México_estudios de Antropología Biológica

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ESTUDIOS DE ANTROPOLOGÍA BIOLÓGICA VOLUMEN XIII * Editoras Magalí Civera Cerecedo Martha Rebeca Herrera Bautista UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA ASOCIACIÓN MEXICANA DE ANTROPOLOGÍA BIOLÓGICA MÉXICO 2007

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México_estudios de Antropología Biológica

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  • ESTUDIOS DEANTROPOLOGA

    BIOLGICAVOLUMEN XIII

    *

    Editoras

    Magal Civera CerecedoMartha Rebeca Herrera Bautista

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICOINSTITUTO DE INVESTIGACIONES ANTROPOLGICAS

    INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGA E HISTORIAASOCIACIN MEXICANA DE ANTROPOLOGA BIOLGICA

    MXICO 2007

  • Comit editorial

    Xabier Lizarraga CruchagaAbigail Meza PealozaFlorencia Pea Saint MartinJos Antonio Pompa y PadillaCarlos Serrano SnchezLuis Alberto Vargas Guadarrama

    Todos los artculos fueron dictaminados

    Primera edicin: 2007 2007, Instituto de Investigaciones AntropolgicasUniversidad Nacional Autnoma de MxicoCiudad Universitaria, 04510, Mxico, D.F.

    2007, Instituto Nacional de Antropologa e HistoriaCrdoba 45, Col. Roma, 06700, Mxico, [email protected]

    2007, Asociacin Mexicana de Antropologa Biolgica

    ISSN 1405-5066

    Prohibida la reproduccin total o parcial por cualquier medio sin la autorizacinescrita del titular de los derechos patrimoniales

    D.R. Derechos reservados conforme a la leyImpreso y hecho en MxicoPrinted in Mexico

  • HISTORIAS, TEORAS Y MTODOS EN ANTROPOLOGA FSICA

  • Estudios de Antropologa Biolgica, XIII: 17-39, Mxico, 2007, ISSN 1405-5066

    HISTORIA Y MICROHISTORIA EN LA OSTEOLOGAANTROPOLGICA. DEBATE SOBRE METODOLOGAS

    DE INVESTIGACIN DE LAS POBLACIONES?,A TRAVS DE LOS RESTOS SEOS

    Allan Ortega MuozFlorencia Pea Saint-Martin*

    Centro Regional Quintana Roo, INAH*Escuela Nacional de Antropologa e Historia

    Tan compleja es la realidad, tan fragmentaria y simplificada es la historia,que un observador omnisciente podra redactar un nmero indefinido, y casi

    infinito de biografas de un hombre.

    Jorge Luis Borges

    RESUMEN

    Se propone la construccin de ejes problemticos de investigacin como al-ternativa para la investigacin en antropologa fsica, con el propsito detrascender la divisin tradicional entre poblaciones contemporneas y po-blaciones desaparecidas. Se trata de lograr que esta divisin sea metodolgica,derivada de las distintas fuentes utilizadas para la obtencin de los datos que seutilizan en el anlisis de dichos ejes, y no epistemolgica, como hasta ahoraparece considerarse. Desde esta perspectiva, las experiencias de investigacinsobre poblaciones contemporneas, sobre todo a partir de los estudios de caso,de corte historiogrfico, deben servir de base para someter a crtica constructivalas metodologas que se utilizan en la osteologa antropolgica y reflexionarsobre los lmites de las conclusiones que puedan elaborarse cuando se estudianfenmenos pretendidamente poblacionales a partir de restos seos.

    PALABRAS CLAVE: osteologa, microhistoria, metodologa.

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    ABSTRACT

    This paper suggests the need to create multi-dimensional research arenas inphysical anthropology, that go beyond the traditional division between contem-porary and past populations. If multi-dimensional arenas are to be the focusof analyses, the division does not need to be an epistemological and theoreticalone. The division is needed only to assess the differences of data gatheredeither in live humans or human remains. Research experience in contemporarypopulations should be used to rethink the methodologies in osteological re-search. Thus, the differences between macro and micro perspectives, casestudies, and quantitative vs qualitative methodologies and data analysis, shouldalso be considered. Finally, the paper suggests that the levels of generalizationthat can be derived from human remains analyses, need to be reviewed.

    KEY WORDS: osteology, micro-history, methodology.

    PREGUNTA ANTROPOFSICA O CONSTRUCCIN DE EJESPROBLEMTICOS MULTIDIMENSIONALES?

    En Mxico, tradicionalmente, el estudio de la variabilidad fsica y bio-lgica humana ha organizado sus lneas de investigacin a travs dedos grandes vertientes: i) aquella que se ocupa de la diversidad huma-na estudiada a partir de restos seos, y ii) la que aborda a las poblacionescontemporneas en relacin con el momento socio-histrico de quienlas investiga.

    En un primer momento, la base de las investigaciones era la ob-tencin de datos osteomtricos o somatomtricos, para realizar, porun lado, su tratamiento estadstico y, por otro, la sistematizacin de loselementos que se pueden observar a simple vista, llamados caracteresmorfoscpicos. En fechas ms recientes se comenz a tomar en cuentael contexto social y cultural para explicar la variabilidad aportada porlos datos. Esta divisin epistemolgica entre poblaciones vivas y desa-parecidas responda al desarrollo de la ciencia en ese lapso histrico,dominado por el positivismo lgico y el mtodo cientfico comonica forma de producir conocimiento basado en dichos datos.

