ORBITA...teológicas de los Padres de la Iglesia: San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Karl Rahner...

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    ORBITA Revista de Humanidades

    Año I Número 1

    Enero 2018

    Consejo Editorial: Lic. Mario Alberto Aguilar Escobar / Mtro. Salvador

    Sánchez Pérez

    Contacto: [email protected]

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    Editada por:

    Estudios Universitarios Tarso

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    de los autores y no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.

    Prohibida su reproducción total o parcial, en cualquier forma o medio, del contenido

    editorial de este número.

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    Órbita de Humanidades plantea ser un lugar de afinidad de

    investigaciones entre las mismas disciplinas de humanidades. En la

    investigación no han de permanecer aisladas, sino que han de converger

    entre sí. Cabe subrayar que actualmente la difusión de la investigación de

    otras disciplinas se difunde de manera fragmentada, perdiendo su carácter

    de unidad de saberes y el gozne de las disciplinas rectoras de la

    investigación. Investigar de manera parcelada limita la posibilidad de que el

    lector interesado en la materia tenga a su alcance una publicación que

    incluya la amplia gama de enfoques de la investigación humanista.

    Órbita de Humanidades publica artículos de investigación y aportes

    de discusión de problemas concernientes a lo humano, dando prioridad a

    aportes de las disciplinas humanistas, de modo que, ilustren y contribuyan

    al debate actual de los temas de humanidades. La revista es un espacio plural

    que posibilita la divulgación de una gama de dimensiones, enfoques, temas,

    disciplinas, perspectivas y los métodos cultivados en el campo de la

    investigación de las humanidades.

    En este primer número se pretende un manifiesto de las humanidades

    en la actualidad a partir de un enfoque determinado de algunas disciplinas

    como la filosofía, sociología, literatura y un esbozo de las condiciones

    actuales de las humanidades de frente a las ciencias naturales y sociales.

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    Introducción

    Han pasado más o menos dos años y medio desde que comencé a fijarme en lo

    fundamental y necesario que es producir de forma escrita el pensamiento de las

    disciplinas de la filosofía y teología; como es sabido, basta ver las grandes obras

    filosóficas de Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Kant, Heidegger y Derrida. Las

    teológicas de los Padres de la Iglesia: San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Karl

    Rahner y Joseph Ratzinger. Pero ello, no es más que el eco de un problema que tenía

    en mente desde hacía algún tiempo. Se trataba de un problema que no podía dejar de

    ser pensado; simplemente a causa de las circunstancias de mi vida como miembro de

    Iglesia. Las únicas credenciales que tenía para atisbar y esbozar sobre el tema

    provenían de esas mismas circunstancias, los estudios de filosofía y teología. Cualquier

    persona con una experiencia similar habría visto más o menos las mismas cosas y creo

    que habría hecho casi los mismos comentarios sobre ellas. ¿Para qué estudiar filosofía

    y teología?, ¿verdaderamente son en su perennidad la salvación del futuro de la

    humanidad? ¿acaso la mirada de la humanidad está puesta en el cultivo de la filosofía,

    la teología y las humanidades en general? ¿no será que los ojos están puestos, más bien,

    en las ciencias exactas y la técnica como fuentes futuras de salvación del progreso de

    la humanidad?

    Hace unos años, por vocación y formación, yo era un simple estudiante de

    filosofía y luego de teología. Eso era todo. Pero lo que hoy está en cuestión no es mi

    historia personal. Lo único que necesito decir es que gracias a esos pequeños estudios

    e investigaciones es que he tenido la inquietud en primera instancia de plantear el

    problema no sólo por qué la filosofía y la teología, sino las humanidades en general no

    tienen la suficiente presencia dentro del ámbito académico y de la investigación hoy

    en día.

    La valoración social de las humanidades ha cambiado profundamente y ya no

    ocupan el lugar más elevado del saber y mucho menos en el campo académico y

    laboral. Por ejemplo, las lenguas clásicas, entendidas en su generación literaria, como

    lo son los grandes clásicos, que durante siglos han sido el centro de formación

    intelectual, no sólo para humanistas, sino también para los científicos. A razón de lo

    1 Es licenciado en filosofía por la Universidad Pontificia de México y Universidad Gregoriana de Roma. Actualmente es

    docente en Estudios Universitarios Tarso.

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    que significaban para el desarrollo de la humanidad, encontrando en ello un pozo de

    sabiduría.

    Ahora en la actualidad las ciencias exactas son sumamente atrayentes, por

    ejemplo, lo que tenga que ver con las ciencias de la salud son demasiado valoradas en

    sus investigaciones y logros; también, por su parte, los científicos sociales merecen en

    ocasiones un alto aprecio, sobre todo los economistas, juristas y psicólogos. Por otro

    lado, las ciencias naturales ligadas a la aplicación tecnológica son de vasto interés sobre

    todo en el campo del estudio profesional, y las ciencias humanas al parecer están ahí

    al pie de lucha más por dignidad que por aprecio o interés de los investigadores y el

    mundo estudiantil2.

    Para esbozar un poco el panorama del problema del cultivo de las humanidades

    plantearé unas características y relación entre las ciencias, de modo que arroje un

    enfoque que ayude a ubicar en qué condiciones están las humanidades de frente a las

    ciencias en general. Además, ello favorecerá a tener un esbozo nacional y local.

    I – UN PROEMIO AL CULTIVO DE LAS HUMANIDADES

    La inquietud por el estudio de las humanidades, no es de las últimas décadas,

    dicha preocupación de una manera puntual aparece a mediados del siglo XX, para ser

    exactos en el año de 1959 con una conferencia de Charles Percy Snow, titulada: Las

    dos culturas y la revolución científica. Con ella Snow provocó una gran revolución,

    generando que una serie de investigadores y pensadores estuviera a su favor y otra en

    su contra. Es fundamental comprender que para Snow el término cultura lo entiende de

    dos maneras. El primero, es el «desarrollo intelectual, desarrollo de la mente»3, es

    decir, el cultivo intelectual y desarrollo del entendimiento en el ser humano. Luego

    tomó una acepción más técnica lo entiende como «el desarrollo armonioso de las

    cualidades y facultades que caracterizan nuestra humanidad»4, comportamientos

    humanos que se consideraban ejemplares o más o menos ejemplares para el desarrollo

    y crecimiento de la humanidad. El segundo significado de la noción de cultura se refiere

    a «un grupo de personas que viven en el mismo medio ambiente, vinculadas por

    costumbres comunes, supuestos comunes, una forma de vida común»5. Es decir, un

    grupo de personas que viven en un mismo ambiente con una manera común de vivir.

    Por esta segunda acepción es por la que apuesta e interesa a Snow.

    Ustedes se han de preguntar y esto que tiene de nexo con el desarrollo o declive

    de las humanidades, pues desde esta perspectiva de las dos culturas que plantea Snow,

    2 Cfr. CORTINA, Adela, «El futuro de las humanidades», Revista Chilena de Literatura 84 (2013), p. 207. 3 SNOW, Charles Percy, Las dos culturas, Nueva visión, Buenos Aires 2000, p. 125. 4 Id. 5 Ibid., p.126.

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    en el mundo del saber, nos encontramos de frente con esta realidad de dos culturas del

    saber humano, los intelectuales y los científicos.

    A juicio de Snow en la relación de los dos grupos de culturas se presentan tres

    problemas para el desarrollo del saber humano. Primero, los intelectuales tratan de

    monopolizar toda la cultura. Segundo, los intelectuales son «luditas» por antonomasia

    o irresponsables. Mientras los científicos investigan y trabajan con ardua confianza por

    un futuro mejor, a razón de que les preocupa e interesa el futuro del género humano,

    por su parte, los intelectuales se enrollan en el pesimismo y satanizan a la revolución

    científica y el desarrollo de la técnica. Tercero, ante esta realidad Snow cae a la cuenta

    de que no existe comunicación entre las dos culturas, y es de vital importancia que

    estas dos culturas entren en diálogo, para ello, observa que la educación es el mejor

    medio para logar su consecución de unidad dialógica.

    Ante esta cuestión, Snow se hizo acreedor como se ha dicho a un sinfín de

    críticas y adhesiones por su planteamiento de las dos culturas, de lo cual alude a la

    emergencia de una tercer cultura, que agrupará a intelectuales, que desde su

    investigación se interesarán por el modo de vivir de los seres humanos a partir de un

    grupo de saberes. Al respecto comenta Snow:

    «Esta masa de opiniones parece provenir de intelectuales que actúan en diversos

    campos: historia social, sociología, demografía, ciencias políticas, ciencias

    económicas, gobierno […], psicología, medicina y artes sociales como la

    arquitectura. Parece una mescolanza, pero hay una consistencia interna. Todos ellos

    se interesan en la forma en que los seres humanos viven o vivieron; y no se

    interesan en términos de leyenda, sino de hechos»6.

    Con ello no quiero dar a entender que compacten entre sí, más bien, que sus

    objetivos de alguna manera y perspectivas de los problemas medulares son afines, al

    menos un parecido algo familiar entre sí. A este grupo de intelectuales les interesan los

    efectos humanos de la revolución científica y están en convergencia en una nueva

    cultura de asumir una nueva resolución de problemas.

    Reconozco que, en nuestra sociedad mexicana y regional, su sistema educativo

    y su vida intelectual no se caracterizan por una ruptura entre dos culturas: las artes o

    humanidades por un lado y las ciencias por el otro, a razón de que no se visualiza.

    Aunque en realidad esto es claro a niveles de investigación académica de carácter

    internacional: La real y existente escisión entre ciencias humanas y ciencias

    experimentales.

    6 Ibid., pp-131ss.

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    II – LA AUTORIDAD DE LAS CIENCIAS EMPÍRICAS

    El contexto social y cultural de los estudios en la época contemporánea ha

    conocido un enorme desarrollo y progreso de las disciplinas experimentales, que

    consisten, sustancialmente en una clasificación y sistematización racional y científica

    de las informaciones o conocimientos que se obtienen mediante la observación de la

    naturaleza, y las repeticiones y ensayos de laboratorio, así como sus aplicaciones e

    invenciones tecnológicas.

