No Matarás 2015

NO MATARÁS

(Testimonios de mi país)

PERSONAJES:

1. Elena: 28 años

2. Miguel: 30 años

3. Anciano: 70 años

4. Sargento: 27 años

5. Soldado: 19 años

6. Arturo: 29 años

1. ELLA

ELENA CASA DE ELLA, PREDOMINA LA OSCURIDAD. LUZ PERSONAL

QUE ILUMINA SU ROSTRO Y PARTE DEL CUERPO, EN EL

CENTRO DEL LATERAL IZQUIERDO DEL ESCENARIO, CON UNA

CARTA EN LA MANO. Si pudiera regresar en el tiempo y volver a vivir

los días de mi niñez sería feliz, porque recuerdo que juntos

jugábamos a esta hora en el cuarto de la vieja casa; ustedes se

escondían y yo los buscaba hasta encontrarlos, y los abrazaba muy

fuerte porque no me gustaba la soledad… Si hoy los tuviera a mi lado,

los abrazaría para siempre y sería feliz, porque estarían tan cerca de

mí, como todos mis hermanos. SE OSCURECE LENTAMENTE

MIENTRAS SALE DE ESCENA; UN ENORME TELÓN ROJO

SEPARA EL PRIMER Y SEGUNDO PLANO DEL TERCERO. EL

TELÓN ESTÁ ILUMINADO POR UNA LUZ ROJA POR LA PARTE DE

ATRÁS. A TRAVÉS DEL TELÓN, PROYECTADAS POR LA LUZ

ROJA, SE VEN SILUETAS DE NIÑOS QUE CORREN.

ARTURO ¡Vamos a jugar a la chapada!

MIGUEL ¡No, mejor a la pelota!

ELENA A la pelota no porque mi mamá se puede enojar.

ARTURO ¡Ya sé! ¡Juguemos a la guerrita! APUNTA CON SU MANO. ¡Pam,

pam, pam! ¡Muerto, gordo panzón!

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mailto:[email protected]

MIGUEL ¡No estoy muerto; solo me has herido! ¡Pero ahora vas a ver!

APUNTANDO CON SU MANO ¡Pam, pam, pam! SE ESCONDE

DETRÁS DE ELENA.

ELENA Yo no quiero jugar a eso...

ARTURO No te escondas detrás de ella, cobarde.

ELENA ¡Basta! LLORANDO. ¡No jueguen a la guerra!...

ARTURO Ya vez, la has hecho llorar.

MIGUEL Yo no...

ARTURO CONSOLADOR. Ya no llores, hermanita.

ELENA ¡Ya no soy tu hermana!

ARTURO ¡Sí lo eres, ya!

ELENA ¡No lo soy, porque tú eres malo!

MIGUEL ¿Y yo?...

ELENA ¡Tú tampoco, porque eres como él!

MIGUEL Pero juramos que siempre seríamos hermanos.

ARTURO Y que nunca nos separaríamos.

ELENA Solo mientras ustedes sean buenos, ¡pero ahora son malos!

ARTURO ¿Ya no nos iremos a vivir juntos al bosque?

ELENA No sé.

MIGUEL PREOCUPADO. ¿Por qué?...

ELENA DISGUSTADA. ¡Porque no lo sé!

ARTURO CALMÁNDOLA. Ya no vamos a jugar a la guerrita.

MIGUEL Sí, no queremos hacerte enojar.

ELENA MÁS TRANQUILA. No estoy enojada.

ARTURO Entonces, a qué quieres jugar...

ELENA Vamos a jugar a la casita.

MIGUEL ¡Ya, yo soy el papá!

ARTURO MAJADERO. ¡No, yo soy el papá!

ELENA Y yo la mamá.

MIGUEL ¿Y yo qué soy?...

ELENA El hijo...

MIGUEL MIRANDO A ARTURO. ¡Mejor juguemos a otra cosa!

ELENA PAUSA. Entonces juguemos a Hansel y Gretell; yo soy Gretell.


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ARTURO Y yo Hansel.

MIGUEL Y yo...

ARTURO Burlón. ¡La bruja! Ja, ja, ja.

ELENA ¡Eres un quedado!

MIGUEL ¡No soy quedado!

ARTURO ¡Sí lo eres! ¡Quedado, quedado!

MIGUEL MISTERIOSO, ENCORVÁNDOSE. ¡No… Yo soy, soy... soy, el cuco!

ELENA ATEMORIZADA. No me asustes...

ARTURO TAMBIÉN ASUSTADO. No juegues así.

MIGUEL MUESTRA SU ROSTRO DEFORMADO POR LAS MUECAS. LUZ

ROJA QUE AUMENTA EN INTENSIDAD. ¡Sí, el cuco malo y me los

voy a llevar a los dos! Ja, ja, ja. LOS PERSIGUE. ¡El cuco, el cuco

malo! ¡Soy el malo! ¡Soy el feo, soy el cuco! MIGUEL SIGUE

PERSIGUIÉNDOLOS HASTA QUE DESPARACEN.

MIGUEL CORRE EL TELÓN LENTAMENTE. LUZ ROJA EN SU TOTALIDAD.

DESPERTANDO. ¡Déjenme! ¡Déjenme en paz! Ustedes no son

reales; ustedes están muertos, están muertos, muertos, muertos... SE

ESCUCHA UNA REJA QUE SE ABRE. LA LUZ ROJA SE DEBILITA

CASI EN SU TOTALIDAD. SILENCIO. LUZ AMARILLA PARA EL

PERSONAJE QUE VA A INGRESAR.

2. VÍCTIMA Y TESTIGO

ANCIANO APARECE POR UN LATERAL EN PRIMER PLANO, AMARRADO DE

LAS MANOS POR DETRÁS CON UNA SOGA. OTRO HOMBRE CON

PASAMONTAÑAS LO OBLIGA A EMPUJONES A DIRIGIRSE HACIA

EL INTERIOR DE UNA CELDA VACÍA EN EL CENTRO DEL

ESCENARIO, AL COSTADO DE MIGUEL. CAE, MIRA HACIA EL

PÚBLICO. Ahora solo me queda esperar; caminar en silencio y

aguantar los golpes con la cabeza baja. LEVANTÁNDOSE. Mirando

mis propios pasos que se dirigen hacia la oscuridad, mirando el

camino para no tropezar con las piedras. EL HOMBRE CON

PASAMONTAÑAS LO GOLPEA. Aguantando los golpes de otra

piedra que me sigue por detrás o es que yo la sigo por delante,


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esperando que algún día también esta piedra se convierta en carne y

sangre para que pueda sentir como yo; entonces él también podrá

comprender y ya no verá en mí algo que odia y desprecia sino a un

hermano; tal vez entonces el hermano Áyar, que se convirtió en

piedra, nos mire con misericordia y las piedras que siempre fueron

piedras solo sirvan para señalar los caminos y cruzar los ríos. EL

HOMBRE CON PASAMONTAÑAS LO INTRODUCE EN UNA CELDA

CONTIGUA A LA DE MIGUEL, SE DETIENE UNOS MINUTOS

MIENTRAS ENCIENDE UN CIGARRILLO.

DESDE DENTRO DE LA CELDA, EL ANCIANO. Si el mundo los odia,

sepan que a mí me ha odiado antes que a ustedes; si fueran del

mundo, el mundo amaría lo suyo; pero yo los elegí del mundo, por

eso el mundo los odia: El siervo no es mayor que su Señor. EL

HOMBRE CON PASAMONTAÑAS, LO REBUSCA Y LE QUITA

ALGUNAS PERTENENCIAS Y PRENDAS. Si a mí me han

perseguido, también a ustedes los perseguirán. Los expulsarán de las

sinagogas y aún viene la hora cuando cualquiera que los mate

pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al

Padre ni a mí. De cierto, de cierto te digo: cuando eras joven te ceñías

e ibas a donde querías; pero cuando ya seas viejo... LE QUITA LAS

ATADURAS Y LO EMPUJA HACIA EL FONDO DE LA CELDA.

Extenderás tus manos y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras

ir... No temas la manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha

placido daros el reino... EL ANCIANO SE QUEDA EN SILENCIO

MIENTRAS CAE DE CANSANCIO, SU LUZ SE DESVANECE Y

OTRA LUZ DA COMIENZO A LA SIGUIENTE ESCENA.

3. EL ENCUENTRO

SARGENTO PUESTO DE GUARDIA, SACOS DE ARENA QUE FORMAN UN

SEMICÍRCULO DENTRO DEL CUAL SE UBICAN LOS SOLDADOS.

