Michel Onfray - La comunidad filosófica

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  • Michel Onfray

    LA COMUNIDAD FILOSFICA

    ClaDe MaFilosofa

  • ClaDe MaFilosofa

    G ia co m o M a r r a m a o KairosApologa del tiempo oportuno

    A le s s a n d r o F e r r a r a La fuerza del ejemploExploraciones del paradigma del juicio

    E r n s t T u g e n d h a t Un judo en AlemaniaConferencias y tomas de posicin (197-8-1991)

    E r n s t T u g e n d h a t Antropologa en vez de metafsica

    M a r io B u n g e A la caza de la realidad

    S e y la B en h ab ib El ser y el otro en la tica contemporneaFeminismo, comunitarismo y posmodernismo

    S e y la B en h ab ib L os derechos de los otrosExtranjeros, residentes y ciudadanos

    J osep M .a E squiro l E l resp eto o la m irad a a ten taUna tica para la era de la ciencia y la tecnologa

  • LA COMUNIDAD FILOSFICA

    Manifiesto por una Universidad popular

    Michel Onfray

    Traduccin de A ntonia Garca Castro

  • Titiilo del original francs:La communaut philosophique, de Michel Onfray ditions Galile, 2004.

    Traduccin: Antonia Garca Castro

    Ilustracin de cubierta: Taller de maquetacin Editorial Gdisa

    Primera edicin: mayo del 2008, Barcelona

    Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

    Editorial Gedisa, S.A.Avenida delTibidabo, 12, 3.08022 Barcelona (Espaa)Tel. 93 253 09 04 Fax 93 253 09 05correo electrnico: [email protected] http: / / www.gedisa.com

    ISBN: 978-84-9784-252-5 Depsito legal: B. 4782-2008

    Impreso por Romany/VallsVerdaguer 1 - 08786 Capellades (Barcelona)

    Impreso en Espaa Printed in Spain

    Queda prohibida la reproduccin parcial o total por cualquier medio de impresin, en forma idntica, extractada o modificada de esta versin castellana de la obra.

  • A mis amigos de la Universidad popular, conocidos como los del canal histrico: Sverine Auffret, Gilles Genevive y Grard Poulouin.

    Y, desde luego, a Dorothe Schwartz.

  • Dnde volveremos a edificar el Jardn de Epicuro?

    F. NlETZSCHE, Carta a Peter Gast, 26 de marzo de 1879.

    Vinculada a un organismo violento e impetuoso, la filosofa de la Ilustracin se hizo, a su vez, violenta e impetuosa.

    F. NlETZSCHE, Humano, demasiado humano,II, 221.

  • Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente de la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso cientfico y en los beneficios que de l resulten.

    Declaracin universal de los derechos humanos,artculo 27.

  • ndice

    In t r o d u c c i n . Fu n d a r

    Un jardn nm ada.......................................... 19Una antirrepblica........................... ............ 22Un contrato filosfico................................... 24Un jardn fuera de las paredes....................... 27Una revolucin atmica................................. 29

    P r im era parte . M iserias d e la fil o so fa

    Legitimar........................................................ 35Las plumas del filsofo................................... 35La existencia filosfica................................... 38Destruccin del modelo antiguo................... 42Permanencia de una sabidura p rc tica ........ 44

  • Legitimaciones populares............................... 47La era de la mercanca filosfica................... 51

    Institucionalizar............................................ 55Una historiografa para derribar................... 55Bajo un rgimen de escritura platnico........ 58Emascular la filosofa..................................... 62

    Escolarizar........................... .......................... 67Libertad vigilada............................................ 67Reglamento interno de la filosofa............... 70Ejercicios de estilo calibrados....................... 73Una administracin platnica....................... 76

    D efo rm ar........................................................ 83Filosofa de caf ............................................... 83Del modelo meditico..................................... 87La biblioteca rosa en filosofa....................... 90Filosofar en televisin?................................. 93Deformacin televisiva................................. 97

    Segunda parte. Elevar la filosofa

    Ampliar............................................................ 103Por una liberacin........................................... 103Temas o tratamientos filosficos?............... 105Acabar con el pblico incestuoso................. 107Devolver la filosofa al pueblo....................... 111

  • Elevar.............................................................. 115Cartografiar territorios.................................. 115 Quin tiene derecho a la filosofa?............. 118Acerca de una filosofa popular..................... 121Oscurecer o simplificar la forma................... 123

    Innovar............................................................ 127Genealoga del filsofo................................... 127Asesinato de los nios..................................... 130Por una pedagoga libertaria......................... 132Qu m todo?................................................ 135

    Realizar............................................................ 139Acerca de un elitismo para to d o s ................. 139Acerca de la Universidad p opular................. 141La UP, todava ................................................ 144El intelectual colectivo................................... 149Retorno al individuo...................................... 151Restaurar la filosofa...................................... 153

  • Un jardn nmada

    Aspiro a un nuevo tipo de Jardn de Epicuro, pero fuera de las paredes, ya no sedentario, geogrficamente cerrado, localizado, sino un Jardn nmada, porttil y mvil, llevado consigo ah donde uno est. Un Jardn virtual cuyos efectos sean reales. Una manera de vivir segn los principios epicreos en el mundo y no a su lado. Propongo una mquina de guerra que, siguiendo el principio del caballo de Troya, entre en la ciudad para llevar a cabo su combate de resistencia, de oposicin y de vida alternativa al mundo trivial.

    As, no nos puede extraar que con la historiografa clsica se conozcan las tesis de Epicuro sobre la tica o la fsica, el detalle de su frgil constitucin fisiolgica, que se glose sobre el tetrafarmakon, que se diserte sobre sus orgas con un pequeo bote de queso y un vaso de agua, que algunos pasen

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  • su vida de investigadores en la filosofa preocupados por el peso de sus tomos, pero que en ningn lugar aparezca un informacin concreta sobre el Jardn...! Ni tanto, ni tan poco.

    Al noreste de Atenas, yendo tras las huellas de ese lugar mtico, engaado por las indicaciones de un mapa, en lugar del Jardn de Epicuro lo nico que encontr fue la plaza de una iglesia sucia con nios que jugaban como pjaros en una jaula. Coches por todos lados, una gran contaminacin, huellas de xido de carbono en las paredes, establecimientos con carteles deteriorados, nada que indicara el lugar filosfico. Queda esa idea de que estaba en las afueras, en los suburbios, lejos del centro, del Partenn y de la Acrpolis donde vivan los dioses, los importantes y la sombra de Platn.

    Ahora bien, para m el Jardn de Epicuro constituye lo que Deleuze llama un personaje conceptual, una figura, una oportunidad de filosofa y de filosofar, un concepto que reviste la misma dignidad que el nmero pitagrico, la idea platnica, la pokh escptica y otros clsicos de la filosofa. El Jardn: una obra filosfica, una encarnacin, una idea que se ha vuelto volumen. Edificio epicreo, casa conceptual o vivienda destinada a la idea, podemos imaginar que, al igual que Malaparte, el filsofo dispona de una casa a su semejanza.

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  • En un aspecto absoluto, todo Jardn proviene del Tigris y del ufrates, en Mesopotamia, donde se ubica por primera vez un paraso. Comprend lo que Epicuro nombraba en Mauritania, en un oasis, cuando tras horas de desierto, de arena, de viento abrasador, con el cuerpo deshidratado, entr en el de Terjit: frescor del riachuelo ondulante bajo las ramas verdes, sombras de las palmeras, suavidad del aire, contraste con el calor en las dunas, pureza del agua en la que uno se baa desnudo, arena de polvo anaranjado, destellos de luz jugueteando por todos lados en el suelo, murmullo de los insectos: la anttesis del desierto, el remanso, la paz del cuerpo, su serenidad despus de ponerse a prueba.

    Sin lugar a dudas, el Jardn proviene del oasis. No es de extraar que los caravaneros que han conducido sus rebaos de camellos y sus caravanas a travs de una hoguera encuentren bendiciones en estos aguaderos. Antdoto contra la violencia del desierto, el oasis ofrece un concepto que se convierte en paraso y ste engendra el jardn y otras comunidades ideales entre las cuales, siempre, se hallan arquitecturas verdes, reducciones florales y vegetales de la idea de que los hombres se forjan en los trasmundos...

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  • Una antirrepblica

    De este autntico Jardn de Epicuro no queda nada, salvo algunos fragmentos que nunca se reunieron realmente en algn libro o artculo. En las obras sobre jardines, tampoco hay nada: la genealoga me- sopotmica, desde luego; en los libros de los curas y mpnjes occidentales, evidentemente, algunas consideraciones) sobre la pareja a la inglesa/a la francesa, sin olvidar las versiones zen, pero ningn desarrollo sobre el jardn filosfico: aqu tenemos a Epicuro, pero tambin a Filodemo de Gadara, un epicreo campaniano que viva en la casa de los pisones en tiempos de Csar, o la casa de Erasmo, sin hablar del lugar de Petrarca....

    Qu superficie tena este Jardn de Epicuro? No se sabe. Cunta gente lo frecuentaba? Se ignora. A qu dedicaban su tiempo exactamente? Nadie lo puede decir. Y la arquitectura, el estilo de los edificios, su nmero, su disposicin? Nada ha subsistido. Siniestra paradoja: para traerlo a la filosofa epicrea, Lucrecio dedica su poema sublime a Memius, el mismo que proyect operaciones inmobiliarias sobre las ruinas del Jardn de Epicuro, en el siglo I antes de J. C. No es muy convincente, Lucrecio!

    En cambio s se sabe el precio de este Jardn: ochenta minas. O sea, tras la conversin en un objeto equivalente de la poca, el precio de un trirre

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  • me de treinta y siete metros, habilitado para doscientos soldados. Podemos imaginar el coste extraordinario de este lugar filosfico? Epicuro no tena fortuna personal y dos discpulos suyos -gloria a Leonteo y a Idomeneo!- financiaron el proyecto -tal como hizo Pisn para Filodemo de Gadara en la Casa de los Papiros, en Herculano, o Mecenas para Horacio y Virgilio.

    Este jardn funciona como una antirrepblica de Platn. De Hecho, Jardn y Repblica, ms all de la historia, actan como dos personajes histricos transhistricos; por un lado, la microcomunidad resistente, la sociedad que se separa de la sociedad en la sociedad; por otro lado, la mquina, el Levia- tn alimentado por individualidades, subjetividades, particularidades que producen una colectividad en la cual se ahogan las singularidades. Epicuro o Platn, la alternativa sigue siendo actual!

    Precisemos: Platn aspira

  • ta de los gobernantes. A su vez, la clase de los militares disuade e impide al pueblo rebelarse contra este estado de hecho. Matriz y modelo de los gobiernos totalitarios, la Repblica platnica tambin ofrece el ideal de la razn hacia el cual tienden -cual ms, cual menos- todos los gobiernos sin excepcin.