    Es claro que las humanidades ya no ocupan el lugar más elevado del saber,

    considerablemente han sido desplazadas por las ciencias empíricas. Pero ello, no basta

    para atestiguar su declive, entonces ¿A qué se debe ese descenso en el aprecio por las

    humanidades?, ¿por qué no son ya un atrayente para el mundo estudiantil?, ¿cuál es la

    razón por las que las universidades ya no apuestan por las facultades de humanidades?

    Para ello, es oportuno tomar en consideración las observaciones de Jerome Kagan en

    su obra The Cultures: Natural Sciences, Social Scienses in the Humanities in the 21st.

    Century.

    Es fundamental considerar la observación que realiza Kagan en su investigación

    sobre el rol de las humanidades dentro del corpus de las demás áreas de estudio

    disciplinar. Esboza las diferencias que existen entre sí, además, de la relación entre

    ellas. Para ello, Kagan propone nueve parámetros7 que nos ponen de frente a la realidad

    existente entre las tres culturas, a saber, ciencias naturales, ciencias sociales y humanas.

    Ello, es iluminador para tener de súbito una idea el porqué del declive de las

    humanidades.

    1. El interés de las ciencias.

    A. Las ciencias naturales se interesan por predecir, explicar o describir los fenómenos

    naturales;

    B. Las ciencias sociales, por predecir y explicar las conductas humanas y los estados

    psicológicos;

    C. Las humanidades, por comprender las reacciones humanas y los significados en

    función de la cultura, la época histórica y la historia vital.

    2. El método.

    A. Las ciencias naturales basan sus deducciones en observaciones de entidades

    materiales, experimentalmente controladas.

    B. Las ciencias sociales, en las conductas, enunciados verbales y en medidas

    biológicas.

    7 KAGAN, Jerome, The Cultures: Natural Sciences, Social Scienses in the Humanities in the 21st.

    Century, New York 2009, pp. 2-5.

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    C. Las humanidades se basan en textos y en conductas humanas, recogidos en

    condiciones de control mínimo.

    3. El vocabulario empleado.

    A. En el caso de las ciencias naturales, conceptos semánticos y matemáticos, cuyos

    referentes son entidades materiales y que trascienden las situaciones particulares.

    B. Las ciencias sociales se servirían de constructos referidos a los rasgos, estados

    psicológicos y conductas de individuos o grupos, y aceptarían las contracciones que

    impone el contexto a la hora de generalizar.

    C. Mientras que las humanidades recurrirían a conceptos que se refieren a la conducta

    humana y los contextos impondrían serias restricciones a las inferencias.

    4. El grado en que influyen en las cuestiones las condiciones sociales producidas por

    acontecimientos históricos.

    A, B, C. Un grado mínimo, en el caso de las ciencias naturales; modesto, en el de las

    sociales, y serio, en el de las humanidades.

    5. El grado de los valores éticos.

    A, B, C. Según Kagan, es mínimo en el caso de las ciencias naturales y más elevado

    en el de las otras dos culturas.

    6. Apoyo financiero ya sea del gobierno, o de la industria.

    A. Muy elevado en el primer caso.

    B. Modesto en el segundo

    C. Relativamente independiente en el tercero.

    7. Probabilidad de que trabajen.

    A. Los científicos naturales suelen trabajar en equipo tanto en grupo pequeño como

    amplios.

    B. Los científicos sociales trabajan en colaboración en menor medida.

    C. Los humanistas suelen trabajar en solitario.

    8. La contribución a la economía nacional.

    A. Es elevada en el primer caso.

    B. Modesta en el segundo.

    C. Mínima en el tercero.

    9. Por último, también difieren las tres culturas en los criterios de los miembros del

    grupo para juzgar un cuerpo de trabajo como elegante o bello.

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    Es claro el desalentador diagnóstico de Jerome Kagan para las humanidades en

    referencia a las tres culturas. Es notorio que las humanidades se quedan atrás según

    Kagan debido al interés financiero que estás significan para el desarrollo de las

    naciones y su progreso, y no sólo nacional, sino también en lo personal y universitario.

    En la actualidad el interés de estudio está en el campo laboral y su sustentabilidad, no

    está abocado en el pensar o escribir, a razón de que la realidad de muchos países sobre

    todo, los del tercer mundo, el pensar o escribir es una inquietud académica que no

    encuentra espacios de superación y sustentabilidad para el desarrollo y crecimiento de

    una vida mejor. He ahí en gran medida su abandono.

    III – EL DECLIVE DE LAS HUMANIDADES

    En un primer momento, entiende Kagan, y creo que lleva razón, que los

    humanistas han perdido su sentido de la profesionalidad cuando los postmodernos

    argumentan que cualquier persona puede filosofar, escribir una novela, una historia,

    una biografía, hacer aguda crítica filológica o interpretar acontecimientos históricos sin

    necesidad de haber adquirido conocimientos específicos de las humanidades. E incluso,

    pienso, que han ayudado a devaluarlas quienes han proclamado que la filosofía ha de

    disolverse en las ciencias sociales o en la literatura, con la irresponsabilidad del

    funcionario que sabe que, pase lo que pase, él va a seguir manteniendo su puesto o no

    será juzgado. Por otra parte, esa falta de capacidad crítica y análisis de la doble cara de

    la opinión pública y de la fe. Con facilidad persuade y convence la opinión de Loret de

    Mola o Laura Bozo asumida como verdad. Tampoco hay que olvidar que el sermón

    dominical no es un absoluto y que también ha de ser puesto en observación crítica. Y

    un buen día, cuando los gobiernos en el menor de los casos deciden reducir los horarios

    de filosofía en la enseñanza media, si no es que sea de carácter opcional o

    desaparecerla. Como si el pensar fuera objeto opcional, y no una cualidad facultativa

    del ser humano.

    Ante esta realidad Kagan ofrece cuatro razones8 para entender por qué el deceso

    de las humanidades, pero, aquí por interés sólo menciono dos. La primera, concierne a

    que los científicos invaden el terreno de los humanistas. Por ejemplo, los

    neurocientíficos dicen que la percepción, la memoria, el pensamiento, el conocimiento,

    las emociones y creencias son meramente producto de los procesos cerebrales, y no

    facultades propias del hombre. Pero, también es verdad que los avances científicos en

    materia neuronal nos ayudan a conocer mejor no sólo el funcionamiento de nuestro

    cerebro, sino a nosotros mismos. De aquí la necesidad del diálogo para reestablecer la

    relación entre dos culturas del saber.

    8 Cfr. KAGAN, Jorome, o.c., pp. 226-228.

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    Siguiendo el orden de Kagan la segunda razón es que en el caso de las

    humanidades su contribución a la economía es mínima, y ello, provoca que no sea

    rentable u ofrezca un estatus social óptimo. Al parecer en la sociedad está más filtrada

    esta concepción, ya sea por baja demanda u oportunidades de crecimiento para la vida.

    ¿Pero, en realidad es está la causa principal del porqué del deceso de las humanidades

    o es una realidad que sólo se vive en México; porque es sabido que se sigue

    produciendo literatura, poesía, filosofía y teología?, ¿o verdaderamente ya no hay

    interés y pasión por el pensamiento, la composición literaria y las artes?, ¿acaso ya no

    interesan los grandes temas como la muerte, el amor, la amistad, la vida?, ¿de verdad

    resulta tan amarga la vida del escritor y poeta que hasta se suicida como Thomas

    Chatterton porque no podía ganarse la vida escribiendo y esa era la pasión de su vida,

    y si no la obtenía era mejor morir? O Coleridge que cambia de disciplina porque para

    él sobrevivir como poeta exigía un esfuerzo, una sensibilidad y una exposición

    constante que a él le resultaba demasiado dolorosa9, como para seguir haciendo poesía.

    VI – EL FUTURO DE LAS HUMANIDES

    Atisbando la condición actual en la que se encuentran las humanidades, y sobre

    todo, para aquellos que apuestan por las ciencias humanas, ya sea de manera

    institucional o personas, hoy en día, es una urgencia sentir la necesidad de volver al

    cultivo de las humanidades, por dos razones. La primera es porque en la actualidad ya

    no se cultivan las humanidades, y no sólo ya no se cultivan, sino que también se ha

    ignorado u olvidado el sentido mismo de las humanidades y está es la segunda razón,

    del por qué es un deber el alimentar de nuevo las humanidades10.

    Con frecuencia escuchamos que quienes se pronuncian por la filosofía o la

    teología, encuentran como pregunta: ¿y eso qué es? Ello, es un eco del olvido y sentido

    no sólo de la filosofía y la teología sino de las humanidades. Por otra parte, hay un

    claro desconocimiento de las grandes obras literarias, hoy en día no se pregunta si ya

    leíste tal obra de Víctor Hugo, Shakespeare, Eça de Queiroz, Cervantes, Pushkin o

    Dante, más bien, la pregunta radica en aventurarse a ver si saben quién es uno de ello.

    Queda claro que si no se conoce al autor, mucho menos su obra, por lo tanto, una nula

    lectura de sus escritos. El desconocimiento de las grandes obras literarias no viene sólo

    precedido de la falta de espacios de fomento a la cultura, sino de algo aún más profundo

    y grave, la pérdida de sentido y olvido de las humanidades. De ahí, que hoy con

    facilidad se diga: ¿y eso para qué me sirve? Ello, se expresa no sólo por ignorancia,

    sino por cómo se ha dicho, por la falta de sentido y olvido de las humanidades. El

    sentido y olvido en el que se encuentran las humanidades es fatal para el porvenir de

    la cultura humana.

    9 AL ALVAREZ, El Dios salvaje, Hueders, Santiago 2014, p. 240. 10 Cfr. GARCÍA MORENTES, Manuel, El ideal universitario y otros ensayos, EUNSA, Pamplona 2012, p. 39ss.

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    Estás serían las condiciones en las que se encuentran las humanidades, pero ante

    inminente diagnóstico como rescatar y cultivar de nuevo la preocupación y el interés

    por las ciencias humanas. Imaginemos que ha sucedido una catástrofe, donde ahora el

    lenguaje de las ciencias humanas está entre los escombros, y para poder hacer de nuevo

    un cultivo habrá que sacar de entre ellos una nueva propuesta de humanidades, que

    ayude a mejorar la situación actual11. Pero ante esta problemática surge una cuestión:

    ¿qué fue lo que provocó esta catástrofe o pérdida del discurso humanista? A esta

    pregunta cabe responder que se vive en un tiempo difícil donde en gran medida la

    generación es inicua y permisiva, donde casi a nadie le importa el rumbo del

    comportamiento y sus consecuencias. Hay que ir al fondo de la cuestión y ser más

    críticos; encontrar los puntos claves en la historia donde se han originado las malas

    interpretaciones y desvíos de las ciencias humanas; adentrarse en la encrucijada

    cultural y social que provocó un apartarse y desprecio por las humanidades.

