Mandala: Filosofías Underground

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¡Ay Güey! Todo al 2X1

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Venimos del surtido, de los jugos curativos y de ver a las cocineras, cuyas formas son ocultadas por el delantal, sólo este día tu revista favo-rita te invita a dar un recorri-do por una zona intercultural sin avanzar más allá de tu colonia, los mercados. Sitios donde se cuida nues-tra economía; porque el “hoy no fío, mañana sí”, el rega-teo y los trueques, apelan a evitar las deudas de los me-ses con intereses. Un lugar donde aunque no quieras te tocará estar más pegado de tu gente.

ÍNDICE

- Fundación para el desarrollo de las

artesanas A.C.

- Pásele pásele al consumo inteligente

- Miércoles de plaza

- La polaridad de los mercados

- Mercado de San Juan

- Filetes: El cuento corto de la carne

- Gárgaras y el mercado mágico

David Eurosa LunaItzel Alexis

J. CracketMoisés Lozada

Samantha Nolasco Coiffier

Agradecimiento a Fundación para el Desarrollo de Artesanas A.C

Facebook: https://www.facebook.com/MandalaFilosofiasUnderground Twitter: @Mandalafu

EDITORIAL

Fotodélicos

Portada: Cu AuContraportada: Mowgli420

Numero 4424 de Febrero del 2014

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Fotodélicos

Por: Moisés Lozada

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Lorena Lagarde Soto representante le-gal de la Fundación Para el Desarrollo de Artesanas Asociación Civil, conversó con nosotros acerca del trabajo que rea-liza en zonas rurales del estado de Hi-dalgo.

¿CÓMO SURGE LA ASOCIACIÓN?

Nace en 2008. En 2007 me mudo a Huas-ca de Ocampo y ahí, en un entorno rural, me doy cuenta de que hay muchas mu-jeres en espera de que se abran fuentes de trabajo. Generé esta iniciativa a tra-vés de la capacitación con ayuda de lo que tenían alrededor. Les enseñé a tejer el ocoxal y hacer artesanía, ya es propia y la comercializan en la Casa de la cultu-ra de Huasca. Estas mujeres participan en ferias y exposiciones y ya tienen un autoempleo sin tener que dejar la comu-nidad, ni a sus hijos.

A partir de ahí me muevo a la región Otomí Tepehua, en donde una actividad ponderante de las mujeres son los bor-dados tipo tenango, famosos internacio-nalmente, la mayoría de las mujeres no sabe ni siquiera cuál es el costo de pro-ducción de su trabajo entonces en 2010 y 2011 estuvimos trabajando con casi todo el municipio de Tenango y logra-mos capacitar a más de 400 mujeres de manera íntegra, enseñarles a trabajar de manera organizada, a formar operativas,

a trabajar en equipo, lo básico de admi-nistración de contabilidad, técnicas para mejorar sus productos, establecer obje-tivos en cuanto a nichos de mercado; y eso nos dio la oportunidad de vincular-nos con hombres productores, quienes desarrollan el cultivo de café, el cual ya no es rentable, pues existen interme-diarios que compran a un precio muy bajo y como su precio está regulado a nivel internacional los productores no pueden fijar el costo.

CON RESPECTO A LA COMERCIALI-ZACIÓN DE LAS ARTESANÍAS A QUÉ DIFICULTADES SE HAN ENFRENTADO

Tan solo, el Fondo Nacional para las Artesanías (Fonart), que tiene muchas tiendas y fue creado para ser un esca-parate nacional de todos los artesanos, va dos veces al año a

Tenango a comprar los tenangos, pero fijan precios muy bajos y no contem-plan la calidad, por lo que las artesa-nas ya no se esfuerzan por entregarlo mejor terminado si se paga al mismo precio que un producto de menos ca-lidad. Además se empiezan a hacer alianzas condicionadas y a favorecer ciertos grupos y dista mucho de tener un beneficio real para las mujeres que realmente lo necesitan.

FUNDACIÓN PARA EL DESARROLLO DE ARTESANAS A. C.Por: Oliver García

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TENDRÍA QUE VER CON ESTE TIPO DE VALORIZACIÓN GENERAL QUE SE TIE-NEN CON RESPECTO A ESTE TIPO DE PRODUCTOS

Sí, y en lugar de lograr un empodera-miento y una revalorización de la acti-vidad, que además es el rescate de su identidad, de su cultura de su tradición, se sienten explotadas, se sienten abusa-das porque no encuentran modo de te-ner confianza en la gente y por ello no permiten el intervencionismo pues tienen la idea de que sólo acuden a ellos para sacar un provecho sin que realmente les importe su condición y su calidad de vida, entonces es difícil el poder partici-par con ellos.

