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1. Fundamento de la crítica de la economía política El capital es un libro cuyo rigor académico ha sido reconocido, pero cuya cientificidad ha sido motivo de múltiples debates; se ha criticado su carácter político, pero también se le acusa de ser anacrónico en la agenda política de la economía liberal del siglo XXI. A pesar de eso su fundamento esquiva a cualquier objeción. Es difícil cuestionar que en él, Marx, trazó los vértices y las geometrías que permiten señalar la desigualdad en términos políticos, humanos y económicos. Crítica de la economía política es el subtitulo que tiene El Capital, lo cual delata el propósito esencial del texto. Pero hay que examinar en qué consiste el carácter de crítica. En el cuarto apartado del primer capítulo titulado El carácter fetichista de la mercancía y su secreto, en él, Marx describe como la economía -señalando los postulados de David Ricardo principalmente- considera la naturaleza de la riqueza sin señalar la explotación de los hombres. En ese capítulo queda asentado que todo intercambio comercial presupone una equiparación de valores, lo que implica una asunción del valor como forma equivalente. Sobre eso, Marx reitera el hecho de que el valor tiene como esencia el trabajo socialmente necesario para la producción de una mercancía. Es el valor en sus formas mercantil y dineraria el que nubla esa esencia, ya que no revelan el carácter social de los trabajos privados, y por tanto, las relaciones sociales entre los trabajadores individuales (Marx, 1867. p.93). Esto sirve ya para asentar que la crítica consiste en dar cuenta de las condiciones que posibilitan las relaciones entre los hombres en sus diferentes condiciones -unos como proletarios y otros como burgueses- esas mismas relaciones de carácter social que se vuelven objetivas en el momento de la producción. La crítica demuestra que las relaciones de producción son las que permiten la explotación, pues todo hombre de condición proletaria enajena su fuerza de trabajo en aras de la subsistencia, supeditando sus esfuerzos a la producción donde él genera un excedente de valor; o, dicho de otra manera, le es impuesto un régimen donde se le expropia el excedente de valor que produce. Lo que adquiere relevancia, como bien observa Lenin, es que el materialismo histórico puede destacar de manera objetiva las relaciones de producción como estructura de las sociedades (...) (Lenin, 1975. p. 12). Esto, por lo pronto, coloca al análisis marxista más allá del mero estudio de las condiciones de producción o una teoría del

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1. Fundamento de la crítica de la economía política

El capital es un libro cuyo rigor académico ha sido reconocido, pero cuya cientificidad ha sido motivo de múltiples debates; se ha criticado su carácter político, pero también se le acusa de ser anacrónico en la agenda política de la economía liberal del siglo XXI. A pesar de eso su fundamento esquiva a cualquier objeción. Es difícil cuestionar que en él, Marx, trazó los vértices y las geometrías que permiten señalar la desigualdad en términos políticos, humanos y económicos.

Crítica de la economía política es el subtitulo que tiene El Capital, lo cual delata el propósito esencial del texto. Pero hay que examinar en qué consiste el carácter de crítica. En el cuarto apartado del primer capítulo titulado El carácter fetichista de la mercancía y su secreto, en él, Marx describe como la economía -señalando los postulados de David Ricardo principalmente- considera la naturaleza de la riqueza sin señalar la explotación de los hombres. En ese capítulo queda asentado que todo intercambio comercial presupone una equiparación de valores, lo que implica una asunción del valor como forma equivalente. Sobre eso, Marx reitera el hecho de que el valor tiene como esencia el trabajo socialmente necesario para la producción de una mercancía. Es el valor en sus formas mercantil y dineraria el que nubla esa esencia, ya que no revelan el carácter social de los trabajos privados, y por tanto, las relaciones sociales entre los trabajadores individuales (Marx, 1867. p.93).

Esto sirve ya para asentar que la crítica consiste en dar cuenta de las condiciones que posibilitan las relaciones entre los hombres en sus diferentes condiciones -unos como proletarios y otros como burgueses- esas mismas relaciones de carácter social que se vuelven objetivas en el momento de la producción. La crítica demuestra que las relaciones de producción son las que permiten la explotación, pues todo hombre de condición proletaria enajena su fuerza de trabajo en aras de la subsistencia, supeditando sus esfuerzos a la producción donde él genera un excedente de valor; o, dicho de otra manera, le es impuesto un régimen donde se le expropia el excedente de valor que produce.

