han conservado tres versiones: 1) lade Demetrio de Fa/era (Estobeo, Florilegium III, 19): Cle6bulo, Solon, Qui­Ion, Pftaco, Tales, Bias, Periandro. Cada uno de ellos tiene veinte o mas sentencias. Se consideran sentencias profundas: f.LEtpov apLOtOV [lo mejor es Ia mesura], f.LTJOEV aycxv [nada en exceso], yvw9L oaur6v [con6cete a ti mismo], Krt.Lpov yvw9L [conoce el momenta oportuno], E.yyurt. mxprt. o'ara15 [Ia fianza llama a Ia desgracia], o'( iTAELOtOL av9pWiTOL KOCKOL [Ia mayorfa de los hombres son malos], iJEAEtcc ro miv [preocupate del todo]. Despues esta Ia lista de Sosfades (Estobeo, Florilegium III, 80) que nose diferencia en nada con relaci6n a los sabios. Una tercera lista fue editada par Aldo Manucio a partir de un antiguo c6dice junto a Te6crito y otros escritores en 1495 (vease Mullach, p. 215): Periandro, Bfas, Pftaco, Cle6bulo, Qui! on, Solon, Tales. Una cuarta lista se halla en Di6genes Laer­cio, que incluye algunos c:hro¢8Eyf.Lccta [apotegmas] de cada uno

15. «Quien se fia, se atraganta.>> 0 Jesus Sirac: «Muchos ricos se han perdido por fiarse>>. Epicarmo: «La fianza es hija de Ia ceguera, pero ei perjuicio es hijo de Ia fianza>>, En Ia fachada del templo de marmol de Paros, en dos columnas enfrentadas, se inscribieron cinco sentencias. Vease lo que dice Ferdinand Schultz (Phi/ologus 24, 133), esto es: yvw9t acwtov [con6cete a ti mismo), J.lTJOEV ayav (nada en exceso), eyyoo rrcfpa li' ata [Ia fianza llama a Ia desgracia], 9e~ ~pa [dios es Ia honra] y Ia misteriosa E que se ha inter­pretado como Et. «Dios, Tu eres». Schultz explica: Dios llamaba a! hombre por medio de esta invocaci6n: «Tu eres, es decir, tu eres ciertamente un ser finito, pero reflexive y consciente; actua como tal, actua como un ser re­flexive y racional».

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TALES

de ellos (segun Apolodoro iTEpl. atp€crewv [Sabre los estilos de pensamiento]). Pero hay que buscar un numero aun mayor, como lo ha hecho Mullach en su obra (pp. 218-235) presen­tando numerosas e ingeniosas anecdotas. La Antologfa de Pla­nudio (I, 86) contiene un versus memoria/is (traducido por Ausonio):

brdt ao<jlwv EpEw Kat' EiTOc; n6A.w, ovvof.La, <jlwv~v. ~Ecpov JlEV K.'..EoPouA.oc; 6 ACvoLOc; ELTIEv ifpLcrmv. X(A.wv 6' (:v KoLA.iJ AaKE6a(f.LovL: yvw9L crEau'tov.

"Oc; 6!: Kopweov EVCiLE, xoA.ou Kpa'tEElV I1Ep(av6poc; mnaKoc; OUOEV &.yocv, oc; ET]V yEvoc; EK MLcUA~VT)c;. T€p~cx 6' 6piiv PL6toLo ~6A.wv lEpoctc; E:v 'Ae~vaLc;. Touc; nA.Eova:c; Kadouc; of: B(a:c; cbrE¢TJVE IIpLTJVEuc;.

'Eyyu11v ¢e{ryEw o€ ea:A.ilc; MLA.~oLOc; 11uoa.

[Investigo a los siete sabios por sus dichos, por su ciudad, por su nombre y por su voz.

Cle6bulo de Lindo dijo que lo mejor es Ia mesura. Quil6n de Ia cavernosa Lacedemonia: <<Con6cete a ti

mismo». Periandro, que vivi6 en Corinto, recomendaba dominar

Ia c6lera. Pftaco, que era de una familia de Mitilene, dijo: «Nada

en exceso>>, Bfas de Prfene deda que Ia mayorfa de los hombres son

malos. Evitar las proinesas, deda Tales de Mileto.]

§ 6. Tales

Extrafia pregunta si Tales era griego o fenicio. Her6doto (I, 170) dice de el: e&A.ew av6poc; MLAl)OLOU, to lXVEKrt.9EV yevoc; Mvroc; <I:>o(vLK:oc; [Tales de Mileto, que era fenicio de raza por su ascendencia]; Clemente (Stromata I, 302) le llama <I>o1vL~ ro y€voc; [fenicio de raza]. Segun un autor no citado (Di6genes

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LOS FILCSOFOS PI\EPLATCNICOS

Laercio I, 22) obtuvo en Mileto el derecho de ciudadanla cuando lleg6 alll par primera vez en compafifa de Neleo, pro~ bablemente despues de haber salido de Fenicia. Par esta noti­cia vemos que se da credito a su origen fenicio, noticia que fue de principal significado para los eruditos alejandrinos. Sin embargo, el propio Di6genes Laercio anade: Ia mayor parte de los testimonies indican que naci6 en Mileto, de una de las casas mas nobles, es decir, de los Telidas (como demuestran Duris y Dem6crito), hijo de Examyes y de Cleobulina EK twv ellhowv, o'l. EloL ci>o(vLKE<;, EuyEvEota:toL twv &:no Kc:iof.Lou Ka:t 'Ay~vopo<; [de los Telidas, que son fenicios, los mas nobles de los que proceden de Cadmo y Agenor]: esto solo quiere decir, pues, que sus antepasados pertenecieron a los cadmeos beo­cios, quienes se hallaban mezclados con los jonios del Asia Menor. Solo es fenicio en el sentido de que su familia se remontaba a Ia estirpe de Cadmo. Esta familia, por lo tanto, habrfa emigrado de Tebas a Jonia.

Sabre su epoca, dos son los datos seguros: 1) el testimonio de Demetrio de Falero (en su &va:ypa:¢~ -rwv apx6v-rwv [Catdlo­go de los arcontes]) segun el cual Tales aocpo<; wvof.l&.aell [llama­do sabio] bajo el arcontado de Damasias (586-585); 2) predi~. jo un eclipse de sol durante el reinado del rey lidio Alyatte (Her6doto I, 74). Sobre esto son decisivas las investigaciones de J. Zech, Astronomische Untersuchungen iiber die wichtige­ren Finsternisse, welche von den Schrifstellern des klassischen Alterthums erwdhnt werden (Leipzig, 1853). Vease tambien A. Hansen, Bande der mathematisch-physikalischen Klasse der sachsischen Gesellschaft der Wissenschaften VII (1864 ), p. 3 79. Segun estos autores, el eclipse tuvo Iugar el 28 de mayo (del calendario juliana) o el 22 de mayo (del calendario gregoria­no) del afio 585. La expresi6n aocpoc; wvollc:io8TJ [llamado sabio] guarda relaci6n con esto ultimo (no con la anecdota del trfpo­de). Se trata de un punta seguro como pocos. La cr6nica de Apolodoro (Di6genes Laercio I, 37) situa su nacimiento en el primer afio de Ia Olimpiada 35 (640-639). Par tanto, Tales tenfa 55 afios cuando ocurri6 el eclipse.

, Tales debi6 ser un hombre polfticamente influyente: segun

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TALES

Her6doto (I, 170), insto a los jonios a defenderse de Ia amena­za persa mediante una confederaci6n de estados; segun Dioge­nes Laercio (I, 25), fue el quien impidi6 a los milesios que se atrajeran sabre sf Ia enemistad de Ciro aliandose con Creso. Por lo demas, Tales debi6 acompaflar a Creso (segun Her6doto

· I, 75) en su campafia contra Ciro y clio a este la posibilidad de pasar el Halis mediante Ia construcci6n de un canal.- Como matematico y astr6nomo, Tales figura ala cabeza de Ia ciencia griega16• Proclo dice (segun el aristotelico Eudemo) en Euclides (p. 19): Ga:.A:flc; o€ npwtov ek A'(yuntov EA.ewv !lE-rl)ya:yev Elc; t~v

'E.l.A.c:ioa: t~v 8Et4P [av -ra:u-rT)v Kat noA.A.U !lEv a:u-roc; eupE, rroA.A.Wv o€ 'tete; apx&c; toLe; !lEt 'a:utov lxpT)YllOO:'to, tOLe; !lEV Ka:SOALKW'tEpov E:ntpa:Uwv, 1:0L<; 5E a:loST}nKwtepov [fales fue el primero que, habiendo ido q Egipto, introdujo en Grecia :esta teorfa y el mismo descubri6 muchas casas e indic6 los principios de mu­chas otras para sus sucesores, unas veces proponiendo un enfo­que mas general, otras con un enfoque mas observacional) (sos­pecho que elOLKWtEpov [mas general]). A Tales se le atribuyen especialmente cuatro sentencias: 1) que el cfrculo se divide en dos por un diarpetro; 2) que los angulos de un triangulo isosce­les son identicos en Ia base; 3) que los angulos opuestos por el vertice son iguales entre sf; 4) que los triangulos son congruen­tes cuando una parte y dos angulos del uno son iguales a las partes correspondientes del otro. En todo caso, se supone que estuvo en Egipto. Segun Plutarco (Solon 2), le llevaron hasta ahf asuntos comerciales. De todos modos, el testimonio mas antiguo es solo el de Eudemo. Tampoco Tales puede testimo­niarlo, pues no ha dejado ningun escrito. Naturalmente, por Ia tendencia oriental de los eruditos tardlos, la estancia en Egipto ha sido muy remarcada. La filosofia griega no debi6, pues, na-

16. Tales fue ·un gran matematico gracias a! cualla filosofia griega se elev6. De el precede el sentido por lo abstracto, lo no mltico, lo no aleg6ri­co. Conviene subrayar que por su percepci6n no mftica, Tales fue considera· do en Delfos como «sabio•.- Desde muy temprano, ya los 6rficos habian mostrado una gran capacidad de expresar aleg6ricamente ideas a!tamente abstractas.- La matematica y Ia astronomfa son mas antiguas que Ia filoso­fia; los griegos tomaron Ia ciencia de los orientales.

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LOS FIL6SOFOS PREPLAT6NICOS

cer en Grecia. El fenicio aun tuvo que ir a Ia escuela con los egipcios en una epoca en Ia que nada se aprendfa a traves de los libros y todo por tradici6n oral. En Egipto encontr6 a ~os. maes­tros, pero tambien a los disdpulos de sus descubnmtentos. Aparte de estos, como se testifica explfcitamente, no tuvo maes­tros. Si se le considera (Tzetzes, Chiliad. 869) disdpulo de Fe­recides es solo como consecuencia de su filosofema del agua Y de Ia materia fangosa de Ferecides.

Tales no escribio nada: este es un hecho que suele repetirse con frecuencia. Sin embargo, algunos autores, sobre todo Aris­toteles se refieren a algunas tradiciones antiguas, aunque es-

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critas, incluido Eudemo. Se le atribuyo una vcwnKT) cwtpovOflLtX. [Astronomfa ndutica] (Diogenes Laercio I, 23). Esta obra tam-. bien fue considerada como obra del samio Foco. Segun Plu~ tarco (De Pythiae oraculo 18), estaba escrita en versos, lo mismo que los doscientos versos de Ia &.arpovoj.!(CX. [Astrono­mia] (Di6genes Laercio I, 34). Tambien se citan como ~b:as de Tales: nept rponftc; [Sobre Ia revoluci6n del sol de un tropzco a otro], nept laT)f.!EpLac; [Sabre el equinoccio], nept &.pxwv [Sabre los principios]. Galena (Commentarium in libris de natura hu­mana, p. 26) afirma claramente EL y&p on ea.A.i'jc; cX1TE<j>l)~ato O'tOLXELOI.J j..LOVOV ElvcxL to uowp E:K auyypcif.lf.LIX'tO<; autou OELKVUVCI.l

ouK ExOflEV [no podemos demostrar si Ia afirmacion de Tal~s de que el unico elemento es el agua, fue afirmada en un escn-

to suyo}. Muri6 en la Olimpiada 58, segun Apolodoro (Diogenes

Laercio I, 37), aproximadamente a los noventa aiios de edad. Sabre su efigie pueden leerse los siguientes versos:

T6voe ea.A.fJv M (A.,roc;' lac; E>p€1j!a.o' &.v€oEL~Ev ' ' A' A,' J ciotpOAOYWV TICCV'tWV TipEOI'UtcttOV OO'+'L~ •

[He aquf a Tales, a quien Mileto nutrio en su seno, el mas venerable por su sabiduda en todos los asuntos

astron6micos].

En cambia, en su epitafio se lee:

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(

• L

TALES

~ .6H yov tOOE OcXj..la.. 'tO OE KAEOc; oupa.VOI-LTJKEc; ( =oupcwov ~KEl ?)

'tW TIOAUcjlpovtLO't'(;l tOU'tO eciA.'t'jtOc; OpT).

(enfasis en el astr6nomo como oo<j>6~ [sabio]) [Pequeiia es esta tumba. Pero Ia fama de los orbes celestes

(= 'que contiene el cielo?) Esto supo ver el sabio Tales].

Sobre la actividad propiamente filos6fica de Tales dice Aristoteles (Metafisica I, 3): acerca de los primeros que han filosofado, la mayorfa han aceptado principios puramente materiales; en especial, Tales 6 tftc; tOLCX.UtT)t; O:pxllyoc; <jJLi..ooo¢[ac; [el iniciador de tal filosoffa], supuso que era el agua'. Llego a esta opinion probablemente por la observaci6n de que el ali­memo es humedo y que el mismo calor nace de Ia humedad y

I. El pensamiento filos6fico puede rastrearse en todos los am­bitos del pensamiento cientifico, incluso en Ia actividad ciendfica mas elemental: la conjetura filol6gica. Aparece de subito en los razo­namientos mas simples: el entendimiento jadea con dificultad bajo el en busca de nuevas puntas s6lidos, despues de habersele aparecido Ia Have magica. Dos hombres que caminan a traves de un bosque se topan con un arroyo. El agua arrastra lentamente las piedras co­rriente abajo. El primero de ellos salta raudo sobre el apoyandose en las piedras del arroyo, elevandose sobre ellas mientras se hunden rapidamente detras de el. El otro se queda quieto todo el rato caren­te de ayuda: primero debe construirse los fundamentos que aseguren sus pasos profundamente meditados; cuando esto no funciona, no hay Dios que le ayude a saltar el arroyo. ms esta una velocidad mayor? No, es un aletazo de Ia fantasia el ir saltando de posibilidad en posibilidad, las cuales, entretanto, se tienen por certezas. Por doquier se captan tambien al vuelo las certezas: aquella le muestra una idea genial y el adivina en elias certezas demostrables, formas. En especial, sin embargo, su fantasfa tiene Ia fuerza de captar nipida­mente las similitudes: despues, Ia reflexi6n lo mide todo con s6lidos conceptos supliendo con relaciones causales lo observado conjunta­mente.- Pero incluso una filosoffa como la de Tales, que no ha sido demostrada, tiene su valor: todos los puntas de apoyo se resquebra-

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

los seres vivos se conservan gracias a el -aquello de lo que nace una cosa es para esta un principia-, ademas de Ia obser­vacion de que !a semilla es humeda par naturaleza: pero el principia en virtud del cuallo humedo es humedo es el agua». Arist6teles es !a (mica fuente verfdica para el principia de Tales. Lo que en Aristoteles es una suposici6n, en los escrito· res posteriores son principios ciertos. Estos afiadieron que tambien las plantas taman su alimento del agua y las estrellas de los vahos humedos, que todo lo mortal se seca. En todo caso, se trata de una hipotesis cientffico-natural muy valiosa17•

El mito intentaba comprender los cambios compara.ndolos con las acciones y las acciones libres de los hombres. En ello pudo influir !a formacion de los cuerpos de los animales a partir de

jan cuando Ia l6gica y Ia solidez de la experiencia dejan paso a Ia frase: <<Todo es agua>> . Cuando se hunde lo que Ia ciencia ha cons­truido, todavia resta Ia obra de arte. Toda su fecundidad, toda su fuerza inotriz, reside en el arrojo de su mirada. Ya hace tiempo que Tales ha pasado- pero el escultor que se halla ante una cascada le clara Ia razon. Solo muy lentamente la atraviesa el hombre, compli­cado como es el mundo: primero lo piensa con absoluta simpleza, es decir, con tanta superficialidad como Ia de el mismo. Tambien el arte del escultor toma al hombre solo como una superficie.

17. Es notable el hecho de que, en Ia ciencia natural, Ia teoria del cambio del agua ha sido de gran importancia. En el siglo XVI, el agua fue considerada por Paracelso como materia originaria, puesto que esta podia transformarse en tierra y formar, por lo tanto, en esta una parte elemental de su existencia: como que sirve de nutrici6n a las plantas y forma en ella materias organicas y alcalinas y esta tambien, pues, en este elemento; y como que, finalmente, tambien da una parte elemental a los cuerpos aceitosos y del alcohol etflico, de donde tambien puede separarse por inflamaci6n. Cur autem terram non inter primaria elementa, licet initio simul creatam, existi­mem, causa est quod tamen convertibilis est in aquam [el hecho de que Ia tierra tampoco se cuenta entre los elementos primordiales, sino que existe desde el principio como creada, es Ia causa de que pueda convertirse tam­bien en agua]. Polemica contra los elementos aristotelicos.

El primer trabajo de Lavoisier (finales del siglo XVIII) trata de !a obten· ci6n de tierra a partir del agua, mostrando Jo incorrecto de esta suposicion,

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TALES

Ia forma fluida de Ia semilla y del huevo: asf, todo lo solido pudo surgir de lo no solido. (Falta de claridad sabre los esta­dos de agregaci6n y las cualidades qufmicas.) Pues Tales bus­caba una materia menos solida pero capaz precisamente de dar forma. Tales inaugura un camino nuevo que luego conti­nuarfan principalmente los filosofos jonicos. En realidad, los fenomenos astronomicos le dan Ia razon acerca de que un estado de agregacion menos solido debe haber precedido a! estado actual. _Puede aquf pensarse en Ia hip6tesis de Kant· Laplace (Mecanica del cielo y Sistema del mundo) sabre un estado elaborado del mundo. Par termino general, en todo caso, los filosofos jonicos estaban en el buen camino. Se nece­sita una increfble libertad y osadfa para aprehender por pri­mera vez Ia multiplicidad del mundo como desarrollo formal­mente diferente de una materia fundamental. Este es un lagro que nadie puede medir dos veces.

Conviene desconfiar de cualquier otra cosa que se quiera averiguar de Tales ademas de esto. Ciertamente hubo otros escritos que se le atribuyeron, por ejemplo eiTIEpl. &pxwv [Sa­bre los principios] (par Galena en Hipocrates, De tumore I, I, I). Es par ella que las afirmaciones acerca de Ia unidad del mundo, Ia infinita divisibilidad y variabilidad de Ia materia, Ia irrepresentabilidad del espacio vado, Ia cuadruple rafz de los elementos, Ia mezcla de Ia materia, Ia naturaleza y Ia inmorta­lidad del alma, los demones y los heroes, principalmente en el

ampliamente extendida en aquella epoca. Lavoisier encierra una cantidad medida de agua en un recipiente de crista!, conocido entonces con el nombre de «pelicano», de tal manera que un tubo soldado en !a parte de arriba del cuello, conduce hasta el interior del recipiente. Vuelve a pesarlo vado y lleno de agua, tambien pesa el total, despues de cerrar !a abertura con un tap6n, y destila el agua durante cien dfas. La formaci6n de tierra comienza despues del primer mes; por supuesto, el continua con Ia destilaci6n hasta que aparece una cantidad suficiente. Entonces mide de nuevo el aparato. Lo encuentra igual de pesado que antes, de lo cual concluye que no ha entrado ninguna materia ignea; de lo contrario, piensa, el peso deberia haber aumen­tado. A continuaci6n abre el recipiente, pesa el agua con tierra, encuentra que el peso ha aumentado, pero el del recipiente ha disminuido. Esto le conduce a aceptar que el crista! ha sido atacado por el agua y que Ia forma­cion de tierra no es. ninguna transformaci6n, sino una descomposici6n.

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LOS FILCSOFOS PREPLATONICOS

escrito de Pseudoplutarco De placitis philosophorum, Arist6-teles aun indica que Ia Tierra flota sobre el agua (Metafisica I, 3; Sabre el cielo II, 13) y Seneca dice que los terremotos proceden del movimiento de este agua (Seneca, Cuestiones naturales VI, 6; III, 14). El pasaje VI, 6 es notable. En el, se dice hablando de Tales: hac, inquit, tmda sustenitur orbis ve­lut aliquod grande navigium et grave his aquis, quas premit [sabre este agua, dice, se sostiene el orbe, como si se tratara de una nave grande y pesada para las aguas que oprime]. Y, poco despues: supervacuum est reddere causas, propter quas existimat (es intrascendente exponer las razones por las que lo considera], etc. ~No se tiene aquf presente el escrito nEpl. apxwv [Sabre los principios]? Es el mismo escrito que Arist6te-.. les parece conocer bien y del que parece extraer aquellas ideas. Y aun hay otra referenda aristotelica en Del alma (I, 2): «Para

·Tales, el iman esta animado, puesto que atrae a! hierro». En este mismo pasaje (1, 5), Arist6teles explica que Tales crefa que n&vm nA.~pTJ 8Ewv El:vaL [todo esta lleno de dioses]. Todas estas referencias parecen ser reminiscencias de aquel escrito. Di6genes Laercio (1, 24) dice:' ApwrorEArJ<;; OE Kai.'Inn(ac; ¢aa\.v autov KIXL !Olt:; &t(!uxoL<; OLOO!JCXL t(!uxac; tEKiJIXLPOIJ.EVOV EK rile; Heou rflc; iJetyv~nooc; Kal. roD ~A.ktpou [Arist6teles y Hipias atribuyeron alma a las casas inanimadas, demosmindolo por el iman y el ele<;:tro]. Ya Hipias atestigua, pues, Ia existencia de un escrito de Tales: ~pues que significa Ia tradici6n? ~Quien debe erigirse aquf en tradici6n? Por el modo como Arist6teles cita estas £rases, es evidente que, como afirmaciones, estaban muy deslavazadas, por lo que siempre hay que adivinar Ia procedencia. No hubo, por tanto, ningun escrito de Tales, pero sf una antigua relaci6n de sentencias bajo Ia forma de 8aA.iic; 0~8TJ [fales crey6], eaA.iic; €¢11 [fales dijo], etc. en cali­dad de &rro¢8Ey~J.ara [apotegmas], que no iban acompafiados de razonamientos o rara vez con ellos. Solo asf comprende­mos Ia. concordancia entre Seneca y Aristoteles. Este ultimo se refiere expresamente a las afirmaciones de Tales como &nocj>8Ey~J.am en Acerca del cielo II, 13: ot 6' €¢' u6aroc; KEl08etL (cptXOL !~V y~v)· !OU!OV yctp apXtXLO!Ct!OV TietpELA~cpa~J.EV !OV A.oyov,

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TALES

ov cpaOLV ELTIElV ea>..f}v rov MLA~OtoV, wc; OlCX ro TIAWti)v ElVCU !lEvouoav worrEp ~u>..ov ~ roLourov EtEpov [otros dicen que (Ia tierra) reposa sobre el agua. Esta afirmaci6n nos ha sido trans­mitida como la mas antigua. Fue pronunciada, segun dicen, por Tales de Mileto. Segun este, Ja Tierra estarfa flotando sabre el agua como una madera o una materia similar]. Por ultimo, tambi'en Plat6n (Teeteto 174 a) demuestra !a existen­cia de series de ci:TIOilVTJiJOVEUiJetra [casas dignas de recordar] de Tales: WGTIEp KIXL eaA.fjv aarpOVO!lOUVt£X KCXL &vw PA.ETIOVta, TfEOOV!Ct El<; <jlpEap, 8p(ina n<; EllflEAi)<;; Kal xap(EOO£X 8Ep!X1TCtLVLt:; avcWKWtVCtL AEyETaL, W<; rCx. IJ.EV EV oupavQ rrpo8UIJ.OL!O dc5EV£XL, 'tU 6' EflTipoa8EV .au'tou K£XL napa n66ac; A.ave&voL a:ur6v [mientras observaba los ·astros, mirando hacia arriba, cay6 en un pozo; entonces una joven tracia, ironizando con buen tono, se burl6 de su preocupaci6n por conocer las cosas del cielo, cuando ni siquiera se daba cuenta de lo que tenfa a sus pies]. Finalmente, Di6genes Laercio (1, 24): EVLOL OE K£XL aurov npwrov ELTIElV cj>cxOLIJ &eav&rouc; ra<; t(luxa<;, wv EOH XoLpCAoc; 6 1!0LT)!~~ [algu­nos dicen que fue el primero en afirmar que las almas son inmortales, entre los cuales esta el poeta Querilo]. Asf pues, estan atestiguadas algunas frases sueltas de Querilo, Hipias, Arist6teles y una anecdota de Plat6n. Pero ningun escrito co­herente, puesto que Arist6teles habla de los razonamientos de un modo meramente hipotetico. Pero Arist6teles maneja como fiables todas estas afirmaciones. Deben ser muy antiguas.­Estudio mas reciente: F. Decker, De Thalete milesio, Halle, 1865 (tesis doctoral); tambien Krische, Forschungen auf dem Gebiete der a/ten Philosophie, I, p. 34.- En Di6genes Laercio (I, 43) se halla un fragmento de una pequefia epfstola de Tales a Ferecides y Solon. Respecto a esta literatura pseudoepigrafi­ca, es digno de resefiar que Tales se presenta a sf mismo como «no escritor»: que quiere ir a Siro, pues, para realizar algunas investigaciones; que ya ha navegado a Creta y Egipto; que no escribe nada, sino que viaja por Grecia y Asia. En otra carta, Tales invita a Solon a visitar su casa. En Ia Antigiiedad tardfa, estas cartas fueron siempre muy atractivas para apreciar el valor personal de un fil6sofo; muchas veces tambien porque

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

sus autores sabfan siempre algo mas, por ejemplo, las cartas de Heraclito, tal como ha mostrado Jakob Bernays. En Dioge­nes Laercio I, 122 se encuentra Ia respuesta de Fen!cides, en la que Tales cede la edicion de sus escritos y en la que habla de su enfermedad de piojos. Una carta de Anaxfmenes a Pita­goras (II, 4) relata Ia muerte de Tales arrojandose desde una peiia. «Pero nosotros, sus discfpulos, no solo queremos recor­dar al hombre, sino tambien hablar a nuestros hijos y oyentes de sus platicas.» Aquf se indican las afirmaciones, A.oyOL, de Tales. Otro tipo de muerte se halla en Diogenes Laercio I, 39: practico hasta una edad avanzada los juegos gimnasticos y murio debilitado por e1 calor, la sed y el cansancio.

§ 7. Anaximandro

Anaximandro, hijo de Praxfades, tambien era milesio 18• El

examen de un pasaje confirma la noticia en Eliano (Varia his­toria III, 17) de que fue el jefe de Ia colonia milesia en Apolo­nia. Salvo esto, no se sabe nada de su vida, aunque sf se sabe mucho sobre su doctrina. Precisamente lo contrario que Ta­les. Segun Apolodoro, tenfa sesenta y cuatro afios19 en el afio segundo de Ia Olimpiada 58 (547-546 a. C.): una noticia que se refiere a un suceso seguro, ~<probablemente> posible Ia redacci6n y Ia terminacion de su libro 1TEp't. cpuaEw<; [Sobre Ia naturaleza] (~como en Dem6crito? ~o inclinaci6n de Ia eclip­tica? Plinio II, 8 cita Ia Olimpiada 58). iEs Ia primera obra de este tipo! En Temistio (Orationes XXVI, 317), Harduino dice: €e&.ppTJOE 1rpw-ro<; -' EU{jvwv A.6yov E~EVEYKELV 1TEp 't. (jlucrEw<;

18. Sobre su personalidad es importante Ia informacion, hasta el mo­menta bastante soslayada, de Di6genes Laercio VIII, 70.

19. 58,2 Olimpiada 42,3 l:y€vEto [naci6] segun Hipolito,' es decir, Apolodoro

58,2 16 4

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ANAXIMANDP.O

auyyEYpcq.J.!lEvov. IIp(v 15€ EL<; 6vELoo<; K0:9HO'ttlKEL ro A.Oyou<; auyypacpELV Ko:'t. auK Evq.J.((E-ro -role; 1Tp6a9Ev "EUT)aL [fue el pri­mero de los griegos que conocemos que se atrevi6 a publicar un discurso escrito sobre la naturaleza. Pero antes conside­raba una injuria el escribir discursos y no tenfa en considera­ci6n a los griegos anteriores]. Pero una expresi6n de Dioge­nes Laercio (II, 2) nos muestra de que tipo de escrito se trataba: -rwv oE: ripeaKovrwv cdm\i 1TE1TOL rrt(XL KE¢a.A.o:Lw6l') r~v EK9EaLV, U1TEp irEpLErUXE Ka~ o 'ArroU615wpo<; o 'A9r]Vo:1oc; [ex­puso sus opiniones sumariamente y en compendia, sus escri­tos los vio Apolodoro de Atenas]. No vamos a hacer aqui un resumen de lo que escribi6, sino que nos referiremos a Ia forma misma del escrito (extraordinariamente rara) como composicion de unos principios (no como exposici6n), es de­cir, haremos lo mismo que lo que hicimos con Tales. Solo que Anaximandro encontr6 una forma propia de hablar y lo hizo en nombre prppio. Se han conservado algunos fragmentos significativos en Arist6teles yen Simplicio, caracterizados por el dialecto empleado. Suidas se equivoca cuando afirma que Anaximandro EypatjtE 1TEpt <jluaEw<;, yfj<; 1TEp(ooov, rrEpt -rwv cbrA.avwv Kat a<jlcx1pcxv Ko:l. &Ua nv& [escribi6 Sabre Ia naturale­za, La rotaci6n de Ia Tierra, Sabre las estrellas fijas, La esfera y otras obras mas]. De el dice Di6genes Laercio (II, 2): Ka't. yilc; KCX.L 9aA&OaTj<; 1TEPL!lE'tpov npw-ro<; Eypcxt)!Ev, aU& K:a't. a¢a1pav Ka'tEOKEUCX.OE [fue el primero que describi6 el perfmetro de !a tierra y del mar, y construy6 una esfera], por tanto, un mapa geografico y una esfera celeste. La invenci6n del reloj de sol se reduce al hecho de que se habria limitado a introducirlo entre los griegos (en Lacedemonia): el yvwllWV [gnomon]. Los babilonios ya lo poseian desde hada mucho tiempo, segun Her6doto (II, 109). Plinio (II, 76) se lo atribuye a Anaxfmenes. Apenas podemps adivinar cual fue su relaci6n con Tales, pues­to que no se indica si fue su ho:1po<; [compafiero], yvwpL!lO<; [amigo], etc. Debi6 aprender con su inclito compatriota mate­maticas y astronomfa. Tendrfa unos veinte aiios cuando suce­di6 el famoso eclipse de sol que Tales predijo. En este sentido, su principia filos6fico es una continuaci6n del pensamiento de

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LOS FILCSOFOS PREPLATCNICOS

Tales. Puesto que este no escribio, debemos suponer Ia transmi­sion oral. En sf, las informaciones sobre las 5Lcx6oxett [sucesio­nes] mas antiguas han sido hechas arbitrariamente segun mode­los tardfos. En aquella epoca no habfa escuelas filosoficas.'~

Considero que Ia apx~ [el principia] (expresion que el con­virtio en termino) era to anELpov [lo indeterminado]. Convie­ne no confundirse en torno a este concepto, como les ocurrio a los antiguos, que mucho mas tarde proyectaron sobre el determinados problemas. Es una lastima que en ei escrito fat ­ten argumentaciones propiamente dichas. De ahf las diferen­tes interpretaciones de Ia Antigiiedad. Solo podemos referir un par de frases seguras (segun Aristoteles, Fisica III, 4): to UTIELpov 1TEPLEXEL ~TICtV'!Ct KCXl navtet KUPEpvet· aeavcxtov yap EO'CL Ketl &vw.AEepov [lo indeterminado abarca y gobierna codas las cosas: pues es inmortal e imperecedero]. De lo indeterminado se escindieron primero e1 calor y el frfo, por separacion. De la mezcla de estos dos se genera lo lfquido: el agua era para ella semilla del mundo. Asf tanto en Plutarco, como en la obra de Eusebio Praeparatio evangelica {I, 8, 1), como en Aristoteles, nEpl. llEtEwpwv [Sabre los meteoros] (II, 1). De esta manera, Anaximandro clio dos pasos con relacion a Tales: como prin­cipia del agua e1 calor y e1 frfo, cuyo principia es to anELpov [lo indeterminado], la unidad ultima, la matriz del continuo originarse. Solo esta unidad es eterna, increada, incorruptible. Pero no solo Ja primera propiedad de lo increado esta expre· sada en su nombre. Todo lo demas deviene y perece: afirma­cion notable y profunda (en Simplicia, In Aristotelis Fisica 6a: E.~ wv 6€ ~ yEvEoL~ E.an to'i.~ ouaL Kcxl. t~v ¢eop&v Et~ tetGtet )'LVE08CXL, Kat& tO XPEWV. Ot56vaL y&p cxut& '!LOLV KCXL OLKTJV tfi~ a5LKLet~ Kat& t~v tou xp6vou ta~Lv [a partir de donde los seres tienen su nacimiento, hacia ahf tambien les ocurre su destruc­cion, segun Ia necesidad; pues pagan las culpas las unas a las otras y Ia reparacion de Ia injusticia, segun el orden del tiem­po]. Asistimos a una idea casi mitologica. Todo devenir es una

• Nietzsche desarrollo in extenso esta tesis en el opusculo Las sucesio· nes de los fil6sofos (1873) . [N. del T.]

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' 1~

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ANAXIMANDRO

emancipacion del ser eterno: por lo tanto, una injusticia que debe ser reparada con el castigo de la decadencia. Aquf re­conocemos Ia idea segun la cual rodo lo que deviene no es verdadero. Tambien el agua deviene: Anaximandro cree que surge del contacto entre el calor y el frfo. Por tanto, no puede ser el principia (Ia apx~). Tambien el calor y el frio se evapo­ran siendo do~ como son. Asf, Anaximandro precisa de una unidad trascendente que solo puede ser caracterizada negati­vamente: -ro litrELpov, alga de lo que no puede darse ningun predicado del mundo existence, algo como la «cosa en sf». Este fue un enorme salta de Anaximandro. Sus seguidores fue­ron mas despacio. El individuo, que se desprende del "ATTELpov, debe finalmente regresar al mismo, segun el orden del tiempo Kcxt& t~v taD> xp6vou -ra~Lv : solo para este mundo individual existe el tiempo; el "AnELpov [indeterminado] mismo es in­temporal. Una vision del mundo enormemente seria: itodo lo que deviene y perece sufre una pena, debe pagar una tLOL<; y 6LKTJ tfi~ a5tda~ (culpa y justicia por Ia injusticia]! iComo puede perecer alga que tiene un sentido de ser! Ahara bien, nosotros vemos que todo perece; por lo tanto, todo es injus­to. Por lo tanto, no podemos atribuir los predicados de las casas perecederas a lo que es verdadero; es alga distinto, aun­que solo podemos caracterizarlo negativamente. Aquf se sus­cita una serie de problemas: ~como puede surgir el mundo individual? iCual es la fuerza que hace posible Ia evoluci6n a partir del "ATTELpov? <Que es el devenir? (Que es el tiempo? La influencia del primer escrito debe haber sido enorme: el cheque con la doctrina de los eleatas, asf como con las de Her:klito, de Empedocles, etc., esca aquf servido. En este sen­tido, la pregunta ya no es estrictamente ffsica, sino que el origen del muhdo, como suma de &:6LKLaL [injusticias] por ex­piar, abrio una perspectiva a los profundos problemas de Ia etica. De este modo Tales fue definitivamente superado: sa­bre Ia distincion entre un mundo eterno del ser, que nosotros solo podemos comprender negativamente, y un mundo empf­rico que deviene y perece, descansa una pregunta enorme­mente importance; el camino que conduce hacia ella puede

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LOS FIL(HOFOS PREPLATONICOS

ser candida e ingenue.- Evidentemente, los filosofos aristo­telicos posteriores no han comprendido Ia seriedad de esta pregunta, puesto que discuten entre si' sabre casas de menor importancia del pensamiento de Anaximandro, sobre todo Ia cuestion sabre Ia esencia de Ia autentica materia originaria (el l:hrELpov): que si es alga intermedio entre el aire y el agua, por ejemplo, Alejandro de Afrodisia (Ad Aristotelis metaphisicam I, 5 y I, 6). Aristoteles dio el primer paso en Sobre el cielo (III, 5): EVLOL yap E.v llOVOV unot(9EVrctL Ked. 't'OU't'O o\. !lEV uowp, o\. OE a.Epcx oi. OE nup, oi. OE uocxm:; !lEV AETI't'O't'Epov, IiEpa~ OE TIUKVO't'Epov o TIEplEXELV <)lao( navta~ 't'OU~ oupcxvou~ anELpov ov (algunos filosofos solo ponen uno, unos dicen que es el agua, otros el aire, otros el fuego, otros, todavfa, un cuerpo mas sutil que el agua y mas denso que el aire y que, dicen elias, envuelve los cielos enteros a causa de su infinitud]. Aristoteles no dice quienes son esos filosofos, ni tampoco nombra a los que supo­nen Ia existencia de una materia intermedia entre el aire y el fuego en Ffsica I, 4: es completamente arbitrario suponer que se refiere a Anaximandro e igualmente falso y contrario a la esencia del &nELpov. Los comentaristas sabre todo no han com­prendido a Aristoteles: este no se referi'a a Anaximandro. Pues afirma que todos los que suponen esta materia intermedia explican el origen de las casas par condensacion y rarefac­cion. Ahara bien, precisamente el dice de Anaximandro en Ffsica I, 4 que no explica el origen de las cosas por condensa­cion y rarefaccion.- Igualmente erronea es Ia disputa, que llega hasta Ia actualidad, de si Anaximandro entendio el anELpov como mezcla (f.LLYiJ.rt) de las materias existentes o como materia originaria primitiva. Lo cierto es que el &nELpov no tiene en comun ninguna cualidad conocida por nosotros, de ahf que sea f.LLCX ¢uoL~ &6pLo<o~ [una naturaleza ilimitada], como dice Teofrasto: indeterminable para nosotros, pero na­turalmente no indeterminada en sf. Asf, pues, no es una mate­ria sin propiedades determinadas ni mucho menos un produc­to mezclado de todas las propiedades determinadas de las cosas, sino una tercera posibilidad que para nosotros es, par Jo demas, eJ anELpOV. Ahara bien, AristoteJes no es totaJmente

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ANAXIMANDR.O

correcto en sus comentarios sabre este tema. En Metafisic.a XII, 2 dice el estagirita: Kat tout' EO't'L 1:0 'Ava~ay6pou E.v Ked

'E!lTIEooKA.E.ou~ 1:0 llLYilO: Kal. 'Ava~q.t&.vlipou [y esto es lo Uno de Anaxagoras y la la mezcla de Empedocles y de Anaximandro]. Ahara bien, este es el unico pasaje que podrfa inducir a error: o bien es una expresion, muy inexacta, que se refiere a una lejana similitud con Ia doctrina de Empedodes, o bien cabe suponer que es una laguna en Ia que aparece 't'O aTIELpov. Cier­tamente, era muy facil caer en una mala interpretacion (a causa de Ia teorfa de Anaxagoras). Pero un pasaje literal de Teofrasto (Simplicia, In Aristotelis Fisica 6, 6) afirma explfci­tamente que, en relacion con la materia originaria, Anaxago­ras podrfa estar de acuerdo con Anaximandro solo en el caso de que se admitiera, en vez de Ia existencia de una mezcla de materias determinadas y cualitativamente distintas, Ia existen­cia de una sola materia, f.LLCX ¢uou:; &6pwro~ [una naturaleza ilimitada], sin cualidades determinadas. Con esta aclaracion concluyo las cuestiones relativas a la interpretacion de lo in­determinado. Tanto los interpretes antiguos como los moder­nos aceptan que lo indeterminado es una designacion de «lo infinite», de una masa de materia indefinida. En cualquier caso, hay que reconocer que <o &6pw1:ov [lo ilimitado] esta incluido no solo en la palabra, sino tambien en el concepto de indeterminado, si bien los pitag6ricos lo indicaron solo por Ia palabra. La verdadera razon de esta interpretacion se encuen­tra en un breve comentario conservado procedente del libro aforfstico de Anaximandro (Estobeo, Eclogae I, 292): AEYEL ouv· OLfx t[ aTIELpov EOnv; '[va ll110EV EAAELTI1J ~ YEVEOL~ ~ u¢LO't'1Xf.LEVT) (pues dice: 2a traves de que existe Jo indetermina­do? Para que la genesis subyacente no pase par alto nada]. Arist6teles (Ffsica III, 8) acepta esta frase; en ella, se mantiene una polemica contra Ia idea de que Ia materia primitiva debe ser infinita, en el caso de que sea posible que de ella surjan constantemente nuevas materias. Esta conclusion no es co­rrecta, pero Aristoteles se Ia atribuye a Anaximandro. Segun esto, Aristoteles interpreto en aquella frase to anELpov como «infinito», «infinitamente grande». Pero Ia segmentacion de su

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LOS FILOSOFOS PREPLAT0NICOS

princtpto solo trae como consecuencia que su caractensnca principal es precisamente ~ &6pwto<; ¢>uot<; [Ia naturaleza ilimi­tada]. Lo infinite implica una perspectiva mucho mas lejana: serfa sorprendente que el principia fuera denominado no por lo que le es esencial, sino por lo que le es accidental. Pero esa creencia se basa en Ia idea de to chrEtpov [lo indeterminado] como «infinito» precisamente solo en aquella frase, que, tal como es interpretada, carece de logica y que, ademas, puede ser interpretada de otra manera. El pensamiento fundamental de Anaximandro era: todo lo que deviene, perece, y, por lo tanto, no puede ser un principia. Todos los seres con cualida­des propias son perecederos; par lo tanto, lo verdaderamente ente no debe rener ninguna determinacion. De lo contrario, perecerfa. Asf, pues, (par que Ia esencia primitiva, el &rrELpov [indeterminado], debe ser &6ptatov [ilimitado]? Para que el devenir nose acabe. En toda determinacion del ser, el devenir debe concluir en algun momenta, porque todo lo determina­do perece. La inmortalidad del ser primitive no esta en su infinitud, sino en el estar libre de las cualidades concretas que conducen a Ia decadencia. Si el ser primitivo fuera opw-r6v [limitado], tambien serfa ytyvoJ.l.Evov [engendrable]. Pero con ello estarfa condenado a Ia decadencia. Para que Ia y€vEat<; [el nacimiento] no acabe nunca, el ser primitivo debe conservarse por encima de ella.- Solo de este modo hemos conferido unidad a Ia explicacion de Anaximandro, en justicia con Ia frase aquella de Ia ·dot<; [el pago] y de Ia &otd~ [Ia injusticia]. Par lo demas, debemos suponer que to alTEtpov [lo indetermi­nado] no ha sido comprendido hasta ahara. No significa «Ia infinite», sino «lo indeterminado».

El resto de las ideas ffsicas de Anaximandro son, en com­paraci6n con su idea fundamental, menos importantes. Para­explicarlas, Anaximandro se apoya aquf sabre los hombros de Tales: del alTElpOv [indeterminado] surge lo caliente y lo frio, y de estos ultimos e1 agua. A partir de aquf, Anaximandro es un mero continuador de Tales, con el cual afirma que uowp ¢>ocJ.l.EVO<; Etv~t tO rriiv [el agua es denominada el Todo] (vease Kern, Philologus 26, p. 281 segun Ia obra de Teofrasto lTEp't.

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ANAXIMANDRO

MEA.looou [Sobre Meliso ]. Tres elementos se separan de lo lf­quido: Ia tierra, el aire y el cfrculo de fuego que envuelve el todo como Ia corteza de un arbol. El cfrculo de fuego padece frecuentes explosiones; entonces el fuego queda aprisionado en capsulas de aire mas denso con forma de rueda y emana de sus cubos. Cuando estos cubos se obstruyen, entonces ocu­rren los eclipses de sol y de luna. Las fases de Ia luna depen­den de este hecho. El fuego esta alimentado por las exhalacio­nes de Ia tierra. Anaximandro se refiere a las estrellas como divinidades (habitantes del cielo), rasgo notable que se repeti­ra en adelante; se trata de una rectificacion cientifico-natural de la creencia·popular, no de un pensamiento libre. Es com­pletamente imposible que Anaximandro haya considerado el mundo como infinito; esto se basa en una interpretacion err6-nea del &lTELpov [lo indeterminado]. (Que quiere decir que el drculo de fuego es como la corteza del globo terrestre? Sim­plicia (In Aristotelis Fisica 505a 15, escolio) incluye a Anaxi­mandro entre aquellos que consideraban el mundo infinito. Relacionada con esta interpretacion erronea del principia de Anaximandro esta Ia cuesti6n de lo que realmente Anaximan­dro quiso decir con Ia expresion «innumerables mundos», es decir, si Ia existencia de los infinitos mundos es simultinea o sucesiva. Que estos &rrEtpot KOOJ.l.Ot (infinitos mundos] existen es seguro: si se acepta la existencia del «infinito», tambien hay que aceptar Ia existencia de «innumerables» mundos. Este es el caso de Simplicia (Sobre el cielo 91, 6, 34):' Ava~LI-l~vopo~ 1-!EV UlTELpov 'tQ J.l.EYE8EL tT,v &pxi]v 8EJ.lEVO<;, alTE (pou<; E~ CtU'tOU -rc;;i 1T.l..~8Et KOOJ.lOU<; mei.v ooKE1 [Anaximandro cree que lo inde­terminado ha dispuesto el principia por su dimension y que ha creado infinitos mundos a partir de el]. Zeller (I, p. 200) opina que Ia existencia simultanea de diferentes mundos se refiere a las estrellas. Yo considero falsa esta explicacion, a! igual que, en general, todos los testimonios de Ia coexistencia de los arrELpot · KOOJ.lOt [infinitos mundos]. En cambia, son co­rrectas las £rases que aseguran la decadencia del mundo: que el mar se reducira y se desecara paulatinamente, que la tierra se destruira paulatinamente por Ia acci6n del fuego. Asf, pues,

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

este mundo perece; pero el devenir no se acaba. Tambien el mundo subsiguiente tendra que perecer. Y asf con todos los mundos. Par lo tanto, hay innumerables mundos sucesivos.­Anaximandro imaginaba e1 origen de los seres vivos del si­guiente modo. La tierra se forma a partir de un ambiente lfquido; la humedad se reseca par la acci6n del fuego; los sedimentos, convertidos en salados y amargos, discurren en las profundidades del mar. Tienen forma de carro, su altura es igual a un tercio de su anchura, en Ia superficie superior nos encontramos nosotros. Los animates surgen dellodo; tam­bien los animales terrestres, junto al hombre, son originaria­mente peces; con Ia desecacion de Ia tierra aparecen las for­mas evolucionadas.

