Memorias Biograficas Tomo 6

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Memorias Biógraficas de San Juan Bosco – Tomo 6 ((1)) CAPITULO I 1858 - QUIEN ERA DON BOSCO: SU AMABILIDAD CORRESPONDIDA POR LOS ALUMNOS - COMO POBRE, TIENE PREDILECCION POR LOS POBRES - VIRTUD DE MIGUEL MAGONE: SU CONFIANZA EN LA SANTISIMA VIRGEN; SU CARIDAD - SU CARTA A DON BOSCO - CINCO RECUERDOS A LOS JOVENES PARA GUARDAR LA VIRTUD DE LA PUREZA - EL PAÑUELO BLANCO - PLATICA SOBRE LA VIRTUD DE LA OBEDIENCIA - TRES ESTAMPAS DE LA VIRGEN LECTURAS CATOLICAS UN venerable sacerdote, que vivió bastantes años en el Orato rio, primero como alumno y después como clérigo, que pre servó con su celo a muchos chicos de los peligros a que está expuesta su inexperta edad, nos dejó escritas, en 1889, las impresio nes que él recibió de su convivencia con don Bosco. «»Quién fue don Bosco? Don Bosco fue un sacerdote que enseñó con el ejemplo y con la palabra el amor con que cada uno debe servir fielmente al Señor según su estado. Qui... fecerit et docuerit, hic magnus vocabitur in regno coelorum (Será lla mado grande en el reino de los cielos el que hiciere y enseñare) (Mat. V. 19). Esta es la razón por la cual, con mucha verdad, puede y debe considerarse a don Bosco como un hombre insigne entre las más grandes figuras no sólo ((2)) del siglo diecinueve, sino también de la Era cristiana. Sin poseer nada, levantó un edificio tan oso que llena de estupor el presente y llenará de admiración al mundo en los siglos venideros. Fue instrumento de Dios para esta gran obra, y por esto Dios la conservará y llevará a término según sus misteriosos designios, aun cuando pueda ser imperfecto el elemento que la realice; cuanto más defectuoso pueda ser éste, tanto más pondrá El de su propia mano. Don Juan Bosco fue un hombre misterioso, enviado por Dios para probar con los hechos cuánto puede aquél que confia plenamente en El. Profundo conocedor de los hombres y de sus tiempos, de carácter firme, tenaz en sus propósitos, penetrando en los secretos del futuro con mirada aguda y certera, hombre de tacto finísimo en el trato con los hombres y las cosas, de ilimitada confianza en la divina Providencia, todo lo que concebía en su 1

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Memorias Bigraficas de San Juan Bosco Tomo 6

Memorias Bigraficas de San Juan Bosco Tomo 6((1))

CAPITULO I

1858 - QUIEN ERA DON BOSCO: SU AMABILIDAD CORRESPONDIDA POR LOS ALUMNOS - COMO POBRE, TIENE PREDILECCION POR LOS POBRES - VIRTUD DE MIGUEL MAGONE: SU CONFIANZA EN LA SANTISIMA VIRGEN; SU CARIDAD - SU CARTA A DON BOSCO - CINCO RECUERDOS A LOS JOVENES PARA GUARDAR LA VIRTUD DE LA PUREZA - EL PAUELO BLANCO - PLATICA SOBRE LA VIRTUD DE LA OBEDIENCIA - TRES ESTAMPAS DE LA VIRGEN LECTURAS CATOLICAS

UN venerable sacerdote, que vivi bastantes aos en el Orato rio, primero como alumno y despus como clrigo, que pre serv con su celo a muchos chicos de los peligros a que est expuesta su inexperta edad, nos dej escritas, en 1889, las impresio nes que l recibi de su convivencia con don Bosco.

Quin fue don Bosco? Don Bosco fue un sacerdote que ense con el ejemplo y con la palabra el amor con que cada uno debe servir fielmente al Seor segn su estado. Qui... fecerit et docuerit, hic magnus vocabitur in regno coelorum (Ser lla mado grande en el reino de los cielos el que hiciere y enseare) (Mat. V. 19). Esta es la razn por la cual, con mucha verdad, puede y debe considerarse a don Bosco como un hombre insigne entre las ms grandes figuras no slo ((2)) del siglo diecinueve, sino tambin de la Era cristiana. Sin poseer nada, levant un edificio tan oso que llena de estupor el presente y llenar de admiracin al mundo en los siglos venideros. Fue instrumento de Dios para esta gran obra, y por esto Dios la conservar y llevar a trmino segn sus misteriosos designios, aun cuando pueda ser imperfecto el elemento que la realice; cuanto ms defectuoso pueda ser ste, tanto ms pondr El de su propia mano.

Don Juan Bosco fue un hombre misterioso, enviado por Dios para probar con los hechos cunto puede aqul que confia plenamente en El. Profundo conocedor de los hombres y de sus tiempos, de carcter firme, tenaz en sus propsitos, penetrando en los secretos del futuro con mirada aguda y certera, hombre de tacto finsimo en el trato con los hombres y las cosas, de ilimitada confianza en la divina Providencia, todo lo que conceba en su mente, de amplios horizontes, lo realizaba aun cuando parecan insuperables los obstculos en que tendra que tropezar, y lo llevaba a feliz trmino, como por ensalmo, con estupor de todos, confiando en estas palabras: Deus providebit (Dios proveer).

Parece que tambin para l, como para el gran Napolen, no exista la palabra imposible, si bien ste dispona de otros medios y se guiaba por otros fines.

Los obstculos que se opusieron a don Bosco para la fundacin de su obra, slo Dios puede conocerlos.

Para este fin, por disposicin divina, estaba dotado por naturaleza de un temple recio, de cuerpo bien formado, aunque algo cargado de hombros, de talla ms bien mediana, de complexin fuerte y resistente. Su modo de andar, moderado y sencillo, era el de un hombre pensativo, pero tranquilo, a la buena, tanto que nadie poda imaginar quin era. Ms an, si me es lcita la comparacin, dira que su marcha era un poco oscilante a un lado y otro como la del amigo del labrador, el buey, del que pareci tomar la mansedumbre de carcter y la fuerza y constancia en el hacer, siempre igual hasta alcanzar la meta, sin preocuparse de los gruesos troncos que a veces se oponen bajo tierra, ni de ningn otro tropiezo a campo abierto.

Pero lo que ms llamaba la atencin en don Bosco era su mirada, dulce, es verdad, pero penetrante hasta lo ms ntimo del corazn, tanto que a duras penas se poda resistir. Por esto, se puede afirmar que con ella atraa, estremeca, aterraba segn los casos, y en las vueltas que di ((3)) por el mundo no conoc a nadie que ms me fascinase con la mirada. En general, sus retratos y cuadros no reproducen este rasgo singular y dan de l la impresin de un hombre bueno.

En medio del trastorno de tantas vicisitudes y adversidades humanas, don Bosco era siempre dueo de s mismo; mantena su carcter moderadamente alegre y jocoso, y rarsima vez (acaso nunca) le vi pasar los lmites de la susceptibilidad, a pesar de su gran sensibilidad de espritu y de corazn. Todas estas atrayentes prerrogativas juntas, hacan de don Bosco una persona simptica y admirable hasta la veneracin para todos los que tuvieron la suerte de tratarlo de cerca y que por afecto se convertan, ms que en servidores, en esclavos suyos.

Su talante alegre y jovial en medio de sus queridos hijos le abra caminos y le prestaba aliento en sus graves y espinosas empresas; por eso veasele a veces como sacudirse de un gran peso y desahogbase de improviso con estas palabras: Ea!... Salga como quiera, con tal que salga bien!

Otras veces, con el disgusto que le causaban las habladuras y persecuciones contra su persona y sus obras, llamaba por su nombre al chico, que en aquel momento le estaba ms cerca, y le deca as: Vamos, fulano! Laetare et bene facere e lasciar cantar le passere (Estte alegre, haz el bien y deja cantar a los gorriones) -Vosotros sois mis queridos pilluelos: se est m uy b ien en las casas de los seores, donde nada falta; pero all no estis vosotros!

Don Bosco tena una gran satisfaccin cuando se vea rodeado de sus hijos, que le queran con amor sincero, pues, sin darse ellos cuenta, le arrancaban las punzantes espinas de la vida y tenan el mrito de aliviar y consevar una tan preciosa existencia que, tal vez, sin su eficaz contribucin hubiera sucumbido precozmente bajo el peso de tantos sufrimientos.

Sin embargo, l era muy cauto en no dejar traslucir a sus queridos amigos ni lo ms mnimo de sus angustias y congojas por las innumerables contrariedades que encontraba en su escabrosa misin.

Para su alivio haba compuesto una alegre cancioncilla cuyo recuerdo se guarda todava en el Oratorio como preciosa reliquia, as como tambin se recuerda el coro: Vamos, compaeros.! Me parece estar viendo a don Bosco entre nosotros y orle todava:

-Est Chiapale?

-S, seor, est.

((4)) -Bueno... Cantamos nuestra cancin?... Empieza.

Y l mismo nos acompaaba con su voz dulce y suave, y segua hasta el fin de la cancin como quien llega a gozar la belleza de un consolador oasis en el abrasado desierto.

Servite Domino in laetitia (Servid al Seor con alegra), era uno de sus cantares preferidos y esta santa alegra constitua la base de su edificio social para la segura educacin de la juventud. Enemigo de la tristeza y de los rincones escondidos quera que los muchachos se ejercitaran, durante el tiempo de recreo especialmente, en la gimnasia y en la msica, en las que l mismo tomaba parte y muy gustoso, hasta para desengaar a los que por un mal entendido espritu o por escrpulo se apartaban de ellas.

-Deseo, deca l, ver a mis muchachos corriendo y saltando alegremente en el recreo, porque as estoy seguro de que las cosas marchan bien.

por eso confiaba a los ms expertos en aquellos ejercicios a los apocados y esquivos, para que los animaran poco a poco a tomar parte alegremente en las diversiones con los dems.

Al mismo tiempo, como era muy amigo del canto y de la msica, haba organizado clases para ello despus de cenar. El mismo haba adaptado la msica de canciones populares a diversas coplas religiosas, y haba compuesto un sencillo Tantum ergo para cantar en las fiestas solemnes en los primeros tiempos del Oratorio. Tambin yo tuve el gusto de cantarlo con mis siempre queridos compaeros de aquel tiempo (1858). Creo que todava se guarda en el archivo musical del Oratorio.

As, pues, se mantena viva una santa y continua reciprocidad de afectos entre los alumnos del Oratorio y don Bosco, no slo por el buen ejemplo de sus muchas y grandes virtudes y por gratitud, sino tambin porque los muchachos le tenan por su Superior y padre, que segua voluntariamente pobre, exactamente como uno de ellos. Pobre a imitacin de Jess, don Bosco, lo mismo que El, tena predileccin por los pobres y escoga sus discpulos entre los hijos del pueblo. Es digno de notar el motivo por el cual no aceptaba a un nio que le recomendaba el barn Feliciano Ricci.

((5)) Benemrito y queridsimo seor Barn:

Me ha causado gran sentimiento la llegada de Rosso y haber tenido que enviarlo otra vez a su pueblo.

No es posible encontrarle un puesto, por ahora.

Por otra parte, su madre se present tan elegantemente vestida como para invitarme a pedirle limosna. Yo no puedo aceptar, entre muchachos totalmente abandonados, otros, cuyos padres piden caridad con traje de gala. El segundo motivo es una sencilla reflexin: la razn por la que no lo he aceptado es la imposibilidad.