Actualmente las nuevas generaciones no se benefician con su identidad, no quie-ren hablar el idioma ni vivir en la zona, y cuando regresan hay un aislamiento social porque ya no pertenecen al medio donde crecieron, no son aceptado y tam-poco pertenecen a un entorno de fuera, no se adaptan fácilmente a la ciudad.

EXISTE ALGÚN RASGO DISTINTIVO ENTRE TRABAJAR CON LAS ARTESA-NAS COMO MUJERES QUE CON LOS CAMPESINOS HOMBRES

México aún es un país de mucho ma-chismo, hay que hacer mucho trabajo y sensibilización en la necesidad de una equidad de género y tiene que ser un tra-bajo en igualdad y tardará mucho, pero hay señoras que enseñan a los niños a participar en las labores de la casa, cosa que antes no se pensaba.

Una de las estrategias que estamos im-plementando es justamente llegar a te-ner intervención de tal forma mediante muchos talleres, las cadenas de valor, en donde se empiece a sensibilizar.

CÓMO SE ORGANIZAN EN ESTE PRO-CESO DE IMPLEMENTACIÓN DE LOS TALLERES Y DAR CAPACITACIÓN

Principalmente buscamos organizacio-nes de la sociedad civil que tengan mu-cha experiencia en el tema. Nos vincu-lamos con instituciones de educación superior que tienen investigación y se han especializado en ciertos temas. Hay que hacer visitas de campo y hablar con la gente para saber cuáles son sus ne-cesidades y hacemos mucha gestión con organismos de gobierno para acce-der a los recursos, concursamos, apro-vechamos ese recurso para enseñarle a la gente a empoderar sus habilidades y competencias, porque es gente muy sa-bia, sólo le falta pulir su conocimiento y obviamente aprender nuevos esquemas que los hagan más productivos.

Cuando tienes las necesidades básicas cubiertas, alimento, vestido, etc, aun-que sea en menor grado elevas tu cali-dad de vida. Una de las estrategias de la fundación para este año, es rescatar los saberes agroecológicos porque la gen-te ha sido campesina y productora toda la vida. Lo que tenemos que enseñarles es hacer cultivos biointensivos, hasta 16 especies se pueden tener en una misma parcela, con 30 metros cuadrados puede comer 6 miembros de una familia en un año. Enseñarles que con poco material se pueden hacer tanques de ferroce-mento; y formar cadenas: que algunas aves se alimenten de los residuos de los cultivos y sus desechos sirvan a su vez como abono.

QUÉ SIGNIFICA TRABAJAR CON CUL-TURAL Y UTILIZAR ESTA IDEA DE CO-MUNIDAD COMO BASE

Aunque estemos en la ciudad depende-mos del medio rural, de ahí provienen los

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alimentos. En la medida en que tengamos la cultura de respetar el medio ambiente y conservar la ecología y respetar a las personas que viven en el medio rural, porque dependemos en gran medida de ellos, habrá una conciencia más colectiva y un trabajo comunitario más fuerte, ellos necesitan de los recursos que se gene-ran en la ciudad pero la ciudad requiere de todos los alimentos que se producen en el campo, no podemos seguir defores-tando, contaminando el suelo y el agua porque los productos se encarecen, hay menos y aprecio más elevado.

QUÉ COMPLICACIÓNES EXISTEN CON LAS NUEVAS REFORMAS GUBERNA-MENTALES

Como Asociación Civil de alguna mane-ra la tenemos más fácil que la gente que vive en el medio rural. Principalmente los y las artesanas de todo el país están en una situación muy problemática por-que no están considerados dentro de los productores primarios, como los campe-sinos. Sí creo que todos los mexicanos debemos participar en la contribución porque nos genera mayor bienestar, pero estoy consciente de que hay desinforma-ción y no hay igualdad. Las políticas no están hechas para todos los niveles, no parten de la base de la pirámide que es la mayoría de todos los mexicanos; si una mujer artesana apenas tiene para com-prar un metro de tela, para bordar, cómo va a estar en posibilidades de pagar un contador. Nos genera desconcierto. Los productores y artesanas se acercan con-migo pero yo no soy especialista, no hay información ni práctica que nos dé las he-rramientas para saber exactamente cómo va a funcionar.