Lo que adquiere relevancia, como bien observa Lenin, es que el materialismo histórico puede destacar de manera objetiva las relaciones de producción como estructura de las sociedades (...) (Lenin, 1975. p. 12). Esto, por lo pronto, coloca al análisis marxista más allá del mero estudio de las condiciones de producción o una teoría del valor. En vez, su postura abarca las condiciones sociales y políticas que provocan la desigualdad entre las clases sociales.

A pesar de lo establecido, hay que confesar que no es únicamente en el texto de Marx donde se puede encontrar lo que al inicio se mencionó; a saber, el carácter de denuncia ante la desigualdad. Si se quiere meditar seriamente en torno a ello, hay que retomar un par de reflexiones que el mismo autor había hecho en torno a ella. La primera referencia que se considera aquí es un texto de 1844 que tiene como motivo el análisis de un levantamiento por parte de unos hiladores Prusianos que protestaban en contra de sus condiciones laborales; Marx comenta:

Una revolución social se sitúa en el punto de vista de la totalidad porque ella -aunque se produjera solamente en un distrito fabril- es una acción de protesta del hombre contra la vida deshumanizada, porque ella parte del punto de vista del individuo real singular, porque la comunidad contra cuya separación protesta el individuo es el verdadero ser comunitario, la esencia humana. (Marx, 2008 p. 131)

La asimetría en las relaciones sociales -la posibilidad de que la burguesía expropie el excedente de valor del trabajo del proletario- se funda en las condiciones de explotación de los hombres. La vida deshumanizada -como se menciona en la cita- es condición sin

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equa non de la expropiación de valor, pero a su vez es su resultado. El trabajo del obrero, en tanto enajenación de la voluntad y del desgaste físico, queda supeditada a la necesidad de subsistencia.

El mismo año Marx escribe al respecto que El trabajo enajenado invierte la relación, en tanto que el hombre en tanto ser con conciencia de sí hace de su actividad vital, de su ser, sólo un medio para su existencia (Marx, 2012. p.111). Lo que queda en entredicho en la explotación es la libertad del hombre. Aquella posibilidad de dedicar su trabajo a una actividad autónoma se desvanece, pues sus esfuerzos se encomiendan a conseguir los medio suficientes para subsistir.

La desigualdad, como ya se vio, es condición de la subsistencia del modo de producción capitalista. La estela que se deja ver con la crítica marxista es que la denuncia siempre termina siendo una vocación por reivindicar lo humano. El cientificismo detrás del texto es meramente instrumental. Marx ordena a la humanidad el siguiente precepto: Cada una de tus relaciones con el hombre y la naturaleza debe ser una expresión específica, correspondiente al objeto de tu voluntad, de tu verdadera vida individual. (Marx, 2012. p. 175).

En suma, aquí ha quedado claro que Marx no pierde el aspecto humano que es esencial al obrero; aquello que le es inherente y que se objetiva en la expropiación del plusvalor. Evidentemente esto tiene que ver con la denuncia que se hace por la disparidad en la repartición de la riqueza y que eso mismo termina reivindicando la condición del obrero. Pero queda por resolver, en el siguiente apartado, por qué un proyecto como la crítica de la economía política tiene aún qué aportar.

1.1 Lo que garantiza la vigencia de la crítica

Quedó establecido que la crítica de la economía política tiene como posible consecuencia una denuncia que pugna por defender la humanidad del obrero; una libre voluntad del sujeto que enajena su fuerza de trabajo a los fines de la producción. Lo que a continuación se probará será que aún es válida; pero, sobre todo, efectiva.

Se puede objetar que un análisis de tipo marxista es ya caduco; se puede decir, por ejemplo, que las políticas en torno al salario mínimo han obligado a los teóricos de la economía a plantear sus objeciones por diferentes derroteros. La cuestión, de hecho, sigue siendo vigente. Marx fue muy claro en el primer capítulo en el momento en el que se produce un excedente de valor y éste entra en circulación, hay una extracción del valor producido por el obrero. La cuestión es, entonces, definir por qué queda encubierto ese aspecto inherente al modo de producción capitalista; definir, por tanto, por qué hay ideología de por medio.

