Mujeres y sociedad

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Historia, caracterización y análisis participación de las mujeres en los movimientos sociales, políticos y populares en Colombia: período 1970-1990 Justificación: Las acciones colectivas, supone la existencia de elementos asociados que permiten su concreción y delimitación. No solo en términos del periodo de tiempo en que se realizan; sino también en lo que hace referencia a su significado y alcance; en el contexto de una determinada sociedad. Aquí, significado y alcance, constituyen conceptos necesarios para acceder a la tipificación. Es algo así como establecer una dinámica propia, soportada en algunos insumos generales derivados de análisis sociológicos, filosóficos, antropológicos y políticos, en lo que respecta a contenidos, pautas y motivaciones de los conglomerados humanos, al momento de definir unos objetivos precisos y los procedimientos para alcanzarlos. En esto es importante, también, recabar acerca del nexo entre individualidad y colectivo; comoquiera que esto último no es posible sin la una condición previa: la interacción entre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as), en uno o varios escenarios. Ahora bien, investigar en torno a estas acciones colectivas (en la definición e interpretación inherente a este trabajo, es lo mismo que movimiento colectivo), permite establecer un marco conceptual, como norte. Esto, a su vez, introduce un perfil que obra como elemento de diferenciación. Tanto en lo que se refiere a las particularidades propias de la tipificación; como también en cuanto a determinados objetos concretos. LO anterior explica, a manera de ejemplo, la vigencia de líneas específicas, en la investigación social e histórica. Porque, solo a partir de reivindicar los conceptos de especialización y énfasis, se hace posible identificar aspectos particulares; en la intención de exhibirlos como identidad, con repercusiones irrepetibles e, incluso, como horizonte de referencia. En el caso de los movimientos sociales, políticos y populares; es posible asumir variables diversas al momento de efectuar seguimiento y análisis; a través de periodos históricos y a partir de contextos sociales específicos. De hecho, en términos generales, abundan estudios e

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Historia, caracterización y análisis participación de las mujeres en los movimientos sociales, políticos y populares en Colombia: período 1970-1990

Justificación: Las acciones colectivas, supone la existencia de elementos asociados que permiten su concreción y delimitación. No solo en términos del periodo de tiempo en que se realizan; sino también en lo que hace referencia a su significado y alcance; en el contexto de una determinada sociedad. Aquí, significado y alcance, constituyen conceptos necesarios para acceder a la tipificación. Es algo así como establecer una dinámica propia, soportada en algunos insumos generales derivados de análisis sociológicos, filosóficos, antropológicos y políticos, en lo que respecta a contenidos, pautas y motivaciones de los conglomerados humanos, al momento de definir unos objetivos precisos y los procedimientos para alcanzarlos. En esto es importante, también, recabar acerca del nexo entre individualidad y colectivo; comoquiera que esto último no es posible sin la una condición previa: la interacción entre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as), en uno o varios escenarios.

Ahora bien, investigar en torno a estas acciones colectivas (en la definición e interpretación inherente a este trabajo, es lo mismo que movimiento colectivo), permite establecer un marco conceptual, como norte. Esto, a su vez, introduce un perfil que obra como elemento de diferenciación. Tanto en lo que se refiere a las particularidades propias de la tipificación; como también en cuanto a determinados objetos concretos. LO anterior explica, a manera de ejemplo, la vigencia de líneas específicas, en la investigación social e histórica. Porque, solo a partir de reivindicar los conceptos de especialización y énfasis, se hace posible identificar aspectos particulares; en la intención de exhibirlos como identidad, con repercusiones irrepetibles e, incluso, como horizonte de referencia.

En el caso de los movimientos sociales, políticos y populares; es posible asumir variables diversas al momento de efectuar seguimiento y análisis; a través de periodos históricos y a partir de contextos sociales específicos. De hecho, en términos generales, abundan estudios e interpretaciones, desde diferentes disciplinas de las ciencias sociales. Lo anterior incluye, el desarrollo y consolidación de líneas y/o escuelas de pensamiento. En este sentido, basta recordar la incidencia de teorías como las de: Alexis de Tockeville (La democracia en América, El antiguo régimen y la Revolución Francesa); Raymond Aron (Introducción a la Filosofía de la Historia, Democracia y totalitarismo); Max Weber (La ética protestante y el desarrollo del capitalismo); Errico Malatesta (Anarquismo y gobierno); Manuel Castells (Movimientos sociales urbanos), etc. Se trata, entonces, de efectuar un recorrido que permita establecer algunos insumos de referencia; sin que ello implique subsumirse en los mismos. Por el contrario, debe implicar (como lo dije antes) la asunción de una interpretación que ejerza como perfil, en el proceso de diferenciación.

En Colombia, el estudio y análisis de esos movimientos y su connotación en periodos de tiempo definidos; así como también en el o los contextos sociales específicos; ha convocado la atención de diferentes historiadores (as) y sociólogos (as). Lo contenidos

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conceptuales y metodológicos, pueden o no coincidir con líneas teóricas generales. Lo cierto es un acumulado en el cual confluyen conceptos, descripciones y caracterizaciones diversas, incluso contradictorias. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de los trabajos realizados por Ignacio Torres Giraldo (Los inconformes); Indalecio Liévano A. (Los grande conflictos sociales en Colombia). Es fácil inferir, de su lectura y análisis, posiciones conceptuales diferentes, contradictorias.

En este proyecto, tanto su título general; como el tema específico; retoma un criterio general, en cuanto al entendió de las acciones colectivas (movimientos), precisando denominaciones como: movimientos sociales, políticos y populares; con las diferenciaciones inherentes cada una de ellas, como tipificación. Sin embargo, introduce una variable para el análisis, vinculada con la condición y la perspectiva de género. Concretamente, en lo que tiene que ver con la participación de las mujeres en esos movimientos y en el periodo definido (1970-1990).

Esta especificidad supone, en consecuencia, la introducción de conceptos relacionados con diferentes disciplinas de la ciencia social. Pero, no como opción generalizante. Más bien como contribución para la construcción de una teoría precisa, en torno al significado y alcance de los roles asumidos por las mujeres; como sujetos diferenciados.

Objetivo general: Ya se han insinuado algunas características, vinculadas a la justificación del objeto general de la investigación. En particular, cuando se hizo alusión al sesgo asociado a la condición y perspectiva de género.

En tratándose de precisar aspectos básicos inherentes a la variable específica en sí; el proyecto pretende alcanzar una delimitación en términos de diferenciación. No tanto por el prurito de la originalidad, al margen de la utilidad conceptual y práctica; sino como insumo que registre la participación femenina, como interacción entre su condición de género y las acciones colectivas generales que convocan a hombres y mujeres. Destacar su rol (...el de las mujeres) e incluso establecer los elementos de identidad; sin que esto implique una desviación intencional, a partir de la manipulación metodológica, conceptual. Pero, eso sí, arribando a un análisis y a unas conclusiones que actúen como referentes, al momento de cruzarlos con los insumos derivados de los movimientos específicos de las mujeres por sus derechos.

Antecedentes: En estricto, no puede hablarse de investigaciones o escritos precedentes, en la especificidad propuesta en este proyecto. Los referentes más cercanos, hablan de algunas expresiones en las cuales se vincula la condición y perspectiva de género; en contextos asociados a los movimientos específicos de las mujeres en Colombia. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de los estudios relacionados con la lucha de las mujeres por el derecho al voto; investigaciones relacionadas con acciones colectivas específicas relacionadas con los derechos de las mujeres, en la familia, por la igualdad en sus relaciones laborales; por reivindicaciones inherentes a sus hijos e hijas(por ejemplo: luchas concretas en los barrios por hogares infantiles); investigaciones en torno al impacto de la guerra interna y del desplazamiento forzado; etc.

Visto así, entonces, el proyecto sitúa una opción de análisis diferente. Pero, al mismo tiempo, complementario; si se entiende por esto la reivindicación de la autonomía de las mujeres y su derecho a ejercer, no solo como partícipes pasivas; sino como sujetos concientes.

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Metodología: Además de los elementos metodológicos generales, inherentes a la investigación social y politica; el proyecto introduce la utilización de algunas figuras teóricas que expresan la diferenciación entre movimiento social, movimiento político y movimiento popular; así como también tipificaciones en torno lo conciente y lo inconciente, referidos tanto a los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as); como a los sujetos colectivos. A partir de ahí, se efectúa un recorrido histórico; centrado en las acciones y hechos relacionados con la intervención de diferentes sectores sociales en la promoción y desarrollo de acciones y movilizaciones constitutivas de confrontación a posiciones y/o poderes específicos; con el propósito de alcanzar reivindicaciones u objetivos diferenciados; según sea cada caso.. Lo anterior, supone el análisis de algunos textos pertinentes; bien sea relacionado con la descripción o con la interpretación de aspectos puntuales de los hechos y las acciones inherentes al objeto de estudio. O, también, relacionados con la investigación y posiciones teóricas al respecto.

Todo lo anterior, en la perspectiva de configurar un escenario vinculado a la indagación acerca de la participación femenina en esas acciones y hechos.

Cronología: Se supone explícita, en cuanto el proyecto sitúa la investigación en un período histórico definido: 1970-1990. Ya, en desarrollo del trabajo, se hace énfasis en el tipo de movimiento analizado y el año (...o los años) a que corresponde.

MARCO TEÓRICO.

1. De lo conciente y lo inconciente. De lo individual y lo colectivo

Se trata de establecer el nexo entre acciones individuales y las acciones colectivas; a partir de dilucidar el significado que adquiere la relación unilateral del sujeto, que ha internalizado determinadas pautas, con lo externo; entendido como entorno ajeno. Al tiempo que se define su interacción con respecto los otros y las otras que actúan también en ese mismo entorno. Algo así como proponer, desde lo conceptual, un hilo conductor que permita entender la dinámica de ese proceso y, por esta vía, las diferencias entre el sujeto individualmente considerado y el sujeto colectivo; con todo lo que esto tiene de complejo, comoquiera que toda acción individual o colectiva supone incidir sobre la exterioridad, a la manera de proceso que la transforma.

1.1 Acerca del (la) sujeto (a) individual.

Elaborar una posición al respecto, supone la asunción de uno o varios referentes. Ante todo porque está involucrada una noción del ser; en términos de subjetividad. Es decir, retomar algunos insumos conceptuales que han ejercido como significantes; al momento de dirimir una contradicción básica entre el (la) sujeto (a) entendido (a) como uno (a) autónomo (a) y lo externo, entendido como universo que circunda al (la) sujeto (a) y lo (a) afecta; en cuanto lo (a) imprime, otorgándole elementos que pueden ser tramitados o procesados. Es, en consecuencia, un tipo de relación que permite identificar una aproximación a lo que podría llamarse utilitarismo primario; a partir del cual cada sujeto (a) establece su propia visión y decide acerca de las condiciones en las que delimita su territorio subjetivo, con respecto a la territorialidad general, externa; escenario que comparte con los (as) otros (as) sujetos (as).

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Lo anterior es tanto como entender la relación entre la naturaleza y el (la) sujeto individual. Ahora bien, desde la perspectiva estrictamente centrada en la teoría del conocimiento; cabe una aseveración (anterior a la lógica propuesta por la corriente del pensamiento complejo) la cual, a su vez, involucra una contradicción; relativamente simple: en principio, el ser como sujeto (a) individual, construye su internalización y su autonomía; a partir de un ejercicio, mediante el cual procesa la información proporcionada por la exterioridad. Solo a partir de ahí le es dado al (la) sujeto (a) una relación conciente con esa exterioridad; en razón a que la elaboración realizada por el (ella) define, de por sí, la particularidad propia de su identidad y autonomía.

Así las cosas, entonces, hablar de la identidad del ser supone utilizar un concepto asociado a la autonomía. Pero también a al ejercicio que permite la apropiación de la exterioridad; como proceso de internalización sin la cual no es posible una actuación individual conciente y diferenciada. Esto es lo mismo que asumir como verificable, en la intervención de uno (a) sujeto (a), las acciones inherentes a su identidad construida en términos de su relación con la exterioridad. Aquí cabe un entendido, de ese proceso que conlleva a la internalización individual, diferenciado. Es decir asociado a momentos y/o períodos históricos; los cuales determinan la calidad y complejidad que adquiere la autonomía, la identidad; la capacidad para regresar a la exterioridad; bien sea para transformar la naturaleza física; o para interactuar con los (as) otros (as) sujetos (as) en términos de comunicación; generando opciones de transformación cuya concreción supone una actuación conjunta.

La anterior interpretación conduce a plantearnos un interrogante relacionado con la diferenciación primaria entre los (as) sujetos (as), con respecto a la visión adquirida a partir del proceso de internalización de la exterioridad. Esto supone entender (la interpretación) como dinámica; ajena a un procedimiento lineal homogéneo. Veamos:

La internalización individual está dada por la realización de un ejercicio de apropiación de la exterioridad, independiente. Es valida para cada sujeto (a) en su condición de ser que se diferencia de los (as) otros (as); así sea en el período más primario. Es decir en aquel en donde la relación con la naturaleza se ejerce a partir de insumos y procedimientos elementales. A manera de ejemplo: los hombres y las mujeres definidos (as) como primitivos (as) en la historia de la humanidad; no establecieron un tipo de relación igual con la naturaleza; así el producto de esa relación se hubiera manifestado a través de una transformación y de utilidad similar; en cuanto significó la provisión de recursos inmediatos en nexo con sus necesidades primarias. Cada uno (a), en su ejercicio de apropiación de la exterioridad, adquirió y procesó elementos de manera individual. Esto es lo que permite entender acciones posteriores diferenciadas; inclusive entre aquellos (as) que compartía un mismo territorio físico y tenían pautas similares; entendidas estas como insumos colectivos derivados de su relación con ese territorio común.

Vito así, entonces, no es pertinente la afirmación que reclama la vida colectiva primitiva, como sinónimo de unanimismo o identidad colectiva, que diluye la apropiación individual de la exterioridad. Si bien es cierto, en principio, que la intervención colectiva para la transformación de la naturaleza, se tradujo en acciones en las cuales la división de las mismas(..o del trabajo) no implicaba diferenciaciones en jerarquía que permitieran la acumulación individual; no es menos cierto que estas acciones colectivas no conllevaron a subsumir lo individual, como proceso de internalización, mediante la cual cada uno (a) construía su propia visión y pudo elaborar conceptos diferentes, comparados con las visiones y conceptos de los (as) demás.

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El ser individual, entonces, es tal en razón a su identidad y a su autonomía para elaborar visiones y conceptos. Esto permite entender, a manera de ejemplo, el desarrollo y aplicación de opciones individuales; en el mismo contexto de la transformación colectiva de la naturaleza. De no ser así, el tránsito de un período a otro se hubiese producido sin ninguna contradicción; en condiciones de homogeneidad en las cuales no habría lugar para el ensayo y la inventiva. Esto traduce: no todos (as) reaccionaron de manera uniforme ante los retos derivados del proceso de transformación colectiva de la exterioridad. Entre otras razones, porque la construcción individual de visiones y conceptos, incluye un distanciamiento, una abstracción a través de la cual se construye la identidad individual, como instrumentos indispensable para desarrollar la autonomía como posibilidad y como requisito para la diferenciación. Esto no implica asimilar, de por sí diferenciación individual a jerarquía y/o acumulación primaria de poder atado a la apropiación del producto derivado del trabajo colectivo. Se trata, simplemente, de entenderlo como dinámica posible, necesaria y lógica; en el contexto de la evolución traumática y compleja de la humanidad; desde períodos históricos primarios hasta períodos en los cuales se expresan los logros alcanzados; por la vía de la interacción entre las acciones colectivas e individuales.

Como corolario inicial es pertinente expresar lo siguiente: La condición de sujeto (a) individual está dada por la asunción de la identidad y la autonomía; a partir de la diferenciación en el proceso de aprehensión de la exterioridad. Esta identidad y autonomía, a su vez, permite establecer una incidencia en la transformación de la exterioridad y una interacción con los (as) otros (as) sujetos (as); sin subsumirse; sin perder los referentes propios originados en su particular visión e interpretación (concepto) de la naturaleza y de la relación con los (a) otros (as).

1.2 De la interpretación (conceptos) individuales y su incidencia en lo colectivo.

El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a) primario (a), construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los sentidos biológicos. La percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos externos, ejerce como instrumento para recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la diferenciación se establece por la vía del seguimiento y continuidad, originados en la capacidad para retener la información e interpretarla. No es una memoria simbólica ni formal, como la de los otros animales. Esa memoria trasciende a la repetición simple de lo aprendido, a manera de expresión espontánea y/o de respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el contrario, es una memoria en constante actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se hace necesario recordar lo visto antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y colectivas. Así y solo así se puede entender la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones dirigidas al proceso de transformación de la exterioridad. Pero también, para entender la construcción de una simbología para sí; de tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de definir sus propias perspectivas; en cuanto expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a los (as) ) otros (as). Entonces, la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya; constituyen referentes en los cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación de lo primero en función de lo segundo; sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual acepta, e incluso propone, en el camino hacia la obtención de un determinado fin. Ya, en esta expresión, es pertinente entrever la influencia (...en esa memoria individual, como acumulado constante) de las tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición y/o de la experiencia directa, que adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de procesos individuales y colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de la religión, de los códigos y paradigmas que ejercen como

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limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad, en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a) obliga a un acatamiento; so pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva que lo (a) compromete. No reconocer la concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene ahora) para cada sujeto (a) repercusiones profundas. Inclusive, de su aceptación o no, depende en muchos casos la existencia suya como sujeto (a) individual vivo, como actor válido.

En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones propuestas, por parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la interpretación de las pautas, paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período histórico. En sí esas pautas y condiciones, no son otra cosa que construcciones colectivas que trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive que, en las mismas; cada sujeto se subsume, como quiera que no le está permitido transgredirlas. Está obligado, en consecuencia, a asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su decisión es hacer trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la opción directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las consecuencias a que esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención individual, una confrontación con la simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción individual con la construcción colectiva. Esto es válido, como decíamos arriba, tanto para los paradigmas colectivos asociados a la religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción de ordenamiento y de jerarquización. Queda claro, asimismo, que estas construcciones colectivas, son posteriores a la apropiación primigenia de la exterioridad, a la internalización primera realizada por cada sujeto (a) en su contacto inicial con la naturaleza. Es decir, son elaboraciones, desarrolladas en el tiempo y en el espacio; como acciones concientes o inconcientes (...o mediante una interacción entre los dos estados) en donde se aplica el conocimiento acumulado, a manera de ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a ser, por esta vía, una memoria de todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la comunicación y de la instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación.

