Natanael Disla _ Masculinidades Neopentecostales y La Religión en La Esfera Pública en América...

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Fraternidad Teológica Latinoamericana Consulta 2014: La Fraternidad Teológica Latinoamericana: su identidad y misión hacia el siglo XXI 21-25 de septiembre de 2014 San Rafael de Heredia, Costa Rica Masculinidades neopentecostales y la religión en la esfera pública en América Latina Natanael Disla* Resumen Este artículo trata sobre la construcción de masculinidades en las iglesias neopentecostales y de qué manera los hombres pertenecientes a esas comunidades de fe interactúan en las sociedades y espacios públicos en América Latina y el Caribe. Se abordan los retos que suponen estas espiritualidades en cuanto expresiones vivenciales de fe e identidades sociales públicas, así como las dinámicas que se desprenden de su accionar en cuanto sujetos religiosos. Palabras clave: Modelos de masculinidad. Neopentecostalismo. Pentecostalismo. Identidad social. Abstract This article dwels around the construction of masculinities among neopentecostal churches and how the men who belong to these faith communities interact between societies and public spaces in Latin America and the Caribbean. It addresses the

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Fraternidad Teolgica LatinoamericanaConsulta 2014: La Fraternidad Teolgica Latinoamericana: su identidad y misin hacia el siglo XXI21-25 de septiembre de 2014San Rafael de Heredia, Costa Rica

Masculinidades neopentecostales y la religin en la esfera pblica en Amrica Latina

Natanael Disla*ResumenEste artculo trata sobre la construccin de masculinidades en las iglesias neopentecostales y de qu manera los hombres pertenecientes a esas comunidades de fe interactan en las sociedades y espacios pblicos en Amrica Latina y el Caribe. Se abordan los retos que suponen estas espiritualidades en cuanto expresiones vivenciales de fe e identidades sociales pblicas, as como las dinmicas que se desprenden de su accionar en cuanto sujetos religiosos.

Palabras clave: Modelos de masculinidad. Neopentecostalismo. Pentecostalismo. Identidad social.

AbstractThis article dwels around the construction of masculinities among neopentecostal churches and how the men who belong to these faith communities interact between societies and public spaces in Latin America and the Caribbean. It addresses the challenges that these spiritualities involve as living faith expressions and as public social identities, as well as the dynamics that arise from its practice as religious subjects.

Keywords: Masculinity models. Neopentecostalism. Pentecostalism. Social identity.__________

* Natanael Disla es dominicano. Bautista. Licenciado en Administracin de Empresas, mencin Cum Laude, por la Universidad Nacional Pedro Henrquez Urea (UNPHU). Maestrante en Gnero y Desarrollo en el Instituto Tecnolgico de Santo Domingo (INTEC). Miembro de la Fraternidad Teolgica Latinoamericana.

IntroduccinA partir de los aos 70 y 80 se empieza a evidenciar en Amrica Latina y el Caribe un resquebrajamiento del sistema sexo/gnero[footnoteRef:1]. Las crisis polticas y econmicas de los 70 y 80 se manifestaron en la cotidianidad de las familias a travs de una reconfiguracin de los roles sociales, que terminaron por afectar la manera en que hombres y mujeres se relacionaban. [1: El sistema sexo/gnero se entiende como una construccin sociocultural que asigna mltiples significados a los individuos de una sociedad, ya sea en la identidad, valor, prestigio, ubicacin en la estructura de parentesco, estatus en la jerarqua social, etc. (de Lauretis, 1991, citada por De Barbieri, 1996).]