    Sin embargo, en las sociedades complejas actuales, la realidadmisma ha cuestionado y exigido epistemologas distintas para res-ponder gilmente a los problemas emergentes, as como la reelabo-

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    racin de los tradicionales, para entenderlos en el contexto de estanueva dinmica sociocultural de cambios extremadamente rpidos yde ndole global, en esta era de la informacin, parafraseando aCastells (1999). En general, puede decirse que se ha transitado a vi-siones integradoras en las que se han borrado las fronteras entre cien-cia y tecnologa, ciencias naturales y ciencias sociales y disciplinasespecializadas que respondan a la nocin de que el todo puede ser co-nocido a travs de la suma de sus partes. En la actualidad, existe sufi-ciente evidencia de que el conocimiento novedoso se produce de otramanera en las sociedades complejas, que se mueve a partir de hechosy sucesos integrados, concatenados y extremadamente dinmicos:

    El trabajo en equipo, las redes y otras formas de colaboracin entre losinvestigadores especialistas no son meros desvos por el gusto de la comunicacinelectrnica instantnea y global. Son el resultado de las consecuencias socialesde la acumulacin de conocimiento y de tcnicas. La ciencia ha progresadohasta un nivel en el que sus problemas ms importantes no pueden ser resueltospor individuos trabajando independientemente (Casas y Diettmer 2005: 6).

    Este reconocimiento explica el surgimiento y la actual promocinde cuerpos acadmicos multidisciplinarios en las universidades einstitutos de investigacin en el mbito internacional (Casas 2001),entre otros muchos fenmenos. Otra caracterstica importante en lasnuevas formas de producir conocimiento es que responden a contextosproblemticos con enfoques y metodologas transdisciplinarios, he-terogneos y flexibles (Casas 2001, Casas y Diettmer 2005: 8). En ge-neral, este nuevo conocimiento se estructura a partir de problemas-eje,integradores y dinmicos, como: la salud y sus diferenciales sociales yculturales; la conformacin de nuevas identidades; la variabilidad enel curso de vida humano; los derechos humanos y los sistemas de jus-ticia; la produccin y distribucin de informacin y conocimiento; el de-sarrollo sustentable; el gnero, la sexualidad y la reproduccin; el trabajo;los sistemas alternativos de justicia; las migraciones y los nuevos con-textos interculturales y multilingsticos, etctera. La naturaleza mismade estos nuevos problemas-eje planteados por la dinmica social para quesean resueltos desde la ciencia trasciende cualquier disciplina especfica,porque en s mismos son complejos y multidimensionales (Casas 2001,Casas y Diettmer 2005).

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    En este contexto cabe plantearse la necesidad de que la antropo-loga fsica responda a estas nuevas demandas sociales y a la produc-cin de conocimiento innovador. Las probabilidades de actualizaciny desarrollo de la disciplina exigen que se vincule tambin a ejes pro-blemticos que por su naturaleza tambin la trascienden. En estosnuevos contextos le toca aportar nicamente sus miradas particularesa problemas complejos inexplicables dentro de sus propias fronte-ras disciplinarias, que no dejan posibilidad de reclamo alguno sobre lapureza de contenidos antropofsicos.

    Ser que a travs de la construccin de ejes problemticos mul-tidimensionales debamos repensarnos como disciplina? Por supuesto,desde esta postura, adems de trascenderse a s misma, a la antropologafsica tambin le es necesario abandonar la separacin tradicionalentre poblaciones desaparecidas y contemporneas. Es que las teorasy las metodologas propias de estos problemas-eje son distintas segn setrata de seres vivientes o vestigios de seres vivientes? Estaremos con-fundiendo los ejes problemticos de investigacin con las fuentes deobtencin de datos? No deberamos compartir teoras y metodologasy formar parte de grupos de investigacin conjuntos para queinvestiguemos los mismos problemas-eje, con independencia de si losestudiamos en poblaciones desaparecidas o en grupos actuales?

    Nuestra postura personal es que, en efecto, debiramos repensary discutir cmo (ejes problemticos o preguntas de investigacinantropofsicas?) y con quin (antroplogos fsicos en grupos multi-disciplinarios o solamente antroplogos fsicos para preservar la pu-reza de la disciplina?) estructuramos nuestras investigaciones hoy, ascomo cuestionarnos de qu manera formamos a las nuevas generacionesfrente a las demandas integradoras que, nos guste o no, se han produ-cido en el mundo y en la ciencia. ste es un hecho ineludible, lareflexin en el interior de la disciplina de las premisas bajo las cualesest sustentada es un medio inequvoco para tener un campo vigorosode la investigacin (Wood et al. 1992).

    MICRO O MACRO? CUALITATIVO O CUANTITATIVO?

    En consonancia con los enfoques tericos necesarios para investigarejes problemticos multidimensionales, en trminos metodolgicos,

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    en el estudio de las poblaciones contemporneas se han discutidoexhaustivamente las lneas divisorias entre las estrategias cuantitativasy las cualitativas de investigacin (Kelle 2001, Minayo 1993). No sonpocos los investigadores que han optado por una combinacin demtodos (Castro y Bronfman 1999, de Souza y Cruz 1999) o triangu-lacin (Samaja 1992), metfora discursiva que en realidad abre unabanico de distintas posibilidades: convergencias, complementarie-dades o divergencias en el uso de mtodos cuantitativos y cualitativosen un solo proyecto (Kelle 2001).

