Magueyes un gran cortometraje de Rubén Gámez_Salvador Elizondo

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Magueyes: un gran cortometraje de Rubén Gámez 1 Salvador Elizondo Uno de los acontecimientos sobresalientes de la V Reseña de Festivales será, sin duda, la exhibición de Magueyes, película que en muchos aspectos viene a revivificar el desfalleciente estado de la cinematografía nacional. Se trata de un cortometraje realizado con todas las desventajas de la modestia, y que, a pesar de esto, revela un oficio y una calidad, una estructura y una aspiración cultural que sobrepasa en mucho la estrechez habitual de las películas mexicanas. Por mi parte considero que una de las grandes virtudes de esta pequeña película es justamente su inclasificabilidad. Si bien la puedo remitir en su planteamiento a ciertas experiencias realizadas en Europa en las que se trata por diversos medios de crear una identidad entre la pista de sonido y la de imagen, tales como las películas de Mitry, Pacific 231, Images de Debussy, etc. En Magueyes, sin embargo, esta condición se ve acentuada por un hecho de la mayor importancia: la fotografía. Es en esto en lo que encuentro una diferencia capital con las experiencias anteriores. Las películas que tienden fundamentalmente a crear una relación audio-visual se ven por lo general construidas con base a las [sic] secuencias, la toma se diluye en el fárrago de todas las tomas que constituyen el equivalente a la frase musical y lo que se busca es, fundamentalmente, una relación armónica, es decir, una relación de secuencias por lo que a la imagen respecta. En Magueyes esta relación no interesa. La toma se ve valorizada por la nitidez fotográfica y por la composición del encuadre más que por su relación con las tomas adyacentes. Se valoriza, por así decirlo, la nota suelta y no el acorde. Seguramente que para lograr lo anterior la elección de la música adecuada cuenta, en gran parte, tanto más que de la 1 El Gallo Ilustrado, suplemento de El Día, 2 diciembre 1962, núm. 23, 4.

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Magueyes: un gran cortometraje de Rubén Gámez1

Salvador Elizondo

Uno de los acontecimientos sobresalientes de la V Reseña de Festivales será, sin duda, la exhibición de Magueyes, película que en muchos aspectos viene a revivificar el desfalleciente estado de la cinematografía nacional. Se trata de un cortometraje realizado con todas las desventajas de la modestia, y que, a pesar de esto, revela un oficio y una calidad, una estructura y una aspiración cultural que sobrepasa en mucho la estrechez habitual de las películas mexicanas.

Por mi parte considero que una de las grandes virtudes de esta pequeña película es justamente su inclasificabilidad. Si bien la puedo remitir en su planteamiento a ciertas experiencias realizadas en Europa en las que se trata por diversos medios de crear una identidad entre la pista de sonido y la de imagen, tales como las películas de Mitry, Pacific 231, Images de Debussy, etc. En Magueyes, sin embargo, esta condición se ve acentuada por un hecho de la mayor importancia: la fotografía. Es en esto en lo que encuentro una diferencia capital con las experiencias anteriores. Las películas que tienden fundamentalmente a crear una relación audio-visual se ven por lo general construidas con base a las [sic] secuencias, la toma se diluye en el fárrago de todas las tomas que constituyen el equivalente a la frase musical y lo que se busca es, fundamentalmente, una relación armónica, es decir, una relación de secuencias por lo que a la imagen respecta. En Magueyes esta relación no interesa. La toma se ve valorizada por la nitidez fotográfica y por la composición del encuadre más que por su relación con las tomas adyacentes. Se valoriza, por así decirlo, la nota suelta y no el acorde.

Seguramente que para lograr lo anterior la elección de la música adecuada cuenta, en gran parte, tanto más que de la conjunción de ella con las imágenes el director logra extraer una especie de razonamiento suficiente. Escapa por este medio a la anécdota para decirnos una parábola. Magueyes es la descripción de un combate en términos de la violencia de la naturaleza. Los campos de magueyes se extienden hasta donde la vista alcanza. De pronto, un hecho mágico, la supervivencia, crea una iluminación: la revelación de la necesidad del combate. Los magueyes entablan una lucha que es al mismo tiempo danza y cópula, sexo y muerte. Desolación. No quedan más que los despojos vegetales en putrefacción. La luz del sol los ilumina; primero tenuemente hasta que de las ruinas vuelve a brotar la vida. La cámara analiza esa eclosión pormenorizadamente. Asistimos al génesis. Los tegumentos vegetales crecen ante nuestra mirada y la vida se afirma definitivamente.

No quiero dejarme llevar por un falso entusiasmo. Tal parecería que el “impacto” de esta película radica fundamentalmente en la música de Shostakovich. Sin embargo, no se puede decir que la película se basa en esta música. La interrelación de la imagen y del sonido es más que una relación casual o de comentario. Imagen y música se complementan, pero sin depender la una de la otra. Ya resulta un lugar común hablar de esto. Primero fue la música, primero fue la imagen.

1 El Gallo Ilustrado, suplemento de El Día, 2 diciembre 1962, núm. 23, 4.

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Es el viejo argumento del huevo o la gallina. Lo que no se puede negar es la importancia tanto del huevo como de la gallina, de la imagen tanto como de la música.

A más de esta circunstancia, Magueyes es importante porque revela un oficio que en muchas películas de este tipo, generalmente, se ve manumitido en aras de la “idea”. Ahora bien, resulta que las mayor parte de las veces esa idea es lamentable y no hay oficio que las salve. Se recurre entonces a la demagogia. ¡Qué fácil hubiera resultado esto es la película de Gámez! Después de todo hay magueyes de izquierda y magueyes de de recha y unos luchas contra otros. Pero eso no es lo importante. Gámez se sujeta a la técnica y lo que cuenta es la cámara, la música.

Es confortante constatar que en medio de esa profusión de falsos mitos y de nuevos héroes que la deplorable cinematografía nacional nos propone cada día, surjan, aunque sea marginalmente, realizaciones que, a pesar de ella, la dignifican. Creo que cuando menos en el capítulo de las películas de cortometraje, México participa, con Magueyes, dignamente en la Reseña.