LATERAL DERECHO DEL ESCENARIO. INGRESA EL SARGENTO.

¡Atención! ¡Párese bien, soldado! PAUSA LARGA. ¡Descanso!... EL

SOLDADO DESCANZA PERO SIGUE EN ACTITUD DE DISCIPLINA


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MARCIAL. ¿Cuánto tiempo ha pasado, soldado? Un año, dos... EL

SOLDADO ASIENTE CON LA CABEZA. Dos años, quién lo creería.

PAUSA COMO RECORDANDO. Dos años desde que dejamos esa

maldita selva; si no fuera por el Charapa tal vez ahora no estaríamos

aquí... ¿Aún te acuerdas del Charapa?... ¡De cuántas se salvó

nuestra escuadra, caracho!... ¡Éramos los mejores, Tigre! ¡Los

mejores! Por eso nos degradaron, pero no nos dieron de baja.

SILENCIO. ¿Aún no comprendes? ¿Todavía no puedes perdonar?...

EL SOLDADO MIRA SU RELOJ. No te preocupes por la hora; tu

guardia terminará pronto, pero ese no es tu problema, con ese

comportamiento no podrás huir de lo que pasó. SILENCIO. ¿Cómo

está mi hermana? ¿Se encuentra bien? SOLDADO ASIENTE CON LA

CABEZA. Mándale mis saludos. Dile que el domingo la voy a visitar.

PAUSA. Te acuerdas cuando de niños jugábamos a la guerra; a ti

siempre te matábamos primero y luego yo te vengaba. Cómo han

cambiado los tiempos, ahora ya no podemos jugar, ahora nuestros

juegos son de verdad, ya no hay ficción en lo que hacemos... Pero

qué sabes tú de las guerras; todavía sigues siendo un niño, no

mereces estar aquí. ORGULLOSO. Ah... cuántos recuerdos de la vida

y de la muerte; cuántos amigos murieron a mi lado, gente que yo

conocía desde que éramos niños. Los enfrentamientos fueron muchos

y muy duros, pero nunca me arrepentiré de lo que hice. SILENCIO.

Sabes qué… después de nosotros, otros estarán en nuestro lugar,

jodiendo y matando hasta el día en que la maldita muerte nos devore

a todos. SOLDADO INDIFERENTE. ¡Maldito cobarde, mírame! ¡Yo

tampoco soy de fierro, estoy aquí y solo se me ocurre hablarte

tonterías; qué te puede interesar lo que yo te diga! No eres como yo;

tú y yo somos diferentes. A ti te aterroriza el peligro; lo sientes, lo ves

venir y te paralizas; en cambio yo me he acostumbrado a él, y lo

mejor de todo es que me da poder. SARGENTO LE CLAVA LA

MIRADA, SOLDADO MIRA HACIA OTRO LADO. ¡En qué piensas

cuando me ignoras! SARGENTO LO SUJETA DEL CUELLO DEL

UNIFORME. SOLDADO BAJA LA MIRADA. ¡Te crees muy superior,


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¿no?! ¿Quién te enseñó que lo que hacemos es malo? ¿Tu madre o

su religión?... SOLTANDO AL SOLDADO. Cuando Dios nos creó,

puso delante nuestro un camino que se divide en dos como la lengua

de una serpiente venenosa, "el camino bueno y el camino malo" le

dicen algunos y tenemos la libertad para elegir una dirección; pero el

hombre, terco y orgulloso, hizo su propio camino. ¿Acaso no es eso lo

que hacemos cuando luchamos contra los terroristas? ¿Contra

quienes luchamos verdaderamente? ¿Quiénes son los buenos y

quiénes los malos? ¿No dicen ellos defender la vida y la dignidad

humana? Sin embargo, ambos matamos a quienes supuestamente

deberíamos defender. Cada quien sigue su propio camino y el final de

todo esto, sobrino, es la supervivencia del más fuerte. Como ves, la

verdad es muy sencilla, no hay que vivir mirando atrás. Es solo

cuestión de simplificarlo todo y acostumbrarse; sí, sobre todo eso,

acostumbrarse, que es lo más difícil; pero con el tiempo uno lo logra.

El tiempo es el mejor remedio para nosotros: lo soluciona todo; pero

es necesario ser fuertes, porque si no eres fuerte te jodiste, los

débiles nunca logran lo que quieren y siempre se dejan humillar por

los demás. Ahí tienes por ejemplo a tu madre. SOLDADO POR UN

MOMENTO REACCIONA Y LUEGO SIGUE INDIFERENTE. Sí, tu

madre; la pobre mujer siempre dependiendo del esposo borracho. Lo

único fuerte que tenía la pobre era la cara en la que recibía los golpes

de su marido. ¡Ah... pero ese desgraciado no sabía que yo existía, y

cuando lo supo fue demasiado tarde para él! A pesar de sus defectos,

tu madre es una buena mujer y muy religiosa; yo respeto mucho su fe,

lo único malo de la religión, pienso yo, es que nos hace sumisos y

débiles y eso no es bueno, me entiendes; ¿sabes de lo que te estoy

hablando? SE ENOJA Y DESCONTROLA. ¡Maldita sea! ¡Si no

quieres hablar, al menos mírame! SAMAQUEA FUERTEMENTE AL

SOLDADO Y ESTE TRATA DE SAFARSE AGRESIVAMENTE.

SARGENTO REACCIONA CON AUTORIDAD. ¡Soldado, atención!

SUENA LA SEÑAL QUE INDICA EL CAMBIO DE GUARDIA,

APAGÓN.


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4. LA CARTA

ELENA COGE UN SOBRE DE LA MESA Y EMPIEZA A LEER. VOZ EN OFF

DE ARTURO. Huaraz, 16 de julio de 1984. Srta. Elena. Querida

amiga: Espero que al recibir la presente, te encuentres bien de salud.

Perdona que no te haya podido escribir antes, pero como está la

situación aquí por el terrorismo no me queda mucho tiempo para

hacer mis cosas. Hace cinco días fuimos emboscados por un

comando terrorista; felizmente pudimos darnos cuenta de la

emboscada por un campesino que nos dio alcance y otra unidad que

nos seguía a una distancia prudente estuvo prevenida para cubrirnos;

el asunto es que entre los detenidos se encuentra alguien que

conocimos hace mucho tiempo, tú sabes de quién hablo. PAUSA,

SIGUE LEYENDO. He tratado por todos los medios de hacer que

recapacite y nos dé la información que necesitamos para acabar con

toda esta masacre, pero es imposible; y es por eso que te escribo,

creo que si hay alguna persona en el mundo capaz de hacerlo

entender, eres tú. Te pido que vengas pronto, ya que se trata de su

vida. Aquí te envío el dinero para el pasaje y la dirección del

destacamento en el que nos encontramos. Al momento de pasar los

controles solo di mi nombre y que eres una amiga; así no tendrás

ningún problema. Adiós, Arturo. ELENA SE QUEDA COMO

PENSANDO. BAJA LA LUZ LENTAMENTE HASTA APAGARSE.

5. HERMANOS

SARGENTO GOLPEANDO UN COSTAL QUE PENDE DE UNA SOGA ATADA A

UNA VIGA. GOLPEA CON FURIA HASTA CANSARSE. SOLDADO

MIRA CON DESAGRADO LA ESCENA. BAJAN EL COSTAL. Una

vez hice lo mismo con un perro. Cada vez que llegaba a la casa de

noche, el desgraciado me ladraba y me perseguía hasta la puerta. Ya

me tenía loco. Un día, con unos pedazos de carne me gané su

amistad. Hice que entrara a la casa y lo metí en una bolsa; luego le di

de patadas hasta cansarme y lo arrojé al río. Creo que todavía estaba


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vivo cuando lo bote, pero mejor aún. Después de eso pude dormir

tranquilo al fin. DESATANDO EL COSTAL Y SACANDO LA CARA DE

MIGUEL. En cambio a este se le da de alma porque no quiere hablar.

Yo no sé por qué el capitán lo consiente tanto; yo ya lo hubiera hecho

fusilar, igual que a sus compañeros. LO SIENTAN EN UNA SILLA Y

SE DISPONEN A ATARLO PERO INGRESA ARTURO.

ARTURO A LOS SOLDADOS. Suficiente, retírense. SOLDADOS SALEN.

PAUSA. A MIGUEL. ¿Te hicieron mucho daño?

MIGUEL No, solo hicimos un poco de ejercicio. Ellos eran los boxeadores y yo,

como siempre, el costal. Simpáticos tus compañeros, ¿no?