    Epicuro propone una comunidad filosfica construida sobre la amistad: la filosofa no es exclusividad del gobierno de los otros, sino de quien slo aspira al imperio sobre s mismo. No un poder sobre los otros, sino una potencia sobre la construccin de s mismo mediante la cual tambin se realiza el grupo. Los hombres se codean con las mujeres, los ricos se mezclan con los pobres, los jvenes frecuentan a los viejos, los ciudadanos filosofan con los metecos, los hombres libres comparten el tiempo y el espacio con los esclavos: no puede haber comunidad ms igualitaria y libertaria... En la Repblica, el individuo existe por la colectividad; en el Jardn, la comunidad slo existe por y para l.

    Un contrato filosfico

    La antirrepblica proviene de un contrato sinalagmtico, siempre renovable verbalmente, por acuerdo tcito o en la reconduccin silenciosa de lo coti

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  • diano da tras da. Mientras que el contrato social es una ficcin, una broma -cundo, cmo y dnde cada uno de nosotros formul un contrato con la sociedad?-, el contrato filosfico se asienta sobre bases concretas y localizables: basta con un compromiso entre s mismo y s mismo, entre s mismo y la comunidad, para un proyecto de edificacin personal, de construccin activa y de transfiguracin individual.

    Un encuentro filosfico, una conversin existen- cial, una decisin volmtarista, un trabajo sobre la consistencia de nuestro propio ser y la emergencia de una subjetividad: eso es lo que supone el contrato filosfico. Platn absorbe y digiere a los individuos en su Repblica, inmensa mquina que exige la mentira, la autoridad, el sometimiento, la obligacin, la obediencia -de mujeres, nios, personas dbiles, poetas, de gente sin ttulos, trabajadores o inoportunos-; Epicuro, por el contrario, sublima la comunidad mediante individualidades libres, consentidoras, ligadas a promesas para alcanzar un carcter alegre, un temperamento apaciguado y fuerte.

    La filosofa poltica de Epicuro se concentra en tres mximas que afirman: 1) el derecho no existe en s mismo, en lo absoluto, sino en relacin con la adopcin de un contrato; 2) en virtud de un derecho natural, cada cual reconoce lo que es til para evitarse perjuicios mutuamente; y 3) no hay daos

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  • ni injusticias sin que un contrato haya sido adoptado previamente. Con estos tres principios se puede construir una comunidad hedonista donde se persiga lo que permite aumentar su alegra de ser; donde se evite, se niegue y se recuse lo que engendre desagrado, pena y sufrimiento; donde se hable para crear proyectos comunes; donde el lenguaje sirva, no para mentir, seducir o engaar, sino para prever y considerar trayectos compartidos. La meta? Lograr esta satisfaccin suprema: el puro placer de existir.

    El contrato permite vivir en tanto filsofo en un mundo que ignora y desprecia la sabidura, lo que obliga a cada uno de los aspirantes a ejercer tcnicas de preservacin. Es la eleccin de aquel que se compromete con un proyecto comn de existencia epicrea, la eviccin de aquel que no puede o no quiere consentir -ya sea por falta de inters o por delincuencia relacional, es decir por incapacidad de contraer y respetar un compromiso- llevar a cabo un proyecto rectilneo: los menores afectivos, los sujetos destruidos por la pulsin de muerte, los psiquismos dispersos, los autfagos, los poco aptos para la felicidad, el placer y el goce de s mismos, y por ende de los otros.

    La eleccin construye la amistad, virtud mayor y cardinal de los epicreos: se destaca ms por sus potencialidades que por lo que produce efectivamente; es un auxilio, una fuerza; supone el inters

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  • de dos goces bien entendidos; suscita y solicita virtudes olvidadas: suavidad, deferencia, ternura, delicadeza, don, capacidad de compartir; reduce la soledad; crea la comunidad que, a su vez, la crea, luego la mantiene. Nadie mejor que Epicuro dio a la amistad un rol arquitectnico para engendrar una comunidad.

    Un jardn fuera de las paredes

    Hoy no es posible pensar el Jardn de Epicuro en tanto copia de su estado puro. En primer lugar porque se ignora el detalle de sus modalidades en su poca; luego porque se mata a un gran pensamiento retomndolo al pie de la letra, ya que lo nico que importa es el espritu. Cmo ser epicreo hoy en da? Qu puede llegar a ser un consuelo filosfico, una comunidad filosfica, una existencia filosfica? Qu es una vida transfigurada por una teora de la sabidura? Etctera.

    La comunidad debe evitar la trampa mayor: el encierro geogrfico, la localizacin precisa en el espacio, el funcionamiento sedentario que desemboca rpidamente en la secta conducida por un gur. En cambio debe ser abierta, mvil, dinmica, en movimiento permanente: en una palabra, nmada. Contra la comunidad arraigada en un suelo, hay

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  • que promover la comunidad invisible, un tipo de Jardn ms all de las paredes, que exista ah donde uno est, llevado consigo mismo, construido con el aura de la voluntad hedonista.

    Una microsociedad para microrresistencias. Una utopa concreta -en el espritu de un Ernst Bloch- tejida de redes tan invisibles como la energa elctrica, pero creadoras de zonas de densidad y eficacia. Rizomas mezclados, lazos que sean relaciones verbales, gestuales, posturas, silencios cmplices y gestos comunicativos, efectuados para realizar el contrato. Una cartografa permanentemente en devenir, jams inmovilizada en un trazado definitivo. No una foto muerta sino una pelcula viva.

    La vida filosfica no se vive contra los otros ni a pesar de ellos. Tampoco se puede llevar a cabo este tipo de experiencia con cualquier persona. O de cualquier manera. En un principio encontramos una vida mutilada, alienada -la vida bruta que ninguna construccin ni ninguna forma de proyecto informan-; luego se conocen las alegras de una vida transfigurada por el descubrimiento y las posibilidades de un proyecto existencial. As es como redescubrimos la preocupacin antigua por la vida buena, y luego por la vida justa, a saber, una vida lograda -la que quisiramos ver reproducirse en el caso improbable del eterno retorno nietzscheano!

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  • Una revolucin atmica

    A menudo se omite que Nietzsche dese semejante laboratorio de amistad, un lugar en donde la filosofa se ejerza y se encarne en la vida cotidiana. En su correspondencia, ms que en la obra publicada, confiesa su nostalgia de un Jardn epicreo: dice que envidia a los discpulos del filsofo de Samos, quien no segua con ellos el principio del maestro que domina a sus discpulos, sino el del sabio que ensea, ante todo, a liberarse de l: trabajar en funcin de una emancipacin, buscar la autonoma, aprender la libertad, que nunca est dada de antemano, que siempre est por construir.

    Nietzsche ama en Epicuro el aspecto inactual, intempestivo, digmoslo de otra manera: siempre actual. Tambin aprecia su arte de inventar una filosofa heroica e idlica, discretamente heroica y dulcemente idlica. Algo con que crear, entre s mismo y s mismo, un sentimiento del que encontr una bella frmula en Francisco de Sales, en la Introduccin a la vida devota-, la dulzura consigo mismo, principio de una posible dulzura para con otros.

    Nietzsche quiere compartir este aspecto con, entre otros amigos, Paul Re y Lou Salom. El trabajo, la meditacin, la escritura, el compartir, el intercambio, la vida comunitaria sostenida por una pasin de la filosofa experimentada en lo co

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  • tidiano... La idea no dej de ser un proyecto esbozado en el papel de las cartas intercambiadas. El padre de Zaratustra quiere que, en este nuevo Jardn, se pueda crear una escuela de los educadores, un lugar en donde stos se eduquen a s mismos: una universidad libre, como escribe a su hermana.

    Las revoluciones a la manera antigua se han vuelto imposibles en la historia posmoderna. En lugar de esa esperanza abolida queda lo que De- leuze llama el devenir revolucionario de los individuos -tarea apasionante!-. Si un cambio es posible, es por microcapilaridad; seguir un modelo poltico insurreccional es intil. Revoluciones nmadas, transmigrantes, parcelarias, puntuales, capaces de inducir reacciones en cadena; revoluciones microscpicas, porque pequeas causas pueden generar efectos ms grandes; revoluciones concretas, aqu y ahora, y no deseo de revolucin para maana, que exima de compromisos en la carne de la Historia; revoluciones descentradas, desterritorializadas del claustro nietzscheano, que no se puedan localizar en ninguna parte, pero a su vez locales, identificables en los puntos neurlgicos del intersubjetivo social; revoluciones primero invisibles, luego visibles -segn el modelo de propagacin del ngel pasoliniano de Teorema-, revoluciones posibles hic et nunc para no seguir

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  • esperando imposibles revoluciones maana. La Universidad popular que propuse en 2002 quiere ilustrar una de estas revoluciones moleculares -o atmicas, por utilizar una palabra de la que Epicu- ro no hubiera renegado.

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  • P r im e r a pa r t e Miserias de la filosofa

  • Legitimar

    Las plumas del filsofo

    Cundo, cmo y dnde, alguien -y quin- dice que est en presencia de la filosofa o de un filsofo? Qu instancias visibles o invisibles legitiman el uso del epteto y de la calidad? * Hay lugares, circunstancias, ocasiones, intermediarios, disposiciones, instituciones, abiertamente no, mediante los cuales se puede determinar si una obra o un pensador remiten al santo de los santos filosficos? Cmo entrar en una historia de las ideas, en los manuales o en la poca ataviado con las plumas del filsofo? Hay muchas instancias legitimantes que contribuyen a una historia acadmica. Esta tradicin la hemos de identificar y hacer pedazos.

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  • En este terreno se dice todo y lo contrario de todo: el juego sobre la pertenencia de tal o cual obra al mbito filosfico, o su relegacin a los limbos del ensayo, de la literatura o del periodismo, lo genera un nmero considerable de imposturas. Montaigne no es filsofo, Nietzsche tampoco, ni Derrida... Demasiado literarios, demasiado atpicos, demasiado alejados de los criterios habitualmente reconocidos para la armadura; tampoco lo son D Holbach, La Mettrie o Jean Meslier, demasiado comprometidos, demasiado polmicos, y, por ende, demasiado polticamente afuera de la idea comnmente aceptada de la Ilustracin; ni siquiera Camus, filsofo para clases terminales segn la asesina y desde entonces famosa expresin de Jean-Jacques Brochier;1 tampoco lo es Alain, gran profesor, sin duda, pero de ninguna manera filsofo, dicen algunos. Demasiado singular, demasiado individuo, demasiado militante, demasiado comprensible, demasiado legible: as es como se detiene a un aspirante en el umbral del panten filosfico.

