Luzytinta 37 definitiva

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Núm. 37 Agosto 2014 Fotografía de la vida Volar El sombrero mejicano La Coruña, ciudad de cristal Brooke Shaden

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Luz y Tinta es la revista de la red social de fotografía "Moldeando la luz" Una red social y una revista por y para los amantes de la fotografía.

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Núm. 37Agosto 2014

Fotografía de la vida

VolarEl sombrero mejicano

La Coruña, ciudad de cristalBrooke Shaden

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Nos queda la imagen congeladaLa fotografía se ha prestado, desde su invención, al registro am-

plio y convulso de la experiencia humana. Nuestra memoria y nues-tras realizaciones se han mantenido, se han ido manteniendo bajo las más diferentes formas y medios gracias a un sinnúmero de aplicacio-nes de la imagen fotográfica a lo largo de toda su historia, desde el mismo día en que la luz quedó atrapada en aquella mítica fotografía de Niepce en 1826.

No importa cuál sea el objeto de la representación, la cuestión re-currente es el aspecto consciente o inconsciente de la captura iluso-ria del tiempo o la preservación de la memoria. Así es como nuestra memoria colectiva, la de nuestra familia, nuestros amigos, nuestro país, o cualquier rincón del mundo, queda preservada a través de toda nuestra documentación fotográfica, nuestros monumentos, ar-quitectura, paisajes urbanos, rurales y naturales, de nuestras realiza-ciones materiales, de nuestra gente, de las gentes en general, de sus conflictos y de sus miserias.

Es también la memoria individual personal, ese registro fotográ-fico que graba y congela nuestras apariencias en un momento de nuestro paso por la vida. Es también la fotografía ese objeto relicario que mantiene los recuerdos a través de los retratos de familia de unas épocas ya desaparecidos, pero nos queda la imagen congelada. Para mi esta es una de las cualidades más preciosas y originales de la fo-tografía. Es diferente al cine, a la televisión; es silencio, son imágenes que renuncian a cualquier discurso, para ser vistas y leídas de algún modo “interiormente”, también desde el silencio en el que se sumer-ge y nos habla.

Este verano tenemos una buena oportunidad para inmortalizar infinidad de imágenes y recuerdos. No te prives a la hora de disparar, llegará el invierno y tendrás tiempo para trabajarlas y dejarlas lo más presentable posible para que formen parte de tu propia historia.

En otro orden de cosas, se sigue trabajando en el montaje de la película que se filmó con motivo del encuentro de moldeadores en Asturias la pasada primavera. Os puedo asegurar que es una tarea ar-dua y muy laboriosa. José Luis García se está dejando la piel en ello, no es fácil reducir a unos 30 minutos las casi cuatro horas de filma-ción. Comento esto porque a través de alguno de vuestros correos veo que ya existe impaciencia por ver cómo ha quedado registrado el encuentro a través de la imagen en movimiento.

Si las cosas no se tuercen a finales del presente mes celebraremos el primero de los concursos anunciados en anteriores ocasiones y se-guiremos en la misma línea en el mes de setiembre.

Os deseamos a todos un feliz verano o invierno, si se trata de nuestros amigos del hemisferio sur. Para ambos, salud y muy buenas fotos que esperamos ver en nuestra red Moldeando la luz.

José Luis Cuendia, “Guendy”

PROMOTORJosé Luis Cuendia, “Guendy”

DIRECTORFrancisco Trinidad

COLABORADORESEugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño, Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué

Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo Gonzá-lez “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Ga-llardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Ve-

lázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio, Arturo de las Liras, Juan José Alonso,

Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez, Gloria Soriano, Ildefonso Robledo,

José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez

DIRECTOR DE FOTOGRAFÍAJosé Luis Cuendia

DIRECTORA DE COMUNICACIÓNLola González

DISEÑO y MAQUETACIÓNFrancisco Trinidad

www.moldeandolaluz.com

Reservados todos los derechos de repro-ducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes

están protegidas por las leyes de copyri-ght internacionales.

Para cualquier consulta o sugerencia contacte con nuestro correo

electrónico

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Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society

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Año IV.- Núm. 37 - Agosto 2014

sumario

Nuestra foto de portada:Woman in Love,de Nataliorion

Detrás de los cristales de una ventana, sobre todo si están empaña-dos en una tarde de invierno, se adivina la vida. Y más cuando la fotogra-fía, como ésta de Nataliorion, descubre una mirada de mujer elegante obnubilada por las gotas de lluvia. Pero esa vida, que más que descubrir-se se adivina, tiene un punto de misterio, una especie de temblor vital que, además del misterio propio de lo desconocido, nos introduce en el siempre apasionante mundo de los pensamientos ajenos. Esos que ja-más adivinaremos, aunque seamos capaces de encerrarlos en una ima-gen que no solo es bella por lo que sugiere, sino sobre todo por sí misma,

por ese hálito artístico que es capaz de mostrarnos.

4 Fotógrafo del mes: José V. Mateo HidalgoFrancisco Trinidad

8 VolarJosé Luis Cuendi, “Guendy”

20 El sombrero mejicanoF.T.

24 Fotografía de la vidaEugenio R. Meco

31 Igualar colorAntonio Ramón Ferrera

32 Rumbo a EuropaGloria Soriano

37 Ropa tendida al solJustín del Barrio

38 Villa GregorianaJosé M. Gonzalo

44 Nuestro invierno en IslandiaDaniel Korzhonov

52 El viejo cazadorMonchu Calvo

55 Una historia pensada puede marcar la diferenciaRicardo González, “Completu”

58 La Coruña, ciudad de cristalMaría Esther Rodríguez

62 Las pequeñas muertes de Brooke ShadenCarlos Flaqué Momlloch

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Fotógrafo del mes de Julio

Nunca he explicado, y no creo que importe mucho, cómo preparo mes a mes estas semblanzas, pero no creo que a nadie se le escape que procuro documentarme por las fuen-tes a mi alcance que se me ocurran en cada momento. A veces, ante una duda que estime pertinente, recurro al correo electrónico. Como en este caso, en que escribí a José V. Mateo Hidalgo preguntándole la razón de que firmase sus fotos como versión B. Su respuesta fue la siguiente:

“El motivo de mi firma, como ver-sión B, tiene el sentido de otra forma de interpretar las imágenes, el desta-car las formas y líneas dándoles mu-cho más protagonismo, con la ayuda de fuertes contrastes, como en los antiguos discos de vinilo, esa cara que servía de soporte al tema princi-pal, que casi nadie escuchaba, pero que en ocasiones tenía más del autor y dejaba aparte el interés comercial. Versión B intenta mostrar una forma de ver y plasmar imágenes de forma

diferente, intento crear mi camino y mi personalidad fotográfica, no sé si lo consigo, pero lo intento.”

La he copiado entera porque creo que es definitiva para entender su fotografía. Es una suerte de poética que resume sus obsesiones fotográ-ficas y que nos hace entender su ob-sesiva búsqueda de la otra cara de la luna, es decir, de lo que escapa a una mirada conformista.

Estamos ante un fotógrafo muy personal, con voluntad artística en

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la que combina la tendencia a la abstracción con cierta deriva mini-malista que da a algunas de sus com-posiciones un toque surrealista. En todos los momentos pone en juego su imaginación, incluso en esas fotos que entenderíamos como más con-vencionales: paisajes que se abren a un horizonte fascinado por el mar, que es luz y textura y reflejo y, sobre todo, vida; o en esos atardeceres —muchos de ellos junto al mar, por supuesto— en que la luz comienza a hacer diabluras simbólicas con las sombras y en que les arranca todos sus destellos, como si partiera de algo primordialmente dicho, con to-das las posibilidades estudiadas.

Y sin embargo, como digo, en sus fotos palpita la vida. Unas veces a ritmo lento, pausado, deteniéndose en las esquinas del tiempo; otras, en cambio, a borbotones, buscando res-piración y sangre, sueño y vigilia, a veces llanto, a veces risa. Es entonces cuando el fotógrafo se detiene en el tratamiento —edición, composición, encuadre…— y nos da lo más per-sonal que tiene, fotos conceptuales, que no necesitan texto complemen-tario que las explique, que hablan por sí solas, rompiendo la tensión entre imagen y palabra y trasladándonos una visión poliédrica de la vida coti-diana, del entorno circundante y de todo aquello que anima a seguir vi-viendo, a seguir haciendo fotos en las que se buscan detalles y siluetas, esa

“El motivo de mi firma, como versión B, tie-ne el sentido de otra forma de interpretar las imágenes, el destacar las formas y líneas dándoles mucho más protagonismo, con la ayuda de fuertes contrastes, como en los an-tiguos discos de vinilo, esa cara que servía de soporte al tema principal...”

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cara B que nos traslada a un mundo de abstracción conceptual y compro-miso artístico, con cierta propensión al blanco y negro como recurso úl-timo para acentuar puntos de vista que en la fotografía en color se des-dibujan en el abanico del arcoiris.

Estamos, pues, ante un fotógrafo con una gran personalidad, muy ori-ginal, que no necesita apoyarse en la obra de otros ni remedar su estilo, aunque haya elegido a otros como maestros, como punto de partida para emprender un camino propio, una forma de ver —y retratar al mun-do— que quizás tiene mucho que ver con una de sus fotos, “Escalera hacia el cielo”, pura abstracción de luz y de color en la que su cámara ha sabido darle un toque de atención a la ima-ginación y un empujón definitivo a esas irreprimibles ansias de volar que en el hombre solo suelen satisfacerse con el arte.

Francisco Trinidad

En sus fotos palpita la vida. Unas veces a ritmo lento, pau-sado, deteniéndose en las esquinas del tiempo; otras, en cambio, a borboto-nes...

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Hace tiempo que pensaba en volar con tranquilidad por los cielos de Asturias. Hasta ahora siempre lo había hecho en vuelos comerciales, partiendo y regresando desde el aeropuerto de Asturias con motivo de algún viaje, bien por razones de trabajo, bien por motivos persona-les o vacacionales. En esta ocasión se trataba de volar con tranquilidad por los cielos asturianos y funda-mentalmente por la costa gijonesa. Puede que el ver la presencia de los aviones del ejército español en los veranos de los últimos años volando los cielos gijoneses haya despertado más la curiosidad por ver el Gijón del alma más de cerca, a vista de pájaro o como lo ven los pilotos. Es evidente que el espectáculo acrobático de los aviones del ejército español son en si mismo un espectáculo visual y un regalo para todos los fotógrafos que quieran captar esta fiesta y danza de aviones en el aire. Personalmente lo he fotografiado en dos ocasiones.

De la misma manera que estoy en contra de las corridas de toros y he entrado en tres o cuatro ocasio-nes para recoger la plasticidad del espectáculo taurino, por otra parte deplorable desde mi punto de vista personal, pues me sigue pareciendo una bestialidad en la forma en que se le da muerte al toro. Con nuestros aviones me ocurre lo mismo. Creo que es un gasto innecesario, sobre todo si se tiene en cuenta el precio de estos juguetes de militares; nues-tros F-18 cuestan cada unidad 55 mi-llones de dólares. Los F-35 son cazas polivalentes furtivos, dicen que muy modernos y muy caros, la versión A

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es la más barata cuesta 175 millones de dólares la unidad, la versión B es de despegue vertical, es la más cara y cuesta 290 millones de dólares la unidad, y finalmente está la versión C que es de despegue horizontal y cuesta 235 millones de dólares la uni-dad. No hace falta ser muy imagina-tivo para pensar en la cantidad de co-sas que se podían hacer con el coste de cada uno de estos juguetes.

Este año de recortes en nuestro país el recorte en el presupuesto del Ministerio de Defensa ha sido de un 9%. Hay comparaciones que pueden ofender si comparamos los recortes con otras partidas del Ministerio de Educación y Cultura 21%, Ayudas a la investigación, 25%, Ayuda al de-sarrollo, 65% y así sucesivamente. Y en la misma línea el resto de minis-terios.