Toda herejía, en principio, es una acción individual. Compromete a quien realiza una interpretación diferente y se decide a proponerla como opción. Bien sea como modificación parcial de las pautas, paradigmas y condiciones instaurados como referentes colectivos; o como alternativa que conlleva a una modifi9cación total, radical. Algo así como o son esas pautas y paradigmas o son estas pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer una alternativa, se configura un distanciamiento con respecto al ordenamiento vigente. Adquiere ese hecho un significado asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción (...u opciones) con las existentes; el (la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador (a), desemboca en una posición herética. A partir de ahí, se trata de definir las condiciones y el tipo de acciones a realizar, el proceso de difusión de la opción u opciones nuevas. Aquí, condiciones, tienen que ver con los insumos recaudados para sustentar la nueva opción. Tipo de acciones, tiene que ver con realizar una confrontación individual absoluta. O la adquisición, mediante el proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de los (as) otros (as). De tal manera que pueda presentarse y desarrollar como opción u opciones colectivas. Esto no es otra cosa que el comienzo de una sumatoria de acciones diferenciadas; en procura de lograr la aceptación y acatamiento, bien sea de la modificación parcial o de la erradicación de las anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las nuevas.De todas maneras, bien sea que se actúe n un u otro sentido, es evidente la necesidad de cierta subyugación hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio básico relacionado con el ordenamiento y el equilibrio por la vía de la

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imposición de pautas y paradigmas: siempre existan referentes establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio; habrá unos códigos y obligaciones que ejercen como limitación a la libertad individual. Alcanzar unos nuevos referentes, unos nuevos códigos y nuevas obligaciones; supone la realización de acciones que controvierten lo anterior.

1.3 Del sujeto Colectivo

Ahora se trata de establecer los términos de referencia, a partir de los cuales se configura la presencia y las acciones del colectivo; como sujeto pleno que trasciende a la individualidad pero no la puede subsumir.

Desde una interpretación etimológica, sujeto colectivo se entiende como figura plural. Es decir, se asume su configuración como sumatoria, simple o compleja, de individualidades con presencia en un determinado escenario, ámbito o territorio. También involucra un concepto adjunto, que da cuenta de una posición asimilada a la conciencia y a su significado. Algo así como entender al sujeto colectivo en condición vinculante con respecto a una visión (o visiones) y a una interpretación de la exterioridad que lo circunda. El problema radica en la posibilidad efectiva para precisar el nexo entre esa figura colectiva y la individualidad, sin que implique la disolución. Porque, a partir de una interpretación centrada en el estricto comportamiento mecánico; podría pensarse en una dicotomía elemental, en donde la conciencia colectiva es una expresión que traduce los acumulados históricos, en cuanto vivencias, como información procesada que induce a una definición desde la perspectiva cultural.

De todas maneras, la interpretación de lo colectivo, supone un imaginario. Este, a su vez, debe estar asociado al concepto de espacio físico. Algo así como establecer una dinámica en la cual aparece la interrelación entre los (as) sujetos (as) individuales, asociados e integrados con respecto a determinados códigos reconocidos como válidos. Ya decíamos ante, en esta misma línea de reflexión: los referentes, entendidos como códigos, pueden ejercer como punto de equilibrio; a través del cual se expresan las coincidencias. Ahora bien, la complejidad en la interpretación del significado y alcance de este equilibrio, está dado por el análisis del recorrido previo para acceder al mismo. Tal parece que se presentan dos opciones en la interpretación. Una de ellas tiene que ver la identidad pasiva que realiza cada sujeto individual con los códigos o referentes generales que inducen al equilibrio. La otra tiene que ver con la coacción, con la imposición, por la vía de acciones ejercidas por parte de quien o quienes se erijan como centro y/o como intérpretes únicos de esos códigos.

La primera opción supone un tránsito no traumático, mediante el cual cada sujeto asume la identificación con los códigos (conciente o inconciente). Es de suponer que, ya ahí en ese tránsito hacia la identificación o reconocimiento, se configura una ruptura con respecto al yo absoluto. Se traslada parte de la identidad personal, a la identidad colectiva; como condición indispensable para acceder al equilibrio. Se entiende y acepta esa necesidad, en una perspectiva grupal, plural. Ahora bien, los códigos pueden adquirir características religiosas, o de simples premisas para el trabajo asociado; o de compromisos para establecer una figura colectiva relacionada con el ordenamiento global de obligaciones; o una sumatoria compleja de todas estas las anteriores. Lo cierto es que la aceptación se expresa como actitud soportada en la libertad para definir.

La segunda opción supone la presencia de posiciones previas; en las cuales es evidente una diferenciación en términos no solo de interpretación y elaboración con

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respecto a la exterioridad; sino también en términos de apropiación unilateral de los acumulados históricos de las vivencias entendidas como insumos para la construcción de los códigos, referentes..o paradigmas. Aquí, entonces, se configura un recorrido traumático; por cuanto supone la restricción impuesta a las posibilidades individuales. No es ya la aceptación en libertad; es por el contrario la imposición a reconocer, tanto los referentes en sí, como también a quien o quienes los representan y los imponen.

1.4 De lo conceptual en una perspectiva de género

Abordar una reflexión, en términos de indagar-investigar, acerca de asuntos relacionados con género; supone la asunción de referentes que permitan establecer un hilo conductor pertinente. Algo así como precisar las condiciones y características que adquiere, en el contexto de un proceso determinado.

Digamos que reconocerse, implica una primera identificación del significado básico como sujeto; en lo que este tiene de vigencia como expresión de lo humano que se concreta. Aquí, entonces, lo femenino y lo masculino, supone una interacción originada en el “descubrimiento” de la diferencia que, a su vez, está asociado al desarrollo de las percepciones primarias que, por esto mismo, permiten agregados hacia la construcción de acciones y realizaciones complejas. En otras palabras, se trata de logros individuales y colectivos denominados (...en una sumatoria lógica, mas no de lineal) cultura.

La desagregación de roles, en escenarios de intervención y presencia de los sujetos (hombres y mujeres), trascienden a la sola posición adjudicada por la diferenciación biológica, natural. Se entiende como elaboraciones en nexo con ese reconocimiento de sí; como esa expresión que trasciende a lo primario y se convierte en pauta, en códigos instaurados como necesarios, que requieren ser acatados, sin que necesariamente, implique a la identificación o, inclusive, así supongan una posición en contravìa de la autonomía y la libertad para el desarrollo de la individualidad.

Entonces, cada construcción cultural; pasa por la imposición de un determinado modelo, de una determinada guía o procedimiento para consolidar el reconocimiento que invoca cada individuo (a); en un contexto que reclama y requiere ordenar y pautar la vida; como soporte para articular, para justificar el “equilibrio” entre quienes conviven en un espacio territorial y han heredado procedimientos, costumbres y visiones de lo natural. Por lo tanto se entienden comunes. Se asume, en consecuencia, que “se ha estado ahí”..., “y se está ahora”; con los condicionantes y las imposiciones que han sido previamente desarrolladas y acumuladas, como agregados que comprometen.

Visto así, la noción de lo social, se erige como colateral de los acumulados y agregados culturales compartidos (...Impuestos) y que ejercen como condicionantes; para hombres y mujeres en escenarios territoriales y geográficos determinados. Inclusive, la misma noción de geografía, territorio y espacio, está relacionada con las identificaciones previamente establecidas y transmitidas.

Ahora bien, en el entendido moderno, se habla de civilización, cuando se quiere referenciar al desarrollo de los seres humanos, precisamente con esas identificaciones, esos códigos, esas herencias, como modelos y como pautas. Esto explica, entre otras razones, la existencia de disciplinas y profesiones que investigan y analizan los momentos y periodos que ha precedido al presente y, a partir de ahí, localizan bien sea estereotipos y/o expresiones valoradas como “prueba”, cuando se trata de identificar aspectos específicos o líneas de comportamiento.

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Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante; como insumo que permite entender la diferenciación biológica y que, al mismo tiempo, permite efectuar el seguimiento y análisis de las elaboraciones culturales, las pautas y los códigos construidos, a partir del desarrollo y agregados culturales. No es algo diferente a introducir esa variable subjetiva que nos permitan entender las implicaciones; como quiera que (..ya lo dijimos arriba) las restricciones a que conlleva cualquier modelo impuesto como válido y necesario para permitir los “equilibrios” entre la individualidad y un colectivo(..o sociedad); están dadas por la inherente pérdida de la libertad, de la autonomía absoluta de cada sujeto(a).

Podría decirse, entonces, que el género (como variable que se precisa y se hace visible en el desarrollo cultural), convoca a entender dinámicas y lógicas adicionales, como expresiones diferenciadas que permiten reconocerse e identificarse a los (as) sujetos (a), como portadores (as), bien sea de restricciones adicionales o de derechos conferidos por las normativas y los códigos culturales asumidos como válidos.

Así las cosas, nuestro punto de comienzo, supone la preexistencia de valores(..como concreciones de lo cultural) que permiten e inhiben. Es lo siguiente: asumimos como vigentes (...sin que implique aceptarlos) referentes que permiten una línea de interpretación primaria, en cuanto a la diferenciación biológica entre hombres y mujeres, en la cual se erige como insumo condicionante la “necesaria” coacción, la necesaria implementación de códigos que establecen un nexo lógico, explicable, justo; entre esa diferenciación biológica-natural y las restricciones hacia las mujeres; como una figura que, simplemente, expresa una interpretación de algo preestablecido. Una figura que invoca la división de roles, en donde los (as) sujetos (as) deben reconocerse en relación con la jerarquización de los mismos y, en donde, lo masculino emerge y se impone en condición de superioridad.

Es punto de comienzo supone, asimismo, entender la dinámica histórica; como elaboración que conlleva a precisar, analizar y validar momentos y períodos; en un contexto en el cual el significante subjetivo puede o no ser cuestionado. Pero, de todas maneras, debe ser interpretado como inherente a ese momento, a ese período determinado. Es como la asunción de una lectura y una didáctica en donde se puede “explicar” lo cotidiano del pasado, con arreglo a los acumulados culturales..o, lo que es lo mismo, al estado de desarrollo de la civilización en su momento. Inclusive, a manera de ejemplo, pueden aparecer con posterioridad, expresiones en las cuales se presentan “excusas” a nombre de los beneficiarios de determinados acumulados culturales(..como los religiosos) por el hecho de haber permitido, desde l misma lógica inherente a esos agregados, exterminios de aquellos y aquellas que ejercieron como contradictores, al margen del grado de ruptura propuesto y desarrollado por estos (as). El caso patético de las Cruzadas Cristianas y de los Tribunales de Inquisición..y el “arrepentimiento” de la Jerarquía Católica, con el liderazgo de Juan Pablo II; simplemente es una muestra de ello.

En esta línea de interpretación, el análisis del rol de las mujeres en la construcción y desarrollo del periodismo en Colombia, particularmente a finales del Siglo XVIII y en el Siglo XIX, supone precisar un contexto en lo que podríamos llamar “La sociedad del Nuevo Reino de Granada, en nexo con las imposiciones culturales de España.”

Queda claro, en aplicación de la caracterización propuesta arriba, que las condiciones vigentes en el período que comprende el análisis, estaban cruzadas por los insumos conceptuales y los valores que ejercían como códigos, como yuntas originadas en el ideario de quienes ejercían como invasores y detentadores del poder. A su vez, esos valores y conceptos de los españoles, tenían un nexo, no circunstancial, con los

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conceptos y valores predominantes en Europa. Es una interacción de doble vía, en veces con rasgos contradictorios (..e incluso antagónicos, como en caso de la opción derivada de la Revolución Francesa en 1789 y su colateral la Declaración de Los Derechos Universales del Hombre, con respecto a la opción mantenido por la monarquía Español, particularmente en cuanto al control autoritario ejercido en el “Nuevo Reino de Granada”.

Para el caso específico del escenario político y social en el periodo objeto de análisis, se expresaba con todo rigor ese principio básico que reivindicamos como válido: la imposición de valores construidos a partir de los paradigmas tejidos, en un proceso que involucró a todo el quehacer, que fue agregando interpretaciones y decisiones; con unos determinados referentes. Una sucesión de construcciones, en las cuales predominaban aquellos conceptos y aplicaciones que convocaban a los sujetos (hombres y mujeres) a reconocerse en ellos; a identificarse con esos proyectos y con todo el proceso. Es obvio, en esa perspectiva, que “lo conciente” (...así como ahora), no era otra que la obligación a asumir como propias las imágenes y las “instituciones”, fundamentalmente ancladas en la visión del mundo coincidente con la Religión predominante.., entendida e impuesta como la única posible.

Que decir, entonces, de los “habitantes originarios” del nuevo territorio, conquistado, avasallado, esquilmado. Fue una labor (..así lo expresa con lucidez Eduardo Galeano, en su texto “Las Venas Abiertas de América Latina.). Una obscurana absoluta en términos del conocimiento. Una imposición que reclama la obligación de asumir la “única verdad posible”(..la del Rey, de sus delegatarios.., de la Iglesia Católica). No hay lugar para escisiones, fundamentalmente en lo que hace a la interpretación del mundo físico, como expresión inmanente, en todo tiempo y lugar, de la divinidad, de su sentir; que no era otra cosa que la reivindicación del poder terreno, como simple extensión de se poder divino.

En lo anterior, la ignorancia, “ese reconocerse” como sujeto perdido, sin libertad, sin elementos para el discernimiento y para la apropiación adecuada del conocimiento; tenía una cobertura total. Eran vasallos los sujetos hombres y las sujetos mujeres. ..Pero, estas, sufrían (..casi como ahora) el doble rigor, la doble expoliación espiritual. No podía ser de otra manera; porque el Imperio (España), no era otra cosa que el horizonte cultural en el cual se acuñaba como cierta y necesaria la coincidencia entre la diferenciación biológica y la diferenciación (discriminación) efectiva, práctica, cultural.

1.5 De la comunicación.

La acción de comunicarse es inherente a la condición humana. Es la palabra, como transferencia de necesidades, de sentimientos...del conocimiento. El acumulado cultural, los agregados primarios y complejos, han permitido establecer las conexiones indispensables, en el proceso de elaboración mediante los cuales es posible vivir y sentir el contacto con la naturaleza, de su transformación. La noción de comunidad solo adquiere presencia y dinámica plena, en función de la comunicación..de la palabra.

Ahora bien, el sentido de las palabras (al menos en su aprehensión inicial), como transferencia, como instrumento primero para la comunicación; tiene que ver con lo que el (la) sujeto reconoce e identifica como insumo que no le es extraño para expresarlo al otro o a la otra. Asimismo, en la recepción, los mensajes recibidos adquieren validez, en razón a la posibilidad que otorgan para dilucidar, a partir de ahí, lo desconocido. Es el intercambio de las opciones. Una figura cercana al trueque de ideas, de conceptos, de imaginarios.

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Lo que se erige como Civilización (en el sentido planteado arriba), ha desarrollado mecanismos inherentes a la comunicación. Tanto como reconocer que ha instaurado lógicas permitidas, en el universo cultural construido e impuesto como posible y como dominante. Ha sido un recorrido complejo; en donde los agregados asumidos como cultura, no son otra cosa que la reivindicación de paradigmas circunscritos a las “ideas” vigentes, válidas, permitidas y aceptadas. Por esta vía se ha arribado a opciones en las cuales lo que se “transfiere” y/o “transmite”, es una forma de replicar y difundir eso que es permitido, validado y aceptado. Cuando se comunica algo que pueda ejercer como disidencia o cuestionamiento de ese “ordenamiento cultural válido”; se incurre en herejía ..y, por lo tanto, debe ser obstaculizado, cuando no castigado. Ya lo decíamos antes, en referencia a la acción inquisidora por parte de los vigilantes, representantes de las jerarquías y de la dominación, en defensa de las únicas verdades posibles.

2. De la noción de poder y su ejercicio.

Ahora es pertinente desarrollar algunos conceptos en relación al comportamiento del sujeto colectivo; a partir de su separación con respecto a los (as) sujetos (as) individualmente considerados. Supone, entonces, la aceptación de su existencia con expresión propia; regida por pautas que, a su vez, pueden ejercer como referentes generales. El problema tiene que ver con precisar las condiciones y/o prerrequisitos necesarios para consolidar la figura de la instancia abstracta; aquella que se desprende del sujeto colectivo y se rige como referente que debe ser acatado; no solo por los (as) sujetos (as) individuales; sino también por la colectividad que se construye y se hace plena en razón a la interacción constante entre los (as) sujetos (as). Ya, aquí, puede hablarse de una prefiguración territorial y de unos vínculos que hace posible esa interacción. Supone la aceptación de la identidad individual propia de cada sujeto (a); pero también la existencia de los (as) otros (as) como pares que comparten una misma identidad colectiva.

2.1 ¿Qué es el poder?

Habábamos arriba acerca de las condiciones en las cuales se puede concretar la aceptación, por parte de los (as) sujetos (as) individuales, de unos referentes y/o principios básicos; por fuera de si. Es decir, externos a cada uno a cada una. Quedó clara, en esta línea de análisis, la interpretación, a partir de dos opciones. Una u otra, definen tránsitos diferentes hacia la consolidación de de los principios, referentes o paradigmas que han de centrar y orientar el quehacer de los (as) sujetos (as) individuales; en un entorno preciso, en el cual se involucra la aceptación de los (as) otros (as) como pares. Pero, al mismo tiempo, adquiere el significado inherente a la separación de esos principios-referentes con respecto a lo colectivo, entendido como sujeto que simplemente asume como sumatoria de las individualidades. Es decir, empieza a erigirse como figura que trasciende a los (as) sujetos (as); tanto en lo individual como en lo colectivo.

También habíamos expresado acerca de la connotación que esto adquiere; en cuanto supone la presencia de quien o quienes asumen como responsables del manejo o supervisión del acatamiento debido en torno a esos principios-referentes. Es algo así como indagar con respecto a las condiciones que debe o deben reunir ese sujeto (a), o esos (as) sujetos (as).

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Desde la interpretación propuesta por Marx y Engels; podría aseverarse que el ejercicio de esa responsabilidad supone la asunción de una posición de dominio, como efecto colateral de una apropiación con respecto a los excedentes de los bienes producidos por la vía del trabajo, de la transformación de la naturaleza. A lo anterior podría agregarse, como extensión necesaria, la apropiación de los acumulados del conocimiento adquirido en ese mismo proceso. De ser así, entonces, surge un nuevo elemento alusivo a la cultura; entendida como superestructura construida a partir de la relación establecida con la exterioridad (naturaleza). Aparece, por esa misma vía, la figura de beneficiarios o beneficiarios. Esto, de por sí, adquiere el significado propio de unas relaciones, ya no en igualdad de condiciones; sino en las cuales se establece un dominio sobre aquellos (as) que no ejercen como tal.