    Hay que empezar a reincorporar los fragmentos de la vida de las ciencias

    humanas que han quedado destruidos. Entonces ahora hay que ir a los escombros y

    sacar de entre ellos la virtud y el valor propio para reconstruir una vida más humana

    capaz de reflexionar y analizar la realidad.

    En el año de 1948 el filósofo español José Ortega y Gasset proyecta un Boletín

    del Instituto de Humanidades en su natal España, en el que acentúa que si las

    disciplinas de humanidades quieren cobrar de nuevo su auténtico vigor es preciso

    integrar la ciencia en su unidad orgánica, procurando compensar de algún modo la

    dispersión en la que se encuentran cada una de las ramas especializadas de las

    humanidades12.

    José Ortega y Gasset denomina «humanidades» a los saberes y conocimientos

    que se ocupan de hechos solamente humanos. Las ciencias experimentales nos llevan

    a consecuencias directas y claramente útiles, por el contrario, las humanidades proveen

    un conocimiento estricto, pero no exacto como las ciencias empíricas. Las ciencias

    humanas, también trabajan en hechos concretos, pero tratan de articularlos desde el

    sentido, que es la materia inteligible en el mundo humano. ¿Pero, qué pueden aportar

    tales conocimientos al futuro de la humanidad? A mi juicio, siguiendo a Adela Cortina

    las humanidades hacen aportaciones como las siguientes:13

    Primero, tienen en cuenta la intersubjetividad humana, por la cual se coloca de

    nuevo al hombre como un ser social por naturaleza, sin la cual no existe ni ciencia

    objetiva ni política legítima. También no hay que olvidar que el hombre en un contexto

    comunitario florece, llega a cierta perfección por el cultivo y ejercicio de las virtudes

    y valores propios de la condición humana.

    11 n.: de algún modo, esta metáfora imaginaria la realiza Alasdair MacIntyre para poner de manifiesto las condiciones de

    la filosofía moral en su tiempo. Cfr. MACINTYRE, Alasdair, Tras la virtud, Crítica, Barcelona 20042, p. 13-18. 12 Cfr. ORTEGA Y GASSET, José, Obras completas, T. XIX, Revista de Occidente, Madrid 1962, p. 443. 13 Cfr. CORTINA, Adela, o.c., p. 213ss.

  • 11

    Segundo, las humanidades propician la autocomprensión, la construcción de la

    propia identidad, porque el reconocimiento intersubjetivo lo es de sujetos que se saben

    diferentes, dotados de distintas identidades, de las que se tienen que apropiar para hacer

    sus vidas personales.

    Tercero, las humanidades propician la formación humana que genera cultura y

    civilización, dando origen a una forma específica de comportamiento humano y éste

    nace propiamente del cultivo de las humanidades.

    V – UN APUNTE SOBRE LAS HUMANIDESDES EN LA REGIÓN

    Elaborar un tratado sobre las humanidades en el Estado de Coahuila o en la

    Región Lagunera me es complicado a razón de la falta de elementos y criterios propios

    para establecer un parámetro veraz de lo que son las humanidades en la entidad. Pero

    ello, no es una justificación para no valorar aproximadamente una estadística de la

    condición de las humanidades en el Estado y la región.

    En Coahuila según la Asociación de Universidades e Institutos de Educación

    Superior (ANUIES) son 120 universidades en el Estado, de las cuales solo hay en 27

    municipios, y de estos sólo con una universidad 14 municipios, el resto que son 13 con

    más de 2 (Allende, Arteaga, Parras, Sabinas, Zaragoza). San Pedro de las Colonias 3

    universidades; Ciudad Acuña 4; Ramos Arizpe 6, Monclova 14. Las dos ciudades que

    concentran más universidades en el Estado son Saltillo con 26 y Torreón con 37.

    Las humanidades en las universidades de Coahuila las ofrecen 40 de 120, dando

    un equivalente a un 33%. Pero de esas 40 universidades que ofrecen humanidades 25

    universidades ofrecen licenciatura en derecho y 20 educación en sus distintas ramas de

    la disciplina. Por el contrario, la carrera de licenciatura en administración la ofrecen

    107 universidades de 120, ingeniería en sistemas 75 y contaduría 39, según la ANUIES.

    Cabe destacar, por ejemplo, que en todo el Estado sólo una universidad ofrece

    Sociología (UAC), por su parte Ciencias Políticas y (Gestión-Administración Pública.

    LaSalle Saltillo y UAC). En el caso de literatura o letras hispánicas ninguna ofrece.

    En lo que concierne propiamente a la Comarca Lagunera, según el boletín o

    periódico Entretodos14 de enero de 2017 son 62 las universidades, de las cuales 37 se

    concentran en Torreón, 13 en Gómez Palacio, 7 en Lerdo, 3 en San Pedro de las

    Colonias, 1 en Matamoros y Viesca.

    De las 62 universidades ofrecen humanidades 16 en Torreón, 12 en Gómez

    Palacio y 4 en Lerdo, haciendo un total de 32 universidades de 62 dando un equivalente

    de 54%. Al parecer el índice es alto, pero de las 36 universidades que ofrecen

    humanidades 20 ofrecen derecho.

    14 Cfr. AA. VV., «Universidades en la laguna», Entretodos, Torreón Coahuila Enero de 2017, pp. 11-13.

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    En el caso de filosofía y teología sólo se ofrece en dos universidades el Seminario

    de Saltillo y Estudios Universitarios Tarso. La matrícula consta de 43 alumnos inscritos

    (todos varones), 31 en filosofía y 12 en teología en Estudios Universitarios Tarso; por

    su parte 47 en el Seminario de Saltillo, 22 en filosofía y 25 en teología de los cuales 21

    de filosofía son varones y una mujer, en teología 13 varones y 12 mujeres.

    Decir que es el Seminario de Saltillo y Estudios Universitarios Tarso los que

    ofrecen las disciplinas filosofía y teología en el Estado de Coahuila, no puede ser

    motivo de orgullo, porque es sabido que quienes están estudiando filosofía y teología

    lo hacen por deber en razón de una opción vocacional de carácter espiritual y no

    profesional. Además, quienes le toman el gusto a la filosofía o teología como sería mi

    caso personal, se da por estar inmerso en esta dinámica vocacional y no porque haya

    sido una opción de vida profesional sin tener ningún contacto o llamado vocacional.

    Entonces lo alentador del estudio filosófico teológico en Estudios Universitarios Tarso

    y el Seminario de Saltillo si sigue privatizado y sin producir, termina por ser

    desalentador, estéril y sin ninguna esperanza para el futuro de las humanidades.

    Conclusión

    Porque apostar por las humanidades en un momento de desvanecimiento y de

    falta de interés estudiantil e institucional. Primero, es necesario y urgente una ética

    aplicada, de modo que participe como sucede en el campo del desarrollo, la economía

    y la empresa, las biotecnologías, la práctica médica y ese inmenso número de ámbitos

    al que llega la realidad de una reflexión ética, inserta ya en las instituciones sociales y

    políticas para regular la convivencia intersubjetiva y salvaguardar las instituciones. De

    todo ello resulta que la necesidad de las humanidades no decae, sino que aumenta, y

    no sólo porque nos ayudan a vivir nuestra común humanidad con un sentido más pleno.

    Ojalá las Jornadas sobre las humanidades en Europa, que se celebran a cuento de la

    convergencia europea, sean un impulso en este sentido. Y no sólo para Europa, sería

    oportuno que se extendiera a América Latina y particularmente en México.

    En lo particular, junto con un grupo de colegas estamos preocupados por el

    futuro que nuestro presente encierra como un sortilegio; y estamos preocupados por el

    creciente declive que amenazas a las ciencias humanas. El papel inmediato de las

    humanidades reside en la comprensión de esta situación histórica y nuestra condición

    existencial frente a ella. Tal situación inquietante nos ha llevado a la creación de un

    auténtico espacio público de reflexión sobre lo que queremos poner de manifiesto en

    torno a las humanidades en general y en la región. El declive de las humanidades en

    general, la degradación y destrucción de los medios de educación, ello significa una

    razón más para reflexionar sobre el cultivo de las humanidades.

    Manuel García Morentes en una conferencia pronunciada en 1938 dice: «[…]el

    cultivo de las humanidades es el único medio que puede enderezar el camino erróneo

    que hoy siguen las (mismas) humanidades y que tiende a subvertir el orden natural que

  • 13

    media entre la técnica y la ética»15. Al respecto cabe decir, que el cultivo de las

    humanidades serviría de gozne para entender el valor de la ciencia y la técnica al

    servicio de la vida y de un ideal de ser humano, pero siempre y cuando las humanidades

    realicen el trabajo que les compete, y no se estanquen en ser meros repetidores de una

    ciencia humana y sin fruto alguno en cuanto a producción literaria.

    Hay tres obras que recientemente se han publicado que ayudan a entender la

    preocupación por las humanidades en la universidad: Sin fines de lucro. Por qué la

    democracia necesita de las humanidades (2010), de Martha C. Nussbaum; Adiós a la

    universidad. El eclipse de las humanidades (2011), de Jordi Llovet; y dos de Pedro

    Salinas recogidos en Defensa del estudiante» y la universidad (2011), «Defensa del

    estudiante», «Conferencia sobre la universidad». Las obras giran en torno a una misma

    cuestión: el lugar de las humanidades en el mundo contemporáneo, y en particular

    dentro de la universidad.

    De manera particular el proyecto de la revista Órbita de Humanidades obedece

    a la necesidad de contar con un espacio editorial y de publicación plural, de intercambio

    y discusión académica en el campo de las humanidades. Se trata de una revista de

    carácter científico y con énfasis en la investigación de las humanidades, que busca dar

    posibles soluciones o generar un pensamiento crítico ante situaciones precarias que

    ofrecen otros campos de difusión acrítica.