El año pasado leí en un medio de difusión nacional que el día de las Fuerzas Armadas el gobierno había ahorrado 90.000 euros al suprimir la exhibición de la Patrulla Águila en la conmemoración del día de las Fuer-zas Armadas. Me parece muy bien el ahorro en estos momentos de grave crisis, aunque todo el gasto me pa-rece en si un despilfarro, me parece superfluo tanto si estamos en crisis como en época de vacas gordas. Pero como la curiosidad pica, tanto en su web como en la Wiki, buscando para qué sirve la Patrulla Águila, se puede encontrar lo siguiente: • Es el grupo de vuelo acrobá-tico del Ejército del Aire Español.• Nacieron en 1985• Tiene una alta preparación a nivel mundial, destacando en ma-niobras como el looping invertido y el aterrizaje en formación, siendo esta patrulla la primera que lo ha conse-guido realizar.• Es el único equipo acrobáti-co que usa humo amarillo en sus ex-

hibiciones aéreas, para la realización de la bandera de España. • Usan 7 aviones Casa C-101. Y son 7 pilotos escogidos de la Escue-la Superior del Aire, donde también ejercen la docencia (no se explica mucho más qué tipo de docencia, pero podemos temernos lo peor).• Actúan en eventos militares y civiles: Expo de Sevilla, inaugura-ción de la Volvo Ocean Race en Vigo, Juegos Olímpicos de Barcelona, cele-bración de la consecución del Mun-dial de Fútbol por España, …

La pregunta es muy sencilla y casi obligatoria: ¿cuánto se gastará al año este grupo de exhibición del ejército del aire? Si cada actuación cuesta 90.000 euros y vemos en su web que su calendario consta de 34 actuaciones entre abril y septiem-bre, pues es fácil de hacer números. En el video propagandístico, según sus autores, se habla de 18.000 ho-ras de vuelo y 400 exhibiciones (100 de ellas en el extranjero) solo hasta el año 2005. El resultado puede ser asombroso si hacemos los números hasta 2014. Y esto, atribuible solo a la Patrulla Águila. Evidentemente el resto de aviones que forman parte de estos espectáculos propagandísticos del ejército del aire cuestan muchos más, como por ejemplo los cazas.

Personalmente yo me quedo con la Patrulla Águila de los carnavales de nuestro querido Cádiz. https://www.youtube.com/watch?v=WmSqvn-2rbgk#t=151

Y no sigo… pensar que comencé escribiendo con la intención de ex-plicar las ganas que tenía de volar por encima de los cielos de Asturias y ver cómo nos ven los pilotos a no-sotros cuando los observamos desde la playa de San Lorenzo, y he termi-nado con un discurso antibelicista en contra de los gastos militares. Solo falta que ahora los que opinan de for-

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Me quedo con la experiencia compartida con mis amigos José Luis García y Alberto Zapico, no formamos parte de la Patrulla Águila del Ejército del Aire Español, y no hicimos piruetas en los cielos de Gijón, pero volamos también sobre él a placer, y lo más importante, hicimos fotos que es lo que más nos divierte y gusta.

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Me quedo con la experiencia compartida con mis amigos José Luis García y Alberto Zapico, no formamos parte de la Patrulla Águila del Ejército del Aire Español, y no hicimos piruetas en los cielos de Gijón, pero volamos también sobre él a placer, y lo más importante, hicimos fotos que es lo que más nos divierte y gusta.

En la foto de la izquierda, José Luis Cuendia en pleno vuelo. Debajo y en la pági-na siguiente, panorámicas de Gijón desde el aire.

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ma diferente me tilden de gilipollas, que no tengo ni la más zorra idea de qué van la guerras, que tal como van las cosas dejemos a los de Al Qaeda que se hagan con el mundo a base de atentados, que nos invada Ma-rruecos, que nos conquisten, que les ponga un burka a toda nuestra fami-lia femenina, y que les inflen a palos cuando digan que se está muy bien despotricando del ejército desde el sofá, que es muy fácil sentirte pro-gre, mientras esos juguetes y esos hombres que decimos que a estas alturas no sirven para nada, mue-ren por defender nuestra cultura, la occidental, y que con mis opiniones parece que me la suda. Pues quienes piensen así se equivocan por comple-to, tengo edad e idea para saber algo de lo que va todo esto de las guerras entre países, de la producción y ven-ta masiva de armamento, etc, etc. Seguramente es una utopía, pero prefiero seguir viviendo en ella y pen-sar que estaríamos mejor sin ejército y sin estos excesivos e injustificados gastos armamentísticos. Simple-mente intento no ser un borrego más del rebaño, que solo ve lo que nos muestran y enseñan los pastores que nos gobiernan, aunque solo sea por mi salud mental personal.

Pero en fin esto es lo que me ha salido, a pesar de que solo intentaba justificar mis ganas de volar y cómo José Luis García y yo le encargamos a Alberto Zapico que organizara todo

el tema con la escuela de pilotos de Llanera. Mi intención era en princi-pio justificar que el hombre desde la prehistoria sintió esa necesidad, qui-zás desde el mismo día en que pudo observar a las aves volar, y desde en-tonces en la historia del ser humano hay constancia de volar imitando los pájaros. De los años que Leonardo Da Vinci (1452-1519) dedicó en sus investigaciones sobre el vuelo de las aves, de la ciencia de los vientos y a través de ésta del comportamiento de las aves en el aire. De su máquina para batir alas por medio de una pa-lanca que multiplicaría su fuerza, de la máquina con pedales con tripulan-te en posición vertical, de su cono-cido planeador, lo que él denominó “Ave Gigantesca”, la cual soñaba lan-zar desde los montes cercanos a Flo-rencia, y que éste es el artilugio que hoy conocemos como el ala delta. De su paracaídas con bolsas en forma de pirámide cuya base y altura medían tanto como la altura donde se podría lanzar el hombre sin ser herido. De todos sus numerosos bosquejos de máquinas voladoras y vehículos que Da Vinci diseñó e inventó obsesiona-do con la idea de que el hombre pu-diera volar.

Pero también me hubiera gusta-do hablar de la gran injusticia de la cultura occidental a la hora de atri-buir los honores a los grandes hom-bres que tuvieron la gran proeza de intentar volar. Mencionamos a Da

Vinci, y pasamos a los simpáticos hermanos franceses, los Montgolfier, que fueron conocidos por ser consi-derados los inventores del globo ae-rostático. Se comenta en su biografía que como hijos de un fabricante de papel mientras jugaban un día con bolsas de papel invertidas sobre el fuego observaron cómo el humo en-traba dentro de ellas y comenzaban a ascender hacia arriba. Posteriormen-te seguirían los diferentes estudios y ensayos, primero colocando en una cesta con animales, para terminar el día 21 de noviembre de 1783 con un vuelo tripulado por humanos volan-do a unos 100 metros de altura so-bre la ciudad de París. Pero en este caso la historia ha hecho justicia al corregir este mérito de los herma-nos franceses atribuyéndoselo al portugués Bartolomeu Lourenço de Gusmao. Tendremos que retroceder setenta y cuatro años, al 8 de agosto de1709, cuando Bartolomeu realizó una demostración aérea en globo de aire caliente no tripulado. Desde entonces fue conocido como el “Pa-dre Volador”, ya que era sacerdote jesuita. No le fue bien como inventor a pesar de haber inventado también un sistema de lentes para asar carne

Arriba, José Luis García y Alberto Za-pico preparándose para iniciar el vue-lo. A la derecha, dos momentos de la Patrulla Águila sobre el cielo de Gijón.

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al sol o el mismo globo estático, di-cen que fue al ver una pompa de ja-bón lo que le motivó para el proyec-to, intentando buscar algo que fuera más leve que el aire. A pesar de sus conocimientos de física y química y de sus inventos cayó en desgracia: el cardenal de Lisboa, el que fuera futuro Papa Inocencio XII, advirtió de los riesgos de incendio que podría ocasionar el invento del jesuita, así que fue ridiculizado y declarado “so-cio del diablo”. Se refugio por Europa y a su vuelta a Portugal fue acusado por la Santa Inquisición, perseguido huyó a España, falleciendo en Toledo a causa de unas fiebres a la edad de 39 años. Su historia y su invento fue motivo de uno de los mejores libros de José Saramago, Memorial del con-vento.

De ahí la historia nos lleva a otros hermanos, los norteamericanos Wri-ght, con los que se señala el inicio de la aviación. De la reparación de bici-cletas que era su negocio a la crea-ción de un biplano de alas rectangu-lares, al que fueron perfeccionando y desde sus primera pruebas en los años 1900-1903 en la dunas de Kitty Hawk en Carolina del Norte a los his-tóricos vuelos que lograron realizar con pleno éxito en septiembre de 1905 alcanzando los 19.500 metros. Pero sería más tarde, el 5 de octubre del mismo año, cuando consiguieron en 38 minutos volar 39 kilómetros. Sin embargo, estos vuelos no tuvie-ron eco en su país, y las noticias que llegaron a Europa no pasaron de ser acogidas como exageraciones pro-pias de los norteamericanos. Pero los hermanos Wright siguieron en sus empeños de perfección, y ello permi-tió al mayor de ellos, Wilbur, venir a Europa e iniciar, a partir del 8 de ene-ro de 1908, una gira que comenzó en Le Mans (Francia) y en la que realizó un vuelo de 66 kilómetros en algo más de hora y media y otros en los que logró alcanzar una cota de eleva-ción de 105 metros con piloto y pa-sajero. Sus demostraciones fueran la base del progreso de la aviación eu-ropea de antes de la Primera Guerra Mundial de 1914. Pues este reciente

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invento sería utilizado por primera vez para matar, pues fueron usados en esta guerra por primera vez, tan-to para ataque, como para defensa y reconocimiento. Se puede decir con acierto que desde su invención las aeronaves fueron puestas al servicio militar en todo el mundo.

Otra vez que me voy de madre…, pues quería terminar diciendo que quizás una de las mayores injusticias históricas en los reconocimientos por el intento por volar se hizo con Abás Ibn Firnás, que nació en la ciudad malagueña de Ronda en el año 810 y falleció en Córdoba en el 887. Fue precursor de la aeronáutica siete si-glos antes de Da Vinci. Nacido de una familia de origen bereber cuyos an-cestros participaron probablemente en la conquista de España, vivió la época de la Dinastía de los Omeya en Al-Andalus.

Hay muy poca documentación sobre él y no se encuentra en las en-ciclopedias clásicas. La España cató-lica no lo reconoció como hijo suyo, a pesar de que aquella España de las tres culturas (cristiana, judía y árabe) fue una de las más avanzadas y cultas del mundo en su época, tanto en ar-tes como en agricultura, economía, industria, literatura, navegación, filo-

sofía, ciencias y tecnología. Los pocos biógrafos que nos cuentan algo so-bre él lo presentan como un brillante filósofo. Debió recibir una formación sólida, lo que significa que realizó es-tudios científicos. Estudió química, física y astronomía, principalmente. Sus aptitudes en el campo de la poesía y su habilidad en astro-logía le permitieron introducir-se en la corte de Abderramán II (822-852), donde enseñó poesía. Gracias a sus numerosos inventos, algunos de ellos mencionados por los historiadores, pudo seguir fre-cuentando la corte durante el reina-do del sucesor Mohamed I (852-886). Ibn Firnas diseñó un reloj de agua, la clepsidra, llamado Al-Maqata-Maqa-ta. También fue el primero en desa-rrollar la técnica de talla del cristal de roca; hasta entonces, sólo los egip-cios sabían facetar el cristal. Creó una esfera armilar para visualizar el movi-miento de los astros y un planetario que construyó en su casa.