Otra alternativa, para la interpretación, tiene que ver con la posición Kantiana; en la cual aparece la razón como sujeto abstracto que conduce los procesos. Por lo tanto, adquiere una connotación ajena a los (as) sujetos (as), en tanto se entiende como condición preexistente al proceso de transformación de la naturaleza. Por lo mismo, entonces, se entiende como extensión y aplicación modificada de la posición socrática y aristotélica. La variante tiene que ver con el de que, en Kant, la Razón aparece como abstracción que ejerce como referente, inherente a la noción de poder; como instancia que convoca y que debe ser acatada; en cuanto se concreta a través de una figura asimilada al concepto de Estado.

Ya, aún antes de Marx, Engels y Kant; Juan Jacobo Rousseau; Tomas Hobbes y Nicolás Maquiavelo, desarrollaron teorías alrededor de ese concepto de poder y de dominio. Opciones diferencias hacia la interpretación de ese hecho. Variantes como el equilibrio entre lo colectivo y lo individual, a través de la aceptación y la concertación (Contrato Social, postulado por Rousseau); o como la exaltación y justificación de un ejercicio de dominio, desde una perspectiva centrada en la imposición (Leviatán, de Hobbes); o como figura asociada a la intermediación y trámite conciente de un sujeto individual que impone una determinadas condiciones (El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo).

El asunto queda planteado y precisa de un desarrollo, si se pretende dilucidar el significado del control ejercido sobre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as)..o sobre estos (as), entendido como colectivo que no ejercen como beneficiarios (as) de este control.

Tal y como lo hemos insinuado, el poder no es otra cosa que el control ejercido por parte de quien o quienes adquieren la capacidad para hacerlo Acceder a esta capacidad, su explicación, se explica según sea la interpretación asumida. De todas maneras, en estricto, desde el momento en que se configura una determinada forma de control; este actúa como condicionante que impide el desarrollo, pleno y absoluto, de la libertad individual entendida en los términos ya señalados: como posibilidad que tiene cada individuo (a) para interactuar con la exterioridad; a partir de sus propias vivencias. De su particular nexo con la misma y con el (la) otro (a). Supone, en fin, la pérdida de la autonomía primaria. Esto explica, hasta cierto punto, la tensión latente que acompaña todo proceso mediante el cual se efectúa una imposición. Una tensión ya prefigurada por Freíd en “Tótem y Tabú”..y desarrollada por (sin saberlo) por Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”. Con mayor claridad, Marcase, identifica ese nexo en sus trabajos: “El hombre unidimensional” (en tanto que sitúa una interpretación del control político, como yunta que inhibe al –la- sujeto –a-) y en “Eros y Civilización” (en tanto se retoma todo el espectro, derivado del malestar que acompaña a cada sujeto – a-, desde el momento mismo de su vinculación forzada a la vida colectiva.).

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Así entendido, entonces, el poder inhibe el desarrollo del (la) sujeto (a). Supone la instauración de unos referentes para interpretar el nexo que cada uno (a) realiza con la exterioridad y de la internalización que este (a) efectúa, como efecto colateral de esa relación primaria. Algo así, entonces, como objetivar los acumulados de procesos anteriores, convirtiéndolos en pautas que deben ser aceptadas. Por esta vía, en consecuencia, podría entenderse esa inhibición, en condiciones similares a la que existe con respecto a los condicionantes primarios anclados en los contenidos propios de la religión. En principio, podría aseverarse que (en estricto) poder y religión causan el mismo efecto en cada sujeto (a)...la inhibición. En torno a este hecho, cabe expresar desde ahora un elemento que será desarrollado posteriormente: Cuando se actúa, de manera individual o colectiva, en contra de esa inhibición; se configura un conflicto que origina un castigo, una sanción; por parte de quienes ejercen como controladores hacia quien o quienes actúan en contravía de los referentes. Es el caso, a manera de ejemplo, de lo sucedido con Prometeo.

2.2. El poder político.

A manera de ilustración (...Con reservas obvias), es pertinente presentar la reflexión efectuada por Francisco Segui, el prólogo a una de las ediciones de La República (Platón); veamos: “...Si la vida ciudadana, la polis como forma comunitaria, se hunde desgarrada por el escepticismo, el agnosticismo y el relativismo, la polis como organización política sucumbe ante el empuje de la democracia. Y si Sócrates buscaba la solución invitando a revisar los conceptos éticos, a encontrar lo absoluto, Platón idea todo un mecanismo político-social. Su República no es una descripción de un mundo ideal: es una técnica de formación de una sociedad. Aunque de vez en vez caiga en ciertas disquisiciones sobre conceptos tales el de justicia o felicidad, está orientada al estudio de los aparatos de control social. Su objetivo es el orden, la estabilidad (rechazará todo cambio que no sea un acercamiento al ideal descrito en la obra). Y para ello parte de la educación. La educación es el principal elemento represivo, el medio más eficaz para el control, el más apropiado homogenizador social. Educar es, para Platón, construir ciudadanos. En la educación se hará al ciudadano: se condicionará su sensibilidad, su voluntad y su pensamiento, de modo que nada pueda desear sino aquella situación que por naturaleza le pertenece.

Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda. Pero es un error pensar que Platón extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al contrario, la Ideas serán una metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable para llevar a cabo la política…”1

Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente la asimilación al concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en términos de control político. Lo anterior, por cuanto la noción de política, adquiere una connotación relacionada con la actuación colectiva. Algo así como entenderla, en el contexto permitido por los agregados adquiridos a través de determinados procesos previos. Es decir: la politica no constituye una opción originada en el proceso de internalización que efectúa cada sujeto (a), con respecto a la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones acumuladas, a través de procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se configuran a partir de una forma de apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas elaboraciones, en opciones que entran a ejercer como referentes. En consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato; una convocatoria que pretende el reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos (...o definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer cotidiano. Es, en otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de 1Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed.Universales, Bogotá

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quien o quienes se han separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de esos mismos códigos.

La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la permiten. Si bien es ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido: sociedad primitiva-esclavismo-feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al origen de la dominación. Lo cierto es que el asunto es mucho más complejo. Porque supone, entre otras cosas, retomar el entendido de la apropiación de los referentes y su imposición; a partir de un ejercicio originado en la diferenciación; pero asimismo, en nexo con el proceso de internalización individual. Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva descrita por Lewis H. Morgan, constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede inferirse, necesariamente, la ausencia de determinadas formas de diferenciación...y de control. Con las limitaciones sociológicas y políticas propias de su investigación, el texto que la resume, tiene elementos importantes; en cuanto a la interpretación de los hechos originados en la misma investigación que se relacionan con la actividad humana. Por lo mismo es pertinente resaltar lo siguiente:

“..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser generalizados como crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente vinculadas…

..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano, permaneciendo naciente y endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en el salvajismo, requirió toda la experiencia de este período y del subsiguiente, de la barbarie, para desarrollar el gérmen y preparar el cerebro humano para la aceptación de su influencia de contralor. Su imperio como pasión por sobre todas las demás pasiones, señala el comienzo de la civilización...”2

Ahora bien, como lo hemos señalado arriba, el poder adquiere significado a partir de la apropiaciónunilateral de insumos relacionados con el conocimiento acumulado. Esta apropiación permite la elaboración de unas determinadas condiciones que deben ser acatadas, por parte de quien o quienes no actúan en posición de usufructuarios. Así planteado, entonces, no implica necesariamente un nexo primario con la posesión de bienes. Otra cosa es que la posesión permita el desarrollo y consolidación posteriores de mecanismos de control y, por esta vía, de imposición. Lo anterior es lo mismo que entender la dinámica del poder y del control; como una sucesión de eventos en los cuales se van estructurando unas instancias en las que predominan instrumentos conceptuales, como opciones únicas para la interpretación de la naturaleza y de las relaciones necesarias para transformarla…o, simplemente, para convivir con ella.

A partir de esta lógica para la interpretación del poder; se entiende que este adquiere una connotación política, como opción válida en el proceso de consolidación y defensa del mismo, por parte de quien o quienes actúan como detentadores. Lo que, en principio, era un control en términos de pautas y códigos propuestos (...o impuestos) como única alternativa para establecer un nexo con la externalidad; se convierte un la instauración de instancias que identifican esos pautas y códigos con los usufructuarios. Esto supone el desarrollo de mecanismos constitutivos de reglas orientadas a distanciar, aún más, el poder con respecto a quienes se controla. Es decir este (el poder) se torna mucho más complejo; comoquiera que se configura la intermediación como requisito indispensable para acceder a sus representantes. El territorio, en este contexto, deja de ser simple externalidad primaria, natural en la cual se efectúa la 2Morgan, Lewis H. La Sociedad Primitiva, edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de Colombia, 1972.

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interacción y el intercambio por parte de los (as) sujetos (as). Se convierte, por lo mismo que se consolida la figura del poder, en escenario en el cual la relaciones (...Sociales) adquieren características, cada vez, más complejas. Ya no es, entonces, la simple aceptación de los códigos originarios, casi siempre asociados a la religiosidad. Ahora se trata de una figura ensanchada de este. Una ampliación del espectro; en función de los nuevos elementos que lo acompañan y sustentan.

Vale la pena reiterar acerca del condicionamiento que se le imprime a la actuación individual. El proceso, por medio del cual se instaura la dominación, supone una inhibición a la libertad. Ya no existe la posibilidad de ejercer la autonomía inicial; para exteriorizar los conceptos elaborados a partir de la relación con la naturaleza, con la externalidad. Lo que prevalece, ahora, es la asunción de los referentes establecidos como única opción posible. Es una interpretación mediada por los códigos y las instancias desarrolladas por parte de quien o quienes ejercen como detentadores de esos referentes. A esto se agrega el hecho del nexo entre esa acción de control primaria y la evolución del sistema de apropiación de los excedentes derivados del trabajo. Se configuran, entonces, unas relaciones sociales en las que prevalece la imposición de reglas. Algo así como una sumatoria de conceptos básicos que obligan. Actuar en contravía de los mismos sitúa, a quien o quienes lo hacen, por fuera de esas condiciones. Por lo tanto debe ser entendió como desafío, como rebelión. Esto es lo que explica, en términos del concepto de legalidad, la estructuración de figuras que describen y validan el castigo; como procedimiento indispensable para mantener el control. Es ahí en donde, el poder, adquiere su connotación política.

Es pertinente, para este caso, citar la posición expresada por J.C. Friedrich, en su texto La filosofía del derecho. “..Puesto que para el derecho siempre tiene importancia fundamental que la obligación de sus normas se encuentre firmemente anclada en la convicción de la legitimidad de la autoridad que crea la ley, sea Dios, sea la acción popular, la importancia de las normas legales en la vida social estará, en todo momento, hondamente influida por la fe en la legitimidad del gobierno que las impone y por la cual son creadas. El nomos y el jus de griegos y romanos estuvieron en vigor mientras se mantuvo la fe en la comunidad de la polis, pues la polis estaba regulada por el nomos y el jus, debido a la constante fe del pueblo en la heroica sabiduría de algún antiguo legislador, ya fuera un Solón, un Licurgo, o las Doce Tablas. Sin embargo, para los judíos del Antiguo Testamento, no fue Moisés, ni siquiera los profetas, sino el Dios único, quien habló a Moisés y le ordenó que comunicara sus leyes a su pueblo (Levítico 19: 1-2). Y fue su pueblo el que quedó convertido en una comunidad sagrada gracias a esa comunicación, por la santidad misma del Dios que había dictado las leyes. Y de esta santificación, al dar y obedecer la ley, se desarrolló o, quizá fuera mejor decir que se derivó, como corolario la doctrina del pueblo elegido...”3

2.3 El concepto de Estado

Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia, una connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un determinado territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de obligatorio acatamiento.

Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la implementación coercitiva de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y desarrollo de los mismos. Se trata de entender la dinámica que adquiere esa implementación; a través de un proceso que va instaurando instancias, como figuras mucho más complejas en lo que hace referencia a los mecanismos de control, 3Friedrich, C.J., La Filosofía del derecho, ed. Fondo de Cultura Económica

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de su desarrollo y distanciamiento con respecto a la interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el (..o los) sujeto (os).

Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación; ahora se va convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema lógico, abstracto. De tal manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados (as), pasan a ser un colectivo que es obligado a identificarse con ese sistema complejo de mandatos y requerimientos; intermediado por instancias próximas y lejanas. Es, en otras palabras, una asociación forzada que tiene como justificación y como centro, la aceptación de ese sistema normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que ejercen como representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau).

Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a), entendido en los términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del sistema de normas, persiste ese conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con respecto a esa misma imposición. Veámoslo, un poco, en los siguientes términos:

“..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana del derecho tiene sus raíces en una ética racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza humana. Esta ley, como todas las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza toda; es su significado. Por tanto, podemos, y debemos derivar leyes de esta ley (a lege ducendum est juris exordium), porque esta ley, la ley natural, es la fuerza de la naturaleza (naturae vis) y, por tal motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es malo. El cumplimiento de esta ley natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que expresan la verdadera ley en las normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada comunidad, sin embargo, tiene su propio jus civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que toma en consideración las condiciones especiales, tanto espirituales como materiales, que son peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni el jus civile deberán estar en conflicto con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino mandatos arbitrarios...”4

Hasta aquí queda claro, en nuestra línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la implementación del poder político, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este ejercicio de dominación tiene, como colateral, una forma de subyugación; en tanto supone la imposición de limitaciones al desarrollo autónomo individual que permite acceder a la naturaleza y tomar de ella las percepciones e impresiones necesarias para construir el bagaje conceptual indispensable, como proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La inhibición, derivada de la imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la libertad; como cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las posibilidades derivadas del poder que, a su vez, se erige como avance colectivo en la escala de la evolución humana...de la civilización; pero implica asimismo la latencia del conflicto, del deseo de libertad reprimido. Veámoslo, en términos de Marcase:

“El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no solo racionaliza la dominación, sino que también contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original es contenida dentro del marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes rebeliones y revoluciones han sido seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la rebelión de los esclavos en el mundo antiguo hasta la revolución socialista, la lucha de los oprimidos ha terminado siempre

4Friedrich, C.J., obra citada.

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con el establecimiento de un nuevo, y mejor, sistema de dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada vez más eficaz...*5

Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcase. No solo en lo que respecta al espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al desarrollo y manifestación de los mecanismos de dominación, mucho más complejos que los esbozados en ese enfoque. Habría que mirar, en perspectiva, análisis desde la interpretación sociológica y política. Pero, de todas maneras, Marcuse permite reconocer e identificar el conflicto entre sujeto y poder, que subyace a la tensión constante que acompaña a cada individuo inmerso en el sujeto colectivo y en su expresión orgánica; como instancias de control.

Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder político y Estado. Este último no es otra cosa que la racionalización y organización del poder político; por la vía de instancias jerárquicas, independientes del sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se expresan unas relaciones de dominio que abarcan territorios definidos. Es, el Estado, un ordenamiento a partir del poder político. Le imprime a este una connotación abstracta, en razón a que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para la cohesión de quienes comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales comunes. Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en condiciones de igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para dirimir conflictos, entre los súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral; a cargo de instancias creadas y desarrolladas en el marco permitido por el Estado.

3. De la dominación, los dominados y la subversión.

Hasta aquí hemos presentado una interpretación, acerca del origen y desarrollo del concepto de poder; así como del conflicto latente que acompaña a cada sujeto (a) con respecto al mismo. En lo que sigue, se trata de profundizar en torno al contenido que adquiere la dominación, particularmente en su connotación política. También, con mucho mayor énfasis en razón al significado que tiene para el desarrollo posterior de las acciones organizadas en contra de la dominación en sus diferentes manifestaciones, en lo que tiene que ver con la asunción de opciones de ruptura y/o de cuestionamiento; por parte de los (as) sujetos asociados y dirigidos a partir de esas relaciones de dominación impuestas.

3.1 La dominación como imposición y control.

Como quedó dicho, el ejercicio del poder, supone la instauración de referentes y de mecanismos que permiten su imposición. Lo anterior significa la concreción de condicionantes en el proceso inherente a las relaciones sociales. Es como si estas se transformaran. Desde un intercambio autónomo y libertario de experiencias, saberes y acciones de transformación de la naturaleza; hacia un intercambio relacional mediado por la imposición de opciones, a partir de los instrumentos e instancias jerarquizadas. En términos del desarrollo histórico, se instauran unas relaciones de dominación.

La jerarquización y su expresión a través de determinadas instancias; no es otra cosa que condicionar y limitar a quienes no ejercen como beneficiarios del poder. Adquiere presencia, por esta vía, la segregación al interior de los ámbitos geográficos que delimitan los territorios físicos, como expresión de las denominaciones asimiladas a 5Marcuse, Hebert, Eros y Civilización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92

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países y/o naciones. Esto, a su vez, debe ser entendido en el contexto insinuado arriba; cuando se hizo referencia a los elementos de identidad colectiva asociados a raza, cultura, religión, etc.

En relación con el objeto de este trabajo, el énfasis se sitúa en la figura del poder como soporte para la implementación de las relaciones de dominación; con todos sus efectos colaterales. Mucho más preciso aún: sus efectos en términos de control, de restricción a la libertad y la autonomía; tanto para cada sujeto (a) individualmente considerado (a); como también para los (as) sujetos (as) colectivos que tienen como nexo una determinada identidad que los diferencia de los detentadores del poder. Así planteado, entonces, adquieren la condición de dominados (a). Las afectaciones están dadas, como ya lo expresamos, de manera diferenciada; bien sea que se analice desde una perspectiva individual, o desde una la perspectiva colectiva. Desde esta interpretación, es pertinente presentar la siguiente expresión:

“..La civilización es considerada como una serie de impedimentos y obstrucciones que impiden al hombre natural la realización de sí mismo. Esta concepción representa una inversión de la doctrina de Hobbes de la ´guerra de todos contra todos´. En Hobbes, el Leviatán tiene como único fin el refrenar el carácter solitario, avieso, grosero y brusco del hombre natural. Desde el punto de vista anarquista, la doctrina de Rousseau de la bondad natural del hombre es sólo una solución parcial de los problemas que presenta la concepción de la naturaleza humana de Hobbes. Pues para el anarquista tiene menos importancia que el hombre sea bueno o bestial que lo que los hombres hagan para preservar su fuero interno. Rousseau comparte con los teóricos del poder la idea de que la autopreservación exige que los hombres cedan contractualmente sus derechos privados. La paradoja rousseauniana se encuentra en que la consecución de la supervivencia lleva implícita una pérdida del carácter humano. Las obligaciones absorben los derechos. El Estado absorbe a la sociedad civil. El hombre natural se ve flanqueado y vencido por la estrategia de la sociedad...”6

En consecuencia, la dominación, adquiere la posición de condicionante. En ese escenario (en el que se aplica la dominación); los (as) individuos (as) asumen un rol que no corresponde con la opción internalizada de libertad y de acción. Por lo tanto, el dominio político, tiene razón de ser siempre y cuando coaccione y restrinja las posibilidades autonómicas y libertarias de quienes no son usufructuarios (as) del mismo. En ese mismo contexto, la simbología e iconografía que acompañan a las relaciones de dominio, son fundamentales para consolidar la dominación; para apuntalarla con arreglo a los intereses de quienes ejercen como beneficiarios y usufructuarios del poder.