    Durante el periodo de dominio del mtodo cientfico la maneracientficamente aprobada de probar hiptesis era la cuantificacinestadstica de los datos y la comprobacin de certezas probabilsticasque, sin embargo, muchas veces se interpretan con una rigidez ex-trema injustificada a travs de la aplicacin de distintas pruebas designificancia (segn las caractersticas de la muestra y del instrumentoaplicado). Sin embargo, poco a poco se ha logrado reconocer el papelde la subjetividad en la construccin de las verdades cientficas,principalmente pero no slo, en las ciencias sociales. Se ha debatidoel papel del investigador en la seleccin misma del tema a tratar, en lasrelaciones intersubjetivas e interculturales con sus sujetos investigados,en la seleccin de los datos por recabar y en su interpretacin (estosdos ltimos puntos, importantsimos en el caso del estudio de series es-quelticas, y discutidos en la paradoja osteolgica como se ver msadelante), donde ya se reconoce que las posiciones personales son pro-ducto de momentos histricos y de experiencias biogrficas, y que for-man parte ineludible de los resultados encontrados.

    En las poblaciones contemporneas la perspectiva macro se re-laciona con mucha frecuencia con el uso de mtodos cuantitativos, porla enorme cantidad de datos que hay que manejar, generalmente pro-ducto de censos y encuestas de grandes agregados incluso muestreosnacionales que incluyen muchas variables; mientras que el anlisiscualitativo es propio de los estudios de caso, reconstruccin de tra-yectorias, informantes clave y etnografas. El cuestionamiento que sehace a los primeros es su generalidad, mientras que a los segundos seles remarca su escasa o nula representatividad.

    Desde nuestro punto de vista, los problemas en la interpretacinosteolgica surgen de la extrapolacin de las experiencias de las in-

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    vestigaciones en poblaciones contemporneas a contextos distintos,sin las mediaciones, reflexiones y ajustes necesarios. Por un lado, en lasciencias sociales contemporneas, el mismo concepto de poblacin,tan usado en la demografa, ha sido objeto de debate, dado que susimbricaciones o fronteras con otros criterios de agrupacin de lascolectividades estn basadas en identidades y/o en relaciones inter-personales socialmente definidas, tales como grupo social, etnia, clase,familia, nacionalidad, etctera, y todos estos conceptos pueden noestar claramente definidos en los estudios que usan el concepto po-blacin. Esto es as porque el conjunto de individuos que se asumen ono como parte de una poblacin no es mecnico; la subjetividad y lacultura tienen un papel importante en el sentido de pertenencia.

    Todo esto nos ha llevado a cuestionarnos las conclusiones a lasque frecuentemente llegamos y la manera en que reportamos nuestroshallazgos. Por ejemplo, vale la pena recordar que en la aplicacin depruebas de significancia se exigen condiciones en las muestras (30 ca-sos y distribucin estadstica gausiana) que pocas veces se cumplen enlos datos obtenidos de restos seos, ya sea por la escasez del materialo por su mal estado de conservacin. Por tanto, en el contexto prehis-pnico mexicano parecera que la norma es que se trabaje con perspec-tivas micro, donde cada sujeto o un conjunto de ellos son, realmente,estudios de caso. Por tanto, las conclusiones encontradas en stos nopodran ser generalizables porque no se asegura que representen alconjunto de la poblacin ni que sean oriundos del territorio donde seles encontr (lo cual sera tema de otra exposicin). Esto hace, por lomismo, necesario revisar con cuidado las interpretaciones y lasconclusiones que derivamos de nuestros hallazgos.

    LO PREHISPNICO COMO OBJETO DE ESTUDIO

    En parte, la separacin del estudio de la biologa humana en dos ob-jetos de estudio distintos (los grupos humanos contemporneos y losdesaparecidos) se puede explicar por el desarrollo mismo de la cienciaen Mxico, lo cual ha significado un avance pero tambin una limitacinpara la evolucin de la antropologa fsica en nuestro pas.

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    el logro mayor de la antropologa que surgi de la Revolucin [...] fue habercreado una concepcin que reconoci el carcter original de las diversasculturas mesoamericanas y a partir de este reconocimiento discurre enfoquesidneos para comprender su desarrollo dentro de sus propios marcos histricos yculturales (Florescano 1992: 7).

    De esta manera, en la fundacin de la antropologa mexicanamoderna (1930-1950) se privilegi un anlisis global de las culturasmesoamericanas (Florescano 1992: 10), y los antroplogos fsicos con-tribuyeron a este debate con el anlisis de restos seos producto de lasexcavaciones arqueolgicas, pero muchas veces al margen de las dis-cusiones propias de los problemas inherentes a la biologa de laspoblaciones. Desde el positivismo lgico, el estudio de la variabilidadbiolgica de las poblaciones humanas se presenta a manera de rompe-cabezas desintegrados con dimensiones temporales y regionales, justa-mente porque toma el todo como la suma de sus partes. Por un lado,estn los problemas terico conceptuales de los grupos que nos ante-cedieron, grupo a grupo, sitio a sitio y periodo a periodo, y, por el otro,los mismos, pero de los grupos contemporneos que ni siquiera se lesconsidera una continuacin del mismo rompecabezas, que provienede las poblaciones del pasado; por lo que decimos que el rompecabezasno est integrado.

    De esta manera, la analoga entre el rompecabezas y el conoci-miento sobre la biologa humana tiene que ver con la concepcin dela realidad, las fuentes de datos, los documentos que se utilizan, lasrepresentaciones histricas, la bsqueda, o no, de la verdad y la meto-dologa inherente al proceso de investigacin. Para exponer esta pro-blemtica en perspectiva, con la finalidad de que se entienda mejor,usaremos la metfora de la diferencia entre el detalle y el fragmentoen el arte. Si se conoce la totalidad de una obra (cualquiera que sea),las partes que la constituyen son detalles de la misma; pero si la tota-lidad se ignora, esas partes son fragmentos. Un detalle es un corte, unaseccin que se hace de algo entero con fines analticos; un fragmentoalude a algo que est roto, que no se sabe cmo encaja en el todo, queno se conoce; no es una seccin deliberadamente escogida, sino unafraccin circunstancial, accidental; la totalidad est ausente, estinasible y se desdibuja, y si se le quiere reconstruir, se procede a tientas,aadiendo partes y completando vacos. Por tanto, el reto es recuperar

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    detalles (o ejes problemticos), y no los fragmentos (temas aislados) de losprocesos de la vida humana, la cual es la totalidad de la obra que se quiereconocer. Por tanto, stos son partes de un rompecabezas que se irnpegando uno a uno con simple paciencia, y se debe tener en mente quequiz algn da se van a agrupar por completo, sin tener certeroconocimiento de cuando ser ese da o si lo lograremos.