En los contextos actuales, grupos de hombres han empezado a reflexionar sus masculinidades[footnoteRef:2], el sentido de ser hombres, y cmo se ven a s mismos en la sociedad. Aspectos como la movilidad urbana, el crecimiento astronmico de las grandes ciudades, las exigencias laborales, el tiempo destinado a llegar de un lugar a otro, los salarios insuficientes para vivir una vida digna, as como las comunidades y espacios sociales en los que se mueven, son temas de preocupacin para esos grupos de hombres que ya empiezan a reflexionar sobre sus identidades particulares. Todo ello tiene mucho que ver en cmo los hombres latinoamericanos y caribeos estn pasando por lo que muchos llaman la crisis de la masculinidad.[footnoteRef:3] [2: En este artculo se utilizan las palabras masculinidad y masculinidades como sinnimos, para fines de mejor comprensin del texto, aunque personalmente preferimos el concepto en plural masculinidades, ya que ello muestra que hay muchas maneras de ser hombres.] [3: Por crisis de la masculinidad, se entiende una idea que aparece con fuerza a inicios del siglo 20, en una poca donde el feminismo de la Primera Ola estaba en un momento lgido, y donde no se estaba reivindicando exclusivamente el derecho al voto, sino que las demandas del feminismo iban ms all de una simple concesin, y eran tenidas como un peligro para la masculinidad hegemnica imperante. De modo que la crisis de la masculinidad se representa como una forma clara de resistencia de los cambios demandados en la sociedad, as como la necesaria reconfiguracin de los roles de gnero (la concepcin tradicional de lo que debe hacer un hombre y una mujer en la sociedad, as como qu les diferencia a ambos en sus actitudes, identidades y comportamientos) (Blanco, 2012).]

En el mbito religioso la situacin no es diferente. Con la reconfiguracin de las relaciones sexo/gnero en los 70 y 80, tambin se reconfigur la forma en cmo se entiende y se vive la masculinidad desde el mbito religioso.

En este artculo que nos ocupa, nos centraremos en las masculinidades neopentecostales y en la manera en cmo el ser varn neopentecostal va conformando una determinada identidad en la esfera pblica.

Un discurso, un acontecimiento, una dualidadEn el discurso pentecostal[footnoteRef:4], la narrativa de la guerra es sintomtica. Se ve al Otro, al no-salvado como potencial capital para la obra, pero a la vez se le tiene como enemigo, por cuanto puede colaborar en contra de los designios divinos (Jimnez, 1998). De all entonces que la guerra es sin tregua. El mundo est en constante guerra por las fuerzas espirituales del bien enfrentadas contra las del mal. [4: En este artculo, nos referiremos al pentecostalismo como la rama del protestantismo que da una mayor relevancia al bautismo en el Espritu Santo y a las manifestaciones sobrenaturales religiosas como la glosolalia (hablar en lenguas), la profeca, la palabra de sabidura, etc. Mientras que en cuanto al neopentecostalismo, nos referiremos a una nueva forma de pentecostalismo que enfatiza el logro de bienes materiales para obtener el favor divino.]

La metfora del fuego es usada para recordar la destruccin del pueblo que ahora resurge higinico y salvado, libre de todo mal y abocado al bien (Jimnez, 1998). El fuego tambin simboliza la destruccin de los patrones culturales pasados y la regeneracin a travs de la conversin gestada por la construccin de nuevos patrones culturales del culto pentecostal.

En el culto neopentecostal la expresin religiosa acontece en el culto. Las diferencias propias de la vida social desaparecen una vez que interviene la accin divina. A esos efectos, el culto deviene en un espacio de reconocimiento de los otros y de s mismo como igual, para efectos de la sensibilidad (Sols-Umaa, 2008). All ocurre una dualidad identitaria basada en el lugar social y la iglesia, y un acontecimiento vivencial, identificante y fusionante en esas dos esferas (Sols-Umaa, 2008). Cada grupo social presente en la congregacin lleva al culto su propia identidad que parte, a su vez, de su lugar social. En ese particular, se evidencia un sobresentido de la identidad eclesial con respecto al lugar social; la identidad eclesial informa al lugar social, en un proceso dentro-fuera, donde el culto neopentecostal, a partir del xtasis catrtico[footnoteRef:5], es el clmax de ese devenir ser pentecostal. [5: Desde la sociologa de la religin, se entiende por xtasis catrtico al estado anmico espiritual que experimenta el o la creyente pentecostal a partir de las manifestaciones del Espritu Santo.]