En 852, Ibn Firnas decidió vo-lar lanzándose desde una torre de Córdoba con una enorme lona para amortizar la caída. Se lanzó causán-dose heridas leves. Se considera ge-neralmente que Armen Firman creó el primer paracaídas. El salto que vio el

joven Ibn Firnas le impresionó mucho. En el 875, a los 65 años, Ibn Firnas se hizo confeccionar unas alas de made-ra recubiertas de tela de seda que ha-bía adornado con plumas de rapaces. Se lanzó desde una torre desplomán-dose sobre un valle, y aunque el ate-rrizaje fue malo (se fracturó las dos piernas), el vuelo fue globalmente un éxito: permaneció en el aire una dece-na de minutos. Fue ampliamente ob-servado por una gran multitud que él mismo había invitado de antemano. Comprendió después su error: ten-dría que haber añadido una cola a su artefacto. Murió doce años des-pués, en el 887. Sus intentos de vuelo por sus propios medios mar-caron los espíritus de la época e incluso a los de siglos posteriores. Philip Hitti, en Historia de los árabes, afirma que Ibn Firnas fue el primer hombre en la historia que realizó in-tentos científicos de volar. España lo silenció y en Occidente se habla so-lamente de Da Vinci, o de los herma-nos franceses los Montgolfier y de los norteamericanos los Wright, por el contrario en la cultura árabe se ensal-za la figura de este gran hombre, así estos explican que el primer hombre que intentó volar fue Ibn Firnas, nue-ve siglos antes de los Montgolfier.

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Los libios emitieron sellos con su efi-gie, y los iraquíes han construido una estatua suya en la carretera que va al aeropuerto internacional de Bagdad, y han dado su nombre a uno de los aeropuertos del norte de Bagdad. Y curiosamente un cráter de la cara oculta de la luna lleva su nombre.

En España habría que esperar al 14 de enero de 2011, para que Córdo-ba, la ciudad que le vio volar le diera su nombre a un puente sobre el rio Guadalquivir, en cuyo centro se en-cuentra la figura del pensador anda-lusí, desde la cual se erigen dos alas, llegando hasta ambos extremos del puente. Su inauguración fue en la fe-cha indicada y el ingeniero de la obra es José Luis Manzanares Japón, y a él se le debe mucho todo lo que hoy sa-bemos de Firnas, pues con motivo de su encargo estudió mucho la vida del científico andalusí.

También Ronda, la ciudad que le vio nacer, le dio su nombre a su cen-tro astronómico. Sus instalaciones fueron abiertas antes de las eleccio-nes de 2007 y tres años después fue-ron abandonadas por desuso y con

grandes desperfectos, pero en fin, esa es una fotografía muy cotidiana de la España actual en muchas de sus grandes infraestructuras.

Bueno, mi intención era otra, al hablar de las ganas de volar y de mis experiencias, pero esto es lo que me ha salido. Me quedo con la experien-cia compartida con mis amigos José Luis García y Alberto Zapico, no for-mamos parte de la Patrulla Águila del Ejército del Aire Español, y no hicimos piruetas en los cielos de Gi-jón, pero volamos también sobre él a placer, y lo más importante, hicimos fotos que es lo que más nos divierte y gusta.

Así que otra vez será cuando cuente mis experiencias en el aire sobre las tierras del fin del mundo en la Patagonia argentina, o en he-licóptero por Rio de Janeiro o en las cataratas de Iguazú, de mi bautismo en el aire en un ala delta a motor en la Cataratas Victoria situadas en la frontera de Zambia y Zimbabue, allí donde produce el salto de agua el

río Zambeze. O la odisea vívida con Marta y nuestros amigos Gerardo y Beatriz en el aterrizaje forzoso del hidroavión en el fiordo de los sueños en Noruega. O de mi frustración en Birmania, pues allí estaba previsto mi bautismo en globo, flotando sobre miles de años, divisando las pagodas de Bagan, y me tuve que conformar con divisarlas desde una de las más altas y privar a mis ojos del placer de contemplar los antiguos templos que salpican el paisaje en la medida de lo que todo ellos pueden alcanzar, así que mi gozo en un pozo. En los dos días que pasé en la ciudad birmana de Bagan, las condiciones meteoro-lógicas no me permitieron ver ama-necer desde el globo. Otra vez será, ahí o en otro lugar. Volar en globo si-gue siendo mi asignatura pendiente. Si un día lo consigo prometo contar-lo.

José Luis Cuendia, “Guendy”

Observando las piruetas de la Patrulla Águila

En el año 852, Ibn Firnas decidió volar lan-zándose desde una torre de Córdoba con una enorme lona para amortizar la caída. Se lan-zó causándose heridas leves. Se considera generalmente que Armen Firman creó el pri-mer paracaídas

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“Nunca fui titiritero, sino show-man”, solía repetir Heradio, aunque todos le llamábamos indefectible-mente Eladio; y Eladio, el titiritero, además, para que todo quedase cla-ro. Porque, a pesar de sus protestas y a pesar de sus explicaciones, las po-cas cosas que de él se sabían nos lle-vaban a llamarle así como forma más directa de encerrar en una palabra todos los misterios de una vida que desconocíamos y desconoceremos para siempre.

Había llegado al pueblo nueve o diez años atrás y se había instalado con su hermana Benita, viuda desde hacía años. Nadie había sabido de su existencia hasta entonces, en que se dispararon los rumores, las cábalas y los disparates. Por lo poco que soltó Benita y por lo poco que pudimos arrancarle a él, supimos que había vivido toda su vida en un circo con el que había recorrido medio mundo y en el que había desempeñado diver-sos oficios, desde saltimbanqui hasta equilibrista y desde ayudante de los payasos hasta domador de fieras, para acabar siendo una de las figu-ras del espectáculo: alguna vez, en sus noches de jueves, enseñó cierta reproducción de los carteles del circo

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en la que se le veía vestido con una americana color oro y una chistera negra. Lo que nunca supimos, ni sa-bremos, fueron las razones que nos lo trajeron a este pueblo, tan alejado de los circuitos que había frecuenta-do hasta entonces.

Heradio se adaptó pronto a la vida del pueblo. Era un hombre de edad indefinible, afable y conversa-dor, aunque, eso sí, reservado para sus cosas. Jamás contaba nada de su vida anterior si no se le preguntaba previamente y, aun así, sabía hurtar-se a la curiosidad con vaguedades, retruécanos y chistes que desviaban el rumbo de la conversación.

Cuando murió su hermana Beni-ta, a los dos años o así de su llegada, él prosiguió con su vida rutinaria, a pesar de los rumores que cruzaron el pueblo de que se iría como había ve-

nido. Al contrario, pareció encontrar-se más a gusto entre nosotros, que le respetábamos a regañadientes —cuánto nos hubiera gustado conocer detalles y episodios que se nos ne-gaban— y que todavía hoy, en el re-cuerdo, no dejamos de asombrarnos de una de sus rutinas, la única, todo hay que decirlo, que lo envolvía en la extravagancia y la leyenda.

Desde su llegada, salía de casa todos los jueves, sobre las ocho de la tarde, y recorría todos los bares del pueblo, uno a uno y en orden, en un recorrido que jamás variaba, vestido con sus diferentes trajes de gala. En los cuatro primeros bares tomaba whisky con agua y en el último, “El gallo rojo”, un restaurante de carre-tera que está alejado como un par de kilómetros del centro del pueblo y al que solía llegar pasadas las once de

la noche y pedía una botella de Moët & Chandon, que el camarero había puesto a enfriar dos horas antes, se-gún habían acordado ya desde su pri-mera salida.

Solía sentarse siempre en un rin-cón de la barra, sin meterse en las conversaciones de los demás, pero sin despreciar a los que se le acer-caban y le daban un rato de charla. Bebía pausadamente y hablaba del mismo modo, sin llevar nunca las co-sas al terreno personal; y cuando se le preguntaba directamente, evoca-ba sucesos de ciudades lejanas que había conocido con el circo sin entrar nunca en intimidades ni en lances personales. Cuando terminaba su botella en el último bar, pedía un taxi y se iba a casa en un modo que nos parecía tan extravagante como su atuendo.

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Porque lo que llamaba la atención poderosamente era su atuendo. Sa-lía siempre vestido con las ropas que hubiera usado en el circo: cuando una levita negra con sombrero de copa, cuando un chaqué rojo con vivos ne-gros, cuando un frac verde o blanco con chistera del mismo color… así hasta diez o doce combinaciones, entre las que llamaban la atención especialmente un smoking blanco tachonado de lentejuelas y un traje de charro mexicano, que vestía con espuelas de plata y cuyos calados de gamuza y botonaduras de metal tro-quelado, que en el pueblo sólo se ha-bían visto alguna vez en el cine, des-pertaban admiración generalizada. Lógicamente, lo que más impresio-naba era aquel sombrero negro con grecas plateadas que mimaba como a las niñas de sus ojos.

Cuando llegaba a los bares colo-caba el sombrero sobre uno de los ta-buretes de la barra y jamás permitía que nadie se acercara a más de me-dio metro ni, por supuesto, lo tocara. Tampoco dio jamás explicaciones ni quiso responder a ninguna de las preguntas que se le hacían. Y mucho menos de su extravagancia más lla-mativa: cuando salía vestido de cha-rrro mexicano, y una vez consumida la botella de Moët & Chandon, pedía dos taxis para regresar a casa: uno para él y otro para su sombrero. A ve-ces, como en el pueblo sólo hay tres taxis, hubo de esperar tiempo consi-derable hasta que llegó el segundo, pero jamás consintió en viajar en el mismo vehículo que su sombrero. Fueron muchas las preguntas, mu-chas incluso las puyas que al respecto se le hicieron, pero jamás soltó pren-da. Y así siguió, pidiendo dos taxis para su regreso y el de su sombrero, durante más o menos nueve años, hasta que una noche a uno de los ta-xistas se le torció el destino y decidió tentar la suerte.

Aquella noche, una vez termi-nada su botella de champán, pidió a Fermín, el camarero de “El gallo rojo”, que llamase a los dos taxis,

...recogió el sombrero mejicano, lo colocó con todo cuidado en el asiento trasero, como en otras ocasiones, y siguió al taxi en que regresaba Heradio sumido en los vapores del champán y en su nos-talgia habitual. Aunque, en lugar de seguir el camino de costumbre, al llegar al pueblo se separó del itinerario acostumbrado...

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como de costumbre, y el segundo tardó más de media hora en llegar. Su conductor, un viejo cazurro que compaginaba el servicio de taxi con una tienda de ultramarinos, estaba tomando unas copas cuando lo avi-saron del servicio y se tomó las cosas con calma; es más, cruzó con quienes le acompañaban una apuesta que se dispuso a ganar sin sospechar sus consecuencias.

Efectivamente, recogió el som-brero mejicano, lo colocó con todo cuidado en el asiento trasero, como en otras ocasiones, y siguió al taxi en que regresaba Heradio sumido en los vapores del champán y en su nostalgia habitual. Aunque, en lugar de seguir el camino de costumbre, al llegar al pueblo se separó del iti-nerario acostumbrado y se dirigió al bar, llevando consigo el sombrero y dispuesto a cobrarse su apuesta. Miraron bien de cerca el sombrero, lo manosearon, leyeron su etiqueta y se lo pusieron unos y otros, riendo y disparatando, hasta bien entrada la madrugada en que, satisfecha la cu-riosidad de todos, el taxista se fue a su casa con la idea de llevarle el som-brero a su dueño al día siguiente.

Pero al día siguiente nadie vio al taxista para preguntarle por las con-secuencias de su broma. Ni en los cuatro días siguientes, en que des-pués de azarosa búsqueda por los al-rededores, se lo encontró, dentro de su propio vehículo, en una finca que distaría unas dos leguas del pueblo. Estaba sentado en el asiento delan-tero del taxi, con un inconfundible agujero en la sien izquierda y con el sombrero mejicano encima. Cuando se levantó el sombrero, pudo apre-ciarse que le habían arrancado bru-talmente los testículos, quizás, como apuntaría el forense en su informe, con unas tenazas herrumbrosas cuyo rastro se perdió también para siem-pre, en la misma dirección que el de Eladio el titiritero.