    As, la teora que explica los estudios de la salud, la nutricin, ladesigualdad social, con perspectiva de gnero, de la relacin sociedad-ambiente, etctera, en contexto, cada uno de stos, con un sistemacultural, social, econmico o poltico en el interior de la sociedad quese quiere investigar, la podramos reconocer como los detalles de lavida humana, como obra, y los fragmentos seran tan slo sus in-dicadores, distribuciones de grupos (cualesquiera que sea) con ciertascaractersticas inherentes a ellos, cuyos elementos se encuentran ais-lados e incomunicados, con una explicacin razonada sobre suexistencia.

    DIFICULTADES EN EL USO DE LOS RESTOS SEOS COMO FRAGMENTOSPARA DISCERNIR DETALLES

    De aqu en adelante nos referiremos a las dificultades de la antropologafsica en el estudio de los restos seos para que stos dejen de ser slofragmentos de un todo inacabado y transiten a ser la va para conocerlos detalles (o ejes problemticos) de la obra llamada vida humana.

    Para ello desarrollaremos tres lneas de reflexin en este ensayoque van a ir unidas por un punto de cohesin y que ser el cmo se con-forman las colecciones esquelticas, su interpretacin y su posiblerelacin con los estudios historiogrficos como un mtodo para sureinterpretacin. Este ltimo elemento constituye nuestra propuestapara zanjar algunos de los problemas inherentes que se han estadodebatiendo a lo largo de la ltima dcada del siglo XX, que se refierea las colecciones seas y sus interpretaciones para el estudio de losgrupos humanos del pasado a travs de ellas. Estas lneas son:

    La problemtica sobre la verdad y el tiempo en relacin con laparadoja osteolgica en antropologa fsica (Wood et al. 1992);

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    La problemtica de los estudios poblacionales, sus limitantes yaportaciones, basados en restos seos;

    La perspectiva micro en el anlisis de las colecciones de restosseos de grupos humanos alguna vez vivos, particularmente a partir dela microhistoria, para lo cual se expone su definicin, su marco tericoy su posible aplicacin en el estudio de las poblaciones pasadas;

    Por ltimo, se reflexiona sobre si lo aqu discutido puede seruna gua para el estudio de las poblaciones del pasado a travs de restosseos.

    VERDAD Y TIEMPO EN LA PARADOJA OSTEOLGICA

    Verdad y tiempo son dos elementos esenciales e inherentes al momentode la interpretacin histrica de los procesos sociales que investigamos.Nunca escapan de nuestros estudios. La verdad puede estar asociadacon la objetividad de que disponemos para analizar cada momentosocio-histrico y, por lo tanto, estar definida como verdad histrica ycientfica. Ella tiene un carcter dinmico, inacabado, como lo hansealado mltiples autores.

    La historia, comenta Huizinga (cfr. Ortega y Medina 1992: 42), es,de todas las ciencias, la que se acerca ms a la vida. En ello reside sudebilidad y su fuerza. Hace variables sus normas, dudosa su certidumbre;pero al mismo tiempo le da universalidad a lo que analizamos. Sinembargo, la verdad histrica no es una, sino mltiple, segn los lugaresy las pocas, aade Iglesias (cfr. Ortega y Medina 1992: 42). Esto nosrecuerda lo sealado por Wood et al. (1992: 356, 357) cuando rein-terpretan los datos hasta el momento sealados por Cohen y Armelagos(1984) a la luz de nuevas consideraciones no vistas por estos autores(sobre el debate especfico vanse Cohen 1994, Wood y Millner 1994).Ellos manifiestan que su interpretacin de las consecuencias de latransicin de la caza-recoleccin hacia la agricultura en la salud de laspoblaciones humanas no es necesariamente ms correcta (verdica?)que las previas, sino que ambas pueden ser correctas para diferentesperiodos y lugares donde habit el ser humano, pues los modelosinterpretativos tienen un nmero infinito de valores de las probabi-

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    lidades de las poblaciones que son igualmente compatibles con lasprobabilidades agregadas observadas (p. 357).

    Esto lo podemos resumir en la sentencia de Juan de Mairena (cfr.Ortega y Medina 1992: 43) acerca de lo pasado, que l ve como una ma-teria de infinita plasticidad, apta para recibir las ms variadas formas.De tal manera, el pasado humano, en lugar de ser una realidad ajenaa nosotros, es nuestra realidad, y si concedemos que el pasado humanoexiste, tambin tendremos que conceder que existe en el nico sitio enque puede existir: en el presente, es decir aade de Mairena, ennuestra vida, as como los hechos estn fabricados y seleccionadospreviamente por el investigador (cfr. Ortega y Medina 1992: 43).

    La verdadera historia es, por tanto, para Len-Portilla (1992: 57)una bsqueda de significados. Al estudioso de las poblaciones del pa-sado le interesa esclarecer las relaciones que puede haber entre di-versos acontecimientos, [y] precisar [sus] causas y [sus] efectos.