ARTURO Tú te lo has buscado; nada te cuesta hablar...

MIGUEL ¡No soy un traidor!

ARTURO ¿Quieres seguir aquí hasta que te maten?

MIGUEL ¿Por qué no? Tengo todo lo que necesito: un cuarto para mí solo y un

par de chacales que cuidan de mí; me alimentan con pan y agua

porque dicen que estoy gordo. Antes de ayer se llevaron el colchón,

porque dicen que estoy enfermo de la columna, y la noche anterior

me la trataron de arreglar a patadas. Qué más puedo pedir, dímelo tú.

ARTURO Estás loco...

MIGUEL Loco para el mundo, pero no para Dios, ¿no dice así nuestra Elenita?

ARTURO No la metas a ella en esto. PAUSA. El Gobierno ha declarado una

amnistía para todos los terroristas que depongan las armas y den

información. Haré que borren de los archivos que eres un líder de

Sendero; te harás pasar por uno de esos estudiantes reclutados como

carne de cañón. Me darás toda la información que necesito:

campamentos, lugares donde ocultan las armas, quiénes los ayudan,

en qué comunidades se abastecen de alimentos y cuándo, nombres

de los principales líderes y sus apelativos secretos...

MIGUEL IRÓNICO. ¿De veras crees que voy hablar?

ARTURO Si te quieres salvar no te queda otra alternativa...

MIGUEL CON RESENTIMIENTO. ¿Salvar? ¡Salvar de qué!

ARTURO ¡Si prefieres morir serás el único, porque tus compañeros ya han

hablado!


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MIGUEL ¡Mentira!

ARTURO ¡Acabo de enviar una escuadra hacia el lugar donde se oculta el resto

de tu comando, con órdenes de aniquilarlo...

MIGUEL INDIFERENTE. No sé de qué hablas.

ARTURO ¿Cómo crees que has caído tú? Un campesino te delató. Ahora, si

era un campesino o camarada tuyo no lo sé; pero sabía demasiadas

cosas.

MIGUEL ¡Si realmente supieras todo ya no me necesitarías!

ARTURO ¡Solo trato de evitar que mueras! ¿No te das cuenta?

MIGUEL ¡A nadie le estás haciendo un favor! ¡Estoy listo para aportar mi

cuota de sangre! ¡El pueblo quiere armas, no clemencia! ¡Quiere

justicia y la justicia llegará con violencia! ¡Los explotadores

cosecharán lo que durante tanto tiempo han sembrado!

ARTURO ¡No sabes lo que dices! Sigues engañado por esas doctrinas de

locos que van en contra de lo establecido para que todos vivamos en

paz. ¿Sabes acaso cuántos inocentes han muerto por causa del

terrorismo? ¡Demasiados funerales han habido ya en el Perú!

MIGUEL Todo lo establecido está hecho para someternos. Pero ahora los

chacales saben que somos otra casta de guerrilleros; aquel que no

retrocede, porque es espada y no solo palabra. Ahora tus soldaditos

saben que para detener a uno de los nuestros tendrán que jugarse la

vida, y si por su mayor poderío temporal tus patrones vencen, lo

único que tendrán será un cadáver, nada más...

ARTURO ¿Es que no te das cuenta? ¡Tú entraste por tu voluntad! ¡Pero es en

la gente pobre de la capital y aquí en las comunidades campesinas

en donde Sendero espera reclutar más gente! Y los que se niegan,

pueden darse cuenta de que la vida no solo puede ser dura, sino

también corta... La sangre de los peruanos todavía sigue

derramándose.

MIGUEL Todos estamos comprometidos en la lucha armada; lo que hacemos

lo hacemos por el pueblo. Esto es una guerra y en una guerra todos

están obligados a colaborar.


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ARTURO ¿Obligados? ¡Esclavizados! ¿Así es como defiendes al pueblo? ¿Así

es como lo piensas liberar de la explotación y el abuso? Mira hasta

donde te ha traído la guerra popular que tanto defiendes; tú estás

aquí muriéndote como un perro, mientras tus superiores están en

una casa lujosa emborrachándose y dándose la gran vida con los

cupos que ustedes les envían. Tú solo eres un fanático

dogmatizado; a ellos no les interesa para nada la guerra popular que

predicas, solo son chacales con ansias de poder. ¡Tienes que

quitarte la venda de los ojos!...

MIGUEL Podrás decir muchas cosas ahora, pero al final el tiempo me dará la

razón.

ARTURO ¡Por qué lo haces todo tan difícil!... SILENCIO LARGO, CALMADOS.

¿Cuéntame cómo fue que ingresaste a Sendero?...

MIGUEL En la universidad veía a algunos jóvenes repartiendo volantes,

encapuchados haciendo pintas en las paredes por la tarde. Si te

acercabas por curiosidad, te invitaban a las charlas. Como algunos

eran de mi Facultad... con esa confianza iba.

ARTURO Y te lavaban el cerebro...

MIGUEL ¡Te dicen la verdad! ¡Somos la generación que logrará el cambio

definitivo en nuestra sociedad! ¡Y para eso haremos lo que se tenga

que hacer! ¡Que florezca la violencia, que los jóvenes armados

marchen por las calles y se pague la cuota de sangre para lograr el

cambio!...

ARTURO Nada se puede cambiar; el mundo será así hasta el día que

desaparezca. Las guerras existirán porque existe el hombre que

desea el poder.

MIGUEL Eso es lo que te enseñan tus superiores, te dicen que el mundo ya

está ordenado, que cada quien tiene su lugar y que tú eres el

soldadito en su cuartel, en una base alejada del país, el peón en el

juego de ajedrez, cuyo único fin es avanzar sin percatarse de la

realidad. A ellos no les interesa lo que puedas pensar, no quieren

que pienses por ti mismo; lo único que les interesa es que te


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conviertas en su asesino, una máquina de matar, sin sentimientos ni

amor...

ARTURO MOLESTO. ¡Mira quién habla de amor!...

MIGUEL ¡El verdadero guerrillero es aquel que está guiado por sentimientos

de amor, de igualdad, de justicia y paz!

ARTURO SE LEVANTA Y TOMA DISTANCIA. ¡No seas hipócrita! ¡Ya sé por

qué te volviste un asesino!

MIGUEL Tú también eres un asesino.

ARTURO ¡Es la envidia lo que te hace ser como eres!

MIGUEL ¿Envidia de qué?

ARTURO ¡De lo que yo soy y de lo que tú nunca podrás ser?

MIGUEL SARCÁSTICO. ¿Y qué es lo que eres?

ARTURO Un soldado; somos seres especiales a los que ustedes envidian. La

vida y la muerte son fantasmas con los que jugamos en cada misión.

Somos de una raza especial, somos guerreros dentro de una

sociedad establecida, ¡algo que ustedes nunca podrán ser!

MIGUEL APLAUDIENDO SARCÁSTICO. ¡Bravo! ¡Bravo! Ahora cántame el

Himno Nacional y ponte a marchar en mi delante para tenerte

envidia de lo que eres!

ARTURO VENGATIVO. ¡Envidia de que yo pude estar con Elena y tú no!

MIGUEL NO RESPONDE, PERO SE VE EN SU SEMBLANTE ESQUIVO

QUE ALGO EN ÉL HA SIDO HERIDO.

ARTURO DÁNDOSE CUENTA. Tú nunca vas a entender...

MIGUEL FRÍO. Entiendo todo mejor que tú...

ARTURO HABLÁNDOLE COMO A UN INFERIOR. Lo que no entiendes es

que la vida nos ofrece muchas cosas; tú puedes tener un futuro

mejor, una buena familia, un trabajo decente, donde ya no sea

necesario vivir huyendo.

MIGUEL No siempre podemos tomar del mundo todo lo que nos ofrece.

ARTURO Eres un tonto.

MIGUEL Y tú un engreído.

ARTURO ¿Por qué lo haces todo tan difícil?

MIGUEL ¡Déjame! ¡Quiero estar solo! Ya me cansé de hablar.


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ARTURO ¡Por qué no entiendes!

MIGUEL ¡Déjame solo!

ARTURO SUPLICANTE. Te quiero ayudar.

MIGUEL ¡No quiero que me ayudes!

ARTURO Pero...

MIGUEL ¡Déjame en paz! ¡Déjame solo! ¡Solo, como me gusta estar! ¡Solo

con mi propio mundo! ¡Solo como siempre, sin que nadie me

moleste! Hace mucho tiempo que decidimos nuestros caminos, no

nos tenemos ninguna deuda los dos.