Confo que, por su bondad, querr perdonarme que no haya podido cumplir enseguida su caritativo deseo. Dgnese rogar a Dios por m, mientras, invocando la gracia del Seor sobre usted y toda su familia, me profeso con verdadera gratitud.

De V.S. Benemrita

Turn, 4 de mayo de 1858

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro.

Don Bosco prefera a los ms necesitados y humildes, entre los cuales posea verdaderos tesoros de virtud. Baste un solo ejemplo.

Miguel Magone que, durante las primeras semanas de su estancia en el Oratorio, pareca un potro salvaje, se volvi tan paciente con la frecuencia de los sacramentos que, cuando iba a confesarse con don Bosco, se preparaba estando recogido e inmvil, de rodillas sobre el desnudo pavimento, a veces hasta cuatro y cinco horas, dejando que otros pasasen antes que l. Despus de la confesin, comunin y funciones sagradas, se quedaba ante el altar del Santsimo Sacramento o el de la Santsima Virgen, alargando sus oraciones. A veces los compaeros, que salan en bandadas de la iglesia, lo empujaban, tropezaban con sus pies, e incluso lo pisaban, pero l pareca insensible y ((6)) segua rezando tranquilamente sus oraciones. Pero, en el recreo, corran sus pies por todos los rincones del amplio patio, y no haba juego en el que no se llevara la palma; sin embargo, al primer toque de campana acuda al lugar de la llamada. En aquel primer ao fue tan grande su aplicacin que pas los primeros cursos de latn, aprob los exmenes y fue admitido para el tercero. La razn de su progreso era su ardiente devocin a la Virgen. Habindole preguntado cmo lograba vencer ciertas dificultades de las tareas escolares, respondi:

-Recurro a mi divina Maestra que me lo dice todo, y pone en mi mente muchas cosas que, por mis propias fuerzas, no las hubiera sabido.

Haba escrito en una estampa de la Virgen, que guardaba dentro de un libro y sacaba al ponerse a estudiar:

-Virgo parens, studiis semper adesto meis (Virgen madre, assteme siempre en mis estudios).

Y en todos sus cuadernos, apuntes, libros, e incluso sobre el pupitre escriba a pluma o a lpiz: Sedes sapientiae, ora pro me (Asiento de la Sabidura, ruega por m).

Para su gloria y la de su divino Hijo haba aprendido msica y, con su voz argentina y agradable, cantaba en las funciones solemnes de iglesia. Mientras don Bosco estuvo en Roma, hizo los ejercicios espirituales, predicados por Pascua a los externos del Oratorio, y termin con una confesin general; luego escribi a don Bosco una cartita, dicindole que la Virgen le haba hecho or su voz, que lo invitaba a hacerse bueno y que Ella misma quera ensearle la manera de temer a Dios, amarle y servirle.

Cuando don Bosco volvi a Turn, pidile permiso para hacer voto de no perder jams un momento de tiempo; pero no se lo permiti y quiso que se conformase con una simple promesa. La gracia de Dios inspiraba a aquel jovencito un vivo deseo de perfeccin.

((7)) Durante el mes de mayo de aquel ao 1858 se propuso hacer cuanto pudiera para honrar a Mara. Mortific del todo sus ojos, su lengua y los dems sentidos. Quiso privarse de algo de recreo, ayunar, pasar parte de la noche en oracin, pero no le fue permitido por no ser compatible con su edad.

A fines del mes se present a don Bosco y le dijo:

-Si usted est de acuerdo, quiero hacer algo muy bonito en honor de la Santsima Virgen. Yo s que san Luis Gonzaga agrad mucho a Mara porque le consagr desde nio la virtud de la pureza. Yo tambin quisiera ofrecerle este don, y por esto deseo hacer el voto de hacerme sacerdote y guardar perpetua castidad.

Don Bosco le contest que no tena todava edad para hacer un voto de tanta importancia.

-Sin embargo, interrumpi l, siento en m una firme voluntad de entregarme plenamente a Mara; y, si me consagro a Ella, ciertamente Ella me ayudar a cumplir mi promesa.

-Vas a hacer as, aadi don Bosco; en vez de un voto, limtate a hacer la ple promesa de abrazar el estado sacerdotal, siempre y cuando, al acabar los cursos de latn, se vean claras seales de que eres llamado al mismo. En lugar del voto de castidad promete nicamente a Dios que, en adelante, pondrs el mayor cuidado en no hacer nunca cosa alguna, ni decir palabra, ni un chiste siquiera, que sea en lo ms mnimo contrario a esta virtud. Pide cada da a Mara, con alguna oracin particular, que te ayude a mantener esta promesa.

Qued conforme con lo que se le propona, y unos das despus le dio don Bosco un papelito dicindole:

-Lelo y practcalo.

Magone lo abri y ley:

((8)) Cinco recuerdos que san Felipe Neri daba a los muchachos para guardar la virtud de la pureza. Apartarse de las malas compaas. No alimentar el cuerpo con manjares delicados. Evitar el ocio. Frecuente oracin. Frecuencia de los Sacramentos, especialmente de la confesin.

Lo que all le deca en pocas palabras, se lo expuso otras veces ms ampliamente. En efecto, le dijo:

1. Ponte con filial confianza bajo la proteccin de Mara; confa en Ella; espera en Ella. Jams se ha odo decir que alguno de los que han acudido con confianza a Mara no haya sido escuchado. Ella ser tu defensora en los asaltos que el demonio lanzar contra tu alma.

2. Cuando adviertas que eres tentado, ponte enseguida a hacer algo. La ociosidad y la modestia no pueden vivir juntas. Por eso, evitando el ocio, vencers tambin las tentaciones contra esta virtud.

3. Besa a menudo la medalla o el crucifijo, santguate con viva fe, diciendo: Jess, Jos y Mara, ayudadme a salvar el alma ma. Estos son los tres nombres ms terribles y formidables para el demonio.

4. Y, si el peligro persiste, acude a Mara con la oracin que nos propone la Santa Iglesia, a saber: Santa Mara, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores.

5. Adems de no alimentar con manjares delicados el cuerpo, adems de la guarda de los sentidos, especialmente de los ojos, gurdate tambin de toda clase de malas lecturas. Ms an, si algunas cosas indiferentes fueran para ti ocasin de peligro, djalas enseguida; lee con gusto libros buenos y con preferencia los que hablan de las glorias de Mara y del Santsimo Sacramento.

6. Aprtate de los malos compaeros, elige por el contrario compaeros buenos, es decir, aqullos que, por su buena conducta, merecen las alabanzas de tus superiores. Habla con ellos, ((9)) toma parte en sus juegos, pero procura imitarlos en su manera de hablar, en el cumplimiento de los deberes y sobre todo en las prticas de piedad.

7 . Confisate y comulga con la frecuencia que te lo consienta el confesor; y, si lo permiten tus ocupaciones, visita a menudo a Jess Sacramentado.

Don Bosco daba continuamente estos consejos en pblico y en privado, de viva voz y por escrito, y aada:

-Tal vez diga alguno que estas prcticas piadosas son demasiado vulgares. Pero yo advierto que as como el brillo de la virtud de que hablamos puede empaarse y perderse al ms ligero soplo de tentacin, as tambin debe estimarse en mucho cualquier cosa por pequea que sea, que contribuya a conservarla. Por eso yo aconsejara una cuidadosa vigilancia para proponer cosas fciles, que no asusten, ni cansen a los fieles cristianos, sobre todo si son jvenes. Los ayunos, las oraciones prolongadas y otras rgidas austeridades suelen dejarse o se hacen de mala gana y con negligencia. Atengmonos a lo fcil, pero hagmoslo con perseverancia.

Esta fue la senda que llev a nuestro Miguel hasta un maravilloso grado de perfeccin. Y hacase patente en su gran caridad con el prjimo. Estaba siempre dispuesto a escribir las cartas de los que lo necesitaban, a prestar a sus compaeros cualquier servicio: barrer, hacer las camas, limpiar los trajes, explicar las dificultades de las lecciones; a consolar a los afligidos con buenas maneras, contndoles historietas, hacindoles de mediador con los superiores; a dar clase de catecismo a los externos y ensearles a cantar; a servir a los enfermos y asistirlos de noche; a perdonar ((10)) de buen grado cualquier ofensa. Con estos buenos modos habase ganado las simpatas de todos y se vala de esta influencia para el bien de las almas con avisos, invitaciones, ruegos, y promesas, regalos, cartitas, bromas y prudentes reproches. Slo Dios sabe el mal que impeda y el bien que haca! No nos entretenemos en referir hechos particulares, pero no podemos omitir un documento indito que merece se conserve.

Cierto condiscpulo de Magone, Mateo Galleano, escribi a don Bosco una carta, de la que entresacamos dos hermosos hechos:

El primero es que, en cierta ocasin, tena Magone en la mano una velita como de cuatro dedos de larga y me invit a ir con l a la iglesia para rezar por los pecadores. Movido por sus amables palabras, acept. Una vez en la iglesia, fuimos al altar de la Virgen, y despus de encender la vela, rezamos la tercera parte del rosario. Estaba yo cansado de rezar y me iba a marchar, cuando l, con mucho garbo, me exhort a seguir y rezamos hasta que se consumi toda la vela.

El segundo hecho es el siguiente. Un sbado por la noche, despus de cenar, estaban en el locutorio muchos alumnos de la seccin de aprendices; toc la campanilla para las confesiones, pero ellos no queran ir y seguan jugando a la morra. Magone, salud amablemente a unos y otros; los anim a ir a reconciliarse con el Seor, pero en vano. Entonces se puso a jugar con ellos como un cuarto de hora y despus les dijo:

-Venid conmigo al mirador del segundo piso.

Todos se fueron con l, creyendo que quera seguir jugando en aquel lugar. Pero l que los llevaba all intencionadamente, al llegar a la puerta del cuarto de don Bosco, tanto insisti que los meti a confesarse.

La encantadora bondad de Magone y de otros de sus compaeros floreca y daba opimos frutos gracias a la obediencia que prestaban, no slo a los mandatos, sino hasta a los consejos de don Bosco. Una tarde haca ya largo rato que se encontraba con sus muchachos a la hora de recreo y se senta cansado. Despus de haberles hecho caminar un poco, sac fuera del prtico a todos los que estaban formando corro en su derredor. Los hizo sentarse en el suelo, y l con ellos. Aunque los muchachos se encontraban incmodos, ninguno se atreva a moverse, por su inters de or a don Bosco y no perder ni un instante del tiempo que l haba destinado a estar con ellos. El siervo de Dios, despus de hablar del gran bien que quedaba por hacer a las almas en el mundo, de la necesidad de hacerlo proto, y de cmo deseaba el Seor que los chicos del Oratorio lo ayudaran, aadi:

-Cunto bien se podra hacer, si yo tuviera diez o doce buenos sacerdotes para enviarlos en medio del mundo!

-Yo, yo! -respondieron todos a coro.

La entusiasta respuesta hizo sonrer a don Bosco, que sigui diciendo:

-Pero, si queris venir conmigo, es preciso que os pongis a mis rdenes, y me dejis hacer con vosotros lo que estoy haciendo con el pauelo, que tengo en las manos.

Y, al decir esto, como sola hacer, y ya lo hemos contado otras veces, sac del bolsillo un pauelo blanco y lo fue doblando de uno y otro modo; lo pas a la mano izquierda y lo frot hasta hacer con l un ovillo; hizo despus un nudo y lo deshizo echndolo al aire para volver a plegarlo de otra forma. Los chicos contemplaban atnitos aquella extraa mmica de don Bosco y muchos no lo comprendan. Entonces l, tomando de nuevo la palabra, dijo:

-Todo ser posible, si dejis hacer con vosotros lo que me habis visto hacer con el pauelo: Si me obedecis, si hacis mi voluntad, la voluntad de Dios, veris que El har milagros por medio de los muchachos del Oratorio.