    El tiempo resurge en nuestro discurso, por aquello de los aconte-cimientos, siendo el mismo Len-Portilla (1992: 58) quien nos pro-porciona una interesante reflexin acerca del tiempo, qu es y qusignifica existir en el tiempo? La constatacin humana del cambio de lamateria es el tiempo, pero ste es una construccin cultural, no de unaentidad ajena a la subjetividad humana. La conciencia integra captay entiende el tiempo, lo que va aconteciendo en un da, en un mes,o a lo largo de los aos. Los historiadores integran un tiempo y unespacio que ya no existen, y en esta labor ni el tiempo ni el espacio loslimitan; entonces se pregunta Len-Portilla: cmo puede pretenderun historiador saber de hechos tan lejanos? Esto lo hace a travs de laintegracin de los restos materiales y de las fuentes escritas: vestigiosy testimonios.

    En cuanto a los estudiosos del pasado, cuyo inters es integrar unaimagen coherente de las antiguas culturas, en este caso las que habi-taron en Mesoamrica, por poner un ejemplo, su tarea no es fcil se-ala Len-Portilla, por el tipo de testimonios y vestigios de que disponen.El gran problema, acota el autor, es encontrar crticamente la metodo-loga ms adecuada para integrar una imagen significativa de desarrollosculturales alejados en el tiempo. La meta es integrar esa imagen desecuencias temporales remotas[...] pero sabiendo que el pasado seencuentra insoslayablemente interpretado desde el presente (p. 58).

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    LOS DATOS NO HABLAN POR S MISMOS: ELEMENTOS A CONSIDERAREN LA INTERPRETACIN DE LAS COLECCIONES SEAS

    Wood et al. (1992) enlistan tres problemas para el estudio de los di-ferentes grupos humanos, analizados a travs de sus restos seos, loscuales pueden servir de marco conductor para elaborar propuestasque permitan encontrar nuevos derroteros en la investigacin antro-pofsica. Ellos exponen el siguiente argumento: los antroplogos fsi-cos disponen de series esquelticas de las cuales extraen informacinestadstica (frecuencia de lesiones en huesos y dientes, edad promedioen el momento de la muerte, etctera) que relacionan con el estatusde salud de las poblaciones pasadas representadas por los restos seosanalizados. As, se elaboran modelos paleoepidemiolgicos y paleo-demogrficos de estas sociedades. Sin embargo, al hacerlo pasan poralto, consciente o inconscientemente, tres problemas conceptuales:1

    la no estacionariedad demogrfica (su impacto est al momento derealizar clculos paleodemogrficos y por ende sus interpretaciones);la mortalidad selectiva, siendo su campo de accin la conformacin de lamuestra esqueltica seleccionada, la cual estar sesgada hacia gruposde edad o sexo, o sector especfico de la poblacin, y por ende no sernrepresentativas de la poblacin que se va a estudiar; y por ltimo, lainmensurabilidad de la heterogeneidad individual [heterogeneidadescondida] al riesgo de enfermarse o morir, lo que significa que la po-blacin con la cual las series esquelticas estn ensambladas fueronhechas por una mezcla desconocida de individuos cuya variedad en susubyacente debilidad [frailty, concepto en ingls] o susceptibilidada enfermarse o morir (1992: 345) no se puede conocer.

    No pretendemos en este ensayo hacer una reflexin exhaustivade estas tres problemticas, simplemente queremos recuperar algunoselementos de suma importancia que han surgido a lo largo del debatey permiten realizar nuestra reflexin, sobre todo conceptualmente.De lo anterior obtenemos que debemos estar vigilantes, como cien-tficos sociales, del lenguaje conceptual utilizado (muestra, poblacin,

    1 Existen otra series de cuestionamientos acerca de los estudios osteolgicos dela poblaciones pasadas: conservacin diferencial de segmentos seos (por constitucinpersonal, edad y gnero, por sealar algunos); hallazgos estocsticos de los entierros;metodologas y tcnicas controversiales para estimar edad, etctera.

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    etctera) y de las conclusiones que pueden derivarse de los anlisis (lapoblacin maya del Clsico, la frecuencia de x enfermedad en la po-blacin), tal como sucede en los estudios de caso de las poblacionescontemporneas. Varios de estos hechos tambin han sido sealadospor otros importantes investigadores (Goodman 1993, Saunders yHoppa 1993).

    Cohen (1994: 629) seala, como parte de la critica a la hetero-geneidad escondida propuesta por Wood et al., que, a excepcin de unaextrema selectividad, la cohorte de muertes actuales de una poblacin,para cualquier ao, normalmente sera una justa representacin dela poblacin viviente desde la cual sta llega, porque, aade el autor, lanaturaleza del azar en las muertes sin seleccionar presenta solamen-te un pequeo sesgo para cada de las diferentes ventajas selectivasligeras. En particular, la mayora de las muertes humanas estn rela-cionadas dbilmente con las enfermedades crnicas que los esqueletoshumanos muestran (o estas patologas tienen solamente un pequeo por-centaje de contribucin a la probabilidad de muerte) y los esqueletospueden, por lo tanto, ser una muestra aleatoria con respecto a las pato-logas esquelticas visibles en el conjunto de individuos que solemosdenominar la poblacin.

    La reaccin de Wood y Milner (1994), a lo precisado por Cohen,no se hizo esperar, argumentaron que estas dos condiciones (la hete-rogenidad y la selectividad) son universales en todas las poblacioneshumanas y que la selectividad de la mortalidad puede operar en totalausencia de la seleccin natural. Para estos autores, la suposicinfuerte de los ostelogos acerca del estudio de las condiciones de vidade las poblaciones del pasado, en cuanto a su representatividad, seplantea sin examinar las implicaciones que sta tiene. Y, sobre todo, lasuposicin de Cohen (1994) acerca de que la mortalidad no es selec-tiva pone en duda esta asercin, base de la labor de la mayora de losepidemilogos y los demgrafos con las poblaciones contemporneasy, por extensin, de los ostelogos.