¿SE PERMITE ALGÚN VOLUNTARIADO?

Por supuesto, tenemos firmado un acuer-do con la Junta General de Asistencia y quien ha participado es La Salle, la Uni-

versidad Politécnica Metropolitana de Hidalgo. Pedimos voluntarios a gritos, no solamente jóvenes universitarios sino la sociedad civil en general, hay mucha gente que tiene ganas, no es necesario esperarse al fin de año.

PLANES A LARGO PLAZO

Desde el 2010 hemos estado trabajan-do con productores, con la introducción de la moringa oleífera, gracias a la fun-dación. Mi organización tiene vínculos y sinergias con otras instituciones, nos vinculamos con Senior Experten Service (SES), organización alemana, y ellos vi-nieron a apoyarnos para hacer un diag-nóstico y para definir qué estrategias son viables en la región, sólo trabajan con países de tercer mundo.

Contacto para capacitación y ventas: [email protected]

LA FUNDACIÓN NOS COMPARTE MÁS INFORMACIÓN SOBRE LOS USOS DE LA MORINGA

En la región denominada Otomí está con-siderada como una de las zonas más po-bres y marginadas del estado y del país, sus habitantes son mestizos e indígenas otomíes y tepehuas que se dedican prin-cipalmente a actividades primarias

La producción masiva de la moringa for-ma parte de una estrategia para la gene-ración de empleo e ingresos, la seguridad alimentaria y la lucha contra el hambre.El tronco de la planta puede utilizarse como leña, pulpa para papel y madera de construcción; las semillas sirven para alimentación animal, y la obtención de aceite vegetal; la raíz como remedio me-dicinal; la flor como pesticida natural y adorno; el tallo y el brote para los anima-les; finalmente las hojas contienen vita-minas y minerales

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Fotos por: J. Cracket

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Fotodélicos

Por: Samantha Nolasco Coiffier

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Queramos o no, vivimos inmersos en una sociedad que nos vuelve adictos al con-sumo. Ya sean artículos de primera ne-cesidad o cosas para el sano y vago en-tretenimiento. Cada vez vemos con más frecuencia grandes centros comerciales, incluso en los lugares más remotos del país. El predominio de los grandes capi-tales es cada vez más latente, restándole protagonismo y sobre todo una forma de supervivencia de miles de personas como lo pueden ser los mercados.

Un mercado, ya sea fijo o sobre ruedas, ofrece una gran variedad de alternativas, precios y creatividad a las personas. Ge-neralmente en esos lugares encontramos productos nacionales, llenos de tradición y significado, pero sobre todo del traba-jo de muchas personas. Basta con recu-rrir a los productos de primera necesidad como lo pueden ser frutas o verduras, ya que no es lo mismo un aguacate gabacho de Walmart que uno de Michoacán. Esto solo como un ejemplo de miles de pro-ductos más.

En México tenemos la fortuna de tener una gama de alternativas prácticamente para todas las cosas. Basta con mencionar el Mercado de Sonora en el Distrito Federal para remitirnos a un lugar de bastante tra-dición y misticismo, en donde la brujería funge como el principal atributo de dicho lugar. Eso sin contar un sinfín de lugares en todo el territorio nacional que amplían el abanico de alternativas para todos los gustos; así como cualidades históricas, míticas o arquitectónicas.

Al ser consumidores de esos lugares ayudamos a la economía local ya sea de una colonia, pueblo o estado. Además de estar recibiendo un bien o servicio,

estamos ayudando a los verdaderos pro-ductores, y aunque existan intermedia-rios no se asemejan a los de las grandes cadenas comerciales. Son personas que en su mayoría viven “al día” y pasan todo el tiempo en esos lugares. Quizás es un poco nostálgico lo que estoy diciendo, pero al mismo tiempo con una verdadera razón social.

De igual manera, hacer un recorrido por un mercado es hacer un recorrido por la creatividad e ingenio del mexicano. Aquel que tiene como referente inmediato a las grandes culturas mesoamericanas, en donde el intercambio de bienes en los grandes centros ceremoniales era una cualidad imprescindible de socialización. Aunque también podemos mencionar la época colonial en donde toman forma y sentido los grandes mercados. Ambas motivo de interacción social y consumo de bienes.