Y muchos de ellos se pusieron resueltamente a sus rdenes para cooperar en la gran misin.

Por lo dems, don Bosco inculcaba continuamente a sus alumnos la virtud de la obediencia y la predic un domingo por la tarde, al tener que suplir al telogo Borel. Sus palabras, recogidas a vuela pluma por el clrigo Juan Bonetti, fueron las siguientes:

Todos los que quieren ejercer un oficio deben pasar por un aprendizaje para aprenderlo bien. Hay un antiguo refrn que dice: nadie nace maestro. Por esto, si uno quiere ser albail, es preciso que durante dos o tres aos se resigne a llevar el cubo, los ladrillos, las piedras y hacer otros pesados servicios como stos, para aprender despus a manejar la paleta y levantar casas, sin miedo a que luego caigan sobre la cabeza de los que habrn de habitarlas. As mismo, cuntos trabajos debe realizar un muchacho para llegar a ser un buen carpintero! Si uno que quiere aprender este oficio se pusiera inmediatamente a hacer un armario, un escritorio o cualquier otro mueble, perdera el tiempo y el trabajo, echara a perder madera y herramientas, y, en vez de aprender de carpintero, aprendera el oficio de destructor. Pues bien, lo que decimos de quienes desean aprender un oficio, digmoslo tambin de nosotros. S, tambin nosotros hemos de aprender nuestro oficio, a saber, el de cristianos. Jams podremos salir airosos en esta profesin, si no la aprendemos de antemano. Y como para aprender esta nuestra profesin cada uno de nosotros tiene que obedecer a Dios, al Papa y a los sagrados ministros de la Iglesia y cada uno segn su estado, por eso quiero hablar de la virtud de la obediencia.

Qu quiere dedir obediencia? La palabra obediencia viene del latn ab audientia, algo escuchado, odo de la boca de otro, y por eso cuando omos la orden de un superior y la cumplimos, ejercitamos la obediencia. Y qu es la virtud de la obediencia? Santo Toms de Aquino, el mayor de los telogos, hombre sapientsimo, que escribi muchas cosas y muy hermosas, dice que la obediencia es una virtud que dispone al hombre para cumplir todo mandato y la voluntad del Superior: Obedientia est virus hominem efficiens promptum ad exequendum praeceptum aut voluntatem superioris.

Pero esta virtud se nos infunde con el santo Bautismo? Esta no es una virtud teologal que tenga slo a Dios por objeto, sino que es una virtud moral que nosotros, ayudados por la gracia de Dios, podemos adquirir con el ejercicio de nuestras fuerzas, es decir, con la repeticin de actos de

obediencia.

Cuntas clases de obediencia hay? Hay cinco clases. La obediencia divina, la eclesistica, la poltica, la domstica y la religiosa. La obediencia divina mira a obedecer a Dios. Dado que Dios es creador de cielo y tierra, rey de reyes, seor de todos los hombres y de todas las cosas, es muy justo que sea obedecido por nosotros antes que todos los dems. Dios nos manda que le honremos a El slo como Dios, y nosotros debemos obedecerle. Dios nos manda no nombrarle en vano, no injuriarle, y nosotros debemos obedecerle. Y as siguiendo, debemos obedecerle observando los diez mandamientos, que es lo que Dios nos manda.

Pero no slo debemos obedecer a Dios, sino que debemos tambin observar la obediencia eclesistica, es decir, debemos obedecer tambin a la Santa Madre Iglesia, porque Dios dijo a Pedro: T eres Pedro y sobre esta piedra edificar mi Iglesia. El mismo Jesucristo, que dio a Pedro la facultad de atar y desatar, le dio tambin poder de hacer leyes que pudieran contribuir a mayor gloria de Dios y a la salvacin de las almas. Por esto es nuestro deber que, despus de Dios, obedezcamos al Papa, que es el verdadero sucesor de San Pedro; debemos obedecer a la Iglesia y por consiguiente guardar sus mandamientos; or la santa misa todos los das festivos, no comer carne el viernes y el sabado, confesarse al menos una vez al ao y comulgar por Pascua de Resurreccin, y no quebrantar los preceptos.

Con la obediencia poltica obedecemos al Jefe de Estado, pero slo en lo temporal, nunca en lo que atae a la religin. Por ejemplo, debemos obedecer al Soberano pagando los consumos o extendiendo un documento con valor legal en papel timbrado, y lo mismo en todo lo que se

refiere a las leyes del Estado. Pero, si el poder temporal nos quisiera mandar en cosas de religin, y stas no fueran aprobadas por la Iglesia, jams debemos obedecer. En tal caso debemos dar al Csar lo que es del Csar y a Dios lo que es de Dios; y nunca, por obedecer al Gobierno, desobedecer a Dios, haciendo algo contra su ley o contra la Iglesia, que es la esposa de Jess y hace en la tierra las veces de Dios.

Existe, adems, la obediencia domstica: se refiere sta al padre y a la madre, a los amos, a los superiores, etc. As, pues, un hijo debe obedecer a sus padres, que son los primeros despus de Dios; un criado, un dependiente debe obedecer a su jefe, que hace las veces del padre y de la madre; y as cada uno debe obedecer a sus superiores, que tienen el deber de vigilar sobre l. Pero en todo lo que atae a la obligacin de obedecer, debemos someternos solamente a lo que no sea contrario a la

Ley de Dios o de la Iglesia. Si alguna vez un padre o una madre o un jefe os mandare algo malo, entonces no estis obligados a obedecer, al contrario, pecis tambin vosotros si los obedecis. Ay de aquel padre, de aquella madre que, inducidos por el demonio, movieran a sus hijos a hacer el mal! Ay tambin de aquel hijo, que sabiendo que le mandan algo malo, sin embargo, obedece!

En cuanto a la obediencia religiosa, no hace al caso hablar de ella, pues no sois trapenses ni franciscanos.

Al tratar de la obediencia, hay que considerar el objeto y el sujeto. No os asustis por estas palabras campanudas: objeto y sujeto. Si no las entendis, os las explicar. Se llama objeto de la obediencia, la materia de la misma, es decir, lo que se os manda hacer. Y siempre que nos mandan algo malo, aun cuando lo mandara un ngel venido del cielo, no debemos obedecer. Hace algunos das dijo un jefe a uno de sus dependientes:

-No sabes cmo hacerte con dinero? Si quieres, te lo ensear. Yo te debo entregar ocho ((15)) perras al da, no es verdad? Pues bien, te dar slo seis, las otras dos te las dar para ti. Cuando don Bosco te las pida t le dirs: el amo me ha dado slo seis.

-Ahora bien, decidme; podra en este caso obedecer aquel muchacho? No, porque es algo ilcito. Efectivamente, aquel buen chico no obedeci, con lo que dio una buena leccin y un buen ejemplo a aquel jefe desaprensivo.

Por sujeto de la obediencia se entiende el que manda. En este caso el que manda tiene que ser superior al que obedece, y todas las veces que el que manda es un superior, estamos obligados a obedecer.

Pero, me preguntaris: es una gran virtud la obediencia? S! La virtud de la obediencia abraza y comprende a todas las dems virtudes, como dice san Gregorio Magno: Est virtus quae omnes virtutes inserit, insertasque custodit. Las guarda de modo que ya no se pierdan. La virtud de la obediencia es el acto ms agradable que podemos hacer a Dios. De todos los dones que nos hizo Dios, el ms grande es la libertad, a saber el habernos creado libres. Pues bien, cuando obedecemos hacemos el sacrificio de esta libre voluntad. sujetndola al querer de otro; pero la voluntad es la cosa ms preciosa que tiene el hombre; por lo tanto ste es el sacrificio ms agradable que podemos ofrecer a Dios. Mas para que esta obediencia sea grata a Dios, debe ser voluntaria. No puede agradar a Dios la obediencia de quien obedece de mala gana, por miedo a ser castigado por los superiores, pues a Dios no gusta lo que se hace a la fuerza. El es Dios de amor y quiere que todo se haga por amor. Por tanto, cuando se nos manda algo, tranquilicemos enseguida nuestro corazn y obedezcamos con prontitud, porque Dios estar con nosotros. Iba el rey Sal a entrar en batalla contra los filisteos y djole el profeta Samuel:

-Ve al campo y espera all hasta que yo llegue para ofrecer un sacrificio y gurdate de empezar antes la batalla.

Fue Sal, aguard, pero Samuel tardaba en llegar, avanzaban ya los enemigos y sus soldados retrocedan por no poder entrar en combate mientras no estuviese ofrecido el sacrificio. Entonces, al ver Sal que su ejrcito empezaba a desbandarse y que Samuel no llegaba todava, mand preparar la vctima, y usurpando el oficio de sacerdote, ((16)) sacrific l mismo la vctima. Mas, apenas terminado el sacrificio, lleg Samuel, y al ver ste que Sal, contraviniendo su mandato, haba sacrificado, le dijo indignado:

-Qu has hecho, Sal?

-Lo hice porque vea que t no llegabas, respondi Sal. El enemigo avanzaba ms y ms contra nosotros y los nuestros se daban a la fuga; slo por esta razn ofrec el sacrificio.

-Inique egisti, inique egisti: has obrado inicuamente.

-Pero ya bamos a ser derrotados y aniquilados sin remedio. No haba tiempo que perder.

-Has obrado inicuamente. Te haba mandado esperarme y no lo has hecho, obraste inicuamente.

Por lo tanto, cuando por cualquier motivo se nos manda alguna cosa, obedezcamos. Para probaros cmo premia Dios al obediente an en este mundo, voy a contaros un bonito ejemplo que nos relata san Gregorio Magno. Se lee en la vida de san Benito que este santo mand un da a uno de sus queridos discpulos, a los que enseaba el camino del paraso, y que se llamaba Plcido, a sacar agua con un pozal en un riachuelo cercano. Fue el joven, pero el pobrecito, ya fuera porque puso el pie en falso, ya fuera porque el pozal lo venciera con el peso, cay al agua y, junto con el pozal, era arrastrado por la corriente. Al ver esto san Benito desde una ventana, llam al momento a otro discpulo, Mauro, y le dijo:

-Ve a sacar a Plcido del agua, pues acaba de caer al ro y la corriente lo arrastra.

Mauro, acostumbrado a obedecer, sin mirar al peligro, corri al punto y, al llegar a la orilla del ro, se ech a andar sobre las aguas como si fueran tierra firme, se acerc a Plcido que estaba luchando contra la corriente, lo agarr por los cabellos, lo sac afuera y volvi a la orilla sin mojarse siquiera los pies. Aade el mismo san Gregorio Magno que Mauro no se dio cuenta de que haba caminado sobre las aguas, no advirti el peligro de ahogarse, al que se haba expuesto. He aqu como Dios premi la obediencia pronta.

Acabado el mes de mayo, don Bosco, no sabemos por qu motivo, colg en la pared de su habitacin un cartn, en cuya parte superior estaba litografiado el ((17)) polvorn, pocos momentos despus de la explosin del ao 1852, visto desde la plaza de Manuel Filiberto, con las tropas que acudan con el rey. En la parte inferior se vea el retrato de Pablo Sacchi, y a sus lados haba pegado don Bosco dos estampas de la Virgen, que tena en sus brazos al Nio Jess. En una de ellas estaba impreso:

Recuerdo del mes mariano en la iglesia de la Santsima Trinidad en Turn en el ao 1858. Debajo estaba escrito: -Madre del Amor hermoso, yo le amo, t lo sabes-;te lo suplico, haz que le ame cada vez ms.