Como juicio de conjunto, puede decirse lo siguiente: Anaximandro supone un imporrante avance respecto a Tales. Con el se inaugura Ia consideraci6n de un mundo metaffsica­mente verdadero, el (mica existente, en contraposici6n al mundo ffsico del devenir y del perecer: lo indeterminado cua­litativo, individual, unico, sujeto a Ia cb5LKl.a [injusticia]; el plan­teamiento del valor de Ia existencia (el primer filosofo pesi­mista). Tambien Ia idea de una antigua aniquilaci6n del mundo; los infinitos mundos sucesivos, consecuencia de esta consideraci6n. Por lo demas, Anaximandro es un continuador de Ia ~eorfa fisiol6gica de Tales, par Ia que todo surge del agua. Esta no es su aportaci6n propia, sino el conocimiento de que el origen primordial de las casas no puede explicarse a partir de cualquier materia existente. Anaximandro huy6 has­ta ro &6pwwv [lo ilimitado]. ~Quien fue su continuador? Anaxfmenes es, en todo caso, una naturaleza parva y carente de originalidad como fil6sofo y como metaffsico, aunque mucho mas significative como investigador natural.

§ 8. Anaxfmenes

Igualmente de Mileto, Anaxfmenes era hijo de Eurfstrato. Excepto esto, no se sabe nada mas. El autentico problema que

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ANAXIHENES

se suscita con Anaxfmenes es el de su epoca, asf como su supuesto discipulado de Anaximandro. Segun el testimonio fiable de Apolodoro (Di6genes Laercio II, 3), naci6 en Ia Olimpiada 63 (529-525 a. C.) y muri6 en tiempos del alza­mient"o de Sardes -ellevantamiento de los jonios bajo Darfo en la Olimpiada 70 (499 a. C.)-. Segun esto, muri6 prematu­ramente a los treinta afios. Hoy nadie cree en este data, acep­tandose que e~ una informacion deformada. En efecto, segun ella, Anaxfmenes no pudo ser discipulo de Anaximandro, que muri6 poco despues en el segundo afio de la Olimpiada 58, es decir, en el 517 a. C., esto es, unos veinte afios antes del nacimiento de Anaxfmenes. Si esta noticia esta bien transmiti­da, entonces desminti6 el discipulado, desminti6 la oLaoox~ [sucesi6n] de Anaxfmenes. En sf, debemos desconfiar mucho de estas OLcxooxaC [sucesiones): es muy poco metodico antepo­ner los datos que permiten establecer las relaciones entre las escuelas. Pero si Ia noticia de Di6genes Laercio estuviera aisla­da, quedarfa totalmente justificado considerarla un error de transmisi6n. Yo pregunto: ~hay alguna noticia que salga en apoyo de la cronolog{a de Apolodoro? 51: Diogenes Laercio II, 3; EVLOL OE KetL fletpJ.lEVLOOU ljlaol.v cXKOUOetL aur6v [algunos dicen que tambien escucho a Parmenides]. Pero el (loruit [Ia madurez] de Parmenides tuvo Iugar durante Ia Olimpiada 69. Esta afirmaci6n carece de sentido para las demas cronologfas de Anaxfmenes, y solo concuerda con el nacimiento en Ia Olimpiada 63, es decir, que a los veinte afios escuch6 a Par­menides. Deducimos de esto que aquella informacion de Di6-genes Laercio no se basa en una corrupci6n. Pero tambien hemos de ver quien es el garante de esta noticia. Segun Di6ge­nes Laercio IX, 21, Teofrasto atestigua en su ¢u<HK~ \.orop [a [lnvestigaci6n (fsica] que Parmenides escuch6 a Anaximan­dro20. Ahora bien, Anaximandro tuvo su madurez en el segun-

20. Suidas: fiapiJEV(OT]~ -w~ OE ee61jlpaotoc; 'Ava~l~avopou TOU MLAT]olou [Parmenides, segun Teofrasro, disdpulo de Anaximandro]; esto no se en­cuentra en Di6genes Laercio, como opina Zeller (I, p. 468).

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LOS FILCSOFOS PREPLATCNICOS

do afio de Ia Olimpiada 58, a los 64 afios. Once olimpiadas despues es la madurez de Parmenides; por tanto, a la edad de cuarenta y cuatro afios. Si suponemos que Parmenides escu­ch6 entonces al vigesimogenario Anaximandro, en este caso su madurez tuvo Iugar cuarenta y cuatro afios despues, por lo tanto a los sesenta y cuatro afios, en la Olimpiada·69. De este modo se intercala la noticia, que en todo caso debemos atri­buir a Teofrasto, de que Anaxfmenes escuch6 de nuevo a Par­menides a los veinte afios21

• Por tanto,

Olimpiada 58,2 Madurez de Anaximandro (64 afios). Parmenides le escucha con 20 afios de edad.

Olimpiada 69 Madurez de Parmenides (64 anos). Anaxfmenes le escucha con 20 afios de edad.

La cronologfa esta tan unificada que debemos atribuirla a una fuente, Teofrasto, que para nosotros es el testimonio mas antiguo. Es importante, porque con ella se desmiente la ow:oox~ [sucesi6n] Anaximandro-Anaxfmenes. Todas las cronologfas tardfas han sido formuladas para explicar esta sucesion. Un punta solido era la conquista de Sardes; se busco otro mas en la conquista de Ciro, en la Olimpiada 58; en ella sima su ma­durez, par ejemplo, Hipolito (Refutatio I, 7), incluso Suidas (donde yf.yovE = ~Kf..La(E), donde debe sustituirse VTJ' por vE'. Para justificar, pues, la &aooxfJ [sucesi6n] recurri6 a una con­quista anterior y se refiri6 a ella la madurez de Anaxfmenes y la de Anaximandro. Pero entonces coincidirfan la madurez de Anaximenes y la de Anaximandro, convirtiendoles en colegas o amigos, Simplicia (Sobre el cielo 373 b) y Eusebio (Praeparatio evangelica X, 14, 7). Naturalmente, nos cefiimos a Teofrasto y Apolodoro, y desmentimos el discipulado. En cambia, se abre una profunda perspectiva con el discipulado de Parmenides respecto a Anaximandro. Pero que Anaxfmenes escuchara a Parmenides no le resta importancia ni influencia a su pensa-

21. Suidas: 'Ava~tf.LEVT'l<:- ot c5€ Kat Tictpf.Lev(c5ou :!<jJaaav [Anaxfmenes, <del que> algunos dicen tambien que fue discipulo de Parmenides].

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ANAXIMENES

miento. Ahora bien, Anaxfmenes no es, como Hip6n, Ideo y Di6genes de Apolonia una figura de rango inferior, ni ha sido puesto en una posicion tan [inutilmente] incomprensible solo para servir de puente entre Anaximandro y Anaxagoras. Por consiguiente, tambien Apolodoro debe haber discutido que Anaxagoras fuera su discipulo. Pues en la Olimpiada 70 muere Anaxfmenes y nace Anaxagoras. Por tanto, segttn Apolodoro, Anaxdgoras estd el solo, sin ouroox1 (sucesi6n). Los que creen en la oLaoox~ necesitan situar su madurez ya en la Olimpiada 70, en cuyo afio naci6, segun Apolodoro. Por lo tanto, Anaxfme­nes queda datado en una fecha anterior, lo mismo que Anaxa­goras, itodo a! servicio de la oLaoox~ j6nicaJ22

A continuaci6n adjunto una tabla de las cronologfas de Apolodoro:

Olimpiada 35,1 40 42,2 63

69 70 80

Nacimiento de Tales " de J en6fanes " de Anaximandro " de Anaxfmenes (que, para ser

disdpulo de Parmenides, debi6 de haber nacido en Elea)

Madurez de Parmenides y Heraclito

" de Anaxagoras de Dem6crito

Asf, Apolodoro (en todo caso segun Erat6stenes) someti6 las oLaooxd [sucesiones] a una fina critica, por lo que debemos confiarnos a el. El metoda de anteponer las fechas, con cuya ayuda es posible establecer la ow:oox~, es completamente fal-

22. Entre los que realizan una antedataci6n tambien se encuentra An­tistenes, que en IX, 52 considera a Di6genes disdpulo de Anaxfmenes y ~u DE EV 'tOL<; XPOVOL~ Kct'tCt' Avaxay6pav [vivi6 en epoca de Anaxagoras].

Este Di6genes, pues, ha sido puesto en un Iugar false al ser confundido con Di6genes de Esmirna. Diodes encontr6 a Dem6crito,

Di6genes, Anaxarco,

y dej6, por tanto, un registro vado. iEs Ia diferencia entre Ia fi/osofia itdlica y Ia j6nica una invenci6n del

mismo Di6genes?

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LOS FILOSOFOS PA.EPLATONICOS

so.- De este modo, separamos a Anaxfmenes de Anaximan­dro y creemos que fue disdpulo de Parmenides. Pero la mitad de la filosoffa de Parmenides, como luego se mostrara, conti­nua esencialmente reflexionando los pensamientos de Anaxi­mandro; la otra mitad de su poema intenta buscar que vision del mundo surge sabre la base de la vision habitual del mundo: y aquf sf parte del dualismo instaurado por Anaximandro del calor y el frfo, que comrapone tambien lo fluido y lo denso, Ia luz y la oscuridad, Ia tierra y el fuego. Anaxfmenes parte total­mente de estas equiparaciones mfticas, siendo el primero en asegurar con certeza que todo ha surgido por condensaci6n y rarefacci6n de una materia primitiva. Simplicia afirma (In Aris­totelis Fisica 32a): l:nt yap toutou f.Lovou ('Ava~Lf.LEvoUI;)

GE6¢paato~ E:v tfl tatop[~ "C~v f.LavwaLv E'CpT]KE Kal. t~v TrtJKVWOLV [solo en este (Anaxfmenes) hallo Teofrasto la rarefaccion y Ia condensacion en Ia investigacion]. En este sentido tambien d:po:(waL~ Ko:l. 1TLKvwaL~ [rarefaccion y condensacion]. Rarefac­cion y condensacion son para el lo mismo que calentamiento y enfriamiento. Por rarefacci6n, el viento se convierte en fue­go, luego en tierra, finalmente en piedra. El significado del principia de &pdwoL~ [rarefaccion] y 1TLKVWOL~ [condensaci6n] se halla en una lfnea de explicacion del mundo mediante ra­zonamientos mecanicos, como anticipaci6n del sistema ato­mfstico-materialista. Pero este ultimo es una evoluci6n mucho mas tardfa que presupone ya a Heraclito y a Parmenides. Pre­cisamente segun Anaximandro, esto comportaria un salto in­mensa: nos hallamos ante la primera teorfa sobre el desarrollo de una materia originaria; con ella empieza Ia epoca de Anaxa­goras, Empedocles, Dem6crito, es decir, el movimiento inci­piente de una ciencia natural. En epoca primitiva, el «Como» fue un problema que nunca se plante6. Anaxfmenes es un investigador natural notable que, por lo que parece, rechazo, la metaffsica de Parmenides, pero intent6 consolidar cientffi­carnehte otra teoria suya. Pero insertar a estos filosofos direc­tamente en la serie: <<Tales el agua, Anaximandro to a1TELpov [lo indeterminado]; Anaximenes el aire; Her;klito el fuego>> es completamente falso. Pues su mayor lagro no es unicamen-

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PITAGOP.AS

te la consideracion de una materia primitiva, sino Ia idea del desarrollo a partir de ella. Con ella Anaxfmenes se situa en una nueva epoca. Solo despues de Heraclito y los eleatas, antes de pasar a Anaxagoras, puede hablarse de el. En efecto, desde Tales hasta los sofistas y Socrates, disponemos de siete rubricas independientes, es decir, de siete fil6sofos originates e independientes: 1) Anaximandro; 2) Heraclito; 3) eleatas; 4) Pitagoras; 5) Anaxagoras; 6) Empedocles; 7) el atomismo (De­mocrito). Su agrupacion en 6ta6oxa( [sucesiones] es arbitraria si no compleramenre falsa. Son siete concepciones del mundo totalmente diferenres: los puntas en los que muestran mayo­res coincidencias, aquellos en los que uno parece aprender del orro, ponen en evidencia, en general, lo mas debil de su naru­raleza. Anaxfmenes es un precursor de las tres ultimas rubri­cas: murio joven y no puede situarse con los mismos derechos allado de los otros siere. Se halla en una situacion similar a la de Leucipo con Dem6crito, Jen6fanes con Parmenides o Ta­les con Anaximandro.

§ 9. Pitagoras

La situaci6n de Heraclito es similar a la de Anaximandro. Es completamente falsa la caracterizaci6n de Pitagoras (Heinze, Lehre vom Logos, p. 3) segun Ia cual su mayor progreso res­pecto a Heraclito consiste en una modificaci6n cualitativa del fuego, en contraposici6n a los que explican la multiplicidad de los fenomenos por fusion y separaci6n, por condensaci6n y rarefacci6n. Pues esas teorias de Ia apa(woL~ 1TUKVWOLI; [rare­faccion y condensacion], de la ouyKpLOLc; [mezcla] y OLaKpLOL~ [separaci6n] son posteriores y mas recientes que Henklito. Es precisamente con elias que se muestra, contra Heraclito, un progreso del pensamiento cientffico-natural. En cambia, para determinar este progreso, hay que comparar a Heraclito con Anaximandro. El if'rrELpov [lo indererminado] y el mundo del devenir fueron yuxtapuestos de una manera incomprensible, una especie de dualismo inmediato. Heniclito niega comple-

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

tamente el mundo del ser y afirma solo el mundo del devenir: Parmenides hace lo contrario para escapar del problema de Anaximandro. Ambos intentan aniquilar el dualismo, ambos de maneras opuestas, por lo cual tambien Parmenides comba­ti6 duramente a Heraclito. Tanto Heraclito como los eleatas son predecesores de Anaxagoras, Empedocles y Dem6crito: en conjunto, desde Anaximandro, tienen Iugar un reconocer­se y un tenerse en cuenta mutuos. En este sentido, puede hablarse de una evoluci6n.

En cambio, Pitagoras esta totalmente solo. Lo que se lla­ma filosoffa pitag6rica es algo apenas posterior a Ia segunda mitad del siglo v. No guarda ninguna relaci6n con los anti­guos fil6sofos, pues no fue en absoluto un fil6sofo, sino algo distinto. En sentido estricto, podrfa ser excluido de una histo­ria de Ia filosoffa antigua; sin embargo, cre6 Ia imagen de un nuevo tipo de vida filos6fica: esto se lo agradecieron los grie­gos. Esta imagen ejerce un poderoso influjo no sobre la filoso­ffa, sino sobre los fil6sofos (Parmenides, Empedocles). Por eso debe aquf hablarse de el. Las mejores resefias estan en Zeller (1, 235 3a ed.), Grote (II, 626, e.), y Rohde («Die Que­lien des Jamblich in seiner Biographie des Pythagoras», Rhei­nisches Museum 26 y 27).

Veamos en primer Iugar la epoca de Pitagoras. Segun Ro­hde, en el esfuerzo por establecer Ia verdadera epoca del fil6-sofo, no se ha evitado el erro capital de combinar las noticias conservadas: el mismo Bentley actu6 asf (Briefe des Phalaris, pp. 113 ss., Ribb.). Se trata de dos series irreconciliables de combinaciones cronol6gicas. Los eruditos alejandrinos par­tfan de dos datos irreconciliables entre los cuales habfa que elegir, pero que nadie era capaz de relacionar ..

1) En una avaypa¢{j [inscripci6n] olfmpica se dice que, en el afio primero de la Olimpiada 48 (588 a. C.), Piragoras de Samos, vestido con una vestimenta de purpura y con cabellos ondeantes, no habiendo podido entablar combate con unos j6-venes, porque no se le permitio, luch6 y vencio contra unos hombres adultos. Eratostenes considera que este Pitagoras es el mismo que el filosofo (Diogenes Laercio VIII, 47). Nunca

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PIT AGORAS

se le hubiera pasado por Ia cabeza luchar con hombres que no estuvieran en el lfmite exacto de edad entre Ia adolescencia y Ia edad adulta. A partir de esto, Bentley supone que tenfa entonces dieciocho afios, por lo que debio nacer hacia el 606.

2) Numerosas noticias situan Ia madurez d::: Pitagoras en Ia Olimpiada 62. Se cree que en su vida hubo un punto culmi­nante: su emigraci6n de Samos a Crotona. La base de esta noticia es el informe de Aristoxeno, segun el cual Pitigoras abandon6 Samos a los cuarenta afios huyendo de Ia tiranfa de Policrates. La tiranfa comenz6 en el primer afio de la Olim­piada 62, por lo que habrfa emigrado a Crotona en el primer afio como muy pronto, con el fin de no situar demasiado lejos el afio de su muerte (extrafio impulse el de hacerle tan viejo como sea posible, situandole lo mas alejado en el tiempo). Pitagoras viviD' hasta una avanzada edad. Aristoxeno le llama 1TpEoPu-rT]c; [anciano, venerable]. Apolodoro hace este calculo. No se le ocurrio cotejarlo con Ia observacion de Erastostenes. Segun este, Pitagoras tendrfa setenta y cinco afios en el 532, fecha muy alta, si se tiene en cuenta el inicio de sus principa­les actividades1 Apolodoro, en cambia, rechaza la identifica­ci6n de Pitagoi:as con el pugil.- Tampoco se ha transmitido Ia edad de su muerte. En este punto, las noticias varfan: seten­ta y cinco, ochenta, noventa, noventa y nueve, casi cien, den­to cuatro y ciento diecisiete afios. Suelen ser calculos muy ingenues, por ejemplo, los ochenta afios que Heraclides Lem­bo atribuye a Pitagoras, porque es Ia edad que normalmente suele vivir un hombre. Apolodoro tenia toda la razon al supo­nerle una edad lo mas corta posible; estimando Ia edad de setenta y cinco afios, es decir, que habrfa muerto en el cuarto afio de Ia Olimpiada 70 (497). Erastostenes disponfa de un amplio espacio de maniobra: si aceptamos que siguio la opi­nion predominante de los noventa y nueve afios, entonces su muerte se situ:iria en el afio 507.

La existencia de este simple hecho no ha sido reconocida hasta ahora, puesto que se suponfa que la dispersion de los pitag6ricos tuvo lugar inmediatamente despues de la destruc­cion de Sfbaris (510) e inmediatamente despues de Ia muerte

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

de Pitagoras, ocurrida a continuaci6n. Ahara bien, no es cier- . to lo que Zeller dice (I, 254), a saber, que todas las noticias sin excepci6n situan la destrucci6n de Sfbaris (510) en Ia epo­ca inmediatamente anterior a Ia muerte de Pitagoras. Rohde ha mostrado que Ia relaci6n entre los disturbios de Cil6n y la destrucci6n de Sfbaris es una pura invenci6n de Apolonio de Tiana (Rheinisches Museum 26, p. 573).

Tambien en este punta nos adherimos a Apolodoro, pues­to que este sigue a Aristoxeno, el testimonio mas cauto para todo lo pitag6rico, es decir, que Ia ctK!l~ [madurez] de Pitago­ras habrfa ocurrido durante la Olimpiada 62. Si luego el se desvi6 del gran Erat6stenes fue par razones bien fundadas; pero pudo demostrar del pugil que, en un antiguo epigrama, es denominado 6 Kp&:rEw [Crateo] (Di6genes Laercio VIII, 49). Pero el padre del fil6sofo se llamaba Mv~oapxo~ [Mnesar­co], un rico comerciante. Naci6 en Samos. Cuando, despues de largos viajes, volvi6 a Samos a Ia edad de cuarenta afios, hall6 la isla sumida bajo Ia tiranfa de PoHcrates. Entonces decidi6 abandonar su patria. March6 a Crotona, famosa par Ia educaci6n corporal de sus ciudadanos y par Ia excelencia de sus medicos. Ambas cosas estan en relaci6n, pues la teorfa y pnictica de la medicina se consideraban parte del perfeccio­namiento posterior del profesor de gimnasia. En Crotona, Pitigoras obtuvo una enorme influencia polftica como funda­dor de una secta independiente y basada en rigurosas normas rituales; en su interior habfa un gran numero de crotonenses. La secta se extendi6 en otras direcciones, por ejemplo, a Me­taponto. Pitagoras se nos muestra como un reformador reli­giose: es seguro que coincidi6 con los 6rficos en Ia doctrina de Ia transmigraci6n de las almas y en ciertas observancias religiosas; ni Arist6teles ni Aristoxeno saben nada de doctri­nas ffsicas y eticas. Pitagoras busca su salvaci6n en una inter­pretacion profunda del antiguo culto de los dioses ct6nicos. Ensefiaba a comprender Ia existencia terrenal como un estado en el que se expfan antiguos pecados. Tras purificarse en el Mas Alia, el hombre renacera bajo una nueva forma. El fiel, iniciado en las celebraciones mistericas, que sigue toda su vida

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PITAGORAS

a traves de habitos sagrados, puede escapar al drculo eterno del devenir. Los hombres virtuosos (como Empedocles) nace­ran en forma de adivinos, poetas, medicos y prfncipes; la sal­vaci6n total es ~tl..ooo<jl(w: 6 tEA.u6-raro~ Ketpn6c; [el fruto mas perfecto de la filosoffa]. Segun Rohde, el estilo de vida de los pitag6ricos debi6 contener, ademas de las ideas teol6gicas de los 6rficos y de su ley ritual, un germen de interes cientffico­natural. Es destacable el hecho de que Heraclito se queje de que el no puede considerarle ni como autentico fil6sofo, ni como autentico 6rfico, sino como un pensador que esta a medio camino entre el misticismo 6rfico (ipensador atentol) y la investigaci6n cientifica23 • Segun Di6genes Laercio (VIII, 6 y IX, 1, 2): ITu9cx:y6pT)c; Mv11o&:pxou \.acop{av ~OK'l)OEv &vepwnwv f.lcXALO't"a. navmv, Ka.l. (:KA.E~!XttEvo~ ta.U't"CtC: tac; auyypa<jlac; E1TOL~0Ct!O Ea.umu oo~C11v [Pitagoras, hijo de Mnesarco, se ejercit6 en in­formarse mas que todos los hombres, hacienda una selecci6n de estos escritos y formando su propia sabidurfa] (en sentido ir6nico tras EV y&p to ao~6v [una sola cosa es lo sabio]) rroA.uf.!a9(rJV (erudici6n y engafio) KetKOtEXVLT)v [mala tecnica], (no oo~(a [sabidurfa], sino tEXVTJ [tecnica]; <<practica fraudu-1 , ' " ' s: s:' 'H ' s: ' ., enta»).- Tio.A..wa.StT) voov EXELV ou utuCWKEL. OLOuOV yap a.v EOLOCt~E KCtL nueay6pr)V, eti'ietc; 't"E 3EVO~cXVEa 't"E KCtL 'EKet't'a.LOV [tener mucha erudici6n, no ensefia comprensi6n, pues se Ia habrfa ensefiado a Hesiodo y a Pitagoras, y a su vez tanto a Jen6fanes como a Hecateo]. Las palabras EKA.E~cXf.I.EVO<; -rauta~ t&c; ouyypa.¢&c; [hacienda una selecci6n de esos escritos] deben referirse a escritos mencionados poco antes; no pienso (como Zeller) en Ferecides o en escritos 6rficos; Ia palabra lmop('l) [investigaci6n]. se refiere a Ia investigaci6n por preguntas, que Heraclito rechazaba, si bien es cierto que en primer Iugar se

23. La oposici6n a Ia noJ..u~aeL, aparece en Di6genes Laercio {IX, I) < ... > [sic] Pitagoras ncfvtc.lV ervaL y&p EV tO aoq,6v en£ota09(XL yvui~I'}V ~ tE

oLO!tcl'EL [una sola cosa es lo sabio: conocer Ia inteligencia que gobierna]. Asi Rohde. Yo propongo algo distinto: ~v to oo<)>ov en(o'taoeaL YVWf.LT]V n&vta /iL& n&vtc.lv [una sola cosa es lo sabio: !a inteligencia (que gobierna) toda las cosas a traves de todas las cosas]

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LOS Fll0SOFOS PI\EPLATONICOS

referfa a los viajes. Pues de los Iibras 6rficos no se aprende 0

ninguna noA.q .. w:8l.11 [erudici6n], refiriendose probablemente a 0

!a literatura egipcia. Hecateo de Mileto es un gran viajante, lo mismo que Jen6fanes; quizas Heraclito quiso decir que inclu­so Pitagoras tomaba su cro¢(11 [sabiduria] de Hesiodo, Jen6fa­nes y Hecateo, no de los viajes. Esto puede aplicarse a los usos extranjeros que Ia yf)<; nEpl.ooo<; [revoluci6n de Ia Tierra] (libra II, Asia con Egipto y Libia) contenfa. Her6doto hace observa­ciones similares (II, 81). Los sacerdotes egipcios llevaban pan­talones de lino bajo los vestidos de lana, con los que no po­dfan ni entrar en el templo ni ser enterrados. Concuerdan con los Jlamados 6rficos y baquicos, que en realidad son egipcios, y con los pitag6ricos. Her6doto (II, 123) dice que lo~ egipcios fueron los primeros en ensefiar Ia inmortalidad y Ia transmi­gracion de las almas: touttp t<;i A6ytp elot ot' EA.ob)vwv exp~crav-

t \ I t 1:\ tl ,\,... ts:.' t .,. ) I .,. 1:0, Ol f.!EV TipO'tEpov, OL uE UOt"Epov, WI, uLtp EWU'tWV EOV'tL: t"WV

E:yw et.owc; t& 6vof1ctta ou ypa<jlw [esta doctrina, algunos antes y otros despues, Ia han profesado como suya; yo se sus nom­bres, pero no los voy a escribir]. La noA.uiJ.a81.11 [erudici6n] consistfa en Ia amalgama de costumbres extrafias (por ejem­plo: las normas rituales llamadas &KoUOf.l<X'tct [ensefianzas ora­les], cru11PoA.a [distintivos]) y esto era, a su vez, la KctKO'tfXVLT] [mala recnica]. Es aconsejable situar esas frases una demis de Ia otra. Por eso, el testimonio mas antiguo serfa, primero, una garantia contra los viajes y, segundo, no tendrfa ninguna noti­cia de un posible interes cientffico de Pitagoras. Segun este testimonio, la la-.opl.T] [investigacion] de Pitagoras era consi­derada poco original y fraudulenta, alga que no solo se refiere a la ciencia, sino tambien a las costumbres. Un matematico no hubiera acudido a la Hamada de la 1TOAUf..Lct9l.T] [erudicion]. Lo mas caracterfstico de Pitagoras, su supuesta cro¢(11 [sabidurfa], es s6lo una rro.l..wael.l'l (procedimientos fraudulentos y supers­ticiosos); este es el pensamiento de Heniclito. AI igual que Her6doto. Solo que tambien puede pensarse en Hesiodo, en las costumbres supersticiosas de Los trabajos, en concordan­cia con los pitag6ricos, o como compilador de iJ.rxvnKa ETIT]

[versos manticos], etc. Jen6fanes no es aqui, naturalmente,

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:':

. ;;

PITAGORAS

considerado fif6sofo, a pesar de su lucha contra el politefsmo, contra Ia petulancia de sus contempod.neos, etc. (Estos tres puntos estdn en relaci6n).

Asf, pues, tambien Heraclito consider6 a Pitagoras como un mero reformador religioso; el desarrollo filos6fico cientifi­co tuvo Iugar muy posteriormente. Her:klito desmiente Ia existencia en Pitagoras de un principia cientffico (y, por lo tanto, tambien Ia doctrina del m1mero).- Pero es ante todo Ia aparicion de Empedocles lo que supone un testimonio no­table: con Empedocles debi6 revelarse el guardado secreta de Ia escuela. Ahara bien, Empedocles no tenfa ninguna idea sa­bre !a doctrina del numero; el secreta residfa en las teorias sabre la transrriigraci6n de las almas y en los ejercicios religio­sos. A elias se refieren tambien todas las leyendas antiguas acerca de su recuerdo de anteriores existencias, su relacion con hombres fabulosos como Abaris o Zalmoxis, de sus pode­res maravillosos (domesticacion de animales), etc. Esta es Ia leyenda mas antigua del mito de Pitagoras.

Con el tiempo (no antes de !a segunda mitad del siglo v) se desarrollo en Ia escuela una direcci6n cientifica; sin embar­go, Rohde ha sugerido Ia importante idea de que junto con esta orientaci6n tuvo Iugar una escisi6n en Ia escuela. Los unos descuidaron los principios religiosos a favor de las inves­tigaciones cientfficas; los otros perseveraron en el nu9rxyopLKoc; -rp6no<; -rou p(ou [estilo pitag6rico de vida]. Solo asf puede explicarse el sorprendente hecho de que las doctrinas fisicas de los lltJ8<XyopELOL (pitagoricos] (segun Arist6teles) y eticas (se­gun Aristoxeno) no tengan ningun contacto con la creencia religiosa de los pitag6ricos. Solo dos partidarios completa­mente diferentes aclaran Ia tajante contradicci6n de nuestros testimonies, poor ejemplo, en relacion con Ia abstinencia asce­tica de carne y habas. Aristoxeno la confirma; Eudoxo y One· sfcrito Ia desmienten. Arisroxeno segufa (segun Gelio IV, II) las noticias de sus amigos pitag6ricos y transmitfa su practica a Pitagoras. AI mismo tiempo, uno de los partidos debi6 abs­tenerse de beber vino y comer carne y habas, lo cual fue mo­tivo de burla entre los poetas de Ia comedia media. Tambien

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

con este heche mantienen una relaci6n las leyendas sabre I~· division de Ia secta pitag6rica entre exotericos y esotericos: division establecida por los eruditos cientfficos y de los que se contentan con formas sencillas de aprendizaje, par lo demas sin ninguna raz6n para Ia epoca antigua del pitagorismo. Esa antigua leyenda surgi6 con el fin de aclarar una division que realmente tuvo Iugar con posterioridad y con el fin de que ambas partes tuvieran derecho a reivindicar a Pitagoras. Pero la orientaci6n cientffica presentaba su doctrina como un se­creta de escuela guardado celosamente desde antiguo, secreta que Filolao fue el primero en r.omper; mas para_ clarificar .Ia simultaneidad de las dos orientaciones, se necesttaba Ia aftr­maci6n de que ya Pitagoras habfa indicado dos clases de con­tenidos doctrinales totalmente diferentes. La antigua leyenda de Filolao demuestra que con el comienza Ia filosoffa del nu­mero si bien es un contemporaneo de Socrates alga mayor que ei. La sabidurfa de los disdpulos de Pitagoras fue conside­rada desde entonces como una etapa previa a Ia sabidurfa de los matematicos.- Por cierto que nadie se ha atrevido a rela­cionar al mismo Pitagoras con la fi!osoffa pitag6rica mas re­ciente; nosotros tampoco deberlamos hacerlo, ni siquiera en Ia version desvafda de Zeller.

Es importance sin embargo, que, bajo Ia iniciariva de Ia ' . facci6n cientlfica, se modifica Ia imagen del maestro Y termtna par diluirse; es entonces cuando se agregan los rasgos. del reformador polftico: el misterioso taumaturgo cobra Ia tma­gen de un pensador polftico, alga que es complet~ment~ fal­so. La otra facci6n, cada vez mas separada de Ia ftlosofta, se hunde paulatinamente en supersticiones: Pitagoras se convier­te aquf en el <<gran maestro de superstic!o~:s>>, c?mo dice Rohde, que debi6 ser lefdo, par su gran stmthtud, JUnto con los egipcios, persas, judios, tracios y galas. .

Existe, pues, una triple tradici6n: 1) la leyenda anttgua; 2) la historia racional; 3) la superstici6n nueva. Estas subyacen a los eruditos de la epoca alejandrina: Erat6stenes, Neantes, Satiro, Hipoboto - quienes no afi.adieron ~~da nuevo, sino que se limitaron a compaginar las tres tradtc!Ones (a excep­ci6n de Hermipo, que convirti6 esta tradici6n en una satira

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PJTAGOI\AS

perversa contra Pitagoras). Di6genes Laercio nos ofrece una imagen del conocimiento del pitagorismo en Ia epoca alejan­drina sin ninguno de los ingredientes neopitag6ricos. Sin em­bargo, Ia doctrina se revivifica paulatinamente; el mosaico de los alejandrinos ya no es suficiente. Apolonio de Tiana em­prendio una extensa biograffa, libre y completa, con muchas invenciones nuevas. Sin falseamiento intencionado, Nicoma­co de Gerasa se extravia, quien se sirvi6, ademas, de Neantes, sabre todo de Aristoxeno. Antonio Diogenes, coetaneo suyo, cre6 a partir de turbias fuentes, aunque no invent6 nada. Tam­poco Porfirio. En el ~(oc; rrueay6pELoc; [Vida de Pitdgoras] de Jamblico, Ia obra de su autor es solo un embrollo: se sirve de lo esencial de los escritos de Apolonio y Nicomaco, tomando a este par base (a partir de antiguas noticias), limitandose a incorporar algunas partes ilustradas de la novela de Apolonio. Con Nic6maco nos han llegado importantes restos de los es­critos de Pseudo-Arist6teles, Neantes e Hipoboto. De Apolonio no puede creerse nada.

~Que sabemos en realidad de Ia vida de Pitagoras, segun esas tres fuentes -Ia leyenda, Ia historia racional y Ia supers­ticion recienre-? Casi nada: solo pueden manejarse algunos esbozos, muy generales, y las escasas noticias de los contem­poraneos. Es especialmente peligroso lo que aparenta ser his­t6rico. Asf, Aristoxeno es muy fiable en todo lo que concierne a los pitag6ricos tardfos; Rohde considera las noticias sabre su vida como absolutamente fiables. En si y para sf, la crono­logia de Aristoxeno, que sigue a Apolodoro, es fiable (par lo de Ia tiranfa de Polfcrates y su regreso a Samos a los cuarenta anos). Pero Ia cronologfa correcta debe ser aproximada, espe­cialmente si mi aclaraci6n del pasaje de Heraclito es correcta. En este case, Aristoxeno debi6 basarse en Jen6fanes y Heca­teo; par otra parte, Jen6fanes, conoce a Aristoxeno (Di6ge­nes Laercio VIII, 36), despreciando sus ideas sabre Ia inmor­talidad. En cualquier case, es un contemporaneo joven de Jen6fanes (que segun Apolodoro naci6 en Ia Olimpiada 40). La tXKJ.l.~ [madurez] de Hecateo se sima en Ia Olimpiada 65. Segtin esto, Ia madurez de Parmenides, Ia de Heraclito y Ia de Pita­goras deben mas o menos coincidir: Ia ttKJ.!tl de Heraclito y Ia

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LOS FILOSOFOS PREPLA,f0NICOS

de Parmenides habrfan tenido Iugar en la olimpiada anterior a la Olimpiada 69, segun Apolodoro, a Ia edad de unos sesenta y ocho aiios: esta es Ia &.Kf.l~ aproximada de un fil6sofo. En todo caso, Jen6fanes debi6 vivir noventa y dos aiios, segun su propio testimonio; es decir, muri6 despues (justo despues) de la Olimpiada 63. Piragoras debi6 ser un hombre famoso por su doctrina. Asf, tenemos su c:\:Kf.l~ en la Olimpiada 62-69, es decir, en acuerdo con lo que dicen Apolodoro y Aristoxeno. Aquf parece, pues, que Aristoxeno ha sido cauteloso y reser­vado, como reconoce Rohde en su artfculo sobre Ia muerte de Pitagoras. Aristoxeno lo cuenta asf: Cil6n de Crotona, hombre violento y noble, al que Pitagoras se habfa negado a aceptar entre sus amigos, fue desde entonces un encarnizado enemig? de Pitagoras y sus adeptos. Pitagoras se dirigi6 por este mot1~ vo a Metaponto, donde probablemente muri6. Sin embargo, los seguidores de Cil6n continuaron su enemistad contra los pitag6ricos; entretanto, las ciudades cedfan voluntariamente, como basta entonces, durante algun tiempo la direcci6n del estado a los pitag6ricos. Finalmente, los ciloneos prendieron fuego a Ia casa de Mil6n de Crotona cuando los pitag6ricos se habfan congregado en una asamblea poHtica; solo Arquipo Y Lis is se pudieron librar. Los pitag6ricos desistieron en su pre­ocupaci6n por las desgracias de las ciudades. Arquipo se fue a Tarento; Lisis march6 primero a Acaya, luego a Tebas, donde serfa maestro de Epaminondas y donde muri6. El resto de los pitag6ricos se reagrup6 en Regia; a causa del progresiv~ dete· rioro de la situaci6n polftica, abandonaron todos ltaha, ex· cepto Arquitas de Tarento, y se fueron a 1~ Helade, donde continuaron con sus costumbres y sus estudtos basta la total extinci6n de la escuela.- Hacia el 440, los pitag6ricos regre­saron a Regio; bacia el 410 fueron los ultimos fil6sofos irati­cos de Ia Helade, vease Rohde, Rheinisches Museum 26, p. 5 66 (nota). Segun Apolodoro y Aristoxeno, los ultimos pita~ g6ricos (disdpulos de Filolao y Eurito) aun vivian durante el primer aiio de la Olimpiada 103, bacia el 366 a. C. Aquf s~lo se hace referenda al partido filos6fico, naturalmente. Los ptta­g6ricos asceticos, encabezados por Diodoro de Aspendo, SO·

brevivieron largo tiempo a esta fecha.

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HERACLITO

La noticia de Aristoxeno sabre Ia persecuci6n de Cil6n es lo mas precavido; aparte de esto, existen numerosas variantes, siempre absurdas, sabre todo por intromisi6n de Pitagoras. Se hallara una exposici6n general en Zeller I, p. 282. Sobre los sfmbolos, vease Gottling, Geschichtliche Abhandlungen I, 2 78; II, 280.

§ 10. Herdclito

Heraclito era originario de Efeso, hijo de Blis6n (o Herac6n). Este ultimo quizas es un sobrenombre del mismo Heraclito, como Simon de Sim6nides, Calias de Calrades, ere. Pertenecfa ala preclara familia del c6drida Androclo, fundador de Efeso, de la que hered6 el tftulo de sacerdote (pacnA.Euc;). Heraclito fue un duro combatiente del partido democratico (Bernays, Herdclito, p. 31); en este residfa, no obstante, el centro de las insurrecciones contra Persia: Heraclito, como probablemente tambien su amigo Hermodoro (parecido al estadista Hecateo) habfa desaconsejado las esteriles empresas contra los persas, por lo que ambos estaban desacreditados como amigos de los persas, hasta que Hermodoro fue desterrado en ostracismo; Her:klito abandon6 Ia ciudad voluntariamente, dimitiendo de su mayorazgo a favor de su hermano. Vivi6 entonces en la soledad del templo de Artemis. A este hecho se refiere la sentencia de Heraclito en Di6genes Laercio IX, 2: IX~wv

'E¢w(oLc; ~P11oov c:\:miy~a.o9aL niioL KO:L 'tole; &.v~PoL<; .-i)v n6A.Lv Kcr.ra)..L rrElv o'( nvEc; 'Ep~66wpov IX.vopcr. ewu-cwv ov~Lorov E~EPcr.A.ov ¢avrEc; i)~E.wv llllOE Et<; 6v~w.-oc; Eo-cw, EL oE. nc; <oLou.-oc; &Un tE

Kat f.!Et' &Uwv. «Todos los efesios que ya no son niiios mere­cerfan ser ahorcados, porque han desterrado a Hermodoro, el hombre mas uti! de ellos, diciendo: ''Que ninguno de noso­tros sea el unico mas util; si no, que lo sea en otro sitio junto a otros hombres"». Parece que entonces Darfo dirigi6 una invitaci6n a Heraclito, que estaba enemistado con su patria, para obtener asf el beneficia de un politico experto; Heraclito declin6 esta invitaci6n, y otra procedente de Arenas, segun

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LOS FILOSOFOS PI\EPLATONICOS

Di6genes Laercio (IX, 15); siendo cada vez mas po?erosos los dirigentes del partido conservador fundado p~r. Isag~ras,. f~­dfan esperar un fortalecimiento en sus correhg10nan~s .Jom­cos. Parece que la cronolog1a concuerda con el ofreClmten~o de Darfo; vease Suidas; ilv EiTL tfti:; EVcX'tT)!:; K<XL E~T)KOO'tT)!:; 6A.u~nuHio~:; E:nl. t..a.pdou roD ' Ycrtocnou [ vivi6 en .~~ Olimpiada 69, en tiempos de Dado el hijo de Hystaspe]: Dt?genes Laer­cio (IX, 1) situa Ia aKf-1~ [madurez] en esta Oltmp1ada. Es muy importante el pasaje de Clemente (Str~n:ata I, ~4) _en el. que, segun Eudemo, «Heraclito, hijo de Bl!son, pre,swn? al t1rano Melancomas para que depusiera su tiranfa. El mtsmo, a Ia invitaci6n de Darfo para visitar Persia, dio una respuesta ne­gativa>>. Nose dice en que Olimpiada tuvo esto lug~r, pero en todo caso parece indicar que la aKf.L~ fue postenor a estos sucesos (Olimpiada 69). Melancomas es el mismo que, con la forma abreviada de Comas, aparece en la biograffa del po~ta efesio Hiponacte desterrado por el. La madurez de Heracltto deberla situarse, por ello, casi a! mismo tiempo .que Ia ~rup­ci6n de Ia revoluci6n j6nica; posiblemente, el fm del tirana Melancomas este tan poco conectado con 'el alzamiento con­tra los persas como el destierro de Hermodoro. Hay otra noticia polftica en Di6genes Laercio (IX, 2). C~a~do los ef:­sios le pidieron que promulgara una ley, Heracltto. se nego, alegando que la mala constituci6n aun estaba der:na~t~do p~o­fundamente enraizada en la ciudad. Las cartas ep1graftcas sep­tima y novena permiten verificar el destierro de. J-:Iermodoro. Mas tarde, este aparece en Italia, prestando servicLO en Ia Ley de las Doce Tablas: segun Plinio (Historia natural 34, 21)~ se le erigi6 una estatua en el comicio; vease Bernays, Heraclttus Briefe, p. 85. Sabre Hermodoro, vease Zeller, D~ Hermodoro ephesio (Marburg, 1860). La idea de que los ef:~10s culpables. · tendrfan que dejar Ia ciudad en manos de los mnos no culpa­hies fue recogida por Plat6n como fundamento de un~_refor­ma· similar es la idea heraclitiana que aparece en D10genes La:rcio (IX, 3), segun la cual Heraclito, tras re:i_rarse al tem­plo de Artemis, jugaba a los d~dos ~on~ l~s mnos; Y ~1 ser sorprendido por los ~fesios, les gnt6: TL, w KaKwtoL, 8a.uf.lOC(EtE;

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HEI\ACLITO

~ ou KpEI:rtov -roDto nOLE1v ~ llE8' Uf.LWV noA.L tEuEcr8aL; [~De que os sorprendeis, oh malisimos, pues no es mejor hacer esto que ser un ciudadano entre vosotros?].