ARTURO ¡Imbécil! ¡Fuimos amigos! ¡Más que amigos! ¡Los tres juntos con

Elena compartimos nuestra soledad! ¡Íbamos a la escuela juntos! ¡A

los tres nos sacaban a pasear los domingos ya no recuerdo quien!

¡Pero juntos compartíamos nuestras vidas con alegría! ¡Eso no lo

puedes negar!... ¿Crees que no me acuerdo de cuando jugábamos a

la pelota en el parque? A ella no le gustaba pero lo hacía por vernos

felices. ¡Cuando jugábamos a mamá y papá, a Hansel y Gretel, y tú

nos perseguías asustándonos, haciéndote pasar por el cuco! No

sabes en estos momentos cuánto daría por que volviéramos a ser

niños y corregir el momento en que nos equivocamos. ¡Tú podrás

decir muchas cosas malas de mí, que soy un estúpido, un idiota o

una marioneta de los demás y seguramente que nunca quise a

nadie, pero sí nos tenemos una deuda de amistad tú y yo!

SILENCIO. Pronto vendrá un helicóptero con pertrechos militares, de

regreso puedes ir en él a Lima, puedo arreglar que te entregues y te

sometas a la Ley de Arrepentimiento.

MIGUEL Someterme... Qué sabes de Elena, cómo está…

ARTURO Bien; pronto vendrá.

MIGUEL ¡Por qué le dijiste!

ARTURO Porque siempre preguntó por ti. Antes de que te atrapáramos me

escribía para preguntarme sobre tu paradero. Tal vez ella pueda

hacerte cambiar, yo no soy de los que creen en la religión, pero es el

único recurso que me queda...

MIGUEL La religión… SILENCIO.


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ARTURO Elena es más que eso, es una amiga. Hagamos una tregua los dos,

olvidemos por un momento lo que representamos tú y yo. Ahora tú

serás Miguel y yo Arturo, los amigos que se conocieron hace mucho

tiempo. ¿Qué dices? ¡Vamos! SILENCIO.

MIGUEL ¿Tienes un cigarrillo?

ARTURO Sí. SACA UN CIGARRO, SE LO DA; LO ENCIENDE.

MIGUEL Será mi última voluntad.

ARTURO ¿Me odias por todo esto?

MIGUEL No, solo odio lo que haces... ¿Y tú?

ARTURO Claro que no.

MIGUEL Entonces todo está bien.

ARTURO SENTÁNDOSE EN EL SUELO. Me imagino que si no hubiéramos

escogido ser lo que somos, ahora estaríamos juntos, de repente en

un bar tomando un par de cervezas o en una discoteca.

MIGUEL Nunca me gustaron las discotecas.

ARTURO Con un par de mujeres... RÍE.

MIGUEL Eso es diferente. Tú con una gorda y yo con una morena.

ARTURO RÍE. Frente a frente los dos en una mesa con un par de cervezas.

MIGUEL Mirándonos y matándonos de risa.

ARTURO RÍE. Qué tonterías no hubiéramos hecho.

MIGUEL Qué tonterías no hicimos.

ARTURO Sí, es verdad. ¿Te acuerdas de cuando fuimos a la playa y metimos

a Elena con todo y ropa al mar?

MIGUEL SONRIENDO. La pobre parecía una gata mojada.

ARTURO RÍE. En todo el día no nos habló.

MIGUEL Tremendo arañón que me hizo.

ARTURO Pero en la noche la pasamos de lo mejor... Sentados junto al fuego

contándonos nuestras vidas.

MIGUEL Después de aquella noche muchas cosas cambiaron.

ARTURO Cada uno siguió su camino.

MIGUEL Fue como si nos hubiéramos despedido.


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ARTURO Fue el destino. SUPLICANTE. ¡Entrégate! PAUSA. ¡Pronto todo

terminará para Sendero! ¡No serás el único! ¡Hay muchos que ya se

han entregado!

MIGUEL Cada quién hace su propio camino; para algunos seremos como el

doctor Jekyll y Mister Hyde viviendo en cuerpos diferentes.

ARTURO ¡Por qué demonios te empeñas en morir!

MIGUEL Acepta las cosas como son, será tu maldición y tu destino, acuérdate

de todo lo que vivimos y acuérdate también de este día con todos

sus detalles. Pronto yo moriré y quizá tú podrás vivir muchos años

más, algún día te jubilarás y, como eres honesto, te comprarás un

auto viejo y recorrerás las calles de Lima para mantener a tus hijos;

pero cuando los recuerdos te invadan, te dirás a ti mismo que no ha

pasado nada; que aquel día, en esta provincia de la sierra, nunca

pasó nada; que nunca conociste a ningún Miguel, que nunca

conversaste con él. Entonces regresarás a casa y encenderás el

televisor para apagar los recuerdos, encenderás también un cigarrillo

y en tu mente aparecerá de nuevo el destacamento, esta prisión, tú,

yo, y Elena estará por llegar aquí para tratar de convencerme... pero

todo será inútil...

ARTURO ¿Quién te crees que eres? ¿Ernesto Guevara? ¿Por qué te

empeñas en hacer de todo esto una tragedia? ¡La solución está en

tus manos y, sin embargo, te empeñas en morir!

MIGUEL ¿Y qué quieres que haga? ¿Que me deje convencer? Qué fácil sería

todo, ¿no? Elena llegaría y me convencería. Tú dejarías la vida

militar. Algún loco escribiría la historia de nuestras vidas y

seguramente se haría muy famoso, hasta se filmaría una película;

nos volveríamos millonarios y nos iríamos a vivir bien lejos los tres.

Seríamos felices para siempre y si alguien nos preguntara si fue

nuestra historia le diríamos que no, que nos la contó un amigo y que

a este amigo se la contó el amigo de un amigo.

ARTURO ¡Está demás hablar contigo! ¡Te he dado la oportunidad y no la

quieres aprovechar! No sé cuánto tiempo más te pueda proteger; en

el peor de los casos tendré que cumplir con mi deber...


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MIGUEL Tu deber no es mi problema...

ARTURO Elena y tú son seres diferentes que un día dejé de conocer. ¿Quién

eres tú?, algún Judas incomprendido, y ¿quién es Elena?, alguna

Magdalena construyendo la tierra prometida, y ¿yo?, Pilatos tal vez...

Yo no escogí el personaje para esta tragedia; solo soy otra víctima.

MIGUEL SARCÁSTICO, FINALIZANDO. Ahora solo me queda decir como

Cristo... Todo está consumado... ARTURO SALE; MIGUEL SE

RECUESTA EN EL INTERIOR DE LA CELDA.

ARTURO ¡Soldado! ¡Soldado! SOLDADO INGRESA. ARTURO LE ORDENA

QUE CIERRE LA CELDA Y SE RETIRA.

6. EL ANCIANO

ANCIANO Quién me diera alas como de paloma, volaría yo y descansaría.

Ciertamente huiría lejos. Moraría en el desierto. Me apresuraría a

escapar del viento borrascoso de la tempestad...

MIGUEL Salmos 55:6.

ANCIANO Conoces la palabra.

MIGUEL Algo... ¿Quién eres?

ANCIANO Un pastor de almas, ¿y tú?

MIGUEL Mi nombre es Miguel. Así que eres un predicador.

ANCIANO Solamente un hombre, pero un hombre de Dios.

MIGUEL Hubo un tiempo en que me quisieron hacer creer.

ANCIANO ¿Qué pasó?

MIGUEL Encontré un camino.

ANCIANO El único camino es Jesús.

MIGUEL Uhm... SILENCIO.

ANCIANO Vivimos tiempos muy difíciles; tiempos en que todo está de cabeza.

SILENCIO. Hoy somos golpeados por Satanás mismo y por nuestros

propios hermanos. A muchos pastores he visto inmolarse en el

bendito nombre de Dios y también he visto a otros derrumbarse y


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caer. Cuando el viento nos traía los disparos y en las noches

escuchábamos el sonido de sus botas, comprendimos que nuestra

vida dependería en adelante solo de la voluntad de Dios. Los

militares y terroristas nos arrancaron de una tierra que era nuestra,

ambos hablan un solo lenguaje, el del miedo. Fuimos exterminados

como animales salvajes. Como condenados tuvimos que dejar todo

lo que era nuestro y escapar por cualquier camino que nos alejara

de ellos. En nuestras tierras celebrábamos nuestras fiestas;

cantábamos y bailábamos alegres después de la cosecha. Allí

casábamos a nuestras hijas y hacíamos fiestas adorando a Dios.