La catarsis neopentecostal es un proceso trifsico: entrega, descargo y recargo de energa, que se mezcla con la idea de sumisin y contricin, todo englobado en el concepto de sacrificio. El telogo y socilogo alemn Heinrich Schfer (2009) seala que el movimiento pentecostal tiene la capacidad de insertarse en contextos de crisis y de reaccionar a vivencias de privacin, dndoles un tratamiento religioso.

El estilo pentecostal temprano dramatiza la historia mundial con un escenario apocalptico que se evidencia en la dramaturgia de la conversin urgente como cuestin de vida o muerte. La forma cultual se enfoca en la catarsis y en la reconstruccin de la comunidad (Schfer, 2009). Christian Lalive dEpinay, citado por Mansilla (2014), seala que el hombre pentecostal tiene la oportunidad de exhalar sus angustias, miedos y opresiones a travs del xtasis en cuya catarsis individual, se acompaa de una catarsis social; a la experiencia maravillosa de la conversin, se aade la integracin en el seno de una comunidad.

El neopentecostalismo en la esfera pblicaA partir de los aos 70 surge el neopentecostalismo como expresin religiosa en el seno de la clase media ascendente, proveyendo a los individuos profesionales de la nueva economa industrializante herramientas discursivas religiosas que buscaban superar los obstculos y situaciones adversas que impedan su ascenso social (Schfer, 2009).

El neopentecostalismo desarrolla con rapidez organizaciones fuertes. Ya no se restringe solamente al campo religioso, sino que busca incidir en la poltica de manera cristiana, a la usanza de los antiguos liberales, en el sentido de navegar indistintamente en los campos religioso y poltico simultneamente. Los grupos liberales que conformaron sociedades protestantes en el siglo XIX, fueron el germen para la generacin de los nuevos valores de la modernidad liberal democrtica, a partir de una crtica a la autoridad papal, bajo el precepto protestante de la justificacin por la fe y la gracia divina. El papel de estos grupos fue vital para la ruptura tradicin-modernidad en Amrica Latina (Bravo). Sin embargo, la oposicin catlica conservadora mell toda posibilidad de que el protestantismo histrico hiciera cuerpo en Amrica Latina, toda vez que estos grupos eran una minora burguesa e ilustrada.

El neopentecostalismo provee al creyente poder para modificar su destino, alejndose de la teora de la predestinacin calvinista, donde Dios tiene escrito el destino de la persona. En el neopentecostalismo, a travs de los elementos mgicos (el don de lenguas o glosolalia, la iluminacin del Espritu Santo, las prcticas de sanacin, el poder para reprender demonios, etc.), el creyente tiene el poder de guiar su destino y modificarlo.

Es ah donde entra el pentecostalismo a inicios del siglo XX, mayormente conformado por campesinos y poblaciones marginales y migrantes hacia las grandes urbes (Bravo).

El neopentecostalismo ha tenido la capacidad para insertarse en las reas de poder en los pases de Amrica Latina y El Caribe. Su maleabilidad como movimiento religioso le dota de una actitud ms optimista que el pentecostalismo en cuanto a influir en la sociedad a partir de su tica evanglica desde las instancias del poder estatal. Prefiere interactuar con el Estado antes que con los movimientos sociales o la sociedad civil (Mansilla, 2009).

Respecto a la participacin de los creyentes en la poltica, el neopentecostalismo acepta que los mismos incidan en los espacios de decisin estatales, as como que ocupen posiciones en el tren gubernamental, contrario al pentecostalismo tradicional, cuyos adherentes se mantuvieron pasivos e indiferentes ante los cambios de la sociedad, sin presencia en la toma de decisiones en las distintas esferas sociales y polticas, as como una actitud acrtica hacia la participacin de los creyentes en iniciativas de justicia social, salvo contadas excepciones.

El socilogo pentecostal chileno Miguel Mansilla Agero sostiene que el neopentecostalismo es una respuesta a la crisis de la sociedad salarial y del Estado de Bienestar (2009). El dinero, otrora tenido por el pentecostalismo tradicional como la fuente de muchos males, aparece en el neopentecostalismo como un instrumento que contiene una dimensin moral y simblica, porque permite la movilidad social de los creyentes, y, al mismo tiempo es un bien de salvacin, pues se entiende que es sinnimo de las bendiciones que Dios da a sus hijos como retribucin por la buena conducta y accionar tanto en privado como en pblico.

