Luchtenberg Sobre Entrevistas

download Luchtenberg Sobre Entrevistas

of 19

description

Sobre entrevistas

Transcript of Luchtenberg Sobre Entrevistas

  • 288

    La produccin del trabajo asociativo

    previas, saberes, y motivaciones, adems de un conjunto de teoras que ha incorporado a lo largo de su formacin, que impulsan sus acciones y les dan sentido.

    De este modo, todo anlisis realizado en el marco de una investigacin social implica la conceptualizacin de aquello que se estudia. La traduc-cin de fenmenos sociales complejos en categoras conceptuales y tericas puede resultar muy til. Sin embargo, la necesidad de comprender dichos fenmenos a travs de teoras que suelen estar legitimadas dentro del campo de las ciencias sociales puede redundar en una vericacin de las mismas ms que en una efectiva comprensin de lo estudiado; ocultando, ms que mostrando, las lgicas que subyacen a los fenmenos analizados.

    Por otra parte, la necesidad de comprender estos procesos y fenmenos sociales trasciende el mbito estrictamente acadmico, abarcando tambin al poltico cada vez que se trata de implementar determinadas polticas so-ciales. En este caso, los sujetos y las poblaciones pueden ser denidos, por ejemplo, como vulnerables o como pobres, con el n de ser calicados como potenciales beneciarios.

    Por todo esto considero fundamental reexionar acerca de la relacin que se establece entre el sujeto que investiga y el investigado, teniendo especialmente en cuenta de qu manera las concepciones que cada uno tiene del otro y que ambos poseen acerca de los tpicos de la investiga-cin- inciden en la recoleccin e interpretacin de los datos. El vnculo establecido entre estos sujetos no se produce ni se reproduce por fuera de las concepciones que cada uno tiene del otro. stas pueden ser cambiantes pero siempre median entre las personas que se ven involucradas en una investigacin y no se limitan a existir cuando stos estn juntos fsicamen-te. Estas percepciones trascienden el encuentro cara a cara entre ellos y, en el caso del investigador, siguen presentes en el momento de analizar los datos recogidos.

    De esta relacin fundamental entre ambos sujetos, derivan luego todos nuestros datos; aquel material con el que haremos nuestro trabajo de an-lisis y con el que deniremos a nuestros sujetos de estudio.

    Dado que es complejo analizar el vnculo entre el sujeto que investiga y el investigado, y sus implicancias en el proceso de investigacin y de interpretacin de los datos, he decidido focalizar mi atencin en una in-teraccin especca y mucho ms acotada: una entrevista realizada en el marco de la investigacin mencionada al inicio. Dicha entrevista podra considerarse una fotografa instantnea que captura un momento jo del ujo, ms amplio y dinmico, que representa la relacin establecida entre el sujeto investigador y el investigado.

    El modo en que este juego de percepciones mutuas inuye sobre el pro-ceso cognitivo en general, y sobre la recoleccin e interpretacin de los

  • 289

    Percepciones, expectativas y el uso de...

    datos en particular, es clave cuando trabajamos con personas que (como sucede en esta ocasin) se encuentran en situacin de pobreza. As, nues-tros discursos contribuyen a situarlas en un determinado lugar, que, de acuerdo con nuestras concepciones, pueden colaborar en una compren-sin crtica de las condiciones que las subordinan o, por el contrario, favo-recer su reproduccin.

    La entrevista que presentar se constituye entonces en un soporte em-prico de mis reexiones ms amplias sobre el modo en que los presupues-tos mantenidos por los sujetos de la investigacin ejercen su inuencia sobre el desarrollo de la misma, la produccin y la interpretacin de los datos obtenidos. Por lo tanto, sera inapropiado extender mis argumentos a las entrevistas realizadas en el contexto de otras investigaciones sin tener en cuenta las particularidades de cada una.

    Ms bien, este trabajo quiere ser un aporte a los que, como es mi caso, nos encontramos emprendiendo una investigacin que involucra la interac-cin con otras personas como parte constitutiva de su trabajo de campo.

    La negociacin de significados

    Comprendida de este modo, la entrevista no consiste meramente en una tcnica de recoleccin de datos. Es ante todo un encuentro con otra perso-na, un intercambio de palabras, de ideas. Es en primer lugar una interac-cin social. Adems, cabe destacar, es una de las tcnicas ms utilizadas, a lo largo de las ltimas dcadas, en el marco de investigaciones sociales cualitativas (Holstein y Gubrium, 1995).

    Si la entrevista, en su naturaleza interactiva, busca indagar sobre el modo en que el sujeto que investigamos construye su realidad, y le da sentido, no podemos entonces pasar por alto la manera en que uno mismo como investigador ha construido previamente a dicho sujeto y a la reali-dad en la que vive.

    Esta precaucin se sustenta en la diferencia de carcter ontolgico exis-tente entre el objeto de estudio de las ciencias naturales y el sujeto de es-tudio de las ciencias sociales,1 lo cual tiene sus consecuencias epistemol-gicas (cmo conocemos) y por lo tanto tambin metodolgicas (mediante qu conocemos: las estrategias y tcnicas que ponemos en prctica para

    1 Hacemos referencia al trabajo de construccin de sentido que realizan los sujetos acerca de sus acciones y de su realidad previo al anlisis interpretativo producido por el cientco social y que da lugar a la nocin de doble hermenutica (Giddens, 1987).

  • 290

    La produccin del trabajo asociativo

    conocer) (Vasilachis de Gialdino, 1992a y 2006). El uso de la entrevista im-plica entonces el ejercicio de una reexividad, por parte de quien la utiliza, acorde con su naturaleza eminentemente social e interactiva.

    Segn Holstein y Gubrium (1995), la persona entrevistada es recono-cida, no slo como un sujeto capaz de producir signicados y construir sentido a partir de la realidad en la que vive, sino que adems puede dar cuenta de ellos. Se trata entonces de un sujeto activo.