Cabe analizar, en esa misma dirección, las figuras de intermediación. Aquellas que permiten el ejercicio del poder delegado. Instancias en las cuales se replica el control y los condicionantes; por la vía de desmitificar el poder, acercándolo a los (as) dominados (as); de tal manera que este pueda aparecer y entenderse como identificación posible; como coincidencia de intereses, en razón a su neutralidad con respecto a la diferenciación y segregación objetiva, derivada de la apropiación y el control ejercido por los beneficiarios directos. Con las limitaciones y prevenciones obvias, respecto a análisis e interpretaciones en determinados contextos; vale la pena transcribir una opinión en relación con el objeto de nuestro análisis en este apartado.

“..He aquí el origen del sistema parlamentario moderno.Hoy en día, el gobierno, compuesto de propietarios y de gente puesta a su servicio, hállase del todo a disposición de los propietarios, hasta el punto de que los más ricos 6Horowitz, Irving Louis (compilador), “Los Anarquistas parte I (La teoría), Ed.Alianza Editorial tercer edición 1982, páginas 15-16.

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no consideran necesario formar parte de él. Rothschild no tiene necesidad ni de ser diputado ni de ser ministro; le basta, simplemente, con tener a su disposición a los ministros y a los diputados.

En multitud de países, el proletariado obtiene una mayor o menor participación nominal en la elección del gobierno. Es ésa una concesión hecha por la burguesía, bien para obtener el concurso del pueblo en la lucha contra el poder real o aristocrático, bien para apartar al pueblo de la idea de su emancipación, concediéndole una participación aparente en el poder político...”7

Se infiere que la dominación politica no es una aplicación lineal, homogénea. Casi siempre adquiere matices e intermediaciones; según sea el período histórico analizado y/o las manifestaciones que adquiere la apropiación, en el contexto de determinadas relaciones de producción y de poder. De todas maneras, sin embargo, se erige como condicionante último el control ejercido por los beneficiarios del poder.

3.2 De los dominados. De la subversión.

Las relaciones de dominación son tal, en la medida en que existen sujetos (as) sobre los (as) cuales se ejerce dominio. Son los (as) damnificados (as). Aquellos y aquellas 8 que aparecen como objetos susceptibles de subyugación; en cuanto están separados y separadas, no sólo de los beneficios derivados de la apropiación; sino también de las instancias de poder que la soportan y consolidan.

Se entiende que esos (as) sujetos (as), como colectivo y como individualidad, no constituyen por el hecho de ser dominados (as) una figura homogénea. Lo anterior, en razón a sus particularidades. Estas pueden, inclusive, remitir a diferenciaciones por raza, cultura, etnia, etc. Lo que si es cierto es la convergencia, la similitud y la coincidencia derivadas de su condición de dominados (a); aún manteniendo esas diferenciaciones.

Para ilustrar, desde una interpretación filosófica, la aseveración precedente; consideramos importante, a pesar de su extensión, transcribir apartes de un texto sobre el solipsismo de Jean Paul Sartre.

Es curioso que el problema de los Otros no haya inquietado nunca de veras a los realistas. En la medida en que para el realista se da todo, le parece, sin duda, que el prójimo se da también. En medio de lo real, en efecto ¿qué hay más real que el prójimo? Es una sustancia pensante de la misma esencia que yo, la cual no podría desvanecerse en cualidades secundarias y cualidades primarias, y cuyas estructuras esenciales encuentro en mí. Empero, en la medida en que el realismo procura dar razón del conocimiento del conocimiento por una acción del mundo sobre la sustancia pensante, no se ha cuidado de establecer una acción inmediata y recíproca de las sustancias pensantes entre sí: ellas se comunican por intermedio del mundo; entre la conciencia ajena y la mía, mi cuerpo, como cosa del mundo, y el cuerpo del otro son intermediarios necesarios. El alma ajena está, pues, separada de la mía por toda la distancia que separa ante todo mil alma de mi cuerpo, y luego mi cuerpo del cuerpo ajeno, y, por último, el cuerpo del otro de su propia alma. Y, si no es verdad que la relación entre el Para-sí y el cuerpo sea una relación de exterioridad (problema que hemos de tratar más adelante), por lo menos es evidente que la relación de mi cuerpo con el cuerpo del prójimo es una relación de pura exterioridad indiferente. Si las almas están separadas por sus respectivos cuerpos, son distintas como ese tintero es distinto

7Ibíd., pagina 94, tomado de De la Anarquía Errico Malatesta (1853-1932), 8Nótese que en este trabajo no se efectúa el análisis de la dominación en una perspectiva de género.

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de este libro; es decir, no se puede concebir ninguna presencia inmediata de la una a la otra. Y, aún si se admite una presencia inmediata de mi alma al cuerpo ajeno, queda todavía todo el espesor de un cuerpo para que su alma me sea alcanzada. Así pues, si el realismo funda su certeza sobre la presencia en persona de la cosa espacio temporal a mi conciencia, no podría postular la misma evidencia para la realidad del alma ajena, puesto que, como el propio realismo lo confiesa, esta alma no se da en persona a la mía: es una ausencia, una significación; el cuerpo apunta a ella sin entregarla; en una palabra: en una filosofía fundada en la intuición, no hay intuición alguna del alma ajena. Ahora bien, si no se juega con las palabras, esto significa que el realismo no deja lugar alguno a la intuición del prójimo: de nada serviría decir que, por lo menos, no es dado el cuerpo del prójimo, y que este cuerpo es cierta presencia del otro o de una parte de él…9

Así las cosas, la individualidad no se diluye en el sujeto colectivo; pero tampoco lo niega. Es una coexistencia en la diferenciación. Para el caso que nos ocupa, significa la convivencia en un escenario real que los convoca a una identificación, en tanto que aparecen subyugados (as), dominados (as) y restringidos en su autonomía; por cuenta de unas relaciones de dominación ejercidas por parte de quienes aparecen como detentadores del poder. Es partir de ahí, esa identificación les permite desarrollar acciones, bien sea de asimilación pasiva con respecto al poder; o bien sea de cuestionamiento del mismo. Una figura que puede entenderse como causa común, dentro de la diferencia. Esto es lo que explica, hasta cierto punto, la posibilidad de desarrollar interpretaciones diferenciadas en torno a la dominación y al poder. Sin la perspectiva de esas opciones, sería imposible pensar el la asunción de posiciones de liderazgo, en el evento de la confrontación al poder. No de otra manera puede entenderse el surgimiento de personajes históricos que han conducido procesos específicos en contra de la dominación. Lo cierto, sin embargo, es que las rupturas, con respecto a determinadas relaciones de dominación, no pueden constituir un tránsito hacia alternativas diferentes, sin la intervención de los sujetos (as) como colectivo.

La acción de confrontar al poder establecido, está asociada al concepto de subversión; en tanto que significa oponer a la dominación, alternativas y opciones; cuya concreción supone la ruptura, la eliminación parcial o total del tipo de relaciones que la sustentan.

Ahora bien, subvertir el ordenamiento establecido, puede originar o no una transformación radical de las relaciones sociales conducidas y condicionadas por las relaciones de dominación política. Lo anterior traduce: puede presentarse una modificación total, radical; en términos de desvertebrar la hegemonía impuesta por quienes ejercen como beneficiarios del poder. O puede darse modificaciones parciales en las condiciones de la dominación; de tal manera que implique la instauración de reformas parciales; a partir de las cuales los (as) dominados (as) adquieran determinados derechos o atenuaciones de la subyugación y del control ejercido hacia ellos (as).

Dependiendo de las características y los alcances que adquiera la confrontación, como acción de subversión, puede entenderse y valorase sus implicaciones; tanto en relación con las condiciones específicas en las que se concretan las relaciones de dominación, como en lo puedan tener de referente histórico y como influencia en procesos posteriores.

A manera de ilustración, conviene la siguiente cita, tomada del texto: Historia del Movimiento Obrero, en el cual se cita, a su vez al autor en su texto Le Chartisme; escrita por Eduard Dolléans: “..Esos rostros humanos concretan y encarnan las 9Sartre, Jean Paul, El ser y la nada, Ed.Altaya, 1993, página 252.

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doctrinas que se mezclaron con el cartismo. Pero, por encima de los diques de la ideología, hubo corrientes que arrastraron ese movimiento de masas como un río; su curso fue tan impetuoso que, franqueando los obstáculos que le ponían en su camino las circunstancias adversas o la perversidad de los hombres, a veces lo arrasó todo, inclusive las ideologías. 10El cartismo debe su fuerza a ese ímpetu de las masas obreras que han hecho para sí, su primera experiencia histórica...”

Desde nuestra interpretación, toda acción en contra de expresiones objetivas de la dominación, supone la asunción de posiciones, por medio de las cuales se cuestiona al poder ejercido por parte de los beneficiarios directos. Esto, por cuanto la dominación no puede ser entendida como yunta etérea; o como coerción implementada a través de instancias abstractas. De lo que se trata, entonces, es situar e identificar los contenidos concretos que adquiere la dominación politica y, a partir de ahí, entender la dinámica y la autonomía de la acción o las acciones desarrolladas, por parte de un sector (...o sectores) en contra de manifestaciones de esa dominación; comoquiera que estas manifestaciones afectan, limitan y/o vulneran intereses concretos o, simplemente, limitan y condicionan las aspiraciones de bienestar individual y colectivo.

Visto así, se propone superar la interpretación un tanto elusiva, asumida por quienes han desarrollado la opción derivada de la teoría acerca de los aparatos ideológicos del estado. Decimos esto, no en el afán impertinente de descalificar propuestas y teorías que han incidido en el quehacer vinculado a la confrontación y a los conflictos sociales. Se trata, más bien, de centrar la atención en un aspecto que ejerce como eje de nuestra visión: las manifestaciones concretas que adquiere la dominación y el poder que la sustenta; es necesario analizarlas y valorarlas, no solo en el contexto global en el cual actúan las diferentes instancias como un todo. Esto traduce la posibilidad de encontrar manifestaciones de esa dominación, en diferentes ámbitos del territorio físico y social. Es allí, con los insumos que otorga esa identificación y valoración, en donde es posible la caracterización de los conflictos particulares. Inclusive, con la precisión en cuanto a su dimensión y trascendencia.

Con la reserva conceptual, en torno al significado y alcance que adquieren las citas de texto, consideramos pertinente reseñar dos expresiones divergentes, en lo que hace referencia a la interpretación de la dominación y del poder. Una de ellas, es de Louis Althusser, en su obra La Revolución Teórica de Marx .La otra es de Manuel Castells, en su escrito Movimientos Sociales Urbanos. En nuestra opinión, estas expresiones, permiten inferir diferencias sustanciales, las cuales pueden coadyuvar la precisión, en lo que respecta a la identificación de los mecanismos de dominación y su incidencia a la hora de entender la dinámica de los procesos de confrontación al poder, por parte de sectores concretos de los no beneficiarios del mismo. Veamos:

“..No se puede, por lo tanto, emprender un estudio marxista de las obras de juventud de Marx (y de todos los problemas que ellas plantean) sin haber roto con las tentaciones espontáneas o reflexivas del método analítico-teleológico que se encuentra siempre más o menos asediado por los principios hegelianos. Para lograrlo es necesario romper con los supuestos de este método, y aplicar a nuestro objeto los principios marxistas de una teoría de la evolución ideológica.

Estos principios son radicalmente diferentes a los principios enunciados hasta aquí. Implican:

10Dolléans, Eduard, Historia del Movimiento Obrero, Tomo I, pagina 123, traducción de Diego Abad de Santillán de la sexta edición, 1957

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1. Que cada ideología sea considerada como un todo real, unificado interiormente por su problemática propia, y en tal forma que no se pueda sacar un elemento sin alterar el sentido.

2. Que el sentido de este todo, de una ideología singular (aquí el pensamiento de un individuo) depende no de su relación con una verdad diferente a él, sino de su relación con un campo ideológico existente y con los problemas y la estructura sociales que le sirven de base y se reflejan en él; que el sentido del desarrollo de una ideología singular depende, no de la relación de este desarrollo con su origen o con su término considerados como su verdad, sino de la ideología singular y las mutaciones del campo ideológico y de los problemas y relaciones sociales que la sostienen.

3. Que el principio motor del desarrollo de una ideología singular no reside, por lo tanto, en el seno de la ideología misma, sino fuera de ella, en el más-allá de la ideología singular: su autor como individuo concreto y las historia efectiva que se refleja en este desarrollo individual según los lazos complejos del individuo con esta historia...” 11

“..Este conjunto de fenómenos forma un todo. No son sucesos característicos de una civilización en crisis. Constituyen un proceso social estructurado cuya lógica y unidad dimanan del desarrollo progresivo de nuevas contradicciones sociales en las sociedades capitalistas. En efecto, la concentración acelerada de los medios de producción, la constitución de trusts económicos y financieros, de grandes organizaciones de producción y gestión de la producción, vinculadas a una interpenetración creciente de un aparato de Estado que se convierte en omnipresente; en una palabra, la constitución del capitalismo monopolista de Estado y su articulación en el plano mundial tienen como efecto directo la concentración progresiva de grandes masas de población en las regiones metropolitanas y la constitución de vastas unidades colectivas de organización de la vida cotidiana que corresponden a esta concentración de la fuerza de trabajo. Si bien este proceso está sólidamente implantado desde los comienzos de la industrialización capitalista, la fase actual presenta características que le confieren una importancia particular en tanto que fuente de contradicciones...”12

Queda claro, para nosotros, la existencia de la dominación en términos concretos. Esta se manifiesta de manera constante y en ámbitos diferentes. Significa la cobertura, el ensanchamiento del control; a partir de de la posesión de los medios. Pero también, a partir del desarrollo de instrumentos que ejercen como instancias a través de las cuales se efectúa ese control. No se trata de proponer una interpretación, a manera de invisibilidad y abstracción de esas instancias. Tampoco entenderlas a la manera de imaginario perverso, como simple réplica del control. Son, en esta línea de interpretación, una mixtura que evidencia, de un lado, el progreso inherente a las relaciones sociales históricas, específicas. De otro lado, significan manifestaciones concretas de la dominación. Algo así como instancias que se presentan como intermediación, como soporte” neutral” de la misma.

Así las cosas, cuando un (a) sujeto (a), individual y/o colectivo, logra trascender la afectación que producen esas instancias de control y de poder. Cuando logra establecer las condiciones concretas en que se produce la afectación, bien como inhibidora de su autonomía vinculada a su interpretación de las relaciones sociales, y/o como restrictiva de las posibilidades para acceder a condiciones de bienestar

11Althusser, Louis. La Revolución Teórica de Marx, ed. Siglo Veintiuno, séptima edición en español, 1973, páginas 49-5012Castells, Manuel. Movimientos Sociales Urbanos, ed..Siglo Veintiuno, segunda edición en español, página 5

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inmediato-tendencial, como expresión de una subsistencia digna. O, simplemente, como equilibrio necesario que le permita interactuar, en el escenario condicionado por la dominación, en mejores condiciones, sin limitaciones absolutas. Es algo así, entonces, como una asimilación a la dominación; a partir de alcanzar atenuantes a la misma…..Cuando esto sucede, aún con las limitaciones propias de su alcance, se configura la confrontación al poder y a la dominación. En otras palabras: la búsqueda de alternativas, originada en el (la) sujeto (a) individual y/o colectivo, significa confrontar manifestaciones concretas del poder y de la dominación. La dimensión que adquiera, esta confrontación, estará determinada por las características mismas de las alternativas propuestas..de los objetivos señalados como perspectiva que orienta el quehacer específico de la confrontación; de las acciones implementadas .De todas maneras, cualquiera sea el objetivo, en cuanto que adquiere la condición de alternativa que la diferencia con respecto a lo establecido como normal, legal y válido, en el contexto de las relaciones de dominación impuestas; se origina una expresión que subvierte; comoquiera que define la no aceptación de esa legalidad, normalidad y validez.

Hasta aquí algunos análisis y enunciados, con los cuales tipificamos los condicionantes vinculados al poder y a la dominación; así como la situación de los (as) sujetos (as) sobre los (as) cuales se ejerce la dominación. Se propone, asimismo, una tipificación de las acciones de confrontación; como concreción del conflicto de intereses. Sí, el nivel de confrontación, conduce o no a rupturas radicales que permitan transformaciones fundamentales en las condiciones de dominación; tiene que ver con la profundidad y alcances de las reivindicaciones propuestas. Es decir con los contenidos y los términos asociados a la confrontación.

En lo que sigue, desarrollaremos un análisis vinculado esas posibilidades de ruptura. El hilo conductor, en lo conceptual, está relacionado con la caracterización del tipo de acciones para la confrontación; de las alternativas propuestas y de los (as) actores (as) involucrados (as); así como del espectro y cobertura, relacionados con la caracterización de los (as) sujetos (as) intervinientes en el proceso; según sus reivindicaciones y el tipo de identificación. Algo así como indagar acerca de la unidad alcanzada, bien sea por la vía de los propósitos comunes transitorios; o por una identidad que trasciende esa transitoriedad y se convierte, por esto mismo en una confrontación decantada, en términos políticos, sociales y económicos.

4. De la asociación y la identidad en la confrontación.

La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la expresión, mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la totalidad de este. Si es lo uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las acciones; pero también de, a partir de su significado con respecto al poder y sus manifestaciones.

Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se aplica y desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el control. De las franjas o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un análisis más preciso, de la diferenciación que adquiere la dominación; según la identidad que pueden alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con respecto a los beneficiarios directos del poder. Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen beneficiarios (as) transitorios y parciales; sin que esto implique la asunción del poder en sí.