    Varios autores estn de acuerdo con Cohen en que la mortalidadpresenta elementos estocsticos, los cuales han sido evaluados por mo-delos demogrficos (vase Wood et al. 2002). No obstante, Wood y Milneraseveran que las colecciones esquelticas son, en general, una muestrasesgada de la poblacin viva. El sesgo puede ser grande o pequeo,

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    pero existe matemticamente, y no hay ni teora ni evidencia empricaque muestre que pueda ser simplemente ignorado, como ocurre confrecuencia (1994: 635).

    QU ES ESO QUE LLAMAMOS POBLACIN?

    De lo anterior desprendemos la reflexin sobre una de las categorascomnmente utilizadas en el anlisis de los restos seos a partir delfinal de los aos sesenta:2 la poblacin. Srivastava (1994) seala quea finales de los aos setenta y, en especial, en los aos ochenta las cien-cias antropolgicas fueron fuertemente influenciadas por la demo-grafa, sobre todo por la teora de las poblaciones estables, lo que laencaminaba a comprender las variables demogrficas dirigidas a loscambios en las facetas de la estructura social de las sociedades prein-dustriales.

    El concepto de poblacin es una entidad abstracta que engloba atodos los grupos sociales3 divididos por alguna categora. El individuo,la unidad de la poblacin (la base de la sociedad), homogeiniza y dilu-ye las diferencias, constituyndose en sujeto histrico. Esto permitehacer la enumeracin, la suma o la agregacin de los individuos indi-ferenciados y, por tanto, la categora poblacin, en nuestros tiempos, esusada para designar al conjunto de habitantes de un lugar. Por tanto,el individuo es la base del concepto moderno de poblacin, que essimplemente la suma de las caractersticas de los individuos que laconforman (Canales 2001: 386).

    Otro punto importante acerca del uso de esta categora analticaes que designa algo real y concreto, que bajo las consideracin deCanales (2001) hace al investigador presa de una ilusin metodolgicaque lleva a aceptar una abstraccin numrica como una representacinde realidades empricas y concretas; pero la poblacin no existe, sentencia

    2 Vase igualmente, sobre este punto, lo sealado por Ann Katzenberg1992: 361.

    3 Son aquellos grupos de individuos en donde las asociaciones son mantenidassobre el tiempo y el espacio, donde los individuos son consistentemente interactivos,donde el reconocimiento individual de otros puede ser encontrado y donde las aso-ciaciones estn relacionadas familiar y genticamente (Foley y Lee 1996).

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    el autor, es una invencin de la modernidad, un concepto histrica-mente determinado (Canales 2001: 386-387) y, agregaramos nosotros,es una herramienta metodolgica para el anlisis de grandes agregados,donde la poblacin se conforma por la suma de individuos que se en-contraron juntos.

    Qu implicaciones tiene en el discurso antropofsico el concebira la poblacin de esta manera? Bien se ha dicho que ha habido un cam-bio cualitativo desde los aos setenta a fechas recientes al pasar delanlisis de los individuos y sus peculiaridades al enfoque poblacional(paleoepidemiologa y paleodemografa) en nuestra disciplina, peroello nos ha llevado a perder la diferencia en el interior de la unidad (pa-rafraseando a Canales 2001) y hemos creado una entelequia que nospermite agregar individuos arbitrariamente y efectuar generalidadesa partir de ellos.

    Empleando esta informacin para discernir sobre lo que hacemoscon las colecciones esquelticas, Wilkinson (1992: 364) seala que re-gularmente se acepta que las series esquelticas son entidades uni-ficadas, ms que una coleccin de subgrupos que fueron expuestos amorir a diferentes edades. Como consecuencia, sealan Wood et al., lasinferencias paleodemogrficas y paleoepidemiolgicas (paleopatol-gicas especficamente como lo exponen los autores) son problemticas.Aun si se quisiera clasificar a las poblaciones prehistricas por su nivelgeneral [demogrfico o de salud], aaden los autores, el problema se-ra que las poblaciones no pueden ser significativamente compara-das, si sus distribuciones de fragilidad difieren en forma desconocida(1992: 349).

    Por tanto, en osteologa se ha creado una falsa unidad de anlisispoblacional a travs de las colecciones esquelticas que se analizan.Hemos retomado el concepto de poblacin sin una reflexin sobre susimplicaciones y lo hemos impuesto con calzador terico (por demsendeble) a los problemas que enfrentamos al estudiar a las sociedadesdel pasado. Queremos estudiar a estas sociedades como se estudian alas sociedades del presente en la demografa, la epidemiologa, la nu-tricin, haciendo equivalentes tericos-conceptuales: paleodemogra-fa, paleoepidemiologa, paleonutricin, etctera; pero sin una reflexinexhaustiva de los principios tericos y metodolgicos. Consideramosque una de las vas para la solucin de este nudo acadmico es tomar

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    en cuenta elementos tericos provenientes de la historia, concreta-mente la microhistoria.

    CAMBIO DE PARADIGMA EN LA OSTEOLOGA ANTROPOLGICA: HACIALA MICROHISTORIA?