    Esta condicin de sujeto activo tiene consecuencias directas en el tra-bajo de campo y en la interpretacin de los datos. Tal como arma Rapley, cualquiera sea la postura analtica adoptada [por el investigador], no se puede escapar a la naturaleza interactiva de la entrevista y del hecho de que el dato sea producido en colaboracin con el otro (2001: 318, la traduc-cin es propia).

    De este modo, la co-construccin del dato a la que aludimos no es siem-pre deliberada; tampoco se desprende de un simple acto de voluntad por parte del investigador. Por el contrario, sta es completamente indepen-diente de su postura analtica y obedece ms bien a la naturaleza propia de la entrevista. La diferencia primordial no reside en la voluntad del in-vestigador para que esta co-construccin exista, sino en su predisposicin para admitirla y para incorporarla en el anlisis transformndose as en un dato. La entrevista, entendida de esta manera, puede ser pensada como una instancia de negociacin de los signicados que ponen activamente en juego los interlocutores durante el intercambio. Mi propsito es mostrar cmo se produce esta negociacin de percepciones y signicados que ade-ms exceden a la entrevista como tal.

    Presentacin del caso

    A continuacin presentar en unas pocas lneas el perl de Mariela, mi entrevistada, y las circunstancias en que se produjo la entrevista a n de que los lectores conozcan el contexto en el que sta se llev a cabo.

    Cuando Mariela fue entrevistada por primera vez, en octubre de 2008, tena 20 aos. Su familia es de origen paraguayo, mientras que ella naci y se cri en la provincia de Buenos Aires. Primero vivi en el partido de Quilmes y luego, donde reside actualmente, en el barrio de Villa Jardn (partido bonaerense de Lans), ms precisamente en la avenida que marca el lmite entre dicho barrio y el de Villa Diamante, en el que se encuentra su escuela.

    El padre de Mariela no termin la escuela secundaria. Actualmente trabaja en su casa armando calzados deportivos que imitan los modelos de las marcas ms caras del mercado a partir de los materiales que le provee su empleador. Su madre no termin los estudios primarios y es empleada domstica en tres casas de la Capital Federal junto a su hermana.

  • 291

    Percepciones, expectativas y el uso de...

    A nes de 2008 (meses despus de realizada la entrevista que presento), Mariela termin sus estudios secundarios en la escuela del barrio y desde principios de 2009 cursa la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

    La entrevista que citar a lo largo de este trabajo tuvo lugar en la es-cuela a la que ella asista durante el ltimo trimestre de su cursada. Las autoridades de la escuela me facilitaron un aula vaca en la que podamos conversar con mayor tranquilidad. Dos semanas antes, me haba presen-tado a los alumnos informndoles que soy socilogo y que estoy investi-gando acerca de qu cosas tienen ganas de hacer despus de terminar la escuela.

    Mi eleccin por entrevistar a Mariela y conocerla ms, obedece a los cri-terios en los que baso mi muestreo intencional, el cual responde al objetivo general de mi investigacin que consiste en conocer cmo se articulan las representaciones que los jvenes en situacin de pobreza tienen acerca de s mismos, sus expectativas y posibilidades, con los itinerarios de inser-cin social recorridos una vez terminada la escuela media.

    Mariela es una persona joven, que est terminando la escuela secun-daria en un barrio humilde y con pretensiones de seguir un estudio su-perior. Adems, a diferencia de varios de sus compaeros y compaeras, que tambin manifestaban intenciones de seguir estudiando en la univer-sidad, Mariela presentaba sus proyectos personales con ms seguridad, lo que me permiti inducir que tendra ms claras sus argumentaciones. Mi curiosidad principal se diriga a conocer cules eran las expectativas, deseos y proyectos que tendra una joven que, viviendo en un contexto social desfavorable, se decide por ingresar en la universidad. Desde los presupuestos que enmarcan los propsitos de mi investigacin, el caso de Mariela se mostraba tericamente relevante. Por su parte, Mariela accedi gustosamente a ser entrevistada. Los temas de la entrevista giraron en torno a sus expectativas sobre el prximo ao, sus proyectos de estudio, trabajo, familia, etc. Cabe destacar que el rapport establecido entre ambos fue muy bueno desde un comienzo.

    Cito a continuacin las secuencias ms signicativas de la entrevista a los nes de mi anlisis. Luego de presentarle a Mariela los propsitos generales de mi investigacin y los temas sobre los que versara nuestra conversacin, la entrevista comienza:

    Entrevistador: Veo que has laburado un montn [mirando la encuesta que hi-cieron anteriormente].Mariela: S, s. Estuve trabajando de lunes a sbado. De lunes a viernes era de ocho a seis de la tarde. Y los sbados era de ocho a una del medioda. E: Y en dnde?M: En en una fbrica de envases. Mega-envases se llama.

  • 292

    La produccin del trabajo asociativo

    E: MediaM: Mega envasesE: MegaM: S, en Pompeya queda.E: No era un local que venda. Era nada ms que la fbricaM: Era un local y atrs, en la parte de atrs era toda una manzana, era la fbrica. No fabrican los envases ah ellos. Los compran y a m me tocaban lim-piarlos. Limpiar el local o a veces limpiar los vidrios, los envases que me toca-ban, cosas as.E: Y cuntos envases limpiabas por da? Porque es una cantidadM: Ms de mil.E: Ms de mil?M: S, pero era un trabajo por da. Te pagaban por da. Cinco pesos la hora.

    Con Mariela nos habamos conocido apenas dos semanas antes de esta entrevista lo cual se hace evidente en la formalidad del registro emplea-do por ambos. Como podemos observar, la entrevistada no se involucra subjetivamente sino que se limita a responder a las preguntas de una ma-nera cordial pero con datos objetivos, mencionando nombres, nmeros y horarios.