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En nuestra línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la presencia de la dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las instancias y/o los aparatos ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se pueda explicar y generalizar la cobertura y afectación de la dominación. Lo nuestro es más la pretensión de alcanzar una caracterización de la dinámica que adquiere la aplicación del poder y la dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea sectores específicos, vinculándolos al proceso inherente al control político y económico; como beneficiarios transitorios. O, simplemente, como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de captar su identificación con los propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual propuesto, se producen fricciones o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación que vinculan a esos sectores con acciones que expresan contenidos concretos de un determinado conflicto; sin que esto implique la disolución de nexo con las instancias del poder. En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el concepto que propone un entendido del Estado, como una sumatoria de micropoderes; a la manera de de bloque de sectores o de clases en el poder. Esta opción supone la presencia de una figura asociada al equilibrio, en el cual confluyen intereses, en veces divergentes, unidos alrededor de una (...o unas) determinadas formas de poder que les permite imponer decisiones en nexo con sus intereses estratégicos. Es más, por esta vía, podría entenderse la “delegación del poder formal”, a individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”.

Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”, escrito por la profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo consideramos importante, en razón a que se insinúa una interpretación del poder y la dominación; a partir del análisis de un período concreto de la historia del desarrollo político y económico en nuestro País.

“..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones extremadamente conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente liberal en el cual han prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de desarrollo ha significado la subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar, gestionar y regular los intereses colectivos, y obstaculizando la configuración de un espacio público en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los conflictos sociales. El Estado colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y el conservadurismo político.

En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se articulan y se prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos sociales encuentra un terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el conservadurismo. El costo de esa coexistencia ha sido el rezago de la organización política de las transformaciones socioeconómicas que han trastocado el orden en que estaba cimentada.

Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político colombianos han entretejido una gama de relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más compleja y fragmentada que en el pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que han significado en forma continua períodos de crisis y de relativa estabilidad. Y en esta dinámica, los momentos de crisis son cada vez más severos por la fragmentación de los escenarios y de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una amplia percepción del carácter excluyente de los sistemas social y político…”13

13Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23

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A partir de esta opción nuestra de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar un análisis que permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y significación, en cuanto a niveles de expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones por medio de las cuales este se concreta.

4.1 El concepto de lo popular. La confrontación del poder.

La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone una determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías conceptuales y metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo observado, como representación objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas expresiones de superficie; indagando por las condiciones que la subyacen, como soporte. Ya, en ese procedimiento, pueden y deben aparecer algunos niveles de abstracción, referidos a la interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la participación, en esas mismas relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las condiciones en que esta se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las instancias que lo promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte propuesto en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y a las instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de dominación y de imposición.

Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida, a posiciones antropológicas y culturales. Por esta vía, ha desembocado en expresiones que delimitan (a manera de diferenciación) la intervención de los (as) sujetos individuales y colectivos en el desarrollo de las relaciones sociales; a partir de asignarle a determinados sectores una posición periférica, respecto a los beneficios del conocimiento, entendido como proceso, como aprendizaje que va decantando, segregando. Aquí, en esta opción, se valida, en veces, un instrumento de diferenciación asociado la pertenencia a una determinada raza y/o etnia. Visto así, entonces, cabe una propuesta de interpretación generalizante; pero también de especialización; por cuanto se establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a la manera de posición que reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de cultura, como sinónimo de civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer una segregación.

Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto al poder y a las instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un espectro mucho más amplio; en razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación social, están contraídos en términos del grado de apropiación y/o de acceso a los beneficios del conocimiento, y de la cultura asumidos como referentes de civilización. Esto no es otra cosa que entenderlo, como adecuación, como asimilación de los roles y los paradigmas allí consignados.

En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el debate al interior de la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer Congreso Nacional de Educación Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3 de diciembre de 1999; se expresa un concepto que consideramos válido. Veamos:

“…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio, transfiere el dominio estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como complejidad que articula instancias del conocimiento, aplicadas y estructuradas en programas y acciones, a partir del ese centro-poder, sin

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ser el. No es, entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal. Es una interacción heterogénea orientada por unos perfiles definidos a partir de las necesidades inherentes a los intereses que impone ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextualizar la sociedad en términos de su propio rol, de su significación. Con esto tratamos de establecer lo siguiente: la globalización siempre ha existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de referentes a partir del dominio ejercido.

Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro-poder económico y político internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer económico, político y cultural de los dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los autóctono (como acervo cultural) es constitutivo de herejía con respecto a los modelos considerados prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que respecta al desarrollo del conocimiento por la vía de implementaciones programáticas escolarizadas. La escolarización, en sí, origina rupturas si se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las culturas nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el centro hacia la periferia. En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el postulado de Samir Amin, cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e implicaciones, habla de las culturas periféricas, atadas a las condiciones que impone el centro-poder..14

Arribamos, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los sectores sociales periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios del poder, subyugados y dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia del desarrollo cultural predominante. Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo que esta tiene de otorgadora de roles asociados a los paradigmas originados en ese mismo desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios. Ahora bien, no puede inferirse de nuestra expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de intereses entre los beneficiarios del poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se identifican con los avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes; como expresión avanzada de la civilización.

Surge entonces, en nuestra opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en cuanto sector y/o sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida esta como originaria de paradigmas, pautas y comportamientos. Para nosotros, esto no es otra cosa que la denominación de popular, referido a esos sectores que, de por sí, adquieren una dinámica propia y unas expresiones propias, diferenciadas. Es obvia, sin embargo, la necesidad de apuntalar este concepto, con arreglo al significado que adquiere el contexto social y económico; en el cual se desenvuelven estos (as) sujetos (as). Tanto en sus expresiones individuales como colectivas. Para este caso, el problema surge al momento de establecer las pautas y/o el horizonte teórico. Porque no puede delimitarse solo a partir de la figura elemental asociada al lugar en el cual se sitúa con respecto a las características del beneficio plusválico, derivado del modo de producción vigente, o prevaleciente. De ser así no habría lugar a postular la diferenciación que se advierte en la definición anterior.

Por lo tanto, el análisis remite a un territorio de mayor complejidad: uno de los elementos clave para dilucidar ese significado, tiene que ver con el entendido de de contexto social y económico. Ya decíamos antes: es un escenario no determinado por la voluntad o por la noción primaria acerca de lo ético. Por el contrario, constituye una instancia, como período histórico. Esto, a su vez, remite a la evolución de las relaciones 14Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo, noviembre 1999, Bogotá D.C.

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sociales; como proceso soportado en sucesión de rupturas y equilibrios. Estos últimos, impuestos por quienes adquieren posiciones de dominio. Así, entonces, cada momento (sin importar su duración) en el cual se exhibe o manifiesta ese equilibrio; no es otra cosa que la expresión de unas determinadas condiciones de dominación económica y política.

Ahora bien, como lo hemos postulado antes, en la franja constituida por quienes (bien sea que se tipifiquen como sectores o como secciones del espectro social) no ejercen como beneficiarios directos del poder, se erige la heterogeneidad. Ya ahí, se introduce otro insumo como soporte para la segregación. A manera de ejemplo: la posición y comportamiento de aquellos sectores sociales sobre los cuales se ejerce dominación política y económica; pero que han accededlo a determinados beneficios del acumulado plusválico y cultural (como poseedores y usufructuarios del conocimiento); no puede ser el mismo, comprado con la posición y el comportamiento de aquellos sectores absolutamente vulnerables y desvinculados de cualquier beneficio plusválico y cultural.

Lo anterior conlleva, en consecuencia, a establecer categorías diferenciadas en el análisis de lo popular, como expresión de determinados sectores sociales; en el contexto de unas determinadas relaciones de dominación político y económico. Puede colegirse de nuestra línea de interpretación, una conclusión fundamental: no todo sector social dominado es, necesariamente, un sector popular. Por lo tanto, aún a riesgo de silogismo, al momento de tipificar acciones (inmediatas, mediatas o tendenciales) específicas de confrontación a determinadas manifestaciones de la dominación política y económica; es preciso trabajar con estas categorías.

Luego, el espectro de cobertura, está dado por la definición de objetivos vinculados a conceptos y escenarios heterogéneos; en términos del nexo con los sectores sociales. No es, por esto mismo, una opción en la cual se configure una posición de clase; al menos en la versión ortodoxa marxista. No supone, asimismo, una posición necesariamente revolucionaria y/o de confrontación al origen y vertebración del poder y de las relaciones de producción vigentes. Adquiere connotaciones diversas, en la mayoría de los casos asociadas a reclamaciones puntuales, relacionadas con determinadas condiciones de vida. Sin embargo puede, derivar en expresiones híbridas; en cuanto pueden coincidir diferentes aspectos en los cuales ejerza importancia un cuestionamiento a posiciones y/o programas gubernamentales o políticas de estado. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de algunos movimientos populares desarrollados en relación con decisiones que vulneran determinados intereses y derechos de franjas amplias de la población. Siendo así, cabe resaltar tonos grises en la diferenciación teórica y práctica entre movimientos populares, movimientos sociales y movimientos políticos. En veces, puede hablarse de diferenciación en términos del espectro de cobertura. Otras veces, puede plantearse en relación con los contenidos de sus opciones o programas. Con respecto a este asunto del método para construir tipologías; es pertinente presentar una expresión como la siguiente:

“… ¿Se politizan las luchas urbanas por el hecho de enfrentarse en la mayoría de los casos al Estado, como lo afirma Castells? No podemos en este momento desarrollar la discusión sobre el papel fundamental ocupado por el Estado en la urbanización capitalista, caracterización que parte de una generalización, arbitraria a nuestro juicio, de la relación entre Estado y Sociedad Civil – en el sentido dado por Marx y no en el Gramsciano-, pero si podemos afirmar que no basta que el blanco al cual se dirigen las flechas de un movimiento social sea el Estado, para determinar su carácter político; es el carácter de sus reivindicaciones, el contenido de clase de sus luchas, su método y sus formas las que lo definen, y no basta encontrar un contenido político, hay que

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identificar si se trata de una lucha democrático-burguesa (en lo formal o lo real), o socialista.

Vayamos por partes:

A similitud de una huelga obrera en una empresa capitalista de Estado o de los asalariados de un ministerio burgués que levanta reivindicaciones puramente económicas, sin plantearse modificaciones en las relaciones de poder entre las clases, ni en el carácter del Estado o de sus formas de ejercicio de la dominación burguesa, un movimiento de colonos o inquilinos que solicita, por ejemplo, la regularización de la propiedad de sus tierras, o un servicio cualquiera y que utiliza para ello el método de la negociación apoyado por llamados a la opinión pública a través de los medios de comunicación, paradas en los organismos oficiales, etc., pero sin plantearse en ningún momento consignas políticas, no es político. No es el agente social al cual se enfrenta un movimiento el que define el carácter de la lucha, sino el contenido concreto de clase de él, manifestado en su programa reivindicativo y su método para alcanzarlo. ..”15

Puede colegirse, entonces, lo insensato de las generalizaciones; a partir de categorías preestablecidas. De lo que se trata no es de posicionar modelos de caracterización, como paradigmas inamovibles. En nuestro caso, hemos efectuado un recorrido amplio; a través del cual hemos postulado opciones de interpretación relacionadas con las condiciones que actúan sobre los (as) sujetos (as). Esto nos ha permitido proponer la asunción de conceptos asociados a la conciencia y al nexo entre esta y las acciones inmediatas o tendenciales; por medio de las cuales estos (as) intervienen en procesos particulares, de confrontación.

4.2 De lo social, como concepto. De las acciones y sus contenidos.

Ya hemos visto, en un ejercicio de análisis complejo, algunas definiciones; presentadas como opciones para la interpretación de las relaciones sociales: Asimismo, algunas delimitaciones en el curso de procesos históricos, asociados al desarrollo humano. Postulamos un concepto de civilización, de l cultura; del origen y evolución del poder. Por lo tanto, asumimos el arribo a posiciones precisas y claras. Esto, de por sí, deriva en la diferenciación conceptual, sin que ello implique el desconocimiento de otras opciones que puedan contradecir nuestra interpretación.

Visto así, para nosotras, lo social adquiere una expresión de mayor espectro, comparada con el concepto de lo popular; comoquiera que supone una cobertura hacia sectores ubicados en franjas de diferente origen, en el contexto de las relaciones sociales de producción y de poder, prevalecientes en un determinado periodo histórico. Esto supone, por ejemplo, la presencia de franjas, inclusive, beneficiarias y usufructuarias del acumulado plusválico (para el caso de la sociedad capitalista) y/o del conocimiento y de la cultura; cono depositarias y tenedoras del conocimiento.,

Luego hablar, en este escenario propuesto, de movimientos sociales; conduce a una ampliación del espectro para la intervención. Se entiende, por lo mismo, la heterogeneidad; en cuanto pueden confluir franjas o sectores con opciones e intereses disímiles, incluso contradictorios. Un movimiento social no implica, indefectiblemente, un movimiento en contra del poder político; bien sea gubernamental o estatal. 15Pradilla Cobos, Emilio. “Mitos y realidades de los llamados movimientos sociales urbanos”. Artículo escrito en junio de 1981, en Méjico, D.F. Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap-peval Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina; realizado en la ciudad de Medellín, entre los días 7 y 11 de abril de 1986.

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Tampoco, un cuestionamiento del soporte fundamental de las relaciones de producción vigentes, ni de sus efectos colaterales. Su alcance, en consecuencia, estará determinado por el contenido de sus objetivos. Estos, a su vez, pueden ser de corto, mediano o largo plazo. Inclusive ya, en la tipificación de la cuantificación y caracterización con respecto a periodos de tiempo, pueden configurarse algunas dicotomías conceptuales. Lo cierto es la existencia de algunas categoría dinámicas y flexibles, que coadyuvan a determinar y caracterizar esos objetivos y ese alcance, con arreglo a al contexto social preciso. Veamos un ejemplo ilustrativo (insistimos, como lo hemos hecho antes, que no se trata de postular coincidencias forzadas, con nuestro método de análisis):

“En general, los grandes proyectos hidroeléctricos en Colombia, han provocado la movilización de los pobladores de los municipios afectados contra las empresas estatales propietarias de las centrales y embalses. Así ocurrió, en efecto, con la Central de San Carlos que originó violentos enfrentamientos de los habitantes de San Rafael y San Carlos (Antioquia) con Interconexión Eléctrica S.A.; con la Central de Chivor que enfrentó nuevamente a ISA con los municipios de Santa María, Chivor, Almeida y San Luis de Galeno (Boyacá); con la Central del Guavio que motivó otro conflicto de los habitantes de Gachetá y Gachalá (Cundinamarca) con la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá; y con la Central de Salvajina que ha dado origen a la movilización de los pobladores de la localidad de Suárez (Cauca) contra la Corporación Autónoma Regional del Cauca (Ver mapa del país con la localización de los principales proyectos y municipios en conflicto).

Pero el primero y más importante conflicto social de este tipo ha sido el movimiento de pobladores del El Peñol y Guatapé contra las Empresas Públicas de Medellín a raíz de la construcción de la Central Hidroeléctrica del Nare. Este movimiento cívico se mantiene por más de 25 años llegando a ser ampliamente ilustrativo de las condiciones en que surgen, desarrollan y resuelven los movimientos de pobladores contra las grandes centrales hidroeléctricas…”16

4.3De lo político. Niveles y contenidos en la confrontación al poder.

Nuestra línea de interpretación y análisis, conlleva a otra delimitación: Remitimos, para este caso, a las opciones propuestas; tanto en lo metodológico, como en lo que hace referencia al contenido de las posiciones planteadas. Retomamos, por ejemplo, la interpretación del rol de la conciencia, como significante; al momento de definir la trascendencia y la lucidez en las acciones de los (as) sujetos (as), individuales y colectivos. En una aplicación dinámica de estos conceptos, puede entenderse como el límite entre lo conciente y lo inconciente. Remitimos, para mayor precisión, a nuestra interpretación del en sí y el para sí, referidos al (la) sujeto y/o a los (as) sujetos; en las construcciones teóricas de Kant, Fichte, Schelling y Marx

Las expresiones de confrontación, a cargo de uno o varios sectores sociales, con respecto a políticas gubernamentales y/ estatales; adquieren connotación politica, en razón a los contenidos que ejercen como hilo conductor. Su tipificación y, por consiguiente, su ubicación en términos de opciones que conllevan a la ruptura, a la reforma o a simples cambios posicionales; no puede circunscribirse a la aplicación de esquemas metodológicos asociados a la teoría general, bien sea sociológica y/o politica. Nosotras hemos, al menos así se infiere del contexto planteado en este escrito, propuesto una tipificación centrada, de una parte en contenidos programáticos. 16Sáenz, Orlando. Movimientos de pobladores y grandes proyectos hidroeléctricos. E caso de El Peñol y Guatapé – Antioquia. Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap-peval; realizado en Medellín entre los días 7 y 11 de abril de 1986.

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De otra parte, hemos manejado el concepto del espectro social y del poder político-económico; de sus beneficiarios y orientadores. Pero, asimismo, nuestro análisis admite un corolario heterodoxo, en términos de los objetivos. Esto es lo que nos permite defender una opción interpretativa, como la siguiente: los movimientos políticos no son, necesariamente, expresiones de confrontación progresiva, reformista o revolucionaria. Algunos de estos movimientos pueden, inclusive, ejercer como punta de lanza en la confrontación a posiciones y opciones que reivindican la lucha en contra del poder político vigente y sus efectos colaterales. Algo así como movimiento políticos en contravía de los cambios, de la ruptura. En otras palabras; movimientos políticos que agrupan a sectores sociales diversos; para consolidar posiciones y beneficios derivados del poder; en tratándose de un poder político y económico (para el caso del periodo) soportado en el capital…O para cuestionarlo y derribarlo, en tratándose de un poder político y económico soportado en la teoría socialista o similar. Ejemplo del primer caso: el comportamiento del Movimiento Falangista en España o de las AUC en Colombia. Del segundo caso: El movimiento de los (as) cubanos (as) exiliados en Estados Unidos, en contra del Régimen Político, liderado por Fidel Castro.

4.4 La noción de Política. Se entiende como la precisión, a la manera de directriz general, de una sumatoria conceptual relacionada con una determina área en la cual el Estado o un Gobierno deben intervenir. En este nivel de expresión se proponen programas que delinean la intervención, con unos objetivos concretos; de tal manera que delimiten escenarios y el espectro mismo que la origina. Esto presupone la preexistencia de opciones teóricas y prácticas en nexo con esa área específica.

En términos de Estado, una política, debe proponerse de tal manera que se entienda como derivación lógica y coherente, con respecto al soporte conceptual que lo acompaña; en cuanto a cohesionador de las fuerzas que actúan como integrantes del País y de la Nación.

Tratándose de un Gobierno, entendido como expresión circunstancial y transitoria, las políticas ejercen como concreción a través de Planes específicos que orientan la actividad económica, política, social, etc.; de ese Gobierno, por un periodo definido.

Tanto en lo que respecta al Estado, como a los Gobiernos; se entiende que debe existir una concatenación, también lógica y coherente, a partir de la Norma General (Constitución Política) que orienta el quehacer del Estado y otorga a los asociados unidos determinados beneficios e impone unas determinadas obligaciones.