Un mercado es una invitación a la diversi-dad gastronómica, aquélla que va desde un pozole hasta unas tlayudas, o aquélla que experimenta lo ácido de una naranja y lo dulce de una sandía. Pero más allá de eso es una invitación a la diversidad, aquella que no distingue clases sociales. Aquí donde surgen los rituales de Navi-dad, Año Nuevo, Día de la Independencia o el Día de la Candelaria. Con la simple y sencilla razón de ser creativos y origina-les.

Sirvan estas palabras para rememorar una tradición muy mexicana, la de los mercados. Esos lugares donde lo mismo encuentras un remedio para el mal de ojo, que una bella artesanía. Pero sobre todo donde sales con algún producto que nun-ca antes en tu vida te habías imaginado.

Pásele pásele al consumismo inteligentePor: Viko del Real

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Mercado 1ro de Mayo

Fotos por: David Eurosa Luna

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Tengo una relación odio/amor con esto del miérco-les, siempre los había odiado, pero ahora, no sé qué sentimiento predomine más en mí; mitad de semana y esperando con ansias para que llegue el viernes y una de dos, puedes quedarte en tu casa postrado en tu cama, o salir con tus amigos a “cotorrear”, pero mientras esos sueños guajiros ocurren, nuestro pre-sente está estancado y bien estancado en los ya tan famosísimos miércoles de plaza. Señoras vendiendo cilantro, ancianos tomando pulque, niños jugando y correteándose entre las personas, el olor a fruta, los gritos, vaya, muchísimas cosas que uno puede to-parse alrededor de un mercado tan impredecible, y uno como estudiante que es, sabe que los miércoles también vamos a la escuela y es una misión llegar sin molestias a donde el autobús universitario te sube.

Porque si uno no lleva prisa, o no tiene ningún trabajo que entregar ese día, podemos ir tranquilos chacha-reando, buscando flores, o hasta quizás echarme o echarnos (están invitados), una gordita, un taco de carnitas, vaya, hasta eso hay variedad, y hasta puedo comprarme cosas para mí, es lo chistoso, pero cierto. Y, por otro lado, las cosas que me ponen de malas: seguro no seré el único al que le disguste que no me dejen pasar cuando llevo prisa, y se me cruce un niño jugando con otro, una señora que no se percató que venía atrás de ella, o simplemente tropezarme con las mil cuerdas que están tiradas en el piso. En fin, hay que estar ahí para vivirlo y sentir que el miér-coles de plaza siempre estará ahí para nosotros, con su pulque, sus colores, y su gente descuidada, in-quieta o no, pero al final el mejor lugar en el que me pudieron aventar.

Por: Cu Au

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Por: Moisés Lozada

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Por: Moisés Lozada

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Los mercados se expanden, las limitantes (ventajas y desventajas para algunos, según sea el caso), se desvanecen, se rompen como cadenas rendidas ante la libertad.El libre comercio aparece para ha-cer de las suyas y abastecer, con-quistar y convertirse en el móvil central de la economía contempo-ránea.

La naciones, “unidas todas” como eslabones, que por sí solas, ya no funcionarían ni tendrían la fuerza que algún día perteneció a cada una de ellas, claro, con un merca-do nacional y local.

Tratados y leyes surgieron a partir de la década de los 80 y las po-líticas económicas y culturales de cada nación, cedieron el paso a lo que estaba en boga, dejando des-amparados, algunos apuntarían así, a la producción propia de cada país.

Si bien es cierto que el Libre Co-mercio, representó y representa una amenaza para los pequeños mercados y productores, afectan-do la economía nacional; ya no po-demos aferrarnos a una idea mo-dernista que sería casi imposible en estos días, sino que dentro de este nuevo sistema, es necesario buscar el beneficio para TODOS.

La problemática se centra en el desequilibrio entre las compe-tencias. Los tratados del libree comercio necesitan una equidad, una neutralidad y no como repeti-tivamente lo observamos; la fuer-za de un lado de la balanza.

La entrada de mercados externos al juego con el mercado de nues-tro país, no debería representar un riesgo total, porque el nuestro tendría el mismo derecho en otros territorios, sin embargo, las noci-vas administraciones, tornan per-judicial el panorama.