    Este órgano se concibe como una editorial que, por su calidad, se constituya en

    una fuente de difusión de un pensamiento crítico, de modo que se adquieran los

    conocimientos, actitudes y habilidades que permitan una reflexión.

    Órbita de Humanidades se propone abordar tanto temas de la larga tradición en

    la investigación de las ciencias humanas, como aquellos temas emergentes que

    comienzan a tratarse en la investigación actual.

    Finalmente, la revista Órbita de Humanidades, ha de ser un espacio de

    intercambio y debate, que permita discutir y argumentar posiciones teóricas y

    metodológicas diversas, sobre los problemas que conciernen hoy en día a las ciencias

    humanas. En suma, es necesaria una articulación de las innovaciones en ciencias,

    técnica y humanidades, ya que en ellas nos jugamos en gran medida el futuro de la

    humanidad.

    Bibliografía AA. VV., «Universidades en la laguna», Entretodos, Torreón Coahuila, enero de 2017, pp. 11-13.

    AL ALVAREZ, El Dios salvaje, Hueders, Santiago 2014.

    CORTINA, Adela, «El futuro de las humanidades», Revista Chilena de Literatura 84 (2013), pp. 207-217.

    GARCÍA MORENTES, Manuel, El ideal universitario y otros ensayos, EUNSA, Pamplona 2012.

    KAGAN, Jerome, The Cultures: Natural Sciences, Social Scienses in the Humanities in the 21st. Century, New York 2009.

    MACINTYRE, Alasdair, Tras la virtud, Crítica, Barcelona 20042.

    ORTEGA Y GASSET, José, Obras completas, T. XIX, Revista de Occidente, Madrid 1962.

    SNOW, Charles Percy, Las dos culturas, Nueva visión, Buenos Aires 20

    15 GARCÍA MORENTES, Manuel, El ideal universitario y otros ensayos, EUNSA, Pamplona 2012, p. 58.

  • 14

    1

    Hace algunos años filósofos como Heidegger, Lyotard y Russell, entre otros,

    habían advertido cada uno a su modo, en su tiempo y en su tierra sobre el peligro de la

    desaparición de la filosofía y junto a ello las consecuencias a las que el mundo se

    enfrentaría si el hombre renuncia a la sabiduría. Fascinados con el veloz avance de la

    ciencia y la tecnología hicimos caso omiso a la advertencia de los filósofos y no sólo

    eso, sino que además nos convencimos (o nos convencieron) de que la filosofía no es

    imprescindible, es decir, «no sirve para nada»2. Russell afirmaba con preocupación:

    «Muchos bajo la influencia de la ciencia o de los negocios prácticos, se inclinan a

    dudar que la filosofía sea algo más que una ocupación inocente, pero frívola e inútil,

    con distinciones que se quiebran de puro sutiles y controversias sobre materias

    cuyo conocimiento es imposible»3.

    Lyotard dijo que no sólo nos olvidamos de la filosofía, sino que además nos

    olvidamos «del olvido» de la filosofía4. Si nos basta la tecnología para hacer la vida

    «más fácil y práctica» entonces la filosofía, como la religión, habrían de ser expulsadas

    de las escuelas. Ya lo había dicho Marx: no necesitamos «pensar» en las cosas, sólo

    necesitamos saber usarlas para que nos hagan la vida más sencilla. Con todo ello, el

    hombre de la era científica y tecnológica firma su abandono al reino de la materia y la

    expulsión del reino del espíritu. El resultado: una vida práctica, aunque pobres de

    pensamiento.

    La falta de pensamiento es como un geniecillo maligno que se encuentra en todas

    partes diría Heidegger, y el problema no es la ausencia de la filosofía, sino que el

    verdadero peligro radica en que no advertimos su necesidad: el hombre huye a todo lo

    que le requiera un esfuerzo por pensar5. Y este hecho podría negarse fácilmente, aquí

    1 Es licenciado en filosofía por la Universidad Pontificia de México y Universidad Gregoriana de Roma. Actualmente es

    docente en Estudios Universitarios Tarso y ULSA Laguna. 2 n.: Acostumbrados a que todo debe tener utilidad, no estaría mal comprender la filosofía como un saber inútil, así lo

    explica Darío Sztajnszrajber: «es un saber inútil porque cuestiona que todo tenga que ser útil, cuestiona el principio de

    utilidad como valor dominante, naturalizado y normalizador de todos nuestros actos…» (p. 43). Cfr., SZTAJNSZRAJBER,

    Darío, ¿Para qué sirve la filosofía? La filosofía como saber inútil, Booket, México 2015, pp. 39-47. 3 RUSSELL, Bertrand, Los problemas de la filosofía. El valor de la filosofía, Booket, México s.a., p. 97. 4 n.: Este «olvido» se manifiesta según Lyotard en el acto fallido: «La filosofía se falla a sí misma, no funciona, vamos

    en su búsqueda a partir de cero, la olvidamos sin cesar, olvidamos dónde está… aparece y desaparece: se oculta». Este

    olvido de la filosofía se manifiesta en su ausencia: «Para la mayoría de la gente, para la mayoría de ustedes, la filosofía

    está ausente de sus preocupaciones, de sus estudios, de su vida». Cfr., LYOTARD, Jean-Francois, ¿Por qué filosofar?,

    Paidós, Barcelona 1989, pp. 79-80. 5 Cfr., HEIDEGGER, Martín, Serenidad, Del Serbal, Barcelona 2002, p. 18.

  • 15

    en la Laguna por ejemplo podríamos decir que nunca hubo tantas escuelas y

    universidades donde se piensa y muchas de ellas con formación humanista, que hoy

    más que en ninguna otra época la ciencia ha investigado y avanzado tanto para ayudar

    al hombre a tener una mejor calidad de vida, que en todo el estado sólo en Torreón hay

    una Universidad donde se estudia filosofía, que gracias a la tecnología hoy más que

    nunca la filosofía nos es accesible ya sea en cursos en línea o en libros electrónicos.

    Pero nos gusta engañarnos y no advertimos el engaño como peligro. ¡No señores! No

    hay filosofía.

    Pienso que la realidad para no advertir este engaño es «la cultura de la

    medianidad». Nos acostumbramos a medianamente vivir. Por eso, medio trabajamos y

    medio nos pagan, medio nos solidarizamos dando una moneda para calmar la

    conciencia, medio rezamos para estar bien con Dios, medio estudiamos para tener un

    título que nos asegure un futuro mejor, medio nos enamoramos y medio nos casamos

    al fin que ya es más fácil el divorcio, medio leemos y medio pensamos para estar un

    poquito por encima de los demás, etc. Medianamente vamos viviendo. Ello, unido al

    gusto por el autoengaño nos lleva a la negación de la necesidad de la filosofía. Y

    entonces decimos: ¡No! Los laguneros somos muy estudiosos, tenemos muchas

    universidades con excelencia y con humanidades, somos muy trabajadores y solidarios.

    Pero no, estamos arrodillados ante la cultura del «más o menos» que crea una total

    indiferencia ante la vida, arrodillados al autoengaño que no advertimos como peligro,

    y terminamos desfogando nuestro fastidio en la intolerancia expuesta en las redes

    sociales: insulto, exposición, daño, burla. Es nuestra vil forma de redimirnos, nuestra

    nueva diversión (reírse del otro con «memes»), para luego volver a medio trabajar,

    medio estudiar y medio vivir.

    Es hora de aceptarlo: necesitamos la filosofía, volvamos a «pensar», opiniones

    ya tenemos bastantes, generemos pensamientos. Lyotard dice que la filosofía es como

    un acto fallido: la tenemos, pero olvidamos dónde está. Y continúa:

    «Para la mayoría de la gente la filosofía está ausente de sus preocupaciones, de sus

    estudios, de su vida. Está ausente incluso para el mismo filósofo. ¿Por qué pues

    filosofar en vez de no filosofar? Porque a la filosofía se le tiene y no se le tiene

    (acto fallido)»6.

    Podríamos poner ejemplos para comprender mejor el acto fallido al que se refiere

    Lyotard, una persona paga una inscripción en una universidad y entra a clases, pero

    eso no significa que está estudiando y menos que está aprendiendo, en el Seminario de

    Torreón se tiene filosofía, pero no hay filósofos, etc. En la cultura de la medianidad se

    constata en su máxima expresión el acto fallido, veámoslo en nuestra querida Comarca:

    6 LYOTARD, Jean-Francois, ¿Por qué filosofar?, Paidós, Barcelona 1989, pp. 79ss.

  • 16

    en las universidades las clases de humanidades terminan siendo impartidas por

    psicólogos, porque no hay maestros de filosofía; algunos tienen títulos de filosofía sin

    haber estudiado apenas algo de la historia de la filosofía; algunos tienen sacramentos

    pero no un compromiso con su fe; algunos tienen muchos libros de filosofía guardados

    en sus computadoras y no se les lee; trabajamos y no, nos enamoramos y no nos

    comprometemos, etc. Es decir, tenemos vida y no vivimos, nos conformamos con

    medio vivir. No hemos sabido dar respuesta a las grandes preguntas: ¿Existe Dios?

    ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Qué es el hombre? Heidegger había advertido también que

    en medio de la emoción por la tecnología y entre el reino de la ciencia volverían las

    mismas interrogantes: «Cuando la existencia se haya devaluado entonces, como viejos

    fantasmas, van a volver las viejas preguntas, ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Hacia dónde?».

    Vivimos en la noche de la filosofía, en la oscuridad de la vida, sin advertirlo. Por eso

    mismo hoy más que nunca la tarea de la filosofía es volver a preguntar, el desafío:

    volver a pensar. Russell lo explica del siguiente modo:

    «La filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas

    que plantea, puesto que, por lo general, ninguna respuesta precisa puede ser

    conocida como verdadera, sino más bien por el valor de los problemas mismos;

    porque estos problemas amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen

    nuestra imaginación intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el

    espíritu a la investigación; pero, ante todo, porque por la grandeza del Universo

    que la filosofía contempla, el espíritu se hace a su vez grande, y llega a ser capaz

    de la unión con el Universo que constituye su supremo bien»7.