Hay que considerar, primero, que la fuerza laboral (el obrero) no se determina exclusivamente en los momentos y lugares de producción. Cuando el teórico marxista Louis Althusser señala que es fuera de la fábrica donde se reproduce realmente el modo de producción capitalista plantea una cuestión crucial para la discusión de la ideología. En Ideología y aparatos ideológicos del Estado él señala que, desde la exterioridad de los momentos de la producción, el sistema de producción capitalista hace que el obrero -desde sus relaciones sociales- asimile y reproduzca la condiciones que aseguran la subsistencia del modo de producción capitalista. Lo que aquí interesa de sus reflexiones es cómo la ideología asegura dicha reproducción.

Cuando define la ideología como una representación de la relación imaginaria entre los individuos y sus condiciones reales de existencia (Althusser, 2011. p. 132) supone una realidad sesgada, o al menos que no muestra sus elementos fundamentales. Es decir, aquellos que exhiben las relaciones de producción como lo que son, como voluntades supeditadas a fines ajenos.

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Es, en tanto representación, una forma de escenificar aquello que hay en el mundo como teatralidad. Aquella fantasmagoría, aquella relación imaginaria, de la que habla Althusser consagra las relaciones de producción en el momento en el que no muestra la explotación que hay de un hombre a otro.

Por lo tanto, la ideología es aquello que pueda impedir abordar los problemas como lo que realmente son: es decir, como producto de relaciones de producción que garanticen la explotación. Si volvemos y analizamos esto, la crítica se reitera en su forma contestatario, pues consiste en dar cuenta de aquello que posibilita la explotación de los hombres.

1.2 La vigencia del economista en su tarea crítica.

La exposición marxista ha generado una tarea para todo economista subsecuente, ésta se ha mencionado desde el principio del trabajo; denunciar. El ecónomo debe señalar y proponer ante las disparidades sociales y económicas que se viven en el día a día. Su tarea explícita es describir y señalar sobre su contexto como forma de dar cuenta lo que ocurre en el mismo.

La tarea crítica se define como descripción y señalamiento de aquellos momentos que generan los problemas sociales y políticos del sistema imperante. Pero ella misma tiene como tarea el proponerse nuevas formas en que estos problemas tengan posibilidad de ser separados o como es el caso de la mayoría de los economistas proponer una teoría que trate de predecir aquello que está por venir, de esta forma la sociedad estaría más preparada para poder intervenir.

Hacia esto podemos encontrar varios ejemplos desde los textos de Marx para poder consolidar esta tarea humanista de reubicar a todo hombre en una sociedad justa. Ello en el propio ejemplo histórico donde la teoría encuentra a la realidad, es el mismo Marx, que se dedicó a señalar sin importar las consecuencias que llevó a su vida a volverse nómada, siendo expulsado y teniendo que huir de diversos países por la promulgación de sus propias ideas que no se centraban únicamente a denunciar lo ocurrido en el pueblo alemán, sino que pugnaba por denunciar al sistema entero y a tratar de organizar internacionalmente una fuerza reaccionaria ante el sistema.

Ahora bien, esta labor demuestra que la educación, marxista o cualquier otra dentro del ámbito de la economía, no debe únicamente sufrir de sus arrebatos teóricos, sino que es una demuestra práctica de lucha y responsabilidad ante aquellos sucesos que pasan desapercibidos ante nosotros. Darle la importancia a señalar que el sistema es una forma de represión que mantiene dividida a la sociedad en la propia injusticia que permite la explotación de la mayoría para el beneficio de solo algunos.

La pregunta implícita es ¿de qué sirve una relectura del capital si no se hacen señalamiento sobre las nuevas formas políticas y sociales que emergen día a día en el mundo? Hace falta el señalamiento sobre que el capital ha encontrado las formas ideológicas para mantener el disenso entre ciudadanos, que ha mutado para contrarrestar las críticas y los movimientos sociales que no han encontrado su completo desarrollo en los últimos años.

-esto último quedó blando, dime qué piensas. Tu parte es el papel del economista ante los problemas sociales, resaltando cómo una educación marxista pugna por señalar las condiciones de desigualdad. Cosa de nada. Hago el abstract y te lo mando para traducir. Mandame el formato de cómo hacer las referencias. Gracias

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aclarar que el fundamento de la crítica a la economía política señala la disparidad en la repartición de la riqueza y por eso mismo pugna por la justicia social

que el papel del economista, cuya inspiración y formación sean el marxismo, permite una crítica que reivindique el carácter humano en las relaciones económicas; esto es así porque el marxismo señala la explotación como condición esencial en el sistema de producción capitalista.