Lejos quedó todo, menos la esperanza... Hay que ser valientes. Algo

desea el Señor de todo esto. Me reconforta saber que su voluntad se

está cumpliendo y que hay para nosotros un hogar muy diferente y

eterno.

MIGUEL ¿Es la voluntad de tu Dios, que ustedes sufran?

ANCIANO No, que aprendamos.

MIGUEL ¿Aprender qué?

ANCIANO A valorar la vida, amar al prójimo, conocer al Padre. Vivimos por fe.

Quizás debimos haber huido cuando nos llegaron los rumores, pero

era nuestra tierra. “¡Vienen hombres malos!”, decían. “¡Tienen fusiles

y vienen a matar! ¡En su tierra no pueden pelear porque dicen que

allí vive la gente! En cambio aquí, solo hay animales y bestias”.

Nuestros gritos nadie los escuchaba; estábamos tan lejos de la ley y

tan cerca de la muerte. Muchas veces he orado para que vengan en

nuestra ayuda, pero en Lima seguramente se han acostumbrado a

todo lo que nos pasa, porque lo ven en la televisión y los periódicos;

yo que vivo aquí aún no puedo. Pero sobre todas estas desgracias,

el propósito de Dios se manifestará en nuestras vidas y tantas

muertes no habrán sido en vano, estoy seguro.

MIGUEL Estás dispuesto a que mueran otros para que el propósito de Dios se

manifieste; no es ese un pensamiento egoísta y vil...

ANCIANO No está en nuestras manos detener toda esta maldad; quizás sí en

las tuyas. Un día, mis dos hijas escucharon un sonido como el de los


16


fuegos artificiales que hacen explotar en las fiestas de todos los

santos y le pidieron permiso a su madre para ir a verlos; yo me

encontraba en otro lugar predicando y ella las dejó ir, pero nunca

regresaron. Al día siguiente mi mujer bajó al pueblo y lo encontró

totalmente quemado. Los que pudieron escapar se refugiaron en los

cerros y poco a poco empezaron a bajar para enterrar a sus

muertos. Le dijeron a mi mujer que unos hombres armados habían

incendiado el pueblo y matado a todos los hombres, porque decían

que nosotros ayudábamos a los terroristas. Las mujeres fueron

violadas y luego asesinadas “¡A tus hijas las han violado!”, le dijo

una mujer. “La pequeña murió porque la destrozaron por dentro,

pobrecita; pero nada podíamos hacer. La jovencita se volvió loca y

no quiso venir con nosotros. Levantaba sus brazos al cielo como

quien pelea con algún dios, y recogía tierra y ceniza para echarla

sobre su cabeza. Luego se internó corriendo en el monte”. Todo eso

me lo contó un hermano, porque luego mi esposa fue detenida y ya

no la volví a ver jamás. Seguro que la torturaron hasta matarla y

luego la lanzaron a alguna fosa; lo mismo harán con nosotros. Lo

único que nos queda es tener fe, porque hoy nos piden el sacrificio

más grande, el de nuestras vidas; aunque nuestros templos sean

quemados y destruidos, las cenizas hablarán de que anduvimos por

fe y que nuestra batalla es santa porque anduvimos en santidad y

oración.

MIGUEL Dios no existe, viejo...

ANCIANO Nosotros vivimos por fe, por fe decidimos creer y tú también puedes

hacerlo.

MIGUEL No conoces lo que soy.

ANCIANO Dios ve tu corazón y te ama sin importar lo que hayas sido. Muy

pronto partiré a reunirme con los míos; espero verte también allí.

MIGUEL ¿Estarán tu esposa y tus hijas?

ANCIANO Estarán todos aquellos en los que Dios puso su mano, para bendecir

a las naciones del mundo. Estarán todos aquellos que tuvieron el

valor de hacer un pacto con Dios, entregándole como sacrificio su


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vida y aceptando a Jesucristo como su salvador. En los tiempos

antiguos, el pueblo de Israel llevaba a todas partes el Arca de la

Alianza, porque creían que en ella habitaba el espíritu de Dios; por

eso, cuando estaban en guerra, llevaban el Arca de la Alianza por

delante de los ejércitos; y cuando los hijos de Dios cruzaron el

Jordán, el Arca dividió en dos el río para que lo cruce el pueblo. SE

ESCUCHAN LOS PASOS DE SOLDADOS QUE SE ACERCAN

PARA LLEVARSE AL ANCIANO Y EJECUTARLO. El Arca ya no

existe, Dios ahora habita en nuestros corazones y quiere que

crucemos este gran río de sangre para llegar a Él; limpios de toda

mancha. Nuestra guerra, aunque no lo parezca, no es de este

mundo. INGRESAN LOS SOLDADOS LO LEVANTAN Y ATAN DE

LAS MANOS PARA LLEVÁRSELO. Agárrate de la promesa. Dios

nos dejó su libro para aprender. Su lenguaje es sencillo para los de

corazón sencillo; pero complicado para los que solo ven con los ojos

del entendimiento humano. SALIENDO. No somos cualquier cosa;

somos poco menos que los ángeles, poderosos en palabra. Tienes

una patria en el cielo y allí es hacia donde debes dirigir tus pasos.

LOS PASOS SE ALEJAN MIENTRAS LAS LUCES DISMINUYEN

EN INTENSIDAD LENTAMENTE. SILENCIO PROLONGADO.

DISPAROS. APAGÓN.

7. SOLDADOS

SARGENTO PUESTO DE GUARDIA. LUZ AMARILLA EN EL PRIMER PLANO.

¡Todavía me culpas, ¿no?! ¡Todavía crees que me equivoqué! ¡Pero

no fue así! Tú solo eres un soldado: recibes órdenes y las cumples;

yo, en cambio, las recibía y a la vez tenía bajo mi responsabilidad a

toda la escuadra. ¡Ustedes no eran animales! ¡Eran vidas humanas

que dependían de mí! ¡Ya no era un juego lo que hacíamos! El

enemigo estaba escondido por todas partes; ¡hasta entre los mismos

indígenas! Tú hubieras hecho lo mismo; de hecho lo hiciste,

estuviste con nosotros aquella noche. CHAHUA SE SORPRENDE.

¡Ahora te acuerdas mejor! ¿Es que no lo entiendes? ¡En ese


18


momento o eran ellos o nosotros y eso era lo único en lo que

pensaba! No fui yo el que se equivocó; fue el mando. En el peor de

los casos, uno da la orden para bien o para mal, y eso ya no lo

decidimos nosotros sino las circunstancias. Además, si el mando no

se hubiera equivocado; si los informes hubieran sido correctos, tal

vez tú hubieras regresado a casa metido en una bolsa; sin embargo,

tu mirada me acusa; tu silencio me dice más que las palabras.

¿Acaso no crees que yo también sufro? Hay noches en las que no

puedo dormir. ¡Noches en las que me veo allí y todo es tan real, que

me parece revivirlo nuevamente! Solo fueron unos cuantos

segundos; pero cada vez que lo recuerdo me parece una eternidad,

y no solo a mí me pareció ver que tenían armas, García y Carpio

también se confundieron. Ya ni recuerdo quién disparó primero, pero

en mi mente aún no desaparecen las caras de los muertos, ¡sus ojos

abiertos y llenos de terror! Cuatro hombres, tres mujeres y una niña.

CHAHUA SE DESCOMPONE. ¿Aún te acuerdas de la niña? Al día

siguiente nos metieron en un avión y nos enviaron a Lima. García y

Carpio fueron destacados a la frontera norte y, al Charapa, ¿sabes

lo que le pasó al Charapa?... Lo regresaron a su tierra. ¡Sus mujeres

lo deben estar jodiendo por la manutención de sus hijos! ¡Pero tú

qué te vas a acordar, si estuviste seis meses en tratamiento

psiquiátrico! ¡Los demás lo comprendieron y lo asimilaron, pero tú,

no! SEÑALANDO SU CABEZA. ¡Aún lo tienes todo guardado ahí

dentro! ¡Y te está destruyendo! ¡Acaso no comprendes que en toda

guerra siempre mueren inocentes! ¡Nuestro deber no solo era atacar

al enemigo, sino también sobrevivir! ¡La consigna fue tomar ese

puesto a como diera lugar y lo hicimos! ¡Nadie nos puede culpar por

lo que pasó allí! ¡Para nosotros, ellos eran terroristas y estaban

armados; en ese momento eran nuestras vidas o las de ellos, y todo

dependía de escasos segundos! Ni tú, ni yo, ni ninguno de los otros

sabía que ese grupo de gente eran misioneros evangélicos. Esa

noche para nosotros ellos eran terroristas y teníamos una consigna.