Visto así, entonces, se introduce una diferenciación necesaria, derivada del tipo de Estado instaurado para una sociedad específica. Esto traduce que no es lo mismo diseñar una política de asistencia social, a manera de ejemplo, por parte de un Estado soportado en un una opción hacia el bienestar general; que esa misma política por parte de un Estado anclado en la ortodoxia con respecto al desarrollo de los mecanismos del mercado; los cuales pueden establecer (por sí mismos) un equilibrio.

Para el caso que nos ocupa en este trabajo, asumimos la existencia de una definición Constitucional, que reivindica la vigencia de un Estado Social de Derecho, obligado a proponer y desarrollar una políticas públicas de beneficio general, con énfasis en la protección de los sectores mas vulnerables de la población.

Tanto es así que, en la Constitución Política, se expresa el hilo conductor para la intervención del Estado. Veamos:

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Artículo 1. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democráticas, participativa y pluralista, fundada en el respeto de l dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general. 17

Artículo 2. Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.

Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares.18

En consecuencia, el diseño e implementación de las políticas públicas para el bienestar de los habitantes, deben estar orientados por ese mandato Constitucional. La reglamentación de esas política (...o de una de ellas en particular), debe tener en consideración el escenario y los grupos sociales a los cuales están dirigidas. Lo anterior está definido, de manera taxativa, en la Norma Constitucional, así:

Articulo 339: Habrá Plan Nacional de Desarrollo conformado por una parte general y un plan de inversiones de las entidades públicas del orden nacional. En la parte general se señalarán los propósitos y objetivos nacionales de largo plazo, las metas y prioridades de la acción estatal a mediano plazo y las estrategias y orientaciones generales de la política económica, social y ambiental que serán adoptadas por el gobierno. El plan de inversiones públicas contendrá los presupuestos plurianuales de los principales programas y proyectos de inversión pública nacional y la especificación de los recursos financieros requeridos para su ejecución.

Las entidades territoriales elaborarán y adoptarán de manera concertada entre ellas y el gobierno nacional, planeas de desarrollo, con el objeto de asegurar el uso eficiente de sus recursos y el desempeño adecuado de las funciones que les hayan sido asignadas por la Constitución y la ley. Los planes de las entidades territoriales estarán conformados por una parte estratégica y un plan de inversiones de mediano y corto plazo.19

Artículo 366: El bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son finalidades sociales de Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la solución de las necesidades insatisfechas de salud, de educación, de saneamiento ambiental y de agua potable.20

En aplicación de esta noción de política, particularmente de política pública, el presente trabajo, desenvuelve el seguimiento con respecto al rol de las mujeres vinculadas a Fundac, en lo que concierne a al desarrollo de los programas y proyectos del Gobierno Distrital para la protección y atención a los grupos poblacionales vulnerables.

17 Constitución Política de Colombia 1991, segunda edición ESAP, febrero 199218 Ibíd.19 Ibíd.20 Ibíd.

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5 La noción de participación.

El trabajo se sitúa en un entendido de participación, definido a partir de del significado que adquiere el quehacer de grupos sociales no vinculados con el poder político y económico. Es tanto como recorrer el acumulado de experiencias presentadas en diferentes momentos y en relación con acciones que reivindican derechos, tanto en lo que concierne a la calidad de vida, como también a aquellos que hacen referencia a su relación con el Estado, en lo que esta tiene de manifestaciones por alcanzar beneficios puntuales que ejercen como colaterales indispensables para alcanzarla.

Visto lo anterior, entonces, aparece una posición en términos de fundamentar la intervención, soportada en definiciones, tanto teóricas como prácticas, que han orientado los procesos hacia la adquicisión de lo conciente , como condición indispensable para trascender la espontaneidad y la visión reduccionista que no permite diseñar estrategias para el mediano y largo plazo.

En una publicación del Centro de Estudios del Hábitat Popular – Cehap, adscrito a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, se recopilaron documentos presentados en el 4º Seminario Internacional CEHA – PEVAL, realizado en la ciudad de Medellín entre el 7 y el 11 de abril de 1986, en el cual se analizaron las experiencias en América Latina, bajo el título: Los pobladores, protagonistas urbanos en América Latina.

En una de las ponencias titulada Aproximación a los Movimientos Sociales Urbanos en América Latina, el investigador Etienne Henry, adscrito al Institut National de Recherche sur les Transports et leur Segurite-INRETS, Francia; dice, en uno de los apartes referido a los Movimientos Regionales y Nacionales:

“..Finalmente los movimientos sociales se despliegan alrededor de los principales polos urbano-industriales. Tienen una connotación más obrera y, las organizaciones sindicales son aquí las que incentivan la formación de frentes regionales. Pero su evolución depende de su capacidad en aglomerar a las masas urbanas y a sus organizaciones representativas. Los bloques de clases son aquí menos policlasistas y esos movimientos pueden derivar hacia meras huelgas obreras o revueltas de protesta popular.

Tales movimientos regionales no se reducen a una oposición al poder central y una afirmación del poder regional. Hay que buscar en la configuración de los segmentos locales de clases, su dominación y su depresión socioeconómica, las razones de la vitalidad de su movilización y las perspectivas de los bloques regionales. No constituyen duraderas alianzas de clases ni son portadoras de proyectos históricos específicos; pero si corresponden a una fuerza social capaz de imponer modificaciones parciales en los esquemas administrativos y redistributivos. En la medida en que las masas pauperizadas concentradas en los núcleos urbanos participan de esos movimientos en forma importante – y a veces mayoritaria – es legítimo ver aquí una expresión de los movimientos urbanos...” (sic)21

De otra parte, el investigador Emilio Pradilla Cobos, presentó un escrito titulado “Mitos y realidades de los llamados Movimientos Sociales Urbanos “, publicado en diciembre de 1984 por la Editorial de la Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco, Méjico D.F., Méjico., como ponencia en ese mismo evento. Destaco un aparte que considero pertinente, veamos:

21 Texto citado, página 37

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“..Este análisis se inició poco tiempo después de que el movimiento real se hubiera manifestado. De un lado, por parte de los investigadores y técnicos al servicio del Estado y las clases dominantes, en busca de respuestas que permitieran mediatizarlo, controlarlo, articularlo o reprimirlo, a fin de mantener “el orden y la paz social” necesarios al desarrollo del capitalismo y para evitar la formación de un nuevo componente perturbador en la ya convulsa situación social. De otro lado, los investigadores comprometidos, en una u otra forma, desde una u otra vertiente ideológico-política, con las luchas de los explotados y los militantes de las organizaciones políticas de izquierda, para entender su potencial revolucionario, sus contradicciones internas, sus límites, y encontrar las alternativas correctas para su vinculación con las otras formas de lucha de las clases explotada...”. (sic).22

El punto, en consecuencia, tiene que ver con desarrollar una interpretación asertiva, en lo que hace alusión a la participación. Aquí, lo asertivo, no supone una actitud de simple extensión de esa participación, hacia aplicaciones acrìticas, en las cuales, simplemente, se replican esquemas, al margen de una construcción teórica, derivada del análisis del objeto de esa participación, de los mecanismos para desarrollarla y de las transformaciones que la misma pueda propiciar.

En consideración a la anterior aseveración, es importante conocer la propuesta de Amartya Sen, Premio Nóbel de Economía en 1998., con respecto al sentido que adquiere lo humano en el marco de las políticas de desarrollo del capital. Veamos:

En el articulo “Las Teorías del Desarrollo A Principios del Siglo XXI”, Amartya Sen dice, entre otras cosas,”El alcance de este planteamiento no se limita a una fundamentación teórica del desarrollo; sus connotaciones prácticas han de plasmarse en el terreno de la política estatal. Si bien la prosperidad económica y la situación demográfica favorable fomentan el bienestar y la libertad de una sociedad, no es menos cierto que la mayor educación, prevención y atención sanitaria y otros factores similares afectan las auténticas libertades de que disfruta la población. Estos `avances sociales’ deben considerarse como parte del ‘desarrollo’, puesto que proporcionan una existencia más prolongada, libre y fructífera, además de que estimulan la productividad o el crecimiento económico.

La concepción tradicional del concepto de ‘capital humano’ tiende a concentrarse en la segunda función de la ampliación de las capacidades del ser humano, es decir, la de generar ingresos. Y aunque este aspecto no deja de ser importante, a los ingresos hemos de añadir los beneficios y ventajas de tipo ‘director’ o primario. Esta ampliación es de carácter adicional y acumulativo y no una alternativa a la noción actual de ‘capital humano’. El proceso de desarrollo no es independiente de la ampliación de las

22 Ibìdem

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capacidades del ser humano, dada la importancia intrínseca e instrumental de esta ampliación...” (sic)23

Esto implica, para el caso de este trabajo de investigación, que asumo una posición que trasciende la mera expectativa generada a partir de la participación comunitaria, como acompañamiento pasivo en el proceso de aplicación de una determinada política gubernamental en lo que hace al bienestar de la población. Supone, en consecuencia, definir un entendido, en la perspectiva de localizar los elementos agregados, como valores que cualifican esa participación, en función de interpretar esas políticas y proponer, a partir de ahí, la posibilidad de una intervención conciente de los y las sujetos que la promueven.

5.1 La política social y el Estado. Ya he señalado arriba acerca del nexo lógico entre concepto, teoría y aplicación de un modelo determinado de Estado, con respecto a la implementación de políticas gubernamentales siendo este ( el gobierno) una expresión transitoria, fundamentada en estrategias, programas, políticas y acciones. De todas maneras, es preciso discernir en torno a la incidencia que adquiere la envoltura conceptual y práctica del Estado como guía para cualquier desarrollo estratégico y/o circunstancial de políticas gubernamentales. Algo así como entender la presencia de una dinámica en la cual se expresan condicionantes propios de ese modelo.

En términos de soporte teórico fundamental, no es lo mismo la construcción de una opción de Estado, a partir ( a manera de ejemplo) de la propuesta planteada por Juan Jacobo Rousseau en “El Contrato Social”; a una opción de Estado construida a partir de la propuesta de Tomas Hobbes en “El Leviatán”. Inclusive, situándome en un escenario mucho más próximo (como quiera que se asume como inherente al horizonte teórico que ha acompañado a la definición y aplicación política y económica en Occidente); es relevante proponer un ejercicio de análisis a partir de la confrontación entre la doctrina de Adam Smith y la de John Maynard Keynes. Porque, entre otras razones, permite precisar aspectos relacionados con la economía política, en el contexto del capitalismo, como sistema económico y como oferente de las condiciones para la construcción de Estado, como ordenador y como aglutinante de las fuerzas que actúan al interior de las sociedades y de las naciones.23 Publicado en Cuadernos de Economía No. 29, Departamento de Teoría y Politica Económica, páginas 89-90.

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En mi disquisición, aunque no aparece como centro, es conveniente resaltar la propuesta de Estado que se deriva de la doctrina del Marxismo ortodoxo; entendido como el concepto político y económico que cuestiona los principios éticos, económicos y políticos en los cuales se fundamenta el Capitalismo. En este sentido y con el propósito de insinuar (...a futuro) una profundización con respecto a las opciones para su interpretación; me parece conveniente citar (...en extenso) la expresión alcanzada por la profesora Consuelo Corredor en su texto “Los Límites de la Modernización “. Veamos:

“1.1. El doble ideario de la sociedad moderna

Digamos entonces, a manera de hipótesis, que el advenimiento de la sociedad moderna recoge un doble ideario: el de transformar el entorno material, y el de transformar al hombre como centro del mismo. Mientras el primero alude a la modernización, el segundo a la modernidad.

La configuración histórica de la sociedad moderna ha puesto al descubierto que esta diferenciación no es meramente teórica, sino que se trata de un proceso real que ha tenido lugar, con mayor o menor fuerza y nitidez, es distintas regiones y países. Por lo tanto, partiendo de la posibilidad analítica de diferenciar los dos procesos se ha llegado a constatar y padecer su disociación real.Durante el proceso, la modernización se ha convertido en el abecé del progreso, colocándose como un fin en sí mismo y no como un medio, imprescindible por cierto, para dotar a la sociedad de unas mejores condiciones materiales. Lo paradójico es que si bien no sería concebible una sociedad moderna carente de un proceso de modernización, este último no requiere ineluctablemente de la modernidad y aún menos conduce por sí mismo a ella.

Este es el conflicto no resuelto por muchas sociedades actuales: la tensión entre modernidad y modernización. Marx lo puso claramente al desnudo a través de la crítica a la sociedad burguesa moderna, que a lo largo de su obra, desde el Manifiesto del Partido Comunista hasta El Capital, está presente como núcleo de reflexión central. Así lo podemos apreciar en el siguiente pasaje:

La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción interrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes..Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado y, al fin, el hombre se ve constreñido por la fuerza de las cosas a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás. (C. Marx y F. Engels –1848. El Manifiesto Comunista, Editorial Ayuso, Madrid, 1974, p. 76.).

La profunda crítica de Marx pone de manifiesto la potencialidad que encierran las fuerzas productivas, pero también, y principalmente, su interdependencia e interacción con las relaciones sociales entre los hombres. Mutua y compleja interacción que lejos de ser reductible a un problema de causa – efecto, como en forma equivocada se interpretó por algunos, es un proceso profundamente conflictivo de construcción, destrucción y reconstrucción del orden social”.24

La pertinencia de la cita, obedece a la necesidad de introducir un insumo teórico que permita concretar elementos de diferenciación, al momento de proponer una interpretación, respecto a la intervención estatal, por vía de planes y programas de 24 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, Cinep-Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá, segunda edición, 1997, páginas 37-38.

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política social, en una sociedad como la nuestra. Inclusive, con la posibilidad ubicarla en el contexto de América Latina, habida cuenta de los elementos comunes que la cruzan; en una transversalidad que se hace evidente, a partir de la cotejación de posiciones e implementaciones.

Visto así, entonces, me atrevo a aseverar lo siguiente: En Colombia, las políticas sociales de sucesivos gobiernos, asumiendo como base el mandato presente en la Constitución Política de 1991, particularmente en su articulo número 366; se suponen ancladas en el principio de intervención estatal, en términos de asimilados a lo propuesto por Rousseau en El Contrato Social y a los lineamientos Keynesianos acerca de la redistribución social de la renta nacional. Queda claro que no pretendo establecer una relación de causalidad absoluta, entre los principios ortodoxos del la teoría de John Maynard Keynes y la norma Constitucional en lo que respecta al nexo entre el Estado como garante y dador de bienestar en la noción de política social que subyace al articulo 366 de la Constitución Política. Se trata, simplemente, de utilizar ese referente teórico (..el de Keynes), como horizonte conceptual para construir un análisis que me permite acceder a una valoración pertinente de la política social implementada en el Plan Nacional de Desarrollo y en el Plan de Desarrollo Distrital.

Otro de los aspectos que convoca mi atención, tiene que ver con el análisis y seguimiento del rol que ha desempeñado el Estado en América Latina. Se trata de una cotejación, que permita encontrar los elementos de coincidencia en cuanto que representan la incidencia de programas gubernamentales; pero también los insumos conceptuales y prácticos, originados en la intervención de los Movimientos Sociales, en cuanto ejercicios de movilización y confrontación que “obligan” a modificaciones puntuales y estratégicas, a los gobiernos que actúan como mandatarios de ese “equilibrio” que se supone pleno en la configuración de las políticas de Estado. Lo que, desde mi interpretación, conlleva a una construcción compleja en la cual confluyen diferentes énfasis relacionados con teorías y postulados disímiles. Algo así como un entrelazamiento entre posiciones autoritarias y despóticas(...a la manera de Thomas Hobbes, en el Leviatán ), posiciones de “equilibrio” entre intereses diferenciados (..A la manera de Rousseau, en su Contrato Social) y una fuerte intervención estatal (...una figura cercana a la combinatoria entre Marx y Keynes), que adquiere matices. Desde opciones estrictamente populistas, hasta aquellas que encontraron su mayor expresión en el programa liderado por Salvador Allende, en Chile.

En una ponencia presentada ante el Cuarto Seminario Internacional Cehap – Peval “Los Movimientos de los Pobladores en los Barrios Populares de las Ciudades Latinoamérica”(realizado en la ciudad de Medellín-Colombia, entre el 7 y el 11 de abril de 1986); Marta Baliero (de los Movimientos de Favelados en Brasil), presentó una ponencia (Caracterización del concepto urbano en Brasil). Destaco el siguiente aparte:

El Estado Brasileño y su Manejo de lo Urbano.

“Es innegable que el modelo de Capitalismo Monopolista viene gestándose desde los años 30, marco histórico de la industrialización en el Brasil. Dicho paradigma posee una característica notable. Habría en él, un cierto papel de Estado que lo hace invisible. Esto quiere decir que el Estado no aparece ni se manifiesta bajo la forma de inversiones y ese no dejarse ver ocurre exactamente en el lugar focal de la determinación de la tasa de ganancia del conjunto oligopolista.

Esto quiere decir, según plantea el sociólogo Francisco de Oliveira (Oliveira, Francisco de /O Estado e o Urbano no Brasil Estudos do Cebrap, a ser publicado). Que por fenómenos inherentes a dicho modelo, los cuales se colocan en contraposición al

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Capitalismo de Libre Competencia, dicho Capitalismo Monopolista (no competitivo y salvaje de cualquier país subdesarrollado) politiza las relaciones económicas al máximo en el sentido inequívoco de que el Estado (a través de los hombres de empresa ) pasa a ser, en cierta medida, el lugar en donde la tasa de ganancia – cuota que cada conjunto oligopolìsrtico tiene en la masa excedente de excedente social producido en el país- se determina por el acceso empresarial a los aparatos del Estado”,.25

Me queda la sensación (...o la reafirmación), en el sentido de que , en nuestra América Latina, el Estado (...o, quienes actúan y ejercen como sus portavoces y/o beneficiarios directos)Ha actuado, en la intención de incidir en las relaciones sociales, con un estilo y mecanismos de intervención como híbrido teórico y político, bien sea circunstancial o programático.