Cada rasgo de su vida es una consecuencia de su actitud polftica: la forma suprema de soberbia, firmemente convenci­do de una verdad solo comprendida por el. A este caracter llega par una evoluci6n desmedida de su personalidad rayan-te en un pathos sublime: su identificaci6n inconsciente con Ia • verdad. Es importante saber que ha llegado a existir este tipo de hombres tan diffcil de imaginar. En sf, todo afan de saber esta siempre insatisfecho por su propia naturaleza; de ahf que su regia convencimiento y su regia sefior1o sean algo casi in­creible. Observese la diferencia con que se veneraban a sf mis­mos Pitagoras y Heraclito: el primero se tenfa por una encar­naci6n de Apolo, comportandose con religiosa dignidad, como posteriormente harfa Empedocles; la autoveneraci6n de Heraclito no tiene nada de religiose; fuera de el, contempla e1 absurdo, Ia ilusi6n, Ia ausencia de conocimiento.- Pero no hay ningun puente que sirva de enlace con los demas hom­bres, ninguna compasi6n une aHeraclito con los demas. Es diffcil imaginar. el sentimiento de soledad que le imbuy6. Este, acaso, confiri6 a su estilo un mayor significado, estilo que el mismo comparaba con los oraculos y el lenguaje de la sibila. Plutarco, DePythiae oraculis, 18; 404d: wva( ou 1'0 1-lCX.VtELOV E:crn TO EV t..EA.¢o"Lc; OUt€ AEYEL OUTE KptmtEL aU& 0111-lCtl.VEL [el senor cuyo oraculo esra en Delfos, no dice ni oculta, sino que indica]. Plutarco, De Pythiae oraculis 6: ~[puuo: 6€ f.lctLVOf.IEV<p

crt6J.1a.tL Ka.8 ' 'HpcXKAEL "COV ayEA.a.crta Ko:\. &Ko:A.i..t.Sma-ro: Ka.\. ttJ.1UplO-ta ¢8EyyollEV'll xtA.Lwv hwv E~LKvE'Lto:L t\i ¢wvij 6ta rov 9E6v [segun Heraclito, la sibila, con sus boca delirante, profiere palabras lugubres, sin adornos ni ungiientos, con su voz alcanza miles de afios por media del dios]. Pues el, como griego, re· nunda a la claridad y al gusto artfstico por su desprecio a los hombres y par el sentimiento obstinado de su eternidad; sin embargo, en el extasis, habla como la pitia y la sibila, s6lo que diciendo la verdad. No es el orgullo del conocimiento l6gico, sino el de la captaci6n intuitiva de lo verdadero: en su natura-

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LOS FILOSOFOS PI\EPLATONICOS

leza debemos ver lo entusiastico y lo extatico. Un hombre tan grandiose, unico y extatico debe ser pensado rindiendole cui­to: entre hombres, el era imposible; pero con los niflos se llevaba muy bien. No necesitaba a los hombres, ni siquiera para su conocimiento: pues todo lo que puede cuestionarse lo observaba como Lcrtop(TJ [investigacion], en oposicion a la aocpLTJ [sabidurfa] que em~ma de dentro. Aprender de otros significaba para el carecer de sabiduria, pues el sabio mantie­ne su mirada en el A.6yoc; [logos] unico unido a todo; el mismo manifestaba que su filosofar era una busqueda y una investiga­ci6n de sf mismo, al igual que se investiga un oraculo (Di6ge­nes Laercio IV, 5): €autov EcpTJ OL(Tjoaa6aL Kal. 1-1a6E'iv n&.vta nap' eauwu [Heraclito dice que lo ha estudiado y lo ha apren­dido todo por el mismo]; es decir, EOL(TJOU!lT)V Ef!EC.Uutov [me he investigado ami mismo]. Esta era la interpretacion mas sober­bia de la sentencia delfica: Kat twv E:v D.e.l..¢o'ic; yptxflll(hc.uv 6ELO't'CXTOV EOOKEL to rvw6L aaU't'OV [de las escrituras de Delfos, lamas divina reza «conocete a ti mismo»] (Plutarco, Adversus Co/otem 20).-~Que piensa Heniclito de las agitaciones reli­giosas de su tiempo? Ya hemos vista que el saber de Pitagoras encontraba una sabidurfa prestada, descalificando su ao¢LTJ considerandola un fraude. Igual de frio era para las consagra­ciones mistericas: al respecto, sabemos que la estirpe real de Efeso (Estrab6n 14, 633) observaba t& tepa tf]c; 'EJ..eooLv[ac; iltlf.I.T\'t'POt; [las casas sagradas de Demeter Eleusina] como parte del culto familiar. Heraclito profetiza para todos los vuKnn6/.mc; f.lcXYOL<; ~cXKXOL<; A.TjvaLt; llUOtcxL<; [noctfvagos, magos, bacantes, leneas, iniciados] que tras Ia muerte les aguarda algo que no imaginan. Clemente, Cohortatio [Protreptico] II, 34: et 1-1~ y&p .:lLOVUo<¥ 1TOf.l1T~V EnOLouv·ro Kat 4lveov ~1-lCt. atoo(owLv, &vcxLMa­"Cata lfv E'lpyacrto---<.0utoc; o€ 'Ato11c; Kcxl. ilL6vuaoc; thE<¥ f.J.(dvovtcxL Kat A.11vat(ouaL [pues si no hicieran la procesion de Dioniso y cantaran el himno a las partes impudicas, procederian del modo mas irreverente-pero son el mismo Hades y Dioniso por el que se exaltan y celebran fiestas baquicas). Heraclito solo ve en la agitaci6n dionisiaca una descarga de impulses caoticos por medio de una frenetica alegrfa festiva. Heraclito

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HEI\ACLITO

recrimina lo siguiente a estas ceremonias expiatorias: «Para purificarse, se manchan con sangre, como si alguien que hu­biese caido en el fango quisiera limpiarse con fango». Heracli­to rechaza Ia objeci6n de que la purificacion externa sea un mero simbolo de la pureza interna del espfritu; bastarfa con que se hallara a un solo hombre que se hubiera purificado con este metoda. Comparaba a los que tenfan que purificarse con los animales, que se lavan con Ia suciedad, polvo y cenizas (Bernays, Teofrast iiber die Frommigkeit, p. 190). Ataca a Ia idolatrfa (Clemente, Protreptico 33 b): Ked. ciyctA.!ltxOt tou-r€oLOL euxov-raL, oKo'Lov e'( nc; OO!lOLOL A.E<JxnveuoLto, out'E ytyvwaKov-rE<; eeouc; OU"CE 1\pc.uac; o'( nv€<; ELOL [dirigen tam bien suplicas a estas estatuas como si uno pudiera conversar con las paredes, sin conocer Ia verdadera naturaleza de los dioses y de los heroes]. Pero con especial odio trata a los creadores de Ia mitologfa popular, Homero y Hesiodo (Diogenes Laercio IX, 1): Ho­mero es digno EK -rwv &ywvc.uv EKPaUeo8cxt Kcxl. pcm((eaecxL Kal.

'Apx(A.oxov 61-lo(c.uc; [de ser expulsado de las competiciones y ser azotado; y Arqulloco de modo similar]. Se refiere aqui a expresiones como «la divinidad dispensa a su gusto gracia o desgracia a los humanos», lo cual significaba una contradic­cion respecto a Ia eterna necesidad; Lassalle (II, 445) lo ha relacionado con Odisea XVIII, 135 y con Arquiloco (fr. 72). Heraclito se burla de Ia erudici6n de Hesiodo porque, en Teogonfa 124, hace nacer el dfa de Ia neche como una divini­dad que se ha separado de Ia noche no por sf misma, sino por negacion de ella; tambien se burla de que el maestro de Ia mayorfa de los hombres, que a! parecer esta obsesionado con saber muchas cosas, no ha sabido captar el dia y Ia noche como un todo, pues no pueden pensarse por separado, sino como partes opuestas de una misma relaci6n. Vease Hipolito IX, 10. Parece que tambien le critico a causa de sus normas cronol6gicas. Vease Plutarco, Vita Camilli 13. En este senti­do, dice Seneca (Epistolae 12, 7): «La naturaleza de los dfas es siempre la misma», remarcando la uniformidad de los dfas frente a Ia division entre fastos y nefastos. Por doquier perci­bimos una gran rigidez; para Henklito, todo lo que no es

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

verdadero, es mentira o error; no considera al poeta como tal sino como maestro de lo falso. Su odio siempre es capaz de' encontrar la palabra mas fina: los sentimientos religiosos de Ia masa son totalmente intratables para el; insulta sus puri­ficaciones, sus cultos, sus misterios. Incluso un culto tan re­ciente como el dionislaco, que entonces debfa .encontrarse en su apogeo, es considerado como am_enazador y am,biguo.:­Sin querer, Heraclito creo una nueva Imagen del ao¢oc; [sab~o] muy diferente de Ia de Pitagoras; posteriorm~nt~, los s_abws pantefstas del estoicismo encontraron en ~~rachto ~r: tdeal, una mezcla del ideal socratico. Estos tres fllosofos (Pttagoras, Heraclito y Socrates) deben ser considerados como los tipos mas puros: el sabio como reformador religioso; el sabio orgu­lloso que halla Ia verdad en Ia soledad; el sabio que busca siempre yen todo Iugar. Todos los demas filosofos no son, e~ cuanto representantes de un p(oc; [estilo de vida], tan puros nt

originales. Los tres tipos de fil6sofo han encontrado t~e~ enor­mes ideas unitarias en las que se han desarrollado: Pttagoras, Ia cre~ncia en Ia identidad de las innumerables generaciones humanas, ademas de Ia identidad de todo lo animado a lo largo del tiempo. Socrates, Ia creencia en la unidad y en una fuerza siempre identica valida para todas las epocas y todos los lugares; Heraclito, finalmente, Ia unidad y la eterna regu­laridad del proceso natural. Es caracteristico que estos tres tipos se abstraen completamente mediante e~tos conceptos unitarios, cegandoles y apartandoles de cualqm:r otro esfuer­zo e intuici6n. Heraclito, que se hallo a sf mtsmo como el (mica que habia reconocido Ia regularidad unitaria del ~un­do, estaba por ello cerrado a los demas hombres: Ia estup.tdez propia de estos consiste en vivir en media de esa regulandad sin apercibirse de que no entienden nada cuando se les habla. Cabe citar, en este sentido, el famoso principia de su obra, segun Clemente de Alejandrfa (Stromata V, 14): -rou A.oyou -rouoe E6v-roc; ate( [siendo este logos siempre] (mientras que el logos siempre es el mismo, es decir, permanece siempre igual! OC~UVE't'OL y(vovnn av8pwiTOL, KO:L np6o8EV i} cXKOUOCXL KCXL &KOUOCXV'rEi; tO iTpWtOV. fLVO~EVWV yap nav'tWV KCX'ta tOV A.oyov

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HERACLITO

I ~ ' I ) I I t: I j1.1 ] \ ,.f.., I \ 't'OVuE, C£1TELp0lOL EOLKO:OL uLCtLpEWV tEKCXOtOV KO:'t'Cl: 't'UOLV KCl:L cppa(wv OKWc; ExEL. Touc; OE &Uouc; av8pw7Touc; A.avecivEL OKOO(t. E:yEp8€v-rec; TIOLEOUOL, OKWOTTEP oK6aa Euoov-rEc; E:mA.cw8ocvovtaL [los hombres son incapaces de comprenderlo, tanto despues de haberlo escuchado, como antes de escucharlo. Pues sucedien­do todas las cosas segun este logos, parecen inexpertos al ex­perimentar con palabras y acciones tales como las que yo des­cribo, cuando distingo cada una segun la naturaleza y enseflo como es. Pero a los demas hombres les pasa inadvertido cuan­to hacen despiertos, del mismo modo que les pasa inadvertido cuanto hacen mientras duermen]. Clemente de Alejandrfa (Stromata 5, 14) dice de Heraclito: «En su incomprension, incluso despues de haberles dicho Ia verdad, los compara con una paloma: a ellos se les puede aplicar el dicbo rrape6vmc; cirrE'ivaL [estando presentes, estan ausentesJ. «Los asnos prefe­rirfan los desperdicios antes que el oro.» «Los perros ladran al que no conocen.» Heraclito debfa ser manifiestamente cauto a Ia hora de confesar su verdad. De nuevo dice Clemente de Alejandrfa (Stromata V, 13): aAA.a -ra f..LEV Tf}<; yvwaEwc; ~ci9Ea

t<pumELv cimarC11 ciya:e~: &:morCn yap 6ta:cpuyyocvEL (sc. t& ~oc8Ea)

~f) YL yvwaKEo8aL [pero los abismos del conocimiento ocultan una buena falta de fe: pues por falta de fe escapan (sc. los abismos) del conocimiento]. Por eso ensalzaba a Bfas de Prie­ne (evidentemente Diogenes Laercio I, 88: oo 1rA.dwv A.6yoc; ~ -rwv aU.wv [cuyo logos era mayor que el de los demas], el cual es racional, porque el dijo: ot TIAELOtOL &v8pWiTOL KCXKO( [Ia mayor parte de los hombres son malos]). Probablemente co­rresponda aquf el fragmento 71 Schleiermacher. Vease Cle­mente de Alejandrfa, Stromata V, 682. Vease Bernays, Herd­clito, 32. t(c; y&p aurwv ( 2como tWV TIOA..l..wv? ies decir tWV ao¢wv!) v6oc; ~ ¢p~v; 6~~wv &oL6oi.aL Enov-ra:t KCtt. <5L6c:tot<aA.<p XPEOV'ret.L o~(A.<p, OUK eLMtEc; on rro.Uol. KCXKOL (&:ya9ol.) 6Hyo( OE ciya9oL atpkov-raL y&p EV cXVtLCl: iTcXV'tWV ot apl.OWL (los sabios) KA.Eoc; aEvaov 8vT]rwv (con enorme ironia), ol 6e noHot KEK6PllV'rlXL OKWOTTEP K't~vea. [~que es lo que comprenden o se proponen? Hacen caso a los aedos del pueblo y roman como maestro a Ia masa, ignorando que muchos son los malos, po-

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cos los buenos (los sabios). Pues los mejores eligen una sola cosa a cambio de todo, Ia fama perenne de los mortales; Ia mayoda estan hartados exactamente como riquezas]. Asf, la sabidurfa de los sabios le parece parva; del resto s6lo habla como aquellos que han practicado Ia ta~:opl.TJ [informacion]. Esto es lo que afecta a todos en igual medida: «Que todas las acciones y todo el arte de los hombres sencillamente imitan Ia ley natural, aunque la desconocen». <J ~aA.w~:a OLTJVEKW<; o~LA.ouaL A.6yc.p, -cou~:c.p OLtx<jlEpovmL en Marco Aurelio (IV, 46): «La ley con la que mas se relacionan incesantemente, pero contra la cual se rebelan» (este era el contenido del escrito nEp l. <'iLat 'tTJc;; [Sabre el regimen de vida]). «Una sola cosa es 1:0 ao¢ov [lo sabio]: conocer aquel A.6yo<; [logos] que lo gufa todo a traves de todo».

Dos grandes consideraciones han cautivado Ia mirada de Heraclito: el movimiento eterno, !a negaci6n de toda dura­cion y permanencia en el mundo, y la regularidad interna Y· unitaria de este movimiento. Son dos intuiciones grandiosas: la vfa cientffico-natural resultaba entonces muy corta e inse­gura; no obstante, son verdades a las que el vouc;; [intelecto] se ve forzado, tan terrible la una como sublime la otra. Para obtener una impresi6n general de ello, permftaseme recordar como considera este tema la ciencia natural. Segun esta, el n&vm pEl. [todo fluye] es un axioma. La permanencia absoluta no existe en ningun sitio, porque, finalmente, atafie a unas fuerzas cuyo efecto encierra en sf mismo una perdida de ener­gfa. Esta permanencia descansa, mas bien, en nuestras estre­chas medidas cuando el hombre cree conocer algun tipo de estabilidad e; la naturaleza viva. Un cientffico de la Academia de San Petersburgo Hamada Von Bar se sirvi6 de una ficci6n notable. La velocidad de la sensaci6n y del movimiento vo­luntario, y par lo tanto de la vida espiritual, parece qu~ en diversos animales es mas o menos proporcional a Ia veloctdad de sus pulsaciones del coraz6n. Ahara bien, puesto que la pulsaci6n de los conejos es cuatro veces mas rapida que Ia del buey, e1 conejo percibira las cosas cuatro veces mas rapido que ei buey y podra realizar sus aetas voluntaries cuatro veces mas que el buey; es decir, habra vivido cuatro veces mas. La

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HERACLITO

vida interna de las diferentes especies (incluida la del hombre) transcurre en un mismo lapso de tiempo astronomico, pero con velocidades espedficamente diferentes: y a esto se dirigen las diversas medidas subjetivas b:isicas del tiempo. Solo por­que en nosotros esta medida basica es relativamente pequefia, nos parece que la dimension y Ia forma de un organismo, sea de una planta o de un animal, son alga permanente, puesto que en un minuto podemos observar sin parar todas esas ca­sas sin percibir apenas ninguna modificacion externa. Pero si el pulso, Ia capacidad de percepci6n y los procesos espiritua­les del hombre tuvieran una velocidad sensiblemente mayor o menor, todo esto serfa esencialmente de otra manera. Por ejemplo, suponiendo que el curso vital del hombre, con su infancia, madurez y vejez, se redujera a una milesima parte (a un solo mes), entonces serfamos capaces de seguir con la vista una bala en pl:eno vuelo sin ninguna dificultad. Si redujesemos esta vida aun mil veces mas (a unos cuarenta minutos), enton­ces Ia hierba y las flares serfan para nosotros tan fijas e inmu­tables como nos lo parecen hoy las montafias; del crecimiento y de Ia transformacion de los capullos podria comprobarse en vida tan poco como ahara de las grandes transformaciones geologicas de la esfera terrestre; los movimientos de los ani­males no podrfan apreciarse en absoluto, puesto que sedan demasiado lentos; como maximo podrfamos deducirlos, como en Ia actualidad hacemos de los movimientos de los cuerpos celestes. Y si continuaramos acortando nuestra vida, Ia luz que hoy vemos acaso la oiriamos: nuestros tonos sedan inau­dibles.- En cambia, si ampliamos y extendemos enormemen­te la vida humana, ique imagen tan distinta! Por ejemplo, el pulso del coraz6n y Ia sensibilidad se retrasarfan mil veces; nuestra vida durarfa, como mucho, ochenta mil afios, experi­mentarfamos en un afio tantas cosas como ahara en ocho o nueve horas; verfamos derretirse el invierno en cuatro horas, el deshielo de la tierra, la germinaci6n de Ia hierba y las fla­res; veriamos cubrirse la tierra de arboles y dar sus frutos, y marchitarse de nuevo toda Ia vegetaci6n. Por su rapidez, no podria percibirse mas de un proceso, por ejemplo, un seta

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brotarfa tan rapidamente como un surtidor de agua. El dfa y Ia noche rranscurrirlan como un minuto oscuro y otro claro, y el sol avanzarfa precipitadamente por el circuito que traza en el cielo. Pero si se retardara esta vida aun mil veces mas, el hombre solo podrfa hacer en un afio terrestre ciento ochenta y nueve percepciones, con lo cual ya no distinguirfa entre el dfa y Ia noche; el curso del sol aparecerfa en el cielo como un arco luminoso, al igual que un carbon incandescente que se agita rapidamente en forma de cfrculo se parece en Ia oscuri­dad a una lfnea de fuego; Ia vegetacion brotarfa constante­mente en una prisa frenetica, desapareciendo a continuacion. En definitiva, hasta todas las formas que hoy nos parecen permanentes se volatilizarfan en un ritmo desenfrenado de las cosas y serfan engullidas por la salvaje tormenta del devenir. La permanencia, ell-l.T, pEiv [el no fluir], se ofrece asf como un completo fraude resultado de nuestra inteligencia humana: si pudieramos percibir mucho mas rapidamente, el engafio de Ia permanencia serfa para nosotros aun mas evidente; si se pien­sa en una percepcion infinitamente rapida, pero totalmente humana, todo movimiento cesarfa, todo sei:fa eternamente fijo. En cambio, si se piensa la percepcion humana como infi­nitamente acelerada en funcion de Ia fuerza y Ia potencia de sus 6rganos, entonces, por el contrario, en una division infi­nitamente pequefia del tiempo, tampoco se podrfa descubrir Ia permanencia, sino tan solo el devenir. Todo devenir cesa bajo una percepcion infinitamente rapida, porque siempre, estrictamente, Ia percepcion considerada es Ia humana. Si fue­ra eternamente poderosa y pudiera ir mas alia de cualquier lfmite, desaparecerfa cualquier forma: las formas solo existen en una cierta escala de percepcion. La naturaleza es infinita, tanto hacia dentro como hacia fuera; en Ia actualidad llega­mos hasta las celulas y las partes de Ia d!lula; pero no hay un lfmite en el que se pueda decir: «Este es el ultimo punto de lo pequefio»; el devenir hacia lo infinitamente pequefio nunca acaba. Ni tampoco hay en lo grande nada que sea absoluta­mente inmutable. Algun dfa Ia tierra en que vivimos desapare­cera forzosamente. El calor del sol no puede durar eterna-

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mente. Es impensable un movimiento por el que se genere calor sin que se consuman otras fuerzas. Del calor del sol se puede formuhir una hipotesis sobre el caracter finito de la energfa calorffica. Con el transcurso de grandes perfodos de tiempo, Ia duracion total de la luz y del calor del sol, tan imprescindibles para nosotros, desapareceran por completo. Helmholz afirma en su ensayo sobre las relaciones de las fuer­zas de la naturaleza: «Llegamos a Ia inevitable conclusion de que todo flujo y reflujo continuo y siempre efectivo, aunque infinitamente Iento, disminuye Ia provision de fuerza med.ni­ca del sistema, en el que las rotaciones de los planetas deben retrasarse yen el que estos deben acercarse al sol o sus sateli­tes a ellos. Por tanto, no podemos decir que nuestra escala temporal astron6mica tenga un rigor absoluto».

Ahora bien, esta es la intucion percibida por Heraclito: no existe ninguna cosa de Ia que pueda afirmarse: «Es». Heracli­to rechaza el «ente». Solo reconoce lo que esta en devenir, lo que fluye. Considera Ia creencia en la permanencia un error y una necedad. Aiiade ademas el siguiente pensamiento: pero esto que es es algo en eterno cambio; el A.6yo~ de las cosas es justamente este Uno, to nup [el fuego]. Por tanto, lo unico que en general deviene es Ia misma ley; su obra consiste en que deviene y como deviene. Heraclito ve, pues, una sola cosa, pero en un sentido opuesto al de Parmenides. Todas las cua­lidades de las cosas, todas las !eyes, todo nacer y perecer son una continua manifestacion de la existencia del Uno: la multi­plicidad, que para Parmenides es una ilusi6n de los sentidos, es para Heraclito el ropaje, Ia forma de aparecerse del Uno, en modo alguno una ilusion; de otro modo, el Uno no se aparecerfa en absoluto. Pero, antes de explicar Ia doctrina de Heraclito, quiero referirme a Ia relacion de esta sentencia con Anaximandro.

<<Todo lo dorado de cualidades nace y perece; debe haber, pues, un ser sin cualidades»; esta era Ia doctrina de Anaximan­dro. El devenir es una aoudcx [injusticia] y debe ser expiado con Ia <jleopci [destruccion]. Pero (como puede el devenir, lo sujeto sin cualidades, devenir a partir delifrrELpov [lo indeterminado]?

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Y (como puede un mundo con esta regularidad eterna ser en conjunto un mundo de meras &.6tdcn [injusticias] individuates? Y al reves: las sendas de cada cosa, de cada individuo, estan prescritas, y no sed.n traspasadas por \Jj3pt~ [desmesura]. La ~LKTJ Uusticia] se muestra en esta regularidad. Pero si el devenir y el perecer son consecuencias de una MKT) [justicia], entonces no existe un dualismo entre un mundo del lbrELpov y otro mun­do de las cualidades. Pues estas son el instrumento del nacer y del perecer, instrumento, por tanto, de la ~LKTJ. Por el contra­rio, la apxfJ [el principia], el nacer y el perecer en el Uno, debe estar con derecho en sus cualidades; segun esto, en contraposi­ci6n a Anaximandro, debe tener todos los predicados y todas Jas cualidades, porque todas estaS dan testimonio de la OlKTj.

Heraclito dispone, pues, todo el mundo de lo diferenciado al­rededor del Uno, en el sentido como se manifiesta en todas estas propiedades y cualidades. Perc aquf el devenir y el pere· cer son Ia propiedad basica de un principia. La ¢Sop& no es, pues, en absolute, un castigo. Asf, a su gran predecesor, al maestro de Ia a6tKLa del mundo, Heraclito contrapone, una cosmodicea.

Por tanto, ademas del devenir, Ia ALKT) Uusticia] es el se­gundo gran concepto. Clemente (Stromata IV, 10): «No co­nocerfan el nombre de Dike si no hubiera !eyes». Plutarco, De exilio II: ~A.to~ yap oux urrEpp,oE'tcr.t IJ.hpcr.: d 6l: t-tiJ, 'EptvuEc; IJ.LV ~(KTJ~ ErrLKoupot E~Eup,aouatv [el Sol no traspasara sus me- · didas; si no, las Erinias, asistentes de Dike, lo descubriran]. Luego el famoso pasaje de Clemente (Stromata V, 105): KOO!lOV 'COVOE tOV autov cmavtwv OUtE n~ SEWV OUtE avepwnwv ETTOLT\GEV. aU' ~v &.Ei. Kcr.t EGta.L nup OCEL(wov, antOilEVOV !lhpa Kcr.l &:rroaPEvvullEvov Jlhpcr. [este mundo, el mismo para todos, ninguno de los dioses ni de los hombres lo ha heche, sino que siempre ha existido, existe y existira, en tanto fuego siempre vivo, incendiandose y extinguiendose con medida]. El proce­so de esta ~LKT\ Uusticia] es el TI6A.EIJ.O~ [la Guerra], el tercer gran concepto. En Estobeo (Eclogae I, 5, 15; II), Ia ElJ.lCtPfl.EVTJ [el destine] (Ia ley universal del mundo) es definida como A.6yo~ EK tf}~ E:vcr.vnoopof.L(cr.~ OT\!J.Loupyoc; -rwv ov-rwv [logos pro-

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,: I

.. , ,

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ductor de seres que discurre en direcci6n opuesta]; o bien, segun Plutarco (De tranquilitate 15, 437 ss.), es mxA.lvtpono~ &p!J.OV(T\ KOGI!OU [armonfa c6smica que se vuelve sobre sus pa­sos]. Orfgenes (Contra Celso VI, 42) afirma explfcitamente: debe saberse que Ia guerra es comun y la ~ktl, y que todo sucede segun discordia.

Esta es una de las ideas mas grandiosas: Ia lucha como acci6n continuada de una ~tKl] unitaria, legftima y racional, idea surgida del fundamento mas profunda de Ia esencia grie­ga. La lucha es lo que diferencia a los griegos, pero ante todo la legitimidad inmanente de Ia decision del combate. Cada hombre lucha. como si el solo estuviera en derecho; pero Ia victoria se decanta mediante Ia medida absolutamente segura de un juicio justa. Hen1clito aprendi6 lo tfpico de este n6A.EI!OC: en los gimnasi:os, en los agbnes musicales, en Ia vida polltica. La idea del 1TOAEjloc;-MK1l [Ia guerra es justicia] es Ia primera idea filos6fica espedficamente helenica, lo cual no quiere de­cirque no sea·universal, ni tan s6lo nacional; sino, mas bien, que solo un griego estaba en situaci6n de hallar una concep­cion tan elevada de una cosmodicea.

El devenir eterno contiene, en primer Iugar, algo terrible y extrafio; algo perfectamente comparable con Ia sensaci6n que se tiene al encontrarse en medio del oceano o al notar los temblores durante un terremoto. Con ello se relaciona la sorprendente fuerza capaz de transformar este efecto en su contrario, es decir, el de Ia elevaci6n y el del afortunado asombro. Si todo esta en devenir, las casas no pueden estar ... adheridas a ningun predicado, sino que, en todo caso, deben hallarse bajo el influjo del mismo. Ahara bien, Heraclito ve­rific6 que los predicados opuestos tienden a acercarse; algo parecido a lo que Plat6n dice en el Fed6n respecto a lo agra­dable y lo desagradable: que estarfan entrelazados como en un nuda. «En todos los hombres actua, por ejemplo, Ia fuer-za de Ia muerte igual que Ia fuerza de Ia vida en cada mo· menta de su existencia. La diferencia entre la vida y Ia muer-te, la vigilia y el suefio, es s6lo Ia aparente preponderancia en devenir de un elemento que nunca ha ganado fuerza so-

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LOS FILQSOFOS PREPLATQNICOS

bre su opuesto ni empieza a perderla momentaneamente en el. Ambas fuerzas son siempre igual de activas, puesto que, con el tiempo, su eterna lucha, no admite ni victoria ni so­metimiento.» Asf aparece en Plutarco (Consolatio ad Apollo­nium 10): «Como los mismo esta en nosorros, lo vivo y lo muerto, a! igual que lo despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo>>. La miel es amarga y dulce a la vez. El mundo es un cantaro de mezclas que deben removerse constantemente

• para que no se descompongan. La luz solar vital y la oscuri­dad de Ia muerte brotan de la misma fuente. Esta compara­cion estaba preparada por Ia relaci6n del hombre con Ia atmosfera ambiental ('to nEpu~xov). De dfa, cuando en este TIEPLEXOV [circu~dante] penetra el principia vital del fuego, el hombre es uno con lo «Comiin>> (~uv6v) y, por lo tanto, EIJ<j>pwv [consciente] de sus pensamientos, despierto y vivo; de noche, cuando el fuego se apaga, se rompe el lazo que une al hombre con lo comiin. Entonces, el hombre mismo se sume en el olvido, por lo que hay que encender una luz; al hundirse en el suefio, se torna olvidadizo y muerto. Solo puede despertar de nuevo a Ia vida reavivando el fuego, al igual que el carbon apagado, cuando es juntado c?n el que esta ardiendo, se inflama en una misma llama. Esta es Ia

, imagen de Ia vida humana. Luciano, en Ia Subasta de los fi/6sofos 14, dice del mundo: «Uno y lo mismo son el placer y el displacer, el saber y el no saber, lo grande y lo pequefio, arriba y abajo, cambiandose y mutandose en el tiempo del mundo el juego f.v 'U toG aLwvo~ naL<'iLfl [en el juego de Ia eternidad]. Entonces un comerciante deja ir Ia pregunta: '!L y&p 6 o:twv f.on; [2Que es Ia eternidad?], La respuesta de Hen1clito es: na1~ na(~wv TIEOOEUWV ouv<'iLa¢Epo!JEVO~ [Un nifio que, jugando a las damas, lo mantiene todo junto hasta el final] ( = f.v t<.\) oLa¢€peo9aL ou~J¢EpoiJEVo~) [ = en Ia diferencia esta Ia coincidencia]. AI crear el mundo, Zeus es comparado con un niiio que (como se afirma de Apolo en Iliada XV, 361) construye y destruye pilones de arena en la playa; vea­se Rheinisches Museum 7, y Bernays, p. 109: «El flujo ininte­rrumpido del devenir no cesani nunca, ni el flujo de Ia des-

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truccion opuesto a el, llamado Aqueron o Cocito por los poe­tas••. Estas dos tendencias opuestas son las evavnoopO)lLCX [di­recciones opuestas). «La armonfa mas bella surge de lo des­unido.» Vease Etica a Nic6maco (VIII, 2), Plat6n (Simposio 187a) y Aristoteles (De mundo 5). «Ensamblese el todo con el no todo, lo que unifica con lo que disgrega, lo que armo­niza con lo que no armoniza, y del todo saldra el Uno y del Uno el todo.» «A pesar de que el todo se separa, de nuevo regresa a sf mismo, como !a armonfa deL arco y Ia lira.» «Lo buena y lo malo confluyen en lo mismo ala manera del arco y Ia lira.>> De aquf se ha tornado una mera referenda a Ia forma externa de los instrumentos. En los areas de los esci­tas y de los primitivos griegos, los dos KEpa'!a [extremos] estan redondeados como en Ia lira, convergiendo por el cen­tro con una curvatura interior. Asf, Bernays primero, luego Rettig (Ind. lect., Bern, 1865): «AI igual como los dos mo­mentos del fuego, inflamaci6n y extinci6n, dererminan un mismo fen6meno, del mismo modo el esfuerzo separado de Ia lira y del arco determina Ia tension». Arist6teles (Ret6rica III, 2) se refiere a! to~ov [area] como ¢6p~H y~ axop5o~ [lira sin cuerdas].

El cuarto gran concepto es el fuego. Ya hemos vista que Heraclito clio una respuesta al problema de Ia ((oLda [injusti­cia] planteado por Anaximandro, el de Ia okr1 [justicia]; por segunda vez, manifiesta Heraclito su profunda dependencia del fuego, tal como el lo entiende. Para Anaximandro, el priM mer estadio del devenir eran lo caliente y lo frfo; de estos surgfa lo hiimedo, el claustra materna de todas las casas. Para Heraclito, el fuego no es simplemente lo que hay de visible en el, sino tambien lo caliente, el halo seco, el soplo; asf, dice el fil6sofo: ljlux1JcrL e&vcnoc; uowp yeveoea~, Man OE ecXV!X't'O<; yftv YEVE09cu: EK Yii~ OE uowp y(vEtaL, E~ uoato~ OE lj!ux~ [para las almas, Ia muerte es convertirse en agua; para el agua, Ia muer­te es convertirse en tierra: pero de Ia tierra nace el agua, y del agua el alma]. Aquf el alma se entiende simplemente como respiraci6n ca~ida, «fgnea». Asf, pues, hay tr~s ~ases del cam­bia: lo caliente, lo humedo y lo solido (tierra). Esta es toda Ia

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

vision de Anaximandro. Heraclito crefa en su autoridad cien­tffico-natural de Anaximandro. Clemente de Alejandrfa (Stro­mata V, 101): nupo~ tponrcl., npGJtov eciA.o:aaa. 8o:A.ciaaT]c; 6E: to f.!EV ~flLGU yf\, to 6E: ~flLGU TIPTJG't"~p [fases del fuego: primero el mar; del mar, la mitad tierra y Ia mitad torbellino fgneo]. Pues el agua se transforma en tierra por Ia parte inferior, y en fuego por Ia parte superior. Desde el mar solo se elevan los halos puros que sirven de alimento al fuego; de Ia tierra, solo los halos turbios y nebulosos, de los que lo humedo toma su alimento. Los halos puros son el transito del mar al fuego; los impuros, el tr<insito de Ia tierra a! agua. Por lo tanto, hay un doble proceso: uno es el 66o~ Kcit"w [el camino que va hacia abajo], el otro es avw [el camino que va hacia arriba]; ambos son uno y discurren siempre uno junto a otro. Aquf se han tornado prestadas las intuiciones fundamentales de Anaximan­dro: el fuego, mantenido por las exhalaciones de la tierra; Ia separaci6n de la tierra y del fuego desde el agua. Pero, ante todo, el presupuesto de que, una vez se da lo caliente, todo lo demas se desarrolla a partir de el. Solo hay una cosa que no existe, a saber, lo frio, como principio paralelo de lo caliente. Puesto que todo es fuego, nada puede darse que no sea el fuego o su opuesto. Conviene, pues, atribuir a Heraclito la objecion que se ha interpuesto a Anaximandro: que lo frio no existe en absoluto, sino solo grados de calor, algo que psico­logicamente es facil de mostrar. Asf, Heraclito evit6, por se­gunda vez, el dualismo en Ia doctrina de Anaximandro. En este sentido, modifico determinadas doctrinas, por ejemplo Ia de los astros. Segun Anaximandro, las estrellas consistfan en tubos con forma de rueda en cuyo interior habfa fuego. Para Heraclito, son botes en los que se acumulan las exhalaciones puras. Cuando un bote gira, entonces se originan los eclipses de sol y de luna. Este sol es, pues, una masa de vapor incan­descente: transcurrido el dfa, los halos se consumen y se rege­neran a la manana siguiente - el sol es nuevo cada dfa.

Una tercera y notable concordancia con Anaximandro esta en la hip6tesis de las catastrofes cosmicas periodicas. El mun­do actual se extinguira en el fuego, y de su consumacion sur-

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gira otro nuevo: la destrucci6n del mundo es Hamada por l?s estoicos EKm)pwo•c; [conflagraci6n], si bien Heraclito no se sir­via aun de esta palabra. Segun Hipolito (Refutatio omnium haeresium IX, 10): ncivta TO nup hrE!-8ov KpLvE'L Kal. Krcto:A.~tjJEto:L [cuando Begue, el fuego juzgara y condenara a todas las ca­sas]. En Anaximandro, el desecamiento paulatino del mar con­sistfa, pues, en un predominio progresivo del fuego. Puesto que Heraclito sigue en esto a Anaximandro, puede observarse que el influjo del predecesor fue lo suficientemente grande como para no forzarle a no extraer una consecuencia logica. Anteriormente, Schleiermacher y Lassalle se habfan enfrenta­do a ello; pero tras el hallazgo dellibro de Hipolito (9, 10), queda fuera de duda que Heraclito llamo XPTJOflOOUVTJ [caren­cia] al perfodo c6smico en el que la multiplicidad de las cosas se mueve hacia una mitad del fuego originario como condi­cion de necesidad anhelante, mientras que llama hartazgo (Kopo~) al fuego originario. Lo que no sabemos es como deno­min6 la tendencia a exteriorizarse en una multiplicidad. Ber­nays (Heraclits Briefe, p. 13) propone Ia notable hipotesis de que este movimiento se habrfa llamado u~p•c; [desmesura], por Ia frase 't"LKtEL KOpo~ uppLV [el hartazgo engendra desmesura]; en el interior del fuego, unico y saciado, irrumpirfa el anhelo de multiplicidad. Tambien denomin6 '-•floc; [hambre] a Ia XPTJOf.ioat'wil [carencia]. Asf aparece en Hipolito 9, 10: 6 0Eo~ lJflEPTJ Eu¢p6vT], XHllWV 8Epoc;, no!.Ef.!O~ ELp~vTJ Kopo~ '-~f-161:; [ el dios: dfa noche; verano invierno; guerra paz; saciedad ham­bre]. Segun esta idea, Heraclito considero el fuego como eter­no, pero el mundo como engendrado: exactamente igual que Anaximandro. En la idea de Ia u~p •c; como surgimiento del mundo y del caracter judicial del fuego, encontramos un as­pecto no totalmente superado de Ia idea de Anaximandro: Ia multiplicidad contiene tambien para Her:klito algo chocante; Ia transformacion de lo puro en impuro no puede explicarse sin culpa. Todo el proceso de transformacion se realiza segun las leyes de la OLKTJ [justicia]: el individuo concreto esta, pues, libre de ao•d.a [injusticia], pero el fuego mismo es castigado con este A.q..16~ [hambre] y esta XP11Gf.lOGUVTJ [carencia] por la

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LOS FIL6SOFOS PREPLAT6NICOS

uppLc; [desmesura] inherente a el. La aoudo: [injustida] esta situada en el germen de las cosas; los fenomenos concretes estan lastrados por ella. El desarrollo del mundo es un enor­me acto de castigo, el gobierno de la oLK11 [justicia] y, con el, una purificacion (Koc8a.paL~) del fuego. Pero Ia unidad del fue­go y de Ia otKT] ha de mantenerse; ella misma es el juez. Cle­mente de Alejandrfa (V, 9) (Potter p. 649) designa Ia EKTTupwatc; [conflagracion] como t~v 6La nupoc; K&ea.pow twv Ka.Kwc; · PEPLwK6twv [purificacion de todas las malas acciones a traves del fuego] en relacion a que Ka.l otKT] Kam.J.~tj!Eta.L tj!Eu6wv tEKtovac; Kat J .. uxptupo:c; [la dike condenara tambien a los genera­dares y a los testigos de las mentiras]. Esto es un craso error: el desarrollo del mundo es Ia 1<&.8apatc; [purificacion]; la ixnupwaLc; [conflagracion], la pureza alcanzada.

Asf, por fin, obtenemos Ia sombrfa expresion de conjunto de los caracteres de Heraclito; a causa de ellos, los filosofos posteriores se han referido a el como «el filosofo lloron». En este sentido, el pasaje mas indicative es uno de Plutarco (De sollertia animalium 7):'EJ.liTEOOKAfj~ Kal' HpaKA.Etto~- noUaKLc; 66upOJ.lEVOl KaL AOLOOpOUVt"E~ ti,v cjJUOlV W~ avayKT\V Kat 'lTOAEJ.lOV oiJaav, aJ.lLYEc; oE: J..lTJOEv J..lTJOE ELALKpLvEc; €xouaav, &Ua 5t& noUwv KO:L cXOlKWV mxewv TTEpct.LVOJ..LEVT]V' O'!TOU Kct.L t"TJV YEVEOLV a.ut~V E~

aoLdac; OUV't:UYXUVELV AEYOUOL -rQ 8VT]'t:Q OIJVEPXOJ..LEVOU 't:OU ci8a.vchou Kat 't:EpTTE08at ro YEVOJlEvov Trap& cjluatv JlEAEOl. tou YEVV~aavtoc; aTIOOTTWJ.lEVOL<; [Empedocles y Heraclito, se !amen~ tan muchas veces y maldicen la naturaleza, al afirmar que esta es Necesidad y Guerra, que no contiene nada sin mezcla ni libre de macula, sino que su progreso esta marcado por mu­chos castigos injustos; alegan como ejemplo que el nacimien­to mismo surge de la injusticia, puesto que es la union de lo mortal con lo inmortal y la descendencia esta sustentada, con­tra natura, sobre los miembros alejados del progenitor]. El desarrollo del mundo en su conjunto es, en primer Iugar, un acto catartico de castigo, despues es KOpoc; [hartazgo], despues de nuevo upptc; [desmesura], de nuevo purificacion, etc. Por lo tanto, el mundo presenta una sorprendente regularidad, perc dentro de ella existe una oLKT] [justicia] que consiste en una

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expiacion de su. propia aotda. [injusticia]. Heraclito era conse­cuente al decir OLKT] aotda [justicia injusticia]: los opuestos estan el uno dentro del otro.

Esta hipotesis es inaceptable; pero el mero hecho de refe­rirla permite comprender el nucleo de Ia intuicion de Hen1cli­to. En primer Iugar, Ia similitud entre OLK'J1 Ousticia] y &.otda [injusticia], entre ciya86v [buena] y KaK6v [malo], no es en ab­solute de caracter heraclitiano. Se trata de una consecuencia que el mismo Heraclito no debio extraer. Vease Arist6teles, Metafisica IV, 3. Los pasajes relacionados con este tema estan recogidos en Zeller I, p. 546. Es especialmente indicative que Hipolito, para afirmar algo parecido acerca de las palabras de Heraclito, no recurre a ningun otro pasaje (9, 10): «Los medi­cos que cortan y queman a los enfermos y, de este modo, producen un mal, encima reclaman un salario, aunque no se lo merecen nada; ellos que realizan estas casas buenas [&.yae&] y las enfermedades mismas». Hipolito considera como seria Ia expresion ironica ayae& [cosas buenas]; es decir, los medicos consideran los males que ellos causan a los hombres como &ya.e&.- En cambio, sf es propio de Heraclito Ia idea de que a! dios todo le parece buena y a los hombres todo les parece malo. Heraclito suponfa que, a los ojos del dios, en la invisi­ble armonfa, no habfa contradicciones ni sufrimientos. Pero aquf aparece un gran inconveniente: (como es posible la apa­ricion del fuego (mico en sus diferentes formas impuras, sin que en las cosas no haya algo de ctliLKLa [injusticia]? Para res­ponder a esta pregunta, Heraclito se sirve de una notable comparacion: el devenir y el perecer carecen de cualquier consideracion moral, es como un juego infantil (o como una creacion artlstica). Ahora bien, puesto que Heraclito no era un artista, se quedo con el juego del nino. En este se halla la inocencia; pero, sobre todo, el dejar surgir y aniquilar. No tiene que existir ni una sola gota de aliLi<la. [injusticia] en el mundo. El fuego siempre vivo, el aLuSv [la eternidad], juega, construye y d~struye: el IT6AEJ.!Ot;; [Ia Guerra], esa contraposi­don de las diferentes propiedades, solo puede captarse, con· ducido por la ll(K'I') Uusticia], como un fen6meno art!stico. Se

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LOS FllOSOFOS PREPLAT6NtCOS

trata de una concepcion puramente estetica del mundo. En · ella est:in excluidas tanto Ia moral como Ia teologfa, pues el mundo-nifio no actua por fines, sino solo por una oLKl) [justi­cia] inmanente. El mundo-nifio solo puede actuar apropiada y legalmente, pero no quiere esto o aquello24 • Este es el abismo que existe entre Heraclito y Anaxagoras: y este es el punto que los interpretes modernos no han sabido comprender en absoluto. El testimonio de Hipolito, segun el cual el fuego es ¢p6vq..tov Kcx.l. rf)~ OLOLK~OEW~ rwv oA.wv a'(nov [inteligente yes Ia causa que gobierna la totalidad de las cosas]. Una sola yvWJ.ll) [intelecto] es Ia que lo gufa todo a traves de todo. Dice asf Hipolito (IX, 9): OUK EJ.lOU aU& rou A.6you tlKOOOCXVT~ OJ.lOAOYEELV ao¢6v i:anv 'Ev navra Et6Evcx.L. «Cuando se escucha no a mf, sino al logos, es sabio convenir que todas las cosas son una». Lo mismo esta expresado en Estobeo (Florilegium I, 17 4) de manera muy negativa y enfatica: oKoawv A.6you~ 1\Kouaa, ouoEI.~ &:cplKVElTO:l EL~ tOUiO WOTE Yl yvwOKElV OTl oo¢6v EOTl TraVTUlV KEXUJPWflEVOV. «De cuantos discursos he escuchado, ninguno llega hasta el punto de comprender que lo sabio es distinto de todas las casas». Plutarco (De [side 76), compara Ia dignidad de lo animado con Ia de lo inanimado: «En lo inanimado, sea oro o esmeralda, no vive Ia divinidad: todo lo que carece de vida y es por naturaleza incapaz tiene menos valor que un cadaver; en cambia, lo que tiene vida, lo que ve Ia luz, el ser que posee un movimiento propio y conoce lo que le es propio y ajeno, esta completamente impregnado de un efluvio y de una parte de esta inreligencia que sabe como esta gobernado el todo, por decirlo con Heniclito (EK tOU cppovouvto~ orrw~ KU(3Epvcltcn ro ouf!rrcx.v, Ka9' 'HpaKAEL tov). Probablemenre Hera­clito dijo Ia palabra yvwf!l) [intelecto] [segun Heniclito, el todo esta como gobernado por una inteligencia]. Bernays (Rheinis­ches Museum 9, p. 256) opina que Plutarco introdujo el orrw~

24. Los estoicos han interpretado a Heraclito superficialmente. Este aseguraba Ia enorme regularidad del mundo sin el optimismo propio de los estoicos. Pero Ia potencia de Ia fuerza etica de los estoicos se muestra en que ellos realizaron su principio en virtud de su libre voluntad.