    De igual manera, el entrevistador comienza por hacer preguntas que no involucran subjetivamente a la entrevistada, con la nalidad de no inti-midarla desde un primer momento.

    Sin embargo, resulta particularmente notorio el intercambio de ideas que tiene lugar desde un primer momento acerca del trabajo de Mariela, el cual se expresa en las emisiones de los hablantes. El entrevistador comien-za la conversacin expresando un juicio sobre el trabajo de la entrevistada: Veo que has laburado un montn. A este juicio, la entrevistada responde con datos objetivos mencionando los horarios de su trabajo. Varios turnos despus, el entrevistador vuelve sobre la idea de la cantidad. As, vemos que las palabras con que el entrevistador reere al trabajo de la entrevista-da connotan un esfuerzo: Y cuntos envases limpiabas por da? Porque es una cantidad

    La entrevistada no contina en la lnea de este juicio haciendo una va-loracin personal (mucho, poco, etc.) sino que nuevamente responde con un dato objetivo: Ms de mil. A continuacin, el entrevistador repite en forma de pregunta retrica Ms de mil? indicando con esto sorpresa frente a lo que parece un esfuerzo considerable. La respuesta que da Ma-riela se encuentra en el mismo orden de la anterior: S, pero era un trabajo por da. Te pagaban por da. Cinco pesos la hora.

    Vemos que a la connotacin de trabajo esforzado sugerida en la pre-gunta retrica del entrevistador, la entrevistada responde utilizando el adversativo pero con la nalidad de no perder la cordialidad con su in-terlocutor aunque dejando ms clara su posicin. En este sentido, los datos

  • 293

    Percepciones, expectativas y el uso de...

    aportados es un trabajo por da y Cinco pesos la hora no responden a la pregunta hecha por el entrevistador, sino que, por el contrario, cumplen la funcin de correr al hablante del lugar del sacrificio en el que es puesto por su interlocutor.

    No podemos suponer qu pensaba la entrevistada durante esta conver-sacin. Slo podemos inducir algunas ideas desde las palabras utilizadas. Lo que efectivamente se va haciendo ms evidente con el transcurrir de la conversacin es el proceso de negociacin que tiene lugar acerca del sig-nicado del trabajo realizado por ella. Adems, no estamos hablando del trabajo como un tpico abstracto, sino de su trabajo. Por lo tanto, no es la mera denicin de una actividad la que se pone en juego, sino tambin, y lo que es ms importante, la identidad de la persona que la realiza.

    Observemos cmo sigue la secuencia:

    E: Aj, y vos laburabas de ocho a seisM: Tena una hora de descanso.E: Claro, nueve horas laburabas.M: Claro, nueve horas. Y me daban 50 pesos ms la hora dedescanso.

    Tal como se observa en este extracto, los intercambios expresados mani-estan una tensin que sigue en juego. Esta vez, el entrevistador indica un horario de trabajo conrmando as la informacin obtenida previamente. La entrevistada le aclara que de la cantidad de horas declaradas, una de ellas estaba destinada al descanso. La idea del sacricio vuelve a ponerse en evidencia en la boca del entrevistador cuando ste habla, ya no del ho-rario cumplido, sino de las horas efectivamente trabajadas: Claro, nueve horas laburabas. La palabra Claro al inicio de esta emisin no busca rearmar la dimensin del descanso introducida por la entrevistada en el turno anterior el cual fue completamente soslayado por el entrevistador sino la del trabajo (laburabas). A continuacin, la entrevistada concede la primera parte de su turno a su interlocutor repitiendo lo ltimo dicho por l Claro, nueve horas-, pero agrega despus la informacin que ella desea dar, aportando la cantidad que cobraba a diario y aclarando que adems el descanso tambin se le pagaba Y me daban 50 pesos ms la hora de descanso.

    La siguiente secuencia tiene que ver con el destinodel dinero ganado:

    E: Claro, y entonces ah me ponas [en la encuesta] que aportabas parte de la guita para tu casa, digamos, no?M: Parte? No. Todo mejor dicho. Capaz que me quedaba con veinte pesos para solventar los gastos de la semana. Pasajes, esas cosas.E: Claro, pero haca falta en tu casa poner guita y, bueno, tuviste que salir a laburar

  • 294

    La produccin del trabajo asociativo

    M: No, pero aparte porque yo quera trabajar, quera ocupar mis ratos de ocio, quera ocuparlos en algo y no tena nada para estudiar, me puse a tra-bajar. El trabajo lo consegu porque mi mam trabaja en la casa de este seor que es el dueo de la empresa, y do que necesitaba una persona, y bueno me recomend a m, y yo fui.

    Cuando el entrevistador pregunta a Mariela acerca del destino de su di-nero ella cuenta que prcticamente la totalidad era entregado a su familia. Sin embargo, cuando el entrevistador hace hincapi en esta idea (pero haca falta en tu casa poner guita y, bueno, tuviste que salir a laburar), la entrevistada niega que esa sea la nica razn. Ella cuenta que tambin busc trabajo para ocupar [sus] ratos de ocio; no tena nada para es-tudiar y [se puso] a trabajar. La alternativa que deja planteada Mariela consta de dos opciones: estudiar o trabajar. Su opcin por el trabajo no se fundamenta en una necesidad material sino en el tiempo libre disponible por no tener nada que estudiar.

    La entrevista contina centrada en los proyectos de estudio de Mariela para el siguiente ao, a lo cual responde que su deseo es cursar la carrera de Derecho. La primera vez que Mariela es interrogada acerca de sus mo-tivos cuenta lo siguiente:

    M: Porque me gusta, s, me gusta, me gusta interactuar entre personas, me gusta estar entre personas y por eso yo eleg esta materia, esa carrera.