APAGÓN.


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8. HERMANA

CELDA DE MIGUEL. INGRESA ELENA.

ELENA TOCANDO SU HOMBRO Y LIMPIÁNDOLO. No es buen lugar para

encontrarnos.

MIGUEL No te preocupes, ya estoy acostumbrado. PAUSA. Desde aquí no se

puede ver el sol, ¿cómo está el clima afuera?

ELENA Las calles se ven solitarias; hay poca gente. Parece un pueblo muy

triste.

MIGUEL Antes no era así.

ELENA ¿Cómo era?

MIGUEL Los hombres trabajaban en el campo y los niños arreaban sus

animales al ritmo de una flauta. Las mujeres sentadas en las puertas

de sus casas conversaban mientras preparaban el hilo para sus

tejidos, y los más pequeños jugaban en las calles; me acuerdo de

uno que lustraba mis botas.

ELENA Te encariñaste con él.

MIGUEL Sí, vivía en una zona que habíamos liberado.

ELENA Siempre me decías que no te gustaban los niños, pero en el fondo

los querías.

MIGUEL Tenía unos once años. Un día se me acercó y me dijo: “Señor, le

lustro los zapatos”. “No son zapatos, son botas”, le dije... “Se las

lustro de todos modos”, me volvió a decir.

ELENA ¿Y qué pasó?

MIGUEL Insistió hasta que me convenció.

ELENA ¡A ti!

MIGUEL ¡Sí!, era más hablador. Me dijo que no había almorzado y me

nombró varios restaurantes con su lista de precios. “No hables

demasiado y dime cuánto me vas a cobrar antes de que saques tu

escobilla”, le dije. “Cincuenta”, me contestó.

ELENA ¿Por los dos?

MIGUEL ¿Ya te lo hicieron a ti también?

ELENA Cuando llegué.


20


MIGUEL “Por cada uno”, dijo. Me reí y acepté. No dejaba de hablar en ningún

momento. Desde ese día, cada vez que nos encontrábamos, nos

íbamos a comer juntos al mercado.

ELENA ¿Hasta los niños buscan la manera de sobrevivir en nuestro país?

MIGUEL Mientras puedan. Dejé de verlo un buen tiempo. Pregunté a la gente

por su paradero, pero nadie me dio razón; hasta que me enteré de

su muerte. Fue cuando un grupo de policías trató de recuperar la

comisaría. Él estaba dentro lustrándole las botas a un camarada.

PAUSA. Era un buen amigo, le gustaba jugar y contar historias. Me

gustaba escucharlo...

ELENA Pobre inocente.

MIGUEL Es el costo que hay que pagar.

ELENA Una vida no tiene precio.

MIGUEL CAMBIANDO EL TEMA. Pero cuéntame de ti, amiga; ¿qué has

hecho todo este tiempo?

ELENA Encontré una iglesia; llevé el seminario. Luego vinieron las

campañas al aire libre, los viajes misioneros, las prédicas...

MIGUEL Y no te cansas de todo eso.

ELENA No, es la obra de Dios y es un privilegio estar en ella.

MIGUEL La hermana Elena; la gran misionera de la fe. Muy pronto será tan

conocida como la Madre Teresa de Calcuta. Los ciegos ven cuando

los tocas; los sordos escuchan cuando les hablas y los mudos

cantan las alabanzas que bailan los inválidos que tú levantas. Tu

nombre se ha hecho muy famoso.

ELENA Algunos milagros son inventos de la gente. El verdadero milagro es

cuando Dios cambia una vida para bien; y eso es más importante

que hacer caminar a un cojo o devolverle la vista a un ciego. El

verdadero milagro es que un pecador se arrepienta, se acerque a

Dios y sea perdonado.

MIGUEL La historia de todos los tiempos nos demuestra que el hombre no

quiere cambiar; sigue siendo el mismo explotador y asesino de

siempre.


21


ELENA No lo creo. A pesar de tanta maldad, todavía hay gente buena que

se preocupa por el prójimo, que busca la justicia y tiene fe en Dios.

MIGUEL Salvo el poder, todo es ilusión.

ELENA No empecemos a levantar un muro entre los dos.

MIGUEL Ya me conoces. ¿Cuántos años tienes ya?

ELENA Veinticinco.

MIGUEL Veinticinco años, y tenías diecisiete cuando nos separamos. Ha

pasado mucho tiempo sin vernos; qué diferentes somos ahora.

ELENA Te fuiste sin avisar.

MIGUEL Comprendí que el mundo real estaba lejos de tu iglesia. Empecé a

trabajar; luego vino la universidad, y abrí por fin los ojos.

ELENA ¡Te refieres a esos terroristas!

MIGUEL ¡Revolucionarios!

ELENA ¡No, asesinos!

MIGUEL ¡El fin justificará los medios!

ELENA ¡No para Dios!

MIGUEL ¡Dios no existe!

ELENA ¡Existe y me ha enviado a ti! ¡A este lugar!

MIGUEL ¡Cómo puedes creer en Dios, cómo puedes tener fe en un mundo

tan esclavista! ¡La gente es usada y descartada como las piezas

desgastadas de una máquina! ¡A tus hermanos campesinos los

persiguen y acribillan como si fueran animales! ¡La justicia se ha

vuelto una mercancía! ¿Qué dice tu Biblia de todo eso? ¿Acaso no

condena ella también los abusos? Por qué hay en mi pueblo

malhechores que acechan, que tienden trampas para cazar

hombres, sus casas están llenas de engaño; así se han hecho

poderosos y ricos y sobrepasaron los hechos del malo, no juzgaron

la causa del huérfano y, sin embargo, prosperaron. ¡La causa del

pobre no juzgaron! Contra todo eso lucho yo, Elena. ¡Contra la

explotación del hombre por el hombre! ¡Contra el abuso!

ELENA ¡Ustedes también abusan, roban, violan mujeres, torturan y matan

inocentes!


22


MIGUEL No puedo responder por las acciones de todos los mandos. Se

cometen abusos, lo sé; pero son las consecuencias de esta guerra

que todavía no ha terminado.

ELENA Ustedes solo piensan en la destrucción y la muerte para lograr el

poder, no en los miles de inocentes que nada tienen que ver con tus

metas. Tan ciego estás que no te das cuenta.

MIGUEL Tus campesinos son gente ignorante; son como esos borregos que

no les importa si van a pastar o los llevan al matadero. Ellos no

comprenden la razón de nuestra lucha. Cuando triunfemos las cosas

cambiarán y ellos comprenderán, al fin, que valió la pena la cuota de

sangre que se les impuso.

ELENA No puedes construir un mundo justo llenándolo de balas y de

sangre. Tienes que cambiar el corazón del hombre, el hombre tiene

que regresar a Dios, porque solo Él puede establecer la justicia en

nuestro país.

MIGUEL MEDITANDO ABSTRAÍDO. La lucha se retomará, Elena; y se

desarrollará en todos los ámbitos: en la choza más humilde y en el

hogar más acomodado.

ELENA Me das miedo; ese no eres tú.

MIGUEL SIN HACER CASO. Pero ahora el enemigo sabe que podemos

hacerle frente; nuestras vidas a cambio de justicia para el pueblo.

MIRANDO A ELENA. Porque el Dios de Elena se ha olvidado de

nosotros.

ELENA ¡Quién te crees para hablar así de Dios!

MIGUEL ¡Y quién te crees tú! ¡Elena, la mujer bonita que trató de quitarse la

vida porque ya no soportaba a la madre borracha que tuvo que

atender y cuidar hasta su muerte! ¡La que quedó sola a la sombra de

un padrastro que abusó de ella! ¡La que no soportaba las miradas

inoportunas y morbosas de la gente que conocía su historia, por

culpa de un pastor que robaba los diezmos y las ofrendas!

SILENCIO, ELENA LLORA. MIGUEL REACCIONA. SE DIRIGE

HACIA ELLA Y LA ACARICIA. La niña tímida y depresiva. ELENA

NO SE DEJA ABRAZAR NI ACARICIAR. La que se convirtió en una


23


valiente mujer portadora de los mensajes divinos de su Dios. Yo veía

cada reportaje tuyo por televisión y les decía a mis camaradas: “Esa

mujer es valiente y es mi amiga; estará equivocada, pero es

valiente”. LA ABRAZA. Has superado muchas cosas. ELLA SE

SUELTA.