F. T.

...recogió el sombrero mejicano, lo colocó con todo cuidado en el asiento trasero, como en otras ocasiones, y siguió al taxi en que regresaba Heradio sumido en los vapores del champán y en su nos-talgia habitual. Aunque, en lugar de seguir el camino de costumbre, al llegar al pueblo se separó del itinerario acostumbrado...

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Lo que a partir de ahora compartiré con todos vosotros será mi experiencia con la fotografía del retrato de modelos y glamour, que poco a poco me ayuda a seguir adelante, no digo vivir, pero sí me ayuda a seguir en pie y al menos a tener esperanza en el futuro. Soy un eterno soñador ilu-sionado en la foto-grafía de la vida.

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Mi afición a la fotografía nace de la necesidad de expresar y de com-partir mis sentimientos, experiencias y pensamientos.

Soy enormemente observador, disfruto impregnándome y apren-diendo constantemente de todo lo que me rodea, paisajes, personas, momentos; intento con mis cámaras inmortalizar y retener todo lo que mi pupila y mi corazón ven y sienten, y siempre con el deseo de dar a cono-cer a los demás mi manera de ver el mundo.

Creo que eso debió de ser lo que Guendy vio en mi cuando al comien-zo de Moldeando la luz en su primer etapa me escribió y me invitó a que colaborara con él en este maravillo-so proyecto que es Moldeando la luz. Mis tareas desde entonces y de acuerdo con la filosofía de nuestra red social —“Todo lo que yo sé, tu lo sabrás”— ha sido mi referente. Pos-teriormente mis colaboraciones en Luz y Tinta siguieron la misma línea, unas veces ofreciendo lo que yo de forma autodidacta iba descubriendo, otras por sugerencias de otros mol-deadores. Seguiré en la misma línea siempre que se me solicite consejo o ayuda; pero en mi trayectoria como fotógrafo freelance a partir de este número mis trabajos en Luz y Tinta marcarán un antes y un después, lo que no impedirá que en algunos nú-meros, si lo veo oportuno, comparta algún tipo de experiencia en la edi-ción y manipulación de la imagen. Pero lo que a partir de ahora compar-tiré con todos vosotros son mis expe-riencias con la fotografía del retrato de modelos y glamour, que poco a poco me ayuda a seguir adelante, no digo vivir, pero sí me ayuda a seguir en pie y al menos a tener esperanza en el futuro. Soy un eterno soñador ilusionado en la fotografía de la vida. Cuando hago mis fotografías intento convertirme en parte de ellas, inte-grarme en el entorno que espera el

instante de la luz adecuada. Me en-canta ese momento.

Fotografiar es dibujar con la luz, y nunca mejor dicho. Lo aprendí en nuestra red social. La interpretación que hace de la materia prima foto-gráfica no sólo es espléndida, sino que cada situación queda envuelta en un lenguaje personal. La capaci-dad de trasmitir es un don que difí-cilmente se aprende; se puede llegar a pulir, a enriquecer en la medida que aumentan las horas de vuelo, pero se tiene o no se tiene. La fotografía

En este ocasión pre-sento una selección de la fotos que he realizado en una de mis últimas sesio-nes a la modelo Ma-ría Ruiz.

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tiene tantas especialidades como la medicina y tan distintas entre si, que solo tienen en común el que utilizan una cámara fotográfica. El trabajo de un fotógrafo de reportaje, con uno de arquitectura o de modas no tiene nada que ver. Es evidente que todos son fotógrafos, pero prácticamente son profesionales diferentes. Yo he estado probando distintos campos hasta que intuí que algo estaba pa-sando en la fotografía de moda y mo-delos y que me empezaba a gustar.

No es fácil entrar en este mundo, pero pienso que lo estoy consiguien-do, y al margen de todo lo paso muy bien, pues estoy haciendo lo que me

Fotografiar es di-bujar con la luz, y nunca mejor dicho. Lo aprendí en nues-tra red social.

Retrospectiva de Henri Cartier-BressonLa Fundación Mapfre ofrece en Madrid

la osibilidad de disfrutar de una completa exposición del gran fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson, fundador de la agencia Mag-num, del 28 de junio al 7 de septiembre de 2014.

Su obra se divide en tres periodos princi-pales. Durante el primero de ellos, de 1926 a 1935, Cartier-Bresson fraternizó con los surrealistas, comenzó a trabajar como fotó-grafo y realizó sus primeros grandes viajes. El segundo, de 1936 a 1946, estuvo marcado por su compromiso político, su trabajo para la prensa comunista y su experiencia en el cine. El tercero, de 1947 a 1970, abarcó desde la creación de la cooperativa Magnum Photos hasta la época en la que abandonó el fotorre-portaje.

Esta exposición repasa la carrera del lla-mado “ojo del siglo” de manera cronológica, con copias de la época, presentando tanto sus obras más icónicas como fotografías menos conocidas. La muestra aspira a arrojar una nueva luz sobre su producción, con el objetivo

de mostrar que no hubo un solo Cartier-Bresson, sino más bien varios, más allá de la idea de “instante decisivo” que, durante años, ha sido considerada la clave principal para interpretar su obra.

Tomado de https://fundacionmapfre.tktin.com/es/home

gusta y es verdad que no tengo ex-cesivas presiones y, puesto que tam-poco tengo nada que perder, intento ser creativo por encima de todo. Po-drá juzgarsea partir de ahora, pues cada mes presentaré una selección de mis trabajos en éste y, para mi nuevo, campo de la fotografía.

En este ocasión presento una se-lección de la fotos que he realizado en una de mis últimas sesiones a la modelo María Ruiz, un encanto de mujer con grandes dotes para la pose y la fotogenia.

Eugenio R. Meco

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En este nuevo tutorial vamos a ver cómo igualar el color de dos par-tes de la imagen que poseen diferen-tes colores.

Con esta técnica podremos com-probar cómo nos quedaría un posible cambio, antes de realizarlo.

En mi ejemplo he escogido cor-tina y colcha de cama, para mostrar la eficacia y utilidad de esta técnica que puede usarse en cualquier tipo de trabajo-.

1. CONTROL + O. Elijan la foto-grafía que deseen usar en este tu-torial. En mi caso he escogido la fo-tografía de una habitación para ver como quedaría un posible cambio de poner la colcha de la cama a juego con la cortina.

2. Hagan clic con el botón de-recho del ratón sobre la Capa de la Imagen - Capa Fondo- en Paleta de Capas y escojan la opción “Duplicar Capa”. Se nos mostrará el cuadro de dialogo “Duplicar Capa”, pues bien desplieguen el apartado Documen-to y seleccionen la opción “Nuevo” y denle un nombre identificativo. Pul-sar OK.

3. Ahora tendremos en el Área de Trabajo dos documentos, estos son la Imagen Original y la duplica-da -en mi caso le puse de nombre “Cortina”-. Sitúense en el Archivo de la Imagen Original -simplemente han de hacer clic, con el puntero del ratón, en la pestaña de la fotografía original- CAPTURA DE PANTALLA.

4. Una vez situados en la fotogra-fía inicial, activen una herramienta de selección pulsando la letra P, para activar la herramienta Pluma, o bien pulsen la letra L para activar la herra-mienta Lazo (les dejo a su elección, escojan la que mejor manejen). Es-cogida la Pluma o el Lazo, hagan una selección del elemento al que quie-ran cambiarle el color (en mi caso se-lección la colcha de la cama).

5. Realizada la selección, del ele-mento, al que queremos cambiar el color nos dirigimos al Archivo que duplicamos en el Paso 2 -en mi caso “Cortina”- y hacemos una selección (usando la herramienta Pluma o Lazo) de la parte de la imagen de la cual tomaremos el color de referen-cia -en mi ejemplo he realizado una

selección de la cortina, ya que su co-lor es el que quiero ponerle a la col-cha de la cama-.

6. Una vez realizada ambas selec-ciones, tanto en la imagen original como en la imagen duplicada, nos situamos en el Archivo principal -Fo-tografía original- . Vamos a IMAGEN > AJUSTES > Igualar Color: en la opción Origen escogemos el archivo duplicado -en mi ejemplo “Cortina”. Automáticamente el color de la par-te seleccionada, de la imagen origi-nal, toma el color de la selección que tomaron del duplicado. Como en mi ejemplo realicé la selección de la col-cha de la cama -imagen original- esta toma el color azul de la “Cortina”, al ser la referencia que cogí del duplica-do. CAPTURA DE PANTALLA.

…esto es todo! Ahora si lo desean y haciendo uso de los valores de Lu-minosidad, Intensidad de Color y Transición, del cuadro de dialogo “Igualar Color” pueden mejorar el co-lor variando estos valores.

Antonio Ramón Ferrera

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Rumbo a

Europa

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No era la primera vez que Dora oía hablar de Europa. Su padre había dicho que durante el verano irían a conocerlo. Por alguna razón, la niña se lo había imaginado como un gran mundo con un gran parque. Le gus-taba viajar. Subía al coche con ale-gría. Ella y su muñeca Dolly habían visitado juntas Villalba, donde vivía la abuela, la nieve de la sierra, el em-balse de El Atazar, la Casa de Campo y las piscinas naturales de Rascafría. También había ido una Navidad al centro de la ciudad a esperar a los Reyes Magos. La aventura de Euro-pa la tenía excitada. Aquella palabra era una de las más importantes de su nuevo vocabulario. Cuando al final de curso la profesora preguntó que iban a hacer en vacaciones, ella no lo dudó. Visitarían Europa.

Por lo que la maestra sabía, el padre había estado mucho tiempo desempleado, y la madre pasaba gran parte del día yendo y viniendo en transporte público, para limpiar en algunas casas. Todos los ingre-sos se los comía la hipoteca. Dora se alimentaba en el colegio. Viajar por Europa es algo que ni yo misma podré permitirme este año, pensó la profesora. Y se quedó intrigada. La niña siempre había tenido mucha imaginación.

¿Y que vas a ver allí?No sé. Todo. Hay un parque.Estupendo, Dori. Esperaremos a

tu regreso para que nos lo cuentes.Un sábado por la mañana des-

pués de desayunar, la madre empa-quetó la comida que había preparado la noche anterior, y pusieron el coche rumbo a Europa, eso fue lo que dijo su padre después de comprobar el nivel del aceite, echar gasolina y ha-ber limpiado la carrocería de excre-mentos de pájaros y polvo. Allí nos encontraremos con Natalia y Manu, añadió. Bieennn, palmeó la niña. Cargaron en el maletero la nevera y

Rumbo a

Europa

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las bolsas. De una de ellas asomaba una chaqueta de punto. Sentados en la parte trasera, en el lado de-recho iba Nicolás en su trono. Ella, con Dolly en sus rodillas, ocupaba el asiento central, y lo veía todo por el hueco abierto entre los asientos de su padre y su madre. Lucas, tumba-do al otro lado, ladraba a los coches

que les adelantaban por la izquierda, y daba algún que otro coletazo con su rabo esponjoso. Cuando su padre dijo, ya hemos llegado, a Dora le pa-reció que Europa estaba mucho más cerca que Villalba. Esperaron a que llegaran sus amigos, y entraron por una gran puerta de hierro forjado.

Todo lo que Dora sabía de Euro-pa lo había aprendido jugando en el cole. Allí ondeaban una fila de bande-ras sobre sus mástiles. Se acordó del puzle de la vaca rumana. Con trozos de banderas le había hecho un traje a rayas de colores. Jugó a contar las estrellas amarillas que formaban un círculo sobre un lienzo azul. En su

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libro había doce. En esta ocasión, la brisa de Europa movía la tela, y hacía que se equivocara en el recuento.