    Para animarnos a filosofar (en su obra Gelassenheit) Heidegger distingue dos

    tipos de pensar: El pensamiento calculador y la reflexión meditativa8. El primer saber

    es propio de las ciencias exactas, es el de la técnica, el del hombre práctico; calcula

    cada vez con perspectivas de riqueza y de economía, no es meditativo sino pragmático,

    es el pensamiento de la cultura de la medianidad que nos conduce al reino de lo ente,

    de la materia. El hombre práctico es el que sólo reconoce necesidades materiales (de

    ellas se ocupa y en ellas se entretiene), que comprende que el hombre necesita el

    alimento del cuerpo, pero olvida la necesidad de procurar un alimento al espíritu

    (Russell). He aquí el hombre del saber científico y tecnológico, del saber calculador.

    El segundo saber es propio de la filosofía, es el saber del reino del espíritu, propio de

    la contemplación filosófica y del pensar, que conduce al hombre al conocimiento del

    7 RUSSELL, Bertrand, o.c., pp. 101ss. 8 n.: Para una mayor comprensión de los pensamientos que aquí exponemos sobre el filósofo de Messkirch remito a toda

    la primera parte de la obra Serenidad (una alocución pronunciada el 30 de octubre de 1955), Cfr., HEIDEGGER, Martín,

    Serenidad, Del Serbal, Barcelona 2002, pp. 15-31. Referente a los dos tipos de pensar remito a la misma obra,

    concretamente a la p. 19.

  • 17

    ser. La gente cree que este saber está en las nubes, despegado de la realidad, que no

    aporta nada al orden práctico. Este pensar meditativo exige un esfuerzo superior. En

    palabras de Russell:

    «En el mundo actual los bienes del espíritu son por lo menos tan importantes como

    los del cuerpo. El valor de la filosofía debe hallarse exclusivamente entre los bienes

    del espíritu, y sólo los que no son indiferentes a estos bienes pueden llegar a la

    persuasión de que estudiar filosofía no es perder el tiempo»9.

    Es necesario entusiasmarnos con Heidegger y Russell a la recuperación de la

    reflexión meditativa, y con Lyotard comprender que la filosofía es hija de su tiempo y

    luz para la cultura. Pensamos con Heidegger y Lyotard: «el florecimiento de una obra

    depende del total arraigo a un suelo natal». Por eso, en Órbita se pretende hacer

    filosofía desde nuestra querida tierra Lagunera, ofrecer caminos y pensamientos

    nuevos para la comprensión del sentido de nuestra existencia. Johann Peter Hebel

    escribió una vez: «Somos plantas (nos guste o no admitirlo) que deben salir con las

    raíces de la tierra para poder florecer en el éter (el cielo, la región del espíritu) y dar

    fruto» (Obras, ed. Altwegg, III, 314)10. Pero ¿cómo echar raíces si nuestros queridos

    paisanos se ven arrancados de su suelo y obligados a emigrar a mundos que no les

    pertenecen? Florecer en el éter es una clara invitación a volver la vista al cielo del

    espíritu, y para eso habremos de pensar desde nuestra tierra y en ella echar raíz. Es la

    intención de nuestra revista y de nuestro anhelo por el entusiasmo de la filosofía. Tal

    vez nos toca sembrar semilla, sembrar el gusto por la filosofía. Ojalá a este fin se una

    también el Seminario y quienes nos lean y escuchen. No tendremos más fin que este:

    contagiar la pasión por la sabiduría.

    Del estado de necesidad al estado de urgente se vuelve la tarea filosófica si

    consideramos que muchos de nuestros paisanos (mención especial los jóvenes) están

    más des-terrados que nuestros coterráneos migrantes, porque están hechizados por las

    redes sociales, ellas nos estimulan, nos asaltan y nos seducen a todas horas y en todo

    momento. En las aulas cualquier distracción del maestro sirve para chatear, para poner

    una foto en Instagram o Facebook y avisarles a los demás que estamos aburridos. Los

    sacerdotes se satisfacen mandando una bendición o una homilía por whats-app y

    calman la perturbadora necesidad de visitar a un enfermo diciendo que los medios nos

    ayudan a evangelizar más, pero vivimos la época donde menos se evangeliza.

    Medianamente vivimos, al abismo de la superficialidad. Los laguneros estamos

    amenazados por la pérdida del arraigo. Hemos creído como muchos que la tecnología

    nos hace la vida más sencilla, las máquinas hacen nuestro trabajo y tenemos más tiempo

    para nosotros. Pero no sabemos qué hacer con nuestro tiempo, y Steiner preguntaba:

    9 Cfr., RUSSELL, Bertrand, o.c., p. 97. 10 HEIDEGGER, Martín, o.c., p. 20.

  • 18

    ¿para qué queremos la eternidad si no sabemos qué hacer una tarde de domingo? Y

    entonces por qué terminamos diciendo «no tengo tiempo para…». No hay tiempo para

    el compromiso con el paisano, no hay tiempo para nosotros mismos, no hay tiempo

    para la filosofía. Dice Heidegger: «No debe asustarnos que el mundo se tecnifique

    enteramente, debe inquietarnos más bien que el hombre no está preparado para usar la

    tecnología a su favor, y en las máquinas se desorienta la vida humana» (nos aleja de la

    reflexión meditativa). La tecnología nos ha separado de nosotros mismos, nos ha

    desarraigado, des-terrado.

    Pero tranquilos, no pretendo satanizar la tecnología, sólo pretendo alertar y

    mostrar una realidad: la falta de compromiso por las causas de quienes nacieron en

    nuestra misma tierra y con quienes compartimos la existencia. ¿Podrá ayudarnos la

    filosofía a sabernos contemplar un «nosotros»? Sería torpe de mi parte negar que la

    ciencia y la tecnología son ya parte de nosotros, «sería miope querer condenar el mundo

    técnico como obra del diablo» (Heidegger)11. No sólo dependemos de la técnica sino

    que además la era tecnológica exige al hombre un constante perfeccionamiento. Sólo

    quiero advertir, como ya lo hacía el filósofo de Messkirch, que inconscientemente

    hemos estado tan entregados a la tecnología que nuestra relación con ella ha sido de

    servidumbre, nos adormeció y no nos dimos cuenta. Pretendo que la filosofía nos ayude

    a despertar. Heidegger nos propuso la Gelassenheit (Serenidad, des-asimiento, des-

    prendimiento, deshacernos) ante las «cosas»: usar la tecnología, servirnos de ella de

    forma apropiada, pero manteniéndonos a la vez tan libre de ella, que en todo momento

    podamos des-hacernos de los aparatos tecnológicos12. Es la libertad y la serenidad de

    decirles «no» si nos requieren de modo exclusivo, si nos doblegan, si nos confunden y

    si nos separar de nuestra esencia, si nos alejan del «pensar», si nos alejan del

    compromiso y del arraigo con «mis paisanos». Es la capacidad y la libertad de decirles

    «te uso» y te dejo como una cosa que no eres en absoluto importante, porque dependes

    de mí que soy superior. Así, nuestra relación con la tecnología será simple y apacible.

    Y entonces volveremos a disfrutar un té, un café o una cerveza con el amigo, habiendo

    abandonado nuestra sonrisa con una pantalla, y volveremos a comprometernos con las

    causas de nuestros coterráneos porque son nuestras mismas causas. ¿Podrá ayudarnos

    en este empeño la filosofía? ¿Seguiremos pensando que es un saber inútil? ¿Podremos

    regresar la filosofía a las aulas? ¿Llevaremos la filosofía a las calles? ¿La aceptaremos

    en nuestros aparatos tecnológicos? ¿Volveremos a disfrutar la lectura de Heráclito,

    Sócrates, Descartes, Hegel, Kant, Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger, Wittgenstein,

    Vattimo? ¿Podrán ellos alegremente volvernos el rumbo perdido del sentido? ¿Podrá

    la filosofía arrancarnos de la comodidad? Lo sabremos sólo filosofando.

    Termino dando voz a quienes nos advirtieron sobre los peligros de vivir sin la

    filosofía. Lyotard: ¿Por qué filosofar? Porque la filosofía es un saber para uno mismo,

    11 Ibid. p. 27. 12 Cfr., Ibid. pp. 28-31.

  • 19

    filosofamos porque queremos, porque nos gusta13. Heidegger: La filosofía es un

    privilegio para pocos, la necesitamos para conocer la verdad, al hombre, al Ser (ser-

    ahí)14. Russell: El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida

    prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales

    en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin

    consentimiento de su razón; la filosofía amplía nuestros pensamientos y nos libera de

    la tiranía de la costumbre15. Jesús Adrián Escudero: La filosofía es el antídoto adecuado

    para unas mentes aletargadas que manifiestan una tendencia patológica a dejarse

    contagiar por la nube de opiniones públicas que las envuelve (la pos-verdad), la

    filosofía prescribe la terapia que han de seguir aquellos que deseen liberarse de las

    ataduras de los estereotipos de pensamiento impuestos16.

    En suma, filosofamos porque nos place ir a contracorriente, porque nos divierte

    no estar de acuerdo con el mundo, porque repele del fastidio de la medianidad, porque

    nos apasiona.

    ¿Más sencillo? Estudiamos filosofía para no votar por el mismo partido que nos

    tiene sumergidos en la pobreza, para que nuestro líder de opinión no sea Sofía Niño de

    Rivera, para que las cátedras y conferencias universitarias no las ocupen los

    comediantes deportivos de TV azteca como Luis García, para que las materias de

    humanidades no terminen siendo aburridas materias de relleno, y un etc. interminable.

    ¿Más solemne? Recuperemos la filosofía para no perder el entusiasmo por la

    vida, para vencer también el desierto de la soledad frente a una pantalla, para volver a

    ser humanos, para comprender y saborear (sophon) la vida.

    Bibliografía HEIDEGGER, Martín, Serenidad, Del Serbal, Barcelona 2002.

    __________, Interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles, Trotta, Madrid 2002.

    __________, Cuadernos negros (Reflexiones VII-XI, 1938-1939), Trotta, Madrid 2017.

    LYOTARD, Jean-Francois, ¿Por qué filosofar?, Paidós, Barcelona 1989.

    RUSSELL, Bertrand, Los problemas de la filosofía. El valor de la filosofía, Booket, México s.a.