En la segunda estampa se lea arriba: Recuerdo del mes de Mara celebrado en la iglesia de las Adoratrices, 1858. Y debajo: Virgen Mara, Madre de Jess, hacednos santos.

Colgaba del cartn una tercera estampa de Mara Inmaculada con las manos juntas y llevaba esta inscripcin: Oh Virgen Inmaculada, T que sola alcanzaste la victoria sobre todas las herejas, acude ahora en nuestra ayuda; nosotros acudimos a ti de corazn. Auxilium christianorum, ora pro nobis. Y haba aadido don Bosco a lpiz: Terribilis ut castrorum acies ordinata. (Terrible como un ejrcito ordenado para la batalla).

Tal vez estaba destinado este cartn a sustituir al que Francisco Giacomelli haba sustrado ocultamente para guardarlo como recuerdo de don Bosco. Pero el segundo, por igual motivo, corri la misma suerte del primero, y tambin por manos del mismo Giacomelli, que lo restituy al Oratorio algunos aos despus de la muerte de don Bosco. Don Francisco Giacomelli conoca muy bien el amor que su santo amigo tena a la Virgen.

Al mismo tiempo segua don Bosco trabajando con las Lecturas Catlicas. Para el mes de junio, estaba impreso un bonito cuento: Jos e Isidoro, o el peligro de los malos compaeros, opsculo del padre Marcelo. Engaado y traicionado por Isidoro, el jovencito Jos huye de casa de sus padres, pero raptados los dos por un pirata, corren primero los riesgos del mar y ((18)) de los combates, y despus se ven obligados a trabajar en una cueva con unos falsificadores de moneda. Jos, vuelve a Dios, soporta con resignacin los sufrimientos de aquella terrible esclavitud y, a travs de una intrincada serie de peripecias extraordinarias, logra volver a su pueblo natal. Isidoro, obstinado en su mala vida y alejado de la religin, acaba sus das con una muerte desgraciada.

Mientras se proceda al envo de esta entrega de las Lecturas Catlicas, don Bosco, el 2 de junio, escriba a don Carlos Vaschetti, teniente cura en Beinasco: -No deje usted de pedir a Dios que se digne bendecirnos en lo espiritual y en lo temporal y haremos grandes cosas. Consgame un milln de suscriptores de las Lecturas Catlicas.

La difusin de estas Lecturas era siempre una de sus grandes preocupaciones. ((19))

CAPITULO II

CUENTA A LOS MUCHACHOS COSAS DE PIO IX -FIESTA DE SAN JUAN BAUTISTA Y MERIENDA DADA EN LOS TRES ORATORIOS FESTIVOS, GRACIAS A LA GENEROSIDAD DEL PAPA -LA FIESTA DE SAN LUIS Y EL ARTICULO DEL CONDE DE CAMBURZANO EN ARMONIA -SECRETOS DE UNA CONCIENCIA REVELADOS -LECTURAS CATOLICAS: VADEMECUM CRISTIANO -DON BOSCO MEDITA SOBRE LA CONVENIENCIA DE VOLVER A ROMA: CARTA DEL CONDE DE-MAISTRE.

DURANTE su estancia en Roma, don Bosco fue tomando nota de todo cuanto se refera al Sumo Pontfice, especialmente de aquello donde se manifestaba su carcter alegre, bondadoso y caritativo. De cuando en cuando iba contando algo de ello a sus muchachos, que lo escuchaban con mucho agrado. Don Miguel Ra nos conserv dos ancdotas.

Contaba una tarde don Bosco:

Sucedile al Santo Padre un gracioso episodio mientras estaba yo en Roma. Un patricio romano, el conde de Spalla, fue a visitar al Papa y, despus de hablar sobre algunos importantes asuntos, djole al despedirse:

-Quisiera, Santidad algn recuerdo.

El Santo Padre le respondi solcito:

-Pedid lo que queris y procurar complaceros.

-Algo extraordinario.

((20)) -Pedid.

-Quisiera vuestra tabaquera.

-Pero... est llena de tabaco de la peor calidad.

-No importa, me har mucha ilusin.

-Tomadla, os la regalo de corazn.

Sali el conde de Spalla ms contento con la tabaquera que con un gran tesoro. Era sencilla, de asta de bfalo, unida con dos anillos de latn por cuyo valor yo no dara cuatro perras chicas, pero preciossima por ser de quien era. El conde la enseaba a sus amigos como algo digno de toda veneracin. El tabaco era realmente de ltima calidad.

Otro caso curioso acaecile al augusto Pontfice.

Viajaba el ao pasado por sus Estados y pasaba por los alrededores de Viterbo. Una pobre chiquilla haba recogido un haz de lea; al ver all parada la carroza pontificia, pens que sus dueos querran comprar su haz. Corri hacia ellos:

-Seor, dijo al Santo Padre, comprdmelo, la lea est muy seca. El Santo Padre respondi:

-No la necesitamos.

-Comprdmelo, os lo doy por tres bayocos.

-Toma tres bayocos y qudate con tu haz.

El Santo Padre le dio tres escudos y subi a la carroza. La buena chiquilla quera a toda costa que el Santo Padre metiese el haz en el coche y le deca:

-Tomadlo, quedaris satisfechos, en vuestro coche hay sitio suficiente.

Mientras el Santo Padre y los de su squito rean ante la insistencia de la chiquilla, su madre que trabajaba en un campo cercano, se acerc gritando:

-Santo Padre, Santo Padre, perdonad a esta chiquita que es mi hija. No os conoce. Tened piedad de nosotros que vivimos en gran miseria.

El Santo Padre aadi seis escudos ms y despus sigui su viaje. Al saberse en la ciudad lo sucedido, iban todos a porfa para ensalzar a la Divina Providencia, que les haba concedido un Soberano tan piadoso y caritativo.

Entretanto haba determinado don Bosco que el 24 de junio se celebrase una fiesta en honor de Po IX en los Oratorios de san Francisco de Sales, san Luis y el Santo Angel. ((21)) Como aquel da era fiesta de precepto en la archidicesis de Turn, quiso que los muchachos que acudan a los tres Oratorios gozaran de los favores que les haba concedido el Santo Padre.

Ya hemos dicho que el Vicario de Cristo haba otorgado benignamente dos gracias en la visita que don Bosco le haba hecho en Roma. Con la bendicin apostlica para los muchachos les haba concedido una indulgencia plenaria para el da en que confesaran y comulgaran: esto para el alma. Haba aadido despus una bonita suma de dinero para que se les diera a todos una merienda. El dinero haba aumentado notablemente, gracias a la generosidad de algunos seores de Turn, que quisieron adquirir algunos de los escudos regalados por el Papa, desembolsando una cantidad proporcionada a su vivo deseo de conservar un recuerdo del afecto de Po IX a los muchachos piamonteses. Don Bosco poda disponer de quinientas liras.

El domingo anterior a la fiesta fueron avisados los muchachos por sus respectivos directores. Don Bosco los anim contndoles que Po IX haba hablado de ellos con gran bondad y que les haba proporcionado aquellos regalos para alentarlos a perseverar en el camino de los mandamientos de Dios. El da de la fiesta de san Juan Bautista acudieron numerossimos muchachos a sus respectivos Oratorios para recibir los Santos Sacramentos, y enriquecer as su alma con los favores espirituales, y para saborear al mismo tiempo la merienda que les haba proporcionado el carioso Pontfice. La fiesta no poda resultar ms hermosa ni ms alegre.

Pero en el Oratorio de Valdocco la solemnidad tuvo un matiz muy especial. Don Bosco haba mandado grabar una litografa de Jess Crucificado y encarg la reproduccin de quinientas cincuenta ((22)) estampas al litgrafo Cattaneo, para regalrselas a sus bienhechores. El patio apareci adornado con los acostumbrados gallardetes y ramajes. El veintitrs por la tarde los alumnos celebraron el da onomstico de don Bosco con una velada literario-musical. Se declamaron poesas y discursitos escritos por los mismos jvenes. El clrigo Juan Cagliero haba compuesto por vez primera un himno, y la banda de msica lo interpret bajo la direccin del maestro Massa. Don Bosco dio las gracias, habl del Papa, y al da siguiente quiso que su nombre quedara eclipsado ante el de Po IX.

Casi mil muchachos, entre internos y externos, formaron filas ante la iglesia despus de las sagradas funciones litrgicas. Los cantores, que ya estaban preparados, ejecutaron primero una cantata compuesta por el clrigo Juan Francesia, alternada con pasajes recitados para expresar el gozo que todos sentan por las muestras de amor, las bendiciones y los dones dispensados a la juventud por el Romano Pontfice. La primera estrofa deca:

Al labio y al rostro, de gozo encendidos,

lleguen los latidos de mi corazn;

que el da ms bello, solemne y festivo

al balcn de oriente hoy se asom.

Despus, dos muchachos, en un dilogo en verso, contaron el motivo de aquella fiesta tan bonita. Y terminaron as:

Que viva el Papa!

Viva Po nono!

A quin dar las gracias

sino a Vos?

En las entraas

del corazn

queda grabado

vuestro favor.

((23)) Y el coro responda:

Llenos de jbilo,

llenos de fe

todos besamos

tu augusto pie.

Maana y tarde

con gran fervor

juntos oramos

a Dios, por Vos.

Y entonces la voz vibrante de un soprano, acompaada por los coros, elevaba a Dios una plegaria, pidiendo que todos los hombres venerasen a su Vicario y le obedecieran; que se formase en la tierra un solo rebao bajo un solo pastor y que todos los muchachos del Oratorio pudieran un da hacer corona a Po IX en el cielo.

Terminados los cantos, todos los muchachos, a una seal de don Bosco, ocuparon su puesto para la abundante merienda. Cada uno manifestaba su gratitud al Papa como mejor saba. Sucedanse sin cesar alegres brindis, gritos, vtores y aplausos.

Terminada la merienda, cantaron los coros un himno a Po IX:

De la vida en los vaivenes,

en los trances del dolor

el recuerdo de los bienes

que hoy llenan el corazn,

volver con dulce imagen

a llenar el pensamiento.

Volver a llenar nuestra alma

de pobres y abandonados

que recogi en su casa

aquel hombre, que apoyado

((24)) por el Papa Po nono

nos puso en el buen sendero.

Juntos con su bendicin

alcemos la vista al cielo

que es nuestro, lo dijo Dios:

Es para el pobre el consuelo,

es la patria de quien vive

en fraterna caridad.

Estuvo presente un redactor del peridico Armona, y public una relacin del acto, que terminaba con estas palabras:

Resulta difcil expresar con palabras la dulce emocin que despertaba en el corazn la vista de tantos jvenes, que, con cantos y msica, lo mismo en el templo que fuera de l, en prosa y en verso, exteriorizaban esa viva y reposada alegra, que slo puede brotar de una conciencia, que puede decirse a s misma: Estoy en paz con Dios.

Por doquier resonaban los aplausos y vtores de Viva el Papa! Viva su gran bondad! Pero una gran sorpresa nos esperaba al caer de la tarde, cuando ya estaba para dispersarse la reunin y encaminarse cada cual a su casa. Movidos por un incontenible entusiasmo, se juntaron en derredor de su Director y exclamaron a una voz: gracias Santo Padre, gracias; que Dios os lo pague. Quin podr ir a darle las gracias dignamente por nosotros? Seor Director, comunique al Santo Padre nuestro reconocimiento, que lo amamos con toda la efusin de nuestro corazn, que veneramos en su persona al Vicario de Jesucristo y que todos nosotros deseamos y queremos vivir y morir en la religin, que tiene a Dios por cabeza invisible y tiene un tan tierno y buen Padre, al gran Po IX, como Vicario en la tierra.