    1. En Francia las clases llamadas terminales corresponden al ltimo ao del liceo, que es tambin el ao en que se da el bachillerato (baccalaurat). Unicamente durante ese ao se dispensa la enseanza de la filosofa en el marco de los estudios secundarios. La calificacin de Albert Camus en estos trminos es el ttulo de un libro: A lbert Camus, philosophepour classes terminales (Jean-Jacques Brochier, Pars, ditions D e la Diffrence, 2001)./TV. d la TJ

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  • Del mismo modo -y solamente en lo que se refiere al s ig lo X X - se reduce Sigmund Freud al psicoanlisis, Michel Leiris a la etnologa o Claude Lvi-Strauss a la antropologa y se le concede a Emil Michel Cioran el ttulo de moralista, a Mauri- ce Blanchot la etiqueta de pensador y a Pierre Bourdieu la de socilogo. Muchos otros autores son encerrados en la crcel de una definicin que excluye su pertenencia a un doble registro: una profesin, un tono, un estilo y, simultneamente, una dimensin filosfica. El acceso a este continente de una manera distinta a la habitual, por una va menos gloriosa -el divn, la autobiografa, el viaje, el aforismo, la literatura, el trabajo de campo...-, todo esto impedira el estatuto de obra filosfica?

    Mientras tanto, muchos profesores de filosofa siguen repitiendo, ms o menos bien, la teora de terceros -pagados por el Estado para esa tarea destinada parcialmente a imposibilitar cualquier trabajo realmente filosfico-, y se atribuyen el ttulo sin complejos, a la manera del emperador que, el da de su coronacin, se apropia de la corona y se la cie a s mismo. A menudo la autolegitimacin se acompaa del rechazo a legitimar a un tercero que sin embargo podra pretender mejor a dicha calidad.

    Filsofos que son filsofos, pero que no son designados como tales -veremos lo que esconde esta frmula impersonal-; marginales del pensamiento

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  • que son parte de l, pero que sufren del mismo ostracismo; profesores o laboriosos del libro por encargo aparentemente filosfico -un producto de la poca liberal- que se consideran como tales; individuos que producen un trabajo realmente filosfico pero se niegan a ser considerados como miembros de la comunidad: sta es la situacin, confusa, en la que estamos. De ah la necesidad de mirar hacia las instancias legitimantes -numerosas y enredadas.

    La existencia filosfica

    La Antigedad propone una definicin sencilla del filsofo que yo hago ma. Se trata de una actividad reflexiva y de meditacin que da lugar a una existencia en consecuencia. Teorizar es ciertamente ejercitar el pensamiento; tambin lo es la disertacin, la retrica y el anlisis, la confrontacin, la explicacin y la argumentacin, as como, evidentemente, la profun- dizacin conceptual, desde luego, pero nicamente en funcin de transfigurar la vida, de operar una conversin netamente identificable en lo cotidiano.

    Antes de que el cristianismo se apodere, para confiscarla definitivamente, de la nocin de conversin, la etimologa da cuenta de un origen dinmico: girar con. De ah las muchas acepciones que desbordan la opcin religiosa: en mecnica, signifi

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  • ca el punto alrededor del cual se efecta una rotacin; en teora militar, sirve para nombrar el cambio de frente; en la marina, para formular la maniobra de un cuerpo de navios; en alquimia, para indicar la transmutacin de los metales; pero tambin en los mbitos de las finanzas, de la jurisprudencia, de la medicina, de la lgica, de la aritmtica y de la astronoma se encuentrn sentidos posibles fuera de la acepcin clsica monopolizada por la religin catlica: Tirer les mes hors d'une religion qu'on croit fausse pour les faire entrer dans une religion qu'on croit vraie, dixit Littr.2

    En filosofa, el sentido se aproxima al de la opcin religiosa: una transfiguracin espiritual. Y se podra bautizar como conversin la operacin mental mediante la cual se abandona un estado de existencia -la vida mutilada- por otro estado al que se aspira -la vida filosfica-. De ah un antes, un despus, y un hueco marcado portel encuentro fsico (en el espacio) o mental (en el tieihpo): Platn y Scrates al pie de la Acrpolis, Antstenes y Digenes en Atenas, pero tambin, separados por tres siglos, los libros de Demcrito el atomista y su descubrimiento por Epicuro, el materialista hedonista.

    2. Hacer salir las almas fuera de una religin que se cree falsa para hacerlas entrar en una religin que se cree verdadera, segn la definicin del Littr, diccionario de referencia de la lengua francesa. [N. de la T.]

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  • La historia de la filosofa se podra leer como la de los encuentros y las conversiones que instauran una superacin y una afirmacin de la propia sensibilidad -Malebranche y Descartes, Kant y Hume, Schopenhauer y Buda, Nietzsche y Schopenhauer, Sartre y Heidegger, etctera-. Pero tambin, menos expuestos a las luces y a la claridad pblica, tal o cu^l desconocido que, en el gora de la ciudad griega, descubre y escucha la palabra de un epicreo, de un estoico o de un cirenaico y que cambia de vida y aspira a volverse sabio. El filsofo nombra a aquel que camina hacia el modelo, la idea de la ra- z;n, una gran individualidad que se otorga la oportunidad de una imitacin sin servidumbre.

    De tal manera que, una vez convertidos, los filsofos del perodo precristiano se vuelven otros hombres. Su interior se modifica, pero tambin su exterior: como un signo de la metamorfosis interna, el afuera ostenta la modificacin ante los ojos de las mayoras. El vestuario, la barba, el aspecto, el descuido o la prestancia, todo es signo y sentido. La conversin no deja nada de lado. El lino blanco de la ropa de los pitagricos, la prenda deslucida de los cnicos, la barba recortada de los estoicos, pero tambin el rgimen alimenticio con sus prohibiciones -las habas de los discpulos de Ptgoras, el pulpo crudo de Digenes para significar lo excelente del hecho de asilvestrar, el elogio de

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  • la naturaleza y la crtica de la cultura, y por ende de lo cocido, o del pan seco, signo de la austeridad de Epicuro, etctera.

    En la Antigedad, un filsofo lo es porque su vida lo muestra: en signos aparentemente anecdticos, pero tambin en s manera de mantener una relacin consigo mismo, con los otros y con el mundo. La sotana no hace filsofo al cura, tambin hacen falta acciones, palabras, pensamientos que prueben la adecuacin de una interioridad y de un modo de ser en el presente. E> Subasta de vidas, Luciano de Samosata triunfa exhibiendo, irnico, las contradicciones de los filsofos de antao: Scrates, platonizado, ama las ideas puras, sin duda, pero tambin a los jovencitos carnales; los ascetas epicreos profesan la frugalidad, pero les encantan las golosinas; los plcidos estoicos, inaccesibles a los golpes de la suerte sobre el papel, se muestran, en la vida, vidos, colricos y arrebatados.*. En realidad, estas figuras hablan en tanto filsofos pero no viven en consecuencia. Luciano tiene razn cuando se re, porque la prueba del filsofo es su vida filosfica. Su legitimacin? Su comportamiento, la congruencia de sus palabras y sus actos. Mientras ms pequea es la distancia, ms grande es su derecho a merecer el epteto.

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  • Destruccin del modelo antiguo

    Esta manera de practicar la filosofa vacila con el advenimiento del cristianismo. Aunque no de inmediato, porque algunos padres de la Iglesia no se separaron inmediatamente del modelo antiguo. Son necesarios dos o tres siglos para que el cristianismo se imponga como religin de Estado. Es entonces cuado la filosofa pasa a ser la disciplina que legitima las prcticas efectuadas en nombre de Jesucristo en un Imperio en el que el poder espiritual sirve los intereses del poder temporal. El filsofo es el auxiliar ideolgico del poder. Los otros, heterodoxos, no filsofos, son los padres de la Iglesia, que hablan en masa de la verdadera filosofa -lo que supone, por ende, que hay una filosofa falsa!

    La patrologa de los dos primeros siglos de nuestra era an invita, de vez en cuando, a la existencia filosfica: ser cristiano supone vivir y comportarse como tal. No es solamente hablar como cristiano -tanto ms en la medida en que el vocabulario y la doctrina se elaboran y abundan las ocasiones de contradiccin-, sino tambin mostrar, en los pormenores de la propia vida, una adhesin verdadera, visible y sincera, a la enseanza de Jess: pobreza voluntaria, rechazo de los bienes de este mundo, humildad, ascesis espiritual y corporal, etctera.

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  • Cuando con el acceso de Constantino al poder el cristianismo se vuelve oficial, la filosofa define la disciplina que ajusta la doctrina evanglica al poder del Estado. Se abandonan las reflexiones sobre el celibato, la virginidad, la plegaria y las vestimentas de las mujeres para adentrarse en la crtica quisquillosa de los textos neotestamentarios. El filsofo construye el cuerpo oficial de la Iglesia, es el brazo ejecutor del poder. Todo aquel, incluso un cristiano, que piense aunque sea un poco en los mrgenes pasa a ser un heterodoxo, un hertico cuya vida puede correr peligro; aqu, entre otros muchos casos, vase Boecio!

    Algunos precursores haban empezado el trabajo de elaboracin'de una ideologa oficial: Tertuliano e Ireneo de Lyon, por ejemplo, al articular el concepto de hereja y atacar violentamente todo aquello que piensa libremente. Es el fin del filsofo que vive en conformidad con su pensamiento y el advenimiento del intelectual orgnico. Desde entonces, filosofar es producir concepto, ideas, justificaciones tericas y argumentos para un poder que impone su imperio sobre cuerpos y almas. Nada obliga de ahora en adelante a estos laboriosos asalariados -simblica o real- mente- a vivir sus ideas: stas no apuntan a la aplicacin propia y personal, al compromiso de s mismo, porque dictan leyes y formulan imperativos para los otros. Es el nacimiento de los dadores de lecciones.

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  • El inicio de un perodo catastrfico para la filosofa es la Edad Media. Qu filsofos? Qu filosofa? Qu pensadores en los siglos vil, VIII o IX de la era comn? Barbarie, salvajera, regresin. Solamente las reglas monsticas recuerdan vagamente la tradicin antigua: ser cristiano es pensar como cristiano, pero sobre todo vivir como cristiano, respetando un mensaje que necesita una conversin filosfica y espiritual: el monje como permanencia del filsofo.

    Permanencia de una sabidura prctica

    A pesar de la oscuridad cristiana que cay sobre Europa, algunos filsofos volvieron a pensar la disciplina en tanto ocasin de vivir y producir un estilo de vida. El Renacimiento, mediante el regreso preconizado a los grandes antiguos, ciertamente afirma la posibilidad de ser cristiano pero recurre tambin a los estoicos, eso es sabido, y tambin, lo cual se suele ignorar, a los epicreos. Lorenzo Valla antes que nadie, en el Quattrocento, ensea en De voluptate la posible alianza de Cristo y Epicuro. Erasmo, gran aficionado y conocedor del filsofo italiano, retoma estas tesis en El banquete epicreo, en donde sostiene la realizacin del cristianismo en el epicureismo, y viceversa. Montaigne no dir otra

    A

  • cosa: sus Ensayos son el diario de las idas y venidas entre vida cotidiana y vida filosfica: cmo existir, en tanto epicreo, siglos despus del Jardn de Epi- curo? De qu manera rehacer para s mismo, en su tiempo, esa comunidad que aprende a gozar del puro placer de existir?