El juego de mercados que antes no existía, ha permitido una mul-ticulturalidad inesperada a gran escala y posteriormente una in-terculturalidad realmente benefi-ciosa, un vaivén de colores , sa-bores, aromas y sonidos; por otro lado esto ha permitido también que algunos mercados locales se vuelvan especiales y se forta-lezcan, así como el conocimiento por ende cultural y social de otras coordenadas del mapa.

Mercados en un torneo impara-ble, en todos los rubros de la pro-ducción infinita.

La polaridad de los mercadosPor: Meli Vera

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Entraba con su típico estruendo. Esas botas tribaleras y su pantalón anaran-jado, camisa de vaquero y un colosal amuleto colgándole del cuello hacían de él una leyenda, un temor, una tor-menta: el mero mero.

Era miércoles y todos tenían miedo. Don Baltasar brillaba un cajón de be-renjenas con más temor del permitido. Quería hacerle a Toñita sus quince años: con el vestido, el baile, el mole; los sueños se habían convertido en un lujo en el Mercado de San Juan.

Como ya sabemos, era miércoles, que desde hace tiempo se había con-vertido en el día cero. “El Chano” lle-gaba con su ridiculez burlándose sin ni siquiera saber sonreír, su camione-tota escupía unos sonidos horrendos con los finales de palabra bien gol-peados, como la dignidad de todo el mercado:

Te debo mi vida,cuernito de armani rameado,salvaste mi vida a la hora de pelearsaliendo de un antro quisieron tumbarmemi cuernito armani tuve que accionar.

El piso cuesta, cuesta sangre. Todos se quedan helados cuando entra El Chano con sus monigotes, dos tipos con pinta de mara y ropa de mirrey, con un posgrado en sobrevivir en las calles y un diplomado en chingar a un pueblo con la mano en la cintura y los dientes de lata. Qué gente tan barata.

Y el desfile comienza: la carnicería, la isla de recauderías en el centro del San Juan, el puesto de gorditas de

MERCADODE

Por: Enid Adriana Carrillo Moedano

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doña Remedios, la pollería, el puesto de cócteles. Sólo las viejitas tendidas en el piso vendiendo hierbas se salvan de la cuota, tal vez porque les recuer-da a las abuelas, a las tías, a las muje-res de antaño de los malos.

Todos tienen que pagar, ¿por qué? Y allí van, derechitos el rey y sus escla-vitos de caricatura que no pueden ni escribir el nombre de las atrocidades que han cometido, enfilados y direc-tos al puesto de Baltasar. Agachan la mirada, la cabeza, nuestra gente, la del trabajo de verdad, esos que tienen alma para partírsela todos los días en nombre de la dignidad que nos ha ro-bado el gobierno, ojalá fuera yo una izquierdista poseída por la ideología que estuviera sacando esto del contex-to, pero no.

Ése es el paisaje del Mercado de San Juan, el último miércoles de cada mes todos sienten una serpiente de hielo que les recorre la espalda, es como si el tiempo se detuviera, si las flores perdieran el color, como si las manza-nas comenzaran a pudrirse contagia-das por la vibra de los malos, capos baratos.

Y así se va. Don Balta se esconde unos billetes, quiere los quince años de su hija como sea. Y entonces El Chano y sus followers, le desordenan todo el puesto, que es el más bonito, el más grande, el que ocupa más espacio, más suelo. Le revuelven la mercancía y el corazón. Le preguntan si falta algo, que ha ganado más, que se ve más grande todo, que le busque otro po-quito, un piquito. Don Balta les dice que no, que todo sigue igual.

No nos mienta, viejo pendejo. Y ZAZ.

Descubren el guardadito, ¿qué le va-mos a hacer? Se lo llevan, que con ellos no se meta, que a ellos no los puede engañar, que son los meros me-ros, intocables, los principitos del mun-do, los mirreyes con cara de migrantes y alma de piedra. Subhumanos.

Lo amenazan, le gritan, lo escupen, lo golpean, se van. Y el mercado se que-da detenido en el tiempo, hasta que pase el mal sabor de boca, hasta que sea mañana, hasta que puedan seguir un poco con sus vidas, hasta que la noche se haga día. Todos están cansa-dos, extorsionados, humillados.

Ha pasado un mes y es miércoles de nuevo.