En ese sentido, a travs de todo el continente han surgido organizaciones polticas paraeclesisticas que hacen vida en la arena pblica defendiendo sus ideales y posturas y estableciendo alianzas con variados sectores de la vida poltica y social.

La tica neopentecostalEl neopentecostalismo reconoce que se ha perdido la capacidad de reaccionar ante los eventos apocalpticos del mundo actual, tales como catstrofes humanas, guerras y actos de terrorismo. Tambin sostiene que se ha perdido la capacidad de rechazar lo que no est bien, como tampoco se distingue el mal del bien. Para el neopentecostalismo, al vida est llena de obstculos que hay que superar. El hombre cristiano tiene todas las herramientas para sobrevivir cual titn, armado de las cuestiones esenciales (Venegas, 2004).

A partir de la doctrina premilenarista que separa el accionar eclesistico del mundo, el neopentecostalismo afirma que todas las cosas sern reunidas a partir del retorno de Cristo (cf. Col 1,19.20). Esto denota un marco tico de un mayor enfoque en la salvacin personal, en el vencer los obstculos de la vida que impiden el xito, alejndose de la influencia social del Evangelio (Rodrguez, 1996, citado por Daz Pabn, 2010).

La teologa neopentecostal tiene una visin dualista del mundo, donde el mal es parte de un mundo regido por demonios. El creyente debe vencer todos los obstculos que se interponen en su camino, valindose de Dios como representante del bien. En el neopentecostalismo ocurren las liberaciones, que no es otra cosa que un exorcismo menos dramtico. El lder o pastor usa su autoridad para liberar al creyente de los espritus del mal, a travs de las guerras espirituales y el rompimiento de las maldiciones generacionales (Daz Pabn, 2010).

Para el neopentecostalismo, la divinidad es un Dios flexible que puede cambiar sus preceptos con respecto al ser humano, ya sea a favor de este ltimo o en contra (Daz Pabn, 2010).

Enfatiza en la individuacin de la sociedad, en el sentido de que proyecta el individuo como un medio para lograr cambios en la vida pblica a travs de cdigos morales predeterminados. Las iglesias neopentecostales pueden llegar a desembocar en un deseo de homogenizar a la poblacin, en cuanto a percepciones religioso-morales (Daz Pabn, 2010).

La identidad neopentecostal: de la teodicea del sufrimiento a la teodicea de la felicidadLa identidad neopentecostal centra su atencin en una individuacin que basa su construccin y reafirmacin a travs de metforas funicas que aluden a que la vida es un campo de misin que debe ser conquistado. Con respecto al neopentecostalismo, ocurre un quiebre en aspectos como el discurso relacionado al ascenso y movilidad social. Mientras el pentecostalismo utilizaba figuras martricas y ascticas como parte de su discurso, oponindose a la posesin de bienes, por ser el dinero causa de todos los males (Mammn), el neopentecostalismo utiliza figuras bblicas heroicas y guerreras, ocurriendo una desatanizacin del dinero y los bienes materiales, siendo estos vistos como resultado de la bendicin espiritual. La bsqueda de estos bienes es un vehculo para lograr la felicidad (Bravo).

En las iglesias neopentecostales existe una necesidad sistmica de mantener el equilibrio entre lo que se concede y lo que se exige de las partes interactuantes (lderes y laicos). Los primeros tienen la autoridad de la administracin de los bienes simblicos de salvacin, mientras los segundos son los consumidores de esos bienes. La presencia de Dios es el elemento unificador de ambos grupos en el culto, como complemento armnico y perfecto (Sols-Umaa, 2008).

De la comunidad al mercado religiosoMientras en el pentecostalismo, las congregaciones eran comunidades geogrfico-sociales en las que se refugiaban ascticamente los creyentes, en las congregaciones neopentecostales se da un fenmeno distinto, evidenciado en una modalidad de marketing (clientes y oferente) (Bravo). Unos hablan de comunidades de sentimiento, donde el elemento integrador se construye a travs del despliegue de espacios espectaculares, pero voltiles y virtuales (Hervieu-Lger, 1993, citado en Bravo). Otros hablan del concepto de mercado espiritual, donde se pone el nfasis en el consumo de bienes espirituales (Roof, 1999, citado por Wagner, 2013).