    La primera razn expresada es el gusto por interactuar entre perso-nas. Esta respuesta no me result satisfactoria por lo que mi intencin fue que Mariela pudiera pensar acerca de otras razones ms especcas vinculadas con el ejercicio del Derecho. Desde mi imaginario, las posibles respuestas que esperaba de Mariela rondaban entre ayudar a otras perso-nas, la bsqueda de la justicia, o simplemente progresar econmicamente con una actividad que le gusta. Aqu vemos mi insistencia como entrevis-tador y su respuesta:

    E: () por qu Derecho? Qu le ves? Porque digo, adems de queM: Derecho porque yo yo veo a los abogados, y me encanta cmo se visten, cmo hablan, me encanta la forma de expresarse que tienen, se expresan tan correctamente que quiero llegar a ser as como ellos, a parte yo quiero ser jueza, quiero llegar a ser jueza, y para eso, bueno, voy a tener que sentarme un poquito a estudiar. La respuesta de Mariela hace alusin a los elementos simblicos vincu-

    lados a la actividad de los abogados, presentes en su imaginario (vestirse bien y hablar correctamente). Segn sus palabras, ella [quiere] llegar a ser as como ellos. La palabra ellos engloba en este caso a un conjunto

  • 295

    Percepciones, expectativas y el uso de...

    de personas los abogados- que segn sus palabras se presenta como ho-mogneo y con caractersticas que ella expresa como lejanas (quiero lle-gar a ser as). Puede observarse tambin que el registro empleado por Mariela durante esta parte de la entrevista, y las anteriormente citadas, se corresponde con esta pretensin. Mariela habla de solventar sus gastos, ocupar sus ratos de ocio, e interactuar con otras personas. Su forma de hablar se destaca en el aspecto lexical y gramatical frente a la de sus com-paeros y compaeras entrevistados. No estamos armando que Mariela utilice este vocabulario en todas sus interacciones cotidianas (de hecho, observaciones realizadas durante los recreos en la escuela conrman que no es as). Su empleo se encuentra vinculado con el contexto en el que se desarrolla esta interaccin especca: el marco dado por la entrevista, en un aula de la escuela, con un grabador mediante, y mi presencia2. En las siguientes entrevistas mantenidas con Mariela el registro empleado por ambos fue cambiando hacia otro ms coloquial.

    El tiempo transcurrido en esta entrevista se tradujo en una mayor con-anza por parte de ambos, lo que devino en expresar a la par gustos y sentimientos tanto de uno como del otro. As, el entrevistador no cumple solo con el rol de interrogar. Tambin habla de sus gustos, de su propia situacin. De esta manera, recurriendo mutuamente a eventos familia-res, experiencias, y puntos de vista, no solo se asegura el rapport, sino que tambin ja la conversacin en horizontes particulares de signicado o de conexiones narrativas, alentando al entrevistado a elaborar los propios (Holstein y Gubrium, 1995: 77. La traduccin es propia).

    Sin seguir pautas secuenciales prejadas, la conversacin transcurre y la entrevistada cuenta que le gusta mucho leer. De mi parte, comparto con ella mi poca acin por la literatura:

    E: Y te gusta la lectura?M: Me gusta, s. Me gusta bastante. E: A m, sabs que yo con la literatura, me gusta, pero me cuesta ms engan-charmeM: Claro, como que te perds en algo Capaz pas un pajarito y te lo queds mirando

    2 Respecto a mi presencia, podra ser evidente que no es lo mismo si habla conmigo o si lo hace con su madre o una amiga. Sin duda, los efectos sobre su discurso en cada caso seran diferentes, pero no estamos en condiciones de armar especcamente qu caractersticas existenciales de mi identidad como sujeto (varn, universitario, socilo-go, y la lista sera interminable) son signicativamente relevantes para ella. En ningn momento de la entrevista ni en conversaciones posteriores Mariela reere a esto por lo que sera un error atribuirle una forma de identicarme que sea relevante para ella (Pomerantz & Fehr, 2000: 109).

  • 296

    La produccin del trabajo asociativo

    E: S, s, como que penss msM: Te cuesta concentrarte.E: S, leo cosas, pero ms de la cuestin de mi trabajo, sociologa pero litera-tura, agarrar una novela es raro, viste? Hay gente que lee mucha literatura.M: Hay gente que le gusta. Por ejemplo, a m me gusta bastante leer. Este es un momento de inexin en la entrevista. Mariela se muestra

    ms cmoda e interviene en la conversacin a la par del entrevistador. Ya no se limita a responder a sus preguntas. Tambin agrega comentarios in-volucrndolo a ste en su discurso: Claro, como que te perds en algo Capaz que pas un pajarito y te lo queds mirando, Te cuesta concen-trarte. Es la primera vez en la entrevista que se reere a su interlocutor en su discurso. Con sus nuevas emisiones favorece las del entrevistador, pero ya no en el papel del que slo pregunta sino aportando informacin personal, rompiendo de este modo con la rigidez de los roles mantenidos hasta el momento.

    Al mismo tiempo, la entrevistada se va involucrando subjetivamente en sus palabras cada vez ms. Obsrvense las ltimas emisiones de esta secuencia. Yo, como entrevistador, concluyo armando que, a diferencia de mi caso, [h]ay gente que lee mucha literatura. Mariela comienza su turno con mis ltimas palabras: Hay gente que le gusta, pero despus se incluye a ella en su discurso: Por ejemplo, a m me gusta bastante leer.

    A partir de all, la entrevista toma otro tono, mucho ms ameno y ui-do. Antes de concluir, la conversacin gira en torno al trabajo de su padre y su madre y naliza acordando mutuamente un prximo encuentro.

    Aproximndonos a la entrevista como interaccin social

    Abordar la entrevista realizada, no simplemente como una instancia en que se obtienen datos, sino como una interaccin social particular, nos permite tambin reexionar sobre el fenmeno ms amplio del vnculo social establecido en el que aqulla tiene lugar y que se mantiene durante toda la investigacin.