    SZTAJNSZRAJBER, Darío, ¿Para qué sirve la filosofía? La filosofía como saber inútil, Booket, México 2015

    13 Cfr., LYOTARD, Jean-Francois, o.c., p. 99. 14 Cfr., HEIDEGGER, Martín, Cuadernos negros (Reflexiones VII-XI, 1938-1939), Trotta, Madrid 2017, pp. 45-46. (La

    necesidad de la filosofía, n. 46). 15 Cfr., RUSSELL, Bertrand, o.c., p. 99. 16 Cfr., HEIDEGGER, Martín, Interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles, Trotta, Madrid 2002, p. 10.

  • 20

    1

    Introducción

    Dibujar las pretensiones de la filosofía política en el caso concreto de la Comarca

    Lagunera es ingente tarea, dimensión de la cual se es consciente, sin embargo, groso

    modo, se intenta en este trabajo con las limitaciones del caso.

    El mundo globalizado en que vivimos exige cronometrar los relojes planetarios

    para articularse al resto del mundo, por dificultoso que sea, evitando la fácil alternativa

    de negar esa realidad en amplio.

    Las sociedades complejas del siglo XXI reclaman procesos democráticos de

    discusión para la elección de los propios destinos como colectividad. Ni un solo actor,

    por sí mismo, puede tener nunca la razón total sobre la realidad social. Este principio

    democrático, altamente evidente por sí mismo no es tan sencillo de operar, pues

    poderes enquistados aprovecharan esos sectores de la sociedad que aún no han

    racionalizado sus bases culturales para sacar adelante los propios intereses en

    detrimento del propio proceso de la sociedad en su conjunto.

    Proporcionar argumentos para la discusión, es la intención de este artículo, la

    tarea se realiza en tres fases. Teniendo como base la idea de ciudadanía, en la primera

    parte se intenta un diagnóstico empírico de fortalezas y debilidades de la región. La

    segunda parte es un planteamiento de aquello que se entiende para efectos del presente

    análisis por filosofía política. El tercer apartado intenta ser una síntesis - bisagra de los

    dos primeros apartados para intentar aplicar un planteamiento teórico a una realidad

    concreta.

    I – CRECIMIENTO URBANO Y CAOS

    1. Crecimiento urbano desordenado

    La Comarca Lagunera se localiza en centro - norte de México. Debe su nombre

    al hecho de ser la región donde desembocaban dos corrientes endorreicas: el Nazas y

    el Aguanaval, que por esa razón formaban una serie de lagunas y encharcamientos en

    un área muy extensa, así hasta la ‘domesticación’ de los ríos en las presas Francisco

    Zarco y Lázaro Cárdenas, a mediados del siglo XX.

    1 Académico Ibero Torreón desde 2010, jesuita, 1993-. Maestro en Filosofía Política por la Universidad de Guanajuato,

    2008. Licenciado en Ciencias Religiosas por Ibero Ciudad de México, 2004 e Ingeniero Químico por la Universidad

    Autónoma de Tlaxcala, 1992. E-mail: [email protected]

    mailto:[email protected]

  • 21

    No hay un consenso generalizado para la delimitación geográfica de esta región

    del país. Sánchez (2009) hace un amplio balance tomando en cuenta criterios

    geográficos, históricos, económicos y de identidad y sentido de pertenencia. A partir

    de esta perspectiva asume la siguiente postura:

    «En total se trata de quince municipios: cinco en Coahuila: Francisco I. Madero,

    Matamoros, San Pedro, Torreón y Viesca y diez en Durango: General Simón

    Bolívar, Gómez Palacio, Lerdo, Mapimí, Nazas, Rodeo, San Juan de Guadalupe,

    San Luis del Cordero, San Pedro del Gallo y Tlahualilo. Estos municipios

    comparten una serie de atributos naturales y socio-económicos a la vez que

    reconocen en la conurbación Torreón-Gómez Palacio-Lerdo-Matamoros a la

    ciudad de jerarquía superior y nodo primario de comunicaciones y transportes

    de esta región»2.

    Torreón es la ciudad más importante en términos poblacionales, económicos y

    políticos. Este hecho propició la idea del origen moderno de la Comarca Lagunera,

    para fijarlo el 13 de julio de 1907, cuando el Congreso del Estado de Coahuila expide

    el decreto para elevar a la categoría de ciudad a la entonces Villa de Torreón. Sin

    embargo, el acercamiento histórico realizado por Corona (2005) refuta esta tesis. Este

    autor en su obra por antonomasia «Comarca Lagunera, constructo cultural. Economía

    y fe en la construcción de una identidad centenaria», insiste que La Laguna tiene un

    origen remoto, y establece esa fecha a finales del s. XVI cuando se fundó en Parras,

    Coahuila, la misión jesuita para el norte de los territorios de la colonia3.

    En tanto, la zona metropolita de la Comarca Lagunera está constituida por los

    municipios de Torreón y Matamoros, en Coahuila y Cd. Lerdo y Gómez Palacio en

    Durango (INEGI, 2004). Torreón destaca por su influencia y es la ciudad más poblada,

    cuenta con 639 629 habitantes. Gómez Palacio es un asentamiento principalmente

    industrial, en Gómez se encuentra el Parque Industrial Lagunero, que es considerado

    el cuatro más importante del país4, mientras que Lerdo se caracteriza más bien por su

    apacibilidad y buen clima, finalmente Matamoros es el municipio más rural. La

    población total en la Zona Metropolitana es 1’298 835 (INEGI, 2010).

    Hasta aquí una somera caracterización de la región. El acercamiento en cuanto al

    orden y anarquía se va a realizar desde la perspectiva que proporcionan dos variables

    fundamentales: la dinámica y la densidad poblacional. La primera hace referencia al

    2 SÁNCHEZ C., A., Delimitación Geográfica, Comarca Lagunera, en: LÓPEZ-SÁNCHEZ, A., Editores. Procesos regionales

    en el contexto global. Instituto de Geografía, UNAM, Mimeo electrónico previo a la impresión de la obra, Ciudad de

    México, 2009, p. 20. 3 Cfr., Ibid., p. 26. 4 SEMARNAT (2013). Gobiernos de los Estados de Coahuila y Durango. Programa para Mejorar la Calidad del Aires en

    la Región de la Comarca Lagunera, 2010-2015, 2012. Fecha de acceso 23 Mayo de 2017.

    http://www.semarnat.gob.mx/1I_Informe_Proaire_Comarca_Lagunera_E11.pdf

    http://www.semarnat.gob.mx/1I_Informe_Proaire_Comarca_Lagunera_E11.pdf

  • 22

    comportamiento de crecimiento de la población, la segunda tiene que ver con la

    distribución de la población en el territorio.

    En cuanto a la dinámica poblacional entre 1900 y 20005 hay un crecimiento en la

    región a un ritmo de 2.2, de ahí que los hitos de crecimiento poblacional sean notables.

    Juárez (2009) hace un análisis pormenorizado de comportamiento poblacional en la

    región. Señala tres «brincos» en el proceso. El primero ocurre a principios del siglo

    XX, cuando la tasa de crecimiento tiene un valor de 3.2 %, proveniente básicamente

    del auge económico producido por el cultivo del algodón. Una segunda etapa de

    crecimiento, con tasas del 3.7%, ocurre a principios de los años cuarenta, con el

    desarrollo del Distrito de Riego No. 17, en le época del reparto de tierras. Una tercera

    etapa, con 3.1%, ocurre en los años 1970-1980 impulsado por el desarrollo de la

    industria lechera, la manufactura de ensamble y la maquila, más algún aporte de la

    industria metalmecánica y del sector financiero.

    Mientras que, con respecto a la densidad, que es el número de habitantes

    repartidos de determinada área geográfica, el comportamiento es así:

    «[…]En 2005, había principalmente una densidad muy baja, de 1 a 9 hab/Km2

    en nueve municipios, localizados la mayoría en Durango. La densidad baja de 9

    – 49 hab/km2 se encuentra en Francisco I. Madero y San Pedro, en Coahuila,

    ambos son áreas agrícolas que se localiza hacia los límites de los municipios

    conurbados. La densidad media de 50 – 99 hab/Km2 sólo se registra en Lerdo y

    la densidad alta de 100 a 199 hab/Km2 sólo se presenta en Matamoros. La

    densidad muy alta de más de 200 hab/km2 se extiende en los municipios

    conurbados de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo»5.

    Se trata de dinamismo económicos y sociales mucho más profundos, generados

    por variables de comportamiento aleatorio, pero si se añade la carencia de perspectiva

    de mediano plazo y ninguna intención en el desarrollo, los resultados no hacen sino

    mostrar el presupuesto: no hay elección de los propios destinos como colectividad.

    2. Falta de ciudadanía y pasado ejidal

    La veta agrícola de la región tiene peso específico en términos sociales,

    económicos, culturales e históricos. En este sentido, el reparto agrario es un hito en la

    conformación de la Comarca Lagunera. Ocurre cuando el General Lázaro Cárdenas

    realiza en esta región uno de los más extensos repartos de tierra en el país.

    El reparto agrario se realiza en la lógica del cambio de ciclo del capitalismo

    descrita por Córdoba (1972). El capitalismo terrateniente deja paso al capitalismo

    5 SÁNCHEZ C., A., o.c., pp. 142-143.

  • 23

    industrial productivo que lucirá su mejor cara con el sostenido crecimiento económico

    en los años 40 y que tendrá como emblema el agudo crecimiento urbano de la Ciudad

    de México a mediados del siglo XX. En este sentido, las grandes propiedades de los

    terratenientes porfiristas son repartidas al campesinado que clama su propiedad.

    Este proceso genera un dinamismo nacional. Cebada (2001, 16) señala: «Las

    regiones más importantes en las que hubo reparto de tierras bajo el régimen de

    Cárdenas fueron: La Comarca Lagunera, la zona del Yaqui, Los Mochis, Tucatán,

    Lombardía y Nueva Italia en Michoacán, el Mante, Tamaulipas, Mexicali, Baja

    California y el Sononusco en Chiapas».