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HERACLITO

porque entencifa un mero conocimiento visible, al contr~rio que Heraclito, el cual solo conocio un conocimiento efect~vo. Esto es decir demasiado, pues se trataria de una mera equtva­lencia de 'Ev rr&vm El6Evcx.L [saber que todo es uno]. La diferen­cia decisiva es mas bien esta: el fuego eterno, a! construir el mundo por juego, contempla todo este proceso de modo si­milar a como Heraclito mismo lo contemplaba; por lo cual se atribuye Ia sabidurfa. Ser uno con esta inteligencia intuitiva: en esto consiste la sabidurfa, no en ser uno con Ia inteligencia activa. Hay que distinguir entre Ia 5LKl) [justicia] como forma del proceso y como forma de intuici6n valorativa: Ia OLKTJ inmanente o yvwfil) [intelecto] que gobierna en los opuestos Y Ia fuerza del fuego que incluye todo TIDAEf.l.D<; [guerra] como su esfera, y Ia del todo como juego. Solo podemos explicar esta concepcion en comparaci6n con la creacion del artista, el cual, reinando intuitivamente sabre todo, se identifica con s~ obra. En cambia, Anaxagoras se propane algo muy distinto. El ~ree que el arden del mundo responde a una voluntad determma­da, que tiene una intencion, al modo humano. A causa de esta vision teleologica, Aristoteles le llama el primer racionalista. En este punta intervino una capacidad bien conocida de to­dos, a saber, Ia voluntad consciente: ese vou<; [intelecto] es mas bien la voluntad, en el sentido popular de Ia palabra: Ia volun­tad segun los fines. Con ello aparece por primera vez en Ia filosoffa Ia mera oposicion entre alma y cuerpo: por un !ado, una fuerza que conoce, que establece, fines, pero que tambien quiere, mueve, etc.; por otro, una materia rfgida. Es un hecho singular que Ia filosoffa griega se haya resistido durante tanto tiempo a esra· teorfa: Ia separacion entre cuerpo y alma, en cuanto materia y no materia, no fue precisamente una intui­cion griega; ahora, en cambia, contemplamos las casas de otro modo. En este respecto, Heraclito aun albergaba en su interior un pensamiento originariamente helenico: la ausencia

. completa de oposici6n entre lo material y lo inmaterial. Y esto es lo adecuado.- Por tanto, es una tergiversaci6n des­echar Ia vision de Anaxagoras de Ia inteligencia, porque s6lo eJ fue el introductor, segun AristoteJes, del VOU<; (intelecto] (asi

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LOS FIU)SOFOS PREPLATQNICOS

en Heinze, Logos, p. 35).- ~Como debemos juzgar, pues, la doctrina de la EKnupwotr,; [conflagraci6n]? Heraclito retorno la verificaci6n hecha por Anaximandro de que Ia tierra tiende a

" desecarse: la proximidad de una destrucci6n por el fuego. El mundo, como cuando juega un nino, es construido y destrui­do constantemente, pero de vez en cuando se inicia completa­mente de nuevo: un instante de hartazgo, y luego una nueva necesidad. La constante construccion y destruccion es una XP110!.1DOUVT] [carencia], al igual que la creacion es para el artis­ta una necesidad, el na:t<'iLa [juego] es una necesidad. Ocasio­nalmente ocurre una sobresaturacion; en este instante, solo , hay fuego, es decir, todo es inflamado por el. No la uppL!,; [desmesura], sino el impulso ludico, reavivado de nuevo, con­duce hacia la owK60!l1lOLI,; [ordenaci6n cosmica]. Aquella aver­sion de la vision teleologica del mundo alcanza aquf su punto culminante: el nino arroja el juguete; sin embargo, cuando juega, lo hace por una conveniencia y un orden eternos.­Necesidad y juego: guerra y justicia.

Pero tambien es muy caracteristico que Heraclito no co­nazca una etica a base de imperatives. Todo es EL!ltx:P!lEVTl [des­tina], incluso el hombre individual. El destino del hombre es su carckter innato: fjeor,; yap &vepwl!C.p oa:tJ.lWV [el caracter es para el hombre su daimon]. La muerte del fuego es Ia que hace que los hombres vivan tan poco segun el A.6yo<; y no lo conoz­can, pues sus almas estan humedas. popp6p<v xa(petv [regoci­jarse en el cieno] es I a esencia del hombre. «Males testigos son para los hombres los ojos y los ofdos cuando se tiene almas barbaras.» No se hace cuestion de por que esto es asi, como tampoco de por que el fuego se convierte en agua y tierra: no debe ser, ciertamente, «el mejor de los mundos» otra cosa que Un juego deJ chwv (Ja eternidad]. tjJUXlJOL 8aVCX't01,; uypfjOL yEvEo8cxL [para las almas, la muerte es humedecerse]. En si, el hombre es para Heraclito &J...oyoc;, [irracional]: solo por el he­cho de estar conectado al fuego participa del ~uvoc;, J.6yor,; [logos comun]. Es un error reprochar a Heraclito Ia ausencia de etica (como Heinze, pp. 49 ss.): todo sucede segun ellogos, todo lo existente es 16gico; 2c6mo es posible que esta ley superior

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PARMENIDES Y SU PREDECESOR JENClfANES

halle tan poco cumplimiento en las manifestaciones mas eleva­das de la naturaleza? (Que debe castigar Ia OLKTJ Ousticia], cuan­do la ELIJ.CX:PilEVTl [el destino] y el A.6yoc;, lo determinan todo? Todo esto son errores. El hombre no es en absolute Ia mani­festaci6n mas elevada de la naturaleza; es el fuego. No hay ninguna lucha, sino que, en la medida en que es agua, es irra­cional: no hay ninguna necesidad de que el hombre, en tanto que hombre, deba conocer el A6yoc;,. Por que hay agua o por que hay tierra es, para el hombre, una pregunta mucho mas seria que por que los hombres son tan tontos. La OLKT} no debe castigar; es Ia conveniencia inmanente que se manifiesta tanto en los necios como en los nobles. La unica cuestion que se puede plantear en absolute: (por que el fuego no es siempre fuego? En este sentido, Her:iclito dice: «Es un juego». iNo os lo tomeis con excesivo patetismo! Heraclito s6lo describe el mundo existente, en Ia EUapEOtT)OLI,; [complacencia], en el pla­cer visible por todo lo conocido: oscuro, melanc6lico, l6brego, s6lo le encuentran pesimista aquellos que no estan satisfechos con su descripci6n natural del hombre. En lo fundamental, Heraclito es todo lo contrario de un pesimista. Por otra parte, tampoco es un optimista, puesto que no niega Ia existencia del sufrimiento ni del absurdo: Ia guerra se muestra a Heraclito como el mismo desarrollo eterno del mundo. Pero se calla con una El!let.P!lEVT) [destine] eterna, denominandola, puesto que lo abarca todo, I..Oyo<;, yvw1111 [intelecto]; esto es autenticamen­te griego. En ella hay una armonfa que descansa en los opues­tos, no:Hvtponor,;. Solo el dios que lo ve todo lo puede recono­cer, as! como el hombre que se le parece.

§ 11. Parmenides y su predecesor fen6fanes

Parmenides y Her:iclito son conternporaneos. Apolodoro cal­cul6 que la madurez de ambos tuvo Iugar en la Olimpiada 69 (504-500 a. C.). De este modo, vernos que Apolodoro ya habfa ejercido una crftica sobre un dato que ha provocado una gran confusion hasta epocas recientes. Plat6n (Parmeni-

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LOS FILOSOFOS PP.EPLAT6NICOS

des 127a, Teeteto 183e, Sofista 217c) presupone que Socra­tes, a¢6opa vf:o~ [siendo aun muy joven], habfa coincidido en Atenas con Parmenides y Zenon, durante Ia fiesta de las Pana­teneas; aquel tendrfa Ia edad de sesenta y cinco aiios y este Ia edad de cuarenta. Los calculos que se hacen ahara son los siguientes: si Socrates tenia quince aiios en aquella epoca, en­ranees Parmenides debio de nacer hacia el 519 o el 520. De ahf que la cronologfa de Eusebio de Ia Olimpiada 80 y Ia de Sincelo (259c) hayan determinado su madurez unas diez olim­piadas antes, con lo cual aparece incluso como contempora­neo de Democrito, Gorgias, Prodico y Hipias. Pero todas las conclusiones que tienen por base a Platon deben rechazarse y de hecho ya fueron rechazadas por Apolodoro: Ia naturaleza de Platon es absolutamente ahistorica; sus anacronismos no deben juzgarse como licencias poeticas conscientes, ni mucho menos como «falsificaciones intencionadas» (Brandis). La An­tiguedad tardfa (Ateneo 5OS, por ejemplo) su po rratar este punto con gran delicadeza. Es ese aire mftico en el que Platon respira: en el nada depende de ninguna meticulosidad hist6ri­ca. Asf, no es Ia intencion de Platon establecer una imagen de Socrates, sino que la produce siempre por primera vez como imagen antitetica de su propio desarrollo. Cuando asumio Ia influencia eleatica, tambien su Socrates debfa ir a Ia escuela con Parmenides, para lo que el sentido de Ia historia no le fue ningun impedimenta.- Apolodoro supuso que Parmenides, segun nuestro calculo previa, estaba en su aKf-1~ [madurez] hacia los sesenra y cuatro aiios. A los veinte aiios escuch6 a Anaximandro cuando este estaba en SU aKf-1~, en el segundo aiio de Ia Olimpiada 58.- Por tanto, Parmenides debio de nacer mas o menos en Ia Olimpiada 53. Lo mismo segun Teofrasto y Apolodoro25

• Contra estos calculos solo se puede

25. Olimpiada 69 12

57, fecha de nacimiento: icosa imposible! Segt'in esto, no podrfa haber escuchado a Anaximandro, quien muere

inmediatamente despues de 58, 2.

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PARM~NIDES 'f SU PREOECESOR JENOFANES

objetar que Parmenides no pudo nacer en Elea, ya que, para ella, hay que basarse en Ia Olimpiada 61. Ahara bien, Ia Olim­piada 69 no puede ser de ningun modo el afio de su aK!-1~, si es que naci6 despues de la Olimpiada 61. De ahi que Apolodoro debio de suponer que, cuando tenia unos treinta afios debio de emigrar a Elea, que, por lo tanto, procedfa de algun otro Iugar. Pero si fue discfpulo de Anaximandro, entonces tene­mos que pensar necesariamente en Mileto. Ocurre lo mismo, pues, que con Jen6fanes, del que se habla como eleatico aun­que era natural de Colof6n.- Apolodoro se refiere asf a !a edad de jen6fanes en Clemente de Alejandrfa (Stromata I, 301 c): Kcx:r& t~v tEaaapaKoar~v OAUf.Lmaoa YEVO!lEvov napatE­

tctKEVCX.L axpL 't'WV .LlapELOU 't'E KctL Kupou xpovwv [que naci6 en Ia Olimpiada 40 y vivio hasta los tiempos de Dario y de Ciro]. Hay que ordenar mejor esos dos nombres de otro modo: Ciro muere en el cuarto afio de !a Olimpiada 62, Daria llega al po­der en el cuarto aiio de Ia Olimpiada 64. Para que Daria pueda aun estar vivo, Apolodoro pens6 que debfa tener unos noventa y seis afios, es decir, afiadiendo veinticuatro olimpia­das (= 96) resulta !a Olimpiada 40. Con ello concuerda el propio testimonio de Di6genes Laercio IX, 19 (Bergk, p. 4803) "s: s:'' ' '" ''c' '' !A~ 'r : r)vll v E1Ttct t EctOL KctL E<.,7lKOV't' EVLIXU't'OL 1-'AllO't'pl~ OV't'Et; EJ.l~V <j>povt(6' &v' 'EU&&t yf]v: I E:k: yEvEtf]~ 6€ 'tO't' ~aav EELKOOL nevrE 't"E npo~ tol.~, I E'(nep E.yw nepl. 't'wvo' oloa AEYELV huJ.lw~ [sesenta y nueve son los afios que han estado tirando mi pen­samiento de un !ado a otro por Ia tierra de Grecia y entonces eran veinticinco afios mas desde mi nacimiento, si es que se hablar con exactitud de estas casas]. La palabra ¢povt(c; [cui­dado] es Ia expresi6n empleada para referirse ala meditacion poetica y filos6.fica, como en latin cura. Por tanto, Parmeni­des comenz6 a los veinticinco aiios a divulgar sus poesfas «por aquf y por alhl», es decir, comenz6 a darse a conocer como rapsoda. Parmenides hizo esta poesfa, pues, a los noventa y dos aiios. Parmenides solo se establecio en Ia ciudad recien fundada de Ele,a como un hombre muy mayor, a Ia edad de unos ochenta y"cuatro afios. En Elea coincidieron Jen6fanes y Parmenides, que por esta epoca contaba con treinra aiios de

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LOS FILOSOFOS PREPLATCNICOS

edad. (Si Parmenides hubiera nacido despues de Ia Olimpiada 61, entonces ya no hubiera podido ser disdpulo de Jenofa­nes.) Anteriormente, Parmenides ya habfa escuchado a Anaxi­mandro y su filosoffa presupone los problemas de este. No puede hablarse de una escuela autenticamente eleatica que tenga su inicio en Jen6fanes. Ambos, Parmenides y Jen6fanes deben haber coincidido en un punta esencial, solo que par­tiendo de principios distintos. Jenofanes es un poeta, un rap­soda, ademas de un hombre sabio por sus viajes; por ella le achaca Heraclito Ia noA.u~a9(Tt [erudicion]. No es una persona­lidad revolucionaria como Pitagoras, aunque sf esencialmente religioso y reflexivo en sus viajes por mejorar y purificar a los hombres. Jen6fanes vitupera y polemiza; su trasfondo es el de una mfstica religiosa oriemada hacia Ia divinidad.

No se sabe mucho de el. Nacido en Colofon, fue, segun Apolodoro, hijo de Ortomenes; de Dexios o Dexinos segun otros. Fue desterrado de su ciudad natal y vivio en Zancle Catana y Elea. Sabre Ia fundaci6n de Colof6n escribio un poema de dos mil versos, asf como sobre la fundaci6n de Elea. Su ultima obra fundamental fue nEpl. <j>ooewc; [Sabre Ia naturaleza]; en ella se enfrent6 (&vnlio~aaaL) contra Tales, al que admiraba como astr6nomo (vease Di6genes Laercio I, 3), y contra Pitagoras, y tambien contra Epimenides. En todo caso, se opuso a Ia teorfa de Ia transmigracion de las almas (vease Diogenes Laercio VIII, 36). De Epimenides dijo, Dio­genes Laercio I, 111, que llego a vivir ciento cincuenta y cua­tro aiios: obviamente trat6 el tema del sueiio de cincuenta y siete aiios en la caverna. Tambien se enfrent6 a Ia mantica (Cicer6n, De divinatione I, 3, 5). Pero su lucha fundamental se dirigi6 contra Homero y Hesiodo, par lo cual mantiene una afinidad con los movimientos etico-religiosos de su siglo. Jen6fanes entr6 en discusi6n con las creencias politefstas de Indole popular, una lucha gigantesca de Ia que el sali6 per­diendo. Vease Sexto Empfrico (Adversus mathematicos IX, 193): n&vra 8EOL<; 6:vE8T)KEV "O~npo<; a"Ha(oooc; tE I oaaa rrap' &:vepwrroatv ovEL.oEa Kal. \jf6yoc; Eat(v I tcal. n.l..Elot' €¢9ey~cxvro

9Ewv &.9E~(ana Epycx KAErrtELV ~OLXEUELv tE Kat &.U~A.ou<;

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PARH~NIDES Y SU PREDECESOR JENCFANES

&.natEUELV [Homero y Hesiodo atribuyeron a los dioses todo cuanto hay de vergonzoso y censurable entre los hombres y dijeron de los dioses acciones injustas: robar, cometer adulte­rios y engafiarse los unos a los otros]. En este sentido, se clio cuenta de que todos se imaginan a los dioses como ellos mis­mos son, los negros como negro y con Ia nariz chata, los tracios, con los ojos azules y el pelo rojo; - si los caballos y los bueyes pudier~n dibujar, dibujarfan a sus dioses en todo caso como caballos o bueyes.- Los que dicen que los dioses han nacido pecan tanto como los que piensan que mueren.

Las afirmaciones principales estan en: Clemente de Alejandrfa, Stromata V, p. 601: .

EL~ 8Eo~ ~v !E 9EOL<H KClL 6:v9pwrrotot llEYLOtO<; ourE OE!lCX<; ev11roloLv O!loL"Loc; ourE VOl'J!lCX

[un solo dios, el mayor entre los dioses y los hombres, no semejante a los mortales ni en su cuerpo ni en su pensamiento].

Sexto Empfrico, Adversus mathematicos 9, 144 (vease Ka. 9, . 19):

ouA.o~ opq., ouA.o<; !E !JOEL, ouA.o<; OE t CXKOUEL [todo el ve, todo el piensa y todo el oye].

Simplicio, In Aristotelis Physica 6: a).).' &rraVEU9E TIOVOLO v6ou <i>PEVL navta KpcxoaLIJEL [sino que, sin trabajo, mueve todas las casas con el solo pensamiento de su mente].

Ibid.: ClLEL o' EV raury !E llEVELV KLVOU!lEVOV OUOEV OU!E ~E!EPXE09cx( !lLV E1TtrrpE'ITEL &A.A.otE aA..l.u [siempre permanece en e1 mismo Iugar, sin moverse para nada, ni le 'es adecuado el cambiar de un sitio a otro].

Estas opiniones religiosas surgen de la necesidad de con­denar Io antropom6rfico, pero son aun un testimonio de Ia actitud helenica primitiva ante los dioses. Los dioses estan disueltos en Ia naturaleza activa de las formas vivas. Si se suprimieran, solo quedarfa el culto a una unica naturaleza recubierta de los predicados mas puros. J en6fanes se inclina

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' .

... ::.11

~:

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LOS F!L6SOFOS PREPlAT6NICOS

por una concepcion general mftica; esta enorme unidad se rompe: ~ad6nde debera dirigirse? Hacia el conocimiento, bacia Ia acci6n. As! comprendieron sus afirmaciones Plat6n (Sofista 242d) y Arist6teles (Metafisica I, 5). No es, pues, Ia doctrina de un dios (im)personal que esta fuera del mundo, una especie de espfritu mas puro; sino que aqui no existe ninguna contraposici6n entre espiritu y materia, entre mun­do y dios. Jen6fanes supera Ia identidad entre dios y hombre para equiparar ahora al dios y Ia naturaleza. Lo que le incli­na a ello es una conciencia etica que intenta mantener aleja­do de los dioses todo lo humane e indigno. Se manifiesta aqui una lucha contra lo especifica~ente helt!nico, como por lo demas en sus otras ideas eticas. El fue el primero en escan­dalizarse de los apasionados placeres de los juegos publicos del pueblo en Ateneo (413f). En un fragmento probablemen­te atribuido a el (Galeno, Protreptico II, 14) dice: si los ani­males tuvieran acceso a Olimpia, entonces el asno tendrla el honor,' de manera que el vencedor estaria indicado en Ia ava:ypcx<j:n) [inscripci6n]: «Fue en una Olimpiada que el asno venci6 a los hombres en el pankration>> (Rheinisches Museum 4, 297). En el c5oA.LXO~ [porro] venceria el caballo, en el esta­dio la liebre, etc. Deplora participar de los honores, de Ia fuerza corporal y de Ia agilidad, rechaza Ia envidia, porque en ella encuentra el precio a Ia ausencia de dios. Desaprueba Ia distracci6n con los mites de los poetas. En este sentido, el mismo fue muy mal juzgado como poeta. Cicer6n (Academi­ca II, 23, 74) le atribuye minus bonos versus [versos menos buenos]. Con Jen6fanes tenemos al maestro de etica todavfa al nivel de rapsoda: en epoca posterior deberfa haber sido considerado un sofista. Debemos presuponer aquf una ex­traordinaria libertad individual, especialmente porque no se retir6 a Ia soledad como Heraclito, sino que se entreg6 al publico de los concursos con sus ataques. Sus eternos viajes le pusieron en contacto con los hombres mas famosos; asf lo narra Di6genes Laercio (VIII, 36} ciertamente por el recuer­do personal de Pitagoras:

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·' ··.

PARM~NIDES Y SU PREDECESOR JEN6FANES

KCXL norE ~LV aru¢EAL(O~Evov aKuA.aKo~ napt6vra ¢aal.v ETIOLKtE1pcu KCCL tooE ¢&.aSaL ETTO~· nauoaL ~~OE panL(', ETIEL ~ ¢[1ou UVEPO~ Eat(

\jlux~ r~v Eyvwv ¢8EY~a~EV1)~ Ct:twv [y cierta vez, se dice, caminaba cerca de un cachorro mal­tratado, y, compadecido, dijo estas palabras: «Deja de golpearlo, puesto que es el alma de un amigo; Ia he reconocido a! ofr el sonido de su voz»].

Si es cierto que sostuvo opiniones en contra de Tales, entonces le debi6 haber llegado a conocer. En todo caso, Ta­les es el antecesor de Jenofanes por lo que se refiere a todas sus afirmaciones en materia de ffsica. J enofanes fue el primero en identificar f6siles, valvas, etc. en las montafias (Hipolito I, 14), en el que se citan los nombres de Slracos, Paros y Melite como lugares de sus observaciones. Por elias extrajo Ia con­clusion de que Ia Tierra habfa evolucionado basta alcanzar un estado estable a partir de un estado en transformaci6n y que, con el tiempo, se convertirfa de nuevo en barro. Los cuerpos terrestres sufren un cambia peri6dico de agua a tierra y de tierra a agua; durante este cambia tambien se sumergin1 en el agua el genera humano y sus moradas.- Jen6fanes explicaba Ia formaci6n de las nubes, de Ia lluvia y del viento mediante Ia acci6n de exhalaciones arrojadas al mar por los rayos del sol. El sol, Ia luna, las estrellas, el arco iris, los cometas, los rayos, etc., no son otra cosa sino exhalaciones de fuego que se extin­guen y renacen. Estas masas de exhalaciones se mueven por sendas infinitas sabre Ia Tierra: si su curso se nos aparece circular, es por una ilusi6n 6ptica, al igual que ocurre con el resto de las nubes. De donde se sigue que siempre aparecen estrellas nuevas en nuestro horizonte y que diferentes soles iluminan las distintas zonas de Ia Tierra que estan alejadas entre sf. Todas estas opiniones implican una estrecha relaci6n con Tales; lo propiamente original es Ia idea de Ia unidad del mundo: un dualismo similar a! del &rrELpov [lo indeterminado] de Anaximandro. Aquf el mundo del devenir y del perecer, allf Ia materia primitiva eternamente igual y en repose divino.

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

Diogenes Laercio (IX, 19) dice: npW'tO~ t"E &rrEcp~VU'tO on rriiv to yqvof.LEVOV cp8apt6v eon [fue el primero en dedarar que todo !o que viene a Ia existencia tiene que perecer]; en esto puede relacionarse con su contemporaneo Anaximandr~. Este parentesco hace que Parmenides pudie~a haber ~prendtdo de ellos. Parmenides mezdo el arrELpov [lo mdetermmado] con el dios de Jen6fanes e intento abandonar el dualismo ?e am~as concepciones del mundo. ~Como es posible Ia duahdad s1 el autt!ntico ser es uno? Ya Jen6fanes clio un paso lleno de pre­sentimientos. El crefa que estabamos abandonados a Ia locura, a Ia opinion de que no habia ninguna verdad abs~~uta. Asi que impuls6 una crftica de nuestro aparato cognoscltlvo (fr. 14):

KUL tO f!EV ouv oa.cpE.~ oun~ cX.vi)p yEvn' oME w; EOt(X.L \ V '\I \ I {1.)

Elowc;, Uf.l.cp 't 8EWV tE K(U a.ooa. t~.EYW 1TEp L 'TC~Vt v· El yap Ka.l. !J.&A.w-ra. -ruxoL tHEI..EOf!Evov EL rcwv, a.u-roc; Of!W<; miK otoe c56Koc; o' err\. niioL rhuK-ra.L (a todos les es dado opinar). [Ningun hombre conocio ni conocera nunca l~ verdad, ni sabre los dioses ni sabre cuantas casas os dtgo; pues aun cuando per azar resultara la verdad completa, sin e~bargo no lo sabe. Sabre todas las casas no hay mas

que opinion.]

Parmenides muestra una triple influencia: Anaximandro, Jenofanes y un pitagorico llamado Aminias, por. este o~den. Aproximadamente desde Ia fundaci6n de Elea, Ia m?~encta de Pitagoras es Ia mas importante. En todo case_, ?armem~es esta­bleci6 contacto con Pitagoras solo como eleattco. Esta mfluen­cia se manifiesta sabre todo por Ia forma del P(o~ Du8a.y6pELoc; [vida pitag6rica]: el p(oc; Tia.pjlEVLOELoc; [vida parmenfdea] (Ceb., Tab. 2): Tiu8a.y6pEL6v nva Ka.l. I1a.pf.1EVLoELov e(T)AWKWc; ptov [ha­biendo emulado una cierta vida pitagorica y parmenfdea]. No se puede encontrar nada que pueda cons~derarse. una .fil~soffa pitagorica. En Di6genes Laer~io IX: 21 1~ ~~~uenc1~ es md~ca~a yEvouc; 'tE im&:pxwv A.aJ.Lrrpou Ka.L n>..oooLO<; urr A~ELVLOU &H ~~X uno ZEvocp&:voU<; Eic; i)auxtav npOE-rpalTT) (descendtente de fam!lta

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). ,'

PARH~NIDES Y SU PREOECESOR JENOFANES

distinguida y riCo, fue Aminias y no Jen6fanes quien le convir­tio a Ia vida contemplativa]. Era hijo de TiupT)c; (Tiuppr)c;) [Pires (Pirres)]. Su posterior influencia debe haber sido muy grande, puesto que probablemente proporcion6 !eyes a los eleaticos que debfan jurarlas cada afio; vease Plutarco, Adversus Colotem (32, 2) y Espeusipo (Diogenes Laercio IX, 23). Jen6fanes adop­ta una nueva posicion, como Empedocles: la carga personal es enorme, a lo que debe afi.adirse el aspecto enigmatico de que gozaban los pitagoricos. La consideracion pitagorica del mun­do se manifiesta constantemente. Simplicio (In Aristotelis Phy­sica 9a) afirma que, segun Parmenides, la divinidad rige el mun­do KaL -rae; \jJUx&c; 'ITEf.11TELV 'ITO't"E IJ.EV EK toG Ef..lcpavouc; Elc; 't"O aE.OEc;, 'ITO'tE OE av&rraA.[v cpl']OL [tanto conduciendo a las almas de Ia luz al Hades como del Hades a Ia luz]. En esta frase esta implfcita Ia doctrina de la transmigracion de las almas.

Para captar lo espedfico de Parmenides, hay que pensar en dos grandes perfodos, cada uno de los cuales ha producido una consideraci6n filosofica del mundo diferente. En primer Iugar, la continuaci6n del sistema anaximandriano; y, en segundo Iu­gar, Ia doctrina pura del ser. Esta ultima forzo a Parmenides a rechazar cualquier otra concepcion como una ilusi6n de los sentidos y, por lo tanto, a rechazar tambien su concepcion an­terior. Pero se las compuso para decir: si me traslado al otro camino, entonces mi consideraci6n anterior es Ia unica jusrifi­cada. Solo asf captamos psicol6gicamente Ia cuidadosa explica­ci6n de esta otra opinion: esta clio Iugar luego al segundo libra del TCEpl. cpuoEw~ [Sabre Ia naturaleza]. Obviamente, el primero fue un redactado posterior. Los hallazgos son una muestra de su plenitud juvenil: alga es mftico.- En Anaxfmenes apareci6 por primera vez Ia contraposici6n de un mundo del ser y un mundo del devenir (no-ser), este ultimo desarrollado a partir del dualismo de los dos principios de lo caliente y lo frio. Aha­ra Anaxfmenes lleva a cabo un intento per ocultar este abrupto desmoronamiento, de tal manera que encuentra en el mundo existente las esferas contrapuestas del ser y del no-ser, delegan­do Ia contraposicion entre el ser y el no-ser al principia dualista de Ia explicaci6n del mundo. Estas dos tablas, de cuyas catego-

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

das Anaxfmenes s6lo habfa descubierto un par, lo caliente Y lo

frio, son:

[delgado]

lo ente fuego-luz fuego caliente ligero ligero lo activo masculino

lo no-ente lo oscuro, noche tierra frio pesado espeso lo pasivo femenino

Parmenides se refiere a lo que establece una relaci~n en· tre estos elementos como a la diosa que reina en medw del

mundo: navrn yap aruyEpolo tOKOU K~L ~LXLO~ apx~ TIE~n~ua' &ppEVL 9~AU ~Ly~v~L, Evavr[a 6' au9L~ apaEv 9nA.utEP<¥ . . . [pues es e1 principia de rodas las obras del odwso nac1m1ento

y de Ia union, impulsando a la hembra a unirse al macho y, al reves, a Ia

hembra con el machoJ*.

Segun esto, todo devenir es una union s~xual de lo enr: con lo no-ente; tambien Parmenides cree, ~~ 1gual que Anax1· menes que todo lo que surge, perece: obv1amente debe pere· cer en

1

el no-ser. Pero acepta Ia eternidad de los dos elementos que tienden e1 uno hacia el otro. Parmenides designa_ a este impulso como' A¢po8L 't'T) KUPEPV~tLc; 6£KT) avayK11 [Afrodlta ~ue lo gobierna todo, Justicia y Necesidad]. Pero ahara es de _1m· portancia decisiva Cicer6n (De natura Deorum, I, 11): quzpp.e qui bellum qui discordiam qui cupiditatem ceteraque generz_s eiusdem ad deum revocet, quae vel morbo vel somno vel oblz­vione vel vetustate delentur [puesto que remite a Ia divinidad

Simplicia, In Physica Aristotelis 39, 14 (fr. 12D). [N. del T.]

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PARMtNIDES Y SU PREDECESOR JENOFANES

Ia guerra, la discordia, el deseo y las demas cosas de este genera que son destruidas par Ia enfermedad el suefio el . ' , olvido o Ia vejez]. Por tanto, Ia misma divinidad se expresa precisamente en el n6A.q.t.o~ [Ia guerra], en Ia araau; [Ia quere­lla], en el Epwt; [el amor], es decir, el devenir del mundo es Ia atracci6n y Ia repulsion de ambos elementos. En los estados que acompafian al suefio, a Ia enfermedad, etc. y, sobre todo, a Ia muerte tiene Iugar una destruccion recfproca: el pere­cer.- Si comparamos esta consideraci6n del mundo con Ia de Her;:klito, observamos en comun el hecho de que las cualida­des opuestas actuan sabre todo cuanto esta en devenir y sobre todo cuanto perece. Pero mientras que Heraclito solo ve en las cualidades Ia transformaci6n eterna del uno-fuego, Parme­nides percibe por todos sitios las transformaciones de dos ele­mentos contrapuestos. En Heraclito, el TIOAE!-10~ [Ia guerra] es un juego; en Parmenides, Ia marca del odio; pero, al mismo tiempo, los elementos que se odian entre sf tienen un deseo recfproco. Esta es una concepcion muy significativa. El mun­do de Heraclito estaba sin deseo: conocimiento e ignorancia, fuego y agua, la lucha- pero no hay nada en el que explique el impulso, el deseo. Es una consideracion estetica del mundo. Aquf, en Parmenides, termina todo lo estetico; el odio y el amor no son ningun juego, sino acciones del mismo oa(~wv [divinidad]. En este o~(~wv contemplamos el afan por superar el dualismo, pero esto solo sucede de una manera mftica.- Es muy significativa tambien Ia concepcion de retrotraer el deve­nir y el perecer a Ia lucha y a un amor del ente y del no-ente: iviolenta abstracci6n!

El devenir no podia derivarse en absolute de un mundo del' A 1TELpov [lo indeterminado): debe afiadirse algo y eJlo solo puede ser su contraposicion completa, el mundo del no-ser. No hay una tercera posibilidad. Ahorabien, Parmenides da el paso de concebir esta contraposicion de manera no completa­mente abstracta, sino de formular las contraposiciones en el mundo existente y remitirlas a aquella contraposicion primiti­va; paso que despues hizo posible la filosoffa pitag6rica.

Parmenides construye una teorfa ffsica muy emparentada

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LOS FILCSOFOS PREPLAT6NICOS

con Ia de Anaxfmenes. Este supuso Ia existencia de tres esferas concentricas: Ia mas interior de Ia tierra; luego, Ia del aire; finalmente e1 drculo de fuego. Para Parmenides, el todo esta compuest; de multiples esferas superpuestas entre sf. La esfe­ra mas interior y la esfera mas exterior estan compuestas de un elemento oscuro y pesado; alrededor de la esfera interior, y debajo de Ia mas exterior, se ent:emezclan_drculos de oscu­ridad y de fuego. La tierra es el nucleo, el ctelo estrellado las esferas mezcladas. Las estrellas son masas de exhalaciones (m!..ru1a1:a nup6c;). En torno al reino de las estrellas desca~sa, pues un drculo de fuego. Alrededor de el, a su vez, se extten­de ;na capa s6lida. En el centro del mundo, el IScdflUlV [la

divinidad] tiene su aposento; pero yo no me lo imagi_no como el centro de Ia tierra, sino en media de Ia esfera, al tgual q~e Estobeo (Eclogae I, 482) dice explfcitamen;e: twv cS~ oufl~L YUlV 'tTJV flEOaL 'tU't'T]V arraOaLc; tOKEIX. TTU011C: KLVT]GEUlc; KaL YEVEOEW<; imapxHv, f}vnva Kat oaL1.1ova etc. E:rrovofla(EL. [~e las cosas que esran mezcladas, el progenitor de to do movtmtento Y de .t~d? nacimiento esta en el centro de todo, al que se le llama dtvmt­dad]. Este tema ha sido objeto de discusi6n par las investiga­

ciones de Krische (p. 105), y Zeller (p. 485). Naturalmente, el hombre debe surgir del elemento calido y del frfo. Di6genes

Laercio (IX, 22) dice solo YEVEGLV &:v8pW~UlV E~ l)Hou. rrpwtov yEv€o8aL [el nacimiento de los hombres ttene Iugar pnmer~ a partir del sol] Pero Steinhart (Enciclopedia Gruber Ersch) ne­ne raz6n en leer nAl.ou 'tE KIX.L l!..uoc; [del sol y dellegamo] .. ~a vida y lo racional descansan en lo caliente: el s~efio Y la ve!ez · se explican par la desaparici6n del calor. ~:s tdeas ca.mb.ta~ segun e1 predominio de un elemento. Tambten .~ace comc1?1r la ¢p6v11oLc; [intelecto] con Ia a'(o8T]OLc; [percepcton},. como m­dican Teofrasto (De sensu 3) y Arist6teles (Metaftstca IV, 5). Recordemos siempre que, en Ia tabla de las categorfa.s, no hay ninguna oposici6n entre «lo espiritual» y «lo matenal». Mu­

chos detalles explicativos no han llegado basta n.os~t~os .. Este tipo de sistema, con sus hallazgos. t.an stgn.!ftc~~~vos,

no puede ser imaginado como una adaptacwn.a la 1lus~on de

la multiplicidad, sino que es el resultado del pnmer penodo Y

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PARH£NIDES Y SU PREOECESOR JEN6FANES

ha influido poderosamente en Empedocles y en los pitag6ri­cos. Pero los conceptos del ser y del no-ser, al ser introduci­dos por primera vez, reclamaron su derecho en un periodo

posterior. Hay que reconocer la extra ordinaria capacidad de abstracci6n de .Parmenides. El pun to sobre el que gira es: «S6lo el ser es, el no-ser no puede ser». Es un gran absurdo hablar de un ser del no-ser. Las expresiones son enormemente refi­nadas, puesto que Parmenides se siente a sf mismo como un ser, en la rnedida en que su discurso ha versado sobre el no­ser. En este sentido, par cuanto se trata de Ia pura distinci6n de los opuestos, el sistema de Heraclito y sus antinomias eran para Parmenides doblemente reprobables: en el verso 46 arre­mete contra Her:klito, como bien ha vista Bernays (Rheini­sches Museum 7, 115). Los heraclitianos son llamados c5(KpavoL «bicefalos»; este tipo de calificativos se debe a la expresi6n: ELflEV 't'E Kat auK ELiJEV [estamos y no estamos) (fr. 72 Schleier­macher}. Esta rilanera de expresarse, que de nuevo va mas alia de lo establecido, pone el enfasis en la impotencia (&.f.1'11XaVL'tl). Parrnenides se refiere a los heraclitianos como ELCOtE<; ouoev [conocedores de nada], al igual que Plat6n, al final del Crati­lo, explica que, si todo es un eterno fluir, noes posible nin­gun conocimiento estable y, por lo tanto, es imposible el cono­chniento propiamente dicho. Tambien les denomina <j>opo\Jv"taL ({Jorteadores], por aquello de que mfvta ljlEpEoElaL (!levan todas las casas], com~ en Ia expresi6n de Plat6n ¢€pov-caL de Teeteto 179, basada en im juego de palabras. -cEElTJTIO'tEc; [admirandose], Ia admiraci6n espedfica; en lo fundamental, los heraclitianos son tontos y ciegos y no saben distinguir. Parmenides subraya la frase: «El ser y el no-ser es y no es a la vez lo mismo». Finalmente, dice, en clara alusi6n a Ia expresi6n mivtUlV oe naA.(v"t"ponoc; €on Kel..wEloc; [el camino hacia atras es de todas las 'casas) y al que el camino de todas las casas es reversible (como naHv1:ponoc; apflov(a K6o1.1ou [la armonfa retr6grada del mun­do]). La polemka no se dirige, pues, contra las opiniones de Ia masa, ni tarnpoco contra sl mismo. Parmenides reprueba al que hace valer Ia diferencia entre el ser y el no-ser y va mas

alia de ella.

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LOS FILOSOFOS PI\EPLAT0NICOS

Veamos ahora las consecuencias del ente. Lo verdadero es un presente eterno del que no se puede decir ni que fue ni que sera. El concepto del tiempo no tiene nada que ver con el. El ser no puede ser engendrado. Pues, ~a partir de d6nde tendrfa que ser engendrado? ~Del ser? Este no seria otra cosa mas que un producirse a sf mismo. La mismo ocurre con el devenir. En general, lo que ha sido y lo que sera, noes- pero del ser no se puede decir nada que no sea. El ser es indivisible, puesto que no hay nada mas que pueda dividirle; todo el espacio esta llenado por el. Es inm6vil, puesto que ~de d6nde deberfa moverse si !lena todo el espacio, si es uno por todos sitios e igual a sf mismo e indivisible? No puede ser incomple­to, &.nnpov [indeterminado ], puesto que esto implicarfa un defecto, una necesidad. Par eso, tiene que ser limitado. Par­menides cornpara Ia totalidad de lo que es con una esfera: eternamente inmutable y acabada, equilibradamente inclinada par todas sus caras, homogenea en todos sus pu.ntos. Parme­nides extrae esta enorme abstracci6n del ser por analogfa con el dios mftico de Jen6fanes; este es el unico punta de contacto entre Parmenides y Jen6fanes. Pero su origen es bien diferen· te en uno y en otro: en jen6fanes, el pantefsmo de Ia unidad eterna; en Parmenides, Ia afirmaci6n abstracta de Ia unidad del ser. Esta ultima es la afirmaci6n completamente verdade­ra: los hombres, por la manera como estamos estrucrurados, no podemos pensar el no-ser. En la medida en que nos move­mas por el mundo, en un espacio vacfo, suponernos de nuevo la existencia, el ser del espacio. Qua [en tanto que] ente, el mundo entero es uno, homogeneo, indivisible, imperecedero -suponiendo que nuestro intelecto sea la medida de las ~o­sas. Solo podemos pensar el ser. Del no-ser no tenemos nm· guna representaci6n. Tener representaci6n y creer en el ser son lo mismo.- Ahara bien, puede devenir lo que quiera: Ia supuesta unidad general del ser no se ve por ello afectad~. Asf, Parmenides continua sacando conclusiones: el deventr pertenece al reino de las ilusiones, pues no puede pertenecer ni al mundo del ser, ni al mundo del no-ser, ya que este no existe. Con este fin, Parmenides realiz6 una fuerte crftica del

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PAI\MtNIDES Y SU PREDECESOR JENCFANES

aparato cognoscitivo. El fil6sofo dice (verso 55 Karsten): «Para alcanzarh verdad, no se debe seguir a los malos ojos, ni al ofdo ni a la lengua resonantes, sino que uno debe agarrarse a la fuerza del pensamiento A.6ycp [con Ia palabra]». En este descansa Ia ni.onoc; toxuc; [fuerte creencia] de que fuera del ser no puede existir nada mas; Ia ni.onc; aA.E8~c; [creencia verdade­raJ de que el devenir y e1 perecer son imposibles. Par tanto, el A.Oyoc; conoce Ia verdadera esencia de las casas, es decir, que la abstracci6n y las percepciones de los sentidos son s6lo ilusio­l)es. La ilusi6n fundamental, no obstante, es que el no-ser es. Este es un paso importante: las generalidades mas abstractas, a las que se llega despues que han cafdo todas las demas deter­minaciones, deben ser verdaderas; las determinaciones mas pr6ximas, es decir, Ia totalidad de Ia multiplicidad, de los predicados, etc~ , son solo una ilusi6n. Se trata de una escisi6n antinatural del intelecto, cuya consecuencia ultima es la divi­sion entre espfritu (capacidad de abstracci6n) y cuerpo (apa­rato sensitivo inferior), y ya conocemos las consecuencias eti­cas de esto en Plat6n, para quien Ia tarea del fil6sofo consiste en liberarse al maximo del cuerpo, es decir, de los sentidos. iEI mas peligro~o de los errores! Pues a partir con esas capsu­las vacfas no se puede construir ninguna filosoffa: cuanto mas se base una filosofia en una intuici6n de lo real26 y cuanto mas se apoye en un fructffero apperfu [apercibimiento] con­creto, tanto mas elevada sera su posicion. Pero esa vasta divi­sion es, como crftica de Ia capacidad cognoscitiva, del mayor valor: de ella procede primero Ia dialectica (aunque no hay ninguna filosoffa sin combinaci6n de conceptos), despues Ia l6gica, es decir, el descubrimiento del mecanismo de nuestra abstracci6n en conceptos, juicios, conclusiones. Luego se pro­pone explicar todo el mundo existente como una ilusi6n, como otaOLW'tTJ<; roD oA.ou [conspiradora del rodo], idea sor­prendentemente atrevida que tambien ha dado sus frutos. Esta osadfa parmenfdea no se ha confundido con Ia budista ni

26. La fuente inagotable de nuestras opiniones radica en el conocimien­ro intuitivo: de el toma presrada Ia propiedad de los conceptos.

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LOS FILOSOFOS PP.EPLATONICOS

mucho menos con el idealismo kantiano. En Buda, es la con­vicci6n etico-religiosa de la nihilidad, de Ia miseria, de Ia tran­sitoriedad de las cosas: el mundo es el suefio de Buda. En Kant la contraposici6n entre cosa en si y mundo de Ia apa­riencia ha surgido de una critica casi opuesta del conocimien­to. Ya los predicados que Parmenides habfa atribuido al ente (espacio, tiempo, sustancia) fueron considerados por Kant como condiciones necesarias de nuestra representaci6n del mundo, mientras que describi6 la cosa en sf mas como lXrrELpov [indeterminada], como carente de cualidades para nuestro co­nacimiento. Parece que Parmenides rechaz6 Ia cosa en sf pre­cisamente porque Ia considerarfa como no-ser, lo cual no se­rfa posible. Por tanto, no es ni una conviccion mfstica de la unidad panteista ni un desprecio etico del mundo como. sue­flo vano, ni un idealismo kantiano, sino una fria abstracct6n a partir del concepto de ser. La demostraci6n no se ha buscado para una vision intuitivamente encontrada, sino que Ia intro­duccion ingenua del ser y del no-ser en el sistema antiguo Ia ha conducido a un pensamiento unico: «Que el no-ser no pue­de ser>>. Mientras que antes habfa explicado el devenir como conexion entre el ser y el no-ser, en donde el ser era compren­dido como Jo real y e1 no-ser como la materia, es decir, lo vivo -en-sf y lo-no-vivo-en-si, ahara explica Ia tabla completa de las categorfas como una ilusi6n. Pues solo lo que se puede pensar es: el devenir no se puede pensar. Por tanto, no es. De este modo sus elementos son una ilusi6n. Asf, el problema del devenir fue abandonado, pues Parmenides no tenia en su men­te ni el devenir ni el perecer; el devenir aun no era aquf OtO:OLWtll~ (conspiradora]; pero, entonces, si todo es solo uno, 2de donde precede !a apariencia? 2De donde-la ilusion?

Segun su teorfa primitiva, el devenir surgia cuando lo vivo comprendia Jo no vivo. Segun la reciente, solo era una fantas­magorfa de los sentidos. Con esto no se explica nada en abso­lute. Por eso los primeros fil6sofos naturales se esfuerzan por entender el devenir en contacto con Ia primitiva teoria: Anaxagoras a rraves del NoD<; (lo vivo) y las homeomerfas (lo no vivo), Empedocles <jnA.La: vE'i.Ko<; (lo vivo) y los cuatro ele-

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ZENON

mentos (lo no vivo); los pitag6ricos, lo limitado (lo vivo) y lo ilimitado. El dualismo de los principios llega hasta Anaximan­dro. Solo Heraclito y Parmenides son monistas, mientras que pluralistas son primero los atomistas y luego Plat6n. Pero, desde todos los puntos de vista, la doctrina nueva de Parme­nides es Ia mas vacia de contenidos, Ia menos fructffera, par­que no explica en absolute: Arist6teles le llama con razon &¢uaLKO£; [no ffsico]. Tambien es el unico que sin ninguna in­tuici6n ha llevado a cabo una demostraci6n de las sutilezas dialecticas, pero no con una finalidad comprensiva o contem­plativa, razon por Ia cual su escuela evoluciono rapidamente hacia la dialectica eristica. Con mayor fuerza influye su pri­mer sistema: pero esto solo fue una explicacion del dualismo de Anaximandro. Es decir, mediante este ha llegado a Ia fila­sofia el problema del devenir, no solo a traves de los eleaticos. Que e'stos lo rechazaran fue la solucion mas corta, pero Ia mas pobre conceptualmente. Con ello se puso un final a la consi­deracion de la naturaleza, a Ia voluntad de aprender de las cosas. Pero aun queda el error principal de no haber explica­do el aparato de los sentidos; este se mueve, se halla en Ia multiplicidad. Si el mismo es una ilusi6n, ~como puede ser Ia causa de una segunda ilusion? Los sentidos engafian, ipero ahara los sentidos no existen! 2Como pueden engaflar? -Pero tan cierto como que existen Ia multiplicidad y el movi­miento de los sentidos es que todo lo demas puede ser lo movido y Ia multiplicidad.