    El descubrimiento de los Ensayos de Montaigne pudo producir en s poca -y hoy todava- los mismos efectos en una existencia que el descubrimiento de Epicuro para un,ateniense del siglo III antes de J. C. Frente al filsof.de gabinete, funcionario sometido a su empleador -Iglesia y Estado, es lo mismo-, el modelo del filsofo antiguo persiste, contra viento y marea. La legitimacin viene, entonces, de las enseanzas de la vida del filsofo: su existencia prueba su esencia. Son los reencuentros con la Antigedad por encima de los siglos de malos tiempos intelectuales.

    Despus del Renacimiet y del pensamiento moderno, otros filsofos piensan no tanto el individuo y las condiciones de su realizacin como la construccin de una comunidad. As, la Ilustracin no busca tanto la bella comunidad a la manera griega como la bella comunidad a la manera romana. La Revolucin francesa no ama tanto a Grecia -prefiere Esparta a Atenas de todas maneras- como a Roma y sus grandes figuras. Desaparece el individuo y adviene el ciudadano. El filsofo pasa a ser el pensa

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  • dor del vnculo social y del contrato. Su legitimidad? Su utilidad para hacer posible una sociedad en la que el individuo se convierta en sujeto, no ya del Rey, sino de la Nacin, lo cual no es una gran diferencia teniendo en cuenta el dao que significa la renuncia a un individuo soberano. Slo la Ley, el Derecho y la Nacin culminan. Es la desaparicin del filsofo segn el principio griego y la aparicin de su modlidad romana. Amenazas oscuras, una vez ms...

    Se conoce la propensin de los siglos XIX y XX a poner en segundo plano o a silenciar la construccin individual de s mismo: reinan las colectividades, las comunidades, las totalidades o incluso lo totalitario. La filosofa sirve masivamente a los intereses de lo colectivo: despus de 1789, desde los idelogos (durante el Consulado y el Imperio) hasta el marxismo (bajo De Gaulle), pasando por el positivismo, el socialismo utpico francs o el hegelianismo de derechas o de izquierdas, se celebra el todo al cual se deben someter las partes.

    Desde luego, se puede ser schopenhaueriano o nietzscheano y luego construir la propia existencia bajo el signo de la negacin del querer-vivir o de la afirmacin dionisaca, pero el filsofo es, prioritariamente, la Pitia de un orculo social legitimado en tanto acompaante del gran hombre encargado de inscribir la verdad del concepto y de la razn en

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  • la historia... Pero de Erasmo a Nietzsche, pasando por Montaigne y Schopenhauer, o bien por Spinoza -su beatitud y su alegra son existencialmente practicables-, perdura una sabidura prctica y la definicin del filsofo como maestro en el arte de vivir mejor o del bien vivir.

    Legitimaciones populares

    El filsofo es, a veces, legitimado directamente, democrticamente, por un pblico que concurre en gran nmero. O sea que es legitimado no por la Universidad o la Iglesia, ni por el prncipe o el Estado, ni por sus pares, sino por un pblico que no es especialista. As, las clases de Henri Bergson en el Collge de France tuvieron un inmenso xito: asamblea abarrotada, pblico escuchando la clase tras las ventanas, flores cubriendo suprim a, hasta el punto de que el autor de Dure et sfnultanit3 indic: Sin embargo... yo no soy una bailarina!. O Jean- Paul Sartre dictando su conferencia El existencia- lismo es un humanismo en una sala arrasada por los aficionados: entrada colapsada, atropellamien- tos, sillas rotas, golpes y daos, mujeres con snco

    3. Duracin y sim ultaneidad , Buenos Aires, D el Signo, 2004 (traduccin de Jorge Martn). [N . de la X ]

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  • pes, desmayos, primeros auxilios, etctera. O sea dos fechas importantes: 1914 y 1945.

    No se sabe por qu, fuera de la casta filosfica, el pblico acepta masivamente a quienes no son ni sorbonagres,4 ni agrgs,5 ni doctores, especialistas de estas cuestiones, ni por qu la gente comn se rene en un recinto para escuchar conferencias sobre la evolucin de las teoras de la memoria, de la libertad o d la voluntad, de la naturaleza y de las relaciones entre el espritu y el cerebro, o aun los anlisis de las relaciones entre existencia y esencia, tal como los plantean Jaspers, Heidegger, Kant y Kierkegaard. Subrayemos, de cualquier manera, que antes de la Primera Guerra Mundial y luego, a partir de la Liberacin, en el momento en que la Historia quema, la demanda de sentido filosfico pareca incandescente.

    No es de extraar, por tanto, que con la aparicin de la televisin en todos los hogares la filosofa conozca una nueva era y que, por lo tanto, obedezca a nuevas legitimidades: si al modelo existencial de la Antigedad le sigui la prctica servil del cris

    4. Expresin usada por Rabelais (Gargantua) que ridiculiza a los profesores de la Sorbonne (la palabra se com pone de Sorbonne y de onagre, un burro). [N. de la T.]

    5. Ttulo al que se accede en Francia mediante una oposicin {agrgation) y que habilita para la enseanza secundaria y universitaria en ciertas materias (entre ellas la filosofa). [N . de la T.]

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  • tianismo, el despliegue de este defecto en el terreno laico de la pasin comunitaria y la consiguiente bsqueda de sentido, tras la retirada del cristianismo como modelo dominante y la desaparicin de los grandes discursos contemporneos de los aos setenta se produjo una nueva expectativa sintomticamente satisfecha por los Nuevos Filsofos: la Biblia deja de ser un xito de librera y lo mismo pasa con El capital, Freud no resuelve todos los problemas y el espritu de Mayo del 68 se ha hundido en la reaccin o en el cnservadurismo de la derecha en el poder. Bernard-Henri Lvy aparece con sus aclitos -Andr Glucksmann, Maurice Clavel, Guy Lardreau y Christian Jambert- en la pequea pantalla de un Bernard Pivot que se refiere a esta corriente utilizando una expresin nietzscheana lanzada por la prensa de la poca: los Nuevos Filsofos. Estamos en 1976-1977.

    Antimarxismo de izquierdas, eso es lo que nos dicen. En realidad se trata de una adhesin al liberalismo por el anticomunismo radical: antimarxismo, se entiende, de izquierdas; o si no, de qu estamos hablando? El Archipilago Gvdag de Alexandr Solzhenitsyn justificara, segn dicen, que uno ya no pueda serlo! La Kolyma prohibira cualquier izquierda de izquierda, como si el prosovietismo del Partido Comunista francs fuera su nica modalidad. De ah el nacimiento, con gran refuerzo de ci

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  • tas y comentarios, de Alexis de Tocqueville, de Hannah Arendt y de Raymond Aron, de un pensamiento liberal (de derechas) apenas hecho ms presentable con tal o cual adorno de izquierdas. Veinticinco aos ms tarde, la trayectoria de cada uno de los protagonistas da testimonio: se trataba de liquidar cualquier posibilidad de una izquierda digna de ese nombre. Misin cumplida.

    El mismo pblico que se desmaya en la convocatoria de Bergson o rompe las sillas en la de Sartre, se emociona ante las apariciones televisivas de unos filsofos que, siendo jvenes, bellos, hbiles, retricos y convincentes, invitan, volens nolens, a los electores a votar ms bien por Giscard en las elecciones presidenciales. Efectivamente, Mitterrand, con su programa comn de alianza con el Partido Comunista, es el caballo de Troya de la Unin Sovitica para conquistar Pars! Camino real, desde entonces, para el liberalismo, de derechas o de izquierdas. Ya sabemos cul fue el resultado un cuarto de siglo ms tarde: esta peste se convirti en horizonte insoslayable de nuestra poca, con su desfile de desgracias. Miseria, desocupacin, pobreza, pauperizacin, guerras, racismo, antisemitismo, precariedad, neofascismo y populismo! Gracias.

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  • La era de la mercanca filosfica

    En ese momento Deleuze fustig la indigencia, la deshonestidad y el mtodo de los Nuevos Filsofos. Con qu argumentos? Aqullos no escriben libros, slo aprovechan pretextos editoriales para salir en televisin. Su nica obra? Apariciones en la pequea pantalla: pixelar su rostro y luego convertirse en icono, en una figura reconocida que tenga un valor mercantil en el mundo de la edicin, de la escritura periodstica y de las conferencias pagadas en dinero contante y sonante. Quin podra, en efecto, aislar y recordar las verdaderas ideas de los Nuevos Filsofos? Apenas unas reformulaciones de las tesis antisoviticas ya presentes en los anarquistas rusos de 1917, o de lo que todo el mundo saba despus de Victor Kravchenko y su Yo eleg la libertad (1946), o Jean Grenier y su Es- sai sur l esprit d orthodoxie6 (1938), incluso el Albert Camus de UHomme rvolt7 (1951), un libro que precisamente fue dedicado Jean Grenier...

    Y an se pensaba que era imposible equivocarse ms! Hubo que desengaarse, porque el devenir mercantil de toda la sociedad -gracias a la participacin de la derecha en el poder o de la izquierda

    6. Sobre el espritu de la ortodoxia: ensayo, Caracas, Monte vila, 1969.

    7. El hombre rebelde, Buenos Aires, Losada, 1975.

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  • liberal mitterrandista, activistas de la misma poltica- no poda dejar de involucrar a la filosofa. Una peticin en este terreno? La aparicin de una oferta adecuada. Un deseo de pensar, reflexionar, saber y comprender o analizar? Una propuesta de ideas simples, de sentido comn popular, de moral laica, de valores judeocristianos y de kantismo triturado en yn estilo periodstico ocupa el primer plano del escenario y propone, aqu, un Petit trait des grandes vertus8 y, all, una Sagesse des modernes,9 todo esto apuntando, bajo un diluvio de citas convencionales de autores que figuran en el programa10 -Platn, Epicuro, Spinoza y Kant-, a justificar el mundo tal como est, a fustigar los ideales de izquierdas, a exponer el Mayo del 68 a los insultos, a restaurar los viejos valores, a dar inicio a un coro demaggico y populista -crtica del arte contemporneo, de las vanguardias, de la modernidad-, para luego, ms recientemente, avalar el acompaamiento del liberalismo de Raffarin o de Fabius, nuevos idiotas tiles, los hijos de los Nuevos Filsofos.

    8. Andr Compte-Sponville, Pequeo tratado de las grandes virtudes, Buenos Aires, Paids, 2005.

    9. Andr Compte-Sponville y Luc Ferry, Sabidura de los modernos, Barcelona, Pennsula, 1999.

    10. D e ahora en adelante la palabra programa (usada sin mayores precisiones) se refiere al programa del bachillerato que marca el fin de los estudios secundarios en Francia. [N. de la T.]

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  • Pero ocurri algo mucho peor an con la reciente proliferacin, en el mercado de la edicin, de textos cortos, sin ideas, que llevan ttulos formateados como campaas publicitarias por servicios de mercadotecnia que explotan el deseo de filosofa y toman pretexto del tema para adentrarse en un mercado de bolsillo: los pequeos tratados, los breves vademcums, los lxicos para principiantes y la filosofa sin dificultad; Kant sin Prozac: llamemos a esto la biblioteca rosa filosfica. Podremos caer an ms bajo?