Era un espacio grande, verde y con lagos. Desde algún punto se per-dían sus límites. Entre monumentos serios había otros divertidos, como la granja de grandes ovejas, o la mu-ñeca gigante que tenía las muelas tan grandes como una silla. Dora reconoció la torre Eiffel. Descubrió el puente sobre la Torre de Londres, y se sorprendió de no hallar ni rastro del túnel bajo el mar, que era lo úni-co destacado en su libro de la Unión Europea.

El nueve de mayo habían cele-brado una fiesta en el cole. Los alum-nos de primaria fueron distribuidos en varios grupos. Cada grupo tenía asignado un caballete con un cartón grande, sobre el que destacaba una frase invertida que había que poner derecha. Así desvelaron las palabras justicia, solidaridad, libertad, progre-so, paz. A su grupo le tocó trabajar un mensaje largo que decía “unidos en la diversidad”. Dora se fue a casa satisfecha. No se habían equivocado. Explicó: primero pusimos las letras boca arriba, y en otra línea, la última pasó a ser la primera, y después baja-mos la siguiente, y siempre lo mismo

hasta que se acabaron. Por último leyeron las palabras, pero ella no les encontraba sentido. Al padre, que por entonces no tenía trabajo y había acudido a la representación, también le parecieron vacías.

En el recorrido por el parque, son-rió ante el Manneken Pis. Los cuchi-cheos con Natalia quedaron fuera del oído de Manu, que se apartó moles-to, y dio una patada a un bordillo. Cuando llegaron a la Sirenita, Dora se sintió decepcionada. Tenía las dos piernas, las que consiguió tras hacer un trato con la bruja, y que no era de su agrado. La Sirenita estaba senta-da en una piedra sobre el lago. Pensó que al menos no tendría dolor, como cuando bailaba, y esta idea hizo que se sintiera mejor. Se la imaginó con su cola de pez, realmente hermosa y viviendo en el mar, donde había más colores que en palacio. Vivir como una sirena le parecía, sin duda, mu-cho más fascinante que la vida de una princesa de cuento.

En el recinto había un merendero con árboles jóvenes que apenas da-ban sombra, así que dejaron Euro-pa en busca de una arboleda donde comer y descansar un rato, durante las siguientes horas de sol. Después regresarían al parque.

Al atardecer se iluminaron los monumentos, y la gran fuente cho-rreaba agua de colores. En el cielo proyectaron imágenes en tres di-mensiones, y hubo fuegos artificia-les.

De vuelta a casa, en los asientos de atrás, todos dormían. La madre comentó al marido: ha sido un día muy largo; hemos ido de Dinamar-ca a Londres y de Londres a Madrid, pasando por la Fontana de Trevi y la puerta de Brandemburgo, y todo sin salir de Torrejón. Y lo dijo con una sonrisa entre burlona y resignada. Le hubiera gustado que en Paris no hubiera hecho tanto calor, y que esa uniformidad azul sin nubes, que cu-bría Europa, se hubiera roto en mu-chas más atmósferas, tantas como culturas allí representadas. Pero el cielo del parque era plano, y cubría de monotonía las copias de los mo-numentos europeos, despojadas del espíritu de sus ciudades.

El padre, con ensoñaciones de viajero, le contestó: algún día llegare-mos a Europa. Entonces advirtió que la aguja de la gasolina había bajado muy de prisa, y aminoró la marcha para alargar la vida del combustible.

Gloria Soriano

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Ropa tras la ventana,como piel ondeando al sol;en el alambre al vientolas camisas colgadas junto a su recién extraídosudor, las sábanas impregnadas de deseos,humedades,buscando la luz del horizonte.Ropa de niños ondeando, caligrafía de la infancia,como barcos saliendo del puerto,ropa que antes sembró los patios de palabras,de palas y rastrillos la arenaamontonando nubes en la playa…Ropas secándose al sol tras la ventana…¡qué lejos las lleva el viento!Sobre vuelan muros, caminan sobre las aguas,no tienen cancelas…El sol las aclara.Cuánta blancura de lejíaen ropa ensuciada antes en oficina y en el dolor y gritos de la calle,lavada como se lavan las piedras en el fondo del río Duero,

ahora tendida a la mañanaal sol que sana y salva.¡Mira! Aquella es mi camisa,la del trabajo, y aquella otra la de fiestas,recién lavadas, aclaradas y soleadas.Aún huelen a agua.El sol del río Duero, en el Oporto viejo,entra por sus puñosy cuellos.Es el sol que salva, las purifica,el que redime del dolor contagiadoal algodón y la lana.¡Cómo me gustaría también tender el almaal sol de la mañana!

Justín del Barrio

(Lectura poética de una foto hecha en Oporto,en las terrazas antiguas que miran al Duero)

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Lugares donde perderse

“¡Qué belleza, ésta de un rincón del mundo tan afortunado, aún sin la intervención de la obra del arte! La naturaleza nunca ha sido más pródiga consigo misma en ninguna otra parte. Bosques de plantas altas se doblan sobre la rápida corriente del río; en ésta se refleja el follaje y la sombra de cada árbol huye a lo largo del curso del agua”.

Así describía el poeta P. Papinio Estacio el antiguo valle surcado por el río Anio, que actualmente conoce-mos como Villa Gregoriana. Al abrigo de la antigua acrópolis de Tíbur, re-fugiada en un farallón de roca y ac-cesible sólo por un puente, las aguas del río se arrojan al barranco con un estruendo que le valió el nombre de “Valle del Infierno”.

A lo largo de los siglos, la fama de las cascadas del Anio las convirtió en destino obligado de viajeros, escrito-res y artistas que viajaban a Roma. En 1786, Goethe afirmaba: “En estos días estuve en Tívoli y vi uno de los espectáculos naturales más extraor-dinarios. Ver la cascada con sus ruinas y el conjunto del paisaje nos enrique-ce en lo más profundo del alma”. La acrópolis con sus dos templos, el de Vesta y el de Tiburtino, construidos a plomo sobre la quebrada, conforman uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura romana de los siglos II-I a.C.

Son numerosos los documentos dejados por estos viajeros que se adentraron por el Valle del Infierno. La peculiaridad del lugar radica en la coexistencia de su carácter histórico, mítico y natural. Histórico, porque están presentes los dos fundadores de la ciudad, Tiburtino, exiliado grie-go que llegó al Lacio y fundó el pri-mer poblado de la ciudad moderna dándole su nombre, Tibur, y Hércu-les, protector de la ciudad. Mítico: En Tívoli se oía hablar de un bosque sa-grado atravesado por un río iracundo y habitado por presencias mágicas y sobrenaturales. En el fondo del valle, los que habían descendido a los “in-fiernos” pasando por las grutas de Neptuno y de las sirenas, podían en-contrarse con la Sibila Tiburtina, una divinidad capaz de dar respuesta a

En la doble página siguiente, ilustra-ción de Johann Martin von Rohden, de

1819.

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todas las preguntas, o toparse con el espíritu del rey etrusco Anio, pereci-do trágicamente en las aguas del río que lleva su nombre. Sobre su carác-ter natural me remito a las alabanzas descritas por todos los personajes que tuvieron la fortuna de disfrutar-los.

Pero no todo era armonía en este lugar de ensueño. La naturaleza tu-multuosa, unida a la furia destructi-va del río y a las características de la roca travertina, calcárea, muy porosa y quebradiza, provocó que las frené-ticas aguas del Anio moldearan la roca, alterando el cauce y llevando a que sucesivas crecidas se abatieran sobre la ciudad provocando muerte y destrucción. La primera de ellas la describió Plinio el Joven en el año 105 a.C. y desde entonces, con una frecuencia a veces sorprendente, los tiburtinos no han cesado de sufrir los envites del rio en forma de continuas

inundaciones. Hubo varios intentos de desviar el curso de las crecidas, actuando sobre las riberas o sobre el margen de la cascada pero no fue hasta el 26 de noviembre de 1826, día en que tuvo lugar la peor inun-dación que se recuerda, llevándose decenas de casas y calles y dejando sin agua a toda la ciudad, cuando al fin se abordó el problema de una vez por todas: el Pontífice Gregorio XVI aprobó el proyecto del ingeniero Cle-mente Folchi, que creó dos canales artificiales llamadas Galerías Grego-rianas, de poco más de 300 metros, llevando las aguas directamente fuera de la ciudad. Con ello, la ciu-dad se libró por fin de los desastres pero, a cambio, se perdió la imagen que durante siglos había atraído a visitantes de todo el mundo. El “Va-lle del Infierno” ya no resonaría más y la sublime vista de aquella cascada que durante siglos había vertido sus

aguas a la garganta tiburtina ya solo se podría ver en las ilustraciones de los artistas como Johann Martin Von Rohden que inmortalizarían esta ma-ravilla para siempre.

Afortunadamente, Gregorio XVI se dio cuenta de la pérdida y puso todo su empeño en la creación de un frondoso parque con una gran varie-dad de plantas siempre verdes, alre-dedor de una nueva cascada creada en el proyecto de Folchi. Así nació Vi-lla Gregoriana, cuyo nombre recuer-da precisamente a quien promulgó su creación y que, si bien no conser-va la fascinación del valle original, al menos es un ejemplo de que, a veces, la acción de hombre puede ser bene-ficiosa para la naturaleza. Lástima que este tipo de acciones sean la ex-cepción.

Jose M. Gonzalo

A lo largo de los siglos, la fama de las cascadas del Anio las convirtió en destino obligado de viajeros, escritores y artistas que viajaban a

Roma.

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Nuestra aventura este invierno en Islandia (I)

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Nuestra aventura este invierno en Islandia (I)

Hemos recibido este reportaje de un viaje a Islandia en puro invierno, de nuestro compañero moldeador

Daniel Korzhonov, que firma en Moldeando como Daniel. Como el texto es excesivamente largo para lo

que resulta habitual en Luz y Tinta, publicaremos este interesante reportaje en dos entregas. Sus fotografías son impresionantes, razón de más que justifica su pre-

sencia en nuestra revista. El texto, sin embargo, ima-ginamos que fue escrito en ruso y luego pasado por un traductor digital, con lo que muchas veces se resiente tanto en la expresión como en el significado final. He-

mos corregido y adaptado en lo posible este texto, a sabiendas de que lo realmente impresionante no es lo

que cuentan sus palabras sino que se ve y se admira en las fotografías.

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Hay aeronaves que vuelan en el invierno a la costa de Islandia, la isla más al norte, perdida en los océanos y mares, en la que se puede ver direc-tamente el mar embravecido, y en la distancia, los campos de lava sin fin. A primera vista, un desierto ma-rrón sin vida. Islandia nos saluda con un fuerte viento, por lo que incluso es difícil mantenerse en pie.

El invierno de este año no anun-ciaba nieve en cualquier lugar, ex-cepto en las nubes grises de arriba y el sombrío paisaje de invierno. Pero, como no perdemos la fe en los mi-lagros, salimos a la carretera con el objetivo de hacer un pequeño viaje a Islandia, de poco más de una semana de duración que al final se convirtió en una verdadera expedición que, a

pesar de todas las dificultades, mere-ció la pena.

Nuestro objetivo era simple: ver las siete maravillas de Islandia. Aquí se encuentra la tierra de los volcanes y los campos de lava.

Y aunque es invierno, tomamos el coche, lo cargamos de comida y emprendemos un viaje de siete días. Hemos esperado todo un año, pre-parándolo, pero al fin estamos en la carretera.

Así que, ¿cuál es el primer milagro? Por supuesto, el caballo islandés. Son tan maravillosos que serán protagonistas de un post apar-te. Y vamos a la derecha desde el aeropuerto hasta nuestro refugio en el cabo Vic y por supuesto al famoso Selyalendfoss. Pero el invierno no

es para la gente normal. Nos azotan cascadas viento que surante cientos de metrosforman un rodillo sólido.