    La historia desde abajo o microhistoria y la antropologa que se basaen el estudio de los restos seos, desde nuestro punto de vista, tienensimilitudes extraordinarias en sus objetivos. Segn E. P. Thompson(cfr. Serna y Pons 2000: 33), su centro es la exhumacin de lo que fuela vida de la gente corriente, lo que obliga a ampliar la visin del pa-sado al incorporar sujetos de sectores populares de los que antes nadiesaba ni se deca nada. Gonzlez y Gonzlez (1997: 15) comenta queNietzsche distingui tres tipos de historia: i) la monumental, ii) lacrtica, y iii) la anticuara o arqueolgica; a esta ltima la define comola que con fidelidad y amor vuelve sus miradas al solar natal y gustade lo pequeo, lo restringido, lo antiguo, lo arqueolgico, es decir, lamicrohistoria.

    En palabras de Serna y Pons (2000), la microhistoria es reivindi-cacin de las comunidades pequeas y su necesidad de contar con unahistoria propia, aade Wobeser (1992). ... ya en los aos ochenta cadapueblo del pas empez a exigir su derecho a la diferencia con respectoa otros pueblos, a querer tener su propia historia..., refiere Gonzlezy Gonzlez (1992: 37).

    Segn Giovanni Levi (cfr. Serna y Pons 2000: 34-35), hay tres ras-gos de proceder de la microhistoria, dos de los cuales interesan aqu:primero, la reduccin de escala, que es el dictum central de la perspectivamicro, el cual permite cambiar el enfoque habitual de las cosas; lacreencia de que la observacin microscpica revelar factores ante-riormente no observados debido a la sustitucin de las preguntas ob-vias que por automatismo formulamos; y, segundo, la elaboracin deun paradigma que aborda el conocimiento de lo particular y que lointegra dentro del saber cientfico y formal.

    Por lo tanto, los microhistoriadores se caracterizan por tres ele-mentos: i) por hacer de su trabajo un constructivismo consciente en elque no hay nada dado de antemano, en el que no pueden aceptarse

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    ciertas evidencias epistemolgicas tradicionales; ii) por un antiescep-ticismo que es la apuesta cognoscitiva ms especfica de la microhistoriaitaliana; y iii) por el contexto de estudio si de cosas pequeas nos ocu-pamos, hemos de hacerlo ubicndolas en el tiempo y espacio corres-pondiente (Ginzburg, cfr. Serna y Pons 2000: 236-237).

    El espacio de la historia local, la microhistoria, tiene lmites pocoprecisos y muy cambiantes, oriundos del sentimiento y de la accin,sentencia Gonzlez y Gonzlez (1991: 25), suele ser definida como elterruo. Sus caractersticas se pueden resumir de la siguiente manera ysiempre siguiendo la gua de Luis Gonzlez (1991: 24-25): este espaciopuede ser una breve corporacin, un barrio, una colonia dispersa enuna urbe, un pueblo o una villa, una ciudad monovalente. Es una ma-tria, una patria chica, como le llama nuestro autor, la cual es un espaciogeosocial que imprime una marca a sus habitantes. As, la matria o elterruo se distingue por tener lmites administrativos que lo separan deotros terruos, con poblacin escasa, donde todos se conocen entre s,y posiblemente todos se unen mediante lazos consanguneos o deparentesco no necesariamente biolgicos. En estas comunidades lasligas de orden social son poco econmicas y muy sanguneas y emoti-vas, aade Luis Gonzlez, aunque en su interior se presenta un ordenjerrquico impuesto por caciques o personajes que ostentan el poder(econmico, militar o religioso). Cosa contraria, afirma l, con las me-dianas comunidades de una regin donde s se establecen importanteslazos econmicos. En el terruo se destacan los valores culturales delas distintas pocas. Confronta lo lugareo con la regin y la patriacomn. Una historia local es difcilmente concebible si no la precedeo acompaa la descripcin del contorno.

    La historia local es casi siempre geohistrica; es difcil y no esdeseable arrancarla de su residencia, de su ritmo de vida, lentsimo, enel que se nutren y reposan estructuras sociales, econmicas y culturales,as como acontecimientos de toda ndole. La minihistoria slo se en-tiende si se parte de la vida natural. La microhistoria evita las falsasgeneralizaciones, busca las excepciones de la teora que esgrimen lasdems ciencias sociales, pone peros a las simplificaciones [sic] de otroscientficos sociales. Gonzlez y Gonzlez (1997: 14) seala que lo im-portante no es el tamao de la sede donde se desarrolla el estudiomicrohistrico, sino la pequeez y cohesin del grupo que se estudia,

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    lo minsculo de las cosas que se cuentan acerca de l y la miopa conque se las enfoca.

    La maxihistoria puede partir de los sucesos de duracin media yquedarse en ellos como lo hacen las historias econmica y social. Lamicrohistoria se agarra de los hechos hallados por el arquelogo y porla tradicin oral, echa mano de los papeles de familia, registros ecle-sisticos, registros notariales, censos de poblacin y econmicos, infor-mes de personajes clave del terruo: curas, alcaldes, gobernadores,etctera, de libros de viajeros y de reportajes para la prensa peridica(Gonzlez 1971: 226-227; 1991: 24-25, 29, 35).

    La maxihistoria trabaja con personajes clave, con masas, con en-tidades ficticias (el Estado, la nacin). Los protagonistas de la micro-historia son generalmente los individuos del pueblo raso o si se quierede la elite local que difiere muy poco de la masa local. La vida localraramente deja huellas abundantes. La microhistoria es distinta de lahistoria a secas por su mayor dosis de emotividad, presencia, geografa,detalle y literatura, y por ser menos formalista, metdica, cuantitativay cientfica. La microhistoria llega a su destino a travs de la herme-nutica imprescindible en el gnero histrico, aspira, ms que a saber,a conocer a la gente, a la sociedad que estudia.