As conclua una jornada que dejar en el corazn de aquellos buenos jvenes un recuerdo imborrable de la paternal bondad del Santo Padre. Esos pobrecitos, no acostumbrados a recibir caricias de los hombres, y que llevan una vida de penuria y privaciones, sienten vivsimo agradecimiento al Jefe de la Iglesia que desde su altsimo puesto, lejos de olvidar a los hijos ((25)) del pueblo, como lo hacen los aduladores del mismo pueblo, se muestra y se da a conocer como verdadero padre suyo, de la misma manera que lo es de los grandes de la tierra y de los prncipes.

As terminaba Armona del 29 de junio de 1858.

A la fiesta de san Juan Bautista sucedi en el Oratorio la de san Luis, que sola celebrarse en la solemnidad de los santos apstoles Pedro y Pablo. El amor que tena don Bosco a este anglico joven hacale celoso propagandista de su devocin y fundador de asociaciones en su honor, hasta fuera del Oratorio, por los pueblos adonde iba a predicar. Poirino fue uno de stos. Invitado por el telogo don Esteban Giorda, prroco de Santa Mara la Mayor, haba ido don Bosco en octubre de 1855, y con una funcin conmovedora, haba inscrito en la Compaa de San Luis a los chicos de aquella parroquia. En muchos lugares florecen todava hoy estas piadosas asociaciones fundadas por l, y la de Poirino celebr en 1905 el cincuentenario de su existencia.

Dedzcase de ello el empeo que don Bosco tena por mantener encendido este fuego sagrado en el Oratorio, especialmente mediante dicha solemnidad.

Apenas si hemos mencionado esta fiesta en aos anteriores cuando no haba ningn hecho extraordinario, pese a que, a decir verdad, lo extraordinario era algo habitual. Mas no podemos pasar por alto la del 1858, con la descripcin de la misma y las reflexiones que brotaron de la valiente pluma de un ilustre patricio, que public un artculo en Armona del 4 de julio. En verdad merece figurar por entero aqu.

El 29 de junio en el Oratorio de Valdocco

Amanecen a veces en la vida ciertos das plcidos y serenos, que alivian las penas y proporcionan al espritu fatigado grandes alegras y esperanzas inenarrables. Estas ((26)) horas, es verdad, brillan y escapan como un relmpago, pero dejan tras s un recuerdo duradero en el pensamiento, que se deleita despus evocndolas, se alimenta de ellas y hace casi su nctar, cuando ya no existen.

Conmemorbase en el Oratorio de Valdocco el aniversario del da consagrado a los dos grandes apstoles Pedro y Pablo, y se festejaba a la vez al angelical san Luis. En Turn, como en cualquier otra ciudad populosa, donde ms compacta se apia la familia humana, estn siempre juntos y marchan a la par, entremezclndose de continuo por todas partes, segn los arcanos y adorables designios de Dios, dolores

y goces, pobreza y riqueza, vicio y virtud. La verdadera caridad, ni palabrera ni sierva de la moda, sino sencilla y sincera como la fe, consiste principalmente en sacrificarse a s mismo en pro de los que sufren y juntar en un solo haz el alivio espiritual y material. Y no bastan para esto las prudentes leyes y las ms estudiadas medidas de la humana sabidura, si no las vivifica aquel fuego que slo se enciende en el corazn de los que, al pie de la cruz, comprendieron el inefable precepto del amor. Por eso yo no puedo resignarme al ver en nuestros das, por no s qu perversidad de juicio o malhadado partidismo, hecho blanco de las iras y mofas de algunos al clero catlico que en toda poca y en todas partes realiz tan grandes e inauditos prodigios de caridad. Y he aqu que, pasando por alto a otros muchos, tenemos en nuestra Turn a un humilde sacerdote que, confiando nicamente en la Providencia, concibi la caritativa empresa de reunir a su alrededor a cuantos muchachos encuentra vagabundeando por las calles, entregados al ocio, faltos de recursos, desconocedores de su origen divino y de la preciosa herencia para la que fueron creados. No se desalienta ante las dificultades que tropieza a cada paso, sacrifica todo lo que para s pudiera ganar, y actuando con una solicitud, que no conoce reposo ni cansancio, consigue ver cumplido en parte un santo deseo y premiada su constancia. A su voz de apstol, a la afectuosa elocuencia que brota de su corazn, doblgase obediente la bulliciosa juventud, se apia a su alrededor y escucha con respeto sus consejos.

La rstica casita de antao, mal defendida de los vientos y de los abrasadores rayos del sol, se va agrandando como el grano de mostaza del Evangelio y se va acondicionando para ms cmoda vivienda. La diminuta familia crece hasta alcanzar ms de doscientos jvenes a los que, ((27)) como a las avecillas de la floresta, provee Dios del sustento necesario. Contigua al internado se levanta una iglesita a donde va el huerfanito a verter sus lgrimas y sus plegarias a los pies de la Virgen, las cuales, ms agradables que los perfumes e inciensos, recaen como lluvia de celestes gracias sobre los bienhechores de la niez desvalida.

Hay all escuelas de bellas artes y una palestra literaria, estudios clsicos y toda fuente de lo bello y de lo bueno, lo cual ser motivo de satisfaccin para la patria, acarrear ventaja y honra a las familias pobres, y el ver frutos tan abundantes cuando slo se comenzaba a esperarlos, ser para el solcito Director un anticipado premio a sus virtudes. Tal vez para alguno de estos muchachos deslizbase triste y afanosa la vida entre las paredes de su casa; sin la alegra de los padres, sin la ternura de una madre, sin la sonrisa de los familiares; slo con gritos, miseria y sufrimientos que enturbiaban la serenidad. Lo vio el apstol, lo estrech entre sus brazos con amor de padre y lo acogi gozoso en el Oratorio, donde con gran ternura se educan las mentes tiernecitas y se doblan temprano al suave yugo del Seor, se las encamina con solicitud por el recto sendero, segn atestiguan los muchos que ya salieron convertidos en piadosos y celosos eclesisticos, en religiosos y misioneros por lejanas tierras, en militares intachables en medio del licencioso ambiente de los campamentos, en honrados y diestros obreros, padres de familia, ejemplo de sus hijos en toda virtud pblica y privada.

Pues bien, entre todos los das del ao hay uno por mucho tiempo esperado, saludado y aclamado con transportes de jbilo por los muchachos de Valdocco. Es el da de la fiesta de san Luis Gonzaga, patrono de la juventud.

Para celebrarlo se ponen en movimiento, con mucho tiempo de anticipacin, los instrumentos de msica y lades, panderetas y violonchelos armonizan dulcsimas sinfonas, y se inspira el genio de los poetas para cantar al Santo tutelar. Ya para las

primeras vsperas de la vigilia se adorna la iglesia con colgaduras, franjas doradas recorren la cornisa, lmparas y araas de luz cuelgan de los muros, el altar se reviste con todas sus galas, todo son luces, flores y armona.

Al da siguiente, con las primeras luces de la aurora, comenz el incruento sacrificio; sucedanse los sacerdotes en el altar y repartase a la numerosa muchedumbre el Pan de los Angeles, ((28)) mientras las argentinas voces del coro juvenil se unan a las graves y prolongadas notas del rgano, extasiaban el alma y la embriagaban de delicia sobrehumana. Alternbanse de este modo las horas de oracin con las de recreo; hubo, despus, misa solemne, vsperas cantadas, panegrico del Santo. Cerr los actos religiosos una solemne y devota procesin que fue como la corona de todos ellos. Era un espectculo conmovedor ver a aquellos muchachos del pueblo, alineados en dos filas, que marchaban con aire modesto y recogido, mientras unos hacan sonar los instrumentos de la banda, otros cantaban himnos y finalmente algunos llevaban a hombros la estatua del Santo Patrono. Cerr el solemne acto la bendicin con el Santsimo impartida a la nutrida muchedumbre.

Despus de ofrecer a Dios las primicias, y la mayor parte de la jornada, lleg la hora de las alegres diversiones. Reunironse todos en el espacioso patio, donde en lo alto de un balcn extraanse y se proclamaban entre alegre gritera los nmeros de la rifa, para la cual se haban repartido gratuitamente un poco antes los billetes. El afortunado poda escoger libremente el premio entre los mil diversos objetos expuestos en mesas oportunamente preparadas, mientras lata fuertemente el corazn y temblaba la mirada de los espectadores, no favorecidos todava por la suerte, vctimas del ansia mal reprimida.

Mientras tanto se van apiando los espectadores en otra sala. Se encienden las luces, la orquesta afina y prepara los instrumentos, y por fin, se levanta el teln. Y he aqu a los alumnos de don Bosco, transformados en actores para representar con gracia y desenvoltura admirable: all, el cmico con todos los secretos de una mmica perfecta, tan al vivo, tan al natural, que no se podra pedir ms al artista consumado; all, el padre noble, el viejo criado; all, el personaje que canta y habla a las mil maravillas. El pblico aplaude con frenes y quisiera parar al da en su rpida carrera. Pero el espectculo teatral toca a su fin y, como todo lo mortal, pasa y fenece.

Ya empezaba la noche a desplegar su manto y hacase cada vez ms densa la oscuridad, cuando de pronto se oy un estampido y el silbar de los cohetes que rasgaban las tinieblas con repentino fulgor. Cintas de fuego trazaban sus esplndidas curvas bajo la bveda del cielo y estallaban esparciendo haces de centelleantes estrellitas. Cortada la cuerda que lo tena preso, se lanz a lo alto un globo aerosttico que subi al espacio y se perdi entre las oscuras tinieblas, mientras la muchedumbre arrobada tenda la mirada y aplauda sin cesar.

((29)) Difcil trabajo sera querer expresar con palabras el gozo que se trasluca en todos, la alegra de la multitud de padres y parientes que haban acudido, el orden que reinaba en todas partes, los solcitos cuidados de don Bosco y de sus colaboradores, para que resultara lo ms esplndida y agradable posible aquella fiesta de familia.

iAh!, sin duda puede con razn envidiar estas diversiones sencillas e inocentes la edad provecta arrebatada por el turbin del mundo, donde se re a flor de labios, mientras el corazn est desgarrado y, donde a los vanos placeres, sigue frecuentemente con pie veloz el aburrimiento y un remordimiento duradero.

Hubiera yo deseado que estuvieran presentes en el Oratorio de Valdocco, como

en magnfica escuela de virtud, los que con hueras palabras, desmentidas las ms de las veces por los hechos, estn sentando ctedra de supuesta democracia, explotando la credulidad del pueblo para escabel de sus ambiciones. All aprenderan cmo y con cunta ventaja para los individuos y para la comunidad, se ennoblecen los nimos, informados por la religin, cmo se elevan, digmoslo as, sobre su natural manera de ser, y llegan a ser capaces de grandes cosas. En el Oratorio de Valdocco est como en su casa la santa y hacendosa fraternidad, que a todos une en apretado y dulcsimo vnculo, porque todos son hijos de un mismo rescate, y a todos protege, anima y amaestra por igual.

Al Apstol de la juventud de Turn, al humilde sacerdote, que multiplic entre nosotros los grandes ejemplos de Felipe Neri y de Vicente de Pal, como a insigne bienhechor de la humanidad, debemos eterna gratitud, y es nuestra herencia y nuestro deber de ciudadanos mantener su gloria y propagarla.