    Esta aproximacin a la entrevista como interaccin comunicativa nos exige recurrir a herramientas de anlisis propias de otras disciplinas dife-rentes a la sociologa, tales como la lingstica, el anlisis del discurso y, de manera particular, el anlisis de la conversacin. Un anlisis de esta naturaleza puede signicar una gran contribucin para la interpretacin de material cualitativo (Vasilachis de Gialdino, 1992b). Cabe aclarar que el propsito de este trabajo no es hacer un anlisis exhaustivo de la conversacin, sino que, a partir del uso de algunas herramientas, deseo dar cuenta del proceso de construccin en colaboracin que acontece en el caso analizado.

  • 297

    Percepciones, expectativas y el uso de...

    La tensin entre las preguntas y respuestas observada en la primera parte del apartado anterior expresa la puesta en prctica de una negocia-cin de signicados. Sin embargo, en el momento en que la entrevista es llevada a cabo, esta tensin no emerge con claridad. El uso de las modali-zaciones, de las concesiones acompaadas de adversativos (S, pero, y en otros casos el reemplazo de pero por el vocablo tambin, etc.) con-tribuyen a la reduccin de esta tensin (Tusn Valls y Calsamiglia Blanca-fort, 2001), cumpliendo as con el principio de cooperacin conversacional que suele regir todo intercambio comunicativo.

    Dicho principio se da en el marco de un contrato basado en el acuerdo entre los participantes de un acto comunicativo en el que se integran los rasgos psicosociales y los rasgos lingsticos, y, a partir del cual, se toman posiciones y se asignan a cada participante unos papeles especcos para su actuacin lingstico discursiva (Charaudeau, 1995).

    De aqu lo complejo del problema que estamos analizando. El proceso de negociacin de signicados al que nos venimos reriendo es conictivo aunque no siempre consciente y controlable. Durante la interaccin comu-nicativa, ambos sujetos se ven envueltos en una situacin que deja poco lu-gar para una reexin en fro acerca de la postura a tomar. Es la urgencia de la situacin de entrevista a la que reere Bourdieu (1999). A diferencia de la escritura, que permite tomar distancia, reexionar y corregir lo escri-to, la entrevista, como conversacin, se sustenta en el habla, lo cual implica la improvisacin, acompaada de errores, repeticiones, superposiciones, etctera (van Dk, 2000).

    El posterior anlisis de la interaccin se hace imprescindible pero, esta vez, ya no en el rol del entrevistador que vuelve a leer lo manifestado por el entrevistado, sino en el rol del analista de un proceso de intercambio de signicados por parte de dos sujetos sociales que han interactuado (Ra-pley, 2001: 308 y ss; Holstein y Gubrium, 1995: 78).

    De acuerdo con Seale (1998; citado por Rapley, 2001), existen dos gran-des tradiciones en la interpretacin de los datos surgidos de entrevistas dentro del campo de las ciencias sociales.

    La primera de ellas toma a los datos de la entrevista como fuente (interview-data-as-resource) considerando a esta tcnica como una venta-na abierta al mundo de las representaciones construidas por los sujetos. Ms all de los recaudos tomados por parte del entrevistador, quienes se ubican dentro de esta perspectiva conciben el discurso del entrevistado como transparente, emergiendo con l un conjunto de signicados que el entrevistado atribuye a su contexto y a sus acciones. Esta perspectiva se encontrara entonces ms cerca de la nocin de descubrimiento, ya que su-pone que los datos pre-existen pero se encuentran ocultos y solo debemos ir por ellos interrogando a un sujeto.

  • 298

    La produccin del trabajo asociativo

    La segunda tradicin interpretativa identicada por Seale, concibe a la entrevista como un objeto de estudio (interview-data-as-topic). Esta co-rriente parte de concebir a la entrevista como una prctica social situa-da, en la cual dos sujetos se encuentran y ponen en juego sus respectivos signicados acerca de los tpicos abordados a lo largo de un proceso de negociacin. En este caso, nos distanciaramos de la idea de descubrimiento para acercarnos a la de construccin. Los datos a los que tenemos acceso no existen con anterioridad a nuestro encuentro con el otro sino que son construidos en el mismo proceso de interaccin.

    Mientras que la primera corriente se caracteriza por un anlisis des-contextualizado de los datos de la entrevista en relacin a sus condiciones sociales de produccin, la segunda toma especialmente en cuenta el con-texto de la entrevista.

    La concepcin de la entrevista como un proceso de negociacin de sig-nicados conlleva varias consecuencias. La primera implica reconocer el signicado especco que el entrevistado quiso instalar a travs de sus palabras, teniendo en cuenta la interaccin particular que ha tenido lugar. Probablemente el sujeto no exprese lo mismo en el marco de una charla cotidiana entre amigos o conversando con su jefe durante una reunin de trabajo. Lejos de quitarle valor a las palabras del entrevistado en el con-texto particular de una entrevista, su discurso se torna rico en aquello que el sujeto entrevistado quiso mostrar a su entrevistador respecto de s mismo. Este es el aspecto ms estudiado dentro de esta corriente de inter-pretacin y ha sido conceptualmente vinculado con lo que Goman llama adecuacin moral del sujeto (Rapley, 2001), el cual se esfuerza frente a su interlocutor por asemejarse lo ms posible a los valores socialmente legitimados.

    La otra gran consecuencia que se desprende de esta lnea de interpreta-cin que considera a la entrevista como objeto de estudio implica poner atencin sobre el rol del entrevistador. Segn Rapley (2001) esto ocurre con menos frecuencia; mientras la mayora de las miradas se dirigen al entrevistado y a su continuo esfuerzo por sostener su imagen, son muy pocos los estudios que tienen en cuenta el rol del entrevistador como co-responsable en la produccin de sentido que tiene lugar en una entrevista. l tambin se preocupa por sostener una imagen.