Ahora bien, desde la pretensión de este trabajo, se trata de reivindicar, también, el asunto relacionado con la incidencia efectiva de este tipo de participación estatal. Porque, entre otras razones, la caracterización y seguimiento de la misma; permite cierta aproximación a una teoría general de la intervención estatal y sus verdaderas repercusiones, en cuanto políticas de contenido social que son asumidas por la población, como “evidencia” y como “resultado” del mandato Constitucional. O, en otra opción de interpretación, como expresión obligada por parte de un determinado gobierno; a partir del desarrollo de movimientos sociales, tanto urbanos como rurales (..en otras palabras: como reivindicación alcanzada, mediante la realización de movimientos populares que “obligan”, por la vía de la fuerza, a modificaciones absolutas o transitorias, de programas gubernamentales originales. Un ejemplo de este tipo de intervenciones y su efecto colateral, tienen que ver con la agitación y movilización en contra de la propuesta original inmersa en la modificación del régimen de transferencias, adjunto al Plan Nacional de Desarrollo, tanto en el gobierno del Presidente Andrés Pastrana Arango, como también el gobierno del Presidente Álvaro Uribe Vélez. Esto es significativo, en la medida en que compromete, entre otros aspectos, la participación de las regiones en el diseño y aplicación del gasto público, a partir de las regiones y con énfasis en rubros tan importantes como la salud y la educación

Para el caso del Distrito Capital, se presenta un efecto de traslación, si entiende como tal el hecho de que las regiones, simplemente extienden la aplicación de los conceptos y postulados generales inmersos en la doctrina estatal que orienta a la gestión social, a la manera de políticas que la desarrollan.

Cabe, entonces, enfatizar acerca de los contenidos en cuanto a la noción de política social en un universo de aplicación en el cual está demostrado la vigencia de un modelo de producción capitalista; acompañado (..por simple derivación doctrinaria) de un modelo de Estado que navega entre el intervensionismo, como “árbitro imparcial” por parte del Estado que convoca al equilibrio institucional necesario para poder desarrollar políticas de beneficio común y el dejar hacer entendido como la libertad ortodoxa derivada de los mecanismo del mercado que actúan como agentes abstractos y prácticos para el equilibrio. De todas maneras, en uno u otro punto de referencia, se asume como fundamento y como soporte económico el asunto relacionado con el excedente económico global, como sujeto plusválico, derivado del desarrollo propio del capitalismo. Entonces, la política social, tiene razón de ser( en términos de su viabilidad económica) en la figura de la plusvalía presentada por Marx, a través de mecanismos coercitivos implementados desde el Estado, por la vía de imposiciones 25 Baliero, Marta, “Caracterización del Concepto Urbano en Brasil, Seminario Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina, Memorias Editorial Lealon, marzo de 1988.

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que permiten captar recursos (..a manera de impuestos) . Es decir, ¡otra vez¡ la figura del equilibrio actúa como soporte para la conversión del beneficio plusválico, en beneficio social, como aplicación de una política de redistribución; en la cual el entendido de beneficio social adquiere características diferenciadas, dependiendo de las estrategias y programas inherentes a los Panes de Desarrollo gubernamentales.

5.2 La Política Social y los derechos

Las variables trabajadas ( en lo que concierne a la noción de política social), hasta ahora, suponen la vigencia de un determinado modelo de Estado, fundamentado en conceptos y/o teorías que implican, tanto a la economía política, como también a las categorías de la filosofía y la ética; como implicación universal; hasta cierto punto abstractas.

En la intención de precisar y concretar la vigencia de opciones, en esa perspectiva, he citado (para nuestro caso, en Colombia); la figura del articulo 366 de la Constitución Política. Se entiende, por aplicación, la vigencia y la pertinencia de unos derechos consignados; de tal manera que su implementación no es otra cosa que el cumplimiento de un mandato perentorio; como quiera que la Constitución Política norma mayor.

Sin embargo, vale la pena resaltar un hecho que, si bien es cierto, pudiera estar relacionado o en nexo con ese mandato, adquiere connotación propia y, hasta cierto punto, independiente. Se trata del derechos (...o derechos) que se promueven y ejercen como consecuencia de acciones y movilizaciones que involucran a aquellos sectores no beneficiarios directos del excedente plusválico y/o de la tasa de ganancia derivada del ejercicio económico Capitalista. Es, en otras palabras, la confrontación entre el poder, como posibilidad y como práctica relacionada con el control de los medios de producción (...en el lenguaje Marxista) y de la superestructura en el Estado Capitalista; y los hombres y la franja(...la mayoría ) de la sociedad no beneficiaria y/o excluida de los beneficios que se derivan del acumulado plusválico.

Así las cosas, entonces, cabe una expresión asumida como hipótesis lógica: las modificaciones y las transformaciones en lo que respecta a la utilización del acumulado plusválico(-...o del excedente originado en la porción de la tasa de ganancia absorbida por el Estado, a través de las reglamentaciones impositivas y sus agentes retenedores), en muchas ocasiones, ha estado (..y estarán) condicionadas por la realización de acciones de confrontación, por parte de las organizaciones y/o movimientos de los no beneficiario0s directos; a la manera de acciones y movilizaciones de masas que reclaman el redireccionamiento de estos beneficios, que se concretan por la vía de políticas de beneficio social en ámbitos diferenciados; pero que, en fin de cuentes, remiten a opciones relacionadas con la calidad de vida, más allá de la simple reproducción de la fuerza de trabajo.

Se configura, a partir de esta hipótesis y para el caso que me ocupa, una posición que involucra al concepto de derecho al beneficio social; como quiera que se entiende en nexo con esa porción de la riqueza, construida a partir de la intervención de los sectores sociales que actúan en el espacio geográfico entendido como país y/o como Nación. Para no hablar de la aplicación, en este tiempo, de la figura cercana a la internacionalización o interacción global de los factores (humanos y materiales) que ejercen como soportes para el desarrollo. La acumulación, entonces, se asume como inherente a la intervención de esos(as) actores8as) y recursos materiales; en los términos que ya había advertido Rosa Luxemburgo en su obra “La Acumulación del Capital. Es conveniente resaltar esta expresión:

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La segunda condición previa fundamental, tanto para la adquisición de medios de producción, como para la realización de la plusvalía, es la ampliación de la acción del capitalismo a las sociedades de economía natural. El capital necesita que todas las capas y sociedades no capitalistas se conviertan en compradores de mercancías y que le vendan sus productos. Parece como si aquí, al menos, comenzase la paz y la igualdad, el do ut des, la reciprocidad de los intereses, la competencia pacífica y los influjos civilizadores.”26

Está, en mi interpretación, involucrada una noción similar al entendió de “calidad de vida”, aún el universo del Capitalismo. Luego, por deducción, se infiere que estoy hablando de políticas sociales con una elaboración que presupone la presencia de índices para ser medidas y cuantificadas en lo que respecta a la calidad y a la cobertura. Es decir, entendidas como derechos propuestos y asumidos, no como dádivas tangenciales; sino como inmersos en la misma dinámica que propone y desarrolla la propuesta de bienestar social, como aplicación lógica prevista en la teoría de la “reproducción” de las condiciones necesarias para la ampliación de las fuerzas productivas. Algo así, como condición necesaria para que el capital pueda reproducirse y ampliarse, con la intervención de los agentes necesarios para ello.

Lo anterior traduce, en consecuencia, que el seguimiento propuesto (en lo que compromete a la participación e intervención de las mujeres) relacionado con la política de bienestar social implementada por el gobierno del Distrito Capital, supone la presencia de una opción para su interpretación; desde una perspectiva que involucra al significado de calidad de vida y, por esto mismo, al concepto de redistribución del acumulado plusválico, entendido como aquella porción “apropiada” por parte del Estado (..Incluidos los entes territoriales) de la tasa general de ganancia originada en el ejercicio inherente al modo de producción capitalista.

5.3 El concepto de bienestar y el Neoliberalismo .

Ya había expresado antes un criterio para la interpretación del concepto relacionado con el bienestar, en el contexto de la intervención del Estado, como institución que aglutina (en los términos del Contrato Social) los intereses de los habitantes del territorio nacional; inclusive como garante de la concreción que adquiere el concepto de Nación. En esa aseveración presentada, se expresa una interpretación acerca del “equilibrio” de los sectores sociales , incluido lo étnico y lo racial, como variables que reclaman y adquieren una presencia efectiva, a partir de la cual se originan conflictos no resueltos; precisamente en razón a la orientación y a la lógica que subyacen a esa misma institución estatal.

Retomo, entonces, la cotejación entre la opción del Estado Benefactor anclado en el beneficio social general a partir de su intervención con políticas precisas, en las cuales se incluye el direccionamiento de la redistribución de la porción recaudada de la tasa general de ganancia, al margen de las leyes del mercado capitalista; y la opción del Estado orientado hacia la aplicación de políticas fundamentadas en el curso general de esas leyes del mercado y las cuales se asume la posibilidad efectiva de que estas, por sí mismas, conducen al equilibrio social, sin que esté implicada la intervención estatal en su direccionamiento.

En otras palabras, hice precisión respecto a la metodología propuesta por Amartya Senn, en mi entendido, como desarrollo de la opción del Estado interventor, profundizando una línea de interpretación del desarrollo, como agregados en los cuales queda involucrada la teoría del bienestar general de la población; a partir de introducir el concepto de nivel de vida digna, más allá de la simple sobrevivencia.26 LUXEMBURGO, Rosa, “La Acumulación del Capital”, página 298, editorial Grijalbo, edición 1967

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Me corresponde ahora, insistir en los aspectos de contradicción entre los postulados fundamentales de la Constitución Política, expresados en sus artículos 1 y 2 , de un lado y las aplicaciones de sucesivos gobiernos que contrarían esos mismos postulados, incluyendo agendas de reformas a la Constitución, con el objeto de facilitar la implementación de esas políticas. Es el caso, a manera de ejemplo, de los Actos Legislativos a través de los cuales han modificado aspectos como el Régimen de Transferencias y de los insumos sociales que orientan la elaboración e implementación del Plan Nacional de Desarrollo, conforme a lo que, originalmente, había sido establecido en los artículos 150, 200, 339 y 341.

Asumo, en extensión de los criterios que he venido reivindicado como válidos, que el punto de comienzo para el quiebre de los postulado Constitucionales señalados, tuvo que ver con la política desarrollada por parte del doctor César Gaviria Trujillo, en cuyo mandato presidencial se configuró la propuesta de “Apertura Económica”; la que a su vez, estuvo soportada en la opción de intervención estatal, anclada en la presunción de que las condicione de libre mercado y libre competencia derivaban, por sí mismas, en escenarios de equilibrio para el bienestar general de la población; puesto que (..En su interpretación) el obstáculo para el crecimiento y desarrollo , tiene que ver con el excesivo intervensionismo que se manifestaba, fundamentalmente, en el sobredimensionamiento del paradigma relacionado con esa intervención, al momento de definir acerca del bienestar social colectivo y de la calidad de vida. A partir de ahí, se explica todo el ejercicio relativo a trabajar por “un bajo perfil” de la presencia del Estado y el consecuente desmonte acelerado de esa incidencia. En este contexto es representativa la expedición de la Ley 100 de 1993, proyecto que fue liderado (“coincidencialmente”) por el doctor Álvaro Uribe Vélez, actual presidente y que, antes, había liderado el proyecto que concluyó con la expedición de la Ley 50 de 1990. en el gobierno del doctor Virgilio Barco Vargas. Se trata de un hilo conductor que se mantiene y que se ha profundizado.

La expresión Neoliberalismo, en consecuencia, no tiene una connotación peyorativa. Define, simplemente, esa postura política y económica que le atribuye a la intervención estatal hacia el beneficio social general y hacia las consecuencias calamitosas del libre juego del mercado, consecuencias ajenas y en contravìa del desarrollo económico; le atribuye, algo así como una posición de asfixia y de obsolescencia, respecto al paradigma del crecimiento económico. Cabe resaltar, entonces, la esencia de su perspectiva estratégica: el énfasis hacia el crecimiento económico y la modernización, no puede ser obstaculizado por la implementación de una intervención estatal en términos del beneficio social, a no ser que retracemos nuestra inserción en la dinámica de los mercados globalizados, competitivos.

.5.4 .De la participación

Como consecuencia de este tipo de orientación política, económica y social, por parte de los teóricos y usufructuarios fundamentales del modelo neoliberal; el Estado adquiere una connotación que desvirtúa su razón de ser como garante del beneficio social y como propiciador de ese equilibrio dinámico entre los sectores sociales, con énfasis en la implementación y desarrollo de políticas sociales y económicos en las cuales la predistribución de esa franja de la tasa de ganancia que le corresponde (..por la vía de la política y las normativas tributarias), se asume como recurso efectivo para concretar procesos plenos para el impulso y aplicación de modelos de intervención en áreas fundamentales como la salud, la educación, los servicios públicos de alcantarillado, acueducto, energía; en una posición que reivindique la calidad de vida.

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Asimismo, como colateral indispensable, este modelo (neoliberal) propone un entendido de intervención de los asociados (ciudadanos (as), campesinos (as), grupos étnicos, mujeres, etc.), en el cual, el ejercicio de derechos (por ejemplo, la participación), se erige como insumo, bien de formalidad y/o como objeto extraño que, hasta cierto punto, es necesario restringir. Esto explica, entre otras razones, el hecho de la implementación de propuestas y acciones modificatorias en lo que respecta al marco conceptual que soporta a los derechos fundamentales y básicos. Para el caso de nuestro País, es evidente la insistencia de objeciones al ejercicio de los derechos otorgados por la Constitución Política. Es una dinámica que reivindica la contradicción entre la teoría de “seguridad del Estado” y el ejercicio de esos derechos. Un elemento trascendental, del último tiempo, ilustra esa perspectiva: El Estatuto de Seguridad Democrática y la propuesta hacia la restricción de la Acción de Tutela prevista en la Constitución Política; con una argumentación de doble vía: de un lado por sus efectos económicos y, de otra parte, en alusión a la inserción de procedimientos que lesionan la unidad de mando en la aplicación de las normas básicas que sustenta al Estado.

Se configuran, en ese contexto descrito, expresiones dicotómicas, de contradicción latente y efectiva. Porque confrontan, de manera permanente, las visiones y opciones libertarias de participación, con las visiones y las opciones de restricción propias del modelo neoliberal presente en diferentes gobiernos de América Latina y, particularmente, en nuestro País. Es una confrontación en la cual se exhiben las contradicciones, tanto en lo que respecta a los recursos económicos y de infraestructura, al momento de proponer y aplicar acciones que involucran reivindicaciones económicas y sociales. Adquiere significado, en ese horizonte, esa interpretación que involucra a los sujetos (hombres y mujeres) en expresiones un tanto kafkaianas, como quiera que es como un “no reconocimiento”, un “extrañamiento” con respecto al entorno, a la “realidad” a la que invita el modelo, que pretende imprimir y consolidar como “única verdad” y como “única posibilidad” que tienen que ser asumidas, a no ser que se “pretenda, por parte de los quejosos, desvertebrar al Estado y .sumirlo en la impotencia.”

El reto (...o lo retos) propuesto (para quienes ejercemos como no beneficiarios (as) fundamentales), a partir de la implementación de ese estilo, de esa concepción, de esa visión de sociedad, de derechos y de futuro; supone la asunción de insumos para el cuestionamiento de fondo; lo cual supone (..Por esto mismo) una cercanía al cuestionamiento político en profundidad. Casi como reconocer que, la “simple” reivindicación de participación libertaria, por derechos fundamentales y básicos en salud, educación, recreación....; ya de por si, es constitutivo de herejía y de “subversión”; como quiera que “ataca”, los cimientos mismos del modelo y de todos sus efectos colaterales inherentes. Para situarnos en ejemplos recientes, llamo la atención acerca del sentido que ha adquirido la confrontación a la propuesta del ALCA y de su símil regional el TLC...o, en un terreno mucho mas parroquial, el enfrentamiento a la propuesta del “peajito social”, en el territorio Norte cercano en Antioquia (Copacabana, Girardota, Barbosa); propuesta que se sustenta en (según el doctor Álvaro Uribe Vélez) “l necesidad de que los pobladores colaboren, se metan la mano al dril, para ampliar y mejorar la Troncal de Norte..”

.5.5 .De las mujeres, su participación.

Una observación de superficie, evidencia la asunción de retos importantes, en un universo de intervención que incluye diferentes aspectos. Es importante resaltar, por ejemplo, el desarrollo de actividades relacionadas con la confrontación a los motivos que sustentan al desplazamiento forzado y a las desapariciones. Es tanto como si las acciones de movimientos como los de las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, hubiera permeado a las mujeres, como madres, como esposas, como compañera en

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unión libre; de tal manera que les ha permitido alcanzar niveles de confrontación que han trascendido la formalidad de la denuncia. Se han convertido, sus organizaciones y sus acciones, en insumos aleccionadores. Porque, entre otros aspectos, han permitido dilucidar esos elementos ideológicos y políticos de profundidad, que recorren transversalmente a los contenidos de la política de “contención a la subversión” que está en la base las proclamas gubernamentales. Inclusive, ha permitido localizar el nexo “no visible” entre la denominada “autoridad pública oficial, militar, de policía y...todos sus afines al servicio de la defensa del Estado”, cono aquellos actores que efectúan esa “contención”, por la vía de castigar con la muerte, la desaparición, las torturas...etc., a quienes suponen (...! Ellos!, claro está) que tienen nexos con la subversión armada y no armada. Porque, en mi opinión, se mantiene el soporte conceptual básico originado en la didáctica de la “guerra de baja intensidad”, auspiciada por los militares Norteamericanos a través de la Escuela de las Amèricas; según la cual la “contención” debe efectuarse, actuando sobre los sujetos (hombres y mujeres), que puedan influencia acciones hacia la desestabilización; aún en escenarios de intervención política legal (como en el caso de la Unión Patriótica). Porque, aquí en esa didáctica ideológica, lo que cuenta es el soporte teórico conciente que pueda originar acciones generalizadas..”Subversivas”.

Me parece relevante, presentar un aparte de lo expresado por el profesor Francisco Leal Buitrago, en su texto “El Oficio de la Guerra”, a propósito de las realizaciones en la política de seguridad, por parte del gobierno del doctor César Gaviria Trujillo, Es conveniente aclarar, eso sí, que la investigación del profesor Leal, se efectúa en un contexto que supone (..Según los objetivos mismos de la investigación), desagregar la información, de tal manera que pueda se pueda acceder, de manera objetiva, a los insumos necesarios para balancear la política general de seguridad nacional. Veamos:

Por otra parte, y eso es lo negativo, el Gobierno se dejó desbordar por la intransigencia guerrillera, colocándose a su mismo nivel al dar prioridad a los medios militares sobre los políticos e incluso violando los derechos humanos. El ejecutivo disimuló su actitud guerrerista escudándose con el fortalecimiento de la justicia brindado por el uso del estado de excepción constitucional y el manejo “eficientista” por parte de la Fiscalía de la política de sometimiento a la justicia. En tales circunstancias, al debilitarse los recursos políticos oficiales, el Gobierno perdió la capacidad de avanzar en la formulación de la política estatal de seguridad y, más grave aún, , dio aliento a militares y policías para continuar con la iniciativa del manejo armado del orden público, cuyo subproducto es la constante violación de lo derechos humanos. Los mayores recursos para la seguridad y la ampliación de efectivos de la fuerza pública se convirtieron en la panacea para sustituir la ausencia del Estado en las comarcas y los quehaceres ciudadanos..27

En esa intervención de madres, hijas, esposas, compañeras en unión libre, aparecen momentos y signos que pueden interpretarse, con limitantes apenas obvias, como el acercamiento a posiciones concientes; en donde la condición de sujeto autónoma, se exhibe, trascendiendo, “superando” la dominación masculina. Porque, supone una mirada, un recorrido y una interpretación de los hechos, con un método diferente. En el cual se descubren fortalezas, se consolida una visión de lo sensible, como punto de comienzo para entender, en adelante, asuntos de mayor complejidad; como quiera que el derecho a la vida, adquiere presencia y sentido, a partir de establecer una contradicción entre este derecho inalienable y los postulados básicos de la política de seguridad nacional. En este sentido es aleccionadora la experiencia y el nivel de

27 LEAL BUITRAGO, Francisco. El Oficio de la Guerra, página 176, TM editores-Iepri, primera edición, julio 1994.

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participación adquirido por organizaciones de mujeres como las que se han originado y desarrollado en el Magdalena Medio, particularmente, en Barrancabermeja.