ELENA PAUSA. Cuando terminé de leer la carta que me envió Arturo, me fui

a la iglesia. Estaba vacía. Me senté en la última de las bancas, cerré

mis ojos y los recuerdos se me venían como las lágrimas. Con las

manos apretaba mis ojos para no llorar y no podía; quería cambiar el

futuro del mundo sin haber arreglado antes mi pasado, y ahora que

tengo la oportunidad, no encuentro las palabras porque es difícil

hablar contigo; siento que eres como una pared en donde rebotan

mis palabras.

MIGUEL Si hay una persona en el mundo a la que yo escucharía, esa serías

tú y lo sabes.

ELENA Ojalá así fuera. Dios ha encomendado una misión a todos los

hombres y mujeres del mundo; no a un grupo terrorista ni al ejército

peruano, sino a la gente común de cada pueblo para la salvación de

la humanidad. Si conocieras a Dios verías que la justicia está de

nuestro lado y que todas las cosas buenas que siempre soñaste

algún día se harán realidad. Te has pasado la vida llenándote de

malos recuerdos; si solo comprendieras que Dios desea lo mejor

para ti. Llegará el día en que todo lo malo deje de existir y solo reine

la paz con Dios.

MIGUEL En este mundo no hay justicia, solo una ley; pero esa ley no nos

protege, nos persigue cuando reclamamos justicia. Cuando nuestra

lucha termine todo será mejor; entonces tú comprenderás por fin que

no habré vivido ni habré muerto en vano.

ELENA Has elegido el camino equivocado. El hombre esperaba que Cristo lo

liberara del yugo político; pero Dios lo envió a liberarnos del yugo

espiritual. Esperaban que fuera un conquistador de reinos y Dios lo

envió a ser el conquistador de nuestros corazones. El hombre no

entiende esto porque solo ve las cosas materiales. Jesucristo, con


24


su muerte, ha vencido al mundo y lo ha salvado porque en Él se ha

manifestado el amor de Dios; el amor hacia todos los hombres y

mujeres, incluyéndote a ti. SILENCIO.

MIGUEL Tu Dios demuestra su amor haciendo ricos a unos pocos y pobres a

miles; nos demuestra su amor matándonos de hambre, hiriéndonos

con balas. Yo no puedo amar a todos; no todos son buenos. No soy

como tú.

ELENA ¡Llegará el día en que se juzgará a cada uno según sus obras! En el

día del Juicio Final.

MIGUEL ¡Nosotros ejecutaremos el Juicio Final!.

ELENA ¡Dejemos esta conversación! No tenemos mucho tiempo. Arturo me

dijo que hay la posibilidad de que te dejen con vida.

MIGUEL ¡No lo creo! ¡Tampoco creo que me envíen a una cárcel!

ELENA Él es tu amigo y representa a la autoridad; hará lo posible por

ayudarte.

MIGUEL La otra noche que me interrogaban los escuché hablar. Ellos

pensaron que me había desmayado: “Las órdenes son las de

siempre; háganlos hablar y encárguense de los cuerpos”.

ELENA Seguro que él no lo sabe; quizás solo trataban de atemorizarte. Al

final todo cambiará, ya lo verás. Lo importante ahora es que creas

para salvarte y colaborar con Arturo. Yo también sé que hay gente

mala en el mundo, pero la única solución es orar porque Dios

cambie sus corazones. Ser solidarios con los pobres y denunciar los

abusos por la vía legal; de Dios es la venganza.

MIGUEL Dios... el eterno Dios... El antídoto santo para todos los males del

mundo. Lástima que aquí en la Tierra esté un poco escaso. Hay

cosas que tu fe no te deja comprender, Elena. No debiste venir a

este lugar.

ELENA Vine por ti.

MIGUEL Es peligroso.

ELENA Dios hace que nuestra fuerza nazca de nuestra debilidad.

MIGUEL ¡No digas tonterías!


25


ELENA ¡No son tonterías! Es necesario que yo arriesgue mi vida y de que

muchos como yo lo hagan para liberar a nuestros hermanos.

Jesucristo no hubiera venido al mundo si la gente no pereciera para

gloria suya; para que gente como tú no esté aquí aprisionada.

MIGUEL ¡Vete!; es tiempo de que aprendas a olvidar.

ELENA No me iré sin ti.

MIGUEL Regresa a Lima; aquí te pueden matar. SE ESCUCHAN DISPAROS.

Ya empezó todo.

ELENA SORPRENDIDA. ¡No es cierto! ¡Seguro se trata de un teatro para

hacerte hablar! DISPAROS.

MIGUEL Qué amarga es la verdad. Peor aún si viene de él.

ELENA ¡No quiero que te maten; no lo entiendes! ¡No quiero que muera

nadie más!

MIGUEL Todo debe morir.

ELENA ¡Tengo que hablar con él!

MIGUEL Será inútil. ¡Pronto me llegará el momento y tendremos que decirnos

adiós, Elena!

ELENA ¡No! ¡Eso no sucederá! ¡Hablaré con él; lo entenderá, ya lo verás! ¡Él

lo puede arreglar todo! ¡Te llevarán a Lima! ¡Te someterás a la Ley

de Arrepentimiento! ¡Tendrás una nueva oportunidad! ¡Los tres la

tendremos! ¡Todo será como antes; ya lo verás!... SALE.

MIGUEL Siempre diremos adiós, Elena; aunque nos duela. Siempre diremos

adiós cuando los oídos se vuelvan sordos a las palabras. CASI

SUSURRANDO Y CAYENDO. ¡Elena, quiero que estés conmigo

cuando esté a punto de morir! DISPAROS, BAJA LA VOZ. HABLA

COMO SOLO PARA ÉL, ¡Cuando llegue el momento, buscaré con

mis ojos tu mirada y todo estará, por fin, en orden! ¡Moriré, amiga!,

pero tú seguirás viviendo. Irás por el mundo contando esas historias

de un Dios justo y bueno que vive para siempre. Cuéntales también

de nuestros juegos, de cuando éramos niños y el mundo para

nosotros era un lugar lleno de cosas bellas que podíamos ver y

disfrutar. Uno nunca sabe cómo van a terminar las cosas; uno solo


26


las imagina y trata de lograrlas. ARTURO INGRESA

VIOLENTAMENTE.

ARTURO ELENA INGRESA CON ÉL. ¡Se acabó el tiempo! MIRANDO A

MIGUEL. ¡No tienes nada más que hablar!

ELENA Por favor, tienes que detener las ejecuciones.

ARTURO Son asesinos, Elena. Hay demasiadas evidencias. Los jueces sin

rostro han dictado la sentencia; todos ellos son culpables. IGNORA

A ELENA Y SE DIRIGE A MIGUEL. ¡Vas a hablar, o estás listo para

morir! MIGUEL NO DICE NADA; MIRA FRÍAMENTE A ARTURO.

ELENA Él va a hablar. Dile Miguel, dile que vas a hablar.

MIGUEL AHORA MIGUEL ES EL TERRORISTA FRÍO. Ya dije todo lo que

tenía que decir.

ARTURO Entonces, no te puedo ayudar.

ELENA ¡Sí puedes!

MIGUEL ¡Nunca te pedí ayuda!

ARTURO ¿Qué crees que soy, una máquina?

MIGUEL ¡Eres un perro! ¡Lo único que te importa en la vida es cuidar la mano

que te da de comer!

ARTURO ¡Y tú qué defiendes superhéroe! Se puede saber, ¿acaso?

MIGUEL Defiendo todo lo que tú y los tuyos desprecian: la dignidad y el

derecho del hombre a ser dueño de su vida, de un pedazo de tierra

en su país y de un futuro.

ARTURO Toda tu vida ha estado equivocada; nunca entendiste nada, nunca

supiste elegir lo que era mejor para ti.

ELENA ¡Los dos están equivocados! ¡Se han olvidado acaso de que somos

hermanos y que mucha gente está muriendo como si fueran

animales! ¡No les preocupa eso acaso! Ambos buscan justicia, los

tres buscamos justicia; pero sus caminos están equivocados. La

verdadera revolución significa la muerte total de las cosas malas del

mundo, al egoísmo, la envidia, el odio y el asesinato, para el

nacimiento a una vida nueva.

MIGUEL Ya no tengo tiempo para tus cuentos.


27


ELENA ¡Yo también busco justicia y amo la paz, odio la explotación, repudio

el abuso y me molesto con las autoridades que abandonan a los

pueblos!; pero nuestra lucha es otra, y se libra en los corazones de

los hombres.