Es Él, El Chano. Son ellos, sus Friends. La mitad del mercado ya no existe, están allí sus locales cerrados y sus cajas guardadas como si fuera un ce-menterio del trabajo, las tumbas del esfuerzo de la gente que adoptó la dignidad como forma de vida. Y no está don Balta, ni el carnicero, ni Mar-tha, la señora que cuida los baños, ni dos puestos de frutas, ni un negocio de materias primas que estuvo allí por décadas.

El lugar más colorido, famoso y tradi-cional de aquella accidentada ciudad estaba extinguiéndose, era como un enfermo terminal con una larga ago-nía a quién le habían puesto una ban-da sonora que daban ganas de aven-tarse del primer puente peatonal mal construido, a ver si la muerte consue-la, a ver si la vida se acaba de pronto, a ver si esa horrible música deja de sonar. A ver si hay esperanza.

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Qué tronadero

Pareciera clase de anotomía aviar

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Las cazuelas se limpian con fibra

Amarillo el Mercado de Xalapa, Ver.

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Fotos por: Itzel Alexis

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Y escuchas las voces, cuánto quisieras que la palabra “güerita” tuviera el mismo significado que en el mercado, que la carnicería no fuera tal y que al picotear los cuervos que ordenan a las pestañas se abriera el inmenso mundo encerrado en tu pupila, regresar y escuchar a los marchantes y no a quiénes hablan de melones y papayas de la forma más grotesca que ni

siquiera hubieras imaginado.

Ni siquiera te preguntas el porqué, no les dicen chichis ni vagina; las pa-labras van y vienen sin que las interpretes del todo, ni siquiera tienes ya que pensar, tu cabeza se ha secado y no hay lágrimas que se desborden por los hinchados músculos que enmarcan tus ojos, escuchas y la palabra “güerita” vuelve a escucharse, vuelve a sonar entre voces de marchantes

que buscan lo mejor.

Carne, y más carne, la vigilia pasa y aquí sigue el carnaval; las voces callan, caminan y dejan paso a otras, todo sigue, ya ni siquiera tienes en qué pensar, tus sentimientos, emociones y demás están sepultados en

gritos que no salen, en palabras que hubieras querido decir.

Ahí están los hombres, desfilando como en el mercado, con cuentas de millones, no de pesos; repiten frases aprietan tu boca con sus manos,

nada parece un mercado, y tú estás ahí, pero en esta ocasión tu eres la mercancía que terminará redituando en camas y ante bestias que sólo

buscarán tu carne.

FILETES:El cuento corto de la carnePor: Oscar Raúl Pérez Cabrera

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Por: Samantha Nolasco Coiffier

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Nos la habíamos pasado fume y fume desde la mañana. Ya ni recuerdo cuántos churros habían pasado por mi boca y cuántos se habían consumido entre mis dedos mientras estábamos tendidos en la sala de casa de El Gár-garas. Pinche Gárgaras, era bien chi-do hasta que se largó a quién sabe dónde, pero esa es otra historia que no entra aquí. Les decía… estábamos tirados en su sala, de esas grandes (¿les había dicho que el Gárgaras era de varo?) con cojines y tintes minimalis-tas enfrente de una pinche pantallota con Internet, censores de movimiento y quién sabe que tanta madre. La cosa es que no nos podíamos mover (ni ver) por la humadera creada por nuestras ganas de perdernos. Doña Lorena, su nana, desde lejos nos veía con cara de “pinches chamacos”, pero nos va-lía madres, porque como les decía, ni la podíamos ver, andábamos bien cie-gos LITERAL.

¿Me creerían si les digo que el Gár-garas nunca había ido a un tianguis? ¡NETA! Era tan de varo que sus patitas nunca habían tocado los tomates tira-dos que se encuentran en los tianguis propiedad de nadie. Yo la verdad ya tenía hambre, pero quería comer algo

chingón; unas quesadillas, o unas gor-ditas bien grasosas. Porque en la casa del Gárgaras pura pinche ensalada, quesque sus papás eran protectores de animales o alguna religión rara. Así que terminando de escuchar el Sunshine Superman de Donovan dije: Vamos al tianguis, hay un lugar que se llama “Las Gorditas de doña Lulú” la neta están bien chidas. El Chucho mi amigo dijo que sí, que ¡ahuevo! A 3 o 4 cuadras se ponía un tianguis los do-mingos (malditos domingos de hueva). Kevin -el amigo del Gárgaras- dijo que no sabía si ir, ya que ahí hay muchos gérmenes. Gérmenes en tu cola pin-che mamón. El Gárgaras estaba tan pacheco que dijo que sí, que él paga-ba, ya le hacia falta algo de suciedad a su alma pura cromada con billetes de a quinqué.