Conde VICTOR DE CAMBURZANO Diputado

El conde de Camburzano, apodado el Montalembert de Italia, adicto amigo y bienhechor del Oratorio, fue testigo aquel ao de cmo descubra don Bosco los secretos de los corazones desde lejos. Estaba veraneando en Niza cuando un da tuvo ocasin de hablar de l en una tertulia, donde se encontraban personas de la alta sociedad, cuya religiosidad era bastante ((30)) postiza o ajada. Las maravillas que contaba el Conde hicieron asomar a los labios de aquellos seores ms de una sonrisa burlona, y una dama lo interrumpi con estas palabras:

-Me gustara ver si ese reverendo sabe decirme el estado de mi conciencia; y si lo adivina, os aseguro que creer todo lo que queris.

Aplaudieron los presentes y se determin hacer la prueba.

La seora, escribi all mismo a don Bosco. El Conde meti la carta cerrada dentro de un sobre con una hoja en la que le rogaba diera alguna palabra de consuelo a aquella pobre dama. Efectivamente ella se senta habitualmente vctima de profunda afliccin.

Don Bosco respondi con su acostumbrada puntualidad al Conde:

-Diga a esa seora que, para alcanzar la paz, debe reconciliarse con su marido del que se ha separado.

Y en una esquelita para la dama, aada:

-Su Seora puede quedar tranquila arreglando sus confesiones, desde hace veinte aos hasta el presente; y corrigiendo los defectos cometidos en el pasado.

La noticia de que aquella seora estuviera separada del marido result completamente extraa y nueva para el conde de Camburzano,

puesto que l y muchos otros de sus conocidos la tenan por viuda. Pero, cumplido el recado, hubo de reconocer que don Bosco estaba realmente iluminado por Dios, pues, la misma seora le asegur que estaba separada de su marido; y, muy sorprendida por la esquela recibida, no puso ninguna dificultad en reconocer que el hombre de Dios le haba escrito cosas absolutamente verdaderas.

Algn ao despus aseguraba el conde al caballero Federico Oreglia di Santo Stefano que don Bosco nunca haba conocido a aquella persona.

Otra cosa maravillosa de don Bosco era tambin su constancia en la difusin de las Lecturas Catlicas.

La entrega ((31)) para el mes de julio llevaba el ttulo: Vademcum del Cristiano: avisos importantes acerca de los deberes del Cristiano para que cada uno pueda alcanzar la salvacin en el estado en que se encuentra. Turn, Parava 1858.

AL LECTOR

Este librito se titula Vademcum del Cristiano, porque puede servir de fiel compaero a todo el que desea salvarse en el estado en que se encuentra. La materia, que en l se contiene, no es una instruccin razonada, sino nicamente una coleccin de avisos adaptados a las diversas condiciones de los hombres. Estos avisos han sido sacados de la Biblia, de los Santos Padres, y especialmente de las obras de san Carlos Borromeo, san Vicente de Pal, san Francisco de Sales, san Felipe Neri y el beato Sebastin Valfr. Si estos avisos acarrearon mucho provecho espiritual a las almas que tuvieron la dicha de orlos de labios de estos gloriosos santos, hay motivo para esperar que no quedarn sin fruto los que los lean impresos. Recomiendo a los padres, a las madres, a los prrocos y a todos los que se interesan por la salvacin de las almas, que, no slo los lean, sino que los hagan leer a los que estn a su cuidado. Si estos avisos se introducen en las familias cristianas, no ser ciertamente escaso su fruto, lo mismo en lo espiritual que en lo material; y pienso que podrn llamarse dichosas aqullas, en las que sean ledos y practicados. Secunde Dios mis deseos y derrame abundantes bendiciones sobre todos los que los leyeren, para que sea copioso el fruto que espero puedan producir a las almas por la gracia de Dios.

Afmo. en Jesucristo

JUAN BOSCO, Pbro.

Algunos de estos avisos sobre los deberes del cristiano, eran generales para todos los fieles, y otros especiales para los cabezas de familia y para las madres, para los jvenes, las muchachas y las personas de servicio.

Donde se guarda ntegra la moralidad, no es posible que languidezca la fe y triunfe la hereja.

((32)) Haba pensado don Bosco volver a Roma aquel mes, pero despus renunci a ello. No nos consta cul fuera el motivo de este proyecto: tal vez un servicio a la Sede Apostlica, tal vez los asuntos de las Lecturas Catlicas. Es probable que confiara a otros el despacho de los importantes asuntos que llevaba entre manos. Se deduce su intencin de una carta que escribi el conde De Maistre a un cannigo de Roma.

Veneradsimo Sr. Cannigo:

Don Juan Bosco, al que usted conoci en nuestra casa, prepara un nuevo viaje a Roma para despachar algunos asuntos que dej pendientes por haber anticipado la salida. He pensado que no sera indiscrecin por mi parte acudir a la probada cortesa de V.S. Ilma. para con nosotros, pidindole, si acaso estuviere todava disponible, la habitacin en casa de su seor hermano, donde tuvo la bondad de recibir al seor barn de Morgan; de no ser as, le quedara muy agradecido si quisiera encargarse de buscar otra habitacin decente, en la que pudiera don Juan Bosco pasar dos o tres semanas y, pagando la pensin, encontrar tambin la comida. Usted, seor Cannigo Veneradsimo, que conoce a don Bosco, sabe que es un husped fcil de contentar, de amena y piadosa convivencia y nuestro dignsimo amigo: siendo usted tambin, como creo y espero, nuestro buen amigo, no le resultar desagradable atender mi ruego y hacernos este buen servicio.

Salgo para Francia, por lo que, si usted me quiere honrar con una agradable respuesta, tenga la bondad de enviarla a Francisca, o tambin a mi mujer (en Chieri, provincia de Turn). Espero que su seora madre goce siempre de buena salud y que no haya sufrido con el excesivo calor; ofrzcale por favor, mis obsequiosos saludos y acepte tambin usted, Veneradsimo Seor, el testimonio de mi afectuoso respeto.

Turn, a 2 de julio de 1858.

Humildsimo y devotsimo servidor Conde DE MAISTRE

((33))

CAPITULO III

CONVERSIONES EN PUNTO DE MUERTE

EL bien que don Bosco haca a travs de las Lecturas Catlicas le haba otorgado tal fama de virtud y de saber, que haca pusieran en l su esperanza las almas buenas que deseaban la conversin de los pecadores obstinados en los ltimos instantes de su vida. A los hechos ya contados, aadimos los siguientes.

Encontrbase gravemente enfermo en Turn cierto empleado del Gobierno, que haba intervenido en la ejecucin de ciertas leyes contra los derechos de la Iglesia. Haca tiempo que viva alejado de los sacramentos: la lectura continua de psimos diarios haba apagado en su corazn todo sentimiento de fe. El farmacutico haba hecho saber al prroco que el mdico de cabecera haba dicho en su rebotica que aquel seor no llegara a la noche del da siguiente. Como el prroco saba a ciencia cierta que el tal enfermo no quera saber nada de curas y, convencido de que le rechazara, envi recado a don Bosco rogndole que intentara salvar aquella pobre alma.

Don Bosco consinti y, he aqu que, al entrar en la casa, se encontr con la sorpresa de que sali a su encuentro un jovencito muy avispado con grandes muestras de afecto y alegra.

((34)) Era uno de los chicos ms asiduos del Oratorio festivo de Valdocco e hijo del enfermo, al que su padre profesaba un cario entraable; constitua todo su bien y felicidad en este mundo, y, aunque irreligioso, se dejaba dominar por su chiquito. Este tomaba a menudo el crucifijo, se lo daba a besar y su padre, para no disgustarlo, no lo rechazaba.

Decale a veces su hijo:

-Quieres que vaya a llamar a don Bosco para que venga a darte la bendicin? La bendicin hace mucho bien y te curar.

El padre contestaba que no, pero de modo que su hijo no se disgustara; y barbotaba despus para sus adentros:

-Cuntas supersticiones meten en la cabeza de los muchachos estos curas!

El chiquillo, pues, en cuanto vio a don Bosco, se abalanz sobre l.

-Don Bosco, venga, venga, mi pap est muy malo.

-De veras? Dile, entonces, si quiere que pase a hacerle una visita.

-S, s, pap est conforme!

Y sin ms entr en la habitacin.

-Pap, pap, aqu est don Bosco! Ests conforme en que pase, verdad?

Y sin guardar contestacin, de un brinco sali y agarr a don Bosco por la mano:

-Venga, venga; pap le espera, venga a darle la bendicin.

Don Bosco insista en que volviera a anunciarlo de otra manera ms cumplida, quera preguntarle qu haba respondido su padre, pero el muchacho no le dejaba hablar y lo empuj hasta dentro de la habitacin. Cuando aquel seor vio a don Bosco, le mir con los ojos hechos ascuas. Don Bosco no perdi la serenidad y presuroso le pregunt:

-Cmo se encuentra?

-Como me ve, respondi secamente el enfermo.

((35)) -Animo! Alberto rezar mucho por usted. Yo me unir a l...

-Don Bosco, no creo en esos cuentos; no me hable de ello.

El hijo, desconcertado por la manera descorts con que haba sido recibido don Bosco, sali de la habitacin. El Siervo de Dios aprovechando la circunstancia de haber quedado a solas con el enfermo, sin prdida de tiempo, prosigui:

-No cree Su Seora en la eficacia de la oracin de un inocente?... Por lo dems, yo no he venido aqu a molestarle; me encontraba por este barrio y consider para m un honor hacerle una visita por el gran aprecio que le profeso.

Y con su estilo amable y gracioso cont unas ancdotas amenas de actualidad, con lo que se entabl un dilogo, que regocij al pobre enfermo y seren un poco su ceuda frente.

Cuando don Bosco vio que le interesaba la conversacin, djole de pronto:

-Se me hace tarde, no quiero molestarle por ms tiempo; pero permite que le d una bendicin antes de marcharme?

Aquel seor, sin enojarse, contest framente:

-Haga como le plazca.

Entonces don Bosco llam al chico:

-Alberto!

Y l replic:

-Por qu llama a mi hijo?

-Quiero que diga conmigo una avemara por su pap.

-No hace falta... No se moleste.

Pero don Bosco volvi a llamar:

-Alberto!

Lleg el chico y le dijo don Bosco:

-Escucha, Alberto; recemos una avemara por tu pap. Mira, est malo, muy malo, y es preciso que Dios te lo conserve. Qu haras t si lo perdieras? Quedaras solo, abandonado, sin tu primero y ms querido amigo, sin ((36)) tu apoyo, sin tu fiel consejero. Cuntas ocasiones en medio del mundo, cuntos compaeros desleales, cuntos libros malos encontraras con peligro para tu inocencia! Nadie te alertara, nadie te alargara la mano para socorrerte. Tu inexperiencia te llevara a dar algn mal paso. Pobre Alberto! Y despus, en punto de muerte, cuntos remordimientos por no haber tenido a tu lado quien te hiciera de ngel custodio! Y en la eternidad, tal vez tuvieras que estar separado para siempre de tu padre!

Verta estas y parecidas ideas con frases breves, prudentes, enrgicas; hablaba al hijo para que entendiera el padre. Contaba lo que le haba sucedido al mismo enfermo, hurfano desde la niez, haciendo un compendio de su vida. Alberto lloraba, el padre se contena, pero se vea que estaba hondamente conmovido. Don Bosco acab diciendo:

-Ea, pongmonos de rodillas y recemos no una, sino tres avemaras.

Luego mand al chico que se retirara y dijo al enfermo:

-Santgese.