    Quizs dicha indiferencia encuentre alguna de sus causas en las for-mas dominantes de la produccin del conocimiento cientco que concibe al rol del investigador como neutral en trminos valorativos. Lo cierto es que la interaccin comunicativa que tiene lugar en la entrevista, as como tambin la comunicacin y el lenguaje, nunca se han constituido en obje-tos de estudio frecuentes para la sociologa (Woo, 2005: 22).

  • 299

    Percepciones, expectativas y el uso de...

    Expectativas, negociacin y decisiones metodolgicasCuando las dos personas involucradas, el sujeto que investiga y el inves-tigado, se encuentran cara a cara, las mutuas percepciones acerca del otro se transforman en expectativas, ya que cada uno espera que el otro se ajuste a la forma en que fue previamente concebido. Estas expectativas se mate rializan muchas veces en el discurso de cada sujeto de manera conictiva, expresando discrepancias que el principio de cooperacin conversacional contribuye en disipar y ocultar. Adems, estas expectativas no se reducen a la interaccin comunicativa de la entrevista; ms bien, la trascienden, estando presentes en todo momento entre los sujetos implicados en la investigacin.

    En lo que respecta a la identidad de Mariela, encontramos implcitas dos concepciones diferentes de su situacin: la que trae el investigador desde sus intereses y concepciones previas, y la que maniesta la entrevis-tada. La primera, que abarca las razones que me motivaron a acercarme a ella desde mis criterios de muestreo intencional, es la de una persona que frente a las adversidades que vive cotidianamente, no se queda paralizada sino que las enfrenta, apostando a la bsqueda de un progreso basado en la realizacin de un estudio de nivel superior. Segn mis concepciones previas, esto la situaba a Mariela en un lugar diferente al de sus pares, constituyndola en un sujeto excepcional. Esta concepcin de Mariela como sujeto excepcional es compatible con las ideas de sacricio y esfuerzo que hemos encontrado detrs de las preguntas y los comentarios mos en el rol de entrevistador.

    Por su parte, Mariela toma distancia de esta concepcin una y otra vez, con cada una de sus respuestas. Ella no se identica en su discurso con el lugar de este sujeto excepcional, en el cual era continuamente puesta por su interlocutor. Por el contrario, Mariela busca situarse en el lugar de la normalidad.

    Esta normalidad es instalada discursivamente a lo largo de toda la entrevista (que por razones de espacio no puedo incluir en forma comple-ta) a travs de ideas y frases tales como: trabajo pero no mucho, no solo por lo econmico, tambin para ocupar mis ratos de ocio (45)3. Adems, Mariela es bastante responsable (52) y su jefe qued bastante contento con ella (50), con su hermana se lleva bastante bien (161), le gusta bas-tante leer (206), y su padre trabaja con zapatillas comunes y silvestres (295). Mariela se presenta frente a su entrevistador como una persona con una vida normal.

    3 Indico entre parntesis el nmero de lnea en el que se encuentra cada emisin en el texto original.

  • 300

    La produccin del trabajo asociativo

    La aceptacin de Mariela de ser considerada una persona excepcio-nal, hubiera implicado para ella admitirse como un sujeto que, a pesar de su pobreza, busca progresar y salir de tal situacin (algo semejante a las concepciones que me llevaron a entrevistarla). En este sentido, sus intentos constantes a lo largo de la entrevista por situarse en el lugar de la normalidad dentro del contexto particular de esta interaccin, reviste un signicado fundamental: no ser considerada pobre.

    Podemos constatar entonces que las concepciones y los intereses que me han llevado hasta Mariela operan durante la entrevista en la forma de atribucin de propiedades a su identidad. Mis enunciados como entre-vistador no son explcitos al respecto pero hemos visto que connotan las ideas de carencia y sacricio; atribuciones que no son aceptadas por la entrevistada. En trminos de Vasilachis de Gialdino (2003: 95), tendra lugar aqu una oposicin entre los procesos des (de desaliacin, desocia-lizacin, desestructuracin, etc.) ms propios de las teoras sociales sobre la pobreza vigentes en la actualidad, y los procesos re (de resistencia, reivindicacin, redenicin de la propia identidad), que en nuestro caso se evidencian en la resistencia por parte de Mariela a ser incluida en una denicin predeterminada de sujeto que, en tanto que pobre, la desauto-riza como tal. Esta desautorizacin como sujeto se traduce en una invali-dacin de su palabra que tiene consecuencias directas en la interpretacin de los datos.

    Volver sobre la entrevista desgrabada ya no en el rol del entrevistador que indaga en un recipiente de datos (vessel of data) sino en el de algo as como un etngrafo de la entrevista (Holstein y Gubrium, 1995: 78) -que observa a dos sujetos que interactan con sus propias perspectivas-, modi-c por completo mi percepcin de lo que haba sucedido en ese encuentro y me hizo pensar sobre las diferentes conclusiones a las que podra haber arribado en cada caso.

    Una de ellas es la de servirme de la entrevista a los nes de justicar empricamente mis concepciones previas acerca de la entrevistada. Dado que, por lo general, en el contexto de una tesis o de un artculo cientco, no citamos la entrevista completa sino que nos limitamos a seleccionar las partes ms signicativas de acuerdo con nuestra argumentacin, co-rremos el riesgo de realizar una seleccin sesgada que justique nuestras ideas previas. De esta manera, uno operara sobre el texto separando los enunciados de su contexto lingstico original y sustrayendo lo expresado del proceso de negociacin y co-construccin en el que tuvo su origen y sentido primigenio. Esta operacin no es necesariamente deliberada.