El telogo y pastor metodista brasileo Nilson da Silva Jnior (2011), siguiendo la teora de la modernidad lquida de Zygmunt Bauman, seala que en el mbito eclesistico, el concepto de iglesia lquida denota, especficamente, la deconstruccin de tradiciones y costumbres otrora asumidas como inamovibles. En esa lgica, el neopentecostalismo nace a partir de la formacin de grupos oriundos del evangelicalismo tradicional, con una fuerte influencia de la teologa de la prosperidad, la teologa de la retribucin, con un nfasis en el emprendimiento ligado a la fe, as como la adopcin de patrones de gestin capitalista por parte de iglesias y comunidades.[footnoteRef:6] Siguiendo el concepto de Bauman, da Silva denomina derretir al proceso de perder las referencias de una religiosidad basada en la valorizacin de la vida, la igualdad, la fraternidad y la simplicidad del Reino de Dios. [6: Con el neopentecostalismo se ha dado un fenmeno inverso en cuanto al movimiento misionero. Ahora estamos asistiendo a una misin inversa, manifestada en megaiglesias de cuo transnacional ubicadas en pases otrora terrenos de misin, que exportan sus misiones para atender a migrantes latinos, africanos o asiticos (Schfer, 2009).En 2002 el historiador de la Iglesia Philip Jenkins, predijo en su libro The Next Christendom, que el Sur se convertira en el centro del cristianismo. Ya esto parece que ha empezado, llevndose a cabo cambios de patrones de liderazgo y nociones de identidades religiosas que en algunos casos se haban mantenido por siglos (Rice, 2009).]

El hombre neopentecostal: de comunitario a objeto de mercadoSegn Pierre Bourdieu (1990), citado por Sols-Umaa (2008), las funciones sociales son ficciones sociales y se encuentran sumidas en ritualismos de institucin y la potencia simblica que trae consigo tales funciones: La imagen social de cada hombre instituido es forjada ya sea como rey, caballero, sacerdote o profesor. Con esa etiqueta, se le conmina al hombre al deber ser: un hombre en su justo lugar para jugar el juego y cumplir la funcin asignada.

Ya desde las iglesias pentecostales tradicionales, para los varones la conversin significaba entrar a un mundo religioso donde se forjaba una nueva imagen del varn. La sancin del alcoholismo y del baile serva para forjar una masculinidad distinta al machismo imperante. El hombre pentecostal, al establecer nuevos lazos tanto con mujeres como con otros hombres, crea para s una nueva red, mucho ms extensa que la de otros espacios sociales existentes. Estos nuevos marcos sociales repercuten, sin duda, en la experiencia subjetiva de los varones pentecostales con su entorno social y comunitario (Robledo y Cruz Burguete, 2005).

En el pentecostalismo tradicional, el hombre se aparta del mundo y se convierte a una nueva vida. Deviene en un hombre nuevo, deja de tomar alcohol (apartndose de una de las caractersticas del macho), deja de fiestear y de buscar mujeres (alejndose de la imagen del Don Juan). Se concentra ms en su familia, hogar, compaera de vida e hijos (alejndose de la imagen de hombre cazador, que sale fuera de la casa a buscar comida para llevarla de vuelta).

Es un hombre hogareo, un nuevo tipo de macho. Permanece en casa, mientras las relaciones familiares se reconfiguran. Ya no es el hombre borracho que llega a casa a altas horas de la noche, como tampoco es el hombre mujeriego al que incluso se le valida socialmente el hecho de tener una o dos mujeres ms (concubinato). Es un hombre redimido, pero que a la vez se siente discriminado y excluido por la sociedad. El grupo de solitarios amigos ahora se convierte en un grupo de padres y esposos, lo que cambia la dinmica de las relaciones de gnero tanto en el ambiente familiar como en el laboral y social.