    Este es el punto en que estamos: antao el marxismo generaba multitud de catecismos marxistas- leninistas que se volvieron caducos con la cada del Muro de Berln. El liberalismo produce la misma pltora libresca sobre un principio indigente idntico. No hay pensamiento, no hay tesis y, evidentemente, no hay posicin crtica, no hay propuestas ticas, ontolgicas, no hay alternativas polticas, no hay utopas, no hay mundos nuevos. Hay un juego algo ldico y lentejuelas; el mundo de la telerreali- dad ha tomado la filosofa como rehn.

  • Institucionalizar

    Una historiografa para derribar

    Desde Scrates en el gora de Atenas hasta los mercaderes liberales de la filosofa liberal, el filsofo ha cambiado a menudo sus vestimentas. Pero, a grandes rasgos, dos lneas de fuerza atraviesan este continente plural: una remite a los filsofos aficionados al poder; la otra, a quienes lo resisten. De un lado, la filiacin que va desde Platn, consejero del prncipe, amigo de los tiranos, en cuyas mesas se sentaba a comer, hasta Sartre perorando bajo los revestimientos soviticos o cubanos; del otro, la familia de Digenes resistiendo, aprovechando su encuentro con Alejandro para dar cuenta de su desprecio hacia ese falso poder del emperador sobre el mundo, l, que no crea

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  • ms que en un solo imperio verdadero: la potencia sobre s mismo. Todava hoy, el filsofo no evita estar aqu o all. El trmino medio no es posible.

    Es un hecho; cuando la institucin -un Estado, una nacin, un Ministerio de Educacin, una direccin de programas, etctera- se ocupa de la filosofa, se las arregla para evitarla o negarla. Si no se puede pronunciar al respecto, desprecia o deniega su importancia. De ah una legitimacin mediante la institucin -la ms eficaz- y un devenir institucional de la disciplina: los amigos de Platn pasan a ser los nicos filsofos autnticos y dignos de ese nombre. Los otros sencillamente no son filsofos. Digenes de Sinope en el programa de los liceos? O en la agrgation... ?1 Soemos un poco!

    Este Corpus se cristaliza en un conjunto de libros jams cuestionados: los autores de los manuales -me di cuenta de esto cuando escrib mi Antimanual de filosofa2 (2001)- no leen los textos originales y no eligen los extractos en funcin de los intereses que deberan conducir su presentacin, a partir de las obras completas ledas, reledas o trabajadas nuevamente con ese fin. Copian, roban y explotan por la cara los manuales que sus colegas editan. De ah que

    1. O posicin que habilita para la enseanza secundaria y universitaria y que en este caso se refiere a la agrgation de filo sofa. [N. de la T.]

    2. Madrid, EDAF, 2005.

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  • se retomen los mismos extractos en todos los manuales, que slo varan por el artificio de la paginacin, de la tipografa y de la iconografa. Incluso en alguna ocasin identifiqu errores factuales simple y llanamente duplicados de un manual al otro.

    Lo mismo ocurre con las historias de la filosofa: en este caso tambin, al preparar para mis clases de la Universidad popular una contrahistoria de la filosofa, pude constatar hasta qu punto la eleccin de los autores, la puesta en evidencia de tal o cual, la consideracin de tal otro en trminos de menor o mayor, la extensin de las presentaciones segn la importancia que se postula, incluso el olvido simple y llano, proceden de una misma pereza respecto a trabajar, pensar libremente y hacerse cargo del texto para proponer hiptesis de lectura y no para reciclar, apelando a una reformulacin estilstica y sintctica propia y no al trabajo de otros, lo que a veces supona el robo d los precedentes.

    Otra experiencia -la participacin, cuando era estudiante, en la redaccin de notas sobre conceptos y autores para una Enciclopedia filosfica universal (desde luego, aplaudida por la prensa, sobre todo por quienes haban colaborado en ciertas notas, como una obra maestra del balance sobre el estado actual de la filosofa)-, me haba permitido ver hasta qu punto los especialistas de las cuestiones a los que se le peda su colaboracin deban su

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  • ciencia a la sntesis de tres o cuatro enciclopedias ya presentes en su biblioteca desde haca muchos aos. Para justificar sus honorarios, se contentaban con actualizar sus bibliografas, en las que sus propios artculos estaban particularmente bien ubicados. He aqu el universitario corajudo, brillante, inteligente, diplomado, audaz, ntegro...

    Eyidentemente, manuales, historias y enciclopedias proponen un mismo potaje fabricado por lamentables cocineros. Cmo esperar una visin indita? Propuestas innovadoras? Enfoques nuevos? Perspectivas inesperadas? Pistas apenas desbrozadas? No hay nada sino el simple y llano reciclaje de discursos ideolgicamente formateados, polticamente interesados e intelectualmente desgrasados. El primero que habla podra escuchar el eco de su voz uno o varios siglos despus de haber pronunciado su discurso. Cada uno de estos instrumentos de perpetuacin ideolgica constituye una oportunidad de reiterar errores y de inmortalizar aproximaciones, ya que un error mil veces repetido termina por crear una verdad mucho antes del milsimo hechizo.

    Bajo un rgimen de escritura platnico

    En realidad, esta historiografa fue escrita en primer lugar por Platn. Este y sus esbirros, sus des

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  • cendientes, sus alumnos, sus discpulos y sus sicarios. Slo teniendo en cuenta el perodo antiguo, cuntos son los que retoman, por ejemplo, la idea de que se puede hablar de los presocrticos! Pero qu dice la palabra? Que existen pensadores reunidos por un aspecto comn: su existencia antes de Scrates. A pesar de sus divergencias, Par- mnides y su ontloga, Herclides y su dialctica, Leucipo y su atomismo, naximandro y sus elementos, Protgoras y su sofstica, y los cien filsofos etiquetados como presocrticos -antesocrticos, se dice incluso, con el convencimiento, parecera, de que una revolucin semntica es suficiente- valen menos por sus diferencias y sus singularidades que por lo que los rene: oficiar antes de Scrates.

    Slo hay un problema: entre estos pensadores anteriores a la figura crstica que viene a salvar la filosofa -platnica, po r^ supuesto- algunos no merecen la apelacin de presocrticos: ya sea porque son contemporneos de Scrates, ya sea, y esto es ms divertido, porque le sobrevivieron! Es el caso de Demcrito (460-356), que nace despus de Scrates (469-399) y se rene con l en el cementerio unos cuarenta aos ms tarde... Incluso si se calcula a partir de la fecha de nacimiento, la cuenta es errnea. Por qu, entonces, este error manifiesto, de hecho evocado por

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  • Jean-Paul Dumont en Les prsocratiques (ediciones de la Pliade), pero retomado por l en el ttulo mismo de su libro?

    Porque l y los otros abordan la filosofa en tanto platnicos y no saben ni pueden proceder de otra manera. Para ellos, Scrates es presentado como el Mesas, el profeta por quien, al fin, adviene la verdadera filosofa. Y antes? Nada, al menos no gran cosa, un conglomerado, un conjunto heter- clito, un revoltijo de fragmentos e ideas dispares, un campo de ruinas arqueolgicas sin gran provecho intelectual -salvo para los monomaniacos del CNRS3-. Antes de Scrates no se piensa, la razn no existe, hay que esperar su revelacin a la manera mesinica.

    Ahora bien, el pensamiento presocrtico existe como archipilago sin necesidad de apelar a una figura exterior de referencia: hay defensores de la idea y defensores de la materia, hay dualistas y monistas, mitologistas y racionalistas, pero hay tambin una coherencia continental: el mundo, la totalidad del mundo, es lo que les interesa; el saber an no est especializado, intervienen en l como enciclopedistas, y su preocupacin mayor consiste en buscar y proponer una causalidad racional que se. oponga a las explicaciones teolgicas, etctera.

    3. Centre National de la Recherche Scientifique. [N. d e la T .]

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  • Asimismo, esta historiografa que escinde la filosofa griega a partir de Scrates ubica una serie de filsofos bajo la rbrica de pequeos socrticos -o socrticos menores, dicen los historigrafos-. Antes de Scrates, entonces, pero tambin a partir de Scrates... Quines son esos pequeos, esos menores? A mis ojos son grandes y mayores, pero, desde luego, segn otros criterios: An- tstenes, Diogenes, Crates y los cnicos, Aristipo, Teodoro y ls cirenaicos, pero tambin Euclides y Feln, sobre los cuales no se sabe prcticamente nada, y otros socrticos, como se dice en los libros dedicados a este tema -Critn, Glaucn, Simias, Cebes (pitagorizantes!)-. O sea que est el nominalismo, el inmoralismo, el naturalismo y el antiplatonismo de los defensores del Perro, pero tambin el relativismo, el hedonismo y, siempre, la oposicin a Platn de los pensadores de Cirene. Se entiende que, frente a semejantes tesis explosivas, se descarte a estos filsofos por considerarlos pequeos o menores.

    Sin embargo, se conoce menos de Scrates que de Digenes o Aristipo: se sabe que Scrates no escribi nada, no dej obras que puedan ser ledas y comentadas. Prcticamente no queda rastro del corpus socrtico, sus ideas, sus tesis verdaderas y autnticas, salvo si tomamos como referencia fehaciente el Scrates de Platn, verdadero personaje conceptual

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  • que parece mantener una relacin remota con la figura histrica de Silene.

    La ficcin de Platn cuenta ms y mejor que la realidad histrica y filosfica. De ah el inters por construir la historia de la filosofa con esta quimera: antes de Scrates, incluso en el caso de quienes eran ms jvenes que l; a partir de l, incluso para sus contemporneos indiferentes a su teora de las ideas, su seudociehcia y otros perifollos ante todo platnicos. Con este Cristo pagano se escribe la historia reciclando las tesis mesinicas, escindiendo los tiempos antes y despus de l, arrojando lo que precede en la confusin y ahogando la diversidad y la multiplicidad de un continente entero, bajo pretexto de que ste anuncia, en germen, lo que verdaderamente se desarrollara con l. Es una manera de preparar el terreno y de investir al autor del Fedn de una autoridad y una legitimidad que se cimentan sobre la sola y nica manera de escribir la historia de la filosofa occidental.

    Emascular la filosofa

    Bajo este rgimen de escritura, no hay salvacin fuera de Grecia antes del pretendido milagro helenstico del siglo VI antes de J. C.: Rig-Veda? Upa- nishadf Para qu? Y Confu ci antes de Scrates?

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  • Y los Libros de sabidura egipcios? Qu utilidad tienen? Si nos estn diciendo que Europa invent la filosofa! Nada haba antes de ella y nada fuera de ella. N o hay espiritualidad o sabidura, ni siquiera filosofa, pretenden algunos que toman como medida la filosofa occidental, sus maas, sus defectos y sus modales. A la tradicin idealista y platnica se le agrega un tropismo europeocentris- ta y, para decirlo claramente, de piel blanca.