    De ese tiempo proviene el control de los ríos Nazas y Aguanaval a través de su

    manejo con la creación de las presas Lázaro Cárdenas, también conocida como «El

    Palmito» y la presa Francisco Zarco (a) «Las Tórtolas», las cuales abastecen de agua

    para riego y potable a la región.

    En la lógica planteada por Córdoba (1972), el sistema establece un mecanismo

    perverso de control corporativo.

    El campo se ha hecho irrelevante dentro de la lógica capitalista, su relevancia se

    juega ahora dentro del control que a través de los créditos tendrá el gobierno en sus

    diferentes niveles.

    «El Sistema Nacional de Crédito Agrícola quedaba formado por el

    BANGRICOLA, BANJIDAL sociedades locales de crédito agrícola y ejidal,

    sociedades de interés colectivo agrícola y las instituciones auxiliares. Se

    suprimen los bancos locales y las uniones de sociedades locales de crédito. Las

    sociedades locales se regirían por una Ley de 1934»6.

    La tesis es que la política de crédito del gobierno federal se va convirtiendo en un

    instrumento de mediación y control político en relación entre Estado-Campesinado.

    Como se da un juego político por parte del estado en el sentido de que otorga recursos

    a los grupos campesinos cuando necesita de su apoyo y retira esos recursos para

    debilitarlos en su organización, en las conclusiones así se indica:

    «Considero que se pueden apreciar las diversas formas en que el crédito rural ha

    sido utilizado para controlar a los grupos campesinos, así como las estrategias

    llevadas a cabo para debilitar organizaciones y respuestas a grupos de presión»7.

    6 CEBADA C., Ma. Del C. El Crédito Rural en la Relación Estado Campesinado: del control político a la

    descorporativización (México). Ponencia leída en el XXIII International Studies. Latin American Studies Asociation,

    Washington, D.C., Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad de Guanajuato, 2001, p.16s. 7 Ibid., p.40.

  • 24

    Mecanismos que se automatizan, si no siempre, si muchas veces. Opera así en los

    habitantes de la región la lógica de control a través de los créditos, en una nada

    exclusiva modalidad. En el fondo es el funcionamiento de aquello que conocemos

    como “Sistema Político Mexicano”. Si bien el ejido tuvo su final en las reformas de

    esa otra fase de cambio del capitalismo global, dirigida en el país por Carlos Salinas de

    Gortari, la lógica opera permanentemente, ya para esperar la solución de la

    problemática sin el propio esfuerzo, ya en la lógica de la exención incondicional de la

    deuda de cada año.

    3. Los fallidos planes metropolitanos

    Un aspecto generalizado que se observa en la población mundial es la

    desigualdad del desarrollo, en el cual se destaca la desigualdad demográfica como el

    crecimiento que ha experimentado la población en el planeta, que llegó a 7000 millones

    de habitantes en 2010. Aunque en cada país este crecimiento tiene una magnitud

    diferente; en países en desarrollo, cuando se conjuga con su situación económica,

    conduce a una agudización de problemas tales como la pobreza, el hambre, así como

    el rezago social y económico.

    En este sentido, se observa que la globalización no tiene solo efectos positivos,

    sino también estos, como niveles en extremo de desigualdad. Para decirlo

    sintéticamente, se tiene en estos tiempos, en concreto desde 2015, el 1% más rico de la

    población mundial posee más riqueza que el resto del planeta, para acentuar el

    contraste, se dice que actualmente, ocho personas (ocho hombres en realidad) poseen

    la misma riqueza que 3.600 millones de personas -la mitad de la humanidad-. (Oxfam,

    2017)

    En este contexto, los gobiernos locales se han hecho cada vez más protagonistas

    de la historia, complejizando, en el caso que nos ocupan, un de por sí nada sencillo

    panorama. El hecho es que estos dinamismos globales se instalan sobre problemáticas

    ya bien definidas, crónicas, si vale la expresión.

    La referencia ahora es la coordinación metropolitana, el proceso refiere a la

    articulación que se da entre los gobiernos locales que conforman una misma región

    para la implementación de políticas públicas de beneficio común. INEGI dice que zona

    metropolitana es el:

    «[…]conjunto de dos o más municipios donde se localiza una ciudad de 50 mil

    o más habitantes, cuya área urbana, funciones y actividades rebasan el límite del

    municipio que originalmente la contenía, incorporando como parte de sí misma

    o de su área de influencia directa a municipios vecinos, predominantemente

    urbanos, con los que mantiene un alto grado de integración socioeconómica; en

    esta definición se incluye además a aquellos municipios que por sus

  • 25

    características particulares son relevantes para la planeación y política

    urbanas»8.

    Es inherente a la definición que el fin de la delimitación de las zonas

    metropolitanas es mejorar la planeación y política urbanas. La Comarca Lagunera tiene

    larga data en la elaboración de planes metropolitanos, planes que sin embargo siempre

    han resultado fallidos. A. Hernández presenta un recuento del caso. Los resultados son

    tan nulos que tienen francamente visos de drama9.

    Fecha Nombre del Plan

    1961-

    1969

    Plan de Rehabilitación

    1977 Plan de Ordenación de la Zona Conurbada de la Laguna

    1989 Plan Nueva Laguna

    1996 Alianza para la Reactivación Económica y el Empleo en la Laguna

    2003 Programa Gran Visión 2020

    2005 Comisión Interestatal para el Desarrollo Regional

    2007 Carta de Intención de los Municipios de la Zona Metropolitana de La

    Laguna

    2012 Plan Rector de la Zona Metropolitana de La Laguna

    Además A. Hernández hace su propio balance:

    «A nuestro juicio son cuatro los factores que han inhibido el éxito de esos intentos:

    a) imposición de las políticas desde arriba; b) falta o débil participación de la

    sociedad civil; c) implantar concepciones rígidas de planeación regional; y d)

    conflicto que se genera entre las competencias de los gobiernos estatales y

    municipales por la imposición de una instancia ejecutiva de planeación»10.

    Destacamos aquí la poca o débil presencia de la sociedad civil, que se une a los

    planteamientos anteriores: la escuálida ciudadanía históricamente forjada.

    4. Los gobiernos estatales y municipales

    La vocación comercial de la Comarca Lagunera en la historia reciente está

    determinada por su ubicación geográfica, constituyéndose de este modo en la ventaja

    8 INEGI, Delimitación de las zonas metropolitanas de México 2005. SEDESOL, CONAPO, INEGI, México, 2005, p. 24. 9 HERNÁNDEZ Corichi, A., Historia y prospectiva de la planeación regional en la Comarca Lagunera, COECyT, Coahuila

    2006. 10 Ibid., p.15.

  • 26

    competitiva por excelencia de la región. El contexto más amplio es un mundo

    globalizado, complejo, post socialista, liberal.

    La segunda ventaja competitiva de la región será el clima. Extremo, con

    temperaturas en promedio alrededor de los treinta y cinco grados en verano, pues se

    trata de una región clasificada como semi-desierto11. Factor que ha jugado a favor por

    diferentes razones. En un tiempo se cultivó de manera intensiva el algodón. La planta

    se regaba no con lluvia natural, sino de manera artificial a través de canaletas, razón

    por la cual el producto final resultaba de alta calidad (Madero, 2001: 51). El factor

    climático también ha sido clave para el auge lechero. El clima seco es ideal para la cría

    de vacas, pues se impide de esta manera la expansión de infecciones y reproducción de

    microorganismos patógenos. Un tercer hito económico fue el establecimiento de

    industria maquiladora en los años ochenta, pero éste duró poco12. En términos

    económicos la apuesta viene por la estratégica localización geográfica

    El tema del conflicto que genera la intervención de los gobiernos estatales para

    bloquear la articulación entre municipios de diferente entidad federativa se trata aparte,

    porque es un argumento múltiples veces citado, que sin embargo no encuentra

    suficiente eco en la práctica social.

    Es un hecho que los responsables del ejercicio administrativo en los municipios

    son quienes han ofrecido la resistencia para articularse cuando se refiere a la generación

    de obras o políticas públicas en el plano metropolitano. Es una excepción que en agosto

    de 2014 Torreón, Coahuila, y Gómez Palacio y Lerdo en Durango, hayan dado a

    conocer la existencia de tres reglamentos de validez común, así para los temas de

    Vialidad, Medio Ambiente y Grafiti.

    Dos datos más de las resistencias y tensión que implica la coordinación

    metropolitana. En agosto 2016 IMPLAN Torreón da a conocer su plan municipal con

    visión metropolitana, es lo más que se pudo acercar en el tema. Y en la primavera 2017

    se vive un «estira y afloja» para la implementación del Sistema de Transporte

    Metropolitano articulado por el metrobús que recorrería de Matamoros a Lerdo,

    pasando por Torreón y Gómez Palacio. Sin los suficientes consensos establecidos, el

    proyecto se echó a andar.

    Lo económico y lo político son dos variables que se entrecruzan, el clamor es

    por el desarrollo económico, pero los actores políticos no se pueden poner de acuerdo

    ni en aspectos básicos. Hay excepciones, como sea, el acento aquí está puesto en la

    elección del propio rumbo por el que como colectividad se apuesta.

    11 SANTIBAÑEZ, G., E. La Comarca Lagunera. Ensayo monográfico, s.e., Torreón 1992, p. 25. 12 CASTAÑEDA A., Marcela. Precariedad laboral y condiciones de vida: trayectorias laborales de jóvenes trabajadores

    de la industria del vestido en Torreón, 2001-2010. Tesis de Maestría en Desarrollo Regional, El Colef, 2010.

  • 27

    II – ENTRE LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA

    En la cultura occidental, el pensamiento que trata sobre el modo para articularse

    que tienen las sociedades siempre se ha movido entre la filosofía y las ciencias sociales,

    entre un pensamiento más normativo, más abstracto, más general, que le corresponde

    entonces a la filosofía política y otro pensamiento más bien empírico, que abarque los

    modos de gobierno, la organización de la ciudad, los regímenes al caso y el papel del

    ciudadano particular.

    Platón y Aristóteles, figuras del nacimiento de la filosofía en Grecia son, con

    mucho, los grandes pensadores que marcaron con impronta indeleble los destinos del

    mundo occidental. Aunque a menudo se les considera adversarios, pues se hace parecer

    a Aristóteles como quien refuta los planteamientos de Platón, al final no son sino

    posturas complementarias en el mismo horizonte. Aristóteles, que propone “pensar con

    Platón, contra Platón”, se ubica en una postura crítica hacia los planteamientos de

    Platón, pero usa su aparato conceptual, y genera a partir de él, el suyo propio.