Por el río vamos al siguiente milagro, Pomerznuv, la laguna de hielo. Pero estábamos bloqueados por la tormenta: la temperatura de la noche es muy baja, las nubes plo-mizas descienden sobre la tierra y nos encontramos en medio de una tormenta de nieve que da miedo. So-pla el viento con tal intensidad que, a pesar de que nuestro coche es un Nissan Pathfinder, nos echa fuera de la carretera por lo que tenemos que modificar constantemente el itine-rario. En la oscuridad, no hay prác-ticamente ninguna posibilidad de ir más lejos. Nos dirigimos a las zonas dónde hay agricultura tratando de

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encontrar señales de vida. Desde la oscuridad, de repente surge un monstruo de seis ojos, el tractor de un agricultor. Era un hombre muy afable, que felizmente nos albergó en su casa de huéspedes. Aquí, tal vez, debería de decir unas pocas pa-labras acerca de los islandeses. Por su propia naturaleza, son muy per-sistentes, son personas armoniosas, pero no debemos olvidar que son los descendientes de los vikingos y que, sufriendo condiciones de vida tan duras, se han endurecido duran-te los siglos. Los islandeses son bien educados: por ejemplo, el agricultor hacía de guía inglés en el museo. Me encanta su naturaleza: muchos tie-nen sus jeeps, y no sólo los jeeps y coches gigantes de enormes ruedas

que se conducen como un tractor, por lo que nos preguntábamos por la utilidad de una máquina de este tipo en Islandia.

Y otro hecho interesante. Los islandeses no tienen apellidos pro-piamente dichos, sino que toman el nombre del padre (y en algunos casos más raros el de la madre) y le añaden la terminación el sufijo -son para los

varones y -dóttir para las hembras. El apellido es una indicación de a qué familia pertenece.

Son personas bondadosas los agricultores. En la mañana siguiente, tuvimos que cavar fuera de la casa, pues durante la noche había caí-do tanta nieve que no sólo nuestro coche, sino también la casa se con-virtió en un montón de nieve. Nos

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dieron también una noticia triste pero obvia: todos los caminos están bloqueados y quedamos atrapados durante varios días en la casa.

El primer día pasó. ¿Cómo no re-cordar la nieve que no existía cuando aterrizamos? Pero, a pesar de la altu-ra de la nieva, decidimos salir gatean-do y disparar un par de escenas. Al principio era casi irreal. El agricultor no desenterró nuestra puerta, por lo que tuve que salir por la ventana. El día siguiente se hizo muy aburrido: cuatro hombres en una pequeña casa es algo bien triste, pero la ventisca no permitía otra cosa día terminó todo el stock de Jägermeister.

Francamente nunca había visto este tipo de clima, ni en los Urales, o en la de Kola. Trabajamos en con-junto para abrir la puerta principal. En el mismo espíritu transcurrió el tercer día en la casa. Junto a noso-tros había otra casa, a solo 10 me-tros de la nuestra, pero a la que era casi imposible llegar. Al final del día sentíamos la tristeza de mirar por la ventana a una casa cercana. No pasó mucho tiempo. Desde la ventana de la casa vemos subir una chica con el pelo largo y diez minutos más tar-de hemos dado la bienvenida a dos hermosas niñas con gorras america-nas. Resulta que sólo comen ham-burguesas en la cafetería, y dicen que en estos tres días que no tenían

ninguna comida, Una de ellas deses-perada subió por las migajas de los chips, que estaban entre los asientos ... Por supuesto, nosotros los pobres chicos alimentados con la sopa y con salchichas, compartimos y todos se alegraron, y hablamos acerca de no-sotros mismos. Las niñas realmente han sido muy duras durante esta ex-periencia. Brilló toda la noche y apro-vechamos para hacer fotos, después de pasar unos días, el tiempo mejoró y nos pusimos en camino recordando la aventura.

El viento, que todavía no se había apaciguado, superaba los 100 kiló-metros por hora. Para abrir la puer-ta del coche, había que ponerse al otro lado del viento y sólo entonces se podía abrir o cerrar la puerta sin consecuencias. Así, poco a poco, la mitad de un día, llegamos a la laguna de hielo. Un par de veces tratamos de salir del coche y ahora nos sentimos mojados con los bolsillos llenos de arena volcánica. En una brisa como en la costa, en las playas negras de Is-landia, se eleva la arena volcánica ac-tuando como látigos muy dolorosos en la cara. Se mete en todas las cos-turas, los bolsillos y el cuello.

Las cascadas se convirtieron en niebla. En general el tiempo seguía empeorando, era tan malo que nos decidimos a escondernos en unas cuevas.

Hielo. Este es otro milagro. “Is-landia” se traduce como “tierra de hielo”, no es un ejemplo de “Groen-landia”, “zona verde”, a pesar de que debería haber sido todo lo contrario: Los glaciares cubren aproximada-mente el 10% de la isla. Al mismo tiempo, son muy pintorescos: acaba de terminar el milagro anterior (cam-po de lava) y en frente de nosotros sube una lengua de hielo de color tur-quesa. Si en las montañas (por ejem-plo, en nuestro Cáucaso o en Altai) los glaciares sólo se pueden ver en las altas altitudes de 2-3 km, al glaciar en Islandia se puede llegar en coche por un buen camino a nivel del mar. O ca-minar por el sendero en una meseta plana entre glaciares.

Otra belleza del hielo de Islan-dia es su limpieza, la pulcritud. El glaciar ruso aparece como cubierto de migajas y por lo general aparece inquietantemente cubierto de picos agudos, mientras que el paisaje islan-dés apacigua su dulzura y armonía. El glaciar fluye, moviéndose un metro todos los años, a veces por cientos de pies. Y esto se ve claramente desde arriba. Bajo la armadura de los ríos los glaciares fluyen. En el verano se calientan sus enormes pasillos y en-contrar las cuevas no es fácil, y aún más difícil es subir a ellas. A veces, un signo de la cueva es una pequeña cueva o una grieta entre los témpa-

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nos de hielo. Se ve muy interesante: los témpanos que se ciernen sobre nosotros amenazantes, rompiendo todas las leyes de la física. Subir a dichas cuevas es muy peligroso pues el glaciar se mueve en el verano y son muy activos las nuevas capas de hielo pueden hacer derrumbarse los arcos de todas las cuevas. Lo bueno es que los ríos se congelan en invier-no, el movimiento de los glaciares se ralentiza y el riesgo de colapso no es tan grande. Sin embargo, no

debemos tratar de escalar la mayor parte de una cueva, para ello se ne-cesita de una buena experiencia en la montaña (para evaluar adecuada-mente el riesgo). Dentro de la cueva el ambiente es muy mágico: arcos de hielo azul con carreras largas y vuel-tas. Las paredes parecían cubiertas de escamas de color azul oscuro, y el sol brillaba a través del conjunto su-perior del glaciar con un resplandor turquesa. Con cuidado, paso a paso, estamos entrando en este milagro de

cristal: Los primeros pasos son como los de una caminata espacial. En este punto, parece estar tocando las imá-genes de una película de ciencia fic-ción y ni siquiera se puede comparar con lo que pueden se nuestros senti-mientos. A pesar de que el glaciar en invierno se mueve unos centímetros, pero se mueve de manera periódica, al tiempo que se escucha el rugido y el crepitar. Las cuevas glaciares se encuentran principalmente en el Par-que Nacional de Skaftafell, desde el principio de los glaciare, allí, donde los ríos son “subglaciales”. Pero por su peligrosidad las cuevas no siem-pre son tan hermosas . A veces, sim-plemente son monstruosas.

Para admirar mejor su belle-za contratamos un guía. Y fue un error. Los guías islandeses son muy difíciles, y algunos bastante estafa-dores bastantes. Llegan a cobrar por hacer un recorrido hasta 1000 euros, y tienen poco que mostrar. No son honestos y decentes, esa es mi expe-riencia.

Daniel Korzhonov

[Continuará]

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El viejo cazador

Fernando Calvo tiene 92 años. Sus cansados ojos han visto muchos amaneceres, y su piernas transitado por parajes que hoy parecen inaccesibles a no ser para rebecos y corzos, las presas a las que daba caza con un rudimentario rifle, fiándolo mas a su instinto que a su arma. Esa habilidad para cobrar las presas hizo de él una persona muy buscada por los grandes señores, que edificaban suntuosos chalets en la orografía mas salvaje de nuestro parque de Redes. Las piezas más difíciles era el encargado de disponerlas a tiro para que

ninguna jornada se perdiera por no encontrarlas.

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El viejo cazador

Fernando Calvo tiene 92 años. Sus cansados ojos han visto muchos amaneceres, y su piernas transitado por parajes que hoy parecen inaccesibles a no ser para rebecos y corzos, las presas a las que daba caza con un rudimentario rifle, fiándolo mas a su instinto que a su arma. Esa habilidad para cobrar las presas hizo de él una persona muy buscada por los grandes señores, que edificaban suntuosos chalets en la orografía mas salvaje de nuestro parque de Redes. Las piezas más difíciles era el encargado de disponerlas a tiro para que

ninguna jornada se perdiera por no encontrarlas.

Conocía los lugares donde el es-quivo urogallo entonaba sus cantos en los fríos amaneceres primavera-les, cuando las primeras claridades penetraban en la noche de los ha-yedos cantábricos. Allí sigiloso, es-peraba el sonido inequívoco del ave, aquel traqueteo repetitivo con que los machos anuncian su presencia antes las hembras. Luego, un certero disparo abatía la pieza como si de un ritual mágico se tratara.

Alguna boda se comió en el pue-blo de Orlé, donde hace poco tuvo lugar el encuentro de nuestros ami-gos moldeadores. No fue difícil ca-zar cuatro faisanes, como llaman los lugareños a este ave. Hoy, des-graciadamente casi no existen. Han mudado los aires y muchas cosas en nuestros montes, y en los antiguos cantaderos solo se escucha el sonido de las hojas movidas por el viento. Los tiempos han cambiado mucho.

Cazadores como Fernando, casi no existen.

Todavía hoy, cuando se sienta en un muro junto a la carretera, fija su vista en los montes del entorno, como taladrando sus bosques con la mirada, adivinando sus sendas, y recordando los lances vividos. A ve-ces, me siento con él, y rápidamen-te enhebra las cacerías que llevó a cabo. Enumera los detalles, incluso se acuerda del tiempo que hacía.

Fue furtivo muchos años, y ello le permitió sobrevivir, cuando los tiem-pos eran realmente difíciles, y la caza era una herramienta de subsisten-cia importante. Aquellos territorios, desde Caso hasta Ponga, no tenían secretos para él.

En aquellos años era muy fre-cuente que los mejores cazadores acabasen en la nomina de algún te-rrateniente, que de esa forma con-trolaba a los que le diezmaban de caza sus cotos particulares, y a la vez

Sobre estas líneas, Fernando Calvo en sus tiempos de cazador. A la iz-quierda en el reciente viaje que se recuerda en este artículo.

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se aseguraba el perfecto control de las piezas que en él habitaban. Era una buena jugada que funcionó du-rante bastantes años a la perfección.

De servir a los ricos y a sus cotos pasó a integrarse en la platilla oficial de la guardería asturiana, allí estuvo hasta su retiro hace 30 años.

Fue cazador y morirá siéndolo, aunque lleva tiempo alejado de esa actividad. Los años no perdonan.

Ya hace tiempo que me pide que lo lleve a Ponga, un concejo lindante con el nuestro, Caso. Quiere volver a mirar desde la comodidad del coche los paisajes que antes recorrían sus piernas. Visitar Taranes y Sobrefoz. Ver si todavía viven los que antes le abrían sus casas para pernoctar y contarse sus vidas. Volver a patear sus caminos, tan cambiados de unos años para acá. Ahora lucen hormi-gonados y hermosos. Pocas casas se ven viejas. Algunas, incluso conver-tidas en magníficos hoteles. ¡Vaya si cambió!, me dice; pero ¿dónde está la gente? Antes bullían de vecinos estos pueblos…

Esta es la triste paradoja que en-contró nuestro incrédulo cazador. Ya no queda nadie a quien reconozca. Quizás un vago recuerdo a los pocos que preguntamos. En algún caso, una placa dedicada a Dinos, de Tara-

nes, en la pared de lo que fue el bar donde paraba Fernando. Solo una chapa de metal. Como un epifatio de una época extinguida, de la que con rapidez desvió su mirada.