Entrar al tianguis es entrar a un mundo alterno, así que al dar el primer paso nos sentimos como cuando Dorita del Mago de Oz cambia de blanco y ne-gro al maravilloso mundo del color. El tianguis estaba más colorido que siem-pre (¿será la mota que estaba muy fuerte?) Colores chillantes y únicos, cada jitomate parecía especial, como los del comercial Del Fuerte. Las man-

GáRGARASy el mercado mágico

Por: Mowgli420

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zanas parecían jugosas jugosas, y las sandías parecía que por algún fenó-meno físico-químico inexplicable pasa-ban de un estado sólido a liquido en cuestión de segundos. Recuerdo ver al Kevin mirando el cielo –tapizado de lonas de colores cálidos pa’ darle más color a las frutas- con cara de sorpre-sa, estaba bien viajado. Seguimos ca-minando, y el Gárgaras se quedó bien clavo viendo los peces expuestos en un puesto de pescados y comenzó a oler todos los animales colgados, has-ta pensé que se iba a poner a platicar con la cabeza de puerco que colgaba de un puesto. En cambio, el Chucho y yo íbamos como si nada, todo esto eran escenarios de nuestra vida diaria, pero para ellos, ¡jijos! Les cambiamos todo el paradigma visual que tenían. Yo creo hasta pensaban que estaban en un museo de arte contemporáneo y todo lo que veían eran instalaciones que representaban algún problema (pedo) de la sociedad.

Seguimos caminando y ¡Sopas! Llega-mos a donde está la mera piratería, donde los puestos que venden dis-cos parecen tener una pelea eterna por saber qué puesto suena más dis-torsionado (¿me creerían si les digo que el Gargaras nunca había visto a un sonido en alguna fiesta?). Nues-tros oídos ultra sensibles captaron las ondas que sonaban a lo mejor de la cumbia 2014, y a lo mejores éxitos de Producciones SharkDj. Los pasillos del tianguis se convertían en peleas soni-deras, me cae de madre, yo la neta ya no aguantaba tanto pinche ruide-ro, apresuramos el paso para salir de la zona de guerra. La próxima parada fue el lugar donde venden animales -parecía que viajábamos entre dimen-siones- Vimos pollos, borregos, guajo-lotes y puerquitos bien rosados y con manchas que los hacían ver chistosos.

Kevin y el Gárgaras no podían con su viajesote, (creo solo esa vez ha sido la única en donde he visto al Gárgaras completamente perdido, y otras cinco, pero pa’ que les cuento) lo chido es que ya habíamos llegado al ansiado lugar: Las gorditas de Doña Lulú.

Tomamos asiento, yo ya tenia un chin-go de hambre, en corto pedí una gor-dita de chicharrón. El Gárgaras y el Kevin no podían ni con su alma, esta-ban pero si bien perdidos, (según al-gunos rumores el Gargaras nunca de los nuncas había comido una gordita) así que les pedí igual una gorda de chicharrón y un agua de jamaica. Los alimentos llegaron y entramos en un estado de trance maravilloso, comer las gorditas fue una experiencia asom-brosa, un manjar de dioses. Los cua-tro quedamos de acuerdo en que eran ¡Las mejores gorditas del mundo ente-ro! Eran deliciosas, ni con palabras se los puedo explicar, pero de que eran sabrosas, eran sabrosas.

Hasta que el pinche Gárgaras empe-zó a hacer ruidos extraños después de tomar un poco de su agua de jamai-ca, hacia ruidos, ora sí que como de gárgaras. Primero ni lo pelamos, doña Lulú se sacó de onda y le dijo “¡Ora tu! Deja de hacer gárgaras” y todos empezamos a reír, menos él. El Kevin igual hizo un comentario al respecto y seguimos riendo. Hasta que me di cuenta de que no le estaba haciendo al cuento y que le doy un trancazo en su panza. Un pedazo de chicharrón salió expulsado de su boca a gran ve-locidad y quedó embarrado en uno de los pasillos del tianguis.

Mientras todos pasaban, había sido bautizado con ese apodo que ha lle-vado desde ese día que casi se ahoga: El Gargaras.

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