§ 12. Zenon

Zenon, de Elea, era hijo de Teleutagoras. Apolodoro le consi­dera incluso como el hijo adoptive de Parmenides. Diogenes Laercio (IX, 29) situa su epoca en la Olimpiada 79 (Suidas en Ia Olimpiada 78). Por otra parte, segun el calculo de Plat6n, al que no concedemos nada, era veinticinco afios mas joven y tenfa unos cuarenta afios entre el 455 y el 450, es decir, que probablemente nacio entre el 495 y el 490, en Ia Olimpiada

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

70 o 71. Obviamente, estos calculos deben haber sido un pun­to de referencia, por ejemplo en Eusebio, para el que su cXKfl~ [madurez] se situe en la Olimpiada 80, es decir, por tanto, a los cuarenta afios, precisamente el espacio de tiempo de Pia­ton. Lo mismo tiene que significar tambien (quizas, aunque no verosfmilmente) los datos de las Olimpiada 79 y 78. Estos datos cronologicos son inconsistences para nosotros. Si la Olimpiada 69 es Ia ciK!-1~ de Parmenides, entonces no tenemos ningun otro punta de referencia temporal mas que el hecho de que esruvo en Arenas en la epoca de Pericles. Ahara bien, Pericles comenzo a gobernar el estado en el cuarto afio de la Olimpiada 77. Es posible que Apolodoro, cuyos datos se en­cuentran en Diogenes Laercio, calculara segun este hecho. El contacto con Pericles es precisamente una UKfl~· Por otra par­te, es dudosa Ia informacion de Diogenes Laercio (IX, 28) de que solo vivio en Elea por afecto a su patria sin ni siquiera haber visitado Arenas. Pero solo sabre Ia base de Ia falsa lectu­ra OUK ETTLOT]IJ.~oac:; ro TTetparrav trpoc:; au-roue:; [i10 habiendo vivido toda su vida entre ellos]. La lectura correcta es ra TTOAAtX [mu­cho tiempo]. Zenon no ha estado con frecuencia en Arenas ('ro TTo:pa11cxv [toda su vida] es solo una conjetura de Cobet). No se sabe nada de su vida, y su muerte es un tema de gala de Ia retorica ya desde epoca antigua. En una accion contra uno tirana, fue apresado y martirizado, resistiendo con firmeza hasta Ia muerte. Parece que Ia ciudad en cuesti6n era Elea. El tirano se llamaba Diomed6n, o Nearco, o algun otro nombre.

Plat6n describe con exactitud un escrito de Zenon (ro ouyypO:flflCC (un Jibro], el unico que habia) que Se dividfa en diferentes >..6yoL (discursos), cada uno de los cuales contenfa diferentes imo8EoELc:; [hip6tesis] encaminadas a reducir ad ab­surdum Ia exposicion de cada hipotesis (demostracion indi­recta). Evidentemente se suscitaban preguntas y respuestas. Por eso dice Arist6teles de Zenon: Kat 6 aTToKpLVOf.LEvoc:; Kat b epwtwv Z~vwv [tanto el que responde como el que pregunta); por esto se lleg6 a decir posteriormente que Zenon fue el primer autor de dialogos (Diogenes Laercio III, 48). En cam­bia, Aristoteles se refiere a Zenon como inventor de la dia-

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ZENON

lectica, asf como a Empedocles de la retorica. En Pedro 261, Platon le llama «Palamedes eleatico». Asf, pues, Zenon intro­dujo por primera vez en la filosoffa el arte de hablar con argumentos y 'contraargumentos, con preguntas y respuestas: iun recurso completamente nuevo! Hasta ese momenta Ia

' filosoffa era esencialmente un mon6logo.- No hay mas escri-tos, aunque Suidas menciona EpLtiEc;; [Discusiones], E~TlYTJO~~

'Ej.!TTE60KAEouc;; [Exposici6n de Empidocles], iTpoc:; roue:; <jJL.l..oo6<jlou~ [~antra los fi/6sofos], lTEpt <jluo€wc;; [Sobre Ia naturaleza], si bten es imposible que Zenon escribiera ninguno de ellos (a excepcion quizas de EpL<'iec;; [Discusiones]). Debemos pensar en otro Zenon, aunque no Zenon el estoico, porque conocemos sus escritos; es posible que fuera el discfpulo de Crisipo, PLP.l..(a flEV 6>..( ya yeypa<jlwc:;, f.Let9T]tac:; tiE TTAELO't'OUc;; KCitCiAEAOL nwc;; [ha­biendo escrito pocos libros, pero habiendo dejado muchos dis­cfpulos]; pero quiza el mejor seria el octavo l:Lowvwc;; ro y€voc;;, <jltJcoao<jloc:; 'ETTLKoupELoc;; [sidonio de nacimiento, fil6sofo epicu­reo] (Diogenes Laercio VII, 35). Tambien hay una confusion de los 'OflwvuilOL [hom6nimos] en Suidas. Asi, el epicureo Hermarco escribio doce libros 11epl 'EfllTEOOKAEouc;; [sabre Em­pedocles] (Bernays, Teophrast iiber die Frommigkeit, p. 8) con animo polemico. Dos visiones contrapuestas del mundo: Ia de Empedocles y Ia de Epicuro.- Plat6n indica como primera hipotesis: «Si las cosas que son fueran una multiplicidad, en­ranees deberian ser al mismo tiempo diferentes (iguales como entes, desiguales como multiples), algo imposible, puesto que ni lo desigual puede llamarse igual, ni lo igual desigual. Por lo tanto, es imposible que Ia multiplicidad exista, pues, si fuera posible, deberfa afirmarse de ella algo imposible>>. Este serfa el verdadero contenido de su escrito: que Ia multiplicidad no existe. Es una pura inversion de Ia frase de Parmenides €v etv,u ro mxv [el todo es uno].

El concepto que Zenon atribuye ahora a! «ente>> de Par­menides es el de «infinite» ipar nobile fratrum! [ipor nobleza entre hermanos!]. Con el, Zenon combate Ia multiplicidad de las casas, · asf como su movimiento. Hay cuatro demostracio­nes contra Ia multiplicidad (Ia primera es Ia que ya se ha refe­rido de Plat6n).

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LOS FILOSOFOS PREPLAT0NICOS

2) Si el ente fuera multiple, entonces tambien serfa in­finitamente pequeno e infinitamente grande. Esto es una con­tradiccion, por tanto- I infinitamente pequeiio: toda mul­tiplicidad esta compuesta de unidades; una unidad real es indivisible; lo que es indivisible no puede tener dimension, pues todo lo que tiene dimension es divisible hasta el infinito. Las partes concretas de que se compone lo multiple no tienen, por tanto, ninguna dimension. Ni aumentan cuando se les anade algo, ni disminuyen cuando se les quita; pero lo que al anadirse a otra cosa no aumenta, ni disminuye al quitarselo, no es nada. Lo multiple es, por lo tanto, infinitamente peque­no, pues todas las partes que lo componen son tan pequefias que no son nada. No obstante, estas partes deben ser infinita­mente grandes. Dado que aquello que no tiene dimensiones no es nada, Ia multiplicidad, para que pueda ser, debe tener dimensiones y, de este modo, sus partes deben estar alejadas entre sf, es decir, en medio debe haber otras partes. Pero de estas se puede decir lo mismo: tambien elias deben tener una dimension y estar separadas de las otras por otras parte, y asi hasta el infinito. De este modo obtenemos dimensiones infinitas o Ia dimension infinita.

3) Lo multiple debe ser, numericamente, tanto limitado como ilimitado. Limitado: pues es tanto como lo que es, ni mas ni menos. Ilimitado: pues dos cosas son solo dos si estan limitadas entre sf; lo mismo que entre esta y aquella de las dos, etc. Entre dos cosas separadas siempre podra incluirse una tercera, etc. Los antiguos llamaban a esta forma de de­mostraci6n oLxo-roiJ(a [dicotomfa] (de ahf el nombre de ato­mismo: las dimensiones no son infinitamente divisibles).

4) Si todo lo que es esta en el espacio, entonces el espacio mismo debe estar a su vez en un espacio, y asf hasta el infini­te. Puesro que esto es impensable, el ser no puede estar en el espacio. (Pues en este caso el espacio tambien es algo que es: por lo tanto, este deberfa estar en un espacio, y asf sucesiva­mente.)

Demostraciones contra el movimiento. 1) Cuando un cuerpo en movimiento se dirige hacia un objeto, debe reco-

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ZENON

rrer primero Ia mitad de su camino; cuando se dirige a este, primero debe recorrer Ia mitad del primer cuarto; y asf suce­sivamente. Asf, pues, todos los cuerpos, para ir de un punto a otro, deberfan:recorrer infinitos espacios. Peto lo infinite no se puede recorrer en el tiempo. Con lo cual es imposible ir de un punto a otro y el movimiento es imposible.- Esto es co­nocido popularmente con el nombre de Aquiles. La lentitud de Ia rana no puede ser superada por Ia rapidez de Aquiles, una vez que aquella ha dado un primer salto. 2) Todo lo que se mueve tiene una situaci6n s6lidamente determinada en cada punto del tiempo en Ia que se halla en reposo. Ahora bien, el movimiento no puede realizarse a partir de momentos con­cretos de reposo. La flecha que vuela esta en reposo en cada momento de su vuelo. A Ia pregunta de d6nde esta en este mo­mento Ia flecha, no puede contestarse diciendo: «En el tninsi­to del espacio A al espacio B», sino solo: «En el espado A». La mera adici6n de movimientos al reposo no da par resultado el movimiento, al igual que la lfnea no puede surgir de un sim­ple agregado de puntos. El momento concreto del camino trazado porIa flecha es infinitamente pequefio: no estamos en situaci6n de provocar siquiera el mas minima movimiento, porque de las multiples adiciones infinitas de lo infinitamente pequeno no puede surgir ninguna dimension.

Todas estas demostraciones estan hechas bajo la hip6tesis de que el espacio y el tiempo tienen una realidad absoluta. Lo cual es refutado hasta el punto de afirmarse que no tienen ninguna realidad en absoluto. Lo (mico que £alta aquf es Ia posibilidad esencial de reconocer, mediante una critica pro­funda del intelecto, que Ia realidad del espacio y del tiempo son formaciones necesarias de las representaciones de nuestro pensamiento. Ahara bien, parece como si se ocultara aquf una contradicci6n. En efecto, nuestra estructura nos obliga a com­prenderlo todo bajo Ia forma del tiempo y del espacio: ~como es posible que esta misma estructura nos permita acceder a una contraprueba de Ia realidad absoluta? Esto ocurre con la ayuda de abstracciones como el ser y lo infinito. Estas no nos las podemos representar en absoluto, son conceptos que solo

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LOS FIL6SOFOS PREPLAT6NICOS

se pueden captar de manera puramente negativa rechazando cualquier predicado concreto. El mundo existente no nos pro­porciona ni alga que es absolutamente ni alga infinito. Nos proporciona Ia vida y Ia lucha, que son bien relativas; nos pro­porciona numeros limitados. La persistencia absoluta, lo impe­recedero, los numeros a cuyo fin no podemos jamas aproxi­marnos, el espacio cuyo final nunca se puede alcanzar, el tiempo a cuyos lfmites nunca podemos llegar, son representa­ciones de naturaleza dogmatica, no empfrica, en las que pasa­mos por alto Ia relatividad de todas nuestras formas de re­presentaci6n. Pero si partimos de estas representaciones dogmaticas, entonces descubrimos en elias una contradicci6n y nuestra consideraci6n habitual, y completamente relativa, de las casas: por consiguiente, Zenon rechaza la justificacion de estas. Por el contrario, nosotros afirmamos, desde Kant: Ia consideracion popular del espacio y del tiempo es adecuada: son realidades empfricas para nosotros. En cambia, el tiempo infinito, el espacio infinito y, en general, Ia realidad completa­mente infinita de estos son algo totalmente indemostrable. Las contradicciones Began hasta el punto de ofrecer una interpre­tacion dogmatica de las !eyes del mundo, consideradas comun­mente como relativas. Por ejemplo, el movimiento de una cosa hacia otra es imposible si en media existe un espacio absoluta­mente real, pues entonces existe entre ellos algo infinite. Aha­ra bien, el hecho es que una cosa se mueve hacia otra, aunque Ia realidad de esta cosa, en su movimiento, ya no esta en rela­cion real con el espacio que hay entre elias. Lo uno y lo otro son representaciones nuestras: en sf, no sabemos si hay una cosa, un movimiento o un espacio. Cuando se considera al­ga dogmaticamente y lo otro no, no se tiene raz6n en afirmar dogmaticamente Ia realidad de todo. Pero, en todo caso, lo importante es el conocimiento de que Ia antigua filosoffa no supo hacer nada mas que llevar hasta Ia contradicci6n todas las consideraciones de nuestra representaci6n como aeternae veritates. Si hay movimiento absoluto, no hay espacio; si hay un espacio absoluto, no hay movimiento. Si hay un ser absolu­to, no hay multiplicidad. Si hay una multiplicidad absoluta, no

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ANAXAGORAS

hay unidad, etc. Convendrfa ser consciente de lo poco que influimos en el corazon de las cosas con estos conceptos gene­rales. Y si hubiera habido una semilla de profundidad en el eleatismo, hubiera debido presentir desde aquf el problema kantiano. De este modo, se perdi6 en la erfstica y en Ia dialec­tica, hasta los modos de argumentaci6n, como en Parmenides: a cada cosa se le atribuye un predicado y su contrario.

§ 13. Anaxdgoras

Anaxagoras de Clazomene. Hijo de 'Hy,.,a(pouJ.o.:; [Hegesibu­lo] (o Eu~ou)..o~ [Eubulo])27, procedente de una familia famosa y rica. Por lo comun, suele indicarse a Anaxagoras como dis­cfpulo de Anaxfmenes, lo cual es imposible, ya que, segun Apolodoro, en la Olimpiada 70 muere Anaxfmenes y nace Anaxagoras. Sus datos dan como nacimiento de Anaxagoras la Olimpiada 70; cuando Jerjes invade Grecia, el tenia veinte afios, es decir, que naci6 en el primer afio de Ia Olimpiada 70 (500 a. C.). Muri6 en el primer afio de la Olimpiada 88 (428 o 427 ala edad de 72 afios). Se trata de datos ciertos; H. F. Hermann no tiene raz6n en dudar de ellos (De philosopho­rum ioniorum aetatibus, pp. 10 ss.). Por lo demas, quien acep­ta la <'iw.cSox~ [sucesi6n], debe retroceder en Ia dataci6n.28 To­dos los demas reconocen las razones de Zeller (De Hennodoro, Marburg, 1859, p. 10 y Zeller I, p. 783). Solo una cosa suele entenderse mal de los datos de Anaxagoras que proporciona Di6genes Laercio (II, 7): i)p~ccw 5E cjn)..oao¢El.v 'Ae~vlJatv €rrl. KaU(ou, EtWIJ E'tKOOL wv, w.; ¢TJOL ATU.l~tp LO.; 6 <l>UATJPEU~ EIJ rf] twv apx6vrwv &vaypa¢fl [comenz6 a estudiar filosofia en Ate­nas, bajo el arcontado de Callas, cuando tenfa veinte afios; Demetrio de Falero asf lo afirma en su listado de los arcontes; y dicen que permaneci6 allf durante treinta afios]. Para ella no es necesario conjeturar que falta un KaUta<'iou (que Calia-

27. 0 Eufemo, Teofemo, Yocasta, Epicasta, Seamon. 28. Hipolito (I, 8) dice que ~K!J.TJOEV [lleg6 a Ia madurez] en el primer

afio de Ia Olimpiada 88, que es el aiio de su muerte.

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

des]: son los mismos nombres; en el480 Ka:Uui6T)c; [Calfades] era arconte; ~Pero que descubri6 Demetrio o de que se clio cuenta? Evidentemente, no se clio cuenta de que en la alejada Clazomene un joven empezo a filosofar, sino de un hecho que siempre ha estado ahf, pero al que nadk no ha dado nunca credito: que fue en Atenas donde empezo publicamente a filo­sofar. Tenemos, pues, el caso de un ingenium praecox [inge­nio precoz}; pero, ~como llego a Arenas? Precisamente Apolo­doro indica Ia causa. Obviamente, hufa de los persas. Zeller encuentra sorprendente que Anaxagoras se dirigiera a filoso­far a Atenas, que durante decenios no habfa hospedado a nin­gun fil6sofo famoso. No era un viaje de formacion, sino una huida. Naturalmente, apareci6 como investigador natural: este era su talento. Anaxagoras se desentendi6 de sus propiedades y se alejo de sus parientes. Aristoteles CEtica a Eudemo I, 5) cuenra que Anaxagoras respondio lo siguiente en respuesta a la pregunra de por que Ia vida tiene un valor: -roD 8Ewpf)OIXL (EVEKa.) 't'OV oupavov KCXL 'r~V TIEPL -rov OAOV KOGjlOV 't'cl~LV [para conocer el cielo y el orden de todo el universo]. En Diogenes Laercio (II, 7) se le recrimina que «no te preocupas por tu patria». A lo cual responde el: «EU¢DilEL, EjlOL yap Ka:l. a¢6opcx jlEAEL -rfJc; na:-rp[ooc; OEL~a:c; 'tOV oupcxv6v» [dices bien, me preocu­po mucho por ella, sefialando hacia el cielo]. Ahora bien, cuando empezo a pronunciar discursos como joven filosofo en Arenas, fue un acontecimiento que habrfa de notarse en las listas; mientras que yo, si sigo la concepcion habitual y la correccion de mi puesto, no comprendo en que se podfa no­tar. Por lo demas, mi interpretacion suscita una conjetura. Anaxagoras se fue de Arenas pocos afios antes de su muerte. Entre los ataques contra Pericles inmediatamente anteriores a Ia guerra del Peloponeso cabe citar tambien Ia acusacion con­tra Aspasia y Anaxagoras. Hermipo acuso a Aspasia de com­partir el ateismo de Anaxagoras: fue exculpada por el discur­so de Pericles. Pero no se atrevio a iniciar una investigacion en el caso de Anaxagoras. Este se march6 de Arenas, hacia Lampsaco, donde murio poco despues. Las circunstancias con­cretas estan explicadas de diversos modos en Diogenes Laer­cio (II, 12) y Plutarco (Pericles 16-32 y Nicias 23). Pero, se-

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ANAXAGORAS

gun ello, no permanecio en Arenas treinta afios, sino cincuenta (€v8Cl Ka:( ¢a:mv ~Xurov hwv ow-rp'i\jJ~XL N <nevt~Kovra:>) -una ligera entnienda-. Asf, Anaxagoras es un filosofo ate­niense importante. Los comedi6grafos Ie consideran arbitra­riamente como un filosofo librepensador: el Socrates de Aristofanes contiene los rasgos esenciales de Anaxagoras. Es camarada de Ia mas alta y noble sociedad: Pericles, Fidias, As­pasia. Es famosa su gran dignidad; Ia seriedad de Pericles debe proceder de su trato con el, pues nunca refa. Cuando se le indica que EOt'EpD8TJc; 'A8T)vdwv [has sido despojado por los ateniensesJ el responde: ou !lEV ouv, &AA. ' EKELVOL EIJ.OU [no, ciertamente, antes ellos lo han sido por mf]. Cuando se Ie con­dena a morir en el exilio, el dice que «todos los sitios estan igualmente alejados del Hades». En esto puede apreciarse que le consideraban un ateniense mas.

Toda esta generacion de investigadores naturales parte de un cierto punto de vista sobre ei devenir: rechazan el autenti­co devenir y el autentico perecer. Nada puede devenir de Ia nada. Lo que es no puede perecer. Por tanto, lo que verdade­ramente es, debe ser eterno. Vease Simplicia, In Aristotelis Physica f 34b. Para el, solo tiene validez el hecho de OU!l!-1LYE0-8a:L [mezclarse] y el de oLwcptvEcr8c.u [separarse]. El primero que habfa elevado esta idea a una teorfa del devenir y del perecer, aunque de manera imperfecta, fue Anaxfmenes: !lcXVWaLc; [rarefaccion] y nuKvwaLc; [condensacion], condensa­cion y rarefaccion. La segunda hipotesis es Ia !ll~Lc; [mezcla] y la ouxKptcrLc; [separacion]. Ahora bien, Ia antigua teorfa de que un elemento explica todas las cosas, que todas las cualidades se remiten en lo fundamental a una cualidad, sea aire o fuego. Por el contrario, con su teorfa de I a !li.~Lc; [mezcla] y Ia oLaKp LaLc; [separaci6n], Anaxagoras11 afirma ahora: tantas combinacio-

II. Con Anaxagoras una posici6n totalmente nueva: sustituci6n de Ia religion en el ambito de los eruditos.

La filosoffa como culto comun de los sabios, en contraposicion a Ia religion del pueblo.

El vov<; [intelecto] como arquitecto y formador~ como Fidias.

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

nes de lo igual no pueden dar nunca por resultado lo des­igual; condensaci6n y rarefacci6n no modifican las cualida­des. El mundo esta lleno de las cualidades mas diversas. Esras son; por lo tanto, deben ser eternas. Supone, pues, que el mundo existente es verdaderamenre ente: todas sus cualida­des deben ser siempre. No hay nada mas ni nada menos (Sim­plicia I. c. 33h). Aquf vemos las consecuencias del eleatismo. Coinciden en el significado del ov [erne]. Pero, segun Anaxa­goras, hay innumerables ovra (entes). Vease Arist6teles, Meta­{fsica I, 3. Su escrito parte de aqul. No hay devenir ni perecer, sino que todo es, en todo tiempo es lo mismo. Toda diferen­cia descansa en el movimiento. El movimiento es, pues, lo verdaderamente vivo. Pero ahora aparecen en el mundo exis­tente noel caos, sino el orden y la belleza, determinadas regu­laridades, etc. El azar no puede explicar nada, dice Anaxago­ras ~Que es, pues, lo que ordena y agrupa de este modo los «entes eternos»? Naturalmente tambien algo que es «eterna­mente ente», puesto que vemos constantemente su actividad, aunque no en acuerdo con los demas 6vm [entes], ya que aquel ordena a estos; por tanto, es independiente. Este tipo de esencia es el intelecto, v6oc; (v6oc; no es ni el inrelecto ni el entendimiento ni la raz6n: autenticamente &riego29 el poder de esta lengua) en todo lo que riene vida. El solo lo mueve

Majestad de Ia simplicidad, belleza inm6vil - Pericles como orador.

Los medios mas sencillos posibles. Pluralidad de ovta [entes]: innumerablemente multiples. Dualismo del movimiento. Solo el vou~ mueve. Contra Parmenides: el tiene en cuenta los sentidos, con la volun­

tad hacia el vo\X;, pero el debe ahora emprender una nueva division, vegetativa y animal.

29. X1XtpE VOCj) <<Se alegr6 en el coraz.6n», Odisea 8, 78: xo!.o~ v6ov oloovH •inunda el temor el alma»; J/iada 9, 554: tautu 6 v6o~ lj>E'pEL «hasra donde llegue su deseo (su voluntad)»; Her6doto 9, 120: Kett& vouv «segun Ia volunrad».

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ANAXAGORAS

rodo. Asf, pues, tambien el movimiento en el mundo inorga­nico debe ser el efecto de tal intelecto. De este modo supone que el v6oc; [intelecto] ha dado el primer impulso al movi­mienro, engendrando en un punto de la masa el movimiento circular (~ nEPLXWP1)0L1;) que inmediatamente se expande y atrae hacia sf partes cada vez mayores y mas lejanas. Primero se destacan las cosas segun diferencias generales de densidad y sutileza, frio y calor, oscuridad y claridad, humedad y seque­dad; dos tipos de masas: a todo lo que es calido, luminoso, sutil, le llama eter; a todo lo que es frio, oscuro, denso, le llama aire. Lo denso y lo humedo es impulsado hacia el cen­tro, lo suril y lo calido hacia fuera, por revoluci6n, al igual que en los torbellinos de agua lo pesado se escurre hacia el centro. De Ia vaporosa masa inferior se separa el agua, de esta Ia tierra, de esta, por efecto del frfo, Ia roca. Algunas masas de piedra, arrastradas por Ia fuerza de Ia revoluci6n de Ia tierra, ardiendo en el eter, iluminan Ia Tierra: son el Sol y las estre­llas. La Tierra es originariamente fangosa: por Ia acci6n del sol se deseca y el agua restante se convierte en amarga y sala­da.- Aquf nose habla nunca de un «devenir»: unicamente se separan las casas, primero las cualidades generales, luego las especiales. Pero todas, incluso las mas especiales, han existido desde el principia en Ia masa primitiva1

". El movimiento circu­lar alrededor de sf mismo aporta a esta masa ca6tica el princi­pia del orden. El pensamiento central de Anaxagoras es este: que el movimiento circular basta para explicar todo el orden y Ia regularidad del mundo. Solo a traves de el actua el Nouc;, el arden. Asf, Arist6teles (Meta{fsica I, 4) dice que Anaxagoras ha trafdo su raz6n como recurso para el origen del mundo, pero de no ser asf considera como causa todo Ia demas antes

III. El «espfritu», el producto del cerebro, considerado, e incluso divinizado, como sobrenatural - ique locura! El hombre toma los efectos de los mecanismos mas complicados, del cerebro, como si fueran efectos del mismo tipo desde el principia primitivo. Porque este mecanismo complicado produce algo comprensible en poco tiempo, considera la existencia del mundo como muy joven: no pue­de haberle costado tanto tiempo a! creador, piensa el.

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LOS FJLQSOFOS PREPLATQNICOS

que el vouc; [intelecto]. De este modo no debe confundirse sin mas con los teologos; el no predice una intencion de conve· niencia en el vouc;, el vouc; no acrua en cada caso concreto, sino que el arden es una consecuencia de una (mica y eternamente continuada conveniencia, el movimiento circular: de el se si· gue todo lo demas. Solo en este sentido es el vouc; a! mismo tiempo [objeto] causa eficiente (causa efficiens) y causa final (causa finalis) segun Aristoteles (Metafisica I, 4) «siguiendo !a intencion (de Anaxagoras) aquella causa por Ia cual el mundo es bueno y aquella que es para ella lo moviente se hace a! mismo tiempo el principia del ser». Mo rp6orot rfic; atr(ac; (Aristoteles, De partium animalium I, I, 642a ss.) ro ou EVEKO: Ka:l ro i:~ avayKll<; [dos tipos de causa, Ia causa final y Ia nece· sidad]. · Anaxagoras estaba muy lejos de una intencion directa en todas las casas concretas: y este es el punto que Platon (en el Fed6n) y Aristoteles le recriminan. No ha sabido utilizar su principia; solo es un 8Eot; EK j..l.llxavf]c; [deus ex machina]. Noso· tros, en cambia, vemos en ello Ia fuerza de su entendimiento cientffico·natural: el querfa explicar el mundo existente con el menor uso posible de teorfas no ffsicas. Le bastaba el movi· miento circular. Si hubiera construido un vouc; [intelecto] con intenciones constantes, ella habrfa sido una imagen mitologi· ca, un dios; lo cual evitaba precisamente. Anaxagoras hallo en el hombre y en el ser humano el vouc; como principia motor (no el intelecto consciente, puesto que tambien lo identffica en las plantas y en los animales). Era una distincion peligrosa: todo lo que propiamente se mueve en el hombre lo llamaba vouc;. Se imaginaba este vouc; eterno porque es: el es lo unico que tiene en sf el movimiento, por tanto, Ia utilidad es solo el movimiento del caos eternamente inmovil de las casas. Todo lo demas es movido; el voDc; se mueve a sf mismo. Su relacion con el cuerpo le sirvio como ejemplo del mundo entero; no todo tiene el vouc;, esto le distingue principalmente de todos los demas. Todo lo demas es mezcla: todo tiene alga de todo en sf. Solo el vouc; no contiene ninguna mezcla. Si estuviera mezclado con alga, todo estarfa mezclado con el. El vouc; se relaciona de otro modo con el cuerpo, como un ov [ente] totalmente distinto. Todo ov [ente] tiene en sf una pequefia

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ANAXAGORAS

parte de todo: se indica el predominio del oro, Ia plata, etc. El vouc; [intelecto] (espiritu) es puro y sin mezcla. El vouc; no esta mezclado con ninguna cosa, sino que, donde se encuentra, domina y mm!ve a lo demas. El vouc; es siempre de la misma naturaleza: solo se diferencian por la medida: «Todos los se· res vivos tienen el vouc; activo, pero no todos el pasivo» (Pia· cita V, 20, 3). Zeller I, 823 3 rechaza esto sin razon: nadie ha hecho una exposicion correcta del voDc;; el es la vida, no el conocimiento consciente: el principia del movimiento es el vouc; activo, e1 vouc; pasivo es e~· conocimiento. Este solo lo tienen unos pocos. Del vouc; que produjo el movimiento solo se opina que es el vouc; activo: en esto vemos que Anaxagoras considera el «acto de Ia voluntad» como Ia expresi6n princi· pal del voDc; sobre lo otro. Par dondequiera que ve una acci6n que no es mecanica, tambien por ejemplo en las plantas, su· pone el vou~ activo. Cuanto mejores son las herramientas tan· to mas puede destacar el vouc; y mostrarse, asf Arist6teles, De partium animalium IV, 10: oLCx -ro XE'Lpac; EXEW ¢povq.twra:rov ELvcn -rwv (~wv &vepwnov [el hombre es el mas inteligente de todos los animales por el hecho de tener manos]30• La «esen· cia comprensible» es aquello en lo que mejor puede expresar· se el vouc;. Las diferencias del vou~ estan producidas, pues, por Ia materia; el vouc; la gobierna, pero cuanto mas conveniente sea para desarrollar Ia accion, mejor la manejara. Las semillas de los seres vivos y de las plantas tambien son eternas par naturaleza; su origen depende de Ia rrEp~xwpnotc; [lo circun­dante], como todo lo demas. Anaxagoras acepta Ia eternidad del hombre, de las plantas, etc., a! igual que acepta Ia eterni· dad del oro. La replantacion es una transferencia del vouc; de Ia vida a un nuevo ser. Pero, en lo fundamental, no cambia nada, ni las casas ni el voDc;: siempre hay Ia misma cantidad de espfritu en el mundo. Este no puede perecer. Es absurdo ha­blar de la personalidad del espfritu: el espfritu, que de este modo estd en todos los seres vivos, es el que natura/mente da el primer impulso al movimiento. La ley de la conservaci6n de Ia

30. Anaxagoras se ha construido las mejores herramientas, porque es el que del v6o~ [intelecto] el mejor ha [sic].

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LOS FIL6SOFOS PREPLAT6NICOS

energfa y Ia ley de Ia indestructibilidad de Ia materia son un descubrimiento suyo. Todo movimiento es o directo o indi­recto: Ia forma del movimiento directo es la vida organica o el movimiento mecanico. El movimiento indirecto es siempre mecanico. Con ello queda claro que en el no ha existido nin­guna contraposici6n entre materia y espfritu: solo el vouc; es, de todos los ovra [entes], ft.em6rawv [el mas sutil] y Ka8apw­mrov [el mas puro] y yvWf.J.TJV nEpl. nav-roc; mio11v 'Coxn [todo el raciocinio sobre todo ]. El conocimiento es una propiedad de este ov. La representaci6n y el deseo estan resumidos ambos en el concepto del vouc; [intelecto] (y lj!uxfJ [psique)). Ambos son efectos de Ia fuerza de Ia vida. La una esta en todas las casas, es decir, lo unico autenticamente igual; todo lo demas no es desigual, sino compuesto. El v6oc; «flOUVOc; au-roc; a¢ ' E:wurou E:on>> [Ia inteligencia es lo unico que existe par sf mis­mo]. Par eso puede comenzar Ia genesis del mundo, porque el vouc; podrfa estar inactive una eternidad de tiempo y en un momento determinado podrfa mover los 6v-roc. El es lo unico arbitrario. En cuanto a Ia relaci6n con Anaximandro, el U1TELpov esta mejor determinado que aquello que ha mezclado codas las cualidades indistintamente entre sf. El inicio de Ia genesis tiene Iugar a traves del vouc;: el camino consiste en una progresiva diferenciacion. El inicio tiene Iugar con Ia apari­ci6n del dualismo.

En cuanto a su relaci6n con Heraclito, Anaxagoras recha­za el devenir. Este no consiste en el intercambio de una cuali­dad con otra; no es un solo elemento el que tiene vida. Hay un dualismo: la materia no es al mismo tiempo lo vivo, con en el fuego de Heraclito. Anaxagoras es el autentico antagonista de Heraclito. Relaci6n con los eleatas: concordancia en torno al ser, rechazo del no-ser. Nada puede devenir, nada puede perecer; el vouc; esta en movimiento: para todo el debe ser la causa de todo movimiento.

0 los eleatas tienen raz6n, con lo cual no hay ni multipli­cidad ni movimiento; o Ia tiene Anaxdgoras, con lo cual hay innumerables ovra [entes] (inmutables, fijos y eternos) (vease Arist6teles, Fisica IV, 6), con Jo cual no hay un espacio vacfo, con lo cual hay movimiento. Para sus ovra. valen rodos los

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ANAXAGORAS

predicados estrictos de los eleatas, de los que no se puede decir: «fueron» o <<Ser:in». No pueden haber sido engendra­dos, ni pueden ser destruidos. En cambia, un ov [ente] puede ser dividido hasta el infinite; asf en el fragmento 5: <<Es impo­sible que el ser sea aniquilado por media de una division infinita». Los eleatas afirman que el CSv [el ente] es indivisible, pues 2que es lo que tendrfa que ser dividido? Ahara bien, Anaxagoras afirma consecuentemente Ia divisibilidad de los multiples 6v-ra [entes) basta el infinite. No hay nada fuera del ser. Por lo tanto, el numero de los CSvm es infinitamente gran­de. Anaxagoras introduce el concepto de lo infinitamente pe­quefio y de lo infinitamente multiple siguiendo a los eleatas. Para estos, el vouc; (especialmente las a.loe1laELc; [percepciones]) es el que engendra Ia ilusi6n de los rro.Ua [muchos] y del devenir. Segun Anaxagoras, es el mismo vouc; [intelecto] el que mueve los 1ToU& fijos y provoca Ia vida. Cualquier movimien­to ocurrido en e/ mundo es pensado como resultado de Ia vida animica orgdnica; Anaxagoras podfa recriminar a los eleatas que tambien ellos consideraban el cankter vivo del vouc;, que no podia reducirse a una unidad fija, inm6vil y muerta. Pero lo que ahora vive y, por tanto, es, debe tambien haber vivido y haber sido par toda Ia eternidad. Pero con esto se explica el proceso del movimiento del mundo. Asf, !a doctrina eledtica estd propiamente detrds de Anaxagoras.

El resultado del vouc; es el movimiento y el resultado del movimiento es el arden. cC6mo era Ia masa de esos 6v-ra. (en­tes] antes de Ia acci6n del vouc;? Inm6vil e inerte: un caos. Puesto que la materia es divisible hasta el infinito, el absoluto desorden es identico a una confusa mezcla de todo con todo. Asf aparece en Simplicia (In Physica Aristote/is 33 h)'': OIJOU 1TcXV'L"a. XPllf.llt'ta. Tjv, aTIELpa. Kal. 1TAf]6o<; KCXL OflLKpO'trj'L"IX' KIXL y&p 't'O OIJ~Kpov aTIELpov ~v. Ka.l. TTUV't'WV 01-iOU E:6vrwv OUOEV ELIOT}AOll Tjv uno "llLKp6rntoc;. II&vra yap cb1p -re Kal. ate~p Kate'Lxe, &:1-1¢6repa , 'I .,.. \ I " " anELpa eovra· tcxu-ra ycxp llEYLo'ta eveon ev to'Lc; OU!-17T£XOL Kat

• La rcferencia exacta procede de Simplicio, ibid., 155, 26. [N. del T.]

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LOS FILOSOFOS PI\EPLATONICOS

TIA.~8E'L Kal. !-1Eya8E"L [juntas estaban todas las casas, infinitas en numero y pequefiez; pues tambien lo pequefio era infinito, pues en media de todas las demas, ninguna cosa podfa ser distinguida a causa de su pequefiez. Pues el eter y el aire las cubrfan todas, siendo ambos infinitos; puesto que estos son los maximos ingredientes en Ia mezcla de todas las cosas, tan­to en numero como en tamafio]. El mundo es infinito. El aire y el eter se extienden en el infinite. Estas son las partes prin­cipales que componen el caos originario. Todo esta mezclado en partes infinitamente pequefias. Y asf, el caos es infinita­mente grande e infinitamente pequefio. Aqui TIA.i)9oc; no quiere decir «numero», sino Ia extension en el espacio, la amplitud, Ia inmensidad. Asi, par ejemplo, en Herodoto (I, 203): opoc; 1TA,8E'i: 1-lEYLO-rov Kal. 1-lEycieE·L in!ITJAO-ra-rov [que es el mayor en extension y el mas alto]. De manera que Ia expresion Ka\. iTA.,9E~ Kat J.lEya9E"C [en numero y en tamafio] quiere decir en extension, en amplitud y altura. IIAT)9oc;; Kal. O!.HKpo-rEpov, «gran­de y pequefio>>.

-rotrrwv OE oiJtwc;; OVtWV XPil OOKEHV evE""l.VaL (~hay que leer EV como quiere Schorn?) TioUa tE Kal. mxv-rol.a l:v mxaL -rol.aL ouyKpLVOJ.lEVOLOL Kal. cmep~-ta-ra Tiavtwv XPTJ!lct-rwv Kal. i.Mac;; m:xvtol.ac;; €xov-ra Kal. XPOLat; Kal. ~oov&c; [siendo estas cosas asf, hay que pensar que hay muchas casas en rodas las casas que se estan uniendo y semillas de todas las cosas que tienen toda clase de formas, colores, gustos]. Las «semillas de todas las casas•• tienen, por lo tanto, diferente forma, color y sabor. Esto es h'io~ [placer] como, por ejemplo, en Heraclito, en Hipolito IX, 10. Probablemente tambien se incluye el «gusto>> . T odas estas semillas de las cos as diferentes entre si estan tan mezcladas en sus partes mas pequefias, que puede notarse Ia especialidad de los germenes. Esto lo sefiala Anaxagoras y con-I ,I S:.' tl J 6 , ,... I \ I I uye -rou-rEwv uE outwc; EX vtwv EV -rep au,.mavn XPTJ OOKEELV 'Ev Etvo:L rrav-ra XP~I-1111:0: [siendo estas casas as{, hay que pensar que hay muchas casas en todas las casas]. Esta unidad recuerda al CXTIELpov [indeterminado] de Anaximandro. Y Teofrasto llama la atenci6n sabre esta similitud (en Simplicia 6h); Ia mezcla de diferentes materias determinadas y cualitativas proviene de

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ANAXAGOI\AS

hecho de una materia sin propiedades determinadas IJ.LC!. Q>ucrLt; &.6pLatoc;; [una naturaleza ilimitada]. Pero esto es el aiTELpov de Anaximandro. Arist6teles (Metafisica I, 8) dice: «Pues antes de que tuviera Iugar Ia separaci6n, es evidente que nada verdade­ro se podia decir de aquella sustancia: por ejemplo, no podia ser ni blanca ni negra ni gris ni tener cualquier otro color, de lo contrario deberfa haber tenido alguno de estos colores. Igualmente era insfpida y tampoco tenia ninguna otra propie­dad de este tipo; pues no podia estar determinada ni cualitati­va ni cuantitativamente, ni podia ser alga. De lo contrario le estaria atribuida alguna forma concreta determinada, lo cual es imposible, en Ia medida en que todo se encontraba en una situaci6n de mezcla confusa. De otro modo ya hubiera ocurri­do una separacion, cosa que Anaxagoras rechaza».

Pero todas las semillas restantes tambien estan mezcladas con las casas actuales. Solo asf se explica tambien ahora el devenir como un diferenciarse; por ejemplo, las diferentes materias contenidas en los cuerpos se forman con Ia nutrici6n de los mismos medias nutritivos, es decir, estos medias de nutricion deben contener todos los diferentes ingredientes, pero no pueden ser perceptibles a causa de su pequefiez, Pia­cit. I, 3, 8; Aristoteles, Ffsica III, 4 y I, 4. Tambien en la nieve hay negrura, pues negra es el agua de Ia que procede (Cice­r6n, Academica II, 23 y 31). Asf, Arist6teles dice en Fisica I, 4: OLO Q>aoL 1TCXV EV iTO:V1:L ~E!ll.x8aL, OLOtL miv E.K iTaVtO<; ewpwv yw61.1Evov [dicen que todo esta mezclado en todo, porque ob­servan que todo nace de todo]. Pero nosotros llamamos a las casas EK -rou J.l&A.Lae' irrrEpexovto<;; oLa TI1f]9oc;; ev '~ J.!L~EL -rwv cinE(pwv [son diferentes entre sf segun e1 m1mero que hay en !a mezcla de los infinitos elementos]. Estas pequefias partes pri­mitivas que estan en todas las casas son llamadas por Arist6te­les OIJ.OLO!lEPii [homeomerfas]. Lucrecia fue el primero en utili­zar la expresi6n OJ.lOLO!lEPLO: (De rerum natura I, 30): nunc et Anaxagorae scrutemus homoeomeriam quam Grai memorant [examinemos ahara !a homeomerfa de Anaxagoras, que asf la Haman los griegos], etc. El vouc; [intelecto], pues, no ha produ­cido de ningun modo un arden absoluto, ninguna separacion completa, sino solo un movimiento en el que, por una dife-

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LOS FILCSOFOS PREPLAT6NICOS

renciaci6n general, las cosas se han separado por lo caliente y Io frfo, lo oscuro y lo claro. Ha producido un exceso de mate­ria, nada mas. No se puede hablar en ello de algun tipo de finalidad, sino solo de movimiento. Este movimiento es regu­lar y es el origen de todo el orden, un movimiento circular en torno a sf que continua por toda Ia eternidad, que es el todo infinito. Kl\'.L OKOL(X Ef.l.EAAE EOE09ttL Kl\'.L OKOll\'. ~v K(XL aaaa. vi)v

Eon Kttl. OKOL(X EOt(Xt, mfvto: OLEKOOf.l.llOE v6o~ Ko:l. t~v 1TEptxwpnotv mtrtT)V ~v vuv 1TEPLXWPEEL -reX. -rE &a-rpo: Ked. 6 NA.to~ KO:L ~ OEA~VT) KO:L 6 a~p Kl\'.l 6 o:te~p ot cX1TOKplVOf.l.EVOL. ~ OE 1TEPLXWPTJOL~ O:U"tT) ETToLT)GE anoKpLVE090:L [Ia inteligencia orden6 todas cuan­tas cosas iban a ser, todas cuantas fueron y cuantas seran, incluso esta rotaci6n en que ahora giran las estrellas, el sol y Ia luna, el aire y el eter que estan siendo separados. La misma rotacion hizo que se separasen] (Simplicio, In Aristotelis Fisi­ca 33b). E1TEL ~p~o:-ro o v6o~ KtVEEw, cmo -rou KtVEOf.1.Evou na.v-ro<; (-ro miv afiadido) cbrEKpLVEtO, KO:L oaov EKLVTjOE 6 v6o<; niiv tOU"tO OLEKpL9T)· KLVEOf.1.EVWV oE Kl\'.L Ota.KpLVOf.i.EVWV ~ 1TEPLXWPT)Ol<; 1TOUQ ~ii>..Aov E1TOLEE [naKp(vE09o:t [y cuando la mente inici6 el movi­miento, estaba separada de todo lo que era movido y todo cuanto la mente movio quedo separado; mientras las cosas se movfan y eran divididas, la rotacion aumentaba grandemente su proceso de division] (Simplicia, In Aristotelis Fisica 671). Del vou<; [intelecto] se dice (fr. 33b): 6 oE v6o<; oao: Eato:t -rE Ko:l. vuv Eon Kal. ~v [Ia mente que sera, que es y que ha sido].

Anaxagoras imaginaba el origen de los seres del si9uiente modo: las semillas de las plantas proceden del aire. Estas se unen con el agua y dan Iugar a las plantas. Las semillas de las almas animales proceden del eter, juntandose con la tierra pantanosa. Asf lo afirma el Anaxagoras de Euripides, Cris., fr. 6: «El alma procedfa de las semillas del eter y retornan a! eter despues de Ia muerte, como el cuerpo a la tierra de Ia que procede. Segun este engendrarse primitivo todo sucede por generacion €~ &U~A.wv'~ [los unos (seres) de los otros]».

La referenda completa procede de Hipolito, Re(11tatio I, 8, 12): (!{lex 51: 'l"~V J.lEV apx~v tV UYPC¥ YEVEOGt:u, J.!Ha 'l"Clll't'a OE E~ a.U.~AWV (los animales

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ANAXAGORAS

Anaxagor~s atribuye tambien percepcion sensible a las plantas: les adscribe un ~oEa9a.L [tener placer] y un A.une1a9cn [tener dolor]. Notable teoria Ia de que toda percepcion sensi­ble esta conectada con una especie de dolor. Teofrasto (De sensu I, 29): arrocaa.v o' a'(a8T)atv f.LEta A.UTTT)<; [toda percepci6n va acompafiada de dolor]. La percepcion sensible no es pro­vocada por lo similar, sino por lo distinto - segun Ia antici­pacion de Henklito. Lo igual no crea ninguna impresi6n en lo igual. Vemos, por ejemplo, el reflejo de los objetos en el globo del ojo. Solo que este se lo imagina con otros colores; puesto que los ojos son oscuros, vemos de dfa. Percibimos lo dulce con lo agrio, lo insalado con lo salado en nosotros. -Todo esto se refiere a! vof>c; [intelecto] paciente. El vovc; agente es el responsable del movimiento, especialmente del movi­miento voluntario.