Hizo el enfermo la seal de la cruz con indiferencia y don Bosco le dio la bendicin. Y pas despus a preguntarle con naturalidad por sus estudios, por los cargos que haba ocupado, hacindole hablar de los aos de su adolescencia, de su juventud, de su edad madura. Comenz el enfermo a soltar alguna confidencia y don Bosco, sin dar muestras de que investigaba, bromeando y compadeciendo las flaquezas humanas, arranc de sus labios cuanto bastaba para formarse un somero juicio del estado de su alma. Entonces, vindolo muy cansado, le dijo:

-Ahora, si usted quiere, le doy la absolucin.

-La absolucin? Pero antes de la absolucin hay que confesarse y yo no quiero hacerlo.

((37)) -Pero usted ya se ha confesado, y yo lo he comprendido todo.

-Y basta esto?

-Basta. Rece el acto de contricin.

-Es posible?

-S. Dios le perdona todo. Es as de bueno y de misericordioso con los que se arrepienten sinceramente.

El enfermo rompi a llorar y a decir con pena:

-Ah, s; Dios es verdaderamente bueno!

Y se qued sin fuerzas de un modo alarmante. Comprendiendo don Bosco que le restaban pocas horas de vida, apoyndose en las declaraciones del mdico, se dio prisa. Hzole todava algunas preguntas y, persuadido de que estaba dispuesto a hacer lo que le peda la Iglesia, lo absolvi. Por ltimo, despus de prometerle que se cuidara de Alberto, se apresur a enviar recado al prroco de San Agustn para que le administrara el santo Vitico.

El prroco acudi inmediatamente y llev tambin consigo los Santos Oleos, que slo pudo darle sub unica unctione (bajo una uncin sola), porque el pobrecito expiraba.

En otra ocasin fue invitado don Bosco a visitar a un notario enfermo, feligrs de la parroquia del Carmen. Haban resultado intiles todos los esfuerzos de los sacerdotes para reconciliarlo con Dios. Don Bosco, que en algn tiempo haba estado en relacin con l, acept el ir a visitarlo. Fue recibido muy cortsmente, pero con toda frialdad. Segn su costumbre, se apresur a pedir noticias sobre la enfermedad, consol afectuosamente al paciente, y le alegr jovialmente con su amena conversacin. El notario qued encantado. Pas despus don Bosco a tratar de las cosas del alma, pero aquel seor, ponindose en guardia, le interrumpi:

-Cambiemos de conversacin; ya conoce usted mis ideas... Jams me dejar convencer para confesarme.

-Y eso, por qu?

((38)) -Porque no creo en la religin. Mire los libros que tengo sobre la mesa.

Acercse don Bosco y tom uno de aquellos volmenes: eran las obras de Voltaire. Volvise al enfermo y preguntle:

-Y con eso, qu?

-Comprndalo! Uno que tenga las convicciones de este ilustre escritor, jams tendr la debilidad de confesarse.

-Usted llama debilidad a la confesin? Y no sabe que este hombre, cuyas ideas dice compartir..., este hombre a quien llama ilustre, quera confesarse a la hora de la muerte?

-Eso adems!

-Eso es cierto; y se hubiera confesado, si sus amigos no se lo hubiesen impedido brutalmente.

Y don Bosco le narr cmo fue la muerte de Voltaire.

El caballero escuchaba con inters y conmocin que creca por momentos. Don Bosco concluy:

-Y ahora le dir por qu espero que Voltaire se haya salvado!

-Es posible?, exclam el enfermo temblando de pies a cabeza.

-Muy posible! La Sagrada Escritura slo de uno afirma claramente que se haya condenado: Judas. De los dems no quiso nuestro Seor que conociramos la suerte eterna, para que tuviramos la esperanza de la salvacin de todos.

-Se puede creer que Voltaire se haya salvado despus de todo lo que dijo, hizo y escribi?

-Dios es tan bueno y tan misericordioso! Querido amigo, un solo acto de amor basta para borrar cualquier culpa.

-Voltaire salvado!

-Yo puedo tener mi opinin. Por tanto puedo considerar ((39)) como cierto que se haya salvado. En efecto, qu le falt? Tena deseo de confesarse, su dolor era desgarrador; slo tuvo la desdicha de no tener al sacerdote. Pero en el momento que antecedi a su muerte, cuando se vio prximo a perderse, si, calmado el horror de la desesperacin, hubiera concebido un acto de amor a Dios, y por tanto, de verdadero arrepentimiento, es cierto, es de fe que se salv.

El enfermo callaba y, despus de meditar un rato, exclam resueltamente:

-Quiero confesarme. Tome esos libros, no los quiero en mi casa: haga de ellos lo que quiera.

Se confes, a las ocho de la tarde recibi el Santo Vitico, a las diez se le administr la Uncin de los enfermos, le dieron la bendicin papal y, antes de media noche, muri con verdaderos sentimientos de fe, de dolor, de esperanza y de amor a Dios, dejando en todos la ms consoladora certeza de su eterna salvacin.

Don Bosco volvi al Oratorio con su fardo de libros prohibidos, que al instante entreg a las llamas, diciendo a sus muchachos:

-Demos gracias a Dios por todo.

Tambin abri don Bosco las puertas del cielo a otros que hubieran

muerto impenitentes; tenemos sobrada razn para esperarlo as. Juan Bisio, que desde 1864 hasta 1871 estuvo prestando servicio en su antesala, nos asegur:

-Puedo afirmar que don Bosco reciba muchas llamadas para ir a confesar en la ciudad a pecadores enfermos y obstinados, y al preguntarle a su regreso al Oratorio, me contestaba:

-Se ha confesado!

((40))

CAPITULO IV

NUMERO DE ALUMNOS EN EL ORATORIO -CARTA DE DON BOSCO AL CLERIGO RUA DESDE SAN IGNACIO -COMETA Y PREVISION DE AZOTES SOBRE ITALIA -DOS LECTURAS CATOLICAS -EXCAVACIONES DEBAJO DE LA IGLESIA PARA UN NUEVO REFECTORIO -ALQUILER Y REPARACIONES EN EL ORATORIO DE VANCHIGLIA -DON BOSCO VA A PREDICAR A PALASAZZO JUNTO A CUNEO -ANUNCIA LA CIRCULAR DEL CARDENAL VICARIO RECOMENDANDO LAS LECTURAS CATOLICAS -LA CIRCULAR DEL CARDENAL -UNA FIESTA Y UNA PEREGRINACION A LA VIRGEN DEL CAMPO -DON BOSCO PREDICE A UN ALUMNO DE LAS ESCUELAS ESTATALES QUE SERA SACERDOTE -SINGULAR ACEPTACION DE FRANCISCO PROVERA EN EL ORATORIO

HABIA terminado el ao escolar 1857-58. El Oratorio haba tenido ciento noventa y nueve alumnos; ciento veintin estudiantes y setenta y ocho aprendices, segn dej anotado don Bosco en sus registros. A continuacin suba con don Jos Cafasso a San Ignacio para hacer ejercicios espirituales. Desde aquel santuario escribi varias cartas de respuesta a las que le enviaron sus alumnos. He aqu la que dirigi al clrigo Miguel Ra:

Fili mi:

Gaudium et gratia Domini Nostri Jesu Christi sit semper in cordibus nostris. Nonnulla monita salutis postulasti; libenterfaciam et paucis verbis.

((41)) Scito ergo et animadverte quod non sint condignae passiones hujus temporis adfuturam gloriam quae revelabitur in nobis. Ideoque hanc gloriam incessanti animo et labore quaeramus.

Vita hominis super terram est vapor ad modicum parens; vestigium nubis quae fugit; umbra quae apparuit et non est; unda quaefluit. Bona igitur hujus vitae parvi habenda, coelestia studiose optanda.

Laetare in Domino: sive manduces, sive bibas, sive quid aliud facias, omnia ad maiorem Dei gloriam fac.

Vale, fili mi, et deprecare pro me ad Dominum Deum nostrum.

S. Ignatti apud Lanceum, 26 julii 1858

Tuus sodalis

Sac. BOSCO

Hijo mo:

La alegra y la gracia de Nuestro Seor Jesucristo est siempre en nuestros corazones. Pediste algunos saludables avisos; lo har con gusto y en pocas palabras.

Entiende, pues, y advierte que los padecimientos de esta vida no guardan proporcin con la gloria futura, que se manifestar en nosotros. Busquemos, por lo tanto, esta gloria con anhelo y trabajo incesante.

La vida del hombre sobre la tierra es vapor que pronto se disipa; paso de nube que huye; sombra que apareci y ya no es; ola que fluye.

Se deben, pues, tener en poco los bienes de esta vida, y desear con afn los del cielo.

Algrate en el Seor: ya comas ya bebas, ya hagas cualquier otra cosa, hazlo todo a la mayor gloria de Dios.

Vale, hijo mo, y ruega por m a nuestro Dios y Seor.

San Ignacio, a 26 de julio de 1858

Tu amigo Sac. BOSCO

De regreso a Turn y, hallndose en medio de un nutrido corro de muchachos, deca Jos Reano que haba aparecido en el cielo un cometa de extraordinaria magnitud.

-Sea ello o no presagio de calamidades, le contest don Bosco, por desgracia debe caer sobre Italia algn azote, que traer gran dao a nuestra patria.

El mes de agosto apareca en las Lecturas Catlicas un cuento conmovedor annimo, Antonio, el Huerfanito de Florencia. Se trata de un chico vendido a una compaa ecuestre de titiriteros, que se mantiene virtuoso en medio de pruebas terribles, y consigue por fin volver a su pueblo, despus de sorprendentes aventuras.

Con los trabajos de la inteligencia se entrelazaban los materiales. A todo lo largo de la iglesia de san Francisco de Sales se excav un subterrneo, para trasladar all el refectorio de los muchachos. Hubo que renovar el piso de la iglesia y, para sostenerlo, se construy una bveda. El antiguo refectorio se convirti en cocina.

((42)) Tambin haba que hacer grandes gastos en el Oratorio del Angel Custodio en Vanchiglia. Escriba don Bosco sobre ello a uno de los propietarios, el seor Alejandro Bronzini Zappelloni:

Ilustrsimo Seor Abogado:

Tan pronto como recib su respetable carta, me apresur a comunicar el contenido de la misma al telogo Murialdo, con quien despus de ponderarlo todo diligentemente, hemos llegado a esta conclusin:

Tambin nosotros queremos disminuir los gastos lo ms posible; por consiguiente, como los trabajos propuestos son imprescindibles, hemos deliberado contribuir

de este modo: daremos cuatrocientas liras para ayuda de los gastos a hacer; o tambin nos comprometemos a realizar nosotros las obras con los medios de que disponemos, siempre que usted, nos reintegre mil quinientas liras; lo cual no le ser molesto, teniendo ya entregadas ochocientas liras a cuenta, al telogo Murialdo.

Pero ntese que desistimos de la peticin de cubrir el techo con tablas, con tal de que quede defendida contra el agua del mismo techo la bveda de la iglesia. Entre los trabajos que tenemos intencin de tomar a nuestro cargo, no contamos con la reparacin del techo, que corresponde efectuar al propietario, prescindiendo del estado del Oratorio.

Advierto tambin que los alquileres han disminuido realmente, como usted sabe ciertamente mejor que yo, que arriendo aqu un edificio por el que pagaba novecientas cincuenta liras y ahora queda reducida esta suma a quinientas; lo mismo sucedi tambin en el Oratorio de Puerta Nueva y en otros edificios.