Quiero enfatizar, con esto, acerca de la significación particular que adquiere el concepto de participación (...ya lo expresé arriba), en un escenario en el cual la doctrina de seguridad nacional, promovido desde los gobiernos que se reclaman como portadores de esa teoría y prácticas relacionadas con una intervención del Estado como agente que debe garantizar el libre juego del mercado y, colateralmente, achicar su participación en las actividades susceptibles de ser asumidas por la empresa privado.. o, al menos, con una visión gerencial, en donde la racionalidad y la eficiencia son entendidas como garantía plena para avanzar en un diseño moderno del Estado que propicia la injerencia de la metodología y los horizontes propuestos desde la perspectiva reguladora en beneficio de esa política de expansión del capital; aún en países como el nuestro (..y todos los dependientes) en donde el desarrollo de las denominadas fuerzas productivas, ha sido atrofiado por el control y la división del trabajo impuesto por Estados Unidos y Europa. Este énfasis supone colocar un insumo importante para proponer una reflexión en torno a esa participación femenina en diferentes procesos. Porque, entre otros efectos colaterales, el modelo impuesto, supone reivindicar prácticas económicas derivadas de ese estilo de gestión y de nexo con organismos internacionales de financiación, que ejercen (a su vez) como orientadores del rumbo que debe mantener el manejo económico gubernamental. Esto explica, a manera de ejemplo, la intervención del Fondo Monetario Internacional en el diseño de las políticas fiscales, en la perspectiva de disminuir el componente relacionado con el gasto social, en el diseño y aplicación presupuestal; a más de la definición de horizontes macroeconómicos que deben ser mantenidos, independientemente de su incidencia en la pauperización generalizada de la población.

Una de las consecuencias derivadas de la política económica desarrollada para mantener los equilibrios macro necesarios; tiene que ver con el decrecimiento tendencial del gasto público hacia el beneficio social. Esto, a su vez, se concreta en la profundización de las contradicciones entre esa política y los postulados Constitucionales ya referenciados y que establecen la obligatoriedad del Estado y de los gobiernos concretos, en el sentido de asumir la responsabilidad de estrategias y programas de contenido social y económico que beneficien a la población vulnerable. Recabar acerca de esa contradicción entre Derechos Constitucionales y el realismo económico y político; permite entender ciertas dinámicas y características que adquieren la participación de las mujeres, al momento de concretarse acciones inherentes a la defensa de esos derechos, en áreas como la atención a los niños y a las niñas; así como su intervención en actividades comunitarias generales, en las cuales adquiere un perfil alto e introduce elementos de diferenciación con respecto a los hombres; sin que esta afirmación pueda entenderse como aseveración, en el sentido de la plena conciencia de su rol, en la perspectiva de género, como se proclama desde sectores de mujeres en la academia y/o en espacios en donde predomina la reflexión con el soporte de insumos teóricos que no son visibles y concretos para muchas mujeres que actúan en la cotidianidad, que las convoca a mantener referentes inmediatos y prácticos sin ese “deslinde” entre simples acciones puntuales y lo conciente, en su condición de mujeres que deben aspirar a ejercicios libertarios más allá de estas. Entender esta forma de dicotomía, va a permitir una lectura crítica de los resultados obtenido en la investigación precisa, acerca del significado que adquiere la participación de las mujeres adscritas a Fundac; de su visión e interpretación de las políticas propuestas y desarrolladas por el Gobierno Distrital, hacia los niños y las niñas y la población adulta vulnerable, en deferentes zonas de la geografía física y política Distrital.

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5.6 A manera de corolario transitorio

: Esta indagación acerca de la participación de las mujeres, en un escenario en el cual se aplica con todo rigor las diferentes políticas derivadas del modelo neoliberal; me permiten llamar la atención en torno al contenido de esa intervención; entendido este (...el contenido) como lo conciente que ejerce en condición de agregado no circunstancial e inmediato; sino como agregado que trasciende a ese quehacer y lo sitúa en posición de referente, un tanto como paradigma, en todo el proceso. Esto me permite establecer, como posibilidad efectiva, una perspectiva política en la cual pueda hacer fusión esa disponibilidad práctica, inmediata; con los insumos teóricos propuestos y desarrollados en aquellas actividades en donde la condición de género, es reivindicada en términos de propuesta libertaria; en la cual la diferenciación trasciende a lo estrictamente biológico y, por lo tanto, insinúa aspectos como la vida afectiva, la equidad, la convivencia, la sexualidad, etc.

6 Las mujeres, su intervención. América Latina; Colombia. De los referentes teóricos.

He venido desarrollando una interpretación, en términos del significado que adquiere la intervención de las mujeres en la realización de movimientos sociales y políticos. Tal vez el aspecto exhibido con mayor énfasis, tiene que ver con la dicotomía entre aquellos roles asumidos de manera simple y espontánea y aquellos que trascienden esa característica; en razón a que suponen una posición conciente en la cual hace presencia esa figura denominada (...a veces de manera peyorativa) identidad como sujeto para sí.

Lo anterior implica el manejo de expresiones relacionadas con el concepto de referentes teóricos, en el proceso de participación. Uno de los elementos señalados arriba, tiene que ver con el horizonte propuesto a manera de bitácora. Este es el caso, a manera de ejemplo, de la intervención en escenarios en los cuales, si bien es cierto aparece con claridad el objetivo que se pretende, este no puede ser entendió como la asunción de posiciones que trasgredan la posición predominante, en lo que esta tiene de yunta que impide la reivindicación libertaria plena; al menos en lo que hace referencia a desinhibir a las mujeres de aquellos agregados culturales que minimizan su expresión como género y como sujeto.

Mi interpretación conlleva a establecer diferencias fundamentales, al momento de analizar e interpretar la participación de las mujeres en el inicio y desarrollo de movimientos sociales y políticos. Es tanto como entender que esta puede (...y de hecho se ha dado) , sin que la misma implique una acción conciente en lo que respecta a la identificación de su rol como sujeto pleno en derechos, que puede y debe reclamar el reconocimiento de su autonomía. Algo así como entender esa intervención como interacción plural, en cuanto los objetivos ejercen como condicionantes. Esto traduce un tipo de participación condicionada por esos mismos objetivos y en donde no existe lugar para la libertad, entendida como horizonte en si mismo. En otras palabras, es una figura asimilada ese tipo de acciones en las cuales el punto de comienzo y el resultado aparecen como simple yuxtaposición de de opciones diferentes que coinciden, de manera transitoria, con respecto al objeto que origina la necesidad del movimiento.

Este es el caso, a manera de ilustración, de la participación de las mujeres en movimientos sociales relacionados con la vivienda, la educación, la salud, etc. Inclusive, en procura de una tipificación con respecto a movimientos originados en aspectos relacionados con los conflictos asociados a la guerra; aún en aquellos en los cuales la iniciativa y los objetivos, ha estado en cabeza de mujeres (como el caso de

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los movimientos en contra de las desapariciones forzadas y el desplazamiento); su rol no implica el reconocimiento de su condición autónoma, ni libertaria.

Sin embargo, no pretendo desconocer la participación cociente originada en determinadas franjas de las mujeres, que proponen y desarrollan movimientos estrictamente relacionados con su identidad de género, con repercusiones asociadas a la misma. De lo que se trata, para el caso que me ocupa, es de precisar términos de referencia, en cuanto a significado y alcance; en la aplicación de un método que introduce, insisto en esto, la diferenciación de los movimientos, introduciendo una tipificación necesaria, al momento de evaluar perspectivas y resultados.

6.1 El caso de América Latina.

En algunos de los casos presentados, en desarrollo de este trabajo, he hecho referencia a algunos movimientos sociales en América Latina. Es el caso de las citas de texto e interpretación efectuadas, a partir de algunos de los trabajos presentados en el Cuarto Seminario Internacional de CEHAP – PEVAL, realizado en la ciudad de Medellín entre el 7 y el 11 de abril de 1986. Como se puede observar, revisando las acotaciones, es notoria la preocupación en cuanto al nexo entre los objetivos de algunos movimientos y el alcance que adquiere la ausencia de lo conciente como insumo necesario, al momento de promover transformaciones de fondo que trasciendan a la sola expectativa y/o realización reivindicativa. Esto para no hablar de que los sujetos protagónicos aparecen diluidos en esos mismos objetivos. Es relevante señalar, en aplicación estricta del concepto de variación de las condiciones en el tiempo y en los escenarios, que ha habido modificaciones relativas importantes, en cuanto al alcance, los objetivos y los roles. Sin embargo, queda claro que persisten niveles (...tal vez los fundamentales) de participación en los cuales se reafirman las condiciones de no-identidad que permiten la permanencia de las condiciones de dominación las que, a su vez, profundizan la segregación. Esta afirmación no es otra cosa que reconocer las limitaciones propias de los movimientos sociales, en cuanto no implican, necesariamente, una opción de poder hacia la desarticulación y eliminación de las condiciones de dominio prevalecientes.

Con ese mismo horizonte como referente se ha desarrollada la participación de las mujeres. Inclusive, en el caso de Argentina, el movimiento liderado por las mujeres en denuncia de las desapariciones durante la Dictadura Militar, a partir de 1976 (Madres de la Plaza de Mayo); a pesar de promover y desarrollar expresiones en contra de las acciones represivas de los militares, el hecho se circunscribe al espectro relacionado con las desapariciones forzadas, particularmente de hijos e hijas. Es claro, eso sí, que el mismo implica la asunción de una posición política que trasciende la simple intervención reivindicativa simple; en razón a que deriva en el cuestionamiento del poder y, aún hoy, se convierte en referente para la defensa conciente y consecuente de la democracia, y de los Derechos Humanos. A partir de los postulados originados en ese movimiento, se han inspirado y desarrollado acciones similares. Es el caso de los movimientos de mujeres en Guatemala, El Salvador (...en el tiempo anterior y posterior al derrocamiento de Anastasio Somoza, por parte de Frente Sandinista de Liberación Nacional) y Chile.

El caso de Guatemala; así como en Méjico, adquiere una connotación adicional, habida cuenta de las condiciones de profunda segregación hacia la población nativa (indígena). Además de las características dramáticas relacionadas con la discriminación de las mujeres y de su utilización, por parte de sectores gubernamentales y civiles, para proveer el mercado infame de jóvenes para surtir prostíbulos y mano de obra en oficios emparentados con el esclavismo y el feudalismo. Basta recordar, para el caso de Guatemala, la descripción realizada por Miguel Ángel Asturias en “El Señor

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Presidente” y “El Papa Verde”, para efectuar análisis e interpolaciones con respecto a la situación actual. Para el caso de Méjico, es ilustrativa la situación de las mujeres en Tijuana.

6.2 El caso Colombia.

Antes he referenciado algunos ejemplos de participación de las mujeres en movimientos sociales. Me permito recordar, asimismo, el análisis propuesto en términos de los derechos Constitucionales relacionados con la participación ciudadana, particularmente con el énfasis acerca de la reivindicación de derechos para las mujeres.

Me corresponde, ahora, enfatizar en torno a algunos aspectos que pueden ejercer como referentes, en cuanto a la connotación teórica y política. Pretendo un seguimiento y análisis de los diferentes movimientos organizados y dirigidos por mujeres, para enfrentar algunas de las repercusiones más dramáticas del conflicto armado interno: el desplazamiento y las desapariciones forzadas. En mi opinión, la cotejación de algunos elementos exhibidos en ese proceso, con las variables relacionadas con la identidad y lo conciente; permiten extraer conclusiones importantes que contextualizan el objeto de este estudio.

La intervención de las mujeres en la promoción y construcción de organizaciones, en algunas de las zonas más afectadas por el conflicto armado, ha tenido un soporte preciso: denunciar el desplazamiento forzado de que son objeto las comunidades de mujeres (incluidas las niñas), y hombres (incluidos los niños), en los diferentes grupos etéreos; así como reclamar la intervención gubernamental (nacional, departamental y municipal) en la solución de los problemas derivados a partir de ahí y la restitución de las condiciones que permitan revertir el proceso de desplazamiento. De otra parte, algunas de estas organizaciones, asumen también la denuncia de las desapariciones forzadas y los asesinatos de mujeres, hombres, niños y niñas, como consecuencia directa de ese mismo conflicto.

Me convoca, sin que esto implique el desconocimiento de otras organizaciones de mujeres, la labor realizada por la organización que agrupa a las mujeres del Magdalena Medio, particularmente en Barranbermeja. Tal vez por su itinerario, por los hechos que les ha correspondido enfrentar y, como efecto colateral, por el proceso que han construido. Esto ha permitido trascender la denuncia inmediata, para asumir posiciones de fondo, como quiera que han ejercido como punta de lanza en el cuestionamiento de los beneficiarios directos de la guerra y del poder. Todo esto, a partir de introducir aspectos de identificación y de análisis en torno a su rol como víctimas directas o indirectas. Podría decirse, entonces, que se asumen como sujeto individual y colectivo que reivindican su visión y caracterización del conflicto y, como derivación, actúan en contra del mismo, por la vía de reclamar derechos asociados a los Derechos Humanos, el Derecho Internacional Humanitario. Esto supone, a la vez, exigencias en cuanto a la eliminación de las acciones y las condiciones que originan el desplazamiento y las desapariciones. Asimismo, conlleva a reivindicar (en la lógica misma del sistema económico y político vigente) la concreción de derechos como vivienda, trabajo, salud...plena y cumplida justicia.

En este caso, a pesar de de avances en torno a la identidad en cuanto a la condición de género, se inhibe de manera relativa su autonomía en lo que corresponde a su plena identidad, como sujeto, que reclama libertad y equidad. Lo anterior, en razón a que opera en sus acciones, como dirigente de un proceso que involucra diferentes opciones y objetivos; todos relacionados con los efectos directos y colaterales del conflicto armado. Supone no trascender, en estricto, a esas acciones; ni implicarse como sujeto

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con identidad de género, que pueda acceder a expresiones que contraríen a la subyugación originada, inclusive, en aspectos diferentes al conflicto mismo.

Llama mi atención, también, organizaciones como la liderada por la señora María Eugenia Zabala (ganadora del Premio Mujer Cafam 2004). Mi inquietud, sin dejar de lado el necesario reconocimiento a su tenaz labor, está relacionada con el tipo de paradigma que se construye a partir de su experiencia. Esto, a pesar de que sus acciones y la organización que lidera, se originan en hechos similares a los que originaron las acciones y organización de las mujeres del Magdalena Medio (veamos su relato: “... Mi hijo fue el primero en morir - sic - , porque esos hombres llegaron pidiendo la cédula y él estaba con otro muchacho. Jorge les dijo que no tenía la cédula y ahí mismo lo quemaron vivo. Al otro muchacho como que se le reflejó la muerte, estaba blanco, cadavérico. El fue la siguiente víctima.28 Sin embargo, en mi interpretación, los efectos de esas acciones (...las de María Eugenia Zabala), derivan en opciones diferentes, en cuanto que es evidente el manejo de los conceptos y la caracterización del conflicto suponen un entendido en el cual los niveles de cuestionamiento y de identificación del soporte y componentes del mismo, son diferenciados. De un lado, en el caso del Movimiento de Mujeres del Magdalena Medio, existe la certeza de los factores que originan el conflicto y de los agregados posteriores que lo profundizan. De otro lado, en el caso de la Organización liderada por María Eugenia Zabala (El Valle Encantado), aparece una vivencia dramática, a partir de la cual surge la necesidad de implementar acciones de reparación que permitan acceder a soluciones en términos de vivienda y manutención.

No se trata, de mi parte, introducir el análisis y diferenciación teórica que remitan a la minimización y/o desconocimiento de la opción propuesta por María Eugenia Zabala; simplemente pretendo ubicar perspectivas derivadas de esa diferenciación, a partir de entender que postulan y realizan dinámicas disímiles.

Lo cierto, de todas maneras, es la vigencia del método que permite asumir posición con respecto al alcance y profundidad que adquieren los movimientos sociales. Esto, de por sí, permite identificar y valorar la presencia de lo conciente, como agregado que introduce una u otra perspectiva. Para el caso analizado aquí, cabe la aseveración: no todo movimiento social liderado por mujeres tiene la connotación de género, en términos de su identidad y autonomía. Ese perfil (en cuanto a reivindicar la identidad de género, en plena autonomía que permita la interacción, sin perder su referente), se adquiere en razón a un agregado conciente. Acceder al mismo supone, entonces, la presencia de elementos de análisis y reflexión, por medio de los cuales es posible establecer la separación pertinente. Algo así como entender el proceso que compromete a las mujeres en su condición de género, como resultado de una sumatoria compleja de agregados conceptuales, adquiridos a partir de de una abstracción relativa con respecto a la experiencia inmediata; de tal manera que permiten una elaboración que trasciende a la motivación originaria y se convierten en soporte para proponer y realizar opciones de mayor profundidad, transformadoras. Esto supone rupturas con esquemas y paradigmas.

De lo que se trata, en consecuencia, es entender y contextualizar la participación. No toda participación, individual y colectiva, origina insumos para modificar procesos, o escenarios, o realidades transitorias asumidas como válidas. La transformación es una opción que requiere de calidades especiales en el liderazgo y definición de objetivos. Requiere asumirse como sujeto individual y/o colectivo, a partir de cierto ejercicio de abstracción que permita el análisis y construcción de alternativas; en una lectura clara del entorno, de los objetivos propuestos y de los condicionantes.

28Entrevista a María Eugenia Zabala. Revista Cafamilia, edición No. 99, abril-mayo 2004, página 4

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