    Por qu rzn recurrir a estas prcticas de falsificador? Para enjaular esta disciplina potencialmente peligrosa y reducirla slo a los filsofos tiles a la reproduccin del sistema social: los funcionarios del Estado que escogen, eligen, entresacan y recortan en la riqueza de la tela filosfica, extrayendo lo que ms puede servir a los intereses del sistema para el que trabajan. Los censores pagados por un rgimen ideolgico subrayan aquello que lo celebra o no se puede usar contra l: el idealismo, el esplritualismo y los pensamientos religiosos y conservadores.

    De ah el inters de un Platn alabando el cielo de las ideas, odiando el cuerpo y la carne, criticando las pasiones, el deseo y el placer, que prepara tanto el cristianismo... De ah las cualidades de un Descartes que duda de todo, o casi, ya que no excluye la religin de su rey y de su nodriza. De ah la excelencia de Kant, que aspira a una moral laica pero se contenta con retomar, de una manera lingstica y

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  • conceptual, el contenido del Declogo y del Nuevo Testamento. De ah el genio de un Hegel que da sentido al individuo una vez ste es subsumido bajo lo universal, otro nombre que se le da a la Familia, a la Sociedad y al Estado -hay que leer o releer los Principios de la filosofa del derecho-. Y no hablemos de san Agustn, de Toms de Aquino o de los francos devotos de la Iglesia catlica que siguen las huellas de Pscal, Malebranche y compaa...

    Entonces, por qu preservar, ensear y pro mover las ideas crticas en relacin con estas otras? Son pensamientos peligrosos que ponen en peligro el orden, la ley, la tradicin y el mundo tal como va? Demcrito? Platn quera, estando vivo, quemar sus obras en la plaza pblica. Nunca cit a su competidor y, sin embargo, a menudo escribi contra su atomismo y su monismo materialista. Gassendi? Este epicreo cristiano acepta la moral evanglica pero no el odio de s mismo, del mundo, del cuerpo y de la vida que triunfa con la frmula catlica, apostlica y romana. DHolbach? Este ateo, este negador de Dios y de la religin, este hombre que quiere una poltica por y para los hombres, este personaje que asigna como tarea de la filosofa y la poltica la felicidad de las mayoras? Sin hablar de los nominalistas, que impiden la religin de lo universal; los materialistas, que quieren reconciliar a los hombres con el aqu y ahora;

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  • los libertinos barrocos del Grand Sicle; los desmistificadores y otros filsofos dedicados a destruir las fbulas para nios propagadas y alimentadas por los filsofos de la institucin -Iglesia y Estado, reunidos para cometer estos delitos...

    Contra el idealismo de Platn, el materialismo de Demcrito; contra la prudencia de Descartes, el coraje de Gassendi; contra el conservadurismo de Kant, la revolucin intelectual de dHolbach: toda la historiografa dispone de un antdoto potente capaz de generar una cntrahistoria filosfica de la filosofa. Para cada pensador que profesa la necesidad de esperar y no hacer nada, la preeminencia de la meditacin sobre la accin y la verdad de la tradicin, existe una larga lista de filsofos olvidados que quieren aqu y ahora felicidad, placer y alegra: la vida en lugar de la muerte.

    Esta emasculacin de la filosofa est hbilmente organizada. No hay improvisacin ni ninguna chapuza intelectual, jams una aproximacin, sino un rumbo fielmente seguido por la institucin. Antao, los defensores de la Universidad y de la Iglesia trabajaban en conjunto. Hoy la administracin republicana, los directores de gabinete ministeriales, los consejeros tcnicos de este ministerio, el cuerpo de inspectores, el de los profesores agrgs,4

    4. Profesores titulados de secundaria (que han obtenido la agrgation). [N. de la T.]

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  • a los que se aade la inercia del Ministerio de Educacin, conforman una mquina que impide, evidentemente, cualquier epistemologa innovadora de la disciplina y que slo aspira a la reproduccin del sistema sin cambiar nada.

  • Escolarizar

    Libertad vigilada

    La enseanza de la filosofa en clase termnale es, actualmente, la principal oportunidad para conocer la disciplina. Si no, cundo? De ah que algunos tengan inters en limitarla^desde ese mismo momento. Bajo pretexto de liberalidad se autoriza, se incentiva incluso, la enseanza de esta disciplina, es cierto, pero rigurosamente enmarcada y reglamentada: ensear la subversin cnica?, la ra- dicalidad atomista?, el hedonismo cirenaico?, la inmanencia materialista?, la locura gnstica?, la libertad de los libertinos?, el amor por lo real de los sensualistas?, el mtodo emprico?, la tradicin socialista?, la de los libertarios?, la filosofa del de-

  • seo?, el nietzscheanismo de izquierda? Vamos, no exageremos...

    La libertad vigilada de la filosofa dentro del permetro escolar se concreta directamente mediante decisiones tcnicas avaladas por gabinetes ministeriales. Victor Cousin, en su tiempo, sobresala en estas tcnicas y mtodos: una ideologa formulada en textos de ley transformados en biblia de los profesores sometidos a este catecismo que se pretende republicano. El Journal Officiel1 como catlogo de los usos y costumbres de la enseanza y, especialmente, de la transmisin de la filosofa en clase termnale... Ah se enuncian nociones, autores que estn en el programa, ejercicios de control de conocimientos, coeficientes, una lista de preguntas libres y sometidas a eleccin () y luego se definen los lmites del profesor... que tiene toda la libertad para tratar el conjunto de la materia en el orden que le parezca. Qu generosos!

    Para lograr este resultado se comienza con declaraciones de principio: la filosofa se ensea nicamente en clase termnale porque corona el conjunto de la trayectoria escolar. No se puede, segn dicen, filosofar sin disponer anteriormente de objetos conceptuales y de la cultura necesaria. Lo que se habr aprendido en ciencias, en historia, en geo

    1. Boletn oficial de la Repblica francesa. [N. de la T.]

  • grafa o en civilizaciones extranjeras y otros estudios del conjunto del programa escolar, permitir algn da la reflexin. Como si la experiencia exis- tencial adquirida a los 18 aos no bastara para entregar un nmero inagotable de temas cuyos tratamientos filosficos son, desde entonces, posibles...

    La coronacin -la palabra no es casual, ya que la metfora supone una disciplina reina, real- busca volver coherente todo lo que hasta entonces estaba separado. Resulta sorprendente que se haya dejado ensear disciplinas siii ninguna transversalidad -fuera de casos especficos ligados a experimentaciones personales- antes de este ltimo momento de la escolaridad obligatoria. Hasta entonces parcelado, el mundo escolar accede repentinamente a su sentido, slo algunos meses (nueve, el tiempo de una gestacin) antes del fin del ciclo de secundaria.

    Tres cuartas partes de la trayectoria del alumno encuentran, as, su significado: ^ desde los primeros momentos de socializacin en la guardera a la clase de filosofa, pasando por el aprendizaje de la lectura, de la escritura y del clculo y luego de los idiomas, se evita pensar y reflexionar, una licencia otorgada solamente a pocas horas del balance final. Simplemente, as se habr obviado hacer de la filosofa la disciplina que acompaa, y no la que corona, el conjunto de la trayectoria. N o un suplemento del alma, sino la oportunidad de una epistemologa regular,

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  • constante, capaz de justificar las enseanzas profesadas, tiles para captar el inters y la coherencia de los saberes dispensados. Desde luego, filosofar en clase termnale est bien, pero ya es demasiado tarde...

    Reglamento interno de la filosofa

    Tras encontrar el lugar de esta enseanza y en qu momento se debe impartir, haca falta un contenido. De ah el calibrado efectuado, mediante la publicacin de autores oficiales, de una lista de nociones y de preguntas libres () que tambin figuran en el programa. Ms all de esta dote, el profesor de filosofa puede, desde luego, abordar otra cuestin a partir de un autor que no figura en dicho programa, pero es un tiempo restado a la masa horaria, abocada al tratamiento del programa. Ahora bien, dada la extensin de la misin, no se puede usar esta libertad para juguetear conceptualmente cuando se dispone de tan poco tiempo para cerrar el recorrido: treinta y tres semanas, o sea doscientas cincuenta horas, para las clases literarias -unas sesenta para las terminales tecnolgicas, es decir, una miseria.

    En la medida en que tanto las nociones como los autores son cuidadosamente elegidos y calibrados, no se ve bien de qu manera se podra abordar los problemas de otra forma que no sea profesando en

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  • torno a los aspectos ineludibles de la historia de la filosofa. Cmo escapar a la alegora de la caverna y a la teora de las ideas platnicas? Al trozo de cera y al cogito cartesiano? Al estado de naturaleza y al contrato social rousseauista? Al imperativo categrico y a los postulados de la razn pura-prctica kantianos? A la razn en la historia y al espritu absoluto hegelianos ? Al superhombre nietzscheano y a-la transmutacin d los valores? Al materialismo dialctico y a la dictadura del proletariado marxista? Al inconsciente freudiano y al psicoanlisis? Tiene libertad el profesor de filosofa? Seguramente no la que consiste en enviar a sus alumnos al bachillerato ignorando sus sierras musicales filosficas...

    Durante ese ao queda poco tiempo para ejercer la libertad amplia y generosamente otorgada a los profesores de tratar libremente () su programa. Lo justo y necesario para que cada cual, a su antojo, pueda darse un gusto evocando, aqu o all, una o dos veces, a su autor fetiche, su pensador predilecto -aquel que, segn los casos, le recuerda el tema de su maestra o de su doctorado, incluso el programa de las oposiciones2 pasadas y eventualmente logradas-. No se trata de perder el tiempo!

    2. Los candidatos que preparan las oposiciones (conconrs) que habilitan para la enseanza a nivel de secundaria (agrega- tion, CAPES) son evaluados en torno a un programa preestablecido anualmente. [N . de la X ]

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  • Para avalar la idea de que las secciones literarias acogen a la gente de letras, a los cientficos, a los matemticos, y los liceos tecnolgicos a los tcnicos, se dota a priori a cada clase con un coeficiente. La va real de todas las secciones es sin embargo la ciencia. Los coeficientes en matemticas y fsica son altos, y la filosofa no parece ser muy til: los no cientficos se conviertan en literarios por eliminacin, con lo que la vocacin por las letras no es mayoritaria. Los tecnolgicos son, en relacin con los clsicos, lo que los literarios son en relacin con los cientficos: los pobres suspendidos, los restos inevitables del sistema, lo no dicho necesario para su funcionamiento...

    Extraamente, se inculca en los estudiantes de ciencias la idea de que la filosofa no es problema suyo. Tambin es cierto que si por casualidad quieren, pueden, pero primero tienen que sobresalir en las ciencias duras, cuyo alto coeficiente les permite no ser filsofos -al menos no adentrarse ms de lo debido en dicha disciplina-. Lo mismo vale para los alumnos que estn listos para salir del sistema, casi en los bordes de los liceos tcnicos: bajo coeficiente filosfico, elevado coeficiente en las materias rentables. Por qu razn -sobre todo en el perodo del liberalismo triunfante- invertir mucho arriesgando ganar poco cuando basta con hacer un esfuerzo en lo que puede aportar el mayor beneficio? Se parte de un a priori sobre la capacidad de los

  • alumnos, se elige un coeficiente,3 y este coeficiente da razn a las autoridades administrativas: los mejores estn efectivamente ah donde se pensaba que estaban; y los menos buenos tambin. Quod erat demonstrandum!