    Aristóteles corrigen, matiza, purifica a Platón, pero se mantiene siempre en un

    horizonte metafísico. Así en su epistemología, así en su filosofía política.

    En la conocida obra La República, Platón13 construye una ciudad ideal, donde la

    educación, la producción, el arte y todas las cuestiones relativas a la convivencia común

    quedan ahí comprendidas, sin embargo, el planteamiento es tan abstracto y

    generalizable que la propuesta se hace inviable en la práctica. Platón aspiraba a elaborar

    un planteamiento filosófico, donde todas las condiciones empíricas posibles tuvieran

    un lugar en el mismo, Platón estaba haciendo planteamientos universales, pero el

    resultado no es afortunado. La propuesta platónica termina siendo una ciudad

    inexistente, para habitantes inexistentes. En ella no hay lugar para la libertad, la

    individualidad, el ciudadano particular no tiene margen de acción.

    Ante este panorama Aristóteles parece mucho más cauto, agudo y sagaz. Usa un

    símil, dice qué, así como el entrenador de actividades físicas debe estar presto para

    entrenar a los campeones, también debe tener programas de entrenamiento para los

    principiantes e intermedios.

    En este sentido, una propuesta completa para una ciudad ideal no es suficiente,

    al final no ayuda. Propone entonces seis diferentes tipos de regímenes, de hecho,

    contrapone la forma correcta y la forma desviada. Propone tres situaciones en su

    aspecto correcto y su aspecto desviado. Así, cuando gobierna un solo hombre se tiene

    la monarquía o la tiranía; para el gobierno de los pocos está la aristocracia o la

    oligarquía; finalmente el gobierno de la multitud, así la constitución política (politeia)

    o la democracia.

    13 Cfr., PLATÓN, La República, Alianza, Madrid 2005.

  • 28

    Aristóteles no pone el acento en el número, sino en la posesión o no de riqueza.

    En el primer caso, la oligarquía es el gobierno de los ricos, generalmente pocos, en el

    extremo, la democracia, gobierno de muchos, generalmente pobres14.

    Esa es la sabiduría aristotélica, la filosofía política es un saber de fundamentos,

    lo que dice, lo hace con contundencia, pero no se trata de un saber permanente, eterno,

    inmutable, sino un saber que en ocasiones se torna práctico, porque así conviene a cada

    situación. Así es y será la filosofía política desde entonces.

    Una recuperación de historia de la filosofía política no cabe en este momento,

    por ello únicamente recuperamos la distinción que se hará en el siglo XIX, a propósito

    del capitalismo y cómo lo proponen y analizan los liberales y los socialistas.

    Adam Smith (1723-1790) es quien hace los planteamientos fundamentales del

    capitalismo en su obra La riqueza de las Naciones15. En esta obra compleja que dará

    lugar a reflexiones posteriores y la implementación de sus ideas en las sociedades

    existentes. El capital se genera a través de acumulación, superando los planteamientos

    excesivamente simplificados de los mercantilistas, plantea que bastaría que el egoísmo

    humano sería suficiente para incrementar la riqueza de las naciones si los gobiernos se

    abstuvieran de intervenir con medidas reflexivas.

    Karl Marx en el vértice opuesto, se pone como un crítico de la creación

    individualista de la riqueza, señalando a través de un análisis muy agudo cómo la

    generación de la riqueza a través de la transformación de las mercancías se debe

    principalmente por el trabajo, riqueza generada a la cual denomina plusvalía, que el

    dueño de los medios de producción indebidamente retiene a costa del trabajador.

    Socialismos más evolucionados hablan de la necesidad del reparto de la riqueza al

    interior de las sociedades en un marco de ejercicio de los derechos16. El planteamiento

    central aquí, como fue advertido de inicio, es que, sin derechos sociales, sin recursos

    suficientes para el desempeño de la vida cotidiana, la idea de ciudadanía es

    prácticamente inútil, pues de nada sirve tener libertad de expresión o participación si

    se carece de los medios indispensables para vivir, tal como alimentación, educación,

    servicios médicos, así resulta que estos últimos son la condición necesaria

    indispensable para el desarrollo de los primeros derechos.

    14 LORD, C. Aristóteles [348-322 a.C.], en: STRAUSS-CROPSEY, J. (Dir.). Historia de la filosofía política, FCE, México

    2012, pp. 148s. 15 Cfr., SMITH, Adam. La riqueza de las naciones, Alianza, Madrid 2011. 16 Cfr., MARX, K. El Capital. Obra Completa, Siglo XXI, Madrid 2017.

  • 29

    III – UNA SOCIEDAD BIEN ORDENADA

    Con la publicación de Teoría de la justicia17, el filósofo norteamericano John

    Rawls (1972) pone en la palestra el tema de la construcción de sociedades justas en el

    marco de economías capitalistas. La obra resultó altamente polémica y el espectro

    completo de la filosofía política se posiciona al respecto, desde los liberales extremos

    (liberalista igualitario, liberalista) hasta los igualitaristas radicales (comunitarismo,

    republicanismo). El planteamiento fundamental es eliminar las desigualdades básicas

    entre los individuos pertenecientes a las sociedades y garantizar el ejercicio de las

    libertades a través de instituciones.

    En relativamente poco tiempo la discusión se torna abundante, por ello se

    propone abordarla aquí trazando a grandes rasgos los nexos que se establecen entre los

    derechos individuales y derechos colectivos, delimitando de esta manera la discusión

    y acercándonos positivamente a los diferentes planteamientos para conocer las

    posturas, contraposiciones y limitaciones de cada uno. Al proceder de esta manera le

    subyace la idea que el debate entre libertad - igualdad se corresponde de alguna manera

    al de los derechos individuales – derechos sociales. Esto es muy significativo porque

    indica que la discusión por la igualdad no es inédita, aunque tal vez si en los términos

    que actualmente se da.

    Así pues, en filosofía política se considera que para el liberalismo las políticas

    para el bien de la sociedad han de reconocer un límite infranqueable en los derechos

    individuales. Aquí mismo tenemos diferentes posturas, Dworkin, liberalista igualitario,

    llega a denominar a los derechos individuales «cartas de triunfo»18 frente a las

    pretensiones mayoritarias, se pretende así una estrategia de defensa ante la «tiranía de

    la mayoría», pues los derechos individuales son inviolables para esta concepción. Por

    su parte Nozik, liberalista radical, subraya la idea de un Estado mínimo, que tenga por

    función principal, casi la única, la defensa de los derechos naturales de individuo,

    porque las libertades individuales son así libertades absolutas, es de hecho, un anarco

    capitalismo o libertarismo como se conoce a estos planteamientos19.

    En seguida analizamos al republicanismo y al comunitarismo ya que estos

    sistemas otorgan prioridad importante al bien de la comunidad, tanto que se justifica el

    desplazamiento de los derechos individuales en nombre de los intereses generales.

    Ambas posturas son coincidentes en este punto, pero entre ellas muestran notables

    diferencias.

    El republicanismo afirma que los derechos individuales deben encontrar su

    límite en las políticas del bien de la sociedad, sin embargo, el republicanismo no puede

    17 Cfr., RAWLS, J., Teoría de la Justicia, FCE, México1997.

    18 Cfr., DWORKIN, R. Los derechos en serio, Ariel, Barcelona 1989. 19 Cfr., NOZICK, R. Anarquía, Estado y utopía, FCE, México 1988.

  • 30

    comprometerse con el respeto de una concepción moral fuerte, si acaso con ciertos

    valores «institucionalmente circunscritos». Su interés no está en el modo particular de

    vida, los ideales de bien, las prácticas asumidas o desechadas, incluso el modo de

    relacionarse con los demás, excepto en el caso que éstas variables preserven un

    compromiso activo con el bien público y con la suerte de los demás. Por ello el

    republicanismo se ha encontrado más cómodo al hacer énfasis en la ausencia de

    dominación, esto es, el hecho central no es que algunos individuos no satisfagan sus

    necesidades más elementales mientras que otros posean abundancia, o bien, que la

    fortuna natural o social se haya repartido desigualmente, sino el hecho que se quiere

    enfatizar es la dominación, en decir, la interferencia abusiva de unos individuos sobre

    otros, nadie debe interferir en los asuntos personales de los demás. El objeto entonces

    es no favorecer, es eliminar la dominación en una sociedad20.

    El comunitarismo por su parte hace una crítica al liberalismo por su «atomismo»,

    es decir, su individualismo. El comunitarismo entonces otorga prioridad a las políticas

    en favor del bien de la comunidad, desplazando incluso si es necesario a los derechos

    individuales en nombre de los intereses generales, el Estado de ninguna manera debe

    ostentar una neutralidad valorativa, antes bien el Estado está comprometido con cierta

    concepción de bien y es razonable, si fuera necesario, que haga uso de la coerción en

    el ámbito de la moral privada, pues incluso las instituciones políticas y económicas

    están al servicio de un cierto ideal de ciudadanía, decimos en síntesis, que se alienta

    una concepción de bien específica21.

    Aunque estas dos últimas posturas son en algún momento similares, existen

    elementos que las hacen inasimilables, como un ejemplo para acentuar la diferencia

    entre estas posturas baste mencionar su posición ante el pasado, pues para el

    comunitarismo las tradiciones tienen la respuesta a los retos actuales, el republicanismo

    por el contrario afirma que las generaciones actuales deben tener la libertad para elegir

    el modo en que quieren vivir.

    Con plena conciencia de la complejidad del aparato explicativo, podemos asumir

    como punto de partida que la pretensión de Rawls es entender la justicia como

    imparcialidad, es decir, como equidad en la elección de los principios que han de ser

    decisivos para la distribución de los bienes básicos para el desarrollo del ser humano.

    Rawls propone, en síntesis, dos principios, el de igualdad y el de diferencia. El

    primer principio dice: «Cada persona ha de tener un derecho igual al esquema más

    extenso de libertades básicas que sea compatible con un esquema semejante de

    libertades para los demás»22. El segundo principio dice: «Las desigualdades sociales y