Finalmente, parece que Anaxagoras fue un predecesor de Aristoteles (Metafisica I, 3): ya Hermotimo de Clazomene debio formular Ia frase del voflc;. En Claz6mene habfa un san­tuario erigido para Herm6timo: parece que este tenia el don de salir de su cuerpo durante mucho tiempo y, de vuelta, podia hablar de cosas lejanas. Sus enemigos aprovecharon esta circunstancia para quemar su cuerpo. El alma de Pitagoras debio habitar en el durante antiguas migraciones. Evidente­mente, nos enfrentamos con una interpretacion que el mismo Anaxdgoras habfa dado de una leyenda popular autoctona: con ello ejemplificaba Ia diferencia del vofl<; del cuerpo (Ca­rus, Nachgelassene Werke IV, 330 ss.). La interpretacion de los mitos es familiar ya en los anaxagoricos: el mismo debio decir que Homero era un poeta nEpl. &pe-rf]~ Kal. OLKetLoauvll<; [sobre Ia virtud y Ia justicia]. Reconocia en Zeus el vou~, en Atenea Ia 'tEXVll [tecnica], etc. Esto sera continuado sobre todo por su discfpulo Metrodoro. La interpretacion fisicalista («Agamenon es el eter») es aquf una caracterfstica de la ilus­traci6n. Homero y la mitologfa son tratados solo como una

nacieron originariamente en lo humedo y despues los unos de los otros). [N. del T.]

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

trasposici6n grafica de las doctrinas filos6ficas. Los principios ffsicos son tratados de manera tan piadosa, e incluso religiosa, que el pueblo crey6 que el eter, las nubes, etc., eran nuevas divinida.des, lo cual es maliciosamente ridiculizado en Las Nubes de Arist6fanes. En todo caso, sin embargo, el entusias­mo por captar los fen6menos naturales pertenece al neoc; [ca­racterJ de Anaxagoras: en realidad, se ha liberado tambien del sentimiento religiose: como Pericles, Euripides, etc.

§ 14. Em pedocles

Empedocles proced!a de la esplendida Agrigento. Su genealo­gla es la siguiente:

Exainetos

I Empedocles vence en Ia Olimpiada 71 KEATJ't'L [potro]

Met6n y Exainetos vencen Olimpiada 71 naAu [lucha]

I o oplJlt.¥ [ estadio]

Calicratides = Empe~ocles J

hija Exainetos vence Olimpiada 92 en I Olimpiada, segun Diodoro 13, 82

Empedocles tn1gico (vease Suidas)

Con frecuencia se le confunde con su abuelo, quizas tam­bien, en relaci6n con las tragedias, con su nieto. Familia muy noble y rica: Ia crfa de caballos es especialmente famosa; tam­bien habla de la riqueza de Empedocles el que haya emprendi­do una desviaci6n del rfo Hypsas a su costa. Enorme presti­gio, ya que su abuelo y su tfo eran 6AUfl1TLOVLKLXL [vencedores olfmpicos]. Su aKilD tuvo Iugar, segun Apolodoro, en Ia Olim­piada 84. La referenda temporal exacta resulta de Di6genes Laercio (VIII, 52): visita Turia inmediatamente despues de su

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EMP£DOCLES

fundaci6n (Olimpiada 83, 4): Apolodoro contradice Ia infor­macion de que Empedocles colabor6 con los siracusanos en su guerra contra Atenas (en el 415 etc.), porque entonces ya estaba muerto o era de avanzada edad. Pues, segun Arist6te­les, Empedocles muri6 (al igual que Heraclito) a los sesenta afi.os. I (Segun esto, Apolodoro daba por supuesto que naci6 aproximadamente en el 475 o antes. De este modo, Apolodo­ro situa su ci:KJl"Ti a la edad de treinta o treinta y cuatro aftos. En cambio, Neantes afirma (no Favorino, como opina Zeller), que lleg6 a la edad de setenta y siete aftos, con lo que, en cualquier case, situa su nacimiento antes, a saber, en el 492. Con ello concuerdan los datos de Eusebio, Olimpiada 81, y de Sincelo, a saber, que su OCKJlD tuvo Iugar coincidiendo mas o menos con su trigesimo quinto aniversario. Con esto tambien esta en consonancia lo que dice Simplicio (In Aristotelis Fisica 6b), a saber, que Empedocles era algo mas joven que Anaxago­ras, quien naci6 en el 500, o sea, unos ocho afi.os.

Segun Apolodoro: nacimiento en el 475 aprox. madurez en: el 444 aprox. muerte en el 416 aprox., o antes, a los 60 afios.

Segun Neantes: 492 aprox. 456 aprox. 415 aprox., aunque a los 77 afios.

Arist6teles dice explfcitamente (Meta(fsica I, 3): 'Av~~ayopac; OE- t'fl f.LEV ~A~Klg: np6tepoc; wv 't'OU't'OU 't'Ol~ c5' EpyoL~ uatEpo~ [Anaxagoras, que es anterior a este por Ia edad y posterior por las obrasj3 1•

Segun el calculo de Apolodoro, Empedocles era unos 25 afios mas joven. En todo case, el uotepo~ [posterior] quiere decir: «mas maduro, mas avanzado••; se muestra Ja envidia predominante de Arist6teles hacia Empedocles; en ese pasaje, Arist6teles situa a Empedocles entre los fisi61ogos primitives,

31. Tambien Teofrasto dice ou nolu Ka-r6nw -rou 'Avtx~txy6pou yEyovw<; [habiendo nacidono mucho despues que Anax:igoras).

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

y coloca a Anaxagoras detnis de el no por motives cronol6gi­cos, sino valorativosJV.

Todo cuanto conocemos de su doctrina32 coincide en el heche de que recelaba de todas las celebridades filos6ficas anteriores a el. Teofrasto dice que Parmenides (Di6genes Laer­cio VIII, 55) que fue su (t"}A.urri,<; [emulador] Kal. f.LLI-lll~ kv to1c; noLi)JlaOL [e imitador en asuntos poeticos]. Segun Hermipo (Di6genes Laercio VIII, 56) no fue un f.LLf.Lllt~c; {llLJl~oao8c.n t~v f:rronodav) [imitador (imitando Ia obra poetica)] de Parmeni­des, sino de Jen6fanes. Segun el efesio Diodoro (Di6genes Laercio VIII, 70) E('llAWKEL [emulaba] a Anaximandro, tpayLKOV aaKWV tu<j>ov KIXL OEf.LV~V O:vat..api)v €aefrca [practicando Ia vani­dad tragica y Ia solemnidad de los vestidos]. Segun Alcidamas (Di6genes Laercio VIII, 56) de Pitagoras ~v OEf.LVOt'lltiX (l)A.woaL 1:ou 1"E pCou Kat -roD ax~Jla-roc; [emul6 su solemnidad y su esque-

IV. en el 415 hubiera tenido 90 afios aproximadamente

Anaxagoras nace 5 00 Empedocles nace 490

505 _@

muere 430 445 muere aprox. 415 mxv.eAwc; u1!Epye¢npa.Kwc;

es decir, nacimiento

as afios? Emp. 495 nace Olimpiada 72 nace, 84 aKJl~

435 muere 48 afios en Ia tXKf.l~ 415 hubiera tenido 80 afios

Es mas joven que Anaxagoras y en el 415 era ya muy viejo. Su aKf.L~ a los 48 aiios. Di6genes Laercio II, 2 aKf.L~ de Anaximan­

dro segun Apolodoro. Arist6teles (Ret6rica II, 14) extiende Ia a:Kil~ espiritual hasta los cuarenta y nueve afios. Segmento temporal co­mun entre los treinta y los cuarenta y nueve afios.

32. S6focles, el poeta de las pasiones del individuo agonal. El Filoctetes, Ia canci6n del exilio.

Los medics contra Ia egolatrla desmedida de los individuos: los instintos patri6ticos, Ia publicidad, Ia competici6n, el amor.

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EMP£DOCLE!

rna de vida] y de Anaxagoras t~v <jluaLO.Aoy(av [su teorfa de Ia naturaleza]. Proced!a de una familia agonal. Tambien el caus6 realmente una gran sensaci6n en Olimpia (Di6genes Laercio VIII, 66). Iba · por todas partes con ropas de purpura, con cinturones de oro, zapatos de bronce y una corona delfica en Ia cabeza. Llevaba el cabello largo: sus rasgos eran siempre igual de oscuros; dondequiera que fuese, sus servidores iban detras de el. En Olimpia, un rapsoda recitaba sus w8apJ.lOL [Purificaciones]. Para no faltar a sus principios, inmo!a un toro asado en harina y miel en conmemoraci6n de su triunfo (Zeller, p. 659, nota sin raz6n). Se trataba de un intento ma­nifiesto .de introducir a todos los he! enos a una nueva vida y a una cosmovisi6n pitag6rica. Vista desde fuera, se trataba de una reforma de los sacrificios. Estas Ka8ap~ol. comenzaban con un saluda a los amigos de Agrigento: ~<Amigos, isalud! Yo, dios inmortal para vosotros, ya no mas mortal, soy honrado por todos, como asf merezco, coronado con cintas y con flo­ridas guirnaldas. Cuando llego a las villas florecientes, sus hombres y sus mujeres me adoran. Miles de ellos siguen pre­guntandome d6nde esta el camino que conduce a Ia salvaci6n, los unos requiriendo vaticinios, los otros buscando escuchar una palabra curativa para las enfermedades mas diversas, pues desde hace tiempo estan atravesados por arduos dolores,33·­

Pero ~que puedo mostrar yo en esto, como si hiciera algo grande El 8Vt"}'t"WV rrEplELf.LL noA.ucp8opEuW av8pWiTWV (si me eleva por encima de los mortales, los hombres de muchos sufri­mientos]. En este sentido, lo que Empedocles buscaba era que se palpara lo mas profunda de la unidad de Ia vida: como el hecho de comer carne es una especie de autofagia, un asesina­to de los parientes mas pr6ximos. Buscaba una enorme purifi­caci6n del hombre, asf como Ia abstinencia de habas y laurel.

33. Goethe a"Lavater: «Desconfio de las artes secreras. Nuestro mundo moral y polftico esta minado por pasadizos subterraneos, cuevas y cloacas, como suclen ser las ciudades en cuya dependencia y relaciones existentes nadie piensa ni siente: s6lo quien de algun modo reconoce esro, comprende­ra que ocurre cuando el suelo se hunde y se desvanece el humo, escuchando­se maravillosas notas».

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lOS FllOSOFOS PREPlATONICOS

Arist6teles (Ret6rica 1, 13): KCtL we;' E~1TEOOKATJ~ AEYEI. nEpL tOU 1.1~ KtEI.vELv to E~I)Juxov· touto y&p ou not. IJ.EV otKatov, no( 6' ou OLKatov [asf se expresa Empedocles sabre el hecho de no matar a ningun ser animado, lo cual no puede ser alga justa para unos e injusto para otros], <<sino que esta es Ia ley de todo lo que se extiende por el amplio eter y por el esplendido e inconmensurable cielo». Teofrasto afirma prolijamente (Ber­nays, p. 80): <<Puesto que el amory los sentimientos de paren­tesco prevalecen en todos los seres, es comprensible que nadie mate a ninguna criatura, etc.». Todo el mi8oc; de Empedocles descansa en este punta, a saber, que todo lo vivo es uno; dioses, hombres y animales son una sola cosa34

• Sexto Empfri­co (Adversus mathematicos IX, 127) tiene raz6n a! afimar que en el mundo entero el alma es un 'Ev rrvEU!let [un soplo], lo cual nos equipara tambien con los animales. La <<unidad de Ia vida» es el pensamiento de Parmenides, expresado con menor pro­ductividad, sabre Ia unidad del ser: en Empedocles, conviven­cia Intima con Ia naturaleza entera desemboca en un senti­miento de compasi6n desbordado. La funci6n de su existencia consiste en poner de nuevo bien lo que el ve1Koc; [odio] ha hecho mal; en anunciar, dentro del mundo del ve1Koc;, el pen­samiento de Ia unidad en el amor e incluso servir de ayuda allf donde encuentra el dolor como consecuencia del vE1Koc;. Em­pedocles se pasea con dificultad por este mundo de rormento y de enfrentamiento; su existencia en el mundo del ve1Koc; solo se puede explicar por un error: en algun riempo debi6 cometer un sacrilegio, un asesinato o un perjurio. La culpa esta adherida a Ia existencia en un mundo como este.

Curiosamente, tambien desde esta predisposici6n anfmica se explica su actitud polftica. Tras Ia victoria de Himera, las ciudades aliadas con Gel6n obtuvieron un gran botfn de re­compensa; en especial, Agrigento recibi6 innumerables escla­vos de estado. Comienza aquf una epoca dorada de setenta

34. Goethe: <<Y, asi, toda criatura es un tono, la sombra de una gran armonla que, en general, debe ser escudiada, puesto que, de no serlo, el individuo es una !etra muerta».

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EMPtOOCLES

anos para Ia ciudad de Agrigento; algunos individuos llegaron a disponer de hasta quinientos esclavos a su servicio. Empe­docles dice de ellos (Di6genes Laercio VIII, 63): <<Los agrigen­tinos se abandonan a los placeres como si fueran a morir manana y construyen casas como si fueran a ser eternos». Gel6n era entonces el senor de Siracusa y Gela, Teran lo era en Agrigento y su hijo Trasideo en Himera. Tras Ia muerte de Gel6n, el poder recay6 en Hier6n, gran protector de artistas: Pfndaro, Sim6nides, Baquflides, Epicarmo, (Empedocles), Es­quilo. Tras Ia muerte de Ter6n en el472, Sicilia experiment6 cambios sustanciales. Por esta epoca, Empedocles contaba con veinte anos. Trasideo, convertido ahara en senor de Agrigen­to, clio rienda suelta a sus instintos violentos y sanguinarios, ampliando su ejercito hasta veinte mil hombres. Insensata­mente, provoc6 a su vecino Hier6n: fue un enorrne bano de sangre, con dbs mil agrigentinos y cuatro mil siracusanos muertos, Ia mayorfa de ellos helenos, segun Diodoro (XI, 53). Trasideo, completamente vencido, huy6 a Megara, en Ia Gre­cia propiamente dicha, donde fue condenado a muerte. Hie­ron consider6 sometidas ambas ciudades y envi6 a muchos hombres al destierro. Los agrigentinos constituyeron enton­ces un regimen democn1tico del que Met6n fue plausiblemen­te uno de sus fundadores mas influyentes (Di6genes Laercio VIII, 72). Empedocles vive el transito hacia este gobierno po­pular. Tras la rnuerte de su padre, ernpiezan de nuevo las agitaciones tiranicas. La autoridad principal residfa en el Se­nado de los Mil; sin embargo, los desterrados tras Ia cafda de la casa de Gel6n, una vez de vuelta a Sicilia, ejercieron una enconada oposici6n. Parece que Empedocles, joven aun, re­primi6 un conato de tiranfa: esta seria su prtmera interven­ci6n en polftica, tambien como orador: Empedocles fue invi­tado a un simposio por uno de los (mil) apxovrec; [arcontes] y se enfad6 porque, servida Ia comida, hubo que esperar tov rfi~ ~ouA.f)c; UTrT'JPEt~v [al ordenanza del consejo]. Cuando este lleg6, se le hizo OU!l'!TOOlcxpxoc; [simposiarca]. Entonces este dio Ia ar­den de que se: hiciese la €wA.oKpetcr_lav, en todo caso porque tropieza con refractarios: o beber o ser rociada. · Es posible

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LOS FILQSOFOS PREPLATQNICOS

que se trate de una alusion simbolica. Empedocles permane­cio inm6vil; al dfa siguiente, convoco a los dos a juicio y les conden6 a muerte. Puede apreciarse aquf el odio apasionado contra Ia tiranfa. Pero Empedocles fue mas lejos al disolver el Consejo de los Mil, evidentemente porque se habi'a vuelto sospechoso. Mantuvo el orden con una elocuencia enorme­mente arrebatadora; Timon de Fliunte le llama ayopaCwv

XT)AT)tfl~ EnE.wv [seductor de versos en el agora]. Allf nacio Ia retorica, como dice Aristoteles, que, en el di<ilogo Sofista, dice de el: npwtov pT)tOplK~V KEKlVT)KEVCU [el primero que empleo Ia retorica]; vease Di6genes Laercio (VIII, 57), Sexto Empfrico (VII, 6). De el aprendio Gorgias. En Agrigento, Polo proyecta una 'tEXVT) [tecnica]. Con su ayuda, persuade a los agrigentinos de ta6tl)ta noA.LnKi,v aaKE'iv [ejercer Ia igualdad polftica] (Dio­genes Laercio VIII, 72). Siendo rico como era, podfa abaste­cer a las ciudadanas mas pobres: evidentemente, se esforzaba par disolver las diferencias de fortuna. Fue tan popular que se le ofrecio Ia paaLXda [realeza], que el rechazo. Despues de restablecer el arden en Agrigento, intento tambien acudir en ayuda de otras ciudades. Abandona Agrigento para ver mun­do: en Olimpia, recita sus Ka8o:p!loL [Purificaciones], en las que se despide de los agrigentinos. Luego se le ve en Turia, Mese­ne, Peloponeso y Arenas, en Selinunte, donde ahuyent6 una peste asumiendo los gastos de Ia conexion de dos rfos con el Hypsos (sistema fluvial). Los selinuntios celebran una fiesta en el rfo; cuando Empedocles aparece ante ellos, se postran ante el y le adoran como a un dios. Su efigie es acufiada en monedas (Karsten, p. 23), donde aparece como auriga soste­niendo el tiro de Apolo. Timeo dice (Diogenes Laercio VIII, 67): uatEpov jlEVtOl tOU , AKp&yo:vtoc; OlKl(OjlEVOU avtEOtT)OCGV atrrou Ka96<'i4l o\. i:WV €xepwv an6yoVOl' OlOTIEp EL~ IIEAOTTOVVT)OOV ci:noxwprjao:c; Ei:EAEUi:T)OEV [no obstante, despues de haberse fun­dado Agrigento, se opusieron a su regreso los descendientes de sus enemigos; por eso se refugio en el Peloponeso, donde muri6]. ~Cual es el motivo por el que no puede regresar a su patria? Supongo que tou 'AKpayo:vtoc; oixnpo-jlEvou, «porque consideraba a Agrigento digna de compasion»? {Q bien se

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EMPEDOCLES

refiere al retorno de los desterrados, es decir, el Consejo de los Mil? ~0 bien al hecho de que «Agrigento fundo una colo­nia>> (otKL(ovtoc;)? N se le nombro jefe de Ia misma? Existen todo tipo de leyendas sabre su muerte. Lo cierto es que no se ha podido saber donde fue enterrado. En cualquier caso, como opina Timeo, debio ser enterrado en el Peloponeso, no en Sicilia. En general, podemos dar credito a lo que Timeo dice de el (vv. 384 ss. Karsten): Ek OE tEAOc; jltXlJtELC; 't'E KCXL u~von6A.oL Kat L~tpol I Kat np6~oL &vepwnoLaLv €nLxeov(oLOL n€Xov-r:cu I EV8Ev ~va~Xaatofm 8Eol i:l!li'JOL <)>EplOtOL [y, final­mente, llegan a ser adivinos, poetas, medicos y prfncipes entre los hombres que habitan sabre la tierra, a partir de entonces florecen como dioses, superiores en dignidad]. Esta era su creencia: que se habfa transformado en un dios, de lo cual dan fe las leyendas a media camino entre la seriedad y Ia ironfa. Empedocles es adivino, poeta, medico y prfncipe (esta palabra en sentido general, no en el sentido de nipcxvvo~ [tira­no ]) ; despues, tras su peregrinacion, tam bien 6Eo~, oDKEtl evT)toc; [un dios, ya no mas mortal]. Pero {como es capaz de llegar hasta los demas dioses, sentandose despreocupadamen­te en su mesa fibre, libre de la muerte y de Ia vejez (vv. 387-388)? Empedocles se arrojo al Etna porque querfa consolidar la opinion de que ei era un dios. El suceso inmediatamente previa al de su muerte fue o bien Ia adoracion de los selinun­tios o bien Ia curaci6n de Ia agrigentina Pantea. La version menos mitica (aunque no por ella totalmente increfble) es relatada por Neantes (Diogenes Laercio VIII, 73): Empedo­cles asiste como invitado a una reunion en Mesene; alii se rompe una costilla y muere como consecuencia de ella. Sin embargo, tambien en este caso Ia muerte ocurre en Sicilia. Su tumba era mostrada en Megara, naturalmente Megara de Sici­lia. La ingenua mentalidad mftica explica de dos maneras su desaparicion: la primera, la version ir6nica, arrojandose al Etna; Ia segunda, la version pragmatica, rompiendose una costilla y siend.o posteriormente enterrado en Megara.

Empedocles es el filosofo trdgico, contemponineo de Es­quilo. Lo mas notable de este filosofo es su extraordinario

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LOS FIL6SOFOS PREPLAT6NICOS

pesimismo, alga que, sin embargo, no opera en el de manera estatica, sino de manera extraordinariamente activa. Aun cuando sus ideas polfticas son democraticas, su pensamiento fundamental, no obstante, es el de conducir a los hombres hacia el principia KOLva y&p -r& -rwv ¢(A.wv [las cosas de los amigos son comunes] de los pitagoricos, esto es, hacia una reforma social con abolici6n de Ia propiedad. En Ia idea de fundar un reinado (mica del amor universal, al no poder llevarlo a cabo en Agrigento, Empedocles deambulo como profeta errante. Su influencia se limita a los ambientes pita­goricos que florecieron durante ese siglo (aunque no en Sici­lia). En el afio 440, habiendo sido expulsados de todos los sitios, los pitagoricos se retiraron a Regia. Es evidente que Ia derrota de los pitagoricos esta en relacion con el exilio de Empedocles y su muerte en el Peloponeso. Sin embargo, es bien posible que no hubiera tenido ninguna relaci6n directa con los pitag6ricos; mas tarde se le inculp6 de haber revela­do sus secretos. Tambien es cierto que Empedocles se rela­ciona con Ia mfstica 6rfico-pitag6rica del mismo modo que Anaxagoras se relaciona con Ia mitologfa helenica: asocian­do los instintos religiosos con explicaciones cientffico-natu­rales y ampliandolos con rasgos cienrfficos. Empedocles es un ilustrado, de ahf Ia antipatfa que sentfan los creyentes hacia el. En esre sentido, continua aceptando Ia totalidad de los dioses y el mundo de los demones, en cuya realidad cree no menos que en Ia de los hombres. El mismo se siente un dios en el exilio; se lamenta par Ia manera en que ha cafdo de las cumbres del honor y de Ia felicidad: «Llore y me lamente al ver una region que no me era acostumbrada». Maldice e1 dfa en que con sus labios sabore6 el banquete sangriento. Este parece ser su sacrilegio, su mancha por ¢6voc: [crimen, sangre derramada] (v. 3). Empedocles describe las desgracias de aquel sacrflego originario: Ia ira del eter le impulsa al mar y este le arroja de nuevo a Ia tierra; Ia tierra le empuja hacia las llamas del sol y este de nuevo a! eter; sus males van de elemento en elemento, pero rechazados por cada uno de ellos. Por fin, parece que se convierten en mar-

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EMP~DOCLES

tales: «Oh, rata miserable de los mortales, del todo desven­turada, de que discordias y lamentos habeis nacido». Por este motivo, iEmpedocles crefa que los mortales eran dioses cafdos y castigados! La tierra es una caverna oscura, un valle de Ia desgracia (AEL!1WV tX'tTJ~). En el habitan el crimen, el rencor y otras Keres, enfermedades y corrupcion. Cae sabre un cumulo de demones contrapuestos: Deris y Armonfa, Calista y Aiscre, Thoosa y Denaya, Nemerte y Asaphea, etc.; Physo y Phthimene (Naturaleza y Decadencia). Pero en tan­to que mortal, los miembros del hombre poseen debiles fuer­zas. Muchas son las desgracias que le amenazan y le arena­zan. El hombre porffa por una pequefia porci6n de vida que no merece Ia pena vivir. Luego, un destino prematuro las arrebata y las disuelve como el humo. Solo creen en aquello con lo que tropiezan; pero todos se vanaglorian de haber enconrrado el Todo. Vana sabidurfa: pues los hombres no lo pueden captar ni con Ia vista ni con el ofdo ni con Ia inteli­gencia. Empedocles insiste en esta incertidumbre hasta el maximo. Ut interdum mihi furere videatur [a veces me pare­ce que fuera presa de Ia locura], dice Cicer6n (Academica II, 5). Plutarco describe asf el caracter de su poesfa (De ge1tio Socratis, 580) (VIII, p. 292 Reiske): <jJo:oiJocrwv Kat 11uewv Kal. OELOLOO:L!lOv(o:c; &:vchrA.E<.uc; Ko:l. ~-tcfA.a PEPtxKXEU) .. LiiVTJ [repleta de imagenes, de mitos y de supersticiones, y muy impregnada de furor baquico].

En este mundo de discordia, de sufrimientos y de contra­rios, Empedocles encuentra un solo principia que garantice un arden c6smico totalmente distinto. El encuentra a Afrodi­ta. Todos Ia conocen, pero nadie como principia cosmico. Para Empedocles, Ia vida sexual es lo mejor y lo mas noble de rodo, Ia contraposicion mas noble, Ia mejor antftesis del im­pulso de separaci6n. Se muestra aquf con gran claridad el impulso comun de las partes separadas para procrear alga. Las casas afines se separaron una vez entre sf y ahara tienden a reunificarse. La cjJL,Ho: quiere superar el reino del vE'iKoc;; Empedocles Ia llama cjJLAOtTJ<; atopyT, KtmpLc; 'A¢po~Ht11 'Ap!lOVLT) [amistad, amor~ Chipre, Afrodita, Armonfa]. Lo esencial de

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LOS FIL6SOFOS PF\EPLAT6NICOS

este impulso es Ia tendencia hacia lo igual: de lo desigual surge el dolor; de lo igual, el placer. En este sentido, todas las cosas estan animadas, en la medida en que sienten un impulso y un placer por lo igual, asf como el displacer por lo desigual. Nosotros vemos Ia tierra con Ia tierra, el agua con el agua, el eter con el eter, el fuego con el fuego; el amor solo con el amor, el odio con el odio. El autentico pensamiento de Empe­docles es la comuni6n de todo /o que ama: en todas las cosas existe una parte que las induce a mezclarse y a unirse; pero tambien un poder enemigo que las disgrega. Ambos impulsos luchan entre sf. Esta lucha da por resultado el nacer y el pere­cer. Es un terrible castigo estar sometido al vE1Kot; [odio], VELKE'L !lCt.LVOJ.lEV<¥ n(ouvot; [confiado en el furioso Odio]. La migra­cion a traves de todos los elementos es el equivalente cientffi­co-natural de la metempsicosis de Pitagoras: Empedocles mis­mo declara haber sido ya un ave, un arbusto, un pez, un muchacho y una muchacha. En estos casos se sirve de la ex­presion mftica de los pitagoricos. Esto hace que su compren­sion sea algo tan diffcil que en el el pensamiento mitico y el cientffico discurren paralelos, cabalgando sobre ambos caba­llos, saltando del uno al otro. Aquf y alia puede apreciarse ya la alegorfa en Iugar del mito; asf, Empedocles cree en todos los dioses, si bien los denomina con el nombre de elementos cientffico-naturales. Especialmente notable es su interpreta­cion de Apolo, al que comprendio como un espfritu (Arnonio, De interpretatione, 249, I): <<Nadie puede acercarsele, ni al­canzarle con las manos; no tiene una cabeza que sobresalga de sus miembros, ni le bajan dos ramas de su espalda, ni pies, ni n1pidas rodillas, ni vergi.ienza; sino que era un espiritu (¢p~v) mas sagrado e inefablemente mayor que atraviesa Ia totalidad del mundo con pensamientos rapidos». Por el contrario, to­dos los dioses han tenido un nacimiento y tampoco son eter­nos (solo son J.let.Kpa.(wvE~ [mas felices]). Este ¢p~v [espfritu] no es, por ejemplo, el principia motor, segun Ia idea de Anaxa­goras, sino que le basta aceptar ~a existencia del odio y del amor para comprender todo movimiento. En comparacion con Anaxagoras, vemos aquf como se esfuerza Empedocles

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por aceptar un mfnimo de vouc; [intelecto] para explicar ya desde el cualquier movimiento; el vouc; era para Empedocles demasiado ambiguo. Le bastaban el placer y displacer, los fe­nomenos ultimos de Ia vida: los dos como resultado del im­pulso de atraccion y repulsion. Si estos rigen los elementos, entonces todo puede explicarse, incluso el pensamiento. Em­pedocles ha instaurado Ia <)JLALU [amor] y el VELKO~ [odio], mas concretes, en lugar del vouc;, mas abstracto. Por lo demas, Empedocles supera cualquier mecanicismo del movimiento· . ' mtentras que Anaxagoras atribufa el principia del movimiento al vou~ y comprendfa los movimientos sucesivos como efectos indirectos. Esto era algo consecuente. En efecto, ~como un ov [ente] inmovil podrfa influir sobre otro ov inmovil? No hay una explicacion mecanica del movimiento, sino tan solo una explicacion mediante impulso y animaci6n. Solo estos mue­ven; por lo tanto, nolo hacen de golpe, sino progresivamente y en todos sitios. Ahora bien, su problema principal es hacer surgir un mundo ordenado a partir de esos impulsos contra­puestos, sin cualquier fin, sin cualquier vouc;. Y aquf le basta la gran idea de que, entre las innumerables malformaciones y formas imposibles de Ia vida, surjan tambien determinadas formas adecuadas y aptas para Ia vida; Ia adecuabilidad de lo existente remite aquf a Ia existencia de lo adecuado. Los siste­mas materialistas no han superado nunca esta idea. Actual­mente disponemos de una aplicacion especial en Ia teorfa da­rwiniana. Asf, pues, en las uniones, el amor no procede por adecuabilidad, sino solo por mera unificaci6n; el amor lo aco­pla todo: hfgados de toro con cabezas humanas, hombres con cabezas de toro, cuerpos masculines y femeninos a Ia vez, y todas las monstruosidades posibles. Paulatinamente los miem-. . ' bros confluyen tambien armonicamente, llevados siempre por ei impulso de lo igual.

Estas son las fuerzas del movimiento. Pero aquello que es movido son los ovra. [entes] segun Ia idea de Parmenides: inen­gendrados, indestructibles, invariables. Pero mientras que Anaxagoras concebfa todas las cualidades como reales y, por ello, eternas, Empedocles solo halla cuatro realidades verda-

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deras, es decir, cuatro cualidades y sus mezclas: Tierra, Fue­go, Agua y Aire. ZEuc; t' &py~c; "Hp'l) tE 4>Ep€op~oc; Tjo' 'A'UiwvEuc; Nf)on<; e' [Zeus resplandeciente, Hera vivificadora, Edoneo y Nestis]: Zeus-Fuego, Edoneo-Tierra, Hera-Aire, Nestis-Agua, una divinidad siciliana (II I, p. 1180, Eustath.) que deriva de vaw [fluir]; vf)ooc; [isla], la nadadora 1TAWtfl E1Tt v~ac.p [en Ia isla que flota] (X, 3) Na~oc; = N~Kwc;. N11peuc;, N'l)·Lac;. Junto a estas caracterizaciones mfticas tambien se hallan: 1) nDp TiA.LOc; TjA.EK:twp "H¢awtoc; [fuego, sol, electro, Hefesto]; 2) ate~p oupavoc; [ eter, cielo); 3) Yi'l xewv aitx [tierra, ct6n, ea]; 4) uowp OIJ.Ppoc; n6vtoc; e&A.aaoa [agua, lluvia, ponto, mar]. Estas cuatro materias principales contienen en sf toda la materia; esta no puede ni aumentar ni disminuir. La fisica las ha conservado durante mas de dos mil afios. Todas las combinaciones entre estas materias originarias no afectan a sus cualidades: las mez­clas ocurren solo porque las partes de un cuerpo penetran en los intersticios de las partes de otro, sin que el uno se trans­forme en el otro. La mezcla mas completa tambien se basa en una amalgama de pequefias partes. Y al reves: cuando un cuer­po surge de otro, no se transforma el uno en otro, sino que sus materias abandonan su antigua conexion. Si dos cuerpos estan separados entre sf par su sustancia y, sin embargo, ac­tuan el uno sabre el otro, esto solo sucede por el desprendi­miento de pequefias partfculas invisibles que penetran en las aberturas del otro. Cuanto mas completamente se correspon­dan las aberturas de un cuerpo con los efluvios y las partfculas de otro, mas apto sera para mezclarse con el. Asf, Empedocles dice que Ia similar y lo facil de mezclar son amigos; lo igual anhela lo igual. Lo que no puede mezclarse es enemigo. Pero el autentico principia motor continua siendo siempre la 4>LALa [amor] y el vE1Koc; [odio], es decir, existe una relacion necesa­ria entre sus efectos y Ia forma de las casas. Las materias deben estar mezcladas y formadas de tal modo que sean pare­cidas y se correspondan; entonces se les afiade Ia 4>LA.la. Sin embargo, lo que originariamente da forma a las casas es el azar, la avayK:Tl [necesidad], no una especie de intelige~cia. Pues Ia <jJLA.(a es estolida, solo tiene un unico impulso hacta Ia

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EMP~DOCLES

homogeneo. Todos los movimientos, surgen, par tanto, segun Empedocles, de manera no mecdnica, si bien conducen a un resultado mecanico: extrafia amalgama de intuiciones mate­rialistas e idealistas. Vemos aquf la influencia de Anaxagoras: todas las casas son mezcla de las protomaterias; pero no ya de innumerables inaterias, sino solo de cuatro OflOLOIJ.Epf) [homeo­merfas]. Pero entonces se apodero de Anaxagoras un intento por superar aquel dualismo del movimiento: el movimiento como efecto del voD~ [intelecto] y el movimiento como cho­que. Pues Empedocles se clio cuenta con toda razon que dos ovta [entes] absolutamente diferentes no pueden ejercer nin­gun efecto de choque. Sin embargo, no lagro reconocer en el movimiento posterior la accion de una fuerza primitiva: los principios dimimicos eran siempre !a <)HA.(a [amor) y el vE1Ko~ [odio]. La conclusion es Ia siguiente: si pensamos que solo actua Ia 4>LA.lct, entonces, tras un breve movimiento general, todo retornara a Ia calma. Si pensamos que solo actua el vE1Koc;, entonces, tras una separacion absolura, todo retornara a Ia calma. Par lo tanto, ambos deben luchar entre sf. Empedocles se ve afectado por el predominio hcraclitiano del II6.l.EflO<; [Ia Guerra] como padre de las cosas. Pero si pensamos que sus fuerzas son iguales y actuan simultaneamente, entonces no hay movimiento. Par tanto, los periodos de predominio de­ben alternarse: En el acj>a'Lpoc; [esfero] dominaba originaria­mente !a armonfa y el reposo; luego comenzo a agitarse y todo comenzo a separarse. Ahara, el Amor: se form6 un tor­bellino en el que los elementos se mezclaban y se engendra­ban los seres individuales. Paulatinamente, el Odio disminuye y deja paso al predominio del Amor, etc. Ahara hay muchas casas que no se explican: ~es lo similar consecuencia de Ia <jJLA.lct o Ia <jJLA.Ltx irrumpe en lo similar? Pero enronces, ~de donde procedfa lo similar? Evidenremente, son las semillas de una vision puramente atomico-materialista de Empedocles. Con ella esta relacionada la tear .fa de las formaciones por azar, es decir, de todas las combinaciones posibles y absurdas de los elementos de las que algunas son litiles y aptas para Ia vida. Empedocles no explica en lo fundamental absolutamente

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- nada, porque Ia fuerza de Ia ¢LHet. y del VELKoc; no puede ser medida de ningun modo: no se sabe cud! ni cudnto de las dos fuerzas es mas poderosa. En general, entre las diferentes con­cepciones fundamentales de Empedocles no hay una con­gruencia total: la multiplicidad de las casas se atribuye tanto a la ¢LHa como al vE'LKoc;. El pesimismo corresponde decidida­mente a Ia idea de que Ia tierra s6lo es el escenario del vE'LKoc;. La idea de una epoca paradisfaca de la humanidad no con­cuerda con ello, y mucho menos con su cosmogonfa. El reino

· del azar est:l completamente indeterminado. La doctrina de las cmoppoa.( [efluvios] presupone el espacio vacio. Pero Em­pedocles, en concordancia con Anaxagoras, las rechaza. En cambia, su grandeza reside en que prepar6 el atomismo en sentido estricto: Empedocles fue mucho mas alla que Anaxa­goras. Habfa que extraer una consecuencia natural: atribuir el poder de la ¢LHa y del vE'LKoc; a una fuerza inherente a las casas. Y Dem6crito hall6 que bastaban el peso y la forma. En cualquier caso, una vez halladas las cinoppoa.l. [efluvios], era necesario aceptar la existencia del espacio vacfo, tal como hizo Dem6crito. Especialmente brillante fue Ia hip6tesis del origen de lo util. Empedocles dio con todas las ideas basicas del atomismo, esto es, Ia hip6tesis basica de una vision de Ia naruraleza cientifica de los antiguos que, continuada en lo fundamental, va mas alla de sf misma, de manera parecida a lo que hemos podido comprobar en nuestras modernas ciencias naturales. Asf, frente a Anaxagoras, Empedocles sali6 decidi­damente vencedor35 • Ciertamente, solo en un punto excedi6 a

35. Contra Anaxagoras: cPor que un sinfin de ov-tet, si se puede aceptar Ia existencia de partes

infiniras? Por lo tanto, el numero de verdaderas cualidades es menor. cPor que voii~ y no solo voluntad, si solo se depende del movimiento? cComo es posible el movimiento, si no todos los seres tienen su capa·

cidad? Los fines no son necesarios para Ia explicacion de lo adecuado; por

tanto, no hay un voii~ necesario. Lo apto para Ia vida. El movimiento no es suficiente para dar una explicaci6n del organismo.

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Anaxagoras, aunque no le super6: sus principios de ¢LHet.

[amor] y de vE'LKoc; [odio] para dejar de !ado el movimiento dualista. Con Anaxagoras solo se dio un paso hacia el domi­nio inexplicable de un voile; [intelecto ]; Empedocles acept6 progresivamente este dominio sin explicar, impenetrable y acientffico, sin poder satisfacerse a sf mismo por ello. Si se atribuye todo movimiento al efecto de unas fuerzas incom­prensibles, inclinaci6n y aversion, entonces, en Jo fundamen­tal, Ia ciencia se disuelve en magia. Pero Empedocles se situa progresivamente en este limite: y en casi todas las cosas el mismo es una figura limite. Oscila entre medico y mago, poe­ta Y orador, dios y hombre, hombre de ciencia y artista, esta­dista y sacerdote, entre Pitagoras y Democrito. Empedocles es una figura policromatica de Ia antigua filosoffa. Con el acaba la epoca del mito, de Ia tragedia, de lo orgiastico; pero con el tambien aparece un griego nuevo en forma de estadista demo­cnitico, orador, ilustrado, aleg6rico, de hombre de ciencia. En Empedocles se cruzan ambas epocas; es, par completo, un hombre agonal.

§ 15. Leucipo y Dem6crito

De Leucipo no se sabe nada. Debi6 ser natural de Abdera o Mileto. Arist6teles (Metafisica 1, 4) cita a Dem6crito como ha.'Lpoc; (compafiero] de Leucipo, palabra un tanto general. Tambien Dem6crito debi6 ser natural de Abdera o Mileto.

En. An.axagoras, el, voiic; sale en ayuda de esro. Mejor: explicar todas las casas umtanamente. ·

La vida no es nada ererno, sino que surge cuando ciertos atomos conflu­yen. Comportamiento quimico de esta nueva vida cualitativa.

La identidad de rodo lo viviente, (como se deduce en Empedodes? Es Ia primera cualidad que rara vez se genera.

La circunstancia de Ia mezcla primitiva es para Empedocles Ia mas afor· tunada; para Anaxagoras, es el caos.

Lo peri6dico en Empedocles: (que ocurre con Anaxagoras cuando el voiic; ha concluido con Ia diferenciaci6n?

La vida solo descansa en Ia forma, en Ia agrupaci6n de los atomos.

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Evidentemente, se ha aplicado sobre el desconocido casas que se saben del conocido. Si se le considera eleata (Teofrasto -Simplicia, In Aristotelis Fisica 7-llama a Parmenides su maes­tro), entonces no se puede dudar de Ia relacion del atomismo con los eleatas; solo que no cabe suponer una relaci6n doctri­nal directa. Aristoteles (De Melissa c. 6) afirma que Democrito es citado E:v tol.c; AEuKhrrrou KCXAOUflEVOLc; A.6yoLt; [en los razona­mientos citados en Leucipo]: con ella se referfa evidentemen­te a una breve enumeraci6n de sus pensamientos, pero no a un escrito fntegro, alga similar a lo que aceptamos en el caso de Tales. Segun Di6genes Laercio (IX, 46), Teofrasto relacio­no con Leucipo el f.J.Eycxc; ouxKOOflOC: [Gran cosmogonfa]. Aun no se ha Ilevado a cabo el intento de ver si los pasajes en que Arist6teles cita a Leucipo lo diferencia de Democrito con pre­cision. A partir de un pasaje se ha llegado a Ia conclusion de que Arist6teles afirmo Ia absoluta igualdad de todos sus jui­cios, aunque esto no se halla en TIEPL yEvEoEwc; (Sabre Ia gene­raci6n y Ia corrupcion] I, 8: 600 oE Jla.:\.Lo-ra KCXL TIEPL nav-rwv Evl. A.6yy liLwp(KcWL AEUKLTinoc; Kal. b.T]JlOKpLtoc; «ellos han expli­cado todos los fen6menos a partir de principios iguales de un modo estrictamente cientffico». Entonces hay que preguntar de d6nde procedfan las noticias sobre Ia doctrina de Leucipo, por ejemplo, en Di6genes Laercio (IX, 30). Suponiendo que Ia obra de Teofrasto ~ ¢uoLK~ \.crcop(cx [Opiniones de los fisi­cos] sea Ia fuente, entonces Teofrasto darfa un extracto del f.J.Eycxc; OLaKOOJloc;, lo cual es digno de tenerse en cuenta.

Dem6crito era de Abdera o Mileto (con ello se quiere decir que su familia habrfa inmigrado all f). Sus padres,' HYT]o(o­'pcxptoc; b.aflcXOL nnoc; [Hegesfstrato Damasipo] (pariente de los dos D.&!J.cxooc;), 'A6r]VOKpLtoc; [Atenocrito]: es obvio que el nombre se habfa perdido. La cronologfa se complica con el juego de estos nombres paternos: confusion entre el abuelo y el nieto. Nosotros nos orientamos por Apolodoro. Este dice que De­m6crito naci6 en Ia Olimpiada 80, es decir, cuarenta aiios despues de Anaxagoras. Esta cronologfa ha sido establecida con ayuda de Ia informacion del f.LLKpoc; otaKOOIJ.O<;; [Pequeiia cosmogonfa] en Diogenes Laercio (IX, 41): y€yovE 6€ to1c;

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xp6votc; (w<;; cxt'rc6c; ¢l"JOLV EV t0 J..lLKpQ OLIXKOOIJ.~) vE.oc; KC(.t(~ npEo(31rrl)v 'Ava~cxy6pcxv, EtEOL VEWcEpoc; cxutoG tEttcxpaKov-rcx. ouv-re-raxecxL o€ ~l"JOL -rov J..lLKpov oLaKoof.!ov EtEoLv uotEpov -cnc;

'IA(ou aA.woEwc; cpLaxovccx Kal. E:mcxKoo(oLc; [por lo que se refiere a su cronologfa (tal como el mismo lo dice en su Pequefia cosmogonfa), Democrito era joven cuando Anaxagoras era viejo, pues tenia cuarenta aiios menos que este. Dice, ademas, que compuso la Pequefia cosmogonfa setecientos treinta aiios despues de la destrucci6n de Troya]. Suponiendo que en el 440 Anaxagoras tenfa sesenta aiios, Dem6crito tenia entonces veinte aiios: si, como es probable, Empedocles muri6 en Ia decada siguiente, entonces Dem6crito, en todo caso, debi6 haber" estudiado a Empedocles, pero no a! reves. Puesto que el mismo asegura que busco y lleg6 a conocer a: los hombres mas famosos de espfritu. Clemente de Alejandrfa, Stromata I, p. 357 Potter (p . .121 Sylb.): E.yw OE 'tWV Kat' EIJ.EWUtOV avepwnwv

ynv rr'AE(otl)v ETIEnJ.avl)OaiJ.l"JV lotop€wv -c& 1-l~Kwtcx (lomas aleja­do) KCXL &:Epcx<;; tE KCXL yE.ac; iTAE(omc; doov KCXL 'Aoy(wv av8pwnwv TrAEl01WV EO~K0\)0~ KCXL ypaf.!IJ.EWV ~UVElEoLOc; !-lEt'. cmoli€.;toc; OUOEl<; KW IJ.E ncxp~Uaee ouo' ot Atyum(wv KCXAEO!-lEVOL 'Apneliov&nt~t: auv toiao' ETIL TiiXOL E:n' EtECX oyowKOVtcx ETIL ~ELVl)C: EYEVN:ll"JV [yo, entre mis contemporaneos, soy aquel que ha recorrido una gran parte de Ia tierra en pos de las cosas mas remoras, he vista cielos y tierras en gran numero y he escuchado a otros hombres de espfritu, ademas de aquellos otros a quienes los egipcios Haman Harpedonaptes, y he asistido a sus d~mostra­ciones, insuperables en lo que concierne a Ia composici6n de figuras geometricas; con ellos y con los demas sabios, perma­necf en tierras extranjeras durante un perfodo de casi ochenta afios]. (Interpreto E1r(ncxaL como «junto a todos ellos», Boeckh, Inscr. Cret. vol. II, p. 409, 18) «durante una vida de mas de ochenta aiios>>. En todo caso, Clemente no relaciono la infor­macion del c6mputo con Ia estancia en Egipto; puesto que, continua el, E.nnA.ElE yap BcxpuA.wva -r:E Kcxt ITEpa(oa Kal. A'(yuntov to1c; -ce !J.&yoLc; K~l. to1c; tepEGOL flct6T}w)wv [pues estuvo en Babilonia, Persia y Egipto, aprendiendo de los magos y de los sacerdotes]. De otro modo, E.rrl. naoL significaria <<a todo esto»,

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«ademas de ella>>. Day par supuesto que lo escribio siendo ya octogenario, es decir, en el afio 380. Suponiendo que se trata­se de un fragmento del pequefio OLllKOOj..LO<;, entonces Ia epoca troyana de Democrito serfa 380 + 730, es decir, 1100 a. C. Pero en aquel pasaje solo se dice: «He estado en una tierra extrafia junto a todos aquellos durante una vida de ochenta afios». Se suele suponer (Mullach, Dem6crito 19) que 1T, que significa 1TEVtE [cinco], fue cambiada par 1T ', guarismo de 80; entonces dice Diodoro {I, 98) que Democrito estuvo cinco afios en Egipto. Hablando en esta ocasion de Anaxagoras, contaba tambien lo que dice Favorino en Diogenes Laercio (IX, 34 ss.), a saber, que Democrito ataco duramente las doc­trinas del origen y del vout; [intelecto] y se comporto como un enemigo suyo. No sabemos nada de sus maestros, puesto que con Leucipo tenfa una relacion desconocida. Su pertenencia a Ia secta pitagorica parece una afirmacion de Glauco de Reg­gio, un contemporaneo suyo (Di6genes Laercio IX, 38); pero ni en el ni en Empedocles hay alga que recuerde Ia filoso(fa pitag6rica. El concepto de numero no tenfa para el el signifi­cado que para Filolao, su contempod.neo, con el que, segun parece, comienza Ia filoso(fa pitag6rica. Sabre su vida apenas hay algo atestiguado, salvo algunas leyendas. Largos viajes, vida austera, Ia consideraci6n de sus ciudadanos y su capaci­dad de trabajo36 • La opinion de que Democrito se ref a de to do es tardfa. Soci6n, en Estobeo, Florilegium 20, 53; Horacia, Epfstolas II, v. 194 y otros.- Democrito es un gran escritor: Dionisio de Halicarnaso (De compositione verborum 24) le cita, junto a Platon y a Aristoteles, como un escritor ejemplar. Par su inspiracion y su ornatum genus dicendi, Cicer6n le situa junto a Platon, De oratore I, II; en su De divinatione II, 64 es celebrada su claridad; Plutarco (Sympos. V, 7, 6) se

36. Goethe sobre Oeser: «Que agradable es trarar con un hombre co­rrecto, entendido e inteligente, que sepa como van las cosas de este mundo y que es lo que quiere, y que, para disfrutar de esta vida, no tiene ninguna necesidad de Impetus supralunares, sino que vive en el mero ambito de los estfmulos eticos y sensibles».