    Con bajos coeficientes se fabrican pequeas inversiones, con pequeas inversiones se producen pequeos resultados. Lo contrario genera el mismo tipo de efectos: se fabrican los buenos y los malos alumnos que delibradamente se quieren producir, porque, para las necesidades del reclutamiento social, hacen falta literatos, cientficos, economistas, tcnicos y eso es lo que esta manera de calibrar obtiene sin errar ningn golpe. La filosofa contribuye a esta temible seleccin con los criterios de evaluacin ms aleatorios que se puedan concebir.

    Ejercicios de estil calibrados

    Muy lejos de la inversin existencial antigua, el devenir escolar de la filosofa, mediante la administracin, pasa por una evaluacin. Evaluar qu? La inversin en la disciplina? Medir el devenir

    3. Segn las secciones (cientfica, literaria), cada prueba del bachillerato tiene un coeficiente; mientras ms alto sea el coeficiente otorgado a una materia, ms peso tendr en el promedio general y, por ende, en la obtencin del bachillerato. [N , de la T.]

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  • filosfico del alumno? Constatar el progreso en la materia? Qu progreso, de hecho? O bien calificar un trabajo de memoria expuesto en ejercicios calibrados? La docimologa () adquiere carcter de ciencia ante los ojos de la administracin y de los pedagogos, para quienes el arte de calificar un trabajo se asemeja al del clculo de la trayectoria de un planeta.

    Las sesiones de armonizacin -expresin oficial-4 en los perodos de exmenes revelan cosas asombrosas: treinta profesores aguerridos leen un mismo trabajo. Cada uno otorga una nota segn le dicta su conciencia. El primero ejecuta, explica, comenta su decisin y justifica su nota. Extraamente, una vez que se ha entregado la ltima calificacin, se obtiene una cifra relativamente mediana, situada alrededor de la primera. Si por casualidad algn inspector astuto -los hay, vi al menos uno- invita a cada profesor, desde un inicio, a poner nota de manera annima, confidencial y no bajo la mirada de los dems, cuando se revelan los resulta

    4. La evaluacin de los trabajos en el marco del bachillerato francs es un proceso en el que intervienen distintas instancias del cuerpo acadmico. Las sesiones de armonizacin constituyen una de las etapas de dicho proceso, en el que se modifican eventualmente las notas otorgadas en principio por tal o cual profesor, tomando en cuenta el promedio general de todos los candidatos al bachillerato (de un mismo recinto escolar y de una misma seccin, literaria o cientfica, por ejemplo). [N. de la T.]

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  • dos, la amplitud puede ser -y lo ha sido, lo vi- de trece puntos para un mismo trabajo... Con un coeficiente de 8 en algunos casos, ya se pueden imaginar los estragos! Docimologa...!

    Sin embargo, los ejercicios estn extremadamente calibrados: el arte de redactar y de componer una disertacin y un comentario de texto no deja nada al azar, lo que debera facilitar una correccin armoniosa. Cada lnea; cada prrafo, cada parte, cada ejemplo deben figurar en el lugar exacto, en 1 momento oportuno. N i muy largo ni muy corto -m ala suerte si el genio se encuentra a veces en la brevedad y otras, en un largo desarrollo-, no debe haber desequilibrio o desarmona entre las distintas partes -la introduccin, las etapas de la reflexin y la conclusin tienen un nmero ideal de lneas-, no se deben cometer faltas de gusto en las citas -hay que evitar los contemporneos y es mejor optar por el filsofo consagrado, citado oportunamente, que por el literato pertinentemente utilizado-, no debe haber extravagancias en la presentacin -hay que evitar el uso de tinta azul de los mares del Sur, las presentaciones atpicas, las vietas de invencin propia-... Etctera.

    No hay subjetividad, no hay yo -la tradicin acadmica encuentra que el yo es odioso-, no hay autobiografa o experiencia personal -aunque uno haya meditado con bro sobre una porcin de cera

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  • en su cuarto, sufrido una salida de calzada en coche que produjo los mismos efectos tericos que el accidente a caballo de Montaigne o tenido la revelacin del eterno retorno en un caf cercano a su casa y no en Sils-Maria-. No hay hechos de actualidad -aunque se trate de la cada del Muro de Berln en el ao en que se produjo; ms tarde eso ser historia y entonces se autorizar-. No hay nombres propios fuera de la calibracin del ejercicio -Kant, s; B.-H. L.,5 no-. Etctera.

    Una administracin platnica

    En efecto, la administracin es platnica. No solamente porque ama tericamente la tradicin surgida de Platn, sino tambin porque su prctica es la de un platnico convencido de la existencia de un ideal. Cree que la excelencia de lo real se mide segn la distancia ms o menos grande que haya con respecto al concepto. As, existe una manera cannica de filosofar en clase termnale en torno a un programa ideal -lo es, ya que emana de la autoridad, demiurgo nacional- y unos alumnos ideales. El ejercicio que mide el talento o el genio del alumno

    5. Abreviacin con la que se nombra frecuentemente en los medios a Bernard-Henri Levy, filsofo. [N. de la T.]

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  • tambin es ideal, ya que proviene del mismo Empreo: existe por lo tanto un trabajo ideal -la correccin-tipo!- a la luz del cual basta con comparar: si estamos lejos del arquetipo, muy lejos: muy mal trabajo; si estamos cerca de la perfeccin, del modelo: trabajo genial; si estamos entre los dos -la mayora de los casos-, las variaciones se efectan segn el criterio del corrector.

    El cuerpo de inspeccin dispone de milicias. Con regularidad stas son arrojadas al mundo sensible de la clase de filosofa para medir la naturaleza de la relacin que mantiene el profesor con el mundo inteligible, establecido, de una vez por todas, por el Bu- lletin officiel.6 Es evidente: lo real ignora todo de lo ideal... Pero cada cual simula que hace todo cuanto puede para coincidir con el Absoluto: el profesor ensaya una falsa clase de inspeccin -arduamente preparada durante horas desde el anuncio de la visita fatal-, mientras que el gendarme simula ignorar que esa clase est hecha a medida para l, porque habitualmente lo usual es una confeccin menos elaborada. La vida cotidiana no es platnica, slo lo es el da en que el demiurgo se presenta -una hora.

    Un da de inspeccin en una de mis clases de liceo tcnico, haba optado por trabajar con la carta a

    6. D ocum ento oficial del Ministerio de Educacin francs. [N. de la T.J

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  • Schuller en la que Spinoza explica que si a una piedra lanzada al aire se le diera el lenguaje y la conciencia, la piedra dira que elige subir, detenerse y caer, cuando en los hechos se contenta con obedecer la ley de la cada de los cuerpos. Extrapolando, Spinoza afirma que lo mismo ocurre con los hombres: se creen libres porque ignoran las causas que los determina^. Era una clase, por tanto, sobre necesidad y libertad, existencia o no del libre albedro, de lo que puede determinar un hecho o un individuo a ser lo que es, etctera.

    Despus de las amabilidades de rigor y las felicitaciones, el inspector me pide autorizacin para jugar un poco a ser profesor y le da por preguntar a mis alumnos la formulacin matemtica de la ley de la cada de ios cuerpos... Qu situacin! Como si se fuera el tema!, sobre todo con alumnos tan ajenos a la clase de matemticas superiores.7 Una vez que qued claro que nadie entenda adonde quera llegar, un poco enervado, l insisti con un e=?. A lo que, encantador, un alumno respondi, para sacarme del aprieto en el que me crea: e=mc2.

    7. Math Sup o M athmatiques Suprieures, nombre que se le da al primer ao de preparacin para la entrada en las grandes escuelas francesas de enseanza cientfica. Se habla tambin de clase de preparacin. Los alumnos de dicha clase son considerados los mejores dentro de la rama cientfica. [N. de la T.]

  • Alumnos reales contra alumnos ideales, idea de alumno contra realidad de los alumnos... Ms all del hecho de que, en un sentido absoluto, la formulacin de la ley de la cada de los cuerpos -de la cual yo ignoraba la frmula (mi colega de matemticas tambin -una disculpa, eso es fsica!, me dijo-): e=l/2 gt2- no agregaba nada a la comprensin del text y de su relevancia, incluso de aquello que poda volver contempornea y actual esa reflexin de Spinoza -nica maneta de incitar en los alumnos el deseo de tomar un pco en serio la filosofa...-, ms all de todo ello, hbilmente el inspector haba disociado la filosofa de cualquier relacin con el mundo real. Pecado mortal! Porque se trataba de demostrar a alumnos concretos que la disciplina filosfica ayuda a pensar el mundo en el que se encuentran. Exactamente lo contrario de la postura platnica. En su defecto, las clases terminales no ven el inters del teortico puro y pasan a otra cosa.

    Al persistir en este tropismo platnico, alejamos a los alumnos de una disciplina cuyo inters arqueolgico o histrico no les satisface. Los ejercicios de estilo estn calibrados desde hace dos siglos -dos siglos!- para la lite de una franja de edad que llega al bachillerato y se dispone a convertirse en la vanguardia de la reproduccin social. Iniciados en el latn, el griego y la retrica, provistos de una alta cultura adquirida en la escuela y en

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  • el mbito familiar, la disertacin explicada de una vez por todas y practicada con frecuencia poda justificarse parcialmente desde la lgica de una filosofa reducida a los malabarismos de la historia de la filosofa.

    Pero hoy, cuando la sociologa de las clases del bachillerato ha cambiado notablemente, cuando la formacin de los alumnos desconoce las ventajas y presupuestos de la disertacin, cuando la delicadeza con la lengua francesa, la gramtica, el estilo, la ortografa y la sintaxis est bajo mnimos, cuando el mundo alrededor rompe cada vez ms con lo escrito, prefiriendo la imagen, la videoesfera, la televisin, lo oral, qu significa esta manera desesperada de mantener en pie una obra maestra en peligro?

    El castigo de las notas, a lo que se reduce a menudo la evaluacin y el control de la prctica de la filosofa en clase termnale, no busca reconciliar a los alumnos con la cultura, con el saber, con lo escrito y, en primer lugar, con la disciplina. Mal evaluado, calificado o apreciado segn un solo criterio -una sola cifra al trmino del ao: el promedio general!-, cmo lograr que un joven de 18 o 20 aos considere la idea de que la filosofa existe en otro lugar, de otra manera y que sirve para otra cosa? Que puede esperar de ella, por ejemplo, una conversin de su propia existencia? Todo est hecho

    on

  • para evitar esta definicin de la filosofa y preferir la de materia como cualquier otra, tal como sostena mi inspector, con el cual, desde luego, y en esto tambin, yo no estaba de acuerdo.