La sociedad ve al hombre pentecostal como una persona honrada, laboriosa, buen esposo y abstemio. Pero, por el otro lado, se le tiene como fantico y que hace el ridculo. Estos sentimientos encontrados norman la vida de los hombres pentecostales.

Montecino (2002), citado por Mansilla (2009), seala que la masculinidad pentecostal se caracteriza por la tematizacin de una masculinidad que abandona el alcohol, la violencia, los garabatos y el mal vestir. Supone el trnsito hacia un modelo de virilidad completamente opuesto a lo que los hombres han conocido desde su infancia y en el cual se han estructurado sus identidades previas al caminar. Este trnsito no es fcil y supone una resocializacin de las conductas y una mutacin de los sentimientos y deseos, as como llenar de contenidos normas desconocidas que generalmente se instalan como costumbres de otras clases sociales. El proceso por el cual atraviesan los sujetos es doble: por una parte es ponerse una nueva piel, pero al mismo tiempo esa piel supone el logro de un ascenso, imaginario y real.

En el neopentecostalismo, el hombre da un salto cualitativo en el sentido de que su masculinidad es vista como una basada en el logro personal y profesional, pero tambin en una suerte de bienes de salvacin que han sido obtenidos a travs del buen manejo de las finanzas y el liderazgo y espritu emprendedor. El hombre neopentecostal tiene el terreno arado para la incursin exitosa en la poltica y en el mundo del emprendimiento. El culto neopentecostal se convierte en una reunin extendida de negocios, donde los varones son los empresarios del Reino de Dios, que prepararn el terreno de la sociedad para la redencin meritocrtica.

El hombre neopentecostal es intrpido, se sabe mover en las esferas de poder. Ya no es el hurao y abstrado hombre pentecostal suburbano presa de la desazn y del encerramiento. Es un hombre que se precia de ser cristiano: lo proclama a los cuatro vientos, pero tambin es un hombre del maletn que lleva consigo lo mejor del mundo de los negocios a la iglesia y viceversa. Su negocio o pequea empresa es una extensin del templo. Las reuniones de oracin antes de iniciar las labores nunca faltan, as como las dedicatorias a Dios de los nuevos espacios adquiridos, etc.

El caso de Repblica Dominicana. El hombre neopentecostal como emprendedorHasta entrados los 90, en Repblica Dominicana el espectro religioso evanglico se haba mantenido al margen de toda actividad poltica y social. El pentecostalismo se mantuvo alejado de toda opinin pblica sobre asuntos referentes a las crisis sociales y econmicas que tuvieron lugar en la dcada de los 90 en el pas caribeo.

A mediados de los 80 y especficamente a principios de los 90, con la llegada de los neopentecostalismos ocurren varios elementos que posibilitaron un cambio importante en la presencia de las iglesias evanglicas en el espectro sociopoltico del pas. Por un lado, los programas de televisin Vino Nuevo, dirigido por el pastor Sonny Caro, y T puedes, dirigido por los pastores Jorge Plourde, Rafael Montalvo e Israel Brito, mostraban unos nuevos rostros en el evangelicalismo en la Repblica Dominicana. Esos programas televisivos tenan el acostumbrado discurso ideolgico pentecostal, pero alejado del legalismo externo y de los improperios contra la Iglesia Catlica, presentando una forma fresca de abordar la fe cristiana desde el pentecostalismo. Se recuperaba lo experiencial infundiendo un nuevo matiz que permita que la cotidianidad fuera parte integral de la fe. En 1981 se funda la Iglesia de la Cristianizacin Nacional, que con su proyecto Por una nacin decente supuso la infusin de la preocupacin social en las iglesias evanglicas conservadoras.

Tanto en el pentecostalismo como en el neopentecostalismo, la msica juega un papel preponderante. En la Repblica Dominicana, con la llegada de la msica de Marcos Witt a inicios de los 90, al tiempo que los mencionados programas de TV Vino Nuevo y T puedes irrumpan, se recreaban nuevos modelos de ser varn en las iglesias. Ya no se trataba de la orquesta colectiva que se haca presente en los cultos pentecostales, donde cada creyente poda llevar su instrumento a la iglesia y tocarlo. Ahora apareca la figura del lder de adoracin, que supuso el rompimiento del liderazgo hegemnico del pastor-predicador. Los jvenes msicos, tenidos siempre como rebeldes en las iglesias pentecostales, en el neopentecostalismo adquiran otro matiz, pues la msica cristiana adquira ribetes de subcultura y gnero musical, con toda su suerte de conciertos, discos y eventos de difusin.