El coche se alejo por aquella in-verosímil carretera que parecía en-gullida por las imponentes peñas,

que curva tras curva nos acercaban a Sobrefoz. La vista siempre de frente, porque a un lado teníamos peña y al otro abismo, incluso unas cabras que a su aire deambulaban por el medio de la carretera, y que a duras penas se apartaron.

Fernando Calvo, con los moldeadores José Luis García y José Luis Maylín.

Por fin, apareció el singular y her-moso pueblo de Sobrefoz. Tampoco reconoció la imagen que de él tenia. Solo la iglesia permanecía en el mis-mo lugar. El resto de las casas, aun-que antiguas, estaban totalmente remozadas e irreconocibles.

Sin embargo el bar seguía allí, con el mismo nombre: Casa Benigna. Parada ancestral de casinos, entre los que había tratantes, madreñeros y cazadores como Fernando. Aquello seguía igual, aparentemente. Detrás de la barra eran gente joven. Luego nos dijeron que las hermanas que lo atendían habían muerto. Pedimos unos vasos de vino para hacer tiem-po mientras nos servian de comer. Nuestros ojos recorrían las paredes decoradas con cuernos de venado y viejos calendarios.

En una de las paredes, una foto-grafía en blanco y negro, represen-taba una partida de cazadores, con unos cuantos jabalíes y un venado. Dirigió Fernando su vista hacia ella, y señalando con un dedo a un hombre espigado y fuerte, de profundo bigo-te, me dijo: Mira, ese soy yo.

Solo por eso ya mereció la pena el viaje. Probablemente, el último del viejo cazador.

Monchu Calvo

Todavía hoy, cuan-do se sienta en un muro junto a la ca-rretera, fija su vista en los montes del entorno, como tala-drando sus bosques con la mirada, adi-vinando sus sendas, y recordando los lances vividos

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Ya con lo que venimos contando en el resto de las ediciones de Luz y Tinta, creo que deberíamos empe-zar a ser nosotros mismos quienes fuéramos viendo nuestras posibilida-des de trabajo, según estemos en el momento de la escena fotográfica, e ir entendiendo la etapas y posibili-dades del momento con vista a los programas de edición y, casi al mo-mento de sacar la toma, ver el posi-ble resultado.

Voy a intentar explicar este razo-namiento.

Todos, tanto profesionales (aun-que con la que está cayendo a nivel mundial, no sé yo si habrá muchos) como los amateur de la fotografía, están deseando encontrarse con mo-delos a su disposición y que estén a sus ordenes de pose, pero cuando ese momento llega —porque llega— se encuentran con que no saben qué hacer ni cómo ponerlos sobre todo cuando son en exteriores.

Los interiores, ya con la dispo-sición de los elementos dentro del espacio, nos proporcionan casi todo hecho.

Hablemos de los exteriores y de momento dejemos los de estudio.

Todo tipo de trabajo donde hay más de una persona que tiene que estar compenetrada para un mismo fin tienen que crear una historia para luego expresarla con la fotografía, que al fin y al cabo es la que tendrán que ver los visitantes, sin nuestra ayuda verbal.

Para hacer un reportaje fotográfi-co de cualquier índole, tenemos que estar pensando, o mejor escribiendo,

lo que vamos a hacer, o las posibili-dades reales de lo que pueda pasar.

Vamos, que antes de iniciar el referido reportaje, hablemos con los modelos; y me refiero a modelos en bodas, bautizos, comuniones, mode-los profesionales o no, familia, etc. etc…

Un ejemplo muy común, para que de momento todos lo entendamos,

son las bodas; donde no conocemos a nadie y no sabemos nada ni qué quieren.

Pero claro que no iremos con las manos en los bolsillos.

Primero hablaremos con los no-vios, sobre si tienen pensado algo especial, antes, durante y después; cómo adornar coche, casa, si van a celebrar un brindis unidos, solos, si

brindan en un zapato, si tiran el ramo o lo van llevar a algún sitio especial, si es el cumpleaños de algún invita-do, etc. Y así todo lo que podamos ir concretando, en cada momento y con anotación de tiempos reales.

Así sucesivamente se va escri-biendo en nuestras anotaciones toda la aventura que tenemos para ese

Foto

FIN

AL

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día, para luego estar en el sitio justo, anticipándose al resto de personas.

Bueno, pues eso para todo repor-taje; y si es de modelos para una pre-sentación profesional o de recuerdo, creo que debería de ser lo mismo. Crearnos una aventura y seguir la línea que traza esa historia toda la tirada de fotos. Si es glamour o eróti-co, seguiremos esas líneas de poses. Si es para un book, seguiremos una historia que vaya con el o la modelo y nos fijaremos más en formas o dotes de nuestro cliente o conocida/o.

A veces, nos lo ponen en bandeja y lo tenemos que aprovechar: los car-navales, cabalgatas de Reyes, acon-

tecimientos deportivos, festivales de cultura y entretenimientos, etc.

Pero tengámoslo en cuenta, anti-cipémonos con una historia ya sabi-da de antemano, para que, cuando digamos “déjame hacerte una foto”, coloquemos nosotros a nuestro di-vo/a, porque normalmente no saben posar ni donde poner las manos.

Hay ocasiones en que los que asisten al acontecimiento ya van con la lección aprendida y están tan me-tidos en el personaje que casi nos lo dan hecho; pero que nos falta el sitio, el ángulo y el modo con que tenemos dispuesta nuestra cámara, ya que ellos no saben de luces y de sombras.

Para corroborar todo lo que co-mento, lo mejor, creo, es que expon-ga el ejemplo de un momento como el que me refiero.

Se trata de un concurso de Cos-play, donde todos posan para una gran afición de fotógrafos de todos los tipos; y ahí estamos dándolo todo por nuestra afición.

Los hay que posan en particular para nosotros y, como ya tenemos la lección de la historia que acontece, ya nos encontramos preparados y

les decimos cómo y dónde colocarse para nuestra foto en especial.

Acaba el concurso y se ponen to-dos juntos para posar para la prensa y resto de cámaras que quiera una instantánea del momento. Y aquí es donde estamos tirando de flash, pero vemos un personaje en especial que rápidamente nos viene a la cabeza la historia que queremos hacer y no nos vale con flash; así que pasamos a aumentar ISO y bajar velocidad, porque están parados y buscamos ángulo de luz que nos venga propicia para lo deseado.

Tiramos a espacio grande por si cortan la escena. Tiramos otra a es-pacio más corto y al final nos acer-camos más o subimos al escenario y hacemos el retrato.

En ese momento, ya saltamos de alegría porque tenemos algo en lo que los demás puede que no se ha-yan fijado.

Hablo de mis fotos enumeradas como 1, 2 y 3.

En este momento ya tengo la posible historia particular, ya que no conozco al modelo ni a la caracteri-zación que muestra en el conjunto.

Foto 1

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Me supongo sea de algún video juego, ya que conseguí hacer la foto en el concurso de Cosplay en Gijón ( 6 de julio de 2.014), pero no estoy al día en ello.

Para conseguir este efecto en la foto Final, necesité una textura que en Internet, esta iden-tificada como (878719-grungy-viejo-papel-exce-lente-para-anadir-autentico-efecto-de-envejeci-miento-a-las-imágenes).

Ahora vamos a ver cómo se consigue este efecto de envejecimiento, un tanto raro, pero muy convincente.

Pasamos nuestra muestra de texturas y en mi caso la foto 3 a CS 4 ó 5 (son los que tengo).

A la foto, le duplicamos capa.Filtro/ artístico/ bordes añadidos y maneja-

mos un poco lo que queremos con las manchas, las líneas y el acabado que en principio quere-mos.

Opción de capas/ multiplicar. Con la goma de borrar, pincel ancho y baja

opacidad, vamos marcando las zonas más ex-puestas, como si hubiera una fuente de luz la-teral, marcando más una parte de la cara y al

Foto 2

Foto 3

mismo lado la chaqueta; y dejando la otra parte sin tocar o mas oscuro.

Capa/combinar visible.A la textura, marcar con recorte/ copiar y pe-

gar en la foto de personaje/ transformación libre adaptándola a todo el contorno.

Opción de capa/ multiplicar (si queremos, po-demos quitar un poco de capa con goma de bo-rrar a baja opacidad).

Con la herramienta de Sobreexponer (tiene una forma de porra en las herramientas latera-les), marcamos un poco las zonas que deseemos iluminar o destacar con un poco mas de luz. En este caso, parte de la chaqueta, manga y cara.

Capa/ combinar visible.Filtro/textura/texturizar (van bien el lienzo o la

arenisca), a gusto del artista en el acabado.

Ricardo González, “Completu”

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por María Esther Rodríguez

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Galicia está situada al noroeste de España y tiene cuatro provincias: una de ellas es la Coruña y su ciu-dad mas importante también tiene el mismo nombre. El municipio de La Coruña posee una población de 246.056 habitantes y es una ciudad con un clima relativamente templa-do, teniendo en cuenta que pertene-ce a Las Rías Altas de Galicia.

La Coruña es una ciudad muy lu-minosa, alegre y bulliciosa que vale la pena visitar por sus playas, sus can-tones, sus tiendas y sus ofertas cul-turales que son muchas. Le llaman la ciudad de cristal por sus numerosos ventanales con galerías acristaladas.

Importante puerto histórico, se sitúa en la costa noroeste de la Pe-nínsula Ibérica, en las Rías Altas. La ciudad se extiende sobre una pe-nínsula unida a tierra firme por un estrecho istmo, por lo que presenta dos fachadas marítimas distintas: la portuaria (hacia la ría de La Coruña) y otra abierta al Atlántico con la En-senada del Orzán, y sobre la que se solazan las principales playas de la

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ciudad: La playa de Riazor y La playa del Orzán que , en realidad están en la misma ensenada del Orzán pero divididas por El Espigón de San Car-los que es un resto de la antigua mu-ralla que protegía la ciudad. A ambos lados de la ensenada podemos ver a la derecha la famosa Torre de Hér-cules que es el faro más antiguo del mundo en funcionamiento y que fue construido por los romanos, aunque a lo largo de los tiempos haya teni-do muchas remodelaciones debido a las muchas guerras con los invasores del norte en épocas remotas y que simboliza el pasado y a la izquierda El Milenium que es el monumento de cristal más alto de Europa que sim-boliza el presente. Pasado y presente se unen sin dificultades y en armonía con el paisaje y desde El Espigón de San Carlos o desde cualquiera de las dos playas se puede ver la ensenada con los dos monumentos a modo de cierre aunque se vean muy pequeñi-tos ya que la ensenada es grande.

Su paseo marítimo es el más lar-go de Europa pues tiene casi trece

kilómetros de largo; los coruñeses fueron construyéndolo año tras año y rodeando la península con él para disfrute de sus habitantes.

También son muy famosos sus Cantones que dan al Puerto Deporti-vo y que, con sus fachadas acristala-das y sus galerías son de una belleza extraordinaria. En este momento se están haciendo unas obras muy im-portantes para dejar estos Cantones peatonales y que el tráfico pase por debajo de ellos. Teniendo en cuenta que los habitantes y los visitantes de la ciudad disfrutan mucho de estos cantones, esta obra de peatonalizar-los es verdaderamente muy trascen-dente. La ciudad se renueva constan-temente y cada día es más bella.

Otro punto importante de la ciu-dad es La Plaza de María Pita que es la plaza más importante de la lo-calidad y es un centro muy bonito y concurrido con buenos sitios para comer los típicos productos del mar. Se puede comer o tomar el aperitivo en los kioscos cubiertos en la plaza y observando el ir y venir de la gente

cómodamente sentados y degustan-do un buen Albariño o en el interior de los soportales en días invernales.