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  • Deformar1

    Filosofa de caf

    Salir del gueto en el que se encuentra la filosofa, confiscada sta por la institucin y la Universidad, obliga a encontrarle mejor lugar, no uno peor. Que la filosofa descienda hasta la calle no quiere decir que tenga que hacer la c^lle! Sin embargo, hay ocasiones en las que esto es lo que parece, hasta tal punto la demagogia -ahora s que la palabra

    1. En francs avachir significa a la vez deformar y debilitar (aflojar, relajar). Se dice de una persona que est avachie refirindose tanto a una postura fsica (sin fuerzas) com o a una actitud (ausencia de dinamismo). La mayora de los casos han sido traducidos a partir del verbo deformar, que no restituye plenamente lo que expresa avachir en francs. [N. de la T.J

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  • me parece adecuada- es efectiva. Cundo se es demagogo? Cuando se halaga al pueblo, cuando se le dirige los discursos de facilidad que ste espera: recusacin de lo complejo, descrdito de la inteligencia, desprecio del esfuerzo, creencia en una filosofa inmanente del sentido comn, preservacin de la ilusin de que todos podran ser pensadores a su manera o reiteracin del lugar comn segn el cual se puede filosofar economizando totalmente la historia de las ideas o recurriendo a un mnimo de conceptos y de lenguaje especializado. Al revs de la Universidad, que cree exactamente lo contrario y concibe la filosofa como compleja (y no simple), intelectual (y no sensual), laboriosa (y no ldica), esotrica (y no exotrica), basada en un trabajo de la memoria y en un vocabulario solamente tcnico (y no en un idioma simple y claro). Ambos se equivocan. Ambos engaan.

    La distancia correcta est a mitad de camino. Se expresa en la paradoja del oxmoron: lo complicado simplificado, lo cerebral encarnado, el trabajo enriquecedor, el elitismo para todos, la filosofa accesible. Es una opcin para acceder gradualmente, con tiempo, a una ascesis que no le est vedada a nadie si el aspirante se otorga los medios. El trabajo filosfico no puede ser hecho por otro. Sin duda no es fcil, no produce inmediatamente efectos gratificantes, obliga a la paciencia y suele

  • causar desaliento, pero otorga tambin plenitud hasta un grado inimaginable para los que no han franqueado el umbral.

    Para evitar los callejones sin salida universitarios y administrativos, practicar lo contrario no basta. La Facultad se centra en los contenidos? No considera tratarlos de otra manera que no sea ortodoxa? Vive de rigor, austeridad, limitaciones y costumbres? Reproduce, en forma y contenido, el sistema social en vigor? No corre ningn riesgo intelectual y valida lo que ya est validado desde hace mucho? Busca la prudencia, la lentitud? Se niega a la audacia, al pensamiento subjetivo? Acosa cualquier forma de autobiografa, de pensamiento personal? Pues s, est equivocada.

    Sin embargo, los contenidos son necesarios e incluso indispensables para practicar correctamente la filosofa; su tratamiento requiere tambin un mtodo, no necesariamente el de 'kt casta y el de los oficiales, pero al menos una estrategia racional; la manera ldica, irnica, alegre o humorstica no prohbe tampoco una ascesis intelectual; el uso de los saberes alternativos, subversivos, no es sistemticamente interesante o superiormente til en absoluto; el gusto por lo nuevo, por la paradoja, por los mrgenes en s mismos no es defendible como principio; la reivindicacin de un yo invasor tampoco vale como garanta de calidad.

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  • De tal manera que se evitar considerar el caf filosfico como el lugar de predileccin de una prctica capaz de sobrepasar los puntos muertos universitarios. Porque crear nuevas vas sin salidas no es una solucin: los temas elegidos de manera falsamente democrtica y tomados, a menudo, de la actualidad ms inmediata, o en relacin con la psifcobiografa del orador ms decidido a tomar el micrfono; la improvisacin, la palabra libre, liberada, propuesta como derecho ejercido sobre el principio del grifo siempre abierto, sin proyecto demostrativo o comunicativo; el sesgo anrquico que a menudo transforma el encuentro en pugilato, en divn individual o colectivo, en escenario en donde los Narcisos toman la palabra ante los oyentes, transformados stos en espectadores tiles para el desarrollo del psicodrama; la tribuna libre utilizada para poner a disposicin del pblico los lugares comunes, un discurso general, cuentos o pamplinas considerados por su autor como pensamientos profundos, definitivos, revolucionarios e inditos; el recurso, sin prolongamientos tericos, a la experiencia personal, a la ancdota y a los pequeos sucesos existenciales como legitimacin de su hap- pening: todo esto no constituye un escenario filosfico.

  • Del modelo meditico

    El caf filosfico no tiene tanto por modelo el go- ra griego -U n caf pour Socrate, de Marc Sautet, usurpa la paternidad socrtica ah donde una referencia a los sofistas, los menos tericos y los ms capaces de hacer fortuna en su tiempo sera ms apropiada-, el debate ciudadano y democrtico a la manera irnica, como el escenario televisivo con un presentador cuya calidad de filsofo es menos patente que la de presentador de programas de sociedad o de encuentro literario en la televisin pos- moderna del liberalismo desenfrenado.

    La idea de que el presentador de un cafphilo2 -como se dice- sea sistemticamente profesor de filosofa, filsofo o diplomado en filosofa no ha prosperado desde que un trabajo sociolgico sobre el tema mostr los orgenes diversos de estos Scrates de barra y muy rara vez7

  • Los trabajadores sociales, profesores de otras disciplinas, graflogos, psicoterapeutas, consejeros en comunicacin, especialistas en productos financieros y consultores en redes informticas -segn los resultados del estudio emprendido por Jacques Diament para LEcole des Hautes tudes en Sciences Sociales (EHESS)- que conducen cafs filosficos producen ns bien una socializacin mediante la filosofa -tesis del autor- que propiamente filosofa. La posibilidad de conocer gente, de romper una soledad, de hacer escuchar una palabra vivida como cohibida, prohibida, es lo que a menudo mueve la mquina del caf filosfico.

    La Universidad tiene sus modelos y el caf filosfico tiene los suyos; en este caso es el del debate televisivo sobre los temas de sociedad, en el que cada cual tiene algo que decir, sin sentirse obligado a aprender, reflexionar, progresar, emprender una as- cesis antes de creerse lo suficientemente preparado como para tomar la palabra en funcin de comunicar sus investigaciones y sus hallazgos de altos vuelos, fruto de un verdadero trabajo de reflexin. La palabra llega apriori, previamente a cualquier trabajo, sin trabajo incluso, ni sobre s mismo ni sobre el tema. En nombre de un derecho a la palabra, intangible e infrangibie, no se reconoce un deber de reflexionar antes de hablar, de pensar antes de expresarse. Para qu? Tengo ideas, luego pienso;

  • y por ende tomo la palabra para poner en conocimiento del pblico mi propio pensamiento -a menudo una serie de tpicos y opiniones mediocres acerca del momento social...

    Ya que la televisin propone permanentemente este tipo de debates en los que cada cual puede autorizarse a s misino a proferir sus convicciones sin haber pulido ms finamente la elaboracin de sus pensamientos, por qu uno debera privarse? Qu individuo se retrae hoy, alegando una informacin incompleta, cuando se le pide su opinin sobre el arte contemporneo, la biotica o incluso la globalizacin y sobre todo si jams dedic una hora de su vida a reflexionar al respecto? Nadie.

    El caf filosfico no funciona como gora del pueblo, sino ms bien como sucedneo de la televisin destinado a un ciudadano que probablemente nunca ser invitado a dar su opinin bajo los focos. La filosofa se convierte entonces en un pretexto, un rehn. De tal manera que bgista con citar dos o tres nombres de filsofos, una o dos ideas sacadas de un compendio de cultura general heredado del liceo o del bagaje de un bonnte homme,3 para tener la ilusin de que se piensa, se reflexiona y se efecta un trabajo filosfico.

    3. La expresin remite, en Francia, a una figura del siglo XVII, a un hombre caracterizado por sus buenos modales, su cultura y su dominio de s mismo, entre otras virtudes. [N . de la T.]

  • Por ende, no hay democratizacin de ia filosofa porque no se trata de filosofa, sino de un happening social, de un psicodrama comunitario, de una terapia colectiva, de una comunidad realizada alrededor del pretexto filosfico. La Universidad, que cree filosofar glosando los textos de los clsicos de la disciplina, encuentra su anverso en el parroquiano del caf filosfico^ quien piensa de manera similar, pero bordando su discurso con los lugares comunes y las ideas generales de la poca. Es el anverso y el reverso de una misma manera de evitar la filosofa.

    La biblioteca rosa en filosofa

    El mercado se ha convertido en el horizonte infranqueable de nuestra poca desde que el socialismo liberal mitterrandista oper la conversin de la izquierda gubernamental a las virtudes de la oferta y la demanda. Se conocen los daos que esto produjo en el mundo de la empresa y del trabajo: la desaparicin de la clase obrera y la creacin de una clase social de esclavos sin estatus, obligados a soportar toda clase de impuestos y tareas a voluntad, disponibles mentalmente, intelectualmente, psquicamente, fsicamente, sometidos a amos cuyas rdenes emanan de la Bolsa o de un consejo de administracin nicamente permeable a la ley de los dividendos.

    nn

  • Este estado de hecho produce efectos considerables en el mundo de la cultura. Es el caso del libro, de sus condiciones de produccin, edicin, difusin, distribucin y, por ende, de lectura y de acceso al pblico. Lo mismo ocurre con los otros bienes culturales: artes plsticas, pintura, cine, msica, etctera. El universo de la edicin, en este caso de la edicin filosfica, no se queda atrs. El menor opsculo es lanzado al mercado: obrillas con un ttulo algo humorstico, falsamente desenvueltas, inconsistentes intelectualmente -es decir que no contienen idea alguna, y menos an subversiva, peligrosa o til para la resistencia del mundo tal como ste va-, escritas con un no estilo -sujeto, verbo, complementos, verbos decir, ser, hacer y haber en cantidad-, que proponen remedios de pacotilla para filosofar sin aspirinas o convertirse en filsofo en veinticuatro horas. Tambin copan el mercado breves tratados, pequeos compendios (sic),4 que prometen asimilar con facilidad la historia del pensamiento occidental, o librillos que abordan las grandes cuestiones en sesenta y cuatro pginas!, o incluso, tambin, obras que pretenden reactuali- zar los ejercicios espirituales de la sabidura antigua a travs del telfono mvil, el coche o el refrigerador..., todo esto existe en el jugoso mercado de la edicin filosfica.

    4. D es petits prcis, en francs. [N. de laT .]

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  • Exacerbacin del yo por s mismo, como fin en s: relatar la lamentable experiencia que se tuvo como profesor de filosofa de liceo sin desembocar en nada que no sea su odio hacia los alumnos y la espectacularizacin de su depresin; indexa-