    La tradicin de la historia local entre los estudios de las poblacionesse remonta a la poca prehispnica. Jimnez Moreno (citado por Gon-zlez y Gonzlez 1971: 229) comenta que:

    En Mesoamrica slo exista la historia parroquial [sic]. Nuestros indgenascarecan del concepto de historia general y en lpidas o en cdices consignabansucesos relativos a su terruo, rebasando este estrecho marco slo cuando se tra-taba de conquistas efectuadas en lugares ms o menos distantes, o cuando sealuda a lejanos puntos de partida de donde procedan algunos inmigrantes. Lahistoria precolombina es, pues casi siempre microhistoria.

    Ignacio Ramrez, citado igualmente por Gonzlez y Gonzlez(1971: 235-236), comenta atinadamente, y que nos debera hacer eco:en vano nos empeamos en confundir en una sola a cien nacionesdiferentes [cursivas por los autores]. Por lo que Mxico, o lo que co-nocemos como Mxico, desde tiempos precolombinos hasta el actual,es altamente plural (Gonzlez y Gonzlez 1991: 26). Luis Gonzlez yGonzlez (1991: 26) afirma, por lo tanto, que es posible, aunque no

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    deseable, estudiar los terruos de Mxico en forma aislada; empero cadaterruo, cada matria, no es un ente aislado y autnomo sino piezas de unproceso regional y es ms amplio que la regin.

    Para finalizar este apartado slo queremos retomar lo que diceGonzlez y Gonzlez y que es por dems curioso. l afirma que lamicrohistoria se hace ms con conjeturas que con testimonios, quetodava anda a tientas. Ser esto un paralelismo con la antropologafsica, en especfico, con la osteologa antropolgica, que trabaja mscon conjeturas que con los testimonios de las culturas que queremosanalizar?

    COMENTARIOS FINALES

    De acuerdo con Wood et al., las inferencias sobre la salud y modos devida y, diramos nosotros, la reconstruccin de las diferentes facetasde la sociedad del Mxico antiguo, a partir de los detalles enmarcadosen anlisis paleodemogrficos y paleopatolgicos dentro de ejes-problema,no son imposibles: Simplemente tales inferencias son ms difciles delo que originalmente se crea y por ende tambin ms interesantes(Wood y Milner 1994: 636). La solucin para las problemticas plantea-das arriba, bajo consideracin tanto de Goodman (1993) como de Woody Milner (1994), est en encontrar las interrelaciones de los procesoscon modelos que ayuden explicar las observaciones en restos seos.

    Sin embargo, el contexto histrico-arqueolgico del Mxico an-tiguo enriquece y dificulta la creacin de tales modelos, ya que setratan de sociedades estratificadas, complejas y que en su mayorase desarrollaron por largos periodos; esto hace que la tarea de laconstruccin terica no sea fcil. Por tanto, creemos que el marco dereferencia de la microhistoria puede ser importante para delimitar losuniversos de anlisis. En el estudio de colecciones osteolgicas esmodesto, se refiere a la visin micro, propia de los estudios de caso,y no a los hechos de grupos sociales y culturales formados por cientoso miles de personas con identidades y relaciones sociales diversas, enregiones ocupadas por cientos de aos, que no podemos aprehender apartir de unos cuantos indicadores (antropofsico-arqueolgicos).

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    Las crticas justificadas de Wood et al. (1992) han sido un parteaguas en la antropologa fsica; quisiramos seguir en el camino de ladeconstruccin terica de la disciplina con la finalidad de evitar lasinercias y las interpretaciones mecnicas que hacemos continuamenteen los trabajos osteoantropolgicos. Nuestro aporte es mnimo, ya quesolamente hemos planteado el uso de la microhistoria para salvar,tangencialmente, un problema de tantos a los que se enfrenta la in-terpretacin de la variabilidad humana en su devenir por medio derestos seos, el cual para su mejor interpretacin tiene que ver con laseleccin de la muestra y su ubicacin en tiempo y espacio. Siendo es-pecficos, si tomamos en cuenta que las colecciones esquelticas sonagrupaciones de individuos que estuvieron bajo el riesgo de morir enuna edad especfica, en tiempo y lugar especficos, y que por lo tantoson agrupaciones de individuos sesgados por la heterogeneidad indi-vidual y la mortalidad selectiva, proponemos evitar la tentacin de hacerinferencias a grandes escalas o realizar interpretaciones maxihistricas,como el sealar: las condiciones de vida de la sociedad maya en elPoclsico tardo era tal o cual, sino ser ms conservadores y hurgar dentrodel ropaje de la microhistoria procesos sociales de la localidad quetratamos de descubrir, deshilvanado la madeja en busca de detalles que noshablen ms de los diferentes grupos humanos que constituyen lapoblacin, y no de la poblacin en general en abstracto (pues esto esde suma importancia en el discurso de Wood et al.), con preguntas deinvestigacin sustentadas en marcos tericos slidos extrados, porejemplo, de la teora antropolgica o de la sociologa, sin perder la vi-sin micro, y por lo tanto respondiendo a ejes-problemticos.

    Wood et al. exponen muy bien (1992: 357) que los ostelogosdebemos permanecer como consumidores ms que productores de lateora relevante. No ceder a la tentacin de querer ser historiadores,genetistas, epidemilogos, etctera, para resolver los problemas terico-metodolgicos que nos ataen, sino que a partir de los trabajos de loscolegas encontremos las respuestas y fortalezcamos el desarrollo de unmejor entendimiento del rol jugado por el contexto cultural en de-terminar la solucin de los problemas centrales: la heterogeneidad yla mortalidad selectiva de las poblaciones. As, esperamos que estacontribucin permita abrir el debate a la reflexin terica y la reno-vacin constante de nuestra disciplina.

  • A. ORTEGA M. Y F. PEA S. M.36

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