    Pero, si me posiciono en el rol del analista de esta interaccin, pondra de maniesto el carcter activo que conlleva tanto el rol del entrevistador como el del entrevistado. Acordamos al respecto con Holstein y Gubrium

  • 301

    Percepciones, expectativas y el uso de...

    cuando arman que dicha condicin de activo no tiene que ver solo con las competencias que se les atribuyen a los interlocutores en tanto que interrogador y contador de historias, sino fundamentalmente como co-productores y organizadores del sentido que emerge de la interaccin (Holstein y Gubrium, 1995: 19). El primero no realiza preguntas y comen-tarios neutrales, mientras que el segundo no se limita a responder pregun-tas de manera mecnica sino que con sus respuestas introduce su propia visin de la situacin. Desde esta perspectiva, que busca tomar en cuenta lo ms elmente posible la voz del otro, Mariela no cumplira estrictamen-te con los requisitos tericos que me movieron a entrevistarla, ya que con sus palabras ella no se reconoce en las mas.

    Esta inadecuacin se produce cuando nos acercamos a otro sujeto para entrevistarlo desde las caractersticas existenciales de su identidad que son relevantes desde nuestras teoras (nuestro sentido comn sociolgico), pero que no son aqullas con las que el sujeto conocido se identica.

    Frente a esta inadecuacin se me presentan dos opciones en mi trabajo de investigacin. O bien descarto el caso de Mariela y busco otro que s cumpla con mis requisitos, o considero que es necesario sumar lo aportado por Mariela al proceso cognitivo. Esta ltima opcin implica el reconoci-miento de Mariela como sujeto. Un sujeto que, con diferencias en el modo de conocer, posee la misma capacidad que yo para hacerlo, ya que, presen-tando mltiples diferencias existenciales respecto de m, somos esencial-mente iguales (Vasilachis de Gialdino, 2003).

    La diferencia entre la dimensin esencial y existencial presentes en la identidad de toda persona que propone Vasilachis de Gialdino me sirve en este caso por dos razones:

    a) Para valorar las caractersticas existenciales de la identidad de Mariela a partir de la importancia que ella les adjudique desde su discurso (teniendo siempre en cuenta que dicho discurso se produjo conmigo como interlocutor).

    b) Para no derivar acciones y conductas de Mariela a partir de ciertas caractersticas existenciales de su identidad a tal punto de esencializarlas, lo cual constituira un acto de discriminacin y de privacin de su identidad (Vasilachis de Gialdino, 2003: 44).

    Esto nos conduce a poner especial atencin al tratamiento que hacemos de la informacin de la cual disponemos cuando la misma se origina en un intercambio comunicativo como la entrevista. Dado que los datos se origi-nan en una interaccin social particular -que tiene un inicio, un desarrollo y un nal- stos no pueden extraerse sin tener en cuenta el sentido que han tomado dentro de la totalidad de dicha interaccin. Si acepto esta premisa, debera concebir a la entrevista como una unidad de sentido irreductible lo cual signica que ninguno de sus fragmentos es signicativo si no atien-do a la totalidad de la que es parte (Vasilachis de Gialdino, 2009).

  • 302

    La produccin del trabajo asociativo

    La sustraccin de los enunciados que hace caso omiso de su contexto lingstico original mutila la voz del entrevistado y conlleva la ilusin de que ste aport informacin de manera autnoma, aislado de toda interac-cin social. Al mismo tiempo, lo conrma al entrevistado como un vessel of data (Seale, 1998) pasivo y no como co-constructor activo de sentido (Holstein y Gubrium, 1995) junto al entrevistador (Rapley, 2001).

    Respecto del rol del entrevistador, aquello que desde una visin tradi-cional (y ms de tipo positivista) podra considerarse una contaminacin sobre lo que el entrevistado quiere expresar, en este caso puede pensarse como una consecuencia natural de la condicin de activos de ambos inter-locutores. Por lo tanto, de lo que se tratara, es de sacar provecho de esta interaccin dinmica entre ambos participantes para poner a la luz tanto el fundamento como el proceso de elaboracin de los signicados en rela-cin con los objetivos de la investigacin (Holstein y Gubrium, 1995: 76).

    Si partimos de una denicin relacional de la pobreza (Vasilachis de Gialdino, 2003: 91) y entendemos a las personas pobres como aqullas que se ven sometidas a un entramado de relaciones de privacin de mltiples bienes materiales, simblicos, espirituales y trascendentales, imprescin-dibles para el desarrollo autnomo de su identidad esencial y existencia, entonces admitimos la existencia de un sujeto en el otro polo de la relacin que favorece esta privacin. En el caso particular de esta investigacin, podemos constatar que una de las posibles interpretaciones de los datos hubiera estado situada en este lugar. Es efectivamente desde este lugar que me acerqu a Mariela la primera vez, concibindola como una persona excepcional. Pero el problema mayor hubiera sido trasladar esta misma percepcin a la interpretacin de los datos impidiendo entonces que el su-jeto que queremos realmente conocer se manieste en su integridad (Vasi-lachis de Gialdino, 2006).

    Conclusiones

    Si llevamos estas reexiones al mbito de otras investigaciones que invo-lucran la interaccin con diferentes personas, algo parecido ocurre cuando los sujetos que queremos conocer son trabajadores que participan de un sindicato, organizacin, movimiento social, (o a alguna iglesia, partido po-ltico, grupo tnico, etc.). Ciertas categoras tericas tales como trabajador informal, precarizado, trabajo cooperativo, propias de las temticas de estudio que se renen en esta obra, pueden resultar particularmente signicativas para nuestros objetivos de investigacin pero pueden no ser-lo en la misma medida y forma para los sujetos en cuestin. Es posible que efectivamente lo sean pero no lo podemos asegurar hasta conocer a estas

  • 303

    Percepciones, expectativas y el uso de...

    personas y estar abiertos a la posibilidad de que las cosas ocurran de un modo diferente.

    Como investigadores sociales tenemos la necesidad de transformar en conceptos y categoras los fenmenos que estudiamos con el n de hacer-los asibles, comprensibles, de acuerdo con nuestras categoras previas. El principal desafo surge cuando se trata de conceptualizar -lo que implica en cierta manera objetivar- a los sujetos que estudiamos.