El neopentecostalismo trajo consigo a los hombres-orquestas. Hombres que no solo son pastores, sino tambin son emprendedores. Lderes de adoracin que no solo son msicos, sino que tambin son pastores. Maestros de escuela dominical que no solo ensean clases bblicas los domingos, sino que, aparte de su trabajo diurno, se ganan la vida impartiendo charlas motivacionales. Hombres que en las maanas de domingo pastorean sus congregaciones y en las tardes pintan obras de arte.

Do Astacio es uno de los representantes ms conocidos en el neopentecostalismo en Repblica Dominicana. Seala el pastor y orador motivacional sobre los roles del varn y la mujer, que

El hombre es una persona estructurada, no puede hacer varias cosas al mismo tiempo y en ese punto entra en conflicto con su pareja. La mayora de veces no es que la otra persona no quiere hacer algo, o no te preste atencin, es en su naturaleza como hombre o mujer que se encuentra el origen de dicho comportamiento. Astacio es invitado regularmente a ofrecer charlas y conferencias dirigidas a hombres con el objetivo de ser entes de xito y lderes en sus respectivos espacios, y a convertirse en hombres y mujeres prsperos (Imagen Pblica Consulting, 2013).

Domingo Paulino Moya encarna el ejemplo de un hombre neopentecostal transformado. De convicto en Estados Unidos y deportado hacia Repblica Dominicana en 1994, hoy en da es una de las voces evanglicas ms presentes en los medios de comunicacin, que lo denominan como el vocero nacional evanglico, porque siempre emite su parecer sobre el acontecer social y poltico en el pas, en ruedas de prensa a travs de la organizacin que dirige, el Foro Permanente por la Paz Poltica y Social.

Consideraciones finalesEs menester concluir estas palabras sealando que el escenario evanglico en Amrica Latina y el Caribe difiere bastante de lo que se haba escrito hace 20 o 30 aos atrs. Estos son otros tiempos que requieren de una aguda reflexin. Si antes la preocupacin de la Fraternidad Teolgica Latinoamericana era cmo contribuir a que las iglesias evanglicas despertaran de su mutismo e inactivismo social en cuanto a las cuestiones ms urgentes que han venido sufriendo nuestros pueblos, ahora la cuestin es totalmente distinta. Hay que reconocer que estamos ante la presencia de un gran mercado religioso, donde el hombre neopentecostal es una suerte de homo economicus.

Se ha escrito mucho en cuanto a las relaciones de gnero y su vinculacin con la religin, la teologa y el fenmeno religioso. An los estudios de masculinidades son una asignatura pendiente en la reflexin teolgica que, al igual que los estudios de gnero, permea mltiples ramas del conocimiento humano.

El pentecostalismo buscaba crear un tipo distinto de hombre, pero ni siquiera se dio por enterado de las reflexiones sobre las desigualdades de gnero que ya iban gestndose en diversos lugares de Amrica Latina. El neopentecostalismo busca imitar un determinado tipo de hombre. Ya no busca oponerse tajantemente como lo haca el pentecostalismo tradicional al hombre macho desenfadado, mujeriego y despreocupado de las urbes latinoamericanas de los 70 y 80. Lo que busca el neopentecostalismo es imitar al hombre macho de xito, el hombre-orquesta que se las sabe todas y lo multitasking como parte de su ADN.

La reflexin teolgica sobre los hombres y sus identidades tiene muchas tareas por delante. An est pendiente reflexionar sobre cmo los hombres de la vida de iglesia construyen su masculinidad, cmo se ven frente a las mujeres y a otros hombres, cmo viven su sexualidad, la reproduccin, la paternidad, las cuestiones laborales, su salud sexual y reproductiva, y cmo se ven a s mismos en un entorno de violencia que cada da se hace ms cotidiana.

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