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admira de su inspiraci6n. Sobre la relaci6n de sus escritos en Diogenes Laercio, vease Schleiermacher, Ges. W., secc.3, III, 193 ss., asf como Mi programa de 1870, p. 22*. El pitag6rico Trasilo estableci6 un arden de los escritos par tetralogfas: 13 tetralogfas que encierran cincuenta y seis Iibras; asf, pues, lo mismo que Plat6n; aunque este solo escribio nueve. El con­junto de los libros se divide en cinco rubricas: Democrito serfa comparado con el quintuple luchador (Diogenes Laercio IX, 37): i)9LKa, ¢uoLKa J..LCC9T)Illx-rLKa, llOUaLKa, tEXVLKa [etica, fisi­ca, matematicas, musica, tecnica]. Muchos motivos inducen a una nueva compilacion de sus fragmentos. Tampoco esta re­suelto el problema de Ia pseudoepigraffa: Rose, par ejemplo, considera espurios todos los fragmenros sabre etica.

El punta de partida de Democrito y Leucipo son las afir­maciones de los eleatas. Solo que Democrito parte de la reali­dad del movimiento, porque el pensamiento es movimiento. Este es en realidad el punta de ataque: «Hay movimiento, pues yo pienso; y el pensamiento tiene realidad». Pero si hay movi­miento, tambien debe haber un espacio vacfo; es decir, «el no ser es tan real como el ser», el ou5Ev [la nada] no es nada menor que el &Ev [algo]37• En un espacio absolutamente lleno es imposible el movimiento. Razones: 1) El movimiento espa­cial solo puede tener Iugar en el vado, puesro que lo lleno no podda contener dentro de sf a otro. Si dos cuerpos pudieran estar en e] mismo espacio, entonces podrian estar dentro de infinitos cuerpos sin dificultad, y el cuerpo menor podda con­tener dentro de el el cuerpo mayor. 2) La rarefaccion y la condensacion solo pueden explicarse par el espacio vacfo. 3) El crecimiento solo puede explicarse por el hecho de que el alimento entra en los intersticios vacfos . del cuerpo. 4) Un recipiente lleno de ceniza contiene tanta agua como si estu-

Vol. 1,2 de Ia edicion de Colli/Montinari/Mi.iller-Lauter/Pestalozzi, pp. 224-231. [N. del T.]

37. Alceo fr: 76 (25 Crusius). Zenob. en Etymologicum Magnum 639 da credito a esta deduccion. &I<; &v cambiado por odvcx; en cuanto a Ia oUcSEil(a, una falsa analogia. otilie et~ es ne unus quidem. Vease oe li~ OEupo liijtCI.

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viera vacfo, de manera que la ceniza desaparece en los inters­ticios vados del agua. Por tanto, el no ser es - lo lleno, vaat6v [firme] (de vaoaw, «rellenar») = atEpEov [solido]. Lo lleno debe caracterizarse de manera que no contenga en sf nada KEv6v [vacfo]. Si algo fuera divisible hasta el infinito, entonces ya no habrfa este alga, ya no existirfa. Si debe haber alga lleno en general, es decir, que es, Ia division no debe ser infinita. Pero el movimiento muestra tanto el ser como el no ser. Si solo hubiera no ser, no habrfa movimiento. De este modo, restan los &-rof.Lc:t [;homos). El ente es la unidad indivisi­ble. - Pero si estos entes deben actuar entre sf par choques, deben ser completamente simi/ares: Dem6crito sostiene, pues, lo que dice Parmenides, que el ov absoluto debe ser igual en todos sus puntos. El ser no corresponde a un punto mas que a otro. Si un aromo fuera algo que otro no es, serfa un no ser, es decir, algo contradictorio. Solo nuestros sentidos nos mues­tran las casas con diferencias cualitativamente determinadas: vof.!lJl yA.uKu, vof.LlJl mKpov, vof.!c.p 8Epf.Lov, vof.LlJl lJluxpov, vof.LlJl xpotfJ: hE'D 6€ choflCt Ka.i. KEvov ai!EP vo}lL(na.L }lEv EivaL Kat. 6o~a(E"caL ,a_ o:La8T)nx, auK Eon 6€ Ko:-rCt. O:t..f}8Etc:tv -ra.uto:, &:HCt. ,a_ atOf.LCX }lOVOV K!r.L KEVOV [por convencion es lo dulce, por con­venci6n lo amargo, por convenci6n lo caliente, por conven­cion lo frfo, por convencion el color, pero en realidad solo hay ;homos y vacfo. Con estas casas se cree y se opina que existen las cualidades sensibles, pero en verdad no existen, solo los <homos y el vacfo]. Tambien les Haman t<'iEcn [formas] o axf}f.Lo:to: [figuras]. Todas las cualidades son vof.Lc.p [por con­vencion] y se diferencian de los 6v-ra [seres] solo por Ia cuali­dad. Por tanto, todas las cualidades deben referirse a las dife­rencias cuantitativas. Solo se diferencian por el pua}lo'= (oxf)f.Lo:) [configuracion (figura}], 6w.8Lyf) (T~t<,;) [arden], -rponf} (8EOL<,;) [posicion]. A se diferencia de N axf}}la.TL [por Ia figura], AN de NA -ra~EL [por el orden], Z de N 8EaEL [por Ia posicion]. La diferencia esencial es Ia forma, y par tanto tambien los ox{)f..La.to: [las figuras] par los que se dan las diferencias de tamaflo y peso. Este corresponde a cada cuerpo en cuanto tal (como relaci6n de masa de cada cantidad); como que todos los ovm

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[entes] son del mismo tipo, esre peso debe corresponder a todos los cuerpos de manera similar, es decir, similar peso a similar masa. Par tanto, el ov [ente] es descrito aquf como lleno, formado y pesado: los cuerpos coinciden con estos pre­dicados. Teneinos aquf una diferencia que vuelve a aparecer en Locke: cualidades primarias que se corresponden con las cosas independientemente de nuestra representacion, de modo que nuestro pensamiento no puede prescindir de elias: exten­sion, impenetrabilidad, forma y numero. Todas las demas cua­lidades son secundarias, producto del efecto de esas propieda­des primarias sabre nuestros sentidos, como meras sensaciones afladidas a elias: color, tono, gusto, alar, dureza, blandura, lisura, aspereza, etc. Se tienen en cuenta, pues, Ia contextura de las casas, que es Ia accion de los nervios de los 6rganos sensibles.

Una cosa surge cuando se forma un complejo atomico y desaparece cuando este se descompone; se transforma cuando varfan Ia situacion y Ia posicion, o cuando una parte es susti­tuida por otra; crece cuando penetran nuevas aromas. Todo efecto de una cosa sobre otra es producto del choque de los atomos: Ia teorfa de las cmoppoo:[ [efluvios] contribuy6 a expli­car la separacion espacial. En general, observamos que Demo­crito se sirve de Ia doctrina de Empedocles: este habfa recono­cido el dualismo del tipo de movimiento en Anaxagoras y adoptado el efecto magico; Democrito se situa en el !ado opuesto. Empedocles habfa establecido cuatro elementos: Democrito se esforzo por caracterizarlos a partir de Ia homo­geneidad de sus <homos. El fuego se compone de pequefios :itomos redondos; en los demas elementos existe una mezcla de distintos tipos de aromas; los elementos se diferencian en­tre sf unicamente por Ia magnitud de sus partes; par lo cual el agua, el aire e incluso Ia tierra pueden surgir a! diferenciarse los unos de los . otros. Democrito cree, con Empedocles, que solo lo similar actua sabre lo similar. La teorfa del KEv6v [vacfo] estaba preparada par la teorfa de los poros y de las arroppoo:( [efluvios]. Lo que hay de comun en Empedocles y Anaxagoras es el punta de partida de Ia realidad del movi-

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miento. En Anaxagoras, las protomaterias cilrELpa. [indetermi­nadas]. Especialmente influyente, y ejerciendo su dominio sabre todas las ideas basicas, esta, naturalmente, Parmenides. Reaparece aquf su antiguo sistema, segun el cual el mundo se compone de ser y no ser. Dem6crito comparte con Heraclito la creencia incondicional en el movimiento: que todo movi­miento presupone una oposici6n, que Ia lucha es el padre de todas las casas.

De todos los sistemas antiguos, el de Dem6crito es el mas consecuente: implica Ia estricta necesidad en todas las casas, sin Iugar para saltos bruscos o extrafios en Ia naturaleza. Es ahara cuando se supera completamente Ia concepcion antro­pom6rfica mftica del mundo, es ahara cuando se dispone de una hip6tesis utilizable de manera estrictamente cientffica; como tal, e1 materialismo ha sido siempre de Ia mayor utili­dad. Es la concepcion mas serena, puesto que parte de las propiedades reales de Ia materia, sin saltarse a Ia ligera las fuerzas mas simples, como ocurrfa en el vouc; [intelecto] o en las causas finales de Arist6teles. La reducci6n de ese mundo de arden y utilidad, de las innumerables cualidades, a las ma­nifestaciones de una fuerza generica elemental, es un gran pensamiento. AI moverse segun !eyes generales, Ia materia genera, mediante una ciega mecanica, unos efectos que pare­ceo responder a! proyecto de una sabidurfa superior. En Kant, Allgemeine Naturgeschichte [Historia natural del cielo ], p. 48 edici6n Rosenkranz, puede leerse: «Admito una dispersion general de toda Ia materia del mundo y supongo en ella el caos absoluto. Contemplo la formaci6n de la materia segun las !eyes establecidas de Ia atracci6n y su modificaci6n segun Ia repulsion de su movimiento. Tengo el placer de ver produ­cirse una totalidad bien ordenada sin Ia ayuda de invenciones arbitrarias, bajo la disposici6n de !eyes concretas del movi­miento; una totalidad que es tan parecida a aquel sistema del mundo que tenemos ante nuestros ojos, que no puedo dejar de considerarlo como el mismo.- No inrentare justificar si la teorfa de Lucrecia o Ia de sus predecesores Epicuro, Leucipo y Dem6crito tienen gran similitud con Ia mfa. Me parece que

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en esto podrfa decirse simplemente: "iDadme solo materia y os hare a partir de ella un mundo!"». Aconsejable Ia obra de Friedrich Albert Lange, Geschichte des Materialismus [Histo­ria del materia/ismo].

Dem6crito se imaginaba Ia formaci6n del mundo del si­guiente modo: los atomos se agitan moviendose eternamente dentrq de un espacio infinito. Ya este punta de partida fue vituperado en lfl Antigiiedad: el mundo se moverfa y se habrfa originado «par azar», consursu quodam fortuito (Cicer6n, De natura deorum I, 24). El «ciego azar» dominarfa entre los materialistas. Se trata de una manera completamente afilos6-fica de expresarse; debe decirse causalidad sin fin, Ia &vayKT) [necesidad] sin intenciones finales; precisamente aquf no hay ningun azar, sino Ia mas estricta legalidad, aunque no una legalidad de !eyes racionales.

Dem6crito deriva todo el movimiento a partir del espacio vado y Ia gravedad38

• Los atomos pesados tienen Ia tendencia a hundirse desplazando hacia arriba los <homos menores. Na­turalmente, el movimiento originario es el que va hacia abajo. Una cafda uniforme y eterno en Ia infinitud del espacio: su velocidad no puede ser detallada, puesto que no existe medi­da alguna en media de Ia infinitud del espacio y Ia total uni­formidad de Ia cafda. La aparente quietud de Ia tierra se basa en el caracter general del movimiento (Epicuro). En sentido estricto no hay ni un arriba ni un abajo. Ahara bien, <como han llegado los atomos a hacer movimientos laterales, torbe­llinos, que dentro de esa regularidad se junten y se separen formas? Si todo cayera a igual velocidad, el resultado se ase­mejarfa a una calma absoluta; a velocidades distintas, los aro­mas chocarfan los unos con los otros, algunos rebotando, ge­nerandose de este modo un movimiento circular39• Di6genes

38. Crftica: ique significa el peso de un espacio infinitameme vado? Luego: en un tiempo infinito el movimiento no ha empezado nunca (quietud).

39. Famosa consecuencia de Epicuro. Este postul6 una pequefla desvia­ci6n de Ia caida hacia abajo, un movimiento lateral arbitrario. Puesto que en un estado en el que ningun atomo estuviese mezclado con otro y ninguno cayera mas que otro, todos los :itomos deberian haber adoptado un sitio los

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Laercio (IX, 31) lo describe con mayor exactitud. Por el tor­bellino, lo primero en confluir es lo similar. Cuando los que tienen el mismo peso no pueden, a causa de su cantidad, moverse de un !ado a otro, entonces se agrupan los mas lige­ros en el vado exterior, saltando al mismo tiempo, mientras que los demas permanecen juntos y se enredan entre sf, confor­mando una masa compacta. El movimiento hacia arriba lo de­nomin6 aou~40 [impulse]; Ia OUJ .. t1TAOK~ [ligaz6n] de los atomos Ia denomin6 E:naUct~L~ (entrecruzamiento, interpolaci6n). Todo lo que se separa de Ia masa del cuerpo primitive es un mundo: hay innumerables mundos. Han surgido, pero tam­bien estan sometidos a Ia decadencia.- Un mundo particular surge del siguiente modo: mediante los choques de los ato­mos de diferente naturaleza se separa una masa en que las partes mas ligeras son impulsadas bacia arriba; por el efecto coincidente de fuerzas contrapuestas, la masa comienza a gi­rar y los cuerpos, impulsados bacia arriba, se almacenan desde fuera, como una especie de pie!. La envoltura se enrarece cada vez mas, mientras que las partes de Ia misma son condu­cidas hacia el centro por Ia acci6n del movimiento. A partir de los atomos del centro se forma Ia tierra, y a partir de los que ascienden bacia arriba se forman el cielo, el fuego y el aire. Desde allf se acumulan aleatoriamente las masas compri­midas; pero el aire que las envuelve esta en un movimiento

unos junto a otros en una superficie lisa sin estorbarse. Si en un momento dado todos empezaron a caer, no habria sin embargo ningun choque: nunca llegarian a rocarse, porque caerian al infinito unos junto a otros, es decir, cada :itomo deberfa describir en su cafda una linea larga e infinita en el espacio infinito. !Como es posible que otro :itomo seccionara con esta linea? En sf, solo si dos ;homos estuvieran en Ia misma linea. Si estos fueran igual· mente pesados, nunca se alcanzarian entre si. Por tanto, para chocar entre sf, deberian tener un peso distinto, e1 superior deberia ser mas pesado que el de abajo. Pero esto es contradictorio, pues <como podria el atomo mas ligero esrar ya mas alla y ser m:is profundo que el m:is pesado? - Asi, pues, no puede haber dos atomos en Ia misma linea ni pueden llegar a chocar en consecuencia durante su caida.

40. 1:6o~, o6o~.u:n, mover intensamente (lo contrario es f>L1T~, hacia aba­jo), originariamente o6fo~ en aopap~ intenso, movido subidus (insubidus sewrus).

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violento de tipo atorbellinado; las partfculas se secan en el paulatinamente y se inflaman por accion del rapido movi­miento (estrellas). De este modo, las partes mas pequefias son empujadas bacia fuera desde el cuerpo terrestre por el viento y las estrellas, partes que, como el agua, confluyen en las profundidades. Asf, Ia tierra va asentandose. Paulatinamente

' esta adquiere una posicion fija en el centro del mundo: al principia, pues es pequefia y fragil, se mueve de un !ado para otro. El sol y Ia luna son atrapados en una fase temprana de su formacion por las masas que se agitan alrededor del nucleo terrestre y, de este modo, introducidas en nuestro sistema.

Origen de las criaturas animadas. La esencia del alma des­cansa en Ia fuerza vivificadora: esta es Ia que mueve a las criaturas animadas. El pensamiento es un movimiento. Por tanto, el alma debe estar formada por Ia materia mas m6vil de los at0mos mas sutiles, lisos y redondos (de fuego). Estos cor­pusculos de fuego se extienden por todo el cuerpo, el cual desliza un aromo animado entre cada dos aromas del cuerpo. Esta en constante movimiento. Por su finura y movilidad apa· rece el peligro· de que ellos mismos sean empujados desde el cuerpo por el aire envolvente. Contra ella nos protege Ia ins­piracion, que introduce continuamente nueva materia fgnea y animada, sustituyendo los atomos salidos que, situados en el cuerpo, impiden Ia salida por media de una contracorriente. Si Ia respiraci6n se interrumpe, el fuego interior se escapa. La consecuencia es Ia muerte. Lo cual no sucede en un instante·

' puede ocurrir que Ia actividad vital se regenere despues de que se haya pe,rdido una parte de Ia materia animada. El sue­no semejante a' Ia muerte. En el escrito TIEpt twv E:v ~oou [De lo que hay en el Hades] se trata del problema de nwt; -rov ano8cw6vtex nal..~v avapLwvaL ouvcxt6v; [(como es posible que un muerto vuelva a Ia vida?]-En el hombre, lo esencial es el alma; el cuerpo es el recipiente del alma, un aKflvo~ [una en­voltura]. Ahora bien, el calor y lo animado estan extendidos por todo el mundo, especialmente en el aire, pues de lo con­trario (como podrfamos inspirar de ello animado?

Teorfa de Ia percepci6n sensitiva. Aristoteles (De sensu, c.

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4) dice: navr~t -r:O: ~tL091ltrt &mO: rrowuotv [todas las casas sensi­bles se hacen tangibles}, variedades del sentido del tacto, del &¢~. El contacto no es inmediato, sino que esta mediatizado par las &.noppo~t( [efluvios]. Estos efluvios penetran en el cuer­po a traves de los sentidos y se extienden par todas las partes del mundo: surge asfla representaci6n de las casas. Dos condi­ciones son necesarias para ello: primero, una cierta inrensidad de la impresi6n; luego, una constituci6n adecuada del 6rgano afectado; solo lo similar puede ser percibido par lo similar, nosotros percibimos las casas con Ia parte de nuestro ser que tiene parentesco con elias. Como consecuencia de ello, no todo lo que es perceptible es percibido por nosotros, porque no todo se adecua a nuestros sentidos; ademas, podrfa haber seres con otros sentidos que los nuestros. Sabre lavista, Dem6crito dice que de las casas visibles emanan efluvios que guardan Ia forma de las mismas: se reflejan en el ojo. Pero puesto que el espacio entre los objetos y nosotros esta lleno de aire, las ima­genes emanadas no pueden alcanzar directamente nuestro ojo, sino que cuanto este mismo toea es el aire que esta movido por aquella imagen y es transformado en una impresi6n de la mis­ma. Al mismo tiempo, de nuestro ojo emanan efluvios que modifican Ia imagen. Arist6teles, De anima I, 7: flll~6KpL-r:o<; olo~EVO~ EL YEVOl'CO KEVOV 1:0 ~Et~u, op&o8~tl av aKptPwc KltL EL ~up~11~ E.v t4} oupo:vc{) el11 [Dem6crito considera que si el espa­cio intermedio estuviese vado, podrfa verse con claridad hasta una hormiga en el cielo]. Tambien los reflejos se explican por los efluvios. Par tanto, el ojo se representa las casas tal como son.- En el sonido, un flujo de atomos emana del cuerpo sonora y pone en movimiento el aire a su alrededor. En este efluvio de aromas se hallan juntos los :homos similares. Los sonidos penetran en todo el cuerpo, pero especialmente en el ofdo, mientras que las resranres partes del cuerpo dejan paso a unos pocos atomos que pueden ser percibidos.

La percepci6n y el pensamiento son lo mismo. Arist6teles, De anima I, 2: EKELVO<; ~EV yap cml..w~ -r:cdrcov tjlux~v KCXL vouv· 't:O y&p ca,eE:c; ELVCU 't:O <j>CXlVOJ.lEVOV. OLO KO:AWc; 'lfOtf}acu 't"OV

"O~llPOV, w~ "EKtUlp KEl -r: ' aHo¢povEUlV [pues ese (Dem6crito) dice simplemente que el alma y el intelecto son lo mismo,

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pues lo verdadero es lo que aparece. Por eso Homero se ex­pres6 bellamente al decir que Hector yace pensando de otro modo] (no a¢povwv [con la raz6n alterada], vease we; ¢povouvtct~ K~tl. 'touc; mxp~t<j>povouv-ra<; [as! razonan los que razonan mal] (Metafisica IV, 5). Ambas casas son modificaciones mecanicas de la materia animada: si las almas se trasladan por este movi­miento a Ia temperatura correcta, entonces captaran correcta­mente los objetos, y el pensamiento es sana. Si, par causa del movimienro, se recalienta o se enfria en exceso, entonces ima­ginara algo incorrec~o y enfermara.- Aparecen siempre aqui los titubeos propios del materialismo, porque intuye su pro­pia 1Tpwtov \jleBooc; [primera mentira].- Todo lo objetivo, lo extenso, lo activo, por tanto, todo lo material, que para el materialismo es el fundamento mas solido, consiste meramen­te en alga dado mediatamente, cuya existericia es enorme­mente relativa: esta procesado por Ia maquinaria del cerebra e introducido en las formas del tiempo, espacio y causalidad, en virtud de las cuales es pens~do como extenso en el espacio y efectivo en el tiempo. Ahora bien, a partir de este algo dado, el materialismo quiere derivar lo unico dado inmediata­mente: Ia idea; Es una gran petitio principii: de repente el ultimo eslab6n se aparece como el punto de partida del que ya dependfa el primer eslab6n de Ia cadena. Por ello, se ha comparado al materialista con el baron de Mlinchhausen, que, habiendose sumergido con su caballo en el agua, tiraba de este hacia arriba con sus piernas y estiraba su trenza hacia arriba. Lo absurdo esta en el hecho de que adopta como pun­to de partida lo objetivo mientras que, en verdad, todo lo objetivo esta condicionado por el sujeto cognoscente de mul­tiples maneras, desapareciendo completamente en consecuen­cia, si se prescinde del sujeto. En cambia, el materialismo es una hip6tesis valiosa de relativa verdad, incluso despues de descubierto el1rpwtov \jJEucSoc [primera mentira]: idea aliviado­ra para la ciencia natural cuyos resultados conservan, pues, para nosotros, Ia verdad, aunque no sea absoluta. Es precisa­mente nuestro mundo en cuya producci6n siempre estamos interviniendo.

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§ 16. Los pitag6ricos

Segun el arden cronol6gico de Arist6teles, su filosofia debe situarse al final de todas las doctrinas existentes y antes de Ia docrrina plat6nica de las ideas. La Metafisica (13b) demuestra el extraordinario y variado desarrollo de las ideas fundamen­tales de los pitag6ricos y su poder de influencia sobre todos los sistemas nuevas. Su origen es quizas algo mas antiguo que el del atomismo, lo suficiente como para que ni Empedocles ni Ia atomfstica supieran nada de el. Lo primero ha llegado a conocerse por los tres Iibras del escrito de Filolao TIEpl. cpuoEwc; [Sabre Ia naturaleza], posteriormente denominado con el nombre mfstico de B&KXcXL [Bacantes]. Filolao era originario de Tarento y se encuentra en Tebas en las ultimas decadas del siglo v. Casi contemporaneos de el fueron Lisis y Timeo. Eu­rito fue discfpulo de Filolao. Con los discfpulos de Filolao y de Eurito desaparece Ia escuela cientifica, segun Aristoxeno (Di6genes Laercio VIII, 46), quien aun lleg6 a ver una parte de ella: Jen6filo, Fanton, Equecrates, Diodes, Polymnasto; de ellos, Equecrates aparece en el Fed6n. Son mas o menos dos generaciones. Boeckh, Philolaus des Pythagoreers Lehren nebst den Bruchstiicken seines Werkes (Berlin, 1819). Schaarschmidt, Die angeb/iche Schriftstellerei des Philolaus (Bonn, 1864). Al­gunas afirmaciones particulares tambien han side objeto de discusi6n por Zeller; todo ello por Valentin Rose.

Para comprender los principios fundamentales del pitago­rismo, hay que partir del eleatismo. ~Como es posible Ia mul­tiplicidad? Solo 'porque el no ser tambien tiene un ser. Los pitag6ricos equiparan el no ser con el CXTIELpov [indetermina­do] de Anaximandro, lo absolutamente indeterminado, lo que no tiene ninguna cualidad: a este se le opone lo absolutamen­te determinado, el nEpac; [lfmite]. Perc el uno esta compuesto de ambos, es decir, se puede decir que el uno es par e impar, limitado y no limitado, sin cualidades y con cualidad~s. Por tanto -contra el eleatismo-, los pitag6ricos dicen: si el uno es ente [seiend], es porque ha llegado a ser a partir de des principios; perc entonces tambien hay una multiplicidad; de Ia unidad surgen una serie de numeros aritmeticos (monadi-

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cos),! luego los ?umeros geometricos o las dimensiones (cons­truccwnes espactales). Per tanto: Ia unidad es algo engendra­~o, par lo que l~ ~ultiplicidad existe. Si se tiene el punta, las lmeas, las superficies y los cuerpos, se tienen tambien los ob­jetos materiales; el numero es Ia autentica esencia de las casas. Los eleatas dicen: «No hay.nada no ente [nichts Nichtseiende]; por tanto, tod9 es una umdad». Los pitag6ricos: «La unidad misma es el resultado de algo que es y noes y, por tanto, hay, en todo case, lo no ente y tambien, pues, Ia multiplicidad».

Se trata, en primer Iugar, de una especulaci6n absoluta­m:nte extrafia. A mf me parece que su punta de partida no es ~as que una apologia de Ia ciencia matemdtica contra e1 elea­ttsmo. Reco~demos Ia dialectica de Parmenides. Aqul se dice que de Ia umdad (dando por supuesto que !a multiplicidad no es) puede dedrse: 1) Ia unidad no tiene r"~.rtes ni es un todo· 2) par tanto, Ia unidad no tiene lfmites; j) por tanto Ia uni~ d~d no existe en ningun Iugar; 4) la unidad no puede :Ooverse m reposar, etc. Y ademas: 1) como uno ente, resulta el ser y el u~o, y por tanto !a ?i~ersidad, por tanto multiples partes y el numero Y Ia multtphctdad del ser, por tanto Ia limitaci6n, etc. A~uf ocurre algo parectao: se ataca el concepto de Ia unidad extstente como algo a lo que le corresponden predicados opuestos, esto es, como algo contradictorio consigo mismo, como alga absurdo. Los pitag6ricos matematicos crefan en Ia realidad de las !eyes descubiertas per ellos: Ies bastaba con que se afirmara Ia existencia del uno para, desde ahf deducir Ia multiplicidad. Crefan ademas haber llegado a c~nocer Ia verdadera . esencia de las relaciones numericas que hay entre todas las cosas. Por lo tanto, no hay, en lo fundamental cuali­dades, sino solo cantidades, pero no cantidades de elementos (agua, fuego, etc.), sino limitaciones de lo ilimitado del &.nELpo~: alga p~recido al ser meramente potencial de l~ uA.71 [matena] en Anst6teles. Asf, todo surge de dos factores de dos objetos. En este punta, de nuevo el dualismo. En Arist6;eles (Metafisica I, 5) aparece una tabla notable: Iimitado-ilimitado par-impar, uno-multiple, derecho-izquierdo masculino-fe~ . . ' menmo, en repose-en movimiento, recto-curve, luz-oscuridad, bueno-malo, cuadrado-oblongo. La primera parte forma aquf:

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limitado, par, uno, derecho, masculin.o, en rep?s?, re~to, l.uz, buena, cuadrado. La otra: ilimitado, 1mpar~ multiple, IZqUier­do femenino en movimiento, curvo, oscundad, malo, oblo~­go~ Esto rec~erda Ia tabla modelica de (Pitagoras] Parmem­des. Elser como luz tenue, d.lida, activa; el no-ser como noche cerrada, frfa, pasiva.

El punta de partida para Ia afirmaci6n de que todo l,o cualitativo consiste en mera cantidad descansa en Ia acusma­tica Si se taman dos cuerdas de igual longitud y espesor Y se Jes ~plica diferentes pesos, se pone .de manifie.sto que ,l~s tonos pueden atribuirse a una determmada relac16n nu~en­ca. Luego col6quese un puente m6vil (!layn6Lov). ~ebaJO ?e una cuerda suelta, y ajustese Ia misma en dos posicwn~s dJs­tintas. Puesto que el puente divide Ia cuerda en dos m1tades iguales, cada una de ellas da una octava mas alta que Ia cuerda no dividida; si ambas parte~ se co~porta~an, como 2,3 (>..6yot; ~!lL6hot;), entonces se 01~ Ia qumta ~La TIEVtE­como 3,5 (hh'p L tot;), Ia cuarta 6L& teoa~pov. ~I, mstrumen:~ recibe el nombre de Kavwv [monocordw]. P1tag?ras debw dividir en doce partes las superficies resultantes baJO las cuer­das y obtuvo de este modo los numer~s 6, 8, 9, ~2 como medidas para Ia octava, Ia cuarta, Ia qumta y Ia pnma, res­pectivamente. Puesto que Ia quinta. ,es un r.ono completo mayor que Ia cuarta, Pitagoras tamb1en d~duJO de s~ ~anon Ia relaci6n numerica del tono completo (rovot;), 8,9 enoyooot;

>..6yot;:

LOS PITAGORICOS

De aquf se deducen los numeros sagrados: 1, 2, 3 y 4 contienen los intervalos consonantes o ou!lcl>wva:, esto es, 1,2 octava, 2,3 quinta, 3,4 cuarta. Todas juntas formaban el 't'Etpa:Ktu<; [tetraktys]. Si se afiaden las unidades contenidas en elias, da por resultado el oEKa<; [Ia decada]. Si a esos numeros se afiaden todavla los numeros 8 y 9, que contienen el inter­vale del tono de conjunto, resulta que 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7· + 8 + 9 = 27. Los sumandos particulares, junto con Ia suma, dan el numero sagrado de 7. Plat6n parte del nume­ro siete en Ia construcci6n del alma del mundo en el Timeo; vease Westphal, Rhytmik und Harmonik, p. 64.

En realidad, Ia musica proporciona el mejor ejemplo de Ia creencia de los pitag6ricos. Como tal, la musica solo existe en nuestros nervios auditivos y en nuestro cerebra: externamen­te, o en sf (en' el sentido de Locke), la musica consiste en meras relaciones numericas, es decir, en primer Iugar, segun su cantidad, con relaci6n al tacto; luego, segun Ia cualidad, con relaci6n a los grados de Ia escala tonal; por tanto, tanto en su elemento rftmico como en el arm6nico. En el mismo sentido, debe p,oder expresarse en meros numeros Ia esencia total del mundo, cuya imagen, al menos en parte, es Ia musi­ca. Y esta es, en sentido estricto, Ia pertinencia de Ia qufmica y de Ia ciencia natural: el continuar hallando formulas mate­maticas de fuerzas absolutamente impenetrables. Nuestra den­cia es, en este sentido, pitag6rica. En Ia qufmica encontramos un punto de contacto entre el atomismo y el pitagorismo, tal como Ecfanto debi6 iniciarlo en Ia Antigiiedad.

De este modo, los pitag6ricos han ideado en lo esencial algo muy impo~tante: el significado del numero y, por tanto, Ia posibilidad de una investigaci6n totalmente exacta de los cuerpos fisicos. En los demas sistemas fisicalistas, siempre se trataba de elementos y de sus interrelaciones. Las diversas cualidades debfan surgir por composici6n o disoluci6n; aha­ra, por fin, se habla de que las diversas cualidades descansan en diferencias de proporci6n. Pero aun quedaba un largo ca­mino por recorrer entre Ia intuici6n de esta relaci6n y su estricta realizaci6n. Hubo un tiempo en que bastaban las ana-

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logfas fantasticas. Arist6teles (Metafisica I, 5) lo indica asf: «En la matematica, los numeros son, por su naturaleza, lo primero, y en los numeros creian hallar un conjunto de pare­cidos con lo que es y sucede, mas que en el fuego, en la tierra y en el agua. De ahi que consideraran un determinado nume­ro de propiedades por Ia justicia, otro para el alma y Ia raz6n, un tercero para el K!np6c; [Ia medida conveniente]. Tambi<!n consideran que los cambios y las relaciones arm6nicas descan­san en los niimeros. Por tanto, como que reconocfan en todas las cosas, segiin su naturaleza, una imagen numerica y 'tenfan los numeros por lo primero en toda la naturaleza, supusieron que los numeros eran los elementos del ser y que Ia totalidad del mundo era armonfa y numero. Por ejemplo, ya que para ellos el numero diez representaba la perfecci6n y resumfa Ia esencia de los niimeros, tambien afirmaban que el numero de cuerpos que se mueven en el cielo era diez: dado que s6lo nueve son visibles*, supusieron la existencia de un decimo cuerpo, Ia Antitierra. Consideraban lo par y lo impar como elementos del numero, ilimitado el primero, y el otro limita-

• El pasaje literal de Ia Metafisica de Arist6teles es como si.gue: «Los llamados pirag6ricos, que fueron los primeros en culrivar las Matematicas, no solo hicieron avanzar a estas, sino que, nutridos de elias, creyeron que sus principios er:m los principios de todos los entes. Y, puesro que los Numer~s son entre estos principios, los primeros por naruraleza, y en ellos les parecta con'templ::~r muchas semejanzas con lo que es y lo que deviene, mas q~e en el Fuego y en Ia Tierra y en e1 Agua, puesto que t~l ~fecct6n de los Nu~1eros era Ia Justicia, y tal otra, el Alma y el Entendmuento, y otra, el T~empo oportuno, y lo mismo, por decirlo as[, cada una de las restanres; y vtendo, ademas en los Numeros las afecciones y las proporciones de las armonias­puesto ~ue, en efecto, las dem:is cosas paredan asemejarse a los Numeros en su naturaleza coda, y los Numeros eran los primeros de toda Ia Naturaleza, pensaron que los elementos de los Numeros eran los elementos de to?os los entes, y que el cielo era armonfa y numero. Y todas ~as correspondenctas que veian en los numeros yen las armonfas con las afecc10nes y con las partes del cielo y con el orden universal, las reunian y reducian a sistema. Y, si en al~un punto faltaba algo, se apresuraban a anadirlo, para que toda su doctnna fuese coherente . Asi por ejemplo, puesto que 1::1 Decada parece ser algo perfecto y abarc~r toda Ia naturaleza de. los nu~eros, dicen q~e tambi~~ son diez los cuerpos que se mueven por el ctelo, y, stendo nueve solo los vtstbles, ponen como decimo la Antitierra>> [traduccion de Garda Yebra, Gredos, Madrid, 1997, N. del T.]

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do, mientras que la unidad se compone de ambos, en cuanto que Ia unidad es a Ia vez limitada e ilimitada. De esta unidad surge e) numero y la totalidad del mundo esta compuesta de estos niimeros. Todos los numeros se dividen en pares (apno~) e impares, y todo numero dado esta dividido parcialmente en elementos pares y parcialmente en impares (rrEpLot6~). De aquf concluyeron que lo par y lo impar son las partes elementales de las cosas; luego equipararon lo impar con lo limitado y lo par con lo ilimitado, porque aquel pone un Hmite a Ia division y este no. Par tanto, todo esta compuesto de limirado e ilimi­tado. Para elias, lo limitado y lo impar eran lo completo (como en el significado popular de los numeros impares). A los elementos impares tambien los llamaban yvw!J.OVEc; fgn6mo­nes]; un gnomon es aquel numero que, afiadido al cuadrado de otro m1mero, resultaba de nuevo un cuadrado. Esto, no obstante, es Ia propiedad de todos los numeros impares: 12 + 3 = 22 ; 22 + 5 = 32 ; 32 + 7 = 4 2• AI afladir numeros impares a Ia unidad surgen numeros totalmente cuadrados, es decir, numeros de una serie: 1 + 3 = 2 2

; 1 + 3 + 5 = 32, etc.;

frente a lo cual se logran niimeros de distinto tipo en aquel otro sentido.- Ahara bien, como los pitag6ricos perciblan propiedades contradictorias, consideraban lo mejor como algo limitado e impar, y lo peor como limitado y par. Pero si las partes fundamentales de las cosas son cualidades opuestas, entonces se precisa Ia existencia de un lazo para que las cosas puedan surgir. Esto es lo que Filolao entiende por annonfa: eon y&p apflOtiLCt 'llOAUflLYEWV EVWOL<; KCXL Mxu ¢povEOV'tWV ouf1¢pcwLc; (Ia unidad de lo multiple y Ia concordancia de lo que se percibe como discordante). Si en todo existe el ele­mento contrario, tambien Ia armonfa esta en todo. Todo es m'i.mero, todo es armon!a, pues todo numero determinado es una armonfa entre lo par y lo impar. Sin embargo, Ia armonfa se caracteriza como octava. En Ia octava tenemos Ia relaci6n de 1,2, Ia oposici6n originaria resuelta en armonla. En esta idea percibimos Ia influencia de Heraclito.

Como caracterfstica de su metoda comparative hay que indicar que Ia justicia consiste en lo igual veces igual, es decir, el cuadrado; po.r eso se llama justicia al 4 o especialmente al 9

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LOS FILOSOFOS PIUPLAT0NICOS

(el primer cuadrado impar). El numero cinco (Ia combinacion del primer numero masculine con el primer numero femeni­no) es llamado <<matrimonio»; Ia unidad se llama <<razon», porque es invariable; Ia dualidad, «opinion>>, par su variabili­dad e indeterminacion. Tal o cual concepto ocupa su Iugar en tal o cual region del mundo; par ejemplo, Ia opinion ocupa Ia region de Ia tierra (porque Ia tierra ocupa el segundo Iugar en Ia serie de los cuerpos celestes): el KctLp6t; [Ia medida conve­niente] en el sol (ambos expresados por el numero 7). Los angulos del cuadrado estan consagrados a Rea, Demeter, Hes­tia y las divinidades teluricas, porque e1 cuadrado forma los angulos del cubo, aunque Filolao cree que el cubo debe ser Ia forma basica de Ia tierra. El angulo del triangulo esta consa­grado a las divinidades destructoras Hades, Dioniso, Ares y Cronos, porque el tetraedro delimitado par cuatro triangulos equilateros es Ia forma esencial del fuego. Especialmente im­portante es el sistema decimal. Parece que en Ia Decada esta­ban resumidas todas las fuerzas del numero, porque a los pita­goricos les parecfa que todos los numeros siguientes al diez eran repericiones de los diez primeros numeros: Ia decada es llamada grande, omnipotente, cumplidora de todas las casas, iniciadora y gufa de Ia vida divina y terrestre. Es lo perfecto: de ahf las enumeraciones decimales en las que Ia totalidad de lo real debe ser caracterizada (tabla de los objetos, sistema de los cuerpos del mundo). De Ia 'tE'tpaK'tut; se dice: nayav &:evciou <jluoLot; flL(Wf.Lct.'t' €xouoa.v [que tiene la fuente y las rafces de la naturaleza eterna]; se jura ou flCt 'tov cXflHEpc;t yeve~ rrapa.66vrcx 'tE't'pct.K'tt>V [no, por los clones que nos concede nuestra madre la tetractys]. Aman ordenar las casas en series de cuatro ele­mentos, par ejemplo, Trasilo. La unidad es el primer numero del que han surgido todos los demas numeros, par tanto, aquel en el que las propiedades opuestas tambien deben unifi­carse: aprtc..p f.LEV yap npoan8€v nEpLHOv rroLe'L, nEpLtrQ 6€ apnov, 0 OUK !:tv EOUVct.ro, EL fl~ &:jJ<jJOLV !(XLV <j:JUOELOV j.!E!ELXE [Ia unidad afiadida a! par da el impar, aiiadida al impar da el par, lo cual no podrfa hacer si no participara de Ia naturaleza de ambos]. Para Ia deducci6n de las dimensiones geometricas

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LOS PITAGORICOS

identifican el uno con el punto, el dos con Ia Hnea, el tres con Ia superficie y el cuatro con los cuerpos solidos. Pero con Ia figura creyeron que habfan derivado lo corporal mismo. Aho­ra bien, su estructura elemental deberfa depender de Ia forma de los cuerpos. De los cinco cuerpos regulares, Filolao rela­cionaba el cubo con Ia tierra, el fuego con el tetraedro, el aire con el octaedro, el agua con el icosaedro y todos los elemen­tos restantes con el dodecaedro, es decir, supuso que las par­tes mas pequeiias de estas materia-s- distintas tenfan esa forma concreta. El hecho de que las materias elementales sean cinco presupone que haya transcurrido un cierto perfodo despues de Empedocles, es decir, Ia influencia de Empedocles sobre Filolao. Los pitag6ricos pensaban Ia cosmogonfa de 1a siguien­te manera: primero surge el fuego en el nucleo del universe total (al que llaman el uno o Ia monada, el hagar del mundo, Ia guardia del reino de Zeus, etc.). De aquf deben haber salida las partes adyacentes del anELpov y, por lo tanto, delimitando­se y determinandose de este modo (traigo a 1a memoria e1 concepto anaximandriano del anELpov [indeterminado]). Esta acci6n continua incesantemente hasta que concluye el edificio del mundo (el fuego heraclitiano urilizado para hacer engen­drar el mundo determinado a partir del &nELpov [indetermina­do] de Anaximandro). Este edificio del mundo es una esfera (empedoclea o parmenidea) en el foco del fuego central; a su alrededor, diez cuerpos celestes trazan sus coros de oeste a este, en el punto mas lejano del cielo de las estrellas fijas: primero los cinco planetas (Saturno, Jupiter, Marte, Venus, Mercurio); luego el Sol, Ia Luna, Ia Tierra; yen decimo Iugar Ia Antitierra. El. lfmite exterior esta formado por el cfrculo de fuego. La Tierra se mueve alrededor del fuego central y Ia Antitierra entre ambos, de manera que Ia Tierra muestra siem­pre Ia misma cara a Ia Antitierra y a! fuego central; y par eso nosotros, que habitamos en Ia otra parte, no podemos perci­bir los rayos del fuego central de manera inmediata, sino solo mediatizados a ~raves del Sol. Los pitagoricos pensaron que la forma de Ia Tierra era esferica, lo cual era un progreso astro­n6mico enormemente significative, mientras que con anterio-

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LOS FIL6SOFOS PREPLAT6NICOS

ridad se suponfa que Ia Tierra estaba en repose y que el cam­bia de las horas del dfa se desprendfa del movimiento del Sol; tenemos aqui un intento de explicacion de las horas por el movimiento de Ia Tierra. Si se abandonaba Ia idea del fuego central, si se mezclaba Ia Tierra con Ia Antitierra, entonces Ia Tierra se movfa sabre su propio eje. Copernico debio tamar sus ideas fundamentales de Ciceron (Academica II, 39) y de Plutarco (De placit. Philos. III, 13) (sabre Filolao).

Una consecuencia del movimiento de los astros es Ia doc­trina de la armonia de las esferas. Todo cuerpo que se mueve con rapidez produce un tono de sonido. Los astros confer­man una octava o, lo que ._., .gual, una armonfa. Por tanto, no es una armonfa en el sentido nuestro, sino una cuerda afinada del antiguo heptacordio. Mas bien no hay «armenia>> si todos los tones de Ia octava suenan a un tiempo. Que nosotros no podamos ofrlos era explicado asf par los pitagoricos: a noso­tros nos sucede Jo mismo que a los moradores de una fragua, que escuchan el mismo ruido desde que nacen sin llegar nun­ca a percibir su existencia en el silencio. Es cierto que, origi­nalmente, esta idea solo se referfa a los planetas, puesto que de otro modo habrfan resultado diez tones; pero, segun el heptacordio, solo siete corresponden a la armenia. Lo que los ojos ven cuando observan los astros es lo que escuchan los ofdos con el acorde de las tonalidades.- El fuego del cfrculo tenfa Ia funcion de mantener unido el mundo; par eso, elias lo llamaban civayKT] [necesidad]. Boeckh ha demostrado que se referfan a Ia Via Lactea. Mas alia del drculo de fuego esta el i!nELpov [lo indeterminado]. Arquitas habfa preguntado si en el lfmite del mundo podfa extenderse un trazo o una vara; pero si esto fuera posible, entonces deberfa existir alga exterior, es decir, un OWf.La. aTIELpOv (cuerpo indeterminado] y un -c6noc; [espacio), lo cual es lo mismo. Una segunda razon: si se da un movimiento, entonces, para que los cuerpos en movimiento creen un espacio, otros deben traspasar los limites de Ia tota­lidad del mundo: eJ mundo deberfa agitarse (KU}..LO:LVEL "CO oA.ov).