ARTURO ¡El pueblo está bien como está! ¡Son los fanáticos, los locos como él

quienes destruyen todo y siembran el terror!

MIGUEL ¡Por qué no van a los pueblos y se dan cuenta de la realidad!

¡Cuándo dejarán de ser los perros guardianes de gente corrupta,

que los usa a ustedes para defender lo que le roban a los pobres!

ARTURO ¡Dentro de poco todos ustedes estarán muertos o pudriéndose

dentro de una cárcel y nadie los volverá a recordar!

MIGUEL Te equivocas, porque nuestro pensamiento y lo que hicimos quedará

en la mente de muchos que, como yo, conocen la verdad.

ARTURO Y que harán, revelarse igual que tú; pues aquí los estaré esperando.

Chiquillos locos que no valoran la vida, que no les importa el daño

que causan a sus semejantes, morirán sin ni siquiera saber por qué

lucharon.

MIGUEL Lucharán por una vida justa para un pueblo que despierta.

ARTURO ¡Y yo estaré aquí esperándolos para cumplir con mi deber!

ELENA ¿Qué harías ahora si yo me interpusiera entre tú y tu deber? ¿Me

matarías también? ¡Parece que estuvieran sordos! ¿Qué somos

nosotros? ¿No somos una familia también? ¡No recuerdan cuando

éramos niños y jugábamos todo el día, y nos prometimos que

siempre seríamos hermanos! ¿Qué ha pasado entre nosotros? ¿Por

qué ya no somos los mismos? PAUSA LARGA.

ARTURO Piensa bien lo que dices; no se trata solo de nosotros tres, sino

también de nuestra nación. Muy pronto derrotaremos al terrorismo y

por fin habrá paz en nuestro país. La gente ya no tendrá que vivir

con el temor cada noche instalado en sus casas. Ya quedan muy

pocos por capturar y él es uno de los más peligrosos. No pienses

solo en ti... Liberarlo sería cometer el peor de los errores.

ELENA Pero también es tu amigo y puede cambiar.


28


MIGUEL Lo que no puede cambiar es la mancha negra en un expediente de

ascenso para un buen militar.

ARTURO Lo ves; él no va a cambiar, está loco. Ha terminado creyéndose sus

propias mentiras; ya no puedes hacer nada por él.

ELENA Yo no, pero Dios sí puede.

ARTURO A ELENA. Prefiero que me recuerdes como un hombre que no

conoce el valor de las promesas ni valora la amistad, si así lo

quieres; pero no seré el traidor que le dejó la puerta abierta a uno de

los peores genocidas del Perú, para que vuelva a surgir el terrorismo

bajo su mando. Prefiero olvidar la amistad de un hombre que solo

causa daño a los demás, a tener que renunciar a todo por lo que

luché y viví. Él solo se hace matar; ya no está en mis manos

salvarlo, piénsalo bien, Elena. Hoy también yo necesito de ti... Para

mí también es difícil todo esto.

ELENA Dios entrelaza los caminos de sus creyentes para que, por nosotros,

otros crean en Él. Tú aún tienes la oportunidad de cambiar, Miguel;

por favor, no la desprecies, porque Dios, a través de ti, puede hacer

grandes cosas. SILENCIO. Éramos niños, te acuerdas, y jugábamos

a esta hora.

MIGUEL A ARTURO. Ya es hora de que cumplas con tu deber. INGRESAN

EL SARGENTO Y LOS SOLDADOS. ESCOLTAN A MIGUEL. SE

DISPONEN A SALIR.

ELENA TRATANDO DE DETENER A MIGUEL. ¡No, por favor! A ARTURO.

¡Diles que esperen, que esperen solo un poco más!

ARTURO ¡Terminemos todo esto de una vez! LOS SOLDADOS SE LLEVAN A

MIGUEL.

ELENA ¡Pero no puede terminar así! A ARTURO. ¡Tú los puedes detener,

puedes decirles a ellos que te equivocaste! ¡Tú puedes hacer que lo

dejen vivir!

ARTURO ¡Ya no puedo!

ELENA ¡Sí puedes! SALE A DETENERLOS. DISPAROS. SILENCIO.

ARTURO ELENA INGRESA LENTAMENTE. ARTURO, SIN MIRARLA.

Siempre me pregunto cuándo terminará todo esto. Ya envié muchas


29


cartas a mis superiores informándoles de la pobreza y el abandono

en que se encuentran los pueblos de la sierra, y que esas son las

causas de esta guerra y lo seguirá siendo mientras no se solucionen

sus problemas. Pero solo recibo la respuesta, de que debo cumplir

con mi misión lo antes posible. SILENCIO.

ELENA SE LE ACERCA Y LO MIRA FIJAMENTE. PONE SUS MANOS EN

LOS HOMBROS DE ARTURO. LUEGO SE DISPONE A SALIR.

ARTURO ¿A dónde vas?

ELENA Yo también tengo que cumplir una misión.

ARTURO ¿A qué te refieres?

ELENA Mi jefe me ha ordenado dirigir una revolución. Tengo que enseñar a

la gente el verdadero camino hacia la justicia, a negarse a sí mismos

y a morir por su libertad.

ARTURO Te van a matar.

ELENA ¿Quién?

ARTURO Cualquiera de los dos. ¿Quiénes crees que te protegían para que

predicaras en el interior del país? ¿Acaso tu Dios? No Elena, fuimos

nosotros. Cuando mi protección no podía llegar a tiempo al lugar en

donde te encontrabas algún traidor hacía llegar un comunicado a las

manos de Miguel, para que movilice a su gente y tú no corrieras

peligro. No Elena, no fue tu Dios; fuimos nosotros, tus amigos.

ELENA Fue Dios quien los utilizó a ustedes y permitió que se predique el

Evangelio en medio de esta masacre. Por eso ahora, más que

nunca, me es necesario salir a predicar; tal vez muera, ya murieron

muchos, pero eso no importa; después de mí vendrá otro y detrás de

mí hay muchos que ya se están preparando; y ustedes los matarán y

otro más vendrá, y otro y otro más; hasta el día en que Dios venga y

reclame para nosotros el derecho a la vida, y a vivir en paz sobre la

Tierra.

ARTURO Eres como él; pero tu locura es otra.

ELENA Si al menos comprendieras que tú también te puedes salvar.


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ARTURO Te acuerdas cuando éramos niños y en tu cuarto jugábamos los tres;

parece que ahora me tocó a mí ser el cuco, el malo... OSCURO.

LUZ AMARILLA EN PRIMER PLANO.

9. LIBRE

SOLDADO MIENTRAS DEJA A UN COSTADO DEL PUESTO DE GUARDIA

LAS COSAS QUE NO LLEVARÁ. No quiero seguir en este infierno;

me iré y buscaré la fe. Dicen que está por aquí, en un lugar humilde.

Quiero saber por qué esta gente muere perdonándonos, porque el

Dios que aman así se los manda. Buscaré a su amigo. Es un

hombre al que un día los terroristas ataron a una silla en medio de la

plaza, frente a todo el pueblo; luego pusieron dinamita en sus pies y

encendieron la mecha. Después de la explosión, cuando el polvo se

disipó, allí estaba: sereno, cantando un himno a su Dios. Pero dos

de los terroristas que encendieron la mecha terminaron

despedazados; después de eso, dicen que los terroristas se fueron

asustados y jamás volvieron a pasar por ese pueblo, y que incluso

muchos de ellos, al pasar por los alrededores, se persignan y siguen

su camino, más cargados de temores y dudas que de balas. Es por

eso que tengo que ir; me acusarán de desertor y tal vez me fusilen si

me encuentran, pero conoceré la verdad; además ya estoy muerto y

quiero vivir otra vez. Hice cosas terribles, madre, cosas que jamás

me atrevería a contarte. Me arrepiento de haber pertenecido al

ejército de nuestro país y dañar a quienes debimos defender. No

puedo decir que fui una víctima, porque al menos nosotros teníamos

un fusil para defendernos; pero estoy dispuesto a enmendar mis

pecados para sentirme digno de ser tu hijo; porque algún día toda

esta masacre se terminará y tanto los terroristas como los militares

tendremos que responder por todo lo que hicimos; entonces cada

quien responderá por lo que le toque, incluyéndome a mí... SALE

CAMINANDO. QUEDA UNA LUZ POR UNOS SEGUNDOS EN EL

LUGAR EN QUE SE ENCONTRABA Y QUE ILUMINA AHORA EL

FUSIL QUE HA DEJADO APOYADO. APAGÓN.


31


FIN


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No Matarás 2015

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