En Galicia son bastante habitua-les las galerías acristaladas desde siempre pues era y es una forma de retener el sol y de calentar las casas ya que esta región del noroeste de España tiene un clima bastante frio y con muchas lluvias pues las tormen-tas que se forman en La Azores se estrellan todas en estas costas. Lue-go se van debilitando y al resto de España ya llegan con menos fuerza aunque en toda la cornisa cantábri-ca también reciban estas tormentas de agua con gran fuerza en algunas ocasiones.

El norte de España es muy verde y bellísimo pero todo tiene un precio en esta vida y un clima muy lluvioso y frio es el precio que se paga por tanta belleza.

María Esther Rodríguez.

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Brooke Shaden es una jovencí-sima y excelente fotógrafa nortea-mericana que nació en Lancaster, la ciudad de la Rosa Roja, Pensilvania, USA. Ese mágico lugar cautivó desde muy pronto su exquisita sensibilidad para eternizar los sentimientos de la naturaleza y del alma humana, especialmente el mundo de la sensi-bilidad femenina. Su impresionante trabajo es una extensa enciclopedia de fotografía psicológica donde la imaginación y los conceptos se en-tremezclan con una depurada téc-

nica para elaborar sublimes poemas gráficos, un cosmos impactante de significados existenciales que erizan la sensibilidad hacia extremos impo-sibles.

Sus imágenes se registran como resultado de sesiones fotográficas previamente conceptuadas, ponien-do una especial atención en el tra-tamiento posterior de la toma y del procesamiento. Su intención es dise-ñar, registrar y transmitir las emocio-nes más intensas que se agitan en el interior del ser humano, emociones

tristes que golpean y azotan las en-trañas que ella misma denomina Pe-queñas Muertes.

Creo que existe una verdadera be-lleza en el sufrimiento, en la historia que lo acompaña.

Básicamente a Brooke Shaden le gusta fotografiar sus mundos bajo formatos cuadrados. Este marcado espacio de líneas iguales le permite compactar y transmitir una sensa-ción de estabilidad, serenidad y soli-dez especiales que refuerzan su pro-pio mundo de significados.

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Hago casi todas mis fotografías en mi apar-tamento, lo que suele resultar bastante difícil pues solo tengo una habitación, además de una pequeña cocina y un cuarto de baño. Por suerte para mi, tengo sin embargo una pared blanca y algo de luz solar.

Creo que el marco cuadrado permi-te al espectador asistir al nacimiento de un nuevo mundo, en lugar de ver una fotografía con la relación de as-pecto fotográfico típico.

Brooke opina que la fotografía debe contar historias, devenires en-tre un ir y volver, ciclos vitales que nacen y mueren misteriosamente en un espacio y tiempo determinados, algo así como una especie de catarsis psicoanalítica entre la muerte del ser y su renacimiento. Es un artista que inhala todo el proceso del ser.

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Sus modelos apenas revelan sus rostros, eso confiere un aura de mis-terio y dolor en todos los seres vivos que aparecen en sus historias; sus figuras modeladas son casi siempre damas en estado de caída, ninfas que florecen y decaen presas de sus pro-pios estados de ánimo o influencias externas. Rara vez incorpora elemen-tos masculinos, probablemente por-que los considere anti símbolos de la vida y la sensibilidad. Su tendencia a lo femenino deambula como una geografía flotante que se encaja en las evoluciones de diversos espacios sensitivos. Asimismo esta feminidad representa distintos espejos de vida que reflejan el universo oculto de las almas anímicamente tocadas.

Brooke Shaden suele trabajar con el autorretrato psicológico, entendi-do este como una forma directa de situarse en el interior de los mun-dos en los que desea vivir, universos herméticos, llenos de pulsaciones y experiencias personales y ajenas, es-condidas pero que flotan inertes en la espesura interna de la intemperie agresiva para ser liberados. Su ser interviene como un símbolo del su-frimiento femenino más que como figura física. Pequeñas Muertes es una de sus series más impactante. En ella se destaca una fusión entre la angustia del ser y la belleza de su esencia física.

Shaden se inició en la fotografía a finales de 2008, cuando se graduó en la Universidad de Temple con una

licenciatura en cinematografía e in-glés. Muy prontamente empezó a publicar sus trabajos en Flickr. Su intención era transmitir las fuertes emociones que impregnan la vida de una mujer, fotografiar su mundo interno y hacer imágenes hermosas que los demás encontraban inquie-tantes.

El objetivo de la fotografía es ha-cer que las cosas que los demás en-cuentran inquietantes y duras, sean hermosas.

Su impresionante portafolio nos demuestra cómo la imaginación y el esfuerzo pueden ser las mejores he-rramientas para crear un trabajo lle-no de significados y como mujer de artes, nos demuestra su pasión por la poesía y todo lo que implica una pro-

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funda narrativa visual. He aquí sus propias palabras:

Desde pequeña he sido una chi-ca muy conectada con la naturaleza, crecí al aire libre por lo que uno de mis recuerdos más felices era cazando a punta de flecha con mi padre, jugando en el patio o haciendo fuertes en los árboles. Siempre he tenido una gran imaginación. Quería ser escritora, lue-

go cineasta y finalmente me convertí en fotógrafa.

Fue en diciembre de 2008. Me aca-baba de graduar de la universidad y había creado un cortometraje que re-sultó “menos que perfecto”, y me es-taba preparando para mudarme a Los Ángeles con el objetivo de hacer cine. Entonces, recibí la llamada de un ami-go que me enseñó Flickr y me sugirió

que apostara por la fotografía. Desde que tuve algo de tiempo, me decidí a seguir adelante con ella. En aquél en-tonces ya tenía mi cámara digital…

Creo que crear un estilo es lo más importante para que un fotógrafo sea diferente al resto; es algo que nace y evoluciona con la propia persona. Cuando dependes de ti mismo es cru-cial tener una rutina, una jornada de

Su impresionante trabajo es una extensa enciclopedia de fotografía psicológica donde la imaginación y los conceptos se entremezclan con una depurada técnica

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trabajo completa. Por eso me gusta despertar a una hora decente, alrede-dor de las 7 am. Me interesa mante-nerme al día para tener una actividad fluida así es que parto revisando mi co-rreo. En el trayecto aprovecho de bus-car nuevos lugares para disparar. Por lo general, las tardes y las noches, las tengo reservadas para sesiones foto-

gráficas y prop-making. Luego me voy como una niña temprano a la cama, y a menudo puedes encontrarme traba-jando hasta entonces… ¡es el precio de amar lo que haces!

Me encanta ser capaz contar una historia, estar en constante expansión y crecer con cada imagen; me gusta la sensación que deviene con una nue-

va idea, la edición y el producto final resuelto en un tiempo relativamente corto. Quiero hacer de la oscuridad y lo desconocido algo hermoso, y para lograrlo, a menudo utilizo colores vi-vos y trazos de pincel digitales para suavizar el concepto. En mis imágenes hay vida y muerte, ya sea literal o figu-rada. Tengo un presupuesto muy limi-

...un cosmos impactante de significados existenciales que erizan la sensibilidad hacia extremos imposibles.

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tado, así es que estoy a menudo hur-gando en tiendas de segunda mano para seleccionar aquello que pueda servir para construir una buena esce-nografía.

Siempre he estado fascinada por la vida y la muerte, y específicamente por la oportunidad de retratar la vida por la muerte y la muerte por la vida. Si hay un mensaje sólido que se ejecu-ta a través de mi trabajo, es cuestio-nar lo que significa estar vivo y con ello nuestros deseos más ocultos.

Trabajo desde hace tiempo con va-rios que se han convertido en amigos cercanos y han tenido que hacer cosas muy extrañas para que pueda hacer un buen disparo. Los encontré a todos

por casualidad. Mi idea es presentar fotografías de un modo más picto-gráfico. Uso Photoshop no sólo para añadir misterio, intriga y especificidad a mis imágenes, sino también para crear el formato cuadrado y construir un marco a partir de la combinación de varias imágenes.

Brooke Shaden es puro arte oscu-ro, un microcosmos que permite a los espectadores hacer volar su imagina-ción, conduciéndolos en muchas oca-siones al mundo de los ensueños o las inquietudes internas. La forma de posicionar sus modelos remarca ya la belleza natural del cuerpo femeni-no junto a una expresividad emotiva que emana de su interior. Son imáge-nes que denotan las turbaciones que

configuran y amenazan a la psique de la mujer, la incomunicación, el ais-lamiento, el miedo, la quiebra moral, los sueños, los anhelos, la pasión, la delicadeza, la inteligencia, la intui-ción…

Lo más sorprendente de las imá-genes de Brooke, sea quizás su pa-sión por los detalles y su forma de explorar los sentimientos y miedos de la mujer, usando una variedad de técnicas para crear diversos esta-dos de ingravidez y levitación. Esta técnica que luego se perfeccionó en Adobe Photoshop, permite la ilusión de que el modelo esté flotando en el aire. Este procedimiento ha llevado a Brooke a la creación de fotografías bajo el agua, desafiando todo tipo de dificultades.

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Brooke Shaden siempre he teni-do una intensa fascinación hacia el arte oscuro. Para ella la oscuridad es algo que forma parte de la vida dia-ria porque permite trascender el es-pectro normal de la realidad y llegar a un mejor conocimiento de nuestra esencia. Sin embargo nuestra cultu-ra nos muestra un temor infundado a la muerte o a los estados de me-lancolía o caída. No deberíamos te-mer a estas sensaciones y procesos, tenerle miedo contradice nuestras creencias. Las religiones nos inculcan que tras la vida, la muerte permite alcanzar el máximo estado de gloria, porque nos libera de la esclavitud de la realidad diaria y nos fusiona con la esencia de los eterno y divino. Sin embargo tenemos miedo y asocia-mos todo ello al horror y la pérdida. Para Brooke Shaden la oscuridad es algo que muchas personas evitan porque obliga a cuestionar las cosas que a menudo no quiere pensar. Co-nocer el final de la vida nos libera de muchos temores.

La fotografía subacuática es una gran pasión para Brooke Shaden ya que le permite acceder a un mundo desconocido para la gran mayoría de personas. Se trata de un lugar en el cual no pueden existir seres huma-nos por largos períodos de tiempo, sin embargo, en una fotografía este límite desaparece permitiendo estar sumergido, una eternidad. El mar re-presenta la oscuridad y el misterio, la vida y la muerte, el principio y el fin, la tesis y antítesis siguiendo la filoso-fía dialéctica de Hegel.

Carlos Flaqué Monllonch

Creo que crear un estilo es lo más importante para que un fotógrafo sea diferente al resto; es algo que nace y evoluciona con la propia persona. Cuando dependes de ti mismo es crucial tener una rutina, una jornada de trabajo completa. Por eso me gusta despertar a una hora decente, alrededor de las 7 am. Me interesa mantenerme al día para tener una actividad fluida así es que parto revisando mi correo. En el trayecto aprovecho de buscar nuevos lugares para disparar. Por lo general, las tardes y las noches, las tengo reservadas para sesiones fotográficas y prop-making. Luego me voy como una niña temprano a la cama, y a menudo puedes encontrarme traba-jando hasta entonces… ¡es el precio de amar lo que haces!

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Creo que crear un estilo es lo más importante para que un fotógrafo sea diferente al resto; es algo que nace y evoluciona con la propia persona. Cuando dependes de ti mismo es crucial tener una rutina, una jornada de trabajo completa. Por eso me gusta despertar a una hora decente, alrededor de las 7 am. Me interesa mantenerme al día para tener una actividad fluida así es que parto revisando mi correo. En el trayecto aprovecho de buscar nuevos lugares para disparar. Por lo general, las tardes y las noches, las tengo reservadas para sesiones fotográficas y prop-making. Luego me voy como una niña temprano a la cama, y a menudo puedes encontrarme traba-jando hasta entonces… ¡es el precio de amar lo que haces!

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