Con los pitagoricos se abandona por primera vez el con­cepto de arriba y de abajo del mundo, mas bien creen en un

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LOS PITAG6RICOS

alejamiento mayor o menor del centro. Lo que yace cerca del centro lo llamaban derecho, y lo que esta alejado de el lo llamaban izquierdo; es decir, el movimiento de los cuerpos celestes tiene Iugar de oeste a este. El centro ocupa ellugar de honor en Ia parte derecha de los cuerpos del mundo. Los pitag6ricos consideraban las regiones superiores del mundo como las mas perfectas y diferenciaban el circulo exterior del fuego del cfrculo de los astros y, entre estos, los supralunares de los sublunares: oA.uJ..Lnoc; [Olimpo] es el recinto mas exterior, KOOJ..!Oc; [cosmos) el cielo estelar y Urano Ia region inferior. En Ia primera region, los elementos se encuentran en toda su pureza (es decir, lo limitado y lo ilimitado); Ia segunda region es el Iugar del rnovimiento ordenado y Ia tercera, el del deve­nir y el del perecer.- Cuando las estrellas vuelvan a ocupar exactamente el mismo Iugar, entonces volveran a aparecer no solo las mismas personas, sino tambien las mismas acciones.

Poco hay que decir del alma y de Ia teorfa del conocimien­to. Filolao atribuye Ia naturaleza ffsica al numero cinco; la ani­maci6n a! seis; Ia raz6n, Ia salud y 'to urr' autou A.EYOf.LEvov cpwc; [lo que se denomina propiamente Ia luz] al siete; el amor, la amistad, Ia inteligencia y Ia inventiva a! echo. Tambien Ia frase famosa de que el alma es una armonfa, es decir, Ia armonfa del cuerpo. La raz6n tiene su asentamiento en el cerebra, la vida y Ia sensacion en el corazon, Ia p((waLc; y la ava¢uaLc; (enraiza­miento y germinaci6n) en el ombligo, y Ia procreaci6n en los organos sexuales. En lo primero yace el germeh del hombre, en lo segundo el del animal, en el tercero el de las plantas, en el cuarto el de todos los seres. No hay saber posible sin los m1me­ros. Estos no admiten el error. Son los unicos que permiten recouucer las relaciones de las casas. Todo debe ser limitado o ilimitado, o las dos casas a Ia vez, si bien nada serfa cognoscible sin la limitaci6n.

Sabre Ia cuesti6n del parentesco de la filosoffa pitagorica, hallamos en primer Iugar el antiguo sistema de Parmenides, que hizo surgir todas las casas de una dualidad de principios. Luego ei a'ITELpOV [indeterminado] de Anaximandro, movido y limita­do por el fuego de Heraclito. Pero, evidentemente, se trata solo

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

de filosofemas auxiliares: su origen es el conocimiento de Ia analogfa de los numeros con el mundo, un punto de vista total­mente original. Para defenderla de Ia doctrina eleatica de Ia unidad, tuvieron que crear el concepto de numero, incluso el del uno. Aquf tomaron Ia idea heraclitiana del n6A.Ej..LOc; [la gue­rra] como padre de todas las cosas y de Ia armonfa como unifi­cadora de las cualidades contrarias. Parmenides llamo a este mismo poder' A¢po6£tT] [Afrodita]. Esta simbolizaba Ia relacion del origen de todas las cosas en Ia octava. Los dos elementos contrapuestos de los que surge el numero los descomponfan en pares e impares. Los pitagoricos identificaban estos conceptos COn terminos ya adoptados en fiJosoffa. LJamaban aTIELpOV (in­determinado] a lo par; este es el mayor a vance que realizaron, s6Jo porque los yvW!J.OVEc; [gn6mones], los numeros impares, da­ban origen a una serie limitada de numeros: los numeros cua­drados. Con ello establecieron un puente con Anaximandro, que aquf aparece por ultima vez. Pero identificaban lo limirado con el fuego hernclitiano. Ahora, su tarea consistfa en disociar lo indeterminado en meras relaciones numericas concretas. En esencia, se trata de una fuerza calculadora: si se hubiera adop­tado Ia expresi6n heraclitiana del A.Oyoc;, hubieran entendido por A.6yoc; Ia proportio (es decir, Ia creaci6n de proporciones que establecen un lfmite o nEpcxc;). El pensamiento fundamental es: !a materia, pensada sin ninguna cualidad, solo serd aqttella cualidad detenninada por media de relaciones numericas. As( se respondi6 al problema de Anaximandro. El devenir cobro Ia apariencia de calculo. Esto recuerda hi sentencia de Leibniz (Epistolantm collectio Korthof, ep. 154): Ia musica es un exerci­cium arithmeticae occultum nescientis se numerare animi [un ejercicio aritmetico oculto nacido de un espfritu calculador]. Lo cual tambien podrfan haberlo dicho los pitagoricos del mun­do, aunque no /o que propiamente realiza el calculo.

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SOCRATES

§ 17. Socrates

Dem6crito nacio en Ia Olimpiada 80, por lo que era unosdiez afios mas joven que Socrates. Di6genes Laercio (II, 44 )41 dice explfcitamente de el que, segun Apolodoro, nacio en el cuarto afio de Ia Olimpiada 77, el sexto dfa del mes de Targeli6n, orE Ko:8cx(pouaL t~v nohv 'A8T]vcxloL [cuando los atenienses purifica­ban su ciudad] (por tanto, en el undecimo mes del gobierno del arconte). Diogenes Laercio (ibid.) dice que Socrates murio en el primer afio de Ia Olimpiada 95, yqovwc; hwv £:~60fl~Kov-ro:. Ko:'t. taur6. <)JT)OL Kcx't. LlTJ!J.~tpLO~ 6 <Po:A.EpE\)c; [habiendo llegado a Ia edad de setenta afios. Tambien Demetrio de Falero dice esto] (bajo el arcontado de Laques, finales de Targelion, undecimo mes), es decir, que en Targeli6n del 399 cumpli6 setenta afios; segun Apolodoro nacio en el 468. Yo conffo tanto en el como en su hombre de confianza, Demetrio (uvcxypcx¢~ 'tWV apx6vtulV [Listado de los arc011tes])42• Polemica contra un ai1adido suyo en Boeckh, c. 1, II, p. 321, C. F. Hermann (Platos Philosophie,

41. La Antigiiedad solo ha proporcionado tm daro. Testimonio inadver­tido de Apolodoro en Di6genes Laercio (IX, 41) sobre Ia Olimpiada 77,4 (donde se dice que Dem6crito era un afto mayor que Socrates).

42. Demetrio de Falero, discipulo de Teofrnsto, nacido hacia el 345. Que este 't:e<\rte< [estas cosns] est5 rebcionado con el anode nacimiento sc

deduce de Jo siguiente: EVLOL yap f~~KOIJTIX hwv TEAE\J't:f}OCtL aur6v <Pet.aw [pues algunos dicen que muri6 a Ia edad de sesenta ai10s] (es decir, como E~TJKOVTOUTT)<;, sexagenario). Asi, Ia informacion anterior debe ser una caracte­ristica de tener setenta ai1os. 77,4 bajo Apsefipn en el 61 de Targeli6n (en e1 11° mes 95,1 bajo el arcdnte Laques en el 12.0 mes), mayo o junio del 399. 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 9192 93 94, es decir, 17 x 4 := 68. 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 Olimpiada

Ai1o 77,4 6 de Tnrgeli6n (ai1o 69) hasta 95,1 6 de Targeli6n Aria 94,1, del 6 de Targeli6n, hasta el final, unos 20 dins. Por tanto, 60 aiios y 20 dias: Si hubiera nacido en 77,3, habria vivido 70 ::u1os y 20 dias

77,2, 71 aiios y 20 dias 77,1, 72 ai1os y 20 dias.

Los datos de Plat6n: t!ll el momenta del juicio (en el mes de Muniqui6n) tenia m:is de 70 alios (segun Apolodoro al'm no habin cumplido los 69), en el Crit6n tenfa 70 aiios.

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

p. 666) y Ueberweg, p. 86. Estos parten de Platon (Apologia de Socrates 17 d), don de se dice que Socrates h't) yEyovw<; TrAELW E:l35o1J~Kovra: [alcanzo una edad superior a setenta afios], con lo cual debio haber nacido antes del 469. Ademas, en Crit6n 52 las !eyes de Arenas dicen asi: «Durante setenta afios, Socrates, fuiste libre para abandonar Arenas mientras no estabas satisfe­cho con nosorros». Tambien esto conduce a una edad superior a setenta afios. Asf, pues, habria que aceptar que en Ia Olimpia­da 77 tuvo Iugar su primer o su segundo afio de nacimiento. Luego se dice que Socrates y Parmenides coincidieron en las grandes Panateneas; segun Sinesio, Socrates debia contar con veinticinco afios en el tercer afio de Ia Olimpiada 83, por lo que debio nacer en el segundo afio de Ia Olimpiada 77. De este ultimo argumento no hay nada que decir. El segundo, de Cri­ton, habla de setenta afios, mientras que el primero es Ia exage­raci6n de un informe apologetico. iComo prevalece el testimo­nio de Platon sabre el de Demetrio! El valor de Apolodoro estriba precisamente en el hecho de que Ia expresi6n yeyovw<; puede ser estrictamente comprobada: setenta afios significa que acababa de celebrar su sexagesimo novena cumpleafios y co­menzaba el septuagesimo. Los veinticinco dfas que vivio en el afio 70 responden al afio 70: el afio incompleto se cuenta como completo.

Su padre, Sofronisco, era del gens de los dedalidas; su madre era Fenarete, una comadrona. Se diferencia de todos los primeros filosofos por su origen plebeyo y su pobre for­macion. Fue siempre enemigo de toda cultura y de todo arte, asf como de Ia ciencia natural. Consideraba Ia astronomfa como un conjunto de secretos divinos cuyo estudio era una locura; ademas, consideraba una insensatez servirse del cono­cimiento de los cuerpos celestes para viajar por tierra o por mar, asf como para orientarse en Ia noche. Todo lo que no fuera poner este conocimiento al alcance de los piloros y vi­gias seria el despilfarro de un tiempo valioso. La geometrfa solo es necesaria en Ia medida en que cada cual se sirve de ella para guiarse a Ia hora de comprar, de vender o de dividir Ia tierra -un hombre con sentido comun no necesita maestros

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SOCRATES

para ello-, pero es burda y carente de valor si desembocaba en el estudio de las figuras matematicas. Socrates arrumbaba Ia totalidad de Ia ffsica43 : «~Piensan estos investigadores que, conociendo suficientemente las relaciones humanas, empie­zan a mezclarse en las cosas divinas? ~Piensan que estaran en situacion de p~ovocar viento o lluvia a su voluntad, o quieren solo satisfacer una ociosa curiosidad? Deberian recordar que los grandes hombres tambien discrepan en sus resultados y que emiten opiniones como si fueran dementes». Socrates nunca aprendio ffsica, pues lo que Plat6n cuenta en Fed6n (97d ss., etc.) sobre su estudio de Anaxagoras es, en todo caso, Ia historia del desarrollo del mismo Platon. Tampoco apreciaba el arte, del que solo comprendfa su aspecto practice y utilitario, perteneciendo a los que menosprecian Ia tragedia. Asf lo dice Arist6fanes en Las &mas 1491: Xap(Ev ouv ll~ L:wKpchEL I mxpaKo:BrulEVOV Aet:AE'tv I arropaA.6vm ~OUOLKilv I -rtf 'l:E ~Eytatcc. Trcc.paA.vrr6vtcc. I 't"f)<; 't"PCC.YC¥0LKf)c; 't"EXVEc;. I -ro 6 ' E:Trl OEIJ­volmv A6yoLOL I Kat crKcc.pL<flTJO!lO'iaL (oKcc.pL¢TJo~o<; una silueta imperfecta) .l..~pwv I OLCC.tpLPT)v apyov (ocio activo) TrOLEL08cn I na.po:iflpovouvtoc;. av6p6c; («es para tipos descabellados») [no le complace sentarse junto a Socrates para hablar, alejandose del arte de las Musas y desatendiendo lo que es maximo en el arte de Ia tragedia. Es propio de un insensate perder el tiempo con discursos ridfculamente solemnes con picoteos gallin:keos y sutilezas hueras]. La poderosa educacion espiritual y anfmica a traves de Ia poesfa era para Socrates mucho menos preferi­ble que el ejercicio de Ia filosofia: por eso vence Esquilo y Euripides fracasa.

Socrates es un plebeyo, es un inculto, y nunca recuper6 como autodidatto las clases perdidas de juventud. Ademas, es especificamente desagradable y, como el mismo dijo, dotado por Ia naturaleza de las pasiones mas vehementes. Nariz cha­ta, labios gruesos, ojos saltones: Aristoxeno (cuyo padre, Es-

'+.:1 . Apologia 19c: Socrates no entendia nnda de fisica ni de nstronomia oi!TE ~tKpov ourE ll~Ya: [ni grande ni pequefio]. Nadie le oy6 nunca hablar de elias. Sirva esto como testimonio de Plat6n contra Jenofonte.

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pfntaro, era conocido de Socrates) informa de su tendencia a Ia irascibilidad. Socrates es un autodidacto etico; su interior irradia un flujo de moral, una enorme fuerza de voluntad dirigida hacia una reforma etica. Este es su unico interes: otn tOL l:v flEYcipoLOl Ko:K6v -r ' · &:yo:e6v 'tE -rhuK'tO:l [tanto el bien como el mal que ocurren en las casas]. Pero lo destacable es el media de esta reforma etica, que tambien persegufan los pita­g6ricos. Pero este media, la l:mor~fl11, caracteriza a Socrates. El conocimiento como camino para la virtud diferencia su talante filos6fico; la dia/ectica como unica vfa, los E:no:ywyLKot A.6yoL [discursos inductivos] y el 6p((E08ttL (Ia definicion]. La

. lucha contra el placer, los dioses, Ia calera, etc. se dirige hacia una &llae[a (ignorancia] de base. El es el primer fil6sofo de Ia vida y todas las escuelas que parten de el son fundamental­mente filosoffas de Ia vida. iPero una vida dominada por el pensamiento! El pensamiento que esta al servicio de Ia vida; mientras que, en todos los primeros fil6sofos, Ia vida servfa al pensamiento y al conocimiento; aquf, el objeto es Ia vida co- · rrecta; allf, el conocimiento superior. Asf, Ia filosoffa socratica es absolutamente prdctica: es enemiga de cualquier conoci­miento que no este relacionado con consecuencias eticas. Es valida para todos yes popular, pues considera que Ia virtud es ensefiable. No apela al genio o a las fuerzas elevadas del cono­cimiento. Hasta entonces habfan bastado las sencillas costum­bres vigentes y las prescripciones religiosas: Ia filosoffa de los Siete Sabios era la unica moral practica, expresada en formu­las, respetada y vivida en toda Grecia. Ahora irrumpe Ia diso­lucion de los instintos morales: solo el conocimiento puro c;lebe ser uti!; pero, con el, el hombre tambien posee Ia virtud. Esta es Ia autentica creencia socratica: que el conocimiento y el comportamiento moral coinciden. Ahara, Ia inversion de esta frase es enormemente revolucionaria: donde no hay co­nacimiento puro se halla ro KaKov [el mal]. Socrates se con­vierte aquf en crftico de su tiempo, pues investiga como su epoca actua por turbios impulses o por el conocimiento. De este modo se manifiesta el resultado democratico por el que los trabajadores mas bajos estan por encima de los estadistas,

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SOCRATES

or adores y artist as de su tiempo. T omemos a un carpintero, a un calderero, a un comerciante o a un cirujano, y comproba­remos sus conocimientos tecnicos: Socrates se esta refiriendo a Ia genre de Ia que se ha tornado los instrumentos con los que ensefia. Ademas, ~que es Ia justicia? cQue es la piedad? cQue es Ia democracia? C:Que es una 1ey? Cada cual tiene su opi­nion. Sin embargo, Socrates solo encuentra tinieblas y &11aeCa [la ignorancia]. Socrates desempefia el papel de maestro, pero convence a sus · interlocutores esporadicos de su propia falta de inteligencia. Su siguiente exigencia era, pues, obtener una definicion del ambito polftico-social; su procedimiento, diale­ctico o epagogico. El mundo de las avepwmva [cosas huma­nas] le parecia un mundo de cXIlae(a [ignorancia]: habia pala­bras, pero ninguna idea junto a elias. Su deseo era ordenar este mundo, en la idea de que, si estuviera ordenado, el hom­bre no podrfa vivir sino conforme a Ia virtud. El fin de codas sus escuelas es una doctrina del bien moral, es decir, una espe­cie de aritmetica o geodesia del mundo etico. Toda Ia filosoffa antigua pertenece aun al tiempo en que los instintos eticos eran inquebrantables: la eticidad helenica se respira en Hera­elite, Anaxagoras, Dem6crito, Empedocles y, por supuesto, en las diferentes formas de Ia vida helenica. Ahara recibimos una investigaci6n puramente humana de la etica basada en presupuestos cientfficos: Ia etica es buscada. Para los fil6sofos antiguos ya estaba ahf, como un aliento vital. Esta etica busca­da, meramente humana, se enemista primero con las costum­bres tradicionales de Ia etica; Ia costumbre debe de nuevo disolverse en un acto de conocimiento. Debe decirse tambien que, para esta epoca de disoluci6n, la etica socratica se corres­pondfa con su propio fin: los hombres mejores y mas reflexi­ves vivieron solo conforme a una etica filos6fica. Brota, pues, de Socrates una corriente etica; en ella, el mismo es profeta y sacerdote. Socrates tiene el sentimiento de una misi6n.

Evidentemente, el punta mas importante de la vida de Socrates es cuando el entusiasta Querefonte recibe en Delfos Ia respuesta. En Apologia de Socrates 21a, Socrates se ofrece para ensefiar el testimonio del hermano de Querefonte, para

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

mostrar Ia realidad de esta pregunta y de su respuesta ~pEto yap 51) E1L tL~ Ef.!.OU E'LT} oo<j>WtEpo~: aVELAEV ouv , TiuS(cx !lT]bEVCX oo<j>w-rEpov ELVttt; [pregunto, pues, si habfa alguien que fuera mas sabio que yo; respondio, entonces, Ia pitonisa que no habfa nadie]; y despues -r( ouv notE A.eyEL <j>cioKwv Efl~ ao<j>w·mtov ELVttL [~que quiere decir afirmar que yo soy el mas sabio?]; el verso esta indicado en Diogenes Laercio II, 3 7 como 1TEpL<jJE­p6!1Evov avopwv anavtwv EwKpcttT]c; ao<jlwtatoc; [hacienda saber que Socrates es el mas sabio de todos los hombres) (pasajes en G. Wolff, De Porphyrii ex oraculis philosophia, pp. 76-77). Mas exactamente en Plat6n, Apologfd de Socrates 21a, esco­lio: XPTlO!lOC: rrEpL EwKpa-rouc; 5o8EL~ XttLpE<jlwvn t<{> E<jlrrrtt<¥ oo<j>oc; Eo<jJOKAfj~, oo<jlw"CEpoc; 0' Eup L 1TL011C:, av5pwv 0 ' anav"CWV E.[wKptX"CT]~]. o.[o<j>w"Ctttoc;) [Ia respuesta de Socrates dada a Que­refonte: sabio es S6focles, mas sabio es Euripides, Socrates es el mas sabio] (Aristofanes, Las Nubes, 144, escolio). (Natural­mente, el anapesto en segundo. Iugar es falso: este comienza con Eo<j>oKA.fJc; ao<j>6c;, oo<j>wtEpoc;-); ya Apolonio Mol6n (s. I a. C.) discute su autenticidad. Nombres propios anapesticos (Parson)<;> en Las Nubes 89, e indudablemente tambien en el segundo y en el primer pie. Los yambos eran necesarios para ambos tipos de nombre.- Gran vergiienza y lamentable confusion; por fin, Socrates resuelve medir Ia sabidurfa de los demas con Ia suya propia. Elige a un estadista famoso por su sabiduria y le pone a examen con algunas cuestiones. Descu­bre que Ia supuesta sabidurfa del hombre no es tal. Intenta mostrar al politico cuanto le falta para alcanzar Ia sabidurfa. Pero esto fue imposible, pues lo unico que lograba era hacerse mas odioso. «Ni el ni yo sabfamos que era lo buena y lo deseable; pero la diferencia era que el crefa saberlo, mientras que yo era consciente de mi ignorancia. De este modo, yo era mas sabio que el, puesto que estaba libre de este error capi­tal.» Repite esta experiencia primero con estadistas y oradores y luego con poetas y artistas. Reconoce on ou oo<j>(c,t 1TOLOELV j£

1TOLOELV, &Ua <j>UOEL nv't. KttL eveououx(OV"CE<;, Wo1TEp OL 8EOflcXV't'ELC: KaL oi. XPll0f.!.<¥bO(. KttL yap OU"COL A.eyouaL !lEV noUa KCXL KttA.a, '(aaaL o€ ouol:v wv A.eyouoL [que obraban lo que que obraban no

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SOCRATES

por sabidurfa, sino par cierta naturaleza y en estado de entu­siasmo, como los adivinos y los profetas. Y ciertamente dicen muchas y buenas casas, pero no saben nada de lo que dicen]. Luego sefiala que ellos, a causa de sus poemas, creen que forman parte de otro tipo de hombres mas sabios. Luego, Socrates se dirige a los artesanos, pero con mayor satisfac­cion. Estos saben mas que el, son mas sabios que el. Solo que tambien adolecen de un error fundamental: se creen sabios en algo distinto, puesto que todos estan bien informados de su profesion. Este error compensaba con mucho sus habilida­des.- Asf, llega a Ia creencia de que Apolo quiso decir que Ia sabidurfa humana es de poca importancia; el que esta conven­cido de la futilidad de su sabidurfa es realmente el mas sabio. Como consecuencia de ello, Socrates vive en una gran indi­gencia, odiado por doquier. Hasta su muerte, desea perseve­rar en cumplir su misi6n de fil6sofo e investigador, siendo vuestro amonestador, como si os pusiera un frena en Ia nuca. Si me condenais, lo pagareis. Por mi parte, el silencio serfa una desobediencia contra el dios. La mayor felicidad de que puede apropiarse un hombre es hacer expl.icaciones sobre la virtud y otras casas.- La vida, sin estas investigaciones, no es en absoluro una vida. Socrates siente que increfble y extrafio suena todo esto.- El conocimiento como camino de virtud; pero no como un erudito, sino como un dios convincenre 8Eoc;

wv nc; EAEyKnKoc; [siendo un dios digno de investigar] Plat6n, Sofista c. 1, yendo de aquf para alia poniendo a examen a los demas. La busqueda de la sabidurfa se muestra como busque­da de los oo<j>o( [sabios], en relaci6n con la i.otop(a [investiga­cion]; mientras que Ia sabidurfa heraclitiana aparece como lo mas pernicioso 11 Ctfln:S(a autil , E1fOVELOWtoc; 11 "COD o'(Eo8cu ex ouK oloEv [la ignorancia mas censurable es la de creer saber lo que no se sabe] (Apologia de Socrates 29b). Segun Jenofonte (Memorables III, 9, 6) "CO ol: ciyvoE'Lv E:au-cov Koci. & 11~ nc; oicSE oo;a(ELV KttL o'(E080CL YLYVWoKELJJ, E:yyutatw JlOCV(ac; Uoy((EtO ELVttL [Consideraba que desconocerse a sf mismo y opinar sabre lo que no se sabe creyendo que se conoce era lo mas proximo a !a locura].

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LOS FILOSOFOS PREPLATONICOS

Ahara entendemos Ia polemica contra los sofistas: se tra­taba de Ia actitud atrevida de un individuo. Grote (vol. 4, cap. 67) ha dado explicaciones sabre los sofistas. Segun las ideas a! uso, conformaban una secta detras de Ia cual se ocultaba una clase, un estamento. Segun la opinion comun, los sofistas di­vulgaban doctrinas desmoralizantes («principios sofisticos>>). Para Grote, los sofistas eran maestros de las costumbres co­rrientes, no estando ni por encima ni par debajo del nivel de su tiempo. Segun Ia opinion comun, Plat6n y sus seguidores fueron los maestros autorizados, el «clero establecido» de Ia nacion griega, y los sofistas sus antagonistas. Para Grote, los sofistas eran e1 clero y Platon el disidente- el socialista que ataco a los sofistas (como ataco a los poetas y a los estadistas), no como a una secta particular, sino como a una clase existen­te de Ia sociedad. Para Ia masa inculta, Socrates era un sofista mas; Ia moral ingenua no precisa en absoluto maestros; para ella, el mejor maestro era algo chocante. Aquf Ia tragedia y Ia comedia eran suficientes; este es el punta de vista de Aristofa­nes. Arist6fanes echa sabre Socrates una luz escrutadora: en el se hallan rasgos de los sofistas y de Anaxagoras.- Pero se diferencia por el hecho de que los sofistas corresponden per­fectamente a las necesidades, ya que cumplen lo que prome­ten; en cambia, nadie podrfa decir par que ensefia Socrates excepto el mismo. Su procedencia ponfa de manifiesto el sen­timiento de &fla8(a [ignorancia], exasperaba a los hombres y los convertfa en deseosos de conocimiento. Se sentfan como afectados par Ia picadura de un gimnoto. Propiamente, 56-crates solo estaba preparando !a lecci6n, en un intento por reconducir a su epoca de Ia tXfla8(a [ignorancia]. Todo el to­rrente del saber discurrira por este cauce trazado por el. El abismo abierto par el engulle todos los movimientos filosofi­cos anteriores. Es asombroso ver c6mo todo esto desemboca progresivamente en el mismo cauce. Socrates odiaba cualquier relleno provisional de este abismo. Por eso odiaba a los inge­nues representantes de Ia cultura y de Ia ciencia, los sofistas; si Ia ilusi6n de Ia ao<jl(a es como una flav(a [locura] las doctri­nas de esta sabidurfa ilusoria seran a su vez delirantes. En su

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SOCRATES

lucha contra ellos, Socrates fue incansable. En este sentido, tenfa en su contra toda Ia cultura griega; es muy indicativa ver como Socrates, enfrentado a ella, nunca da Ia impresi6n de un pedante. Sus medias son !a ironfa en el papel de un aprendiz que hace preguntas, un arte progresivamente culti­vado con gran ingenio. Luego, el metoda indirecto, circun­dante, con interes dramatico; luego, una voz enormemente atractiva; y, por fin, lo excentrico de su fisonomfa silenica. Su manera misma de expresarse tenfa un deja de repelente y plebeyo. El testimonio de EspfnrMo (Aristoxeno, fr. 28, en Muller): on ou noUol.c; cdrr6c; Y"- ll<.t!tXVu)'!EpOtc; EVtEtUXT'}KW<; E'(rt. tOL<XUtl')V dvat •1lv tE <jlwv~v Ka't ro Ot<Jfl<X Ka't to ETTL<jlcxtVOflEVOV ~eoc; Ka't rrpoc; n&at rE ro1c; ELp~flEVotc; r~v tou Etoouc; lot6t~ta [que nunca habfa conocido a nadie tan capaz de persuadir; su voz, su boca, e incluso su car:kter extravagante se asociaban a Ia perfecci6n con Ia que el decfa]. Cuando se le concedfa una buena disposici6n, surgfa un verdadero encantamiento, una es­pecie de sentimiento de esclavitud (Memorables IV, 2; Plat6n, Banquete 39), de extrema vergUenza y, entonces, como conse­cuencia de ello, una prefiez de buenos pensamientos. La jlCX.tEUtLKTJ tEXV~ [tecnica mayeutica] colabora en el alumbra­miento y verifica perfectamente que el recien nacido, si esta mutilado, sea arrojado con Ia dureza de una nodriza licurga.

En cambia, poco a poco, Socrates se habfa ida acumulando una gran hostilidad: numerosos enemigos personates, padres indignados por sus hijos y muchas calumnias, de modo que Socrates dice (Apologia 28a): Ka't rout' E:a-r'tv o Ejl~ a\.p1laEL, E&:vrrEp al.pn - ou MEA~toc; OUOE "Avutoc; aU' 1) tWV 1TOAAWV ota~oA.~ Ka't ¢86voc; [y esto es lo que me va a juzgar, si soy juzgado: no Melero o Anita, sino la calumnia y !a envidia de muchos]. La elevada posicion de sus enemigos comportaba un peligro mayor. iLa sorprendente liberalidad de Atenas y de su democracia: soportar tal misi6n durante tanto tiempo! Allf se consideraba sagrada Ia libertad de expresi6n. La investigaci6n y la muerte de Socrates poco demuestran contra esta afirmaci6n general. Anita ·estaba enfurecido a causa de su hijo, porque, ademas, consideraba a Socrates como educador de Alcibfades y

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BIBUOTECA CENTRAL

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LOS FILOSOFOS PREPLATQNICOS

Critias. Melero ha sido imitado como poeta, Licon como ora­dar, Socrates (decfa Anito) ensefio a Ia gente joven el desprecio de su constitucion polftica vigente (como ejemplo, Alcibfades, el mas rapaz de los Treinta y el insulto a Ia democracia). Y ensefio a Ia juventud las tinieblas de su propi~ sabidurfa y Ia practica de ofender a los padres. Ademas, Socrates solfa inter­pretar perjudicialmente los pasajes de los mejores poetas. Des­pues, la introduccion de nuevas deidades y el descuido de las antiguas (ooE~ELO:. [impiedad], como Anaxagoras.-el demonic pre­ventive). Socrates, como informa Jenofonre (Memorables IV, 8, 4), creyo desde el principia en su juicio; no se preparo (impedi­do por su &d.~wv [genio]). Crefa que era el mejor momenta para morir; si hubiera vivido mas tiempo, Ia edad le hubiera incapacitado de su ritmo habitual. Y, por lo tanto, Ia creertcia de dar una doctrina impresionante que conseguiria con la muer­te. Asf debe considerarse su imponente discurso de defensa: Socrates habla ante Ia posteridad. iQue indicativa es la mayorfa pfrrica con Ia que fue cortdenado! De quinientas cincuenta y siete personas, seis o siete mas de Ia mitad. Probablemente elias sintieron todo el aguijon de Ia ofensa al tribunal. En Memora­bles IV, 4, dice Jenofonte expresamente: «Los jueces le hubie­sen absuelto con facilidad solo con que hubiese hecho lo mis­mo con una conducta mas mesurada». Socrates ha atrafdo intencionadamente sabre sf Ia acusacion.- La imposicion de Ia pena queda determinada par una sentencia especial de los jue­ces: el fiscal nombra primero Ia pena que se le imputa; en este punta Socrates adopta un tono aun mas soberbio y recomienda que se le alimente en el Pritaneo. Se le impone Ia multa de una mina; Platon y sus amigos le ofrecen y le garantizan treinta minas. Si hubiera pagado esas treinta minas, hubiera sido ab­suelto. Pero el tribunal se sentfa profundamente herido. Socra­tes sabfa lo que hacfa: querfa Ia muerte. Tenfa Ia gran· oportuni­dad de mostrar su predominio sabre el temor y Ia debilidad, asf como Ia dignidad de una mision divina. Grote afirma que la muerte se le llevo con una magnificencia y una gloria tan gran­de como Ia del sol tropical en el crepusculo. Los instintos se han superado; Ia claridad espiritual rige Ia vida y elige Ia muer­te; todos los sistemas morales ?e Ia Antigi.iedad se esfuerzan

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SOCRATES

por alcanzar y entender Ia grandeza de esta acci6n. Como con­jurador del miedo a la muerte, Socrates es el ultimo tipo de sabio que hemos llegado a conocer: el sabio que vence a los instintos a traves de Ia crocj>(o: [sabidurfa]. Con el se agota el grupo de los crocj>ol. [sabios] tfpicos y originates: pit~nsese en Heniclito, Parmenides, Empedocles, Dem6crito, Socrates. A partir de aquf comienza una nueva epoca de crocj>o[, con Platon al £rente, caracteres complejos formados por Ia unificacion de influencias salidas de los unicos y originales cro¢oL Mi objetivo, par esta vez, ya se ha cumplido; mas adelante discutire Ia signi­ficaci6n de las escuelas socraticas para Ia vida helenica.

Apendices: sabre Parmenides y Ia genesis de su propia des­cripcion expresiva, vease Rheinisches Museum IXX, 513. Sabre Socrates, Lichtenberg I, 65.

Imperatives: sabre Tales; observacion exacta de los hechos en Anaximandro; lo metafisico de cada fenomeno concreto. Sobre Anaxagoras. Lo infinitamente pequefio. Ausencia de cualquier medida fija.

Lichtenberg I, 58, 52.

2Serfa impensable que el mundo organico hubiera empezado con el hombre y que los animates provengan del hombre y las plantas de los animales?

Fuentes de Di6genes Laercio y Suidas. La pseudoepigra(fa. Las c5wooxa{ [sucesiones]. La cronologfa segun Apolodoro.

Protagoras: a) 70 afios de edad

4

30 18 0 7 01. 84 cXK!-1~ (440)

74 18

102 [nacido en el 500] 48

175

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LOS FIL6SOFOS PREPLAT6NICOS

entonces nacido en 01. 74 (480) segun Apolodoro muerto en 01. 102 o 101 (~410?)

~De donde proviene Ia division entre qnA.ooocp(C! Lwv~K~ [fila­sofia jonica] e' ItcxA.~K~ [italica]?

Final en Crisipo, Epicuro, Cletomaco, Teofrasto. Di6genes Laercio II, 2: cXKjlcfao:vr&. Till jlcXA~a-rcx Ko:t& TioA.uKpch11 [llego a su madurez casi al mismo tiempo que Polfcrates] fren­te a Bergk, 48-50. Las relaciones entre los discfpulos de Simplicia no siguen a Teofrasto. Lo unico positivo, que Parmenides cXKOUOO:~ [escucho] a Anaxa­goras, no esta en el. Atentamente dice Teofrasto de Parmenides:

Empedodes como:

'tOlJc<.p o' Em yEv6wvoc; viviendo segun el.

nA.11o~ao-r~~ [discfpulo] de Parmenides es absurdo. Parmenides llega a su madurez en la Olimpiada 69, Olimpia­da 72, pero solo habiendo nacido Empedocles. Lo correcto esta en Di6genes Laercio VIII, 55, es decir, que fue su '11A.wri)c; [emulo].

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fNDICE DE NOMBRES CITADOS POR NIETZSCHE

Abaris : 65 Acusilao: 34 Alceo: 145 Alcibfades: 173s Alcidamas: 128 Alejandro de Afrodisia: 50 Alyatte: 38 Aminias: 98s Amonio: 136 Anacarsis: 34 Anaxagoras: 17, 23, 51, 57ss, 88s,

106, 113-126, 127ss, 134, 136s, 139ss, 147s, 167, 169, 172, 174ss

Anaxarco: 57 Anaximandro: 28, 46-54, 55ss, 79,

80, 83ss, 92s, 97s, 107, 120, 122s, 128, 154, 161, 163s, 175

Anaxfmenes, 28, 46s, 54-59, 99s, 102, 113, 115,

Androclo: 69 Andr6n: 35 Anita: 173s Antfstenes: 57 Antonio Di6genes: 67 Apolodoro: 37s, 40,. 46s, 55ss, 61s,

179

67s, 91ss, l 07s, 113s, 126, 128, 165s, 175s

Apolonio de Rodas: 26 Apolonio de Tiana : 62, 67 Apolonio Mol6n: 170 Aristodemo: 35 Arist6fanes: 32s, 36, 115, 126, 167,

170, 172 Arist6teles: 19, 23, 26, 32, 34, 40,

41-42, 44s, 47, 50s, 62, 65, 83, 87, 89, 96, 102, 107s, 114s, 117ss, 123, 125, 127, 130, 132, 141s, 144, 148, 151s, 154s, 158

Aristoxeno: 61s, 65, 67ss, 154, 167, 173

Arqufloco: 73 Arquipo: 68 Arquita9 de Tarento: 68, 162 Aspasia: 114s Ateneo: 92, 96 Aten6crito : 142 Aulo Gelio: 21, 65 Ausonio: 37

Baquflides: 131

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LOS FILOSOFOS PI\EPLATONICOS

B<1quis: 32 Bnticle: 34s Bentley, R. : 60s Bergk, T.: 8, 35, 93, 176 Bernays, j.: 46, 69, 70, 73, 75, 82s,

85, 88, 103, 109, 130 Bins: 34ss, 7 5 Blis6n : 69s Boeckh, A.: 32, 143, 154, 162, 165 Brandis, C. A.: 92 Buda: 106 Burckhardt, J .: 22

Cnlfades: 69, 113s Cnlicdtides: 126 Carus, F. A.: 125 Cicer6n: 20s, 94, 96, 100, 123, 135,

144, 149, 162 Cil6n de Crotona: 68s Ciro : 39, 27, 93 Clemente de Alei,andr!a: 32, 37, 70,

72ss, 80, 84, 86, 93, 95, 143 Cleobulina: 38 Cle6bulo : 34, 36, 37 Clet6maco : 176 Caber, C. G.: 108 Copernico, N.: 162 Creso: 35, 39 Crisipo: 109, 176 Critias : 174 Crit6n : 166

Damascio: 26s Damasias: 38 Dario: 55, 70, 93 Decker, F.: 45 Demetrio de Falero: 34, 3 8, 113s,

165s Dern6crito : 18, 20, 38, 46, 57ss, 92,

140, 141-153, 169, 175 Dicearco: 34 Diodes: 57, 154 Diodoro: 126, 128, 131, 144 Diodoro de Aspendo: 68 Di6genes de Apolonia: 57 Di6genes de Esmirna: 57 Di6genes Laercio : 33s, 36ss, 44ss, 55,

60, 62s, 67, 69ss, 73s, 93s, 96, 98s, 102, 107, lOSs, 113s, 126, 128s, 131ss, 142, 144s, 149s, 154, 165, 170, 175s

Dionisio de Halicarnaso: 144

Dioniso: 27, 72 Duris: 38

Ecfanto: 157 Elearas : 17, 21, 49, 59, 60, 120s, 155 Eliano: 46 Empedacles: 17s, 20, 49, 51, 58ss,

63, 65, 70, 86, 99, 103, 106, 109, 126-141, 143s, 147, 154, 161, 169, 175s

Ennia: 21 Epaminondas: 68 Epicarmo : 36, 131 Epicure: 109, 148s, 176 Epimenides: 33s, 94 Equecrates : 154 Erat6stenes : 57, 60ss,66 Espeusipo: 99 Espfntaro: 168, 173 Esquilo : 25, 131, 133, 167 Estobeo: 33, 36, 51, SO, 88,102, 144 Estrab6n : 72 Eubulo: 113 Euclides : 39 Euderna : 26, 39s, 70 Eudoxo de Cnido : 65 Eurnalpo: 32 Euripides: 25, 32, 124,126, 167, 170 Eurfstrato: 54 Eurito : 68, 154 Eusebio : 48, 56, 92, 108, 127 Exaineros: 126 Examyes: 38

Fanton: 154 Favarino: 127, 144 Fenarete: 166 Ferecides de Siro: 22, 26ss, 34, 40,

45, 63 Fichte: 28 Fidias: 23, 115 Filem6n: 32 Filolao: 66, 68, 144, 154, 159, 160ss Foco de Samos: 40

Galena: 40, 43, 96 Gel6n: 130s Glauco de Reggio: 144 Goethe, J. W. von: 129, 130, 144 Gorgias: 92, 132 Gottling, C. W.: 69 Grote, G.: 60, 172, 174

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(NDICE DE NOMBI\ES CITADOS POl\ NIETZSCHE

Hansen, A.: 38 Harduino : 46 Harpedonaptes : 143 Hecateo de Mileta: 63s, 67, 69 Hegesibula: 113 Hegesistrato : 142 Heinze, M. : 59, 90 Helmholtz, H. : 79 Heraclides Lembo: 25, 61 Heracliro: 17ss, 28, 46, 49, 57ss,

63ss, 67, 69-91, 94, 96, 100, 103, 107, 120, 122, 125, 127, 148, 159, 163, 169, 175

Hermann, C. F.: 113, 165 Hermarca de Mitilene: 109 Herrnipo: 34, 66, 114, 128 Hermadoro: 69s Herm6timo de Claz6rnene: 125 Her6dato: 37ss, 47, 64, 122, Hesiodo: 26, 30, 32, 33, 63s, 73, 94s Hieron: 131 Hipias: 44s, 92 Hipoboto: 66s Hip6crates : 43 Hip6lito: 32, 56, 73, 85, 87s, 97,

122 ' Hip6n: 57 Hiponacte: 70 Hiponax: 35s Hystaspe: 70 Homero: 26, 32, 94s,125, 153 Horacio: 144 ·

Ideo: 57 Isagoras: 69

Jarnblico : 67 Jen6fanes: 57, 59, 63s, 67s, 93, 94-

99, 104, 128 Jen6filo: 154 Jenofonte: 171, 174 jerjes: 113

Kant: 19, 43, 106, 112, 148 Karsten, H. Th.: 105, 132s Kern, 0.: 52 Krische, A. B.: 45, 102

Lange, F. A.: 149 Laplace, P. S. de: 43 Laques: 165

Lassalle, F.: 73, 85 Lavater, J . K.: 129 Lavoisier: 42s Leandro de Mileto: 34 Leibniz: 164 Leofanto: 34 Leucipo: 59, 141s, 144s, 148 Lichtenberg: 175 Licon: 174 Uno: 32 Lisis: 68, 154 Lobeck, C. A.: 27 Locke, J. : 147, 157 Luciano: 82 Lucrecia: 123, 148

Mannuzio, Aldo : 36 Marco Aurelio : 76 Melancomas: 70 Melero : 173s Menage, E.: 36 Met6n: 126, 131 Metr6doro: 125 Mis6n: 34s Mnesarco: 62s Mull::~ch, F. W . A.: 36s, 144 Mliller: 173 Museo: 26, 33

Neanres: 66s, 127, 133 Nearco: 108 Neleo : 38 Nic6rnaco de Geras::1: 67

Oeser: 144 Oleno: 32 Onesicrito: 65 Onomacrito: 25 Orfeo: 26, 12 Or ficas : 62ss Orfgenes: 81 Ortomenes: 94

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Parnfo: 32 Paracelso: 42 l'armenides: 18, 55ss, 67s, 79, 91-

94,98-107, 108s, 113, 116, 128, 130, 137, 142, 146, 148, 155s, 163s, 166, 175s

Pausanias: 31 Periandro: 34ss Pericles: 108, 114ss, 126

Page 95: Los_filósofos_preplatónicos_Nietzsche.pdf

LOS FILQSOFOS PREPLATONICOS

Plndaro: 32, 131 Pires: 99 Pitaco: 34ss, Pit:lgoras: 17ss, 34, 46, 59, 60-69,

71s, 74, 94, 96, 98, 125, 128, 136, 141, 156

Pitag6ricos: 19, 51, 61, 63ss, 68, 99, 103, 107, 134, 136, 154-164, 168

Piteo: 32 Plat6n: 19s, 27, 31, 33s, 45, 70, 81,

83, 91s, 96, 103, 105, 107ss, 118, 144s, 157, 166s, 170ss

Plinio: 46s, 70 Plutarco: 31s, 36, 39s, 48, 71ss, 80ss,

86, 88s, 114, 135, 144, 162 PoHcleto: 23 Policrates: 61s, 67, 176 Polo: 132 Polymnasto: 154 Porfirio : 36, 67 Potter : 86, 143 Prax!ndes: 46 Proclo: 39 Pr6dico: 92 Protagoras : 18, 175 Pseudo-Arist6teles: 67 Pseudo-Plutarco : 44

Quercfonte: 169s Querilo: 45 Quil6n: 34ss Quir6n: 32

Radamante: 32 Reiske, J. J.: 135 Rettig, G. F. : 83 Rohde, E. : 60, 63, 65ss Rose, V.: 145, 154

Satire: 66 Schaarschmidt, C.: 154 Schleiermacher, F.: 75, 85, 103, 145 Schorn, S.: 122 Schultz, F.: 36 Seneca: 44, 73 Sexto Empfrico: 94s, 130, 132 Siere Sabios : 18, 24, 31, 22, 30, 33,

36s, 168 Sim6nides: 69, 131

Simplicia: 47s, 51, 53, 56, 58, 95, 99, 115s, 121s, 124, 127, 142, 176

Sincelo: 92, 127 Sinesio: 166 Sirac, J.: 36 Soci6n: 144 Socrates: 18, 20 , 59, 66, 74, 92, 115,

165-175 Sofistas: 59, 172 S6focles: 72, 170 Sofronisco: 16 6 Sol6n: 34ss, 45 Sosfades : 36 Steinhart: 102 Suidas: 47, 70, 107, 109, 126, 175

Tales de Mileto: 22s, 28, 34s, 37-46, 47s, 52, 54, 57, 59, 94, 97, 142, 175

Ter6n: 131 Teleutagoras : 107 Temistio: 46 Te6crito: 36 Teofrasro: 32, 50, 51, 52, 55s, 58,

9~ 102, 122,125,128, 13~142, 176

Ter6n: 131 Timeo: 132s, 154 Tim6n de Fliunte: 132 Traslbulo : 35 Trasideo: 131 Trasilo : 145, 160 Tzetzes : 40

Ueberweg, F.: 166 Ulrici, H.: 28

Von Bar, K. E. : 76

Wagner, R.: 18s Westphal, R.: 157 Wolff, G.: 170

Zalmoxis: 65 Zech, J.: 38 Zeller, E.: 53, 60, 62s, 66, 69s, 87,

102, 113s, 119, 127, 129, 154 Zen6n de Elea: 92, 107-113 Zimmermann, R.: 28 Zoroastro: 17

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