Esta es la respuesta que podemos darle: hacer mayores gastos supera nuestras fuerzas. Pero yo sera del parecer que se considerara este Oratorio como una obra de beneficiencia que debe ser sostenida por todos; nosotros le dedicamos nuestro trabajo y los haberes que podemos. Es necesario que tambin usted y el seor abogado Daziani hagan algn sacrificio; y estamos convencidos de que esta obra ser muy apreciada ante Dios, que no dejar de ((43)) recompensarlos, an durante esta vida, bendiciendo sus negocios y sus familias.

Con el mayor aprecio considero un honor para m poderme declarar,

De V.S. Ilma.

Turn desde mi casa, 1 de agosto de 1858

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro.

A pesar de tener que atender estas gestiones y muchos otros trabajos, don Bosco aceptaba predicar fuera del Oratorio, en iglesias pblicas y en oratorios privados. En efecto, escriba as al conde Po Galleani de Agliano:

Benemrito seor Conde:

En cumplimiento de mi promesa prevengo a V.S. que voy a ir a su casa para el panegrico de Santa Filomena. Saldr el domingo, en el primer convoy despus del medioda. Llegado a Cneo ir al Palacio Episcopal y, despus, al Gran Palacio.

Pero no puedo complacerle del todo. El martes en el vapor de las dos de la tarde tengo que volver a Turn; por lo cual no puedo predicar el sermn de la Natividad de Mara Santsima. La gran escasez de sacerdotes en la ciudad y diversos asuntos, que tengo pendientes, me obligan a renunciar al gusto de quedarme ah toda la semana, como haba pensado.

Que Dios le bendiga a usted, a la seora condesa y a toda la familia, mientras me profeso con sincera gratitud,

De V.S.

Turn, 1 de septiembre de 1858

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro.

Quiz tena tambin prisa por el envo del opsculo de septiembre que se titulaba: Gua de la juventud por los caminos de la salvacin, obra de ((44)) CLAUDIO ARVISENET, publicada en Bruselas por la sociedad nacional de la propagacin de los buenos libros.

Era una traduccin del francs. El autor, despus de un afectuoso prlogo dirigido a los jvenes, presenta para su meditacin las verdades eternas; la necesidad de empezar a tiempo a servir a Dios que los ama; las penas, aun temporales, con que son castigados los jvenes que viven en pecado; la obediencia que deben a los padres y a los superiores; la devocin a Mara; las virtudes que han de practicar y los peligros que deben evitar; la frecuencia de los sacramentos recibidos dignamente; la sumisin al Papa, a la Iglesia y a sus pastores; la devocin al santo Angel de la Guarda y al Santo protector, cuyo nombre lleva cada uno.

Esta entrega llevaba en sus primeras pginas un documento importantsimo, prueba evidente de la benevolencia de Po IX y de su especial aprecio a las Lecturas Catlicas. Don Bosco haba obtenido el gran favor de que Su Santidad ordenara a su Vicario, el eminentsimo cardenal Patrizi, que, con una circular expresa, recomendase esta publicacin peridica a todos los arzobispos y obispos de los Estados Pontificios y la introdujeran en sus dicesis. La circular llevaba fecha del veintids de mayo.

Al imprimirla, don Bosco la encabez con unas palabras de presentacin:

A los benemritos suscriptores y a los benvolos lectores de las Lecturas Catlicas.

Hace pocos meses que esta Direccin, llena de satisfaccin, os daba la noticia de que Su Santidad el Papa reinante Po IX, por su gran bondad, dignbase impartir la bendicin apostlica a todos los que trabajan en la difusin de las Lecturas Catlicas. Con no menor consuelo os participo ahora que su Santidad misma se ha dignado favorecer la difusin ((45)) de estos libritos de muchas otras maneras. Dio orden al eminentsimo cardenal Vicario de enviar una circular a los Obispos y Arzobispos de los Estados Pontificios para que emplearan su paternal solicitud a fin de introducirlos en sus respectivas dicesis, dispens de los derechos de aduanas y del franqueo postal lo mismo los paquetes postales que los ejemplares sueltos dirigidos a sus Estados. La voz del Supremo Jerarca de la Iglesia obtuvo el efecto deseado. Arzobispos, Obispos, Vicarios Generales, Prrocos y otros celosos personajes se preocuparon de dar a conocer estas Lecturas y los asociados aumentaron hasta llegar a doce mil, slo en los Estados Pontificios.

Todo esto sirve de consuelo para vosotros como lo es para nosotros. Nuestros humildes trabajos y vuestras constantes preocupaciones, bendecidas por el Vicario de Jesucristo, no dejarn de dar frutos proporcionados a las necesidades.

La Direccin tiene gran esperanza de que la voz del Padre comn de los fieles ser escuchada tambin por nosotros y nos servir de consuelo a nosotros y a vosotros, benemritos suscriptores y amables lectores, para perseverar en la santa empresa de dar a conocer cada vez ms estas publicaciones populares, industrindonos para que se difundan por donde todava no se conocen.

Recibiris tambin un ejemplar de la circular de su eminencia reverendsima el Cardenal Vicario en favor de las Lecturas Catlicas.

La bendicin del Sumo Jerarca de la Iglesia os colme a todos de gracias y favores del cielo, como de todo corazn os deseamos, mientras tenemos el gusto de podernos profesar con gratitud.

Turn, 15 de septiembre de 1858

Por la Direccin JUAN BOSCO, Pbro.

Y he aqu la circular:

Ilustrsimo y Reverendsimo Seor:

Es un hecho innegable que los hombres perversos trabajan con todo su ahnco para desmoralizar los pueblos, tenerlos preparados para secundar sus psimos planes y as alcanzar sus intentos.

((46)) Para esto acuden a diversos medios, entre los cuales les resulta muy eficaz la difusin de libros e impresos corruptores y a menudo contrarios a los dogmas de nuestra santa religin. El dao no est al descubierto, sino a la sombra de una sutil hipocresa, bajo la dorada capa de un estilo elegante y ameno, y haciendo alarde de tratar temas tan interesantes y atrayentes que rpidamente llegan a manos de muchsimos incautos de todas las clases sociales, los cuales beben de este modo casi inadvertidamente el veneno que tal vez les acarree un dao irreparable.

Y esto no sucede slo en las grandes ciudades, sino tambin en los ms humildes y remotos lugares, donde la antigua costumbre de pasar algn rato, especialmente en la estacin invernal, leyendo trozos de la Historia Sagrada o de otro libro bueno y religioso, queda substituido por la lectura de librejos lascivos e inmorales.

Pero nunca ha sucedido que los buenos catlicos no hayan intentado oponerse a los esfuerzos de los impos. Efectivamente, para combatir el grave mal que acabamos de mencionar, se ha organizado una sociedad de doctas y piadosas personas eclesisticas o seglares, que se proponen impedir los desrdenes, que hemos de lamentar al presente, mediante la publicacin mensual de libritos con el ttulo de Lecturas Catlicas que, por sus variados temas y su estilo sencillo, agraden y estn al alcance de todos. El nico fin de estas Lecturas es el de conservar en el nimo de los catlicos la integridad de la fe, la santidad de las costumbres y aumentar en ellos el amor y respeto sincersimo, que se debe a la sagrada persona del Sumo Pontfice Padre universal de todos los fieles, as como tambin unirlos ms y ms a sus obispos.

Su Santidad el Papa, atento siempre al bien de todos y ampliamente informado del bien conseguido con estas Lecturas Catlicas en los lugarse donde se han abierto paso, ha aprobado y alabado la piadosa iniciativa de introducirlas tambin en los Estados Pontificios y, con este fin, me ha autorizado a invitar a los Arzobispos y Obispos de esos mismos Estados a ayudar y sostener tan laudable empresa difundindola

lo ms posible por todas las ciudades y villas sujetas a su espiritual jurisdiccin.

Este es el motivo por el cual, para el cumplimiento de los deseos de Su Santidad, participo todo esto a V.S. Ilustrsima y Reverendsima, rogndole, ((47)) al mismo tiempo aceptar los sentimientos de mi ms distinguida consideracin, mientras beso con afecto cordial la mano,

De V.S.I. y Rev.

Roma, 22 de mayo de 1858

Su seguro servidor CONSTANTlNO, Card. Vic.

Esta carta circular obtuvo el efecto deseado; desde entonces comenzaron a difundirse las Lecturas Catlicas, no slo por los Estados Pontificios, sino por casi todas las dicesis de Italia, ya que muchos obispos, siguiendo el ejemplo del Vicario de Jesucristo, las recomendaron a sus prrocos y stos a los fieles. Con ello se alcanzaron ventajas: el bien espiritual de mayor nmero de almas, que adquirieron ms cultura religiosa para crecer en la virtud y una fuente de beneficencia para nuestro Oratorio, pues, al aumentar los suscriptores a estas Lecturas, creci, por una parte, el trabajo para emplear a ms aprendices y, por otra, la mdica ganancia que se sacaba facilit a don Bosco los recursos para admitir ms muchachos pobres en su internado y proporcionarles alimento y vestido, junto con una buena educacin.

Por ste y otros insignes favores que Mara Santsima haba hecho a don Bosco al inspirarle el viaje a Roma, contraa el Oratorio la obligacin de rendirle especial accin de gracias. As pareca lgica la idea de una nueva peregrinacin a la Virgen del Campo. En efecto, en aquel santuario habase obtenido el ao 1846 la sede estable en la casa Pinardi, y aquel ao pareca asegurada, despus de la adhesin del Papa a los planes de don Bosco, la perpetuidad de la Institucin. Una invitacin al prroco de dicho santuario marc la fecha. Leemos en Armona del 21 de septiembre:

((48)) En la parroquia de la Virgen del Campo, de los alrededores de Turn, se celebr el doce del mes corriente la fiesta del Santsimo Nombre de Mara. Hubo una gran concurrencia de fieles lo mismo a la comunin general que a las sagradas funciones de la maana y de la tarde. Y si bien se ha celebrado siempre esta fiesta en esta pequea parroquia, con manifestaciones de piedad y devocin, este ao fue ms conmovedora que de costumbre, por cuanto las sagradas funciones fueron acompaadas con los dulces cantos y la armoniosa msica de los muchachos del Oratorio de San Francisco de Sales, dirigidos y educados por el incansable y celossimo don Bosco. Muchos feligreses lloraban de emocin y todos encomiaban su habilidad.

El jueves siguiente tuvo lugar otra edificante funcin, ya que el mencionado don Bosco fue a celebrar la misa a esta parroquia, acompaado de unos ochenta alumnos, que comulgaron con gran admiracin de todos los presentes, al contemplar la devocin de estos muchachos. Despus de la misa, el buen Padre guardin les obsequi con un frugal desayuno.

Entre los que tomaron parte en esta peregrinacin, hubo un joven al que don Bosco haba profetizado su porvenir. He aqu cmo sucedi.

Haban ido a confesarse con don Bosco unos estudiantes de las escuelas del Carmen. A uno de ellos, apellidado Coccone, djole el buen siervo de Dios:

-T sers sacerdote.

No le hizo gracia al muchacho tal anuncio, pues tena cierta aversin al estado clerical, y habl de ello a los compaeros, los cuales, de vez en cuando, se burlaban de l. Don Bosco tratando de ganrselo, se lo llev con alguno de sus compaeros a la romera de la Virgen del Campo, juntamente con los muchachos del Oratorio, pero despus de algn tiempo, casi un ao, Coccone no apareci por el Oratorio. Don ((49)) Pablo Albera se encontr con l, clrigo ya y condiscpulo suyo en 1861 en los cursos de filosofa.

Pasaron quince aos desde el da que hablo con don Bosco por vez primera y, siendo ya sacerdote, encontrse con l un da, en la colina, cuando se diriga a San Vito. Lo salud, lo acomp