    En el caso particular de mi entrevistada, el acto de resistencia mani-festado a lo largo de nuestro intercambio es evidencia de esta oposicin existente entre mi necesidad de objetivar su realidad -con el n de que sta cumpla con los requisitos tericos de mi investigacin- y su voluntad como sujeto de denir su situacin en sus propios trminos.

    Las implicancias que tiene ser conscientes de este intercambio de sig-nicados -muchas veces conictivo-, no son menores. Desde nuestro rol de investigadores sociales, debemos considerar el poder que conllevan los discursos producidos desde el campo cientco. Las caractersticas pro-pias del discurso cientco lo dotan a ste de un carcter de autoevidencia y, por lo tanto, de verdad que es capaz de producir y reproducir rea-lidades sociales. Tal como arma Foucault (1980 [1992]), es a travs de la circulacin, acumulacin y funcionamiento de estos discursos de verdad, el modo en que las relaciones de poder constituyen el cuerpo social.

    En el caso de la investigacin cualitativa en particular, este efecto de verdad se refuerza retricamente al recurrir a los testimonios de los suje-tos entrevistados, transcribiendo sus palabras con la ilusin de que stas portan el sentido que aqullos le quisieron otorgar (y sin considerar la intervencin por parte del investigador).

    En este sentido, es preciso entender el vnculo establecido con el sujeto estudiado dentro del cual la entrevista es slo una circunstancia entre tantas- como una instancia en la que tiene lugar una relacin de poder. Esta relacin de poder no existe slo durante el encuentro cara a cara sino que se prolonga luego en el manejo que se hacen de los datos, en la manera en que se los interpreta, y, lo que es central, en el modo en que son nom-brados y denidos los sujetos que estudiamos a travs de las categoras tericas utilizadas en los propios discursos.

    Visto de este modo, nuestros discursos ya no son solamente una inter-pretacin de lo observado, sino tambin una accin social en s misma, en tanto que a travs de ellos se movilizan sentidos, se construyen y trans-miten modos de signicar a los sujetos investigados y al mundo social del que forman parte.

    Ser conscientes del carcter intrnsecamente colaborativo y negociado de los datos que obtenemos durante nuestra investigacin, toda vez que nos vinculamos con los sujetos de estudio, constituye una forma vlida

  • 304

    La produccin del trabajo asociativo

    y necesaria para evitar la objetivacin de la identidad del otro dentro de categoras cientcas que, socialmente legitimadas dentro del campo cien-tco, pueden ocultar la complejidad propia de los fenmenos sociales.

    Bibliografa citada

    BOURDIEU, Pierre (1999), La miseria del mundo, Fondo de Cultura Econ-mica, Buenos Aires.

    CHARAUDEAU, Patrick (1995), Le dialogue dans un modle de dis-cours, Cahiers de Linguistique Franaise, Hachee, Pars, pp. 141-178.

    FOUCAULT, Michel ([1980], 1992), Microfsica del poder, La Piqueta, Ma-drid.

    GIDDENS, Anthony (1987), Las nuevas reglas del mtodo sociolgico. Cr-tica positiva de las sociologas interpretativas, Amorrortu, Buenos Aires.

    HOLSTEIN, James y Jaber Gubrium (1995), The active interview, Sage, Thousand Oaks, California.

    POMERANTZ, Anita y FEHR, Bernard (2000), Anlisis de la conversa-cin: enfoque del estudio de la accin social como prcticas de produccin de sentido., en Teun van Dk (ed.) El discurso como interaccin social. Estudios sobre el discurso II. Una introduccin multidisciplinaria, Gedisa, Barcelona, pp. 101-139.

    RAPLEY, Tim (2001), The art (fulness) of open-ended interviewing: some considerations on analysing interviews, Qualitative Research, Vol1, N3, pp. 303-323.

    SEALE, Clive (1998), Qualitative interviewing, en Clive Seale (ed.) Re-searching society and culture, Sage, London. (Citado por Rapley, 2001)

    TUSN VALLS, Amparo y CALSAMIGLIA BLANCAFORT, Helena (2001), Las cosas del decir, Ariel, Barcelona.

    VAN DK, Teun. (2000), El discurso como interaccin en la sociedad, en Teun van Dk (ed.) El discurso como interaccin social. Estudios sobre el discurso II. Una introduccin multidisciplinaria, Gedisa, Barcelona, pp. 19-66.

    VASILACHIS DE GIALDINO, Irene (1992a), Mtodos cualitativos. Los pro-blemas terico-epistemolgicos, CEAL, Buenos Aires.

    VASILACHIS DE GIALDINO, Irene (1992b) El anlisis lingstico en la recoleccin e interpretacin de materiales cualitativos, en Floreal Forni,

  • 305

    Percepciones, expectativas y el uso de...

    Mara Antonia Gallart e Irene Vasilachis de Gialdino Mtodos Cualitatvos II. La prctica de la investigacin, CEAL, Buenos Aires. hp://www.ceil-piee.gov.ar/areasinv/metcuali/metcuali.html, 19/05/2010.

    VASILACHIS DE GIALDINO, Irene (2003), Pobres, pobreza, identidad y represen-taciones sociales, Gedisa, Barcelona.

    VASILACHIS DE GIALDINO, Irene (2006), La investigacion cualitativa. En Irene V. de Gialdino (ed.) Estrategias de investigacin cualitativa. Gedi-sa, Barcelona, pp. 23-64.

    VASILACHIS DE GIALDINO, Irene (2009), Itinraires dans et depuis les situations de pauvret: une proposition danalyse sociologique - lin-guistique de la narration, Recherches Qualitatives, Vol. 28, N 2. pp. 8-36, http://www.recherche-qualitative.qc.ca/numero28(1)/gialdino(28)1.pdf, 11/03/2010.

    WOOFFITT, Robin (2005), Conversation Analysis and Discourse Analysis. A comparative and critical introduction, Sage, London.